Ensayo Psi Co Anal is Is

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Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas. Español y Filología Clásica. Isabella Díaz Tejada. Prof. Álvaro Daniel Reyes Bogotá D.C., 21 de septiembre de 2015. LA FELICIDAD, EL “DIOS-PRÓTESIS” Y LA MISERIA PSICOLÓGICA DE LAS MASAS. A menudo los seres humanos tienen la necesidad de preguntarse qué es la felicidad, de donde proviene esta denominación, y qué implica como proceso mental colectivo. La felicidad de las personas, según nos plantea Freud, no es más que la búsqueda de la satisfacción de las pulsiones que sufre el sujeto a diario; sin embargo, dichas pulsiones no pueden ser siempre satisfechas a plenitud. Esto sucede debido a que el sujeto como tal siente cierta presión moral producto de la sociedad en la cual se desenvuelve. Como es bien sabido, desde el punto de vista psicoanalítico, el ser humano es un ser agresivo por naturaleza, esta agresividad es producto de la necesidad del ser como tal de ver satisfechos sus deseos y pulsiones; pero que en la medida que su naturaleza se lo pide, hay una figura autoritaria y “reguladora” que impide que tales fines se puedan llevar a cabo. La razón por la cual no se puede llevar a cabo la satisfacción pulsional, se debe al simple detalle de la pertenencia que debe tener el sujeto a una sociedad o cultura específica, que mantiene ciertas reglas y márgenes que sirven para regular actividades que podrían verse inapropiadas. El sujeto como tal implícitamente, se debe a los demás. Esto implica que las personas siempre debe estar sujeta a una sociedad en la cual puede sentirse identificado e incluido en ella para el correcto desenvolvimiento de su vida. Esto se debe al comportamiento humano en su necesidad de conexión con el universo. Esa actitud de unión al infinito estimula al comportamiento espiritual del ser humano que como tal es la base de cualquier religión. Esto lleva a deducir en cierto modo que el ser humano se da a la religión así no crea en dichas figuras. El sentimiento de religiosidad que busca la unión al infinito del ser humano con su entorno crea una atmósfera en la cual el sujeto busca una especie de identificación consigo mismo y los demás y entra a formar parte de una sociedad. Esto estimula en lo más básico el sentimiento de felicidad, de poder sentirse incluido en una sociedad en la cual puede empezar a desarrollar y evolucionar su vida. Sin embargo al obtener este nicho social, el sujeto debe someterse a ciertos reglamentos y lineamientos para una adecuada conducta en dicha sociedad. Es en este

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Universidad Nacional de Colombia.

Facultad de Ciencias Humanas.

Español y Filología Clásica.

Isabella Díaz Tejada.

Prof. Álvaro Daniel Reyes

Bogotá D.C., 21 de septiembre de 2015.

LA FELICIDAD, EL “DIOS-PRÓTESIS” Y LA MISERIA PSICOLÓGICA DE LAS MASAS.

A menudo los seres humanos tienen la necesidad de preguntarse qué es la felicidad, de donde proviene esta denominación, y qué implica como proceso mental colectivo. La felicidad de las personas, según nos plantea Freud, no es más que la búsqueda de la satisfacción de las pulsiones que sufre el sujeto a diario; sin embargo, dichas pulsiones no pueden ser siempre satisfechas a plenitud. Esto sucede debido a que el sujeto como tal siente cierta presión moral producto de la sociedad en la cual se desenvuelve. Como es bien sabido, desde el punto de vista psicoanalítico, el ser humano es un ser agresivo por naturaleza, esta agresividad es producto de la necesidad del ser como tal de ver satisfechos sus deseos y pulsiones; pero que en la medida que su naturaleza se lo pide, hay una figura autoritaria y “reguladora” que impide que tales fines se puedan llevar a cabo.

La razón por la cual no se puede llevar a cabo la satisfacción pulsional, se debe al simple detalle de la pertenencia que debe tener el sujeto a una sociedad o cultura específica, que mantiene ciertas reglas y márgenes que sirven para regular actividades que podrían verse inapropiadas. El sujeto como tal implícitamente, se debe a los demás. Esto implica que las personas siempre debe estar sujeta a una sociedad en la cual puede sentirse identificado e incluido en ella para el correcto desenvolvimiento de su vida. Esto se debe al comportamiento humano en su necesidad de conexión con el universo. Esa actitud de unión al infinito estimula al comportamiento espiritual del ser humano que como tal es la base de cualquier religión. Esto lleva a deducir en cierto modo que el ser humano se da a la religión así no crea en dichas figuras.

El sentimiento de religiosidad que busca la unión al infinito del ser humano con su entorno crea una atmósfera en la cual el sujeto busca una especie de identificación consigo mismo y los demás y entra a formar parte de una sociedad. Esto estimula en lo más básico el sentimiento de felicidad, de poder sentirse incluido en una sociedad en la cual puede empezar a desarrollar y evolucionar su vida. Sin embargo al obtener este nicho social, el sujeto debe someterse a ciertos reglamentos y lineamientos para una adecuada conducta en dicha sociedad. Es en este punto donde la felicidad previamente conseguida empieza a verse afectada, puesto que no siempre se va a estar satisfecho con una cosa, sino que habrá la necesidad de querer algo más y es la misma cultura la que puede apoyar o rechazar el cumplimiento de dichas necesidades.

Siendo así se plantea una duda existencial de qué es la felicidad como tal y es allí donde aparece el Dios prótesis. Esta figura que propiamente no se trata del ser supremo al que se refiere cualquier religión, es una figura en la cual el sujeto se refugia para emprender su búsqueda a la felicidad que no es más que la satisfacción de sus pulsiones que agresivamente su yo interno lo empuja a cumplirlas a como dé lugar. Al surgir esta necesidad de buscar la felicidad en ese Dios protesis, surge una lucha interna del sujeto entre el yo y el superyo. El sujeto no solo ejerce su agresividad consigo mismo en una especie de impulso masoquista para cumplir sus deseos, sino que también la aplica a la sociedad como tal por no dejar cumplir esos mismos. En este punto la sociedad al convertirse en parte del problema para el sujeto, invoca al súper yo del sujeto para que sea el juez y verdugo del yo del sujeto.

Este superyó, evoca a la parte alienada del sujeto con los moralismos y reglas impuestas previamente por la cultura a la que pertenece, creando así el sentimiento de culpa, remordimiento y

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arrepentimiento del yo del sujeto que al violar esta especie de lineamientos, debe recurrir a esta herramienta del superyó como una especie de penitencia o de arma de flagelación con la cual pudiese pagar la aparente condena por haber infringido los códigos impuestos por la sociedad a través del superyó. Claramente esto vendría siendo una especie de círculo vicioso en el cual el yo siente la necesidad agresiva de cumplir sus pulsiones, el super yo lo recrimina por tal cuando el mismo yo supera la barrera de lo prohibido para cumplirlo, pero también existe otro detalle importante en el cual el yo no trasciende a sus deseos y encuentra otra manera por la cual puede lograr un poco de eso que desea, la sublimación.

La sublimación no es más que una vía de escape, una salida tangente en la cual el yo pueda obtener un poco de aquello que desea, o tratando de cumplir un deseo menos recriminatorio a los ojos del super yo y ende de la sociedad. Obviamente este método no genera la felicidad completa, ve vulnerada la figura del Dios prótesis que provee la dicha y el gozo buscado, pero sirve como una medida en la cual el sujeto puede saciarse un poco y mantener su agresividad innata dominada parcialmente, o al menos lo suficiente para que no cree el malestar consigo mismo y por ende con la sociedad. Este comportamiento es un sistema auto sostenible socialmente a gran escala donde todos los sujetos pertenecientes a dicha sociedad, mantienen su estatus de sumisión y orden creando así la imagen de una población callada y dócil. Actitudes propias de la estupidez y la miseria, ya que se obtiene una ilusión de tenerlo todo pero en verdad en la conciencia de cada sujeto el yo podría recriminarle constantemente generando el malestar de no tener absolutamente nada.

La sociedad entonces hace la labor de oprimir a los sujetos individualmente que aún pudiendo transgredir sus normas y lineamientos para cumplir sus deseos pulsionales, se ven sometidos a la presión social intrínseca de los demás lo cual conduce a pensar que el individuo por sí mismo es un ser pensante y en cierto modo inteligente, pero al referirse a las masas, dichas son estúpidas y miserables puesto que se presionan a sí mismas en búsqueda de la felicidad de pertenecer a un grupo donde cada uno sea aceptado pero esta misma aceptación deprime y hace miserable en cierta medida a los sujetos ya que no podrán cumplir netamente lo que deseen, saliendo a flote así el detalle conocido religiosamente como sacrificio.

La frase “ama a tu prójimo como a ti mismo” hace su aparición para ejercer esa presión social donde el yo debe estar sometido. Pero el mismo yo crea el malestar con este adoctrinamiento creando una disyuntiva a esta frase opresora. “ama a tu prójimo como a ti mismo, si lo merecen y si es requerido”. Esto es lo que piensa el yo, el de poder dar a los demás lo mismo que él desearía tener solo si lo merecen, puesto que no está dispuesto a sacrificar o a ceder un solo milímetro en sus deseos si puede ver que los demás no lo hacen, o que si los demás le dan la oportunidad de hacerlo, se cuestionara el por qué no hacerlo.

En conclusión, el sujeto siempre buscara la felicidad, pero no podrá obtenerla si no pertenece a una sociedad. Al entrar a la sociedad, esta plantea sus reglas que a la vez oprime al sujeto. El yo se ve vulnerado y recriminado por el super yo alienado por la sociedad. El Dios padre surge como una figura de escape a la felicidad utilizando en ciertos momentos la sublimación del yo para poder obtener un poco de la felicidad anhelada sin ir en contra de las reglas y así no tener al yo y al superyó generando conflicto, lo cual sirve momentáneamente puesto que esa lucha interna es constante en el sujeto. Y finalmente dicha lucha interna regula a todos los sujetos dentro de la sociedad , volviendo a las masas miserables entre sí mismas, en una especie de bucle o círculo vicioso del querer y no poder, por el miedo a la pérdida de la aceptación cultural.

Bibliografía.

Freud, Sigmund, Obras Completas. Vol. XXI. El porvenir de una ilusión, El malestar en la cultura, y otras obras.Freud, Sigmund, Obras Completas.

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Freud, Sigmund, Obras Completas. Vol. XVIII. Psicología de las masas y el análisis del yo y otras obras.Freud, Sigmund, Obras Completas.