El Subalterno y Los Límites Del Saber Académico

11
EL SUBALTERNO Y LOS LÍMITES DEL SABER ACADÉMICO* John Beverley Jacqucs Lacan contó la siguiente historia en uno de sus famosos seminarios en París: Tenía yo entonces unos veinte años —época en la cual, joven inte- lectual, no tenía otra inquietud, por supuesto, que la de salir fuera, la de sumergirme en alguna practica directa, rural, cazadora, mari- na incluso. Un día, estaba en un pequeño barco con una pocas personas que eran miembros de una familia de pescadores de un pequeño puerto. En aquel momento, nuestra Bretaña aún no ha- bla alcanzado la etapa de la gran industria, ni el barco pesquero, y el pescador pescaba en su embarcación frágil, por su cuenta y ries- gos. A mí me gustaba compartirlos, aunque no todo era riesgo, hibía también días de buen tiempo. Así que un día, cuando espe- rábamos el momento de retirar las redes, un tal Pctit-Jean, como lo llamábamos —al igual que toda su familia, desapareció muy pron- to por culpa de la tuberculosis, que era en esa época la enfermedad ambiental que cruzaba a toda esa capa social— me enseñó algo que estaba flotando en la superficie de las olas. Se trataba de una peque- ña lata, más precisamente, de una lata de sardinas. Flotaba bajo el sol, testimonio de la industria de conservas que, por lo demás, nos tocaba abastecer. Resplandecía bajo el sol. Y Petit-Jean me dice —¿Ves la latí? ¿La ves? Pues bien, ¡ella no te ve! Le divirtió mucho esta observación -a mi menos. Me pregunté ¿por qué? Es una pregunta interesante. La moral de este breve cuen- to, tal como acababa ce surgir del ingenio de mi compañero, el hecho que le pareciera tan gracioso, y a mi no tanto, se debe a que , si se me narri un cuento como ese es porque, al fin y al cabo, en ese momento —tal como yo aparecías esa gente que se ganaba el pan a costa de su esfuerzo, enfrentándose a lo que para ellos era una naturaleza inclemente— yo constituía una imagen bastante inena- rrable. Para decirlo claramente, yo estaba fuera de lugar en el cua- ' Traducción de Marlene Boza y Sergio VUlaloboi-Riiminott. Ejre artículo csti tonudo de la tra- ducción del Ubro Suttaltfrnitjt enti ftfpnsmtafitm; Argumtno im Cultural Thnry, Durham, Duke Univeniíy Prew, 1999- de próxima publicación en español bajo el sello editorial Iberoamérica- Vervuert. 13

description

El subalterno y los limites del saber academico

Transcript of El Subalterno y Los Límites Del Saber Académico

Page 1: El Subalterno y Los Límites Del Saber Académico

EL SUBALTERNO Y LOS LÍMITES

DEL SABER ACADÉMICO*

John Beverley

Jacqucs Lacan contó la siguiente historia en uno de sus famosos

seminarios en París:

Tenía yo entonces unos veinte años —época en la cual, joven inte-lectual, no tenía otra inquietud, por supuesto, que la de salir fuera,la de sumergirme en alguna practica directa, rural, cazadora, mari-na incluso. Un día, estaba en un pequeño barco con una pocaspersonas que eran miembros de una familia de pescadores de unpequeño puerto. En aquel momento, nuestra Bretaña aún no ha-bla alcanzado la etapa de la gran industria, ni el barco pesquero, yel pescador pescaba en su embarcación frágil, por su cuenta y ries-gos. A mí me gustaba compartirlos, aunque no todo era riesgo,hibía también días de buen tiempo. Así que un día, cuando espe-rábamos el momento de retirar las redes, un tal Pctit-Jean, como lollamábamos —al igual que toda su familia, desapareció muy pron-to por culpa de la tuberculosis, que era en esa época la enfermedadambiental que cruzaba a toda esa capa social— me enseñó algo queestaba flotando en la superficie de las olas. Se trataba de una peque-ña lata, más precisamente, de una lata de sardinas. Flotaba bajo elsol, testimonio de la industria de conservas que, por lo demás, nostocaba abastecer. Resplandecía bajo el sol. Y Petit-Jean me dice—¿Ves la latí? ¿La ves? Pues bien, ¡ella no te ve!

Le divirtió mucho esta observación -a mi menos. Me pregunté¿por qué? Es una pregunta interesante. La moral de este breve cuen-to, tal como acababa ce surgir del ingenio de mi compañero, elhecho que le pareciera tan gracioso, y a mi no tanto, se debe a que

, si se me narri un cuento como ese es porque, al fin y al cabo, en esemomento —tal como yo aparecías esa gente que se ganaba el pana costa de su esfuerzo, enfrentándose a lo que para ellos era unanaturaleza inclemente— yo constituía una imagen bastante inena-rrable. Para decirlo claramente, yo estaba fuera de lugar en el cua-

' Traducción de Marlene Boza y Sergio VUlaloboi-Riiminott. Ejre artículo csti tonudo de la tra-ducción del Ubro Suttaltfrnitjt enti ftfpnsmtafitm; Argumtno im Cultural Thnry, Durham, DukeUniveniíy Prew, 1999- de próxima publicación en español bajo el sello editorial Iberoamérica-Vervuert.

13

Page 2: El Subalterno y Los Límites Del Saber Académico

Jort» BEVERUY '

dro. Y porque me daba cuanta de ello, c que rae interpelasen así,

en esa cómica e irónica manera, no me hacía muchi gracia'.

Estoy usando la figura de Lacan aquí para ilustrar al suieto amo

del saber —el "sujeto supuesto saber". Lacan contó esta ''pequeña histo-

ria" para ilustrar su teoría de la relación entre el sujeto y el campo visual

(forma parte de sus lecturas sobre la mirada y el objapetit a). Pero ésta

es también una historia sobre subalternidad y representación —en este

caso, sobre cómo el sujeto subalterno se representa al sujeto dominante,

y en el proceso lo descoloca, mediante una negación o un desplaza-

miento: "yo estaba fuera de lugar en el cuadro".En la sucinta definición de Ranajit Guha, lo subalterno es "un

nombre paiael atributo general de k subordinación... ya sea que ésta esté"

expresada en términos de clase, casca, edad, género y oficio o de cualquier

ona forma"1. Seguramente, se puede entender que "de cualquier otra for-

ma" incluye !a distinción entre educado y no (o parcialmente) educado

que el aprendizaje en la academia o el saber profesional confiere. Esto es

lo que Lacan expresa, desde el otro lado de la fisura subalterno/dominan-

te, cuando nos dice que, como joven intelectual, quería "ver algo diferen-

te" —en efecto, intercambiar la posición del amo, ajeno al mundo del

trabajo y su materialidad, por la posición del esclavo.Para Guha, como para Lacan, la categoría que define la identidad

o "voluntad" del subalterno es la negación. El epígrafe de Guha a sulibro fundamental Elementary Aspects ofPeasant Iwurgency, es un pasaje

en sánscrito sacado de las escrituras budistas:

(Buda aAssalayaní, su discípulo): ¿Quí piensas sobre esto, Assala-yana? ¿Has escuchado que en Yona y Cunboya y otras janapidas(poblados) hay sólo dos varnis (castas), el amo y el esclavo, y quehabiendo sido un amo se deviene un esclavo; habiendo sido unesclavo se deviene un amo?3.

Para acceder al campesino rebelde como un sujeto de 1a historia

se requiere, según Guha, una correspondiente inversión epistemológi-

' \-tC^,].,lMaatncancepaifuntUmmulaiitlfsicii<auí¡isisl964 (Seminario U), Buenos Aires,Piidoi, 1995, pp. 102-103. Mis agradedmitmo» a Hcnry Krips por recordarme esa historia.1 GUHA, R., "Prtfecc", en GUHA. R_, i G. SPIVAK (edi.). StltcuJ SMurn StuJia, New York,Oxford Universiiy Press, 1988, p. 35.1 GUHA, R., Elmmury Asfeca affcnumt Insttrpncj in Colmúl ¡nM*, Dclhi, Oxfoid UiúversiryPrai. 1983.

El. SUEAUBWO 1 LOS LIMITO DEL SABER ACADÉMICO

ca: "La documentación sobre la insurgencia en sí misma, debe ser inver-

tida para reconstituir el proyecto insurgente como uní inversión del

mundo"1*. El problema es que los hechos empíricos de esas rebeliones

son capturados en el lenguaje y las correspondientes pautas culturales

de la élite —pautas, tanto la nativa como la colonial— contra las cuales

las rebeliones precisamente se dirigían. Tal dependencia, argumenta

Guha, constituye un sesgo que dificulta la construcción de la historio-

grafía colonial y post-colonial, en favor del archivo escrito y las ciases

dominantes y sus agentes, cuyo estatus es parcialmente posibilitado por

su dominio de la alfabetización y k escritura. Este sesgo, evidente inclu-

so en formas de historiografía empáticas con los insurgentes, "excluye al

insurgente como un sujeto consciente de su propia historia y los incor-

pora sólo como elemento contingente a otra historia y con otros suje-

tos"*. Por lo tanto, "el fenómeno histórico de la insurgencia es visto por

primera vez como una imagen enmarcada en la prosa, de allí la perspec-

tiva de la contra-insurgencia... inscrita en el discurso de la élite, tiene

que ser leída como una escritura en reversa"6. (El cuento de Lacan essobre una manera de mirar en reversa).

Guha entiende por "prosa... de la contrainsurgencia" no sólo la

información contenida en el archivo colonial del siglo XIX, sino tam-

bién el uso, incluyendo el uso en el presente, de ese archivo para cons-

truir los discursos burocráticos y académicos (históricos, etnográficos,

literarios y otros) que pretenden representar estas insurgencias y ubicar-

las en una narrativa teleológica de formación del Estado. Guha está

preocupado con la manera en la que "el sentido de k historia [es] con-

vertido en un elemento de cuidado administrativo" en estas narrativas.

En tanto que el subalterno es conceptualizado y entendido, en primer

lugar, como algo que carece de poder de (auto) representación, "por

hacer de la seguridad del Estado la problemática central de las insurrec-

ciones campesinas", estas narrativas (de perfeccionamiento del Estado,

de ilegalidad, de transición entre etapas históricas, de modernización)

necesariamente le niegan al campesino rebelde el "reconocimiento como

sujeto de la historia y su propio derecho a un proyecto histórico, que es

totalmente suyo"7.

El proyecto de Guha es recuperar o re-p'rescntar al subalterno como

4 Ibid., p. 333.Mbid.. p.77.•Ibid.. p.333.7 Ibid.. p. 3.

Page 3: El Subalterno y Los Límites Del Saber Académico

. JOHN BEVULET

un sujeto histórico —"una entidad cuya voluntad y razón constituyeunífraxif llamada rebelión"— desde el revoltijo de la documentación yloi discursos historiográficos que le niegan el podci de agencia. En esesentido, como observa. Edward Said en su presentación del trabajo delGrupo de Estudios Subalternos sudasidtico, este trabajo representa unacontinuación historiografía de la insurgcncia'. Pero esta observaciónimplica que los estudios subalternos no pueden ser, simplemente, undiscurso "sobre" el subalterno. Pues'¿cuál sería el interés, después detodo, de representar al subalterno como subalterno? Ni tampoco los es-tudios subalternos tratan solamente sobre los campesinos o el pasadohistórico. Surgen y se desarrollan como una práctica académica en unmarco contemporáneo en el que la globalización está produciendo nue-vos patrones de dominación y explotación, y fortaleciendo otros ante-riores. Responden a las presiones sobre la universidad, la investigación ylas políticas institucionales para producir los saberes apropiados a lataica de comprender y administrar mejor una trasnacional y heterogé-nea clase trabajadora. Entonces, los estudios subalternos no son sólonuevas formas de producción de conocimiento académico; deben sertambién formas de intervenir políticamenre en esa producción, desde laperspectiva del subalterno.

Hay un pasaje en el ensayo autobiográfico del escritor chicarlo nor-teamericano Richard Rodríguez Hunger of Memory (Hambre de memoria)que re-narra la historia de Lacan, desde el otro lado, el lado en que elsujeto dominante se hace conciente como tal, en un proceso de diferen-ciación y fisuramicnto con respecto al subalterno. Este pasaje captura elo-cuentemente como el saber académico está implicado en la construcciónsocial de la subalternidad y, viceversa, como la emergencia del subalternoen la hegemonía altera ese saber. Hunger of Memory cuenta la historia delaprendizaje de Richard Rodríguez como un estudiante chicano de pre-grado de literatura inglesa, primero en Stanford y luego, como estudiantede post-grado en Bcrkeley, proceso que le dio la oportunidad de trascen-der su acervo familiar parroquial (en su visión) de clase trabajadora, his-panohablante. Volviendo desde la universidad a su viejo vecindario, en laciudad de Sacramento en California, para trabajar en el verano, Rodrí-guez observa (en inglés) de sus compañeros de trabajo:

8 "Yo no oto que es uiu exageración decir, por consiguiente, que la «escritura de U historia de 1aIndia hoy día es una extensión de la lucha entre subalternes y la ¿lite, y entre las masas hindúes y elImperio británico". Véase, SAID, E., "Foieword", en: SrlecteJSubalitrn ftWíer, of. al., p. vii.

16

EL SU1ALTEXNO r LOS LÍMITEÍ DEL SABE» ACADÉMICO

£1 salario que esos mexicanos recibían por su trabajo en sólo unamuestra de su condición desventajosa. Su silencio en mas decidor.Ellos carecían de identidad pública. Se mantenían profundamenteajenos... su silencio permanece conmigo. Yo he usado estas pala-bras para describir su impacto. Sólo el silencio. Algo extraño hayen esto. Su complacencia, vulnerabilidad, su pathos. Cuando escu-chaba su camión salir, sentía escalofríos, mi cara cubierta de sudor.Finalmente había estado frente a frente con los pobres9.

Lo que Rodríguez entiende por los pobres es, por supuesto, lo queGuha entiende por el subalterno. De hecho, no conozco una descrip-ción mas exacta de la producción de la identidad del subalterno, como"antítesis necesaria" (la frase es de Guha) de un sujeto dominante, queeste breve pasaje, construido sobre una conceptualización binaria defluidez oral-podcr venus mutismo-subaltemidad, el cual, en la medidaen que está escrito, también se representa performativamente. Aunqueno sin conflictos y pérdidas irremediables, que sus admiradores conser-vadores tienden a soslayar, Hunger of Memory es, finalmente, una cele-bración de la universidad, del curriculum tradicional y humanista enliteratura y de las destrezas de la escritura en inglés en particular, que ledan a un "niño en 'desventaja social' " por su origen hispano en EstadosUnidos, como Rodríguez se describe a sí mismo, un sentido subjetivo yde emprcndimiento personal10.

Por contraste, Me llamo Rigoberta. Menchú y asi me nació la con-ciencia, que es también un texto autobiográfico sobre las negociacionesde estatus entre subalternos y la élite en las Américas, comienza por LUÍrechazo estratégico tanto de la cultura del libro, como del conceptoliberal de la autoridad de la experiencia personal que la literatura puedeengendrar: "Mi nombre es Rigoberta Menchú. Tengo 23 años. Este esmi testimonio. Yo no lo aprendí de un libro, tampoco lo aprendí sola"".Lo que Hunger of Memory y Me llamo Rigoberta Menchú... comparten,junto con ser narrativas autobiográficas de cómo un sujeto subalterno"adquiere poder", por así decirlo, es una conexión fortuita con la Uni-versidad de Stanford, una de las más prestigiosas en Estados Unidos. La

'RODRÍGUEZ, R.,//an|frí/Aítm<n7,Ncw York. Bmum, 1983, pp. 137-38.10 "Hace mucho tiempo yo fui un niío 'lodalmeme en dejvencaja'. Un niño fclkmente encintado.La mía nic una niñez de intensa procimidad familiar. Y alienación publica. TJxinta años despuésescribo este libro como una americano de clase media. Asimilado". Véase, RODRÍGUEZ, ibic., p. 3-" MENCHÚ, R., con Eliiabeth Burgos-Debray, Mi Huma Rigobtru AímcAú, U Habana, EdicionesCasa de Us Américas, 1983.

17

Page 4: El Subalterno y Los Límites Del Saber Académico

. JOHN BEVTOUY

decisión de incluir Me llamo Rigoberta Menchú en una de las clases de

Cultura Occidental para los estudiantes de pre-grado de Stanford, fuedecisivo para el debate público sobre mulciculturalismo durante la erade Reagan, con la muy publicitada intervención cié Dinesh D'Souza,con su besrseller ¡Iliberal Educarían (Educación iliberal), y el entoncessecretario de educación norteamericano, William Bcnnett. El debateno fue tanto sobre el uso de Me llamo Rigoberta Menchú como un docu-mento del mundo del subalterno -la cultura occidental siempre ha de-pendido de repones sobre y desde lo subalterno, sino sobre el hecho deponer este texto en el centro de un conjunto de lecturas requeridas delos estudiantes de una universidad cuya función primaria es la de repro-ducir las élites locales, nacionales y trasnacionales".

Cuando Gayatri Spivak reclamó que el subalterno no puede ha-blar, ella trataba de decir que el subalterno no puede hablar en unamanera que conlleve cualquier forma de autoridad o senado para noso-tros, sin alterar las relaciones de poder/saber que lo constituyen comosubalterno. Richard Rodríguez puede hablar (o escribir), en otras pala-bras, pero no como subalterno, no como Ricardo Rodríguez y, a pesarde que Estados Unidos es hoy e: tercer país de habla hispana en el mun-do, no en español. El "silencio" del subalterno, su aquiescencia o "vul-nerabilidad" en la imagen de Rodríguez, es así sólo desde la perspectivade la ¿lite —estatus que él cree haber alcanzado. Para decirlo con pala-bras de Spivak "la práctica subalterna norma a la historiografía ofi-cial"13 . Los pobres también tienen vidas, personalidades, narrativas, ma-pas cognttivos. Su silencio frente a Rodríguez es estratégico: ellos noconfían en él, a pesar de su~condición de mestizo, él no es uno de ellos;es un letrado —una palabra que implica connotaciones negativas aso-ciadas con un agente del Estado o un miembro de la clase dominante1'*.Si sus narrativas pudieran ser textualizaíias para nosotros, ellas se ase-mejarían a Me llamo Rigoberta Menchú. Y si es que estos textos fueranadmitidos en la hegemonía —por ejemplo, requeridos en la lista de

11 Sobre el diseflo del cuno y U controversia resillante, ver PsATT, LouiiE. M., 'Homínida for cheFuturo: Reflecrions on the Watcrn Culture Debate u Snnford", en; The Patina afLihrnt Educa-Han. ed. Daryl Glass y Barban Hcrmtein Smith, Curtan, Duke Unmraty Press. 1992.13 Spivak señala: "¿Guindo ha contradicho 1a hinoría ea primea que norma la teoría, como Upráctica lubalicma norma en ene caio la historiografía oficial?". Al respecto, SPIVAK. G.. Stltmt5u¿Wttra Stwlia , of. fu., p. 16.14 Gramsa noca: Ellos [lo* campesinos] ven el señores [signore] —y para muchos, especialmenteen el campo, "señor" significa intelectual— trabajar rápidamente y con aparente fanüdadcon elcosto de las lagrimas y sangre de sus hijos, y ellos piensan que hay un truco". Selections Jrvm thtPriim Ntutttla, New York, Inrernarional, 1971, p. 43.

18

EL suBAiTEONo v me LÍMITES DEL SABEJI ACADÍMICO

lecturas de un curriculum d: las humanidades en alguna universidad dela élite— esto complicaría las reivindicaciones de Rodríguez acerca dela diferencia y la autoridad, reivindicaciones basadas precisamente en sudominio de los códigos de la cultura occidental, que él aprendió comoestudiante de literatura inglesa en Stanford y Berkeley.

Más aún, no es del todo claro que Rodríguez pueda, o quiera bo-rrar todas las marcas de subalternidad de su propia identidad. HcnryStaten ha notado, en una incisiva re-lectura de Hunger of Memory, que:

A pesar de su ideológicamente familiar distinción de los pobres, apesar de su metafísica trascendental, Richard siente una profundaconexión coa los mexicanos percibidos de manera mis abyecta ydesea hacer contacto con ellos... En pane, estos sentimientos cons-tituyen el "parroquianismo de clase media" contra, el cual él mismonos advierte (Hunger 6): un romance cultural interclasc en el cualla burguesía anhela la corporeidad e inmediatez de los trabajado-res. Pero en el caso de Richard es mucho más que eso, al menos pordos razones: primero, porque él comparte el fenotipo délos traba-jadores y, segundo, porque su padre, aunque "blanco" e identifica-do con la burguesía, habla ingles precariamente, tiene las manoscallosas por el trabajo y ha sido humillado en la vida por ser subal-terno (Hunger 119-20) —como los mexicanos de piel morena queRichard retraía. La identidad de Richard está escindida en relacióna su padre., quién por un lado, representa la persona que le permitea Richard ser diferente de los pobres y, por otro lado, representa alos pobres desde los cuales Richard es diferente".

La subalternidad es una identidad relacionad más que ontológica -esdecir, se trata de una identidad (o identidades) contingente y sobrcdeter-minada. Rodrigue no puede escapar de esa contingencia; en eso, según elargumento de Staten, consiste su. perpetua frustración melancólica.

En cierto sentido, la idea de "estudiar" al subalterno es catacrérica oauto-contradictoria. Aún cuando sus prácticas constituyen una forma dediscurso académico elitista, Guha y los miembros del Grupo de EstudiosSubalternos Sudasidtico tienen un agudo sentido de los límites impuestospor el hecho inevitable que ese discurso y las instituciones que lo contie-

" La novela de formación de Tornas Rivera escrita en voz colectiva y plural acerca de los peonesmoicanoi, Y tunta tngí U tierra —una de las obras maestras de la novela chicaría moderna— escomo tal sólo una narrativa. Pilar Belwcr trajo a mi atención el testimonio de los peones migrantes:Forjtcl unJer thc Sun. Tht Lifi af Muría Eltra Luat, ed. Fran Buts, Aun Arbor, Univcniíy ofMichigan Press. 1995.

19

Page 5: El Subalterno y Los Límites Del Saber Académico

JOHN BEVEJOEY

ncn, tales como la universidad, la historia escrita, la 'teoría" y la literatura,son en sí mismos, cómplices de la producción social de subalternidad.Los estudios subalternos deben, entonces, enfrentar e incorporar la resis-tencia al saber académico que Menchú expresa en ¡as palabras finales desu testimonio: "Sigo ocultando lo que yo considero que nadie sabe, nisiquiera un antropólogo, ni un intelectual, por mis que tenga muchoslibros, no saben distinguir todos nuestros secretos"'6.

¿Cuáles son, entonces, las implicancias de los estudios subalternospara el saber académico y la pedagogía? Mi propia respuesta es ambi-gua. Creo que hay una tensión al interior de los estudios subalternosentre la necesidad de desarrollar nuevas formas de pedagogía y prácticaacadémica —en historia, en crítica literaria, en antropología, en cienciapolítica, en filosofía, en educación— y la necesidad de desarrollar unacrítica del saber académico como tal. Por un lado, los estudios subalter-nos se ofrecen como un instrumental conceptual para recuperar y regis-trar la presencia subalterna tanto históricamente, como en las socieda-des contemporáneas. El fracaso de ciertas formas de pensamiento aso-ciadas con la idea de modernidad tiene que ver —en términos genera-les— con su incapacidad de representar adecuadamente al subalterno(el fracaso de la estrategia norteamericana en la guerra de Vietnam —una estrategia diseñada en la academia, en momentos de alta expansiónde la educación superior— hacía evidente los traumáticos problemascausados por la incomprensión o tergiversación de las clases o grupossubalternos, por parte de las disciplinas y metodologías académicas).En Estados Unidos, nosotros estamos desconectados del subalterno envirtud a un doble eiitismo —el de la academia, y el de la academiametropolitana. Pero ahora contamos con un "lente" —los estudios sub-alternos— que nos permite "ver" este Fenómeno. Ya no necesitamosdepender del "informante nativo" de la antropología clásica, quien sólonos contaba lo que nosotros queríamos siber en primer lugar. Nosotrosahora podemos acceder al subalterno, por así decirlo.

Esta es una idea de los estudios subalternos. En la medida en quetanto los actores como las formas culturales subalternas se hagan visi-bles a través de nuestro trabajo, ello producirá nuevas formas de peda-gogía y representación en las humanidades y las ciencias sociales (por-que como dice un crítico norteamericano, "ahora todos somos multi-

" STATEN, H.. "Erhoic Authmridty, Class and Autobiopjphy, The Case of Hunger of Memory',PULA 133, 1988, p. iii.

EL SUBALTERNO Y LOS UMITU DIL SAlfA ACADÉMICO

culturalistas"17). Pero, ser capaz de escuchar en el comentario de Men-chú la resistencia a ser "conocida" por nosotros debe implicar tambiénlo que Spivak llama "desaprender el privilegio": trabajar contra la co-rriente de nuestros propios intereses y prejuicios, oponiéndonos a laacademia y a los centros de "saber", mientras al mismo úcmpo, conti-nuamos participando en ellos y desplegando su autoridad como profe-sores, investigadores, administradores y teóricos.

Esta comprensión de las implicancias de los estudios subalternoses bastante diferente de la primera. Como hemos visto, Guha hace de lanegación la categoría central de la identidad subalterna; ¿Qué pasaríacon la negocian si esta ingresara en el espacio académico (en un sentidoopuesto a ser simplemente representada desde la academia}? ¿Puede nues-tro trabajo incorporar esa negación, y entonces devenir pane de la agen-cia del subalterno?

Guha no se refiere a la negación "dialéctica" —superación-conser-vación: aufhebung— , sino a algo similar a la simple negación o "inver-sión" en el sentido en que Feuerbach emplea esta idea en su conocidacrítica de Hegel. Para. Hcgcl la negación es un momento necesario enun proceso dialéctico de "devenir" (Ennvicklung) a través de "momen-tos" que culminan en el Espíritu Absoluto (o, en términos más prosai-cos, en la modernidad). Esta es la forma en que tanto la historia como elpensamiento se mueven. La idea de Feuerbach de negocian, por contras-te, no es dialéctica y no es teleológica. Feuerbach toma de Hegel lacuestión de la religión como la forma imaginaria del Espíritu Absoluto,pero la "inviene". La religión es para Feuerbach, una expresión alienadade la posibilidad de la igualdad humana,, de la felicidad y de una pleni-tud ya presente a la conciencia. Esta posibilidad se vuelve alcanzable noal final de una secuencia histórica (en el cual la idea de lo "sagrado"cambia a través de un proceso de auto-alienación y devenir), sino sim-plemente mediante la denegación de la religión de una vez por todas.Esto es la negación como "inversión", opuesta i la negación-superacióndialéctica. De manera similar, para Guha, la "forma general" de insur-

17 En una conferencia sobre "Cross-Genealogies and Subaltem Knowledges", en U presagióla Uni-versidad de Dule, en octubre de 1998, la dccanade aludios intcrdiiciplinarioi en Duke, CadiyDavidson, señaló que vda a los .aludios subalternos como un modelo de trabajo pan el futuro enlas humanidades y ciencias sociales. Pero, esta idea es en sí misma parte del problema: ,Cómopueden los estudios subalternos devenir parre de una insnnidún como Dukc dedicada a producir 1a¿lite dominante?

21

Page 6: El Subalterno y Los Límites Del Saber Académico

JOHNÜEVEHUV

gencia campesina es "un proceso de inversión, como Manu ha adverti-do, de lo bajo (aeíhara) en lo alto (urtaw)"18.

Al invocar a Feuerbach soy consciente —me refiero a la discusiónde Aldiusser sobre Feuerbach en Por Marx— de que me mantengo ple-namente dentro del dominio de una concepción ideológica de la iden-tidad. Este es también el argumento de Spivak, cuando ella nota el esen-cialismo del concepto de conciencia subalterna, pero al mismo tiempolo justifica argumentando que ese esencialismo es "estratégico" —es de-cir, está políticamente fundado. Lo que es de interés políüco aquí no esla verdad del sujeto, en la forma en que una práctica teórica, descons-trucriva podría revelar esto, sino en cambio lo que constituye verdadpara el sujeto (en el sentido del comentario de Alrhusser que "k ideolo-gía no tiene un afuera" —esto es, que la misma categoría de sujeto esideológica). La reivindicación de Guha es que la simple inversión es unade las formas en las cuales los grupos y clises subalternas experimentanla historia y la posibilidad del cambio histórico. La visión histórica delos subalternos es más particularista, maniqueísta, antihistoricista, reac-tiva y aún, a veces, "reaccionaria": simular paródicamente o mofarse delos símbolos del prestigio y la autoridad cultural, quemar los archivos,invertir el mundo, recuperar k época dorada y todo será perfecto denuevo. (En la construcción de la categoría de subalterno, tanto en Gra-msci como en Guha, hay más que un trazo de la idea de "moral deesclavos" de Nietzsche, ahora "invertida" en un signo positivo más quenegativo).

Porque los signos culturales —formas de habla y etiquetas verba-les, escritura, prohibiciones de comida, vestuario, literatura e iconogra-

- fía religiosa, alusiones intertextuales, rituales— sostienen relaciones desubordinación y deferencia en una sociedad semifeudal de "alta semio-ticidad" (Guha toma el concepto de Yuri Lotman), la insurgencia cam-pesina es, en gran parte, una rebelión contra la autoridad de la culturamisma: ."sería correcto decir que la insurgencia fue una masiva y siste-mática violación de esas palabras, gestos r símbolos que daban el senti-do a las relaciones de poder en la sociedad colonial"". "fF]ue este com-bate por el presagio el que estaba en el corazón de la insurgencia. Lainversión fue su modalidad principal. Ésta fue una lucha política en lacual el rebelde se apropiaba y/o destruía las insignias del poder de su

" GUHA, Aiftce—, <f. cit, p. 76." Ibid.. p. 39.

22

EL SUtAlTQlNO Y U» LIMITE! DO. SttíA ACADÉMICO

enemigo, esperando así abolir las marcas de su propiasubalternidad. Alrevelarse inevitablemente, por lo canto, el campesino se envolvía a símismo en un proyecto que estaba constituido negativamente"20.

Guha muestra que las insurgencias campesinas desbordan las for-mas de "cambio prescriptivo" permitidas por las expresiones de inver-sión social culturalmente sancionadas, como la fiesta o el carnaval:

En condiciones gobernadas por la norma de incuestionada obe-diencia a la autoridad, una revuelta de subalternos sorprende porsu relativa entropía. De ahí entonces la Lntempestividad can fre-cuentemente atribuida a los alzamientos campesinos y el imagina-rio verbal de irrupción, explosión y conflagración usado para des-cribirlas. Lo que se intenta es comunicar el sentido de un quiebreimprevisto, de una brusca discontinuidad. Porque mientras las in-versiones rituales ayudan a asegurar la continuidad de la sociedadcampesina, permitiendo i sus elementos altos y bajos cambiar delugar por intervalos regulares y por periodos estrictamente limita-dos, la motivación de la insurgencia campesina es tomar esa socie-dad por sorpresa, poner de cabeza lis relaciones de poder existentesy hacerlo así para siempre21.

Si es que, como Said argumenta, el proyecto de Guha es una con-tinuación de la lógica "negativa" de las insurgencias campesinas que éstebusca representar como historiador, entonces la cuestión que debe plan-tearse es ¿cómo se localiza este proyecto con relación al proyecto nece-sariamente político de cambiar las estructuras, prácticas y discursos quecrean y mantienen las relaciones élite/subalterno en el presente? Unhistoriador convencional podría decir "Guha hace esto mostrando unaforma diferente de pensar sobre la historia social que produce una nue-va concepción de los sujetos históricos y la agencia, de la nación y de lonacional popular". Pero los intereses y k teleología que gobiernan elproyecto de los historiadores —su "tiempo de escritura", su compromi-so con la idea de aproximación progresiva a la verdad, la acumulacióninstitucional de saber y la relación entre ese saber y una "buena ciudada-nía"— son necesariamente diferentes de los intereses, y k teleología,"negativos" que gobiernan la acción de las insurgencias campesinas. Elproyecto de los historiadores es, básicamente, un proyecto represcnta-cional en el cual, como en la analítica filosófica de Wittgenstein, todo

M Ibid.. p. 75.11 Ibid.. p. 36.

23

Page 7: El Subalterno y Los Límites Del Saber Académico

JOHNBEVEJUÍY

es dejado como era. Nada es cambiado en el pasado, porque el pasado es

pasado; pero nada es cambiado en el presente tampoco, en cuanto la

historia como tal —es decir, como una forma de saber— no modifica

las relaciones existentes de dominación y subordinación. De alguna ma-nera, todo lo contrario: la acumulación de conocimiento histórico comocapital cultural por parte de la universidad y los centros de saber, pro-fundiza las subalternidades ya existentes. Paradójicamente entonces,tendría que producirse un momento en el cual el subalterno se dispon-

ga contra los estudios subalternos, de la misma manera en que, segúnGuha, el subalterno se dispone contra los símbolos de la autoridad cul-

tural-religiosa feudal en las insurrecciones campesinas.Dipcsh Chakrabarty pregunta en su ensayo Poitcolonialieiad y el

artificio de la historia, ¿cómo es que los intelectuales postcoloniales pue-den tomar, sin problemas, el discurso de la historia cuando la historia,en sus formas colonial, nacionalista e incluso marxista, está profunda-mente implicada en la producción de subalternidades coloniales y post-coloniales?22 . Chakrabarty plantea la posibilidad/imposibilidad deotra, historia que sncamaría lo que é! llama la "política de la desespe-ración" del subalterno: "una historia que deliberadamente hace visi-ble, dentro de la misma estructura de sus formas narrativas "y de sus

propias estrategias y prácticas represivas su colusión con las narrati-vas de la ciudadanía, para asimilar al proyecto del Estado modernotodas las otras posibilidades de solidaridad humana"23. Pero la "im-posibilidad" de esa historia antimoderna es a la vez interior a losestudios subalternos mismos como un proyecto académico, porque"la globalidad de la academia no es independiente de la globalidadque la modernidad europea ha creado". Chakrabarty concluye: "El

sujeto antihistórico, antimoderno, por lo tanto, no puede hablar desí mismo como 'teoría1 dentro de los procedimientos de saber de la

universidad, aun cuando estos procedimientos de saber reconozcan y

'documenten su existencia"24.Extendiendo el argumento de Chakrabarty, podríamos insistir en

una pregunta anterior, si es que k educación "superior" —la academia-en sí misma produce y reproduce la relación dominante/subalterno

PüH? , OUHA, 1V-. IW " •"™ncSooP««. 1997. PP-263-94.

"Ib¡d.,p.290.14 Ib¡<!.. p- 285.

14

EL SUSAUTllNO Y uos LIMITES OLLSAJ1F.» (ICADtMICO

(porque si es superior debe haber otra educación inferior), ¿cómo éstapuede ser un lugar donde el subalterno adquiera hegemonía? Estapregunta obligaría a los historiadores disciplinarios a confrontar, junto

con Chakrabarty, la forma en la cual el discurso de la historia está implicado

en k construcción de la ideología, de ¡a autoridad cultural, del Estaco y

de la modernidad "occidental". Sin embargo, esto sería admitir que laescritura de la historia no riene que ver con el pasado, sino con el presente.

Estos cometuarios sirven para introducir una consideración

del libro Peasaní and Nation (Campesino y nación) de FlorenciaMallon, quizá el más explícito y sostenido intento de aplicar elmodelo de los estudios subalternos a la historia latinoamericana25.Mallon está preocupada con las formas en las cuales el imaginariojacobino de la revolución nacional-democrática es transferido al

espacio postcolonial de Perú y México en el siglo XDC En el proce-so de adaptar este imaginario a sus propios objetivos y valores cul-turales, Mallon quiere mostrar como, "los subalternos... ayudarona definir los contornos de lo que fue posible en la construcción delos Estados-Nación". Comprende el Estado en forma gramscianacomo "una serie descentralizada de lugares de lucha a través de loscuales la hegemonía es tanto contestada como reproducida"26.

"Desde el comienzo", Mallon argumenta, "la combinación históricade democracia y nacionalismo con colonialismo creó una contradicciónbásica en el discuiso nacional democrático [en América Latina]. Por unlado, la promesa universal del discurso identificó la autonomía potencial,k dignidad y k igualdad de todos los pueblos, y del pueblo, en el mundo.Por otro lado, en la práctica, grupos enteros de población fueron impedi-dos de acceder a la ciudadanía y a la libertad de acuerdo a un criterioeurocéntrico excluyeme de clase y género" ¿Cómo entonces recuperar losproyectos y las voces de los excluidos? El punto de partida de Mallon esuna noción de "hegemonía comunal"27, basada sobre el parentesco y la

autoridad generacional (principalmente patriarcal), y formas colectivas osemicolecrivas de propiedad de los grupos indígenas. Elk delinea con con-

siderable detalle las intersecciones entre esta "hegemonía comunal", k ac-

tividad de lo que ella llama "intelectuales locales", los intereses y coalicio-

nes regionales, k maquinaria constitucional y represiva del nuevo Esrado-

" MAUON, F., Ptaiant AnJ Nation: 7"A? Mtkin¿ affmuulaninl Mérito anJ Pim, Bcikcley, Univtr-

sity of California Press, '.995.14 Ibid., p. 8.rlbid., p. 11.

Page 8: El Subalterno y Los Límites Del Saber Académico

JOHN BEvtáüY

Nación en formación, y las resultantes contradicciones y negociaciones degénero, clase y emicidad dentro y entre cada una de estas esferas. Estas

intersecciones revelan en sus líneas de fractura o juntura "nacionalismos

alternativos*7* que "ayudaron a producir el tipo de Estado-Nación con elque México y Perú llegaron al periodo contemporáneo"29. Diferencias co-yunturales llevan a un relativamente más autoritario Estado en Perú, y a

uno relativamente más demooárico-popular en México30.Para hacer este tipo de historia se requiere, nos dice Mallon, recu-

perar las "voces locales" contra las presiones por omitirlas o ignorarlas a

favor de una narrativa, histórica más sintética de k emergente unidad dela nación. Pero tal narrativa tiene un costo demasiado alto: "Simplifican-do k política, local y las prácticas discursivas se niega k dignidad, agenciay k complejidad de k gente rural y se facilitan los tipos de "construcción

del otro" dualistas y raciales, a las que esa gente está aún sujeta. Cuandopretendemos que k historia oral, los rituales y k política comunal noson arenas de argumentación donde el poder se combate y se consolida,nosotros sumergimos las voces disidentes y ayudamos a reproducir kfalsa imagen de un paraíso rural (o de idiotez) que ha sido repetidamenteinvocado, tanto en la derecha como en la izquierda, para explicar porquélos intelectuales y políticos urbanos saben lo que es mejor para este ino-

cente, ignorante o ingenuo habitante rural"31.Dos implicaciones metodológicas —que parecen coincidir con

el proyecto de Cuna (aunque Mallon lo menciona sólo de paso)— sesiguen de esto: 1) k noción de nacionalismo alternativo °debe afectarlas formas en que nosotros re-escribimos el pasado en k actualidad",entre otras cosas, por devolverle a las comunidides rurales un sujeto-de-la-historia capaz de producir su propia comunidad nacional ima-ginada33; y 2) el hecho de que "la historia desde una perspectivasubalterna debe también tomar seriamente la historia intelectual dek acción campesina [lo cual] implica romper con la división artificial

entre el analista como intelectual y el campesino como sujeto —esdecir, comprender el análisis como un diálogo entre intelectuales"33.

»lbid.,pp.89yss;220yss.

mantuvieron as aconecome > coaliciones nacionales «Hcmarivaí . Ibid.. p. 3 1

»' Ibid.. pp. 329-330.» Ibid.. p. 330.» Ibid.. p. 10.

26

EL SUIAlTDtNO V LOS LÍMITES DEL SABE1Í ACADÉMICO

Mallon escribe en Peasant and Nation, sobre U necesidad de"desenterrar los tesoros de k imaginación popular"34. La metáfora es

quizá simplemente desafortunada, en la medida en que la mayoría

de las metáforas lo son; pero también podría ser evidencia de unpunto ciego en su proyecto. A pesar de su reclamo acerca de que lahistoria subalterna requiere "negociaciones" entre intelectuales —es

decir, entre historiadores profesionales como ella misma y los inte-lectuales orgánicos de las comunidades que ella estudia— Peasant

and Nation no es, visiblemente, el producto de tales negociaciones.Mallon raramente abandona el rol de narradora omnisciente. Pararepresentar la narración histórica misma como un "diálogo" se habríarequerido una muy distinta forma de narrativa o narración, en k cualla escritura de k historiadora (Mallon) estuviera "interrumpida" porotras formas de narrativa oral o escrita y otras teleologías de prácticas

intelectuales —aquellas de los "intelectuales locales"3'.Lo que hace Mallon en Peasant and Nation, en cambio, es escribir

en efecto k biografía del Estado-Nación, mostrando en esa narrativaformas de agencia subalterna que otros recuentos —k propia historiaoficial del Estado— pudieron haber ignorado. Pero esto es dejar elmarco de la nación, y la inevitabilidad de su presente (y también laautoridad de k historia y de k misma Mallon como historiadora) in-tacta. En cierto sentido, Peasant and Nation resuelve k dualidad entrelo que Chakrabany llama la "radical heterogeneidad" del subalterno yel "monismo" de la narración oficial del Estado-Nación y k moderni-dad, en k medida en que demuestra que los campesinos y los habitan-tes rurales tuvieron realmente un rol en k formación del Estado enMéxico y Perú en el siglo XIX, que ellos no actuaron sólo pasiva o

* Ibid., p. 329." Ero a cucamente la que hace AvíN S.: Eimt, tituphor, Memmy: Cfuntri Chaura. 1922-1992.Berkclcy, Univeníty of California Press, 199S. O. en el largo ensayo que lo precede, "Remembc-ring Chauri, Chaura", reimpreso en GUHA, R. (ed.). Sukahrm Snutia Rtiuicr. af. at., pp. 179-239.Como Mallon, Amin quiere recuperar la "memoria local campesina —en cate caso, de una "rebe-lión" en 1922, en el cuno de U cual, .os campesinos de un pequeño pueblo en el norte de la Indiaquemaron una estación de polida, macando a 23 policías; pero él también está preocupado porencontrar jn camino para incorporar formalmente lai narran™ lobrc el eventa de manen textual.Recientes trabajos etnográfico* proporcionan ejemplos de textos polifónico* en los cuales la voznarrativa y la autoridad del etnógrafo están contrapuestos con la voz y autoridad de los sujetossubalternos que el etnógrafo quiere representan por ejemplo, BEHAA. RUTH, Translated Vfrman;Cnuánf t/x BimUr with Esperemos Siory, Boston, Beacon, 1993; o Bouacois, P Hturc. Stath ofRaftct: Sttlinf Crack m lie Boma, Cambridge, Cambridge Univenity Press, 1995. Mallon haestado trabajando en lo que ella llama testimonio "experimental" con una chilena mapuche y acti-vista feminista, Isoldc Reuque.

Page 9: El Subalterno y Los Límites Del Saber Académico

JOHN BEvintEY

negativamente respecto al Estado y sus agentes. Pero, para usar unafigura lacaniana, esto "sutura" un vacío a la vez conceptual y social quede alguna manera podría ser mejor dejar abierto. Peasant and Naíion,entonces, omite precisamente lo que quiere hacer visible: la dinámica

de Negación en la agencia subalterna.En parte el problema se debe a que Mailon mantiene una forma

narrativa diacrónica—esto es, un sentido de la historia como desarro-llo, maduración, "despliegue". Por contraste, Guha está preocupado conla manera en que una insurrección campesina "interrumpe" la narrativade la formación del Estado. Por ello, él rompe con lo diacrónico en supropia representación de estas insurgencias, tratando, en cambio, decaptar sus "aspectos elementales" —es decir, sus modalidades estructu-rales. La intransigencia/ resistencia campesina puede y contribuye a loscomplejos ajustes, negociaciones y mediaciones que moldean histórica-mente al Estado, porque el Estado debe modificar sus estrategias y for-mas de relacionarse con el subalterno3*. Pero, al hacer el corte sincróni-co —la temporalidad en Elemcntary Aspectt es similar a lo que WalterBenjamín llamó Jetztzcit (el tiempo-ahora)— Guha es capaz de preser-var, en la representación de esas insurgencias, las posibilidades conteni-das en ellas mismas de otro Estado y de otra manera de relacionamos conel tiempo o de ser, que no está sujeta a. una representación futurista, a

una narrativa teleológica del desarrollo.Mailon critica el enfoque del Grupo Latinoamericano de Estudias

Subalternos por estar demasiado centrado en la idea de desconstruccióntextual. Pero, ella quizá se podría haber beneficiado de haber releído y—quizá— reelaborado su propio texto desconstructivamente. El pro-blema con su deseo de acceder a las "voces locales" no es tanto, comoSpivak diría, el fonocentrismo —la identificación de la verdad con lapresencia o voz del subalterno, como en la narrativa testimonial. Elproblema está, en cambio, en el simple hecho de que la voz (y la escritu-ra) del subalterno sencillamente no tstá presentí como tal en su narra-tiva. Está sólo la voz de Mailon y su escritura (las historias alternati-vas de fundación por los intelectuales locales que ella refiere en su

texto, están parafraseadas o re-narradas).

* "U» niveles formamos del desarrollo del Estado fueron interrumpidos una y otra vez por estas• ¡r^Aru* runa que éste aprendió a ajuitane a IU lugar desconocido por medio de la

1 :—«•- «ifi«icación de los controla

El. SU&/UTWNO Y U» LIMITES na SABE» ACOtMICO

Chakrabany advierte que la historiografía de los estudios sub-alternos difiere de la "historia desde abajo" en tres áreas principa-les: "a) una relativa separación entre la historia del poder, y de cual-quier historia universalista del capital, b) una crítica de la formanación, y c) una interrogación de la relación entre saber y poder (ypor ello del archivo mismo y la historia como una forma de sa-ber)"37. Se podría concluir que Mailon incorpora las primeras dosde estis áreas, pero no la tercera. El subalterno está siempre, enalgún sentido, ahí afuera para ella, en "el fango del trabajo de cam-po" y "en el polvo de los archivos". A pesar de su apelación a undiálogo entre intelectuales de diferente tipo y locación social, ellaaún ve la historia a la luz de un modelo positivista de escolaridad yobjetividad, que la deja a ella al centro del acto de conocer y repre-sentar. En vez de estudiar cómo los campesinos peruanos o mexica-nos estaban o no estaban envueltos en la formación del Estado,Mailon podría haber interrogado como historiadora, la relación entreel archivo, la "ciudad letrada", la historia escrita y la formación delEstado en México y Perú en el siglo XIX. Pero, si Foucault y Gra-msci —las dos figuras que ella erige contra Derrida y la decons-trucción— nos enseñan alguna cosa, esto es que lo que nosotroshacemos está implicado de una u otra forma en las relaciones socia-les de dominación y subordinación. ¿Cómo podría ser distinto?¿Cómo podrían instituciones tan poderosas como la universidad yla disciplina de la historia, no estar implicadas en el poder?

¿A qué intereses, .analmente, responde la inmensa labor de inves-tigado n y narratrvización que Peasant and Nadan implicó en su realiza-ción? Mallon estaría de acuerdo con Chakrabarty en que los estudiossubalternos son un proyecto dentro de la universidad. En otras palabras,no se trata de un proyecto Narodnik (los narodnik fueron los populistas,rusos que dijeron, en 1880 como los Zapatiscas hoy: "Nosotros tene-mos que ir al pueblo, al naroef', y entonces abandonaron todas su pre-concepciones —universidad, profesión, vida familiar de clase me-dia— y fueron a las comunidades campesinas y trataron de organi-zarse allí). No estoy tratando de decir "deja lo que estas haciendo yanda a trabajar con los grupos comunitarios en la India o con e!

37 CHAXRABAjrrY, D., "ASmall Hiítoryof Subalttm Studics". trabajo presentado en la conferenciaCmn-Geiualofit! ana ¡ubalítra Krrnvlrdga, en la Universidad de Dulce, 15 y 18 de octubre de1998. Posteriormente apareció bajo d título "Subaltcrn Studies and Postcoíor.ial Húroríography *,

en: NtfmtU: Viewifrm Sfuth 1.1, 2000, pp. 9-32.

29

Page 10: El Subalterno y Los Límites Del Saber Académico

cc(cc

Ccc.c(;

ci.1XX'LL.

JOHN BruuíY

movimiento indígena en Guatemala o las víctimas del SIDA". Pero

¿no cenemos que admitir, en algún momento, que hay un límite a loque nosotros podemos o debemos hacer en relación con el subalter-

no, un límite que no es sólo epistemológico sino que también ético?

Un límite constituido por el lugar de historiadores como Mallon o

de críticos literarios como yo en una posición que no es la del subal-

terno. El subalterno es algo que está al otro lado de esta posición.Asumir como conmensurables el proyecto de representar al sub-

alterno desde la academia y el proyecto de auto-representación delsubalterno mismo es, simplemente, eso: una asunción. En verdad,sería mis correcto decir que estos son proyectos diferentes, incluso

antagónicos. Creo que la universidad debe "servir al pueblo"; para esefin, esta debe ser mas accesible, democratizada, ofrecer más posibili-dades de asistencia. Pero estas medidas en sí mismas no resuelven labrecha entre nuestra posición en la academia y el mundo del subal-terno. Aún no resuelven k brecha entre las privilegiadas, poderosasy, frecuentemente, privadas universidades que, en general, han deve-nido el hogar de los estudios subalternos en los Estados Unidos y, lasdesprestigiadas y pobremente financiadas universidades públicas, deesc país, o entre la universidad "metropolitana" como tal —sitio delos "arta-studief— y las universidades latinoamericanas.

Por esto prefiero enfkázar el aspecto "negativo" o crítico del proyecto delos estudios subalternos aquí: su interés en registrar dónde fracasa el poder dek universidad y de las disciplinas en representar al subalterno. A veces piensolos estudios subalternos como una versión secular de la "opción pieféxenáalpor los pobres" de la teología de k liberación; pues comparte con esta unametodología esencial de lo que el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez llama"escuchar al pobre"3*. Como la teología de la liberación, los estudios subal-ternos implican no sólo una nueva forma de concebir o hablar sobre lossubalternos, sino también la posibilidad de construir relaciones de solidari-dad entre nosotros y las prácticas sociales que nosotros usamos como nuestroobjeto de estudio. En un famoso pasaje, Richard Rorty distingue lo que él

llama "d deseo por solidaridad" y "el deseo por objetividad":

Hay dos formas principales en que los seres humanos reflexivos tra-un, al poner sus vidas en un contexto más amplio, de dar sentido a

>• U rY« viene de una serie de leo*™ de Guricntt sobre Tru New EvangeÜW en el Seminario

Teológica de Pittsburjh. mayo de 1993.

30

EL SUBALTERNO r LOS LÍMITES DEL SABCX ACADÉMICO

esas vidas. La primera es contando historias acerca de ¡u contribu-ción a la comunidad. Esta comunidad puede ser la comunidad his-tórica real en k que ellos viven, o una totalmente imaginaria, consti-tuida quizá de una docena de héroes y heroínas seleccionados desdela historia o la ficción, o ambas. La segunda es describiéndose comoestando en una relación inmediata con una realidad no humana..Esta relación es inmediata en el sentido en que no deriva de unarelación entre tal realidad y su tribu, o su nación, o su banda imagi-nada de camaradas. Yo diré que las historias del primer tipo ejempli-fican el deseo por solidaridad, y del segundo tipo ejemplifican eldeseo po r obj etividad5'.

Lo mejor de los estudios subalternos, creo, es que estos estin im-pregnados por lo que Rorty llama "el deseo por solidaridad"; el proyec-to de Mallon en PeasantaruíNation, por contraste, parece estar impreg-nado por "el deseo por objetividad".

Sin embargo, el deseo por solidaridad debe comenzar con lo queGutiérrez llama una "amistad concreta con el pobre": no puede ser sim-plemente un asunto de tener una "conversación con" (según el concep-to del mismo Rorty), o romantizar o idealizar al subalterno. En estesentido, Mallon podría tener razón sobre los límites de la "textualidad"y las virtudes del trabajo de campo. Más aún, haciendo la transicióndesde la "objetividad" a la "solidaridad", no podemos simplemente des-pachar la cuestión de la representación, con el pretexto de que ahoraestamos permitiendo al subalterno "hablar por sí mismo". Y hay unaforma en la cual k política —¿necesariamente?— liberal que el enfoquede Rorty da a la idea de solidaridad puede también ser, como la consig-na de los '60 decía, parte del problema más que parte de la solución,porque éste asume que la "conversación" es posible a pesar de lasdiferencias de poder y riqueza que dividen y, diferencian radicalmen-te, a los participantes40.

La solidaridad basada sobre la asunción de la igualdad y reci-

" RORTÍ. R., "Solidarity or Objecdvityf"1, Rajchman, J., y C. West (edi.), fiut-Aiufyiic Phtleufhy,New York. Colombia University Previ, 1985. p. 3.*" [Cluando Rorty argumenta por la conveniencia de la 'conversación' en lugar de la epistemologíaracional, el no toma lelamente U situación asimétrica del otro, la imposibilidad empírica concretade que el 'excluido', 'dominado', u 'obligado', pueda intervenir efectivamente en (al disculión. Élroma como su punto de parada un 'nosotras americano! liberales', no un 'nosotros aztecas enrelación con Cortés', o 'nosotros latinoamericanos en relación con los norteamericanos en 1992'.En tales casos, ningutu convmacián.a posible". DUSSEL. £., "Eurocentrism and Modemiry", en:BEVERLÍY.J., OVIEDO.].. AHONNA, M. (eds.), ThePaamoJemianOilMUimLaánAmmcii. Durham,Dulce Univcrsity Press, 1995, p. 75, nota 15.

31

Page 11: El Subalterno y Los Límites Del Saber Académico

f

f -

c

Ic

IOHN BEV-Í: EK

procidad no significa que las contradicciones sean superadas en elnombre de una noción heurística de fusión o identificación con elsubalterno: la observación de Foucault sobre la vergüenza de "hablarpor otros" es pertinente aquí. Como li pequeña historia de Lacan alcomienzo de «te ensayo, el acto de "contestar" del subalterno nece-sariamente perturba —a veces con displacer— nuestro propio dis-curso de benevolencia ¿tica y privilegio epistemológico, especialmenteen aquellos momentos en que esc discurso reivindica "hablar por losotros". Gutiérrez concluye que las consecuencias de una opción pre-íercncial por los pobres para el intelectual están simbolizadas por laestructura de una curva asintótica: podemos aproximarnos en nues-tro trabajo, y práctica política, cada vez más al mundo de los subal-ternos, pero no podemos nunca, relímente, fusionarnos con esemundo, aún cuando, como los narodniki, nosotros nos dispusiéra-

mos a "ir al pueblo".Se nos pregunta cómo nosotros, que estamos, en general, en las

mayores universidades en investigación en los Estados Unidos y perte-necemos socialmente a la clase media o clase media alta profesional,podemos reivindicar representar al subalterno. Pero nosotros no reivin-dicamos representar ("trazar un mapa cognitivo", "dejar hablar", "ha-blar por", "excavar") al subalterno. Los estudios subalternos tratan, encambio, cómo el saber que nosotros producimos e impartimos comoacadémicos está estructurado por la ausencia, dificultad o imposibili-dad de representación del subalterno. Esto es reconocer, sin embargo, lainadecuación fundamental de ese saber y de las instituciones que locontienen y, por lo tanto, la necesidad por un cambio radical en ladirección de un más democrático e igualitario orden social.

HISTORIA Y VERDAD, UNA VEZ MÁS

Miguel Valderrama.

"Las lágrimas que brotaron involuntariamente Jueron el llan-

ta lie hombres y mujeres, de diversas edades y orígenes, que re-

cordaron a sus caídos, a sus desaparecidos, a. sus ausentes, vícti-

mas de un régimen que no dudó en usar todos los medios para

eliminar a. sus enemigos. Lo mas extraordinario es que nadie se

pregunté esa noche qué tenia que hacer todo aquello con la

Historia. Al parecer, coincidíamos con el historiador en un he-

cho simple: que la historia es siempre vida, es siempre libertad y

es, para el historiador, un compromiso activo, militante, por el

cual incluso se está dispuesto a perder ¡a vida. Todo esto puede

sonar a exagerado, pero ahí están los cadávens, las cicatrices y

las sufrimientos de muchos colegas de nuestro oficio ".

Leonardo León, Los combata por la historia

Aquella vieja fórmula que definía a la historia como speculum vitaehumarme, y en cuyo asilo se amparaba la investigación para reclamar laverdad, para buscarla sin partido ni polémica, ha terminado por revelar-se inservible a una conciencia historiográfica que ha descubierto lospeligros y desfiladeros del historicijmo. El postulado científico de notomar partido, en el sentido de la independencia, de la abstención o dela neutralidad, el anhelo de alcanzar la imparcialidad, de hacer justicia alos hechos, de dejar la palabra a las partes para poner en relación mutuaa todos los partidos o fuerzas de un proceso, se ha derrumbado tras eldescubrimiento de la propia implicancia del historiador en el mundo.

Si con Heródoto lo que se instaura en el relato histórico es unaforma de encadenamiento de !a frase historiográfica, un modo segurode eslabonar juicio y testimonio, hechos y valoración, hoy, podría decir-se, hundidos y perdidos ya en la crisis del historicismo, ese modo segurode encastrar las piezas del trabajo historiográfico ha dejado de ser unagarantía estable de significación. La ilusión refcrencial de un sabersobc-

33