EL VALOR COMUNITARIO DEL AGUA · 2009. 3. 3. · cluso más enérgicas, pueden encontrarse en...

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EL VALOR COMUNITARIO DEL AGUA: CONSECUENCIAS PARA LOS POBRES DE LAS ZONAS RURALES DEL SUDOESTE F. Lee Brown Helen M. Ingram (°) «El agua remonta el cauce hasta el dinero» es un adagio popular del árido Sudoeste', y capta sucintamente la conoci- da realidad económica y política de que el agua es ciertamen- te controlada por la riqueza y el poder. Philip L. Fradkin ha afirmado: «Cuando se trata de distribuir el agua en el Oeste, son los políticamente fuertes y agresivos los que se hacen con ella. Ayuda ser tenaz e inteligente»2. Esas personas han sido ° F. Lee Brown es catedrático de economía en la Universidad de Nuevo México. Helen M. Ingram es catedrática de ciencia política en la Universi- dad de Arizona. Los ai^tores agradecen a Gilbert Bonem, Wade Martin, Tho- mas R. McGuire, Stephen P. Mumme, Luis Torres, Mary Wallace y Gary Watherford sus aportaciones a este anículo y al estudio más amplio del que procede. Este artículo es una versión revisada de dos capítulos de la obra en prensa Water and Poverty in the Southu^est ( University of Arizona Press, oto- ño de 1987). ' Aunque son varias las posibles definiciones geográficas, en este artí- culo al hablar del Sudoeste nos referimos a los estados de Colorado> Utah, Arizona y Nuevo México. 2 Philip L.. Fradkin, A River No More: The Colorado river and the West (Tuc- son: University of Arizona Press, 1986), pág. 155. Afirmaciones parecidas in• cluso más enérgicas, pueden encontrarse en Donalkd Worster, Rivers of Em- pire: Water, Aridity, and the Gromth of the Amerŭan West Nueva York: Pantheon Books , 1985). 79

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EL VALOR COMUNITARIO DEL AGUA:CONSECUENCIAS PARA LOS POBRES DE LAS ZONASRURALES DEL SUDOESTE

F. Lee BrownHelen M. Ingram (°)

«El agua remonta el cauce hasta el dinero» es un adagiopopular del árido Sudoeste', y capta sucintamente la conoci-da realidad económica y política de que el agua es ciertamen-te controlada por la riqueza y el poder. Philip L. Fradkin haafirmado: «Cuando se trata de distribuir el agua en el Oeste,son los políticamente fuertes y agresivos los que se hacen conella. Ayuda ser tenaz e inteligente»2. Esas personas han sido

° F. Lee Brown es catedrático de economía en la Universidad de Nuevo

México. Helen M. Ingram es catedrática de ciencia política en la Universi-

dad de Arizona. Los ai^tores agradecen a Gilbert Bonem, Wade Martin, Tho-mas R. McGuire, Stephen P. Mumme, Luis Torres, Mary Wallace y Gary

Watherford sus aportaciones a este anículo y al estudio más amplio del queprocede. Este artículo es una versión revisada de dos capítulos de la obraen prensa Water and Poverty in the Southu^est (University of Arizona Press, oto-ño de 1987).

' Aunque son varias las posibles definiciones geográficas, en este artí-

culo al hablar del Sudoeste nos referimos a los estados de Colorado> Utah,Arizona y Nuevo México.

2 Philip L.. Fradkin, A River No More: The Colorado river and the West (Tuc-son: University of Arizona Press, 1986), pág. 155. Afirmaciones parecidas in•cluso más enérgicas, pueden encontrarse en Donalkd Worster, Rivers of Em-pire: Water, Aridity, and the Gromth of the Amerŭan West Nueva York: PantheonBooks , 1985).

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casi invariablemente miembros de la cultura anglosajonadominante.

El corolario del adagio, es decir, que el agua corre en con-tra de los pobres y desvalidos, es menos conocido y estudiado

En este artículo vamos a examinar la relación entre el aguay la pobreza en una región árida en la que durante toda la his-toria humana la escasez de recursos hidráulicos ha sido causade conflictos. Nos hacemos dos preguntas: 1) ^En qué medidaes importante el agua para los pobres rurales del sudoesteprincipalmente indios e hispanos? 2) ^Qué estrategias realis-tas basadas en el agua ofrecen mejores esperanzas de progre-so para los intereses de los pobres rurales?

La respuesta a estas preguntas se halla ligada a tres pro-posiciones interrelacionadas. Primera, existe un vínculo extre-madamente fuerte entre el agua y los valores culturales de lospobres rurales. Por este motivo, las amenazas percibidas a susintereses sobre el agua suscitan en ellos una reacción enérgi-ca y apasionada, mientras que la obtención o conservacióndel control del agua contribuye a mejorar su bienestar gene-ral al afirmar y satisfacer valores culturales.

Segunda, la participación efectiva en la política hidrológi-ca, con el fm de controlar el agua, refuerza la capacidad delos pobres para hacer progresar sus intereses generales en lagran sociedad de la que forman parte. Aunque el agua no esel único vehículo para aumentar esa capacidad, les ofrece unagran oportunidad, el motivar fuertemente la participación.Además, en las instituciones y en las politicas del Oeste rela-tivas al agua están produciéndose modificaciones fundamen-tales que ofrecen oportunidades antes inexistentes para quelos pobres rurales inserten sus intereses en la política de re-cursos hidráulicos. A1 actuar colectivamente para promover ypreservar los valores del agua, los pobres tienen una oportu-nidad de acumular capacidad para mejorar su situación enáreas distintas.

Tercera, la situación económica de los pobres de las zonasrurales puede mejorarse mediante la adopción de estrategiasbasadas en el agua que ofrecen beneficios económicos cultu-ralmente compatibles. De acuerdo con la evidencia empírica,

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la estrategia de desarrollo del agua más aceptable y deseablepara las comunidades rurales es la agricultura de regadío. Auncuando no hay garantía de que las estrategias agricolas basa-das en los deseos y valores de la comunidad vayan a tener éxi-to, las que ignoran estos valores están ciertamente condena-das al fracaso. Los obstáculos al desarrollo de una economíade regadío operativa y rentable son grandes; sin embargo, nin-guno es insuperable si se cuenta con el tiempo, la voluntad yel asesoramiento adecuados.

LOS PROYECTOS HIDRAULICOS Y LOS POBRES DELAS ZONAS RURALES

Durante el período de desarrollo que ha caracterizado losasuntos relativos al agua en las zonas del Oeste en los últimoscien años, los pobres de las zonas rurales de la región no sehan beneficiado ampliamente ni han participado de formaefectiva en las decisiones sobre encauzamiento de los ríos,construcción de canales o proyectos de ordenación rural,como tampoco en otros grandes acontecimientos relaciona-dos con el agua. En numerosos aspectos, las actividades de de-sarrollo han sido realmente perjudiciales para sus intereses.

Históricamente, la construcción de los proyecto ŭ hidráuli-cos de la región, y en particular en el río Colorado, fue posi-ble por la existencia de una poderosa coalición política que po-día traducir sus objetivos de desarrollo en recursos federaleshaciendo uso de una ética de ordenación que contaba con ungran apoyo nacionals. Aunque el debate fue con frecuencia ás-pero y las disputas frecuentes, existía en la región un deseogeneral de canalizar los ríos, de generar energía hidroeléctri-ca barata y de construir canales en beneficio de los proyectosde regadío y de los centros de población.

Ni la coalición ni la actividad de desarrollo fomentado ^porésta representaban a todo el electorado regional. Una excep-ción notable es la constituida por el colectivo que cabe deno-

^ Véase en general Norris Hundiey, Water and the West y Dividing the

Waters-

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minar de pobres rurales y que incluye tanto indios como his-panos. En cuanto a los indios, un claro símbolo de su exclu-sión de la coalición puede verse en el lenguaje del Convenio

^ del río Colorado, de 1922, una de las primeras institucionesrelativas al agua de la región. A pesar de que los «derechosreservados» de los indios habían sido reconocidos por deci-sión judicial del Tribunal Supremo de Estados Unidos duran-te el primer decenio del siglo', las tribus indias del Coloradono fueron incluidas en las negociaciones de 1922. El convenioresultante, que dividió el caudal del Colorado entre sus cuen-cas superior e inferior y abrió la puerta a la construcción dela presa Hoover y al desarrollo del río, evadió los derechos po-tenciales indios con las palabras siguientes: «Nada de lo con-tenido en este convenio afectará a las obligaciones de los Es-tados Unidos de América para con las tribus indias»5. Aúncuando los negociadores eran conscientes de los derechos po-tenciales de las tribuŭ , no se incl•yó a los indios en esta im-portantísima decisión sobre el desarrollo del Colorado.

Los hispanos del Río Grande Superior, al sur de Coloradoy norte de Nuevo México, tampoco intervinieron de formamanifiesta en la coalición de desarrollo. A consecuencia deello, muchas instalaciones de almacenamiento de agua y sis-temas de suministro construidos en la región del Río GrandeSuperior han beneficiado fundamentalmenté a• intereses ex-trarregionalesb. Gran parte de los sistemas de riego de la co-munidad hispana (acequias) carecen de derivaciones que les li-bren de las inundaciones de primavera y.tienen un caudal in-suficiente en los últimos meses de la estación de cultivo porfalta de capacidad de almacenamiento para retener parte delcaudal de primavera para los meses más secos.

En las zonas en las que los proyectos hidráulicos se han de-

4 Winters v. United States, 207 U. S. 564 (1908).5 Artículo VII, Colorado River Compact, 24 de noviembre de 1922, San-

ta Fe, NM.6 Muchas de las instalaciones construidas, como los pantanos de El Vado

y Abiquiu, se destinaron a protección contra las inundaciones o almacena-miento de agua al servicio de intereses municipales y agrícolas aguas abajode la misma cuenca.

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cidido sin la participación de los pobres rurales, éstos no sólono han participado en los beneficios, sino que incluso sus in-tereses han sido con frecuencia perjudicados. Por ejemplo, espolíticamente más difícil que las tribus ejerciten sus «derechossobre el papel» reconocidos judicialmente y obtengan «aguade verdad» cuando toda el agua disponible de una cuenca yáestá siendo utilizada. Un ejemplo aún más extremo es el dElRío Grande Superior, donde dos de las sociedades más anti-guas de 1a nación en el^ uso de agua, los indios pueblo y loshipanos, se enfrentaron entre sí en vísperás de las decisionessobre desarrollo del Río Grande. Hay pocas excepciones a laregla general de que el desarrollo hidrológiŭo durante todoaquel período se hizo ignorando o aumentando la pobreza delos pobres. Incluso el mayor proyecto hidráulico de aguas in-dias, el Proyecto navajo.de regadíos, •iguió una tortuosa tra-yectoria en su financiación, que se retrasó muchísimo con res-pecto a la parte no india, negociada políticamente, el proyec-to de desvío San Juan-Chama'. ^

OPORTUNIDAD Y RETO EN LA ERA DE LAGESTION

Actualmente, cuando algunos lideres de los pobres rura-les se han familiarizado ya con las reglas del juego de la cons-trucción de proyectos hidráulicos, las instituciones y politicasdel Oeste relativas al agua empiezan a cambiar. En las pala-bras del antiguo gobernador de Arizona, Bruce Babbitt, «es-

'«Si bien la división San Juan•Chama y el proyecto de regadío de losindios navajo fueron autorizados a la vez, los créditos presupuestarios apro-bados para este último se retrasaron mucho. En 1970, el primer proyectoestaba terminado en el 65 por ciento, mientras que el segundo sólo lo es-taba en el 17 por ciento.n «The Navajo Im ‚ation Projecr. A Study of Legal,Political and Cultural Conflict», de Charles DuMars, Helen Ingram, RonaldLittle, Bahe Billy y Phil Reno, en Water and Agriculture in the Western U. S.:Conseruation, Reallocation, and Markets, edición dirigida por Gary D. Weather•ford (Boulder, Colo.: Westview Press, 1982) pág. 110.

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tán hundiéndose las antiguas instituciones»e. Este cambio esmás pronunciado en el Sudoeste, donde las aguas superficia-les han sido objeto de apropiación casi total, están explotán-dose múchos acuíferos subterráneos, y la economía y la po-blación continúan creciendo. Combinados con la reducción delos fondos federales para los proyectos hidráulicos, estos fac-tores han creado fuertes presiones que están desplazando laatención institucional que estaba centrada casi exclu ŭivamen-te en los citados proyectos. Cada vez más, las fiznciones de-sempeñadas por las instituciones pueden describirse más ade-cúadamente como de gestión del agua, en la que la conserva-ción, reasignación y preservación y mejora de la calidad asu-men una importancia relativa mayor que la tradicional activi-dad de construcción de embalses.

Cuando la región inicia la transición a la era de la gestión9,existe una gran oportunidad de in•luir a los pobres de lasáreas rurales en los procesos de debate que darán una nuevaconfiguración a las instituciones, políticas y acontecimientosde la región en materia hidráulica. La participación efectivaes esencial, no sólo desde el punto de vista de los pobres ru-rales, sino también en interés de la sociedad en su conjunto,dentro de la cual los excluidos se convierten en fuerzas deses-tabilizadoras. Las consecuencias de haber prescindido de lastribus en decisiones anteriores sobre proyectos hidráulicos soncada vez más costosas en dinero, en tiempo, en litígios, y ne-gociaciones referentes a los derechos indios sobre el agua, li-tígios que actualmente atestan los tribunales y monopolizanla discusión politica. Todos sufren; las empresas,y los dirigen-tes políticos temen los grandes retrasos causados por la pro-longación de los conflictos; mientras que los líderes indios te-men otro asalto a un recurso natural valioso que consideranparte de su herencia y de sus derechos.

$ Discurso ante la Asociación de Gobernadores del Oeste, 22 de mayode 1984, en Palm Springs, California.

9 Este tema de la transición regional de los proyectos hidráulicos a lagestión del agua no es nuevo (véase, por ejemplo, Watherford, Water and Agri-culture in the Western U. S.). No obstante, no es bien comprendido fuera delOeste, y tampoco en el mismo Oeste se aprecia su carácter fizndamental.

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La desigualdad que muchos pobres rurales consideran ha-ber sufrido en el período anterior ha dejado tras de sí amar-gos sentimientos y sospechas. Ya no están dispuestos a seguirsiendo un electorado abandonado. Así, por ejemplo, en el RíoGrande Superior en los últimos decenios se ha producido elrechazo de los hispanos a la propuesta de un embalse y de undistrito de conservación'°, la confirmación de los derechos in-dios sobre el agua en una prolongada y apasionada batallaante los tribunales" y la oposición de los hispanos a las ven-tas en el mercado de derechos sobre el agua.

Estos conflictos forman parte de una lucha general por elagua que está librándose entre los pobres rurales y los intere-ses municipales e industriales de la región. Culturas y comu-nidades poco desarrolladas y tradicionales cuya capacidadpara actuar eficazmente en circunstancias modernas está enproceso de formación se enfrentan a comunidades frecuente-mente agresivas y más ricas, y cuyos valores y objetivos estánmás definidos.

A pesar de las fuertes tensiones en torno al agua, que apa-recen y se desvanecen con la llegada y solución de conflictosconcretos, hay más oportunidades de que los intereses tantopolíticos como económicos de los pobres rurales puedan in-sertarse eficazmente en los procesos de decisión sobre el agua.Est.a afirmación se basa en cuatro factores: 1) la fuerza y al-cance de su derecho sobre el agua; 2) las mayores posibilida-des existentes en un período de cambio institucional funda-mental; 3) la democratización en curso del proceso de tomade decisiones sobre el agua, junto con la llegada de una nue-va generación de lideres en este ámbito, y 4) lo que es másimportante, la creciente capacidad y determinación con quese afirman sus intereses.

Queda por ver si se aprovecha esa oportunidad. Las lu-

10 El embalse fue el Indian Camp Dam, cuyo proyecto se contemplócon la propuesta de un distrito de conservación en Taos. Véase John Ni-chols, «Land and Water Problems in Northern New Me3cico», comunicaciónpresentada el 16 de octubre de 1975, Facultad de Derecho de la Universi-dad de Nuevo Mé^cico.

" New Mexŭo v. Aamodt, 537 F. 20 1102 (lOth Cir. 1976).

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chas por el agua han sido y serán difíciles. La responsabilidadde la articulación y afirmación de los valores e intereses delos pobres rurales del Sudoeste relacionados con el agua sebasa en definitiva en esas comunidades y sus líderes. La ayu-da exterior, orientada prudentemente, puede ser útil, y tam-bién. es esencial la receptividad social a esos valores.

LOS POBRES RURALES DEL SUDOESTE

^Quiénes son los. pobres rurales de esta región? En primerlugar, vamos a ofrecer algo del contexto del significado y pré-sencia de la pobreza. La renta baja es evidentemente un ele-mento de la condición de pobreia, pero, según han hecho no-tar muchos autores, no es la situación económica relativa elúnico signo de la pobreza. Más bien ésta conlleva la incapaci-dad por parte de la gente para ejercitar un control suficientede su propia vida y para hacer frente eficazmente a las pre-siones externas. Los pobres suelen carecer del nivel de estu-dios necesario para actuar con éxito en la compleja sociedadmoderna. Con mucha frecuencia, padecen también grandesbarreras sociales y políticas cuando su pobreza se combinacon una situación de minot7a racial o relig-iosa. Por estos mo-tivos, la identificación de la pobreza rural debe basarse en cri-terios que incluyan la falta de poder y la situación económica.

La pobreza en el Sudoeste, medida por las estadísticas eco-nómicas12, suele estar acompañada por la pertenencia a mino-rías étnicas, como los indios e hispanos. Estas minorías pobresconstituyen una gran proporción de la población en zonas dereserva y en el Valle del Río Grande del sur de Colorado y nor-

'.2 Los datos agregados por condados se examinaron utilizando criteriosde dos rentas: renta per cápita por condados y porcentaje de personas queviven por debajo del nivel de pobreza en el condado (se consideraron «po•bresu los condados en los que el 20 por ciento o más de la población se ha•llaba por debajo del nivel de pobreza).

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te de Nuevo México. Estos grupos presentan el interés adicio-nal de que, en lo sustancial, sus derechos sobre el agua no sonatendidos, como sucede con las tribus indias, o de que hacenun gran uso de agua.

EL CONTROL Y EL USO DEL AGUA POR LOSPOBRES RURALES

El sistema de derechos sobre el agua del Sudoeste es muycomplejo. Además, trata a las tribus indias de forma distintaque a la población rural hispana. Una breve reseña históricaexplica la evolución del sistema. Para los cazadores y recolec-tores13 que pasaron de un manantial a otro en la región du-rante miles de años, los usos en materia de agua eran relati-vamente simples. El posterior asentamiento agrícola, en par-ticular durante la colonización española (1540-1821), exigió elestablecimiento de un sistema de derechos reconocidos sobreel uso del agua. Formalmente, el sistema colonial español sir-vió a las concesiones de tierras hechas mediante documentosemitidos por la autoridad del rey, y el derecho a un uso razd-nable del agita fue un complemento del uso de la tierra. Enla práctica, los conflictos por el uso del agua fueron raros, ylos resolvieron los tribunales y funcionarios sobre la base delos títulos escritos de propiedad, pero también teniendo encuenta el uso anterior, la necesidad, los derechos de terceros,la finalidad, las prioridades públicas, las preferencias munici-

pales y de los pueblos y las ideas de equidad y bien común".

Tanto en el período de mandato español como después mexi-

's Puede encontrarse una descripción del movimiento indio a lo largode la frontera norte de Nueva España desde el siglo XVI hasta el XIX enAÍbert Schroeder, «Shifting Survival in the Spanish Southwest», en DavidWeber (dir. de ed.). Nev^ Spain ŭ Northern Frontier (Albuquerque: Universityof New Mexico Press, 1979), págs. 237•55.

14 Véase en general Michael C. Meyer, Water in the Húpanic Southmest: Asocial and Legal H•tory, 1550-1850 (Tucson: University of Arizona Press, 1984);también, Charles T. DuMars, Marilyn O'Learly y Albert E. Utton, Pueblo In-dian Water Rights: Struggle for a Precious Resource (Tucson: University of Arizo-na Press, 1984).

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cano (1822-1846) el agua se asignó mediante un proceso queajustaba los derechos formales de propiedad a las necesida-des y expectativas del pueblo15.

Los derechos originados bajo el gobierno español y mexi-cano fueron reconocidos por Estados Unidos en un Protocoloanejo al tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848. El Congresono estableció un sistema de derechos sobre el agua para la re-gión, dejando que las cámaras legislativas y los tribunales deestos territorios declararan libremente el interés público en elagua, pero apresurándose a privatizar derechos mediante lanorma de primer ocupante (el primer ocupante es el que tie-ne mejor derecho)16. Los derechos federales sobre las aguas na-vegables sólo fueron enunciados ocasionalmente, y la doctri-na jurídica de la reserva de derechos sobre el agua para in-dios no fue formulada por el Tribunal Supremo de EstadosUnidos hasta 1908", mucho después de la creación de las re-servas indias. Derechos análogos para las tierras federales re-servadas, como los bosques y parques nacionales, fueron re-conocidos incluso después, en 196318.

Por tanto, durante la colonización del Sudoeste se consi-deraron varios estratos de derechos sobre el agua que aún per-duran: 1) los derechos anteriores a 1848 ofi ŭialmente recono-cidos o concedidos bajo el mandato español o mexicano; 2)los derechos de apropiación posteriores a 1848 adquiridos deacuerdo con e] derechos estatal y territorial; 3) los derechosvarios declarados por los estados sobre sus aguas públicas; 4)los derechos federales de navegación y reservados, y 5) los de-rechos indios reservados. Los hispanos conservan derechos an-teriores y posteriores a 1848. Los indios, reservas de distintasclases o derechos anteriores a 1848 (p. ej., los indios puebloo aborígenes) y derechos reservados. Según ya hemos señala-

15 Ibid.16 Véase en general Wells A. Hutchins, Water Rights in the Nineteen Wes-

tern States, vol. 1(U. S: Gov. Printing Office, 1971), págs. 159-75. La legisla-

tura territorial de Nuevo México reconoció las apropiaciones anteriores en

1851; Colorado en 1861; Arizona en 1864, y Utah en 188L

'^ Winters v. United States, 207 U. S. 564 (1908).

18 Arizona v. California, 373 U. S. 546 (1963).

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do, muchos de los derechos indios no han sido cuantificadoso adjudicados, existiendo una gran incertidumbre sobre sualcance19.

Aun cuando el uso del agua difiere notablemente segtín

los distintos grupos de pobres rurales, hay algunas constan-

tes. La agricultura representa en todas partes un uso consun-

tivo primario, aunque el tipo de agricultra varía desde el al-

godón en el sur de Arizona hasta la alfalfa en el norte de Nue-

vo México. El significado del uso del agua en la agriculturapara los pobres rurales es invariablemente mayor que el de

un simple beneficio económico. La agricultura representa una

parte importante del estilo de vida, aun cuando sea una acti-

vidad a tiempo parcial. Vincula a los indígenas a un lugar yles liga al pasado. Incluso el agricultor a tiempo parcial obtie-

ne cierto sentimiento de seguridad e independencia frente al

mundo predominantemente anglosajón en el que puede estar

empleado. La relación del agua con valores humanos que tras-

cienden los rendimientos económicos es un tema del que pa-

samos a ocuparnos a continuación. .

En el Sudoeste, como suele suceder en las regiones áridas,

el agua es un recurso especial. Como el agua es esencial parala calidad de vida y también para asegurar el futuro, los ha-

bitantes del Oeste atribuyen al agua un valor que trasciende

su valor material. Si bien el agua es ciertamente un medio

para la mejora económica, su papel como factor de creación

o mantenimiento de un sentimiento de bienestar comunitario

da lugar a una vinculación simbólica y emocional fuerte. Este

valor comunitario del agua es particularmente fuerte entre mu-

chos indios e hispanos rurales. Su proximidad continuada al

medio ambiente natural y la inseguridad de sus culturas en

las circunstancias modernas hacen que la presencia de aguasea crucial para el bienestar de la comunidad. Esta actitud es-

pecial es lo bastante fuerte en todas las comunidades para exa-

19 Puede encontrarse una reseita de los conflictos indios recientes sobre

aguas en John A. Folk-Williams, What Indian Water Means to the West (Santa

Fe: Western Network, 1982).

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minarla como un elemento de cualquier esfuerzo de los po-bres rurales para crear una estrategia hidráulica viable.

^Qué datos apoyan la afirmación de que el agua es un re-curso «especial» y qué función cumple además de contribuiral beneficio material? ^Si el agua se considera en términos sim-bólicos, qué valores simboliza? ^Cuál es la relación entre el va-lor comunitario y de mercancía del agua? Finalmente, ^cuálesson las repercusiones para los pobres rurales de esos valoresy del medio ambiente hidrológico que ayudan a crear?

UN RECURSO ESPECIAL

Muchos economistas consideran equivocada la idea de queel agua es un recurso «diferente», con un significado especialligado a la supervivencia y seguridad que transciende su valorde mercancía, y su testimonio de la existencia real de esas ac-titudes es particularmente convincente. Kenneth Boulding háescrito que las emociones y sentimientos públicos asociadoscon el agua son tan fuertes que las que tenemos por solucio-nes racionales a los problemas del agua quizá nunca sean via-bles20. En un artículo titulado «El síndrome de 'el agua es di-ferente'», Maurice Kelso afirmaba que el agua está ligada a va-rios mitos, como el de que «no tiene precion, y que es impor-tante para el establecimiento de instituciones democráticasfuertes o para el fundamentalismo agrario, todo lo cual ha he-cho que quede fuera de los mecanismos ordinarios del mer-cado21. En su estudio de seis comunidades de riego, Maass yAnderson concluían que el agua es «un producto especial» yque los agricultores creen generalmente que «debe quedar fue-ra de las transacciones ordinarias del mercado, de modo quesean éHos los que puedan controlar los conflictos, mantener

20 Kenneth Boulding, cThe Implications of Improved Water AllocationPolicy». En Western Water Resourses: Coming Problems and the Policy Alternatives(Bouder, Colo.: Westview Pres, 1980), pág. 300).

Z' Maurice Kelso, «The Water is different Syndrome, or What is Wrongwith the Water Industry?» Comunicación presentada a la Asociación nor-teamericana de recursos hidráulicos, San Franciso, 9 de noviembre de 1967.

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la influencia y el control popular y alcanzar la equidad y jus-ticia social»22.

Los artículos de los periódicos regionales sobre cuestionesrelativas al agua suelen describir esa importancia emocionaly simbólica. Frases como «dar la vida», «bien precioso» o re-latos que destacan su importancia para la posteridad o la su-pervivencia aparecen en una quinta parte de la muestra de pe-riódicos. El tipo de tratamiento considerado y clasificadocomo simbólico puede ilustrarse con algunos ejemplos2s:

La sequía en el Oeste es tan segura como la muerte y losimpuestos... el agua es fundamental.

El agua es la sangre de la vida de este estado.

Estamos asignando escasez.

En este desierto escaso en agua, el agua es vida por sí sola,con tal de hallarla.

Las prioridades de un habitante del Oeste son, por este or•den: 1) el agua; 2) el oro; 3) las mujeres. Se puede trapichearcon las dos últimas, pero no con la primera.

Este significado sustancialmente emocional y simbólico eslo que denominamos valor comunitario del agua. A continua-ción pasamos a ŭna descripción más completa de esta ex-presión.

AGUA Y COMUNIDAD

Atrapada desde hace mucho tiempo en la telaraña de lasrelaciones humanas y dependencias sociales, el agua se halla

22 Arthur Maass y Raymond Anderson, And the Desert Shall Rejoice: Con-flicl, Growth, and Juslice in Arid Environments (Cambridge: MIT Pres, 1978),pág. 5.

2s Helen Ingram y Stephen P. Mumme, «Public Perceptions of Water Is-sues in the four Corners States as Indicated Through a Survey of RegionalNewspapers: A Preliminary Reporo>. Comunicación presentada al 25 congre-so anual de la Asociación de Ciencias Sociales del Oeste, Albuquerque> NM,27-30 de abril de 1983. '

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muy ligada a la organización social. Después de todo, la tomacolectiva de decisiones se desrrolló en primer lugar para ofre-cer bienes y servicios básicos que no podían procurarse los in-dividuos o no podían hacerlo igualmente bien por sí solos. En-tre estos servicios están la protección contra el fuego, los depolicía y el suministro de agua. Además, las decisiones sobreel agua se han tomado corrientemente sobre la base del inte-rés comunitario más bien que individual. El derecho colonialespañol, del que deriva gran parte de nuestro derecho deaguas actual, se orientaba fundamentalmente a proteger el in-terés público, qŭe ponía por encima de los intereses par-ticulares.

El agua retenida por la ciudad americana española se ad-ministraba en beneficio de toda la comunidad. No era propie-dad de los habitantes de la ciudad, ni individual ni colectiva-mente, sino más bien propiedad del ente colectivo24.

El sistema de acequias de los hipanos del norte de NuevoMéxico es un ejemplo de la importancia del agua para la co-munidad. A1 desarrollarse ésta, los ágricultores construyeron,conservaron y gestionaron conjuntamente él sistema deaguas. Raymond Otis escribió una novela a partir de la anti-gua obligación hispana de participar en las coristrucciones re-lacionadas con el agua, en su asignación o gestión. Según Otis,un hombre puede soportar la pérdida de su mujer, de un terre-no, de un brazo, pero no de la acequia. Después de una malatormenta, todos los hombres de Little Walley toman la palay reparan su parte de la acequia antes incluso de pensar enlos daños a su vivienda o en cualquier otra cosa. El mayordo-mo, cargo que se ejerce por turno, siempre es obedecido, y elhorario de riegos se mantiene estrictamente25.

La misma clase de reciprocidad o confianza mutua que esbásica para la vida comunitaria de los hispanos sobre la queescribió Otis se dio asimismo entre los colonos anglosajones.Los pioneros mormones establecieron comunidades sobre la

24 Meyer, Water in the Húpanŭ Southu^est, pág. 157.25 Raymods Otis, Little Va[ley (Londres: Cresset Pres, 1937; Albuquerque:

University of New Mexico Press, 1980).

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base del riego. Ralph Moody escribió sobre la solución de con-flictos en materia de aguas mediante un razonable toma ydaŭa entre los colonos. Moody y sus convecinos en la cola dela acequia de riego se deiiicaban a luchar con los agricultoresde la ŭabecera de la acequia durante la sequía, cuando el aguararas veces alcanzaba a la cola, hasta que la gente se reunióy acordó compartir la escasez2ó.

La ceremonia de la cosecha de Saguaro, elemento centralde la vida comunitaria de los indios Tohon O'odham, se con-sideraba origen de lluvia. Los O'odham eran semejantes aotros muchos pueblos nativós que vivían en tierras áridas ycreían que las sequías no eran simples actos de la naturaleza,sino venganza de los dioses atraída sobre ellos por el incúm-plimiento de la ceremonia u obligación. Florence CranellMéans inventó una historia de una sequía de tres años entrelos indios hopi durante la cual muchos sufrieron. Sólo cuandouno de los hopi supervivientes confiesa sus pecados los dioses .se aplacan y cae una prolongada y suáve llúvia que da la vida27.

EI agua era vital para la cultura india, no sólo por sus pro-piedades vitalizadoras, sino también por su papel en los mi-tos. «Como los indios pueblo han sido un pueblo sin lenguajeescrito, con frecuencia los hechos históricos se transformanen mitos; pero como los mitos son su única ventana a la his-toria, las dimensiones del mito forman una realidad autóno-ma»2S. El papel mítico del agua se refleja fuertemente en la

obra de Frank Water the Man Who Killed the Deer. Un padre de

los indios pueblo dice a su hijo, -que va a ser iniciado en la

virilidad:

Te enseñarán toda la historia de nuestro pueblo, de nues-tra tribu. Cómo surgió la última vez del profundo lago turque--sa de la vida en el centro del mundo, el lago azul en cuyas pro-fundidades brilla una diminuta estrella, nuestro Lago del Alba.Cómo emergió de t.uia gran cueva cuyos labios chorreaban

26 Ralph Moody, Littte Britches: Father and I Were Ranchers (Nueva York:W. W. Norton, 1950).

^^ Florence Crañell Means, The Rains Wi[l Come (Boston: Houghton Mifflin, 1954).

28 DuMars, O'Leary, Utton,Pueblo Indian Water rights, pág. 8.

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agua que se congelaba en perpetuos copos de hielo, blancoscomo el pecho del águila. Comprenderás entonces, hijo mío,por qué lós de nuestro clan son llamados la gente de Agua Pro-funda: por qué nuestro kiva", este kiva, es llamado el kiva delpecho del águila; el significado de nuestras máscaras, de nues-tras danzas, de nuestros cantos. Verás esta cueva. Verás estelago, nuestro Lago del Alba29.

EL VALOR COMUNITARIO DEL AGUA: JUSTICIA

La justicia, como el agua, es fundamental para la ordena-ción social, por lo cual no debe sorprender que las comuni-dades hayan estado precupadas por la justicia en la distribu-ción del agua. En el derecho colonial español que regía la asig-nación del agua, criterios relativamene objetivos como el títu-lo de propiedad o la ocupación eran moderados por motivosmás subjetivos relacionados con la justicia. Los jueces se ate-nían a la instrucción de Santa Fe de 1720: «Dividir las aguassiempre comprobando la mayor necesidad... y dando a cadauno lo que necesitan^0. Eran protegidos los derechos de terce- .ros que pudieran ser perjudicados por nuevos usos aguas arri-ba. Por encima de todo, se protegían los derechos de la co-munidad. «Sin duda, en los sistemas judiciales español y mexi-cano los derechos de la comunidad pesaban mucho más quelos del individuon^'.

Las reglas de justicia en la asignación del agua se afmanal máximo en las comunidades de riego. En su estudio histó-rico de seis de esas comunidades en Estados Unidos y Espa-ña, Maass y Anderson encontraron que la equidad superabacon mucho a la eficiencia como criterio de decisión sobre asig-nación del agua. En los casos estudiados por dichos autoresse evitaba el trato desigual de individuos en la misma situa-

° El kiva es una cámara o habitación subterránea o semisubterránea des-tinada á celebrar ceremonias.

29 Frank Waters, The Man Who Killed the Deer (Nueva York: Farrar, Rine•

hart, 1941; Nueva York: Pocket Books, 1973), pág. 80.

S0 Meyer, Water in the Hispanic Southruest, pág. 151.

s' Ibid., pág. 157.

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ción o categoría. La rotación es la práctica común, y en con-junto se cumple con rigor^2. Tal como señala Oliver LaFargeenThe Mother Ditch^La Acequia Madre, libro sobre los regadíosen el norte de Nuevo México, un buen vecino «cierra su com-puerta a tiempo»^s. En Valencia, las ordenanzas establecen elprincipio general y generoso de que todos los agricultores tie-nen la obligación de ayudar a quienes tienen mayor ne-cesidad^'.

La justicia no es lo mismo que la igualdad en las comuni-dades de riego. El agua se distribuye según la regla de la an-tigiiedad (el derecho más antiguo es el primero atendido) ode proporcionalidad segtzn la superficie de la fmca. Por reglageneral, los regantes se preocupan más por la justicia en elproceso que por la igualdad en los resultados. La justicia delos procedimientos se juzga según que los procedimientos im-pidan o no la aplicación de controles desde fuera de la comu-nidad o de acciones arbitrarias de las autoridades de la comu-nidad. Sobre todo, los miembros de la comunidad han de es-tar satisfechos de su propia participación en la fijación de losprocedimientosgs.

EL VALOR COMUNITARIO DEL AGUA:PARTICIPACION Y CONTROL LOCAL

La idea de que la gente debe tener voz en las decisionessobre el agua se encuentra entre los usuarios de aguas localesen todo el mundo. Maass y Anderson encontraron, en las seiscomunidades estudiadas por ellos, una gran diversidad de ins-tituciones y procedimientos utilizados para resolver conflictossobre asignación del agua. El mantenimiento de la participa-ción y control loŭales era la preocupación principal en la so-lución de los conflictos, y cuando las intituciones o los proce-

s2 Maass y Anderson, And lhe Desert Shalt Rejoúe.ss Oliver LaFarge, the Mother Ditch^La Acequia Madre (Boston: Houghton

Mif^lin, 1954; Santa Fe: Sunstone Pres, 1983), pág. 50.s4 Maass y Mderson, And the Desert Shal[ Rejo•e, pág. 27.ss Ibid., pág. 390.

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dimientos amenzaban esos valores dominantes, eran sustitŭi-dos por otros^6.

La proporción y contenido de artículos publicados en pe-riódicos del Oeste sobre la participación en los recursos hi-dráulicos atestigua su importancia como valor regional. Casiel 10 por ciento de los artículos sobre el agua se refería a laparticipación, y de ellos más de la cuarta parte trataban la par-ticipación en términos simbólicos y emocionales. La gentereacciona enérgicamente si cree .que se le niega su participa-ción. En un caso, la distribución de fondos por la cámara le-gislativa del estado para un sistema común de agua al servi-cio de dos aldeas de Nuevo México, Canjilón y Cebolla, fueprotestada enérgicamente por Canjilón por no haberse noti-ficado a sus residentes que estaba pendiente la correspondien-te disposición. Uno de los residentes calificó la medida de «ma-niobra política que privaría a Canjilón de agua que le perte-nece por derecho propios'.

La literatura académi•a atestigua la importancia de la par-ticipación de la comunidad en el desarrollo de proyectos deregadío en todo el mundo38. Lo más positivo de los sistemasindígenas de riego es que participan los ágricultores en la asig-nación del agua, en el mantenimiento del sistema y en la fi-jación de las reglas para la solución de los conflictos. La per-sistencia del sistema de acequias del norte de Nuevo Méxicoradica en gran medida en la autonomía local de la gestión, su-jeta a las costumbres y tradiciones _locales. Los individuos es-tán ligados a la comunidad a través de su participación en losasuntos relativos al agua.

Los individuos identifican los embalses y a •equias por elnombre de antepasados que durante siglos ayudaron a man-

sb Ibid., pág. 370.s' Río Grande Sun, Española, Nuevo México, 28 de febrero de 1980.sa E. Walter Coward, Irrigation and Agricultural Development in Asia: Pers-

pectiue From the Social Sciences (Ithaca: Cornell University Press, 1980).

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tenerlos, proclamando así su herencia a través de sus comu•nidades. Este comportamiento no tiene sentido romántico,sino que más bien sirve de foco importante de identidad per-sonal de la comunidads9.

EL VALOR COMUNITARIO DEL AGUA:OPORTUNIDAD

El discurso dominante en el Oeste indica que, si se tieneagua, se tiene una oportunidad; en otro caso, uno está acaba-do. Los periódicos del Oeste dejan muy claro el valor de opor-tunidad del agua. Un ingeniero del estado de Nuevo México,Steve Reynolds, describió el agua como «simplemente el fac-tor limitativo»40. Según un antiguo gobernador de Utah ScottMatheson, «nos queda poco tiempo para cuidarnos de la pe-queña cantidad de agua que nos da la vida»". El motivo in-discutido aducido para explicar la lenta muerte del pueblo deColonias, en Nuevo México, fue la pérdida de agua cuando elrío Pecos alteró los cauces y dejó las casa en alto y en seco.

Antes de que el Pecos comenzara a cambiar su curso, Co-lonias era ttn próspero pueblo agrícola situado en la carreterade Santa Rosa a Las Vegas. Sólo cuando quedó sin ayuda co-menzó a morir42.

El agua constituye una oportunidad, no tanto por su va-lor económico sino porque su control muestra la existenciade una organización social. Una comtznidad que no disponede su agua probablemente no tiene lo que hace falta para seralgo. Las comunidades fuertes son capaces de retener su aguay utilizarla. En su profundo estudio de la relación entre el agua

s9 Sue Ellen Jacobs, «Top-down Planning: Analysis of Obstacles to Com-munity Development in an Economically Poor Region of the SouthwestemUnited Statesn, Human Organization, vol. 37, núm. 3, otoño de 1978, pág.252.

^0 The Albuyuerque Journal, 25 de febrero de 1980." The Salt Lake Tribune, 16 de diciembre de 1977.42 Steve Winston, «A Slow Death on the Pecosu, The AlbuquerqueJournal,

25 de febrero de 1980.

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y la organización social, Robert y Eva Hunt se expresan así:»Lo que se desprende de este material es una imagen sistemá-tica de una fuerte relación entre riego y podern's.

Los pueblos indios del sudoeste y los hispanos del valledel Río Grande Superior creen que se les ha privado de los va-lores comunitarios asociados con el agua, como la equidad, laparticipación o la oportunidad. Para los indios, su incapaci-dad para asegurar el suministro de agua es sólo un ejemplomás de la falta de equidad de la cultura dominante con lospueblos indios. Veamos las palabras de Wendell Chino, presi-dente de los apaches mescalero:

En el siglo XIX se utilizó la fuerza directa para ocupar lastierras indias. Hoy el peligro es más sutil. Bajo el manto de laestrategia jurídica y las decisiones de los organismos encarga-dos de ejecutar la política, una amenaza real acecha a todoslos líderes indios. Las decisiones sobre estrategia jurídica y po-lítica están encaminadas a secar el agua de las pocas tierrasque nos han dejado. Hemos de estar alerta. Hemos de prote-ger nuestros derechos. Las consecuencias de la pérdida denuestra agua serían tan graves como las derivadas de la pér-dida de nuestras tierras en el siglo XIX"'.

El incumplimiento de las promesas marca la senda de lascontroversias acerca de los derechos indios sobre el agua. Enningún caso es tan sangrante la distancia entre las promesasy la realidad que en el de la tribu de For Belknap, en Monta-na, que ganó la demanda sobre derechos sobre el agua enun-ciando la doctrina Winters, que «reservaba» a los indios dere-chos sobre el agua suficientes para «practicar las artes de lacivilización». Hoy el uso de agua por los indios de Fort Belk-nap es casi el mismo que en el tiempo de la histórica decisiónjudicial, mientras que las derivaciones por parte de terceroshan aumentado notablemente a causa de proyectos de orde-nación rural financiados con fondos federales no asequibles a

4g Robert C. Hunt y Eva Hunt, «Canal Imgation and Local Social Or-ganizatiom^, Current Anthropology (septiembre de 1976): 394-97.

44 Indian Water Polúy in a Changing Environment (Oakland, Calif.: Ameri-can Indian Lawyer Trainig Program Inc., 1982), pág. 56.

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los indios. La calidad de vida de los indios es una de las máspobres del paísas.

Los indios de Salt River, junto a Phoenix, se sienten do-blemente privados de su derecho a intervenir en los asuntos-de aguas. En primer lugar, se oponen al decreto Kent de 1910,adoptado por un tribunal federal territorial antes de que Ari-zona se convirtiera en estado, que en su opinión limita injus-tamente sus derechos. En segundo lugar, se oponen a la eli-minación de sus tierras de la zona de servicio del proyecto dela Asociación de usuarios de agua de River Salt, que en su opi-nión solo sirve a los intereses anglosajones de desarrollo4ó.

Los hispanos del Río Grande Superior y de Tohono O'od-ham, en el sur de Arizona, a los que hemos entrevistado, handejado muy en claro que el dinero no sustituye al valor deoportunidad del agua. En palabras de un indio, «el dinero segasta y a la gente no le queda nada. Con el agua siempre que-da algo para el futuro»a'. Un hispano, al preguntarle qué opi-naba de la gente que vende agua, replicó: «Está claro que hanolvidado cómo se ganaban la vida sus abuelos»48.

Frank Waters escribe acerca de la asociación entre el con-trol del agua y la supervivencia de la comunidad. Los ancia-nos de la tribu cuentan cómo se fueron los viejos buenos tiem-pos con la pérdida del Lago del Alba (Dawn Lake), ahora bajoel control del servicio forestal de Estados Unidos y abierto alos ganaderos hispanos y a los turistas anglosajones. Con frus-tración, un agente indio grita al jefe:

Olvidemos esto. ^Por qué molestar al Gobierno? ^No osha dado un hospital, una escuela, un nuevo embalse para quepodáis regar vuestros campos, una trilladora?

El anciano responde pacientemente:

as Norris, Hundley Jr., «The 'Winters ^ecision and Indian Water Rights:

A Mystery Reexamined», Western Historia[ {Zuartesly 13 (enero 1982): 17•42.ab Fold-Williams, What Indian Means to the West, pág. 38.a^ C. Vandemoer y R. Peters, cIndigenous Response to Water in an Arid

Environment: A Papago Case Study», John Muir Institute for Environmen•tal Studes, 28 de febrero de 1984, págs. 44-45.

as Entrevistas de campo con hispanos.

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Nos dan escuelas, péro quizá pronto no fengamos niños.Nos dan hospital, pero quizá pronto la gente esté muerta, noenferma. Nos dan una acequia y una máquina, pero quizápronto muera también la tierra. El Lago del Alba es nuestraiglesia. De él proceden todos las cosas buenas que tenemos.Las montañas, nuestras tierras, las tierras indias. El Gobiernohizo promesas. No lo olvidamos. Es todo lo que tenemos quedecir49.

También en la sociedad anglosajona el agua es símbolo deoportunidades. Los agricultores de Arizona han continuadoapoyando el proyecto de Arizona central a pesar de la cre-ciente evidencia de que el agua obtenida les costará más delo que pueden permitirse pagar. Desde su punto de vista, esinconcebible que obtener el control del agua pueda ser unerror, con independencia de su costeso

EL VALOR COMUNITARIO DEL AGUA:PROTEGIENDO LOS RECURSOS

Los ciudadanos del Oeste que viven cerca del campo soriconscientes de la importancia del agua en el medio ambientenatural. Pero incluso los habitantes nativos del Oeste que vi-ven en áreas urbanas respetan el agua. Desde el agua quecorre por la calle a causa del exceso de riego del césped hastalas grandes fuentes que anuncian las últimas urbanizaciones,el derroche ofende a la gente que se preocupa por un recursoimportante.

La percepción de que el agua se derrocha no significa quela gente adopte una postura racional tapando los escapes yarreglando los grifos estropeados, sino que más bien tiene laprofunda convicción de que el derroche o el exceso es incom-patible e incluso irreverente con un elemento tan valioso yfundamental del medio ambiente. El derecho español de

49 Waters, Man Who Killed the Deer, pág. 24.so Helen M. Ingram, William E. Martin y Nancy K. Laney,) (A Willing-

ness to Play: Analysis of Water Resources Development in Arizona» en Weat-herford, Water and Agriculture in the Western U. S.

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aguas reconocía claramente que el derecho sobre al agua noincluía la libertad para derrocharla. Aun en el caso de pozoso fuentes situados en una propiedad privada, el propietariono podía privar a su vecino de su utilización simplementederrochando lo que no necesitabas'.

Un observador no indio de los conflictos sobre los dere-chos tribales relativo al agua, aunque preocupado por las con-secuencias potenciales para los no indios, expresó privada-mente la opinión de que las tribus serían probablemente me-jores gestores del agua que el sistema actual, a causa de sufuerte sentido de la administración. En efecto, es probable queparte del exceso actual en el uso del agua no se habría pro-duŭido si la práctica tradicional de dejarla en la corriente has-ta que se necesite no hubiera sido sustituida por el «uso be-neficioso» y por el sistema de «prioridades», que ha acelera-do la captación de aguas.

VALOR COMUNITARIO, VALOR DE MERCANCIA YMEJORA MATERIAL

El analista escarmentado quizá se muestre escéptico acer-ca de la utilidad de la búsqueda por los pobres rurales del va-lor comunitario del agua. Si se busca la mejora material, cier-tamente el agua debe ser tratada como una mercancía, en lu-gar de perseguir un espejismo como el «valor comunitario».Además, ^no es este mismo punto de vista no económico deque «el agua es diferente» el que ha dado alas a la pasión porel «desarrollo a cualquier precio», que tanta corrección nece-sita en esta época de austeridad presupuestaria? Los valorescomunitarios son básicamente no materiales y simbólicos: elmaterial humano acerca del que escriben los novelistas o lossistemas de creencias básicas a los que apelan los politicos.Puede ciertamente argiiirse que, si el desarrollo económico esrealmente el objetivo de las comunidades rurales pobres, elagua debe ser tratada como cualquier otra mercancía que pue-

51 Novísima Recopilación, Libro III, Título 28, ley 31. Citado en Meyer,Water in the H•panú Southruest, pág. 21.

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da utilizarse o venderse, según cuál de las dos cosas dé el máxi-mo rendimiento económico.

Pero el hecho es que mucha gente, quizá la mayor partede ella, no opina acerca del agua de la manera que debierasegún el analista puramente racional. Estudios de casos de his-panos del Río Grande Superior y de los indios Tohono O'od-ham en Arizona indican que, aun valorando positivamente eldesarrollo económico, el valor comunitario del agua es el pre-dominante. Además, esta actitud es compartida hasta ciertopunto por los habitantes del Oeste de cultura anglosajona. Hasido la fuerte convicción de que «el agua es diferente», juntocon el invento simbólico de «hacer florecer el desierton, loque ha impulsado la política hidráulica durante casi cien años.

En los países económicamente desarrollados, la relaciónemocional con el agua se ha oscurecido a causa del funciona-miento suave de instituciones que aseguran que el suministrode agua está garantizado; la disponibilidad de agua se consi-gue con sólo abrir el grifo. Sin embargo, incluso en las comu-nidades económicamente desarrolladas, cuando está en peli-gro el control del agua, resurge la fuerza de lo emocional.Cuando el tribunal de distrito de Estados Unidos rechazó elestatuto antiexportación de Nuevo México que permitía el ac-ceso de El Paso a aguas subterráneas de Nuevo México, los ciu-dadanos del estado reaccionaron con irritación. El editorial deThe Albuquerque Journal no exageraba al decir:

Simplemente, se ha saltado la frontera de Nuevo México.En teoría, los municipios o estados -o cualquier otro- pue-den ahora reclamar cualquier gota no apropiada del agua deNuevo México. Es irónico, porque Nuevo México ha defendi-do y conservado cuidadosamente sus recursos hídricos, sólopara perder un juicio con una ciudad y un estado que se cui-da menos de dicho recurso51.

Como el valor comúnitario del agua es común a varias cul-turas, tanto desarrolladas como no desarrolladas, es razona-ble proponer que el valor comunitarió y de mercancía del

52 Albuquerque Journal, 21 de enero de 1983.

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agua no sean incompatibles, sino complementarios. En efec-to, tanto el componente de administración del valor comuni-tario del agua como el valor de mercado de ese mismo bienindican la necesidad de un cuidado cada vez mayor en su usoen condiciones de escasez.

Las lecciones de la literatura sobre proyectos internacio-nales de desarrollo también son pertinentesss. Nos enseñanque el proceso de desarrollo se produce por etapas. En la pri-mera de ellas, difícil pero esencial el objetivo de eficiencia essecundario en comparación con otros objetivos, como la par-ticipación y compromiso de los dirigentes y miembros de lacomunidad. Una vez que se ha desarrollado la capacidad dela comunidad para actuar eficazmente, la atención puede des-plazarse a.la eficiencia. A causa de los estrechos lazos emocio-nales del agua con la comunidad, algunos expertos en desarro-llo intemacional han recomendado los proyectos hidráulicosrurales como medio de acumular capacidad de acción de lacomunidads"

El valor comunitario del agua debe considerarse como elcontexto general dentro del cual pueden perseguirse los valo-res económicos. A menos que se cumplan los valores comuni-tarios del agua, la actitudes de desesperanza persistirán entrelos pobres rurales, fomentadas por el sentimiento de injusti-cia, la falta de eficacia y la pérdida de oportunidades. En lu-gar de oponerse al progreso económico, su satisfacción pare-ce ser una condición necesaria de ese progreso. Además, la ad-quisición de un control seguro del agua mediante la propia ini-ciativa y esfuerzo de la comunidad puede aportar ingredien-tes clave de participación y la creencia en posibilidades futu-ras que son esenciales para una mejora económica sostenida.

5S Véase, por ejemplo> David Korten, «Community Organization andRural Development: A Learning Process Approachn, Publú Adminŭtration Re-vieu^ (septiembre/octubre de 1980): 480-510.

Sa Steve Cox y Sheldon Annis, «Community Participation in Rural Wa-ter Supply, Grassroots Development», Journal oj the Inter-Amerŭan Founda-tíon 6 (1982).

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EL RETO PARA LOS POBRES

Habrá que determinar en cada caso si los pobres ruralesson o no capaces de diseñar una estrategia de recursos hidráu-licos sensible a los valores comunitarios y que aporte benefi-cios económicos. Si bien en abstracto los valores comunita-rios y económicos son compatibles, en el mundo real la im-posición firme del agua como mercancía por la cultura anglo-sajona dominante presenta un formidable reto a determina-das comunidades pobres. A modo de conclusión, pueden ex•traerse de nuestra exposición las lecciones siguientes.

1) No es probable que la propiedad del agua produzca ri-queza colectiva para las tribus o las comunidades hispanas.Los precios de mercado de los derechos aumentarán y algu-nos titulares individuales de derechos pueden beneficiarse fá-cilmente, pero en la mayoría de los casos los caudales dispo-nibles son demasiado pequeños o la población de la comuni-dad es demasiado grande para aguantar una estrategia de «je-que del petróleo», y esto aún cuando el proceso politico tole-re ese enfoque. Puede haber zonas localizadas en las que el de-sarrollo de grandes empresas comerciales o industriales, comolas estaciones de esquí o las centrales eléctricas, incrementenfuertemente el precio de los derechos sobre el agua, pero nin-guna estrategia general debe construirse sobre el supuesto deque podrán obtenerse grandes beneficios económicos simple-mente por ser titular de derechos y esperar.

Un segundo motivo, más importante, para descartar estaestrategia lo aporta la idea de valor comunitario. A menosque la base cultural y comunitaria esté segura, cualquier es-trategia de ganancia económica mediante la venta o arrenda-miento de derechos probablemente tropezará con hostilidad.

2) Los usos de escaso valor o económicamente margina-les del agua sufrirán una presión creciente en casi todas par-tes, aun cuando los aumentos fuertes de los precios de mer-cado sólo se producirán en algunas localidades. Para las tri-bus esto significa que será cada vez más difícil obtener el con-trol de agua que ya está plenamente apropiada, en particularsi los usos propuestos de ese agua tiene escaso valor econó•

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mico. La resistencia al control indio del agua puede suavizar•se si los indios aceptan la retrocesión de su agua a los usua-rios actuales o a otros, al menos durante un período de tran-sición. No obstante, por diferentes motivos existe a veces opo-sición al arrendamiento por las tribus. Ahora bien, en un me-dio ambiente de escasez de agua, como es el del Sudoeste, esprobable que algunos municipios o empresas emprendedorastengan interés en el arrendamiento de agua india.

Los hispanos del Río Grande superior están viendo cómolos derechos sobre el agua de sus comunidades están siendovendidos acre por acre. Aún cuando el proceso no marcha aun gran ritmo o no es decisivo en este momento, es de espe-rar que aumente con el tiempo. Son particularmente vulnera-bles, ya que producen relativamente pocos dólares por acre-pie de agua, los cultivos de alfalfa y forrajes, que predominanen la mayoría de las comunidades hispanas. Dentro del des-plazamiento continuado del agua desde la agricultura de re-gadío, son los derechos sobre el agua asociados con esos cul-tivos los que serán con mayor probabilidad el objetivo de losposibles compradores.

La producción de cosechas de valor económico superiores más defendible. También en este caso, es una cuestión degrado. Relativamente poca agua de riego puede ir a parar ausos municipales e industriales. A pesar de la amplitud del cre-cimiento regional, cuantitativamente no debe haber una re-ducción global de la agricultura de regadío para hacer frentea las necesidades de agua de ese crecimiento55. En el merca-do, ceteris paribus, puede obtenerse agua de cultivos de me-nor valor a menor precio que agua de cultivos como las fru-tas y verduras.

3) La protección ofrecida a los usuarios actuales y previ-sibles indios e hispanos, de agua es amenazada por las insti-

ss Véase una exposición más detallada de este punto, con una reseñade algunos datos cuantitativos, en B. Delwonh, «The Untried Marked Ap-proach to Water Allocation», en Gary D. Weatherford y F. Lee Brown (dirs.de ed.)> Neru Courses for the Colorado River (Albuquerque: Univrsity of NewMexico Press, 1986).

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tuciones jurídicas. En las prácticas del Oeste relativas al aguaestá produciéndose un cambio fundamental institucional y depolítica. El examen económico recientemente aplicado a lasreclamaciones indias de agua es ilustrativo. Análogamente, elconvenio de Río Grande que divide la parte alicuota de Esta-dos Unidos entre Colorado, Nuevo México y Texas ha. aisla-do efectivamente los derechos hispanos sobre el agua en la re-gión de la cuenca alta de la demanda de agua de Santa Fe, Al-buquerque e incluso El Pasosb. No obstante, con la oposicióna los convenios que están produciéndose tras la sentencia Spor-hase del Tribunal Supremo de Estados Unidos, esa protecciónya debe considerarse absolutamente segura57. Las antiguas re-glas y hábitos no pueden considerarse fijos. En cambio, lasnuevas instituciones, políticas y pautas han de someterse a crí-tica y aprendizaje. Es un dicho antiguo que tales tiempos ali-mentan las oportunidades de los precavidos y el peligro paralos inconscientes.

4) Los hispanos e indios han de intervenir activamenteen la política hidráulica para que sus estrategias relativas alagua tengan éxito. Cuando tanto el mercado como los tribu-nales promueven el valor económico del agua, los indios e his-panos deben afirmar sus valores comunitarios políticamentea través de procesos electorales y administrativos. Además, eldebate político y administrativo dará lugar a nuevas reglas degestión del agua en el futuro.

Puede parecer que una estrategia política tiene desventa-jas. Los pobres rurales no han sido incluidos efectivamentehasta ahora en el debate político al formarse coaliciones parapromover el desarrollo hidráulico. ^Por qué es de esperar un

sb Las cláusulas del convenio hacen muy difícil en la práctica la trans-ferencia de un derecho a través de uno de los puntos de cálculo del conve-nio, uno de los cuales se halla en Otowi Bridge> algo por encima de SantaFe.

57 Véase Sporhase v. Nebraska, U. S. 613 (1982). En esta decisión, el Tri•bunal Supremo declaró: 1) que el agua es una mercancía sujeta a la cláusulade inspección del comercio entre estados, y 2) que la propiedad pública delagua declarada por la mayoria de las normas legales y constituciones de lamayoria de los estados del Oeste era una «ficcióit jurídica».

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mayor éxito en este momento? Además, la política hidráulicatiene actualmente mala fama porque las apropiaciones parapróyectos hidráulicos «locales» se consideran generalmentecomo uno de los abusos más flagrantes de la politica redistri-butiva mediante el clientelismo.

No obstante, la estrategia politica ofrece óptimas esperan-zas. Las oportunidades de éxito pueden mejorarse mediantela adquisición de la pertinente educación, formación y expe-riencia. EI arte del éxito en politica puede aprenderse, lo mis-mo que el del éxito en el mercado o en los tribunales. El éxi-to indio en los últimos debates durante varios decenios hasido resultado, al menos en parte, de haber aprendido cómofunciona el procedimiento judicial. Además, ni los indios nilos hispanos son novatos en la política hidráulica, aun cuandola postura general hasta hace poco ha sido más de rechazarlaque de aceptarla.

La mala imagen de la política hidráulica procede en partede la ausencia de responsabilidad económica. Se han realiza-do proyectos económicamente injustificados que no aumen-taron el tamaño de la tarta, sino que la redividieron. En unaanterior época de abundancia, esas decisiones políticas se hantolerado, pero en la era actual de austeridad es menos proba-ble que ocurra eso. Por tanto, la «participación en la políticahidráulica» de indios e hispanos no debe significar simplemen-te seguir con el «negocio del agua como hasta ahora». El va-lor de mercancía del agua representará un gran papel en elfuturo, y ese valor han de encajarlo los pobres para que ten-ga éxito su estrategia relativa al agua.

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II

EL MERCADO Y EL USO DEL AGUA