Ensayo Final de cp

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Ensayo final Docente Romeo Grompone Alumna Carla Toche Casalino Luego de un curso sobre Estado en América Latina considero importante aprovechar este ensayo para reflexionar sobre dos puntos que considero relevantes para los estudios en el campo de la ciencia política en el Perú. Quisiera abordar tanto la formación del Estado y el fenómeno populista primero, porque son dos materias que siguen siendo puntos de debate lo que evidencia lo vigente que sigue siendo problematizar tales temas para comprender la sociedad, las instituciones y las relaciones entre el estado y los ciudadanos 1 y, segundo, porque lo dicho hasta ahora, desde el Perú, tiene poco análisis politológico y más sociológico, historiográfico, etc. Con esto no quiero decir que el presente ensayo será la pauta desde donde partirá el análisis politológico de la formación del Estado y del fenómeno populista en América Latina pero sí podría empezar a ser un humilde antecedente para los análisis posteriores que se realizarán. En este sentido, para abordar estos temas utilizaré a Fernando López Alves, en lo que respecta a la formación del Estado y Carlos Vilas y Francisco Weffort para hablar sobre el fenómeno populista. Antes de empezar a desarrollar los temas quisiera, primero, explicar la razón por la cual he decidido abordar ambos y no uno solo u otros temas referente al Estado en América Latina. Resulta que si vemos que la formación del Estado en América Latina se dio como consecuencia de un fuerte vinculo entre los civiles y los militares, un rol activo de los partidos políticos y las Fuerzas Armadas, las guerras locales entre las clases rurales, las movilizaciones de estas a la ciudad y, sobre todo, el hecho que la formación del Estado no fue un hecho dado de modo ordenado en el tiempo de pasos consecutivos sino, por el contrario, de modo paralelo, desordenado, quizás, a la formación y fortalecimiento de nuevas instituciones, grupos sociales y fuerzas políticas y, por el otro lado, al fenómeno populista como aquel fenómeno que surge en la transición de viejos poderes hacia nuevos poderes, reflejado en la movilización masiva del 1 Quiero decir “los ciudadanos y las ciudadanas” pero por fines prácticos escribiré en un solo género

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Ensayo final

Docente Romeo Grompone

Alumna Carla Toche Casalino

Luego de un curso sobre Estado en América Latina considero importante aprovechar este ensayo para reflexionar sobre dos puntos que considero relevantes para los estudios en el campo de la ciencia política en el Perú. Quisiera abordar tanto la formación del Estado y el fenómeno populista primero, porque son dos materias que siguen siendo puntos de debate lo que evidencia lo vigente que sigue siendo problematizar tales temas para comprender la sociedad, las instituciones y las relaciones entre el estado y los ciudadanos1 y, segundo, porque lo dicho hasta ahora, desde el Perú, tiene poco análisis politológico y más sociológico, historiográfico, etc. Con esto no quiero decir que el presente ensayo será la pauta desde donde partirá el análisis politológico de la formación del Estado y del fenómeno populista en América Latina pero sí podría empezar a ser un humilde antecedente para los análisis posteriores que se realizarán.

En este sentido, para abordar estos temas utilizaré a Fernando López Alves, en lo que respecta a la formación del Estado y Carlos Vilas y Francisco Weffort para hablar sobre el fenómeno populista. Antes de empezar a desarrollar los temas quisiera, primero, explicar la razón por la cual he decidido abordar ambos y no uno solo u otros temas referente al Estado en América Latina. Resulta que si vemos que la formación del Estado en América Latina se dio como consecuencia de un fuerte vinculo entre los civiles y los militares, un rol activo de los partidos políticos y las Fuerzas Armadas, las guerras locales entre las clases rurales, las movilizaciones de estas a la ciudad y, sobre todo, el hecho que la formación del Estado no fue un hecho dado de modo ordenado en el tiempo de pasos consecutivos sino, por el contrario, de modo paralelo, desordenado, quizás, a la formación y fortalecimiento de nuevas instituciones, grupos sociales y fuerzas políticas y, por el otro lado, al fenómeno populista como aquel fenómeno que surge en la transición de viejos poderes hacia nuevos poderes, reflejado en la movilización masiva del campo a la ciudad y una fuerte articulación entre estos poderes, las instituciones, los partidos políticos y el líder populista podremos, entonces, encontrar un contexto donde el Estado sigue en plena formación y que tal movimiento genera la posibilidad a que el populismo permita la incorporación de las clases populares a la vida política institucional.

Un intenso proceso de movilización social, una acelerada urbanización, un desarrollo económico de tipo extensivo y la consolidación del Estado nacional y su ampliación en el campo económico ayudarán a observar el fenómeno populista como un fenómeno que surge desde el proceso de formación del Estado dentro de su faceta hacia la modernización de este, usando como puntos de encuentro la movilización de masas, las fuerzas armadas como el canal que vincula la sociedad civil al Estado y el impacto que tiene el cambio económico para ambos casos.

Empecemos. La tesis de López Alves con respecto a la formación del Estado es que “siempre que los partidos políticos o las fuerzas armadas tomaron un rol más activo en la creación de las instituciones durante el proceso de formación del Estado, los regímenes resultantes fueron

1 Quiero decir “los ciudadanos y las ciudadanas” pero por fines prácticos escribiré en un solo género

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más o menos democráticos.” Si pensamos, bajo esta línea, que la incorporación de las fuerzas armadas y partidos políticos a la estructura del Estado le confirieron a este alto nivel de burocratización, entonces sería correcto afirmar que, como consecuencia, la forma de centralizar el poder y el alcance de su autonomía iban a diferir gradualmente según cada Estado. En otras palabras, el autor permite afirmar que las relaciones cívico – militares son el núcleo de la construcción del Estado. Tal variable, sin embargo, va a depender mucho de cómo los conflictos internos y externos tendrán sus alcances que en la movilización rural.

Esta visión permite afirmar que “la guerra y acción colectiva de los campesinos fueron motores centrales en los procesos d institucionalización” ya que ayudaron a agilizar la construcción del ejercito central, al surgimiento de nuevas clases sociales y la aparición de organizaciones civiles. Estos logros fueron determinantes para la formación del Estado y el sentido de nacionalidad entre poblaciones diferentes. De esta forma, el autor se enfocará en el impacto que tuvo la guerra en las clases sociales, instituciones y coaliciones. Este enfoque resulta pertinente ya que en América Latina el Estado surgió a través de invasiones y guerras y la combinación de estas con las movilizaciones rurales. De esta manera, se entiende la idea principal del autor: “fue el tipo de movilización rural, más que su economía, lo que dio forma a los partidos políticos, modifico los sistemas de relaciones laborales y a menudo puso los límites de la capacidad estatal”. Así, podemos afirmar que, para López Alves, fue el tipo de guerra, más que su frecuencia, lo que delineo la formación de cada estado latinoamericano.

Ahora bien, Con el populismo en América latina, este sirve para definir, para Vilas, un tipo de régimen o movimiento político. Este implica articulaciones inestables de intereses que surgen según los sectores de las clases dominantes con las fracciones emergentes urbanas de las clases populares. Esta articulación se encuentra enmarcada dentro de un contexto donde el populismo permite la incorporación de las clases populares a la vida política institucional, un intenso proceso de movilización social, una acelerada urbanización, un desarrollo económico de tipo extensivo y la consolidación del Estado nacional y su ampliación en el campo económico. De esta manera, podemos afirmar que el populismo presenta características especificas dentro de un desarrollo socio económico y político de la región, las cuales ayudan a comprender, además, procesos de formación de las clases, sobre todo la clase obrera. Otra característica que se debe observar es la forma en la que el capitalismo se desarrollo dentro de la región y con esto el tipo de estructura que engendro dentro del régimen social y político dentro de los marcos de la sociedad oligarca del momento.

El contexto que se presenta es el de la constitución de un Estado moderno y el de una economía orientada al mercado internacional, la afluencia masiva de migración europea, la cual contribuyo a las capas medias y proletarias urbanas y la influencia que aquella migración tuvo para aportar en las bases orgánicas de las luchas obreras y la cultura política de los trabajadores.

La región fue espacio donde se percibió un crecimiento industrial sin industrialización, lo cual reforzó la diferenciación y movilización social. La crisis de 1929 desarticulo al sistema exportador y creo condiciones en algunos países para sustituir su producción hacia una producción local. En estas condiciones, el Estado asumió un papel dinámico en la promoción de los equilibrios alterados por la crisis, sobre todo ante grupos tradicionalmente fuertes que

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ya no tenían el control para imponer sus intereses y un grupo emergente que carecía de fuerza y recursos para presentar sus intereses ante la sociedad. En otras palabras, se presentó una crisis de hegemonía.

En este sentido, es que el autor propone observar el populismo como un movimiento de masas que aparece en el centro de las rupturas estructurales que acompañan a la crisis del sistema capitalista mundial y a las crisis de las oligarquías latinoamericanas. También puede ser visto como la respuesta a una crisis de hegemonía (en tanto de dirección política) en el marco de una crisis del sistema capitalista y de las presiones por impulsar la industrialización. Por esto, esta crisis, digamos, que motivo a la instauración de un estilo político de dominación que incluyó, por un lado, la manipulación de las masas y, por el otro lado, algún grado de satisfacción de sus intereses económicos y sus aspiraciones sociales y políticas. En otras palabras, el fenómeno populista implico, claramente, un sustituto a una hegemonía de clase inexistente, dado que la crisis internacional creo condiciones propias para el cuestionamiento del poder de la oligarquía.

Con respecto al vínculo con las Fuerzas Armadas y los conflictos como ejes que articularan al Estado latinoamericano, López Alves comenta que para hablar sobre los procesos de formación del Estado, se suele usar de base los procesos europeos para generar lecturas paralelas o diferenciadas con respecto al país, o grupo de países, que se quiere observar. Para esto, el autor se basará en las variables relacionadas con la guerra y resolución de conflictos más que en variables institucionalistas o estructuralistas. Y esto porque, para el autor, “los conflictos y las acciones colectivas que los acompañaron, determinaron el acceso a los medios de producción, alteraron las relaciones de propiedad, crearon nuevas clases y desplazaron antiguos monopolios en la tierra y el comercio.” En ese sentido, pese a que ambas regiones fueron espacios y contextos de guerra, en comparación con la experiencia europea, en donde los estados vecinos luchaban entre si por largos periodos, en Latinoamérica no fue el número de guerras sino el impacto de estas lo que determinaría la formación del Estado. Ambas regiones tuvieron guerras y fueron impactadas por tales; sin embargo, el tipo de guerra y los estados resultantes fueron diferentes.

En América latina se tuvo la experiencia de “guerra de guerrillas”, lo que hace denotar que el tipo de guerra que se tenía eran generalmente locales y de corta duración además de contar con una intensa participación civil, las cuales eran relevantemente útiles con respecto a las formas que se generaban las coaliciones, el poder local se fortalecía y los lazos entre caudillos y Estado dependía de presiones políticas y disposición burocrática más que de desarrollo y poder económico.. Tal punto resulta relevante para observar otros aspectos, más allá de los institucionales y estructurales, al momento de preguntarnos sobre la formación de los estados latinoamericanos. De esta manera, “considerar las rebeliones de los sectores inferiores como factor causal de la formación del Estado conduce inevitablemente a buscar el papel de la sociedad civil en la formación de la nación”, papel que jugará un rol determinante con respecto a cómo se genera la autoridad, la centralización y la fuerza (o debilidad) del Estado.

Al respecto, el autor señala que las guerras, en Latinoamérica, favorecieron a las fuerzas sociales por sobre el Estado, aumentando el poder de la sociedad civil como logro importante de las guerras independentistas.

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Sobre el punto señalado arriba, vemos que la centralización del poder y la fuerza se articularan en la figura del líder populista. Para empezar, hay en el dirigente populista un carácter, por decirlo así, místico, en tanto de poseer la capacidad de convocar manifestaciones multitudinarias y, a la vez, ser un sujeto que no pertenece clasistamente hablando a las masas. En otras palabras, el populismo, en esos términos, se puede entender como un movimiento de masas con una conducción política externa a ellas. Conducción, sin embargo, estratégica y orgánica. El dirigente populista sale de los grupos intermedios usualmente vinculado a los aparatos de Estado, con una amplia preparación académica y con una facilidad de que su discurso pueda ser, por decirlo así, lo suficientemente “simple” para que pueda llegar directo a aquellos que constituían la base social de su proyecto, los iletrados y poco escolarizados. El dirigente populista, además, por sus características clase medieras, de formación militar, etc, tiene un amplio conocimiento de su país, conocimiento construido por fuentes de primera mano. Finalmente, el dirigente populista es, casi de manera exclusiva, varón y de la “etnia dominante”: blanco a lo sumo mestizo. Hay entonces, las siguientes características: la posibilidad de concentrar el poder y el acceso a la educación y a la información, el propio extrañamiento político y social de las masas por encontrarse en una situación intermedia. Estas características contribuyen a ver al líder populista como un sujeto políticamente ambiguo ya que se verá oscilando entre el desafío hacia el orden establecido salvaguardando, a la vez, su estrategia personal a través de la negociación con los poderosos a costa de los intereses populares.

Tales características a veces hacen pensar que el populismo podría tratarse de una adaptación a las viejas prácticas del clientelismo. Sin embargo, en el clientelismo la relación tradicional es de uno a uno mientras que en el populismo la relación es mediada por los aparatos del Estado y por las organizaciones bajo la forma de un sujeto hacia las masas.

Para Weffort, el populismo es expresión del periodo de crisis de la oligarquía, del liberalismo y del proceso de democratización del Estado en regiones de América Latina, alcanzadas por la intensificación del proceso de urbanización y en transformación por impacto de la industrialización. Es expresión de la emergencia de las clases populares en el centro del desenvolvimiento urbano e industrial.

De este análisis se puede ver, para Weffort, una doble paradoja: sectores de los grupos dominantes que promueven la participación de los dominados y masas que sirven de soporte a un régimen en el cual son dominadas.

Así, una característica diferencial del populismo para Weffort es que el populismo consiste en que “ninguno de sus grupos componentes aparece a titulo de representante de los intereses generales de las clases a que pertenecen” Esto porque para Weffort, pese a que el populismo es un fenómeno de masas, precisa que este aspecto merece ser enfocado desde una dimensión de clase, ya que es preciso observar qué clases sociales determinadas son las que toman la apariencia de masas. Así, al mismo tiempo que se reconoce en el populismo un fenómeno de masas, debe especificarse que cada una de sus formas políticas conducirá a una especificación de clase.

La situación de clase se torna importante ya que estamos frente a una masificación que obedece no solo a una movilización clasista sino, y como consecuencia, a la disolución de los

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vínculos de lealtad a los patrones tradicionales. Así, esta movilización y disolución de una tradición política significaran el primer momento para la transformación del individuo en ciudadano políticamente activo. Al respecto, este último punto es la razón que haya Weffort sobre porque las clases populares aceptan el populismo y es que por las condiciones en las que se desarrollo el capitalismo en América latina y la variedad de formas de producción que trajo se pudo ver la aguda contradicción entre igualdad entre ciudadanos y la desigualdad entre los mismos en materia socio económica: esta situación hará que el populismo pueda ser contrastado con la dimensión liberal y hasta democrática.

Así, Weffort observa al populismo como una etapa determinada dentro del desarrollo del capitalismo latinoamericano, y lo caracteriza como la expresión política de una configuración estructural determinada de ciertas sociedades de América latina.

Así, entonces, podemos observar que las experiencias populistas superan las trivialidades que la enmarcan solamente entre el carisma, la demagogia y el culto a la personalidad.

En conclusión, a pesar que las ambiciones para este ensayo rebasan el espacio del mismo, podemos afirmar que el Estado latinoamericano sigue en formación, las pugnas, articulaciones, luchas de clase siguen dándose, aunque alrededor de otros tipos de discurso y, aunque el líder populista, capaz, ya no se encuentra de modo tan visible como antes, podría pensarse la posiblibilidad de que este se encuentra inmerso en la actitud que toman las instituciones con respecto a la sociedad civil.