Tesis Final de Grado Marca Argentina El Tango, identidad ...
El tango como metáfora de la cultura argentina
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«El tango como metáfora
de la cultura argentina»***
Publicado el 21/9/2012 (traducido al inglés) en la sección «Arts & Culture» de la revista digital alemana Fair Observer: http://www.fairobserver.com/article/tango-metaphor-argentine-culture.
«…la guajira flamenca aportó su melodía para la formación de
la milonga; la habanera, su ritmo; el tango negro (candombe), la
danza. Luego, esa milonga, transformada por esta triple
influencia, pasa a denominarse “tango” por el influjo del tango
negro y del tango andaluz.»
—JOSÉ GOBELLO
Genealogía del tango
«El tango es un pensamiento triste que se baila.»
—ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO
En la década de 1880 Buenos Aires sufrió una radical transformación
que modificó su arquitectura y el lenguaje, costumbres,
espectáculos, diversiones, vestimenta y comidas de sus habitantes. El
tango nació en ese contexto de verdadera ebullición sociocultural, en
los turbios suburbios de esa gran ciudad que recibía a millones de
inmigrantes de todas las latitudes, un ambiente constituido por
criollos e inmigrantes trabajadores, artesanos, marineros, peones,
empleados fabriles, todo un mundo abigarrado, en transición,
generalmente de hombres solos, que acudían a prostíbulos y bailes
en busca de distracción y esparcimiento.
Por origen y por vocación, el tango es marginal, eso explica
porqué la mayoría de los más grandes creadores del tango han sido
de extracción obrera. El vibrante latido del tango nació de la fusión
entre inmigrantes europeos, nativos de la región y descendientes de
esclavos africanos. De raíz suburbana («arrabalera»), pero
netamente urbano, el tango es producto de un proceso histórico
concreto de mestizaje biológico y cultural. Su historia como género
musical se halla íntimamente relacionada con la de la ciudad de
Buenos Aires desde fines de siglo XIX hasta al menos finales de los
años sesenta del siglo XX. Expresa el alma de la ciudad misma, es
muy representativo de la manera de ser de sus habitantes, es su
folklore.
Fueron los millones de inmigrantes, en su gran mayoría
europeos, quienes –sintiendo melancolía por dejar su tierra y
desamparo al llegar– abonaron con esos sentimientos esta música
que el tiempo convertiría en sinónimo de Argentina fronteras afuera
y de Buenos Aires fronteras adentro. En este punto debemos hacer
constar que Montevideo (capital de Uruguay), también ha sido cuna
del tango, por lo cual es justicia afirmar que el tango es el ritmo que
acompañó el desarrollo de la cultura rioplatense, a ambos lados del
Río de la Plata.
Analizar un fenómeno tan complejo como el tango implica
conocer la matriz cultural que marcó la conformación de una
sociedad compuesta por sucesivas capas aluvionales de inmigración
masiva que se sumaban a los nativos, conformando un mestizaje
cultural de una diversidad extraordinaria.
La identidad argentina a través del tango
«El tango es porteño. El pueblo se reconoce en él, plenamente.»
—JORGE LUIS BORGES
Muchos tangos utilizan el lunfardo, una deslumbrante mixtura de
expresiones de medio mundo, provenientes de los millones de
inmigrantes de todas las nacionalidades que se hacinaban en las
pensiones de los barrios obreros de Buenos Aires a finales del siglo
XIX y comienzos del XX.
Así define el vocablo lunfardo Javier Barreiro, en su libro El
tango: «Esencialmente sincrético, este argot recoge vocablos del caló
español, los lenguajes indígenas (especialmente el guaraní), francés,
inglés, portugués y, sobre todo, de los dialectos italianos. Abunda
asimismo en vesres (inversión del orden silábico), paranomasias,
aféresis, prolepsis, metáforas plenas de agudeza y otras fantasías.»
No obstante su origen como jerga de los bajos fondos de
Buenos Aires hace ya más de un siglo, muchos de sus términos han
acabado por formar parte del lenguaje cotidiano de sus habitantes,
incluso en la actualidad.
Si bien era un hombre muy ilustrado, Enrique Santos
Discépolo(1) (1901-1951) –considerado el mayor poeta del tango– fue
muy afecto a incluir en sus letras muchas palabras y expresiones del
lunfardo. La muestra más acabada de ello es el inmortal tango
Cambalache(2) (1935), feroz crítica social de la Argentina de la
época, pero totalmente aplicable al mundo actual. Allí radica su
inmortal vigencia.
Paradójicamente, los tangos de «Discepolín» –estrenados en su
mayoría entre 1927 y 1935– tuvieron una muy mala recepción inicial,
para luego gozar de éxitos rotundos al punto de que supusieron una
verdadera revolución ya que por primera vez surgía una manera de
cantar pensando, protestando y opinando con una amarga, satírica y
hasta humorística ironía.
El tango conquista París
«Silbar viejo tangos centrados en melancólicos destinos de ida o de
venida
es una de mis muchas maneras de seguir estando en Buenos Aires.»
—JULIO CORTÁZAR
El tango desembarca en París en 1908. A diferencia de Buenos Aires
—y en otro contexto social— en París el tango surge en los burdeles
de Montmartre como danza erótica que «ponía en clima» a los
clientes. Sin embargo, la fiebre del tango pronto se apoderó de todos
los salones, abundando desde un principio las «academias»
destinadas a su enseñanza, y llegando al extremo de que se ocuparan
de él prestigiosos literatos y académicos. Enrique Santos Discépolo,
el mayor poeta del tango, captó nítidamente el fenómeno, afirmando:
«El hechizo del tango se ha metido en el alma de París como si fuera
parte de su vida».
Respecto a la meteórica ascensión del género desde los
suburbios de Buenos Aires hasta el corazón de la «Ciudad Luz»,
Discépolo expresó: «El tango nació en los pies. Era baile. Pero fue
ganándose en el alma porteña hasta llegar a flor de labios. Adquirió
una gran riqueza expresiva. Se convirtió en canción. Y en su sencillez
de cosa espontánea, fue perfecto. Pero aún hizo más. Cruzo el charco
y se fue a Europa. Triunfó en París y en otras ciudades, hasta quedar
definitivamente».
Ya en 1913 París vivía un verdadero furor tanguero, al extremo
de que surgió y causó furor un color a mitad de camino entre
anaranjado y amarillo denominado «tango». También aparecieron
«fumaderos tango» para los caballeros (esmoquin de corte largo,
estilo argentino, que les permitía mayor movimiento en brazos y
hombros), y la blouse-tango para las damas (blusa ligera color tango,
con mangas que daban libertad de movimiento). Asimismo cenas-
tango, tango sobre hielo en el Palais de Glace, concursos e incluso un
tren bautizado con ese nombre que durante el verano cubría el
trayecto París-Deauville.
Pero la fiebre no se detuvo en París: en 1923 el escritor
británico Herbert George Wells escribía en su novela Men Like Gods:
«Londres estaba en plena temporada elegante y frívola. Corría un
año tan disparatado como los acontecimientos posteriores
demostraron que fue 1913: el gran año del tango». Lo mismo
sucedería en Alemania, Holanda, Bélgica, España, la ex Unión
Soviética, Japón, África del Norte…
Carlos Gardel, eterno mito del tango
«El tango honra al pueblo argentino.»
—ANDRÉ GIDE
El inclasificable Carlos Gardel,(3) conocido como «El zorzal criollo» o
«el morocho del Abasto» (el Abasto es un popular barrio de Buenos
Aires, antiguamente frecuentado por tangueros y malevos,
actualmente la estación de Metro del barrio lleva su nombre),
encarna el mito tanguero por antonomasia e incluso el mayor mito de
la cultura argentina –superando al Che Guevara, Juan Perón, Evita,
Maradona y Messi–, ya que a diferencia de todos ellos, que han
generado un ambivalente sentimiento colectivo de amor-odio, Gardel
es idolatrado y reivindicado por todos, sin distinción de extracción
social, geográfica o generacional.
Para completar el mito, falleció trágicamente en el esplendor
de su carrera, en un accidente aéreo en Medellín (Colombia), a los
44 años. Para entonces, ya se había convertido en un verdadero ídolo
en diversos países de habla hispana, Europa y Estados Unidos, al
punto de filmar nueve películas para la Paramount estadounidense
(cinco en Nueva York y cuatro en París), lo que le granjeó una fama
sin precedentes para la época. La sabiduría popular del Río de la
Plata lo inmortalizó con la frase «Carlitos Gardel cada día canta
mejor».
Poesía y mitología del tango
«Un tango, la vida.»
—LOUIS-FERDINAND CÉLINE
En las letras de los tangos los temas más abordados son el lugar de
pertenencia, el cobijo del barrio, la identidad, el cabaret, el amor
(amor de la madre, la frustración amorosa), la relación hombre-
mujer, la mujer perdida, la mujer pura, la masculinidad, el bulín, la
soledad y la muerte. Es muy común la postal del guapo mal valorado
que sufre por el abandono de una mujer pérfida, así como también la
del hombre que abandona a una mujer y con el transcurso de los
años comprende su fatal error.
En el lenguaje coloquial argentino y uruguayo de hoy en día se
utilizan infinidad de vocablos y frases que en realidad son palabras
sueltas, expresiones y frases extraídas de antiguos y antológicos
tangos de la primera mitad del siglo XX. Lo más interesante es que
mucha gente —si bien es cierto que sabe que son términos del
lunfardo, desconoce que están contenidos en letras pertenecientes a
la «Edad del Oro» del tango.
En el año 2009 el tango fue incluido por la UNESCO en la Lista
del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Citas
(1) Cambalache (subtitulado en inglés):
http://www.youtube.com/watch?v=xap3qKA1-ww.
(2) Enrique Santos Discépolo (biografía en inglés):
http://en.wikipedia.org/wiki/Enrique_Santos_Discépolo.
(3) Carlos Gardel (biografía en inglés):
http://en.wikipedia.org/wiki/Carlos_Gardel.