El tepochcalli

2
ESCUELAS PREHISPANICAS El Tepochcalli, la escuela de los jóvenes guerreros Telpochcalli (en náhuatl ‘casa de los mancebos’), centros en los que se educaba a los jóvenes del pueblo, a partir de los 15 años, para servir a su comunidad y para la guerra (véase Educación azteca). A diferencia de los nobles que asistían al Calmécac, los vástagos de los plebeyos, conocidos genéricamente como Macehualtin, asistían al Telpochcalli. Estas escuelas de jóvenes se encontraban en cada barrio o Calpulli. La vida en las Telpochcalli era dura. Desde la madrugada comenzaban las extenuantes actividades. El día iniciaba con un helado baño, seguido de una comida frugal y muy controlada. Solían memorizar los cantares con los hechos relevantes de sus mayores y las alabanzas de sus dioses, además de aprender y ejercitarse en el manejo de las armas como el Atlátl, instrumento utilizado para lanzar flechas, y el Ma-úahuitl, la curiosa espada de madera con filos de obsidiana. Los alumnos tenían otras obligaciones, como la de reparar los templos (Teocalli), acarreando los materiales necesarios, y trabajar las tierras y heredades de forma colectiva para su sustento. Especialmente se buscaba su resistencia al dolor mediante prácticas de auto sacrificio. Los alumnos ociosos o incorrectos eran castigados severamente, por ejemplo, la embriaguez se penalizaba con la muerte. Si alguno de los alumnos sobresalía por su habilidad y valor en las guerras de conquista, algún día podría llegar a ser ciudadano distinguido a quien se premiaba y rendían honores. Cuando alcanzaban la edad requerida para casarse, finalizaba su instrucción en el Telpochcalli. El Cuicacalli, casa de cultura Amantes de la poesía, los antiguos mexicanos se preocuparon por enseñarla y difundirla. En todas partes, a lo largo del territorio de la Triple Alianza (México Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba), poesía, canto y danza eran ciencias oficiales, regidas por una institución rigurosamente organizada: el Cuicacalli, donde ingresaban los niños a la edad de 12 años. Poetas de renombre, músicos y danzantes distinguidos eran los encargados de organizar el Cuicacalli; recibían su paga del rey en persona, siempre atento al buen funcionamiento de las casas de canto. Existía gran diversidad de profesores: uno componía las obras; otro hacía los arreglos musicales, y otro más se encargaba de integrar los coros y la coreografía. La función del Cuicacalli iba más allá de ofrecer enseñanza artística; tenía, al igual que el Calmécac, la función básica de transmitir y elaborar la lengua culta. Ello hace suponer que la poesía náhuatl no era comprendida por el pueblo ajeno a ella, y que sólo participaba como auditorio maravillado por lo espectacular de las representaciones. Igual que entre los romanos, había una lengua culta y una vulgar. Los estudiosos aseguran que la Conquista arrasó con la lengua culta. Más allá de un mero artificio del lenguaje, la poesía desarrollaba y profundizaba en una definición: "flor y canto", lo que le añadía un fundamento estético filosófico. Este fundamento era la respuesta a las preguntas que se hacían los sabios, los tlamatini: ¿qué es la vida?; si somos tan efímeros, ¿de qué manera nos podemos comunicar con los dioses y participar de su inmortalidad? Pues a través de la belleza vuelta símbolo, de la flor y de la palabra verdadera: el canto. Pensaban que la poesía era lo único que realmente los acercaba a la divinidad y los transformaba incluso en parte de la esencia divina, única posibilidad de asegurar la existencia para siempre.

Transcript of El tepochcalli

ESCUELAS PREHISPANICAS

El Tepochcalli, la escuela de los jóvenes guerreros

Telpochcalli (en náhuatl ‘casa de los mancebos’), centros en los que se educaba a los jóvenes del

pueblo, a partir de los 15 años, para servir a su comunidad y para la guerra (véase Educación azteca).

A diferencia de los nobles que asistían al Calmécac, los vástagos de los plebeyos, conocidos

genéricamente como Macehualtin, asistían al Telpochcalli. Estas escuelas de jóvenes se

encontraban en cada barrio o Calpulli.

La vida en las Telpochcalli era dura. Desde la madrugada comenzaban las extenuantes actividades.

El día iniciaba con un helado baño, seguido de una comida frugal y muy controlada. Solían

memorizar los cantares con los hechos relevantes de sus mayores y las alabanzas de sus dioses,

además de aprender y ejercitarse en el manejo de las armas como el Atlátl, instrumento utilizado

para lanzar flechas, y el Ma-úahuitl, la curiosa espada de madera con filos de obsidiana. Los alumnos

tenían otras obligaciones, como la de reparar los templos (Teocalli), acarreando los materiales

necesarios, y trabajar las tierras y heredades de forma colectiva para su sustento. Especialmente se

buscaba su resistencia al dolor mediante prácticas de auto sacrificio. Los alumnos ociosos o

incorrectos eran castigados severamente, por ejemplo, la embriaguez se penalizaba con la muerte.

Si alguno de los alumnos sobresalía por su habilidad y valor en las guerras de conquista, algún día

podría llegar a ser ciudadano distinguido a quien se premiaba y rendían honores. Cuando alcanzaban

la edad requerida para casarse, finalizaba su instrucción en el Telpochcalli.

El Cuicacalli, casa de cultura

Amantes de la poesía, los antiguos mexicanos se preocuparon por enseñarla y difundirla. En todas

partes, a lo largo del territorio de la Triple Alianza (México Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba), poesía,

canto y danza eran ciencias oficiales, regidas por una institución rigurosamente organizada: el

Cuicacalli, donde ingresaban los niños a la edad de 12 años. Poetas de renombre, músicos y

danzantes distinguidos eran los encargados de organizar el Cuicacalli; recibían su paga del rey en

persona, siempre atento al buen funcionamiento de las casas de canto. Existía gran diversidad de

profesores: uno componía las obras; otro hacía los arreglos musicales, y otro más se encargaba de

integrar los coros y la coreografía.

La función del Cuicacalli iba más allá de ofrecer enseñanza artística; tenía, al igual que el Calmécac,

la función básica de transmitir y elaborar la lengua culta. Ello hace suponer que la poesía náhuatl no

era comprendida por el pueblo ajeno a ella, y que sólo participaba como auditorio maravillado por

lo espectacular de las representaciones. Igual que entre los romanos, había una lengua culta y una

vulgar. Los estudiosos aseguran que la Conquista arrasó con la lengua culta.

Más allá de un mero artificio del lenguaje, la poesía desarrollaba y profundizaba en una definición:

"flor y canto", lo que le añadía un fundamento estético filosófico. Este fundamento era la respuesta

a las preguntas que se hacían los sabios, los tlamatini: ¿qué es la vida?; si somos tan efímeros, ¿de

qué manera nos podemos comunicar con los dioses y participar de su inmortalidad? Pues a través

de la belleza vuelta símbolo, de la flor y de la palabra verdadera: el canto. Pensaban que la poesía

era lo único que realmente los acercaba a la divinidad y los transformaba incluso en parte de la

esencia divina, única posibilidad de asegurar la existencia para siempre.

ESCUELAS PREHISPANICAS

CALMECAC

El Calmecac (del náhuatl calli 'casa', mecatl 'morador' y -c 'lugar') era la escuela para los hijos de

los nobles aztecas. En esta escuela se les entrenaba para ser sacerdotes, guerreros de la élite,

jueces, senadores, maestros o gobernantes, educándolos en historia, astronomía y otras ciencias,

la medición del tiempo, música y filosofía, religión, hábitos de limpieza, cuestiones

de economía y gobierno, y sobre todo, disciplina y valores morales. Habían maestros especiales que

les enseñaban la tradición, y leían y aprendían de memoria las historias ilustradas en los códices. La

escuela funcionaba como un internado, donde los jóvenes vivían, dormían y comían. Con los

aspirantes a sacerdotes su educación se enfocaba en la religión, e incluía rituales, cantos a los dioses

e interpretación de los sueños. Los aspirantes a guerreros de la élite o a gobernantes recibían

más entrenamiento militar y sobre asuntos de economía y gobierno. Los jóvenes de los nobles eran

educados en casa cuando pequeños, pero a cierta edad, que diversos autores asignan entre 7 y 15

años de edad, entraban a vivir en el Calmecac. Desde el momento de su entrada, se hacía un ritual

especial en el que se hería al niño para acostumbrarlo a soportar el dolor. Su educación variaba de

acuerdo a la edad, pero cuando eran adolescentes iniciaba su entrenamiento militar, y cuando eran

jóvenes adultos, se les llevaba a la guerra.

ICHPOCHCALLI

Los Ichpochcalli eran las escuelas a las que asistían las niñas y las jóvenes. En ellas recibían una

educación semejante a las de los Telpochcalli, aunque en lo correspondiente a su ser femenino.