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el sermonario español del siglo XiX

apuntamientos y notas de la crónica histórica y social

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d.l.: s. 31-2009

impreso en españa

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José Ramos Domingo Universidad Pontificia de Salamanca

en el sermonario español del siglo XiX

apuntamientos y notas de la crónica histórica y social

salamanca, 2009

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INTRODUCCIÓN

Fue d. leopoldo eijo garay quien en 192� planteó por primera vez el inexplicable olvido que hasta la fecha se había tenido de nuestra predicación sagrada, aseverando que en lo tocante a ella se podía afirmar que se ignoraba todo1. tres años después, 1930, d. miguel mir, volvería a acentuar el reproche y aserto de eijo garay: la historia de nuestra elocuencia sagrada es el mayor vacío que hay en nuestra literatura�.

pues bien, hoy, aún podemos seguir lamentando la poca o nula atención que tienen los estudios y publicaciones referidos al sermón, permaneciendo todavía la singular crónica de su voz inau-dible e inexplorada. es nuestra intención, por tanto, rescatar dicha voz y palabra que preferentemente habló y se escuchó durante el espacio cronológico que elegimos y proponemos, el siglo XiX, con-siderando que un estudio no parcial ni sesgado de nuestra historia decimonónica deberá también dirigir la mirada y reconducirse en su lectura contextual desde sus páginas.

como acertadamente se ha dicho de él, por su riqueza de datos y noticias se hace indispensable para el estudio concienzudo de una época, ya que éstos nombran y hablan de hechos que no recogen ni el costum-brista ni el sociólogo ni menos las frías notas del historiador�. en efecto,

1 leopoldo eijo garay, Discurso leído ante la Real Academia Española en la Recep-ción pública el �� de mayo de 19�7, talleres voluntad, madrid 192�, 28.

2 miguel mir, Sermones del P. Fr. Alonso Cabrera. Discurso preliminar, nueva Biblioteca de autores españoles, tomo i, Baílly-Bailliére, madrid 1930, 1�.

3 Félix herrero salgado, Aportación bibliográfica a la oratoria sagrada española, csic, madrid 19�0, 25.

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prestando a su voz la atención debida, no deja de sorprendernos la multiplicidad y variedad de eventos y noticias que se hablan y dicen desde el sermón; inmensa y generosa cantidad de hechos na-rrados, muchas veces referenciados en detalle, a los que han de ser catalogados y nominados bajo el ámbito puramente periodístico. crónica, pues, la del sermón, injustamente relegada que, además de su contenido doctrinal, se erigió en el tiempo del que nos ocupa-mos en una auténtica plataforma de formación e información para la configuración de la opinión del pueblo�.

y en estos primeros pasos de nuestra introducción conviene que hagamos ya una precisión: junto al teatro, la tertulia, los ate-neos y la tribuna civil, el mayor encuentro en espacio público a lo largo de casi todo el siglo XiX se circunscribió preferentemente en torno al mundo del sermón, transformándose muchas veces la convocatoria al acto religioso en un auténtico acto social5. en efecto, al templo se llegaba y acudía no solamente por la llamada y anuncio del grave discurso sagrado, sino que hasta allí también se iba, como en el caso de la joven soltería, a ver salir o entrar a las mozas casaderas�.

pero la crónica del sermón no dejaba de anotar solamente la manifiesta alegría de los congregantes en los preludios al acto sacro, también transcribía y daba fe de los inadecuados modos y maneras en el momento de adentrarse en el templo y que, en al-

� alfredo martínez albiach, Religiosidad hispana y sociedad borbónica, Facultad teológica del norte de españa, Burgos 19�9, 2.

5 cf. Jesús longares, “los canales de difusión de ideas en los comienzos del liberalismo español”, en Aproximación a la historia social de la Iglesia Española Contem-poránea, Biblioteca la ciudad de dios, real monasterio del escorial 19�8, 1�9.

� miguel de santander, Doctrinas y sermones para Misión, tomo V, imprenta de la administración del real arbitrio de beneficencia, madrid 1803, �13: ¿Qué otra cosa son que tropiezos esos mozos que están a la puerta de la Iglesia el día de fiesta, aguardando a que lleguen las que saben que han de venir a la Misa Mayor o a la de once? ¿Qué otra cosa son que tropiezos el vano adorno de las mozas para venir a esta Misa, porque saben que han de ser vistas de sus apasionados? ¿Qué otra cosa son que tropiezos aquellas ojeadas con que se atraviesan el alma, cuando entran o salen de la Iglesia: aquel volver continuamente las cabezas, aquellas risas, aquella continua inquietud de brazos, de abanico y de mantilla?

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borotador bullicio de espectáculo profano y sin el debido respeto a tan lugar sagrado, entraban como acudiendo a fiesta particular o a teatro, unos para ver, otras para ser vistas, intercambiándose en el tránsito y acomodo señas y miradas, citas y reclamos�. ante seme-jante comportamiento del auditorio parecieran volver a repetirse y escucharse las mismas crónicas que también del sermón hicieron Juan de Zabaleta en la españa de los austrias o, un siglo más tarde, Beatriz cienfuegos en la prensa dieciochesca8. del seguimiento del sermonario consta que dicho comportamiento no fue solamente mal de un instante, tampoco evento pasajero o crónica casual que como excepción confirmara la regla. en fin, tumultos y desórdenes que, incluso, en periodos de inestabilidad política solían terminar en transgresiones e imposturas que rayaban cuando no en la excen-tricidad sí en el total olvido del mismísimo orden público9. no es de extrañar, por tanto, que ante semejantes alteraciones en recinto sacro obligaran a predicadores y pastoralistas a dictar preceptos de “comportamiento urbano”10.

� cf. emilio moreno cebada, Sermones, tomo i, empresa editorial de moreno y roig, Barcelona 18��, �5�-�59: ¿No se dan mil citas amorosas para el templo, como si el templo fuera un teatro o la casa de un particular cualquiera? ¿No se tratan en sus muros asuntos enteramente profanos y por lo tanto ajenos al lugar santo? (…). En tanto que el ministro de Dios predica la divina palabra, ¿no hay algunos y no pocos que atentos a si es o no elocuente, si dice bien o mal el predicador, están como en espectáculo profano?

8 cf. Juan de Zabaleta, El día de fiesta por la mañana y por la tarde, castalia, madrid 1983. Ver también, Beatriz cienfuegos, La pensadora gaditana, universidad de cádiz, cádiz 199�, 221: Que otra cosa se advierte con bastante dolor en los templos (…), qué vanidad, ostentaciones y desórdenes: procurando todo excederse a porfía, como si se recibieran por méritos las galas, los chistes y los lucimientos. Yo, a la verdad, en las dis-posiciones que noto para ir a un festín o a las que se preparan para dirigirse en esta semana al templo, no hallo diferencia.

9 cf. “el amigo del clero”, 2ª época, año Viii, madrid 30 de enero de 18�9, nº �, 1�3: El jueves Santo a las dos y media de la tarde fueron detenidos en el principal, por una fuerza de los voluntarios de la libertad, dos sujetos que montados sobre unos burros habían querido penetrar en la iglesia de San Luis. Este hecho indignó a la multitud que pasaba por la calle de la Montera, produciendo un pasajero alboroto. He aquí la manera de entender la libertad de cultos estos cuatro burros.

10 manuel antonio carreño, Manual de Urbanidad y Buenas Maneras, para uso de la juventud de ambos sexos; en el cual se encuentran las principales reglas de civilidad

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en todo este recuento introductorio que vamos dando del sermón, hemos de destacar el género protagonista que componía esencialmente su auditorio, afirmando sin duda, que éste, en su asistencia y convocatoria, estaba principalmente constituido por el sexo femenino, hablándose, y no sin razón, de la feminización de la religiosidad en el siglo XiX. avalan y fundamentan dicha afirma-ción las crónicas de la época, quienes nos constatan su generosa e incondicional asistencia, excluyendo ya a principios de siglo la pre-sencia de los caballeros, prefiriendo éstos dedicar su ocio y tiempo a otros menesteres, mientras mujeres y señoras elegían con suma frecuencia el tiempo y el lugar que le ofrecía el sermón11.

si a las costumbres y cultura de la época nos atenemos y tenien-do en cuenta la todavía impensable emancipación de la mujer en el libre derecho de ejecutar sin trabas salidas y venidas tanto de la casa paterna como si de la que ya era señora de la suya, a ésta, uno de los pocos lugares donde le era permitido dirigirse y ocupar su tiempo, previamente resueltos y cumplidos sus deberes del hogar, eran las iglesias y los templos; no es de extrañar por tanto que la

y etiqueta que deben observarse en las diversas situaciones sociales; precedido de un breve tratado sobre los Deberes morales del hombre, librería de garnier hermanos, parís 1883, 138-1�2: Desde que nos acercamos al dintel de la puerta, quitémonos el sombrero, y no volvamos a cubrirnos hasta después de haber salido a la calle (…). Al entrar cuidémonos de no distraer con ningún ruido la atención de los que en él se encuentren (…). Dentro del templo no debe saludarse a ninguna persona desde lejos; y cuando ha de hacerse de cerca, tan sólo es lícito un ligero movimiento de cabeza (…). Abstengámonos de apartar la vista del lugar en que se celebran los oficios para fijarla en ninguna persona, especialmente de otro sexo (…). No tomemos nunca asiento en la iglesia, sin que por lo menos hayamos hecho una genuflexión hacia el altar mayor. En una mujer sería grave falta el sentarse antes de haber permanecido algunos instantes arrodillada (…). Cuando estemos sentados, guardémonos de recostar la cabeza sobre el espaldar del asiento, de extender y cruzar las piernas, ni ninguna posición que de alguna manera desdiga de la severa circunspección que debe presidir en el templo a todas nuestras acciones (…). Es un acto extraordinariamente incivil, e indigno de un hombre de buenos principios, el mezclarse entre las señoras al salir del templo, hasta el punto de estar en contacto con sus vestidos. Los jóvenes de fina educación no se encuentran jamás en esas filas de hombres que, en las puertas de las iglesias, suelen formar una calle angosta por donde fuerzan a salir a las señoras para mirarlas de cerca.

11 cf. José maría Blanco White, Cartas de España, alianza, madrid 1991, “carta segunda”, sevilla 1803, ��.

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mujer, aquí y en estos espacios, encontrara parte de su liberación al constreñimiento a que muchas veces estaba sometida, tanto en las amargas fatigas de la obligada asunción de la crianza de los hijos como en el asumir callada la incomprensión y soledad que a veces se acompañaba con el maltrato y aspereza del marido.

diríamos, por tanto, que parte identificativa del mundo de la mujer era el templo, natural extensión del hogar y único espacio abierto y democrático donde podía aliviar y expresar sus penas y sentimientos, bien a través de la auricular confidencia sacramental en la que abría su lacerado corazón al director de almas en pena como el de participar colectivamente, al son de melodiosos cantos, en los emotivos y pietistas cultos de exposiciones del santísimo, novenarios y sermones. y era, aquí, en el instante del sermón, donde ellas, veían y casi tocaban como fans de hoy a los grandes predicadores cuaresmales, auténticos héroes del momento12, que con su nuevo estilo y consumada persuasión, además de animar la concurrencia femenina y llenar los templos, conseguían también dar eco de sus habilidades oratorias en las revistas femeninas del momento13.

ante tal incondicional auditorio no resulta extraño que el sermón preste su atención y abundante reclamo a la condición fe-menina. y aquí, en boca del predicador, ésta, sobre todo, ángel del hogar, natural dueña de su casa, piadosa, educadora y madre de sus hijos y, siempre, ocupada en sus labores. pero como veremos, a la mujer en este siglo le entrará la manía de leer, la peligrosa manía de leer y de ocuparse en otras cosas. es ésta una de las parcelas más sugerentes de todo el sermonario, dando cuenta del cambio

12 cf. José andrés-gallego y antón m. pazos, La Iglesia en la España Contempo-ránea (1800-19�6), encuentro, madrid 1999, 131.

13 cf. “el correo de la moda. Álbum de señoritas. periódico de literatura, educación, teatros, labores y modas”, año Xiii, madrid 1� de marzo de 18�3, nº �90, �3: La concurrencia a los templos en estas tardes es numerosa, especialmente de señoras, y digna de los elocuentes oradores que ocupan el púlpito. Dos entre ellos son los que obtienen el privilegio de atraerse las simpatías del sexo piadoso, por su unción evangélica y elegante estilo. Nuestro propósito de no citar personas, y la circunstancia de ser tan conocidos de nuestras lectoras, nos impiden tributar a sus nombres el obsequio que se merecen.

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de mentalidad de la época en cuanto a la mujer se refiere. en efec-to, lamentablemente, y a la par con su afición por la lectura, ésta, poco a poco, también comenzará a prestar excesiva atención a otros afanes; y uno de ellos será la moda, moda que además de atentar contra el ancestral decoro femenino no hará más que mermar las fortunas domésticas, soliviantar los ojos y alterar la paz que siem-pre ha de tener una buena república. con curiosidad y no menos gracejo el sermón nos irá dando cuenta de todo ello y, como casi en todo, aquí, el mal, también llegará dictado de Francia: faldas, manteos, brocados, blusas, miriñaques, bucles, fajas y refajos, cin-tas, afeites y tocados. es decir, la mujer, en el vestir, ha empezado a democratizar las costumbres, a nivelar los estamentos y a arrojar las diferencias.

hasta aquí, lo dicho. demanda en este instante detenernos en otros aspectos significativos del sermón, y aunque solamente sea apuntar de paso, no hemos de dejar de aludir primeramente a sus peculiares hermenéuticas, interpretaciones que ciertamente quedan en su fondo un tanto resentidas, acusadas de excesos y, en algunos casos, de no menos desmesuras, haciendo a veces decir a la escritura lo que no ha de hablarse fuera del contexto ni, tampoco, conjuntarla con pretextos alejados de su espíritu. hablamos, pues, de las exégesis mal avenidas, obligadas, mal conjuntadas y distor-sionadas que, exagerando el caso, no tienen ningún impedimento en hacer pasar a un san pablo por donde no debía o a un santiago por donde nunca estuvo.

ciertamente el sermonario de casi toda la centuria acusa esta singular exégesis de ubicar el texto sin natural reclamo, haciéndole convivir con eventos, batallas, conquistas y reconquistas, saciándo-nos de ver reyes católicos, Fernandos y Felipes, cides y pelayos; en fin, sermones hay que escuchándolos más parecen una clase de historia que no sermón sagrado. pero sin querer llevar la contra a la preceptiva que ya denunció estos ilícitos préstamos traídos sin sazón y por los pelos, también hemos de decir que la exégesis del sermón decimonónico se injertó de manera plena en la contempo-raneidad de su entorno. no importaba, entonces, que se hubiera elegido el tema basado en cita bíblica, y que a los cinco minutos, doblada la esquina, el predicador se alejara de ella, engarzando en

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su intermedio el carnaval y la cuaresma, san Jerónimo y la moda, el pulgón de los viñedos y los pecados públicos. sí, aquí radica uno de los mayores encantos del sermón decimonónico, porque el pre-dicador no se aleja del pálpito de la vida y de su entorno, sino que en medio de ella se detiene, la observa, la vive y con vehemencia la comenta. surgen, entonces, de manera imprevista los avatares políticos, la crítica social y el dardo a las costumbres que, de paso, y donde menos te esperas, el sermón, acaba de regalarte la crónica sorprendente, la noticia, el dato, la curiosidad.

pasan y posan, entonces, por sus páginas, casi fotografiados en amplitud de detalles, tugurios y cafetines, calles, paseos, bailes, co-medias y teatros. en todas estas secuencias del cotidiano vivir y del ocio humano, el sermón, so pretexto de regenerar impropios “vi-vires” y desviadas costumbres, se nos para y se detiene mostrando a nuestros ojos, y cual si de cuadros vivos se tratase, el pérfido colorido de la vida de los hombres que, de la noche a la mañana y “sin saber dios cuando”, han dejado ya de ser como eran antes. de todo esto, mucha culpa van a tener aquí, por ejemplo, el malvivir de “representantes” y comediantes que, de pueblo en pueblo y sin ningún temor de dios, han comenzado a llevar a escena peregrinos asuntos y argumentos escabrosos que no hacen más que atentar contra las hasta ayer piadosas costumbres y moralidad pública.

no menos apasionante es indagar y seguir igualmente el cons-tructo ideológico que a lo largo del siglo mantiene el sermonario, y para acercarnos a su pensamiento, tendríamos que dirigir prime-ramente la mirada hacia los acontecimientos vividos a finales del siglo XViii en el país vecino. en efecto, recién amanecido el siglo XiX se deja leer en el sermonario español los efectos producidos por la revolución francesa. la toma de posición por parte de nues-tros predicadores ante los acontecimientos que han terminado por derribar los antiguos principios y soportes políticos de la conviven-cia civil se nos muestra claramente enfrentada, ya que para ellos, la revolución, además de traer el desorden, la locura, la impiedad y la ruina, no ha hecho más que liquidar la tradición y trastornar todo el orden establecido a fuerza de violencia. argumento apolo-gético que muestra el sermón y que, en su fondo, es claro préstamo

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de las Reflexiones sobre la Revolución en Francia de edmund Burke1�. suben de tono a partir de aquí “avisos” y diatribas contra el falso filosofismo y sus perniciosas ideas que han empezado a tomar ya asiento en suelo patrio. como contrarréplica se afirman por tanto las estructuras mentales y políticas de la concepción del Ancien Ré-gime, significadas sobre todo en la imagen organicista y estamental del Ordo y Status. a la par, frente al nefasto Pacto Social inoculado como peste moral por rousseau se prevendrá para semejante con-tagio la Apología del Altar y del Trono del fraile capuchino y obispo de ceuta rafael de Vélez15. el reflejo en el sermón de todo este debate entre los dos modelos distintos y excluyentes a la hora de proyectar a principios de siglo el rumbo de la sociedad española será de esencial relevancia para la posterior comprensión política del llamado “discurso sobre las dos españas”. y no sólo eso, sino que el sermón, incluyéndonos y nombrándonos las construcciones mentales opuestas, nos configura a la vez por su exclusión la om-nicomprensión y conocimiento de su ideología católica.

dando por terminada, no sé si esta corta o larga introducción, dispongámonos ya a escuchar al sermón, y éste, como podremos comprobar, se nos revelará informativamente fecundo a la hora de darnos noticia tanto de la crónica histórica como social.

1� edmund Burke, Reflexiones sobre la Revolución en Francia, alianza, madrid 2003.

15 Fr. rafael de Vélez, Apología del Altar y del trono o Historia de las Reformas hechas en España en tiempos de las llamadas Cortes, e impugnación de algunas doctrinas publicadas en la Constitución, diarios, y otros escritos contra la religión y el Estado. im-prenta de cano, madrid 1818.

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CRÓNICA HISTÓRICA

en cuanto a la crónica histórica se refiere hemos de considerar al sermón en su ocupación y demostración como una auténtica fuente de información y noticias. aún más, podemos decir que en sus páginas encontramos secuencias y pasajes informativos que supera en su exposición y calidad narrativa a muchos medios de la época, constatándose la alta cualificación de la pluma perio-dística de algunos de nuestros predicadores decimonónicos. para confirmar lo que decimos recojamos aquí unos breves ejemplos, extendiéndonos en su dilatación en las notas que registramos a pie de página.

y empecemos aludiendo primeramente a la fecha del 21 de octubre de 1805, día en que se enfrentan en la bahía de cádiz las flotas hispano-francesas y británica. tras una larga batalla, como todos sabemos, la escuadra inglesa obtuvo la victoria. constitu-yéndose en auténtica joya de literatura bélica, el sermón que aquí nos habla, en voz vehemente y encendida, nos ubica en el lugar, dándonos situaciones de protagonistas y navíos; haciéndonos es-cuchar y ver en clara escena de pintura audible y animada toda la furia del combate en el choque de las naves, el ruido de las jarcias y el estruendo de la pólvora1�.

1� d. domingo diez, Discursos Sagrados de Interés Histórico pronunciados por distinguidos eclesiásticos españoles. Desde 1805 hasta 18�4, imprenta de las circuns-tancias, madrid 18��, 5, 11-20, 22-29 y 32: Ya no sé, amados oyentes, si podréis formar una idea cabal de este género de combates en que, enredadas y enlazadas, por decirlo así, unas moles tan enormes como son los navíos de guerra. (…). ¡El choque peligroso de las naves! ¡El ruido de las jarcias! ¡El estruendo de la pólvora! ¡Las voces de los tripulantes! ¡La furia de los combatientes! Los gruesos y elevados mástiles, que se traban unos con otros,

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no menor riqueza de crónica histórica nos la volverá a ofrecer el sermón en su detallado recuento y narración del “levantamien-to” del pueblo de madrid y la sucesiva “guerra de la indepen-dencia”, volviendo a ser éste fiel testigo de los hechos, dándonos fe de la hora exacta del levantamiento e introduciéndonos en los primeros instantes de la reacción del pueblo madrileño1�; podemos ver, entonces, toda la ciudad en urbano escenario de batalla. en proclama de recuento enfático, el predicador nos va nominando

se tronchan y se derriban, causando innumerables desgracias! ¡El humo! ¡El hedor! ¡Los ayes de los heridos, y el lamentable destrozo de los muertos! (…). ¡El amigo tropieza con el cadáver de su amigo y no se asusta! ¡Oye el marinero silbar la bala que roza su cuerpo, y se mantiene impávido! ¡Aquí un general anegado en la propia sangre, desprecia sus heridas*, y sigue dando las órdenes convenientes! ¡Allí se ve a otro sostener su navío* sin tener casi gente! ¡Una bala arranca a un comandante la bocina*, y él pide otra sin turbarse! ¡Maltrata mortalmente a otro* un golpe de metralla, y no consiente en ceder su puesto! ¡Queda sin jefes un buque*, mas no por eso se rinde! ¡Caen a los pies de un artillero ocho camaradas suyos, y, sin embargo, no desfallece! ¡Aquí se anega un navío*, y no quiere arriar bandera! ¡Allá se va a pique otro*, con la suya enarbolada!... ¿Qué es esto, Dios eterno? ¿Cabe en el corazón de los mortales tal valor y tan tenaz resistencia? (...). ¡Oh día �1 de octubre! Jamás te olvidarán nuestros soldados, ni nuestros enemigos. Tú escitarás siempre la emulación de los unos y el terror de los otros, tu recuerdo nos hará reformar nuestras costumbres para no malograr el fruto de tales esfuerzos!* (…).

1� cf. d. Juan troncoso, “oración fúnebre de los héroes y víctimas del dos de mayo de 1808”, en Biblioteca Completa de Oratoria Sagrada…, tomo Xii, 21�: Serían las diez de la mañana cuando a las puertas de palacio se presentó un destacamento de tropas enemigas con orden de dispersar a los paisanos de viva fuerza; esta orden tan bárbara, como sanguinario quien la había dictado, dio principio a todos los desastres de aquel terrible día, manifestándose ya por contrarios los que hasta entonces pasaban por amigos fieles. Se desata el furor español con la misma rapidez que se precipita un impetuoso torrente; y lo que al prin-cipio fue sólo el clamor de unos cuantos, a las once de la mañana era el grito general de acudir todos a las armas para vengar los ultrajes cometidos contra la nación y su soberano. Corre a las armas el joven resulto a sacrificarse en la primavera de su edad por la independencia de su patria. Corre a las armas el anciano: y su brazo débil a causa de sus muchos años recibe nuevos bríos con el deseo de no desmentir el firme carácter de español. Corre a las armas el artesano industrioso, que no atendiendo a los clamores de su familia tal vez indigente, sólo escucha la voz de la patria que se halla en el mayor apuro. A las armas en fin acuden todos sin distinción de edad, clase o condición. Entretanto, los campamentos de Chamartín y Casa de Campo vomitan columnas formidables de tropas enemigas, prevenidas de antemano, que entrando en la capital se derraman por todos los barrios. El horroroso estruendo de la arti-llería hace retemblar los edificios; los gritos de los heridos moribundos y combatientes, junto con el estrepitoso ruido de las armas, completan la confusión y el espanto. (…).

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calles, barrios, avenidas; situaciones, circunstancias dramáticas y lugares todos donde se significaron los impulsos del furor patrióticos, señalados, éstos, sobre todo, en la actitud heroica de sus mejores protagonistas18. concluye el predicador la crónica de los acontecimientos con el abandono de las armas del pueblo de madrid, epilogando su exaltada narración con la triste venganza de los fusilamientos del 3 de mayo en el retiro, prado y montaña pío.

a partir de este instante la voz del predicador nos remite sin ningún apocamiento a detallarnos la triste crónica de la exclaus-tración napoleónica, narrándonos el primer gran expolio del patri-monio artístico: pérdida de bibliotecas, desaparición de programas iconográficos, quema de esculturas y retablos, fundición de cálices y custodias y reconversión de conventos en cuarteles19. en esta secuencia cronológica, y como reacción a tanto agravio, toman protagonismo las llamadas partidas de cruzada, que para defender la religión al mismo tiempo que el honor y la independencia de la patria, se nos registra desde el sermón cómo un sinfín de curas

18 id., 21�: Madrid se convierte todo en campo de batalla, y su cuartel general se coloca en el Parque de Artillería. El ángel tutelar de España había conducido allí a dos rayos de la guerra, Don Luis Daoíz y Don Pedro Velarde, capitanes del Real Cuerpo de Artille-ría, que dirigiendo las operaciones de solos cuarenta hombres del regimiento de infantería Voluntarios de Estado, hacen rendir las armas a trescientos franceses que destinaba Murat para apoderarse del Parque. Con sólo el auxilio de cinco cañones de pequeño calibre, mal servidos y poco municionados, rechazan intrépidamente por tres veces al enemigo que se presentó con fuerzas muy superiores. Calles de S. José y S. Pedro la Nueva, casa del Duque de Monteleón, barrios de las Maravillas, vosotros fuisteis testigos del valor y patriotismo de estos héroes. (…).

19 d. santiago José Bencomo, “sermón trigésimoprimo”, en Sermones Panegíri-cos, predicados por el Ilustrísimo Señor D. -…, Obispo de Astorga, tomo ii, en la oficina de d. Francisco martínez dávila, madrid 181�, �5�-�55: (…) ved aquí con un solo rasgo de pluma destruidos aquellos santos institutos, que han hecho tanto bien a la Iglesia. Que los conventos se hagan quarteles para su infantería, las iglesias caballerizas para su caballe-ría, y las sacristías lugares públicos de prostitución. Que los retablos, altares e imágenes se reduzcan a leña. Que los cálices, copones, custodias, candeleros, lámparas y otras alhajas de plata o de oro, se lleven a la casa de la moneda. Que se quemen todos los ornamentos, libros y pinturas que no sean aprovechables. Los soldados añadían siempre nueva perfección a estos preceptos, pues solían desnudar a los sacerdotes para dispararles el fusil hacia el lugar más vergonzoso, y violaban las monjas antes de quitarles la vida (…).

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y frailes trocaron estola por trabuco y, en vez de echar responsos y bendiciones, se dieron a repartir mandobles y linternazos20. es-tamos, pues, ante unos personajes y protagonistas en los que sus heroicas y aguerridas acciones, en unos casos felizmente realizadas y en otras tristemente padecidas, son recogidas por el cronista-pre-dicador; noticias de hazañas patrias que en muchos casos, el ora-dor sagrado, no solamente las ha trascrito y apuntado “de oídas”, sino que, como fiel y cualificado testigo las ha presenciado, y, así, tal como las ha visto, nos las ha contado21. como se ha llegado a afirmar, el balance definitivo y final sobre las guerrillas como el de los variados ejércitos en sus incontables desplazamientos e inter-venciones, está todavía lejos de poder realizarse22. sirva, pues, para dicha catalogación y estudio, el aporte que Fr. sebastián sánchez sobrino nos ofrece desde su detallado sermón de los sitios, lugares e intervenciones bélicas que a lo largo de la guerra de la inde-

20 rafael de Vélez, Apología del Altar y del trono…, op. cit., 92-93: Los ministros del santuario activaron la efervescencia en los ánimos. Los clérigos y los frailes sostuvieron con energía nuestro odio a Francia (…). Los mismos sacerdotes tomaron las espadas, y aun los obispos se llegaron a poner al frente de las tropas, para animarlos a pelear (…). El de Santander armó todo su obispado y salió con ellos para conducirlos a pelear (…). El Abad de Baldehorras alarmó la Galicia: salió a defensa de su país, se puso al frente de su tropa (…). En Málaga los hijos de Santo Domingo pidieron al gobernador, les mandase un oficial que los adiestrase en el uso del arma, y se ofrecieron a incorporarse en las filas. En Logroño los padres carmelitas exhortados por su superior, dexaron los altares y confesionarios para pelear. Los padres observantes de la provincia de Burgos se equiparon ellos mismos de armas y de caballos (…). En Zaragoza y Gerona han defendido los puestos más arriesgados con honor. A los principios mandaron divisiones, o fueron los que a sus gefes llevaron a la lid, sacándolos en triunfo. Un Baudilio de San Boy capuchino en Cataluña, un padre Teobaldo en Aragón, han hecho estos servicios a España.

21 d. Bruno Bret, “elogio fúnebre de las víctimas sacrificadas en la Barcelona por la Barbarie Francesa en 3 y 2� de Junio de 1809”, en Colección de Sermones de D. -…, Pbro. Doctor que fue en sagrada teología, Catedrático de Retórica en el Seminario Conciliar de Barcelona, cura-párroco de San Celoni, dignidad de Arcipreste y presidente del Cabildo de canónigos de San Juan de las Abadesas. Que da a luz el Licdo. D. Tomás Bret, Pbro. Canónigo Penitenciario de la Santa Iglesia Catedral de Vich, imprenta y librería de luciano anglada, Vich 18�5, 208-210, 219, y 22�-22�.

22 cf. lluís roura aulinas, Historia de España. La Transición del Antiguo al Nuevo Régimen (1789-1874): La crisis del Antiguo Régimen, tomo iX, planeta, Barcelona 1988, 159.

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pendencia realizó por casi toda la geografía española el llamado Regimiento Infiesto23.

tras la firma del tratado de Valencia, el 18 de diciembre de 1813, termina la guerra de la independencia. el 22 de marzo de 181�, Fernando Vii entra en españa, dirigiéndose hacia Valencia, ciudad donde le es entregado el llamado Manifiesto de los Persas, firmado por �9 diputados, 3� de ellos eclesiásticos. el Manifiesto, respaldado por el general elío, no dejó de ser una proclama de descargo anticonstitucional en la que se instaba al monarca a recu-perar el poder absoluto. da comienzo la época del Sexenio Absolu-tista (181�-1820) y, con ello, la ocupación en desmontar de manera sistemática cuanto hasta la fecha había establecido y llevado a cabo el gobierno democrático de la constitución de 1812. entre las medidas del absolutismo fernandino están la clausura de las cor-tes, la supresión de la libertad de expresión y el restablecimiento de la censura. Junto a todas estas medidas empieza igualmente a dejarse escuchar en voz alta la reacción del discurso antiliberal. en efecto, el � de diciembre de 181�, asentado ya de poderes en el trono Fernando Vii, el predicador garcía Bermejo, en un sermón marcadamente anticonstitucional, se dirige al rey con estas pala-bras: Rigor de la justicia, salga de vuestro solio un rayo abrasador que aleje para siempre de entre nosotros al que con sus discursos o su con-ducta perturbe el orden público2�. en fin, claros apuntes al monarca, ausentes de todo comedimiento evangélico, que volverán a subir el tono de su velada invitación a la depuración y ajuste de cuentas contra todos aquellos que formaron parte del ya abolido gobierno constitucional25.

23 Fr. sebastián sánchez sobrino, “sermón de honras del regimiento de infies-to, predicado en la parroquial de las angustias de granada, año 1813”, en Sermones varios dogmáticos, panegíricos y morales…, 1��, 1�9-1�2.

2� sermón citado en José antonio gómez marín, Bandolerismo, santidad y otros temas españoles, madrid 19�2. citado a su vez en maría cruz seoane, Oratoria y pe-riodismo en la España del siglo XIX, castalia, Valencia 19��, 115.

25 Fr. Josef del salvador, Sermón del Viernes Tercero de Quaresma, predicado al Rey Nuestro Señor en su Real Capilla el día �4 de febrero de 1815. Por el M. R. P. Mtro. Fr. - ., Carmelita Descalzo, Ex-Lector de Teología, Escritor de su Orden, Examinador Sinodal

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dentro aún del Sexenio Absolutista, el 20 de enero de 1819, muere en la ciudad de roma carlos iV. infinidad de sermones de clara atención encomiástica nos proclamarán un sinfín de oradores sagrados del reino. de este rey, del que se puede afirmar que no gobernó sino que fue gobernado, el predicador, aquí, d. Francisco antonio gonzález, adulando presentes oídos regios, nos infla toda una biografía de ocupaciones significada tanto en la beneficencia como en su celo e interés por la cosa pública; engordada lista de beneméritas acciones que, en la definitiva compulsa que le hace la historia, no casa ni se aviene con su abúlico y débil carácter2�.

del Arzobispado de Toledo y Obispado de Córdoba, Calificador de la Inquisición de Corte, Teólogo Consultor de la Purísima Concepción de María Santísima, Misionero Apostólico, y Predicador del Rey nuestro señor, imprenta de don Francisco de la parte, madrid 1815, 8, 12: Señor: ya os veo vigilante arrojando de vuestro lado a los que no os aman, ni os dicen la verdad. Ya os veo entresacando de las Oficinas y Secretarías la basura (si me es permitido decirlo así) que iniquamente se ha introducido en ellas en los últimos tiempos de confusión (…) ¡Ah Señor! Alerta, que no está lejos quien hace tanto mal. Entre nosotros anda. Es fácil descubrirlo si lo buscamos con cuidado. Ya lo veo. Voy a decir quién es (…). Pero no… (…). En este lugar no puede nombrarse al pecador… (…). Daré las señas sin descubrir la persona. Esto bastará para nuestro remedio. Oídlo. (…).

el sermón, a pie de página, incorpora esta significativa “nota” dirigida al rey: NOTA: Quando se exhorta á S. M. á que coopere á la reconciliación y unión de los españoles, no es á bulto y sin discreción. Los desunidos están en tres clases, La primera es la de los muy malos, incorregibles y de consiguiente irreconciliables. Estos se deben quitar de enmedio. En el segundo lugar están los que se apartaron de la causa del Rey por flaqueza á por un cálculo equivocado. Si estos se reconocen y dan á partido, es conveniente recibirlos; pero no á la confianza ni á la participación de empleos, hasta que con su conducta, bien observada por el Gobierno, vayan mereciendo uno y otro. Así queda la autoridad en su vigor, y el Gobierno con trescientos enemigos menos, que lo serían otros tantos parientes, amigos y apasionados del reconciliado. El Rey nuestro Señor nos ha dado un buen exemplo de lo que aquí se exige, admitiendo á la reconciliación y aun á los empleos, á quien ha sabido merecerlos después de ser adicto al partido contrario. Esto es muy justo y muy preciso entre católicos. En la tercera clase están los volubles y volátiles á modo de veletas; de estos no se hace caso aunque se vela por ellos..., Id., 15 y 1�.

2� d. Francisco antonio gonzález, Oración fúnebre que en las solemnes exequias celebradas por el Exmo. Ayuntamiento de esta muy noble, muy leal, muy heroica, imperial y coronada villa de Madrid, en la Iglesia de San Felipe el Real, el día 1º de abril del presente año en sufragio por el Rey Don Carlos IV de Borbón pronunció el Doctor D. -…, del gremio y claustro de la Universidad de Alcalá de Henares, bibliotecario mayor honorario, y predi-cador de S. M., y rector del Hospital de la Latina, imprenta de repullés, madrid 1819, 20-22: ENTRETANTO CARLOS IV, el Rey de las Españas, realza el mérito de sus encillez

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no es fácil hacer recuento y selección de todos los sermones predicados a lo largo del Trienio Liberal (1820-1823), pero de elegir uno, no cabe duda que éste sería el proclamado en “la sociedad patriótica de oviedo” por Fr. Juan mata de echevarría de la orden de la merced. ya, desde su exordio, el fraile constitucionalista, na-da más dar gracias a dios por la sesión de apertura de las nuevas cortes, el 3 de julio de 1820, y además de pedirle a maría santísima su auxilio a favor de los legítimos padres de la patria reunidos con el fin de labrar la felicidad de la nación, nos muestra y da recuento de los seis lamentables años por los que ha pasado la nación; eso sí, exculpando de su causa al más amable de los Reyes y declarando cul-pables del “horroroso cuadro” a los pérfidos consejeros e interesados

y justicia, ocupándose con la mayor intensión en actos de generosidad y de beneficencia. Era ciertamente una desgracia que los sordo-mudos no tuvieran ideas de nuestra religión santa, y que no pudieran por falta de enseñanza ejercer las obligaciones propias del ser humano. CARLOS IV erige un colegio para estos infelices, nombra maestros que los instruyan, los dota competentemente, y fija las primeras bases que han llevado a este establecimiento a la perfección que hoy admiramos. Los hijos de ilegítimo concepto, los que evadieron el peligro de muerte que ocasiona por lo regular una lactancia mercenaria y descuidada, los que co-múnmente llamamos desamparados lo eran en verdad, porque nadie extendía hacia ellos su mano bienhechora. CARLOS IV los protege, les da cierta digna consideración en la sociedad, les destina personas instruidas que les eduquen, y les proporciona eficaces medios para que sean algún día miembros útiles a la Iglesia y al estado. Como si la salud pública fuese un objeto de vano interés o una mera especulación de indoctos y de falaces empíricos, el arte de curar las enfermedades del cuerpo humano, aunque existan entre nosotros médicos sabios, estaba también confiado a hombres iliteratos y destituidos de principios. CARLOS IV corta de raíz este abuso, funda el real Colegio de San Carlos, establece en él las facultades reuni-das, prescribe un método justo, y eleva la cirugía y la medicina a un grado de esplendor de que nunca habían gozado. La Imprenta Real y la Calcografía debieron a este Rey un edificio decoroso; la Biblioteca Real el premio y lustra de sus individuos; varias oficinas y cuerpos las viudedades para las esposas e hijas de sus empleados; la Academia de la Historia el honroso cargo de recoger las inscripciones y antigüedades, el desempeño de cronista de Indias, y la dotación proporcionada para tan eminentes objetos.; la Náutica el Depósito hidrográfico que tanto honor hace a nuestro reino, así por la exactitud de sus cartas buscadas con anhelo por los extranjeros, como por las noticias de nuevos derroteros ignorados hasta esta época; las Universidades un método de estudio el más propio para los adelantamientos de la juven-tud; la Corte el aumento del Jardín Botánico, y la extensión de sus hermosos paseos; los Sitios Reales la magnificencia de sus jardines; la mendiguez y orfandad socorros generales y frecuentes; la agricultura, la industria y las artes especiales auxilios para su fomento y conservación. (...).

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aduladores que, a su lado, mal le aconsejaron y acompañaron2�. he-cho el recuento de los males sufridos en este periodo de desordenado e ilegítimo gobierno, Fr. Juan, en clara remembranza de “cuadros pintados en triunfo”, hace deparar a los oyentes del significado del acto que se celebra; invitándoles con él, cual si de “composición de lugar” ignaciana se tratase, a trasladarse con la imaginación a la capital de españa, y, allí, en el salón de las cortes, contemplar y ver cómo entra el rey Fernando, entre los padres de la patria, para prestar a dios y a la nación su juramento a la constitución28.

el 30 de septiembre de 1823 es liberado Fernando Vii por el ejército de la santa alianza y, el � de noviembre, es ejecutado el general riego. de este modo concluye el trienio liberal, iniciado tres años antes en cabezas de san Juan. mientras, en galicia, el de-finitivo conocimiento de la derrota de la idea liberal es expresado

2� Fr. Juan mata de echevarría, Oración Eucarística, que en la Solemne Función que en el Convento de PP. Franciscanos de la Ciudad de Pamplona: celebró la Sociedad Pa-triótica de la misma con el objeto de dar gracias al Todopoderoso por ver llegado el deseado día 9 de julio, e implorando el favor del Cielo para los representantes de la Nación, reunidos en Cortes. Dijo el mismo día el R. P. Fr.-., Lector de Theología en el Convento de la Merced Calzada de dicha Ciudad, y miembro de la misma Sociedad. Lo da a luz la Misma Sociedad, imprenta de Javier gadea, pamplona 1820, 8.

28 Id., 11: Oyentes: entre la multitud de ideas todas lisonjeras que ofrece la presencia de este memorable día cada uno de vosotros dejará recrearse su ánimo en aquella que más llame su atención: Yo por mi parte no puedo menos de acudir a la que con preferencia arrebata la mía: Yo me veo transladado a la Capital: Yo me hallo en espíritu en el Salon en que va a executarse el acto mas grande, más heroico, y que va a llenar de gozo a toda la Nación. Yo veo a los Padres de la patria congregados a dar principio a sus gloriosas tareas; observo que se acerca, que entra ya: pero quién? El Padre de su Pueblo: el REY FERNANDO se presenta; no escoltado de los símbolos de la tiranía; sí sólo rodeado del sencillo acompañamiento que lleva un padre entre sus hijos: llega FERNANDO, y con una intrepidez propia suya, presta a Dios, y a la Nación su juramento. Jura: y en el momento veo yo a los Ángeles tutelares de la España, tomar de su boca el juramento, subirlo al Empíreo, presentarlo al Omnipotente, y aprovándolo este oigo retumbar en las bóbedas eternales los ecos de aclamaciones. Jura: y los Pueblos agradecidos le vuelven en retorno los vivas, aclamaciones y aplausos, que, en los años pasados le habían escaseado. Jura: y con su juramento huye a esconderse preci-pitadamente en las grutas del abismo el horrible monstruo de la discordia; y aparece en el hemisferio Español una nueva luz, que ha de ser seguida infaliblemente de la felicidad. Ah! Qué día este tan glorioso para la España! Día que jamás puede borrarse de la memoria de todo buen Español. (...).

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por un predicador constitucionalista con palabras ya de tristeza, pesadumbre y lamentación29. para la crónica histórica inicia su andadura la denominada Década Ominosa (1823-1833). el 21 de diciembre de 1823, diecinueve días después de que Fernando Vii nombrara su nuevo gobierno absolutista, d. José maría díaz Jimé-nez, predicador de su majestad para la real capilla, pidiéndole “tesón y firmeza”, nos deja claramente entrever en su sermón de adviento la predisposición antievangélica que ya insinúa el inicio de la “limpieza”, la revancha y la “purga”30. de las depuraciones eclesiásticas señalemos la del obispo gonzález Vallejo y rubín de

29 d. andré Villagelin, Oración fúnebre que en la parroquial Iglesia de la Villa y Departamento del Ferrol pronunció en las exequias celebradas por las víctimas del � de mayo D. -., Predicador honorario de S. M. y cura ecónomo de la Villa de Arce, el año de 1823, 209: ¿Qué cuidado le puede dar a toda la santa alianza por la religión de España? Su frenesí y empeño no es el de la religión, así como lo es tampoco el de los viles y espurios españoles que se arman contra su patria. Sus deseos no son otros que destruir en España las libertades y derechos del hombre para que nunca gocen los pueblos que gobiernan estos privilegios, y los de los segundos sentir el perder y haber perdido lo que debían haber disfrutado. (...).

30 d. José maría díaz Jiménez, Sermón predicado al Rey M. S. En su Real Capilla, la Dominica 4ª de Adviento, �1 de diciembre de 18��. Por el P. D. -., de la congregación de clérigos regulares ministros de los enfermos, misionero apostólico, predicador de S. M., im-prenta de miguel de Burgos, madrid 182�, �, 18-20: Señor: Hablo afortunadamente en el aula augusta de un Monarca que cuenta como el primero y más esclarecido entre todos los blasones que adornan su magestad, el de ser católico. Hablo á la presencia de unos príncipes y de un auditorio religiosísimo, que me dispensan de tener que tomar un rumbo semejante, si bien, por desgracia, tal vez necesario, por lo general, en nuestros días. ¡Días funestos lla-mados de luces, y que más bien deberían llamarse de tinieblas y de errores los más absurdos! (…). Señor, (…). Revístase, pues, V. M. de esta firmeza que Dios le pide (…). La firmeza de V. M. para sostener ante todas las cosas los derechos de Dios y de su religión Santa, y el tesón para castigar los ultrajes (…). La firmeza de V. M. contra los peligros que tal vez nos amenazan, y contra los daños que pudiese traer consigo si no se contuviesen (…). La firmeza, en fin, de V. M. contra los aduladores, sí señor, contra esta peste de los estados, de que no le faltará á V. M. como á David en gran número, que habiendo abandonado á V. M. como lo hicieron con aquel príncipe, en los días de las desgracias y de las humillaciones, ó tal vez habiendo alguno de ellos hecho entonces una misma causa con los perseguidores de V. M., se le presentarán acaso ahora como sus más fieles y decididos servidores: la firmeza, pues, de V. M. contra estos infames disipará sus intrigas, y dejando libre y expedito el camino para que la verdad y la justicia lleguen puras á V. M. (…). Así, triunfante la religión, deshechos los peligros, y obstruidos los caminos de la iniquidad, conseguirá V. M. corresponder al destino que le preparó la divina Providencia (…).

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celis, por haber simpatizado con el ala liberal; la del administrador de la diócesis de oviedo, domingo somoza, por clérigo “exaltado”; la de miguel riego, hermano del héroe de 1820, por ser fiel intér-prete de las tesis liberales; en la capital extremeña de Badajoz se expulsa a un canónigo por haber criticado a la inquisición y al rey y, como último ejemplo de las depuraciones que alcanzaron al clero parroquial, traigamos el caso curioso del párroco de san roque, en cádiz, por haber registrado en el libro de Bautismo a un niño con el nombre de “Juan de la constitución”31.

el domingo 29 de septiembre de 1833, a causa de un fuerte ataque de apoplejía, muere Fernando Vii. dos meses más tarde, la ciudad de Barcelona celebra las reales exequias con una gran “ma-quinaria de aparato” y túmulo; descripción y fabricación artística en memoria del rey que nos es ofrecida desde el mismo sermón, acompañado de lectura y grabado32:

31 cf. William J. callahan, Iglesia, poder y sociedad en España, 1750-1874, nerea, madrid 2002, 13�.

32 Fr. Francisco paula san martín, Oración Fúnebre que en las Reales Exequias celebradas á la memoria del Rey difunto de las Españas Don Fernando VII. El día 15 del mes de noviembre de 18�� por la Real, Ilustre y Venerable Congregación de los Hermanos de la Madre de Dios de la Esperanza y Salvación de las Almas de la Ciudad de Barcelona. Pronunció el M. R. P. Fr. -., lector jubilado, Padre de Provincia de la de Burgos, de la Regular observancia de San Francisco, teólogo consultor del Ilustrísimo Señor Obispo de Barcelona y Examinador Sinodal, imprenta de los herederos de la Viuda pla, Barcelona 1833, sin numerar.

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el sermón que se ajusta cronológicamente a la Época de las Regen-cias (183�-18�3) tendrá en el Decreto Desamortizador de Juan Álvarez de mendizábal, 19 de febrero de 183�, uno de sus mayores motivos para montar a lo largo de todo este periodo tanto su recurrida inven-ción como el desarrollo de su argumento. como se ha demostrado, si el decreto desamortizador pretendía con ello ayudar a la financia-ción de la guerra contra los carlistas y mejorar el crédito del estado, en el fondo, solamente produjo un cambio en la propiedad urbana y agraria, pero no el fraccionamiento de ésta33. en efecto, para nada se modificó la geografía de la desigualdad, ya que, de hecho, las tie-rras siguieron en poder de la aristocracia, o bien, cayeron en manos de la burguesía adinerada de provincias3�, que invirtió su dinero en la tierra a través de operaciones fabulosamente lucrativas concertadas al amparo de las subastas oficiales, fácilmente trucadas y propicias a todo tipo de abusos y a la más ladina picaresca35. para la historia del arte hispano da inicio aquí uno de los primeros capítulos donde empieza a resen-tirse nuestro hasta la fecha inconmensurable patrimonio artístico3�. contra semejante “descuartizamiento y venta” alzará el sermón su voz, calificando la inadmisible medida de robo manifiesto y a sus anónimos compradores de ladrones, cabezas descompuestas y corazones corrompidos3�. en fin, en todos estos años de las Regencias, el leiv-motiv

33 cf. manuel muñón de lara, La España del siglo XIX, tomo i, akal, madrid 2000, 101.

3� cf. Fernando garcía de cortázar, Memoria de España, aguilar, madrid 200�, ��0.

35 Francisco tomás y Valiente, El marco político de la desamortización en España, ariel, Barcelona 19�1, 80.

3� al respecto del expolio y mala gestión del patrimonio artístico, nos comenta melquíades andrés martín, Cristianismo y Cultura en España. …, 198: Obligan a llorar cuando se trata de obras de arte, que al pasar a manos del Estado, se arruinaron por aban-dono de los nuevos dueños. Acaso resulte modélica la descuartización, o venta en pequeños lotes del monasterio cacereño de Nuestra Señora de Guadalupe (…). El deslumbramiento producido por la esperanza de apoderarse de esos bienes y del golpe que muchos de sus protagonistas esperaban asestar a la Iglesia eran dos fines buscados sin reparar en daños a personas, archivos, bibliotecas, riqueza espiritual y artística.

3� d. antonio gonzález garcía, Pláticas Doctrinales para todos los Domingos del año, acomodadas al Catecismo Esplicado del Licenciado Don Santiago José García Mazo,

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del orador sagrado en púlpitos y templos sonará de manera vehe-mente y no menos insistente, recordando que dicho patrimonio des-amortizado a la iglesia, además de no conseguir los fines y ventajas prometidos, no dejó de ser más que un auténtico expolio que no tuvo el efecto deseado38.

la década que sigue a continuación, 18�� a 185�, tiene la de-nominación de década moderada. atrás han quedado un sinfín de enfrentamientos y revoluciones varias. esta vuelta de la mirada hacia lo que la crónica del siglo hasta la fecha ha sido, tiene en las palabras del predicador, la triste descripción de un cuadro desolador39. patria,

Magistral que fue de la Santa Iglesia Catedral de Valladolid. Por el presbítero D. -., de la regular observancia de San Francisco, regente de religión y moral en la villa y corte de Madrid. Dedicadas a la Madre de Dios María Santísima, tomo ii, imprenta de don José maría alonso, madrid 1851, 255.

38 abate riesco legrand, Cuaresma de Regente de filosofía moral y religión, e individuo de varias Academias y sociedades científicas. Contiene los Sermones desde la Dominica de Septuagésima hasta el viernes de la semana cuarta de Cuaresma, tomo i, sermón doce, imprenta de la viuda de d.J. martínez e hijos, madrid 1851, 150: ¡Ay, España, España, y que ciega caminas a tu ruina! ¿Qué has hecho de esos cuantiosos bienes que la caridad cristiana había puesto en manos del clero secular, y regular, de los hospitales, y de los establecimientos de beneficencia? (…). ¿Dónde están las ventajas que has reportado de sacar esos tesoros de las manos que llamabas muertas, para entregarlas en manos vivas que han atizado la discordia, y han derramado el oro para establecer la usura por principio, y la revolución como una necesidad? (…). Aquellos mismos que saltaban de contento al ver salir a los religiosos llorosos y abatidos de el retiro de sus claustros; en medio de injurias, y blasfemias de una plebe tumultuosa claman por ellos para que eduquen a sus hijos, claman por ellos para pedirles pan (…).

39 d. Juan troncoso, “séptimo dolor de maría santísima. el entierro de Jesu-cristo y la soledad de su madre”, en Biblioteca Completa de Oratoria Sagrada…, op. cit., tomo ii, 231: Una simple ojeada sobre nuestra situación actual, basta para convencernos de que jamás el suelo que nos vió nacer ofreció un aspecto tan desconsolador. Recientes están y brotando sangre las heridas que el genio de la revolución ha abierto en esta bella porción del globo. El terreno sobre que pisamos estremécese aun con violentos sacudimientos. No mucho ha lo contemplamos con horror empapado en la sangre de nuestros hermanos, de nuestros amigos; ahora le vemos cubierto de ruinas y de escombros, no ofreciendo por todas partes sino la imagen del luto y de la devastación (…). Las calamidades sin fin que el suelo de la Iberia ha experimentado de largo tiempo, los horrores de esas guerras desastrosas que tantas víctimas han sacrificado en todos los puntos de la península; esos mares de sangre que han inundado nuestras campiñas y llegado hasta las puertas mismas de nuestros hogares; las proscripcio-nes, los cadalsos, la tiranía, el despotismo, los enconos de los partidos, las venganzas de los

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pues, desolada y casi ingobernable; y como si los males nunca vinie-ran solos, el 2 de febrero de 1852, cuando la reina se dirigía a hacer la presentación a la iglesia de la infanta isabel, nacida el 20 de diciembre del año anterior, es atacada con un cuchillo por el cura martín me-rino. el intento de regicidio, que no causó su efecto gracias al refajo y corsé de la reina, resonó en los templos, ocupándose el sermón no solamente de celebrar la salvación prodigiosa de la reina ante el cuchillo homicida, sino de encontrar la causa de la mano que lo dirigía�0.

de furor patrio y no menos aventuras coloniales podíamos ca-lificar al sermón que nos habla desde el llamado Bienio progresista, pasando por el moderado hasta llegar a la “Gloriosa” (185�-18�8). en 1859, un incidente fronterizo en ceuta llevó al gobierno del general leopoldo o’donell, el 22 de octubre, a iniciar una guerra contra marruecos. el conflicto despertó el fervor patriótico de un país que, en el fondo, además de la emulación de las potencias colonialistas, no fue más que una salida o pretexto para desviar en acciones ex-teriores sus graves crisis internas. y el sermón, al igual que la copla callejera�1, en clara remembranza de reconquistas pasadas, justifica

particulares (…), el desorden en fin, la anarquía, todo cuanto nuestra turbada vista apercibe en nuestro derredor (…).

�0 d. Juan gonzález, “sermón predicado en acción de gracias por haber pre-servado dios a la reina del golpe del regicida merino”, en Sermones Doctrinales, Morales, Dogmáticos, Panegíricos y Apologéticos o de Controversia católica y social…, tomo V, 198, 199 y 203: Las causas de los males presentes hay que buscarlas, no tanto en el libro de los hechos particulares, como en la filosofía de las ideas que los producen. El orden político y social no se conmueve con que un regicida levante su brazo, si el brazo del regicida no le levantan o le arman las doctrinas (…). Dispensadme el que ni gima y no llore hoy desde este santo lugar, por más que sea muy digno de llorarse el acontecimiento que ha sublevado los sentimientos religiosos y monárquicos del país, así como dignísima de ser celebrada la salvación prodigiosa de la real víctima (…). La Reina, gracias a Dios, ya está salva (…). Preservando Dios a nuestra augusta Reina de la muerte, ha preservado al pueblo español de una larga serie de contratiempos que ni aún con la imaginación podemos ahora calcular (…). Alejad de vuestro corazón todo sentimiento que no sea monárquico, de vuestro entendimien-to toda idea que no sea cristiana, y de vuestra casa todo libro, toda lectura; cuidado, señores, cuidado, que pueda pervertir el alma de vuestros hijos. La mucha y mala lectura, ha dicho el obcecado regicida, me lleva al patíbulo: debo aceptar la muerte como expiación.

�1 Famosos y declamados por toda españa fueron los romances de eduardo Bustillo, alcanzando siete ediciones. dichos romances, sabemos, fueron recogidos y

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y argumenta la hoy ya “injustificada gesta” con el violentado pre-texto exegético del salmo 111�2. siete años más tarde, el 2 de mayo de 18��, da comienzo la guerra del pacífico contra perú y chile. y aquí, en semejanza con la llamada literatura de combate, el sermón, haciendo transferencias e imitaciones aludidas al pasado, a las anti-guas gestas, enhebra, una vez más, en forzado casamiento, los even-tos sagrados de las antiguas escrituras (salmo 11�) con los hechos del momento. en detallada crónica de suceso bélico, el predicador, enriqueciendo el repertorio de los mitos patrios, nos presenta ante los ojos la acción de la escuadra española en las costas del callao�3.

declamados, durante la guerra de África, en muchas ferias y mercados de pueblos de españa a modo de “coplas de ciego”. cf. eduardo Bustillo, Historia de la gloriosa Guerra de África en 1859, escrita y dividida en romances, despacho de Juanelo, madrid 18�1.

�2 d. Juan gonzález, “sermón de rogativa con motivo de la guerra de África. predicado en la fiesta celebrada en la parroquia del salvador de Valladolid, el dia � de noviembre de 1859, por la real congregación de nuestra señora de Valvanera, a fin de alcanzar de dios la protección para nuestro ejército en la campaña de África”, en Sermones Doctrinales, Morales, Dogmáticos, Panegíricos…, tomo iX, 122, 12� y 128: Es delicado este sitio para hablar de guerra. Palabra que signifique venganza de cierta especie, no puedo yo pronunciarla. (…). Hoy va á luchar nuestra nación con un enemigo ya conocido. El moro sabe ya cómo luchan los españoles. Los fulgores de nuestra espada le ofuscaron en mil y mil combates la vista. Nos ha experimentado por largos siglos, hasta que la constancia de nuestros padres le arrojó otra vez al Desierto de donde vino, que es donde ahora está, y adonde vamos. Vamos allá… con nuestra razón, con nuestro derecho, con nuestra justicia, con nuestro destino providencial… Vamos allá… con nuestro valor, con nuestra sangre, con nuestros sacri-ficios… Sobre todo, vamos allá… bajo la protección de la Virgen, confiando en que PUESTO NUESTRO CORAZÓN EN DIOS, LOS EJÉRCITOS DE ESPAÑA SE CUBRIRÁN DE GLORIA. Si la justicia de la causa y la confianza en Dios nos hacen esperar el triunfo de nuestras armas, hay todavía, en la guerra que España se prepara á sostener contra el imperio de Marruecos, una cosa que me atrevo á llamar parecida ó semejante a la que se observaba en el pueblo de Dios bajo el punto de vista de su destino, y que debe hacernos confiar también en la protección divina. Atendida la índole del pueblo á quien vamos á combatir, y la índole propia nuestra; y atendida además la obcecación de nuestros enemigos, negándose á reparar las ofensas hechas á nuestra nación, dispensadme si, desde este sitio tan sagrado donde no pueden aventurarse especies, me atrevo á indicar que, cegando Dios á ese imperio, la España va a llenar un destino providencial, que puedo llamar destino suyo. La guerra al islamismo parece ser, en efecto, nuestro destino. Hay entre el pueblo español y el musulmán una antipatía y repulsión invencibles, más que entre Jerusalén y Samaria, más que entre Roma y Cartago. (…)

�3 d. José maría de arquinaona, Sermón predicado en la Santa Iglesia Catedral de Cádiz, el dia 5 de Noviembre de 1866, en la Solemne fiesta de acción de gracias celebrada a

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pocos hechos ocurridos en el Sexenio Revolucionario (18�8-18��) hicieron correr tanta tinta y despecho desde el sermón como los inci-dentes ocurridos a partir de 18 de enero de 18�9, instante y momento en que dan comienzo las elecciones a cortes constituyentes. dentro del fragor de las “sesiones” llega a madrid la noticia del asesinato del gobernador de Burgos en la catedral, triste acontecimiento ocu-rrido mientras éste presidía la orden de inventario para desamortizar parte de los bienes de la catedral��. los noticiarios madrileños que se ocupan del hecho coinciden en calificar el triste acontecimiento de “crimen horrendo” y “bárbaro asesinato”, y a los ejecutores de “mal-vados, cobardes y asesinos”, no dudando la prensa más radical de acusar al mismo obispo de la capital burgalesa como al principal ins-

expensas del Excmo. Ayuntamiento por el triunfo que la Escuadra Española alcanzó en la Acción del Callao el dia � de Mayo último, con asistencia de ambos cabildos y de los gefes, oficiales y guardias marinas de la Fragata Villa de Madrid, procedente de aquella espedi-ción. Por el Doctor D. -., dignidad de Arcipreste de la referida Santa Iglesia, misionero apostólico y predicador de S. M., eduardo gautier, librero-editor, cádiz 18��, 22, 25 y 2�: Con sólo seis buques y una fragata blindada se coloca delante del callao, que pre-sentaba al contrario dos torres blindadas y una muralla con noventa cañones, dispuestos muchos de ellos para arrojar proyectiles de trescientas y quinientas libras. (...). Un triunfo de ese género no tiene ejemplo en los fastos de la historia. Con siete buques, seis de ellos de madera, ha triunfado nuestra marina de una plaza perfectamente fortificada, arrojando sobre ella hasta seis mil proyectiles que hicieron volar una de sus torres y desmontaron sus cañones, y apagaron sus fuegos, y los dejaron inhabilitados para sostener por más tiempo el combate, en que llenos de orgullo presumían nuestros enemigos ocasionarnos una irreparable ruina. Ni sus infames torpedos pudieron valerles para realizar su cobarde y bárbara empresa, porque la previsión, la destreza y el arrojo de nuestros marinos supo burlar aquellas máquinas infernales. Loor eterno a nuestra ínclita marina que salvándose de esa muerte al parecer humano tan segura, se ha confortado en su propia vida coronándo-se de gloria, y ha llevado nuestro pabellón a tal altura que las naciones estrañas habrán de mirarnos con respecto, al ver cómo sabe España tomar satisfacción de sus agravios cuando injustamente se le ofende. (...).

�� “el amigo del clero”, 2ª época, año Viii, madrid 30 de enero de 18�9, nº �, 5�-58: Burgos �5, á la una y treinta minutos de la tarde. –El secretario del gobierno al ministro de la Gobernación. –“Estando desempeñando en la catedral la comision conferida al gobernador por el señor ministro del Fomento en virtud del decreto de 18 del corriente, se ha amotinado el pueblo, y ha sido asesinado por este el gobernador y herido el inspector de vigilancia; y en vista de estos graves hechos, he resignado el mando en el gobernador militar de la provincia”.

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tigador�5. lamentables y luctuosos hechos que, sin probarse su auto-ría, más tarde, en el fragor del debate parlamentario irán dando pie y argumento a la memoria anticlerical. como muestra de ello, valga el caso del famoso discurso pronunciado por castelar en el parlamento el 9 de abril de 18�9��. pero la crispación subirá de tono cuando el 2� de abril, en la denominada “sesión de blasfemias”, el diputado capdevilla en incontenible verborrea histriónica no tuvo respeto ni comedimiento con el Santo nombre de Dios, su augusta Madre y los dog-mas sagrados47. el desmesurado incidente del diputado capdevilla no solamente tendrá eco en “papeles y revistas” de la época�8, sino que también será contestado desde innumerables sermones; en la ciudad de segovia, d. ildefonso Joaquín infante, desde el santuario de la Fuencisla, en solemne función, tomará la palabra para “desagraviar” a la santa religión de las ofensas pronunciadas por el triste diputado en dicha sesión de las cortes constituyentes�9.

�5 cf. celso almunia Fernández, Clericalismo y anticlericalismo a través de la prensa española decimonónica, iV-V semana de historia eclesiástica de españa con-temporánea, real monasterio del escorial 1981, 15�.

�� “el amigo del clero”, 9 de abril de 18�9, nº �5, 950-953: Esta mañana se quejaba conmigo en el salón de conferencias el Sr. Posada Herrera de nuestra pobreza, de nuestra miseria, de nuestra falta de trabajo, de que no tenemos los caminos que necesitamos, de que carecemos de canales, apenas existe el comercio, y la industria es casi nula. Cuando buscamos la causa de todo esto la encontramos, Sr. Posada Herrera, en la conducta de la Iglesia y en la intolerancia de la Iglesia. Somos un gran cadáver que se extiende desde los Pirineos hasta el mar de Cádiz porque nos hemos sacrificado en aras del catolicismo.

�� celso almunia Fernández, op. cit., 158.�8 “la Bandera carlista”, nº �5, 29-iV-18�9, p. 1, col. 1 “protesta”. sobre los

hechos, ver también ricardo garcía Villoslada, Historia de la Iglesia católica, B.a.c., madrid 1951, tomo iV, �12.

�9 d. ildefonso Joaquín infante, “sermón de desagravios predicado en el san-tuario de nuestra señora de la Fuencisla, en la función celebrada por el pueblo, con motivo de las blasfemias pronunciadas por algunos diputados en las cortes constitu-yentes”, en Colección de Sermones Panegíricos, Dogmáticos, Morales, y Pláticas para todos los domingos del año y para la Santa Cuaresma, obra dedicada a los señores curas párrocos por el presbítero D. -., Doctor en Sagrada Teología, dignidad Maestrescuela de la Catedral de Segovia y Secretario de Cámara del mismo Obispado, tomo i, imprenta de segundo martínez, ma-drid 18�1, 235, 23� y 2�0: Al ocupar hoy esta sagrada cátedra, en medio de vosotros, á quienes tanto amo, y con cuyos intereses me hallo tan identificado, mi primer impulso fue preguntaros la

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entre los años que se ciñen desde la Restauración a la Guerra de Cuba, el sermón seguirá dándonos crónica y noticia del pulso y pálpito de la vida que en su entorno le rodea; y si años atrás nos refería las tristes amarguras del anticlericalismo revolucionario y la inestabilidad social, ahora, en estos tiempos de cierta tranquilidad y bonanza social, ya nos preludia, en la década de los ochenta, el mal de la indiferencia, la burla y la sátira, males todos que tienen su máximo exponente en la figura del libertino50.

ya feneciendo el siglo, expresamente el 15 de febrero de 1898, ocurre la explosión del acorazado norteamericano “maine” que fondeaba en esos instantes en la bahía de la habana, hundiéndose el barco y provocando la muerte de 2�� marinos norteamericanos. al día siguiente, el “morning Journal”, con un titular firmado por William randolph hearst que decía: “la destrucción del ‘maine’ fue obra de un enemigo”, apuntaba claramente a los españoles como directos responsables del hecho51. el gobierno de sagasta

causa que os congrega hoy en este lugar santo. (…). Pues esta calamidad, este castigo terrible, el más terrible de cuantos se depositan en los tesoros de la cólera del señor irritado, ha principiado á verificarse ya; los sabios han perdido la luz, y la prudencia de los prudentes ha desaparecido. El Santo nombre de Dios, el honor de su augusta Madre y los dogmas sagrados de nuestra adorable religión, han sido ultrajados de un modo público y horendo: peribit sapientia á sapientibus ejus, et intellectus prudentium ejus abscondetur. ¡Desgraciados! A estos puede aplicarse aquella terrible sentencia del Salvador: “El que cayere sobre la piedra será quebrantado, y aquel sobre quien la piedra caiga será aplastado”. Para desagraviar al Señor de tamaños ultrajes, nos hemos congregado hoy en este santo templo, tan amado de vosotros, piadosos segovianos, á don-de acostumbráis hallar remedio en todos vuestros males. (…). Y ¿qué persecuciones son las que tenemos hoy? ¿Por ventura no vivimos en un pueblo eminentemente católico, en el que, lejos de ser un obstáculo la pureza de la fe, sería por el contrario el no tenerla? ¿Hoy, que sólo podemos temer alguna sátira, alguna mofa de los impíos, por fortuna en tan corto número? ¿Hoy, que merced á la libertad religiosa aclamada, cada cual es libre para tener la religión que quiera y para no tener ninguna; hoy temeremos nosotros el ser y el parecer católicos? (…).

50 Juan planas, El Cura en el Púlpito. Discursos Morales. Obra original predicable, compuesta en obsequio del venerable clero Parroquial de España, por el Lector Dominico: “Segundo Domingo de Adviento”, tomo i, imprenta y librería religiosa y científica, Barcelona 188�, 3�, 38 y �2.

51 cf. Jaime de ojeda, “la guerra de 1898 en la prensa americana”, en Aquella guerra nuestra con los Estados Unidos. Prensa y opinión en 1898, Fundación carlos amberes, madrid 1998, 35.

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abrió una investigación e invitó a los estadounidenses a sumarse a ella; invitación de mano tendida que tuvo como respuesta por parte del presidente mcKinley la declaración de guerra a españa. pero no fue primeramente en la isla de cuba donde se haría efecto la confrontación bélica. el 1 de mayo, en la bahía de cavite, siete acorazados de acero estadounidenses atacan y hunden a varios y viejos cruceros de madera españoles, destruyendo la desvencijada marina española de Filipinas en pocas horas, causando para es-paña sesenta muertos y 193 heridos. al día siguiente del combate naval de cavite, en españa, d. luis calpena, desde el púlpito de la iglesia catedral de madrid, dirigió a sus oyentes una “encendida” oración fúnebre, que muy bien puede pasar a la historia como uno de los discursos más lapidarios contra las arbitrarias intervencio-nes militares de los estados unidos de américa52.

52 d. luis calpena, “oración sagrada pronunciada con motivo de los so-lemnes cultos que en igual día del año 1898 celebró el ayuntamiento de madrid, en aquella santa iglesia catedral. predicada al día siguiente del combate naval de cavite”, en Piezas Oratorias Escogidas de los más Eminentes Predicadores Con-temporáneos, publicadas por la Revista Eclesiástica durante el año 1898, tipografía de José manuel de la cuesta, Valladolid 1900, 18, 21 y 28-32: Empezamos, pues, el siglo luchando por la causa de la civilización, por su libertad y por su paz. (…). Hoy son hordas salvajes que intentan arrojarse sobre el viejo mundo para borrar nuestra cristiana civilización y destruir hasta los más elementales principios del derecho. Son bárbaros que no salen esta vez de los hielos del Norte, ni de las abrasadas arenas del Mediodía, ni vienen desnudos como los teutones ó envueltos en pieles de panteras como los cimbrios, montados en caballos salvajes….; estos bárbaros han salido del Occidente, van montados en grandes máquinas de vapor, armados de la electricidad y disfrazados de europeos. Como todas las tribus bárbaras, no tienen más ideal que la codicia, ni más código que los desenfrenos de su voluntad. (…). ¿Y no es este, señores, el espectáculo que están ofreciendo al mundo los Estados Unidos del Norte de América? (…). ¡Lástima que en un mundo donde vemos repúblicas católicas tan florecientes, estén emplazados esos Estados que constituyen hoy el baldón y la ignominia de América! Bien es cierto que la población de los Estados Unidos, más que americana, es una población exótica, formados sobre los ensangrentados restos de razas indias, inicuamente segadas por los que hoy hablan de humanidad. Es un pueblo compuesto de lo más despreciable de todos los pueblos, de la escoria de todas las naciones, de degenerados de todas las razas, reclutados allí por la expatriación ó por la codicia. ¿Y qué puede ser una sociedad constituida por estos elementos sino una masa informe, confusa, caótica, bárbara? (…). Después de una guerra de tres años, por ellos vilmente inspirada y sostenida, creyeron que no le quedaban á España más alientos que para acatar las decisiones de su Capitolio y someterse á los irrisibles capítulos de su ultimátum. (…).

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CRÓNICA SOCIAL

pero si el sermón se nos ha mostrado abundante y generoso a la hora de pasearnos y llevarnos de la mano por la “crónica his-tórica”, no menor aporte informativo nos dedicará igualmente a presentarnos la “crónica social”.

desde el sermón, pues, innumerables y variados son los temas que de dicha crónica social podemos volver a leer y destacar. alu-damos en primer lugar, y aunque sólo lo hagamos de manera sin-tética, a los llamados problemas de la “Beneficencia” y “cuestión social”. sobre la primera, amplio eco tendrá en el sermón la lenta desaparición de las instalaciones hospitalarias que en otro tiempo tuvieron su pujanza, cuando éstas, estaban conservadas y regidas por el voluntarismo de cofradías y gremios53. producto, pues, de

Españoles…. “¡sursum corda! Levantad vuestros corazones. ¡Valor! El Señor de los ejérci-tos está con nosotros; nuestro caudillo es el Dios de Jacob. “Dominus virtutum nobiscum, susceptor noster Deus Jacob”. Él ha sido nuestro refugio y nuestra fuerza en todos los días de nuestra historia; su mano omnipotente nos ha sacado del fondo de las mayores desgracias…., y si convirtió siempre nuestras grandes tribulaciones en timbres de gloria y honor, ¿por qué desconfiar, en estos instantes, de la justicia divina?.... ¿No tenéis fe en la santidad de nuestra causa? (…). ¡Ah! tened por degenerados de nuestra raza, por trai-dores á la patria, á cuantos no sientan hervir hoy la sangre en sus venas, pidiendo á Dios justa venganza por las víctimas de ayer, por los seiscientos hermanos nuestros sepultados inicuamente en los abismos del mar. (…).

53 Fray José de Jesús muñoz capilla, Sermón del Martes de la Tercera Semana de Cuaresma, en Sermones de Fray-., Maestro que fué del estinguido órden de San Agustín, Obispo electo de Salamanca y de Gerona. Publícanse bajo los auspicios de Escmo. e Ilmo. Sr. D. Juan José Tonel y Orbs. Obispo de Córdoba y patriarca de las Indias, tomo ii, madrid 18��, �2: Hay también otra causa manifiesta de muchos males, que es la pobreza. Ya en otro tiempo hablé de varios medios que podían tomarse para remediarla en el todo o en parte (…);

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las primeras medidas desamortizadoras, escuchamos de fondo el interesante debate entre la hasta entonces denominada “caridad cristiana” y la recién aparecida y llamada por el sermón, no sin cier-to tono despectivo, “beneficencia filantrópica”5�. declaramos aquí, entonces, cómo es el sermón una de las primeras fuentes en darnos a conocer los primeros pasos del desmantelamiento del sistema benéfico del antiguo régimen, quedando apuntado desde la propia crónica del sermón la bisoñez e incompetencia de las Juntas muni-cipales en la asunción de la estructura benéfica pública55. asunto, éste, que además de ser denunciado por el sermón, también es ratificado por el demoledor estudio que sobre el Estado actual de la Beneficencia publicó concepción arenal en 18�15�.

pero no puedo dejar de estrañar (…) que se hayan desvanecido casi del todo los hospitales particulares que había en esta ciudad para varias clases de enfermos habituales, cual era el de ciegos, que todavía conserva su nombre, y para los enfermos pobres de varios gremios, como zapateros, lineros y otros de que apenas queda memoria.

5� d. Juan gonzález, “sermón sobre el evangelio del domingo”, en Sermones Doctrinales, Morales, Dogmáticos, Panegíricos y Apologéticos o de Controversia Católica y Social…, tomo iV, ��0: (…) Eso que se llama humanidad o filantropía, ¿qué es sin la reli-gión o sin la caridad cristiana? No es más que un sentimiento natural que no se escita sino en raras ocasiones. El hombre irreligioso, siendo sensible, socorrerá a todos los desgraciados que recurran a él; pero el cristiano no se contenta con eso, sino que va a buscar a los pobres, cuando los pobres no le buscan a él. La beneficencia mundana no es un sentimiento habitual, y menos aún una inclinación dominante: no hace más que sacrificios momentáneos, y no se impone privaciones extraordinarias. Produce algunas reacciones de ostentación, pero no su-blimes ni sorprendentes. La caridad católica, por el contrario, siempre igual, siempre activa, siempre tierna, y fuerte como la muerte, no se ocupa más que de el pobre, y esto en silencio.

55 p. ramón Buldú, “sobre la Beneficencia”, en Tesoro de Oratoria Sagrada…, to-mo Vi, librería católica de los editores pons y cª, Barcelona 18�5, 3�3: (…) debemos declarar que lo que se llama caridad filosófica, caridad de ostentación, caridad de moda, es una caridad sin resultados. (…). He aquí por qué todas sus tentativas han sido vanas.

5� concepción arenal de garcía carrasco, Estado actual de la Beneficencia, la Filantropía y la Caridad. Memoria premiada por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas en el concurso de 1860, escrita por la Señora Doña -., imprenta del colegio de sordomudos y de ciegos, madrid 18�1, 3�-�0: ¿Cuál es este estado? Alguna vez hemos leído, y hemos oído muchas, que es bastante satisfactorio, pero no lo hemos visto nunca. Salvo escepciones harto raras, debidas a individuales esfuerzos, el estado de nuestra Beneficencia es deplorable: la palabra parece dura, pero tiene una triste exactitud. Los medios de la sociedad antigua no existen, los de la nueva no están organizados, y la humanidad doliente y desva-

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en cuanto a la llamada “cuestión social” poco se ha deparado, para mejor definir y ampliar su comprensión, en recurrir a la voz informativa y documental que el sermón nos ofrece en su contem-poraneidad con el surgimiento de la primera revolución industrial. en efecto, como podemos comprobar, las noticias que de dicho proceso nos va presentando el sermón, nos ayudan a configurar una imagen más amplia y correcta del paso del antiguo sistema de producción artesanal a la producción industrial. después, en cuan-to al llamado problema de la “nivelación” se refiere, y si al sermón de la primera mitad del siglo nos atenemos, no cabe duda que éste ciertamente se caracteriza por una llamada a la resignación y a la inalterable modificación del status establecido5�. sin embargo, ya

lida sufre cruelmente de este fatal interregno. El enfermo pobre halla un mal hospital o no halla ninguno. En muchas capitales de provincia hay con nombre de hospital una enfermería con un corto número de camas, y no son admitidos en ella más que los enfermos de la ciudad. Diseminados por los campos o las pequeñas poblaciones los enfermos pobres sufren y mueren faltos de todo auxilio y en el abandono más cruel. La débil voz de su agonía no halla eco en ninguna parte. Sin llegar este caso extremo, el enfermo pobre arrastra su mísera existencia y muchas veces para proveer a ella, se ocupa en trabajos que agravan su estado. Digamos la verdad, la triste verdad, la gran mayoría de los enfermos pobres, sufre y muere sin recibir de la Beneficencia auxilio eficaz, en la mayor parte de los casos sin recibir auxilio alguno.

5� Francisco armañá, “domingo cuarto de cuaresma, sermón iii. predicado en la santa iglesia metropolitana de tarragona en ocasión de muy grande carestía”, en, Sermones de Ilustrísimo Señor Dr. Fr.-., Obispo que fue de Lugo, actual obispo de Tarragona, tomo i y ii, imprenta de d. Fermín Villalpando, madrid 1818, ��5-��� y �50: Á los pobres, que á imitación de aquel piadoso pueblo sufran con santa resignación su miseria, confiando en la divina bondad, que no les negará el consuelo en tiempo oportuno: á los ricos, que sin esperar los clamores de los miserables, luego que conozcan su necesidad, abran las entrañas, los trojes y los cofres, para socorrerla con generosa liberalidad á imita-ción de Cristo señor nuestro. (…). El Supremo Criador, dueño absoluto de todo el mundo, lo gobierna como un sabio padre de familias, que á cada mueble de su casa, y á cada uno de sus domésticos, da el puesto que conviene al orden establecido por sus concertados designios. No pone á todos en un mismo lugar, ni les señala un mismo destino: esto no sería observar el orden, sino confundirlo: no produciría el deseado bien de su casa, sino su trastorno y su ruina. (…). Con este orden, tan sabio como suave, ha distribuido Dios las varias clases de los hombres, dando á cada uno aquella suerte y aquel destino que más conduce al fin general de la humana sociedad. A unos los ha puesto en lugar elevado; á otros en lugar inferior ó ínfimo: á unos les ha hecho ricos para socorrer la miseria de los pobres; á otros los ha hecho pobres para solicitar el socorro de los ricos: en aquellos ha querido ejercitar la liberalidad, la caridad; en estos la paciencia, la santa resignación; y en todos un profundo rendimiento á las

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en la segunda mitad del siglo, verificados los estragos del primer capitalismo, comprobamos cómo se alza la voz crítica de muchos predicadores por la inadmisible explotación a que comienza a estar sometido el nuevo trabajador fabril y urbano58. las descripciones y noticias de las inhumanas e insalubres condiciones del obrero en la

soberanas disposiciones de su voluntad santísima. (…). No debe pensar el pobre que Dios le aborrece, ni que le estima menos, porque le ha colocado en un estado desgraciado á los ojos del mundo. (…). Tan lejos están los pobres de poderse quejar con razón en este punto, que antes tienen justo motivo de alabar a Dios y darle gracias por haberles puesto en un estado el más precioso á sus divinos ojos; porque ¿quién podrá dudar que la pobreza merece al Señor particular estimación? (…). Los pobres, pues, que pueden gloriarse de ser pobres de Cristo, y como tales amigos suyos, son aquellos que sufren con tanta paciencia su miseria, puesta toda su confianza en la divina misericordia, y su corazón en los bienes verdaderos; que buscan en cuanto pueden el necesario socorro con su trabajo, y cuando no pueden lo piden con cristiana humildad; que no envidian los bienes caducos de los ricos, ni anhelan por ellos con mucho afecto. (…).

58 en san antonio maría claret, “los viajeros del ferrocarril”, en Opúsculos, Barcelona 198�, 355 y 3�9, encontramos una de las denuncias más duras y directas en contra de los empresarios y dueños de los nacientes grupos fabriles de la cata-luña textil de su tiempo; aquí, aguda y no menos irónica descripción del santo que, poniendo primeramente voz a un imaginario e insensible patrón, nos desvela la inadmisible explotación a que sin ningún miramiento por parte de éste somete al obrero: “En mis talleres tengo yo dos especies de máquinas, unas animadas, otras inanima-das. Estas últimas son de hierro, las primeras de carne y hueso. Estas mismas me sirven de motor para aquellas, y yo saco mi provecho de todas. Unas y otras no paran nunca, ni aun en los días que llaman festivos, sin que yo tenga que hacer recomponer más que las de hierro, cuando se deterioran, pues las otras, a medida que se descomponen las voy echando a la calle para que se recompongan ellas mismas” (…). Imposible parece que el hombre se deje explotar tan bárbaramente por el hombre (…). Todo son máquinas en este siglo de ellas. Para nada se toma en cuenta si el obrero tiene alma o no; si exige o no miramientos la delicadeza de su complexión o la de sus sentimientos. La cuestión está exclusivamente reducida a saber qué utilidad positiva puede sacarse de sus fuerzas (…).

constatada esta lacerante realidad del “maquinismo” por parte del santo, no termina aquí su crítica, porque también arremete contra las inaceptables condicio-nes a que se haya sometido el obrero en la fábrica; y una de ellas, será, la inconcebi-ble e inhumana insalubridad de éste en el trabajo: (…) La aglomeración de tanta gente en un mismo taller, cuyas puertas y ventanas están cerradas, el sutil polvo que inevitable-mente levantan con su incesante movimiento, las miasmas que se desprenden de las materias laborales y el humo que despiden las candilejas, ya sean de gas, ya de aceite, todo esto llena de tal modo el ambiente de partículas deletéreas que introduciéndose éstas en los órganos pulmonares de los trabajadores, causan a veces entre ellos no pocos estragos.

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fábrica se anticipan, aquí, en el sermón, a las posteriores proclamas redentoras de los movimientos proletarios que ya empezaban a oírse y publicarse desde periódicos, panfletos y gacetillas59.

“educación y lectura” son graves asuntos que no son dejados de la mano del celoso orador en toda la predicación que llena el siglo XiX. sobre el apartado educativo y de modo insistente, es-cuchamos desde el sermón la tensión entre el sistema educativo público y la todavía pujante enseñanza a cargo de la institución eclesial. y de manera sorprendente constatamos en el debate man-tenido entre la iglesia del XiX y el estado la extensión y similitud de gran parte de su dialéctica argumental con el debate educativo de nuestra situación actual en el siglo XXi�0. dejando a un lado el peliagudo asunto de la educación, aludamos ya a la lectura. y digamos que una de las conclusiones más evidentes que podemos

59 d. luis calpena y Ávila, “sermón de la cuarta dominica de cuaresma”, en Jesucristo Rey. Homilías y sermones del Doctor D.-., Magistral de la Real Capilla de S.M. y Capellán Mayor de San Francisco el Grande, imprenta de rodríguez san pedro, madrid 1888, 298-303: Bajad á esas galerías subterráneas donde no pueden penetrar los rayos del sol, y ved al minero extrayendo el carbón de piedra que alimenta colosales industrias. Mien-tras los explotadores cuentan, á la luz de espléndidos focos, sus ganancias fabulosas, aquel miserable que vive en perpetuas tinieblas, solo recibe algunos céntimos y un rancho de presi-diarios por jornal. (…). Ved en el fondo de aquel lóbrego taller á un desgraciado encadenado á una máquina. Aunque es hombre, dotado de razón y de libertad, su trabajo mecánico siempre igual, siempre inalterable, ha llegado á embrutecer las facultades de su espíritu: y no es más ya que un diente de la rueda motriz, un engranaje apenas perceptible en la complicación de aquel gigante mecanismo. Cuando para la máquina, el infeliz suspira, cesa su trabajo y sale del taller como frío en el alma. Desconocido entre millares de seres tan desgraciados como él, ni el capitalista sabe su nombre, ni le ama nadie, ni nadie le instruye, ni nadie le protege. Si enferma, otro ocupa su lugar; se le rechaza, se le despide; y condenado á la más espantosa miseria, ¿quién extrañará que abrigue en su corazón proyectos de venganza, soñando con aquellos esclavos, que á la voz de Espartaco, convirtieron sus cadenas en espadas, contra la tiranía de Roma? (…). Al fin, los esclavos antiguos tenían asegurado, en el servicio de sus señores, el pan de su mísera existencia; pero, acumuladas y encerradas hoy en el seno de la ambición, las riquezas del mundo, ¿unde ememus panes ut manducanthi? ¿de dónde hemos de sacar el alimento de esos millares de operarios despedidos de las fábricas, de esas muchedumbres hambrientas, que salen todos los días en busca de trabajo, ofreciéndose á la venta como una mercancía, sufriendo los horrores de la oferta y de la demanda? …

�0 cf. José ramos domingo, Crónica e información en el sermonario español del siglo XIX, ed. publicaciones universidad pontificia, salamanca 2008, pp. 2�0-280.

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afirmar es que los actuales especialistas y estudiosos de la “historia de la lectura en españa” se han olvidado, lamentablemente, de re-currir para sus investigaciones a una de sus fuentes más originales y sugerentes: el sermón. aún más, digamos que está por hacer la “historia del sermón y la lectura”. en efecto, raro es el sermonario del siglo XiX que no nos de fe y noticia de este “singular fenómeno y acontecimiento” que ya, a principios de siglo, coge al sermón desprevenido. contra toda esta literatura, mucha de ella “cenagosa y corrompida”, tomará prevención el sermón; pero eso sí, por enci-ma de todo donde más cuidado pondrá será en la suma vigilancia ante la constatada e inaudita introducción y venta de Biblias pro-testantes por gran parte del territorio de maría santísima. y aquí, en dicha tierra encomendada a tan santa señora, vecinos hubo de pueblos castellanos, tales como los peñarandinos de Bracamonte, que no tuvieron ningún temor de dios ni tampoco reparo en intro-ducir en sus católicas casas el virus del germen luterano�1.

hasta este instante, y a propósito de la crónica social, valga esta breve recensión sobre algunos de los asuntos que nos acaba de ha-blar el sermón. pero para terminar y completar dicha crónica, con la benevolencia de escuchantes y lectores, extendámonos un poco más sobre dos temas que en esta lección encomendada se me an-tojan atractivos y, por ende, no menos significativos y sugerentes. nos referimos primeramente al mundo del teatro y, seguidamente, a la “condición femenina”. escuchemos, pues, cómo nos habla el sermón de ambos.

y de entrada, digamos del primero, el teatro, que a lo largo de todo el siglo XiX nunca terminó por alcanzar la paz y el hermana-miento con el sermón. ciertamente, la riña y falta de consenso ya

�1 para comprender la reacción que manifestará el sermón a raíz de la libertad de cultos y, por ende, la venta de Biblias protestantes en españa, nada como recorrer junto a george Borrow, La Biblia en España, tomo i, altaya, Barcelona 199�, 23�-235, y su encomiable empeño en acercar a las clases populares castellanas la difusión del nuevo testamento: Cruzadas las montañas, el camino de Salamanca corre casi siempre por llanuras arenosas y áridas, con pequeños y claros pinares esparcidos aquí y allá. Ningún suceso digno de mención me ocurrió en el viaje. Vendimos algunos testamentos a nuestro paso por los pueblos, especialmente en Peñaranda.

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venía de atrás. traigamos como ejemplo, feneciendo el siglo XViii, la severidad hacia semejante concurso de gentes por parte del fa-moso misionero capuchino Fray diego José de cádiz, cuando pre-dicando en antequera, arremetió de tal modo contra las comedias que su auditorio, al final del sermón, insuflado por su vehemencia oratoria, terminó por destruir el teatro local�2.

dicha aversión y beligerancia hacia teatros y comediantes, volveremos a encontrarla nada más apuntar el siglo XiX en cró-nica singular de Blanco White, quien, a propósito de la epidemia de cólera que acababa de asolar sevilla en 1801, recoge la pública opinión mantenida entre el pueblo de que la peste que azotó a sus habitantes no fue más que una venganza del cielo por las repre-sentaciones teatrales; asunto, éste, que tanto por el clamor de los predicadores como por parte de la misma autoridad civil llegaron a determinar finalmente el cierre del teatro de la ciudad y la suspen-sión de contratos a toda compañía de comediantes�3.

Queda pues evidente, que a principios de siglo, en muchas ciudades de españa, comedias y comediantes ni estaban bien vis-tas ni eran bien recibidos. toda esta prohibición y repulsa llevaba consigo a que muchas compañías de teatro tuvieran que ejercer su maldecido oficio�� fuera de los grandes ámbitos urbanos, buscán-dose el sustento al amparo de lugares y villas. de su vida en casi total trashumancia, entre carretas y caminos polvorientos, nos da fe

�2 cf. Fray serafín de ardales, El misionero capuchino: Compendio Histórico de la vida del M. R. P. Fr. Diego José de Cádiz, cádiz 1811, 3�.

�3 José maría Blanco White, op. cit., “carta sexta”: Las representaciones teatrales, que fueron suspendidas en cuanto apareció la epidemia más por el clamor de los predicadores que por el temor de los sevillanos, no se recuperarán en años. La antigua opinión, sostenida por un número de gente relativamente pequeño, de que la apertura del teatro de Sevilla nunca dejó de atraer la venganza del cielo sobre la ciudad, unas veces sobre sus principales defensores, otras sobre todo el pueblo, se ha esparcido extraordinariamente bajo la influencia de la pasada calamidad, y el mismo Gobierno, aun arbitrario y despótico como es entre noso-tros, se tomaría mucho tiempo antes de atreverse a implicar a esta religiosísima ciudad en el imperdonable pecado de permitir dentro de sus muros una compañía de comediantes.

�� cf. Vicente hernández garcía, Asistencia a los espectáculos en la Doctrina Pa-trística, Kadmos, salamanca 199�.

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la crónica que recoge en su libro george Borrow, describiéndonos los lugares de la representación, títulos de las obras y escasez y pobreza de actores y decorados�5.

y si Borrow nos describe y hace recensión de la puesta en esce-na de estas obras teatrales representadas por cómicos ambulantes en pobres corrales de vacas, Fray miguel de santander, ilustre predicador capuchino, nos la hará de los grandes teatros del medio urbano��. en efecto, no creemos haber leído nunca del evento que tratamos, mejor crónica ni recuento de todo el ambiente que rodea-ba a una obra teatral de principios de siglo. y aquí, el ilustrado ora-dor capuchino, al margen de improperios y valoraciones morales con los que anatematiza y previene, bien por sus “representantes” como de la gente “libertina” que a ella asiste, nos lega y registra una de las crónicas más completas e interesantes que han sabido resumir y contar en innumerable minuciosidad de detalles todo el

�5 george Borrow, op. cit., 1�2: A esta verdadera sala comunal nos llevó el sonido del tambor y pronto supimos por unos desocupados que vagabundeaban por allí que una compa-ñía de cómicos de la legua iba en breve a empezar su representación. Ésta fue una agradable noticia para nosotros, que no queríamos acostarnos temprano, persuadidos de no poder dormir, y temíamos la noche que se acercaba. Nos dijeron que la representación iba a tener lugar en un corral donde había una vaqueriza abierta por su parte delantera, que permitía un buen acomodado para el escenario y el tocador de los actores. Pagamos cada uno algo más de un penique y tomamos asiento bajo un cielo espléndidamente estrellado, bien embozados en nuestras capas y sin hacer caso del peligro que corríamos en un teatro tan ventilado. La orquesta estaba formada por un estridente violín, un violonchelo gruñón y una trompa en-sordecedora. Cuatro colchas cosidas hacían de telón y los decorados eran varias cortinas rojas pendientes de unos listones y que, como estaban sueltas, las movía el aire, dejando al descu-bierto los secretos del tocador donde los actores, sin personal bastante para todos los papeles, tenían que multiplicarse con la ayuda del sastre. La obra era el diablo predicador, una de las muchas composiciones dramáticas publicadas anónimamente en el último período de la dinastía austriaca (…). Esta curiosa obra se representa al menos una vez al año en todos los teatros de España, en cuya ocasión los frailes franciscanos se dispensan de cumplir la regla que prohíbe la exhibición de hábitos religiosos en la escena y suelen prestar a los cómicos los vestidos necesarios: tan favorable es la impresión que deja la comedia a favor de la Orden.

�� cf. Fr. miguel de santander, “sermón i contra las comedias”, en Doctrinas y Sermones para Misión. Por el Padre Fray -., del órden de capuchinos de la provincia de Castilla, misionero apostólico, examinador sinodal del arzobispado de Toledo, calificador del Santo Oficio, y electo obispo auxiliar de Zaragoza, tomo V, imprenta de la administra-ción del real arbitrio de Beneficencia, madrid 1803.

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abigarrado cuadro colorista y humano de la concurrencia teatral a principios del siglo XiX.

con singular gracejo y no menos descargo exculpatorio por lo que nos va a contar, Fray miguel, primeramente, nos alude al ca-rácter de las gentes que han tomado hábito de concurrir al teatro, la aviesa intención con la que asisten y el desnortado fin que se da en semejante encuentro. habiéndolo aclarado, nuestro predicador, nos invita a adentrarnos con él en el teatro para, al igual que espec-tadores, rastrear y mirar lo que allí pasa, deteniendo y observando con nuestra mirada todas las torpes licencias que en semejante lu-gar se encuentran y se permiten; libertades que en otro sitio serían calificadas como crímenes horrendos��.

detallada la crónica que compone el concurso, el modo con que se asiste y el fin que la lleva, pasa Fray miguel a ocuparse de los ac-tores y comediantes que representan las obras; cómicos y cómicas que para nuestro predicador: (…) andan discurriendo en cuadrillas por todo el reyno: de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, sin domicilio fixo, hasta que las más sobresalientes logran en la corte. Son unas gentes que unas noches se hospedan en un mesón y otras en una venta, donde por la estrechez é incomodidad del sitio, no siempre, aunque lo quisieran, les es posible el recato y la modestia, para pasar la noche con la decente separación de hombres y mugeres. Son unas gentes que ántes de llegar á los pueblos ya preguntan los libertinos si las cómicas son de buen parecer:

�� Id., 3��: En este concurso se notan mal disimuladas las miradas que se atraviesan de unas partes á otras: del patio á los aposentos, y de los aposentos ó quartos al patio: de las tablas á las gradas, y de estas á las tablas. Aquí entre los cortejos andan las sonrisas, las señas y contraseñas: aquí los besamanos con que ellos y ellas se saludan, se corresponden, se favo-recen: se dan por entendidos, se abrasan el corazón y se encienden en el brutal apetito. Aquí los ceños fingidos, los despegos disimulados, para castigar tibiezas en la correspondencia, olvidos en el trato, y descuidos en el afecto. Aquí aquella solterita, hija de familias, que por la vigilancia y cuidado de sus padres no halló modo de verse con el que la enamora, aquí logra oportunidades a su antojo; porque habiéndole pasado aviso á su Adonis por medio de una perversa Afrodisia, concurren de acuerdo al teatro, y puestos los dos amantes en proporcio-nada distancia, no hay mirada que no sea un incendio, no hay ademán mientras perseveran en el espectáculo que no sea un Vesubio. Aquí la casada, aquí la viuda con su cortejo al lado, motivan murmuraciones y escándalos; ó se consumen de envidia viendo tal vez á su cómplice infeliz sacrificando sus afectos á otro objeto.

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si son garvosas y de bella especie; y si se les responde favorablemente, se alegran, se complacen en su interior, y desean la vista de tales mugeres; pero si no corresponde el informe á sus deseos, hacen gestos, se melanco-lizan y entristecen. Son unas gentes que apénas llegan al pueblo, quando franqueando con marcialidad su trato y conversación con la gente joven, alegre y de algún caudal, no hay noche sin bayle, sin bulla, sin estrépito hasta las doce ó la una, quando menos. Son unas gentes cuya ocupación es llenarse el espíritu de un copioso número de poesías amatorias, expresio-nes tiernas, tonadillas picantes, en cuya freqüente repetición se saborean sus almas, sus imaginaciones y entendimientos. (…)�8.

puesta en evidencia la mala vida de estas gentes que no hacen más que corromper la moral y sana costumbre de los pueblos, mo-tivo por los que el derecho canónico y santos concilios prohíben darles comunión mientras no abandonen el oficio, nos describe Fray miguel el no menos peliagudo asunto de los ensayos; previos momentos a la representación de la obra en los que no habita el decoro ni el corporal comedimiento, dando lugar a la promiscui-dad, constatándose en las cómicas poco recato en su vestimenta y estudiándose en el “representado” músicas y ademanes briosos para dar mayor goce y satisfacción al pueblo�9.

y en toda esta inspección y recuento, la crítica de nuestro pre-dicador capuchino no se olvida tampoco de prestar atención sobre el tema y asunto con los que se componen las obras; historias, exentas de toda modestia, que representan al vivo pasiones de cólera,

�8 Id., 351.�9 Id., 353: En estos ensayos se sientan, promiscuamente, se miran, se hablan cara á

cara, sin reparo, sin nota ni miedo; aun cuando para leer los papeles se acerquen tanto que apénas se halla distancia entre los rostros de unos y otras. En estos ensayos, como son de cada día, es preciso que estén las mugeres como de casa y de trapillo; es decir, medio desnu-das. No dejan, sin embargo, de concurrir jóvenes desahogados, caballeros marciales y nada escrupulosos, á cuya vista las cómicas, muchas veces hermosas y agraciadas, y siempre con un cierto descoco y soltura más que regular, ejecutan sus habilidades con todo el estudio y el mayor primor. Para que en el representado, en el canto bayle, saynete, tonadilla se dé más placer al pueblo, fuera de lo que contiene la letra, añaden ellos la mímica, estudiando acciones y ademanes briosos con que acompañar el representado ó el cantado, inventando o puliendo cada uno según la delicadeza del bello gusto.

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ira, fulgor, zelos, y amor profano�0, argumentos todos de sospechas, odios, riñas, muertes, duelos, ilícitos encuentros, desafíos y ven-ganzas que no hacen más que suministrar copiosos materiales para una conmoción y rebelión universal de todas las pasiones y apetitos�1. y todo esto, concluye Fray miguel, sin considerar lo que pasa con ellos y entre ellos por los caminos, y en la estrechez de las posadas, quando pasan de unas ciudades a otras (…), disposición para que descansen separados hombres y mugeres�2.

en anatema y condena a comedias y teatros poco cambiará la crítica a mediados de siglo, pareciéndonos los sermones de este pe-riodo mera extensión de los que acabamos de escuchar por boca del p. santander. hacia 18��, d. pedro Badoire seguirá considerando al teatro como una escuela de vicio y cátedra pública donde se enseñan las máximas más opuestas a la pureza y severidad de la moral evangélica�3.

�0 Id., 35�.�1 Id., 35�: Es ya como ley inviolable que en los más de los asuntos se propongan

lances preámbulos de un casamiento, de un rapto, de un estupro, de un adulterio, de una pretensión injusta, de un comercio ilícito y de un galanteo que no se puede cohonestar. Con esta ocasión no se oye otra cosa sino millares de discursos que no miran á otro blanco que á perder á una muger casada, ó engañar á una doncella, llenándoles la fantasía de muchas lisonjas, adulaciones y fingimientos. Aquí se ven cartas, billetes, señas, recados, dádivas y ofertas. Aquí el determinar tales horas del día ó de la noche para verse y hablarse sin registro: ventanas, puertas, jardines, quintas, florestas, y llaves para facilitar á deshoras las entradas y salidas ocultas, pero acordadas, señaladas y convenidas entre dos amantes. Aquí son los enredos y cautelas para burlarse de un marido que procede de buena fe, ó para deslumbrar la vigilancia cuidadosa de un padre y una madre. (…). Aquí se oyen y admiran lazos, prisiones, cadenas, esposas, pretensiones, halagos, requiebros, suspiros, ansias, deliquios y desmayos. Hombres y mugeres que tiernamente se aman, traidoramente se miran, y dulcemente se recuestan. (…).

�2 Id., “sermón Xi. contra las comedias”, tomo ii, imprenta de don Josef del collado, madrid 1808, 2�5-2��.

�3 d. pedro Badoire, “plática Xc. para el domingo tercero después de pascua. Sobre los espectáculos”, en Sermones Parroquiales para los Domingos y Festividades de cuatro años consecutivos, a que acompañan otras sesenta Dogmáticas, Históricas y Morales sobre el santo sacrificio de la Misa, predicadas por el Dr. -., tomo i, imprenta de d. José Félix palacios, madrid 18��, 202-203: ¿Qué se representa en el teatro? Las pasiones más criminales, la ambición, la ira, la venganza y casi siempre el amor profano e impúdico. ¿Quién las representa? Hombres declarados infames por las leyes, con los cuales no empa-

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por el mismo camino de severidad crítica andará el sermón de los años ochenta. para el predicador de estos tiempos, todavía teatros y comediantes siguen sin entrar por la recomendada vía de la decencia y el arrepentimiento, ya que: Allí se sigue aprendiendo a engañar a un padre sabiamente económico, a sorprender la vigilancia de una madre cuidadosa, a tramar enredos con los criados, a hacerles confi-dentes para el logro de malos deseos, y para entregarse a las más torpes pasiones. Allí se aprende a procurarse entrevistas secretas con un amante apasionado, a hacer llegar a sus manos cartas y billetes, a encontrar dinero a crédito y usureros complacientes y cómodos; allí, en suma, se aprende a mirar el crimen como una galantería, la mentira como una habilidad, el lujo como una decencia, y la obediencia a los padres como una tiranía��.

cerrando el siglo, ya, sin embargo, constatamos cómo empieza a disminuir en la temática del púlpito la crítica a comedias y come-diantes�5, trasladándose la censura a circulares, cartas y exhorta-

rentaríais por no deshonraros, de cuya amistad y compañía os abochornaríais, y que con sus adornos, palabras, ademanes y acciones no inspiran más que la impureza como dice San Juan Crisóstomo, ni forman más que fornicarios y adúlteros. ¿Y cómo representan las pasiones? Del modo más seductivo: despojadas de su aspecto horrible y repugnante se cubren con una máscara tal que causan los aplausos de los espectadores en vez de causarles desvío y aversión: la impureza aparece sin vergüenza ni infamia, porque está mas disfrazada y sutilizada: la pasión que si se representase al natural sólo infundiría horror, se hace amable por el modo jovial y las frases ingeniosas con que se expresa. ¿Puede haber una tentación más vehemente y seductiva? Es verdad que en nuestro siglo el lenguaje es más culto, estudiado y castigado que nunca; pero vosotros sabéis si mancilla menos el alma y corrompe menos el corazón, y si no valdría tal vez más oír los adulterios, abominaciones y demasías de un libertino expre-sadas abiertamente y sin reservas: ofenderían los oídos y ofendiéndolos no causarían tanta impresión. (...).

�� ramón Buldú, Tesoro de Oratoria Sagrada, o sea, biblioteca selecta de Predicado-res; colección escogida de Sermones, Pláticas y otros Discursos sagrados, sacados de los más sobresalientes autores nacionales y extrangeros, en especial modernos; considerablemente ampliada con gran copia de trabajos originales, Sermones, Planes de sermón, Divisiones, Pasages, Figuras de la Sagrada Escritura y Sentencias de los Santos Padres. �ª Edición corregida, ordenada y completada por una sociedad de Eclesiásticos, bajo la dirección del R. P. -., Lector franciscano, tomo V, librería católica de los editores pons y cª, Barcelona 18�5, 351.

�5 semejante afirmación la hacemos solamente desde la existencia que encon-tramos de dicha temática en el fondo documental que en este estudio presentamos; constatando durante todo este periodo de los años noventa, si no una ausencia de

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ciones pastorales. desde este formato se seguirá criticando teatros y obras que más atentan contra el buen orden de las costumbres y moral cristianas. del aviso y prevención contra la asistencia a algunas de estas representaciones, famosa fue la circular del obispo de plasencia d. pedro casas y souto sobre el drama titulado Juan José, reprobando su representación y advirtiendo a sus diocesanos del inminente peligro que corrían sus almas por su temeraria asis-tencia��.

en mayo de 189� llega a madrid albert promio, operador de la casa lumière, para presentar un inaudito y nunca visto “arte-facto” llamado “cinematógrafo”, que proyectaba sobre una tela o pared blanca un sinfín de sorprendentes imágenes en movimiento. pocos podían augurar por estas fechas que aquellas “fotografías animadas”, años más tarde, se convertirían en un gran espectáculo de convocatoria de masas. tanto al teatro como al sermón, quizá sin ellos saberlo todavía, acababa de presentárseles su gran com-petidor.

Bajando el telón de la comedia, entremos ahora en lo que ante-riormente hemos denominado la “condición femenina” y digamos de entrada que si nos atenemos a la concepción general de princi-pios de siglo, ninguna cosa establecía más sólidamente la concordia y la paz en la sociedad estamental que aquel bello orden donde

interés por ocuparse del teatro, sí, la escasez de sermones en la fuente principal que manejamos.

�� “circular prohibiendo el drama titulado Juan José”, plasencia, 20 de mayo de 189�, en Cartas Pastorales y otras Exhortaciones del Excmo. e Ilmo. Señor Doctor Don Pedro Casas y Souto. Obispo de Plasencia (�� años de Episcopado: 6 de Febrero de 1876 a 6 de Febrero de 1898), imprenta de san Francisco de sales, madrid 1898, ���: Hemos sa-bido con profunda pena que en varias poblaciones, aun de vecindario poco numeroso, de esta Diócesis se ha representado, y en otras probablemente se representará el drama intitulado Juan José que ha merecido la reprobación de varios prelados de España por impío é inmoral, y cuya representación no podrá menos de exponer á inminente peligro las almas de los fieles que á él asistan. Cumpliendo, pues, con el deber de Nuestro pastoral ministerio, venimos en condenar y reprobar el mencionado drama y prohibimos asistir y cooperar á su represen-tación á Nuestros amados diocesanos, encargando muy especialmente á los señores curas párrocos y encargados de parroquias lo den á conocer á los fieles, cuando actores ambulantes se presenten en los pueblos con objeto de poner en escena ese engendro de iniquidad.

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según la hermenéutica, y a raíz del magisterio bíblico, la estructuró, dividió y colocó el señor: Las mujeres estén sujetas a sus maridos como al Señor; pues el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia y salvador de su cuerpo. Y como la Iglesia está sujeta a Cristo, así las mujeres deben estarlo a sus maridos��. nada era por tanto más atrevido, tanto para turbar la paz como para desterrar la felicidad de la jerarquía constituida, que los individuos de la sociedad, ade-más de cuestionar el magisterio paulino, se apartaran del orden establecido y se atrevieran a salir de su natural estado de depen-dencia y subordinación. todo esto infería que entre las obligaciones comunes entre el hombre y la mujer, no sólo la costumbre de los siglos aprobaba, sino que la misma razón dictaba, se dividiera y compartiera el cuidado de la familia, de manera que el marido, ca-beza de la mujer, tuviera el cuidado y manejo de las cosas exteriores, y la mujer el de las interiores de su casa. dilucidado, pues, el orden y aclarada la jerarquía, el sermón de principios de siglo establecía por imperativo bíblico y sin discusión alguna las debidas compe-tencias e inalterables obligaciones de la mujer�8.

�� efesios 5, 21-25.�8 Fray miguel de santander, “de las obligaciones de las mugeres para con

sus maridos”, en Doctrinas y Sermones para Misión. Por el Padre Fray .-, del órden de Capuchinos de la Provincia de Castilla, Misionero Apostólico, Examinador Sinodal del Arzobispado de Toledo, Calificador del Santo Oficio, y Obispo Auxiliar de Zaragoza, tomo i, imprenta de don Josef del collado, madrid 1808, 153, 159, 1�2: En esta división de cuidados la parte más grande recae sobre la muger, porque ella es principalmente la que debe atender a que todos los domésticos cumplan con su obligación, que los hijos sean educados en la piedad y santo temor de Dios, y que todas las demás cosas de comidas, vestidos, mue-bles o ajuares estén como corresponde. A ella pues le incumbe todo esto, pero siempre con la incumbencia a la inspección general del marido. Dos cosas debe observar la muger para cumplir con esta grande obligación. La primera asistir en su casa con la mayor freqüencia: la segunda vivir en ella con la mayor vigilancia. (...). Pecan contra esta obligación las mugeres ociosas que sin grande necesidad abandonan sus casas por andarse en romerías, en fiestas de novillos, en toros ó teatros; como si no tuvieran hijos que criar, criadas que instruir, ropas que coser, comidas que guisar, y demás labores domésticas á que atender. Faltan también a esta obligación aquellas mugeres dexadas, desaseadas y perezosas, que aunque están en su casa, andan sus hijos hechos un andrajo, los vestidos de su marido rotos, los muebles de la casa hechos un asco, y todo acinado y sin concierto, por no aplicarse á coser, hilar, labar, barrer, y todo lo demás que conviene, y debe hacer una muger cuidadosa de su casa. (...). ¿Lo habéis oído? ¿Encontráis en estas palabras que podéis salir de vuestra casa sin verdadera

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entrando en dicho apartado de obligaciones, una de las mayores preocupaciones del sermonario era el dictar normativa en torno a la mujer en su casa y, sobre todo, hacia aquellas que sin razón ni causa justificada daban en ocupar el tiempo en otros menesteres ajenos a su condición y estado. se señalaba, aquí, entonces, en larga letanía de reproches, a la mujer, que a base de tantas “entradas y salidas”, terminaba por causar nota en el pueblo, dando motivo a la murmu-ración, y perdiendo con ello la estimación y el buen nombre.

ni que decir tiene que el pecado horrendo de la mujer se cir-cunscribía esencialmente a la pérdida de la honra de los de su casa, especialmente del marido, lacerado en su dignidad por el imborra-ble y torpe acto de la infidelidad de su esposa. había, pues, toda una prevención social ante los posibles desmanes y turbias amistades de la mujer fuera y dentro de su casa, y no solamente por parte del sermón, sino que, también, de ello se ocupaba la literatura y trata-dos de la época�9. para evitar semejantes males el sermón, entonces,

necesidad? Mirad como dixe bien poco ha, que vuestra primera obligación era asistir en casa con freqüencia; pero también añadí que debíais vivir en ella con la mayor vigilancia. Porque ciertamente la muger no debe estar en casa como un cuerpo muerto, ó un mueble inútil, sino que debe atender a que los hijos, las criadas, los criados, la comida de todos, el vestido de todos, la habitación de todos esté como corresponde: debe en suma atender á todo, para que en todo resplandezca el buen orden, que es el mejor adorno de las casas. (...).

�9 en efecto, d. Joaquín castillo, en su Atalaya observatoria de ambos sexos, o sean Medios y Ardides de que se valen para triunfar uno de otro, por las señales que indican la inclinación del amor, arreglada a máximas morales acerca del amor, del matrimonio y de la sociedad, imprenta de indar, Barcelona 1833, 1�1-1�3, nos hace el retrato de la casada infiel, semblanza de mujer urbana ante la que el marido nunca ha de bajar la guar-dia, debiendo siempre estar bien atento, ya que: Todos los resortes imaginables toca la mujer para ser infiel a su esposo, y aun hay ocasiones en que cifra su gloria en engañarle ante su propia vista, y se complace en hacerle el juguete de su intriga. Algunas veces, sin que el crédulo marido perciba la causa, desea retirarse algo más tarde del paseo, se sienta siempre en el mismo paraje, o se pasea por un mismo sitio, esperando que el que ella ama no tardará en llegar a la cita. En el teatro tiende disimuladamente su chal con el fin de que una mano furtiva pueda introducirse y tomar billete que ella le entrega. Hace señas a veces desde el balcón al vecino que atento espía sus miradas: suele entonces suceder que se asoma a horas fijas para inflamar sus deseos y hacerle más audaz. Antes de salir tiene cuidado de mostrarse ya vestida, indicio manifiesto de que se prepare a seguirla. Da vueltas al ridículo, tiende un pañuelo sobre el hierro del balcón, o deja una persiana cerrada o entreabierta, con lo que el amante queda también advertido. ¡Cuántas veces sucede que el templo, asilo de la virtud,

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decide hacer la semblanza de la mujer ideal, señalando como armas y escudos de su virtud, el decoro y la modestia, adornos ambos que junto al recato en su mirada la alejarían de ese otro tipo de mujer liviana y desenvuelta80. pero la condición de mujer y madre, mucho más que la del hombre, quedaba aureolada con su inclinación y predisposición religiosa. en este sentido era mal visto que la mujer, esposa y madre de sus hijos, no ejercitara sus obligaciones devotas, llegando a ser un monstruo si no fuese profun-damente religiosa81.

suele ser testigo de las intrigas de una mujer inconstante! Mas ¿qué hay que estrañar de la que no se respeta a sí misma? Hasta el mismo lecho nupcial es muchas veces teatro de sus torpezas. Si el facultativo la receta baños, se aprovecha de la ocasión para ir a buscar a su amante: madruga mucho para escribirle, o lo verifica interin el descuidado marido descansa tranquilo. Sigue con su amante una fina correspondencia bajo nombres supuestos, y le hace tomar sus cartas sin señas para que el secreto no se descubra.

80 d. Juan gonzález, “sobre la modestia”, en Sermones Doctrinales, Morales, Dogmáticos, Panegíricos y Apologéticos o de Controversia católica y social, tomo i, 213: Como no hay nada que pueda compararse con la gracia que rodea la modestia a la mujer, así no hay cosa más repugnante y abominable que una mujer desenvuelta. En la arrogancia de sus ojos lleva la lujuria de sus pasiones; en la libertad de sus palabras, la corrupción de su corazón; y en sus movimientos inmodestos, el desenfreno de su concupiscencia. Aún los hombres viciosos miran con horror a la mujer altanera: el mundo la odia, y la sociedad parece la arroja de su seno (…). La rosa no tiene más defensa que las espinas de su tallo. Así la mujer no tiene muralla más invencible que su propia modestia.

81 d. Juan gonzález, “sermón sobre las tres coronas de la mujer católica. pre-dicado en la novena de nuestra señora de las angustias de Valladolid, 18��”, en Sermones Doctrinales, Morales, Dogmáticos, Panegíricos…, tomo Xi, 5�5.

así lo especificaba no solamente el sermón, sino también, el famoso manual de “urbanidad y buen tono” de mariano de rementería, El hombre fino al gusto del día. Manual completo de Urbanidad, cortesía y buen tono, con las reglas, aplicaciones y ejemplos del Arte de presentarse y conducirse en toda clase de reuniones, visitas, etc.; en el que se enseña la etiqueta y ceremonial que la sensatez y la costumbre han establecido; con la guía del tocador y un tratado del Arte cisoria. Aumentada con las reglas de Educación y decoro para las señoras, imprenta del colegio de sordo-mudos, madrid 183�, 10�-10�: Los deberes de religión aun considerados como puramente sociales, son de mayor trascendencia para la felicidad individual de la mujer que para la del hombre. Un hombre que bajo el pretexto de despreocupación se permite invectivas contra la religión es ya mirado en el día como un charlatán haciéndole mucho favor (…); pero una mujer que se vanagloria de sentimientos irreligiosos pasará por un monstruo que ahuyentará de sí a todos los hombres. El más liber-tino, el más prendado de sus demás cualidades temblará de pensar que las pasiones de aquella

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en el polo opuesto a la mujer religiosa estaba ese otro tipo de mujer que había comenzado a adquirir el incomprensible hábito de la lectura; no es de extrañar, por tanto, que ante este tipo de mujer el sermón alce la voz y exprese su condena82. de entre los ti-pos de lectura a condenar por parte del sermón, dos serán los que más expresen su repulsa: el “folletín” por entregas y la novela. del primero, el sermón, previene a la mujer y doncella por su li-teratura audaz y febril, ya que concita las pasiones, degradando a la mujer hasta el punto de causarla ruinas lamentables. aparición y crónica de esta literatura por entregas que va acompañada mu-chas veces de atrevidas e impudorosas estampas, y que ha pene-trado en el santo lugar doméstico causando lamentables efectos, nos es descrita en pasajes memorables por el obispo predicador d. antolín monescillo83. en cuanto a la lectura de la novela se refiere,

joven no tienen otro freno que el frágil decoro humano, y no contará con la fidelidad de quien ha roto el pacto con la divinidad. La ternura, la piedad, los sentimientos religiosos son la herencia peculiar del sexo hermoso: el realce mayor de sus gracias, a que no puede resistirse el corazón más depravado. Mujer, llora y vencerás, dijo un poeta dramático nuestro: sentencia que puede ser aún mucho más verdadera, diciendo: cree, mujer, y prenderás.

82 d. ramón Buldú, “sobre los libros”, en Tesoro de la Oratoria Sagrada…, op. cit., tomo Viii, 108-110: La pasión de leer ha degenerado hoy en una especie de furor; hasta las mujeres quieren distinguirse en ella, dejándose ver frecuentemente con algún libro en la mano. Al cabo, ellas oyen decir a sus amantes que es necesario instruirse, cultivar el talento y adquirir luces. Está muy bien; pero ¿con qué libros? ¡Ah! la serpiente que quiso erudita a Eva no la quiso instruida sino para su daño y el de sus hijos. Las mujeres de otros tiempos leían menos ciertamente: pero no me podéis negar que con menos lectura fueron muchas más las hijas modestas, las esposas cristianas y las buenas madres de familia. Se leía menos, pero había más religión y más temor de Dios. (...). ¡Cuántas doncellas educadas en el regazo del pudor y de la modestia, llenas del temor santo de Dios, que anunciaban a la sociedad serían con el tiempo esposas fieles, madres cristianas, ejemplares y dechados de virtud; se mudaron de improviso, y no respiran ya otra cosa que delicadeza y sensualidad! Soltaron las riendas de la modestia y pudor, e introdujeron en sus mismas casas el desorden, la desesperación de sus maridos, la disipación de los patrimonios, y la ruina moral de sus hijos. La lectura de un libro fue la causa de una mudanza tan extraña: uno de estos libros impíos las sedujo. Comenzaron a leerlo con zozobra, se horrorizaron de las máximas perversas que encontraron, y muchas veces sintieron impulsos de cerrarlo y arrojarlo; mas, como eran allí lisonjeados los sentidos, estos prevalecieron sobre los estímulos de la conciencia. (...).

83 d. antolín monescillo, “sermón Vii. para el domingo de pasión. sobre la lectura de novelas”, en Colección de Sermones-Homilías para todos los Domingos y

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ésta, no menos devastadores efectos producía también en el seno del hogar doméstico. su asidua lectura, en lugar y recinto casi sagrado, podía suponer una amenaza para el marido y padre de familia, excitando las pasiones y exaltando indebidamente la ima-ginación. Fijándose en esta mujer lectora de novelas, el sermón, además de reprocharla el abandono de sus debidas devociones y, de lo que es mucho peor, el obligado precepto divino de la misa, nos presenta, a veces, como nefasto ejemplo, el cuadro de una “señorita” en la que sus manos han dejado de retener libro de ora-ción o lectura de santoral, ocupando ya su atención el argumento de una desdichada novela8�.

pero si el sermón tuvo sus reparos y anatemas contra la mujer lectora, mayores cuidados dispondrá contra el femenino gusto de

Fiestas Principales del año. Escritos por el Excmo. Sr. D. -., Obispo de Jaén, Administrador Apostólico de la Abadía de Alcalá la Real, tomo iii, imprenta de policarpo lópez, ma-drid 18��, 291-292: Llega muy de mañana y a la caída de la tarde, con toda la solemnidad que ofrece el timbre nacional, y el sobre para el dueño de la casa; y a veces llega tan sagaz y oportunamente, que antes de ser devorada por la vista impaciente del hombre de negocios que busca la cotización del día, logra despertar inquietudes y peligrosos afectos en el alma de la doncella, y aun de la esposa. Leen como de corrido un trozo de folletín, y tanto han avivado la curiosidad, bien los nombres propios, o los tiernos lamentos, o los sentidos ayes, las interjec-ciones violentas, mil llamadas fuertes y mil pulsaciones dolorosas, que ya no descansa aquel espíritu hasta averiguar quiénes son los personajes, qué fin tiene, cómo se verifica el desen-lace y cómo se resuelve el problema, inmoral de ordinario, y en qué para tanto enredo con tal habilidad preparado. Sabiendo disponer la tentación todo lo que conduce a su objeto, no hay párrafo, ni aparte, cláusula ni periodo que no escite el interés de la vanidad, del agrado, de las aventuras o del peligro, en forma las más veces de compasión y de generosidad. Tiene su asunto propio, su medida, su redondez y sonoridad, su verdadera música, encanto que adormece el juicio y trastorna la razón, viniendo luego y en auxilio de la entrega, la estampa que corrompe el corazón deslumbrando la vista, mostrando actitudes y gestos que estremecen al pudor e infiltran la fetidez de sus lineamientos y contornos en ojos, oídos y tacto. (...).

8� Juan planas, “retraimiento de los actos públicos de religión”, en Jesucristo Predicado …, tomo ii, imprenta y librería religiosa y científica, Barcelona 18��, 1�5: Mientras en los días festivos se están celebrando las misas, observáis a una señorita que está toda absorta en la lectura de un libro que la conmueve hasta el punto de hacerle derramar lágrimas (…). No distraer a ese angelito que indudablemente estará leyendo algún paso de la pasión de Jesucristo, o la vida de su santísima madre, o la historia de un personaje muy santo. ¿Os lo figuráis así? Pues os engañáis: llegáosle, ved que libro es ese que le causa tanta emoción y ternura, y hallaréis que es una desdichada novela que no hace más que pervertirla y enloquecerla. (...).

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la moda. comienza aquí uno de los discursos más sugerentes de todo el sermonario. Vienen a escucharse entonces desde el púlpi-to, en gravedad de sentencias con claro tinte apocalíptico, la estre-chura de trajes en las mujeres, el señalamiento de todos sus miembros, los calzados enlazados y brillantes, la desnudez de sus brazos, pechos y espaldas, los artificios vergonzosos para abultarlos, y las aberturas del vestido deshonestamente colocadas85. para el predicador, todas estas descomposturas han sido preparadas y estudiadas en la iniqui-dad, llegándose al punto de que el vestido, dado a la mujer para la ho-nestidad, es ya más provocativo que la propia desnudez8�. y a todo ello, y para colmo de males, en el triste haber de esta mujer se suma su andar, sus movimientos todos, su gesto, su atolondramiento y ligereza, llegando a ser todo desenfreno, todo descaro, todo escándalo, e incentivo de los vicios8�. constatado semejante incendio que hace arder las santas costumbres dictadas por la santa religión, no le queda más remedio al perplejo predicador que prevenir desde el púlpito a las jóvenes y doncellas que todavía le escuchan, alegando que la mujer que adorna mucho su cuerpo, lleva desnuda el alma88. y aquí, solamente una concesión permite el sermón: a la mujer casada le podrá ser lícito usar de adornos para agradar a su marido y apartarle de la mujer estraña; por lo tanto, a la que a alguna le es permitido puede no serlo a otras que, no teniendo varón, ni queriendo tenerle, ni hallándose en estado de tenerle, sólo se adornan para encender la concupiscencia de los hombres89.

trastorno de los oficios y del buen orden de toda nación o república era el que la mujer no se contentara con la condición sobre la cual no podía elevarse, ni por sus talentos ni por sus

85 anónimo, Proclama espiritual. Discurso muy preciso de leer en las actuales cir-cunstancias. Se da a luz por un sacerdote, que desea con eficacia la salvación de la Patria, imprenta mayor, sevilla 1808, 11.

8� Id., 12.8� Id., 13.88 Id., �2.89 d. Juan gonzález, “sermón sobre la misma epístola”, en Sermones Doctrina-

les, Morales, Dogmáticos, Panegíricos…, tomo i, �9.

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medios. era inadmisible por tanto que la plebeya y mujer de baja condición no vistiera a propósito los aderezos y atavíos femeni-nos que declaraban su estado, atreviéndose a lucir en público un traje más elevado; es decir, se alteraba el orden cuando se desje-rarquizaba por el vestir las clases de los ciudadanos, no pudién-dose distinguir las señoras de las ciudadanas y las ciudadanas de la plebeyas90. a pesar de los avisos del sermón, la igualación y democratización del vestido femenino a mediados de siglo ya era un hecho. mucho tuvieron que ver aquí la importación y lec-tura de las revistas de moda francesas, sobre todo el Journal des Dames et des Modes, el Journal des Demoiselles, la Toilette de Psyché y La Mode Illustrée, dejando trasnochado el tradicional imperio de la basquiña, saya y mantilla, tan proclamados y queridos en el patrón que había marcado a principios de siglo la Colección General de los trajes que en la actualidad se usan en España91. para

90 Fray José de Jesús muñoz capilla, “sermón de la dominica segunda de adviento”, en Sermones de Fray -., Maestro que fué del estinguido órden de San Agustín, Obispo electo de Salamanca y de Gerona. Publícanse bajo los auspicios del Escmo. E Ilmo. Sr. D. Juan José Tonel y Orbs. Obispo de Córdoba y patriarca de las Indias, tomo i, im-prenta de m. ribadeneira y comp., madrid 18��, 112: puede deducirse la regla que debe observar todo cristiano en sus vestidos, que no es otra que la de vestir de un modo decente á su profesión y á su estado, para guardar aquel decoro, aquel orden honesto ó justo, que consiste en la conveniencia de todos los respetos esteriores, bajo los que se considera cada miembro de la sociedad. (…). semejante concepción que escuchamos en el sermón ya había sido tratada y dispuesta en el famoso proyecto del Discurso sobre el luxo de las Señoras, y proyecto de un trage nacional. De orden superior, imprenta real, madrid 1�88, cap. i, 12: Si se da una mirada por todos los diversos órdenes de jerarquías que componen el Estado, empezando desde el infeliz artesano y subiendo hasta el más acomodado del Reyno, se notará una desproporción notable entre lo que sus mujeres visten y lo que debían vestir; y un cierto estudio en usar trajes semejantes a las de los otros que tienen más dinero y más graduación, con el fin de confundirse con ellas, y representar en el mundo mejor papel que el que se les ha dado.

91 Colección General de los trages que en la actualidad se usan en España: princi-piada en el año 1801, en Madrid, librería de castillo, madrid 1801. la colección, que lleva la autoría de sus estampas en el dibujante antonio rodríguez, nos muestra y recoge de manera fidedigna, a través de su galería de “figurines”, la imagen de una españa rural y regional expresivamente caracterizada por la diversidad de trajes y costumbres. y, con los trajes, también la “retórica apostura y compostura” de los personajes de la época, con todos sus rasgos descriptivos y pintorescos, uniendo en su representación detalles paisajísticos y otros elementos de la crónica diaria de

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el sermón, pues, todos estos cambios en el vestir de la mujer no fueron mirados ni con beneplácito ni con agrado. se había im-puesto para él, de la noche a la mañana, el modo de adornarse a lo extranjero, siendo esclavas las mujeres de las llamadas modas del gusto y del estilo. en el sentir del predicador, de golpe y porrazo, se había dejado atrás aquel género de vestidos que en otro tiempo denotaban el recato y la honestidad de las mujeres españolas, trocando su antiguo decoro por la ley de vestirse a la francesa, a la inglesa, a lo oriental, a lo turco, pudiendo, en el decir del predicador, llegar un día también a que se bostece y escupa a la italiana92.

dentro del aspecto de la moda no menos atención presta igualmente el sermón al femenino asunto de la peluquería, mul-tiplicadas y estudiadas manipulaciones a que se sujeta el cabello durante largas horas delante del tocador. saca aquí el orador sagrado botes de esencias y pomadas olorosas, y dirigiéndose a aquellas que se pasan el día con el auxilio de peines y tijeras, pide paz a sus cabellos, ya que según él semejante afán no ha hecho más que transformar de infinitas maneras la disposición natural de la cabellera femenina. y así, confuso y perplejo lo constata des-de el púlpito, diciendo cómo ora los ve recogidos sobre la frente, ora pegados a las sienes, ya lisos, ya rizados, ya lacios y flotantes a merced del viento, ya en fin amontonados sobre la cabeza en forma de elevado promontorio93. en fin, para el predicador, todos estos cuidados de la mujer en el tocador, no son más que ingeniosos artificios para enmendar los defectos y disimular los estragos del tiempo, o lo que es peor, sutilezas y astucias que consigue la mujer, aunque ya

la época, como el típico carro de mulas, los pellejos de vino, la pequeña iglesia, la vivienda, el pozo, las vides, etc.

92 Fr. sebastián sánchez sobrino, “sermón Vi, Vespertino o de misión: sobre los trages profanos y sus consecuencias”, en Sermones Vespertinos o de Misión, su autor el P. Fr. -., Lector dos veces Jubilado y del Número, Doctor en Teología, Calificador del Santo Oficio. Morador en el Convento de San Antonio Abad de Granada, tomo iX, Viuda de Barco lópez, madrid 180�, 215.

93 ramón Buldú, “sobre la moda”, op. cit., tomo Viii, 390.

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no sea ni agraciada ni joven, para ostentar belleza y lozanía a fin de prender en sus lazos a las almas incautas9�.

9� José maría rodríguez, “sobre los espectáculos”, en Tesoro de Oratoria Sagra-da, o sea, Repertorio Universal de Materias Predicables. Dedicada a los Rdos. Curas Párro-cos y Demás Eclesiásticos Consagrados al Ministerio de la Predicación, tomo V, imprenta católica de pons y cª, Barcelona 1858, 321: Si entramos en el retrete de una señora que se prepara para ir al baile, la encontraremos sentada delante del espejo, y rodeada de criadas que se ocupan en hacer el tocado, en vestirla y en adornarla con ricos trajes y joyas. Si tiene algún defecto natural o empiezan ya a descubrirse los estragos de la edad, se recurre a inge-niosos artificios para enmendar los defectos y disimular los estragos del tiempo: los polvos cambian el color del cabello, el afeite rejuvenece el rostro, los artificios corrigen los defectos del talle (…); en fin, gracias a la sutileza y astucia de los satélites del demonio consigue una mujer, aunque no sea agraciada ni joven, ostentar belleza y lozanía a fin de prender en sus lazos a las almas incautas.

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CONCLUSIÓN

Valga ya hasta aquí lo dicho, pero antes de terminar sí creemos previamente necesario hacer una última precisión, y ésta, hagá-mosla a modo de pregunta: ¿en todo este recorrido que hemos presentado hemos logrado al final haber escuchado toda la riqueza que en sí encierra la voz del sermonario decimonónico? pensamos que por completo no.

ejemplificada nuestra respuesta en símil musical, podíamos decir que de él sólo hemos conocido la partitura, la mera notación gráfica, los signos convencionales, sin haber podido escuchar el definitivo momento que se sustanciaba en su pronunciación; eje-cución en la que cada intérprete, digamos predicador, ponía su alma, su énfasis, su acento, su debida y particular acción a seguir, ya fuera en seguimiento preciso de memoria convocada o en feliz recurso de variaciones inspiradas.

en efecto, leyendo solamente el sermón quedan sin percibirse ni escucharse los enigmáticos exordios con sus recursos a la cap-tación y la atención, primeros fraseos en su adecuado arranque de tempo lento que, después del “ave maría”, daban paso a la proposi-ción del tema, disponiendo así debidamente los oídos de los oyen-tes. hecha la proposición y, en secuencia natural, se presentaba la dispositio que seguidamente daba pie al motivo central de la idea propuesta en el tema, entretejida a continuación con la narratio, que envolvía definitivamente al espectador-oyente en el recurso literario de inspiradas imágenes, recurrentes ejemplos y vistosos cuadros; y todo puesto casi al vivo, reteniendo con su acertado colorido la atención de los oyentes.

y, en dicho discurso, también, los silencios, necesario recurso re-tórico que solía seguir a la escatológica frase que acababa de decirse,

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más bien dictarse, pero vertida casi siempre en escolásticos latines. no importaba, entonces, que no se entendieran semejantes voca-blos; el auditorio intuía que aquello que había “sonado” era suave reprensión traída a buen hilo en sentencia grave. en este instante, aquí, el semblante del predicador quedaba ensimismado, transido, metamorfoseado por la trascendentalidad del aviso supremo.

sí, del sermón nos queda por escuchar su mejor parte, el gesto, la voz, lo que en un instante fue vida y difícilmente puede transcribirse al papel ni menos aún superar la prueba de la imprenta95. no, no se puede traducir en una página todo el rico lenguaje de las cadencias, flexiones, ondulaciones y sonoridades varias que a lo largo de la ejecución del sermón habían de hacerse y tratarse en solícita convo-catoria de preceptiva fisionímica. pronunciación toda del cuerpo hu-mano que demandaba la oportuna conjugación de la voz y el gesto, gesto que nunca debía desamparar ni dejar desnuda a la entonada palabra vertida en el motivo, el periodo o la dilatación9�.

95 cf. lamberto de echevarría, De Oratoria Universitaria Salmantina, usal, salamanca 19��, 13.

semejante visión a la de d. lamberto y la nuestra, es también la de maría cruz seoane, op. cit., 1�: El tono, la mirada, el gesto, son la expresión del sentimiento y operan de manera directa sobre el ánimo del oyente; son el lenguaje de la naturaleza que todos enten-demos, mientras que las palabras son signos convencionales que sólo reciben su significación completa por el modo de ser pronunciadas (…). ¿Hasta qué punto es el mismo que oyeron y vieron salir de los labios del orador los que estaban presentes en el momento en que fue pronunciado? Aparte de que podía ser, y era, con frecuencia, corregido por el propio orador antes de su publicación, nos falta para juzgarlo algo que era parte esencial de él: la voz, la entonación, el gesto, la mirada del orador, su misma aparición física (…). Y el calor, la vida, la corriente de simpatía o recelo que se establece entre el orador y auditorio, ese contacto efusivo de las almas, en que reside la esencia de la oratoria.

9� Queriendo corregir los vicios del lenguaje de la acción recomendaban pri-meramente las retóricas decimonónicas no ponerse totalmente erguido, o como ellas decían, envarado, cuya actitud respondería a altanería o menosprecio del auditorio. igualmente imperfecta sería la acción si el predicador, en disonancia con la voz, se entregaba a movimientos violentos o gestos descompuestos. en la compostura de la acción no menor importancia tenía la cabeza que debía estar sin afectación, es decir, no demasiado alta o erguida porque en su lectura del semblante podía suponer aire de orgullo. era de mal efecto también que el predicador dejara correr sus miradas con vaguedad, como si no pensase o mostrase indiferencia. y en todo ello, era de suma importancia el lenguaje de las manos, que no debían levantarse más arriba de la altura de los ojos, ni tampoco dejarlas caer más debajo de la cintura; en su conju-

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Si así se hacía, entonces el sermón había conseguido y alcan-zado su efecto. Después, la perseguida y buscada persuasión ter-minaba con la peroración final, en la que el predicador, habiendo definitivamente desatado las emociones y, en decorosa compostura desde lo alto del púlpito, quedaba finalmente retratado en instantá-nea devota por los ya benevolentes ojos y miradas de sus rendidos y entregados feligreses.

Devotos oyentes y atentos lectores: momentos arriba anuncia-mos que ya iba siendo instante propicio para ir terminando; pues bien, cúmplase entonces como es debido la preceptiva, porque no se puede estar hablando veinte minutos después de haber dicho concluyo, ya que nada molesta más al auditorio como ese perpetuo anuncio de un fin que nunca llega97. Pero antes de que ustedes digan que “así sea”, permítanme terminar con cita de gran rigor sobre el tema que nos ha ocupado: Para conocer una época en todos sus aspectos más variados y complejos, las colecciones de sermones que se predicaron en ella son una fuente tan importante como en general poco aprovechada98.

Pues bien, que a corregir este olvido, ojalá haya servido este intento99.

gación nunca debían frotarse una con otra, ni con ellas, tampoco, golpear sobre el borde del púlpito. No menos inconveniente era cerrar los puños y presentarlos al auditorio, al igual que señalar o indicar a alguna persona con el dedo; desagradable acción que si así se hacía faltaba a la gravedad del acto oratorio. Y ya, terminando semejantes avisos que se atenían a precepto, las retóricas, finalmente, recomenda-ban que el predicador no debía nunca encogerse de hombros, ni arrugar la frente, porque semejantes expresiones de duda o severidad, además de no hacer fluir la empatía y la persuasión, era actuar a modo de comediante o, simplemente, caer en el ridículo. Cf. D. Antonio Sánchez Arce y Peñuela, Lecciones de Oratoria Sagrada, Imprenta y librería de la viuda e hijos de Zamora, Granada 1872, 385-391.

97 H. Dubois, Práctica del celo eclesiástico, o sea, medios para que todo sacerdote pueda hacer fructuoso y honorable su ministerio, Librería de Gregorio del Amo, Madrid 1886, 378-379.

98 Francis Cerdán, Fray Hortensio Paravicino. Sermones cortesanos, Castalia, Madrid 1994, 31.

99 En su “invención”, la lección que aquí termina, se ha servido preferente-mente del auxilio y convocatoria a los materiales discursivos y bibliográficos de la obra citada en dicha lección en la nota nº 60.

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arquinaona, d. José maría, de Sermón predicado en la Santa Iglesia Catedral de Cádiz, el dia 5 de Noviembre de 1866, en la Solemne fiesta de acción de gra-cias celebrada a expensas del Excmo. Ayuntamiento por el triunfo que la Es-cuadra Española alcanzó en la Acción del Callao el dia � de Mayo último, con asistencia de ambos cabildos y de los gejes, oficiales y guardias marinas de la Fragata Villa de Madrid, procedente de aquella espedición. Por el Doctor D.-.,

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dignidad de Arcipreste de la referida Santa Iglesia, misionero apostólico y predicador de S. M., eduardo gautier, librero-editor, cádiz 18��.

Badoire, d. pedro, “plática Xc. para el domingo tercero después de pas-cua. Sobre los espectáculos”, en Sermones Parroquiales para los Domingos y Festividades de cuatro años consecutivos, a que acompañan otras sesenta Dogmáticas, Históricas y Morales sobre el santo sacrificio de la Misa, predi-cadas por el Dr. -., tomo i, imprenta de d. José Félix palacios, madrid 18��.

Bencomo, d. santiago José, “sermón trigésimoprimo”, en Sermones Panegí-ricos, predicados por el Ilustrísimo Señor D. -…, Obispo de Astorga, tomo ii, en la oficina de d. Francisco martínez dávila, madrid 181�.

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Buldú, p. ramón, Tesoro de Oratoria Sagrada, o sea, biblioteca selecta de Predi-cadores; colección escogida de Sermones, Pláticas y otros Discursos sagrados, sacados de los más sobresalientes autores nacionales y extrangeros, en especial modernos; considerablemente ampliada con gran copia de trabajos originales, Sermones, Planes de sermón, Divisiones, Pasages, Figuras de la Sagrada Escritura y Sentencias de los Santos Padres. �ª Edición corregida, ordenada y completada por una sociedad de Eclesiásticos, bajo la dirección del R. P. -., Lector franciscano, tomo V, librería católica de los editores pons y cª, Barcelona 18�5.

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carreño, manuel antonio, Manual de Urbanidad y Buenas Maneras, para uso de la juventud de ambos sexos; en el cual se encuentran las principales reglas de civilidad y etiqueta que deben observarse en las diversas situaciones sociales; precedido de un breve tratado sobre los Deberes morales del hombre, librería de garnier hermanos, parís 1883.

castillo, d. Joaquín, Atalaya observatoria de ambos sexos, o sean Medios y Ar-dides de que se valen para triunfar uno de otro, por las señales que indican la inclinación del amor, arreglada a máximas morales acerca del amor, del matrimonio y de la sociedad, imprenta de indar, Barcelona 1833.

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díaz Jiménez, d. José maría, Sermón predicado al Rey M. S. En su Real Ca-pilla, la Dominica 4ª de Adviento, �1 de diciembre de 18��. Por el P. D. -., de la congregación de clérigos regulares ministros de los enfermos, misionero

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dubois, h., Práctica del celo eclesiástico, o sea, medios para que todo sacerdote pueda hacer fructuoso y honorable su ministerio, librería de gregorio del amo, madrid 188�.

echevarría, Fr. Juan mata de, Oración Eucarística, que en la Solemne Función que en el Convento de PP. Franciscanos de la Ciudad de Pamplona: celebró la Sociedad Patriótica de la misma con el objeto de dar gracias al Todopoderoso por ver llegado el deseado día 9 de julio, e implorando el favor del Cielo para los representantes de la Nación, reunidos en Cortes. Dijo el mismo día el R. P. Fr.-., Lector de Theología en el Convento de la Merced Calzada de dicha Ciudad, y miembro de la misma Sociedad. Lo da a luz la Misma Sociedad, imprenta de Javier gadea, pamplona 1820.

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gonzález, Juan, “sermón predicado en acción de gracias por haber preser-vado dios a la reina del golpe del regicida merino”, en Sermones doc-trinales, morales, dogmáticos, panegíricos y apologéticos o de la controversia católica y social, acomodados a las más urgentes y apremiantes necesidades de los actuales tiempos. O sea, el catolicismo y la sociedad, defendidos desde

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—“ “, “sermón de rogativa con motivo de la guerra de África. predicado en la fiesta celebrada en la parroquia del salvador de Valladolid, el dia � de noviembre de 1859, por la real congregación de nuestra señora de Valvanera, a fin de alcanzar de dios la protección para nuestro ejército en la campaña de África”, en op. cit., tomo iX.

—“ “, “sobre la modestia”, en op. cit., tomo i.

—“ “, “sermón sobre la misma epístola”, en op. cit., tomo i.

—“ “, “sermón sobre el evangelio del domingo”, en op. cit., tomo iV.

—“ “, “sermón sobre las tres coronas de la mujer católica. predicado en la novena de nuestra señora de las angustias de Valladolid, 18��”, en op. cit., tomo Xi.

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infante, d. ildefonso Joaquín, “sermón de desagravios predicado en el santuario de nuestra señora de la Fuencisla, en la función celebrada por el pueblo, con motivo de las blasfemias pronunciadas por algunos diputados en las cortes constituyentes”, en Colección de Sermones Pa-negíricos, Dogmáticos, Morales, y Pláticas para todos los domingos del año y para la Santa Cuaresma, obra dedicada a los señores curas párrocos por el presbítero D. -., Doctor en Sagrada Teología, dignidad Maestrescuela de la Catedral de Segovia y Secretario de Cámara del mismo Obispado, tomo i, imprenta de segundo martínez, madrid 18�1.

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—“ “, “retraimiento de los actos públicos de religión”, en Jesús predicado o Sermones sobre los misterios y doctrinas de nuestro Señor Jesucristo. Obra compuesta en obsequio del venerable clero parroquial de España, tomo ii, imprenta y librería religiosa y científica del heredero de d. pablo riera, Barcelona 18��.

ramos domingo, José, Crónica e información en el sermonario español del siglo XIX, ed. publicaciones universidad pontificia, salamanca 2008.

rementería y Fica, mariano de, El hombre fino al gusto del dia. Manual completo de Urbanidad, cortesía y buen tono, con las reglas, aplicaciones y ejemplos del Arte de presentarse y conducirse en toda clase de reuniones, visitas, etc.; en el que se enseña la etiqueta y ceremonial que la sensatez y la costumbre han establecido; con la guía del tocador y un tratado del Arte cisoria. Aumentada con las reglas de Educación y decoro para las Señoras, imprenta del colegio de sordo-mudos, madrid 183�.

riesco legrand, abate, Cuaresma de Regente de filosofía moral y religión, e in-dividuo de varias Academias y Sociedades científicas. Contiene los Sermones desde la Dominica de Septuagésima hasta el viernes de la semana cuarta de Cuaresma, tomo i, sermón doce, imprenta de la viuda de d. J. martí-nez e hijos, madrid 1851.

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roura aulinas, lluis, Historia de España. La Transición del Antiguo al Nuevo Régimen (1789-1874): La crisis del Antiguo régimen, tomo iX, planeta, Barcelona 1988.

salvador, Fr. Josef del, Sermón del Viernes Tercero de Quaresma, predicado al Rey Nuestro Señor en su Real Capilla el día �4 de febrero de 1815. Por el M. R. P. Mtro. Fr. - ., Carmelita Descalzo, Ex-Lector de Teología, Escritor de su Orden, Examinador Sinodal del Arzobispado de Toledo y Obispado de Córdo-ba, Calificador de la Inquisición de Corte, Teólogo Consultor de la Purísima Concepción de María Santísima, Misionero Apostólico, y Predicador del Rey nuestro señor, imprenta de don Francisco de la parte, madrid 1815.

sánchez arce y peñuela, d. antonio, Lecciones de Oratoria Sagrada, impren-ta y librería de la viuda e hijos de Zamora, granada 18�2.

sánchez sobrino, p. Fr. sebastián, “sermón de horas del regimiento de infiesto, predicado en la parroquial de las angustias de granada, año 1813”, en Sermones varios y algunos discursos dogmático político-históricos,

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análogos a la defensa de la religión y de la patria, tomo Xiii, por la viuda de Barco lópez, madrid 181�.

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santander, miguel de, “sermón i contra las comedias”, en Doctrinas y ser-mones para Misión, Por el Padre Fray -., del órden de capuchinos de la pro-vincia de Castilla, misionero apostólico, examinador sinodal del arzobispado de Toledo, calificador del Santo Oficio, y electo obispo auxiliar de Zaragoza, tomo V, imprenta de la administración del real arbitrio de beneficen-cia, madrid 1803.

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seoane, maría cruz, Oratoria y periodismo en la España del siglo XIX, casta-lia, Valencia 19��.

tomás y Valiente, Francisco, El marco político de la desamortización en España, ariel, Barcelona 19�1.

troncoso, d. Juan, “oración fúnebre de los héroes del dos de mayo de 1808”, en Biblioteca Completa de Oratoria Sagrada o Colección selecta de Discursos dogmáticos, panegíricos y morales para todas las festividades y Santos principales del año: obra sumamente útil y aun necesaria para el uso de los que se dedican al ministerio de la predicación, y con especialidad a los párrocos, que da a luz el presbítero, D. - …, tomo Xii, librería de pérez, madrid 18�5.

—“ “, séptimo dolor de maría santísima. el entierro de Jesucristo y la so-ledad de su madre”, en Biblioteca Completa de Oratoria Sagrada…, tomo ii.

Vélez, rafael de, Apología del Altar y del trono o Historia de las Reformas he-chas en España en tiempos de las llamadas Cortes, e impugnación de algunas doctrinas publicadas en la Constitución, diarios, y otros escritos contra la religión y el Estado. imprenta de cano, madrid 1818.

Villagelin, d. andré, Oración fúnebre que en la parroquial Iglesia de la Villa y Departamento del Ferrol pronunció en las exequias celebradas por las vícti-

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mas del � de mayo D. -., Predicador honorario de S. M. y cura ecónomo de la Villa de Arce, el año de 1823.

Zabaleta, Juan de, El día de fiesta por la mañana y por la tarde, castalia, ma-drid 1983.

reVistas

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“el correo de la moda. Álbum de señoritas. periódico de literatura, edu-cación, teatros, labores y modas”, año Xiii, madrid 1� de marzo de 18�3, nº �90.

“la Bandera carlista”, nº �5, 29-iV-18�9.

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