El problema teológico (II)- La revelación de Jesús, en La Fe en Jesucristo, por Jon Sobrino,...

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Jon Sobrino La fe en Jesucristo 1 La fe en Jesucristo Ensayo desde las víctimas Jon Sobrino Edit. Trotta Madrid 1999

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Jon Sobrino

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  • Jon Sobrino La fe en Jesucristo

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    La fe en Jesucristo

    Ensayo desde las vctimas

    Jon Sobrino

    Edit. Trotta

    Madrid 1999

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    cierto punto controlable, y de ah los anlisis de los dos captulos anteriores. Pero, por ser afirmacin kerygmtica, desemboca en una afirmacin doxolgica de realidad-misterio ante la cual slo queda la entrega del yo, el dejar a Dios ser Dios. Esa entrega puede ser comprendida segn el modelo del culto o segn el modelo del caminar humildemente, pero lo importante es que Dios sigue permaneciendo misterio.

    En cierta forma, repetimos lo que decamos sobre Dios a partir de Jess de Nazaret. Para Jess, Dios es Padre, pero el Padre sigue siendo Dios. Jess descansa en un Dios que es Padre, pero ese Padre no le deja descansar porque es Dios. De forma semejante, a partir de la resurreccin podemos decir que Dios es liberador de las vctimas en quien podemos confiar, pero ese liberador sigue siendo Dios, a quien debemos entregarnos.

    7.- EL PROBLEMA TEOLGICO (II): LA REVELACIN DE JESS

    La resurreccin de Jess es narrada de tal modo que desencadena una reflexin sobre la realidad de Jess no slo sobre la de Dios. La resurreccin hace justicia a la persona de Jess, confirma la verdad de su vida y lleva a afirmar su actual plenitud. Todo ello llevar, dicho en palabras conscientemente sencillas, a la afirmacin de que Jess es alguien muy especial, y sa ser (aunque no, obviamente, en estos trminos) la primera expresin de la fe de sus discpulos y la primera formulacin cristolgica. Paulatinamente, con el paso del cristianismo al mundo griego, la especial realidad de Jess se ir formulando de una manera concreta en los conocidos trminos de plenitud de humanidad y plenitud de divinidad.

    Este dinamismo implic tambin que la relacin con Jess tena que ser una relacin de fe, lo cual supone dos cosas esenciales en toda fe: a) la realidad objetiva de Jess (lo credo) pertenece al mbito de esa realidad que, por su naturaleza, requiere fe para ser abordada: la divinidad, lo que sea la realidad ltima; y b) la relacin subjetiva del ser humano (el creyente) con Jess incluye ahora la entrega en disponibilidad y confianza a su persona. Esa fe se expresar tericamente en la ortodoxia y prxicamente en la ortopraxis, y de tal modo que el seguimiento de Jess pasar a ser lo fundamental de la vida cristiana.

    Ms adelante analizaremos cmo la realidad objetiva de Jess fue reflexionada como objeto de fe, pero comenzamos preguntndonos por la fe de los creyentes en Jess y su proceso.

    1. EL ORIGEN DE LA FE EN JESS Antes de analizar el tipo de fe que gener la resurreccin, hay que

    preguntarse si ese Jess, ya en vida, desencaden fe. La respuesta es importante, pues ayuda a conocer el tipo de fe que llegaron a tener los discpulos despus de pascua, y ayuda a establecer en qu sentido el acontecimiento total de cruz/resurreccin (no slo la resurreccin) es esencial a la fe definitiva, la de los primeros cristianos y la nuestra propia.

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    1.1. Discusin teolgica sobre la fe prepascual en Jess Al nivel del relato es innegable que el Nuevo Testamento narra un

    cambio en el comportamiento de los discpulos despus de la resurreccin, aunque se discute si, histricamente, el cambio fue tan radical como aparentemente lo narran los textos: del miedo paralizante, la huida y el abandono de la fe, a la valenta, la fortaleza y la fe. Se trata, pues, de establecer la continuidad o discontinuidad y en qu grado de la fe en Jess antes y despus del acontecimiento pascual. Vamos a ejemplificar la discusin con lo que dicen Schillebeeckx y Kessler.

    E. Schillebeeckx- defiende polmicamente que se dio una continuidad, mayor de lo que se piensa, entre el antes y el despus de pascua. Aunque los discpulos de hecho abandonaron y negaron a Jess durante la pasin, ello fue ms una debilidad ortoprxica que una prdida de fe. Para probar su tesis aduce el texto de Lc 22, 31s.: Simn, Simn! Mira que Satans ha solicitado poder para cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y t, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos. l dijo: Seor, estoy dispuesto a ir contigo hasta la crcel y la muerte. A ese texto aade el hecho de que Pedro habra confesado a Jess, ya en vida, como profeta escatolgico o como mesas (cf. Mc 8, 29). En resumen, los discpulos habran negado a Jess y le habran abandonado, pero por pusilanimidad. No debiera hablarse de una (radical) prdida de fe en Jess.

    Por esa razn Schillebeeckx piensa tambin que el Nuevo Testamento exagera cuando presenta el miedo y la desbandada de los discpulos durante la pasin. Cree que sa es la tesis teolgica de Marcos: los discpulos no entienden nada de Jess, pero que no es necesariamente una tesis histrica, pues incluso las tradiciones premarcanas parecen contradecir la visin de Marcos. En cualquier caso, para Lucas no se da una apostasa de los discpulos: la pasin y la muerte de Jess no establecen aqu una ruptura en la fe de los discpulos antes y despus de la Pascua.

    Este anlisis de Schillebeeckx est al servicio de su tesis sobre las apariciones: stas no son la causa (nica) de la nueva fe en Jess, y lo que ocurri despus de pascua habra sido una experiencia de conversin Pedro, que haba negado a Jess, fue el primer discpulo que alcanz la conversin, como se desprende de Lc 22, 32. l ya habra reconocido a Jess como profeta mesinico y escatolgico, habra asumido de nuevo el seguimiento de Jess, y tras su conversin tom la iniciativa de reunir de nuevo a los discpulos. Schillebeeckx admite, pues, la novedad que acaece en la resurreccin, pero como nuevas experiencias de fe despus de la muerte de Jess, experiencias de la nueva presencia de Jess.

    Kessler, por su parte, defiende la tesis de la discontinuidad. La tesis de una fe mantenida por los discpulos se opone a la lnea general de los testimonios del Nuevo Testamento. Todos ellos sealan la cruz como una ruptura que marca una discontinuidad y nada da a entender que el debate sobre la mesianidad de Jess hubiese quedado resuelto definitivamente

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    antes de pascua. Por lo que toca a la secuencia histrica de los acontecimientos, poco despus de la muerte de Jess, los discpulos, que haban desaparecido retirndose a Galilea, se presentaron de pronto y sorprendentemente en Jerusaln. All, y no en la segura Galilea, se renen para formar la comunidad primitiva. La ida a Galilea expresara desencanto de la misin de Jess, miedo personal y el fin de lo que pudiera haber sido fe en Jess a lo largo de su vida. La vuelta a Jerusaln significara, por el contrario, valenta y entusiasmo para una nueva misin, seguimiento de Jess con todas sus consecuencias y fe en l con asombrosa creatividad en su formulacin cristolgica. Y, adems, por el mero hecho de regresar a Jerusaln, expresaran el renacer de la esperanza escatolgica definitiva.

    Adems de esta argumentacin programtica, Kessler objeta que la base exegtica de Schillebeeckx consiste nicamente en un texto, Lc 22, 31ss., y que este texto depende de una tradicin de la cual no se puede sacar la conclusin de Schillebeeckx, pues lo que pretenda esa tradicin era resaltar el nombre honorfico de Cefas y no el que hubiera fe prepascual problema en el que no entra, pues esa tradicin ignora la negacin de Pedro. La experiencia pascual no es, pues, fundamentalmente, una experiencia de conversin, sino algo ms profundo.

    1.2. Fe en Jess antes de pascua El que la cruz fuese para la fe fracaso absoluto (Kessler) o relativo

    (Schillebeeckx) es importante para saber si la fe postpascual depende en todo o slo en parte de la resurreccin de Jess, y hasta qu grado; pero es importante tambin para comprender el contenido de esa fe y el origen de la cristologa, que es lo que ahora nos interesa.

    Por un lado, no se puede dudar de que en vida Jess tuvo discpulos que le siguieron honradamente con esperanza y con dedicacin, que despert notoriedad y aun entusiasmo, de modo que puede concluirse que ya durante su vida Jess debi parecerles alguien especial a cuyos valores se adhirieron. Por otro lado, tampoco se puede negar que la cruz anula o al menos debilita su fe. Si esto es as, la fe postpascual est en una cierta continuidad con la fe prepascual (el Resucitado no es otro que Jess de Nazaret), pero la cruz/resurreccin cuestiona y radicaliza esa primera fe, a la que aade tambin elementos nuevos esenciales. Analicemos ahora el primer punto.

    1.2.1. Formulaciones de fe durante la vida de Jess? Comencemos con el anlisis literario. En los sinpticos slo hay dos

    textos en que los discpulos hacen una confesin de fe en Jess en sentido estricto. En Mt 16, 16 Pedro le confiesa como el Cristo, el Hijo de Dios vivo. En Mt 14, 33 el mismo Pedro, despus de que Jess camina sobre las aguas, confiesa: verdaderamente eres Hijo de Dios. Pero estas palabras de Pedro no parecen ser histricas, pues en el paralelo de Marcos al primer texto no se menciona el Hijo de Dios (adems de mostrar una concepcin totalmente errada por parte de Pedro de lo que significa en verdad ser

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    Cristo, cf. Mt 16, 22-23) y el mismo Jess les prohbe hablar de ello (el secreto mesinico de Mc 8, 30). La intencin de Mateo no sera, pues, mostrar una fe en Jess ya constituida antes de la resurreccin, sino fundamentar una promesa a Pedro, cuya fe no corresponde a la situacin histrica, sino a su fe plena posterior. Por lo que toca al segundo texto, el paralelo de Mc 6, 49, para nada menciona la dicha confesin de fe, sino que enfatiza ms bien el miedo de los discpulos por creer haber visto un fantasma.

    Quiere esto decir que los discpulos no vieron nada especial en Jess antes de pascua? Ciertamente no. Los evangelios dan cuenta de que, aun desde lo que se puede averiguar histricamente y aun sin tener en cuenta lo que aaden para poder explicitar la fe que ya tenan despus de pascua, Jess hizo y dijo cosas que tuvieron que llamar la atencin sobre su propia persona, cosas que por su naturaleza exigan una toma de postura ante l.

    En forma genrica puede decirse que los discpulos se adheran a la causa y los valores de Jess y que incluso pudieron considerarlo como el mesas que esperaban. Pero si queremos analizar con mayor rigurosidad si y qu tipo de fe tenan, tenemos que adoptar algn tipo de perspectiva sistemtica sobre lo que entendemos por fe. Aqu definimos fe como la confianza y la apertura/disponibilidad a algo que es tenido por realidad ltima". De ah que vamos a organizar los datos evanglicos segn presenten la ultimidad de Jess, relacionndolo a l mismo con lo ltimo. Por razones metodolgicas distinguiremos la relacin de ultimidad de Jess con el reino de Dios y con el Dios del reino.

    1.2.2. La relacin de ultimidad de Jess con respecto al reino de Dios

    Por lo que toca a su relacin con el reino de Dios, Jess es presentado de tal manera que en sus palabras y en sus hechos aparece en especial relacin con l y con sus exigencias.

    Jess tiene la audacia de predicar no slo la venida del reino, sino la cercana y la certeza de esa venida aunque al principio el reino parezca tan pequeo como un grano de mostaza (cf. Mc 4, 30ss.). A diferencia de los apocalpticos, pues, Jess no anuncia la salvacin slo para el futuro, sino que afirma que ya est llegando (cf. Mc 1, 15), aunque al final cambiara o matizara su visin en el discurso apocalptico (cf. Mc 13 par.). Ms aun, se atreve a afirmar que el reino ya ha llegado porque l expulsa demonios (cf. Lc 11, 20). Estas palabras y algunos de los signos que pone para expresar la presencia del reino: comidas con publcanos y acogida a los pecadores, son tan escandalosos que tenan que llevar a la pregunta de quin es Jess, tanto de quienes estaban a favor como en contra.

    Su escandalosa libertad ante la ley, sobre todo la del sbado (cf. Mc 2, 31 - 3, 6; Jn 5, 1-9; 9, 1-16), ante el culto y sus prescripciones, y ante las tradiciones de los antepasados (cf. Mc 7, l-13s.), y, por otra parte, su insistencia en la nueva ley del amor (cf. Jn 13, 34-35) de la que hace depender todo, en las actitudes internas ms que en la guarda externa de los

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    mandamientos vase el sermn de la montaa, tuvo que causar un gran revuelo y, de nuevo, la pregunta de quin es ste.

    Su modo de hablar con autoridad, como lo reconoce la gente (cf. Mc 1, 27), su contraposicin habis odo, pero yo os digo (Mt 5, 21s.; 27s.; 31s.; 33s.; 38s.; 43s.), su comparacin con Moiss (con la pretensin de interpretar la ley de manera ms originaria que l, vase Mc 10, 4s., a propsito del matrimonio) lo muestran superior a todos los personajes importantes del Antiguo Testamento, incluso superior al templo (cf. Mt 12, 6). El uso que hace de la expresin amen, amen, en verdad, en verdad os digo, es tambin muy peculiar. Como es sabido, en la predicacin proftica es una frmula de legitimacin: as dice Yahv; y en la oracin o en los discursos es una frmula desiderativa para expresar que as sea.

    En cambio Jess no la usa para legitimar ni para expresar que ojal sean as las cosas. Ms bien comienza con la frmula en verdad, en verdad os digo, y lo hace para afirmar que as son.

    Jess tiene tambin la pretensin de que la salvacin escatolgica se decide con la toma de postura ante l. En Mc 8, 38, la tradicin ms antigua, Jess afirma que quien se avergence de m y de mis palabras en esta generacin adltera y pecadora, tambin el Hijo del hombre se avergonzar de l cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ngeles. En este pasaje Jess no se identifica con el Hijo del hombre (como lo har en Mt 10, 32s., mientras Lc 12, 8s. mantiene la distincin), pero tiene la osada de hacer depender la salvacin de cmo se reaccione ante l.

    Por ltimo, Jess exige un seguimiento radical sin dar para ello ms justificacin que la llamada misma. El fenmeno del seguimiento no era cosa novedosa en tiempo de Jess, pues los rabinos tenan discpulos y enviados; los celotas aunque como grupo organizado muy probablemente no existieron hasta despus de Jess exigirn una total dedicacin a su causa, aun con mucho sacrificio y hasta la entrega de la vida, de modo que, al parecer, la famosa expresin tomar la cruz pudiera tener su origen en movimientos del tipo celota, pues stos acababan efectivamente en la cruz. Lo novedoso es que Jess exige el seguimiento, con gran radicalidad, pues hay que dejarlo todo y sin condiciones (cf. Lc 9, 57-62), y hay que hacerlo por el mero hecho de ser llamado por Jess y para estar unido a la persona de Jess, no slo a su causa, como aparece en los inicios de su misin. La lgica del seguimiento depender no slo de la causa a la que son llamados lo cual hara del seguimiento algo que tiene lgica en s mismo sino tambin de su persona. Como es sabido, a diferencia de los rabinos Jess no plantea el seguimiento en torno a la ley, sino en torno al reino y a su persona. Por eso l es el que llama a los discpulos, y no son stos los que le eligen lo cual implica una relacin que expresa algn tipo de fe.

    La conclusin es que Jess es presentado de tal manera que pudo aparecer realmente como alguien muy especial en relacin a lo que para l y para sus oyentes era lo ltimo: el reino de Dios. De esta forma, lo ltimo aparece relacionado ntimamente con l. Si metodolgicamente comenzamos en el libro anterior analizando a Jess insertado en la corriente de la humanidad que expresa la esperanza del reino, es decir, si hemos visto a

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    Jess desde el reino, hay que recalcar ahora que segn el mismo Nuevo Testamento el reino debe ser tambin visto desde Jess.

    Y aqu est la razn objetiva de que pudiera surgir una pregunta acerca de Jess que pueda denominarse pregunta de fe: la relacin de Jess con lo que el reino tiene de ltimo. Para ello dio pie el mismo Jess, aun cuando no manifestara en definitiva lo que es el reino ni cundo llegara. Pero, como dice K. Rahner, el Jess pre-pascual est convencido de que la nueva proximidad del Reino se inicia por medio de la proclamacin que l hace de la misma.

    1.2.3. La relacin de ultimidad de Jess con relacin al Padre Por lo que toca a su relacin con Dios los evangelios dan cuenta de su

    total confianza en el Padre y de su total disponibilidad a Dios. Se trata de una relacin descrita en forma distinta a las relaciones con Dios de otros seres humanos. Eso lo hemos analizado en nuestro libro anterior, y por ello aqu slo recordamos lo fundamental.

    Jess no se dirige a Dios slo como Padre, sino que lo hace con el trmino abba, que expresa una cercana y una familiaridad inaudita, pues es lenguaje infantil. A sus contemporneos les habra parecido inconcebible dirigirse a Dios con un trmino tan familiar. El abba, sin embargo, es uno de los datos ms seguros histricamente, lo que significa que la conciencia de su relacin con Dios era realmente novedosa.

    En los sinpticos, al dirigirse a Dios, Jess hace una importante distincin. Cuando l mismo se dirige a Dios le nombra abba, padre mo, pero otras veces habla de Dios como padre vuestro. Jess hace, pues, la distincin entre mi padre y vuestro padre (Mc 11, 25; Mt 5, 48 par.; Mt 6, 32 par.). La expresin nuestro Padre que pondra a Jess junto con otros slo aparece en Mt 6, 9, cuando, a la peticin de los discpulos de que les ensee a orar, Jess responde con el Padre nuestro, aunque el nuestro incluya a todos los discpulos, pero no a l. El lenguaje muestra la conciencia de una especial relacin con Dios, lo cual fue captado por sus oyentes.

    Tomando a una la especial relacin con Dios y la especial relacin con el reino de Dios es razonable que surgiera la pregunta sobre quin es Jess y que la respuesta incluyese que estaba relacionado muy especialmente con la realidad ltima, y que, por tanto, haba que relacionarse con l de manera distinta a como los discpulos se relacionaban con otros seres humanos. Esto tambin explicara, lgicamente, la posibilidad de que se pudiera sospechar que Jess fuese blasfemo.

    1.3. Reflexin sistemtica sobre la fe en Jess antes de pascua

    No estamos en capacidad de dirimir las cuestiones exegticas implicadas en lo expuesto anteriormente y en el debate entre Schillebeeckx y Kessler, aunque la argumentacin exegtica de ste parece ms convincente que la de aqul. A continuacin queremos ofrecer algunas reflexiones de tipo sistemtico que ayuden a comprender mejor lo que fue la

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    fe postpascual comparada con la prepascual y, as, a comprender tambin el desarrollo de la cristologa. Dicho en forma de tesis, la resurreccin aade (puede y tiene que aadir, si es que es un acontecimiento escatolgico) algo decisivo a la fe antes de pascua, a la que pudiramos llamar fe primera. Y aade dos cosas. Una, obviamente, es la definitividad. Otra quizs lo ms importante es el tener que integrar la realidad de la cruz en esa nueva fe, la fe segunda. Y tener que integrar la cruz significa aceptar que la negatividad le afecta a lo ltimo, a lo divino. Vemoslo.

    Durante su vida Jess despert expectativas, esperanzas y entusiasmo, y consecuentemente pudo desencadenar la pregunta sobre quin era l. Sus seguidores pudieron pensar que era alguien muy especial, e incluso pudieron muy bien haberle identificado como el mesas esperado sea cual fuere la opinin del mismo Jess sobre ello. Y si se nos permite una reflexiona priori, hay que afirmar esa posiblidad, pues si los discpulos tuvieron ante sus ojos a quien en realidad es verdadero objeto de fe, sera una contradictio in oblicuo que ello no hubiese generado la pregunta por su persona y que no hubiese generado ningn tipo de fe. En otras palabras, si Dios estaba en Jess de forma privilegiada (sustancial, dir el dogma), sera una contradiccin que eso no se hiciera notar en modo alguno. O, dicho todava de otra forma, si los discpulos no hubiesen sido testigos de algo especial en la relacin de Jess con Dios y con el reino, la resurreccin no hubiera tenido por qu desencadenar fe en Cristo ni cristologa, sino que, dicho hipotticamente, pudiera haber sido comprendida como portento milagroso, y nada ms. Pero si desencaden ambas cosas es que ya en vida de Jess los discpulos vieron algo especial en l.

    Pero aunque esto fuese as, quedan por responder dos preguntas. La primera es qu poda significar creer en Jess durante su vida, aun cuando los discpulos hubiesen aceptado incluso que Jess era el mesas. Y la segunda es qu papel juega la cruz no ya slo la resurreccin en la fe posterior.

    a) Por lo que toca a lo primero, creer en Jess pudo significar aceptar de alguna forma, con mayor o menor radicalidad, su mesianismo (fides quae) y hacer cosa y praxis propia su utopa, sus valores, su modo de proceder (fides qua). Pero que esa fe tuviese una dimensin teologal, es decir, que incluyese una relacin de ultimidad con Jess, no aparece con claridad en vida de Jess. En palabras sencillas, una cosa es que los discpulos hubiesen llegado a la conclusin de que realmente Jess era el mesas, por ejemplo, y otra cosa es que su relacin con Jess fuese por principio de ultimidad.

    Si retomamos la distincin entre mediacin de Dios (el reino) y mediador (Jess), durante la vida de Jess la fe de los discpulos aparecera en la aceptacin de los valores de la mediacin y en servir al reino ms que en la aceptacin de la ultimidad de la persona del mediador, que estaba subordinada a lo ltimo que es Dios. La posible fe de los discpulos se reflejara, entonces, en su total entrega/ confianza a ese reino. Esto no quita que no se pueda hablar de fe antes de la resurreccin, pero lo matiza. Incluso si pensasen de Jess como el mesas, con ello estaran hablando ms de la cercana del reino que de la realidad irrepetible y ltima de su persona.

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    b) Hay que preguntarse adems si la cruz es un acontecimiento ms en la vida de aquel Jess a quien, por hiptesis, se le crea mesas, o si es un acontecimiento que no slo por acaecer al final de la vida de Jess, sino por ser cruz configura la fe primera. Es evidente valga la tautologa que, antes de la cruz, la fe en Jess, como fides qua, no poda tener la dimensin de entrega total, pues no se haba manifestado la totalidad de Jess. Ni su posible mesianismo ni lo que es el reino de Dios, como contenido de la. fides quae, podan incluir tal cruz, y menos la dimensin teologal de dicha cruz como cruz del Hijo de Dios, aunque pudiera ser pensada como posible sacrificio necesario para hacer avanzar el reino".

    Sin embargo, para una fe teologal que introducir a Jess en el misterio de Dios, la integracin de la cruz en esa fe no es cosa optativa, ni obvia, pues significa introducirla en el mismo Dios. En otras palabras, es posible hablar de experiencia de conversin de los discpulos despus de pascua (Schillebeeckx): volvamos a la causa de Jess. Pero en lo que ocurre despus de pascua no se trata slo de una recuperacin de la fe en Jess, fe ms o menos amenazada por la cruz, sino de creacin de una nueva fe, que se centra en Jess, pero que incluye ahora el escndalo teologal de la cruz. Esta segunda fe recupera la primera, pero cualitativamente va ms all.

    La cruz no es, pues, slo una prueba subjetiva de los discpulos que debe ser superada para volver a la verdad de Jess, sino que es un hecho objetivo escandaloso que debe ser integrado en cualquier fe anterior, aunque la cuestione. La escena de los discpulos de Emas, bellsima por una parte, puede ser tambin leda peligrosamente como si se tratase de volver al pasado (ya estaba escrito en las Escrituras), y no de empezar a pensar el misterio de Dios de manera nueva, es decir, a pensarlo tambin desde la cruz. (En el mismo relato, sin embargo, el peligro queda mitigado, pues no se dice dnde y cmo est predicha la cruz, sino slo que se es el designio de Dios. Es decir, el relato remite la cruz al misterio de Dios.)

    Todo esto quiere decir que se puede hablar de/e en Jess durante su vida, pero que antes de pascua el momento teologal de esa fe no se centra todava en l, sino en Dios y en un Dios mesinico, pudiramos decir. Con anterioridad a la cruz, fe en Jess poda significar que en l se verificaba lo que los discpulos ya esperaban (aunque hubiesen tenido que aceptar algunas modificaciones de sus expectativas). En cuanto Jess realizaba el reino de Dios esperado, los discpulos tenan un modo de controlar quin era Jess y la verdad de Jess; por ello pudieron incluso aceptarlo como mesas. Era, pues, fe en lo ya sabido en principio, no en lo revelado. Pero a esa fe le faltaba por definicin la apertura a que el designio de Dios (su reino) y el enviado de Dios (Jess) fuesen distintos a como ellos lo haban pensado: faltaba a esa fe el radical dejar a Dios ser Dios. En comparacin con esto, aceptar las exigencias de Jess, aun costosas, no era algo muy radical ni se puede usar como argumento para mostrar la profundidad de la fe de los discpulos; pues para la fe la mayor exigencia, la ms radical y teologal, es la de dejar a Dios ser Dios. Por eso no nos parece adecuado

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    hablar de una fe (con todos sus elementos) de los discpulos antes de la cruz/resurreccin.

    Todo lo dicho lo podemos resumir de la siguiente manera: a la primera fe de los discpulos en vida de Jess le faltaba pasar por y superar la prueba, lo cual nos parece ser inherente a toda fe bblica y no slo algo que puede o no ocurrir en el creyente. Y este recordatorio es importante porque, despus de la resurreccin, cuando ya se genera una especfica fe en Cristo, los creyentes van a reconocer que es esencial a su fe aceptar aquello precisamente que ocasion la crisis: el que Jess de Nazaret fracasase, padeciese y fuese ajusticiado. As, el que despus de la resurreccin los discpulos volviesen al Crucificado y tuviesen la audacia de narrar la vida de Jess tal cual fue es tambin, entre otras cosas, la forma de decir que sa haba sido su prueba para la fe, que de alguna forma sucumbieron ante ella, pero que ahora la integran como algo esencial. Reconocer al Resucitado en el Crucificado fue la expresin de que su fe haba salido victoriosa en la crisis.

    Y para terminar este apartado, digamos que ste puede ser el lugar para abordar, sistemticamente, la relacin que Pablo establece entre fe y resurreccin de Jess en el conocido texto: si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe (1 Cor 15, 14). Repitamos que, aun cuando no hubiese habido experiencia de resurreccin, hubiese sido posible para los discpulos algn tipo de fe en Jess, pues el aceptar que la vida y obra de Jess son la verdadera vida y el camino a seguir ya hubiese significado algn tipo de fe. Dicho de otra forma, los discpulos pudieran haber aceptado creyentemente, aun sin resurreccin, que Dios estuvo presente en Jess como lo estuvo en otros personajes del Antiguo Testamento. El asunto no es, pues, si la resurreccin fue absolutamente necesaria para que los discpulos tuviesen algn tipo de fe en Jess. El asunto es qu aporta la resurreccin de Jess a la fe y cmo la configura de forma distinta a la fe que exista en el Antiguo Testamento y a la fe en Jess que pudo existir antes de su muerte, si la resurreccin de Jess acaeci como acontecimiento escatolgico. Y ello tanto por lo que toca a la fides quae como a la fides qua.

    Por lo que toca a la fides quae, si Jess hubiese muerto absolutamente igual que otros seres humanos y si no hubiera habido ninguna experiencia de resurreccin, probablemente la fe en Jess no hubiera llevado a considerar su irrepetible relacin con Dios lo cual llev despus a la formulacin trinitaria de la realidad de Dios, y no hubiera llevado a la pregunta de cmo le afecta a Dios la cruz, la negatividad. Y por lo que toca a la fides qua sin la experiencia de la resurreccin, es difcil pensar que hubiese habido tal conviccin y entrega de los cristianos muchas veces hasta la muerte no slo por la causa de Jess, sino por su persona.

    2. FE EN JESS DESPUS DE PASCUA Despus del anlisis de la fe prepascual, veamos ahora lo que interesa

    en este captulo: cmo los testigos del Resucitado empezaron a expresar la fe en Jess, y por lo tanto cmo comenz el proceso de la cristologa. Esto ocurri de dos formas diversas. Una, la ms considerada en las cristologas,

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    es la va terica, la va de la reflexin sobre Jess. Otra, poco mencionada, aunque presupuesta, es la va prxica, cmo los primeros cristianos confesaron con la vida que el Resucitado haca una diferencia radical y definitiva. Es la va de la ortopraxis. Y comenzamos por esta ltima.

    2.1. La va de la praxis La fe en Jess se expres radicalmente, ante todo, antes de que los

    cristianos se esclareciesen tericamente sobre la realidad de Jess, en la vida. La ultimidad de Jess fue confesada con la ultimidad de la vida.

    1) Esto aparece de diversas formas en el Nuevo Testamento. Segn Pablo, hay que tener los mismos sentimientos de Cristo (cf. Flp 2, 5), Juan da ultimidad al amor al hermano, aadiendo que Jess nos ha dado ejemplo (cf. Jn 13, 15). En exhortaciones a mantenerse firmes se pide tener los ojos fijos en l (cf. Heb 12, 2). Y lo importante de todo esto no son tanto los contenidos, sino su formalidad: hay que ser as porque as fue Jess. Habr otras motivaciones: la recompensa, la pronta parusa, la credibilidad que otorga al apostolado, etc. y el ejemplo de Jess es propuesto tambin para tener nimo en las pruebas. Pero la razn fundamental, aquella de la que depende todo lo dems, est en que as fue Jess. En lenguaje paulino, hay que vivir y morir en el Seor.

    En los sinpticos la exigencia de configurar la propia vida de acuerdo a la de Jess aparece en la llamada al seguimiento. "Sgueme" es la primera y ltima palabra de Jess a Pedro, recuerda Bonhoeffer. Este seguimiento pronto se convirti en realidad centra] en las comunidades despus. Y para comprender mejor su importancia, veamos lo que signific antes de la resurreccin:

    Jess no llam nunca al pueblo como totalidad a seguirle, sino siempre y nicamente a individuos escogidos, hacindolos discpulos suyos [...] Seguimiento significa aqu, en primer lugar, la comunin ilimitada de destino que, siguiendo al Maestro, no teme ni siquiera la privacin y el sufrimiento [...] La crudeza de la exigencia de Jess para con la persona llamada por l a seguirle se explica solamente desde su destino de servicio al Reino. Este servicio tena que darse del mismo modo que Jess lo realizaba.

    Mientras el predicador no vino a ser el predicado, no se identificaron seguir y creer. Despus de la resurreccin, sin embargo, la tradicin hace coincidir ambas cosas, seguir y creer, ser discpulo y pertenecer a la Iglesia, aunque el cambio ya se insina en los diversos estratos de los sinpticos y se diversifica el destinatario de la llamada al seguimiento amplindolo cada vez ms. En el texto clave si alguno quiere venir en pos de m, niguese a s mismo, tome su cruz y sgame, en Mt 16, 24-28, el destinatario son los discpulos; mientras que en Mc 8, 34 son la gente a la vez que los discpulos; y en Lc 14, 28-33 se generaliza: el que no tome su cruz y me siga no es digno de m. Lo importante es la conclusin:

    Seguimiento y discipulado empezaron a ser expresin absoluta de la existencia cristiana en la comunidad pospascual, perseverando en la idea de

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    que todos los creyentes estaban puestos al mismo tiempo al servicio del Cristo de Dios.

    As se explica el hecho, sin precedentes en otros movimientos religiosos, de que las comunidades fueron abiertamente misioneras, y que aceptaron sufrir cualquier cosa por ello. Las comunidades comprendieron que su existencia era seguir a Jess, yendo, por as decirlo, ms all de lo exigido por Jess.

    Confesar a Jess con la vida es la forma ms radical de afirmar lo absoluto de Jess. Pero eso se radicaliza todava ms con la muerte La vida es algo que entrega slo por aquello que se piensa ser lo ltimo. Pues bien, el Nuevo Testamento atestigua que en la vida de las comunidades: a) hay que estar dispuestos a dar la vida por Jess y b) de hecho los cristianos la dieron. Las razones para la persecucin en la primitiva Iglesia fueron varias, pero la fundamental consisti en la fidelidad a un tipo de vida exigido por Jess y, a veces, simplemente en la fidelidad al nombre de Jess. Sea cual fuere la idealizacin de los primeros captulos de los Hechos, la valenta de los primeros predicadores muestra su disponibilidad a la persecucin y su alegra de haber sido encontrados dignos de sufrir ultrajes por el Nombre (Hech 5, 41). El martirio de Esteban y los posteriores muestran la disponibilidad a dar la vida por Jess. El confesar que slo hay un Seor fue, pues, mucho ms que ortodoxia.

    Junto a esta actitud fundamental aparecen en el Nuevo Testamento prcticas y actitudes que se exigen porque as lo exigi Jess (o eso, al menos, es lo que pensaban los primeros cristianos). Recordemos algunas: el cambio del culto antiguo (abandono de los sacrificios en el templo) a la cena del Seor (haced esto), la regulacin del matrimonio, la posibilidad del celibato, la apertura al perdn del enemigo, etc. Estas normas se mantienen porque as lo hizo y dijo Jess.

    A esto habra que aadir que las primeras comunidades tambin practican al Resucitado, por as decir. La experiencia del Resucitado se convirti no slo en posibilidad de conocimiento terico sobre quin es l, sino en posibilidad de rehacer su realidad. Esa experiencia, como ya hemos dicho, acaeci frecuentemente en forma de comida, y de ah que las comidas en todas sus dimensiones cena eucarstica, comunin fraterna y con sus consecuencias tenerlo todo en comn fueran prcticas que en s mismas ya expresaban la fe en el Seor resucitado.

    La conclusin de estas reflexiones es la siguiente: sea cual fuere la conciencia terica de los primeros creyentes, llamasen a Jess hijo del hombre o profeta, en la vida real ya daban testimonio de que Jess era para ellos algo nico, ltimo y radical. Eso muestra que haba fe prxica que fue acompaada de formulaciones de fe. La conceptualizacin terica de esa fe primigeniamente prxica qued despus recogida sobre todo en el ttulo Seor-, hay que vivir y morir en el Seor, configurados por l.

    Y digamos que esta sencilla reflexin sigue siendo decisiva en la fe (y en la cristologa) latinoamericana: muchos cristianos y cristianas, independientemente de formulaciones, han dicho con la vida y con la muerte que ven en Jess algo ltimo. Es la equivalencia prxica de la confesin

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    ortodoxa, y aqulla es el origen y fundamento de sta, no a la inversa. La praxis, el seguimiento es lo que expresa primigeniamente que Jess de Nazaret, crucificado y resucitado, hace una diferencia, por l apuestan seres humanos que contagian su entusiasmo y se constituyen como pueblo. Despus ponen en palabra esa experiencia que da origen a la cristologa terica, que irn desarrollando a lo largo de la historia, segn aquello de que la revelacin de Dios nos ensea a aprender a aprender.

    2.2, La va terica: el origen de la cristologa Junto a la va de la praxis los primeros cristianos desarrollaron por

    necesidad una va terica para expresar quin es ese Jess crucificado y resucitado, y cul es su relacin con la realidad ltima. Dios. As surgieron reflexiones que culminaron en cristologas tericas. Es el proceso de la fides quae.

    Queremos analizar brevemente cul fue el origen de esa reflexin, qu direccin tom la primera cristologa, por qu inters estaba movida, si y cmo recoga lo fundamental de Jess y de su anuncio de reino. La importancia de este anlisis consiste en que, a diferencia de lo que suceder con el paso del tiempo, tiene algo de original e irrepetible: est arraigada en el acontecimiento contingente de la actividad de Jess, de su muerte y de sus apariciones una vez resucitado, como quedara recogido en la temprana confesin de fe de Rom 1, 3s. Y esto significa dos cosas. La primera es que, aun despus de la resurreccin, la cristologa volvi (y siempre tendr que volver) a Jess. Y la segunda reflexin apologtica, si se quiere es que el fenmeno de la aparicin del cristianismo en su conjunto no puede ser explicado slo en analoga con otros fenmenos religiosos, pues el Crucificado quiebra toda posible analoga.

    2.2.1. Prxima venida o exaltacin. Entre los aos cuarenta y cincuenta ya se haba completado el germen

    fundamental de la cristologa: aquel crucificado era Hijo de Dios. La pregunta es cmo llegaron a ello y cul fue el punto de partida de la reflexin.

    Para establecer cul parece ser la cristologa primitiva hay que tener en cuenta los textos ms antiguos judeo-palestinos de habla aramea, tal como han quedado en los primeros discursos de Hechos (la exaltacin) y ciertamente en el maranatha, y la situacin religiosa de la comunidad que viva en intensa espera de lo escatolgico. En sntesis, en la primera reflexin pudieron haber estado presentes dos elementos: la expectativa de la venida de Cristo en el futuro y su exaltacin en el presente, elementos que no se excluyen, pero que expresan matices distintos.

    Una lnea de interpretacin, orientada al presente, afirma que Dios ha dado la razn a Jess, su vida ha quedado sancionada como la verdadera vida. Jess vive ahora en Dios, y no slo vive, sino que ha sido exaltado por Dios, con lo que se da un trastrueque en la realidad. Como en el Magnficat,

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    el humillado ha sido ensalzado. El tiempo escatolgico de salvacin ya est presente, de lo cual est cierta la comunidad por la efusin del Espritu. Segn esto, la cristologa ms primitiva sera la de exaltacin.

    Otra lnea de interpretacin, orientada al futuro, recalca que la comunidad se encuentra en la mxima expectativa de la parusa, para lo cual no necesita de la idea de la exaltacin ni de un tiempo intermedio de actividad del Jess glorificado. Jess ha sido arrebatado y ser constituido como mesas en el sentido de Hijo del hombre en su segunda venida inminente. Entonces ejercer su funcin real de juzgar, que la comunidad judeo-helenstica le atribuira ya al llamarle Kyrios. Segn esto, la cristologa ms antigua es la del Cristo que ha de venir. La novedad especfica de Jess consiste entonces en que en su segunda venida asumir las funciones de juez y congregador del pueblo de Israel.

    a) El que ha de venir Volviendo la mirada a la vida de Jess, es verosmil que los primeros

    creyentes hubiesen pensado como despus ocurri de hecho que Jess era el justo, el profeta, el siervo, tal como estas figuras aparecen en el Antiguo Testamento, y muy bien pudieran haber designado al Resucitado como el justo exaltado y el profeta escatolgico. Sin embargo, la reflexin sobre Jess comenz de otra forma. Desde muy antiguo aparecen dos textos que relacionan a Jess con el futuro. En Hech 3, 20 se expresa la expectativa de que Dios enve al Cristo [...] a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauracin universal. Y en 1 Cor 16, 22 se dice: maranatha (ven, Seor o el Seor viene), expresin que se mantuvo en arameo en la liturgia y con la que termina tambin el Nuevo Testamento (Ap 22, 20). Esta invocacin es una audaz creacin teolgica, pues se refiere a Jess como quien, a la vez, tiene el seoro y se pide su pronta venida salvadora como Seor. Ambos textos orientan la cristologa hacia el futuro, de modo que se comenz a relacionar al Resucitado con el que ha de venir.

    La expectativa de una figura mediadora que aparecer al final de los tiempos estaba presente en el Antiguo Testamento bajo la figura del Hijo del hombre, y quizs en ella pensaban los primeros cristianos al hablar de Jess como el que ha de venir. De todas formas el judasmo tardo podr referirse con ese trmino a un mediador que aparecer al final de los tiempos. Ese mediador fue pensado como un ser individual o colectivo, pero lo importante son las caractersticas especficas que lo describen: es el congregador del pueblo de Israel, con poder y como juez no slo de individuos, sino de la historia (cf. Dn 7, 26-28). Por esa razn, con la expresin Hijo del hombre se poda formular el juicio futuro, pero tambin la expectativa de salvacin.

    En otro captulo analizaremos en detalle lo que significa el Hijo del hombre. Por ahora baste lo dicho: la primera comunidad mantiene la expectativa escatolgica y relaciona al Resucitado con el que ha de venir. Bien sea que concibiese a Jess como el que ha de venir en el tiempo de la restauracin universal, bien sea que lo formulase en trminos del Hijo del hombre que vendr a juzgar y congregar a Israel, lo importante es que la

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    primera cristologa relaciona lo especial de Jess con lo que acaecer en el futuro, cuando se decida la salvacin de Israel.

    b) El Exaltado Comprender a Jess como el que ha de venir fue la forma de expresar

    su especial relacin con Dios, y ello desde el futuro. La experiencia de la resurreccin, sin embargo, forz tambin a reflexionar sobre su realidad ya en el presente. Eso lo expresaron con el ttulo Seor, Kyrios, aunque al comienzo pudo bastar el concepto de exaltacin, entronizacin, estar sentado a la diestra del Padre.

    Para llegar a esa teologizacin, los primeros cristianos tenan dos puntos de apoyo. Uno, el indiscutible hecho histrico de la inscripcin en la cruz que proclamaba a Jess como rey de los judos, mesas. El otro, ms teolgico, era el texto del salmo 110, en el que Dios dice al mesas sintate a mi diestra. Con esta conceptualizacin podan expresar que Jess ha sido diferenciado de los dems seres humanos, y que esa diferencia consiste en que Dios lo ha ensalzado y entronizado, le ha conferido dignidad y poder.

    Esto aparece en los primeros discursos de los Hechos, que recogen una antigua tradicin. Se afirma en ellos que Dios ha exaltado a Jess a su derecha y que por medio de l ha derramado su Espritu (Hech 2, 32s.), lo cual es fundamentado teolgicamente con la cita del salmo 110, 1. Con ello se dice, adems, que Jess est por encima de David y que l es el verdadero mesas: Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Seor y Mesas a este Jess que vosotros crucificasteis (v. 36). En el discurso de Hech 5, 31 se da un paso ms y se aade la dimensin soteriolgica. A ste le ha exaltado Dios para conceder a Israel la conversin y el perdn de los pecados. Por ltimo, en Hech 13, 33 se aplica a Jess el salmo 2, 7: Hijo mo eres t; yo te he engendrado hoy. El salmo era entendido mesinicamente y, por ello, al aplicrselo a Jess se le est denominando mesas.

    Aunque con diversos trminos, pues, desde muy pronto surgi una lnea cristolgica que afirma que, por haber sido resucitado por Dios, Jess ha sido exaltado, participa de la dignidad y del poder de Dios, y es, por ello, el verdadero mesas. Su especial relacin con Dios es tambin vista aqu de forma funcional. Pero hay que insistir en que, en los textos de Hechos, no cualquiera ha sido exaltado, sino el Jess que pas haciendo el bien y muri como vctima. La exaltacin se debe entender tambin como confirmacin de la vida verdadera, la de Jess. Y debe ser entendida como subversin de la realidad, como victoria contra el encubrimiento de la realidad: la razn la tiene la vctima, no el verdugo; Dios se pone como en el Magnificar del lado de la vctima, no del verdugo.

    2.2.2. Verdad y salvacin Los exegetas discuten si ambos elementos exaltacin y prxima

    venida son o no excluyentes. Segn unos, aunque el texto de Hech 3, 20

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    sugiere que Jess fue arrebatado al cielo y no se mostrar hasta su regreso parusa sin exaltacin, como se describe la ascensin en Hech 1, 11, es muy verosmil que la idea de exaltacin apareciese tambin desde el principio como consecuencia de la resurreccin. Y por lo que toca al texto de 1 Cor 16,22, en que se pide la pronta venida salvadora de Jess, la cena del Seor en la que se usaba la expresin, hace que sta no slo tenga un sentido de espera escatolgica, sino tambin de presencia y unin con el Seor (Hech 2,46). Expectativa de la parusa y exaltacin se relacionaran, pues, mutuamente. Segn otros, al principio slo existi la expectativa de la parusa y no la conviccin de la exaltacin, aunque algunas comunidades como parece ser el caso en Corinto no slo aceptaron sino que se centraron en el Seor como el exaltado, sin esperar ya a la parusa.

    En el comienzo pudo haber ya variedad de cristologas, y desde esos comienzos fueron surgiendo las diversas cristologas, unas ms conceptuales, basadas en los ttulos, como veremos, otras ms narrativas, los evangelios. De la mirada puesta en el futuro de Jess, el que vendr, juntamente con la reflexin sobre su presente, ya ha sido exaltado, se pasar a confesar la realidad de Jess durante su vida y, aun antes de ella, desde siempre. Pero quizs podamos sacar ya algunas conclusiones importantes.

    A partir de la resurreccin los cristianos profundizan en tres cosas. La primera es la verdad: la vida de Jess ha sido la verdadera vida; ser humano consiste en vivir como Jess. La segunda es la exaltacin. Esa verdad se manifiesta no de cualquier forma, sino a travs de la inversin que hace la resurreccin: el difamado es el verdadero, el fracasado es el victorioso, el ajusticiado es el justo, el Crucificado es el Resucitado. La exaltacin no ocurre desde una tabla rasa, sino que es exaltado el que antes fue abajado hasta el final. Y esa exaltacin no aparece como premio arbitrario que Dios concede a Jess, sino como la manifestacin de la verdad de la vida de Jess. La tercera es la esperanza. Jess se convierte en smbolo de posibilidad de salvacin, ya en el presente, y en el futuro cuando regrese al final de los tiempos. Su vida y su destino no son slo suyos, sino que se desbordan hacia los otros: hay salvacin.