El problema no es la crisis (publicado en Perspectiva del IDE)

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MARZO | 2013 REVISTA ECONÓMICA DEL IDE | AÑO XVIII, No 3 www.ide.edu.ec EL PROBLEMA NO ES LA CRISIS, 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 20 0 0 0 0 0 0 0 00 0 0 0 0 0 0 0 0 08 8 8 8 8 8 8 8 8 8 8 8 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 20 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 00 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 09 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 20 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 01 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 10 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 20 0 0 0 0 0 0 0 0 01 1 1 1 1 1 1 1 11 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 ES EL BOOM

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Una breve revisión del proceso que siguen las crisis, con especial énfasis en Europa y porqué algunos países en América Latina deben comenzar a prestar más atención a lo que sucede y lo que sucedió hace poco menos de 6 años, cuando la fiesta dio paso a la resaca. Un corto análisis que no pretende profundizar sino más bien llamar la atención sobre los riesgos inesperados. (Algunos errores de ortografía se han pasado...pido disculpas anticipadas por ello, es la premura por publicar....)

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2013

REVISTA ECONÓMICA DEL IDE | AÑO XVIII, No 3

www.ide.edu.ec

EL PROBLEMA NO ES LA CRISIS,

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Una breve revisión del proceso que siguen las crisis, con especial énfasis en Europa y por qué algunos países en América Latina deben co-menzar a prestar más atención a lo que su-cede y lo que sucedió hace poco menos de 6

años, cuando la fiesta dio paso a la resaca. Un corto análisis que no pretende profundizar sino más bien llamar la aten-ción sobre los riesgos inesperados.

Quizás las preguntas más recurrentes que se les hace a los economistas hoy en día tienen que ver con la crisis europea. Pregunta comprometedora a la que muchos se aventuran a dar explicaciones de todo color y sabor, otros se abstienen

de contestar en forma directa, y un reducido grupo (entre los que me encuentro Yo) tratamos de ser más francos y aceptar que hay muy poco que se sabe de lo que funciona y lo que no funciona en estos momentos de crisis.

Efectivamente, la crisis actual no sólo es de la economía, sino de la teoría económica como tal y de los economistas por supuesto. Pero en un momento, en el que hay tantas incertidumbres sobre lo que es correcto y lo que no, siempre es bueno regresar hacia la historia. El análisis de la historia es más objetivo, pues si bien puede ser interpretada con dife-rentes lentes, al menos es más palpable que hacer proyeccio-nes etéreas sobre algo que todavía no comprendemos bien.

POR: Julio José PradoPhD (c) en Management y Economía

Profesor IDE Business School

EL PROBLEMA NO ES LA CRISIS,

ES EL BOOM

ANÁLISIS

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Por ejemplo, en España se registró un (trágico) record de 26% de desempleo lo que significa casi 6 millones de personas. ¿Cómo es posible un deterioro tan impresio-nante en un país en el que hasta el año 2008, se regis-traron 1,6 millones de desempleados lo cual equivale a 8%? Es más, hasta hace 4 años atrás, todos los países del Sur de Europa que ahora, la pasan tal mal, se jactaban de haber cerrado la brecha con el resto del Norte de Europa y que finalmente después de tanto tiempo de ajustes las economías caminaban hacia la tan ansiada convergencia económica y social, que había sido la razón fundamental con la que se creó la Unión Europea. Entonces, ¿qué opi-nar respecto a todo este enredo?

Si uno mira los últimos 4 años, se pueden encontrar recetas diversas para contrarrestar la crisis. Pasando des-de recetas consideradas más liberales, como dejar que el mercado y la crisis sigan su camino y que los que tengan que quebrar quiebren, hasta recetas más del estilo key-nesianas en las que se ha inyectando gran cantidad de dinero para tratar de reactivar las economías y revivir la demanda.

Dentro de este espectro, también se han dado políticas de corte socialista (a no confundir con lo keynesiano, que a pesar de buscar un activo rol del Estado, distan mucho de ser socialistas) que abogan por un control férreo, casi total del Estado sobre la economía para re-enrumbarla y anular las malignas fuerzas del mercado.

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También hay políticas de corte “neutro”, que en el fon-do es reconocer que no tenemos la más mínima idea de qué hacer y que es mejor hacer una suerte de juego del avestruz, agachar la cabeza hasta que lo peor pase. Y fi-namente, como nada es ni blanco ni negro en la vida, hay países (casi todos en realidad) donde todas las políticas anteriores se han mezclado en diferente medida, ya sea a nivel, nacional, regional o industrial (un poco de liberal por acá, otro tanto de keynesiano y una pizca de socialis-mo al nacionalizar empresas privadas). Es decir un relajo completo para quien trata de entender, qué exactamente está pasando; qué funciona y qué no.

Así que la respuesta más sensata ante la pregunta de qué es lo que pasa con la crisis, y si la austeridad o la expansión fiscal o la neutralidad, son parte de la solución o parte del problema, es que no lo sabemos con seguri-dad. Y sí, en base a mi formación y mis creencias como economista y mis propias deducciones respecto a lo que leo y veo, tengo una cierta teoría sobre lo que creo que funciona mejor y lo que creo que funciona peor para salir de la crisis. Pero al igual que muchos otros, reconozco que hay una gran incertidumbre en la teoría económica actual, y que sacar recetas y conclusiones en un momento tan turbulento es tremendamente difícil.

Quizás, ante esta incapacidad para descifrar con cla-ridad lo que está pasando actualmente, lo más sensato es volver la mirada hacia atrás. ¿En donde comenzó toda esta locura? ¿Qué llevó a gran parte del mundo desarro-llado a este abismo económico y social?

Aunque volver al pasado puede parecer un ejercicio trivial ante la abrumadora situación y la urgencia del pre-sente, es de vital importancia tratar de entender dónde comenzó todo. Para los países europeos en su mayoría, que ahora están ahogados por la crisis, este tipo de re-flexiones quizás no sean tan relevantes hoy, pero para los países que de cierta forma han logrado sobrellevar la cri-sis, y que ahora gozan de una salud económica envidia-ble –Latinoamérica– el entender qué pasó es una cuestión urgente. ¿Urgente? Sí, porque una crisis puede estar a la vuelta de la esquina. ¿O no?

Quitemos entonces los ojos de la crisis y vayamos ha-cia atrás. ¿Hay algún punto común entre los países que han entrado en crisis? Sin pretender hacer un análisis ex-tensivo y complejo, se puede ver que sí. Todos los países gozaron de una economía robusta y en crecimiento. Esto quizás quiere decir que las raíces de las crisis, están jus-tamente donde menos se las esperan y se las buscan, en el crecimiento. Cómo se crece y a qué ritmo parece ser, paradójicamente, un elemento fundamental de las crisis económicas.

Los políticos, y muchos analistas, una vez que la crisis está presente, tratan de buscar las raíces de la misma en ciclos de decrecimiento ya sea en una industria, una re-

Cómo se crece y a qué ritmo parece ser, paradójicamente un

elemento fundamental de las crisis económicas.

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gión o en el país entero. Y muy generalmente –a veces equivocadamente– se logran encontrar eventos específi-cos que parecen haber desatado la crisis (chivos expiato-rios muy cómodos).

En la gran mayoría de casos, se van a encontrar que las causas de la crisis, fueron un contagio de una industria a otra, un shock exógeno, o cualquier otro evento que viene “desde fuera”. Así es como tradicionalmente se entienden a los eventos de crisis económica, como una perturbación externa (exógena) a la economía que antes estaba en equilibrio.

El problema evidente con esta visión exógena de las crisis, es que asume que la economía, para comenzar es-taba en equilibrio y al asegurar que la crisis surge por un evento exógeno, niega la posibilidad de que la crisis pueda en realidad estar dentro del sistema. Madurándose lentamente. Embebida dentro de las instituciones, las po-líticas, las industrias, el Gobierno, y fortaleciéndose para regarse con fuerza después.

Si esto le suena parecido al mecanismo por el cual un virus se incuba, se hace fuerte, no da señales, pero un momento dado bajo el efecto de un agente externo (el frío, quizás), se despierta y contagia al sistema inmunoló-gico, es porque eso es exactamente lo que es una crisis. Un proceso de incubación, maduración, reacción ante un agente y finalmente contagio. Pero si es así (y hay mucha

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investigación que está justamente tratando de probar y modelar cuáles son los mecanismos de contagio indus-trial, incluidas mis investigaciones), entonces el proble-ma no está en el agente externo que desata la crisis (el frío), sino el proceso que permite que la crisis madure en un entorno proclive y se reproduzca delante de nuestros ojos.

Las crisis parecen tener ciertas características funda-mentales: son dependientes del pasado (path-depen-dant, tal como se lo conoce en la literatura), viven y se reproducen en base a mecanismo de auto-refuerzo (self-reinforcement mechanism). Entonces, lo importante no es la crisis en sí mismo, sino entender el mecanismo que permite el proceso de crisis. ¿En qué tipo de entorno se generan las crisis?

Si nos concentramos en los casos de los tres países de Europa, Grecia, España y Portugal, el entorno previo a la crisis fue de gran abundancia económica. Gran gasto pu-blico. Gran importancia de las instituciones estatales en términos de obra pública, salud y educación. Pero esta característica no sólo se le puede atribuir a estos países Europeos.

En EEUU, en un esquema económico totalmente dife-rente, la raíz de la crisis también se puede remontar hacia

Lo importante no es la crisis en sí mismo, sino entender

el mecanismo que permite el proceso de crisis.

la época de bonanza y a dos políticas directamente ata-das al Gobierno: la reducción extrema de las tasas de in-terés en el año 2001 (al 1%) y, la reducción (a finales de la década de los 90) en los requisitos legales para conceder créditos inmobiliarios. Nuevos estudios, señalan que por sí solas, estas políticas no hubiesen tenido casi ningún efecto sin embargo combinadas (entre ellas y con otras fuerzas del entorno), fueron el caldo de cultivo de la crisis.

Pero un momento, entre los años 2002 y 2007, EEUU (y el mundo), vivieron uno de los momentos de mayor abundancia y crecimiento de los últimos 30 años. Exacto! En la abundancia está la clave.

Como lo he dicho en artículos anteriores, cuando se está en medio de la fiesta, entra en juego el comporta-miento de masa. Hago lo que hace mi manada, pues eso es lo que funciona, para qué me voy a poner a repensar las cosas cuando es evidente que el sistema funciona. La fiesta sigue, y nadie quiere ser aguafiestas. Ciertamente no, cuando para gravar las cosas, tu compensación, tu sa-lario, tus subsidios o tus becas dependen de las ganancias que se hace durante la fiesta.

Así que el problema de la crisis, no está en la crisis sino en el boom. ¿Por qué es esto relevante para los países de América Latina? Porque, por distintas y muy variadas cau-sas que no vienen al caso en este articulo, estas econo-mías están en su etapa de boom. Así que de lo que hagan en esta etapa dependerá lo que pase en la etapa de crisis.

¿Crisis? Claro, o alguien espera que este ciclo de bo-nanza no acabará? Es más, como se ha demostrado a lo largo de los años, la crisis es un inevitable proceso (quizás deseable?) de los sistemas económicos. Y no, no es sólo inherente a las economías capitalistas; los sistemas socia-listas y en especial comunistas, están también expuestos, vía otros mecanismos, a los ciclos de crisis, que pueden ser incluso más devastadores.

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BOOM: MOMENTO PARA PREOCUPARSE POR LA CRISIS

Evidentemente, no se trata de no crecer para evitar un colapso. Esa sería la peor respuesta que alguien podría dar a esta situación, no crecer, para que no nos pegue muy duro la crisis. Muy parecido en cierto sentido a la propuesta hecha por algunos políticos de no abrirse a los mercados de capitales extranjeros para evitar las crisis fi nancieras. Sin capitales, no hay crecimiento. Sin creci-miento, no hay dinero. Sin dinero, hay crisis. La clave está entonces en cómo crecer.

Países que durante el boom crezcan en forma respon-sable, acelerada pero con equilibrio, estarán mejor. Utili-zando el boom para pagar deudas de épocas de crisis pasadas y sanear las finanzas para la siguiente crisis. Países que mantengan líneas de crédito internas, pero sobre todo externas para poder recurrir a ellas en el momento del downturn.

Pero no se trata sólo de los Go-biernos, se trata esencialmen-te de las personas y de cómo se comportan durante periodos de boom. ¿Las familias actúan en for-ma sensata? Gastando aquellos ingresos adicionales en inversio-nes para el futuro que les permi-ta mantener un cierto nivel de vida estable durante la época de recesión. O, ¿las familias se han acostumbrado a recibir dinero con facilidad y se han sobre endeudado durante la época del boom?

Si la sociedad en su con-junto comienza a entrar en el juego del círculo virtuoso

del boom en el que parece que hay dinero en abundancia y que nada se debe guardar porque después de todo, el dinero es para gastarlo. Más aún en una sociedad de gente pobre, donde siempre ha faltado todo, como las Latinoamericanas. Ciertamente la tentación de excederse es alta y hasta justificada, pero peligrosa.

En Europa, el ejemplo de Grecia, España y Portugal es clarísimo. Estos países entraron en un “club”, la Unión Eu-ropea, que les hizo sentir que había dinero en abundancia.

En Grecia, envtre 2002 y 2005 se hicieron mega eventos mundiales para los cuales se construyeron –sin ningún temor a gastar– nuevos escenarios deportivos, inmensas carreteras y se renovó una buena parte de la infraes-

tructura del país. Obviamente, los capitales europeos estuvieron dispuestos a prestar cuánto dinero fue

necesario, porque había una euforia respecto al futuro de la economía griega y de Europa en

general. Ahora se sabe que el derroche en esa infraestructura, ahora casi abando-

nada, fue en parte el detonante de la crisis de las finanzas públicas

que tiene Grecia. ¿Cómo se podía cuestionar esa inver-

sión? Hubiese sido iló-gico oponerse! Si había un boom, y esa nueva inversión era vista casi como un anuncio al mundo de la grandio-sa Grecia del pasado, que ahora incluso ganaba la Eurocopa en fútbol.

En Portugal y en España hay his-torias similares. En Portugal por

ejemplo, la expansión del sistema de educación que se hizo durante el boom fue tan agresivo que se llegó a tener el sistema de becas de estudio más generoso de Europa. ¿Quién puede negar que esa fuera una buena inversión? De hecho, lo es, pero hay que estirarse has-ta donde dan las sábanas; y las autoridades portuguesas no entendieron que las sábanas a veces se encojen… Tan optimistas estaban los políticos portugueses, que al otor-gar becas ni siquiera pusieron claúsulas que obliguen al retorno del estudiante (y tampoco las hay ahora). ¿Para qué? Si el boom económico de Portugal era tan fuerte y evidente que todos esos estudiantes estarían gustosos de regresar a trabajar en su país natal. Otra vez, una pequeña muestra de la miopía que genera el boom.

En América Latina, la mayoría de países dejaron atrás ya lo peor de la recesión mundial. Se puede debatir so-bre esto, pero vamos a otorgarle el éxito en evitar una recesión más fuerte, a las políticas contra cíclicas de corte keynesiano que se impusieron en la mayoría de países (personalmente creo que –dependiendo de los países– el éxito se debe a una mezcla de políticas exitosas contra cíclicas, políticas austeras pre-crisis, precios de commodi-ties históricamente altos y alta inversión y demanda chi-na). La pregunta clave ahora que estamos en el boom, es si deben seguir las políticas contra cíclicas. De hecho una de las grandes críticas a las políticas de expansión fiscal, no es que sean ineficientes para salir de la crisis, sino que una vez que se sale de la crisis, eliminar esas políticas de alto gasto es muy –muy– difícil. Y si no se las elimina a tiempo, el resultado es generalmente un boom inestable, de esos que más parecen virus y que casi siempre termi-nan en una mala pulmonía económica.

Así, América Latina comienza a dividirse en dos blo-ques. Aquellos países que parecen haber advertido que las políticas pre-crisis (2004-2007), anti-crisis (2008-2010) y post-crisis (2011-2013) deben ser diferentes. Y aquellos que parecen creer que el problema sigue siendo la crisis y no se han dado cuenta que el boom ya los arrastró.

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