En el camino
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En el camino, de Jack Kerouac:
una protesta norteamericana (1993)
Héctor Fouce INDICE 1.- Introducción 2.- Consideraciones previas 2.1.- Descripción de la obra 2.2.- Contexto socio-político: los años 50 en EEUU 3.- Análisis sociológico - El viaje: la libertad y el vitalismo - El choque con la sociedad: - marginación social - fuera de la ley - El jazz y las drogas - Teoría sociológica 4.- Conclusiones 5.- Bibliografía
1.- Introducción
Intentar analizar un libro como En el camino desde una sola perspectiva no es tarea fácil,
sobre todo si esa perspectiva es la sociológica, que conjuga aspectos de muchas otras. Es por ello que
he preferido realizar el análisis de la obra algo menos estructurado de lo que sería deseable en un
trabajo de este tipo, para así poder ganar en claridad. El análisis de un aspecto lleva directamente a
otro, este a otro siguiente y así sucesivamente. He preferido, en razón de esto, no hacer cortes en
capítulos dentro del estudio sociológico para que así la lectura y la comprensión sea más simple.
Por otra parte, el análisis sociológico está básicamente apoyado por los textos y con no
mucha base teórica. He preferido ir analizando uno por uno los aspectos del libro que creía de más
interés y representatividad para al final unirlos todos bajo una teoría, evidentemente muy simple.
De este modo, a lo largo del trabajo se entrelazan ideas provenientes de la sociología, de la
literatura, de la filosofía y del arte para intentar dar cabida a todos los matices que una época como
la de los beat, de transición hacia la contracultura, conlleva.
2.1.- Descripción de la obra
"En el camino" fue la segunda novela de Jack Kerouac, escrita a lo largo de tres semanas de
1951 en un largo rollo de papel de teletipo. Kerouac, nada más regresar de sus viajes por Estados
Unidos acompañando a una serie de amigos que luego serían considerados como la generación beat,
transcribió sus experiencias con un estilo similar a la escritura automática, muy veloz, sin pararse a
pensar las palabras, sino escribiendo directamente como le venía a la cabeza. Estos dos factores, la
veracidad del relato, nacido de la experiencia, y el estilo veloz, son rasgos literarios que coinciden
con los rasgos sociológicos de toda la generación.
La novela narra cinco viajes que Kerouac, en la novela llamado Sal Paradise, hace antes de
1951. Comienza con la llegada a Nueva York, donde Sal estudia en la universidad, de Dean Moriarty,
un hipster, un loco iluminado que irradia energía y que pide a Sal, con quien comparte amigos, que le
enseñe a escribir. Tras algunas experiencias callejeras neoyorquinas, Sal se va en verano a visitar a
Dean en Denver, a donde llega haciendo autostop, con poco dinero en el bolsillo, apañándoselas para
llegar y para comer. A lo largo del camino conocerá a un montón de personajes estrafalarios y
asombrosos.
Pasa en Denver una temporada, haciendo vida nocturna e intensa, hasta que decide seguir
camino a San Francisco, donde vive con Remi Bocoeur y su mujer y trabaja como vigilante en un
alojamiento de marineros, un trabajo que odia. Cuando deja San Francisco conoce a una chica
mejicana con la que tiene una relación amorosa que le lleva a México, donde viven en una tienda de
campaña y trabajan recogiendo algodón, y luego en el pueblo de Terry, la chica, cuya relación con Sal
no es del agrado de sus padres. Sal se vuelve a Nueva York al terminar el verano, y, aunque Terry
promete ir allí a buscarlo para vivir juntos, ambos saben que son promesas imposibles. Termina así el
primer viaje.
En la Navidad del año siguiente Dean aparece en Virginia, donde Sal está pasando las
vacaciones con su hermano, con su amigo Ed Dunkel y su novia Marylou, causando una impresión
negativa en la familia de Sal. En el coche que Dean acaba de comprar viajan a Nueva York a llevar
unos muebles del hermano, repitiendo luego el viaje con la tía de Sal, con la que vive en Nueva York.
Allí pasarán un par de meses entre jazz, alcohol y sexo, incluyendo la proposición de Dean para que
Sal haga el amor con Marylou, que pretende engañarle e irse con Sal cuando este vaya a San
Francisco.
Los cuatro se van de nuevo hacia San Francisco en el coche, cruzando todo el país a toda
velocidad. Por el camino, en Nueva Orleans, pasan unos días en casa del escritor drogómano Bull Lee,
en un ambiente de degradación y drogas y jazz. Tras una temporada en San Francisco, Sal da por
terminado este segundo viaje y vuelve a casa.
El siguiente viaje lo lleva a Denver de nuevo, pero como no están allí sus amigos decide seguir
hasta San Francisco, donde encontrará a Dean destrozado, con dos mujeres con las que alterna sus
días, pero rebosante de energía, que compartirá con Sal en las noches de alcohol y jazz de ese
verano. Vuelven luego a Denver, de allí a Detroit y luego Nueva York para finalizar el viaje.
Para el cuarto viaje, Sal ya ha publicado un libro y tiene algo de dinero, y planea, con Dean y
con Stan Shepard, salir de Denver para ir a México. Pasan por San Antonio, por la frontera, y entran
en un país de calor sofocante, mosquitos y carreteras llenas de polvo, lo que les encanta. En un pueblo
conocen a Víctor, un mexicano que va a montar para ellos una orgía en un prostíbulo: mujeres, alcohol,
marihuana y mambo. Tras este episodio, siguen camino a Ciudad de México, donde Sal Enferma de
fiebre. Dean se va a intentar arreglar su vida dejando a Sal enfermo y al cuidado de Stan.
El último viaje no será de Sal, sino de Dean, que regresa a Nueva York en busca de los
papeles para divorciarse de Inez, su tercera mujer, a la que ha abandonado al poco de casarse para
volver con Camille, su segunda esposa. Sal ya se ha calmado de sus aventuras, tiene novia, se ha
estabilizado, y los dos amigos de despiden cuando Dean vuelve a San Francisco. Sal dedica la última
parte del libro a reflexionar frente al mar sobre sus viajes y sobre Dean Moriarty.
En principio este argumento puede no parecer nada extraordinaria, pero no es el argumento
lo más importante de "En el camino", sino las experiencias que aportan los viajes a los protagonistas,
las aventuras corridas, las sensaciones vividas que no es posible explicar en un resumen que pretende
ser escueto. La segunda parte de este trabajo analizará alguna de estas situaciones.
2.1.- Contexto socio-político: los años 50 en EEUU
Para Maffi1, "los años 50 son los de la incomodidad, del malestar, de la sickness profunda e
inexplicable, de la inseguridad y del miedo; los beats fueron las antenas sensibles que percibieron esa
realidad". No es de extrañar que esas fueran las sensaciones predominantes en la juventud
1 Maffi, Mario: La cultura underground. Ed. Anagrama, Barcelona, 1975; pág.13
americana que acababa de salir de la guerra mundial.
Esta juventud vivía la época de la caza de brujas del senador McCarthy, con sus métodos
inquisitoriales, detenciones, interrogatorios, libros quemados o colocados en índices como
"propaganda subversiva", suspicacia y represión hacia los intelectuales.
Vivía también la guerra fría, marcada por el recuerdo y el terror a una nueva Hiroshima, bajo
el miedo al desastre nuclear al que parecía conducir la estrategia disuasoria. La guerra de Corea,
entre el 50 y el 53, puso por vez primera a los dos bloques recién nacidos frente a frente y obligó de
nuevo a EEUU a enviar tropas lejos de su territorio. La delirante idea del general Mac Arthur de
realizar bombardeos nucleares sobre ciudades chinas para castigar la participación de este país en el
conflicto coreano era una prueba del peligro que el potencial atómico suponía. Mac Arthur fue
destituido, pero el miedo ya había arraigado en la sociedad estadounidense.
Pero sobre todo estaban las secuelas que la guerra mundial había dejado en el país y que eran
tal vez menos espectaculares pero más extendidas: la violencia post bélica, individual o colectiva -
bandas de motoristas, veteranos del frente que no encontraban trabajo- ; la estabilidad económica
que tiende a ocultar el vacío y a convertirse en el único objetivo de la clase media que surge con la
guerra, el "no ser menos que el vecino" (Keep up with the Jones) como meta de la vida, en contraste
con las grandes bolsas de pobreza en el campo -hillbillies de los Apalaches- o de los guetos de las
minorías en las ciudades...
Aparecía también el creciente desafío de la tecnología y de los medios de comunicación de
masas, el aislamiento y la fragmentación de los individuos en el "experimento democrático de EEUU",
la desconfianza en el sistema y en los políticos, el cambio generacional, no sólo demográfico sino
también cultural.2
La situación moral derivada de todos estos hechos históricos es definida por Cook:3
2 Maffi: Op.cit; pág.15.
3 Cook, Bruce: La generación beat. Ed. Barral, Barcelona,
"Era la época en la que la mayoría de la población adulta se hallaba atrapada en el
intrincado edificio del conformismo social hecho de temor, de hostilidad oculta, de
simple deseo de seguir viviendo. Era también la época en la que muchos americanos
experimentaron por primera vez en sus vidas la prosperidad personal y un cierto
nivel de influencia. La mayoría había trabajado duramente y esperado largo tiempo
antes de llegar al nivel que había alcanzado. Y una vez que se establecieron
cómodamente abrazaron los valores y símbolos de vida de la clase media con el
fervor de conversos religiosos".
En este contexto de miedo, de conformismo, de vergüenza, de parálisis, en general, de un
país que siempre se había caracterizado por su dinamismo, surge la protesta de los beats como un
primer aviso de lo que llegará más tarde a convertirse en toda una contracultura. John Clellon
Holmes4, uno de los novelistas de la generación, y uno de sus máximos estudiosos, define
acertadamente ese contexto y como influyó en el nacimiento de la generación que luego veremos
retratada en En el camino:
"Es posible que cada generación esté convencida de haber recibido por herencia el
peor de los mundos posibles, pero la generación beat tiene más derecho a creerlo
que ninguna de las anteriores. El clima histórico en el que se ha formado estaba
dominado por la violencia, una violencia que iba de las ideas a los hombres que las
profesaba. No es necesario ser personalmente consciente de este proceso
destructivo para advertir sus efectos. La publicidad, que en los últimos diez o quince
años, se ha dado a los casos de alta traición o de corrupción en los sindicatos y en la
1974; pág.15
4 Clellon Holmes, John: La filosofía de la generación beat, artículo en I beats, Milán, 1966. Citado por Maffi.
industria, y los escándalos que han implicado a los grandes nombres de Broadway y
Hollywod, han atrofiado progresivamente los principios convencionales de la
moralidad pública y privada. Son ya escasos los que experimentan la fascinación de
las ideologías políticas que en cierto modo parecen justificar las matanzas de vidas
humanas, puesto que las matanzas han alcanzado tales proporciones que incluso
llegan a confundir la mente de un matemático. La concepción del bien y del mal sobre
la que se basan las religiones tradicionales parece cada vez menos adecuada para
explicar las contradicciones de un mundo en el que la ciencia ficción ha pasado a ser
realidad, los enemigos de ayer se han convertido en los amigos del alma y la
diplomacia ha traicionado el viejo código de honor para especular sobre el constante
peligro de una guerra inminente. Frente a un mundo constituido de este modo, las
generaciones más viejas pueden ceder al desaliento, el cinismo y la apatía o, incluso,
poner en cuestión a partir de ahí sus propias concepciones. No ocurre lo mismo con la
generación beat, que es específicamente el producto de ese mundo y que no ha
conocido otro. Es la primera generación de la historia norteamericana crecida en una
época en la que el adiestramiento militar en tiempo de paz representa un fenómeno
empírico de la vida nacional. Es la primera generación para la cual las fórmulas
mágicas del psicoanálisis se han convertido en alimento cotidiano de la mente, hasta
el punto de que esta rechaza valerosamente aceptarlas como última medida de las
vicisitudes del ánimo humano. Es la primera generación para la cual el genocidio, el
lavado de cerebros, la cibernética, las investigaciones motivacionales -y su inevitable
resultado, o sea, la limitación del concepto de libre albedrío- resultan tan familiares
como el propio rostro. Y es, finalmente, la primera generación que ha crecido en un
mundo en que la solución final de todos los problemas parece ser siempre la misma: la
destrucción nuclear".
3.- Análisis sociológico
3.1.- "En el camino", el modo de vida beat.
El poeta español y estudioso de los beats Marcos Ricardo Barnatán5 define en la
introducción a una antología de poesía beat los rasgos esenciales que vamos a ver en En el camino:
(...) comenzaba a nacer una concepción del hombre y de la sociedad norteamericana. Una
nueva mentalidad surgía en la juventud estadounidense, una juventud divorciada de sus
mayores, rebelde y vagabunda que, perseguida muchas veces, se refugiaba en los suburbios
del paraíso americano. Estos jóvenes, escudados en el jazz, infiltrados y expulsados de las
universidades, presos en las cárceles por robo, escándalo o violación, transtornados por la
droga y la bebida, acusados por los inquisidores, perseguidos por la ley, el orden y la moral de
sus ciudades natales, se autobautizaron beatniks".
Pero hemos citado ya varias veces el término beat y no nos hemos parado a definirlo. ¿Y
quien mejor para hacerlo que los propios protagonistas? Clellon Holmes6 dice: "quien ha sobrevivido a
una guerra sabe que ser beat no significa tanto estar muerto de cansancio como tener los nervios a
flor de piel, no tanto estar hasta las narices como sentirse vacío. Beat describe un estado de ánimo
carente de cualquier superestructura, sensible a las cosas del mundo exterior, pero intolerante con
las banalidades. Ser beat significa haberse sumergido en el abismo de la personalidad, ver las cosas
desde la profundidad..." Y el mismo autor insiste en otro escrito "ser beat es estar en el fondo de la
propia personalidad mirando hacia arriba"7
5 Barnatán, Marcos Ricardo: Antología de la beat generation. Ed. Plaza y Janés, Barcelona, 1977; pág.16
6 Clellon Holmes: Op.cit: Citado por Maffi.
7 Clellon Holmes: Op. cit. Citado por Barnatán.
Pero, para dejar ya el apartado de la definición, dejemos que sea Kerouac el que nos lo
aclare. De todos modos, la mejor forma de comprender qué es la generación beat es leer En el
camino. Kerouac8, el institucionalizador del término, que recogió del jazz, lo define como "una especie
de sigilo, como si fuéramos una generación furtiva (...) una especie de fracaso -es decir, de haber
llegado a la último, a nosotros mismos, porque todos sabemos realmente donde estamos- de un
cansancio, con todas las formas o convenciones del mundo... Supongo que entonces podrás decir que
somos una generación golpeada".
Pero pasemos ya al análisis de la obra, una tarea que no es fácil si tenemos en cuenta lo
desordenado de la obra, que fluye espontánea. Sin embargo, creo que es posible hallar una serie de
puntos básicos que luego veremos a la luz de algunas ideas, muy básicas, de sociología.
En primer lugar, la idea que preside la novela es el viaje, en busca de algo o hacia ninguna
parte, premeditado o casual, pero siempre el viaje como actitud vital de Dean Moriarty, un ser
inquieto e incapaz de soportar ataduras convencionales. A lo largo de la novela aparecen cientos de
páginas dedicadas a hablar del viaje y de sus connotaciones, entre la que destaca la frase que cierra
uno de los viajes:
"Nuestro maltrecho equipaje volvió a amontonarse en la acera; todavía nos quedaba
mucho camino. Pero no nos importaba: la carretera es la vida9".
Cuando termina el viaje termina también la vida y la libertad. Tanto es así que la novela no se
ocupa de las etapas entre los viajes: cuando Sal vuelve a casa la acción se corta hasta que una vez
más lo encontramos en ruta.
8 Cook: Op. cit; pág. 10
9 Kerouac, Jack: En el camino. Ed. Anagrama, Barcelona, 1989; pág. 252
Esta idea del viaje como vida es muy importante y enlaza a la generación beat con la
tradición norteamericana de Thoreau y Mark Twain. El primero se retiró a los bosques huyendo de la
vida mediocre y relajada que llevaba, a su cabaña de Walden:
"Me fui a los bosques porque deseaba vivir deliberadamente, para enfrentar sólo
los hechos esenciales de la vida y ver si podía o no aprender lo que debía enseñar, y no
descubrir, cuando fuese a morir, que no había vivido. (...) Quería vivir profundamente y
extraer la médula de la vida, vivir vigorosa y espartanamente hasta arrojar de mi lo que no
fuera vida, hacer un gran papel y escapar por un pelo, llevar la vida a un rincón y reducirla a
sus más bajos términos, y si resultara mezquina, por qué entonces no recoger su genuina y
total mezquindad y exhibirlas al mundo; y si resultara sublime, conocerla por experiencia y
estar en capacidad de dar un verdadero recuento en mi próximo viaje10".
En este texto aparecen varias de las ideas que debemos asociar al viaje de Dean Moriarty y
Sal Paradise: intensidad de la vida, escapar por un pelo, individualidad, viaje... Uno de los clásicos de
la literatura americana anticipaba el ideal de vida de una generación entera.
Estas posturas vitalistas van a poner a los beats frente a la sociedad que los cobija.
Recordemos como, en otra de las obras claves de la tradición del camino, la película de Denis Hopper
Easy rider, los dos motoristas vagabundos acaban asesinados por los lugareños de un pueblo a causa
de su extraño e inquietante aspecto. En la obra de Kerouac no va a haber desenlaces trágicos, pero
si, a lo largo de toda la novela, aparecen muestras de rechazo social en situaciones en que los beat
desarrollan su forma de entender la vida:
"Dean condujo como una bala a través del desierto, haciendo demostraciones de las
diversas maneras de como no se debe conducir, del modo en que conducía su padre, de como
10 Citado por Cook: Op.Cit; pág.46
toman las curvas los grandes conductores (...)
- ¡Sí, tío, Dios mío, sí, sí!- De repente detuvo el coche y se derrumbó. Me volví hacia él y lo vi
encogido, durmiendo (...)
La gente del asiento de atrás suspiró aliviada. Les oi quejarse en voz muy baja.
- No podemos permitir que siga conduciendo, está absolutamente loco, debe haberse
escapado del manicomio o algo así.
- No está loco. Se siente muy bien, y no se preocupen de como conduce, es el mejor del
mundo.
- No puedo soportarlo -dijo la chica con un susurro11"
El viaje se asocia con la carretera, esta con la velocidad, lo que lleva a la intensidad.
Conducidos por encima de la velocidad permitida, con chofer extravagante pero seguro que no quiere
convertir el viaje en mero trayecto de un punto a otro, aturdidos y amedrentados ante la intensidad
y la ilegalidad, los ciudadanos medios, aún ceñidos por la faja de lo socialmente correcto, sienten
desprecio hacia los extraños vagabundos. Veamos otra muestra antes de entrar en el análisis
profundo:
"Cuando nos detuvimos a por Coca-Colas y gasolina en la estación de servicio de un
pequeño pueblo la gente vino a vernos pero no nos dijo nada, y creo que tomaron
mentalmente nota de nuestras señas personales y estatura para caso de futura
necesidad12".
Es decir, tenemos a los beats por encima de la ley, a la que desprecian por considerarla, como
11 Kerouac, Op.Cit; pág. 251
12 Kerouac: Op.cit; pág. 282
en cierto modo es, la guardiana de la democracia del país y de la hipocresía de las clases medias,
adocenadas en un status al que se aferran con el fervor de conversos, como ya he citado a Cook. Y
esto les lleva directamente no sólo a renunciar a la moral impuesta y a chocar con ella, sino a
colocarse fuera de la sociedad y de sus leyes, y, por consiguiente, a chocar con la policia como fuerza
de guardia de la ley. También estos puntos se ven en la novela de Kerouac.
La policia aparece representando a la sociedad que se opone a que la experiencia sea intensa
al límite, rozando la peligrosidad. Para el beat, igual que para Thoreau, es preciso tentar a la muerte
para conocer la vida, salvarse por un pelo para apreciar la virtud inmensa de ese instante que pudo
haber acabado con todo. Por eso Dean es un conductor compulsivo y aterrador para los que no están
dispuestos a exprimir de la fruta de la vida hasta su última gota. Estos son los que detienen su
marcha por medio de sus guardianes.
"Nos dijo que le siguiéramos a la comisaría. Allí había un policia muy siniestro al que
no le gustó Dean: olía a cárcel. Mandó fuera a su cohorte para interrogarnos a Marylou y a mi
en privado. Querían saber la edad de Marylou para aplicarle la ley Mann, pero ella llevaba el
certificado de matrimonio. (...) En definitiva, que el pestañí más siniestro puso una multa de
25 dólares a Dean. Les dijimos que sólo teníamos catorce para ir hasta el oeste; dijeron que
se la traía floja. Cuando Dean protestó, el más siniestro le amenazó con llevarle a
Pennsylvania y formular una acusación concreta contra él.
- ¿Qué acusación?
- No te preocupes por eso. No te preocupes, listillo, eso es cosa nuestra13"
No nos engañemos: los beats no eran ángeles, sabían perfectamente el riesgo que corrían,
pero lo asumían con naturalidad. En En el camino, Sal cometerá un par de actos de pillaje, robando
comida en una tienda, asaltando por la noche el bar de los barracones de los marineros... Pero son
13 Kerouac: Op.cit; pág. 162
delitos menores y necesarios, ya que necesitan esa mercancía para comer y para poder seguir el
viaje.
Hemos visto como progresivamente la aceptación de un código de conducta propio ha ido
situando a los beats primero fuera de la moral, luego fuera de la ley. A partir de este punto, la
búsqueda debe realizarse por caminos más apartados, que llevarán a los beats a los guetos de las
ciudades: cansados de la hipocresía y la cerrazón de la sociedad oficial, van a entrar en contacto con
lo underground, con la parte no reconocida de la sociedad. Allí descubrirán dos elementos
indispensables de la naciente cultura: las drogas y el jazz, íntimamente ligados.
Para un grupo de jóvenes escritores deseosos de algo nuevo dictado no por la razón sino por
el impulso de la imaginación, descubrir el be-bop fue como ver la luz. Esta variación del jazz era
salvaje, libre: el instrumentista coge un fragmento, lo desarrolla y lo integra en la música del
conjunto, siguiendo las líneas marcadas por su inspiración y su estado de ánimo. Es una música con
alma, imaginativa, que da al individuo la oportunidad de expresarse pero sin apartarse del grupo.
Justo lo que los beats estaban buscando: tanto es así, que Kerouac, en su novela Los subterráneos,
tomará la prosodia del bop para desarrollar su relato.
"Al llegar al segundo estribillo se excitó y agarró el micro y saltó de la plataforma al
suelo doblándose sobre él. Para cantar cada nota tenía que tocarse la punta de los zapatos y
alzarse a continuación para reunir toda la fuerza de sus pulmones y se tambaleaba y
titubeaba y sólo se recuperaba con el tiempo justo para la siguiente nota lenta. "To-o-o-ca la
mú-u-u-usica". Se echaba hacia atrás con la cara hacia el techo, el micrófono muy cerca.
Luego se inclinó hacia delante y casi se da con la cara contra el micro. "Suu-ee-ña la danza".
Miró hacia la calle frunciendo los labios con desdén, con expresión de burla y desprecio hip
de Billie Holiday... "mientras nos ama-a-a-mos"... Se tambaleó hacia ambos lados... "el amo-o-
o-o-or"... Agitó la cabeza disgustado y como aburrido del mundo entero. "Todo debe estar"...
¿Cómo debe estar? Todos esperaban; y él soltó lamentándose..."muy bien". El piano atacó al
estribillo. "Así que ven y cierra tus hermosos ojos"... Le temblaba la boca, nos miraba a Dean
y a mi con la expresión que parecía decir "Eh, ¿qué es lo que todos estamos haciendo en este
triste mundo negro? (...) Porque aquí estábamos tratando de los precipicios y abismos de la
pobre vida beat en las calles humanas dejadas de la mano de Dios, y eso dijo y eso cantó:
"Cierra tus..." y el grito llegó hasta el techo y lo atravesó y alcanzó las estrellas...
"O-o-o-jo-o-o-os"... y se bajó del estrado a pensar. Se sentó en un rincón y no hizo caso a
nadie. Miraba hacia abajo y sollozaba. Era el más grande."14
El músico en trance, todos los ojos pendientes de él y de su mensaje... recuerda a una
ceremonia religiosa, y en cierto sentido lo era porque era en los bares de jazz donde los beats se
reunían en las ciudades y de donde tomaban su energía. El músico del relato puede ser Charlie "Bird"
Parker, Dizzie Gillespie, Thelonius Monk... o un jazzman cualquiera que ni siquiera llegó a grabar. Pero
era el más grande porque lo había dado todo, toda su energía y su intensidad hasta terminar
destrozado y llorando. Para una generación que quería vivir intensamente y que miraba el mundo
desde lo más profundo de cada uno de ellos, este tipo de ceremonias eran sus ceremonias.
En busca también de ese éxtasis los beat llegaron a las drogas alucinógenas, en especial a la
marihuana, muy habitual en los barrios negros y latinos de sus ciudades, y, ya introducidos en esos
ambientes, de fácil consecución. Era, evidentemente, algo ilegal, pero era sólo una falta más al
curriculum delictivo de los beats. De nuevo, su búsqueda chocaba con la sociedad.
A diferencias de los hipsters, de los "negros blancos" que retrató Mailer, los beats eran
fumadores de marihuana y usaban la droga para intensificar las percepciones de las experiencias. Los
hipsters eran heroinómanos o morfinómanos, eran más brutales y resentidos, apartados de lo vida y,
llegado el momento clave de la adicción, sólo preocupados por meterse el siguiente chute. Los beat
seguían su vida y, si se conseguía droga, se fumaba. No existía relación de dependencia y si una
fuerte base utilitaria. Allen Ginsberg, uno de los miembros de la generación de talante más
14 Kerouac: Op.cit; pág.238
profético, en los años 60 ferviente defensor del LSD, define así el efecto de la marihuana:
"La marihuana es un útil catalizador para específicas percepciones estéticas de tipo
óptico y auditivo. Personalmente, bajo la influencia de la marihuana he entendido la
estructura de algunos fragmentos de jazz y de música clásica de un modo diferente y estas
revelaciones han seguido siendo válidas incluso en años de conciencia normal. (...) Y he visto
renovados muchos panoramas y paisajes naturales que antes había mirado ciegamente; con el
uso de la marihuana, estupor y detalle se habían hecho conscientes. No se trata de
alucinaciones, se trata de percepciones profundizadas que también se podrían catalizar con
algún otro acontecimiento natural que tenga el poder de modificar el estado de ánimo, como
un amor intenso, una muerte familiar, un imprevisto crepúsculo sereno después de la lluvia, o
la visión de la espectral realidad de neón de Times Square que se puede obtener a veces
cuando se sale de haber visto un film extraño. ¡Por tanto, todo es natural!15".
En la novela de Kerouac la droga va siempre asociada al jazz y al sexo. En la delirante orgía
mexicana del viaje final, todos estos elementos se combinan para dar una imagen de rito dionisíaco,
una exaltación del placer humano por encima de convencionalismos y moralidades represoras.
Hasta aquí llega la descripción del ambiente y de las ideas que pululan por la novela. ¿Cual es
el significado real de esta serie de ideas que podrían no haber sido más que las de un grupúsculo de
marginados sociales? Sencillamente, que se divulgaron, que estallaron, evolucionaron y dieron lugar,
mezcladas con otras muchas fuentes, a la explosión contracultural de finales de los 60.
¿Formaban los beats una cultura? Giddens define la cultura como "los valores que comparten
los miembros de un grupo dado, a las normas que acatan y a los bienes materiales que producen16" Por
15 Ginsberg, Allen: First manifesto to end the bring down, en The marijuana papers, Londres, 1970. Citado por Maffi.
16 Giddens, Anthony: Sociología. Ed. Alianza, Madrid, 1992; pág. 65
lo que hemos visto hasta ahora, varios de estos rasgos no son adecuados al contexto del grupo beat;
no producían bienes materiales, no acataban normas y, aunque compartían algunas ideas, todos eran
demasiado distintos entre ellos para llegar a tener los mismos valores: no se puede comparar al
profético Ginsberg con el drogadicto Burroughs o con el eremita Snyder. En este sentido, no creo
que los beat puedan ser considerados una cultura, aunque sí, quizá, la avanzadilla de una nueva forma
cultural que terminaría llamándose contracultura o underground.
Lo que es evidente es que los beat son personas desviadas, en el sentido que Giddens da al
término: "no conformidad a una norma o a una serie de normas dadas que son aceptadas por un
número significativo de personas de una comunidad y sociedad17". Amorales e ilegales, es evidente
que esta generación no aceptaba las normas de la sociedad americana, llegando a constituirse en una
subcultura desviada, no apartada de la sociedad pero si viviendo en los límites de ella. Con el tiempo
las nuevas generaciones orientarían, o tratarían de hacerlo, a la sociedad hacia algunas de las
actitudes vitales de los beat -por ejemplo, la explosión psicodélica de San Francisco en el 68- pero,
en general, la postura beat quedó como un residuo de una época y el beat, pasado su época, se
convirtió en una parte más de la tradición americana, algo tan exótico como los Hare-Krisna.
Para terminar esta parte del trabajo, me gustaría citar una frase de En el camino que ilustra
perfectamente cual era la actitud de los beat ante esa sociedad que los marginaba y los temía. El
beat por excelencia, el Dean Moriarty de la novela de Kerouac, reventará en la carretera cuando aún
no había llegado a los 50 años, pero dejó en ella cada minuto de su vida:
"Era como la llegada inminente de Gargantúa; había que hacer preparativos para
ampliar las alcantarillas de Denver y reducir el alcance de ciertas leyes con el fin de que
todo se adaptara a su cuerpo doliente y a sus explosivos éxtasis18"
17 Giddens: Op.cit; pág. 152
18 Kerouac: Op.cit; pág. 308
4.- Conclusiones
Leer un libro como En el camino en una época como la nuestra, donde la seguridad, el orden y
el arraigo parecen haberse constituido en máximos valores y guías de la sociedad llama la atención.
Al igual que la sociedad americana tras la Segunda Guerra Mundial, la sociedad española ha alcanzado
un status al que se abraza como a una religión salvadora. Por eso la lectura de la novela de Kerouac,
cuando lo tuve en mis manos por vez primera, me impactó y me permitió ver las cosas desde otro
punto de vista, el de los vitalistas despreocupado, los subterráneos de otra gran novela de Kerouac.
Este impacto, junto con mi interés por todo lo referente a contracultura, me llevó a
decidirme por estudiar En el camino. No es mucha la bibliografía específica, aunque si es abundante
la referida a contracultura en general y a los años 60, con referencias puntuales al movimiento beat.
El movimiento beat supuso un choque de los jóvenes con la sociedad, eso es evidente. En
principio no eran más que unos pocos, todos conocidos entre si, agrupados en San Francisco a pesar
de provenir de diversas ciudades de EEUU. Con el tiempo el movimiento se fue extendiendo y, como
ya dije, misturándose con otras ideas para dar origen a la contracultura. En ello radica su
importancia histórica, al igual que para la literatura americana la importancia de los beats reside en
que rompieron la dualidad entre la literatura intelectualizada de los New Critics y el politizado
trabajo del grupo de la Partisan Review.
Hoy por hoy, extinguida la explosión beat, esta se ha integrado en la tradición occidental
como un movimiento más de los muchos. Sin embargo, la literatura beat y la segunda hornada de
escritores ya no del grupo de San Francisco pero de talante semejante, que extiende su obra hasta
mediados de los 70, y todo el movimiento cultural que se desarrolló con ellos, es, en mi opinión, la
continuación de un ciclo que enlaza el romanticismo, las vanguardias y la contracultura. Son todos
movimientos dispares pero tienen en común que supusieron una sacudida en una sociedad cansada.
En nuestros días son muchos los que siguen viviendo de añoranzas de un pasado que siempre
se mitifica y se idolatra. Cierto es que en estos momentos toda la sociedad occidental está cansada,
lenta como un dinosaurio, y parece estar esperando una nueva explosión. Pero no nos engañemos, un
fenómeno de este tipo no cambia radicalmente la sociedad, sino que aporta algunos matices, algunas
ideas, introduce algunos cambios menores que hacen cambiar en cierta manera el rumbo de una
sociedad. No es posible, cuando ese hipotético cambio llegue, si llega, pensar en que ha de ser la
continuación de aquel otro. Las ciudades que pisaron los beat no son ya las mismas, el espíritu de la
gente ha cambiado, ya no es fácil hacer autostop en las carreteras del desierto, el jazz ha perdido
su frescura y su salvajismo al intelectualizarse y ser usurpado por la generación que tenía 20 años en
los 60, que creció con esa música y que no la abandonado, integrándola en su patrimonio de clase
media. Lo que halla de llegar tendrá formas distintas, aunque quizá no sean tan
distintas las ideas.
5.- Bibliografía
Barnatán, Marcos Ricardo: Antología de la beat generation. Ed. Plaza y Janés, Barcelona,
1970
Carandell, Luis: La revolución cultural, desafío de la juventud.
Cook, Bruce: La generación beat. Ed. Barral, Barcelona, 1974
García de Cortazar, F. y Lorenzo Espinosa, J.M: Historia del mundo actual 1945-1992. Ed.
Alianza, Madrid, 1991
Giddens, Anthony: Sociología. Ed. Alianza, Madrid, 1992
Kerouac, Jack: En el camino. Ed. Anagrama, Barcelona, 1989
Maffi, Mario: La cultura underground. Ed. Anagrama, Barcelona, 1975
Racionero, Luis: Filosofías del underground. Ed. Anagrama, Barcelona, 1977
Roszak, Theodor: El nacimiento de una contracultura. Ed. Kairós, Barcelona, 1970