SERIE DE LOS JÓVENES INTÉRPRETES

ENSAMBLE DE VIOLONCHELOS DE MEDELLÍN (Colombia)

Martes 2 de abril de 2014 • 3:00 p.m. Honda, Cámara de Comercio de Honda

Jueves 3 de abril de 2014 • 7:30 p.m.Bogotá, Sala de Conciertos Biblioteca Luis Ángel Arango

TOME NOTA• Los conciertos iniciarán exactamente a la hora indicada en

los avisos de prensa y en el programa de mano. Llegar con media hora de antelación le permitirá ingresar al concierto con tranquilidad y disfrutarlo en su totalidad.

• Si al momento de llegar al concierto éste ya ha iniciado, el personal del auditorio le indicará el momento adecuado para ingresar a la sala de acuerdo con las recomendaciones dadas por los artistas que están en escena.

• Agradecemos se abstenga de consumir comidas y bebidas, o

fumar durante el concierto, con el fin de garantizar un ambiente adecuado tanto para el público como para los artistas.

• Durante el transcurso del concierto por favor mantenga

apagados sus equipos electrónicos, incluyendo teléfonos celulares, buscapersonas y alarmas de reloj. Esto ayuda a crear un ambiente propicio para disfrutar la música.

• Por respeto a los derechos de autor de los compositores e

intérpretes, no está permitido realizar grabaciones de audio o video ni tomar fotografías durante el concierto.

Los conciertos realizados en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango están autorizados por laDirección Administrativa de la Secretaría de Gobierno de Bogotá, mediante la Resolución 071 del 14 de

febrero de 2014.

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Tatiana Marcela Pérez, Daniel Esteban Arango, Juan Sebastián Forero y Santiago Bernal. Conformado por violonchelistas destacados de la ciudad, el Ensamble Violonchelos Medellín (EVM) nace a principios del 2011, fruto del deseo constante de explorar las posibilidades técnicas y sonoras del violonchelo en el campo de la música de cámara.

Esta agrupación ejecuta géneros musicales que abarcan los periodos Barroco, Clásico, Romántico y Contemporáneo, con un enfoque especial en la música iberoamericana y colombiana.

El ensamble ha ofrecido conciertos en el marco del Festival Internacional de Música de Medellín y el Festival Sinfónico de Pereira y también ha realizado diversas presentaciones fusionando danza y música en vivo.

En 2013 realizó el estreno mundial de las obras Sombra y luz y Mamarracho de los compositores colombianos Andrés Posada y Víctor Agudelo, respectivamente, en el marco de Festichelo, festival realizado en la Universidad EAFIT en 2013.

*** Queremos dar nuestros más sinceros agradecimientos al maestro Javier Arias, quien nos ha brindado todo el conocimiento necesario para llegar al punto a donde hemos llegado; también queremos agradecer a Andrés Posada y a Víctor Agudelo por componer las obras que ofreceremos el día de hoy.

2INTERMEDIO

MICHAEL CORRETTE (1707-1795)

BRYAN KELLY (n. 1934)

VÍCTOR AGUDELO (n. 1979)

ANDRÉS POSADA (n. 1954)

FULGENCIO GARCÍA (1880-1945) Arreglo: Tatiana Pérez

Le phoenix Allegro

AdagioAllegro

Tres piezas españolas

Mamarracho

Sombra y luz

Gata golosa

CONCIERTO No. 24

PROGRAMA

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CINCO FORMAS DE JUGAR

Notas al programa por Carlos Páramo

La edición de 1734 del Diccionario de la Real Academia, aquella conocida como “de autoridades”, define así, entre varias acepciones, la palabra “juego”:

Exercicio de recreo o entretenimiento honesto… Se toma muchas veces por burla que se hace a alguno… Vale tambien aquella disposición con que están unidas dos cosas, de modo que sin separarse puedan tener movimiento… Tómase tambien por el mismo movimiento. Significa assimismo la conveniencia o orden, con que están dispuestas o colocadas algunas cosas, de modo que se correspondan… Se toma tambien por número determinado, entero o cabal de alguna cosa… por el uso de las palabras, en diversas significaciones, o en sentido equívoco.

Justo por entonces, hacia 1734, trabajaba el ruanés Michel Corrette (o Corette) (1707-1795) en un particular concierto pour quatre violoncelles, violes ou bassons et basse continue en ré majeur —eso es, para cuatro violonchelos (aunque entonces en castellano se les llamara “violoncillos”), violas da gamba o bajones (antecesores de los fagotes decimonónicos)— que, con arreglo al gusto de la época, respondía al nombre, entre poético, juguetón y sibilino de “El fénix”, y que vino a publicarse en 1738. Escrito en réplica a la puesta en boga de los conciertos de Vivaldi en París, y en particular de lo que allí conocían como sus Saisons amusantes —ni más ni menos que “Las cuatro estaciones”—, esta obra de Corrette jugaba literalmente con las expectativas de su entonces nutrida audiencia, conciliando un arte a poco de extinguirse, como lo era el de la viola da gamba versallesca, y el último grito de la moda veneciana, el concierto para cuerdas. A este último lo imitaba en su estructura de tres movimientos: dos exteriores llenos de impulso, ciertamente amusantes —emocionantes—, y uno central marcado adagio, homofónico y cantabile. Le Phénix se hallaba pensado para lo que en ese contexto se conocía como jeu de violes (“juego de violas”), pero, como lo rezaba el título, admitía ya la preeminencia de ese advenedizo, el violonchelo, que por su expansiva popularidad demostraba haber desterrado a la gamba, por cierto en un número importante de conciertos para chelo solo del mismo Vivaldi. De hecho, esta pieza bien puede ser considerada como la primera genuinamente concebida para ensamble de violonchelos, proveniente además de quien fuera el primer tratadista importante sobre el instrumento. Tal vez a eso aludiera entonces el título: a la viola da gamba que, como el ave mítica, renacía de las cenizas, hecha violonchelo.

Así pues, con “El fénix” de Corrette el juego de violas transmutaba en juego de chelos; juego, de nuevo, en buena parte de sus acepciones: como conjunto (ensemble en francés), como movimiento, como un diálogo inteligente entre pares. Como algo divertido: al mismo tiempo espontáneo y determinado por

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reglas, a veces burlón y esencialmente amable. En últimas, como eso que originalmente implicaba conciliar y ponerse de acuerdo, es decir, concertar. Si bien la música compuesta para ensamble de chelos está lejos de ser cuantiosa, desde Corrette en adelante, creadores originales y heterodoxos han percibido la particular connotación de este tipo de agrupación que propicia justamente eso: el juego. Tal es el caso del juego de las Tres piezas españolas, compuesto en 1977 por el oxoniense Bryan Kelly (n. 1934), para cuarteto expandible de chelos. En un tiempo más bien breve, se desarrolla una obra de gran pulsión dramática, de evocaciones sutilmente mediterráneas, también algo melancólica y sobre todo reminiscente —sin que la alusión sea deliberada— de esa otra gran obra, antecesora suya por 47 años, que es la Bachiana brasileira No. 1 de Heitor Villa-Lobos.

Muy distinta quizá en su acerbo y aspiraciones, pero hermanada en ritmo y espíritu travieso, es la célebre Gata golosa del bandolista purificense Fulgencio García (1880-1945), compuesta hacia 1912. Originalmente titulada como Pasillo Soacha, vino a asociarse, por razones no del todo claras, con el nombre de un establecimiento social ubicado en las goteras de la Bogotá del Centenario, regido por un francés y frecuentado por toda suerte de exponentes del bajo mundo santafereño, desde los poetas de la Gruta Simbólica hasta veteranos de la Guerra de los Mil Días. De hecho, el lugar se hizo célebre como chichería y lo que entonces daba en llamarse una “casa de lenocinio” —un burdel, para ser más claros— cuyo nombre original gálico era La gaîté gauloise, lo que igualmente podía traducir “La alegría francesa” o algo así como “El goce picante”(Con ese mismo juego de palabras circulaba en Francia una revista de contenidos subidos de tono). Como fuera, también aludiendo a otras tantas ambigüedades, y con ese humor repentista del que hizo gala la generación del Centenario, su aclimatación fonética vino a producir “La gata golosa”: felina glotona y vagabunda, ciertamente, pero también golosa como ese juego de calle en el que alegremente se salta entre el cielo y el infierno. De más está decir que Fulgencio García la compuso originalmente para un conjunto andino de cuerdas, pero igualmente valga anotar que de seguro no hubiera puesto el menor reparo a que su entrañable pasillo se adaptara al ensamble que fuera, para no ir más lejos, a aquel variopinto de pianistas, flautistas, trompetistas o, por qué no, chelistas, que convergía y mudaba noche tras noche en el local de marras.

Las otras dos obras colombianas que incluye este programa, también enseñan sendas formas de jugar. Ambas fueron estrenadas en el Festichelo organizado en 2013 por la Universidad EAFIT. Sombra y luz de Andrés Posada y Mamarracho de Víctor Agudelo —los dos compositores nativos de Medellín, y hoy en día notables exponentes de dos generaciones de

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su vida académica y musical—, lo expresan en sus respectivos títulos: la primera, compuesta en 2007 por comisión del chelista peruano Jesús Castro-Balbi, es un poético, casi místico juego de contrastes, un baile entre la opacidad de su primer movimiento “sombrío y doloroso” y su colofón “enérgico y luminoso”. La segunda alude a un ser que, cuando dibujado, nace del trazo libre, espontáneo. Pero mamarracho es también, de cara a su origen lexical, un ser extravagante; tanto más, un bufón: alguien cuya burla y cuyas monerías siempre tienen algo inquietante. Esta obra aforística, de gran acumulación temática, permite imaginar en su entrecortado tema abambucado cualquiera de las dos, o ambas situaciones. O, si lo pensamos de cara al hecho de que desde su origen fue compuesta para ensamble de chelos, bien le cuadra la forma en que el Diccionario de autoridades define juego de manos: “Las acciones festivas y de burla, con que uno juega con otro: especialmente quando intervienen golpes”.

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