El tabaco es uno de los venenos más engañosos y dañinos que existen; y ejerce una influencia estimulante primero y luego depresiva sobre los nervios del cuerpo. Es un veneno lento. Afecta el cerebro y entorpece el discernimiento, de modo que la mente no pueda recibir las cosas espirituales, especialmente las verdaderas que pudieran ejercer un efecto correctivo sobre este vicio inmundo. Los que usan tabaco no están libres ante los ojos de Dios, a los mismos les resulta imposible glorificar a Dios en sus cuerpos y espíritus, los cuales son de Dios. Su uso despierta sed de bebidas fuertes. El tabaco contamina al que lo usa y molesta a los demás. Las prácticas malsanas de las generaciones pasadas afectan a los niños y jóvenes de hoy. La incapacidad mental, la debilidad física, las perturbaciones nerviosas y los deseos antinaturales se transmiten como un legado de padres a hijos.

"Los esclavos del tabaco escupen y ensucian todo lo que hay a su alrededor, cuyos labios de quienes pronuncian el precioso nombre de Jesús están contaminados por el tabaco, saturados de un aliento maloliente, y aún el lino de las vestiduras se ve impregnado".