El Verbo de Dios

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EL VERBO DE DIOS Las Escrituras presentan a Cristo como el “Logos” de Dios. Cuando reflexionamos sobre la palabra, el discurso, el lenguaje o la expresión verbal de alguien, comprendemos que ese alguien está manifestando o expresando algo que “está” en su mismo seno, en el núcleo mismo de sus pensamientos (razones, ideas), de sus emociones (sentimientos, deseos, preferencias), y por tanto de su voluntad (decisión, disposición, acción). Cristo es todo esto respecto de Dios; comunica todo lo que está en el seno del Padre. Cuando una persona experimenta pensamientos y emociones, los expresa canalizándolos a través de un representante, que es el lenguaje. Así, cuando otra persona le oye, no solo le identifica, sino que además conoce su estado, sus emociones y su condición. El oficio de Cristo también puede ser representado como la función del Verbo dentro de una oración gramatical. Pensemos en Dios como el Sujeto de una oración; un sujeto que realiza una acción, la cual es expresada por medio del Verbo (Cristo), obteniendo consecuentemente una oración bimembre (con dos miembros, Sujeto y Predicado), es decir, una predicación semánticamente completa. El Sujeto es el “Quién” de la oración, el predicado es lo que se dice de dicho Sujeto, y su núcleo (el núcleo del predicado que habla del Sujeto) es el Verbo, la palabra más importante de la predicación del Sujeto, siendo así que todas las demás palabras del predicado se organizan en torno a su núcleo (verbo). Y tanto es así que el mismo Verbo puede ir solo en una frase y tener significado, porque la esencia del Sujeto está contenida en él. Por ejemplo: “Venceremos”. Cualquier actividad nombrable utiliza un verbo para darse a entender; éste puede ir en cualquier lugar de la oración, e incluso puede ser múltiple (más de un verbo) en oraciones compuestas. Así pues, el Verbo permite encontrar -identificar- al Sujeto, y expresa su existencia, sus procesos y estados, su condición y su acción. Pero... ¿Cómo puede hacer tantas cosas el Verbo? A través de sus morfemas. El Verbo tiene un lexema (raíz) por el cual conserva su significado. Pero varía su terminación de acuerdo con seis morfemas que constituyen su desinencia en total obediencia al Sujeto. Es decir, la conjugación del Verbo se somete al Sujeto, y varía para expresar las condiciones, estado o acción del mismo. De este modo, el Verbo indica: La Persona del Sujeto (1ª, 2ª, 3ª) El Número del Sujeto (Singular / Plural) El Tiempo de la acción del Sujeto (Pasado, Presente, Futuro) El Modo: Infinitivo / Gerundio / Participio, Indicativo, Subjuntivo, Imperativo, Condicional Aspecto: Perfectivo (acción acabada) / Imperfectivo (acción potencialmente en curso) Voz (Activa, Pasiva) Apuntes... Un ejemplo de la acción creadora del Verbo de Dios El Verbo de Dios en Acción (Cristo, sabiduría de Dios) REFLEXIONES ESPIRITUALES, 2011 YHWH me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la Tierra. Antes de los abismos fui engendrada; antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas. Antes que los montes fuesen formados, antes de los collados, ya había sido yo engendrada; no había aún hecho la Tierra, ni los campos, ni el principio del polvo del mundo. Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo; cuando afirmaba los cielos arriba, cuando afirmaba las fuentes del abismo; cuando ponía al mar su estatuto, para que las aguas no traspasasen su mandamiento; cuando establecía los fundamentos de la Tierra, con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo. Me regocijo en la parte habitable de su tierra; y mis delicias son con los hijos de los hombres. Ahora, pues, hijos, oídme, y bienaventurados los que guardan mis caminos. Atended el consejo, y sed sabios, y no lo menospreciéis. Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas. Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de YHWH. Mas el que peca contra mí, defrauda su alma; todos los que me aborrecen aman la muerte. Proverbios 8: 22-36

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El lenguaje humano como metáfora para comprender mejor Quién es Jesucristo y en qué sentido él es el Verbo de Dios

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EL VERBO DE DIOS

Las Escrituras presentan a Cristo como el “Logos” de Dios. Cuando reflexionamos sobre la palabra, el discurso, el lenguaje o la expresión verbal de alguien, comprendemos que ese alguien está manifestando o expresando algo que “está” en su mismo seno, en el núcleo mismo de sus pensamientos (razones, ideas), de sus emociones (sentimientos, deseos, preferencias), y por tanto de su voluntad (decisión, disposición, acción). Cristo es todo esto respecto de Dios; comunica todo lo que está en el seno del Padre. Cuando una persona experimenta pensamientos y emociones, los expresa canalizándolos a través de un representante, que es el lenguaje. Así, cuando otra persona le oye, no solo le identifica, sino que además conoce su estado, sus emociones y su condición.

El oficio de Cristo también puede ser representado como la función del Verbo dentro de una oración gramatical. Pensemos en Dios como el Sujeto de una oración; un sujeto que realiza una acción, la cual es expresada por medio del Verbo (Cristo), obteniendo consecuentemente una oración bimembre (con dos miembros, Sujeto y Predicado), es decir, una predicación semánticamente completa.

El Sujeto es el “Quién” de la oración, el predicado es lo que se dice de dicho Sujeto, y su núcleo (el núcleo del predicado que habla del Sujeto) es el Verbo, la palabra más importante de la predicación del Sujeto, siendo así que todas las demás palabras del predicado se organizan en torno a su núcleo (verbo). Y tanto es así que el mismo Verbo puede ir solo en una frase y tener significado, porque la esencia del Sujeto está contenida en él. Por ejemplo: “Venceremos”. Cualquier actividad nombrable utiliza un verbo para darse a entender; éste puede ir en cualquier lugar de la oración, e incluso puede ser múltiple (más de un verbo) en oraciones compuestas.

Así pues, el Verbo permite encontrar -identificar- al Sujeto, y expresa su existencia, sus procesos y estados, su condición y su acción. Pero... ¿Cómo puede hacer tantas cosas el Verbo? A través de sus morfemas. El Verbo tiene un lexema (raíz) por el cual conserva su significado. Pero varía su terminación de acuerdo con seis morfemas que constituyen su desinencia en total obediencia al Sujeto. Es decir, la conjugación del Verbo se somete al Sujeto, y varía para expresar las condiciones, estado o acción del mismo. De este modo, el Verbo indica:

– La Persona del Sujeto (1ª, 2ª, 3ª)– El Número del Sujeto (Singular / Plural)– El Tiempo de la acción del Sujeto (Pasado, Presente, Futuro)– El Modo: Infinitivo / Gerundio / Participio, Indicativo, Subjuntivo, Imperativo, Condicional– Aspecto: Perfectivo (acción acabada) / Imperfectivo (acción potencialmente en curso)– Voz (Activa, Pasiva)

Apuntes... Un ejemplo de la acción creadora del Verbo de Dios

⧫ El Verbo de Dios en Acción (Cristo, sabiduría de Dios)

REFLEXIONES ESPIRITUALES, 2011

YHWH me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la Tierra. Antes de los abismos fui engendrada; antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas. Antes que los montes fuesen formados, antes de los collados, ya había sido yo engendrada; no había aún hecho la Tierra, ni los campos, ni el principio del polvo del mundo. Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo; cuando afirmaba los cielos arriba, cuando afirmaba las fuentes del abismo; cuando ponía al mar su estatuto, para que las aguas no traspasasen su mandamiento; cuando establecía los fundamentos de la Tierra,

con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo. Me regocijo en la parte habitable de su tierra; y mis delicias son con los hijos de los hombres. Ahora, pues, hijos, oídme, y bienaventurados los que guardan mis caminos. Atended el consejo, y sed sabios, y no lo menospreciéis. Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas. Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de YHWH. Mas el que peca contra mí, defrauda su alma; todos los que me aborrecen aman la muerte.

Proverbios 8: 22-36