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Número 9. Agosto 2010

Dirección

Elisabet

Equipo de redacción

Boris Rudeiko, Elisabet, Esther,

Gabi, pepsi

Diseño e imagen

pepsi y Plásido

P ublicidad y

comun icación

Esther

Entrevistas

B. Miosi y Elisabet

La Redacción no se hace responsable

de las opiniones expresadas por los

colaboradores.

S e c c i o n e s

. Se a buen A lba ñil .

D . Entre v ista s

del Foro .

B. Miosi

. Humor Gr áfico .

Nelo_ . Compa ñeros

de Ru ta . Boris Rudeiko

C o l a b o r a d o r e s p r o s ó f a g o s

Deusvolt, ferlocke

A r t i s t a s

Ana, Beatriz, Dulce Araceli, Esteban,

Jorge, Pablo, Valeria, Joan y Joaquín

C o l a b o r a d o r e s e x t e r n o s

Antonio Albarrán, Francisco Cenamor, Tania Lucía Cobos

Agradecimientos Laura Borrás, Miriam Merlo,

Alejandro Miranda, Ricardo Piña

Se prohíbe la reproducción de las imá-

genes y los contenidos publicados sin el

consentimiento de su autor. Para la repro-

ducción total o parcial de algún texto o

imagen, se ruega contactar con

la Redacción a:

[email protected]

© Prosófagos, 2010

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Como si fuese un relato, la literatura contiene, en sí misma, una historia de la sociedad en la que se produce y de la que es emergente. La literatura nos cuenta cómo es el pasado y el presente —y quizás los futuros posibles— de una cierta sociedad en una época determinada.

Hoy la literatura nos narra un mundo que se mueve decidi-damente hacia la digitalización y la virtualidad. Es posible escribir y publicar por fuera de los circuitos convencionales, en blogs, foros, revistas y redes virtuales. Los formatos se adecuan a ello, y así los mi-crorrelatos hacen pie en un universo lector que, en su escaso tiempo libre, lee directamente en pantalla; y aparece la expansión de la lite-ratura tradicional en nuevos formatos que incorporan el hiperenlace, las imágenes y el sonido. También aparecen nuevas formas de edición, publicación, difusión y distribución.

Pero estamos hablando de un fenómeno en proceso, inacaba-do, no estático. Conviven las formas tradicionales de producir litera-tura con las nuevas; el papel y los bytes; los textos publicados tras un intenso trabajo de corrección y los que se publican sin corrección externa alguna; la impresión en tiradas fijas y a demanda; los libros expuestos en las librerías de un país y los que se difunden en el pla-neta de la Red. El copyright se vuelve difuso en el mundo virtual, y se potencia la discusión sobre los modos de acceso y circulación de los bienes culturales. Como simétricos opuestos, las editoriales virtuales y las editoriales cartoneras han irrumpido para cuestionar las reglas establecidas.

Queda por ver cuál será la evolución de este proceso, tanto en la propia literatura como en la sociedad.

La Redacción

EDitoRiAL

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REviStA LitERARiA pRoSoFAGiA - númERo 9 - AGoSto 2010f

kÍndice de obras Galería peque-artistas prosófaGos

(Pág. 77)

LSecciones (Págs. 8-9)

Publicidad viral por Nelo_ (Manuel Pérez Recio)

Humor Gráfico

(Pág. 19)

Las herramientas y los materiales por D (Daniel A. Franco)

sea buen albañil

(Pág. 21)

compañeros de ruta

Hay que leer poesía por Francisco Cenamor

(Pág. 25)

Conociendo a Coloso (Ricardo Durán)

entrevistas del foro

(Pág. 11)

Encuentro con LoboHerido (Edgardo Benitez)

por B. Miosi (Blanca Miosi)

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(Pág. 6) enuestras ilustraciones

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ContEniDo

REviStA LitERARiA pRoSoFAGiA - númERo 9 - AGoSto 2010f

De libros, autores y propiedad intelectual por Antonio Albarrán

cel mundo editorial segunda parte

La crítica literaria en la Red por Deusvolt (Sergio G. Ros)

(Pág.49)

(Pág.55)

(Pág. 39)

(Págs.36-37)

(Pág. 43)

(Pág.63)

(Pág. 67)

sArtículos/entrevistasHermeneia, la literatura en la era digital

Entrevista a Laura Borrás por Elisabet

(Pág.31)

(Págs. 28-29)

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Mecenazgo o mercado por Elisabet

Eloísa Cartonera: la irreverencia de hacer libros

por Esther

La aventura de un novel en la autoedición digital por Tania Lucía Cobos

Trabajo y humildad: del manuscrito a la publicación

por ferlocke (Fernando Alcalá Suárez)

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6 pRoSoFAGiA - númERo 9 - AGoSto 2010

nuestras ilustraciones

Pretendemos que la ilustración de Prosofagia posea ciertas carac-terísticas propias: articulada, número a número, en función de un tema o idea central y construida con el aporte personal de los prosófagos y de su gente. En el número 6 (febrero), destinado a cuentos y poesías prosó-fagos, esa idea central fue el carnaval, fiesta que habla de libertad y de máscaras bellas y engañosas; y se le sumaron fotografías que ilustraban específicamente cada obra publicada. En cambio, en el número 7, cuyo tema central fue: “Lo fantástico en literatura”, elegimos escritores de indiscutible relación con los géneros de fantasía, ciencia ficción y litera-tura fantástica, y seleccionamos, de las fotografías aportadas por nuestros compañeros, aquellas que podían ser referencia a sus obras. En el número 8 se continuó con esta articulación, esta vez seleccionando un poeta y un prosista, el primero de habla española, el segundo de habla inglesa, cuyas obras constituyeron el leitmotiv para hilar las fotografías; la portada y contraportada se dedicaron a una de las más importantes publicaciones de Hispanoamérica, en consonancia con el tema central del número —El mundo editorial.

En este número 9 la ilustración de la revista ha recaído en los más pequeños: nuestros compañeros nos han enviado dibujos hechos por sus niños; y con ellos hemos construido una Galería de Artistas, hermosa y preciada, con la obra de los pintores más tiernos e imaginativos. En esta Galería, también, tenemos obras de dos grandes artistas plásticos del siglo xx: el español Joan Miró y el uruguayo Joaquín Torres-García. ¿Por qué los hemos elegido? En el arte en general se pueden expresar muchas cosas con los medios más modestos. Esta circunstancia se da especialmen-te en la trayectoria de los dos artistas escogidos en los que, siempre bajo una aparente sencillez compositiva, se esconden algunas claves para la comprensión del arte contemporáneo.

La especial vinculación del primer Torres-García con Barcelona (lu-gar de nacimiento de Joan Miró), la coincidencia de ambos, aunque en regis-tros y grupos diferentes, en el París de las vanguardias, junto con el posterior trabajo, como foco de enseñanza, de Torres-García a su vuelta a Uruguay, construyen un puente entre dos mundos a través de la visión del arte.

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— Aun pintando— o dibujando— hay que hacer obra de arquitecto— construir.— ¿Y el sentimiento— y la poesía?— Las ocho columnas del Partenón ni l loran ni ríen...— pero eternamente cantan.

Joaquín Torres-García. Guiones, 16 de julio de 1933

Publicaciones Torres-García(De colección particular, Santander)

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Ana: Primavera. (2010). Acuarela sobre cartulina. 30x42 cm.

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secciones

Pablo: Superhéroes. (2005). Tinta y lápices de colores sobre papel. 21x29 cm.

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Esteban: Sin título. (2010). Ceras sobre papel. 30x42 cm.

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por B. Miosi (Blanca Miosi)

conociendo a coloso

Conociendo a Coloso (Ricardo Durán)

—Coloso, háblanos de tu primera incursión en las letras, sé que en México el hábito por la lectura está bien arraigado. —Tuve la suerte de nacer en una familia con profundo apego a la música y a la literatura. En mi niñez, mi padre me contaba historias de la mitología griega, lo cual despertó mi interés por un libro voluminoso que teníamos en casa: La Ilíada. Sin embargo, siendo apenas un niño de siete años, me resultó demasiado denso y volqué mi interés en los libros de Julio Verne y Mark Twain, así como de Edgar Allan Poe y Sir Arthur Conan Doyle, que me maravilló con las genialida-des de Sherlock Holmes.

—¿Y autores latinoamericanos? —Di con la literatura latinoamericana por un accidente afortuna-do. Nuestro profesor de Ciencias Sociales nos pidió comprar un libro llamado La ciudad de los perros, de un autor mexicano (supongo que la tirada no sería mucha, porque nunca volví a saber del libro y no recuerdo el nombre del autor, trataba de la cultura azteca), y por error (un error que agradeceré por siempre) compré La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa, quien a la postre se con-virtió en mi escritor favorito, y estoy convencido de que es uno de esos pocos escritores que merecen el Premio Nobel y que por alguna razón aún le ha sido negado el privilegio.

—¿Tienes otros autores preferidos? —Sí, pero en ese sentido yo hablaría más de libros específicos que de la obra completa de autores. Me impresionó la forma epistolar, y la historia misma de Drácula. Cien años de soledad es un infaltable en cualquier lista de favori-tos. Me divirtió mucho el enfoque chamanista de Las enseñanzas de don Juan.

Ricardo Durán

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Disfruto mucho de la divulgación científica asequible al ciudadano común de los libros de Carl Sagan. Ilusiones, de Richard Bach, que me parece un poema a la libertad. Y finalmente, y digo finalmente porque sé que el espacio de la entrevista no nos permite alargar la lista, La libertad primera y última, de Jiddu Krishnamurti. Es uno de esos libros que te cambian la vida.

—Cuéntanos cómo te iniciaste en la escritura. —En ese entonces no tenía noción de qué era un microrrelato, pero ya los escribía a los trece años. Eran relatos que nadie leía, los guardaba celosamente por un tiempo y luego, literalmente, los despedazaba. Un día, en la escuela se-cundaria a la que asistía, se lanzó la convocatoria para un concurso de cuentos. Decidí probar suerte y escribí Mutante, del que desafortunadamente no conser-vo copia alguna. Recuerdo que la profesora de español, quien era miembro del jurado, me pidió amablemente que le explicara qué querían decir para mí cier-tas palabras rimbombantes que estaban incluidas en el cuento. (Rimbombantes para un chiquillo de trece años). «¿Qué son miríadas de seres?». «¿Utópico?». «¿Hilaridad?». Una vez que hube respondido sus preguntas a satisfacción, el cuento fue aprobado en el concurso y una semana después se anunció el gana-dor. Honestamente, me sorprendió que Mutante ganara.

—Binomio, Nocturno, Gusanitos, El rey milenario, Sin rostro, entre otros, son cuentos sorprendentes, en los que la magia y la fantasía tienen un papel pre-ponderante, aunque también tienes otros como Envejecimiento prematuro, más realistas. ¿Cuál dirías que es tu fuente de inspiración? —Yo también a veces me pregunto lo mismo. Le he dado varias vueltas al asunto, y de ahí nació El cuentista. He optado por pensar que las ficciones que escribimos viven en un reino sublevado y autosuficiente, y que la labor del es-critor es encontrar el hilo que vincula a esa historia en particular con el mundo real. Es entonces cuando el autor tiene que tirar con fuerza de ese hilo en cuyo extremo opuesto se encuentra esa historia, oculta tras una cortina de humo. La curiosidad por saber qué hay tras esa cortina de humo es lo que me tiene ancla-do a la literatura.

—¿Te has planteado escribir novelas? —Sí, precisamente estoy en eso. Ya empecé mi primera novela.

—¿Y publicar? —Sí, espero que a algún editor le resulten atractivos mis disparates (risas).

—Tienes vena de escritor, Coloso, he leído casi todos tus cuentos, y aun-que algunas veces no los comente, los considero excelentes, ¿qué piensas tú del nivel literario del foro? —Es muy respetable. El grueso de los participantes lleva consigo los ele-mentos necesarios para ser publicados en medios impresos. De hecho, algunos compañeros ya gozan de haber dado ese paso. Un claro ejemplo eres tú. Tus li-bros se publican en varios países. Es más, yo debería haberte entrevistado.

Conociendo a Coloso (Ricardo Durán)

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—¿Qué es lo que más te atrae de Prosófagos? —Que es una comunidad consistente. La mayoría tiene un objetivo li-terario muy bien delimitado: mejorar su escritura. Y para mejorar hay que ser receptivo a la crítica. Me gusta que podamos decirnos sin ambages cuando con-sideramos que un texto dado está para llorar, y entre todos aportamos los ingre-dientes para que “el platillo” pueda ser degustado por algún incauto comensal sin que haga gestos de rechazo. Otra cosa que disfruto enormemente del foro es la diversidad cultural, venimos de países muy distintos, y sin embargo nos tratamos con una calidez que a cualquiera haría pensar que nos conocemos personalmente.

—¿Cómo llegaste a Prosófagos? —De vez en cuando escribía alguna historia de cajón, de esas que solo ven tus allegados y luego guardas en un cajón, pero en realidad fue mi espo-sa quien creyó en mi potencial escritoril y me alentó a hacerlo más en forma. Entonces, en una de esas búsquedas virtuales, di con el foro. —Ha sido un verdadero placer conocerte un poquito más, Coloso, te agradezco que hayas dedicado parte de tu tiempo a nuestra revista. —Al contrario, Blanca, no siempre uno es entrevistado por una escritora de tu estatura literaria. El gusto es mío.

Originario de la Ciudad de México, este compañero prosófago actualmente radica en Mérida, Yucatán, en el sureste mexicano a dos horas de Chichen Itzá, re-cientemente nombrada una de las siete maravillas del mundo, tierra maya, donde según sus propias palabras se respira cultura y un sofocante calor. http://www.espejismoliterario.blogspot.com

Conociendo a Coloso (Ricardo Durán)

Blanca Miosi (B. Miosi) Escritora, actualmente tiene un taller de alta costura.

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Esteban: Sin título. (2010). Ceras sobre papel. 30x42 cm.

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Es curiosa la manera como la vida reúne a un grupo de personas que tienen un mismo interés: las letras. Y gracias a esta pequeña ventana en Prosofagia, toca hoy viajar a Centroamérica, específicamente a San Salvador, capital de El Salvador, donde radica actualmente LoboHerido. La mayoría de las veces el nick es una radiografía, una especie de flash que nos deja entrever lo que se esconde detrás de cada usuario; en este caso no pudo estar mejor escogido pues Edgardo Benítez es un sobreviviente, un lobo estepario con muchas heridas.

—A pesar de ser un país pequeño, El Salvador ha estado sometido a con-tinuos conflictos bélicos, ¿qué te motivó a participar en ellos? —Pertenecía a una cosecha de jóvenes que pensábamos en el bien de la patria y que considerábamos que el país había perdido toda esperanza, nos encontrábamos sin salida. Las condiciones políticas y económicas que los go-biernos de turno plantearon a la población en esa época hacían más palpable la necesidad de salir del contexto legal; y es precisamente lo que nos obligó a muchos a dejar nuestros hogares y atrincherarnos en los cerros. Primero para salvar nuestras vidas, ya que éramos perseguidos políticos por nuestras ideas, y segundo, para enfrentar con las armas en la mano la represión que el Gobierno había implementado sobre la población por medio de las fuerzas armadas y los paramilitares. Hubo necesidad entonces de crear una organización políti-co-militar que luchara por los intereses de los desposeídos y las mayorías. Eso se logró a través de organizar al pueblo y prepararlo para lo que se llamó una insurrección popular. Así nació el FmLn. Una respuesta para resolver la proble-mática nacional.

—El patriotismo es un concepto al que apelan muchos gobernantes o as-pirantes a serlo. Después de lo ocurrido, ¿sigues creyendo en el amor a la patria? —Continúo siendo patriota, pero desde una óptica distinta. Ante la fir-ma de los acuerdos de paz, la lucha terminó, y la metralla fue silenciada por la esperanza de construir un país mejor. Desde entonces muchos de nosotros

por B. Miosi (Blanca Miosi)

encuentro con loboHerido Edgardo Benítez

Encuentro con LoboHerido

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conceptualizamos el seguir luchando de distintas maneras. Unos se afiliaron a partidos políticos, otros se fueron del país, y otros como yo formamos nuestras propias ideas al respecto. Y es allí donde descubro que el verdadero cambio que necesitaba habitaba en mí. me refiero a que si deseas servir a la patria debes empezar por cambiar tú, y yo y aquel. Nadie puede hacerlo de verdad, con hon-radez y honestidad, si no cambia él primero. Nadie puede decir que le sirve a la patria si no empieza por cambiar su forma de pensar mezquina y deja de lado sus intereses personales. De lo que te hablo es de buscar romper las cadenas con uno mismo. Es exclusivamente uno el esclavo de uno mismo, es uno el libertador de uno, y eso se consigue cuando obtienes la libertad de pensamiento. Es la única manera de hacer patria. Te vuelves productivo, te vuelves civil; o sea una persona que suma y multiplica y renuncia a restar y contra restar.

—Un escritor es aquel que tiene algo trascendente que contar, ¿cuál fue el motivo que te impulsó a escribir? —Todos tenemos algo trascendente que contar. La vida es tan bella e in-teresante que bien merece una historia, una novela, una poesía. Y todos merece-ríamos un Nobel de Literatura. En mi caso, yo siempre quise escribir pero nunca encontré el tiempo pues me dediqué a otras cosas, y tampoco hubo alguien que me enseñara a hacerlo de la manera técnica que ustedes lo hacen. Ya ves que en nuestros países existen tan pocos espacios para ello, incluso las cifras de analfa-betismo son tan altas que decepciona a quien sea.

—Quizás nos puedas contar en qué consistió «La Guerra del Futbol» en la década de los setenta. —Es uno de tantos engaños que ha habido en mi país. Y es que no es cierto lo de la guerra del futbol. Es innegable que la fecha de la guerra fue coin-cidente con una clasificación a un mundial de Futbol, pero la verdad es que fue lo que se le hizo creer a la gente de la época. Obedeció a los intereses mezquinos de unos pocos, que sacrificaron a los salvadoreños que vivían en Honduras, a quienes quitaron sus tierras y sacaron a fuerza de golpes y balazos. Cerraron las fronteras evitando la entrada de nuestros productos. Fue un verdadero genoci-dio, una barbarie. Pero sería muy largo de contar.

—El sufrimiento, los desengaños, son caldo de cultivo para un escritor, ¿crees que algún día escribirás acerca de tus experiencias de vida? —Claro que sí, tengo mil experiencias que contar, y me siento orgullo-so de haberlas vivido; mientras tanto, debo aprender al menos lo básico para poder escribir sobre algunas de ellas. Ya habrá tiempo para que te platique de “La casa de los claveles blancos” y otras historias más, como la del seudóni-mo del Comandante “Lobo Herido”. Son vivencias importantes que en su época marcaron historia en nuestro país.

—Dices que tomas la incursión en la literatura como un nuevo desafío en tu vida, ¿te has enfrentado a muchos? ¿Desde cuándo escribes? —Pienso que desde que nacemos todos nos enfrentamos a muchos de-safíos, aprender a caminar, a leer, a escribir, en fin…, hay varios retos; cada día

Encuentro con LoboHerido

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encierra un nuevo desafío. pero al que yo me refiero es al de aprender a escribir como se debe, y eso para mí no resulta sencillo ya que no soy joven, y algunas habilidades no las he cultivado. Imagínate: escribo desde hace tres años, ¿qué tanto me falta por aprender? Mucho, claro, y es que mi tiempo lo pasé en otras tareas, que son totalmente distintas.

—¿Cómo fue tu acercamiento a Prosófagos? —A través de Elisabet. Es posible que ella no lo recuerde. Pero un día llegué a su blog «Andanzas de una escritora en busca de editorial» y le escribí un correo pidiéndole me dijera cómo hacer para aprender a escribir; yo tenia unas cosas escritas, por supuesto, sin orientación, ni nada, y se las envié. Al día siguiente me respondió con la dirección de Prosófagos.

—¿Te sientes cómodo escribiendo y comentando los textos de los compa-ñeros? ¿Te molesta que te indiquen los errores? —Mira, he tenido que ganar humildad y reconocer mi ignorancia en mu-chos aspectos, para decir la verdad, en todos. Pero hay personas como Esther que me han ayudado mucho. Ella me ha enseñado a comprender qué tanto es lo que me falta por aprender, es decir la colaboración ha sido integral. Mi parti-cipación en el foro a través de comentar es mínima, debido a que pienso que es muy poco lo que puedo aportar al conocimiento técnico de alguien. Lo hago en la medida de mis capacidades.

—¿Qué piensas del foro? —Que es el mejor. En aras de aprender he visitado la mayoría y, te digo, en ninguno habría podido asimilar lo que he aprendido con ustedes. Esther sabe en qué circunstancias desastrosas llegué, y hasta hoy, algo he avanzado.

—Muchas gracias, Edgardo, por permitirnos conocerte y hurgar en tu vida. Personalmente creo que todo aquel que lucha por un ideal es grande de espíritu. No me asombra en absoluto que hayas elegido la escritura, te deseo toda la suerte del mundo.

Edgardo Benítez recorre día a día los veintiún mil kilómetros cuadrados de El Salvador por motivos laborales, recolectando instantes que algún día podremos leer en papel.

http://pasionporlaverdad-loboherido.blogspot.com

Blanca Miosi (B. Miosi) Escritora, actualmente tiene un taller de alta costura.

Encuentro con LoboHerido

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Manuel Pérez Recio (Nelo_)Escritor. O el sueño de un idiota con un lápiz en la mano.

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Beatriz: Molino. (2003). Ceras sobre cartón. 21x14 cm.

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D (Daniel A. Franco)

Las herramientas y los materiales

n vista de que este tema del terreno de construcción —nuestro idioma español— es muy extenso y apasionante, mejor hagamos una pequeña pausa en nuestra

exploración de ello. Y aprovechemos esta oportunidad para definir algunas de las herramientas y materiales que todo buen albañil debe esgrimir con pericia.

Primero hablemos sobre la gramática. ¿Qué es? Resulta que si nos hemos de fiar del diccionario de la Real Academia Española entonces es «la ciencia que estudia los elementos de una lengua y sus combinaciones». Pero también la define como «el arte de hablar y escribir correctamente una lengua». De inmediato surgen dos dudas: ¿es ciencia o es arte, entonces? También, cuando dicen “correctamente”, ¿no es un poco demasiado engreído de su parte? Pero meditemos. Si la gramática es una ciencia, entonces estamos hablando del «conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales», de acuerdo al diccionario. Pero si fuere un arte se podría suponer que su valor es estético y por lo tanto subjetivo, de acuerdo a los requerimientos de quien la use. Sin embargo no es así. Casi desde que se comenzó a formalizar el idioma ha existido la idea errónea de que un hablante nativo de la lengua no necesita saber de gramática, puesto que sabe hablar su propio idioma desde que apenas era un párvulo. Pero la realidad es que no es suficiente hablar el idioma. Es menester expresarse con claridad y precisión, y por eso es indispensable conocer la gramática. Al final de cuentas, el diccionario tiene razón: la gramática es el arte de hablar bien. Y es toda una ciencia porque la manera como se establece la pauta para hablar bien es a través de lineamientos y normas. Algunos de estos lineamientos tienen la suficiente flexibilidad para acoger las peculiaridades del habla cotidiana de cada persona, y algunas de las normas son inapelables, pero porque nos permiten reconocer el terreno firme donde todo el que hable español podrá echar cimientos y levantar

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muros de palabras. Entonces, cuando la Real Academia Española define la gramática como el arte de hablar y escribir correctamente no lo hace porque juzgue inferiores a otras maneras de usar el lenguaje sin acatar las normas, sino porque reconoce que esa claridad y precisión de hablar y escribir bien solo se puede lograr acatando dichas normas. La gramática logra ser ciencia y arte porque en realidad consta de dos partes. La primera se enfoca en el número, propiedad y función de las palabras, mientras que la segunda trata sobre el orden y concierto que deben tener entre ellas para expresar toda idea con claridad.

Así como la albañilería cuenta con miles de herramientas y materiales específicos para usos esotéricos y detalles peculiares, la gramática también se vale de muchos recursos para el buen uso del lenguaje. Sin embargo es posible resumir la miríada de particulares al describir su uso general, por ejemplo: habrá destornilladores planos, de cruz, hexagonales, etc., pero son todos destornilladores. Hagamos lo mismo con el idioma y sus partes. A grandes rasgos se puede decir que el lenguaje consta del habla. El habla es un conjunto de palabras acomodadas en un orden específico que permite expresar ideas. Al conjunto de palabras las llamamos oraciones o sentencias, y a las palabras las clasificamos de acuerdo a su uso general o a su estructura. En español tenemos varios usos generales para las palabras. Pueden ser nombres, pronombres, artículos, verbos, participios, adjetivos, adverbios, preposiciones, conjunciones o interjecciones. De todos estos tipos de palabras, las más importantes en el lenguaje son los verbos. Así como todo buen albañil sabe discernir entre las partes indispensables de un edificio y las florituras superficiales, quien quiera hablar y escribir bien en español debe aprender a reconocer que las herramientas y materiales esenciales del idioma son las oraciones determinativas. Estas incluyen un verbo, su complemento directo, complemento indirecto y, en ocasiones, un sujeto. Es decir, palabras que describan una acción y que contesten las preguntas ¿qué?, ¿a quién? y, si fuera necesario, ¿quién? El resto de las palabras que no sean parte de una oración determinativa serán complementos circunstanciales que, aunque proporcionen información adicional, no son esenciales para expresar una idea.

Es posible que al meditar sobre tantos detalles, un escritor se sienta como albañil novato apabullado por una gran pila de materiales variados y exóticos, y al pie de un gran estante lleno de herramientas de alta precisión y usos únicos. Y tendrá razón en imaginarse que va a tomar larga práctica y sudoración hacer buen uso de todo eso. Consuélese, pues, pensando que es necesario para erigir castillos y palacios primorosos. O confórmese con solo saber levantar chozas y cobertizos el resto de sus días.

Las herramientas y los materiales

Daniel A. Franco (D)

Intérprete médico profesional de inglés a español, en Texas. Escribe ensayos y relatos.

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Jorge: Sin título. Firmado y fechado. (1986). Rotuladores sobre papel. 21x27 cm.

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Dulce Araceli: Luna. Dibujo con poema. (2010). Lápices de colores sobre papel. 12x20 cm.

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Francisco Cenamor

La poesía, es algo obvio si echamos una ojeada a Internet o vemos la gran can-tidad de jóvenes editoriales que aparecen, se está popularizando. Destacaré algunas de las causas de esta popularización y un par de aspectos negativos de la misma.

La fundamental: la aparición de Internet en nuestras vidas. Es un medio que permite la rápida difusión de contenidos a cualquier persona que disponga de él. Además, de manera altruista o no, se dedica mucho trabajo a la subida y organización de poesía. De un solo pantallazo podemos leer un poema.

Otro elemento es que la poesía siempre se ha relacionado con lo emocional, preferentemente el amor, pero también con lo espiritual, con “el misterio”, con lo profundo de la existencia humana. Y ante el fracaso de la razón pura para la gestión de la Humanidad y los nuevos descubrimientos de, por ejemplo, la física cuántica o la neurociencia, nos encontramos, sin duda, ante un auge de lo espiritual.

Lo negativo: la apabullante presencia en el mundillo de aficionados a la escri-tura de las empresas de autoedición que, al editar libros exclusivamente con criterios económicos, rentabilizando las ilusiones de la gente, han puesto al mismo nivel a los poetas conocedores de su oficio, grandes lectores también, y a quienes sin tener un dominio de su propio idioma y sin apenas conocimientos y lecturas se atreven a es-cribir lo que llaman “poesía”, solamente porque está separado en versos.

A destacar también la falta de cultura poética, de lecturas, de la mayoría de quienes hoy en Internet se atreven a escribir “poesía”. Por eso, hay que leer más, pero no solo a nuestros amigos y amigas, sino a quienes antes que nosotros pensa-ron, estudiaron, vivieron y escribieron poesía, a quienes hicieron de la poesía una forma de vivir y de estar en el mundo, más allá de Pablo Neruda, Alejandra Pizarnik, Miguel Hernández, Mario Benedetti o Lorca. Pues parece que no existiesen más que estos poetas.

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Hay que leer poesía

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A la hora de escribir poesía, y contrariamente a lo que mucha gente cree de manera incorrecta, la poesía no es lo que se dice, sino cómo se dice. Lo que se dice puede ser bello, apasionado, “bonito”, hasta poético haciendo una gran concesión, pero la poesía es el cómo se expresa esto. Si la poesía fuese lo que se dice, ¿qué la diferenciaría de la narrativa, o del ensayo, o de…?

Creo que debemos perder el miedo a ser poetas y leer perdiendo la inocen-cia, tratando de desentrañar las estructuras internas de los textos de poetas que escribieron antes que nosotros o lo hacen en la actualidad con mayor conocimiento y experiencia. Un poeta debe ser una persona culta y gran conocedora de la poesía, cuanto mayor dominio tenga de su idioma y de la evolución histórica de la poesía mayor facilidad tendrá a la hora de trasmitir lo que desea trasmitir.

Al calor de esto último, cabe reseñar cómo hay demasiadas personas que me dicen abiertamente que su poesía es espontánea y que prefieren dejarla como les sale de dentro y que quienes leen sus textos les dicen que les gustan. Bien, vayamos por partes. Primero, afirmar que lo que a uno le sale de dentro es, por sí mismo, poe-sía, es un acto de narcisismo descomunal (cuando no de ignorancia). Imaginemos, por un momento, a esta persona con un violín sin tener ni idea de tocarlo, afirmando que los chirridos que salen del mismo son, en sí mismos, música celestial. En poesía es lo mismo: no es poesía (no digamos ya buena poesía), hasta que no afinamos y aprendemos a tocar ese violín que son las palabras.

En segundo lugar, interviene en esta negativa a trabajar textos la cultura ac-tual del no esfuerzo, no aprendizaje, no trabajo. Lo que queda potenciado, además, por la facilidad para publicar en revistas, antologías y editar libros de autoedición sin haber hecho ningún esfuerzo. Una ventaja grande de Internet, la posibilidad de publicar en formatos accesibles y baratos, se convierte en demasiadas ocasiones en vulgarización y empobrecimiento de la poesía cuando comprobamos que la mayoría de las revistas poéticas y literarias no hacen ningún tipo de selección en base a cri-terios poéticos. Todo vale, es una cuestión de cantidad y no de calidad; claro que, en definitiva, es la mentalidad que hace existir al sistema económico que amenaza con destruirnos y que llamamos capitalismo.

Y en tercer lugar, es bueno preguntarse por los criterios poéticos de quienes elogian nuestros textos: si le gustan a un amigo o amiga que tiene tan poco apre-cio por la poesía como nosotros mismos dice bastante poco de mi obra, la verdad. Además, Belén Esteban gusta a millones de personas y no por eso se nos ocurre decir que es una gran actriz, o presentadora, o lo que demonios pudiese ser.

De cara al aprendizaje de la poesía, Internet tiene, entre otros elementos po-sitivos que ya he comentado, uno muy negativo: el acceso sesgado a las poéticas de quienes nos precedieron y de quienes podemos aprender mucho. Encontramos poe-mas sueltos, poemas que pueden gustarnos, poemas cuya estructura puede resultar original, sorprendente, pero nos perdemos el todo poético. Muchas veces, la mayo-ría, el libro del que se sacó ese poema tiene una estructura en sí mismo que ayuda a apreciar la idea de creación artística de la poesía. O leer autores con perspectiva histórica también nos enseñará mucho de nuestra propia poesía; muchas veces me encuentro con textos escritos en la actualidad con técnicas de hace un siglo, o formas obsoletas de afrontar un poema.

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Por eso es importante que pasemos de leer poemas sueltos a leer los libros completos considerándolos como un todo, aunque luego cada poema pueda funcionar por sí mismo. Porque también es poesía la colocación de los textos, el porqué se divide en apartados, el título de los apartados, el orden que ocupa un poema en una serie…

Os propongo echar un ojo en la colección de poemas de mi blog:

Catálogo de poetas y poemas en franciscocenamor.blogspot.com

Sí, son poemas sueltos, pero aquí encontraréis poetas de mucha calidad, otros no tanto. Os puede servir para ver quién os gusta tomando como base vuestra manera de crear poesía, y, desde ahí, buscar los libros de esos autores y autoras y comprarlos (hay poca poesía en las bibliotecas públicas), sí, comprarlos, porque ha-cen falta lectores y lectoras de poesía para que las editoriales y los poetas puedan seguir desarrollando su labor.

Hay que leer poesía

Francisco Cenamor (Leganés, 1965) Ha publicado los libros de poemas Amando nubes, Ángeles sin cielo, Asamblea de palabras y Casa de aire.

Dirige el blog literario Asamblea de palabras. Profesionalmente se dedica a la interpretación en televisión, teatro y cine. Imparte clases de teatro en un centro privado.

http://franciscocenamor.blogspot.com/

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Ana: Viaje por el Sistema Solar. Firmado. (2010). Tiza sobre papel de lija. 21x27 cm.

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Jorge: El portal de Belén. (1986). Rotuladores sobre papel. 21x27 cm.

artículosentrevistas

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Joan Miró. Fechado y firmado. (1957). Tinta china sobre postal. 10,5x15 cm.

Dedicatoria autógrafa de Miró a Julio Maruri: «Con un afectuoso saludo a Fray Casto del Niño Jesús,

recordando nuestra breve estancia en Bilbao, Miró.“Son Abrines”, Cala Major, Palma Mallorca. 3/4/57».

(Col. particular)

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Artículo

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por Elisabet

—¿Cómo se definiría, en pocas palabras, este sitio? —Hermeneia (www. hermeneia.net) es un sitio web que creé en el año 2000. Se trata de un espacio de exploración y de difusión de una realidad, la que surge de la confluencia creativa del mundo de las palabras y el mundo de las máquinas: la literatura en la era digital. Es un portal pionero en España y en Europa, que acoge más de mil recursos para el estudio de la literatura con el uso de las tecnologías digitales, las nuevas muestras de creación literaria en red, así como un conjunto de textos teóricos que permiten ubicarse en el cambio de paradigma que representa Internet para el mundo literario.

—¿Cuál es su finalidad? —Fundamentalmente difusora, pedagógica, didáctica, pero también es el vehículo de comunicación de un grupo de investigación formado por 18 co-laboradores europeos y americanos que se dedica al estudio de la literatura en la red. La voluntad del proyecto web, en sus orígenes, fue precisamente la de dar a conocer una nueva realidad. Por ello es un lugar “inclusivo”, en el sentido de que incluímos todo aquello que, desde aquella época, ha sido susceptible de ser considerado “literatura digital”. Evidentemente el terreno ha evolucionado a gran velocidad y algunas piezas representativas de un momento han quedado obsoletas, pero también desde esta perspectiva pienso que tiene valor el portal, para dar cuenta de la obsolescencia del campo.

HERMENEIA, la literatura en la era digital - Entrevista a Laura Borrás

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—¿Quién lo inició? ¿Cuándo y cómo fueron sus orígenes? —Lo inicié y lo dirijo desde el año 2000 y su creación fue consecuencia de un premio que concedía la Generalitat de Catalunya, mediante un jurado inter-nacional, a los mejores currículos investigadores de las universidades catalanas. Me fue concedida una de esas prestigiosas distinciones, dotada con 30 millones de las antiguas pesetas y cuatro años sabáticos docentes para consagrar ínte-gramente a la investigación. Decidí destinar este dinero público a la creación de una red de profesores, colegas de distintos lugares del mundo, que teníamos un interés común: descubrir qué cambios estaban teniendo lugar respecto a la literatura en esta nueva dimensión a la vez comunicativa que instrumental: el espacio digital.

—¿Había otros sitios similares en ese momento, o fue una apuesta a ha-cer algo diferente a lo conocido? —En el momento en que empezábamos se había constituido la ELO (Electronic Literature Organisation), que quería desarrollar un directorio de au-tores creadores de literatura digital. Su primer encuentro —al que asistimos— tuvo lugar en abril del año 2001, con lo que nos dimos cuenta de que estábamos empezando, sentando las bases, tanto aquí como allí. Pensábamos que nos lle-vaban mucha ventaja, pero nuestro directorio salió antes que el suyo. Creo que cuando nosotros nos incorporamos al mapa de la literatura digital, los únicos referentes, que llevaban casi una década trabajando eran los proyectos web de George Landow (The Victorian Web) y Alan Liu (Voice of the Shuttle). De todos modos, en el ámbito hispánico nuestra web fue la pionera y la única que también abarcaba tanto la temática —literatura digital— como aspectos teóricos y di-dácticos. El apartado —cibermapa— de la web pretendía dar cuenta de las pági-nas, portales o recursos digitales que, de un modo u otro, y en distintas lenguas, se habían ido creando en el ciberespacio literario. Aunque ha sido un apartado que no se ha actualizado desde el 2004 —momento en el que cambia también el tipo de tecnología que usamos para mantener el portal—, porque solo pretendía dar una visión de conjunto del estado del arte en un momento incipiente; tuvo el valor de inventariar la literatura en red. —¿El proyecto inicial sigue siendo el mismo o se ha modificado? —El proyecto sigue siendo el mismo en la medida que el tiempo no ha hecho más que darnos la razón. En este sentido, los cambios que se han produ-cido a partir de la revolución que internet ha significado en todos los ámbitos —y el literario no ha sido ninguna excepción— no han dejado de demostrar que la temática es de máxima vigencia e interés. Sin embargo y pese a que el equipo impulsor continúa (el profesor Joan Elies Adell, el profesor Raffaele pinto y yo misma fuimos los fundadores del proyecto), lo cierto es que el número de colaboradores ha ido creciendo, modificándose, ampliando espectros temá-ticos, perfilando áreas de especialización, con lo que evidentemente ha habido modificaciones que también se han debido al rumbo que ha ido tomando la revolución literaria digital. Nuestras últimas incorporaciones desde octubre de 2009 han sido un profesor finlandés especialista en ludología, games studies y narratología, Markku Eskelinen; un catedrático en Teoría de la Literatura de la Universidad de Granada, especialista en cibercultura, así como también en videojuegos y cine, Domingo Sánchez-Mesa, y un artista electrónico y progra-mador mexicano, Eugenio Tisselli.

HERMENEIA, la literatura en la era digital - Entrevista a Laura Borrás

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—¿Qué quiere aportar Hermeneia a la literatura? —Conocimiento, innovación e intercambio. Es decir, que las valoraciones que vienen produciéndose cada vez más de manera pública sobre los cambios de paradigma, las revoluciones sobre los soportes, etc., no tengan lugar de manera peregrina, desinformada, apocalíptica, sino que surjan de la reflexión, del diálo-go, de la confrontación y, sobre todo, de la experiencia. Desde que empezamos he visto nacer y morir muchas “novedades”, y podría haberse ahorrado mucho alarmismo social que se ha generado desde la ignorancia y la reticencia, por no decir desde la pereza intelectual. —¿Cuál es la repercusión que ha tenido/tiene en el mundo literario? —Hablar de repercusión para un proyecto universitario, nacido de la in-vestigación, puede ser algo utópico; sin embargo nuestra presencia en los círcu-los especializados ha sido constante e incluso hemos obtenido un cierto impacto en los medios de comunicación: radio, televisión, y prensa escrita diaria. En el ambiente académico, contamos con el respeto y la consideración de quienes se han acercado a este espacio fascinante y han conocido y reconocido nuestra la-bor pionera en él.

—¿Cuáles son las mayores dificultades que han afrontado? —Por un lado el querer mantener dos grandes campos abiertos: la en-señanza de literatura con el uso de las TIC y la literatura digital. En ambos coincide un rasgo distintivo que resulta la mayor dificultad: la extraordinaria ca-pacidad de mutación y fagotización de la disciplina. La obsolescencia de los so-portes, de los contenidos, los cambios que provocan la aparición de nuevos avan-ces tecnológicos suponen, sin duda, un gran desafío para quienes trabajamos en este campo. Seis meses de desconexión de la temática y el panorama ya es casi irreconocible. Y no me refiero únicamente a la aparición de nuevas obras y de un grandísimo espectro genérico y variabilidad tipológica, sino que también tengo en cuenta, por ejemplo, hasta qué punto tecnologías como las redes sociales pueden transformar la docencia, como compruebo a diario en la Universidad de Barcelona tanto con estudiantes de grado como con estudiantes de postgrado, y en otras universidades, en programas de formación de docentes. —¿Habéis tenido apoyos o se han sucedido hechos favorables que no esperabais? —Los apoyos surgen únicamente de la excelencia, de la calidad y en ese sentido hemos tenido apoyos de la Generalitat de Catalunya (como he indica-do antes), así como del Ministerio de Ciencia y Tecnología o del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio que dotó con casi 200 000 euros un proyecto que vincula la literatura al territorio, la creación de un GPS poético, el Global Poetic System. 600 000 euros obtenidos en proyectos de investigación públicos y com-petitivos a lo largo de estos años, cinco congresos internacionales, numerosas conferencias, seminarios, jornadas, tres libros de grupo y una cantidad superior a los 150 artículos demuestran que hemos trabajado con numerosos apoyos y estímulos.

HERMENEIA, la literatura en la era digital - Entrevista a Laura Borrás

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—¿De qué forma se organiza un sitio como este? —Evidentemente tener distintos frentes abiertos genera complejidad en la gestión y la organización del portal. Sin embargo, no queremos renunciar a ellas, puesto que nos parece fundamental acompañar las propuestas creativas con elementos de discusión, reflexión y también, en la medida de lo posible, de docencia. De ahí que los distintos apartados del portal primen la literatura digital (“Si eres lector”), la docencia de literatura con el uso de las TIC (“Si eres profesor”) y la reflexión teórica sobre el tema (“Sala de lectura”).

—¿Cuáles son vuestros proyectos a futuro? —Nuestros proyectos futuros se centran en el Doctorado Europeo Interzones (http://www.mundusphd-interzones.eu/index.asp), el único doctora-do europeo Master Mundus que ha sido seleccionado en el área de las Ciencias Humanas y Sociales, en el que participan 16 universidades de todo el mundo y en el que Hermeneia ha sido requerida para formar parte del proyecto y aportar contenidos literarios digitales. Por otro lado, nuestro reto más inmediato es la re-forma absoluta del portal para poder adecuarlo a las necesidades de la web 2.0.

—¿Cuántos usuarios tiene y qué grado de participación hay? —A nivel de usuarios es un orgullo poder decir que Hermeneia ha sabido fideli-zar a quienes están interesados en la literatura y su devenir en la era digital. Sin embar-go, el portal necesita de una reforma para aumentar el nivel de participación. Este es el desafío más inmediato que afrontaremos, ¡tan pronto como los congresos internacio-nales en los que participamos, así como la docencia en el Máster de Literatura en la era digital de la UB (http://www.il3.ub.edu/ca/master/master-literatura-era-digital.html) nos dejen algún tiempo libre!

Elisabet Licenciada en Filología Inglesa.

Escritora de ensayo y ficción.

HERMENEIA, la literatura en la era digital - Entrevista a Laura Borrás

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Laura Borràs Castanyer es Licenciada en Filología Catalana por la Universidad de Barcelona y Doctora en Filología Románica, con premio extraordi-nario de doctorado (1998) por su tesis.

Es profesora del Departamento de Románicas de la Universidad de Barcelona, impartiendo cursos de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Cuenta además con una extensa trayectoria docente tanto en cursos de otros centros académicos como en congresos y seminarios, en España y en el extranjero. Autora y coautora de numerosos ensayos sobre literatura y arte, ha sido galardonada en diversas ocasiones por sus trabajos de investigación y ha presidido varios congresos internacionales.

Creadora del espacio de investigación Hermeneia.net, actualmente también es profesora del Programa de Doctorado Europeo Interzones y directora académica del Master en Literatura en la Era Digital de la Universidad de Barcelona.

Ella resume sus motivaciones manifestando que «en la era de la tecnología y de una economía basada en un ritmo acelerado de consumo puede parecer un gesto casi arqueológico reivindicar la importancia de una formación humanística. Sin embargo, pienso que vale la pena hacerlo».

HERMENEIA, la literatura en la era digital - Entrevista a Laura Borrás

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Ana: Después de la lluvia. (2010). Acuarela sobre cartulina. 32x40 cm.

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Dulce Araceli: Amor. (2009). Lápices de colores sobre papel. 21x29 cm.

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Joan Miró. Fechado y firmado. (1957). Tinta china sobre cartulina. 22,5x16 cm.

Dedicatoria autógrafa de Miró a Pablo Beltrán de Heredia: «A Pablo Beltrán de Heredia, en recuerdo de Altamira y Santander. Miró. 3/4/57».

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Una de libros en general

Cuando el firmante ejercía de pequeño editor, en Editorial Popular, recibí una carta que me indignó. Lo he contado más de una vez. Un concejal de distrito de Madrid me envió una carta que decía más o menos esto: «Acabamos de inaugurar una biblioteca en este barrio. Nos dirigimos a usted porque en el catálogo de su editorial hay muchos libros que deben estar a la disposición de los vecinos de este barrio. Le rogamos que nos haga una donación tan generosa como le sea posible de libros de su fondo… Los vecinos le estarán muy agradecidos».

Mi contestación, inmediata, fue de este tono: «Querido concejal: Su carta, en la que me solicita una donación de libros para la biblioteca de su barrio, me ha dejado perplejo, hasta me ha indignado. Me gustaría saber si usted ha dirigido una carta similar al constructor, al proveedor de ladrillos o cemento, al carpintero o al electricista, etc., solicitando una donación de ladrillos, mesas, o bombillas. Si usted ha escrito una carta así a alguno de esos proveedores, dígamelo y automáticamente le enviaré un ejemplar de cada uno de los títulos publicados en esta Editorial. Si no ha escrito a otros y se ha atrevido a escribirme a mí y seguramente a otros editores, permítame expresarle mi indignación y mi protesta. Por ser editor no quiero tener más reconocimiento o dignidad que un electricista, pero tampoco, Sr. concejal, acepto ser considerado un centímetro menos digno. Mi profesión y el producto libro que creamos entre muchos tienen la misma dignidad de un carpintero y sus mesas de madera…».

No echemos balones a los concejales. ¿Quién de nosotros no ha solicitado o aceptado un descuento al comprar un libro? Y a lo mejor, al salir de la librería, se ha sentado a tomar unas cervezas con un grupo de amigos. Al final, ¿ha pedido en el bar un descuento o ha dejado siquiera unos céntimos de propina?

Antonio Albarrán

De libros, autores y propiedad intelectual

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Otra de autores

Me ocurrió cuando yo me ocupaba en la Feria del Libro de Madrid. Un viejo amigo, de los años de militancia, me pidió tomar un café y charlar un rato. En un pueblo del entorno de Madrid, varios amigos habían creado un ateneo cultural y solicitaba él mi ayuda para lograr que por el ateneo pasaran escritores, novelistas, poetas…

Le pregunté si tenían posibilidad de dar alguna compensación económica a los autores que pasaran por su ateneo. Puso cara de poker mi amigo, que es tan buen ciudadano que juntándose a otros había creado un ateneo para dar fuelle cultural a un pueblo de la zona norte de Madrid. Le hice ver que escritores y otras gentes de la cultura viven de lo que crean y lo normal es compensarles económicamente, para que sigan creando. Como sería normal que, si yo le pidiera a él un proyecto de una vivienda o centro cultural (su ocupación habitual son los menesteres inmobiliarios), reclamara él su compensación económica.

No sé si sigue abriendo sus puertas cada tarde ese ateneo cultural y cuál es, en su caso, el elenco de actividades y personas que aparecen en sus programas. Pero ¿qué tiene la creación cultural que produce tanta admiración como escaso respeto económico?

Tengo raíces y lazos suficientes en el mundo del libro como para poder hacer una lista de escritores, ensayistas, novelistas, periodistas, etc., que se implican en el tejido social, sin demandar a cambio compensación económica alguna, y rotan de asociación en asociación, compartiendo su tiempo, su chispa, sus emociones.

Conozco y comparto, también, la frustración de muchos gestores culturales que se tragan con rabia su ambición de proyecto cultural. Porque algunos euros hacen falta para mantener una actividad constante que permita a muchos ciudadanos emocionarse ante un relato, un poema, o una canción. Que no son castillos de fuegos artificiales lo que muchos perseguimos.

Y otra pensando en CEDRO y la SGAE (1)

Más de un lector concluirá de lo escrito que ¡viva CEDRO y la SGAE!

Seguramente hay que romper una lanza (no muchas más) en su favor, porque sin estas entidades el panorama no sería mejor para los autores, artistas y creadores en general, ni sería más reconocido y valorado el oficio de crear libros, música, cultura.

Pero algo se está haciendo menos bien, cuando esas entidades aparecen en el imaginario popular como meras entidades recaudadoras, como aquellos viejos inspectores de ‘Abastos’ (¿existe todavía esa palabra?), que decomisaban la mercancía y multaban al infractor. Y resulta difícil explicar sus razones y su función, cuando se plantea el tema entre gentes del libro y de la música (por cierto, con los de ‘abastos’ era

De libros, autores y propiedad intelectual

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común la creencia de que se quedaban con la mayor parte de la mercancía decomisada. Tiempos aquellos, felizmente pasados, aunque debamos hacer memoria).

Que, con las gentes que no son del libro ni de la música, hay que empezar cada día a provocar desde cero. ¿Quién se apunta a la apasionante tarea de provocar hoy y mañana a disfrutar de un poema, de un relato, de una canción?

Se puede hacer en directo, en una esquina, en una biblioteca de barrio. O en Internet por qué no. A lo mejor hay cedros y sgaes dispuestas a echar una mano y una sonrisa de complicidad.

(1) CEDRO. Centro Español de Derechos Reprográficos. http://www.cedro.org/

SGAE. Sociedad General de Autores y Editores. http://www.sgae.es/

A n t o n i o A l b a r r á n ha sido editor de Editorial Popular —dedicada a textos de no ficción— y director de la Feria del Libro de Madrid. Hoy es jubilado, aunque no ha abandonado su dedicación a la promoción de la cultura. Es Presidente de la Fundación Vallecas Todo Cultura.

http://www.vallecastodocultura.org

De libros, autores y propiedad intelectual

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Dulce Araceli: Improvisación. (2008). Lápices de colores sobre papel. 12x20 cm.

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El país de los piratas

En los últimos tiempos, la piratería por Internet es un tema candente, objeto incluso de nuevas leyes que ha redactado el Gobierno Español. Según parece, nuestro país es un auténtico paraíso para las copias ilegales…, una Isla de la Tortuga para los bucaneros de la Red. Hasta el punto que algunos estudios de cine de Estados Unidos se plantean dejar de vender DVD a España (¡!) para evitar que las versiones pirata invadan los hogares antes de que la película se llegue a estrenar en las salas de cine.

El pasado 21 de abril leí un interesante reportaje de Andrés Gil publicado en el diario ADN, donde exponía la magnitud del problema y las reacciones de gobierno, artistas, gremios e internautas; son todas perspectivas diferentes que nos atañen a los escritores.

El reportaje comienza recordándonos que el copyright como estatuto legal nació en la Inglaterra del siglo XVII, con la reina Ana. Esta ley prohibía por primera vez en la historia las copias ilegales de libros, aduciendo que: «Copiar libros sin permiso de los autores o los propietarios les causa gran daño y a menudo la ruina». Nuestro

Mecenazgo o mercado

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Cervantes también sufrió esta realidad. Antes de morir, ya vio cómo el Quijote era copiado y distribuido indiscriminadamente sin que su autor percibiera los beneficios correspondientes.

La copia de textos, sin embargo, se ha incrementado con el paso del tiempo y no deja de ser paradójico que el ámbito escolar y universitario sea donde más se da este fenómeno. ¿Quién no ha complementado sus textos y apuntes con cientos de fotocopias de libros, repartidas por los mismos docentes?

Ahora, con la expansión de Internet, el problema se hace más complejo. ¿Quién puede, y cómo, controlar la Red? Legislar en contra de la copia y difusión de música y e-books, libre y gratuita, es como pretender ponerle puertas al mar. Por mu-chos mecanismos legales que se interpongan, siempre habrá resquicios por donde la comunicación fluirá. Por otra parte, los internautas también se han agrupado y han ele-vado sus protestas, apelando al respeto a la privacidad y a la presunción de inocencia.

¿Mecenazgo o libertad?

Enrique Dans, profesor del Instituto de Empresa y autor de Todo va a cambiar (Deusto, con Creative Commons), sostiene que prohibir y criminalizar no va a frenar las copias; que los artistas deben aprender a vivir con la Red (y no de ella), y que las empre-sas (léase editoriales o discográficas) deben buscar otros medios para generar ingresos, sin abusar de los precios. Es decir, apo-ya la libre distribución de toda clase de obras en la red, pues «crean atención en torno a los bienes culturales» y, finalmente, para muchos artistas la prioridad es ser leídos o escuchados, o sea, ser conocidos antes que conseguir grandes ganancias.

Esta postura, con ciertos matices, es compartida por el escritor Alberto Vázquez-Figueroa, que con radical contundencia sostiene que la literatura debe contemplar la opción de difundirse gratuitamente; si un autor logra conectar con su público y alcanzar notoriedad, las ventas de sus libros de pago compensarán las descargas gratuitas de su obra.

La opinión de la Federación de Gremios de Editores de España es totalmente contraria. Antonio María Ávila, su director ejecutivo, apoya decididamente la ley con-tra la piratería y el refuerzo de una ley internacional de la propiedad intelectual que sea secundada en todos los países. De lo contrario, afirma, «dejaríamos de tener escri-tores profesionales y volveríamos al mecenazgo, a los artistas a sueldo de gobiernos, iglesias y grandes patronos. O mecenazgo o libertad».

Cuando leí estas frases, pensé que Ávila estaba tocando justamente el tema de fondo. Pero la disyuntiva no es mecenazgo o libertad. La disyuntiva es, a mi ver, mecenazgo o mercado. ¿Y acaso el mercado es garantía de una mayor libertad?

Mecenazgo o mercado

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En teoría, sí. Pero en la práctica, todos vemos cómo editoriales y agencias compiten por crear y acaparar las tendencias de moda y cómo tres o cuatro grandes lobbies empresariales, propietarios de las principales casas editoras, se reparten el pastel. El autor que se acopla a las exigencias del mercado, sale adelante y acaso logre triunfar. El que no encaje en la moda, verá el polvo acumularse sobre sus manuscritos a menos que busque alternativas. Y… ¿es realmente el mercado libre y democrático? ¿O, por el contrario, obedece también a ciertos intereses que, no por ser desconoci-dos, dejan de estar presentes? No seamos ingenuos. ¿Quién dicta las tendencias?

Mercado o libertad

Para un autor poco convencional, libre, independiente y creati-vo, cuya obra posee calidad pero es poco comercial, encontrar un mecenas que publique y distribuya ampliamente sus creaciones puede ser la gran oportunidad de su vida. ¿Inconvenientes? Lo sabemos: el artista patrocinado está limitado por los gustos, cri-terios y voluntad del mecenas. Pero si el mecenas es persona de mentalidad abierta, le gusta arriesgar y da libertad a su autor para crear, porque cree en él, podemos tener a un genio a punto de ser catapultado.

Sinceramente, a mí la fórmula del mecenazgo no me parece mal ni creo que coarte la libertad del autor más que el mercado. Creo que ambas opciones son váli-das. Puede ser tan arduo buscar mecenas como encontrar editorial. ¿Por qué no lan-zarse a buscar personas cultas e inquietas, con medios económicos, que se enamoren de tu obra y la lancen al mundo? Muchos grandes artistas han trabajado mantenidos por mecenas, y no por ello han dejado de plasmar su genialidad en cuanto hacían. Ni siquiera las obras por encargo ahogaron su personalidad.

También ha habido quienes se han autopatrocinado. Virginia Woolf, por poner un ejemplo, publicó gran parte de sus novelas creando, con su marido, una editorial propia, la famosa Hogarth Press. En resumen, el mecenazgo también puede conver-tirse en el sostén del “escritor profesional”, libre y creativo.

Claro, no todo es tan sencillo. Porque además de ser publicado, un libro ha de ser distribuido y promocionado, y aquí entran en juego las potentes distribuidoras. Es otro mundo con sus reglas de juego, donde las grandes casas editoriales, a buen se-guro, tienen mucho que decir. Pero ahí queda la idea. Y pensando en Internet, un me-cenas con cierta sensibilidad podría pagar a su artista para que viviera con dignidad a cambio de un trabajo regular y de calidad, facilitando mediante las tecnologías digitales la difusión mundial de su obra, gratis… ¿A cambio de publicidad? ¿A cambio de des-gravaciones fiscales, por su filantropía cultural? ¿Y qué más da, si la obra es accesible a todos? De este modo, ganan las tres partes: el autor, el mecenas y el público.

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¿Cómo poner murallas al mar?

Hace poco tuve la ocasión de comprobar hasta qué punto son ineficaces los copyright, los derechos de propiedad intelectual y el marco protector de una casa editorial a la hora de “defen-der” al artista de la copia gratuita y supuestamente ilegal. Una amiga me envía un e-mail con un enlace. Resulta que mi prime-ra novela ha sido incluida en un pack de regalo, con decenas de libros digitalizados, que ofrece cierto portal con motivo del Día del Libro. Todo gratis, todo de libre descarga —cosa que jamás se contempló en el contrato de edición—. Con sorpresa y hasta un poco de agrado vanidoso, al verme al lado de auto-res como Matilde Asensi, Mary Higgins Clark, Umberto Eco o

Álvaro Pombo, por citar algunos, bajé mi novela, muy pulida, con su título y una reseña mía (diferente a la que aparece en la edición impresa, al igual que la fotografía), y me pregunté quién se debió tomar la molestia para procesar todo el texto, maquetarlo y prepararlo para su versión digital. ¿Algún lector a quien le gustó? ¿Algún hacker que interceptó mi correo con la editorial mientras preparábamos el original? ¿Alguien en contacto con los editores, o los correctores?

Más tarde me fijé en el mapa que acompañaba el documento. Y observé algo muy curioso. Ese mapa no es el que aparece en la guarda definitiva del libro, sino una primera versión, que el ilustrador corrigió siguiendo mis instrucciones. El “filtraje” de mi novela se debió de producir, pues, antes de ser publicada. O, en todo caso, ese mapa fue conseguido mediante alguien que consiguió acceder “adentro”, en pleno proceso de edición… ¡Qué intriga!

Quizás hace unos años me hubiera indignado. No lo sé. La verdad es que, su-mando y restando, y si vamos al fondo de la cuestión, me resulta grato imaginar que mi novela es leída a lo ancho y a lo largo del mundo y que está al alcance de cualquiera que quiera sumergirse en sus páginas. Sí, aunque no gane un euro. Finalmente, cuan-do comencé a escribir jamás pensé que con esto me “ganaría la vida”. Más bien tengo la intención de dejarme la piel y la vida en ello. Puestos a elegir, prefiero ser muy leída que muy vendida...

Aunque, por supuesto, ¡lo ideal es conseguir ambas cosas!

Elisabet Licenciada en Filología Inglesa.

Escritora de ensayo y ficción.

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Joaquín Torres-García: Constructivo. Formas. Firmado y fechado. (1928). Tinta sobre papel. 12,5x9,6 cm. (Col. particular)

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Joan Miró. Litografiado en color.

De la «Exposición 10 de mayo a 30 de junio de 1978» de la Galería Maeght para su catálogo.

(Col. particular)

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as recibido La Llamada. Un día te has levantado como cualquier otro y, de pronto, al irte a la cama te das cuenta de que, si bien tu vida no ha cambiado,

tienes la sensación de que hay algo dentro de ti que sí lo ha hecho: van a publicarte una novela. Piensas que ya está hecho, que tanto tiempo invertido y tanto esfuerzo han tenido su recompensa, crees que ya puedes echarte a dormir, que esa novela acaba de dejar de ser tuya y que queda en manos de la editorial y de los lectores y, entonces, al día siguiente, cuando te levantas, te das cuenta de que te habías equivo-cado en todo lo que pensaste la noche anterior porque acabas de recibir un correo electrónico por parte de la editorial.

Si pensabas que el trabajo había llegado a su fin, no podías estar más equi-vocado porque te da la sensación de que no ha hecho más que comenzar. Esta vez, eso sí, con una guía y una ayuda inestimable: la de tu editor, en mi caso Jorge Hernán Gómez, de Edelvives, al que lo que más ilusiona de embarcarse en un nuevo proyecto es «el doble juego que supone entrar, primero, en el mundo real de un autor, y, des-pués, en el mundo literario creado por él».

Primera parte: La revisión previa

Lo primero que piensas ante el correo electrónico que acabas de recibir con prácticamente un millar de instrucciones y de propuestas de cambios es que, si tu novela tiene tantos aspec-tos a revisar, cómo es posible que hayan decidido publicarla.

Según Jorge Hernán Gómez, desde Edelvives «se buscan títulos que contengan una propuesta literaria de calidad para los lectores juveniles y que encajen con nuestras colecciones. Hay una intención clara de trabajar con autores noveles, pues ofrecen renovación a nuestro catálogo y permiten explorar nuevas tendencias dentro de la

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ferlocke (Fernando Alcalá Suárez)

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Literatura», y te quedas un poco más tranquilo, aunque las dudas acerca del valor de tu obra siguen asaltándote. Sin embargo, estas no tienen por qué ser especialmente negativas pues, como dice Laura Zorrilla, correctora editorial y gerente de corteyco-rrección.com, un autor antes de enfrentarse a la revisión de su novela tiene que po-seer «talento y humildad. Desgraciadamente, no suelen ir de la mano. Talento, porque ninguna corrección podrá suplir jamás su falta. Tiene que haber una buena base en el libro, un mínimo de calidad. La humildad es muy importante también, porque no aceptar las propias limitaciones o errores hace que la labor del corrector sea desagra-dable y, si me apuras, inútil. Todos nos equivocamos: las personas que creen que no, jamás escribirán un buen libro. Y si yo puedo evitar corregirlo, mejor». Por eso, aun-que animado por las palabras de Laura, te da vértigo enfrentarte de nuevo a tu nove-la. Tú mismo te encargaste de un par de procesos de revisión previos y no te ves capaz de ver más allá de donde lo hiciste la primera vez. Sin embargo, en palabras de Jorge, como de un autor «se espera que aprenda a alejarse del libro. Que tenga la capacidad de tomar distancia para escuchar puntos de vista diferentes sobre las necesidades de su obra». Además, como añade que «alejarse no significa “dejarlo en manos de otro”, sino asumir una nueva etapa dentro de la vida del libro, caracterizada por un enfoque de colaboración», tú te armas de valor y te lanzas a ello: abordas las repeticiones, das un mandoble certero contra las anticipaciones sobrantes, tienes una charla profunda con tu narrador para explicarle cuál es su papel en toda la historia, decides dejar de narrar desde la negación, evitas los gerundios, controlas el efecto que causan las pau-sas para la reflexión… y después de dejarte los ojos sobre la pantalla del ordenador, decides que ya no puedes hacer más y que, efectivamente, siguiendo las directrices de tu editor, la novela ha quedado mucho más pulida de lo que tú habrías sido capaz de hacer por ti mismo, sin guía que te orientara. Pero todavía no ha acabado todo.

Segunda parte: La edición

Cuando, después de enviar la novela revisada a tu editor, re-cibes un nuevo correo electrónico con más instrucciones, no das crédito. ¡Todavía queda trabajo! Sin embargo, esta vez se trata del proceso de edición que Jorge, para diferenciarlo del

anterior y del que vendrá después, nos explica que «se asume que en la edición hay un trabajo más profundo, donde aún puede variar el texto original, donde se añaden capítulos o personajes, donde se cambia la estructura narrativa. Es el paso en el que se efectúan todas las modificaciones de fondo necesarias y todas las apuestas gordas por la narrativa del libro. La corrección debería ser el colofón de ese trabajo de edi-ción, una etapa postrera en la que se fijan criterios que otorguen cohesión y coheren-cia formales al libro. Si esto fuera fútbol, la edición es la etapa en que un entrenador elige a sus jugadores, prepara su once inicial tipo y define la estrategia que seguirá el equipo a lo largo de todo un torneo. La corrección entraría en juego en cada partido, el momento en que es necesario hacer sustituciones, decidir si se ataca por la banda izquierda o la derecha, etc. Bueno, no sé si la metáfora funciona, pero todavía estoy contaminado de Mundial. La edición, bien hecha, puede resultar un proceso complejo y pocas veces no se encuentra con grandes escollos. Si el proceso de edición no está bien logrado, la corrección puede llegar a ser una pesadilla». Así que, con ilusiones renovadas y con ganas de ver el producto final, vuelves a abrir el documento de la no-

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vela en tu ordenador y estudias concienzudamente cada párrafo, cada capítulo, cada reacción de cada personaje… En definitiva, mano a mano con el editor, dedicas varias semanas de tu vida a plantearte todas y cada una de las palabras que dan forma a tu novela tratando de, sobre todo, dar una coherencia textual que deje el camino libre de preguntas sin respuesta a la posterior corrección.

Es un proceso complejo que requiere de toda tu atención y de toda tu humil-dad a la hora de rechazar párrafos o, incluso, capítulos completos que, por mucho que te gusten, no añaden nada sustancioso a la novela o que incluso ralentizan su ritmo y se sienten como añadidos sin peso argumental. Aprendes, sobre todo, que es la pro-pia acción la que debe determinar lo que cuentas y no, por ejemplo, los comentarios que explican las mismas.

tercera parte: La corrección editorial

Finalmente, tanto tú como tu editor acabáis necesitando ga-fas más gruesas porque después del proceso anterior vuestras dioptrías han aumentado bastante, pero ya habéis terminado. Lo que anteriormente era un germen de novela, ahora tiene mucha más forma, tiene mucho más sentido. No puedes evitar leer y releer lo que entre los dos habéis perpetrado aunque te sepas algunos párrafos de memoria. Ahora sí. Ahora sí te sien-tes preparado para que tu novela vea la luz.

Pero aún no es posible, porque aunque cuatro ojos ven más que dos, otro par (y más teniendo en cuenta la cantidad de dioptrías que has ganado) nunca sobra. Y aquí es donde entra en juego el corrector editorial, que aportará su visión sobre la obra para dotarle de la coherencia formal que el texto puede haber perdido después de tanta modificación y que ni tú ni tu editor habéis sido capaces de captar.

Laura Zorrilla, como correctora editorial, a la hora de embarcarse en un nue-vo proyecto, lo primero que trata de hacer es «comprender de qué tipo de libro se trata, cuáles son sus características, sus propósitos; a quién está dirigido, cuál es su historia... Una vez que se tiene claro eso, se entiende mejor de qué manera se puede mejorar o corregir». Su método de trabajo es de todo, menos sosegado: «El proceso de corrección tiene que ser rápido; los tiempos editoriales son muy limitados y es-tresantes, así que no me puedo permitir el lujo de leerme una novela varias veces. Lo ideal es que después de mi corrección, haya una segunda revisión, e incluso una tercera, por parte de otros correctores. Esto es así en algunas editoriales, pero no en todas. La corrección ortográfica consiste en una lectura atenta y cuidadosa en la que muchas veces ni siquiera prestas atención al contenido. Se trata de leer letra a letra, para detectar cualquier posible error. Si además he de corregir el estilo, normalmente tengo que volver sobre el texto y leerlo una segunda vez, pero en esta ocasión con una lectura comprensiva».

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Así que vuelves a entregar tu texto con el corazón encogido y rezas por que no haya muchos fallos ni erratas; deseas fervientemente que, al menos, en lo que respec-ta a tu trabajo, todo esté correcto.

Cuarta parte: Las galeradas

Y entonces llega otro gran día: el día en que la bandeja de en-trada de tu correo electrónico recibe con los brazos abiertos las pruebas de maquetación. Han pasado varios meses desde que recibiste La Llamada y varias semanas desde que tu texto pasó por el proceso de corrección editorial y tú todavía no pue-des creer que sea cierto lo que tienes delante: tu libro. Con su formato (aunque todavía no haya sido impreso), con su fuente de libro, con su ISBN. Lloras de emoción. Lo vuelves a leer, esta

vez, en su forma definitiva, la que tendrán tus futuros lectores en sus manos. Y tam-bién lo corriges, porque nadie mejor que tú sabe lo que querías decir y todavía quedan algunos errores que pulir que, afortunadamente, no son muchos.

El libro ya está preparado, pero todavía queda trabajo por hacer.

Quinta parte: Los detalles

Como nos ilustra Jorge, en el proceso desde que una novela llega a la editorial hasta que sale al mercado participan nume-rosos agentes. En primer lugar, «existe la figura de coordinador editorial. Él maneja los títulos que se editarán y decide quién se hace cargo de cada uno de ellos. Toma en cuenta las des-trezas y aptitudes más notorias de los miembros de su equipo. En lo netamente editorial, intervienen: el coordinador editorial (que generalmente ha contado con la ayuda de un lector para definir los títulos que nos interesa publicar), el editor y un co-rrector de estilo. Al proceso del libro completo debes agregar muchas más manos: un maquetista, un diseñador, un encarga-do de producción…». Este es el momento en que tu libro pasa

al departamento de Diseño para que elabore su cubierta, el momento en que tu libro pasa a talleres para comenzar su impresión y el momento en el que tú y tu editor vol-véis a trabajar mano a mano para decidir la sinopsis que acompañará a la novela en su contracubierta así como la breve reseña biobibliográfica que se añadirá en la cuarta de cubierta.

Y si pensabas que lo anterior había sido difícil, era porque no te habías puesto a resumir tu novela en unos pocos caracteres ni a sentir la responsabilidad que ese acto conlleva. Por no hablar de la contracubierta y tu reseña biobibliográfica. Si alguna vez creíste saber qué era el temor ante la página en blanco, estabas muy equivocado porque es en este momento cuando realmente aparece y te quedas bloqueado ante la falta de ideas acerca de qué decir de ti.

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Porque, ¿para qué engañarnos? A ti lo que te gusta es escribir historias acerca de otros, incluso acerca de gente que no existe, no acerca de ti.

Y, sin embargo, con la ayuda de tu editor y de varios amigos, lo logras.

Y a los pocos días te llega la portada y no puedes dejar de mirarla, porque esa es la carta de presentación de tu novela. Tú mismo has escogido de la biblioteca o de cualquier librería algún que otro libro por la imagen de su cubierta. Y la tuya te gusta. Y te gusta que la portada de tu novela te guste, porque es la primera vez que alguien que no eres tú ha creado algo a partir de lo que tú has escrito. Y muchas veces dijiste que uno de los baremos que tenías para decidir si algo que habías leído era bueno o malo era que lograra inspirarte. Y ya tu novela ha inspirado a alguien. Y solo es el prin-cipio…

Como aconseja Jorge Hernán Gómez, tú, yo, cualquier escritor que está em-pezando, tiene que «leer mucho. Escribir, tirar a la basura y volver a escribir. Y seguir leyendo mucho más, de todo, desde los clásicos griegos hasta autores islandeses del siglo XXI». Aunque hayas logrado dar este paso, aún te quedan muchos más, pero alguien que está empezando no lo conseguirá si, como dice Laura Zorrilla, no relee lo que escribe. «Muchas veces. Y que cultive la humildad. Le llevará lejísimos, le abrirá muchas más puertas que cualquier otra actitud». Con eso, con la humildad y con el trabajo duro nos quedamos. Aún quedan muchos sueños por cumplir.

Enlaces:

Servicios editoriales Corte y Corrección: http://corteycorreccion.comBlog de Laura Zorrilla: http://soledadentretenida.blogspot.comEditorial Edelvives http://edelvives.com

Muchas gracias a Jorge y a Laura por su tiempo y por sus brillantes anotaciones.

Fernando Alcalá Suárez (ferlocke)

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Joan Miró. Litografiado en color.

De la «Exposición 10 de mayo a 30 de junio de 1978» de la Galería Maeght para su catálogo.

(Col. particular)

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Personalmente, he llegado a la conclusión de que la crítica se mueve en una interfase entre la escritura y la lectura, nutriéndose de ambas y actuando en cierto modo como una especie de psicoanálisis. Si lo pensamos bien un crítico es alguien que escribe sobre lo que escribió otra persona. El punto intermedio (y fundamental)

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Deusvolt (Sergio G. Ros)

La crítica literaria en la Red

ntentar abordar la esencia de la crítica literaria es una tarea tan compleja como fascinante. En mi caso, considerándome escritor o aspirante a serlo, debo confesar que disfruto muchísimo haciendo reseñas literarias. Sin embargo, hasta hace bien

poco me molestaba que me dijeran: «Oye, tú no eres escritor, eres crítico literario»… Quizá por aquello del tópico que reza: un crítico es un escritor frustrado. Ahora he dejado atrás ese resquemor porque me he dado cuenta de que no tiene sentido: mi atracción por la escritura sigue ahí incólume, y también mi atracción por la crítica.

Tal vez la clave de esta atracción esté en el comentario del escritor Blas Malo, que en el próximo otoño publicará su primera novela (El esclavo de la Al-Hāmra, Ediciones B):

«Para aprender y mejorar, un es-critor está obligado a ser crítico literario, porque conscientemente compara su obra con todo cuanto lea de otros auto-res, examinando deficiencias y aprecian-do aciertos».

Estoy de acuerdo con Blas: es ne-cesario cultivar la capacidad de análisis, esa difusa mezcolanza entre lectura con corazón y con cabeza, un equilibrio nada fácil de conseguir pero necesario para progresar. En este sentido, Javier Pellicer, escritor y reseñador, apunta:

«Un crítico literario debe conocer la profesión de escritor, bien por haberla experimentado por sí mismo o por una labor de documentación. Solo de ese modo se puede entender la capacidad del creador de historias y valorar en jus-ta medida su trabajo».

Pero: ¿qué es lo que me atrae tanto de la crítica literaria?

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es la lectura, claro, pero lo que mucha gente olvida es que tanto crítico como lector son seres humanos. Parece una paradoja, pero yo creo que hablar de crítica objetiva (al cien por ciento) no tiene sentido por mucha preparación y conocimientos que se tengan, por cuanto si consideramos la escritura como un arte no puede reducirse a parámetros “científicos”.

Lo que dice Anika me parece muy interesante, pero plantea otra cuestión: ¿si no somos críticos literarios la mayoría de los que poblamos la Red, qué somos entonces? Blanca Miosi, escritora, con su habitual clarividencia nos da una respuesta concisa:

«Un crítico literario es un experto en análisis literario. No confun-damos crítico con reseñador. Un crítico es un especialista. La crítica es un arte, distinta de la simple anotación de errores de forma. Para ejercerla se necesita poseer amplios conocimientos de literatura, un criterio tole-rante y sensibilidad capaz de percibir los sutiles matices de una obra. Por supuesto, se necesita poseer una amplia cultura general que permita la comprensión de lo que lee».

Por tanto, Blanca diferencia claramente entre crítico literario y reseñador. La pregunta brota por sí sola: ¿y qué es un reseñador, Blanca?:

«[...] un buen lector que da una opinión general de la obra que ha leído, y tiene la facilidad de resumirla en pocas palabras para la fácil comprensión del público».

Humildemente, considero que mis conocimientos literarios lejos están de ser tan profundos como para encuadrarme dentro de lo que define Blanca como crítico literario, pero si soy sincero tampoco me veo yo dentro de la definición de reseña-dor. ¡Qué queréis que os diga, nunca me gustaron mucho los encasillamientos! Ahora bien, la opinión de Blanca parece estar bastante en consonancia con la de la gente a la que he preguntado para preparar este artículo, y en menor o mayor medida todos

La crítica literaria en la Red

Paco Illán, crítico literario y gran promotor de la literatura en la Región de Murcia (España), lo tiene claro:

«Crítico literario es quien comen-ta, desde una perspectiva de opinión ana-lítica, una obra literaria. La gran cualidad debe consistir en que sea un gran lector, que su base la formen cientos de libros leídos».

Decido trasladar también la mis-ma pregunta a una de las veteranas de la Red, Anika Lillo, que comenzó su andadu-ra con esto de las reseñas allá por 1996:

«[...] quizás deberíamos distinguir entre crítico literario profesional y lo que en realidad somos muchos, lectores que comentamos los libros de una manera profesional, pero sin hacer uso de la base y las normas que haría un crítico. En cual-quier caso, tanto unos como otros, debe-rían ser honestos y educados, tener buen criterio, saber hacerse entender y por su-puesto haber leído mucho».

En este punto de mis reflexiones me doy cuenta de que quizá haya co-menzado la casa por el tejado, porque

¿qué es en rea-lidad un crítico literario?

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Pero ¿no os parece que hemos llegado a un callejón sin salida?

¿Qué debe primar: la objetividad o la subjetividad?

Obviamente, lo que nos enseña la vida (la gran fuente de inspiración de tantos y tantos libros) es que debe buscarse un equilibrio. Pero esta frase esconde detrás un campo de arenas movedizas, y creo que sabéis de qué hablo: si no eres un genio (no sé vosotros, pero yo no lo soy), para alcanzar ese equilibrio toca trabajar, y de lo lindo.

Partiendo de todo lo que acabo de decir, y considerando que la gran mayo-ría de los que poblamos la Red (nos sintamos identificados o no) estaríamos dentro del sector de las reseñas literarias, cabría preguntarse qué hace que una reseña sea buena, o cuando menos, nos llame la atención. Marta Quèrol, escritora, aboga por lo siguiente:

«Debe estimular la imaginación, gritar al lector con frases cortas, estructuradas y concisas. Tiene que presentar al personaje principal, la época, la ambientación y el nudo del argumento en tres, cuatro párrafos, sin dar todos los detalles pero anunciando conflictos entre los persona-jes, en un final abierto. Una buena reseña hace que el lector se pregunte por cómo será el final de la historia... Y por último, para que me llame la atención tiene que tener el sello personal del autor, y que se moje en la opinión. Hay reseñas que parecen sinopsis asépticas del libro, en que no se opina ni se moja el que opina, y esas tampoco me gustan».

La crítica literaria en la Red

estamos (y fijaos que me incluyo) de acuerdo en que hay que tener cierta pre-paración o disposición para la crítica. No obstante, hay una puntualización que me gustó mucho cuando le pregunté a Manel Haro, el responsable del blog de litera-tura con el que colaboro (Llegir en cas d’incendi):

«Sergio, el único requisito que le-gitima a un crítico es tener un auditorio dispuesto a leer sus opiniones. El crítico debe responder con la máxima honesti-dad y justificar sus opiniones con argu-mentos sólidos. Y, por supuesto, tener claro que la objetividad en la crítica no existe».

Esta última parte de la cita de Manel enlaza con mis reflexiones inicia-les sobre la objetividad y la subjetividad. Yo le concedo muchísima importancia a la subjetividad de quien critica, es, sin duda,

un hilo muy fino, hilvanado con la sensi-bilidad de la que nos hablara Blanca Miosi, algo tan sutil, tan propio y particular de cada uno, que debe ser tratado con mimo y con precaución porque puede conducir-nos hacia el egocentrismo.

Antonia J. Corrales, escritora de éxito, me comentaba sobre esto último:

«El crítico, en muchas ocasiones, tiene en sus manos mucho poder, aunque su opinión, siempre, siempre sea subjeti-va y su verdad a veces no sea la Verdad. Este es un punto que olvidan con mucha facilidad. Es fácil, ya sabes, criticar lo que no es tuyo. Ver los toros desde la barrera es muy cómodo».

Y tiene cierta razón. Además, en-laza con lo que comentaba Javier Pellicer sobre la necesidad de que, de alguna ma-nera, el crítico sea capaz de apreciar la ma-ravillosa delicadeza del proceso creativo.

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La explicación de Marta es más extensa, y muy completa, pero voy a complemen-tarla con la de otra escritora, Montse de Paz, pues ambas confluyen en muchos puntos:

«Lo primero, que esté bien escrita, con gracia y amenidad. Lo se-gundo, que diga algo realmente interesante, es decir, que sea profunda, que se note que el autor se ha sumergido en la obra y le ha sacado hasta la médula, y no se ha limitado a repetir fórmulas de moda. Y lo tercero, que no sea larga».

Ambas apuntan dos cosas muy importantes: la forma de la reseña es vital por-que es un elemento “escrito”, y también lo es el hecho de que el autor deje “su sello” en la crítica. Ese sello, a mi modo de ver, enlaza con la parte subjetiva del crítico, con su capacidad para captar el libro, algo que diferencia, y mucho, unas reseñas de otras.

La crítica literaria en la Red

Pero si hay un matiz que colorea las reseñas es su perfil negativo. Nos gus-te o no, la crítica suele apuntar hacia los errores, y muchos lectores lo agradecen, agradecen esa honestidad. Juan de Dios Garduño, escritor de Nocte y reseñador, me comentaba: «Muchas veces pienso medio en broma que los críticos litera-rios son los árbitros o jueces de los escri-tores». Claro, es obvio que una crítica no deja de ser un juicio de valor, pero ¿nece-sariamente la crítica, para ser buena debe ser negativa? Juan de Dios añade: «La crítica literaria, si es seria, incluso cuan-do sea negativa será siempre constructi-va. Conozco a algunos críticos y ninguno va a mala fe. Lo primero que buscan es hacer un análisis realista de la obra, fue-ra de amiguismos y eso es lo importante de este oficio. Que sabrás que alguien, un entendido, te va a dar su sincera opinión, sin presiones exteriores».

Recuerdo entonces parte de la conversación con Anika, con una frase que me pareció muy acertada: «Hay un error en la creencia de que una crítica donde se dejan ver los errores de la obra es per se negativa».

Anika hilvana una reflexión so-bre los matices de la crítica donde con-cluye que una buena crítica siempre es constructiva.

Me detengo aquí para pensar de nuevo como escritor: me parece injusto que alguien pueda creer que un escritor no acepta críticas, es más, me parece absur-do. Todo aquel que sepa cómo funciona mínimamente el mundo editorial hoy día, sabe de sobra lo mucho que sacrifica el escritor para conseguir que un libro suyo salga publicado. Durante el tiempo que transcurre desde que pone el punto y fi-nal a su obra, hasta que está en las libre-rías, ambos (obra y autor) han sido cues-tionados docenas de veces. Primero debe pasar el filtro propio y el de sus personas de confianza, luego de lectores profesio-nales, de agentes literarios o editores, después correctores de estilo…. Así que cuando un reseñador apunta algo negati-vo de un libro, si lo hace con honestidad y con argumentos, a estas alturas del parti-do no creo que un escritor vaya a rasgar-se las vestiduras por ello. Podrá estar o no de acuerdo, pero ya tiene una buena co-lección de cicatrices. Otra cosa bien dis-tinta es la saña, la mutilación sin contem-placiones ni argumentos. Esto mismo me decía el poeta y promotor de la cultura, Jorge Drake: «Hay de críticas a críticas, las que van argumentadas y son específicas no deben ser mal vistas, pero las hay ten-denciosas, malhumoradas y exageradas.

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Resumiendo, aparte de las propias cualidades que aporta el crítico: aná-lisis objetivo, sensibilidad para captar la obra, buena redacción y capacidad para atrapar al lector o provocar en él una reacción, debe cultivar dos cualidades que todos los entrevistados han señalado como indispensables y que resume muy bien la escritora y reseñadora Verónica Valenzuela: «Imparcialidad, que no distin-ga entre sus autores preferidos y los que no lo son a la hora de hacer una crítica y Honestidad, no engañar al lector a la hora de alabar un libro, si en realidad no es tan genial como lo presentan».

Para refrendar si lo anterior se cumple, pregunté a varias escritoras sobre su opinión acerca de las críticas recibidas en la Red; casi todas respondieron que la ma-yoría de las críticas o reseñas habían sido positivas, aunque valoraban las negativas, aun no estando en algunos casos de acuerdo con ellas, por cuanto les habían hecho reflexionar sobre su obra. En palabras de la escritora superventas Arlette Geneve: «Cuando una crítica se hace con intención constructiva, el autor lo percibe, aprende y puede pulir ciertas aristas que pasan desapercibidas cuando escribe».

La crítica literaria en la Red

No es fácil encontrar a un buen crítico con un sentido equilibrado».

Y lo sentencia la escritora Julia Siles: «Creo que la crítica destructiva no de-bería tener lugar en nuestra sociedad, ya sea literaria o de cualquier otro tipo». Aunque ya que estamos podemos irnos al otro extremo, lo que muchos de

los entrevistados llaman “el amiguismo”, que señalara Juan de Dios Garduño ante-riormente, una tendencia en la que caen muchos reseñadores. Apostilla Paco Illán:

«[...] esos comentarios de libros, nunca críticas, solo ven aspectos maravi-llosamente positivos».

Dejando aparcadas las reflexiones sobre crítica y crítico (obra y autor) queda preguntarse si las reseñas literarias que hacemos tienen algún efecto en el públi-co, y si las editoriales las tienen en cuenta. Quizá sea este el punto donde haya más diferencias de opiniones o percepción en-tre los que poblamos la Red. Tenemos los que piensan que no tienen casi influen-cia. Anika Lillo: «Las editoriales solo tie-nen en cuenta a algunos medios, los que consideran más importantes que son, al fin y al cabo, los más profesionales o más

populares», y respecto al público dice que este: «confía en aquel que tiene criterio pero sobre todo en el que coincide con sus gustos. Cada persona es un mundo, si los gustos coinciden y se tiene fe en el criterio del crítico o lector, esa opinión influirá».

Estas declaraciones me llamaron un poco la atención, la verdad, pero no es Anika la única que lo piensa, de hecho, es prácticamente lo mismo que me dije-ron Paco Illán o Jorge Drake. Por otro lado hay compañeros que son más optimistas

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¿Y qué piensa este servidor? Bueno, creo que unos y otros tienen su parte de razón. El comentario de Manel Haro acerca de que las críticas en la Red no caducan me produce vértigo solo de pensarlo, casi que invita a una reflexión metafísica, y también es cierto que lo primero que hacemos hoy día es lanzarnos a Google de cabeza para saber algo, pero no termino de ver a las editoriales especialmente interesadas en los blogs literarios, aunque sería injusto decir que todas los desprecian. Prueba de ello es que algunas editoriales sí mandan información a los blogs, invitaciones a actos, a entrevistas, y libros para que sean reseñados. Pero en mi opinión todavía no los ven como un punto clave de ventas, ¿por qué? Quizá porque no se ha efectuado un estudio serio sobre el impacto en el público. No lo sé.

La crítica literaria en la Red

sobre el poder de las críticas (amateurs), como Manel Haro: «Indudablemente sí. Cuando un lector busca información so-bre un libro que quiere comprar, proba-blemente lo primero que haga es buscar en Google y los buscadores te remiten a blogs y webs donde hay críticas u opinio-nes sobre esos títulos. Además, una crítica en la red no caduca con el tiempo, siem-pre se puede visitar, mientras que en la prensa uno tiene que recurrir a hemerote-cas. Pero no solo las editoriales tienen en cuenta las webs y blogs; los autores cada vez se mueven más para ganar visibilidad en la Red».

Esto mismo me comentaba Verónica Valenzuela: «Son un escapara-te para acercarte por primera vez a ese libro que te interesa y que no te acabas de decidir por comprar…». A lo que Juan de Dios Garduño añade: «Los lectores ya no quieren gastarse el dinero a ciegas, me-nos en los tiempos que corren… El crítico literario es como ese amable comercial que te asesora cuando vas a comprar un coche, o un piso, o un electrodoméstico… solo que con la ventaja de que él no se lleva comisión por lo que vende y puede serte totalmente sincero».

Y ya para acabar, después de haber razonado que la crítica literaria (profesional o amateur) es compleja, di-fusa, que puede darnos quebraderos de cabeza, quitarnos tiempo, y que, llegado el caso, puede granjearnos una enemis-tad enconada con otros compañeros de profesión: ¿por qué es tan popular en la Red?, ¿por qué se multiplican blogs, webs personales y foros sobre esta temática?

Por supuesto, hay opiniones para todos los gustos, desde la más pragmática (y genial por otro lado) de Javier Pellicer: «En la Red todo prolifera», pasando por la antropológica de Montse de Paz: «En el fondo es una forma de cotilleo, culto e “intelectual” si tú quieres, pero coti-lleo al fin, sobre temas que nos apasio-nan», a la que comparten muchos de los

entrevistados, como Blas Malo o Juan de Dios Garduño (pongo la de Blas, pero am-bas son parecidas):

«Hablo como lector: me siento en minoría frente a los apasionados de otros ocios de masas, por ejemplo, el fútbol. En mi vida cotidiana, observo la pasión de compañeros hablando de fútbol días enteros, pero no he visto a nadie hablar así sobre tal o cual libro durante horas. La lectura no se lleva. Para los que nos

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uLo Luego, mientras cierro este artículo me siento muy a gusto con mi labor como

reseñador (entre manuscrito y manuscrito) porque ¿no os parece algo muy hermoso dar a conocer a autores que no entran dentro de los grandes circuitos de distribución? Seguro que muchos de vosotros conocéis a unos cuantos. Y si eres honesto y educado, no importa que tu reseña señale errores o aciertos, importa que ese autor ha sido leído y su obra ha cobrado vida por unas horas en la mente de otra persona que ha tenido la deferencia de regalarle lo más valioso de lo que dispone: su tiempo.

Y cierro con la frase de una única escritora a la que no he mencionado, Marta Abelló. Una frase magnífica: «Una buena crítica enriquece el texto».

Para saber más sobre crítica literaria:

PROSÓFAGOSSobre la crítica literaria

Historia de la crítica literaria —en capítulos—

Agradecimientos:

Paco Illán, Anika Lillo, Blas Malo, Javier Pellicer Moscardó, Juan de Dios Garduño, Verónica Valenzuela, Marta Abelló, Marta Quèrol, Antonia J. Corrales, Manel Haro, Montse de Paz, Blanca Miosi, Julia Siles Ortega, Arlette Geneve.

Sergio G. Ros (Deusvolt) Escritor novel en busca de agente o editorial, y reseñador.

La crítica literaria en la Red

sentimos en minoría, la Red proporciona la posibilidad de compartir nuestro tema favorito con otros, desinteresadamente, y darnos cuenta de que, aun siendo minoría, somos muchos».

Esta reflexión me parece muy acer-tada y hasta enternecedora: siempre he tenido la sensación de que los blogs de mis amigos eran pequeñas salas de estar, don-de uno se ponía cómodo para pasar un rato agradable. Pero no podemos olvidar otro aspecto que también merece ser señalado

por la belleza que tiene implícita, como indicaban varias escritoras, entre ellas Marta Quèrol: «En esos blogs se suele hacer crítica de obras que no están en los grandes circuitos de distribución y ayudan a que salgan del anonimato, y suelen ser independientes ya que no viven de la publicidad de las edi-toriales. Muchos escritores noveles y sin acceso a otros medios han podido saber cómo ven su obra los lectores vocacionales y de paso, la han dado a conocer».

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Joaquín Torres-García. Firmado y fechado. (1932). Tinta sobre papel. 27,9x20,5 cm. (Col. particular)

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on la inclusión de las nuevas tecnologías en el sector editorial, no son pocos los escritores noveles que se han abocado a la autoedición digital, es decir,

autogestionar la publicación de sus libros para plataformas como lectores digitales o e-readers, dispositivos móviles y computadores, y como valor añadido, la impresión bajo demanda. Yo soy una de ellos.

La autoedición siempre ha sido un proceso bastante controvertido. Por un lado, suele verse como un camino inmediato para satisfacer la vanidad del autor de ver su libro publicado, por otro, como el último recurso para un escritor novel can-sado de los rechazos de su obra. Como fuere, la autoedición tradicionalmente no ha sido bien vista y no son pocos los que recomiendan hacer uso de esta como recurso extremo, más que todo, porque la calidad del producto suele estar en entredicho. Sin embargo, el advenimiento de las TICs ha ido modificando esta percepción, convirtien-do dicho proceso en una vitrina para agentes y grandes editoriales que buscan talento literario, lo que se conoce como el “precasting” de libros, o incluso generando autores con sello propio, que no necesitan el intermediario de la editorial o el agente, ya que ellos mismos han logrado labrarse una reputación y una posición en el mercado.

Hace unos meses, Ángel María Herrera, CEO de Bubok, decía para ADN.es que habían detectado que muchos de los autores que habían publicado en su plataforma eran posteriormente captados por una editorial, ya que la misma actuaba como un filtro que facilitaba a estas o al agente literario conocer la temática del libro, que tan-tas ventas o descargas había tenido, y el perfil del autor. Por otro lado Mónica Pérez, periodista española que autoeditó El Secreto de Obama, decía para este mismo diario, que no era lo mismo llegar a una editorial con un montón de hojas, a llegar con un

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Tania Lucía Cobos

La aventura de un novel en la autoedición digital

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libro que, aunque autopublicado, ya era conocido. Por otro lado, en el mercado an-glosajón es donde más éxito ha tenido el caso de los autores con sello propio, incluso, algunos han llegado a decir no a las editoriales, por conservar los derechos sobre su obra y por la velocidad con que pueden adaptarse a los nuevos espacios que se gene-ren para los libros digitales.

El primer pensamiento tradicional para un escritor novel una vez finalizado el libro suele ser el buscar una editorial que quiera publicarlo o un agente literario que quiera asumir su representación, sin embargo, pienso que esto no debería ser el plan A, ya que lo primordial es buscar un público lector, al fin y al cabo, se escribe para ser leído, y dado el impacto de las nuevas tecnologías, la autoedición digital se presenta como una opción práctica y de poco costo para llegar a ese público. Por otro lado, lo anterior también lleva a plantear una pregunta, ¿están los lectores dispuestos a leer y a comprar libros autoeditados digitalmente por escritores noveles? Esto da para otro debate.

Como escritora novel me he decidido por la autoedición digital por tres razo-nes que ya he presentando en párrafos anteriores: primero, porque puedo adaptar mis obras rápidamente a los formatos necesarios para comercializarla ya que tengo los derechos sobre ella. Actualmente mis libros están disponibles en Amazon y en iTunes (gracias a Crabapps) para dispositivos móviles y e-readers, así como en Scribd, Bubok, Lulu, tanto en formato digital como impresión bajo demanda (profesional o casera) y espero el lanzamiento de PubIt! para Nook de Barnes & Noble, y Google Editions. Segundo, el porcentaje de regalías que recibo por la venta de mis libros di-gitales es sensiblemente mayor que el que suele recibir un escritor con una editorial tradicional. Tercero, la oportunidad de poder participar directamente en proyectos de libros como el caso de Google Books sin tanto misticismo por los derechos de autor. Claro, todo lo anterior no se traduce en que, como todo escritor, no tenga la expecta-tiva de ver mis libros publicados bajo un sello editorial o tener un agente literario que me represente, con todo el plus adicional que esto conlleva: eventos de lanzamiento, asistencia a ferias de libros, entrevistas en medios, entre otros.

En la autopublicación, incluso en la digital, como es bien sabido, todo el pro-ceso recae sobre el escritor. La corrección de estilo, la diagramación, maquetación digital, publicación y mercadeo de la obra. Es por esto que el escritor novel que se ha embarcado en la misma debe estar monitoreando permanentemente el am-biente, aprovechando los espacios que brindan las redes sociales como Facebook y Twitter (hay varios hashtags que se usan para recomendar libros #librodeldia #1libro #recomiendoleer #juevesdelibros, entre otros), y las redes sociales de lectores como Bukear, Liibook, Entrelectores, Wattpad, entre otras, para dar a conocer su obra, y no puede faltar el administrar un blog propio.

El video es también una herramienta para dar a conocer el libro. Existen los lla-mado book trailer que a modo de los movie trailer, son videos de uno a dos minutos en donde se promociona la publicación y se pueden subir a plataformas como YouTube y Facebook. En mi blog publiqué una entrada dedicada a este tema sobre cómo hacer-los, tanto en su concepción como en la parte técnica de su producción.

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El camino de la autoedición digital también tiene sus bemoles, su practicidad y bajo costo también traen consigo una sobresaturación donde pululan todo tipo de publicaciones y pueden encontrarse fallos en la calidad de los libros, tanto en su con-tenido como en su maquetación. Recorrerlo es una decisión muy personal y la expe-riencia varía de un autor a otro, todo depende del empeño y de las estrategias que se implementen para lograr llegar a sus lectores y hacerse un espacio en el tan competi-tivo mundo editorial.

Actualmente cursa la Maestría en Ciencias en Comunicación con especialidad en Comunicación Internacional y Nuevas Tecnologías en el Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey (México). Ha autopublicado digitalmente en el género fantasía los cuentos El Sello y La Reina Olvidada, y en ciencia ficción, Mundo Perfecto y Misión: Planeta Rojo. Bajo el seudónimo Lucy Saotome fundó y administra la Red Colombiana de Otaku, la red virtual más antigua de Colombia en el ámbito de la animación japonesa. También es webmaster del sitio “De Rumiko Takahashi para el Mundo: Ranma 1/2”. Ha producido dos tesis de grado en investiga-ción de nuevas tecnologías de la información y la comunica-ción, y la tercera se enmarca en el campo del diseño gráfico y la animación japonesa.

Tania Lucía Cobos Cobos (Colombia) es comunicadora social y periodista de la Universidad del Norte, tecnóloga en diseño gráfico de la Universidad Autónoma del Caribe y especialista en periodismo electrónico de la Universidad Pontificia Bolivariana.

Blog: Tania Lu, mi blog. Escritura creativa, academia y nuevas tecnologías

http://tanialu.meCorreo electrónico: [email protected]

Twitter: @TaniaLu.

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Joaquín Torres-García. Raison et natuRe. (1932). (Col. particular)

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orría el año 2003; la crisis económica había golpeado fuerte a Argentina, y a la disminución del poder adquisitivo y el crecimiento de la desocupa-ción se sumó el aumento exorbitante en los costos del papel. El merca-do editorial se retrajo y las pequeñas o medianas editoriales estuvieron

cerca de cerrar sus puertas. O las cerraron. También sufrieron los efectos el escritor Whasington Cucurto (Santiago Vega) y el artista plástico Javier Barilaro, quienes «ha-cían unos libritos de colores y poesía: Ediciones Eloísa»(1). Pero no se amilanaron y buscaron alternativas. Se unieron a la artista plástica y escritora Fernanda Laguna, también con una trayectoria en propuestas artísticas:

«…Y un día llegó Fernanda... una tarde amarilla, en una bibicle-ta rosa, con una pollera verde, como la primavera, y nos propuso abrir un taller en la calle Guardia Vieja… Así nació eloísa cartonera, en la primavera de 2003 »(1).

Fue un ponerse de pie ante la crisis. Si el papel es caro, reciclemos cartón. Si los trabajadores son echados a la calle y muchos, para subsistir, se convierten en cartone-ros (recolectores de material reciclable en la basura), comprémosle los cartones a ellos a un precio justo. Trabajemos con ellos y vendamos libros baratos, que la literatura y el arte es cosa de todos y no solo de unos pocos.

Se lanzaron a la aventura fabricando libros con páginas fotocopiadas y tapas de cartón pintadas a mano. Los vendían ellos mismos, junto a un kilo de papas o ce-bollas. El proyecto de Eloísa Cartonera era triple: editorial, galería de arte y verdulería adyacente.

Un año después se había afirmado en una sólida propuesta de difusión de la li-teratura a través de libros baratísimos, hechos artesanalmente, ejemplar por ejemplar, todos diferentes, todos únicos. El cartón, comprado a los cartoneros por un precio varias veces superior al que estos obtienen de los intermediarios. Las tapas, ilustradas por jóvenes que así podían abandonar el cartoneo y la calle, invirtiendo sus manos y su creatividad en hacer de la literatura un objeto artístico y cobrando un salario por ello. Escritores de la talla de César Airas, Ricardo Piglia o Leónidas Lamborghini —por mencionar solo algunos— se sumaron al proyecto aportando obras suyas.

Con decisión, Eloísa Cartonera integró cartoneros, artistas y escritores en un único espacio cultural y bajo la premisa de que todos tienen el derecho de acceder a los libros.

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Para entonces, otros se entusiasmaron con la idea y comenzaron a andar cami-nos parecidos: la Editorial Sarita Cartonera abrió sus puertas en Lima, Perú. Después llegaron más, en Bolivia, Chile, Paraguay, Brasil, Uruguay, México, San Salvador… Modificaron el paisaje editorial de Latinoamérica, introduciendo una nueva forma de producir y leer literatura. Cada una funciona con premisas propias y posee perfiles distintivos; las cartoneras no responden a las demandas de la globalización ni a la masificación deshumanizante: trabajan con personas concretas y según las realidades locales.

Siete años después, el número de Editoriales Cartoneras es impreciso, posi-blemente más de cincuenta, y siguen sumándose otras. Han cruzado el gran charco, están en Europa, en África. En algunos casos, más que editoriales se trata de ediciones cartoneras asociadas con, por ejemplo, un blog de autor. En otros, adquieren carac-terísticas sumamente particulares, como es el caso de Canita Cartonera (Tarapacá, Chile), editorial que funciona dentro de un servicio penitenciario de alta seguridad. No todas las que se crean se mantienen en el tiempo; pero muchas llevan años trabajan-do y promoviendo el hacer libros y el leer libros.

Terminaron llegando a las universidades(2); hoy son objeto de estudio, se ha-cen tesis doctorales sobre ellas, se organizan jornadas, conferencias, se debate sobre su rol y sus implicancias. La Universidad de Wisconsin mantiene un catálogo digital de los títulos publicados por distintas cartoneras(3). Los libros, irrepetibles y únicos, aparecen como objetos de arte en bibliotecas, museos y galerías.

Eloísa Cartonera, sin recursos financieros, prácticamente sin apoyo guberna-mental o no gubernamental, nadando en contra de la corriente, haciendo todo lo que los manuales dicen que no debe hacerse si se quiere tener éxito, en apenas siete años creció hasta disponer de más de 150 títulos en el catálogo y lograr realizar muchas otras actividades, como el dictado de cursos y talleres sobre literatura o edición de libros, o la organización de concursos literarios. Trascendió las fronteras de una ciu-dad, de un país, anduvo e hizo camino al andar, disparando un fenómeno cartonero que crece y se diversifica en el mundo. Y hay más para el futuro. En octubre, su gente viajará a Frankfurt, invitados a participar de la Feria del Libro. También comienzan a conquistar un nuevo sueño: compraron un terreno. Allí, con tiempo y esfuerzo, ten-drán una huerta orgánica y una escuelita agraria. ¿Por qué no? Ellos no temen a la crisis: le hacen frente. Creen en “la revolución de las personas”.

debía conocerlos. tomé el ómnibus y fui a Buenos Aires.

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El local está situado en el barrio de La Boca, a escasos me-tros de la mítica Bombonera, el estadio de fútbol de Boca Juniors. Cumple la promesa hecha en su página web: «La Editorial más co-lorinche del mundo». Es peque-ño, abarrotado de cosas, mesas, libros en diferentes estadíos de preparación, cartones, témperas,

las paredes cubiertas de afiches y fotos. Allí funciona la editorial, hoy cooperativa de trabajo. Cuando Eloísa Cartonera comenzó a crecer se hizo evidente que se re-quería más que la buena predisposición a dedicarle una o dos tardes por semana. La formación de la cooperativa representó un cambio sustancial y seguramente cla-ve para que el proyecto se consolidara. Alejandro, Ricardo y Miriam (la Osa) insis-

ten con la palabra trabajo. No es necesaria esa insistencia; en las casi tres horas que estuve allí los vi trabajar sin descanso, sorteando el —para mí— caos, con la simplicidad de quienes están acostumbrados tanto al trabajo en común como a llevarlo adelante pese a la perturbación con-tinua provocada por los visitantes. Sí, siempre hay visitantes: escritores, periodistas, investiga-dores, famosos, turistas, curiosos. También se deja caer por el local la chiquillería del barrio. Aparece un niño que ha salido del colegio: pasa rumbo a su casa, entra, saluda y sigue su cami-

no. Otros van y vienen. Valeria, en apenas dos minutos me contó de su escuela y que ganó un concurso literario. Corrió a su casa y regresó con su cuaderno de dibujos. «El cuaderno lo hizo mi mamá», dice, orgullosa. El Garfield que ilustra este artícu-lo es uno de sus dibujos. También ayuda. Y dibuja, y charla, pura alegría y ternura. Me digo que algo poderoso debe existir en una editorial que convo-ca a los chiquilines por el solo gusto de estar y andar entre libros. Alejandro, Ricardo y la Osa, mientras tanto, cortan, encolan, organizan, la-van el piso, atienden a un cartonero que llegó con su carro, pintan, apilan, clasifican. Responden a mi curiosidad, cuentan anécdotas, muestran los libros, la imprenta, las planchas, señalan un afiche, me explican que el local se bautizó «No hay cuchillo sin rosas» porque es una forma de expresar: «No hay mal que por bien no venga». Y siguen encolando, pintando, cortando, engrampando, sin respiro y con buen humor, mientras hablan de literatura y cooperativismo. En sus manos, trabajar con las manos es un acto intelectual y un hecho social.

Una visita al local

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Valeria, en apenas dos minutos me contó de su escuela y que ganó un concurso literario. corrió a

su casa y regresó con su cuaderno de dibujos. «el cuaderno lo hizo mi mamá», dice, orgullosa.

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Valeria. (2010). Lápices de colores sobre cuaderno artesanal. 30x23 cm.

Dedicatoria autógrafa de Valeria a su mamá: «Feliz día Mamá».

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La editorial Lo tienen claro: sin tra-bajo no hay ventas, sin ventas no hay editorial. La venta de los libros permite solventar los gastos, y lo que sobra se divide como salario de los integrantes de la cooperativa. Un salario bajo y que depende, se-mana a semana, de cuánto venden. Pero es un salario. De vez en cuando —rara vez— reciben alguna dona-

ción, como la imprenta cedida por la embajada de Suiza, que les permitió dejar de fotocopiar los textos. Ahora disponen del primer subsidio gubernamental en estos siete años; alcanza para pagar el alquiler del local. Me extraña que sea tan escaso el apoyo externo. Alejandro es claro: «Aquí hay como un vértigo, una precariedad… Pero nos defendemos con la autogestión. Siempre fuimos autogestionados y lo seguimos siendo. Con ayuda externa o sin ella nosotros trabajamos igual». Pregunto: «Es evi-dente que no se harán ricos con esta cooperativa. ¿Por qué, entonces, están aquí?». Ricardo, con sencillez, comenta: «Aquí todo es así, codo a codo, no hay un capital de otro al que defender: esto es de todos, y el trabajo de uno es para todos, y eso es lo bueno». Por su parte, Alejandro dice: «Hay razones generales. El proyecto es positi-vo: difundir la literatura, agruparse de esta manera. Es un trabajo fácil, una vez que

se aprende cualquiera lo puede hacer, no es excluyente. Darle utilidad a las manos. Generar mano de obra donde no existe: las editoriales están automatizadas. Los procesos del libro se los restamos a la má-quina y lo hacemos nosotros». Y acota una reflexión personal: « No sé si podría volver a trabajar en relación de dependencia… ». Miriam, ex cartonera, se ríe y se ríe y afir-ma: «Viajo dos horas por día para llegar.

No me importa. Y los domingos extraño no venir acá, me aburro… Cartoneando ganaba más, pero nunca me arrepentí de haberlo dejado por la editorial».

¿cómo hacen los libros? Es sencillo; las páginas, impresas, se engram-pan para formar un cuadernillo, al que se le pega la tapa y contratapa de cartón. Luego se pinta y decora el título, con témperas. Prácticamente todo el proceso es manual. Creen en el libro como objeto físico y esa creencia no la expresan en discusiones en el aire: fabrican libros cuyo significado y su valor escapa tanto a la automatización como a la digitalización.

¿Qué publican? En principio, los textos no pueden ser extensos; si lo fue-ran, exigirían una encuadernación más sofisticada, demasiado para sus recursos ac-tuales. Eloísa Cartonera marcha, entonces, a contracorriente de las grandes editoria-les: publican pocas novelas (cortas) y mucha poesía y cuentos.

Eloísa Cartonera: la irreverencia de hacer libros

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Algunos autores pertenecen a lo más prestigioso de la literatu-ra argentina; en general, Eloísa pu-blica de ellos solo material inédito. También publican a escritores lati-noamericanos cuyos libros no llegan al país. Rescatan títulos viejos que ya no se editan, esos que uno nunca consigue salvo, por azar, en las mesas de libros usados. ¿Sus bestsellers? ¡Los libros para niños! Por supues-to, publican autores desconocidos, noveles; básicamente, que escriben literatura experimental, alternativa, border, los que no merecen la atención de las grandes editoriales. Hace pocos años organizaron un concurso literario, con un jurado de primer nivel, y los seis autores seleccionados recibieron como premio el pasar a formar parte del catálogo. El título del concurso es más que significativo: “Nuevo Sudaca Border de Narrativa Breve”. «¿No repitieron la experiencia?», les pregunto. «No pudimos, se vino una época difícil para conseguir in-sumos, tuvimos que atender otras cuestiones. Pero sí… Podríamos hacerlo de nuevo, ¿no te parece?», se dicen los unos a los otros.

¿cómo es el proceso editorial? Los autores envían en archi-vo word su obra. No ceden derechos de comercialización, únicamente autorizan a Eloísa Cartonera a pu-blicar; el autor sigue disponiendo de la posibilidad de editar su obra por otras vías. Hacen la corrección edi-torial básica: detectar errores orto-gráficos o sintácticos. Diagraman el libro, lo fabrican en tiradas que van desde unos 100 a 1000 ejemplares y los distribuyen en las veinte libre-rías de Buenos Aires que venden los libros cartoneros. En las librerías permanecen expuestos. Eso forma parte de las reglas del juego, porque los libros cartoneros están hechos para ser mirados y tocados.

También, por supuesto, se exponen y venden en el local, y nunca faltan ferias del libro u otros eventos. Llevan pedidos a domicilio en la ciudad, hacen envíos al inte-rior del país, y, en algunos casos, envíos al exterior.

En síntesis, desde que les llega el original hasta que el ejemplar alcanza la mano del comprador, todo corre por cuenta de los integrantes de la cooperativa. Eso no qui-ta que los autores, si así lo quieren, puedan darse una vuelta por el local y participar. Más de uno ha pintado tapas de sus propios ejemplares.

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¿Los libros se venden? Sí. Continuamente reponen stock en las librerías. Los títulos más antiguos ya no los vuelven a editar; si no no podrían incorporar nuevos a su catálogo. Pero, y a diferencia de los circuitos comerciales habituales, si existe una solicitud específica los publican otra vez, sin dilación.

¿Cuánto gana el autor por las ventas? Nada. ¿Cuánto tiene que pagar el autor para que su obra sea publicada? Nada. Su obra se difundirá, no obtendrá ganancia económica pero tampoco sufrirá pérdidas. Y, como dije antes, sigue siendo dueño de los derechos de comercialización.

El precio es definitivamente barato: entre cinco y quince pesos. Para compa-rar: un kilo de pan cuesta cinco pesos, alrededor de un euro. Alejandro y Ricardo se ríen, y parafraseando a María Elena Walsh (estamos escuchando sus canciones) cuen-tan: «Esto es el mundo del revés: los clientes nos dicen ¿y por qué no aumentan el precio? ¡Son demasiado baratos! ¡Tienen que cobrar más! Y nosotros nos negamos… ¡Es el mundo del revés!».

De vez en cuando llegan pedidos particulares, de quienes desean publicar algo “por cuenta propia”. En esos casos sí le cobran al autor un módico precio por la tirada. Si el autor está de acuerdo suman su obra al catálogo de la editorial.

Hablamos de Prosofagia. Estamos en las antípodas. Eloísa Cartonera promue-ve el libro como un objeto físico integral, mientras que Prosofagia se desenvuelve en la digitalización virtual. Mientras los integrantes de la cooperativa trabajan codo a codo en un local, los editores de Prosofagia únicamente nos contactamos en la Red. Les extraña que trabajemos ad honórem; explico que todos tenemos un trabajo por fuera de la revista. La mención a posibles piraterías en Internet los hace encogerse de hombros: no les interesa el tema, no los afecta. Las diferencias se hacen pequeñas cuando advertimos que, en el fondo, todos creemos que democratizar la literatura y trabajar soñando es buena cosa, y que todos pensamos que el trabajo de uno sirve al trabajo de todos.

Me voy, cargada de libros, sabiendo que cada uno de ellos no fue editado, sino hecho por gente que cree que es posible otra literatura, una más cercana a la gente.

Claro está: se necesitan ideas claras, firmes. Decisión, perseverancia. Y mucho, mucho trabajo, día tras día. Para soñar en grande y sostener los sueños en el tiempo hay que tener los pies sobre la tierra.

(1) Página web de Editorial Eloísa Cartonera. http://www.eloisacartonera.com.ar/

(2) Akademia Cartonera: Un ABC de las editoriales cartoneras en América Latina. Artículos académicos, Catálogo de publicaciones cartoneras y Bibliografía. Edited by Ksenija Bilbija y Paloma Celis Carbajal. Parallel Press / University of Wisconsin–Madison Libraries. http://www.meiotom.art.br/AkademiaCartoneraArticles.pdf

(3) Base de Datos de Editoriales Cartoneras en América Latina. Universidad de Wisconsin, EEUU. http://digicoll.library.wisc.edu/Arts/subcollections/EloisaCartAbout.html

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A Mirian Merlo, Ricardo Piña,

Alejandro Miranda, y Valeria: ¡Gracias!

Editorial Eloísa Cartonera (Buenos Aires, Argentina)

Cartonerita Solar (Neuquén, Argentina)

Textos de Cartón (Córdoba, Argentina)

Ñasaindy Cartonera (Formosa, Argentina)

Animita Cartonera (Santiago, Chile)

Nuestra Señora Cartonera (La Serena, Chile)

La Propia Cartonera (Montevideo, Uruguay)

Dulcinéia Catadora (Sao Paulo, Brasil)

Katarina Kartonera (Florianápolis, Brasil)

Felicita Cartonera (Asunción, Paraguay)

Yiyi Jambo (Asunción, Paraguay)

Mburukujarami Kartonera (Luque, Paraguay)

Yerba Mala Cartonera (La Paz, Bolivia)

My Lourdes Cartonera (Cerro de Pasco, Perú)

Matapalo Cartonera (Riobamba, Ecuador)

Patasola Cartonera (Bogotá, Colombia)

Atarraya Cartonera (Puerto Rico)

Luz Azul Cartonera (República Dominicana)

La Cabuda Cartonera (San Salvador, El Salvador)

Casamanita Cartoneira (México, El Salvador y Galicia)

Santa Muerte Cartonera (DF, México)

La Cartonera (Cuernavaca, México)

La Rueda Cartonera (Guadalajara, México)

Regia Cartonera (Monterrey, México)

Cartonerita Niña Bonita (Zaragoza, España)

Editorial Ultramarina Cartonera & Digital (España)

Cartopiés Cartonera (Madrid, España)

Mundo cartoneroRed Internacional Editoriales Cartoneras

[RIECA]

alGunas editoriales cartoneras en la red

Esther

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REviStA LitERARiA pRoSoFAGiA

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CUBIERTAJoan MiróCartel «Exposition internationale du Surréalisme 1947» en la Galería Maeght (París)Litografías en colores63x45 cm(Col. particular)

CONTRA CUBIERTA30 Dibujos constructivosTaller Torres-García (1952)(Col. particular)

7. Serie de 4 publicaciones del Taller Torres-García(Col. particular)

8. Primavera. Ana (2010)Acuarela sobre cartulina30x42 cmPintado a la edad de 5 años(mamá: Janet)

9. Superhéroes. Pablo (2005). Tinta y lápices de colores sobre papel 21x29 cmPintado a la edad de 5 años(papá: Gabi)

10. Sin título. Esteban (2010)Ceras sobre papel30x42 cmPintado a la edad de 6 años(papá: zoquete)

14. Sin título. Esteban (2010)Ceras sobre papel30x42 cmPintado a la edad de 6 años(papá: zoquete)

19. Publicidad viralManuel Pérez Recio (2010)Viñeta para Prosofagia Nº 9Tinta sobre papel14x14,5 cm

20. Molino. Beatriz (2003)Ceras sobre cartón21x14 cm.Pintado a la edad de 7 años(papá: Gabi)

23. Sin título. Jorge (1986)Rotuladores sobre papel21x27 cmPintado a la edad de 3 años(hermano: ferlocke)

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24. Luna. Dulce Araceli (2010)Dibujo con poemaLápices de colores sobre papel12x20 cmPintado a la edad de 8 años(papá: Plásido)

28. Viaje por el Sistema Solar. Ana (2010)Tiza sobre papel de lija21x27 cmPintado a la edad de 5 años(mamá: Janet)

29. El portal de Belén. Jorge (1986)Rotuladores sobre papel21x27 cmPintado a la edad de 3 años(hermano: ferlocke)

30. Joan Miró (1957)Tinta china sobre postal10,5x15 cm(Col. particular)

36. Después de la lluvia. Ana (2010)Acuarela sobre cartulina32x40 cmPintado a la edad de 5 años(mamá: Janet)

37. Amor. Dulce Araceli (2009)Lápices de colores sobre papel21x29 cmPintado a la edad de 7 años(papá: Plásido)

38. Joan Miró (1957)Tinta china sobre cartulina22,5x16 cm(Col. particular)

42. Improvisación. Dulce Araceli (2008) Lápices de colores sobre papel12x20 cmPintado a la edad de 6 años(papá: Plásido)

47. Constructivo. FormasJoaquín Torres-García (1928) Tinta sobre papel12,5x9,6 cm(Col. particular)

48. Joan Miró. Litografiado en colorDe la «Exposición 10 de mayo a 30 de junio de 1978» de la Galería Maeght para su catálogo. (Col. particular)

54. Joan Miró. Litografiado en colorDe la «Exposición 10 de mayo a 30 de junio de 1978» de la Galería Maeght para su catálogo. (Col. particular)

62. Joaquín Torres-García (1932) Tinta sobre papel27,9x20,5 cm(Col. particular)

66. Raison et NatureJoaquín Torres-García (1932)(Col. particular)

71. Sin título. Valeria (2010)Lápices de colores sobre cuaderno artesanal. 30x23 cmPintado a la edad de 9 años

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