El triunfo del NO en Peñalolén

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Vamos por ancho camino: el triunfo del No en Peñalolén Cristóbal Cortés Rafael Crisosto La victoria del No en Peñalolén es importante. Sin embargo, el desafío es dotar a este movimiento de una proyección política capaz de disputar el poder comunal. Haber votado Sí o No es haber asumido una posición y, con ello, fortalecer y/o constituir actores políticos en y para la comuna. El triunfo del No en el plebiscito del nuevo Plan Regulador Comunal de Peñalolén (PRC) levantó, de parte de los derrotados, diversas justificaciones sobre cuáles son las razones de este resultado. Los partidarios del Sí construyeron un argumento en el que la ciudadanía habría votado sin considerar las consecuencias que esto tendría sobre los allegados y pobres de la comuna. Esta postura, sustentada por el alcalde Orrego (DC), afirma que quienes hicieron campaña por el No defienden intereses individualistas de vecinos de clase media y alta que, ante la implementación de proyectos que afectarían su hábitat, rechazan el PRC sin considerar las consecuencias que tendría sobre otros actores (en particular, comités que buscan terrenos para viviendas sociales). Es curioso que desde la otra vereda, desde los movimientos sociales, se critique exactamente lo mismo a quienes eran partidarios de aprobar la propuesta, a saber, que el nuevo plan regulador, tal como estaba, en varios puntos representaba los intereses de las inmobiliarias y no un beneficio para la mayoría de los habitantes de la comuna. Nosotros nos posicionamos desde esta segunda mirada. En lo que sigue, queremos poner en discusión las razones por las que el triunfo del No representan precisamente lo contrario al argumento de los derrotados: favorece, entre otros, a los vecinos más necesitados de la comuna; no representa intereses egoístas, sino una consideración integral del desarrollo urbano de la comuna y, tal como el voto mayoritario lo demuestra, es el resultado de un apoyo transversal de los habitantes de Peñalolén; abre el espacio para la elaboración participativa de un nuevo plan que se haga cargo de las observaciones presentadas por la ciudadanía. Es, finalmente, un llamado de atención a los políticos sobre la creciente demanda por participación efectiva en las políticas públicas, que muestra cómo los movimientos sociales comienzan a hacer de su apoyo social un apoyo político. En el plano técnico, sólo para dar un ejemplo de por qué el No favorece a los allegados de la comuna, la propuesta ciudadana desechada por Orrego proponía obtener viviendas para los allegados en los terrenos del ex campamento Nazur (en los que aún se asienta lo que queda de la toma de Peñalolén), dejando un 50% como área verde destinadas a un parque para toda la comunidad. Esto daría terrenos localizados para la construcción de viviendas a 731 familias, lo que cubriría parte de la demanda de los comités de allegados y de quienes aún viven en la toma. Por el contrario, si se hubiera aprobado el plan regulador, la mayoría de los terrenos para vivienda social, por efectos del mercado de suelo, quedarían en el sector más periférico de Peñalolén. De aprobarse la actual propuesta se amarraba un crecimiento desigual de la comuna por los próximos 20 años.

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Por Cristóbal Cortés y Rafael CrisostoLa victoria del No en Peñalolén es importante. Sin embargo, el desafío es dotar a este movimiento de una proyección política capaz de disputar el poder comunal. Haber votado Sí o No es haber asumido una posición y, con ello, fortalecer y/o constituir actores políticos en y para la comuna.

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Vamos por ancho camino: el triunfo del No en Peñalolén

Cristóbal Cortés

Rafael Crisosto

La victoria del No en Peñalolén es importante. Sin embargo, el desafío es dotar a este

movimiento de una proyección política capaz de disputar el poder comunal. Haber votado Sí

o No es haber asumido una posición y, con ello, fortalecer y/o constituir actores políticos en y

para la comuna.

El triunfo del No en el plebiscito del nuevo Plan Regulador Comunal de Peñalolén (PRC) levantó,

de parte de los derrotados, diversas justificaciones sobre cuáles son las razones de este

resultado. Los partidarios del Sí construyeron un argumento en el que la ciudadanía habría

votado sin considerar las consecuencias que esto tendría sobre los allegados y pobres de la

comuna. Esta postura, sustentada por el alcalde Orrego (DC), afirma que quienes hicieron

campaña por el No defienden intereses individualistas de vecinos de clase media y alta que, ante

la implementación de proyectos que afectarían su hábitat, rechazan el PRC sin considerar las

consecuencias que tendría sobre otros actores (en particular, comités que buscan terrenos para

viviendas sociales). Es curioso que desde la otra vereda, desde los movimientos sociales, se

critique exactamente lo mismo a quienes eran partidarios de aprobar la propuesta, a saber,

que el nuevo plan regulador, tal como estaba, en varios puntos representaba los intereses de

las inmobiliarias y no un beneficio para la mayoría de los habitantes de la comuna. Nosotros nos

posicionamos desde esta segunda mirada.

En lo que sigue, queremos poner en discusión las razones por las que el triunfo del No

representan precisamente lo contrario al argumento de los derrotados: favorece, entre otros, a

los vecinos más necesitados de la comuna; no representa intereses egoístas, sino una

consideración integral del desarrollo urbano de la comuna y, tal como el voto mayoritario lo

demuestra, es el resultado de un apoyo transversal de los habitantes de Peñalolén; abre el

espacio para la elaboración participativa de un nuevo plan que se haga cargo de las

observaciones presentadas por la ciudadanía. Es, finalmente, un llamado de atención a los

políticos sobre la creciente demanda por participación efectiva en las políticas públicas, que

muestra cómo los movimientos sociales comienzan a hacer de su apoyo social un apoyo político.

En el plano técnico, sólo para dar un ejemplo de por qué el No favorece a los allegados de la

comuna, la propuesta ciudadana desechada por Orrego proponía obtener viviendas para los

allegados en los terrenos del ex campamento Nazur (en los que aún se asienta lo que queda de

la toma de Peñalolén), dejando un 50% como área verde destinadas a un parque para toda la

comunidad. Esto daría terrenos localizados para la construcción de viviendas a 731 familias, lo

que cubriría parte de la demanda de los comités de allegados y de quienes aún viven en la toma.

Por el contrario, si se hubiera aprobado el plan regulador, la mayoría de los terrenos para

vivienda social, por efectos del mercado de suelo, quedarían en el sector más periférico de

Peñalolén. De aprobarse la actual propuesta se amarraba un crecimiento desigual de la

comuna por los próximos 20 años.

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Es verdad, existen organizaciones de allegados que trabajan y pactan con la alcaldía. Justamente,

los terrenos que tenían compromisos de compraventa para vivienda social a un costado de la

Comunidad Ecológica son los de esas entidades. Pero la gran mayoría de ellas trabajan en el

Concejo de Movimientos Sociales de Peñalolén (CMSP), que son quienes condujeron la demanda

por un plebiscito. En este sentido, la Comunidad Ecológica recién se sumó en la última etapa, y

lo cierto es que en ningún caso se opone a la llegada de viviendas sociales, sino que exige que el

cambio de uso del suelo colindante a su comunidad apunte a este objetivo, y no a la entrada del

negocio inmobiliario en terrenos altamente cotizados.

El segundo argumento que nos interesa resaltar es el carácter eminentemente político del

proceso que se dio en Peñalolén. El CMSP convocó con más de 5 mil firmas a un plebiscito

comunal, siguiendo el proceso establecido en la Ley 20.500 de participación ciudadana y en cuyo

fin estaba decidir sobre ciertas materias conflictivas del Plan comunal. Entregadas las firmas, el

alcalde debió presentar un decreto municipal que respondiera a la solicitud ciudadana. Ahora

bien, para dilatar el proceso, Orrego las impugnó y las envió a revisión por Contraloría General.

Luego, en un Concejo Municipal, a espaldas del CMSP y junto a 7 concejales, respaldó el plan

que más tarde, ante la validación de las firmas, se vio obligado a someter a plebiscito. Sin

embargo, lo hizo a su manera, manipulando la demanda popular y convocando a un plebiscito

totalizante (Sí/No, ignorando las distinciones hechas por el CMSP), cuyo objetivo político está

en encasillar al movimiento social en una presunta carencia de propuesta y proyecto comunal,

al tiempo que transforma el plebiscito en un referéndum de su gestión. Dicho esto, no se

puede negar que el municipio obstaculizó sistemáticamente todo este proceso. Es esperable

que el alcalde pretenda adjudicarse la realización del plebiscito. Aquello no es más que la

hipocresía política más básica y oportunista.

La victoria del No en Peñalolén es importante. Sin embargo, el desafío es dotar a este

movimiento de una proyección política capaz de disputar el poder comunal. Haber votado Sí o

No es haber asumido una posición y, con ello, fortalecer y/o constituir actores políticos en y para

la comuna. Sin embargo, es necesario considerar que si bien este proceso ha sido conducido por

las organizaciones de pobladores, la adhesión es transversal a distintas capas sociales de la

comuna, no es sólo tal identidad la que se expresa en los 31.129 votos del No, sino también

muchas otras que es necesario acoger y encauzar en un nuevo proyecto comunal. La apuesta

del movimiento social peñalolino debe ser a la transversalidad, generando mayorías políticas,

amplias y multisociales, que desde la cotidianeidad de la gente que vive y lucha en el territorio,

evidencie los conflictos que a todos nos afectan e interpelen a quienes defienden los intereses

de una minoría.

Al parecer, se avanza por ancho camino.