En Familia

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Florencio Sánchez En familia 2003 - Reservados todos los derechos Permitido el uso sin fines comerciales

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Cuenta la historia de una familia de clase media, que cayó en la desgracia económica, social y moral

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  • Florencio Snchez

    En familia

    2003 - Reservados todos los derechos

    Permitido el uso sin fines comerciales

  • Florencio Snchez

    En familia Personajes: JORGE DAMIN EDUARDO TOMASITO MERCEDES DELFINA LAURA EMILIA La accin en Buenos Aires (poca actual) Acto primero Sala bien amueblada; puertas laterales y al foro. A la izquierda, mesa escritorio. EMILIO, MERCEDES, LAURA y EDUARDO EMILIA.- Oh!... No ha de estar tan fundido cuando se hospeda en el hotel. Siempre cuesta eso! MERCEDES.- En alguna parte tena que alojarse el pobre hijo. EMILIA.- Hay tantas casas de pensin baratas! MERCEDES.- No querr llevar a su mujer a sitios que puedan desagradarla... EMILIA.- Oh! La tana pretenciosa!... Cuidado no se fuese a rebajar!... MERCEDES.- Bueno! Creo que no tenemos derecho a decir nada. Donde debi hospedarse Damin es aqu, en casa de sus padres, en su casa!... Nos hemos portado muy bien con l!... Muy bien! EMILIA.- Cmo para huspedes est la casa!

  • LAURA.- Si hubiese venido solo, menos mal!... EMILIA.- Ni solo! Quien coma es lo nico que sobra en esta casa! MERCEDES.- Y lo nico que falta es quien trabaje. EDUARDO.- Empezamos con las indirectas? Saben que me tienen harto ya? EMILIA.- Pues me felicito, hermano. De un tiempo a esta parte, aqu nadie se harta de nada. MERCEDES.- Por culpa ma, no? EMILIA.- No seora, no. Por culpa nuestra, verdad, Laura? LAURA.- Claro est! Todava no hemos encontrado un novio capaz de casarse y mantener a toda la familia. EMILIA.- Sin embargo, no deben afligirse. Hay muchos medios de buscar fortuna. MERCEDES.- Grosera! (Vase por primera derecha.) EMILIA.- Oh! Para qu empiezas? Bien sabes que no nos mordemos la lengua! EDUARDO.- Lo que digo es que tiene razn mam. Damin ha debido venir a esta casa. Lo que haba de gastar en otra parte lo gastara con nosotros y salvamos la petiza. EMILIA.- Muy bonito es vivir de limosna! Vos para los negocios tens un sentido prctico admirable. LAURA.- Limosna, no. Retribucin de servicios, en todo caso. EDUARDO.- Peor es vivir del cuento. EMILIA.- Cundo no habas de salir con alguna patochada, guarango! EDUARDO.- Para qu tanto orgullo, entonces? EMILIA.- Tengo en qu fundarlo, sabs? EDUARDO.- Miseria! EMILIA.- Vergenza y delicadeza. Todo lo que a vos te falta. EDUARDO.- Callate, idiota!

  • EMILIA.- And a trabajar!... Ser mejor! EDUARDO.- Para mantenerlas a ustedes? Para costearles los lujos y la parada?... Se acab el tiempo de los zonzos! EMILIA.- Zngano! EDUARDO.- Laboriosa! LAURA.- (Que lee un diario.) Mir, che, quin se casa!... Luisa Fernndez, con el doctor Prez. Fijate!... EMILIA.- Qu me conts! Y ya sale en la vida social? Quin le iba a decir a la almacenerita! Lo que es tener plata! LAURA.- Y el mozo es muy bien. EMILIA.- Quin sabe, che! Hay tantos doctorcitos hoy en da, que uno no sabe de dnde han salido! EDUARDO.- Eso es... despellejen... corten no ms... La diversin ms entretenida y econmica... (A EMILIA.) Dnde dejaste el mate, vos? EMILIA.- Buscalo con toda tu alma. MERCEDES.- Caramba con Jorge, que no aparece! EDUARDO.- Aguards a pap? Hoy, qu da es?... Jueves?... Carreras en Belgrano!... Espralo sentada! MERCEDES.- No puede haberse olvidado de que Damin viene esta tarde. Adems, sabe que no tengo dinero, y hay que comprar todo para la comida. EDUARDO.- Ah!... Comemos hoy? Festejando qu cosa? MERCEDES.- Uf! Son muy graciosos todos, toda la gente, de esta casa! Qu importa que nos devore la miseria, ni vivir una vida de vergenza y oprobio, debiendo a cada santo una vela, pechando y estafando a las relaciones, desconceptuados, despreciados?... EMILIA.- Despreciados, no! MERCEDES.- Despreciados, s, despreciados! Nada les preocupa, ni les quita el buen humor!... La verdad es que no s qu laya de sangre tienen ustedes. Que no hay que comer?... Nunca tan alegres y jaranistas!... Que nos embargan los muebles?... Pues viva la patria!... Que el viejo hace una de las suyas?... Han visto que tipo rico?... EMILIA.- Vea, seora: ya no se usa llorar por eso.

  • MERCEDES.- No; no les pido que lloren, sino... EMILIA.- Qu? MERCEDES.- Nada, nada... Damin no es como ustedes, no. EMILIA.- Oh! Es una monada su hijito. Si no fuera por l, no andaramos tan bien vestidos, ni pasearamos tanto, ni cumpliramos con nuestras relaciones, ni siquiera comeramos regularmente. LAURA.- (Irnica.) Ni tendramos todas estas alhajas! MERCEDES.- No tiene obligacin de mantenernos. EDUARDO.- Pero yo, s verdad?... Aqu te quera!... Para tu Damin, que est en buena posicin, sino rico, y no se acuerda de nosotros, ni un reproche... Todos me los reservs... Te agradezco la preferencia! MERCEDES.- Sabe ganarse la vida, se ha hecho un hombre, y, lejos de sernos gravoso, bastante nos ayudaba. EMILIA.- Ayudaba!... Bien dicho! EDUARDO.- Creo que yo no les hago mucho peso... Como cuando hay, duermo en un rincn, y, a veces, hasta les ayudo en las tareas de la casa... Qu ms quieren?... Adems lo he repetido hasta el cansancio... No quiero trabajar!... No quiero trabajar!... Cuando se aburran de tenerme en casa, me lo dicen... Me pego un tiro y se acab!... MERCEDES.- Ave Mara!... Muchacho!... No digas locuras, por Dios!... EDUARDO.- Y lo hago, eh?... No crean que es parada!... (A EMILIA.) Dnde dejaste el mate? EMILIA.- En el comedor. EDUARDO.- Gracias! (Vase.) Dichos, menos EDUARDO EMILIA.- (A MERCEDES.) Ah tens lo que sacs con meterte a hablar de zonceras! Al otro le vuelve la mana y es capaz de hacer una locura. MERCEDES.- Pero, qu he dicho yo?... Seor! Seor!... Por qu somos as? En esta casa, no hay un momento de paz... Ni hablar se puede... Abre uno la boca y ya estn todos con las uas prontas para tirar el zarpazo a la primera palabra. Acabaremos por odiarnos, de esta manera.

  • EMILIA.- La verdad es que cada vez nos queremos menos. MERCEDES.- Quiz no te falte razn! EMILIA.- La tengo, mam. Lo que es, para ti, el nico hijo es Damin, y de pap... ni siquiera... LAURA.- Y Tomasito? EMILIA.- Es verdad... Es su discpulo. Lo hace estudiar para calavera y lo lleva a las carreras. LAURA.- Y a la ruleta, por cbula. Es mascota el chico. (Sealando a MERCEDES que llora silenciosa.) Fjate aquello!. EMILIA.- Claro est!... Che!... Es lindo el folletn nuevo? LAURA.- Me parece una zoncera... Puede ser que ms adelante mejore. Quers el diario? Yo me voy a arreglar un poco. Esos no han de tardar. EMILIA.- Es cierto! Cmo est mi pelo? LAURA.- Bien! Pero no me gusta cmo te queda ese peinado: te hace ms gruesa. EMILIA.- Si me ayudas, lo cambio. LAURA.- Para lo que te cuesta!... Tengo que arreglarme yo primero. EMILIA.- As sos, egosta! A ver mam!... Dejate de llorar y cambiate ese vestido, que ests impresentable. MERCEDES.- Estoy muy bien para recibir a mi hijo en mi casa. EMILIA.- Hac lo que quieras! (A LAURA.) Vamos, che! (Mutis con LAURA, por segunda derecha.) MERCEDES y JORGE MERCEDES.- Pobres hijos!... JORGE.- (Por foro derecha.) No han venido? MERCEDES.- No. JORGE.- No traigo nada; ni un peso... Si Sultana no entra en la cuarta, estamos bien reventados... Le tom dos y dos.

  • MERCEDES.- Ah!... Est bueno! JORGE.- Estoy de jetta hoy. Le mand un mensajero a Gutirrez, que me prometi algo, y ni en el escritorio, ni en la casa, ni en ninguna parte se puede hallar. MERCEDES.- Y con qu cara vamos a recibirlos, despus de tanto empeo en que vinieran a comer? JORGE.- Qu hace falta? MERCEDES.- Todo! JORGE.- Si el almacenero fuera capaz! MERCEDES.- Ni me habls de eso! JORGE.- Aguard un poco!... Algn recurso ha de haber... Ah!... Pues dame la cadenita aqulla... MERCEDES.- Mi relicario? Ya te he dicho que me han de enterrar con l! JORGE.- Te aseguro que maana lo sacamos. MERCEDES.- No, y no. Con igual seguridad hemos perdido todas nuestras alhajas!... And y busc!... Conforme halls para jugarle a tu Sultana, podrs encontrar para darles de comer a los tuyos. JORGE.- Ests muy enrgica hoy. La vuelta del hijo mimado te ha dado bros. MERCEDES.- Tambin vos? Les ha dado fuerte con eso! JORGE.- No, mujer. No es reproche... (Viendo entrar a EDUARDO por segunda izquierda.) Ya ests vos con tu mate? No te lo han prohibido? Dichos y EDUARDO EDUARDO.- (Entrando.) Bah!... Es mi nico vicio! JORGE.- Te hace mal. EDUARDO.- Y a m qu me importa? Ni a ustedes!... JORGE.- Bueno, basta! EDUARDO.- Basta!

  • MERCEDES.- (A JORGE.) Vas o no vas? JORGE.- Voy por hacerte el gusto, pero no te aseguro el resultado... Hasta luego! (Vase por foro derecha.) EDUARDO.- Sablazo!... Quin es el candidato? MERCEDES.- Qu s yo! (Pausa). EDUARDO.- Querrs creer?... Hoy hice catorces veces el solitario de las cuarenta y no me sali. Tuve ganas de romper la baraja!... Y tan fcil que es, no?... (Pausa.) Y las muchachas? Se ha peleao mucho hoy la gente?... Y vos, has llorado tambin?... Se te conoce en los ojos... Son bravos esos bichitos!... Tienen una boca!... La pava sos vos. Mir: aqu slo hay dos personas dignas de lstima: nosotros. Vos porque toms la vida en serio y nadie te lleva el apunte; yo, por esta vocacin que tengo para el atorrantismo... Porque a m no me la cuenta el mdico... Yo no tengo neurastenia ni un corno, sino pereza pura... No ests de acuerdo, vos? Dichos y EMILIA EMILIA.- (Por primera izquierda.) Se fue el viejo? Trajo dinero? Qu vamos a hacer entonces?... Bonito papeln! Despus no quieren que una proteste y se subleve! MERCEDES.- No te aflijs!... Yo lo arreglar todo... No pasaremos vergenza! EMILIA.- Cmo? MERCEDES.- De una manera muy natural. Cuando venga Damin, lo llamo aparte y le pido unos pesos prestados... EMILIA.- Qu?... Qu decs?... No faltara otra cosa!... Para eso, nos hubiramos hecho invitar por ellos... No hars eso!... Eh?... Cuidadito! EDUARDO.- (Rindose.) Cuidadito! Cuidadito!... La frescura, no? (Mutis.) MERCEDES.- Lo har! Lo har! No pienso, spanlo bien, hacer la farsa con mi hijo... Le contar todo, todo, todo cuanto pasa en esta casa. EMILIA.- Te has enloquecido? MERCEDES.- Estoy muy cuerda... Todo pienso decrselo. La vida que llevamos, lo que es tu padre, lo que son ustedes... EMILIA.- Lo que sos vos tambin. MERCEDES.- S; lo que soy yo... El ms desgraciado de los seres...

  • MERCEDES, EMILIA, DAMIN, DELFINA y LAURA DAMIN.- (Por el foro con DELFINA.) Se puede? Supongo que tenemos derecho a entrar sin anunciarnos. MERCEDES.- Cmo les va, mis hijos? (Saludos.) DELFINA.- Hemos venido un poco tarde. Damin se entretuvo en sus asuntos. DAMIN.- Traa la mar de encargos y comisiones, que he querido cumplir cuanto antes, para quedar libre y dedicarles el resto del da. Y el viejo? MERCEDES.- Sali hace un instante. Vendr pronto. DAMIN.- A quien no he visto es a Eduardo. MERCEDES.- Ah anda el pobre con su neurastenia. DAMIN.- Si me hubiera ido bien, me lo llevo al Chubut. En un par de meses se pona como nuevo. (Laura entra y besa a DELFINA.) Cmo te va, Laurita? Cmo ha crecido esta chica!... Y, qu tal de novios? LAURA.- Oh!... Hay tiempo! MERCEDES.- T, Delfina, estars contenta con la vuelta a Buenos Aires. DELFINA.- No crea, no mucho. Hubiera preferido quedarme all. Trabajaba tanto Damin! Si no se hubiera encaprichado en hacer ese negocio de las Malvinas, estaramos muy acomodados. DAMIN.- Se empieza de nuevo, qu diablos! Me han ofrecido muchas facilidades para trabajar aqu. MERCEDES.- Perdiste mucho, verdad? DAMIN.- Todo lo que tena, menos la vergenza y el cario a mi mujercita. EMILIA.- Y el nuestro, entr en la quiebra? DAMIN.- Oh!... Perdn! No te resientas, vieja. S que t me sigues queriendo como antes. EMILIA.- Otra vez?... DAMIN.- No me dejas concluir, muchacha. Qu susceptibilidad! EMILIA.- No, no! Hablo en broma.

  • MERCEDES.- Delfina: por qu no te sacs el sombrero? Acompenla, muchachas! DELFINA.- Tiene razn. (Vase por izquierda con LAURA y EMILIA.) EMILIA.- (Volvindose.) Ah, mam! Ome! MERCEDES.- (Aproximndose.) Qu hay? EMILIA.- Cuidado con hacer una de las tuyas!... Te conozco... Has querido quedarte sola... MERCEDES.- (Con mal gesto.) Oh!... (Vase EMILIA por izquierda.) DAMIN.- Qu hay? MERCEDES.- Nada, hijito. Cosas de ellas!. Zonceras!... DAMIN.- (Afectuoso.) Est ms desmejorada, mi vieja. No anda bien de salud? MERCEDES.- As no ms. DAMIN.- Hay que cuidar el nmero uno. Dme una cosa... Estoy echando de menos aquel bronce que gan de premio en las regatas. Te acuerdas? MERCEDES.- Es verdad: no est. DAMIN.- Qu suerte ha corrido? MERCEDES.- Est... El bronce?... Ah!... S!... DAMIN.- Un compromiso?...Seguro que lo han regalado. MERCEDES.- S, s... regalado... (Pausa.) Decime, Damin... Quieres? Si tienes, eh? Quieres prestarme diez pesos?... Perdname, pero!... DAMIN. - Oh, qu tontera!... Tom cien... No tengo ms... MERCEDES.- No, no! Es mucho... Yo no quera incomodarte... pero tan luego hoy, que los habamos invitado, no tenamos, casi casi, ni qu poner al fuego... Las muchachas, si lo saben, se van a enojar mucho! Pero Con quin, sino con los hijos, se ha de tener confianza? DAMIN.- De modo, que estn pasando estrecheces? MERCEDES.- Peor, hijo; peor!... Una miseria espantosa, faltndonos muchas veces hasta lo ms indispensable!

  • DAMIN.- Oh! Tanto no puede ser!... MERCEDES.- Eso y mucho ms... Un da... Dos das, a mate y pan DAMIN.- Pero, Qu horror! Y cmo ha podido ser? MERCEDES.- Vaya a saberse!... Como todas las cosas de la maana a la noche nos quedamos en la calle... Jorge dice que perdi en la Bolsa, pero lo que yo creo es que nos falt cabeza a todos... Hace ms de un ao que estamos as... Mucho ms... Y lo peor no es eso... Poco a poco, hemos ido perdiendo la estimacin de las gentes. Al principio no fue nada. Se pidieron prstamos grandes, y fueron concedidos con la seguridad del reembolso. Nadie iba a pensar que tu padre, tan acreditado, fuera capaz de... DAMIN.- Comprendo. MERCEDES.- Despus, agotado el crdito, es necesario comer, y viene el expedienteo vergonzoso; no hay recurso que se desprecie por indigno, para asegurar el techo y el pan. Qu digo techo?... La casa, que es indispensable para guardar las apariencias, y t sabes muy bien que en semejante situacin los escrpulos y la vergenza son el primer lastre que se arroja del honor... Todava no me doy cuenta de cmo he podido amoldarme a semejante vida. Con decirte que yo, que tu madre, que fue siempre una mujer de orden y delicada, ha llegado hasta a robarle a una pobre gallega sirvienta. DAMIN.- Oh, mam! MERCEDES.- Hasta a robarle, s, seor, hasta a robarle a una pobre mujer los ahorros que me haba confiado. (Llora.) Dichos, DELFINA y EMILIA DAMIN.- (A DELFINA y EMILIA que vuelven.) Quieren dejarme un momentito con mam? DELFINA.- Conferencia habemos? DAMIN.- Nada grave... Ya terminamos. (Mutis de DELFINA y EMILIA.) Vamos! No se aflija, vieja! MERCEDES.- Hago mal en contarte cosas tan tristes... Podas pensar que trato de interesar tus buenos sentimientos, con propsitos egostas. DAMIN.- No, vieja... MERCEDES.- He repetido tantas veces la historia de nuestras desdichas, que necesito la salvedad para convencerme de que no estoy mendigando. Contigo no, hijo... Todo lo

  • contrario. Ya que vienes a vivir aqu, quiero prevenirte contra nosotros mismos. Por otra parte, necesitaba este desahogo... DAMIN.- Pobre viejita!... Pero, y pap y Eduardo, Qu han hecho? MERCEDES.- Nada, hijo. Tu padre, como si con el dinero hubiera perdido las energas, echarse a muerto y dejarse llevar por la correntada... En cuanto a Eduardo, enfermo y manitico, aqu se lo pasa, sin salir a la calle, levantndose de una cama para tirarse en otra. DAMIN.- Qu barbaridad!... Por qu no me has escrito dicindome la verdad? Yo dej le mandarles los pesitos aquellos a las muchachas, cuando empezaron a andar mal mis negocios, creyendo que no seran indispensables... S hubiera sabido! MERCEDES.- He mentido en perjuicio de tus buenos sentimientos, dicindoles a estos que t ignorabas nuestra miseria. DAMIN.- Oh!... Por qu hiciste semejante cosa? MERCEDES.- No me lo preguntes! Te he dicho todo lo que poda decirte. DAMIN.- Luego, reservas algo? MERCEDES.- No; nada ms, hijo mo; nada ms... DAMIN.- Bueno!... Esto no puede seguir as! Estamos, felizmente, en tiempo de reaccionar. Tranquilzate. T me ayudas, y desde hoy nos pondremos a enderezar este hogar. MERCEDES- No, no, hijo!... No te metas!... No puede ser!... DAMIN.- Ah est el viejo. Vers cmo se empieza. Dichos y JORGE JORGE.- (Por foro.) Hola, buen mozo!... Qu tal? DAMIN.- Bastante disgustado... contigo en primer trmino. Mam me acaba de contar todo lo que les pasa, y no me explico, francamente, cmo un hombre de tus condiciones no ha tenido el valor de sobreponerse a la situacin. JORGE.- conque esas tenamos? Hombre, la verdad es que me agarra sin perros tu interpelacin!... DAMIN.- No; la cosa, no va de broma... Me vas a permitir mis primeras observaciones... JORGE.- Cmo no, hijo!... Son muy largas?

  • DAMIN.- Si te ofendes, me callo. JORGE.- Preguntaba... para tomar asiento, si vala la pena... DAMIN.- Si mal no recuerdo, antes no usabas tan buen humor... JORGE.- Qu quers?... Las desgracias me han puesto as!... DAMIN.- Cnico?... JORGE.- (Alterado.) Eh?... DAMIN.- Perdn, viejo! Me molestaste y la palabra sali sola... Me disculpas? JORGE.- (Bondadoso, sentndose.) S, Damin; yo tuve la culpa... (Pausa.) Vamos a ver. Qu te ha contado Mercedes?... Que estamos arruinados? Que pasamos privaciones de todo gnero?... Es la pura verdad! Me met en especulaciones arriesgadas, y me sucedi lo que a tantos. Quise levantar cabeza y no pude, y de ah, barranca abajo... DAMIN.- Pero te has dejado derrotar de una manera bochornosa... JORGE.- Qu poda hacer? DAMIN.- Pelear; luchar. Para un hombre, perder una fortuna no debe ser un contratiempo irreparable, amigo. Adems, hay mil recursos en la vida... S no son los negocios, es un empleo. JORGE.- Y cuando ni eso se consigue? DAMIN.- Se agarra un pico, y a cavar tierra, qu diablos!... No estamos tan viejos, ni tan dbiles para no poder ganarse el pan decorosamente. Adems, t tenas la responsabilidad de toda esta familia, y no has debido permitir que descendiera a una miseria tan vergonzosa. JORGE.- Oh!... Todo eso es muy bonito, muy noble, muy honrado; tu madre me lo ha dicho muchas veces tambin; pero no se puede realizar... Cavar la tierra! And vos que no has tenido una pala en las manos, a ganarte la vida por intil. Eleg el trabajo ms fcil -cul te dir? -el de changador. El seor Jorge Acua, resuelto a vivir decorosamente de su trabajo, tiene que empezar por llevar a su familia a la pieza ms barata de un conventillo. Preguntales a la seora de Acua y a las distinguidas seoritas de Acua, si estn dispuestas a cambiar la miseria vergonzosa de esta casa por la pobreza honorable de la habitacin de un conventillo, o con quin se quedaran, entre el heroico padre changador, o el padre desgraciado, pechador y sinvergenza, que las sostiene con el decoro y las apariencias. And; preguntales. MERCEDES.- Lo que es yo de buena gana ira al conventillo.

  • JORGE.- Tal vez fueses capaz de esa abnegacin, pero ellos no. Y ltimamente... ni yo mismo! Sera una heroicidad superior a mis energas y no me equivocara mucho al decir que nadie hay tan fuerte para realizarla. Convncete, Damin: son teoras bonitas, nada ms, las tuyas. Si habr tratado de reponerme intilmente! Ahora ya ni me preocupo, porque sera perder el tiempo. Mi desconcepto es tan grande, y digo desconcepto por no mortificarlos calificndome peor, que jams podr alzarme de mi categora de vividor profesional. (Pausa.) Quedan algunos recursos... gente que no le conoce bien a uno y se deja sorprender... uno que otro viejo amigo generoso... una tanteadita al treinta y seis colorado... En fin, lo bastante para ir tirando. Que falta un da el puchero?... Maana quiz lo tengamos!... No hay criaturas en casa... Los grandes no lloran y capean el hambre con chistes. Y en cuanto a lo otro... -eso de la desvergenza y la dignidad, y qu s yo...- la costumbre es una segunda naturaleza. Se nos ha formado el callo. (Pausa.) Ahora, hijo mo, queds autorizado para aplicar la palabrita que se te escap hace un rato... Cnico era, no? DAMIN.- Muchas gracias, pap. No me atrevera a insultarte, pero te desconozco. JORGE.- Lo creo. DAMIN.- De modo que esto, a tu juicio, no tiene remedio? JORGE.- Absolutamente. Constituimos nosotros, y es mucha la gente que nos acompaa, una clase social perfectamente definida, que entre sus muchos inconvenientes tiene el de que no se sale ms de ella. Lasciate ogni speranza!... DAMIN.- Est bueno! De modo que... vamos!... dime siquiera una cosa en serio... -porque hasta ahora, si bien me has dicho muchas verdades, has estado forzando la nota del desparpajo. Dime: quieres autorizarme por un tiempo a manejar esta casa? JORGE.- Cmo no! DAMIN.- Entonces, desde este momento quedas jubilado. Tengo muy poco, lo suficiente para sostenerme hasta que pueda trabajar, pero manejado con orden alcanzar para todos. Desde maana, pues, nos vendremos a vivir ac, y ya veremos si se sale o no se sale de tu infierno. Convenidos? MERCEDES.- No hay necesidad. (A DAMIN.) T querrs conservar tu independencia, y debes conservarla. Piensa en que no eres solo. DAMIN.- A Delfina le gustara la idea, estoy seguro. MERCEDES.- Aunque le guste. Yo no puedo permitir... S, mi hijito... Si quers ayudarnos, nos pasas una mensualidad y nos arreglaremos bien. JORGE.- (Extasiado.) Djalo, mujer! MERCEDES.- No; no lo hagas; podra pesarte... Eres demasiado bueno, t.

  • DAMIN.- Sera curioso que no lo hiciera! Te aseguro, vieja, que no me impongo la menor violencia. Salvo que te contrare tenerme a tu lado... MERCEDES.- Eso no! Pero... DAMIN.- Entonces no hay ms que hablar. Dichos y EDUARDO; luego DELFINA EDUARDO.- (Con el mate en la mano.) Hola, grande hombre! DAMIN.- Adis, personaje! (Se abrazan.) Qu tal? Me han dicho que ands enfermo. EDUARDO.- Enfermo y aburrido, che. Y vos?... Te fundiste all? DAMIN.- Casi, casi. EDUARDO.- No hay vuelta, che... Estamos jetados! DAMIN.- Qu jeta, ni qu zonceras! Lo que te hace falta a vos es dejarte de preocupaciones y pensar seriamente en la vida. Vers cmo te hago pasar esa neurastenia antes de mucho tiempo. EDUARDO.- Cmo, che? DAMIN.- No te apures; ya lo sabrs, DELFINA.- (Entrando.) Termin la conferencia? DAMIN.- Con una importante resolucin. Maana dejamos el hotel y nos venimos a vivir con los viejos. Te place? DELFINA.- Cmo no?... Con el mayor gusto! EDUARDO.- Ah!... Te has resuelto a eso?... Dame esos cinco!... Sos un... hroe!... Teln. Acto segundo La misma decoracin DAMIN y DELFINA

  • DAMIN.- (Ordenando papeles.) Preocupaciones tuyas, Delfina. Cmo podran quererte mal? DELFINA.- No digo tanto, pero me doy cuenta de que incomodo. T las conoces bien a las muchachas, y si antes eran consentidas y caprichosas, la vida de estos ltimos tiempos tiene que haberlas descompuesto del todo. DAMIN.- No tan absoluto. Podra tambin haberlas corregido. DELFINA.- Siempre has sido un poquito ingenuo. Es claro que contigo van a disimular, que tratan de hacerlo tambin conmigo, pero se les conoce a la legua el fastidio. DAMIN.- Te han dicho algo? DELFINA.- Se guardaran muy bien! No pierden, sin embargo, oportunidad de hacrmelo conocer con las maneras y los gestos... Por otra parte, t procedes un poco brutalmente con ellos en tu empeo de regenerarlos, y como no pueden decirte nada, quien paga el pato yo s quin es. DAMIN.- Brutalmente? DELFINA.- A juicio de ellos, ya lo creo. Tienen demasiada vanidad para aguantar tus sermones y tus latas morales, mortificantes, hijito. DAMIN.- Ya vern! Oh, ya vers cmo se curan! Lo que les haca falta era un hombre enrgico, capaz de tenerlas en un puo. Pap no tena carcter. Un alma de Dios! La vieja, bien la conoces, dominada y subyugada al medio... Quin podra corregirlas? DELFINA.- Creo que acabarn con tu paciencia... Podrn perder el pelo, pero las maas!... Fjate Eduardo cmo te lleva el apunte!... DAMIN.- Oh!... Ese es un enfermo, un degenerado! DELFINA.- Un atorrante!... Y con poca diferencia, todos estn cortados por la misma tijera, empezando por tu padre... DAMIN.- Oh, Delfina! DELFINA.- Hay que decir la verdad, para que no te hagas ilusiones. Comprendo y justifico tus sentimientos, pero convendrs conmigo en que la misin es ms dura de lo que pensbamos, y los resultados no se ven muy claros... Oh! Quiz no pase mucho sin que tengamos que arrepentirnos de esta quijotada! DAMIN.- Dime la verdad. Te han hecho algo?. Algn desaire? Alguna grosera? DELFINA.- Te repito que no. Ya lo sabras.

  • DAMIN.- Pero empiezas a sentirte contrariada. Verdad? DELFINA.- Un poco inquieta por ti, te lo confieso, previndote una desilusin dolorosa. DAMIN.- Que venga! Yo habr hecho lo posible y nada tendr que reprocharme. Ahora bien: t, ests primero, por encima de todos. Si no te hallas a gusto, me lo dices, y a volar. No quiero ocasionarle la menor contrariedad a mi mujercita! DELFINA.- Lo s, Damin; pero por ahora vamos bien. Los mismos y MERCEDES MERCEDES.- Interrumpo? DAMIN.- Todo lo contrario. Adelante! MERCEDES.- Cre que hablaban cosas reservadas. DELFINA.- No, seora. Tenemos pocos secretos. DAMIN.- Y el viejo? No lo he visto en todo el da. MERCEDES.- Sali por la maana. DAMIN.- Tengo que reprenderlo... Se ha vuelto muy calavera... Poco se le ve en casa... MERCEDES.- Dice que tiene un negocio en perspectiva. DAMIN.- Macanas! Ya le he dicho que est jubilado. MERCEDES.- Lo necesitabas? DAMIN.- Tal vez ms tarde me haga falta... Ah!... (Llamando.) Laurita! Dichos y LAURITA LAURA.- Llamabas? DAMIN.- Terminaste las circulares a mquina? LAURA.- No; recin empezaba... DAMIN.- Caramba!... Te dije que las necesitaba temprano. LAURA. - No puedo hacer todo a la vez! La tarea de la casa me roba medio da.

  • MERCEDES.- No exageres, hija. Lo que te roba el tiempo a vos son los folletines y las novelas. LAURA.- Mejor! DAMIN.- Mejor no; peor. Es mucha desconsideracin. Muy bien que para pedir, no se quedan cortas. LAURA.- Apareci aqullo! Hermanito, si has de echarnos en cara lo que nos das, bien podras guardrtelo. MERCEDES.- Desagradecida! Retrate de ac!... Parece mentira! DAMIN.- Djala, mam! No te alteres! (A LAURA.) T te pones inmediatamente a hacer las circulares! Oyes? LAURA.- S, hombre; las estoy haciendo. Digo que por demorarme un poco no merezco tanto rezongo. DAMIN.- Est bueno. LAURA.- (Yndose.) Claro que est bueno! (Mutis.) MERCEDES.- Desgraciadas! (La sigue.) DAMIN.- Djala; no le digas nada. DELFINA y DAMIN; luego TOMASITO DELFINA.- Has visto? DAMIN.- Ah!... Las voy a enderezar. Veremos quin es ms fuerte. DELFINA.- Ingenuo! DAMIN.- Qu insolentes!... Pero qu insolentes! (Se pone a trabajar.) Oh!... Ya las vers mansitas, y suaves como un terciopelo! DELFINA.- (Se acerca por la espalda y lo acaricia.) Pobre cabecita ma! Le van a salir canas! (Lo besa en la cabeza.) TOMS.- (Por foro.) Aqu trae el mensajero esta carta para vos. DAMIN.- Gracias!... Firm el recibo. (Lee.) Del comisario de Ro Gallegos. Ha llegado hoy del Sur. Me espera aqu cerca, en la agencia. Voy a verlo. Si viene alguien a buscarme, que espere. Hasta luego!

  • TOMS.- Ya que vas salir dale el recibo al mensajero. DAMIN.- Caramba con el mocito comodn! Llvelo usted, con toda su alma! (Salen por el foro DAMIN y TOMS.) DELFINA y MERCEDES; luego EDUARDO MERCEDES.- (Entrando.) Sali Damin? DELFINA.- S, pero volver enseguida. MERCEDES.- Encontraste el anillo que se te perdi, hijita? DELFINA.- No, seora. Lo he buscado por todas partes. MERCEDES.- Es muy extrao. Dnde lo habas dejado? DELFINA.- No recuerdo bien. Creo que sobre el lavatorio, en mi cuarto. No se preocupe. Tal vez haya cado al depsito de aguas. MERCEDES.- Cmo no me voy a preocupar! El otro da, un medalln; ahora un anillo... Es mucha coincidencia! DELFINA.- Quin podra robarme? La sirvienta es de mi absoluta confianza. MERCEDES.- Damin sabe?... DELFINA.- Para qu decrselo? MERCEDES.- Bueno! No le cuentes nada. Yo tengo que aclarar eso. DELFINA.- Seora, si no vale la pena! MERCEDES.- Para ti no tendr importancia... Para m s, y mucha. No debo tolerar que se abuse de la bondad de mi pobre hijo. DELFINA.- Qu cavilaciones son esas, seora? MERCEDES.- Nada! Djame! Nada! Promteme no decirle una palabra a Damin, eh? Despus lo sabrs todo. DELFINA.- Como usted quiera, mam. (Ademn de irse.) EDUARDO.- (Entrando, a DELFINA.) Decme, cuadita: me tens miedo? DELFINA.- Yo?... Por qu?

  • EDUARDO.- Entonces, antipata... Siempre nos desencontramos. Entro a una parte, y vos vols. DELFINA.- Oh!... Qu pavada! Me voy porque tengo que hacer. EDUARDO.- No pienso detenerte. Segu noms! DELFINA.- Qu rico tipo! (Mutis.) EDUARDO.- (A MERCEDES.) Esta ya empieza a escamarse! MERCEDES.- Qu quers decir? EDUARDO.- Que nos est tomando el tiempo! No es zonza como Damin. MERCEDES.- Bueno fuera que no!... Son tan sinvergenzas ustedes! EDUARDO. - A m no me mets en danza, que no hago mal a nadie, sabs? Apunt para otro lado!.. Si todos hicieran lo que yo, esta casa sera un paraso... Pero, no. Son malos, peleadores, orgullosos, derrochadores..., y... qu s yo!... Embromarse, pues! Y les garanto que otra bolada como sta no se les presentar jams... (Pausa.) Qu tens que ests tan triste? MERCEDES.- Nada; que hasta ladrones aparecen en casa. Figrate que a Delfina le desapareci un anillo. EDUARDO.- Un anillo?... Ya s dnde est! MERCEDES.- Dnde? EDUARDO.- En el Po. Preguntale a Tomasito. MERCEDES.- Ya lo he pensado. Seguro que fue l! EDUARDO.- Naturalmente! Est muy adelantado ese chico. Vers cmo hace carrera!... Quers que lo llame? Va a ser divertido. Aguard un poco. MERCEDES.- No, Eduardo. La cosa no es para bromas. Con esos juguetes han acabado de perder al muchacho. EDUARDO.- (Llamando.) Toms!... Toms!... Tomaas!... MERCEDES, EDUARDO, TOMASITO TOMS.- (Entrando.) Eh?... No precisas gritar tanto!... Qu quers? EDUARDO.- Te llama tu madre.

  • TOMS.- (A MERCEDES.) Vos?. Qu hay? MERCEDES.- Decime, hijo: por qu no me pediste plata si necesitabas? TOMS.- Yo?... Cundo?... No entiendo! EDUARDO.- No pierdan mucho tiempo en discusiones. Las cosas se hacen derechas. Dale la papeleta a la vieja y se acab todo. TOMS.- Qu papeleta? EDUARDO.- O decile dnde lo vendiste. TOMS.- El qu? MERCEDES.- El anillo que le robaste a Delfina, sinvergenza. TOMS.- Yo no he robado nada, sabs? EDUARDO.- Bueno! Lo encontraste tirado, no es cierto? TOMS.- Digan ustedes. Se figuran que tratan con un chiquiln?... Quieren sacarme de mentira verdad? No sean idiotas, hagan el favor!... EDUARDO.- Si eres tan hombre, debs tens el valor de tus actos. Se dice: s, vieja; yo le espiant el anillo a la otra, y qu? Para algo ha de servir el no tener vergenza! TOMS.- Y por casa, cmo andamos? EDUARDO.- Buenos, gracias! Y tu familia? MERCEDES.- Por favor!... Basta!... Basta!... Basta, por Dios! A ver, t: dnde negociaste esa alhaja? Pronto! TOMS.- Te has enloquecido? Avis! MERCEDES.- Dnde est? Decmelo, porque soy capaz de contrselo todo a Damin. TOMS.- Cuidado, no me asusta ese papanatas! EDUARDO.- As me gusta!... Juan sin miedo! TOMS.- Callate, atorrante! EDUARDO.- Confes, no seas pavo! Ganars ms... La vieja te da la plata para que lo saqus y te armaste otra vez... Tens con qu divertirte!

  • MERCEDES.- Es que soy capaz de denunciarlo a la polica. TOMS.- Van a denunciar!... Ustedes tendran ms vergenza... Bueno!... Si es el que yo encontr -uno de viborita- est en Las tres bolas, vendido. No dieron casi nada!... Tanto ruido para una zoncera!... MERCEDES.- Est bien!... Fuera de ac!... TOMS.- Uno pide plata... tiene sus compromisos!... No le dan ni medio, y... es claro!... (Mutis.) EDUARDO.- Naturalmente! MERCEDES.- Perdularios!... Serv una vez para algo, Eduardo. Vestite y and a buscarme esa alhaja. EDUARDO.- Yo? No te jorobs!... No tengo tiempo!... Mandalo al chico. (Mutis.) MERCEDES.- Est bien; ir yo. MERCEDES, EMILIA y LAURA. EMILIA.- (En traje de calle.) No; no me olvido. LAURA.- Pasate por la Ciudad de Londres a preguntar por el vestido. Ya deba estar en casa. EMILIA.- Bueno! Ajusta bien el cinturn, atrs? LAURA.- Muy bien, MERCEDES.- Oh!... Y dnde vas t? EMILIA.- A pasear. MERCEDES.- Sola? EMILIA.- No; con el vigilante! Ser la primera vez que salgo sola, acaso? O tens miedo que me pierda? MERCEDES.- T sabes que a Damin no le gusta. EMILIA.- Como el seor nos acompaa tanto, puede prohibirlo!... Qu tiene de particular, vamos a ver?... Qu tiene de particular que salga una mujer sola en este Buenos Aires? Se conoce que vienen del campo, l y la gazmoa de su mujer, una doa Remilgos

  • que todo lo encuentra de mal ver, y que es, al fin y al cabo, la que le mete esas simplezas en la cabeza al otro!. La figura para darnos consejos y ensearnos lo que es bueno o malo! MERCEDES.- Ya basta, mujer! Te pregunto, simplemente, a dnde vas. EMILIA.- A las tiendas. Ests conforme? MERCEDES.- Medita un poco; no gastes mucho... No hay que tirar esa cuerda... Podra estallar y volveramos a las andadas... EMILIA.- Oh!... Perd cuidado! (Vase por foro.) MERCEDES.- (A LAURA.) Y t, hijita, a ver si concluyes esas circulares. LAURA.- S... seora! (Vase por primera izquierda.) MERCEDES y JORGE, luego DAMIN MERCEDES.- (A JORGE que entra por foro.) Ah! Viniste?... JORGE.- Ya lo ves! MERCEDES.- Es muy bonito lo que ests haciendo! Te dur bien poco la buena conducta. Dnde pasaste la noche? JORGE.- No s. MERCEDES.- En algn garito, verdad? Damin ha preguntado varias veces por ti. JORGE.- Para qu? MERCEDES.- Te precisa. JORGE.- Sabs quin ha muerto esta madrugada? El mayor Garca. MERCEDES.- Muri? Qu suerte para la pobre familia! JORGE.- No era malo. Otro desgraciado como yo y como tantos otros... Vieras qu cuadro en la casa! No tenan, materialmente lo que se llama un centavo. Algunos de los ms amigos hemos resuelto cotizarnos para el luto de la familia. (Pausa.) Cunta plata tens para el gasto? MERCEDES.- Pero, Jorge!... Es posible que hasta la memoria hayas perdido? Por quin me toms? Olvidas que nos conocemos tanto? JORGE.- Qu te pasa?

  • MERCEDES.- Venir a hacerme el cuento del to! A m, que aun no has abierto la boca y que ya te adivino lo que vas a decir. Vamos, hombre!... Confes que vienes de la carpeta, donde pasaste la noche y casi todo el da; que perdiste: que debs o quers desquitarte, y no habiendo encontrado ningn infeliz a quien estafar, te volvs a casa, a ver si yo te saco de apuros... JORGE.- Pues te ha fallado la perspicacia! No buscaba ningn pretexto. Coincidi el pedido con la noticia... Nada ms... Que he jugado, es cierto, y perd... Plata ajena... de Damin. Trescientos pesos que me entreg para hacerle un giro. MERCEDES.- Mientes otra vez! No te ha entregado nada. Te crees que no te vigilo?... JORGE.- Muchas gracias! MERCEDES.- Y he de evitar por todos los medios que te halls en ese caso. S t no tienes miramientos para tu hijo, yo s, y no consentir que lo exploten. Me has entendido? No lo consentir!... Parece mentira que sean tan miserables! JORGE.- Yo necesito dinero esta misma tarde; es un compromiso de honor. MERCEDES.- Antes de venir Damin no te preocupaba tanto ese honor... Has olvidado compromisos mayores. JORGE.- Es forzoso que los consiga. Pods ayudarme? MERCEDES.- No. JORGE.- De algn lado saldrn. Voy a recostarme un rato... Cuando regrese Damin, me despiertan. MERCEDES.- Cuidado con recurrir a l! Te repito, para tu gobierno, que si hasta hoy le he ocultado a nuestro hijo tu verdadera conducta, la menor tentativa que hagas contra l bastar para que lo cuente todo, aunque se hunda esta casa. Que no se te olvide! (JORGE vase por segunda izquierda.) DAMIN.- (Foro.) No vino nadie? MERCEDES.- Nadie... DAMIN.- Quieres llamarla a Delfina? MERCEDES.- (Inquieta.) Qu?... ocurre algo? DAMIN.- No; una carta. MERCEDES.- Ah!... (Vase por foro.)

  • DAMIN.- (Que la sigue con la vista.) Es curioso! (Ocupa su escritorio.) La pobre vieja, desde que vine vive sobresaltada por el temor de desagradarme... Pobrecita!... DAMIN y DELFINA DELFINA.- De vuelta tan pronto? DAMIN.- Ya lo ves!... Me pagas las albricias?... Te traigo una carta de Santa Cruz. Te escribe Lola. DELFINA.- Qu alegrn! Tambin Thompson escribi? DAMIN.- S; con varios encargos. La verdad es que me pone en un serio conflicto. DELFINA.- (Leyendo la carta.) Mir qu suerte! Me dice que salvaron todas sus majadas, a pesar de que los temporales han sido espantosos... (Pausa.) Ah!... Empeados en que vayamos este verano!... DAMIN.- (Buscando en el escritorio.) No has visto aquel memorndum con las salidas de los vapores para el Pacfico?... Ah!... Lo encontr... (Revsalo.) Oh! El quince sera muy tarde!... Pero no hay ms remedio!... Cmo hara, caramba?... DELFINA.- Qu te pasa? DAMIN.- Un clavo, hija! Figrate que a Thompson se le vence una letra en Montevideo y me manda pedir que se la retire. DELFINA.- No veo la dificultad. Lola me habla de eso en la carta. DAMIN.- El caso es que tendra que embarcarme esta misma tarde. DELFINA.- Te embarcas? DAMIN.- Es que no puedo... Maana es la reunin de acreedores de la famosa compaa de Malvinas, y no puedo faltar. Forzosamente debo mandar a alguien, y ya es muy tarde... Ah!... Tanto cavilar!... Al viejo!... Quin mejor que l? DELFINA.- A tu padre? DAMIN.- Naturalmente. DELFINA.- No tan natural DAMIN.- Cmo? DELFINA.- Digo, no ms. Para qu molestarlo?

  • DAMIN.- Sera bueno que no lo hiciera con gusto! (Viendo entrar a JORGE.) Aqu lo tenemos! No podas haber llegado ms a tiempo!... Dichos y JORGE. (Por primera izquierda) JORGE.- S? DAMIN.- Tienes algo urgente que hacer? JORGE.- Segn y conforme... Est... Se ha muerto un amigo mo... Era muy ntimo... el mayor Garca... DAMIN.- Y debes ir al entierro? Pues yo te necesito para algo ms importante. El finado sabr perdonarte. Estaras dispuesto a salir esta misma noche para Montevideo?... Una comisin de confianza absoluta... JORGE.- Hombre!... La verdad es que... DAMIN.- No te agrada? JORGE.- De qu se trata? DAMIN.- De un pago y varias otras diligencias sin importancia. Un viajecito rpido y entretenido. JORGE.- T no puedes hacerlo? DAMIN.- En absoluto. JORGE.- Bueno!... Cmo no?... S no hay otro remedio!... Tendra que hacer una diligencia antes. DAMIN.- No queda mucho tiempo. Una hora escasamente. JORGE.- Oh! Me despacho pronto. DAMIN.- Entonces, arreglas tu asunto y yo me voy a esperarte en la drsena. A bordo te dar todas las instrucciones... Te hago aprontar una maleta y te la llevo al vapor; as no pierdes tiempo! JORGE.- Eso es; as voy derecho. DAMIN.- No me faltes. Mir que se trata de algo muy urgente. JORGE.- (Yndose.) Perd cuidado!

  • DAMIN.- Ah!... S vas temprano y no me encuentras en el vapor de la carrera, estar a bordo del Chubut, all cerquita no ms. (Vase JORGE foro.) Felizmente, me libr del empacho... Ufff!... Lo que voy a tener que hacer esta noche para ordenar ese papelero de las desgraciadas Malvinas! (A DELFINA.) Quieres llamarme a algunas de las muchachas? Hay que preparar esa maleta. Oye!... Dale la ma; es cmoda y segura. DELFINA.- Me parece bien. (Mutis.) DAMIN, y EDUARDO EDUARDO.- (Foro.) No dej una baraja por aqu? DAMIN.- No he visto nada. EDUARDO.- Dnde la habr dejado? Se me ha ocurrido una idea para inventar un solitario, y no puedo encontrar las cartas. (Pausa.) DAMIN.- Decme, Eduardo: te gustara ir al Sur? EDUARDO.- A qu? DAMIN.- A trabajar. EDUARDO.- No me habls. DAMIN.- Bueno! A cambiar de aire, a curarte. EDUARDO.- Muy aburrido! DAMIN.- Tengo unos amigos, propietarios de un gran establecimiento. Iras all, en tu calidad de neurastnico, y te aseguro que, antes de un mes, la salud y el espritu de trabajo de aquella buena gente, te contagiara. Es tan fcil abrirse camino por all! EDUARDO.- Por lo bien que te fue a vos! DAMIN.- Porque me met en otras cosas... A que no te resuelves? EDUARDO.- No me sentara el clima. Mucho fro en el Sur. DAMIN.- Hombre: podra mandarte al Chaco... Mucho calor, verdad? Muchacho!... T no puedes continuar as, sin ms perspectivas que los cuadrados del puerto. Es una vergenza! EDUARDO.- Si te incomodo me voy de ac. DAMIN.- No digo eso. Haz la prueba. Si te aburres, te vuelves! Por el prximo vapor lo mando al chico.

  • EDUARDO.- A Tomasito? DAMIN.- Pienso sacar de l un hombre til. EDUARDO.- Para qu sirve esa moralla? Tiempo perdido! Es un canallita perfecto. La escuela de pap... DAMIN.- Hombre! EDUARDO.- Tiempo perdido! Vos siempre fuiste medio zonzo. Convencete, hermano. Dichos; DELFINA y luego LAURA DAMIN.- (A DELFINA.) Aprontan eso? DELFINA.- Ya va a estar. EDUARDO.- (A DAMIN.) Che, sabs que tu mujer me cree loco y me tiene miedo? DAMIN.- Cmo es eso? EDUARDO.- Huye de m. DELFINA.- No le hagas caso; es una broma. Le ha dado fuerte! DAMIN.- No creas que tu facha inspira mucha confianza. LAURA.- (Por el foro, con una caja en la mano.) Me han trado el vestido que me regalaste. Vas a pagar la cuentita? DAMIN.- Cmo no! Dmela. (Leyendo.) Ta, ta, ta! Esto no puede ser! LAURA.- Cmo? DAMIN.- Mi generosidad, hijita, no llega a tanto. Doscientos pesos!... Una friolera!... LAURA.- T me prometiste... DAMIN.- Y mantengo la promesa, pero no puedo costear tanto lujo. EDUARDO.- As me gusta! LAURA.- (A EDUARDO.) Atorrante! (A DAMIN.) Est... Las circulares estn prontas... DAMIN.- Me alegro mucho.

  • LAURA.- Y ahora... (Por la caja.) Qu hago con esto?. El hombre espera. DAMIN.- Lo piensas? Devolverlo, devolverlo en el acto! LAURA.- Pero es una vergenza. DAMIN.- Con vergenza y todo, se devuelve! LAURA.- (Arrojando la caja.) Muchas gracias!. (Vase derecha.) EDUARDO.- Ja, ja, ja!... DAMIN.- Quers hacerme el favor de entregar eso, Eduardo? EDUARDO.- Yo?. Bueno, s! (De mala gana.) DELFINA.- Dejselo! Pobre!... (A DAMIN.) DAMIN.- De ningn modo. Caramba con las pretensiones de la seorita! DELFINA.- No seas malo!... Djaselo! Para leccin basta con el susto!... DAMIN.- Consiento por esta vez... Y me voy... Es tarde... Tom para esa cuenta. (Le da el importe.) Hasta luego! (Vase foro.) DELFINA.- Aguarda, te dar la maleta. (Lo sigue.) EDUARDO.- (Llamando.) Laura! Laura! Ya se fueron. Ven, ven, no seas pava. LAURA.- Qu quers? EDUARDO.- (Por la caja.) Ves esto? Te lo regalo. Despus dirs que soy un inservible! LAURA.- Ah!... No lo quiero!... EDUARDO.- Qu no vas a querer!... Me empe con Damin, y ya lo ves. Tengo una influencia brbara, che! Decime. No has visto mi baraja? (Entra por el foro MERCEDES.) Mir qu paqueta la vieja!... Cualquiera dira que viene de Las tres bolas, de comprar el anillo!... Apareci la vivorita? Dichos, MERCEDES; luego DELFINA MERCEDES.- Dnde fue Damin? EDUARDO.- Yo no s.

  • MERCEDES.- Iba con una maleta. LAURA.- A la drsena, a acompaar a pap que se va a Montevideo. MERCEDES.- A qu? LAURA.- Una comisin de Damin. MERCEDES.- Es extrao! EDUARDO.- Qu rebusque para el viejo! MERCEDES.- Habl hace un rato con Damin y nada me dijo. LAURA.- Fue una cosa repentina. MERCEDES.- Con tal que no sea algn lo de tu padre! EDUARDO.- Un cuento de pap?... Qu esperanza! Es un hombre muy honrado! LAURA.- Callate, ingrato! MERCEDES.- (A DELFINA, que entra.) Aqu est Delfina, que nos sacar de dudas. Ante todo, ah tienes eso. (Le da a DELFINA un paquetito.) DELFINA.- El anillo!... Dnde lo encontr? EDUARDO.- En el suelo!... Qu casualidad que nadie lo haya pisado! MERCEDES.- Sabes qu comisin le encarg Damin a Jorge? DELFINA.- Lo mand a retirar una letra del seor Thompson. MERCEDES.- Ay, ay, ay! Por qu no me lo dijeron? Por qu no me lo dijeron?... Madre santa! Qu desgracia! (Se echa a llorar.) DELFINA.- Pero, seora... qu le pasa? Por qu se pone as? LAURA.- Ave Mara, mam! MERCEDES.- Djenme! Djenme! Dios, Dios, Dios! DELFINA.- Esto es muy alarmante, mam. Qu es lo que teme? EDUARDO.- No se puede pedir mayor respeto para un marido.

  • MERCEDES.- (Enrgica.) Oh! Esto no queda as! Hay tiempo de ir a bordo, verdad? (Intenta salir.) LAURA.- Qu locura es sa? mam? Ven ac. DELFINA.- Seora! Cmo usted puede pensar semejante disparate? MERCEDES.- Hija, tengo mis motivos... Anoche estuvo de jugada, y perdi. Hoy se vino desesperado a pedirme plata... Un hombre en esa situacin es capaz de todo. DELFINA.- Sera tan espantoso, que no cabe en lo posible. Venga para ac... Damin est con l... Clmese!... MERCEDES.- No; djenme, djenme ir. Se evitar todo! LAURA.- Qu manera de disparar! DELFINA.- Piense que ante semejante duda tendra yo mayores motivos para sentirme inquieta, y ya me ve... Venga! Venga, le digo!... No se torture en balde... Sintese... MERCEDES.- (Sentndose.) Ay!... Dios nos ampare!... EDUARDO.- Servir un consejo mo?... Bueno!... Djenla que vaya!... Mi padre es muy sinvergenza!... LAURA.- Eduardo! EDUARDO.- (A MERCEDES.) Camin!... Tal vez llegues a tiempo! (La conduce hacia la puerta.) Teln. Acto tercero La misma decoracin MERCEDES, EMILIA, LAURA y DELFINA EMILIA.- Pero qu empeo en pensar lo peor! Es cierto que la conducta de pap hace sospechosa esta demora, pero hay que descontar muchas esperanzas todava. Un accidente, una enfermedad, una prisin por error, un olvido... Pap es bastante, bastante abandonado... Hasta una broma... Puede ser una idea esta... Sabe Dios, si no ha querido, colocndose en una situacin equvoca, (A MERCEDES.) castigar tu desconfianza, y la escena que le hiciste a bordo... (MERCEDES llora.) No llores de esa manera! Qu dejaras para despus?

  • MERCEDES.- Lloro y llorar toda mi vida. No tengo la menor esperanza. Qu gran infamia! LAURA.- Podra hasta haberse muerto de repente, y como all nadie lo conoce, tardaremos en saberlo. EMILIA.- Tambin! l sufra un poco del corazn! MERCEDES.- Qu ha de haberse muerto! No tiene tanta suerte! Desgraciado!... S es un desgraciado, ms que otra cosa!... La miseria lo ech a perder. Siempre fue bueno y caballero. No jugaba; odiaba el juego... No beba... Jams faltaba a sus horas, y su mayor preocupacin era vernos siempre felices... De repente, empez a caer, y en estos ltimos tiempos ni la sombra quedaba de aquel padre de familia... (Muy afligida.) No s cmo, francamente, se puede cambiar as a las criaturas de Dios!... Y todos hemos cambiado! De m, de la Mercedes de antes, tampoco queda nada. Me puse igual o peor que l. De ustedes, no tengo derecho a decir nada... Se educaron con nuestro ejemplo... El nico sano, porque no vivi con nosotros, era el podre Damin. Pobre hijito!... Y ahora, para que no salga menor favorecido, lo arrastramos con nosotros, a la miseria y a la deshonra! (Pausa.) Pobres de nosotros!... Pobre Damin! (Llanto prolongado.) EMILIA.- Est bueno, mam; no llores as; te har dao. Aguarda al menos que se confirmen tus presagios... Clmate!... Trae un poco de agua colonia, Laura!... Y t, Delfina, podras decirle algo. Eres como un juez aqu, y la mortificas! (Sale LAURA.) DELFINA.- Yo?... Qu puedo decirle? Necesito tanto como ella de consuelos. Y adems, no podra hacer farsas. Creo, como ella, que no hay esperanzas de nada bueno. EMILIA.- Ah tens, mam, lo que sacas con tus cavilaciones. Es natural! Si los de la casa empiezan a sacar astillas, todo el mundo se cree con derecho a hacer lea. Tampoco es de buen ver que se condene a un hombre sin pruebas. DELFINA.- Caramba! En todo caso el reproche debe empezar por tu madre. Por otra parte, la posicin de ustedes no es tan ventajosa como para justificar insolencias. LAURA.- (Volviendo.) Qu hay? Qu pasa? EMILIA.- (A MERCEDES, ofrecindole un pauelo y el agua colonia que trajo LAURA.) Tom! Ten calma, pues! (A DELFINA.) Tambin es una cobarda cebarse en el dolor ajeno!... MERCEDES.- Callate, Emilia! Dejala en paz. La pobre tiene razn. Es una vctima nuestra! EMILIA.- Qu tanto vctima ni tanta humillacin! S las cosas han pasado como ustedes piensan, la vergenza no sera para nosotros solamente. Damin tambin es de la familia!

  • DELFINA.- Vergenza? Ests muy equivocada. La conducta y antecedentes de Damin, lo ponen bien a salvo de toda sombra. Ya sabr l proceder como se debe! Nadie est libre de tener por padre a un ladrn y por parientes a una banda de salteadores. Sase decente y no habr quin se atreva a echrselo en cara. EMILIA.- Oh!... Vos estabas esperando una oportunidad para mostrar tus uas! DELFINA.- Hablo porque me provocan. No aguardaba oportunidad alguna. He tratado de hacerles todo el mayor bien, pudiendo, con una palabra, disuadir a mi marido de su chifladura sentimental, mientras que en pago ustedes me sacaban el cuero... Ahora mismo estaba resuelta a callarme la boca, a pesar de la catstrofe que nos amenaza, pero, visto que no tienen ustedes ni nociones de delicadeza, les prometo que me han de or. EMILIA.- Puedes empezar... Ya nos has dicho ladrones Y salteadores... Adelante!... Mord, mord!... (Seala a MERCEDES.) Ah tens una buena presa... una mujer medio muerta de sufrimiento... Te la cedo, perversa!... Las mismas y EDUARDO EDUARDO.- (Saliendo.) Qu bochinche es ste? DELFINA.- Tus hermanitas. EDUARDO.- Oh!... Son una monada mis hermanitas! Como el padre!... (A LAURA y EMILIA.) Fuera de aqu, moralla!... (A DELFINA.) Qu te hacan, cuada? Seguro que te achacaban las culpas del robo. Para aqulla. (Por LAURA.) la lectora de folletines, eres una malvada que quiere sumir en la deshonra a una familia pobre, pero virtuosa... Esta otra (A EMILIA.) es ms Paul Bourget... Te encontrar un alma complicada, llena de recovecos... Son literatas las dos... y muy distinguidas!... Moralla!... Qu asco, no?... Y milagro que no estaba Tomasito en la reunin!... Otro!... (Cambiando.) No hay detalles nuevos? DELFINA.- Ninguno. EDUARDO.- Y Damin? DELFINA.- Por ah... buscando noticias. EDUARDO.- Ves? Ese muchacho se va a convencer recin de que es zonzo del lado izquierdo... Fjate en la vieja! Papel lucido, eh?... Qu dir Damin cuando se confirmen las cosas? Apuesto a que le da por la tragedia. (Declamando.) Oh, padre!... Estamos deshonrados!... Infeliz!... Ay de m!... (Natural.) Y la voz de la sangre, y el respeto filial, y los sacrificios honrosos, y... toda esa punta de macanas que han inventado los escritores y poetas para tener de qu ocuparse. El otro da le en un diario que no s cul poeta haba hecho mal en tratar cosas tan sagradas como la familia, el amor filial y qu s yo... Fjate cmo nos conocen los crticos... Bueno!... No me llevan el apunte?... Me voy!... Estn muy viernes santo... Me voy. (Vase.)

  • DELFINA.- Tambin yo. (Vase.) EMILIA- La insolente sa! MERCEDES.- Por qu son tan malas? Qu ganan con empeorar la situacin? LAURA.- Nosotras no la hemos buscado! EMILIA.- Debamos consentir a esa intrusa que nos pusiera por los suelos? MERCEDES.- Mientras no dijera ms que la verdad! EMILIA.- Oh!... Muy bonito! Nuestra obligacin habra sido ofrecer la otra mejilla para el cachete, no? MERCEDES.- No hablemos ms. MERCEDES, EMILIA, LAURA y DAMIN; luego DELFINA y EDUARDO DAMIN.- (Por el foro.) Nada! MERCEDES.- Nada, hijo mo? DAMIN.- He ido a la agencia. En la lista de pasajeros no est el nombre. Es seguro que no ha vuelto. Tambin, si nos ha hecho pasar estas angustias por dejado, as ser la reprimenda. Y Delfina? MERCEDES.- En su cuarto, supongo. DAMIN.- Est muy afligida? MERCEDES.- Cmo no, hijo! Como todos nosotros... Ah! Si me hubieras escuchado cuando fui a buscarlo a bordo, nos ahorraramos tanta inquietud... No me hiciste caso, y estamos sufriendo las consecuencias... DAMIN.- Cmo hacerle una ofensa tan grande al pobre vicio? Decirle: pap, no tengo confianza en usted, qudese... Eso, nunca! MERCEDES.- Fue demasiada buena fe la tuya. DAMIN.- Pues, a pesar de todos tus recelos, y de ese empeo que te noto, de prepararme a bien morir, no acabo de inquietarme del todo. MERCEDES.- No debes hacerte ilusiones. Piensa en lo malo.

  • DAMIN.- A no ser por tus confidencias, sobre la aficin al juego de pap, te juro que estara lo ms fresco. Por qu no me contaste eso antes, cuando llegu, al enterarme de tus desdichas? Si algo triste me sucede, no tendr que hacerte ms que ese reproche. MERCEDES.- No quise aumentar tu disgusto. Pens poder corregirlo. DAMIN.- Y dnde jugaba? MERCEDES.- Vaya uno a saberlo!... En tantas partes!... (Pausa.) Decime, si hubiera ocurrido la desgracia, tendras cmo reponer eso? DAMIN.- No, mam; ni la mitad. Ser una deshonra completa! MERCEDES.- Oh, qu desgracia! (Llora de nuevo.) DAMIN.- No me hagas acordar de eso, porque entonces s que me... que me... no ves?... Ya estoy todo nervioso... Sera horrible! Una cosa sin levante!... (Llaman.) Qu?... Llaman?... MERCEDES.- Corro a ver. (Sale. DAMIN se pasea nervioso. Mercedes volviendo.) Un telegrama! Un telegrama! (Se lo da.) Oh, gracias a Dios! DAMIN.- Vamos a ver. MERCEDES.- Abrilo pronto! Pronto! DAMIN.- (Como indeciso.) Vaya!... Me da... un... no s qu!... DELFINA.- (Que con EDUARDO ha acudido a las voces.) Tra para ac, flojo! (Le arrebata el despacho. Lee.) Letra Thompson no ha sido retirada. MERCEDES.- Ay, Dios santo! (Cae abrumada sobre una silla.) DAMIN.- (Demudado.) Permitime un poco ese despacho. (Lee.) Letra Thompson no ha sido retirada... De modo... De modo... Que... Es cierto? Es cierto?... Pero... Pero... pero... Ah!... No puede ser!... Al viejo le ha sucedido algo!... Estoy en hora... Me voy a buscarlo a Montevideo... Quin sabe si no est enfermo!.. Ah, s, me voy!... Mi sombrero!... Dnde est?. Mi sombrero! (A voces.) Mi sombrero, he dicho! DELFINA.- Tomalo. (Se lo da.) DAMIN.- Adis! DELFINA.- Escchame. Piensa un poco lo que has de hacer. No te precipites. DAMIN.- Pero, hija; Cmo quieres que no me precipite si est en juego nuestro porvenir?

  • EDUARDO.- Haceme caso. No vayas a Montevideo. Perderas el tiempo. El viejo est aqu. DAMIN.- Cmo lo sabes? Lo has visto? EDUARDO.- Lo conozco. No se ha ido. DAMIN.- (Alterado.) Pero Cmo no se va a ir, si yo estuve con l a bordo, hasta el ltimo momento? EDUARDO.- S lo que te digo. Tena un metejn por ah... Baj del vapor, atrs tuyo, fue a pagarlo; despus se meti a jugar por ver si cubra el dficit, y la plata se le hizo humo. Vers cmo aparece hoy o maana. En cuanto no tenga con qu dormir en el hotel, se viene a rondar la casa para entrar cuando est seguro de no toparse contigo. DAMIN.- De modo que t tambin ests convencido de que me ha estafado? EDUARDO.- Quin podra dudarlo! DAMIN.- Y dime, T concibes que haya en el mundo gente tan infame? EDUARDO.- (Silbando.) Fo!... Resmas, che! DAMIN.- Y padres tan desalmados, tan indignos, tan bellacos? EDUARDO.- Abundan igualmente. DAMIN.- Pues yo no me convenzo. Hay cosas que no caben dentro de la envoltura humana. Y esta es una de ellas! Al viejo le ha pasado algo y yo debo encontrarlo. EDUARDO.- Dnde? DAMIN.- No s. En algn lado... En la calle. En la polica... En un hospital... DELFINA.- Damin! DAMIN.- No se inquieten. Volver. (Vase por foro. DELFINA llora.) EDUARDO.- Venga, cuada, venga! La acompao... No crea que estoy loco. Tal vez sea el ms cuerdo... Qu asco! No? (Vase con DELFINA por segunda derecha.) MERCEDES, LAURA y EMILIA; luego JORGE LAURA.- (A EMILIA.) Y ahora, che, Qu ser de nuestra vida? EMILIA.- Ritornamo al antico.

  • LAURA.- Pero pap es un sinvergenza! EMILIA.- Qu sinvergenza ni sinvergenza! Es un infeliz! Ms canalla es este otro, que siendo rico, nos ha dejado hundidos en la miseria! Acaso el pobre viejo, que ha sacrificado la mitad de su vida para educar y hacer gentes a ese par de ingratos, no tena derecho a exigirles en recompensa que le proporcionaran una vejez decorosa? Ellos son los bellacos!... Uno atorrante: el otro es un bruto egosta y tacao. Linda esperanza de padres!... (Se va rezongando. LAURA la sigue, por izquierda. A poco entra JORGE por el foro, derrotado, avanzando con alguna cautela.) MERCEDES.- (Vindolo.) Vos!? (Corre hacia l.) Jorge!... De dnde vienes?... Qu es lo que has hecho?... Jorge!... JORGE.- Djame. No me preguntes nada. Lo hecho, est hecho, y se acab. MERCEDES.- Has tenido el valor de cometer una infamia tan horrible? JORGE.- No me digas nada. Qu sacamos con hacer escenas? Escandalizar sin provecho. Damin sabe ya? MERCEDES.- No, no lo sabe. Se lo he dado a entender, pero no quiere creerlo. No concibe un padre tan malvado. Ha salido a buscarte. JORGE.- Tendr para reponer eso? MERCEDES.- No; me lo acaba de confesar... Nada!... Dice que sera su ruina y su deshonra. Ya lo ves!. Dinero ajeno... Lo culparn a l... JORGE.- Si es as, me queda un medio de salvarlo... MERCEDES.- Cul? JORGE.- Pegarme un tiro. JORGE.- No! No! Jorge! Una locura no se enmienda con otra! JORGE.- Se lo tendr que pegar l, entonces. MERCEDES.- (Horrorizada.) Mi hijo!... Oh! No! Por qu sos tan cruel? Por qu me dices esas cosas tan brutales? No hay necesidad de que se mate nadie. Se ha hecho el dao?... Pues a sufrir las consecuencias!... No va a pasar nada, verdad? Promtemelo, Jorge! Dame ese consuelo a cambio de todo lo que me has hecho sufrir! JORGE.- Quedate tranquila!... Depende de cmo torne el otro las cosas... Yo me voy a meter en la cama... Van tres noches que no duermo, y no puedo ms... Hablale a Damin...

  • Yo no tendra cara para presentarme ante l... Contale todo... Que juego... Que soy un vicioso incurable, y que... que... y que he abusado vilmente de su confianza... MERCEDES.- Qu golpe para el pobre muchacho! JORGE.- T puedes encauzar bien la situacin, de manera que el otro no las torne por un lado muy trgico. Ahora, si no lo consigues, tendrs que resignarte a aguantar mi sacrificio... MERCEDES.- Oh! Si depende de m, te juro que todo se arregla... JORGE.- Ojal! No puedo ms de fatiga! (Se aleja.) MERCEDES.- S, acostate. (Detenindolo.) Permteme una cosa. (Lo registra cuidadosamente a fin de cerciorarse si tiene armas.) Sin esto, no estara del todo tranquila. (Mutis JORGE por primera derecha.) MERCEDES, luego DAMIN, despus DELFINA MERCEDES.- Ahora al otro. (Revisa los cajones del escritorio y saca un revlver. Al huir con l tropieza en la puerta del foro con Damin que entra.) DAMIN.- Qu es eso? Qu vas a hacer con esa arma? Traiga eso ac! (Se lo arrebata.) MERCEDES.- No! Dmelo, Damin!... No iba a nada... Quera esconderlo, porque tengo mucho miedo. DAMIN.- Miedo de qu? MERCEDES.- No s... Por favor, dmelo!... Me morira de pena! DAMIN.- Tmalo. (Se lo devuelve.) Dnde est mi padre? MERCEDES.- Ya sabes? DAMIN.- Dnde est, pregunto? MERCEDES.- El no se atreve... Me encarg que te lo dijera... Todo se ha perdido!. No vayas a perder la cabeza, hijo mo. DAMIN.- Dnde est, pregunto? Se que ha llegado y quiero verlo. DELFINA.- (Por segunda derecha.) No te alteres, Damin. No remediaremos nada. Ven, sintate. Vaya a llamarlo, seora. DAMIN.- Y qudese usted. Djenos solos.

  • MERCEDES.- Voy enseguida. (Vase primera derecha.) DAMIN.- Has soado una cosa igual, Delfina? DELFINA.- Es horrible, pero no irremediable. Thompson es muy caballero y sabr comprender tu situacin. Yo le escribir a Lola tambin... DAMIN.- (Anonadado.) Horrible! Horrible! Horrible! DELFINA.- Sera mejor que nos furamos a Santa Cruz por el primer transporte No te desesperes as! (JORGE asoma tmidamente.) DAMIN, DELFINA y JORGE DAMIN.- (A JORGE, que sale y permanece alejado.) Adelante, seor!... No tenga vergenza! Cuando has tenido el descaro de venir a esta casa, te supona con la comedia preparada. Avanza, pues... O esperas que vaya a recibirte? JORGE.- (Rehacindose.) Qu tienes que decirme? DAMIN.- Hombre, nada! Nada grave! Pedirte perdn por esta molestia que te causo... Ests borracho? JORGE.- Tal vez. No sera difcil. DAMIN.- Cuidado con exasperarme con tus respuestas, porque no respondera de m! JORGE.- Los jueces, no pierden la calma. DAMIN.- T no te das cuenta exacta de todo el mal que me acabas de hacer? JORGE.- Exactsima. Tanto que podra economizarte todo el interrogatorio, repitiendo las preguntas que yo mismo me he dirigido antes de cometer el crimen, mientras lo cometa, y despus de realizado. Todo fue con deliberacin, y consciente. Te hara ahora mismo un alegato de bien probado, con la certeza de impresionarte. S que no podrs reponer la plata ajena robada, la que yo acabo de robarte, y como de algn modo debes justificarte, me pongo por completo a tu disposicin. DAMIN.- Para qu? JORGE.- Te ofrezco un suicidio. DAMIN.- Que te has de matar! Es un nuevo recurso. Pretendes impresionarme, verdad? Te equivocas de medio a medio... El que pens matarse hasta hace veinte segundos fui yo. Yo! El inocente! Pero desist, al verte en ese tren de envilecimiento cnico! Para los hombres como t, hay un solo castigo: la crcel. Y t, en la crcel por robo, o sea el hecho de que yo haya entregado a mi padre a los tribunales para que lo condenen, ser mi

  • justificacin ms cabal. Hemos terminado. Si es cierto que te pones a mi disposicin debes marchar en el acto a la polica... En el acto!... Ya!... Ya!... (JORGE se va al foro sin decir palabra. DAMIN mantiene un gesto final imperativo. JORGE, antes de irse, vuelve la cara resignada y decidida y vase.) DELFINA.- (Dulcemente.) Damin! DAMIN.- Oh, Delfina! Tengo ganas de llorar! De llorar a gritos!... (Se deja caer, sollozando, en una silla.) DELFINA.- (Acaricindolo.) S, llore, llore mucho, mi pobre Quijote!... Teln lento

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