Entice 2

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2do libro de la saga The Violet Eden Chapters Jessica Shirvington

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Sinopsis

LAS CONSECUENCIAS ATORMENTAN CADA ELECCIÓN.

Alcé la mirada hacia Phoenix. Creo que él me amó una vez.

—Tú no tienes que hacer esto —murmuré.

esde que Violet Eden descubrió que es Grigori, parte ángel-

parte humana y su destino es proteger a los humanos de la

venganza de los ángeles exiliados, su mundo ha sido sacudido,

cada día se pregunta si ella tomó la decisión correcta.

Saber en quien confiar es la clave, pero cuando llegan los refuerzos

Grigori se vuelve claro que todo el mundo está ocultando algo. Incluso

Lincoln su alma gemela. Solo una cosa es cierta: la agarre que el ángel oscuro

Phoenix tiene sobre ella es más peligroso que nunca.

La carrera para encontrar la única cosa que podría inclinar la balanza

del poder, lleva a todos a las sagradas montañas de Jordania, donde los poderes

de Violet serán llevados al extremo. Y la última traición será revelada.

La batalla entre Exiliados y Ángeles ha comenzado y ella es buscada por

ambos lados.

D

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Contenido Sinopsis Capítulo 12 Capítulo 25 Prólogo Capítulo 13 Capítulo 26

Capítulo 1 Capítulo 14 Capítulo 27 Capítulo 2 Capítulo 15 Capítulo 28 Capítulo 3 Capítulo 16 Capítulo 29 Capítulo 4 Capítulo 17 Capítulo 30 Capítulo 5 Capítulo 18 Capítulo 31 Capítulo 6 Capítulo 19 Capítulo 32 Capítulo 7 Capítulo 20 Capítulo 33 Capítulo 8 Capítulo 21 Capítulo 34 Capítulo 9 Capítulo 22 Capítulo 35 Capítulo 10 Capítulo 23 Emblaze Capítulo 11 Capítulo 24 Jessica

Shirvington

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Prólogo "Nadie me quita mi vida. La doy por mi propia voluntad”.

Juan 10:18

Traducido por Lizzie

Corregido por Curitiba

l ángel había recibido la orden de hacer su elección. Tenía

que ser de su propia voluntad. Pero lo que le pedían tenía un

alto precio. Lo más probable es que nunca volvería. Lo más

probable es que sería destruido. O peor.

Y nadie sabría jamás la verdad.

—Has decidido, entonces —le dijo una voz.

Sentía cada momento como él lo hizo, la versión oscurecida de tiempo

en el cual tenía que ser un lugar de otro mundo, pero no podía ver nada. Fue

surrealista, no gente visible, solo su presencia o tal vez auras.

No era una pregunta, lo que estaba diciendo. Ellos sabían el momento

en que él tomaría la decisión. Probablemente sabían lo que tenía delante.

Podía sentirlos por todas partes, los poderosos. Serafines. El Supremo

conocimiento les prestaba una poderosa presencia, pero este era amargo hoy.

—Cuando la primera de tus tareas esté terminada, pasarás a la

siguiente. No debes revelarla o buscar compañerismo con nadie,

especialmente con los exiliados, a menos que sea a los efectos del

cumplimiento de tus objetivos.

—Entiendo.

E

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—Van a pasar tres años antes de que llegue la fecha en que debas

actuar. Él tiene su papel en el juego. No es posible sin tus acciones en primer

lugar.

—Entiendo.

Y así lo hizo, entender. Había tomado esta decisión por voluntad

propia, a pesar del sacrificio porque sabía que solo le había sido pedido porque

él era la elección perfecta.

Sintió el universo alrededor de él, la libertad de la dominación sin

límites en el espacio y reino, y se preguntó cuándo volvería a sentir esto, si

alguna vez lo haría de nuevo.

—Lleva un nombre de las veces en las que estés allí. Ahora vete.

Y así fue. Hizo la transición entre las imágenes de las multitudes y la

ira. A su destino. A la muerte. El destello de un beso. Todas las cosas por

venir.

Una niebla se despejó a mí alrededor y lo que me rodeaba quedó a la

vista. De repente me sentí en mi estudio de arte. De pie junto a la ventana

estaba una figura conocida. El que yo sospechaba que era mi ángel fabricante.

—¿Cuál es tu nombre? —le pregunté, todavía sorprendida por la

forma en que mis palabras parecían flotar en el aire en estos sueños, como si

tuvieran su propia presencia física.

—No tiene importancia. Sin embargo, me puedes llamar Lochmet si

necesitas un título.

—¿Qué significa eso?

—Guerrero.

Tragué saliva, de repente nerviosa. La forma en que lo dijo, con tal

fuerza y confianza, lo hacía parecer tan poderoso.

—¿Por qué me mostraste a ese ángel? No lo entiendo.

—Todavía no. Pero lo harás. No es más que un capítulo de una

existencia, desde mucho tiempo atrás.

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—No, por favor, no... solo dime.

Se volvió hacia mí, con los hombros cuadrados, y luché con impulsos

contradictorios. Uno de ellos me dirigía hacia él, y el otro, a encogerme a

distancia. Estaba segura que él podía ver, ver a través de mí, lo que solo me

hizo más vulnerable.

—Todos tenemos la capacidad de encontrar la voluntad para hacer lo

que hay que hacer, incluso cuando lo que tenemos que hacer es lo que más nos

aterra. Recuerda esto.

—¿Eso es todo? Eso no explica nada. ¿Quién era él? Me pareció que

estaba contra la ley exiliar ángeles a la Tierra. ¿Cómo es que los Serafines se

preguntaron cuál era ese ángel?

Me consideró por otro momento tardío, un momento vacante antes de

que su cabeza se inclinara hacia una pintura a su lado. La visión de una playa

de arena con un mar azul oscuro estrellándose contra las rocas parecía

afectarle. Estiró el brazo y rozó sus dedos ligeramente a través de las ondas de

la textura de la pintura de aceite en la tela. Por un momento, el silencio entre

nosotros era casi cómodo.

Pero cuando volvió a mirarme lo sabía: él no me iba a decir nada más

sobre el ángel que me había mostrado.

—Sé consciente. Un traidor está dentro de tu redil —dijo.

—¿Quién?

Sacudió la cabeza y se volvió hacia la ventana.

—Tienes que caminar tu camino, dejar las huellas como prueba de tu

viaje. No puedo tomarlo... o cambiarlo.

Su voz tenía el primer indicio de emoción, una pequeña, casi

imperceptible, carcajada.

—Pero me ayudaste —comencé—. Hace dos años, en el salón de

clases... —Incluso en mí sueño sentí los repugnantes recuerdos y el nudo en

mi garganta no permitiéndome seguir adelante—. Ese no podía haber sido

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cualquier otra persona. Tú enviaste a ese maestro a través de la escuela para

intervenir.

Tragué saliva, luché por mantener mi línea de pensamiento, no

desviándome de ese día, a ese maestro sosteniéndome mientras yo luchaba por

debajo de su peso.

—Interviniste —dije, y dejé caer mi cabeza—. Gracias.

Su silencio fue toda la confirmación que necesitaba. Miré alrededor de

la habitación, sin saber qué decir a continuación. Mis cuadros me rodeaban,

pero, a diferencia de antes, ahora los que yo había planeado solamente.

Previsto. De alguna manera, esta habitación sostenía la pintura de mi

imaginación.

Me estremecí.

Detrás de mí, escuché un rugido. El más profundo estruendo, tan

fuerte que resonó por mis piernas y en mi espina dorsal.

—Mi león —susurré.

Me di la vuelta, en cámara lenta de ensueño. No había nada allí. Me

volví hacia el ángel. Él se había ido. Chubascos de lluvia escupían por la

rendija de la ventana.

Me quedé, esperando.

Y entonces todo lo que me rodeaba explotó en un destello de color

que se asentó en la nada. Yo no era nada, sola, aparte de la lluvia,

sorprendentemente fría, picando mi rostro con cada brusco aterrizaje.

Fragmentos de hielo.

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Lo suficientemente fríos como para despertarme.

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Capítulo 1 "En la naturaleza no existen ni premios ni castigos, hay

consecuencias".

Robert Green Ingersoll

Traducido por Lalaemk(SOS)

Corregido por Curitiba

ostuve la daga en mi mano derecha. La empuñadura pesada e

intrincadamente tallada, la hoja larga y delgada. La punta afilada

dejando huella en la punta de mi dedo índice, lo suficiente para

aguijonear y mezclar los recuerdos. Elecciones habían sido hechas, y ahora las

consecuencias eran mías. A pesar de que lo haría todo de nuevo, aunque sabía

ahora que ahí había algo más que tenía que hacer que era más importante que

cualquier otra cosa, la verdad era que yo lloraba la vida que había dejado atrás.

Giré la empuñadura lentamente y observé la punta girar en la yema de mi

dedo.

Mi daga, la daga con la que me maté a mí misma.

La puse abajo a mi lado, no queriendo tocarla por más tiempo, pero

incapaz de ocultarla lejos. Traté de salir de ella. Concentrarme en lo positivo.

Por un lado, tuve mi período a principios de semana. Nunca había estado tan

feliz por una rápida escapada de emergencia a la farmacia.

Todo lo que había creído una vez se había hecho añicos. Todavía era

humillante, sabiendo que había sido tan ingenua bajo la influencia de

Phoenix. Realmente pensé que podía confiar en él, tanto que había perdido mi

virginidad con él y sin querer creado algún tipo de vínculo emocional entre

nosotros. Una conexión que él había explotado para destruir mí ya frágil

amistad con Lincoln. Al Saltar desde un acantilado, cerca de ser asesinada por

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un grupo de exiliados demasiado psicóticos, descubrí que Phoenix era en

realidad el primer hijo del primer exiliado oscuro, Lilith, y que me había

engañado para convertirme en uno de los Grigori y, bueno, los condones no

habían sido la primera cosa en mi mente.

Sacudiendo mi cabeza para libre de los recuerdos, y preguntas, fue más

difícil cuando estuve por mi propia cuenta y mientras aprendí hace mucho

tiempo que papá estaba más cómodo en el trabajo, donde podía esconderse de

sus propios recuerdos, este fue un problema. Solo el tiempo hizo imposible

evitar los persistentes rumores de mi pasado.

Me dirigí a mi estudio de arte y comencé a hacer algo de pintura

fresca, acababa de comprar un nuevo suministro de colores iridiscentes, y

había estado jugando con ellos desde que llegué a casa de la escuela. Mi

teléfono sonó.

Estoy afuera, dónd stás?

Solté un suspiro y alcancé a verme a mí misma en el espejo. Había

perdido la noción del tiempo. Ahora se había hecho tarde y me veía como la

mierda. Mi cabello largo y oscuro se retorcía en un nudo enmarañado y los

mechones sueltos que caían alrededor de mi cara estaban salpicados con

pintura roja y gris. Ni siquiera me había puesto maquillaje esta mañana.

Aunque en realidad no necesitaba una base, la mayoría era demasiado oscura o

amarillenta para mi cutis cremoso, el rímel era una necesidad para mis

mediocres ojos color avellana. Pero para lo único que tenía tiempo era para

cambiar mi ropa.

Estaré abajo en 5.

Corrí a mi habitación, despojándome de la ropa a medida que

avanzaba, y me puse mis jeans más fiables, la única opción cuando estoy

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presionada por el tiempo, y la primera camiseta que pude encontrar, negra

aburrida, pero limpia. Traté y fracasé en rescatar mi cabello, finalmente acabé

poniéndolo en una nueva versión del mismo nudo desordenado, y me rendí

por completo con mis manos llenas de pintura. Después de un intento

apresurado a aplicar al menos una capa de rímel, agarré mi daga y salí por la

puerta, poniéndome mis zapatillas entre los pasos.

El espejo en el ascensor bien pudo haberse reído a carcajadas.

Mierda.

Para el momento en que llegué a la puerta principal de mi edificio, me

había olvidado completamente acerca de mi apariencia, e inconscientemente

pero previsiblemente, me centré en Lincoln. Una anticipación enferma se

deslizó a través de mí, circulando e intensificándose con cada respiración.

Sí, lo tenía mal.

Si es posible, lo tenía peor que nunca.

Hubo un momento en que pensé que mi amor por Lincoln era

correspondido, pero ahora... bueno, es más complicado que nunca, pero la

vibra, la loca vibra eléctrica que despierta entre dos personas que están

bailando alrededor de la otra y simultáneamente mordiéndose al ritmo, esa

vibra, estaba cuando estaba caminando, tambaleándome, introduciéndose a

través de una maraña, cada vez que estábamos cerca el uno del otro.

—Oye, sé que es genial llegar un poco tarde, pero ¿podríamos dejarlo

en los diez minutos de moda? —preguntó Lincoln, con una sonrisa en su voz.

Sentí a sus ojos recorrerme, y rápidamente recordé mi apariencia promedio.

Puse mi cabello detrás de mi oído y él me dio una sonrisa peculiar. Él me

conocía tan bien.

—Sabes, cuando hablas así, realmente muestras tu edad —bromeé,

mientras deslizaba mi tarjeta con cinta magnética en mi bolsillo.

Las cejas de Lincoln se elevaron.

Buen trabajo, Vi.

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Menos de un minuto juntos y ya había hecho las cosas raras. La

cuestión de la diferencia de edad había tomado mayor relevancia desde que

me había enterado de que, aunque él parecía solo de veintidós, en realidad

tenía veintiséis. Mientras que yo solo tenía diecisiete, incrementaba la

diferencia a grandes nueve años. Luego entonces, como Grigori, ni Lincoln o

yo nos limitábamos a los parámetros normales de la esperanza de vida. A

menos que nos mataran en el camino, probablemente viviríamos bien en

cientos, el proceso de envejecimiento desaceleraba nuestro crecimiento. Así

que la diferencia de edad significaba poco. Eran los otros parámetros los que

eran nuestro problema.

—Entonces, ¿adónde vamos? —pregunté, interesada en cambiar el

tema.

—Griffin acaba de llamar. Consiguió una alerta. Los exiliados han sido

vistos a pocas cuadras de aquí. Si nos vamos ahora, debemos capturarlos. ¿Estás

preparada para ello?

Lincoln quería que yo fuera buena. Quería que fuera fuerte y capaz.

Esa era una de las cosas que amaba de él. Él no quería que me escondiera y no

fuera capaz de protegerme, pero al mismo tiempo, podía oír la preocupación

en su voz.

—Sí, vamos —dije, tratando de sonar tan segura como debería estar.

Desde que me convertí en Grigori, mi vida ha dado un cambio brusco

de dirección. Soy, para todos los intentos y propósitos, una guerrera. En

muchos sentidos, se adapta bien a mí. Me gusta ser fuerte y tener habilidades

extra a través de la mejora sobrenatural está bien conmigo. He aprendido por

las malas que los ángeles exiliados no pertenecen entre los humanos. Hay una

muy buena razón por la que estamos divididos por dominios del tiempo y el

espacio, y los ángeles no fueron hechos simplemente para hacer frente a los

extras emocionales que vienen con tener una forma corpórea.

Los seres humanos nacen con la capacidad de sentir, tocar, oler, para

experimentar el amor y el dolor físico. Los ángeles no. Convertirse en

humanos es demasiado para que ellos lo procesen. Al final se vuelven locos, y

la mayoría de ellos se tornan monstruos vengativos mucho antes de eso.

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Sin embargo, a pesar de saber esto, todavía hay una parte de mí que

lucha con la idea de matarlos. Técnicamente, eso no es lo que estamos

haciendo, ya que solo estamos despojando a los exiliados de sus formas físicas

cuando los regresamos a su reino para el juicio. Pero...

Y como si eso no fuera suficiente, desde que abracé mi mitad ángel en

el desierto, sumiendo mi propia espada en la imagen de mí misma, no he sido

capaz de usar mi daga, aunque rara vez voy a alguna parte sin ella. Se asienta

en una funda, cuidadosamente cubierta con “glamur” para que no pueda ser

vista por humanos normales (es raro pensar que yo ya no soy una de las

normales), y cada vez que entreno o salgo a la caza, al igual que ahora, tengo

toda la intención de usarla si la ocasión lo requiere.

—¿Estás segura de que estás bien? Podría llamar a Griffin y él podría

salir con algunos de los otros.

—¿Y quién va a ir con él? Magda no estará de vuelta en un par de días,

y cualquiera que puede estar activo ya está fuera haciendo algo.

Lincoln bajó la cabeza. Le di un golpecito con mi hombro mientras

caminábamos.

—Voy a estar bien. Y de todos modos, la práctica hace al maestro,

¿no?

Tomó aliento para calmarse, se enderezó un poco más alto y se pasó

una mano por el cabello dorado con vetas de color marrón. Sabía que no había

forma de convencerme, y en algún momento tenía que subir a bordo. No nos

ayudaría a ninguno de nosotros si no trabajábamos juntos.

—Correcto —dijo él, con una finalidad que me hizo sonreír. Con eso,

se hizo la transición a una charla táctica que escuché atentamente. Estaba

inclinada para ser una Grigori, para ser una guerrera, pero Lincoln ya había

viajado bien por ese camino. Bajo su fachada de chico bueno estaba un

campeón.

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Capítulo 2 …¿Qué? ¿Recibiremos de la mano de Dios el bien y no aceptaremos

el mal?

Job 2:10

Traducido por Andy Parth

Corregido por Lizzie

as calles alrededor del puente eran sospechosas. Personas sin

hogar congregadas alrededor de las enormes pilas de piedra,

usándolas como respaldo en su posición en cuclillas.

La zona está bastante protegida y desde entonces es bien conocida

como el sitio para pasar el rato de las personas sin hogar, muchos de los

residentes se quedan en paz para tirar de sus carritos de compra y sus toldos de

noche. La mayoría de ellos se limpian durante el día. Un hecho que confundió

a Steph. Ella luchaba contra el concepto de que alguien instalara todas sus

pertenencias en un solitario carrito de supermercado. La última vez que nos

habíamos quedado atoradas en este extremo de la ciudad ella había especulado

sin fin acerca de dónde estaban escondidos todos los carritos de supermercado

y los toldos durante el día. Quiero decir, ella tenía un punto. Tú no ves

docenas de personas sin hogar caminando durante el día empujando carritos.

Deben ir a alguna parte.

Para el momento en que giramos por una pequeña calle lateral, el

último rayo de luz se había ido y ahí no había farolas. La noche era clara y

había un rastro en el aire pero la ausencia de luz siempre me inquieta y, por

supuesto, los exiliados, ya sean de luz u oscuridad prefieren jugar en las

sombras de la noche.

L

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Entretenerse con el dolor de los humanos estaba muy arriba en la lista

de tareas de los exiliados. Tenían el poder de infiltrarse en la imaginación y

hacer que prácticamente cualquier película de terror ocupara la sofisticada

cabeza de alguien. Algunos de ellos lo usaban solo para asustar y provocar,

mientras que otros lo utilizan como una especie de estrategia. Con el tiempo,

según Griffin, han usado esta habilidad para lanzar a los humanos totalmente

fuera de sus caminos.

Aparentemente, de ahí era de donde venían los mitos de los vampiros,

hombres lobo y otras cosas espeluznantes, incluso las hadas y duendes. Si los

exiliados sienten que su poder sobrenatural ha sido detectado y no son capaces

de eliminar el problema usando el sacrificio, su método preferido,

simplemente se revelan como algo que no es humano, cualquier cosa menos lo

que realmente son.

Tiene sentido. Estaba aprendiendo que las personas en general estaban

más a gusto con la realidad virtual de los vampiros y visitantes intergalácticos

que con la inquietante perspectiva de un antiguo Armagedón bíblico de

ángeles, de luz y oscuridad equitativamente, quienes eran ahora exiliados

llevados por la venganza y el poder que vivían con nosotros. Sí, somos

ingenuos por elección.

Miré hacia abajo a la estrecha calle tan lejos como me permitían mis

ojos. Estaba plagada con personas sin hogar yaciendo en cajas aplanadas, los

afortunados envueltos en sacos de dormir rasgados, el resto enterrados en pilas

de periódicos viejos. Escaneé la pared de ladrillo rojo oscuro que corría al

menos cinco pisos de altura a cada lado. La protección que ofrecían era parte

de lo que hacía este callejón tan popular.

O Lincoln caminaba lentamente a mi lado, su mano llegando a mi

codo por un momento… un silencioso recordatorio de que necesitaba estar

alerta. Traté de moverme rápidamente por la descarga de calor que venía de

donde sea que sentía su toque. Dejé de caminar y él me miró, una pregunta en

sus facciones. Sonreí a sus ojos verde esmeralda antes de poder detenerme.

—Pensé que podía sentirlos —dije.

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Yo no lo pensaba, lo sabía. Había estado degustando las manzanas por

las últimas dos cuadras y el sonido de las aves volando, golpeando a través de

los árboles, no era compartido por otros cercanos a mí. Esos eran mis sentidos

angelicales. La mayoría de los Grigori tenían uno. Algunos, como Lincoln,

tenían dos. Yo, por suerte, tenía los cinco sentidos y parecía que los sentía más

agudos que cualquier otro Grigori que había conocido. Era genial ser especial

y todo, pero tener un extra de cinco sentidos podía ser, bueno, abrumador.

—¿Cuánto tiempo has estado sintiéndolos?

Dudé. Él dijo:

—Violet… ¿Cuánto tiempo?

Me preocupaba que Lincoln pudiera juzgarme… estaba el hecho de

que podía sentirlos desde mucho más lejos, lo que podría ser una forma de

condescendencia sobrenatural y aislarme.

—No mucho. Quizás una cuadra —dije incómodamente.

Lincoln enarcó sus cejas hacia mí.

—Hace tres cuadras.

Las esquinas de su boca se curvaron. Él estaba sosteniendo su sonrisa

del gato Cheshire. Era una tonta… él estaba orgulloso de mí.

Rodé mis ojos a su expresión sorprendida.

—Están en la calle. Hay dos de ellos —dije.

Él asintió, ahora reenfocado.

—Yo puedo olerlos. —Su sentido primario angelical era el olor,

aunque también podía oír.

Me volví a su cabeceo. Mañana y noche o, más exactamente, el poder

que los creaba brilló ante mis ojos a la fragancia o el enfermizo dulzor de las

flores inundó el área tan fuertemente que incluso dominó el hedor de la calle.

Él dio medio paso delante de mí y lo dejé. Yo podría ser capaz de sentir desde

más lejos, pero Lincoln podría dimensionarlos y escoger al más fuerte mucho

más rápido de lo que yo podría.

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Ellos emergieron de la oscuridad, pareciendo humanos, pero no a la

vez. Ambos estaban vestidos casualmente, aunque uno tenía manchas de

sangre hasta el brazo derecho, como un trabajador del matadero al final del

día. Tuve un horrible sentimiento, sabía lo que eso significaba. Los exiliados

tenían el hábito de caer en la tortura física interna de sus víctimas. Eso me

impulsó a estar otra vez en mi entorno.

Mientras mantenía la vista en el inminente compromiso lancé mis ojos

sobre los cuerpos durmiendo en la calle. ¿Por qué nadie nos dijo nada, nos

detuvo, cuando claramente nosotros no pertenecemos aquí, de entrar en su

territorio indiscutible? Vi una, dos, luego tres de las figuras en sus sacos de

dormir, inmóviles. La energía tarareó a través de mi cuerpo y algo cruel hizo

su camino hasta la base de mis costillas.

Lo había permitido una vez, que la energía tomara el control de mi

cuerpo, forzándome al suelo, paralizándome al dolor de los demás. Agarré el

brazo de Lincoln. Él no miró atrás, pero tenía su atención.

—Todos están muertos. Los han asesinado a todos —dije, demasiado

consciente de que los exiliados estaban acercándose por segundos. Agentes de

la muerte.

—Linc, debería… ¿ya sabes? —susurré temblorosamente. Él sabía lo

que le estaba proponiendo. Justo después de convertirme en Grigori me había

encontrado en la desagradable posición de estar rodeada de exiliados mientras

estaba mortalmente herida. Ahí fue cuando descubrí que podía hacer más que

arrancar los poderes del exiliado o devolverlos al reino de los ángeles por un

juicio. Los Grigori confían en el contacto físico con el exiliado, a través del

cual puedes incapacitar al exiliado por el tiempo suficiente para devolverlos.

Al parecer yo no necesitaba del contacto y de hecho podía extender mi poder

para incluir varios exiliados al mismo tiempo.

—No. Tu poder se esparcirá por sobre todo el lugar. ¿Estás bien?

—respondió Lincoln rápidamente en voz baja. Ellos se estaban acercando.

Los sentidos estaban en el borde, pero los tenía bajo control.

—Estoy bien, podría tratar.

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—Mantente enfocada. Apégate al plan —susurró en respuesta. Pero su

tono dejó poco espacio para la discusión.

Genial. El plan. Aquel que me tiene toda misteriosamente feliz.

Excepto que no lo estoy.

Lincoln y Griffin habían insistido en que todavía tenía que entrar en

combate de la misma manera en que lo hacían todos los otros Grigori. Que no

era suficiente para mí confiar en mi poder para sacarme de todo. En teoría

estaba de acuerdo. Pero en este momento, en medio de una zona de sacrificios

mientras dos exiliados sobre estimulados, decididamente desquiciados se nos

acercaban directamente, parecía extremo.

Los exiliados se detuvieron frente a nosotros, sonriendo. Nos estaban

evaluando de la manera en que solo las criaturas de otro mundo pueden. Un

brillo en sus ojos, mostrando un mecanismo defensivo y hambriento a la vez.

Los exiliados, de luz u oscuridad, odiaban a los Grigori y amaban matarnos por

encima de los demás. Nosotros éramos su mayor, su única, amenaza. Si los

exiliados tuvieran éxito en nuestra exterminación, no habría ninguna

esperanza para nadie.

—Llegan un poco tarde —dijo el más bajo de los dos, el que tenía el

brazo ensangrentado, como si hubiese estado esperándonos.

Lincoln ya se había posicionado a su nivel, no es que yo necesitara el

aviso ya que este era el más estropeado de los dos.

—Es una lástima. Nos habría gustado guardar algunos para

desgarrarlos frente a ustedes. Yo prefiero una audiencia. Pero nos aburrimos.

—Él sonrió, dientes perfectamente blancos, labios llenos color rosa. Si no

hubiera estado tan segura de los sentidos habría jurado que era un deportista

de dieciséis años. Esa era la cosa sobre los exiliados… todos se veían saludables

y fuertes, todos en su plenitud.

—¿Sabían que veníamos? —preguntó Lincoln, girando su cuerpo un

poco más, protegiéndome.

El exiliado se río.

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—Tengo un mensaje para ustedes.

—Y yo que pensaba que sus días de mensajeros habían acabado.

El exiliado de aspecto deportista lamió sus labios, apenas

controlándose.

—Lo recompensa llegar a matarte. —Él me miró—. Y ella es suficiente

incentivo.

—¿Y bien? —dijo Lincoln, sin mostrar preocupación.

La sonrisa del exiliado se ensanchó y habló suavemente.

—Nahilius nos pidió que les dijéramos que vendrá por lo que es tuyo.

Lincoln se tensó. El exiliado se carcajeó ruidosamente.

—Haz tu elección —gruñó Lincoln. Era innegable que cuando él

entraba en modo de combate era letal. Pero entonces también lo eran ellos.

—¿Elección? —El exiliado con aspecto de deportista lamio sus labios,

apenas conteniéndose—. Muy amable de tu parte ofrecerlo. Creo que escogeré

la decapitación para ti y algo un poco más… improvisado para ella. Él me

miró, su amigo riendo a lo lejos. Entonces lo vi. Se había ido tan rápido como

había venido, pero definitivamente estuvo ahí. Reconocimiento.

Él podía sentirme, podía sentir mi poder. Por supuesto, teniendo en

cuenta lo que ha podido sentir y lo que probablemente había oído que podía

hacerle, debería haber corrido. En su lugar, fiel a su forma de exilio, se lanzó

hacia mí, saboreando el desafío.

Lincoln estaba listo, su brazo estirado para interceptar al exiliado, su

antebrazo doblado en el cuello de su oponente, rompiendo su velocidad y

desviando su atención. Ese fue todo el tiempo que tuve para ver antes de que

mi propio espeluznante, una, vez, ángel, exiliado comenzara a arrojar golpes

en mi dirección.

¿Por qué es que todos ellos sabían cómo pelear?

Los exiliados parecían venir a la Tierra, tomando forma humana y

aunque ninguno de ellos tenía una gran técnica, todos ellos sabían cómo

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golpear. Duro. Afortunadamente para mí, gracias a las muchas horas de

entrenamiento y algún aumento angelical, yo también sabía.

Intercambiamos golpe por golpe. No soy pequeña para ser una chica,

él era alto para ser un hombre, por lo que tenía eso en mi contra. Logró unos

buenos golpes en mi rostro, pero a él realmente le favorecía su derecha y yo

solo me mantuve moviéndome hacia él, teniendo éxito y acercándome así

podría ganar cualquier influencia que tuviera sobre mí. Estaba logrando

sobreponerme a las cosas, una serie de patadas en sus piernas lo tenía

inestable. No había conseguido una en ese mágico lugar que estallara su

rodilla, pero estaba dando tumbos.

Un resplandor de colores se encendió a mi derecha. Yo sabía lo que

era, pero miré de todas formas. Lincoln tenía al deportista en una llave y,

mientras giraba, lo vi hundir su daga en el exiliado, devolviéndolo. Lo que

dejé de ver fue el alto puño del exiliado dirigiéndose directo a mi oreja. Era un

golpe bajo, pero entonces estos chicos no tenían moral y mucho menos ética

en la pelea. Fui atrapada desprevenida y podía sentir la cálida humedad que

solo podría ser sangre filtrándose por un lado de mi cuello mientras caía, ahora

completamente consciente del exiliado bajando hacia mí.

Mi mano fue instintivamente hacia mi daga, mis dedos envueltos

ferozmente en la empuñadura. Hubo una apertura mientras estaba bajando, él

se había lanzado sobre mí, pero tenía tiempo. Si no hubiera dudado, podía

haberlo sacado, podía haberlo devuelto.

En su lugar, mi hombro golpeó el camino de grava y rodé sobre mi

espalda en un intento de evadirlo. Él chocó conmigo tan duro que sentí la

parte superior de mi espina dorsal destrozándose en la carretera y grité. Lo

golpeé en el rostro dos veces, pero estaba demasiado cerca ahora y había

tomado la ventaja. Condujo su rodilla a mi estómago y apartó un puño

apretado por lo que sabía que iba a doler, mucho.

Pero no lo hizo. Él nunca consiguió su oportunidad.

Todo lo que vi fue la daga de Lincoln a través del pecho del exiliado, la

gloria de su poderosa niebla colorida y entonces, el exiliado se había ido.

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Lincoln estaba parado sobre mí, fuerte y listo para cualquier cosa.

Miré a sus ojos combatientes y estos se tomaron un momento para suavizarse.

Extendió su mano y me ayudó a levantarme. Era cálido y real, me haló hacia

él y envolvió un brazo a mí alrededor para ayudarme a caminar.

—No pude. —Quería explicarme, darle una excusa aceptable. Estaba

decepcionándolo por no progresar. Simplemente no podía ponerme en peligro

como todos los demás lo hacían. Caminamos lejos de la escena. Los cuerpos de

los exiliados habían desaparecido, pero seguíamos rodeados por un campo de

personas sin hogar muertos, cuerpos que nadie reclamaría y que apenas

algunos notarían que habían desaparecido. Había sido demasiado fácil para los

exiliados torturarlos. Me sentí mal alejándome, como si estuviera siendo

irrespetuosa, pero no había opción. Más tarde informaremos a la policía de

forma anónima. No podíamos arriesgarnos a quedar atrapados en

investigaciones de asesinatos que nunca podríamos explicar.

—Lo hiciste genial. No puedo sentir más de ellos —dijo él, mirando

alrededor—. ¿Tú puedes? —Él sonaba inusualmente ansioso.

—No —dije, mirando hacia abajo—. ¿Sabes sobre qué estaban

hablando? ¿Quién es Nahilius?

Lincoln dudó.

—Solo un alborotador. Nadie por quien debas preocuparte.

—Oh —dije, manteniendo mis ojos en él mientras desviaba la miraba.

Lincoln apretó el brazo que tenía a mí alrededor, apoyándome.

—Eso solo va a tomar algo de tiempo. Lo que pasaste… en el desierto.

Está bien que necesites algo de tiempo.

—Estás molesto conmigo, lo puedo ver —dije, haciendo un gesto de

dolor por mi oído y por la parte trasera de mi cuello.

—¿Cuál es la primera regla en el combate Violet? —habló en su voz de

entrenador. Esta vez mi gesto no fue por el dolor, sino por la estupidez que

estaba a punto de tener que admitir.

—Nunca quitar los ojos de tu oponente.

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—Exactamente. —Seguimos de largo. Él no necesitaba decir nada más.

Ambos sabíamos, esta vez estaba todo sobre mí.

Cuando doblamos la esquina, hacia una calle más ocupada, él me haló

un poco más cerca, protectoramente. Amaba estar envuelta en sus brazos,

rodeada en su calidez y deseaba que pudiéramos tener nuestra oportunidad de

explorar lo que éramos el uno para el otro.

—Necesitamos alejarte de aquí para que así pueda sanarte.

Un hombre borracho, vestido en un traje de harapos se desplomó

contra la pared por la carretera y mientras pasamos, su botella casi vacía cayó

de sus manos, tintineando en el canal y me hizo bajar la mirada. Dejé de

caminar. Podía sentir algo. No los sentidos, algo más. Era… rancio. Una

persistente sombra de algo…

Me agaché y recogí la botella para tendérsela al vago. Pero no lo había

pensado y mientras me enderezaba pagué el precio con un perverso giro de la

cabeza seguido por el palpitar de todo desde mi cuello hasta mis sienes.

Cerré mis ojos brevemente y respiré lento. Lincoln me estabilizó.

—Dejó caer esto —dije, tendiéndole la botella al vagabundo.

El hombre miró hacia arriba.

Tantas cosas sucedieron en una fracción de segundo. Primero, el

esfuerzo de estirarse hizo al hombre perder el equilibrio y su mitad superior se

unió a su mitad inferior en el suelo otra vez. Segundo, jadeé. Tercero, Lincoln

me empujó detrás de él y sacó su daga en medio de una calle muy transitada.

Entonces… Onyx estalló en carcajadas.

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Capítulo 3 "Pero todos somos hombres, en nuestra propia naturaleza frágil,

y capacidad de nuestra carne: pocos son ángeles...”

William Shakespeare.

Traducido por Lalaemk (SOS), LizC (SOS) y Dai (SOS)

Corregido por Klarlissa

or fin! He estado esperando por ti. —Él hipó a través

de una serie de tos húmeda—. ¡Para que vengas a

matarme con tu pequeño cuchillo!

Se tendió en el suelo, con los brazos extendidos.

—¡Adelante! ¡Donde gustes! Simplemente haz la cuenta, pero no en

mi cara. —Él cerró los ojos y volvió a reír mientras comenzaba a cantar una

canción sin melodía—. Finalmente... finalmente... finalmente... ¡han venido

por mí!

—Oh, Dios mío —dije, poniéndome de pie para estar al lado de

Lincoln.

Hay muchas cosas por las que temer por ahí, incluso cuando eres

sobrenaturalmente fuerte y rápido, y a pesar de que los recuerdos de lo que

Onyx me había hecho, cómo me había fileteado sin arrepentimiento y

sonriente mientras veía la vida drenarse de mi cuerpo, estaban frescos, había

pocas dudas de que este hombre era una mera sombra del formidable enemigo

temible que había sido.

—¡P

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4

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Lincoln, no tan firme como

siempre.

Me di cuenta de que podría estar recordando su propia experiencia

cercana a la muerte a manos de Onyx. Mis manos se estremecieron,

instintivamente quería consolarlo, pero me contuve. No era genial mostrar

debilidad, aún menos genial exponer la de otra persona.

Onyx abrió sus ojos en rendijas y jadeó un poco más.

—¡Cristo sea maldito! No has venido a matarme, ¿verdad?

—No —dije.

—Supongo que estabas tras ese lote en el camino. Son ruidosos. Sin

delicadeza. —Incluso a través de las palabras arrastradas, los sonidos del

desprecio y el deseo eran claros—. Veo que se divirtieron contigo —dijo,

mirando la sangre goteando de mi oreja.

—Se divirtieron tanto que ya no están con nosotros —dije a la

defensiva. A pesar de que no podía tomar el crédito.

—Bastardos afortunados.

—¿Todavía puedes sentirlos? —preguntó Lincoln.

—En cierto modo. Lo necesitaba. Hubiera sido más sutil si hubieran

entrado con tanques. Si no has venido a matarme, vete. —Tomó la botella que

seguía colgando de mi mano y la arrastró de vuelta a la pared.

Le eché un vistazo a Lincoln. Me miró horrorizado ante el vistazo y el

olor de ese hombre. Estaba segura que su reacción se reflejaba en mi propia

cara.

—¿Qué vamos a hacer? —le pregunté.

—¿Qué quieres decir? Vamos a salir de aquí y hacer que te sanen.

Vengan todos. —Hizo un gesto para que siguiéramos adelante, sin embargo,

sus ojos no dejaron los de Onyx.

—Tú has, uhm... ¿Has visto uno así antes? —Me balanceaba un poco,

el dolor era insoportable. El shock lo había contenido lejos hasta ahora.

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—No —dijo él, ocultando su preocupación con impaciencia—. Estás

perdiendo mucha sangre.

Negué y retrocedí.

—Sé que esto va a sonar loco, pero no puedo sola... ¿podríamos al

menos dejar que se limpie un poco? —Contuve la respiración.

Lincoln me llevó a unos pasos de distancia de donde estaba Onyx en el

proceso de acabar con los residuos, de lo que parecía ser una botella de

bourbon.

—Violet, ¿estás olvidando lo que te hizo? —preguntó, en voz baja

pero frenética.

—No, es solo que...

—Esto podría ser una especie de trampa. Él se dijo a sí mismo que

todavía podía sentirlo, él probablemente está trabajando con ellos. —Negó y

luego volvió a mirar a Onyx—. Es demasiado arriesgado. Sobre todo en el

estado en que estás.

—No tenemos que llevarlo a un sitio privado. Vamos a reunirnos con

Griffin en un minuto. ¿Tal vez deberíamos llevarlo al Hades con nosotros?

Antes de que pudiéramos hablar más, Onyx se puso de pie, usando la

pared para equilibrarse. Miró por encima de nosotros y entonces... escupió.

Observamos mientras su lougie golpeaba la bota de Lincoln, y al

mismo tiempo se volvía hacia Onyx quien empezó a golpear la botella vacía,

dejando en claro que sería lo siguiente que iría en nuestra dirección.

—Sucia Grigori. —Él arrastró las palabras.

—Correcto —dijo Lincoln, volviéndose hacia mí—. ¿Podemos por

favor irnos ahora?

Dejamos a Onyx a un lado de la carretera con su botella vacía y poco

más.

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Probablemente no era la mejor idea ir directamente a un club con una

herida abierta en la cabeza, pero en realidad íbamos tarde para reunirnos con

Griffin, y yo insistí que estaba bien, para la angustia de Lincoln. Aparte del

hecho de que mi oído había sufrido un trauma masivo y no estaba para

escuchar los graves sonidos retumbantes que iban de la mano con cualquier

buen club, mi cara, cuello y hombro, también estaban cubiertos con sangre.

Me alegré mucho que no pudiera ver los daños.

El portero abrió la puerta de oscilación masiva que había cambiado

recientemente de un acabado en negro brillante a un color naranja quemado

igualmente brillante. Después de una buena mirada hacia arriba y hacia abajo,

y que era prometedor que estábamos yendo a reunirnos con alguien, nos dejó

entrar.

Griffin estaba sentado en el bar. Él siempre parecía incómodo con su

uniforme de pantalón negro y camisa azul marino. Él estaba pasado de moda

en el estilo, pero yo estaba empezando a pensar que podría ser la mejor cosa

sobre él. Su lealtad también era de estilo antiguo.

Él estaba hablando con un hombre que ambos reconocimos como el

propietario de Hades. Ni Lincoln ni yo lo habíamos conocido antes, pero

éramos conscientes de que él y Griffin creían que él era más que humano. Era

obvio que todo lo que Griffin le estaba diciendo tenía al propietario

seriamente molesto.

—¿Deberíamos darles un minuto? —le pregunté Lincoln mientras me

ayudaba a presionarme contra los asistentes de la fiesta. Mi cabeza me estaba

explotando.

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—¿Qué? ¿Y perderme la diversión? —Él me guiñó un ojo. Le sonreí y

mi corazón se agitó mientras sus ojos se quedaron en mí por un momento más

que “solo amigos”.

Griffin nos vio acercarnos y rápidamente vio mi estado.

—¿Necesito preguntar? —habló con un tono paternal al que había

aprendido a no oponerme. Desde que todo había ocurrido, la forma en que lo

había abarcado, y luego había encarado a Onyx y a Joel, había ganado su

confianza.

Él puso los ojos en blanco cuando no respondí.

—Parece que los refuerzos no pudieron llegar lo suficientemente

rápido.

Asentí. Él no iba a obtener algo mío. Dos tutores y tres estudiantes del

centro de formación Grigori en Nueva York llegaban en dos días y no podía

estar más feliz. Iba a ser capaz de aprender de los expertos e iba a tener gente

de mi edad con quien entrenar, algo que realmente necesitaba. Estaba seguro

que con su ayuda sería capaz de superar lo que fuera que me había estado

conteniendo.

Sin mencionar la otra razón por la que sus servicios eran requeridos: la

Escritura que podía descifrar la identidad de todos los Grigori, incluso aquellos

que no lo habían aceptado y por lo tanto estaban indefensos, nunca estaban

lejos de mi mente. No iba a mantenerme al margen y verlos caer en manos de

los exiliados. Si encontraban la clave para destruir a los Grigori y se imponían

a la masacre no se detendrían hasta que todos los seres humanos se

arrodillaran delante de ellos, a adorarlos como dioses.

—¡Vidente! —gritó el propietario por encima de la música—. Esto es

exactamente lo que quiero decir. Ustedes no pueden tratar este lugar como

una especie de centro de acogida. Estoy dirigiendo un negocio. No quiero estar

involucrado en esto... esto... quiero decir, ¡Cristo! —Él hizo un gesto

fuertemente en mi dirección—. ¡Parece un animal atropellado!

Miré a Lincoln.

—De hecho, te ves muy mal. —Él sonrió.

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—Voy a ir al cuarto de baño y limpiarme. Lo siento —le dije al

propietario.

—Bueno, mierda. No vayas al baño de mujeres viéndote de esa

manera. —Cerró la mandíbula de golpe—. Puedes ir arriba.

Miré a Griffin y Lincoln sintiendo de repente un tipo diferente de

incomodidad.

—¡Sí, sí! —Saltó él, antes de que cualquiera de nosotros pudiera decir

nada—. Todos son jodidamente bienvenidos. —Él salió corriendo por el lado

largo de la barra y a través de una puerta sin marcar al final, disparándonos

una mirada de “Maldición, apúrense”.

Caminamos con dificultad por las escaleras a un corto pasillo con tres

puertas, Griffin informándonos a medida que entrábamos.

—Su nombre es Dapper. Él es una especie de Vidente. Todavía no

tengo claro los detalles, pero sí sé que él puede ver lo que todos somos. Parece

ser capaz de ver las auras que rodean a las personas. Creo que él puede

identificar casi cualquier cosa sobrenatural.

—Eso es útil. ¿Para quién está jugando? —preguntó Lincoln.

Griffin chasqueó la lengua.

—Bueno, ese es el problema. Es un bencher sin ninguna intención de

cambiar de estado.

—Podría ser peor —dijo Lincoln.

—Cierto.

Lincoln me miró de nuevo.

—¿Lo llevas bien?

—Estoy bien —le dije, mi visión borrosa.

—Está mintiendo —dijo Griffin, sin siquiera voltear a mirarme.

—Oye —protesté. Es de mala educación usar nuestros poderes entre

nosotros a menos que fuera una necesidad.

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—Lo siento —dijo Griffin.

—Ahora mira quién está mintiendo —murmuré.

—¡Vamos! —gritó Dapper con impaciencia, de pie en una puerta

abierta.

Él ocupaba la mayor parte del espacio. Luché para categorizar a

Dapper en su cuidada presentación de pantalones y camisa negra, un poco en

desacuerdo con sus modales ásperos. Pero lo que realmente me desestabilizó;

su cinturón estaba cubierto de diamantes.

Él nos llevó hasta su apartamento. Hades estaba decorado

primorosamente con pestañas de colores vivos y mucha chispa, así que no

debería haberme sorprendido ver la abiertamente femenina decoración

elegante de arriba, pero aun así, me maravilló. Oscuros suelos de madera

estaban cubiertos con felpudas alfombras mullidas color crema y modernos

muebles pesados que solo podían ser italianos… ser la hija de un arquitecto

significaba solo un tipo de revista sobre la mesa de café en casa. Vengo de un

mundo de diseño de interiores. Era impecable y cálido al mismo tiempo.

Dapper encendió los interruptores, iluminando la sala y el pasillo para

revelar una estrecha pasarela llena de libros. Todos con tapa dura. Todos

antiguos. Ninguno que yo reconociera. Pasó tempestuoso por el pasillo

dirigiéndome al baño, mientras que Griffin y Lincoln permanecían junto a la

puerta discutiendo en voz baja. Yo estaba a punto de regresar de vuelta a ellos

y averiguar lo que estaba pasando, pero entonces ambos me miraron. Lo que

sea por lo que estaban en desacuerdo, tenía algo que ver conmigo.

Genial.

Me volví de nuevo hacia el baño y Dapper.

—¿Quién más vive aquí arriba? —pregunté, aceptando la toalla fresca

que me entregó.

—Nadie —dijo Dapper.

—¿Pero las otras puertas?

—Mi oficina y piso.

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—¿Nadie vive en él? —Pensé que él no iba a responderme ya que me

miró como “la huésped tan poco deseada que era”, pero lo hizo.

—Es solo para el personal del bar. A veces, para cuando terminan de

trabajar es demasiado tarde, o están demasiado borrachos. Los dejo usarlo. Esto

los mantiene fuera de mi espacio.

Lincoln se acercó por detrás de Dapper y le indicó pasar.

—¿Te importa?

—¿Qué? ¿Tienes que entrar y tomarla de la mano?

Lincoln se echó a reír.

—No, pero me gustaría ir y sanarla.

Dapper me miró, luego a Lincoln.

—Sí, claro —se burló él, alejándose. Lincoln se echó a reír de nuevo.

Yo me puse roja.

Me balanceé en el borde del baño de gran tamaño sintiéndome con

náuseas y nervios. La línea entre lo que fue causado por una lesión y lo que

auto infligimos estaba difuminándose rápidamente. Compartir el espacio del

baño con alguien era sagrado.

—Nunca he tenido que curar algo así de mal antes —dijo, sentándose

a mi lado. Sonaba un poco incómodo también.

Mis ojos se clavaron en mi reflejo en uno de los tres espejos de cuerpo

entero en el baño extra grande. Dapper era totalmente vanidoso.

—Oh —dije, mirando a mi cara ensangrentada y cuello. Mi oído

estaba todavía goteando sangre fresca y cuando me giré para intentar

examinar la parte de atrás de mi cuello, el cual había sido golpeado contra la

grava, Lincoln me detuvo.

—Confía en mí.

—Oh —dije, otra vez. Luego, negándome a parecer débil, me encogí

de hombros—. Está bien, bueno... haz lo tuyo.

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—Sabes que no seré capaz de curar esto completamente —dijo

Lincoln, mirando hacia abajo a sus manos entrelazadas y retorciendo los

dedos—. Griffin...

Cuando él no terminó la frase, levanté mis cejas.

—¿Griffin qué?

—Él sugirió que... —dejó escapar un suspiro—. Él pensó que sería

mejor ver si tú puedes... —Pero él no pudo encontrar las palabras y estaba

empezando a parecer como si fuera a levantarse y salir corriendo.

Entonces me di cuenta de por qué se veía tan travieso. Oh. Mi Dios.

Recordé la única vez que había curado a Lincoln. En la forma en que

conectamos, el sentimiento de mi poder trabajando su camino de mi cuerpo al

suyo. Cómo nos curamos juntos.

Juntos… nos besamos.

—¿Quieres que yo...? —Bailé un dedo entre nosotros.

—Puede que te ayude. Cuando me sanaste después de Onyx, parecía

que curaste tus heridas al mismo tiempo y ya que tus capacidades son mucho

más fuertes...

—Sí. —Estuve de acuerdo, forzando indiferencia—. Quiero decir...

deberíamos intentarlo. Creo que podría funcionar... —En realidad, no tenía ni

idea.

Él me dio una sonrisa apenada.

—Quiero que sanes y creo que esto va a ayudar, pero no quiero que

hagas nada que... Griffin no entienda.

Él tenía razón en eso. Nadie más que nosotros conocía la profundidad

de los sentimientos. Cuán imposibles eran de resistir.

—Así que… ¿no crees que deberíamos hacerlo? —le pregunté,

sintiendo el rubor de la vergüenza.

—No. Creo que deberíamos. Si eso significa que te cure y... si estás

bien con ello.

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No podía hablar.

Mi boca se había secado y ya estaba entrando en pánico porque estaría

demasiado seca para besar… si eso era lo que iba a suceder. Pero luego lo

entendí.

Estaba asegurándose de que no iría como colegiala con él porque al

final, todavía no podíamos estar juntos. Pero la idea de tener un momento de

intimidad con él, aunque solo sea con fines medicinales, era demasiado

tentador para resistirlo.

—No entres en pánico, Linc. Solo es un control médico… nada más

—dije, tratando de hacer una sonrisa creíble. Mentirosa, mentirosa,

pantalones al fuego.

Los ojos de Lincoln casi me atraviesan. Estaba mirando para ver si

estaba diciendo la verdad y por un momento me pareció que estaba un poco

decepcionado.

Estiró la mano suavemente por mi rostro.

—Está bien —dijo, ya moviéndose hacia mí.

Sus ojos miraron al suelo hasta justo antes de que nuestros labios se

encontraran y entonces, como si él no pudiera detenerlos, se encontraron con

los míos... y me atraparon. Los ojos son las ventanas del alma… pueden decir

tanto en tan solo un breve momento.

Sus labios se encontraron con los míos suavemente y con cuidado sus

manos bajaron a mis hombros. No podía evitar que mis ojos se cerraran. Como

si tuviera que aislarme del mundo… solo él y yo.

¿Cierras los ojos cuando se trata de curación? ¿Cuándo no se supone

que importe… pero lo hace?

Me di cuenta de que estaba concentrado en su poder, trabajando duro

para sanarme. Traté de aclarar mis ideas y hacer lo mismo. Dejé de pensar en

sus deliciosos labios que encajaban perfectamente con los míos, hice a un lado

la sensación de calor emanando de él y de compartir el mismo aire y encontré

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mi poder, escondido en lo profundo de mí, cociéndose suavemente a fuego

lento.

Al principio, mi poder parecía alcanzar al de Lincoln, en busca de

cualquier signo de daño o mal funcionamiento. Una vez satisfecho, se volvió

hacia el interior de mí. Pude seguirlo de forma independiente, a pesar de que

era parte de mí. Cuando encontré al poder de Lincoln ya dentro de mí, los dos

unieron sus fuerzas y se convirtieron en uno, lo que aceleró el proceso

curativo casi al instante.

Sentí la fuerte bocanada de aire de Lincoln… Apreté más cerca,

asimilando nuestra rara cercanía, queriendo más. Solo unos segundos más,

unos pocos preciosos momentos robados.

Se retiró una fracción:

—Violet.

—Hmm —murmuré, solo lo quería cerca de nuevo.

Él se sacudió hacia atrás, lejos de mí.

—¡Violet, detente! Estás curada.

—Oh —dije, como si fuera una novedad para mí. Me arrastré hacia

atrás, evitando su mirada, a pesar de que tan desesperadamente quería mirarlo

y buscar sus ojos. Necesitaba saber por qué había sido tan fácil para él alejarse

cuando había sido tan imposible para mí.

El silencio en la sala amplificaba cada una de mis respiraciones pesadas

que salían de mí así... expuestas. Con el tiempo, yo no podía soportarlo.

—¿Puedes sentir cómo…? —empecé.

—¿Nuestros poderes se unieron? —terminó.

Me observé en el espejo. Todo signo de lesión había desaparecido,

incluída la sangre seca.

—Sí. —Di una mirada en su dirección, esperando que mi cara no

revelara todo lo que estaba sintiendo.

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Él asintió con la cabeza y me sonrió, mostrando un poco de

admiración

—Es increíble. Me siento completamente... genial.

Se puso de pie, pero luego volvió a sentarse y se pasó la mano por el

cabello.

—Sabes —prosiguió—, no podemos.

—¿Qué?

—El beso. Te estaba curando Vi, y pronto aprenderás a curar sin

necesidad de... no era, ya sabes… no cuenta.

Sus palabras fueron como una bofetada en la cara. Bajé la cabeza.

—Sí. No... yo... yo... —Mierda, mierda, mierda—. No creo... no... no

quiero... yo...

Pero antes de que pudiera hablar en más de un estado de estupor, llevó

su mano a mi cara, silenciándome. Su pulgar manchando mi pómulo con la

cantidad justa de presión para dejar a mi corazón y mi respiración sin aliento,

ya que solo lo he hecho por él.

Él tenía toda la razón.

El beso curativo no funcionaba en absoluto.

Me mordí el labio mientras me miraba, con los ojos color avellana tan

inferiores a su color verde brillante, que ahora parecían incapaces de mostrar

deseo.

¡Bang, bang, bang!

—Si no lo han visto hasta ahora, ¡está roto para siempre! ¡Fuera de mi

cuarto de baño! — gritó Dapper.

Lincoln dejó caer su mano de mi cara y se miró horrorizado consigo

mismo. Me tragué el dolor y fingí un interés repentino por mis uñas.

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—Vi, yo... —Se puso de pie, y luego dio la vuelta rápidamente para

mirarme—. ¡Ya lo ves! ¡Esta es la razón! Griffin no entiende. —Giró sobre sus

talones y casi salió volando del cuarto de baño.

Me quedé sentada en mi asiento de primera fila.

Quería gritar cuando cerró la puerta detrás de él.

¿Por qué no podemos estar juntos?

Él siempre había dicho que los compañeros Grigori no tienen futuro

juntos. Me dijo que no se permite… que nos debilitaría. La cosa es que, por

todas las veces que él lo dijo, no podía creerlo del todo. ¿Cómo iba a sentir esto

por una persona y no haber ninguna esperanza? ¿Era realmente tan fácil para

Lincoln negar justo lo que ambos sabíamos que estaba allí? Entonces, me vi a

mí misma en el espejo y me encogí, tirando de mi cabello apelmazado de

sangre.

No es de extrañar que él corriera.

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Capítulo 4

“Protégete a ti mismo de la mentira; hay quienes engañan y hay

quienes son engañados”.

Sexto 393

Traducido por val_mar

Corregido por Klarlissa

ara el momento que volvimos del lugar de Lincoln, era casi

media noche, lo cual era más tarde de lo que había planeado.

No era la única en la escuela de noche, pero era también

pasada una razonable hora para ir a casa y aunque papá estaba

espectacularmente eficiente siendo obvio, particularmente no me encantaba ir

a sus espaldas. Si supiera la mitad de lo que estaba pasando en mi vida, bueno,

él ya habría tenido parte de su corazón roto.

Dapper, resultó que, no había sido del todo cordial con nosotros.

Después de que terminamos de usar su baño y una breve conversación en la

cual él señaló, en un claro y ofensivo lenguaje, que no estaba dispuesto a

involucrarse en nuestras guerras si un exiliado venía a su bar buscando una

bebida, luego de que era exactamente lo que habían hecho, él nos echó.

Según para Dapper, eso era.

Yo tendía a estar de acuerdo. No mostré la idea de él estando

involucrado de cualquier manera, pero Griffin aun tendía a esperar por él por

alguna razón. Él vio un importante lugar para Dapper y él era el jefe, después

de todo.

Me puse la muda de ropa que sabía que Lincoln conservaba para

noches como esta. Tristemente, no por las mañanas. Este cambio de ropa hizo

absortó el “no esperar ser vista por mi padre y vecinos cubierta en sangre”.

P

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Lincoln intentó pero falló al conseguirme de comer algunos sándwiches

tostados que hizo mientras me estaba vistiendo. Me encontraba aún muy

enfadada conmigo misma por mis tempranos fallos, aun también enferma del

estómago con miedo de que nunca fuera capaz de usar mi daga. Y tan

vergonzoso que no podía parar de reproducir nuestro beso en mi mente. Pero

agradecidamente acepté el paracetamol. Mi dolor de cabeza estaba regresando.

Lincoln se veía distraído, también. No podía poner mi dedo en ello

pero algo había que lo tenía al borde desde la pelea y sabía que fuera lo que

fuera, él no quería hablar sobre ello. Cuando estábamos por entrar en su Volvo

de tracción total para el viaje a casa, se apresuró a entrar al auto y miró

alrededor como si estuviera esperando que algo pasara.

—¿Linc? ¿Todo está bien?

Se alejó a sí mismo de lo que fuera que estaba esforzándose por ver en

la oscuridad.

—Bien, solo quiero llegar a tu casa. Tienes que estar lista para la

escuela en unas horas.

Lo dejé pasar. Si había una cosa que yo sabía, era que no siempre

podíamos decir todo cuando otros lo querían. Si él tenía algo que decir tenía

que confiar en que me lo diría pronto. Nada parecido a la última vez.

—No me lo recuerdes. —Me encogí, esperando las pocas horas para

dormir que iban a ser suficientes para detener mi dolor de cabeza.

Lincoln y yo teníamos que voltear la página. No iba a ser fácil.

Perdonarlo. Pero, él tenía un montón por lo que perdonarme, también, y a

pesar de que lo sabía lo necesitaba en mi vida. Las pocas semanas que

habíamos estado sin hablar o vernos el uno al otro se sintió como sobrevivir

sin pulmones.

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Cuando llegué a casa, fui a través de todo el proceso común del lento

giro de mi llave en el cerrojo, intentando evitar el ruidoso clic. Una vez

dentro, comencé a andar a hurtadillas abajo en el pasillo. Luego vi que el

cuarto de papá estaba entreabierto y la luz estaba encendida. Sabía lo que eso

significaba. Pero aun, por un momento, fingí. Contuve el aliento, dejé que el

pequeño miedo que descubrí se filtrara dentro de mi pecho. Me deslicé fuera

de mis zapatos y caminé hacia mi habitación, mis calcetines resbalando en el

piso de madera. Si papá me atrapaba viniendo a casa a esta hora estaría

definitivamente roto y no podría afrontar eso, no ahora.

Mientras pasaba la rendija de luz que escapaba de su puerta me

desplomé y solté al aliento. Por supuesto, había sabido que él no estaba

realmente ahí. Probablemente todavía no llegaba a casa del trabajo. Dejé a mi

mente vagar por un momento, fantaseando como solía ser cuando era más

joven. Me imaginé viniendo a casa de la escuela, mamá saludándome en la

puerta llevando un delantal y el olor de galletas caseras con chispas de

chocolate llenando el aire. Papá estaría sentado en el sillón, metros de altura,

en jeans y una camiseta porque ya había llegado a casa del trabajo hace un

tiempo y se había bañado y cambiado.

Pero ahora, mientras intentaba tirar de una antigua fantasía que se

había producido en mi mente miles de veces, era borrosa y desenfocada.

Sabiendo que ahora que sabía lo de mi mamá, bueno… Si aún no hubiera

muerto, esa fantasía habría sido mucho más imposible. La habitación tendría

que estar en una nube con nosotros. En un lugar escondido de las mentiras.

Sacudí mi cabeza duramente, forzándome a mí misma a regresar al

mundo real, no necesitaba ir ahí justo ahora. Solo tenía que aceptar que papá y

yo estábamos llevando dobles vidas. Él estaba feliz de que nos

sobrepusiéramos. Más seguro, también.

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El día siguiente básicamente consistió en un enorme dolor de cabeza

únicamente se hacía más fuerte por empezar con doble química, lo cual en mi

vida, no tenía ni idea de por qué la elegí como una materia electiva. Gasté

cerca de dos horas pretendiendo que prestaba atención acerca de los diferentes

elementos que combinados dan metales preciosos con características únicas.

La señorita Stallad estaba corriendo alrededor de la habitación como si

fuera la más excitante lección que ella había dado todo el año. Charlaba,

explicando que ella había tenido una ola de inspiración esa mañana y se había

desviado resueltamente del estándar libro de texto para su clase. Ella se

encontraba en alguna clase de humor, casi eufórico. Al menos EF era después

del almuerzo.

Normalmente, amaba EF. A pesar de mis habilidades sobrenaturales,

nada parecido a Steph, no estoy provista con los genes de un genio. Arte y EF

siempre han sido mis favoritas, y siempre lo he hecho bien en ellas. Pero

mirando fuera del camino rojo del mondo1 que había sido llenado con

cuatrocientos metros de vallas, me sentí mareada.

En la superficie, Lincoln y yo teníamos un vínculo para poder

curarme. Nadie sabría que yo había estado luciendo un terrible arañazo justo

la pasada noche. Todavía, si estaba la sangre perdida aun causando efectos

colaterales o solo mi psique rezagándose detrás de la rápida recuperación, no

me estaba sintiendo como la mayoría.

Cuando Lydia Skilton se pavoneó pasándome en sus deportivos de

terciopelo color rosa bebé con una toalla a juego envuelta sobre su hombro

1 El Mondo al igual que el tartán es un material con el que están hechas las pistas de atletismo.

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0

bebiendo de su botella de agua, como si estuviera haciendo fila para la carrera

que iba a apartar o algo, me forcé a mí misma dentro de la línea de salida.

No era solo yo. Nadie como Lydia y yo sospechaba que ella lo prefería

así. En ningún caso, ella iba a golpearme.

Las vallas eran mala idea.

Después de EF, me senté en los vestidores e intenté tragar de vuelta el

ácido láctico, el cual normalmente no me afectaba esos días, y traté de mover a

través la culpa de la competencia.

Steph me encontró ahí después de que no volví a la clase de inglés.

—¿En escala del uno al diez? —preguntó ella, no molestándose en

nada más.

—Cuatro —dije, luego ondeé una mano a través del aire—. Tres.

—Tomaré eso como un ocho. Vi, no eres una súper mujer, lo sabes.

—Hubo una intencionada pausa. Luego ambas estallamos en risas, era una

clase de herida más—. Está bien, tal vez estas en una forma, pero esta

armadura que insistes en mantener alzada todo el tiempo va a costarte si

sigues forzándote en cada punto, incluso Lydia Skilton.

Hice una mueca.

—Escucha.

—¿Qué? ¿Qué tu pateaste su trasero tres veces en una línea y ella

básicamente corrió lejos del campo llorando?

—No era tan malo —dije, seguro Steph estaba exagerando.

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Ella agitó un dedo hacia mí.

—Nadie disfruta ver a Lydia tomar una cucharada de su propia

medicina más que yo. —Era verdad—. Pero no cuando la dejas en esta clase de

lio.

Puse mi cabeza entre mis rodillas, sabía que me iba a sentir mejor

después de un descanso.

—¿Sabes que está mal contigo?

—Una contusión cerebral.

—No. Querida, tienes remordimiento del comprador. —Y ella estaba

en lo cierto. Lydia era molesta, pero no podía dejarla ganar una. Había sacado

mi fuerza Grigori para superarla. Tendría que dejarla ganar una.

Steph me arrastró hasta el último periodo. Al menos era arte.

Por el tiempo que caminé fuera de las puertas de la escuela, me estaba

sintiendo un poco mejor. Arte siempre ayudaba, a darme algo de tiempo fuera,

un escape. Y cuando vi a Lincoln descansando contra el árbol cruzando la

calle, esperando por mí, me sentí mejor otra vez.

Y luego peor.

Él estaba llevando mi bolso de entrenamiento. Mierda.

Dije adiós a Steph, que estaba dirigiéndose con Jena así ellas podían

trabajar en su tarea de química, y crucé la calle hacia Lincoln.

Mientras me acercaba, mi poder se agitó, reconociéndolo como lo

hacía siempre y mi corazón dio un brincó como lo hacía siempre. Él corrió su

mano por su cabello me pregunté por un momento si también sintió,

cualquiera de ellos.

—Hola —dije—. No creí que estuviéramos de cacería hoy.

—No los estamos. Estamos corriendo —dijo él con una intensa

determinación.

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—Oh. Como que ya fui a correr hoy. —Realmente no quería tener que

volver de nuevo.

—No como esto. Vamos a cruzar el país, fuera de la ciudad. Hemos

estado gastando mucho tiempo en la instrucción de combate y recientemente

la caza, hemos estado olvidando lo básico.

—¿Y qué es eso? —pregunté, mirando al piso, obligándome a tirar de

mis pies juntos.

Él esperó hasta que lo miré y luego el sostuvo mi mirada.

—Cómo llegar lejos.

¿Cuándo Lincoln llegó a estar interesado en alejarse? Éramos del tipo

de permanecer y luchar.

Él comenzó a caminar hacia enfrente de su auto de tracción total. Solo

lo seguí.

¿Qué otra cosa vas a hacer, Vi? ¿Dile que no estás a la altura? No lo

creo.

Nos dirigimos a las afueras de la ciudad por el parque nacional. Me

puse mi equipo para correr en el asiento trasero cuando nos detuvimos.

Lincoln agarró un par de botellas de agua y esperó al frente del capo, en

ninguna ocasión volteó en mi dirección hasta que me escuchó salir y cerrar la

puerta detrás de mí. Luego nos alejamos.

Era un terreno muy loco. No como correr en una pista de siquiera un

sendero con alguna descripción.

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Sabía que ese era el por qué Lincoln lo había escogido. No es como si

escogieras tu superficie cuando un exiliado está corriendo detrás de ti, pero de

nuevo, si un exiliado está corriendo detrás de ti, generalmente la mejor cosa

que puedes hacer es detenerte y pelear. Casi siempre son más rápidos que

nosotros.

Media hora en nuestra carrera antinaturalmente rápida y me podía

sentir a mí misma sudando y mi corazón acelerado. Antes de saber que estaba

pasando tropecé encima de una piedra y fui abajo. Lincoln, quien había estado

unos pasos delante, se detuvo y estaba a mi lado en un instante.

—¿Estás bien? —preguntó él, poniendo su mano en mi espalda

únicamente para luego rápidamente quitarla.

—Si —murmuré, cepillándome lejos, tratando duro de no recordar la

última vez que me encontré yaciendo boca abajo en la maleza.

Los ojos de Lincoln se abrieron ampliamente, como si estuviera

viéndome desde una perspectiva diferente.

—No estás bien —dijo él, poniendo su mano en mi frente, molesto

conmigo.

—Estoy bien —mentí, pero no podía ralentizar mi respiración lo

suficiente para ser convincente.

—Por qué no lo dices… —Pero luego él se detuvo, recordando que

estaba hablando—. Aun sientes los efectos de la última noche.

Me levanté, pero me había inclinado en él un poco. Mi brazo y

hombro descansaban en su pecho y yo quería hundirme aún más para dejarme

ir. Él me sostuvo, como siempre, pero podía sentir que él estaba manteniendo

distancia.

Por el beso.

Cerré mis ojos brevemente luego me alejé.

—Estoy bien, únicamente un poco cansada. Puedo seguir, solo dame

un minuto.

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Me estudió por un momento, antes de darme una pequeña sonrisa.

—Sabes, olvidé que los neoyorquinos llegan mañana. Hemos estado

probablemente haciendo quince kilómetros eso es suficiente por hoy. Ellos te

querrán fresca para mañana. ¿Qué tal si conseguimos algo para cenar y te llevo

de vuelta? De cualquier modo estoy hambriento.

Me dio una salida. No tenía que admitir que no me estaba sintiendo

bien, o que no estaba a la altura. Asentí, incapaz de decirlo en voz alta,

sabiendo que mi acuerdo era aún una semi admisión. Por supuesto, él no

presionó.

Mientras caminábamos de vuelta al auto, Lincoln se paraba a

intervalos regulares. Lo combinó, a detenerse para abrochar su zapato o tener

una bebida. Una vez, dijo llanamente que quería admirar el paisaje. Cada vez

sabía que lo estaba haciendo para darme un momento de descanso.

Nos desviamos en el camino de vuelta por mí, para conseguir

suministros para cenar. Cuando Lincoln dijo que solo agarraríamos algo en el

camino, se refería a tomar algo para cocinar. No es bueno en la comida para

llevar y sabe que la probabilidad de encontrar algo comestible y que sirva en

mi casa es de cero, aparte de café y leche, eso es todo.

Papá no estaba en casa cuando llegamos, lo cual no era una sorpresa

para cualquiera de nosotros. Lincoln se puso a organizar los ingredientes y la

cocina. Creo que él es la única persona que actualmente cocina una apropiada

cena. Papá y yo somos inútiles.

Después de tomar un baño y ponerme un suéter y una camiseta me

sentí mucho mejor y me senté por un plato de pescado asado y vegetales con

una salsa de mantequilla de limón. Lincoln, se había cambiado en un par de

jeans y una fresca camisa negra, me sirvió una Coca-Cola y agarró una cerveza

para él.

—Así, que supongo que Griffin no te necesita esta noche —dije,

viendo mientras él se llevaba la botella a sus labios, el final plateado de sus

pulseras brillaba bajo las tenues luces. Él nunca se las quita. No veía ningún

punto ahora. Estaba celosa de lo que él había elegido.

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No parecía que era de los que tenía una segunda cerveza. Usualmente,

es muy moderado. Solo en caso de que nos llamen fuera o algo. Él giró toda su

atención a mí por primera vez desde que había vuelto a la habitación. Algo

vaciló a través de su rostro, sus ojos puestos en mi cabello húmedo.

—No, creo que estamos en la limpieza. Él está fuera de la ciudad esta

noche. Fue para recoger a Magda.

Oh, genial.

Solo di un asentimiento.

—¿Así que tú le dijiste a Griffin sobre los exiliados de la noche pasada?

¿Acerca de lo que dijeron y todo eso?

Lincoln tomó otro sorbo.

—Sip, le informé lo que paso. ¿Cómo estuvo el pescado?

—Bien. Gracias

Lincoln me habló sobre unos ejercicios que quería hacer en las

próximas semanas, pocos encajaban en el programa de la escuela, el nuevo

calendario Grigori y la cacería, asentí, feliz de hacer lo que sea, siempre y

cuando pudiera estar a su alrededor.

Bostecé cuando comenzamos a limpiar los platos y Lincoln tomó eso

como su señal, agarrando sus llaves.

—Necesitas descansar.

Pero antes de que pudiera decirle que no se fuera, o que lograra decir

que se iba, mi teléfono sonó.

—Hola —respondí.

—Es Dapper —espetó, ásperamente. Su hostilidad realmente venía a

través del teléfono.

—Oh. Hola.

¿Dónde consiguió mi número?

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—Escucha, querías que te dijera cuando hubiera un problema, lo

tienes. Trae tu trasero aquí abajo. ¡Ahora! —Colgó.

Alejé el teléfono de mi oído y miré con horror.

—¿Quién era ese? — preguntó Lincoln.

Suspiré. Tanto por descansar.

—Dapper. Tenemos que ir abajo al Hades.

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Capítulo 5 “El cambio no se realiza sin inconvenientes, incluso de peor a

mejor”.

Richard Hooker

Traducido por Lizzie

Corregido por obsession

uando entramos al Hades, no escapé de otra mirada de

desaprobación del mismo gorila que había estado allí la noche

anterior. Claramente yo no estaba vestida de acuerdo a sus

estándares. Me pregunté qué haría si fuera capaz de ver la gran daga colgando

de mí cintura. En realidad, por su aspecto, probablemente sonreiría.

Nos hicimos camino hacia la barra, lo cual no era fácil. Ya era hora

pico y el lugar estaba lleno de asistentes a la fiesta, que ya habían estado

bebiendo durante unas cuantas horas. Dapper estaba sirviendo detrás de la

barra. Estaba hablando con algunos al azar, pasando un buen rato. Cuando nos

vio, su sonrisa se desvaneció y yo, en serio, lo escuché gruñir.

Adorable.

—Estoy demasiado ocupado para esto —nos dijo, mirando hacia el

otro extremo de la barra que parecía sorprendentemente tranquila—. Llamé a

su hombre al mando. Él me dio su número. Ustedes lo hicieron, ustedes lidien

con él. Hagan lo que hagan, háganlo en otro lugar.

Fuimos a la parte tranquila de la barra y de pronto descubrimos qué la

mantenía tan desolada. No estoy segura si olí su fétido olor o sus malas

palabras primero. De cualquier manera, no era la primera vez que yo

experimentaba ambos. Miré a Lincoln. Hizo rodar sus ojos y se acercó a donde

estaba sentado Onyx. En la mesa más cercana había dos chicas sentadas y una

C

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de ellas estaba llorando. Supuse que había una buena probabilidad de que

fuera obra de Onyx.

—Onyx, tienes que irte —llamó Lincoln por sobre la música.

Onyx alzó la mirada por un momento muy breve. Estaba tan borracho

que no sabía cómo lograba mantener el equilibrio sobre el taburete de la barra.

—Onyx —grité, tratando de obtener su atención.

—¡Tú! Tú me hiciste esto —arrastró las palabras.

—¿Qué? —le pregunté.

—Me hiciste “esto”. Nada. ¿Por qué no solo me enviaste de vuelta?

La verdad. En ese momento, yo no tenía otra opción. Estaba herida y

no tenía mi daga. Iba a matarme, así que dejarlo sin poderes había sido mi

única opción. Pero ahora, a sabiendas de las dificultades que había estado

teniendo con la daga, la respuesta no parecía tan simple. Tal vez yo no hubiera

sido capaz de matarlo, incluso si hubiera estado armada.

—Onyx, eres humano, no nada. Fuiste lejos, habiendo hecho una gran

cantidad de cosas “realmente” horribles. Deberías estar en la cárcel o algo así,

pero no lo estás. Deberías estar feliz de tener otra oportunidad.

Dijo algo obsceno bajo su aliento.

Cuando me volví hacia Lincoln, él ya estaba observándome, traté de

permanecer neutral, pero vio a través de mí. Yo nunca podría hacer nada más

allá de él.

—Si te culpas por esto, estás loca, Violet. —Él puso una mano sobre

mi hombro.

—No me culpo a mí misma, yo solo sé que se suponía que él debía

tener derecho a una elección. La tomé por él. Él no estaría aquí hoy si no fuera

por mí.

—Tampoco nosotros. —Él me miró por un largo momento, luego

ambos miramos a Onyx, el problema que parecíamos haber heredado.

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—¿No vas a ser capaz de alejarte o sí? —preguntó Lincoln, pero

mientras él miraba de vuelta hacia mí, inclinando un poco su cabeza, no

necesitó mi respuesta. En su lugar, se limitó a asentir.

—Vamos —dijo, dirigiéndose hacia Dapper.

—¿Qué vas a hacer?

Él sonrió.

—Solo ten cuidado con los cristales que vuelan.

Él no estaba equivocado. Cuando Lincoln sugirió a Dapper que Onyx

pasara un par de noches en su piso de empleados, más que cristales fueron

lanzados. Su munición consistía en su mayoría de palabras, pero también

había una media docena de limones, un mortero (sin la piedra, ¡gracias a

Dios!) y la mitad de un cubo de hielo. Para el momento en que él terminó, el

área alrededor de Lincoln se había despejado un buen diámetro de cinco, lo

que era un justo espacio para un bar tan lleno. Cerca de allí, las chicas

chillaban mientras los chicos estaban animando a Dapper.

—Solo sería por una noche o dos —trató de razonar Lincoln,

sacudiendo fragmentos de hielo de su cabello y palpando hacia abajo su ropa.

Una chica de pie junto a él comenzó a ayudar, pasando su mano por su

espalda. Lincoln se dio la vuelta y sonrió dulcemente. Puse mis ojos en blanco.

—Ah, gracias. Ya lo tengo —dijo, dando un paso fuera de su alcance.

Se volvió hacia Dapper y yo estaba segura de que él evitó mis ojos—. No

tenemos otro lugar a donde enviarlo. Él se comportará. Bueno, al menos serás

capaz de encerrarlo escaleras arriba. Y... ¿nosotros te deberemos una?

No creía que Lincoln tuviese una oportunidad cuando Dapper agarró

un trapo y comenzó a limpiar la barra, ignorándolo, me di la vuelta para

alejarme, pero Lincoln agarró mi mano.

—Espera un minuto —me susurró al oído.

Asentí con la cabeza, totalmente preocupada con la mano que aún

sostenía la mía y de alguna manera incendiando un agujero a través de mí.

Con la misma rapidez la dejó ir sin mirarme de nuevo. Me mordí el labio.

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No creía que ellos pudieran, pero las cosas se estaban poniendo cada

vez más difíciles.

Efectivamente, unos minutos más tarde Dapper volvió su atención a

nosotros.

—Dos noches, no más. Si está en el bar, tiene que pagar y si se

emborracha tiene que ir arriba y... ¡dos noches! ¡Eso es todo!

Cosas más extrañas han sucedido, y a mí, pero esto era impresionante.

Parecía que Dapper tenía un lado suave después de todo, y era el encantador

Lincoln quien consiguió sacarlo de él. Steph iba a tener un día de campo

teorizando esto.

Ayudamos a un muy ingrato, pero afortunadamente inconsciente,

Onyx a subir escaleras arriba al piso de empleados. Era un estudio con un sofá

que se convertía en una cama y una pequeña cocina. Sencillo pero agradable.

El personal claramente no lo utilizaba mucho ya que todo estaba en buenas

condiciones.

Lincoln y yo contemplamos la posibilidad de tratar de poner a Onyx

en una ducha o, al menos desvestirlo durante como una milésima de segundo

antes de que ambos contuviéramos el reflejo nauseabundo y lo dejáramos

sobre la cama plegable. Hay algunas cosas que incluso los mejores de nosotros

no podemos hacer.

Mientras salíamos por la puerta, Onyx se dejó caer sobre su espalda y

se rió con su estridente carcajada.

—Él vendrá por ti, ya sabes.

Lincoln se dio la vuelta de manera que su cara estaba al lado de Onyx

en un instante.

—¿De qué estás hablando?

—No hablo contigo.

Tuve un mal presentimiento sobre esto.

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—¿Quién viene por mí? —le pregunté, permaneciendo junto a la

puerta.

—La última vez que lo vi, él estaba solo interesado en dos cosas. Es

curioso, yo creo que entre ustedes dos, también son las dos cosas que más te

interesan a ti.

—¿Cuándo lo viste? —le pregunté, sin necesidad de aclaraciones. Los

vellos de mis brazos se erizaron y un escalofrío me recorrió el cuerpo. No

sabía si era miedo o anticipación. Phoenix.

—Justo antes de que se fuera. Él me encontró, me trajo un poco de

whisky. —Él hizo un asentimiento exagerado y casi rodó cada palabra.

—Para saber qué sabía yo acerca de la Escritura y... de ti.

Di un paso hacia él. Quería saber más. Pero Lincoln me apartó.

—Estás loco, Onyx. —Lincoln me miró—. Él no sabe de qué está

hablando. Él solo quiere molestarte. Phoenix se ha ido. Vámonos.

Asentí con la cabeza para beneficio de Lincoln y dejé que me llevara

afuera a pesar de que sentí como que nuestra salida fue prematura. Antes de

cerrar la puerta, me di la vuelta para ver a Onyx observándome, sonriendo

estúpidamente.

¿Por qué estamos ayudando de nuevo a este tipo?

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Capítulo 6 “Aprendemos que hay en la Creación, Seres —quizás muy

numerosos— ambos buenos y malos. Richard Whatley

Traducido por Dracanea

Corregido por obsession

or la mañana, limpié el vapor del espejo en el baño solo para

desear no haberlo hecho. Para cuando Lincoln me dejó en casa

eran cerca de las dos de la mañana y ya que tenía que estar en

el aeropuerto a las seis para dar la bienvenida al nuevo Grigori, mi tiempo de

sueño se había visto seriamente truncado. Además, aquel sueño que tuve

realmente se había sentido inquietantemente como un sueño familiar.

Vestida pobremente en la única ropa escolar que pude encontrar —es

decir, del suelo— me puse a hacer mi primer café en lo que prometía ser un

día de alto contenido de cafeína. Tragué el primero de una vez y estaba en el

proceso de hacer una segunda taza, simultáneamente que escurría mi cabello

todavía mojado, cuando mi padre salió de su habitación arrastrando una gran

maleta.

—Buenos días, cariño —dijo, mientras dejaba la maleta junto a la

puerta y se acercaba a darme un beso firme en la parte superior de mi cabeza.

Su rostro estaba cálido y suave, recién afeitado.

—¿Es para mí?

Miré hacia abajo al café que acababa de hacer.

—Claro —le dije, entregándoselo y preparándome para hacer otro—.

No pensé que te ibas hasta esta noche.

P

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3

Papá estaba volando a visitar a sus clientes internacionales. Él hacía el

mismo viaje cada año, lo cual es casi lo más volador que cualquier otra cosa,

viajando de Tokio a Dubai y a París. Solía tardarse unas tres semanas, pero

gradualmente había estado volviendo antes. El año pasado, estaba en casa en

un récord de diez días. Este año, se las había arreglado para programar el viaje

en una semana. Dada la oportunidad, papá prefería permanecer encerrado en

su oficina, donde en realidad podía mantener al resto del mundo a distancia,

pero ciertos clientes insistían en los tratos cara a cara.

—No lo estoy, pero por si acaso me atrapan en el trabajo yo...

Asentí con la cabeza. Él no tenía que decir nada más.

—Entonces —dijo él, cambiando de tema y poniéndose en su voz de

padre responsable.

Me pregunté si tal vez me había escuchado entrar a hurtadillas esta

mañana, o había notado que no estaba en la cama la noche anterior. Le eché

un vistazo, estaba observando mis manos, que sostenían la jarra de leche para

espumar. Comprobé que las marcas en las muñecas estaban cubiertas

adecuadamente por las pulseras de plata que eran ahora un elemento

permanente. Yo todavía no sabía por qué tenía la nueva versión mejorada en

comparación con las pulseras de cuero que todos los demás Grigori habían

recibido. Mis marcas se envolvían alrededor de mi muñeca en un remolino de

plata, como un tatuaje o algo así, y cuando usaba mi poder reaccionaban,

produciendo como un río de mercurio, reflejando diferentes colores. Steph

dice que yo soy mi propia bola de espejos andante y jura que una noche me

convencerá de ponerlas a prueba en la discoteca.

No lo haré.

—Probablemente deberíamos repasar las reglas de la casa.

—Oh. Claro —le dije, dejando escapar un suspiro de alivio que

también contenía una cierta decepción.

—Igual que siempre, de verdad —prosiguió—. Si tienes cualquier

problema, ve con los vecinos. Le he dicho a los Richardson que voy a estar

fuera y ellos te han dado una invitación abierta para la cena y para ir a verlos

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si necesitas cualquier cosa. Te llamaré cada noche. En diferentes momentos

—él me dio la mirada yo también fui un adolescente una vez—, al teléfono de

la casa y nada de invitados hasta tarde excepto que sea Steph. Voy a

comprobarlo con el portero. ¿De acuerdo?

Le di a papá un gesto militar.

—Sí, señor.

—Muy graciosa. Solo cuídate.

Pero en realidad fue divertido. Era más difícil hacer lo que quisiera

mientras él estaba ausente que cuando estaba en casa.

Sí, somos una familia totalmente funcional.

—Yo siempre lo hago —le dije, terminando la conversación más larga

que había tenido con mi padre en unas tres semanas. Ni siquiera se había dado

cuenta, por supuesto, lo que lo hacía aún más difícil. Quería estar enojada con

él, decirle que me prestara atención, pero yo sabía que en el fondo, ahora que

yo era un Grigori, era lo mejor.

El aeropuerto estaba lleno de viajeros madrugadores.

¿Quién querría ir a algún lado a esta hora del día?

Todo lo que quería era arrastrarme de vuelta a la cama y no salir por

una semana, tal vez más.

Al menos Lincoln estará aquí.

Miré la pantalla de información. El vuelo desde el JFK ya había

aterrizado. Me dirigí hacia la zona de llegadas, con un ojo hacia fuera por

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Lincoln, pero había demasiada gente. Al final, me rendí y me limité a vigilar

nuestro enlace. Nuestro vínculo como compañeros. Siempre puedo sentirlo

cuando lo intento. Es como buscar algo que brilla más que cualquier otra cosa.

Pero antes de que tuviera la oportunidad de concentrarme en Lincoln,

capté una especie de destello de todo el aeropuerto. Me recordó a uno de los

planos de papá, pero en cambio era impulsada por los sentidos. De alguna

manera las sombras de la mañana y la noche se dibujaron en un mapa y una

energía vibrante enfocada en algunas áreas. Era solo una silueta y no tenía ni

idea de cómo lo hice o cómo volver a hacerlo. Lo más extraño era que, sentí

algo que no pude identificar. El sabor de las manzanas estaba allí, pero era

débil, más parecido a un recuerdo estimulando el sabor. Olí sabores, pero de

nuevo parecían distantes. Se sentía como un exiliado, o exiliados, pero

también me hizo sentir vacía, al igual que si mis entrañas se hubieran ido a

dormir. No tenía ni idea de lo que significaba.

Tal vez no estoy en verdad durmiendo lo suficiente.

Empujé mis sentidos a un lado, no pude llegar a ninguna conclusión

racional. Encontré a Lincoln rápidamente después de eso —podía sentirlo— y

me dirigí en su dirección.

El corazón me dio un vuelco cuando lo vi. Debí haber adivinado

—estaba comprando cafés.

—Buenos días —trinó él, pasándome una taza tan pronto como el

barista las había puesto sobre el mostrador. Se veía exactamente como el

hombre de tus sueños se supone que se ve a primera hora de la mañana.

Camisa blanca, mangas enrolladas cuidadosamente, jeans azules, justo lo

suficientemente descoloridos. Su cabello castaño claro estaba alborotado, los

rayos de sol resplandeciendo el rubio veteado al azar. El único signo visible de

la mañana particularmente temprana era que no se había afeitado todavía.

Tuve que trabajar duro para no quedarme mirando con los ojos abiertos y

estaba agradecida por mi bebida caliente manteniendo mis manos firmemente

comprometidas, impidiéndome llegar a tocar la barba de tres días, la cual

resultaba el accesorio perfecto.

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—Justo a tiempo —le dije, mi voz obviamente afectada—. ¿Ellos ya

están aquí?

—Buscando sus maletas. Deberían llegar en unos minutos. —Él puso

su mano en la curva de mi espalda, guiándome más cerca de las puertas de

llegada.

Solo respira, idiota.

Pero el problema era que cada roce, cada momento con Lincoln estaba

tan intensificado de modo que la mano en la parte baja de mi espalda era todo

en lo que podía concentrarme.

¡La cuál es exactamente la razón por la que los Grigori probablemente

nunca están destinados a estar juntos!

—Oye, ¿sabes si ha habido algún exiliado que regresara por aquí

últimamente? —le pregunté después de hacernos un lugar cerca de una pared

lateral.

Sus cejas se alzaron.

—No, no que yo sepa. —Pero eso no quiere decir que no los

hubiese—. ¿Por qué? —Comenzó a mirar alrededor, sin saber si debía estar

alerta.

—Probablemente no sea nada, tan solo me siento algo rara esta

mañana —le aseguré mientras me apoyaba contra la pared y soplaba mi café

hirviente. Odio cuando lo preparan demasiado caliente. Me dejé caer un poco

de manera que mi cabeza cuelgue hacia atrás y decidí esperar hasta que

estuviésemos fuera del aeropuerto. Entonces, probaría de nuevo para ver qué

podía sentir.

—¿No has podido dormir mucho? —preguntó Lincoln.

—No. ¿Y tú?

—Lo suficiente. —Él se encogió de hombros.

Me puse de pie derecha. Yo no iba a salir con un capricho, si él podía

ser duro, entonces yo también.

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—¿Dónde está Griffin? —le pregunté, ignorando la sonrisa que me

estaba dando.

—Justo ahí. —Señaló a través de la multitud y, efectivamente, Griffin

estaba caminando hacia nosotros.

—Buenos días —dijo Griffin, evitando a dos niñas rubias-peróxido

maniobrando unas maletas que eran más grandes que ellas. No pude contener

la risa cuando una de ellas se dio la vuelta y él tuvo que agacharse.

Griffin les dirigió una mirada fulminante antes de redirigir su atención

hacia mí.

—Me dijeron que tuviste un final inesperado para la última noche.

—Sí, ¿Linc te has informado sobre Onyx?

—Sí, y me sorprende que haya resurgido. Voy a pensar en algo. Tal

vez podamos llevarlo a un centro de rehabilitación o algo así.

—¿Qué haces normalmente? —le pregunté, soplando a través de la

pequeña boquilla en la tapa de mi taza para llevar. Tiene que haber algún tipo

de plan para estas cosas.

—Violet —dijo Griffin, levantando las cejas—, Onyx es el primer

exiliado que conozco que se ha convertido en humano y luego reaparece.

—¿Qué? Yo... no lo entiendo. ¿Seguramente otros no han optado por

hacerse humanos en el camino?

Él tan solo negó con la cabeza con una pequeña sacudida.

—Ha habido unos pocos, pero nunca vuelven a aparecer después.

Hablaremos de ello más tarde. Tus nuevos tutores deberían estar fuera en un

minuto y tengo que informarte.

—Está bien —le dije, no del todo segura de que podía concentrarme.

¿Ser humano era realmente tan malo?

Me acordé de hace un mes atrás, cuando yo habría dado casi cualquier

cosa por haber mantenido mi aburrida existencia humana.

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—Bien —dijo, relajándose junto a nosotros como cualquier normal de

veinticinco años de edad, algo que rara vez se las arreglaba para llevar a

cabo—. Así que, Nyla y Rudyard son los tutores. Los dos son viejos amigos

míos y han sido socios desde hace casi cuatrocientos años. En realidad...

—¡Espera! —lo interrumpí—. ¡Cuatrocientos años!

Sí, solo pasa el rato hablando sobre sus amigos de cuatrocientos años

de edad.

—Sí, casi. Probablemente más cerca de trescientos ochenta y cinco,

pero cuando llegas tan alto, creo que es aceptable redondear a los cincuenta

más cercanos. ¿No te parece? —preguntó, sonriendo.

Lincoln se echó a reír.

—Ja, ja. Muy gracioso. Me alegro de que me encuentres tan divertida.

Quiero decir, sé que dijimos que íbamos a vivir cientos de vidas, pero es

diferente cuando comienzas, ya sabes, conociendo gente que pronto estará

celebrando cuatrocientos dos años. No siempre fueron Grigori —dijo Lincoln,

disfrutando también.

—¿Qué pasa con los otros? Son de mi edad, ¿no? —De repente, me

asusté de que estaba a punto de estar rodeada por un equipo de ancianos.

—Sí, más o menos un año o dos. Creo que van a traer tres con ellos.

Un conjunto de compañeros y uno en espera. No sé sus nombres —explicó

Griffin.

—¿En espera?

—Compañero que no ha alcanzado la mayoría de edad todavía —dijo

Lincoln, con un tono plano.

—Oh. —Fue todo lo que solté.

Lincoln levantó un hombro y miró a su alrededor casualmente, a pesar

de que no fue casual en absoluto —no para él. Él había tenido que esperar

nueve años por mí, lo que era un tiempo largo para un Grigori. Mayormente

los compañeros solo tenían que esperar unos meses o tal vez un año por el

otro. Nadie sabía por qué Lincoln había tenido que esperar tanto tiempo por el

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suyo, pero yo sabía que no debía haber sido fácil para él durante ese tiempo.

Incluso los Grigori que pierden a su compañero se ofrecen en general por un

plazo de un año, y aunque algunos se niegan —eligiendo en su lugar ayudar

de otras maneras, como el equipo de limpieza, o algunos simplemente optan

por el retiro, aunque en apariencia rara vez lo analizan detalladamente—, por

lo menos tienen algo que decir en el asunto.

Griffin estaba observando el flujo de personas que arribaba. Fue

evidente cuando la ola de neoyorquinos comenzó. Ellos no parecían darse

cuenta de la gente que estaba a su lado, o en frente de ellos para el caso,

simplemente caminaban a su propio ritmo, el cual era más rápido.

Le di un codazo a Lincoln.

—Me pregunto cómo se verán —susurré.

Cuando alguien tiene más de cuatrocientos años, debe de lucir raro,

¿no?

No tuve que esperar mucho tiempo, en cuanto el grupo de cinco se

acercó a donde estábamos parados y dos de ellos comenzaron a abrazar a

Griffin, me quedé muy sorprendida.

Las personas, que asumí eran Nyla y Rudyard, no parecían ser mayores

que Griffin. Quiero decir, tal vez un año o dos, pero no había nada viejo en

ellos. Su piel era de color rosa y joven y vestían normales, ropa de gente joven.

Sus jeans y las elecciones de camisetas eran más a la moda que cualquiera de

las de Griffin, quien solo ocasionalmente se aventuraba lejos de sus confiables

camisas azul marino con botones.

Los tres parados detrás eran obviamente los estudiantes. Todos

parecían de mi edad. Se quedaron atrás, mientras que las reuniones tuvieran

lugar. Sentí sus ojos incendiando varios agujeros en mí. Empecé a temblar. Sin

saber dónde mirar, hasta que sentí una mano suavemente cepillando mi

espalda. En un breve contacto, el apoyo, la confianza y el poder que solo podía

venir de mi compañero Grigori.

Solo de Lincoln.

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Una vez que los abrazos y los divertidos comentarios: No has

cambiado nada, hubieron terminado —es decir, ellos probablemente no se

habían visto en décadas— Griffin se volvió hacia nosotros.

—Lincoln y Violet, ellos son Nyla y Rudyard.

Todos empezamos a estrechar manos. Saludé a Nyla primero. Ella era

hermosa. Parecía un poco egipcia, con el cabello negro, corto alrededor de su

cara —estilo Cleopatra— piel bronceada y una figura alta y delgada que la

hacía parecer fuerte y atlética en lugar de a la moda o flaca. Cuando me saludó

ella se iluminó con una hermosa y cálida sonrisa de dientes perfectos

enmarcados por profundos labios de color grosella. Me gustó al instante.

Rudyard parecía más reservado. Me tomó la mano, pero no la agitó. Él

sonrió brevemente por cortesía y me inspeccionó con ojos de buenos modales.

Podía ver que no estaba seguro de mí.

Entonces sentí una punzada. En primer lugar en la parte trasera de mi

cuello, pero luego se extendió como una corriente eléctrica, tanto en mi

cabeza como en mi cuerpo hacia abajo.

Retiré mi mano, pero él no la soltó. No me dolió, pero era muy

incómodo. Algo estaba empujando contra mi poder desde el interior. Algo que

no era yo.

Mis ojos, urgentes, parpadearon a Griffin. Parecía que me miraba con

interés, sin alarma.

Maldita sea. Están haciéndome algo. Probándome.

Luché contra el impulso de estremecerme ante las intrusiones no

deseadas y en su lugar comencé a tratar de levantar las barreras alrededor de

mi poder, protegiéndolo y a mí misma. Me recordó a cuando yo había hecho

lo mismo con Phoenix no hace mucho tiempo.

Tomó mucha concentración y perdí el control un par de veces y tuve

que empezar de nuevo. Todavía estaba cansada por el último par de días y para

cuando me estaba poniendo al mando de la situación estaba más enojada que

otra cosa.

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Una vez que hube protegido mi poder, presioné lo que noté era el

poder invasivo de Rudyard dentro de mí. No me molesté en ser educada.

Me soltó la mano y se tambaleó hacia atrás unos pasos. Nyla tenía su

brazo para sostenerlo antes de que siquiera se moviera. Cuando él me miró,

sus ojos brillaban de asombro y sonrió tan ampliamente que casi tocaba sus

orejas.

—Impresionante —dijo con una inclinación de cabeza mientras

miraba de nuevo a Nyla, quien también dio un pequeño asentimiento. Vi

como sus manos automáticamente se enlazaban, los dedos entrelazados

delicadamente como si las ranuras entre ellos hubieran sido moldeadas entre sí

con el tiempo.

Qué car...

Tanto Rudyard como Nyla parecían demasiado interesados en algo

mientras sus ojos iban y venían entre Lincoln y yo. Extrañamente, no parecía

como si estuvieran mirándonos a nosotros tanto como el espacio entre

nosotros. Me sentía agotada y cada vez más incómoda que cambié mi peso de

un pie al otro y estaba al borde de exclamar una excusa para ir l baño cuando

Rudyard volvió en sí. Le dio a Griffin una palmada en la espalda, al punto que

yo era libre para ofrecer una mirada de muerte tanto a Griffin como a Lincoln,

ninguno de los cuales había intervenido para ayudarme en ningún momento.

—Me alegro de que nos llamaras, viejo amigo —dijo Rudyard,

levantando un bolso sobre su hombro.

Griffin sonrió. Me alegraba de que estuviera feliz mientras yo todavía

estaba jadeando como una idiota.

Lincoln puso su brazo alrededor de mí para ayudarme a mantenerme

en pie. Me encogí ahuyentándolo y le lancé una mirada. Él lo sabía mejor.

Especialmente frente a los novatos.

—Violet, lo siento por la intrusión de Rudyard en tu base de poder,

pero en algún momento explorando la primera impresión entre un poder y

otro es la mejor manera de medir la fuerza. No siempre es lo mejor para

romper el hielo, lo sé... pero resulta eficiente a su manera. Él no quiso hacerte

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ningún daño y te damos nuestra palabra, de que una intrusión no volverá a

suceder sin tu consentimiento —dijo Nyla suavemente

No dije lo que quería, solo hice una nota mental: ¡No hay manera de

que ese consentimiento vaya nunca a venir de mi parte, señora!. Las primeras

impresiones ya se han hecho de ambos lados.

Lincoln dio la mano a Nyla y Rudyard y todos saludamos a los tres

estudiantes, quienes hasta ese momento habían permanecido en silencio.

Es probable que fueran parte del sabotaje "Echa un vistazo a su poder".

Había dos chicos. Salvatore —un italiano que no parecía hablar mucho

inglés, pero se veía muy amable con sus gruesos rizos de cabello castaño

oscuro, cejas espesas y hombros anchos. El otro, Spence, estrechó las manos

con fuerza, su cabello rubio arenoso caía hacia adelante sobre su cara y sus

ojos verdes disparaban hacia todas direcciones. Eran de un bonito verde, pero

no eran rivales para los de Lincoln. Parecía feliz de conocer a todo el mundo

—todo el mundo excepto a mí, al parecer. Lincoln me dijo que estaba siendo

paranoica cuando se lo susurré, pero definitivamente sentía la vibra negativa

cuando Spence miró hacia mí.

Estupendo tener nuevos amigos.

El nombre de la chica era Zoe y ella parecía... enojada. Ella tenía esa

mirada emo que realmente no comprendía. A lo que me refiero es, ¿quiere

decir que eres gótico o emocional? No lo sé. Era alta, aunque encorvada, y bajo

su corto cabello marrón con puntas desteñidas, sus ojos estaban fuertemente

delineados en un azul oscuro. Pero lo que más me impresionó acerca de Zoe

era que estaba completamente cómoda en su propia piel. De pie en unas botas

militares, en una apretada camiseta gris oscuro y corta falda negra plisada, no

le importaba quién tuviera un problema con ello. La envidiaba. Todo lo que

había visto de ella hasta ahora comprendía a ella agarrando su bolso y

golpeando hacia abajo en el suelo de nuevo largando resoplidos cada tanto. Me

pregunté si ella había sido arrastrada a lo largo del camino y preferiría todavía

estar en Nueva York. Probablemente ya me odia.

Pero cuando nos presentaron finalmente, explicó de buenas a

primeras:

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—Hola, soy Zoe. Supongo que has conocido a mi pareja idiota,

Salvatore.

Miré a Salvatore que estaba de pie junto a Spence. En comparación

con el gélido recibimiento que había recibido de Spence, Salvatore parecía

positivamente acogedor.

—Él no puede hablar inglés, así que no nos molestamos hablando con

él —continuó Zoe—. Puedes creerlo, atascada, pegada con aquel retrasado

mental, como, para siempre. —Ella me miró, sinceramente horrorizada.

Obviamente esta asociación era muy nueva y “obviamente” nadie le había

explicado nunca a ella que solo porque alguien no hablara inglés con fluidez

eso no les hacía retrasados mentales.

Ahogué una risa y le estreché la mano.

—Estoy segura de que va a mejorar con el tiempo —la consolé.

Ella rodó los ojos.

Cuando salimos del aeropuerto, recordé que yo quería ver qué más

podía sentir una vez que llegamos fuera, pero al final estaba demasiado

cansada de los juegos de Rudyard.

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Capítulo 7 "En todo caos hay un cosmos, en todo desorden una orden secreta”.

Carl Jung. Traducido por Helen1

Corregido por MaryJane♥

teph me estaba esperando, dando pasos cerca de la parte

superior de la escalera de la escuela cuando salté del taxi. Tan

pronto como vi su rostro, pude ver que algo estaba

inquietándola.

—Oye. No tenías que esperar ya sabes. Podría haberte encontrado en

clase.

Nos dimos la vuelta y caminamos los últimos escalones y entramos al

pasillo de la escuela juntas.

—No seas ridícula. Esperaba que no lo hicieras, así podríamos saltarla

juntas —mintió, agitando su cabello, al mismo tiempo para poder mirar en

otra dirección. Me apegué al código de mejor amiga y no dije nada más—. Te

ves como una mierda, por cierto.

Sí, ¡amigas para toda la vida!

—No es de extrañar que no te las hayas arreglado para hacer tu

camino a los brazos de Lincoln todavía. Las chicas no son las únicas que miran

a alguien e imaginan qué clase de hijos producirían. —Ella agitó su mano

arriba y abajo hacia mí.

—Esa no es la razón por la que no estamos juntos, Steph.

Ella arqueó las cejas. Muy bien, así que tenía razón hasta cierto punto.

Apenas cepillé mi cabello esta mañana y mi uniforme de la escuela, el cual era

S

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lo suficientemente desastroso por su cuenta, había sido tomado directamente

de mi piso y no había un atisbo de una plancha en él.

—En serio —dijo Steph, dando un guiño deliberado. Rebuscó en su

bolso mientras caminábamos hacia nuestra primera clase—. Aquí. —Me pasó

la pequeña bolsa de maquillaje. Sabía por experiencia que poseía

absolutamente todo lo que una chica podría desear de una amplia gama de

cosméticos en forma de miniatura—. Vas a necesitar esto.

—Gracias —le dije tímidamente mientras nos dirigíamos a historia a

un ritmo acelerado. Solo llegamos un par de minutos tarde, pero el señor

Burke tenía una reputación horrible por dejar a los chicos fuera del salón de

clases si estaban más de cinco minutos fuera. Pensarías que eso animaría a los

chicos a hacer exactamente eso y evitar clases por completo, pero, contra toda

lógica, cuando se ven amenazados con la pérdida del derecho a la educación

usualmente se sienten obligados a volver al rebaño.

—Espérame después de clase, quiero oír hablar del Escuadrón de Dios

—dijo Steph.

—¿Escuadrón de Dios?

—Sí.

La clase resultó ser casi tan sosa como se esperaba, incluso peor

después que revisé mi calendario. Hoy fue un doble. Me quedé atorada allí

durante casi dos horas escuchando al señor Burke hablando de los grandes

villanos de la historia. Pidió a la clase gritar los nombres de los traidores de la

historia más notorios. No tenía ni idea. Bajé mi cabeza y traté de tomar notas

para parar de caer dormida.

Malabarismo en la escuela, entrenamiento, caza y ahora estos nuevos

Grigori, el Escuadrón de Dios de acuerdo con Steph, quien todavía no podía

separar el tema del ángel del más amplio dilema de Dios, estaba causando

estragos en mi tiempo. Estaba empezando a sentir que el día no era suficiente.

Pero estaba decidida a demostrarle a Griffin que podía manejar una vida

normal y la escuela sin dejar de hacerme una Grigori.

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La otra opción, terminar la escuela en el centro de formación Grigori

en Nueva York, sonaba como una idea terrible. Incluso si Lincoln podía ir

conmigo, yo no estaba preparada para dejar a Steph atrás, ni a mi papá, y bien,

la escuela importaba, también. Todas mis clases de arte estaban aquí y me

gustaría empezar mi curso de becas en cuatro meses. Había trabajado muy

duro para conseguir el lugar y tenía toda la intención de sacar el máximo

partido de ello. Por lo que yo podía ver, el programa de arte en la Academia

Grigori era casi inexistente.

—¿Algunos nombres más? —gritó el Sr. Burke particularmente fuerte

en mi dirección.

Vaya. Había estado dormitando.

Me senté derecha. Había escuchado algunos de los nombres, Marcus

Brutus, algún Arnold, Bernard Madoff.

—¿Violet? —El Sr. Burke estaba de pie frente a mi escritorio. Él

esperaba que yo respondiera. Genial.

—Uhm, bueno... —En blanco.

—Qué tal una pista, Srta. Eden. Tal vez si empieza con lo que sea... el

beso de...

—Ah, ¿Judas, señor? —Ofrecí vacilante, sin saber si el nombre ya se

había dicho.

—Excelente —dijo, condescendiente, ya alejándose y volviendo su

atención al resto de la clase—. Judas es tal vez el mayor traidor de todos los

tiempos. Muerte en un beso, no hay nada peor que eso. ¿Alguien más?

Para el momento que Steph y yo salimos de clase mi cerebro estaba

frito. Steph, como de costumbre, parecía como si hubiera sido revivida por el

día.

Después de que ella me empujara hacia el baño para arreglar mi

desaliño, le informé de los novatos, a los que me negué a referirme como el

Escuadrón de Dios, mientras hurgaba a través de su bolsa de cosméticos.

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—El tipo Rudyard suena raro. Debes ser cuidadosa Vi. El hecho de que

sean Grigori no les da un pase gratis por la calle de digno de confianza.

Asentí mientras intentaba desenredar un nudo terco y estaba una vez

más contenta de tener a Steph de mi lado. A pesar de su broma, hizo puntos

sólidos y siempre estaba de mi lado, amigas de verdad. Una de las muy pocas.

—Sí. Supongo que voy a averiguar más esta tarde. Empiezo el

entrenamiento después de la escuela. ¿Quieres venir? —Steph parecía un poco

insegura.

—¿Crees que me lo van a permitir? —Puse mi mano sobre la suya por

un segundo.

—Steph, eres mi mejor amiga. No me importa lo que piensen. Si

quieres venir, tendrán que lidiar con eso. —Ella sonrió a mi reflejo en el

espejo.

—¿Estás segura, Vi? —Entonces ella me entregó la máscara de

pestañas. Le devolví la sonrisa, a pesar de que había una parte de mí que se

preocupaba.

¿Quién era yo, para traer a Steph a este mundo de inmortales y guerras

eternas? Ella no tenía poder para defenderse. Mezclarla en todo esto era

egoísta y yo lo sabía, pero no podía sacarla fuera de mi vida. Yo la necesitaba.

Ella era uno de los míos.

—Oye, ¿cómo está Marcus? —pregunté, de repente dándome cuenta

de que no había corrido a su encuentro, o incluso lo mencionó hoy. Los dos

habían estado unidos por la cadera por las últimas semanas. Estaba segura de

que un día de estos harían oficial su relación, si es que no lo habían hecho ya.

—Rompimos —dijo Steph, indiferente.

Dejé la bolsa de maquillaje y le di mi atención, los ojos muy abiertos y

todo.

—¿Por qué? ¿Estás bien?

—Sí. Yo fui la que... hice la ruptura.

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—Oh, bueno... ¿por qué? —Yo no entendía. Steph creía que Marcus

era el hombre perfecto. Él cumplía todos los requisitos. Tenía muy buen gusto,

de buen aspecto, mega inteligente, venía de una familia de clase social alta y él

la adoraba.

—Déjame solo decir, que he aprendido una cosa o dos, cuando vi lo

que pasaste con Phoenix. Quiero decir, me imagino... No quiero hacer algo

que... ya sabes...

—De lo que te arrepentirás —terminé por ella, mirando hacia abajo a

los azulejos sucios del piso del baño.

—No digo que debes arrepentirte de lo que pasó. Yo... yo solo quiero

decir... viendo como todo eso te afectó... me ayudó a tomar algunas decisiones

por mi cuenta.

—Así que Marcus quería... —Levanté las cejas.

Ella asintió con la cabeza.

—Fue bastante justo, también. Quiero decir, pensé que era lo que

quería también, pero al final solo sabía que aunque estaba bien en el papel, yo

no lo amaba.

Me sorprendió. Steph raramente se exponía, ella era una chica “nunca

explico, nunca me quejo”. Yo no estaba segura de qué pensar me alegré por

ella, de que se sintiera segura de tomar la decisión correcta. Marcus era un

buen tipo, pero si ella no estaba con él por las razones correctas entonces me

sentía aliviada que no había hecho algo con él de lo que se habría arrepentido.

Sabía muy bien lo que se sentía después de lo que había pasado entre Phoenix

y yo.

Todavía sentía el residuo de la conexión que formó. Y a pesar de que

se había roto, no estaba del todo segura de sí el precio de esa mala decisión

había sido pagado en su totalidad. Viendo la reacción de Lincoln cuando Onyx

planteó el tema de Phoenix anoche me hizo preguntarme si Lincoln alguna

vez realmente lo superaría.

¿Podría yo alguna vez realmente pedírselo?

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La tarde se puso mejor, marginalmente. Dividí en zonas de estudios

religiosos y terminé el día con arte y un período de estudio, lo que en realidad

me dio la oportunidad de ponerme al día con los deberes. Veinte minutos

después de la última campana Steph y yo estábamos bajando del autobús cerca

de la casa de Lincoln.

Desde que Lincoln tenía el espacio más grande, se había establecido

como una especie de centro de mando por el momento. Yo estaba agradecida

con él por la rapidez con que ofreció el almacén. Incluso habíamos hecho

retroceder la mitad de sus muebles para configurar el campo de

entrenamiento.

Steph y yo caminamos los pocos escalones hasta la puerta principal y

tuve el mismo zumbido estimulante que siempre obtenía cuando sabía que él

estaba cerca. Sabía que era parte del ángel en cada uno de nosotros el

reconocimiento de los otros, pero para mí fue sobre todo humano. Quería

tanto que las cosas funcionaran para nosotros a pesar de que yo sabía que iba

en contra del código Grigori.

Tenía que haber una manera.

Griffin nos dejó entrar y no me perdonó la mirada de desaprobación al

ver a Steph.

—Esto no es una reunión social, te das cuenta. Tu entrenamiento ya

está limitado por tus horas en la otra escuela.

—Steph es una parte de mi vida. Ella tiene derecho a ver esto y

entenderlo. No es como que la estoy llevando a las porristas, Griffin —dije,

dándole una sonrisa con los labios apretados.

Él no estaba impresionado, pero se hizo a un lado para que pudiéramos

entrar. Steph, no se inmutó por las preocupaciones de Griffin, rozó pasando

derecho.

—Infierno, abuelo —bromeó.

No pude evitar sonreír al ver la expresión de Griffin. Mis ojos

recorrieron la habitación rápidamente. Todo el mundo estaba allí, en casa,

parecía.

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Todos menos uno.

Nyla y Rudyard estaban sentados juntos en un sofá.

Demasiado cerca para amigos o compañeros Grigori. Spence y

Salvatore estaban en el otro sofá, absortos con la PlayStation. Zoe estaba en la

cocina, sirviéndose un jugo de naranja.

Después de pasar a través de las presentaciones con Steph y haberme

relajado un poco cuando Rudyard dejó de tratar algunos trucos poderosos en

mí, me volví hacia Griffin.

—¿Dónde está Linc?

—Hablando con Magda. Ella regresó anoche. Creo que están en su

habitación.

—Oh, está bien —le dije, empezando a caminar en esa dirección.

—Oye —replicó Griffin—. Empezamos en dos minutos. Zoe y

Salvatore entrenan primero, entonces tú y Spence.

Guau, será raro pelear con alguien que no sea Lincoln.

—Está bien. Dos minutos —repetí.

Fui a la habitación de Lincoln. Magda había estado fuera visitando un

viejo amigo. Ella había estado fuera casi dos semanas. Podía ver que Griffin se

alegraba de tener a su compañera de vuelta. Solo esperaba que Lincoln no

estuviera él mismo demasiado emocionado. Magda no era exactamente sutil

en ocultar sus sentimientos por él, o su disgusto por mí. Si no hubiera sido

necesario que me convirtiera en Grigori para salvar la vida de Lincoln, mi

conjetura es que ella habría preferido que yo no hubiera abrazado el poder.

Estaba a punto de empujar la puerta entreabierta cuando los oí hablar. No

pude evitar hacer una pausa para escuchar.

—¿Estás segura? —Era Lincoln—. ¿Absolutamente segura?

—Sí —dijo Magda, sonando triste. Podía ver la parte posterior de sus

hombros a través de la grieta. Estaba sentada en la cama.

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Lincoln no estaba sentado. Le oía dar vueltas por la habitación, los

talones de sus mocasines sonando contra el suelo de madera. Me abrí a él por

un momento y a través de nuestro enlace pude sentir el pánico.

—¿Cómo? ¿Cómo estás tan segura?

—Lincoln, he seguido todos los pasos. Yo sé cómo estar segura.

—Así que él no estaba mintiendo entonces. —Le oía murmurar, casi

podía ver sus manos sobre su cara.

¿Qué está pasando?

—No parece. ¿Qué quieres que haga al respecto? —preguntó Magda,

sonando tan insegura, tan diferente a ella.

—No lo sé. ¿Tal vez deberíamos decirle a los demás?

—¿Crees que es la idea más inteligente involucrar a todos los demás?,

la gente podría salir lastimada, Linc.

—Tienes razón. —Suspiró Lincoln—. ¿Qué piensas tú? —preguntó.

—No lo sé, tal vez estoy equivocada. Tal vez deberíamos hablar con

Griffin y Violet.

Bueno, esa es una buena idea

—No, tienes razón. No quiero que sepan de esto, especialmente

Violet.

¡Qué carajo! Me sentía tensa con cada palabra.

—Está bien. Si eso es lo que quieres, podemos mantenerlo en secreto

por ahora. Solo tú y yo, como en los viejos tiempos.

—Sí, los otros no necesitan estar involucrados. Gracias Mags —dijo

Lincoln, en voz baja, las dos últimas palabras ligeramente amortiguadas.

Estaba segura de que se abrazaban. Oí pasos.

Oh, no, no, no.

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Rápidamente me alejé de la puerta y di unos pasos apresurados por el

pasillo para ver a Griffin caminando hacia mí.

—Vamos —dijo—. Estamos listos.

La puerta de Lincoln se abrió. Ambos, él y Magda salieron. Se veía tan

tenso y pude verlo tratando de esconderlo de mí. Aunque yo no había

escuchado sus intrigas, habría sabido que algo le estaba molestando. Las

personas que tienen miedo de ser descubiertos todos tienen la misma mirada

de ciervo atrapado por los faros. Debo saberlo, yo estaba tratando de ocultar

una similar expresión culpable.

Forzó una sonrisa y una mirada preocupada a Magda. Ambos estaban

preguntándose si había escuchado algo, aunque Magda no parecía preocupada

tanto como satisfecha. En realidad, parecía irritantemente elegante. Su largo

cabello rubio ondulaba suavemente alrededor de su cara y por la espalda, un

suéter azul celeste mostraba su figura alta y mega-delgada y por si fuera poco

un impresionante zafiro colgaba de su collar, perfectamente colocado para que

todos los ojos fuesen... allí. Todo sobre Magda gritaba caro. De repente mi

presentación oh-tan-promedio se convirtió en lo único que podía pensar y

Magda, por supuesto, estaba mirando hacia mí como si eso fuera lo único que

notaba también.

—Oigan —le dije a los dos, lanzándoles un saludo indiferente antes de

girar sobre los talones para hacer frente a Griffin— .Estoy lista, vamos —le

dije, de una manera que lo hizo sonar como si hubiera sido yo la que esperaba.

Él no se perdió mi actitud, pero por suerte lo dejó pasar.

Me senté junto a Steph que, como se vio después, había encontrado a

un nuevo amigo. Había olvidado que podía hablar italiano. Cuando ella y Jase,

su hermano, eran más jóvenes, su padre solía llevarlos en algunos de sus viajes

de negocios a Italia. Creo que incluso pasó un año allí cuando tenía unos doce

años.

Salvatore lucía como si hubiera muerto e ido al cielo. Está claro que

ser privado de cualquier conversación coherente lo había hecho parecer

idiota. Hice un doble-toma cuando vi la mirada inusualmente ansiosa en la

cara de Steph.

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—Salvatore —dijo Zoe, aplaudiendo con sus manos en su rostro—.

¡Ven! Es hora de pelear —le gritó, mientras imitaba manos de boxeo como si

fuera sordo y mudo.

Steph se veía horrorizada.

Yo observaba un poco aturdida, la conversación de Lincoln y Magda

repitiéndose en mi mente y Rudyard y Nyla en mi visión periférica, unidos

por la cadera. Nada tenía sentido. ¿Lincoln había estado mintiéndome todo

este tiempo? ¿Había realmente solo estado haciendo excusas de por qué no

deberíamos estar juntos? Nyla y Rudyard eran claramente más que

compañeros y si ellos podían ser...

Zoe luchaba como un gato. Ella dio un salto y se lanzó con

movimientos pausados, pero con extraña velocidad. Salvatore tenía un

enfoque más reservado y calculado. No tan llamativo, pero se podía ver al

instante que tenía que ser respetado. Fue todo bastante rápido. Zoe ganó el

entrenamiento, tomando a Salvatore en un agarre potencialmente letal. Pero

era muy sospechoso que Salvatore la había dejado ganar.

—Sigues tú —dijo Steph y luego tragó saliva con fuerza a mi lado.

Cuando miré a ella, todo el color había desaparecido de su rostro.

—Está bien, Steph. Es solo entrenamiento. Recuerda, somos mucho

más fuertes que las personas normales —le dije, todavía completamente

preocupada por Lincoln. Él y Magda apenas se había unido a todos los demás.

Es evidente que habían tenido más de que hablar.

No otra vez. Por favor, no otra vez. Lincoln prometió no más

mentiras.

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—Violet, tu turno contra Spence. Nyla hace un montón de

entrenamiento de combate en el Colegio, pero como no te ha visto luchar

antes, ella solo observará esta noche y luego planificará un programa para ti

mañana —dijo Griffin en su voz de árbitro.

—Está bien —le dije, haciendo mi camino en la alfombra de pie frente

a Spence.

Nosotros no habíamos tenido realmente la oportunidad de hablar

desde el primer encuentro en el aeropuerto.

—¿Estás lista? —me espetó Spence como si yo estuviera sosteniendo

su vida.

Oh, esto va a ser genial.

—Sí —dije. Darle puñetazos en la cara iba a ser un placer.

Por el rabillo de mi ojo, vi a Magda inclinarse y susurrarle algo al oído

a Lincoln. Su mano se posó en su hombro y yo estaba segura de que ella me

miró, buscando una reacción.

Ni siquiera vi venir a Spence. No era que él hubiera hecho algo

extraordinariamente cauteloso, yo solo había estado patéticamente distraída.

Tomé un golpe en el estómago, como castigo.

Traté de calmarme. Yo sabía que esto era importante. Rudyard ya

tenía su primera impresión de mí, pero yo sabía que esto sería de Nyla. Por no

hablar de que todo el mundo estaba mirando para ver de que se trataba el

alboroto.

Apenas tres minutos más tarde estaba de espaldas. Había conseguido

unos pocos buenos movimientos, pero Spence había luchado ferozmente, a

veces incluso un poco solapado para una sesión de entrenamiento y nunca

tuve un segundo para centrarme.

—¿Ves? —ladró—. ¡Esto es una estupidez! Vinimos hasta aquí para

entrenar con esta chica y ella no puede ni siquiera durar lo suficiente para

hacerme sudar. —Él interrumpió a Nyla y Rudyard, dejándome sentada en el

suelo—. No es justo. Soy un buen luchador, ¡debería estar autorizado a cazar!

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Yo no debería tener que esperar por mi compañera. —Lanzó una mano hacia

mí—. Ella ni siquiera sabe cómo manejarse a sí misma en contra de mí y a ella

se le permite cazar.

Steph se puso de pie, con las manos en las caderas.

—Oye, hombre machista. ¿Has desarmado alguna vez a más de la

mitad de una docena de exiliados de una sola pasada? ¿Mientras que estás

tumbado en el suelo muriendo? —Steph tenía una buena forma de llegar a

este punto.

—¿Quién eres tú de todas formas? Esto no es un deporte de

espectador, ya sabes —le escupió Spence.

—Soy la que va a explicarte dos cosas muy importantes. En primer

lugar, necesitas desodorante... como, ahora. En segundo lugar, si piensas que

vencer a Violet en un poco de entrenamiento y luego jactarte de ello como un

idiota de alguna manera te hace ver como una especie de poco apreciado

héroe en acción, estás tan equivocado, es casi gracioso.

Spence miró a su alrededor como si estuviera esperando a alguien para

que arrastrara a Steph afuera y la tirara en la calle.

Rudyard se puso de pie y le extendió el brazo a Nyla para que se le

uniera.

—Hemos terminado por hoy. Nosotros vamos a regresar al hotel. Zoe,

Salvatore y Spence, los esperamos para la cena. —Rudyard le dio a Spence una

breve inclinación de cabeza.

—Buena pelea. —Luego se volvió hacia Steph—. Tú, Stephanie, eres

bienvenida a ver cualquier sesión de entrenamiento a la que Violet te invite.

Encuentro tu enfoque... eficaz.

Mientras caminaban hacia la puerta, Rudyard miró a Lincoln y Magda

y luego bajó la mirada hacia mí guiñando un ojo, revolviendo algo en mí. Me

hizo sentir vulnerable, como si de alguna manera veía a través de mí, de

alguna manera él sabía por qué había luchado tan mal y me estaba

perdonando. Pero él no podía saber. Él no podía haber escuchado a Lincoln y

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Magda. Y seguro como el infierno que no podía ver mi corazón torcerse en un

nudo feo.

Salvatore extendió una mano para ayudarme. Parecía que era obvio

para todos que Lincoln no se había acercado. Pude ver su decepción. Había

luchado mal y sabía que desde que él había sido responsable de todo mi

entrenamiento hasta este punto, lo había defraudado, también. Las cosas

estaban cada vez peor y peor.

Necesitaba un poco de aire y me dirigí a la puerta. Todavía tenía mis

reglas: No huir y no renunciar. Yo pensaba que siendo Grigori podría hacerme

considerarlas menos, pero me di cuenta de que todavía tenía la seria necesidad

para resistir de levantar el vuelo. Como ahora.

Steph levantó las cejas mientras me veía salir. Ella estaba ofreciendo

unirse a mí, pero negué con la cabeza. Yo sabía que ella no me presionaría.

Caminé un poco por la calle y me senté en una valla cercana. Aunque

Lincoln vivía en una zona muy concurrida, la calle era corta y relativamente

tranquila. Solían ser enteramente almacenes totalmente viejos, pero ahora no

había un edificio que no había sido ha convertido en un hogar moderno.

—Oye, ¿huyendo?

Miré hacia arriba para ver a Spence. Tenía las manos en los bolsillos y

lucia incómodo, como si él no estuviese seguro de que realmente quería estar

hablándome, lo que hacía dos de nosotros.

—No —le dije, a la defensiva. No me gustaba la idea de que alguien

podría suponer que acababa de salir huyendo de esa forma, incluso si él me

había masacrado.

—Está bien —dijo, sonriendo un poco con las manos en el aire—. No dispares,

Mira, solo quería decir... yo... cualquiera podía ver que estabas fuera de tu

juego y yo... de todos modos, fue ruin. No es mi estilo habitual. Simplemente

me molesta que no me dejen salir a cazar con los demás. Pensé que si veían...

—¿Si veían que me derribabas ellos pasarían por alto el hecho de que

si eres herido por un exiliado puedes morir?

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—Sí. Poniéndolo así me hace sonar como un idiota, pero tenía que

intentarlo.

—Lo entiendo. No fue tu culpa de todos modos. Como has dicho, yo

estaba distraída....

—¿Por Lincoln y Maggy la compañera de Griffin?

—Magda —le corregí.

—¿Ella está causando un problema?

—No Sí. No lo sé. —Una pareja paseaba a su perro y nos sonrió. Todo

lo que podía pensar era, No tienen ni idea. Y tuve envidia.

Spence se encaramó y se acomodó a mi lado.

—Bueno, ¿por qué no empiezas por decirme lo que pasó para que

lucharas como una chica?

Me eché a reír.

— Soy una chica.

—Sí —se encogió de hombros, moviendo las piernas—, pero no vale la

pena ser Grigori si tus peleas son como una chica y yo he oído que tienes

habilidades.

—Gracias.

—¿Y?

—No sé —le dije, pero Spence esperó y finalmente cedí—. Los

escuché hablando. Ella le dijo algo que lo hizo enloquecer. Siguió preguntando

si estaba segura. Entonces, cuando sugirió decirnos a Griffin y a mí, Lincoln

entró en pánico y le hizo prometer que no me lo dijera. No sé lo que es, pero

es grande y es malo y él juró que nunca me mentiría otra vez.

Y por mí vida, no tengo ni idea de por qué estoy confiando en este

desconocido que acaba de sacarme la mierda. Supongo que es cierto lo que

dicen, el combate físico puede ser tan emocional como cualquier otra

conexión importante.

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—Uf, eso suena mal. ¿Entonces tú y Lincoln tienen historia? ¿Sabes

que eso no está realmente en el carnet de compañeros? Quiero decir, alguien

te explicó...

—Sí, sí, nunca podremos estar juntos así. Me dieron el memo. Es

complicado, sin embargo, pensé que nosotros... solo no creí que él sería...

—Bien, lo entiendo. ¿Y Lincoln y Magda? Parece que ella le estaba

diciendo algo importante, algo personal. ¿Tú...? —Él contuvo una especie de

encogimiento.

—Yo sé lo que piensas. No es eso —le dije rápidamente, haciéndolo

callar.

—Está bien. Pero si tenían una historia antes de ustedes dos, solo digo,

¿es posible?

—No. No… sé. Nunca me dijo si eran... Son —le dije, mirando hacia

abajo, conteniendo las lágrimas. No quería llorar delante de Spence. Apenas lo

conocía. Ya era bastante malo que le estuviera derramando mis tripas.

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Capítulo 8 “En todo lo que llamamos un juicio, una pena, o un deber; créanme,

la mano de un ángel está ahí”.

Fra Giovanni Giocondo

Traducido por Jessy

Corregido por MaryJane♥

eguir a personas por la ciudad es complicado. Especialmente

cuando tienen una conexión especial contigo que significa que si

te acercas demasiado hay muchas posibilidades que se vayan a

dar cuenta de tu presencia.

Al menos todavía estaba claro, por lo que podíamos rezagarnos un

poco y mantener nuestra mirada en ellos cuando había demasiadas personas

bloqueando nuestra vista.

Spence era como un detective profesional. Estaba totalmente

impresionada y encantada de seguir su ejemplo. Perseguimos a Lincoln y

Magda por varias cuadras y justo cuando estaba empezando a pensar en

rendirnos, Spence se escondió en el umbral de una tienda y me tiro dentro

también.

—¿Qué? —susurré.

Él sonrió.

—No tienes que susurrar.

Estaba en lo cierto, estaban casi a cien metros delante de nosotros.

—¿Qué? —repetí en un tono normal.

S

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—Creo que sé a dónde están yendo. —Apuntó fuera del umbral.

Magda y Lincoln estaban caminando hacia un pequeño hotel. Spence

observaba en silencio mientras yo contenía el aliento. Efectivamente, ahí

iban.

Un hotel.

Mordí mi labio y trate de contener las lágrimas.

¿Cómo podía hacerme esto a mí? ¿A nosotros?

Pero en verdad, esa era mi respuesta.

No existe un “nosotros”.

La parte de mí que prefería ignorar se burló por dentro.

Nunca lo tuviste en primer lugar.

Spence, quien había estado parado en silencio a mi lado mientras los

pensamientos se agolpaban en mi mente, agarro mi brazo.

—Vamos.

—¿Qué? ¿Dónde? —pregunté.

—Allá.

—No voy a ir allá. Solo vámonos. —Me di la vuelta y le hice señas

para irnos. Spence se cruzó de brazos y negó con la cabeza.

—Mira, entiendo, estas en un mal sitio, pero ahora mismo estás

pensando en el peor escenario. Aún existe la posibilidad que sea algo más.

Vamos a averiguarlo. No puede empeorar las cosas.

Me llevó de vuelta a la calle y avanzamos hacia el hotel. Me arrastré a

regañadientes tras él. Esto no era una buena idea.

A medida que nos acercábamos a la puerta mis sentidos angelicales

comenzaron a salir como un detector de metales.

—Spence —dije con cautela—. Spence… algo no está bien, hay

exiliados ahí dentro.

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Traté de calmar los sentidos. Para tragar lejos la acidez de la manzana,

desde los pájaros chocando contra las ramas, hasta el empalagoso aroma de

tantas esencias florales. Parpadeé alejando los flashes de la mañana y la tarde

que destellaban bajo mis parpados y traté de calmar el escozor de calor

corriendo por todo mi cuerpo. Por lo general, en estos días, tenía este proceso

bajo control, pero seguía siendo abrumador cuando estaba lidiando con varios.

Spence me sujetó.

—¿Estás bien?

—Por ahora. Pero no sé si debiéramos entrar ahí. —Estaba empezando

a retroceder.

—Definitivamente deberíamos entrar allí. —Spence dio saltos en el

sitio—. Quiero decir, Lincoln y Magda ya están adentro. ¿Qué pasa si están en

problemas?

—No lo creo. Sentiría si Lincoln estuviera en peligro.

—Sí, pero ¿puedes sentirlo si él mismo no se da cuenta?

Buen punto.

—Bien, pero no nos metamos en lo que no debamos.

Spence estaba revisando su daga. Por suerte, teníamos que usarlas

cuando hacíamos las sesiones de entrenamientos así que estábamos

acostumbrados a pelear con ellas. Aunque no tan complicadas como una

espada, las dagas Grigori estaban entre las más largas con una hoja del largo de

un antebrazo. Spence se veía tan emocionado. Mire abajo hacia mi propia

arma. Maldición, no estaba emocionada para nada. A lo bestia, iba a entrar ahí

a pelear con exiliados cuando todavía estaba demasiado asustada para sacar mi

daga. En el peor de los casos… ni siquiera quería considerar la otra

posibilidad.

Cuando entramos al vestíbulo, el hotel era sorprendentemente grande.

Desde afuera parecía totalmente una boutique, pero a pesar de que era

estrecho en realidad era muy espacioso. Había un bar de mármol por un

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extremo y un área de recepción por la entrada con sillones y mesas dispersas

en el medio.

Examine la habitación rápidamente. En el muy dominado-por-

hombres vestíbulo, una pocas mujeres estaban vestidas lujosamente pero

provocativas. En algunas, la tela entre los Manolos2 y las blusas de diseñador

era tan escasa que apenas dejaba algo a la imaginación.

—Ew —dije.

—Si —agregó Spence, aunque él no sonó particularmente asqueado, y

cuando lo vi escaneando el conjunto solo rodé los ojos.

—¿Qué? —preguntó en respuesta.

—Hombre tenías que ser —dije, moviéndonos hacia un lugar más

discreto detrás de uno de los grandes pilares de mármol.

Hombre en trajes, algunos usando añillos de matrimonio, charlando

en pequeñas mesas con chicas. Una sensación de decepción emanaba del lugar.

Se sentía contaminado y peligroso.

—Creo que deberíamos hacer esto rápido —susurré.

—Sí… algunos de ellos realmente necesitan conseguir una habitación

—respondió Spence con toda seriedad y aunque estaba un poco asqueada por

su comentario, estaba de acuerdo. Las DPA3 pueden ser lindas en el momento

adecuado y con moderación pero esto era…

Divisé a Lincoln y Magda en una de las mesas pequeñas cerca del bar.

—Están allá en el fondo, sentados con alguien más —dije.

Spence me miro con una cara de fastidio y desvió la mirada.

—¿Chico o chica? —preguntó, encogiéndose.

—Chico. ¿Por qué? —contesté, confusa.

2 Manolo: Marca de calzado más prestigiosa del mundo, que lleva el nombre de su diseñador. 3 DPA: Demostraciones Públicas de Afecto.

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—Oh…bueno, eso es… —dijo, incapaz de terminar, cada vez más

paralizado.

Lo agarré y lo golpee en el hombro.

—¡Spence! Deja de pensar en cosas sucias y concéntrate. —Le pegué

otra vez—. Están con un exiliado y hay más en las mesas a ambos lados de

ellos. Creo que tenías razón. Están en problemas.

El hombre sentado frente a Lincoln era poco atractivo y se veía

debilucho para un exiliado, lo que me hizo pensar que estaba oculto por algún

tipo de disfraz. Todo lo que pude ver fue un sobre manila reaparecer desde

Lincoln hacia él.

—¿Viste eso?

—Sí.

—¿Alguna idea?

—Ninguna.

—Bueno, esto es bueno ¿no? —dijo.

Sentí un aumento en la habitación como una sensación familiar e

inquietante inundarme enviando un escalofrió por mi columna. Comencé a

mirar alrededor, un conjunto diferente de nervios jugaban en mí ahora. Estaba

a punto de dar un paso hacia donde venía cuando dos exiliados de aspecto

amenazador aparecieron muy rápido y se pararon como una pared de ladrillos

enfrente nuestro.

—Yo no diría exactamente bien —le respondí a Spence.

—Uhm. —Pero él estaba sonriendo.

—¡Esto es una violación! Ustedes mentirosos y despreciables humanos

Grigori —dijo uno de los exiliados.

—¡Ya nos íbamos! —dije, mientras Spence y yo, entendiendo la misma

necesidad de partida, dimos la vuelta para enfrentar la salida. Pero giramos

directamente contra otros tres exiliados que habían venido detrás de nosotros.

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—Sin pase, no hay protección —dijo uno que parecía como si todas

sus navidades hubieran llegado al mismo tiempo.

Luego su puño fue directamente al rostro de Spence, enviándolo a

volar a uno de los pilares de mármol con un estruendoso sonido.

Lincoln y Magda estuvieron ahí en segundos, sorprendidos de

encontrarme rodeada por un grupo de furiosos exiliados. Ni siquiera dudaron.

Saltaron directo a la acción. Tal como yo. Sin darme cuenta, estábamos en

pleno combate, Lincoln y Magda cada uno enfrentando a dos exiliados. Spence

se recuperó rápidamente y tomo uno de Magda, mientras escuchábamos lo

que Lincoln estaba gritando:

—¡Sin dagas! Solo derríbenlos y salgan.

Bien por mí.

Asegurándome de no cometer el mismo error que tuve el otro día,

bloquee todo lo demás y me concentré en el exiliado pelirrojo usando

poliéster que venía hacia mí con veneno. Por suerte, era descuidado, lo que lo

hizo fácil. Con unas pocas bien situadas patadas estaba en control y lo tumbé

hasta que se quedó ahí. Me volví a tiempo para ver a Lincoln noqueando a su

segundo exiliado, golpeándolo con su palma plana directo hacia arriba y en la

nariz de su oponente, uno de sus movimientos favoritos, rápido y eficiente.

Magda ya estaba en la puerta y Spence todavía estaba puño contra puño con el

corpulento exiliado que lo había golpeado primero.

Estaba a punto de intervenir y ayudar cuando Spence tomo un

impulso hacia el exiliado y de alguna manera se catapultó él mismo para

aterrizar sobre los hombros de este. Desde allí, agarro su cabeza, tomándose el

tiempo de mirarme y hacerme un guiño, luego le dio un giro brusco.

Hubo un fuerte crujido y el exiliado cayó al piso, una espada Grigori

era necesaria para eso, pero dolía como el infierno y lo mantendría abajo por

un tiempo.

Una vez afuera, Spence y yo mantuvimos un ritmo rápido, siguiendo a

Lincoln. Los dos sabíamos que él simplemente esperaba que lo hiciéramos.

Cuando se detuvo a pocas calles de distancia, fui directo hacia él. No sabía lo

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que estaba pasando pero en este momento, solo quería saber que no había sido

herido. Había sido estúpido ir ahí cuando sabíamos que el hotel estaba lleno

de exiliados.

—¿Estás bien? —pregunté.

—¡No! —Dio la vuelta para mirarme, sus ojos verdes más enojados de

lo que jamás había visto—. ¿Qué demonios estaban haciendo ustedes dos allí?

¡Podrían haberse matado!

Di un paso atrás. Spence se acercó a mi lado mientras Magda daba un

paso hacia Lincoln.

—Linc, lo siento. Pensamos que podrían estar en problemas.

—¿Cómo sabían siquiera que estábamos ahí dentro?

—Nosotros… Yo… —No podía responder, no podía admitir mi

infantilismo.

—¡Me seguiste!

—En realidad, fui yo —dijo Spence, dando un paso hacia adelante.

—¿Qué? —Se metió Magda.

—Sí. Los vi irse chicos y parecía que podrían estar yendo de cacería.

Pensé que podría ser capaz de entrar en la acción. Lo siento por eso.

Cerré mis ojos por un momento. Spence me estaba salvando, en

grande.

—Ambos deberían haberlo sabido mejor —dijo Magda, no sacándome

de apuros—. Tú ni siquiera tienes permitido servicio activo, Spence. Dudo que

tus tutores vayan a estar impresionados cuando les digamos que arruinaste una

reunión que teníamos con una fuente. Además posiblemente amenazando una

de las únicas que nos quedaban. Fue una asociación mutua, anunciamos

nuestros números y aceptamos no causarles ningún problema si se reunían con

nosotros. ¡Estábamos ahí para conseguir información, no para pelear! —Magda

parecía como si estuviera disfrutando este desastre tanto como Lincoln estaba

avergonzado de ello.

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¿De verdad piensa tan poco de mí? ¿Soy tal vergüenza a tener

alrededor ahora que Magda volvió y él puede cazar con ella?

—Bueno, quizá alguien debería haberme dicho. —Puse mala cara,

dirigiendo mis palabras a Lincoln, quien ahora apenas me miraba—. Y quizás

alguien pudo haberme dicho dónde estabas yendo mientras estaba en ello, ya

que se supone que es mi compañero después de todo. Esto no es todo sobre

nosotros, sabes. ¿Para qué estabas viendo a ese exiliado “fuente” de todos

modos?

—Para nada. Es solo un viejo caso en que me ofrecí a ayudar a Magda

—dijo Lincoln, mirando sus pies.

—¿Qué? ¿No vas a decirme? —pregunté con incredulidad.

—No. —Miró a Magda, quien inclinó su cabeza como si le indicara ir

con ella—. Mira, esto no te involucra, Violet. Ve a casa, duerme un poco.

Apenas dormiste algo anoche.

Spence me miró, sonriendo de oreja a oreja incluso le dio a sus cejas

un meneo. Lo ignoré.

—Tú y… Spence, tendrán tiempo de sobra para repartir más adelante.

Nos veremos mañana —dijo Lincoln, también atrapando la expresión de

Spence.

Con eso, Magda y Lincoln pararon un taxi y se alejaron. Supongo que

pensaron que serían más difíciles de seguir viajando a alta velocidad.

Enterré mi cara en mis manos.

—Oh Dios mío, quiero morir.

—¿Qué quieres decir? —empezó Spence, pasando los dedos por su

cabello y luego despeinándolo todo arriba otra vez—. ¡Eso. Fue. Increíble!

Siquiera viste eso ¡salte sobre sus malditos hombros y rompí su cuello!

Mire entre los dedos cubriendo mi cara.

—Eso fue bastante genial.

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—¿Genial? Eso no fue genial. ¡Eso fue histórico! —Me dio un codazo y

reí mientras comenzábamos a caminar de regreso—. Y eso no fue tan malo. Al

menos no estaban en el Pent-house con champán.

—Spence eres asqueroso, lo sabes, ¿verdad?

—Sí. Pero tienes que admitir, no es un mal resultado comparado a la

alternativa. Eso sí…

—¿Qué?

—Bueno, Magda estaba luciendo un poco… tu sabes… hinchada.

¿Quizás…?

—No. —Tome un profundo respiro y me enderecé para enfrentarlo—.

¡No!

—¡Me quedó claro! —Asintió y supe que no lo mencionaría otra vez.

—Te das cuenta que ellos no iban a contarnos —proseguí cuando

empezamos a caminar de nuevo—. Y cuando Griffin, Nyla y Rudyard lo

sepan, estamos arruinados.

—Sí, ¡pero valió la pena! Justo en sus hombros… ¡como un maldito

acróbata!

Cuando por fin llegué a casa a un apartamento vacío, estaba tan

agotada que me caí dormida en el sillón por la noche después de preguntarme

brevemente como le estaba yendo a Onyx con Dapper. Debería haber ido a

revisarlo esta noche pero con todo… me prometí que iría directamente

después del entrenamiento al siguiente día. Justo cuando mis ojos se volvieron

demasiado pesados para resistir cerrarlos, sentí una briza cruzar mi rostro.

Curiosamente, no era fría y no me sentí tan sola.

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Capítulo 9 “Los cuentos de hadas son más que ciertos; no porque nos dicen que

los dragones existen, sino porque nos dicen que pueden ser

derrotados”.

G.K. Chesterson

Traducido por Lorenaa

Corregido por LizC

teph no paró de hablar sobre Salvatore durante toda la mañana,

incluso durante las clases me envió notas… algo que Steph

simplemente no hace normalmente.

¡Él es taaaaan agradable!

Me acompañó a casa. ¿Ya te lo había dicho?

Me siento tan mal por él, todo lo que quiere es ser parte de todo y que

las cosas no vayan despacio. No es su culpa que no pueda hablar inglés aún.

Zoe es una perra con él pero él solo quiere gustarle. Pero solo como amigos

—él no está interesado en ella— no lo creo.

¿Qué piensas?

S xxx

Le escribí de vuelta, asegurándole que no creía que Salvatore tuviese

ningún interés romántico en Zoe, recordándole, con cierta amargura, que a los

compañeros Grigori no se les permite tener una relación romántica entre sí,

S

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de todos modos; incluso si estaba reflexionando cada día más y más sobre Nyla

y Rudyard y lo cercanos que parecían.

Le dije a Steph todas las cosas que ella quería que le dijese —que ella

debería ayudarlo, tal vez dándole unas clases de inglés extra— todas las cosas

que los harían estar juntos. No mencioné mis preocupaciones: que acercarse a

un Grigori de manera romántica podría significar un desastre, y que tal vez

debía considerar mantener las distancias. No sabía si eso me hacía una buena o

una mala amiga.

Cuando la campana del final del día sonó, estaba muriéndome por

volver a casa de Lincoln. Necesitaba verlo, para aclararlo todo y volver a la

pista. Además, tenía que arreglar mi pobre actuación de ayer y hacerlo mejor

en el entrenamiento. Entre las notas de Steph me las arreglé para hablarme a

mí misma mentalmente sobre todas las teorías locas, especialmente la del —ni

siquiera puedo creerme que esté pensando en eso— bebé. Por supuesto que

Magda y Lincoln no estaban teniendo un bebé. Solo porque había parecido

como la clase de conversaciones que tiene una pareja; simplemente tenía que

haber algo más.

Steph vino conmigo otra vez y pude ver qué tanto como Salvatore

estuviese alrededor, lo más probable es que ella también estaría. Cuando

llegamos, el entrenamiento ya estaba en pleno apogeo. Salvatore y Zoe estaban

ambos resplandeciendo con sudor y parecía como si llevaran ya diez rondas el

uno con el otro.

Spence estaba en una esquina utilizando las pesas de Lincoln. En

camiseta y shorts parecía bastante alto y mostraba un cuerpo tonificado. Por

primera vez, realmente lo miré y vi que debajo de ese cabello rubio

desordenado que le daba apariencia de surfista, tenía unos rasgos amables en

su rostro que no lo hacían ni chico, ni hombre, sino alguien con todo el

potencial. Cuando me vio, su rostro se iluminó con una sonrisa diabólica y me

encontré sonriendo de oreja a oreja y preguntándome en cuántos problemas

me iba a meter éste nuevo amigo mío.

—¡Hola! ¿Dónde está todo el mundo? —le pregunté cuando Steph se

alejó de mí. Sabía exactamente hacia quién se estaba dirigiendo en línea recta.

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—Bueno, Zoe y Sal han estado dándole todo el día. Solo estaban

calentando. Tus compañeros le dijeron a Nyla y Rudy sobre nuestro pequeño

error de juicio de la otra noche, así que no tenemos ni permitido entrenar

boxeo hoy. —Spence dejó en la alfombra del suelo sus pesas de mano y tomó

su botella de agua—. Griffin, Nyla y Rudy han estado fuera la mayor parte del

día buscando la Escritura esa de las que todos van detrás. Me dijeron que te

dijese que llegarían a tiempo para darte la lección de teoría que tienes más

tarde.

—Oh, está bien. Siento haberte metido en problemas. No te debí

haber involucrado en mis líos.

—Oye, no te disculpes. Lo haría todo otra vez en un latido.

A pesar de eso me preocupaba verdaderamente.

—Entonces uhm… dónde está…

Spence levantó una ceja.

—¿Lincoln y Zorra-Magda?

Mis ojos recorrieron los alrededores, asustada de que nos hubiesen

escuchado. Nadie estaba los suficientemente cerca para oír. Me relajé.

—Sí.

—No lo sé. Lincoln vino en algún momento, le dijo algo a Griffin,

tomó algunas cosas y volvió a salir. No he visto a Maggy. ¿No hay mucho amor

perdido entre ustedes dos, eh?

—No mucho.

La puerta se abrió y entraron Nyla y Rudyard. Sus brazos estaban

unidos. Casi la mayoría de las veces estaban tomándose de las manos, o

tocándose de alguna manera, como si estuviesen atraídos el uno por el otro,

como las polillas a las llamas.

—Son asombrosos —dije para mí.

—Sí. Lo más raro de por aquí —dijo Spence.

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Lo miré.

—¿Qué quieres decir?

—Ellos son el verdadero asunto. Menos de uno entre un millón… o

más.

—No te entiendo… ¿de qué estás hablando? —Pero incluso mientras

preguntaba, sentí mi garganta apretarse, porque lo sabía; esto era crucial.

Él me miró como si hubiese tomado la pastilla de la estupidez, pero

antes de que pudiese responderme, Nyla estaba parada delante de nosotros con

una mirada que hizo a Spence parar en seco. Mis ojos iban del uno al otro.

—Violet, es el momento de tu lección. Creo que ya que Zoe, Salvatore

y Spence han acabado por hoy, tenemos todo el espacio para nosotros y

podemos dar la clase aquí. —Ella cambió su atención hacia Spence y los otros

y señaló hacia la puerta—. Los veremos al resto en el hotel.

Spence murmuró algo por debajo sobre lo injusto que era todo y

recogió su bolso junto con los otros, dejándome sola con Nyla y Rudyard.

Fui a buscar una libreta y un bolígrafo de mi mochila del colegio. Era

obvio que Nyla era la luchadora así que me preguntaba quién me iba a dar la

teoría.

Rudyard llamó desde la cocina.

—¿Cómo funciona esto?

Lo dejé todo y corrí hasta él.

—¡NO! —dije, interponiéndome entre él y mi bebé—. Eh, yo te haré

el café. —Nadie tocaba la máquina de café excepto yo. Había sido un regalo de

cumpleaños de Lincoln y ya que había tenido que esperar dos años para ser

capaz de tener un buen café en este sitio, no iba a dejar que el Señor

Cuatrocientos Demás, quien probablemente estropearía todo el

descubrimiento del grano de café, se metiera con mi máquina amada y bien

cuidada.

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—Gracias —dijo Rudyard, sonriendo ante mi reacción. Apuntó hacia

mi libreta y bolígrafo que estaban en el banco—. No vas a necesitar eso. Ésta

no es la típica clase que necesitas documentar, Violet. Nyla y yo pensamos que

necesitas saber más de la vida de los Grigori y nuestra historia.

—Bien —dije, sintiéndome de repente un poco nerviosa. Le pasé un

café negro y después me hice uno con leche para mí y vertí un poco de zumo

para Nyla, estábamos sentados en la mesa.

—Primero que nada, ambos, Nyla y yo creemos que es justo revelarte

algunas cosas sobre tu madre.

Mis manos se aferraron con más fuerza en la taza y me congelé.

—¿La… conocieron?

Escuché la risa en la voz de Nyla, incluso aunque no pudiera mirarla.

—Ella fue una buena amiga durante muchos años.

—Oh. —Estaba segura que habían millones de cosas que podía haber

dicho. Pero ninguna me venía en este momento. Nunca conocí a mi madre.

Las únicas cosas que había recibido de ella las tuve en mi decimoséptimo

cumpleaños, hacía dos meses. Siempre me sentía incómoda cuando la gente

hablaba de ella. Era como si ellos esperaran que la conociera, que tuviese

alguna unión con ella, no lo sé. No lo tengo. Todo lo que tengo es el

conocimiento que antes de mí, ella fue un Grigori y de alguna manera, ella

sabía que iba a ser mi destino también. Me dejó una de sus pulseras y una nota

críptica. En pocas palabras: todo lo que me dejó fue bastante engañada. Me

imaginé que ya que ella sabía lo que iba a venir podía haber hecho algo más

para yo estuviera al tanto.

—Vivió con nosotros en Nueva York durante treinta años, antes de

que conociese a tu padre. Rudy y yo fuimos sus profesores cuando se convirtió

en Grigori y luego más tarde ella fue tutora en el colegio durante un tiempo.

El nombre de su compañero era Jonathon. Estuvieron juntos durante ciento

veintiocho años.

Levanté la cabeza. Nyla sonrió dulcemente.

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—Compañero Grigori. Nada más. Eran como hermano y hermana.

Peleaban como perros y gatos pero se amaban profundamente. —Noté que su

voz se desvaneció al final.

—¿Qué pasó?

—Jonathon y Evelyn tenían una asignación única global. Juntos eran

responsables de un único exiliado de poder sin precedentes. Les tomó ciento

veintiocho años para derrotarla y le costó la vida a Jonathon.

—Lilith —dije, atragantándome con la palabra.

Rudyard y Nyla, los dos me miraron sorprendidos.

—¿Cómo lo supiste? Griffin dijo que no habías sido informada de la

historia de tu madre. Ni siquiera él la sabe.

—Cuando fui abrazada, mi guía me contó trozos, el resto lo junté yo.

—Bueno, eso es impresionante. Siento que hayas tenido que descubrir

las cosas por tu cuenta. Especialmente, dada tu… implicación anterior con

Phoenix.

Bajé la mirada, ruborizada. Parecía que todo el mundo conocía esa

estúpida decisión que hice.

—Eso es en parte la razón por la que Ruby y yo queríamos ser los que

viniésemos aquí, así podíamos contarte de ella.

—Entonces, ¿qué pasó?

—No lo sabemos exactamente. Las batallas con Lilith fueron

legendarias. Era muy fuerte, muy inteligente y tenía muchos seguidores.

Jonathon murió en su confrontación final, protegiendo a Evelyn. Fue Evelyn

quien descubrió cómo vencer a Lilith. La última batalla le costó mucho.

Nunca se perdonó por la muerte de Jonathon. Después de eso, rechazó a un

nuevo compañero y permaneció con nosotros en el colegio, entrenando a

nuevos Grigori. Luego conoció a tu padre y encontró una nueva felicidad. Me

avergüenza admitir, que después de que ella se fuera, perdimos el contacto.

Creo que eso era lo que Evelyn había querido.

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»Ella esperaba poder tener una vida normal con James; tanto como

fuera posible, de todos modos. Ni siquiera supimos de su muerte hasta unos

años después de que ocurriera y realmente no supimos que había tenido una

hija y que esa niña tenía esencia de ángel. Si lo hubiésemos sabido, te

hubiésemos vigilado mejor. Habría sido lo menos que podíamos hacer. Cuando

Lincoln se abrazó por primera vez y dijo tu nombre, nadie en la ciudad

conocía tu nombre, nadie en la ciudad conocía a tu madre y ya que tú estabas

bajo el nombre de tu padre… Eden… estabas fuera de nuestro radar.

—Ella me dejó su caja, con una pulsera… y una carta.

—¿Solo una? —me interrumpió Rudyard, pareciendo confundido.

Asentí y su mirada cambió a algo que no pude descifrar mientras

miraba hacia Nyla.

—Ella sabía que iba a morir. —Había sospechado eso durante mucho

tiempo, quizá incluso lo sabía, pero era la primera vez que verdaderamente lo

admitía en voz alta.

Rudy asintió.

—Tiene sentido. Ella era talentosa, Evelyn. Una caminante de sueños.

Podía conversar con los ángeles en sueños… si ellos lo deseaban. Un Grigori

hecho por Serafín, como Griffin, puede ser alimentado de información en

sueños, decir cosas que ellos necesitan saber, como los nombres del primero de

una serie de compañeros, pero nada como lo que Evelyn podía hacer. Me

imagino que ella quizás supo durante un tiempo antes de que tú nacieses que

éste iba a ser el resultado. También creo que ella podría haber jugado una

mano en esa decisión.

—No lo entiendo —dije, removiéndome en mi silla, cada vez más

cohibida. Una cosa es preguntarse si te dieron esta vida; otra cosa es que unos

extraños te lo confirmen.

—Solo es una especulación, pero dada su historia y su poder… creo

que le habrían ofrecido una elección.

—En su carta. Me pidió que la perdonara… —Y como piezas de un

rompecabezas, una más cayó en su sitio—. Esa es la razón. Ella eligió morir…

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para hacerme esto. —Intenté retener las lágrimas que empezaban a caer por

mi rostro—. Me dejó. —Mi voz cayó en un susurro—. Nos mató a las dos.

La mano de Nyla tocó la mía. La aparté.

—¿Qué dices? Estás viva y bien, Violet.

No respondí. ¿Cómo iba siquiera a empezar a explicarlo?

—Ella amaba a tu padre profundamente —continuó Nyla—. Nunca

creyó que descubriría un amor tan fuerte, especialmente con alguien tan…

normal. Sé que habría estado muy emocionada por tener un niño con James y

que habría sido la cosa más difícil que nunca había hecho… dejarlos a los dos.

Ella conocía, mejor que nadie, los sacrificios que un Grigori debe hacer. Pero

no habría elegido ésta vida para ti si creyese que había otra manera.

—Sí —acordó Rudyard—. Y esa es otra de las razones por las que

estamos aquí. Para que Evelyn hiciera tal elección, comprometer a su hija a

una vida como Grigori, sabemos que la razón debe haber sido… bueno, ella

debió sentir que era crítico y que no tenía otra elección. Creemos que se

enteró de información tan catastrófica que la llevó a creer que solo a través de

ti podíamos detenerlo.

—Detenerlo, ¿cómo?

—Eso, no lo sabemos.

—¿Creen que tiene algo que ver con la Escritura?

—A lo mejor. De seguro necesitamos encontrarla antes que los

exiliados. Tenemos a gente en Nueva York buscándola. El problema es, que no

conocemos el hilo inicial para rastrearla.

El ambiente estaba tan cargado en la habitación que cuando se abrió la

puerta principal, todos saltamos.

Lincoln entró.

—Hola. ¿Dónde están todos los demás? —Miró hacia mí y me dio una

pequeña sonrisa y yo solté toda la respiración que estaba conteniendo. No

sabía qué esperar de él después de la noche anterior.

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—Todo el mundo terminó un poco más temprano hoy, para que así

pudiéramos hablar con Violet —respondió Nyla.

Las cejas de Lincoln se elevaron.

—Oh —luego rápidamente añadió—, ¿quieren que me vaya?

Nyla se levantó.

—No. Para nada. De hecho, llegas en el momento perfecto. Rudy y yo

esperábamos hablar contigo también. ¿Te importaría? —Señaló hacia un

asiento.

Lincoln se sentó tentativamente. Yo no era de mucha ayuda, todavía

estaba absorbiendo todo lo demás.

¿Ahora qué?

—Lincoln, a pesar de que entrenaste en Nueva York, no tuvimos la

oportunidad de conocerte muy bien, desafortunadamente.

Lincoln asintió y se explicó para mi beneficio.

—Yo no fui uno de los estudiantes de Nyla y Rudyard. Es una

instalación bastante grande. Solo nos encontramos un par de veces.

—Así es. Entonces, hay algunas cosas que no sabes sobre Rudy y yo

que probablemente no te explicamos durante tu entrenamiento.

—¿Cómo qué? —preguntó él, mientras yo levantaba la vista, más

interesada ahora.

Rudy contestó.

—Hay algunas cosas sobre ser un Grigori que otros no creen que sea

importante enseñar. Para Nyla y para mí, creemos más en eso porque nos

afecta directamente.

Cuando nosotros no dijimos nada, él continuó.

—¿Han conocido a otra pareja de Grigori como Nyla y yo? ¿Qué no

sean solo compañeros en el trabajo, sino en la vida?

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Me congelé.

¿Estaban admitiendo que estaban juntos-juntos?

Lincoln miró por encima de la mesa hacia mí. Pude ver su mente

trabajando, intentando ver a dónde iba esto.

—No, los Grigori son incompatibles. He querido preguntarte cómo…

quiero decir, tú aún tienes tu poder, pero…

—Creo que solo has escuchado un lado de las posibilidades, Lincoln…

y con buena razón, me atrevo a decir. Lo que Nyla y yo somos… podríamos

ser lo que podrías llamar la excepción que confirma la regla.

—Lo siento, pero no entiendo —dije, intentando mantener la calma.

Rudyard miró hacia Nyla, quien asintió para que él continuara.

—Resumiendo, los compañeros Grigori a menudo, normalmente,

bastante pronto en esta nueva sociedad, tienen una inclinación por explorar…

posibilidades. Cuando nos damos cuenta que vamos a estar vinculados a una

persona durante mucho tiempo, parece lógico que si podríamos ser

compañeros en la vida tan bien como en el trabajo, eso sería un buen

resultado. Sin embargo, la historia nos ha enseñado que la compatibilidad

entre Grigori es casi inexistente. A menudo, cuando los compañeros

exploran…

—Los asuntos físicos —ofreció Nyla, elevando las comisuras de sus

labios.

No pude evitar echar un rápido vistazo a Lincoln. Estaba sentado muy

quieto, mirando sus manos puestas sobre la mesa como si fuera a empujarla

contra el suelo.

—Sí —Rudyard sonrió hacia ella—. Los asuntos físicos en una

relación, pronto descubren que hay muchas consecuencias severas. Muchos

creen que es una caída del sistema de seguridad que los ángeles pusieron en

nosotros para prevenir lazos emocionales que puedan distraernos de nuestras

obligaciones. Otros —él sonrió otra vez a Nyla—, piensan que tiene más que

ver con nuestra parte ángel interfiriendo, porque los ángeles son seres

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independientes; ellos no se juntan de la forma en que lo hacen los humanos.

De todas formas, es un hecho evidente que tener una conexión… física, no es

algo que puedas hacer sin tener toda la información.

—Pero, ¿ustedes dos están juntos? —dijo Lincoln, sin levantar la

mirada todavía.

—Sí, lo estamos. —Nyla me miró, con una suave sonrisa de

conocimiento en sus labios—. En general se ve como una regla, una guía para

ser Grigori, que todos debemos aceptar que los compañeros son

incompatibles… como parejas. ¿Sabes por qué, Violet?

—Nos debilita.

—¿Lincoln? —presionó Nyla.

—A veces podemos perder nuestros poderes por completo, a veces

solo un compañero lo hace, a veces ambos se quedan sin defensas. —Lincoln

se concentró en sus manos, ahora inspeccionando sus dedos abiertos sobre la

mesa—. Es siempre un poco diferente, pero en definitiva, la sociedad se altera

y se debilita en general. Los compañeros que… se involucran… reducen sus

posibilidades de sobrevivir.

—Muy bien, Lincoln. Puedo ver que has considerado esto —dijo Nyla

amablemente, aunque pareció molestarle a él, cuando bajó sus manos y giró su

cuerpo en la silla lejos de nosotros.

—Correcto —dije, comenzando a darme cuenta de la enormidad de lo

que nos estaban diciendo—. Así que, si los compañeros son alguna vez…

—Físicos —me ofreció Rudyard otra vez.

—Sí. Es… malo. Quiero decir, realmente malo.

La mirada de Nyla cambió a una de simpatía.

—Se trata de una consecuencia. Pero como hemos dicho, parece que

Rudy y yo somos la excepción. Como con todas las cosas de la vida siempre

hay diferentes finales en una escala. Nosotros somos todo lo contrario.

Rudyard se inclinó y cerró sus manos sobre las de Nyla.

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—Cuando Nyla y yo nos convertimos en compañeros la primera vez,

simplemente no fue una opción para nosotros no explorar nuestro amor. Era

una parte de nosotros, y al final, no importaba a qué costo, nosotros creíamos

en ese amor. Cuando intimamos físicamente la primera vez, en lugar de

separarnos, nos unió más… completamente. Nyla y yo somos compañeros a

través de nuestros sentidos angelicales y como Grigori, pero también somos

compañeros a través de nuestras almas humanas, estamos unidos de todas las

formas.

Mis ojos fueron hacia Lincoln. Se había girado en la mesa otra vez y

estaba mirándome directamente. Sabía lo que ambos estábamos pensando y mi

corazón comenzó a bombear tan fuerte que estaba segura de que todo el

mundo podía oírlo. Recordando cuando nos habíamos besado en mi

cumpleaños, la forma en la que nuestros cuerpos y nuestras almas parecían

entrelazarse a la perfección. La forma en la que mi curación siempre parecía

funcionar, a través de la conexión física.

—¿Y tus poderes? —preguntó Lincoln sin quitar sus ojos de mí. Era

como si no pudiera.

—Completamente intactos; y a través de la conexión de nuestras almas

en realidad son amplificados entre sí.

—Yo… yo no lo entiendo —dijo Lincoln.

—Es difícil de explicar. La mejor explicación que te puedo dar es que

te imagines un túnel. Como si hubiese un túnel invisible entre Nyla y yo, y

que cada uno, en cualquier momento, podemos caminar a través de ese túnel

el uno hacia el otro. Lo mismo nuestros poderes. Siempre podemos sentirnos

el uno al otro, y sentir nuestros poderes.

Y entonces… lo entendí.

—Son almas gemelas —dije, mi voz temblando.

Nyla asintió y apretó la mano de Rudyard, y yo sentí el despertar de

algo muy, muy peligroso. Esperanza.

—¿Hay otros Grigori como ustedes? Quiero decir… es posible que…

—pregunté, despacio.

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—¿Qué tú y Lincoln sean almas gemelas?

—Sí —dije ruborizándome por tener que hacer esa pregunta delante

de Lincoln.

—Lo es —dijo Rudyard—. Cuando sentí tus poderes en el aeropuerto,

parecían gravitar fuertemente hacia la esencia de Lincoln. No he visto que

unos poderes empujen tan fuerte los de otra persona desde… —Él miró a

Nyla—. Pero lo más probable… es que no lo sean. En todos estos años, nunca

hemos conocido a otros compañeros que estén vinculados por su alma. Y, si lo

son, aunque es asombroso, deberías saber, que es más grande que cualquier

otro tipo de compromiso. Más grande que cualquier matrimonio en cualquier

tipo de cultura, así que piénsalo cuidadosamente antes de… explorarlo.

¡Oh Dios mío! Esta es la charla de sexo más rara de la historia.

—De acuerdo. Bueno, gracias por aclarar las cosas. —Lincoln se

levantó, claramente compartiendo mi incomodidad—. Voy a hacer algo para

cenar. ¿Quieren quedarse?

—Gracias, pero ahora estamos un poco preocupados de que Zoe

intente poner a Salvatore en un avión de vuelta a Italia si no volvemos pronto.

—Sí, pobre chico —concordó Lincoln.

—Zoe es una buena chica, solo tiene grandes expectativas en su

compañero… que Salvatore no tiene. Pero creo que ella se sorprenderá, con el

tiempo —dijo Nyla, mientras ella y Rudyard se levantaban e instintivamente

se pasaban un brazo alrededor del otro.

Ahora que sabía que eran almas gemelas, podía ver que cada pequeño

movimiento era de alguna manera proveído por el otro. Estaban

verdaderamente conectados y cuando se miraban el uno al otro, aunque

brevemente sus ojos se reflejaban en el otro. Amor perfecto.

Y míranos a Lincoln y a mí, apenas podíamos mirarnos el uno al otro.

Cada vez que intentábamos acércanos, algo se interponía en nuestro camino.

¿Qué pasaría si estamos destinados a estar juntos?

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Estábamos solo Lincoln y yo… por primera vez en lo que parecía años.

Él se puso a hacer la cena.

No me molesté en ofrecerle mi ayuda. Los dos sabíamos que si no se

trataba de la máquina de café no tenía sentido.

—Solo voy a tirar unos filetes y hacer una ensalada. ¿Está bien?

—Sí. Genial —dije, sintiéndome de lo más incómoda desde que me

enteré que era una Grigori. Caminé alrededor de la gran área abierta que

estaba llena ahora del equipamiento del gimnasio, y el suelo cubierto de

esteras. Empecé a tirar algunos trozos y piezas en la basura que estaba en la

base de la pared. Había intentado pintar un mural en uno de los grandes

espacios de la pared en blanco de Lincoln, pero no llegué muy lejos. Era una

cuestión de tiempo, más que nada. Eso, y que estaba bloqueada. Cada vez que

sabía lo que quería pintar, algo cambiaba en mi mente. Ahora tenía una gran

sábana cubriéndola.

—Aquí tienes.

Salté un poco, atrapada en mis pensamientos no me di cuenta que

Lincoln estaba detrás de mí.

—Gracias —dije tomando el vaso de Coca-Cola que me ofrecía.

—Siento lo de la otra noche —dijo—. No debí enfadarme tanto.

—También lo siento. No debimos nunca entrar ahí. Fue estúpido.

—Cierto —dijo, sonriendo ahora y pareciendo tan aliviado como yo

estaba que no estuviéramos yendo directamente a una discusión.

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Puse mis ojos en blanco pero luego me puse seria otra vez.

—¿Linc?

—¿Hmmm? —Iba de vuelta a la cocina.

—Uhm… —Iba a preguntarle por Magda, pero no puede—.

Deberíamos ir a comprobar a Onyx esta noche.

—Sí, lo sé. Lo haré.

Lo dijo casualmente, pero fue cortante.

—¿Podemos ir juntos? —presioné.

Miró hacia mí y luego le dio un mordisco a una zanahoria cruda.

—No esta noche. Tengo que salir en un momento y no tiene sentido

que estés esperándome.

—¿Dónde vas?

—Yo… solo voy a ayudar a Magda con algo.

—¿Magda?

Él levantó una ceja por mi tono.

—Sí.

—¿Y no vas a decirme qué es?

—Vi, solo necesito hacer esto por mí mismo. Es… personal.

De hecho, di un paso hacia atrás. Una cachetada en la cara hubiese

sido más amable.

—¿Personal? ¿Para Magda o para ti? —Porque por la forma en la que

estaba hablando no parecía ser solo problema de Magda.

Lincoln cerró los ojos y descansó una mano sobre el banco como si

estuviese intentando encontrar las fuerzas para enfrentarse a mí, lo que

simplemente me enojó aún más.

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—Violet, confía en mí. No quiero involucrarte en esto. Eres una…

distracción.

Mi mandíbula crujió mientras intentaba y fallaba en mantener la

calma.

—Pero Magda no —dije entre fuertes respiraciones, incapaz de

mirarlo a la cara.

—No. No lo es.

—Genial. Bueno, que se diviertan Magda y tú. —Le devolví el vaso de

Coca-Cola y empecé a recoger mis cosas.

—Violet, estás actuando como si saliese a divertirme sin ti. El exiliado

que estamos rastreando, él… —pero se detuvo a mitad de la frase.

—¿Él qué? —espeté.

Lincoln apartó la mirada.

—Necesita morir.

—Te refieres a ser cambiado.

—Si es lo mejor que puedo hacer —dijo, su voz era distante y rígida.

Lo miré fijamente, intentando escuchar lo que no estaba diciéndome;

lo que claramente me estaba perdiendo.

—Así que, simplemente tú y Magda.

—Sí.

—Bueno, te lo dejaré a ti.

—¿De qué estás hablando? —me preguntó mientras miraba como

recogía mi mochila, y me dirigía a la puerta.

—Tú y Magda obviamente tienen las cosas bajo control y acabó de

recordar que Steph se está quedando en mi casa esta noche, así que

probablemente debería volver y cenar con ella. Quizás te vea mañana.

—Espera. ¡Violet!

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Di un portazo mientras salía.

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Capítulo 10 “El corazón es perverso sobre todas las cosas, e inescrutable.

¿Quién puede conocerlo?”

Jeremías 17:09

Traducido por Helen1

Corregido por LizC

teph vino después de que yo la llamé y le rogué para que me

acompañara. Después de su tarde jugando con Salvatore, ella

había estado planeando aparecer en Hades para ver a su

hermano, pero después de que saqué la carta de mejor amiga, prometió estar

en veinte minutos.

Steph trajo pizza y se acomodó a lo que ella sabía que iba a ser una

larga noche conmigo recontando la conversación de la tarde y analizando el

por qué Lincoln de repente solo confiaba en Magda.

—Vi, ni siquiera sabes si algo está pasando entre ellos.

—Sí, bueno, él ni siquiera mencionó lo que Nyla y Rudyard habían

dicho acerca de la cosa de alma gemela después de que se fueron.

Era aún más difícil de entender, ya que estaba segura de que Lincoln

pareció genuinamente intrigado e, incluso emocionado.

—Por como suena, él ni siquiera tuvo la oportunidad.

—¡Steph!

—Lo siento. Creo que él estuvo totalmente equivocado y tienes todo el

derecho de estar enojada con él. Y a nadie le gusta Magda de todos modos, es

una vaca.

S

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Le lancé una almohada.

—¿Qué? ¿Es demasiado?

Estaba de camino a conseguir más helado cuando escuché un ruido en

el balcón.

—¿Qué fue eso? —preguntó Steph.

—No lo... —Pero no tuve la oportunidad de terminar la frase antes de

que alguien (o algo) estuviera llamando a las puertas de cristal.

—Steph, ¡retrocede! ¡Detrás del sofá! —le ordené, cayendo en el modo

de combate.

—¿Qué está pasando?

Levanté las cejas.

—¿Aparte del hecho de que alguien o algo está llamando a la puerta

del balcón del apartamento que tiene doce pisos de altura?

El rostro de Steph palideció al mismo tiempo que se le cayó la

mandíbula abierta y se arrojara a sí misma detrás del sofá.

Apagué las luces, saqué mi daga y me trasladé a la pared junto a la

puerta del balcón. En un rápido movimiento quité la cortina. El corazón me

dio un salto a toda marcha y dejé escapar un grito cuando vi la figura de pie

fuera de la puerta de cristal.

—¡Jesús Cristo! —grité, saltando arriba y abajo para sacudir el miedo

mientras abría la puerta corredera, frunciendo el ceño cuando me di cuenta

que no estaba bloqueada.

—No, pero no eres la primera en cometer el mismo error —dijo

Spence, sonriendo maliciosamente.

Steph se levantó de detrás del sofá. Spence se echó a reír.

—En serio. Chicas.

—¿Qué estás haciendo aquí de todas maneras? ¿Cómo llegaste hasta

aquí? Quiero decir, ¿escalaste las paredes o algo así? —espetó Steph.

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Contuve una sonrisa. No mucha gente saca a Steph fuera de balance.

Él se encogió de hombros.

—Fue fácil, y de todos modos, estoy aquí para recogerte, Violet. De

hecho, estábamos esperando que ustedes dos estuvieran aquí. Ahorra el viaje

extra. Tienen suerte de que fui yo quien se acercó. Zoe quería usar el árbol

fuera como una catapulta.

—¿Estábamos? —Los ojos de Steph se iluminaron—. ¿Quién más está

aquí?

—¿Catapulta? —pregunté, mucho más interesada en cómo eso podría

haber funcionado.

Antes de que pudiera responder a ninguna de las dos hubo otro ruido

en el balcón. Spence gimió y se dio la vuelta.

—¡Pensé que te dije que esperaras!

Zoe brincó dentro, las manos en las caderas.

—Estabas tardando demasiado tiempo. Además, no estás a cargo.

—Saben, tengo una puerta de entrada —ofrecí.

—Aw, eso no es divertido, y de todos modos, Steph le dijo a Salvatore

que ustedes dos estaban bajo vigilancia militar o algo así —dijo Spence,

encogiéndose de hombros mientras él y Zoe se echaban a reír. Sabían que la

descripción de Steph del portero vigilando todo se había perdido en la

traducción.

Miré a Zoe.

—¿Te catapultaste aquí desde un árbol?

—Desde el árbol, solo tienes uno afuera, y sí. Habría aterrizado antes,

pero me sobrepasé. Tuve que bajar desde el techo. El tipo en el ático parecía

bastante asustado.

—¿Dónde está Salvatore? —preguntó Steph.

La miré con los ojos abiertos de par en par.

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¿Acaba de perderse lo que dijo Zoe? ¡Se arrojó sobre el techo! ¡EL

TECHO!

Los ojos de Zoe se estrecharon sobre Steph.

—Él está esperando abajo como un buen cachorro. Eres bienvenida a

guiarlo.

—Vamos a salir, vinimos a buscarlas —embistió Spence. Una buena

decisión, si la expresión de Steph era algo por lo que ir—. ¿Algún lugar bueno

para ir por aquí? —continuó, explorando la sala de estar, tomándose el tiempo

para mirar alrededor de las esquinas y en el pasillo, revisando mi casa.

—¿Qué pasa con Nyla y Rudyard, no se meterán en problemas?

—pregunté, medio esperando que ellos hicieran la próxima entrada

espectacular.

Spence se encogió de hombros mientras caminaba de regreso.

—Nos escabullimos. Ellos realmente no esperan que estemos en cama

a las ocho cada noche, simplemente... prefieren no saber, ya sabes.

—Oh, bueno, yo no puedo ir. Mi papá está lejos, pero él llama todas

las noches en distintos momentos después de las diez. Es la única regla que

tiene, pero tengo que apegarme a ella. Apenas llegué a casa a tiempo anoche.

Pero Steph puede ir —ofrecí. Sabía que Steph había querido salir esa noche de

todos modos y, a juzgar por la expresión ansiosa que estaba destellando a toda

la habitación, no estaba equivocada.

—¿A qué número te llama? —contestó Spence, caminando hasta el

teléfono que colgaba de la pared—. ¿Este?

—Sí —le contesté con suspicacia.

—¿Tienes un celular? —preguntó, condescendiente.

—Sí —dije, exasperándome.

Él levantó el receptor de la pared, empezando a presionar números,

luego levantó la mirada.

—¿Número de teléfono celular?

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—¿Ah?

—¿Número-del-teléfono-celular, Genio?

Se lo di y lo vi teclear en algunos números más. Colgó el teléfono con

una sonrisa boba en su cara.

—Vamos.

—¿Qué hiciste?

Él puso los ojos en blanco.

—Desvié el teléfono de tu casa a tu teléfono celular. Cuando tu padre

te llame puedes simplemente ir a un lugar tranquilo y pretender que estás en

casa. Fácil.

Era fácil. No podía creer que nunca había pensado en ello antes.

—¡Genial! —gritó Steph, ya en la puerta principal—. Vamos al Hades.

He estado esperando a ir allí todo el día. Voy a ir y esperar con Salvatore. —

Ella salió por la puerta y eso fue todo.

Spence y Zoe parecieron estar de acuerdo con su sugerencia. Íbamos al

Hades. Supongo que tendría esa oportunidad de comprobar a Onyx, después

de todo.

Zoe se paseó en el Hades como si ella fuera allí todas las noches y

reclamó una mesa junto a la pista de baile. Steph y yo vimos al hermano de

Steph, Jase, que estaba trabajando en el área de DJ.

Él es cuatro años mayor que Steph y trabaja en varios escenarios de

bares por toda la ciudad, pero estaba en Hades tanto como podía. El área del

DJ de allí estaba equipada al extremo.

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Él nos dio una mirada astuta que se fundió en una sonrisa cuando nos

acercamos, pero él estaba a mediados de un set y no podía realmente parar.

Nos hizo un gesto de esperar cinco minutos y creo que, gritó: “Hola”, pero

Steph no quiso esperar. Ella no quería esperar tanto tiempo para volver a

Salvatore.

Cuando llegamos a nuestra mesa Zoe estaba disfrutando de la música y

Salvatore saltó a conseguir más asientos. Él era realmente dulce. Steph sonreía

cada vez que lo miraba. Me di cuenta de que él parecía igualmente afectado.

Oh, bueno, bien por ellos.

—¿Dónde está Spence? —pregunté.

—Consiguiendo jarras —dijo Zoe, rebotando en su silla.

—¿Qué?

—Bebidas. Jarras de tragos.

—Oh. No funcionará. El personal del bar de aquí es bastante estricto y

él todavía tiene diecisiete, ¿cierto?

—Sí, pero el chico tiene habilidades. —Zoe me guiñó un ojo y se

volvió a mirar la pista de baile. No me imaginé que se quedaría sentada por

mucho tiempo.

Efectivamente, Spence volvió equilibrando una pila de cinco vasos de

chupitos y una jarra de algo que parecía tan salvaje que me sorprendí a mí

misma sonriendo estúpidamente. Había olvidado lo divertido que podría ser

simplemente hacer algo normal. Y cuando esa molesta voz desde dentro gritó:

¡Eso es porque no eres normal! La desconecté.

—¿Cómo? —pregunté.

Dapper tenía una licencia estricta. Era un bar y restaurante para todas

las edades, pero él se mantenía vigilante en las cosas. La única suerte que

alguna vez habíamos tenido en consumir alcohol fue por meterlo de

contrabando.

—Glamur. Es lo mío. —Spence meneó las cejas.

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Me eché a reír.

—Hablando de eso —dijo—. Nosotros —mirando a Zoe y Salvatore—,

pensamos que es tiempo de presentarnos apropiadamente. Suponemos que

desde que ya Steph sabe de ti, estamos de acuerdo en que ella sepa de nosotros

también.

Vi a Salvatore asintiendo —entendiendo claramente la mayoría de las

cosas—, mientras Zoe solo puso los ojos en blanco.

—Está bien —dije, sin saber a dónde iba.

—Bien, entonces. Comenzaré. —Spence burlonamente levantó su

mano derecha en el aire—. ¡Hola! Mi nombre es Spencer y yo soy un portador

de ángel.

Zoe azotó su brazo con tanta fuerza que lo habría roto si no fuera un

Grigori. Spence se frotó el hombro y la miró con tristeza.

—Sabes que se me forman moretones y sigo siendo frágil hasta que

tenga una compañera, como todo el mundo me sigue recordando, así que ten

cuidado con la mercancía.

Zoe hizo un gesto como si estuviera a punto de golpearlo de nuevo.

—Está bien, está bien —dijo Spence, sonriendo pero también

alejándose de Zoe—. Vengo de un Ángel Dominante. Estoy ausente en el

departamento de los padres, ya que me cedieron cuando nací, así que no sé

cuál murió, no es que importe. Tengo todos los dones normales, mi sentido es

el sabor, y no voy a comer manzana otra vez, además de que puedo hacer

“glamur”. Hasta el momento, solo yo y las cosas que puedo tocar, pero estoy

trabajando en impulsarlo aún más. —Él abrió sus brazos ampliamente para

finalizar.

No podía estar más de acuerdo en el comentario sobre la manzana. No

creía que alguna vez me gustaran otra vez, lo cual era una pena porque me

encantaba el pastel de manzana de McDonald’s.

—Ves, ¿era tan difícil simplemente seguir adelante con ello? —

preguntó Zoe—. Vengo de un Arcángel, no tengo padre y no he visto a mi

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madre en más de tres años. Tengo lo normal, mi sentido es escuchar, además

de que tengo una afinidad con la naturaleza. Puedo manipularla para que me

ayude, sobre todo con movimiento.

Vaya, nunca había oído hablar de eso.

—¿Así es cómo utilizaste el árbol de catapulta?

—Sí. Todavía estoy limando algunos de los problemas, pero es la

esencia general.

Me sorprendió escuchar que ni Spence ni Zoe tenían padres. Había

pensado que las cosas eran difíciles para mí con mi padre, pero al menos él

estaba allí y sabía que, a pesar de la familia disfuncional que éramos, él me

amaba.

—Así que, supongo que les informaré sobre Romeo, aquí, también

—continuó Zoe.

Steph levantó la mano.

—¡Espera! Él puede hablar por sí mismo. Puedo traducir para él. —

Miró a Salvatore y él asintió.

Yo estaba empezando a captar que él podía entender la mayoría de las

cosas que oía en inglés. Su dificultad era principalmente solo hablar por sí

mismo.

Después de que él habló por un momento a Steph en italiano —lo que

sonaba precioso, simplemente oírle hablar cómodamente y en un tono

normal—, Steph se volvió hacia el resto de nosotros.

—Salvatore es un Ángel de la Virtud, su padre murió de… —Los ojos

de Steph se abrieron de par en par mientras Salvatore continuaba—. Oh, lo

siento —le dijo a Salvatore antes de mirarnos a nosotros—. Su padre murió

cuando él tenía cinco días en un accidente de avión; él era un piloto. Tiene

todos los dones normales que vienen con ser Grigori, su sentido es la vista y es

un… buscador de la mentira. Él dice que es como lo que Griffin puede hacer,

pero donde Griffin está totalmente en sintonía con la verdad, en identificar su

presencia y entregándola, Salvatore marca las mentiras, las capas de engaño

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que las construyen y rodean. Finalmente, a través de su don, él será capaz de

ver los hilos de una mentira que ha dado lugar a otra, y otra. —Steph miró a

Salvatore nerviosamente y él asintió en señal de aprobación de su explicación.

—Así que para resumir —dijo Zoe, poniendo los ojos en blanco y

señalando a Spence—. Glamur —para ella misma—, naturaleza —luego a

Salvatore—, detector de mentiras. —Entonces ella me miró—. ¿Y? ¿Cuál es tu

asunto? Ya descubrimos las pulseras incorporadas, ¿qué hay del resto?

De repente tuve miedo escénico. No porque tuviera miedo de hablar,

sino porque ahora tenía que admitir que no lo sé.

—Bueno… yo… yo todavía no sé mucho acerca de mi ángel dador.

Mis guías no… no me lo dirían. Griffin dice que puedo nunca saberlo.

No dije de la otra opción que Griffin y yo habíamos discutido: la

posibilidad de que yo había venido de un ángel tan alto en rango que su

identidad podría ser retenida como su deseo.

—Yo… bueno… Mi madre murió al darme a luz. Ella era Grigori,

también. —Tragué a través del nudo en mi garganta—. Tengo los cinco

sentidos y puedo sentir exiliados desde muy lejos si lo estoy tratando —dije

con timidez, consciente de que estaba editando a medida que avanzaba. Yo no

le había ni siquiera mencionado a Lincoln y Griffin que en un par de

ocasiones, en el aeropuerto más recientemente, había sospechado que mis

sentidos se extendían a algo más. La noche en que Onyx y Joel habían atacado

Hades era la otra vez que lo había sentido. La única persona que sabía acerca

de eso era Phoenix.

Salvatore se removió adelante en su asiento, tratando de entender todo

lo que estaba diciendo. Zoe le dio a Spence una mirada de “te lo dije”.

—Y —continué—, en cuanto a los dones, algo de eso todavía es un

poco confuso también. Parece que soy capaz de detener a los exiliados desde la

distancia, ponerlos en el tipo de modo de bloqueo para lo que la mayoría de

los Grigori requiere contacto, más de uno a la vez, y cuando estaba herida y no

tenía mi daga, yo… yo fui capaz de despojar los poderes de un exiliado,

incluso cuando él no lo quería.

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Zoe, Salvatore y Spence se miraron entre sí. La mirada de Steph, como

la mía, estaba revoloteando entre ellos, tratando de averiguar lo que estaban

pensando. También estaba nerviosa por mí.

Spence vertió la mezcla letal de la jarra en los cinco vasos de chupito y

deslizó uno hacia cada uno de nosotros. Miró a Zoe de nuevo y ella se encogió

de hombros y tomó el de ella. Todos la seguimos.

—Bueno —dijo Spence—, qué me jodan. —Y bebió.

Con un encogimiento de hombros más de Zoe y un suspiro de alivio

mío, todos bebimos… y bebimos.

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Capítulo 11 “Porque te he jurado ser imparcial, y pienso brillantemente en ti, lo

que es tan negro como el infierno, y tan oscuro como la noche”. William Shakespeare

Traducido por Little_Jade

Corregido por Curitiba

uando encontré a Dapper trabajando tras la barra, me

disculpé. Desde el momento en que entramos al Hades, pude

sentir, por lo menos, a un exiliado. No era tan obvio como los

demás, así que supuse que estaba intentando ser discreto. Los demás no habían

dicho nada, así que no estaba segura de si podían sentirlo.

En mi camino hacia el bar, caminé justo enfrente del exiliado. Era

pelirrojo y tenía el contorno de la cara delgado, oculto bajo una gastada

chaqueta de cuero y estaba descansando en uno de los sofás. Me tensé

instantáneamente, preparándome para el vuelo que estaba garantizado, pero el

exiliado solamente me miró mientras caminaba y ni siquiera se acobardó. De

hecho, ni siquiera parecía sorprendido de verme.

Para cuando alcancé a Dapper, estaba un poco sorprendida.

—¡Dapper! —lo llamé, saludándolo.

Tiró su cabeza hacia atrás y suspiró cuando me vio.

Me apoyé sobre la barra. Esto no era del tipo de cosas que querías que

todo el mundo escuchara. Él se movió marginalmente cerca luego de un

tiempo.

—¿Has tenido muchos exiliados aquí, últimamente? —pregunté.

C

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Se encogió de hombros, yendo para atrás un poco.

—¿Te das cuenta que hay uno aquí ahora?

Sus ojos se desviaron hacia donde había visto al exiliado.

Sabía exactamente quien estaba en su bar.

—Ha habido algunos, últimamente —admitió Dapper—. Ellos no

traen sus problemas aquí y tampoco los causan. ¡Tú asegure de que así sea! —

Se fue hacia atrás, pero no sin antes añadir—: Y si te encuentro bebiendo en

mi bar otra vez, será un placer sacarte de aquí.

Le di una sonrisa tímida y decidí que podríamos retomar esta

conversación más tarde, una en la que estuviera más sobria.

—Yo voy a… uhm… —Empecé a retroceder.

—Tú y tus amigos —me gritó, tras de mí.

Inesperadamente, me estaba empezando a gustar Dapper. Más insólito

aún, tenía la extraña idea de que el sentimiento era mutuo.

¿Quién lo habría pensado?

Hice mi camino de vuelta a través de la masa de bebedores y pasé al

pelirrojo exiliado otra vez, todavía sentado y sorbiendo su bebida. No podía

entender porque no había atacado. Me pregunté si estaba jugando un juego o

si había sentido otro Grigori en la habitación y había decidido que la suerte

estaba muy a nuestro favor.

O… quizá solamente estaba tomando un trago.

Pero no podía creer eso. Había algo más, algo en donde no podía

meter las manos.

Consideré acércame a él, pero el miedo de la amenaza de Dapper me

hizo volver a nuestra mesa. Spence todavía estaba sentado solo, tomando otro

trago. Cuando me vio, se limpió la boca y sonrió.

—Justo a tiempo —dijo, alineando otro trago.

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—De acuerdo, pero este es el último —dije, increíblemente mareada—

. ¿Has sentido que hay, al menos, un exiliado aquí? —pregunté.

Spence asintió.

—Estaba a punto de mencionar eso —dijo, arrastrándose un poco—.

¿Quieres cazar?

Sacudí mi cabeza

—Tenemos un acuerdo con el dueño, de no cazar en su propiedad si

no era una causa de vida o muerte y —la parte que me había dejado tan

desconcertada—, el exiliado no parece estar aquí por problemas.

Spence se encogió de hombros.

—Tenemos algunos lugares como esos en Nueva York. Ellos los llaman

“Sitios de Neutralidad”.

Miré a mí alrededor para ver si el exiliado todavía estaba en el sofá,

pero no podía verlo. Extendí mis sentidos y lo sentí alejarse más. Se había ido.

—¿Dónde están todos? —pregunté, reenfocándome en nuestra mesa y,

dándome cuenta, de que estaba desierta.

—Zoe fue a levantarse al DJ. Ella tiene algo con los músicos.

—Oh mi Dios —dije, riendo—. ¿Se habrá dado cuenta de que el DJ es

el hermano de Steph?

Spence, que estaba tomando otro trago, se echó a reír, escupiendo todo

a su alrededor.

Salté lejos para evitar las salpicaduras.

—¡De ninguna manera! —Rió, mientras se limpiaba—. Oh, esto es tan

genial. No podrías haberlo planeado mejor.

Tenía que estar de acuerdo.

—¿Qué hay sobre Steph y Salvatore?

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Spence no respondió, solamente miró hacia la pista de baile, y luego a

mí.

—Buen Dios —exclamé, mientras que asentíamos en disculpa.

Steph y Salvatore estaban ahí, haciendo el baile del mono borracho sin

ritmo. Realmente eran una pareja hecha en el cielo.

—¡Vamos, necesitas liberarte! —Spence se levantó y fue hacia la pista

de baile. No necesitaba que me preguntaran dos veces. Amaba bailar.

Nos reímos y bromeamos, y luego nos metimos con la música.

Estábamos divirtiéndonos tanto, que no recordaba cuando fue la última vez

que lo había pasado tan bien. Spence hacía tan fácil que me relajara y estaba

encantada de tener un nuevo amigo. Nos dimos cuenta, solo para reírnos aún

más, que compartíamos los mismos gustos de música.

Luego lo sentí.

No de repente, pero si creciendo lentamente en mi.

Debería haber parado. Pero estaba nublada por el alcohol, así que no

estaba segura. O quizá no quería estarlo. Miré a Spence para ver si lo estaba

sintiendo también. Él estaba sintiendo algo definitivamente. Mientras lo

miraba, perdí mi rumbo, recordando cosas que me había dicho que olvidara.

Toques y sensaciones que me habían alejado de la realidad y me habían

envuelto por completo. Mi cuerpo reaccionó totalmente, desestimando al

sentido común, emocionado instantáneamente por la posibilidad.

Seducida.

Antes de que pudiera darme cuenta, Spence me tenía en sus brazos, o

yo lo tenía en los míos. Ambos, creo.

Nuestras caderas se movieron juntas y seguimos bailando mientras

acortábamos la distancia, pero, en realidad, no me estaba moviendo cerca de

él. Era alguien quien me estaba arrastrando. Sus labios encontraron los míos y

cuando le devolví el beso, mi cuerpo explotó, la electricidad corriendo dentro

de mí, lujuria, lujuria, y… Oh…

No podía controlarme, no podía detenerme.

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Spence tenía sus manos por todo alrededor mío. En mi cabello, en la

parte baja de mi espalada. Más lejos. Traté de cerrarme, de encontrarme a mí

misma, a pesar que parte de mi gritaba por acercarlo más. Me tomó un par de

momentos, pero en el segundo en que lo hice, lo empujé tan rápido que

tropezó un par de pasos para atrás. Cuando encontró su balance, me miró

confundido. Era él otra vez. Pero no tenía tiempo de explicar.

Lo encontré inmediatamente, todo cerrándome ahora.

Lo había sentido cuando había vuelto al hotel. Lo había sabido muy en

el fondo. Solamente, había tratado de ignorarlo. Incluso lo había sentido antes

de que las cosas se volvieran locas con Spence, pero no fui lo suficientemente

rápida como para admitirlo.

Él estaba sentado en el bar. Vestido todo de negro. Su deslumbrante

cabello, reflejando la luz que no estaba allí. Nuestras miradas se encontraron y

las comisuras de su boca se elevaron y sus ojos miraron atrás mío y más lejos

aún.

Me giré, pero ya lo sabía.

Lincoln estaba en el borde de la pista de baile. Magda estaba tras él,

mostrándole una sonrisa parecida a Phoenix. Sus ojos verdes brillaron, incluso

desde la distancia. Él había visto el beso. Di un paso adelante, desesperada por

explicarle. Todo lo que tenía que ver era como su trago caía al suelo, y él se

iba. Y Magda también.

Bueno, si él aún no estaba en sus brazos, tú los empujaste a ello, Vi.

Giré sobre mis talones. Todo había pasado en algunos segundos.

Spence recién me había alcanzado.

—¿Qué fue eso?

No me paré a hablar. Me dirigí directamente hacia Phoenix.

—¿Qué crees que estás haciendo? ¿Estás tan enfermo de la cabeza, que

así es como piensas patearme? ¿Hiriéndome? —grité.

Phoenix me miró calmado. Condescendiente. Sonrió.

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—Te extrañé. Tu inocencia más que nada, creo. Pero eso no quiere

decir que no he extrañado… otras cosas. —Barrió sus ojos sobre mí.

—Oh mi Dios, ¡estás demente! ¿Cómo hiciste eso?

—¿Cómo se siente, Violet, ver como alguien se escapa de ti? Te pones

en mi lugar, ¿no?

Phoenix sostuvo una copa vacía hacia la camarera que estaba detrás de

la barra. La chica casi se cae sobre sí misma, esquivando a otro hombre y

tropezando con una jarra de hielo en el camino para rellenarle la copa de vino

tinto.

Todavía le gusta el vino tinto.

Quería golpearme a misma, por haber tenido, siquiera, el

pensamiento.

Tomó un sorbo y sabía que no era solamente para mostrar que se

estaba tomando un momento, saboreando el vino. Él siempre había…

disfrutado experimentar los placeres humanos. El vino tinto había sido uno de

los más valiosos.

—Solo porque nuestro vínculo emocional esté roto, Violet, no

significa que no eres susceptible a mis encantos. Incluso a través de otra

persona, parece ser que soy lo suficientemente poderoso para romper tus

defensas. Es fácil, claro, cuando tú también querías que lo hiciera.

—¿Qué? ¡Yo no lo quería!

Su sonrisa se amplió y sus ojos se entrecerraron. Se apoyó más cerca y

con la gente parada junto a nosotros, no podía moverme.

—Sé que lo sentiste, querida. Sentí tus recuerdos, tu anhelo por volver

a donde te había llevado. Incluso, puedo sentir cómo quieres probar mi vino,

sabiendo que lo he probado, como quiere presionar tus labios contra el cristal.

—Hizo rodar el cuello de la copa entre sus dedos—. Exactamente donde mis

labios han estado.

—Me enfermas —dije, y lo decía en serio, aunque parte de lo que él

decía era verdad.

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Spence empujó contra mí.

—¿Quién es él?

—Phoenix. —dije, sin quitar los ojos de él.

—Mierda —dijo Spence. Aparentemente no necesitaba de una

explicación más larga—. ¿Tenemos que pelear? —me preguntó Spence. No le

respondí. No lo sabía.

—No hay nada para ti aquí. ¡El vínculo está roto! —continué, como si

Spence no hubiese hablado.

—¿Lo está? —Phoenix se levantó de la barra. De alguna manera, no

tuvo que pelear por encontrar un lugar para moverse—. Te lo dije antes de

irme, querida, cuando te curé, te di algo. —Sonrió.

Estaba a punto de gritarle de nuevo, de decirle que dejara de llamarme

querida, cuando sentí un dolor agudo en mi estómago. Grité, el dolor

creciendo tan rápido, más rápido de lo que lo había sentido alguna vez. Mis

manos fueron a mi estómago mientras miraba si Phoenix tenía un arma, luego

ellas estaban cubiertas de sangre. Mi sangre.

Phoenix sacudió su cabeza, y se inclinó hacia adelante.

—Ay, ay, ¿Me olvidé de mencionártelo? Lo puedo traer de vuelta.

Pero ese dolor me era tan familiar, tan aterrador. Me había devuelto la

herida que Onyx me había hecho con su espada. La herida que Phoenix había

curado.

Me balanceé, el brazo de Spence alrededor mío, mientras le gritaba a

Salvatore, que estaba en la pista de baile.

Phoenix se giró para irse. Estaba empezando a perder la conciencia,

pero escuché como le decía a Spence.

—Ella es Intoxicante, ¿no? Me pregunto, ¿fue tan bueno como fue

para mí?

Luego sentí la ráfaga de viento que anunciaba su partida.

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—¡Te preguntaré lo mismo cuando clave mi daga dentro de tu

corazón! —gritó Spence, demasiado tarde.

Caí al suelo mientras Salvatore y Steph llegaban. Spence se arrodilló a

mi lado, su brazo de soporte jamás dejándome.

—¡Violet! ¿Qué te ha hecho? ¿Qué hago? Oh, mierda, ¡estás sangrando

por todos lados!

No podía responder. Humo negro rondaba por los costados de mi

visión, nublando mi vista. Mis piernas, que habían estado picando con alfileres

y agujas, se entumecieron cuando pensé que iba a desmayarme, de alguna

manera, tomé una respiración aún más profunda de lo que creí posible. Casi

inmediatamente me sentí mejor. Miré hacia abajo y levanté la camiseta. La

herida se estaba cerrando.

—¿Qué estás…? ¿Tú estás haciendo esto? —Zoe se había unido a

nosotros.

—No —respondí, mis manos temblando mientras tocaban la casi

curada herida—. No soy yo. Es Phoenix. Ésta es la herida que el curó hace un

mes. De alguna manera, Phoenix está haciendo esto. Cuando él se fue,

yo…yo…

—Empezaste a curar. —Terminó Steph, agarrando mi mano fuerte—.

Esto es malo, Vi. Como la biblia de malo.

Sí.

Miré al alrededor, dándome cuenta de mi estado en medio del bar.

Pero para mi sorpresa, nadie estaba mirándome, sangrando hasta morir en el

piso. Escaneé el área, estupefacta.

—¿Cómo?

Spence me dio uno de sus guiños.

—Encantamiento. Nadie puede verte, dulzura. Solo, quédate ahí hasta

que estés bien y lista.

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—Oh, esa es buena. —dije, generando una sonrisa, dejando de lado el

golpe de culpa y el pánico que me inundaba sobre lo que había significado ese

beso a Spence.

Solo para probarnos que estábamos equivocados, Dapper apareció y

extendió su mano.

—Cristo. ¿Estás viva?

—Sí. Estoy bien.

Spence miró entre Dapper y yo, con ojos abiertos. Solo le golpeé el

hombro.

—Bien. Bueno, levántate y deja de sangrar por todo mi piso —dijo

Dapper, sacudiendo su cabeza—. ¿Por qué siempre estás cubierta de sangre?

Era una muy buena pregunta.

—Sabía que esto pasaría. Trayendo tus malditos problemas aquí. —Él

seguía sacudiendo su cabeza, pero estaba segura de que podía ver la más fina

línea de preocupación mientras me miraba—. Ah, demonios, sube, ya sabes

dónde está todo. Extendió su mano, y me levantó. —Iré arriba cuando pueda.

—¿Debería preguntar? —inquirió Spence, mientras veíamos a Dapper

irse pisando fuerte.

—No. —Estaba muy cansada para explicarle.

Guié el camino hacia la puerta sin marcar que llevaba a arriba. Spence

estuvo cerca todo el tiempo, manteniendo una mano debajo de mi codo. Sabía

que lo hacía por bondad, en caso de que volviera a desplomarme y él tuviera

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que poner otro encantamiento, pero igual quería quitármelo de encima… Solo

por si acaso

Lincoln se fue. Con Magda. Ella estaba sonriendo. Estoy segura de eso.

Mientras sentía como una lágrima iba a caer, escuché una risa sofocada

que reconocí en el final del bar.

—Justo cuando estaba a punto de irme, el entretenimiento empezó. Si

lo hubiera sabido, me hubiese asegurado una mejor visión.

—Cállate, Onyx. —Fue todo lo que pude decir.

—Ahora, ahora. ¿Hay alguna manera de traer a la persona —su cara

se contrajo cuando dijo la palabra humana—, que pueda iluminarte sobre lo

que pasó? —Alzó sus cejas y mostró una sonrisa que solo podía venir con el

verdadero disfrute.

Mordí mi labio y relajé mis instintivas manos en forma de puños.

—¿Qué es lo que sabes?

—No, no, no. La primera pregunta es… ¿qué es lo que quiero? Una

pregunta que tiene una respuesta de dos partes. La parte A es una botella de

whisky. Trisha, la chica detrás de la barra, sabe cuál es la que me gusta. La

parte B la voy a explicar arriba. —Se levantó y desapareció por la puerta sin

casi mirar si estábamos de acuerdo.

—Mierda.

—¡Sal! —llamó Spence. Él le extendió mi brazo a Salvatore—. Ayúdala

a llegar arriba. —Señaló para asegurarse que lo había entendido, Salvatore dio

un asentimiento y me sonrió.

—¿A dónde vas? —le pregunté a Spence.

—A recoger la botella de whisky. Te veré arriba.

Estaba a punto de discutirle, ¿Pero cuál era el punto? Todos sabíamos,

incluso Steph, que ya tenía la puerta abierta para nosotros, que Onyx nos tenía

atrapados.

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—Entremos, entonces. —Siguió Zoe, subiendo la escalera. Steph la

miró pero sospechaba que Zoe iba adelante para detenerla. Estaba

protegiéndola, aunque nunca lo fuera a admitir. Una vez más, la vida como

Gregori estaba exponiendo a mi mejor amiga al peligro.

Estaba empezando a entender, más y más, porque tantos decidían no

decirles la verdad a los que amaban.

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Capítulo 12 “De pronto vio una visión de un serafín, un ángel de seis alas en una

cruz. Este ángel le dio el don de las cinco llagas de Cristo”.

G.K. Chesterton

Traducido por LizC (SOS) y Maru Belikov(SOS)

Corregido por Curitiba

asamos por el piso de Onyx. La puerta estaba abierta y el lugar

estaba vacío, salvo algunas pertenencias esparcidas al azar,

signos de alguien que no tenía ningún nivel de respeto por

nada. Seguimos caminando por el pasillo hasta el lugar de Dapper. Caminé

lentamente, utilizando el tiempo para regenerar mis fuerzas. La herida se

había curado, pero una vez más, la pérdida de sangre y el trauma estaban

cobrando su peaje.

La puerta estaba abierta y Onyx se encontraba reclinado en el sofá.

Tenía los pies sobre la mesa y parecía casi como en casa.

—¿Y bueno? —preguntó, cuando todos entramos atiborrando la

puerta.

Quería dar la vuelta y caminar de regreso. En cambio, apreté los

dientes.

—Spence fue buscar tu whisky. Regresará en un minuto —dije,

moviéndome lejos del brazo de soporte de Salvatore hasta estar de pie sola.

—Bien. Bueno, puedes también irte a limpiar. Por mucho que me

guste la imagen de ti cubierta de sangre —las comisuras de sus labios se

removieron—, Dapper no apreciaría que arruines su encantador sillón.

P

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Crucé los brazos y no me moví, pero Onyx sonrió e hizo un

movimiento de caminar con dos de sus dedos.

—Está bien Violet, lo vamos a vigilar —dijo Zoe, dando un paso más

cerca de Onyx. Había poco que pudiera hacer. Él tenía el control… por ahora.

Después de dar a Zoe un rápido asentimiento le dirigí a Onyx una mirada

asesina y pisoteé hasta el baño, llevando a Steph conmigo.

Steph se soltó en cuanto la puerta se cerró.

—Vi, ¿es ésta una buena idea? Él... él es él que... ya sabes... —Yo lo

sabía. Por desgracia, tenía más que un recordatorio vívido de lo que Onyx me

había hecho cuando me empaló con su espada, casi matándome. Sabiendo

ahora que Phoenix parecía tener la capacidad de restablecer las heridas, el

terror, en cualquier momento era... Tragué saliva y apreté mi mandíbula.

Aguanta, Vi.

Hay momentos en la vida donde no hay nada que puedas hacer. La

información aterriza en tu regazo y lo que deseas es gritar y gritar hasta que

solo quede el vacío. Es cuando me siento de esa manera, que sé que tengo que

atrancar, cerrar… compartimentar. Como ahora.

—Lo recuerdo, Steph. Pero si él sabe algo... —Escogí un lugar en el

suelo, una grieta en uno de los azulejos gris oscuro, y me centré en él. Estudié

la línea incipiente y sus bordes dentados mientras trataba desesperadamente

de bloquear el flujo. Me negaba a abrir mi mente a todo lo que estaba pasando.

A Phoenix, Onyx, a las posibilidades de lo que podría suceder. Peor aún, en

este momento, abrirme sería solo iniciar una estampida en mi corazón…

Lincoln.

Siempre Lincoln. Él nunca me perdonará.

La última vez que había estado en este cuarto de baño casi habíamos...

Cada vez que nos acercamos, de alguna manera se arruina.

Salté cuando mi teléfono empezó a sonar y resbalar mientras

rebuscaba sacándolo de mi bolsillo empapado de sangre.

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—¿Hola? —Entonces recordando que Spence había desviado el

teléfono de la casa a mi móvil, añadí rápidamente—: Residencia Eden.

—Hola cariño. Solo llamaba para comprobar cómo están antes de ir a

la cama.

Podía oír sus dedos tecleando en un ordenador. Probablemente papá

enviando correos electrónicos. Siempre los dejaba hasta el final de sus días, o

noche, debería decir.

—Hola papá —enfaticé, mirando a Steph quien asintió,

comprendiendo al instante—. ¿Cómo está yendo tu viaje? —pregunté,

tratando de mantener la voz baja y constante, para que así no sintiera el eco en

el baño.

Steph se movió en silencio y puso la oreja en la puerta, comprobando

que nadie más fuera a irrumpir.

—Los almuerzos y las cenas con clientes cada día… me están

volviendo loco pero tiene que hacerse. ¿Ha pasado algo por ahí? ¿Está Steph

dormida?

—Uhm… sí. Bueno, no. Quiero decir, no, nada ocurre y sí Steph ya se

quedó dormida. Estamos haciendo lo de siempre. Pizza y películas —le dije,

tratando de recuperar la compostura después de un comienzo tan rocoso.

—Suena bien, cariño —prosiguió papá, ajeno a cualquier problema—.

Escucha, tengo que irme. Te llamaré mañana.

—Por supuesto, papá.

Colgó. Miré a mi teléfono y apreté el botón de finalizar.

—También te quiero.

Aunque sabía que era irracional, en ese momento estaba enojada con

él. Por no conocerme, quien era, por lo que me estaba pasando. Sabía que era

injusto, que era yo la que no tenía edad para eso, pero de todos modos... ¿Por

qué no pudo escuchar el miedo en mi voz? ¿Sentido la forma en que mi

mundo había cambiado? Tenía que sentir cosas todos los días por el resto de

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mi vida, lo que posiblemente sería un tiempo muy largo, y lo único que quería

era que él fuera capaz de sentirme. Solo a mí.

—Vi… ¿estás bien? —preguntó Steph, mirándome mientras se movía

en silencio hacia el lavabo y empezaba a enjuagar la sangre de una toalla que

habíamos estado utilizando. La escurrió y la movió hacia mí con suavidad para

que continuara limpiándome. Sin un cambio de ropa, era la única opción, pero

era bastante inútil.

Me sequé las lágrimas que acababan de escapar por mi mejilla.

—Bien —le dije en respuesta—. Simplemente... —Pero no tenía una

explicación. No había mucho que hacer. No podía poner los sentimientos de

desesperación y amenaza, y toda esa completa sensación enfermiza en

palabras.

Vi una bata de baño colgando en la parte posterior de la puerta y la

agarré. Me quité la camiseta. No me molesté con mis jeans.

—Oye —dije, tratando de reunir tanto valor como pude—, ¿crees que

podrías lavar esto y arrojarla a la secadora? Vi un pequeño cuarto de lavado

por el pasillo.

Steph tomó la camiseta y me miró, sin convencerse.

—Sé lo que estás haciendo. No puedes hacer frente a todo por tu

cuenta, Vi. —Ajustó su enfoque en la camiseta ensangrentada en sus manos—.

Sé que piensas que no debería estar involucrada en esto, pero aquí está la

cosa… has tomado una decisión cuando me dijiste la verdad. Ahora yo he

hecho la mía. Eres mi mejor amiga, Vi, no me alejes porque no soy para nada

“súper”. Permaneceremos unidas. Eso es todo.

La expresión de Steph parecía tan firme, pero también... desesperada.

No era solo yo la que tenía mucho en juego. Este mundo en el que ahora

estaba atrapada le importaba, también. A su manera, ella estaba tan atrapada

como yo. Somos mejores amigas, después de todo… a donde una va la otra

sigue.

—No quiero verte sufrir —admití.

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Ella sonrió con ironía.

—¿Qué tal si solo te preocupas de ti misma?

Le devolví la sonrisa. Puede que tenga razón.

Restregó la camiseta y lo peor de las toallas ensangrentadas a la vez.

—Me encargaré de esto. —Se detuvo en la puerta, como si no pudiera

evitarlo, y se volvió hacia mí, con un pequeño brillo en sus ojos—. ¿Has visto

todos esos libros en el pasillo?

Me pregunto si cuando lo mencionó, acababa de entrar a una versión

del cielo geek.

¿Qué estaba haciendo?

Lo que quería hacer, realmente, era correr. En el fondo sabía que esto

era culpa mía. Al permitirme acercarme a Phoenix, en primer lugar, al

permitirme creer que él estaba bien, que le importaba.

No. Soy más culpable que él. Le dejé creer que era buena.

Tomé un par de respiraciones profundas y evité mirarme en el espejo.

¿Soy tan culpable como Phoenix?

Mirando hacia atrás, él probablemente nunca se preocupó por mí. Solo

quería controlarme, tenerme como una especie de trofeo. Pero ¿yo había sido

mejor?

Huir era lo que me había metido en este lío. Huir de convertirme en

Grigori, de mis sentimientos por Lincoln, de la verdad sobre mi madre. Todo

esto me había llevado a Phoenix. No podía huir más. Y renunciar no era una

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opción. Ni siquiera podía esconderme. Estaba a la intemperie y Phoenix me

podría encontrar en cualquier lugar.

Él era un depredador y...

Yo era su presa.

Cuando estuve segura de que las manchas rojas en mi cara habían

desaparecido lo suficiente, me dirigí de nuevo a donde todo el mundo estaba

esperando. Spence había regresado con una botella de whisky en la mano.

Él… junto con todos los demás en la habitación, esbozaran una sonrisa cuando

se fijaron en mi apariencia, envuelta solo en una bata de baño gigante. Todo el

mundo, es decir, a excepción de Dapper, quien también había subido las

escaleras.

—Oh, muy bien —resopló—, solo ponte como en casa. ¿Puedo

conseguirte unas pantuflas también?

Pude ver a Zoe y Spence agitándose, conteniendo la risa, y tuve que

apartar la mirada de ellos. Loco que incluso cuando las cosas son de vida o

muerte, los amigos pueden hacerte ver un lado gracioso.

—Lo siento, Dapper. Has sido muy amable. Steph está simplemente

lavando mi camiseta y mientras hablamos pensé que ella podía tratar de

secarla. No tomará mucho tiempo.

Él gruñó y se dirigió a su mini bar.

Lanzó una copa hacia Onyx, quien la atrapó con facilidad. Eso me hizo

preguntarme si Onyx y Dapper se hicieran amigos… la forma en que parecían

ignorarse cómodamente entre sí, pero todavía estar en algún tipo de

sincronización extraña.

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Onyx se dispuso a abrir la botella de whisky y se sirvió una copa.

—Gracias por esto. No voy a ofrecerle a ninguno de ustedes una

bebida.

No es que alguien quisiera una, bueno, tal vez Zoe... y Spence, pero las

palabras de Onyx fueron un claro recordatorio de lo mucho que nos odiaba.

Dapper, sin embargo, finalmente esbozó una sonrisa. Agarró un alijo

de botellas de Coca-Cola de la nevera y comenzó a ofrecerlas a su alrededor.

Una vez que todos estuvimos acomodados y Onyx se había tomado dos

copas de Bourbon, él miró arriba hacía todos y allí estaba, el viejo Onyx. Una

parte de él, al menos. Envió un temblor por mi espalda verlo volver a la vida.

Esta era su cosa favorita para hacer, contar historias de muerte y en particular

la mía. Me inquietaba recordar la manera en que conseguía emocionarse

viendo el dolor de otras personas.

—Es un premio de consolación que no había considerado. En realidad

poético. Que todos hemos destruido potencialmente al otro. ¿No lo crees,

Violet? Que tú destruiste la humanidad de Phoenix al burlarte de él en

primer lugar, que mi intento para eliminarte liberara tú energía, lo que

restringió mi grandeza, dejándome con una detestable humanidad. Que ahora

quizá, indirectamente obviamente, sea la causa de tú perdición hasta el mismo

Phoenix. Cuan deliciosamente agridulce.

—Onyx —dijo Dapper, severamente—, diles lo que sabes o déjalos ir.

Onyx se detuvo, pero solo momentáneamente, por consideración a

Dapper antes de que su sonrisa regresara.

—Dapper, estoy feliz de que estés aquí. La segunda parte de mi

condición te involucra a ti.

—Aquí vamos —dijo Dapper, poniendo sus ojos en blanco.

—He mencionado ya que estaba preparado para irme, pero parece que

las cosas solo… dieron un giro. Te diré lo que sé… algo de lo que sé —

corrigió, trasladando su sonrisa hacia mí—, a cambio de mi alojamiento actual.

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Onyx se sirvió otra copa de bourbon, el sonido de cubos de hielo

repicando era el único ruido que llenaba el incómodo silencio en la

habitación. Spence, Zoe y Salvatore estaban ocupados mirando a sus sodas.

Incluso Steph, quien acababa de llegar a la habitación, sabía que ahora no era

momento para comentar.

Miré hacia Dapper, quien había levantado un trapo y estaba pasándolo

por el ya limpio mini-bar.

El silencio se extendió.

—Tienes que trabajar. Por tu estadía —dijo finalmente Dapper, sin

mirar arriba.

—No —dijo Onyx, simplemente. Podía escuchar el regocijo en su

voz—. Pero no puedes negar, Dapper, que no te molesta completamente mi

compañía.

Dapper se ruborizo.

¡Por favor!

—Dos semanas —dijo Dapper, cortante como siempre, luego miro

hacia mí—. Y tú me debes.

—Bien —estuve de acuerdo.

—Bueno —aplaudió Onyx—, ¿no somos todos simplemente muy

civilizados? Da por hecho, que es una cosa nueva para mí, pero entretenido de

una muy peculiar manera. —Se maravilló.

—¡Onyx! Estás perdiendo tiempo. Dime que está pasando —chasqueé,

apretando mis puños.

—Sí. Por supuesto. Quieres conseguir de regreso a tú sombra, te gusta

torturarlo. Admiro eso. —Se puso de pie y comenzó a andar alrededor de la

habitación. Sabía que él estaba hablando sobre Lincoln. En este punto, solo

quería golpear su rostro contra la pared y por la expresión en el rostro de Zoe,

no era la única. No miré a Spence. No podía encontrarme con sus ojos ahora

mismo y Salvatore se había movido para estar de pie con Steph. Ella le estaba

susurrando, traduciendo, suponía.

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—Solo lo he visto una vez antes. Una poderosa arma, aunque no

muchos de nosotros están dispuesto a tomar el riesgo… del vínculo. —Su

nariz se arrugo algo—. No estaba ni siquiera seguro que era o su importancia

cuando me encontré con ello, era más que nada especulación… aunque

después de ver lo que vi esta noche, ahora parece muy creíble. —Suspiró.

Típico para el calentamiento—. Fue en el siglo XIII. Un joven Grigori se

volvió el líder espiritual. Algunos incluso pensaron que él sería el primero, y

único, Grigori jamás bendecido con la verdadera visión. Por supuesto, para los

exiliados, su fama lo hizo particularmente un importante premio y aunque él a

menudo era precavido y aparentemente poderoso, un exiliado encontró una

manera de llegar a él.

Onyx miró a cada uno de nosotros, disfrutando que no teníamos

ninguna idea sobre lo que estaba hablando.

—El exiliado se le apareció al Grigori como una visión. Usó su

imaginación para ponerlo en un estado de confusión y luego infringirle

heridas que él encontró… —la esquina de su boca se curvó—, …

apropiadamente entretenidas. Después de eso, el exiliado sanó al Grigori y lo

dejó ir bajo la creencia de que había recibido una conexión espiritual con un

poder celestial cuando en realidad… —Él se fue apagando mientras me

señalaba con su mano. Había olvidado que le gustaba la participación de la

audiencia.

Tragué nerviosamente.

—Él había hecho lo que sea que Phoenix me haya hecho a mí.

Onyx asintió.

—Todo lo que había logrado era un vínculo físico entre el Grigori y el

exiliado. El exiliado, por supuesto, planeaba usar su nuevo poder para ayudar a

cambiar las corrientes, pero desafortunadamente, no iba a ser así. Cuando el

Grigori descubrió el engaño, él no sucumbiría a las demandas del exiliado y

sobrevivió a los dolores de las heridas cada vez que eran re-infringidas.

Entonces era un tiempo difícil. Los tipos religiosos eran menos maleables de lo

que son ahora. —Otro deliberado suspiro.

Sacudí la cabeza involuntariamente.

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—Ha sido una táctica ambiciosa, y si hubiera funcionado, habría sido

una increíble arma. Incluso en su limitada versión, lo era.

—¿Por qué? —pregunté, sintiendo mi garganta apretarse.

—Porque al final todavía daba lugar a la muerte del Grigori. Sus

heridas gradualmente drenaban sus poderes y toda su vida de él.

Steph dio un paso hacia adelante.

—¿El siglo XIII?

Onyx alzó una ceja.

—Sí —dijo él, sospechosamente, mirando hacia Steph como si la

notara por primera vez. Imaginaba que en sus días de exiliado Onyx no habría

creído en interacciones con humanos, más que por deporte.

—¿Estás hablando sobre San Francisco de Asís, no es cierto? Él murió

después de sufrir cinco heridas brutales por alrededor de dos años. —Steph

miró hacia mí, luciendo enfermizamente verde—. Él aguantó los estigmas. —

Sus ojos con lágrimas.

Onyx estaba perplejo, como lo estaban todos en la habitación aparte

de mí. Steph no era una de esas cerebritos. Onyx claramente no había

esperado que alguien dijera el desenlace de su historia.

—¿Eres una humana muy inteligente, no es así? —se burló él.

—Espera —empezó Zoe—. Esto suena como un montón de mierda

para mí. ¿Los estigmas? ¿Las heridas de la crucifixión? Violet no tiene esas.

—No, ella tiene mis heridas —dijo Onyx orgullosamente—. Ellas solo

son otra versión. Las heridas de Asís fueron simbólicamente infringidas en él

primero, justo como fueron las de Violet, y luego sanaron. Al sanar las heridas

el exiliado efectivamente da una pieza de su inmortalidad a la víctima, es este

caso Grigori, y como demostró Phoenix. Lo que se diese también se puede

quitar. —Onyx alzó sus brazos e hizo un arco.

—Oh Dios mío —susurré para mí misma—. Él va a asesinarme.

Lentamente.

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Onyx me escuchó.

—Parece el resultado más probable —dijo, mientras se sentaba de

regreso al sofá, feliz.

—¿Mataremos primero a Phoenix, si? —preguntó Salvatore y Steph

asintió.

—Pueden intentarlo. Quizá funcione.

—Mientes —dijo Salvatore, observando a Onyx luego girándose a

Zoe—. Él miente.

—¿Qué no nos estás diciendo? —demandó Zoe.

—Dos camisas Armani, una blanca con rayas, la otra con dibujos. De

corte entallado. Y… —Él pasó una mano sobre su barbilla—. Una afeitadora

eléctrica. Una costosa.

—¿Qué tal si solo golpeo con fuerza mi puño en tu rosto hasta que nos

digas todo lo que sabes? —Sugirió Spence, tomando unos cuantos pasos

exagerado hacia Onyx.

—No te molestes con eso, chico —dijo Dapper—. Él estaría bastante

feliz que tú lo acabes. No llegarás a ningún lado de esa manera.

Spence miró hacia mí pero, incluso ahora, todavía no podía lograr

completamente regresar la mirada.

—Les daré hasta mañana —dije, aturdida.

—¿Piensas que tú Lincoln alguna vez te perdone? —preguntó Onyx.

—¿Qué? Él…. Phoenix hizo esto. No fui yo. Lincoln... él entenderá

—dije, tropezándome con las palabras que había estado tratando de decirme a

mí misma desde que lo vi caminar fuera del Hades.

—No me refiero sobre esta noche, aunque no puedo ayudar a tu causa.

Tragué fuerte. No era la primera vez que me daba cuenta que Onyx

planteaba esta cuestión. La última vez fue justo antes de apuñalarme.

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—Ah. Ya veo. ¿También, preocupándote? Una cosa grande, esa.

Incluso esos con la mejor intención, el más grande amor prohibido, pueden

luchar para aceptar que el otro consiga el premio antes que ellos.

—Cállate, Onyx —dijo Dapper. Extrañamente, Onyx parecía que iba a

responder pero lo dejo pasar.

Le di a Dapper una mirada agradecida. Realmente no quería tener que

explicar a todos en la habitación que se estaba refiriendo al hecho de que

dormí con Phoenix y eso había hecho a Lincoln… infeliz.

—Muy bien. Phoenix tiene una conexión física contigo ahora. No solo

él puede traer las heridas que yo tan salvajemente di, sino que también es lo

que evita qué vuelva a ocurrir. Si algo le pasara a Phoenix, si él fuera

asesinado, o como a ustedes les gusta llamarlo “devuelto”… bueno… —Él

abrió sus manos.

—Moriré.

—Parece inexorablemente probable.

—Jesús, María y José — dijo Steph mientras Spence y Zoe maldecían.

—Esto, no es bueno —dijo Salvatore, sacudiendo la cabeza.

Dapper permaneció en silencio.

Onyx sonrió, disfrutando su versión de aplausos hasta que sus ojos se

ajustaron a los míos. Mi pecho se apretó y cada respiro de repente se sentía

trabajoso.

Nos miramos el uno al otro y en ese breve instante, cuando sus ojos no

podían completamente sostener los míos, compartimos la verdad

silenciosamente entre nosotros.

No era solo probable.

Si Phoenix moría, yo moría.

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Capítulo 13 "Un pensamiento, incluso una posibilidad, puede destrozarnos y

transformarnos".

Fredrich Nietzsche.

Traducido por Anelynn*

Corregido por Lizzie

speraba que una mañana pintando ayudaría. Darme algo de

perspectiva o por lo menos dejarme escapar por un par de

horas. Pero ni siquiera pude concentrarme el tiempo suficiente

para mezclar los colores correctos en mi doble periodo de arte primera.

Él me dijo que me amaba una vez. Fue apresurado y quizás solo parte

de un juego para él, tratando de alejarme de Lincoln. Creo que había

funcionado. Nunca me había sentido tan aislada antes.

Ahora, otra vez gracias a Phoenix, yo estaba segura de mi propio fin.

Después de todos los eventos de anoche, para cuando llegué a casa

había sido tarde otra vez. Mis asignaciones de sueño estaban declinando

mientras mis experiencias cerca-de-la-muerte estaban claramente a la alza.

Pero, claro, no fue la falta de sueño lo que me tenía tan agitada. Era la falta de

algo más.

Alguien más.

Había esperado, todo el tiempo que estábamos con Dapper escuchando

a Onyx contar su historia de destrucción, que Lincoln pudiera regresar. Que

de alguna manera él pudiera darse cuenta que yo nunca habría besado a

E

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Spence voluntariamente. Incluso no perdí las esperanzas de que Magda

pudiera haber hablado algo de sentido en él.

Haciéndome ilusiones. Pero Lincoln, él me conocía. Seguramente

sabría que yo no sería tan...

¡Aunque dormí con un oscuro exiliado!

Y ahí estaba mi problema- la irritante voz de la verdad en la que todos

nos hemos enterrado profundamente.

La que siempre está ahí pintando con colores primarios, no

molestándose en mezclarlo bien.

Onyx tenía razón. Yo había sembrado las semillas de duda que

Phoenix ahora estaba regando. Pude haber tenido mis razones, pero eso no

cambiaba el hecho de que Lincoln probablemente nunca me perdonaría o que

el sacrificio requerido para que estuviéramos juntos sería más de lo que él

voluntariamente nunca haría por mí.

Él tenía su problema real, y yo tenía el mío.

Había sacrificado todo para salvar a Lincoln pero ahora mismo temí

entregar sus fuerzas, arriesgar su poder, no sería algo que Lincoln pudiera

hacer. Ni así él podría estar conmigo.

Para cuando la campana timbró para el almuerzo, apenas había hecho

una marca en mi lienzo. Mientras guardaba mis cosas mi profesora de arte

vino hacia mí.

—Violet, has estado distraída últimamente. Sé que tienes otros

estudios en los que concentrarte y bastantes eventos sociales que asistir, sin

embargo, si todavía planeas hacer el impacto sé que puedes en el curso Fenton,

necesitarás comenzar a aplicarte tú misma otra vez en el arte.

Tomé una profunda respiración, desanimada y enojada conmigo

misma.

—Lo sé, Srita. Trataré más duro. Realmente quiero hacerlo bien en el

curso de Fenton.

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—Bueno, si ese es el caso, tienes que hacerlo —dijo en esa voz que

solo los profesores pueden usar, algo entre paternal y para hacerte sentir

culpable. Funcionó.

En la cafetería agarré una ensalada y un rollo de pan y lo dejé caer en

mi lugar de siempre.

Cuando la silla a mi lado fue sacada y una bandeja cayó al lado de la

mía, ni siquiera levanté la vista. Asumí que era Steph.

—Cielos, Eden, ¿estás despierta?

Brinqué en mi asiento levantando la vista para ver a Spence riendo sin

parar.

—¿Qué? ¿Qué estás haciendo aquí? —Entonces, paranoica, comencé a

mirar alrededor.

—¡Vas a meterme en problemas! ¡Otra vez!

Me dio un guiño descarado y su sonrisa se amplió.

—Glamur.

Miré alrededor de la habitación otra vez y me di cuenta que nadie más

parecía ser consciente de su presencia, aunque él no estaba vistiendo un

uniforme de la escuela y claramente no pertenecía aquí.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Aparte de cuidar de una malvada resaca. Vine a aclarar el aire

—dijo, cuadrando sus hombros hacia mí. No tenía intención de marcharse.

—Oh —resoplé un No-quiero-estar-aquí-bufido.

—Mira. Muchas cosas se desplomaron anoche y consiguieron el

sentimiento de todo lo feo... si pudieras llevarte una cosa lejos, sería ¿tu-y-yo-

ensuciándonos-un-poco-en-la-pista-de-baile?

Entorné mis ojos hacia él.

—Tú ciertamente tienes una manera con las palabras, Spence.

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Se encogió de hombros.

—Es un don. —Levantó sus cejas y esperó. Realmente no iba a

marcharse.

—De acuerdo. Mira, no es que yo no... Tú sabes. Creo que eres

agradable y todo y tú estabas... Quiero decir... no fue malo o algo. Mierda. Yo

solo no...

—¿Te gusto de esa manera? —sugirió sonriendo.

—Sí.

—Está bien. Lo entiendo. No fue exactamente mi elección tampoco.

No me mal entiendas. No me siento violado o algo. Tú me besaste como una

maniática, ningún chico en su sano juicio estaría decepcionado después de eso,

quiero decir…

—¡Spence! —corté.

—Oh, sí. Lo siento. ¿Qué estaba diciendo? Todo está bien. Somos

amigos. El hecho que hemos compartido un beso particularmente caliente no

va a cambiar eso, hacerlo todo raro. ¿De acuerdo?

Asentí, aliviada que al menos una de mis preocupaciones no se iba a

desenvolver en una crisis mayor.

Steph sacó una silla y se sentó al otro lado de Spence.

—Hola —le dijo ella a Spence—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—¡Oye! —Salté—. ¿Cómo es que ella puede verte también?

—Es una cosa de tomar-y-escoger. Justo ahora solo estoy

proporcionando glamur para aquellos quienes no me conocen ya. Tan lejos

como ellos estén interesados en una muy inadvertida —pero seriamente

ardiente— chica que está sentada junto a ti en una escuela con uniforme

teniendo el almuerzo.

—¿Ardiente? —repitió Steph.

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—Oye algunas cosas solo pasan naturalmente. —Spence abrió sus

brazos—. Es difícil para mí cubrir un atractivo innato, no importa en qué

forma esté.

Steph hizo un movimiento de vomitar.

—Te das cuenta que esta es una escuela mixta. Podrías haberte

quedado como hombre —dijo ella.

Spence tomó una mordida de su sándwich.

—Cierto. Pero entonces no habría sido tan fácil detenerme por el

vestidor de las chicas en mi camino hacia aquí. —Se encogió de hombros.

Empecé a recoger pedazos de mi rollo de pan, lanzándoselos a él.

Steph recogió su tazón de ensalada y soltó su contenido sobre su cabeza.

Había sido bueno aclarar el aire con Spence y para el final del día

empecé a componerme y a construir hacia mi siguiente tarea. Lincoln.

Después de la escuela, Steph y yo nos desviamos por el banco así pude

retirar algo de dinero de la cuenta Amex de papá. Él la había ajustado con

tarjetas compartidas para nosotros dos hace años. Yo pagaba la mayoría de las

facturas domésticas y hacía la mayoría de cualquier compra, entonces era solo

más fácil si tenía acceso al efectivo. Papá me había dicho que estaba bien

usarla en algunas cosas aquí y allá. Pero con todo no me importaba. No me

importaba cuanto costaba una camisa Armani y una rasuradora eléctrica así

que cuando Steph sugirió sacar mil dólares casi me caí.

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—¿Qué quieres decir con mil dólares? ¿Estás loca? —Realmente solo

saco efectivo para el dinero del almuerzo y la despensa. El café y la leche no

cuestan mucho.

—Escucha, dulzura, cuando viene no importa el diseñador de la ropa,

soy tan fiable como ellos vienen. Solo eres afortunada de que hay rebajas. si no

necesitaríamos más.

Solté una respiración. Si ella estaba diciéndome que era así, así era.

Aún así, no pude evitar la exasperación en entregar el dinero así Onyx podría

conseguir su recompensa por decirme que podría morir.

—¿Vas a estar bien? ¿Sabes de qué tamaño conseguir?

Steph me puso los ojos completamente en blanco.

—Honestamente Vi, yo podría comprar con mis ojos cerrados.

De cualquier manera, sacó una servilleta de coctel de mi bolsillo.

—El Sr. Rememoro-en-los-días-oscuros me dio todas sus medidas.

Realmente me desagrada ese tipo.

—Trata de odiar con una venganza.

Steph me dio una mirada de lástima.

—¿Estás segura que quieres que me vaya? Puedo quedarme contigo, ir

a la casa de Lincoln, ¿solo por si acaso...?

Pero esto era algo que tenía que hacer yo sola. No había motivo para

llegar con refuerzos, mi mejor oportunidad era solo ir yo misma, tratar y ser

completamente honesta.

—No. Tú vete. Necesitamos esta cosa. Tendré que enviarla a Onyx

para mañana o él comenzará a causar más problemas. ¿Por qué no lo preguntas

a Salvatore si quiere ir contigo?

Steph me plantó un beso de despedida en mi mejilla.

—Ya está hecho. Me voy a reunir con él en el centro comercial.

»Uhm... ¿Vi? —comenzó ella, insegura no característicamente de ella.

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—¿Sí?

—¿Te importa si me quedo en tu casa otra vez esta noche? Papá sigue

lejos y bueno. El entretenimiento de mamá. —Ella miró pasándome,

repentinamente distraída por algo en la ventana de la tienda.

Era casi creíble, si no estuviéramos paradas afuera de un banco.

—Seguro, Steph. —Entonces, decidiendo que era suficiente,

agregué—: Iba a pedir la misma cosa. Realmente no me siento con ganas de

estar sola un momento así que tal vez tú solo puedes venir y ¿quedarte hasta

que papá regrese? ¿Si está bien contigo? —Realmente no sabía que estaba

pasando en la vida de familia de Steph, pero su incomodidad decía lo

suficiente.

Steph cambió su peso de un pie a otro y encogió un hombro.

—Sí. Podría hacer eso.

Finalmente ella levantó la vista brevemente, empujó el cabello hacia

atrás de su frente y revisó su reloj.

—Tiempo de volar. —Mientras caminaba pasando, incapaz de

mirarme otra vez, agarró y sostuvo mi mano y ambas nos dimos un rápido

apretón antes de dejarnos ir.

Cuando caminé por la calle de Lincoln. No pude ver su tracción de

cuatro ruedas estacionada en ningún lugar del camino. La puerta de su bodega

estaba abierta, lo cual no era sorpresa como si todos estuvieran usándola como

centro de reuniones últimamente.

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Me pregunté si eso le molestaba, si él se sentía incómodo por todos los

demás.

Especialmente desde anoche.

Griffin estaba en el comedor, observando a Spence y Zoe practicando

movimientos tácticos.

Lo aburrido, no combate, solo ejercicio. Sonreí cuando capté las

miradas frustradas en la cara de ambos.

Rudyard estaba supervisando, gritando cuando ellos hacían una mala

decisión y ordenándoles que volvieran y comenzaran otra vez.

Me sentía bastante petulante hasta que noté a Griffin observándome.

—Tú eres la siguiente —dijo.

Le lancé una media sonrisa.

—¿Dónde está Lincoln?

La expresión de Griffin se tensó. Pensé poder ver un poco de

frustración en sus ojos, también.

—No está aquí. Él y Magda tenían algo que hacer que no podía

esperar. —Y ahí estaba otra vez. Escuché un cambio en su voz. Un toque de

sarcasmo.

—¿Sabes que está pasando?

—No tengo idea. —Griffin se recompuso un poco cuando captó mi

obvia tristeza—. Mira, todos tenemos cosas que hacer a veces que son...

privadas. Eso no significa que queremos herir a la gente a nuestro alrededor o

alejarlos. Algunas veces solo estamos tratando de protegerles.

—¿Griffin? —comencé, sacando una silla y tirándome a lado de él—.

Nyla y Rudyard le dijeron a Linc como ellos son almas gemela. Como estar

juntos los hacía más fuertes. ¿Alguna vez consideraste estar con…?

—¿Magda?

Asentí.

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—La has visto, ¿verdad? Claro, lo consideré. ¿Quién no lo haría?

—Entonces rápidamente, asintió—. Yo... ah, bueno. Lo que quería decir es

que, ella es muy hermosa, pero eso no lo es todo. Magda y yo nunca estuvimos

enamorados. Más como hermano y hermana o mejores amigos al principio...

bueno... —Pero él no explicó detalladamente. Tenía la sensación de que su

compañía no siempre había sido miel sobre hojuelas.

—¿Habrías tratado, si la hubieras amado? ¿Lo harías, tú sabes,

arriesgado tus poderes?

Él se reclinó en su silla.

—Esa es una gran pregunta que estás haciendo. —Frunció el ceño—.

La respuesta es probablemente no. Creo en ser Grigori, el papel que

interpreto. Ha sido difícil para mí a veces ser de un Serafín cuando son pocos.

La responsabilidad y expectación que viene de ser un líder. No soy siempre el

que desearía poder ser, el que debería ser, pero sin embargo, este es mi lugar.

Si yo tuviera que mostrar una tarea a algo más que mi liderazgo, el cual podría

arriesgar la función que tengo, arriesgaría muchas vidas. No podría vivir con

eso.

Asentí. Yo entendía lo que estaba diciendo pero al mismo tiempo no

pude evitar excepto pensar la única razón que admitía tan fácilmente era

porque lo que existía entre él y Magda nunca lo empujó más allá de la razón,

tentado más allá de la razón.

—Griffin, ¿Magda también es Serafín? —pregunté, dándome cuenta

que realmente no sabía mucho sobre ella.

¡Además de que la odio!

—No. Ella es de un Ángel.

—¿Qué quieres decir? ¿No lo somos todos?

—Sí, pero uno de los otros es referido como simplemente Ángel.

Técnicamente, es la décima orden.

»No prestabas mucha atención a esa gráfica de jerarquía que saqué

para ti, ¿verdad?

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—Lo siento —dije, repentinamente culpable.

Lo dejó pasar.

—Su fuerza es que ella puede hablar telepáticamente.

—Guau. ¿Entonces tú eres de la más alta orden y ella de la más baja?

¿Eso debió haber sido difícil para ella?

—Bueno, el orden no es siempre un reflejo de importancia, Violet,

pero sí, a veces eso había sido difícil para ella.

—Supongo que hablar telepáticamente es genial, sin embargo. ¿Ella

puede hablarle a alguien más?

Griffin miró alrededor de la habitación. Podía decir que esta

conversación no era una que estuviera disfrutando.

Empujó su silla para pararse.

—No. Ella solo puede hablarle a otro que tiene el mismo don.

—Oh —dije, mientras él hacía un ademán hacia Zoe y Spence y se

movía más cerca para observar su juego del gato y el ratón.

Me quedé sentada en la mesa y observé. Mi mente estaba corriendo

con todo lo que Griffin me había dicho. Los únicos otros que sabía podían

hablar telepáticamente eran exiliados. Preguntas seguían formándose en mi

mente y me di cuenta que solo estaba creando más problemas y no

resolviendo ninguno.

Rudyard se levantó.

—Eso es suficiente para ustedes por ahora —gritó, deteniendo la

mirada agradecida de Spence y Zoe, Rudyard caminó hacia la puerta y

comenzó a ponerse una larga gabardina, la cual lucía rara en él. Como Griffin,

él era el tipo de persona quien siempre estaba destinado a crecer. Sin embargo

se la quitaba mejor que Griffin y manejaba un guardarropa actualizado, él era

una de esas personas que tú sabes lucirá mejor a mediados de su vida. Me

pregunté cuantos cientos de años más le tomaría llegar a la mediana edad.

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Rudyard abrió la puerta principal y se paró a un lado, justo cuando

Nyla entró. Él sabía que ella estaba viniendo. Eso era bastante escalofriante.

Yo estaba celosa como el infierno.

—¿Qué pasa? —preguntó Griffin, uniéndose a ellos mientras yo me

levantaba también.

—Magda acaba de llamarme —dijo Nyla, alisando su cabello

alborotado—. Ella dijo que su fuente le dijo donde están escondidos un par de

exiliados. Ella cree que ellos están conectados a la Escritura. Aparentemente

su fuente los escuchó jactándose sobre cómo ellos podrían tener la llave para

destruir a todos los Grigori.

—Suena como la Escritura —acordó Griffin.

—¿Estamos cazando? —preguntó Rudyard.

Griffin agarró su abrigo.

—Puedes apostarlo. Esta es la primera guía buena que hemos tenido.

»¿Por qué Magda no me llamó?

—Dijo que trató, pero no pudo conseguirlo —dijo Nyla.

—Tiene sentido. He tenido encendido y apagado el teléfono todo el

día —dijo Griffin, pero no sonó convencido. Me pregunté si sabía algo que yo

no sobre Magda. Y Lincoln, para lo mismo.

—Yo voy —dije.

—No, no deberías salir sin Lincoln. No es seguro —dijo Griffin.

—Tú vas a salir sin Magda, y Lincoln y Magda están fuera sin

nosotros. Creo que tengo el derecho. Además, esta Escritura es... bueno,

quiero estar dentro.

—De acuerdo —dijo Griffin. Sonrió, amando que él fuera ese tipo de

chico. El tipo que respetaba instintos y personas que peleaban por lo que

creían—. Pero mejor cámbiate. ¡Apresúrate!

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Miré hacia abajo a mi uniforme escolar y luego corrí al baño para

ponerme la ropa de pelea que tenía en mi bolsa.

Cuando emergí en shorts y camisa escuché voces alzadas desde el

corredor.

Spence estaba gritando.

—No es justo. ¡Le acabas de decir a Violet que puede ir y su

compañero no está aquí! —se quejó.

—Sí, pero su compañero no está lejos. Si ella se lastima la podemos

llevar a él. Spence, es decisión de Griffin lo que pase con Violet, pero tú estás

bajo nuestro cuidado y nosotros tenemos que seguir la regulación de la

Academia —dijo Rudyard.

—¡Estás bromeado! Yo tengo todas las otras habilidades de fuerza y

rapidez que cualquier otro. ¡No voy a salir lastimado! No puedes hacer esto,

¡ocultarme por siempre!

Antes de que llegara a la sala escuché azotarse la puerta principal.

Spence se había ido.

—Nyla tenía una mano en el hombro de Zoe.

—Ve por él Zoe. Él necesita un amigo. Tú eres lo más cercano que

tiene a un compañero hasta ahora. Ayúdalo.

—Oh. ¡Perfecto! Justo lo que necesitaba. Otro imbécil al que cuidar.

¿Entonces supongo que eso significa que no voy a la cacería tampoco?

—Por favor Zoe —rogó Nyla, mirando preocupada hacia la puerta.

—Como sea.

Y justo como Spence salió hecho una furia, Zoe abrió la puerta otra

vez y obstinadamente lo siguió. Antes de que la puerta se azotara por segunda

vez, una corriente de hojas secas atravesó la sala.

Nyla, Rudyard y Griffin estaban limpiándose mientras me unía a ellos.

—¿Zoe? —pregunté, evaluando el ataque de hojas.

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—Mmm —dijo Rudyard, completamente no impresionado—. Usando

la naturaleza como arma contra nosotros sin ningún buen uso de sus fuerzas.

No. Pero podía ver porqué ella estaba solo contenta de que yo había

estado fuera del alcance cuando le dio con todo.

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Capítulo 14 “El hombre sabio en la tormenta le reza a Dios, no para salvarse del

peligro, sino para liberarse del miedo”.

Ralph Waldo Emerson

Traducido por Jessy

Corregido por Lizzie

esde el auto, Griffin intentó llamar a Magda, pero no tuvo

suerte. Lanzó su teléfono a la guantera, cerrándola con un

chasquido. Entendía su decepción. Reflejaba la mía. No solo

había fallado en aclarar las cosas con Lincoln, ni siquiera lo había visto. Le

envié un mensaje. Sin respuesta.

Manejamos por un rato y estábamos bien fuera de la ciudad antes de

preguntarle a Nyla a donde nos estábamos dirigiendo.

—A una granja abandonada. Magda dijo que tomaría cerca de diez

minutos después de pasar el aeropuerto.

Cuando ella mencionó el aeropuerto, sentí un hormigueo bajar por mi

espalda. Del tipo que tienes cuando alguien camina sobre tu tumba.

Seguimos adelante y cuando vi el cartel de desvió hacia el aeropuerto

bajé cuidadosamente una tapa en mis sentidos. No quería que todos supieran

lo que estaba haciendo, pero me sentía obligada a investigar, así que traté

asegurarme de no liberar la bruma de mi poder.

—¿Violet? —comenzó Rudyard en un tono familiar.

D

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—Si —dije, tratando de parecer relajada mientras también mantenía

mi concentración.

—¿Te he explicado mi poder?

—No, en realidad no. —Todavía no podía sentir nada.

—Bueno, ahora parece el momento oportuno. Soy lo que podrías

llamar un vigilante. Puedo decir el tamaño de las fortalezas de alguien, puedo

medir el nivel de sus poderes y su potencial. También puedo ver el poder en

los exiliados, puedo decir lo que pueden hacer hasta cierto punto.

—Genial.

—Sí. Soy muy genial. ¿Sabes qué más puedo hacer? —presionó.

Estaba comenzando a sentir algo muy débil y empujé mis sentidos un

poco más lejos.

—No. ¿Qué? —pregunté, distraída.

—Puedo decir cuando alguien está usando su poder.

Dejéde respirar.

Mis sentidos se cerraron como un libro al cerrarse de golpe. Había sido

atrapada in fraganti, ahora necesitaba una estrategia.

Tosí. Tácticas de retraso 101.

—¿En serio? —contesté, mi tono altamente delator. Tosí otra vez—.

Eso es útil. ¿Puedes por casualidad decir que estaba usando mis sentidos?

—De hecho, sí —dijo con suficiencia. Él sabía que ahora estábamos

jugando. Tenía la horrible sensación de que él era un experto.

—Oh, bueno eso está bien. Yo… uhm… estaba practicando. Ya sabes,

no salgo de la ciudad muy a menudo y cada vez que trato de usar mis sentidos

ahí siempre capto un montón de cosas diferentes. Pensé que estar fuera del

país era una buena oportunidad para ver si…

Esto no estaba yendo bien.

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En realidad no sabía porque no podía simplemente decirles que pensé

haber sentido algo en el aeropuerto el otro día.

Porque debería haber comprobado en ese momento, pero lo olvide y

ellos pensaran que soy una perdedora si se los digo ahora. De todas maneras,

probablemente no es nada.

—¿Y? —motivó Rudyard.

—Y —tragué—. Nada. No puedo sentir nada.

—Bien. Bueno, tal vez puedas practicar cuando estemos un poco más

cerca de a dónde vamos —dijo.

Griffin volteo desde el asiento del conductor, me miró y levantó una

ceja intencionalmente. La mirada de hablaremos-sobre-esto-más-tarde.

Excelente.

Nunca mientas alrededor de un detector de mentiras. Estaba

agradecida de que al menos no me hubiera delatado enfrente de todos.

Pasamos por la granja que Magda había descrito. Era pequeña y

decrepita. Pilas enormes de chatarra, vidrios rotos y basura en general cubrían

la parte delantera del prado. Alrededor de la propiedad no había otros signos

de civilización. Era el escondite perfecto. Todos podíamos sentir la presencia

de los exiliados.

Tratando de no llamar la atención y ganar tiempo de reconocimiento,

Griffin estacionó en un camino de tierra no mucho más allá de la carretera.

Antes de que bajáramos del auto de Rudyard sugerí probar mis sentidos. Sabía

que era un poco burlesco, pero realmente pensaba que era una buena idea.

Para gran sorpresa de Nyla y Rudyard, pude reducirlos a tres,

posiblemente cuatro exiliados dentro de la deteriorada casa con uno que otro

exiliado merodeando el perímetro. Caminamos con cuidado a través de los

arbustos y matorrales que rodeaban el edificio. Cuando llegamos a una

montaña de chatarra nos agachamos.

—Me encargaré de la seguridad del perímetro —dijo Nyla, sonando

mucho más formidable de lo habitual. Medio esperé que Rudyard discutiera

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pero él solo asintió—. Intentaré inhabilitarlo así seguiremos teniendo un

elemento de sorpresa para los otros, pero si tengo que regresarlo, ellos serán

capaces de sentirme, así que estén preparados. —Se fue.

Miré a Rudyard por un momento, para ver si estaba preocupado. No lo

parecía. En cambio, se volvió hacia mí, atrapándome en mi estado de

confusión.

—Ella es una mujer, sí, pero sobre todo es una guerrera feroz, Violet.

Mucho más grande de lo que yo nunca he sido ni seré. Ella ha desarmado más

del doble del número de exiliados que yo llevo en nuestros muchos años

juntos. Y de todas maneras —hizo una pausa, solo lo suficientemente breve

para que me diera cuenta—, no le favorecerá si me lanzo en la línea de fuego

solo para ser noble. Nuestra relación ha llegado más allá de eso. —Sus ojos me

atravesaron como si me estuviera dando algún tipo de advertencia.

Todo lo que pude pensar fue: Ellos son perfectos.

Esperamos por unos minutos, todos cada vez más ansiosos. Había una

luz parpadeante visible a través de una de las ventanas ennegrecidas.

Posiblemente fuego o una lámpara. Entonces vimos lo que solo podría ser

descrito como una lluvia de colores, como brillo iluminando los árboles.

—Ella lo devolvió —dijo Griffin, ahora en alerta roja.

—No debe haber tenido otra opción —dijo Rudyard, defendiendo a

Nyla —algo que estaba segura haría hasta el final— a pesar de que Griffin no

estaba cuestionándola.

Nyla estuvo de regreso en segundos. Se agachó junto a mí mientras la

puerta delantera de la cabaña se abría o se entreabría un poco. Salieron tres

exiliados, pero a pesar de la débil luz proveniente de la casa, podíamos verlos

apropiadamente.

—No tiene sentido esconderse, saben que estamos aquí —dijo Nyla,

levantándose, sin miedo alguno. Griffin se paró con ella mientras Rudyard y

yo hacíamos lo mismo un poco más vacilantes.

Aquí vamos.

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Caminamos hacia el pequeño claro en frente del destartalado porche,

evadiendo los peores vidrios rotos que estaban dispersos en frente de la casa,

un malintencionado sistema de seguridad de no-pase.

A medida que nos acercábamos los rostros de los exiliados se volvían

más claros. Solté un grito ahogado antes de que pudiera evitarlo.

—¿Estás bien? —preguntó Rudyard.

—He visto a uno de ellos antes, en el Hades anoche —dije, asegurando

mi vista en el exiliado pelirrojo que estaba riendo tan casualmente allí en el

sofá.

—¿Estabas en el infierno anoche? —preguntó en voz baja Rudyard a

mi lado.

—Sí, es un bar. Él estaba ahí.

Rudyard asintió, pero luego golpeó a Nyla y a Griffin es sus hombros.

—Dos de ellos son usuarios del miedo, los dos en la derecha. Sean

cuidadosos. El otro no es problema. —Luego se volvió hacia mí—. Necesitas

levantar tus defensas. Colocaran tu peor miedo ante tus ojos. Tienes que

defenderte de esto. ¡Ahora!

Asentí y me concentré en construir mis murallas, para tratar de

protegernos a mí y a mi poder. Mientras lo hacía, pude sentir el inicio de la

exploración. Era como cuando Rudyard había visto mi poder en el aeropuerto,

pero diferente. Violento. Había sentido este tipo de invasión antes, de Joel y

Onyx. Sabía que tomaría mucho mantenerlos fuera. En este momento no

podía enfrentar un montaje de mis peores miedos. Ya estaba asustada por la

idea de descubrir cuál de ellos llegaría a la cima de mi lista.

Griffin dio un último paso hacia adelante.

—Queremos información. ¡Podemos conseguirla voluntariamente o

podemos robarla de ustedes!

Los exiliados no respondieron. Me estaba dando cuenta que no era que

no se preocuparan por su existencia, sino más bien lo contrario. Eran

narcisistas extremos. Realmente creían en su supremacía y que no podían ser

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derrotados. Hasta el segundo después que una daga los atravesara y era

demasiado tarde.

El de la izquierda —el que reconocí— se movió hacia Nyla. Era

estratégico. Tratando de deshabilitarla primero, creyendo que era la más

pequeña, y por lo tanto, la más débil.

Gran equivocación.

Nyla parecía retroceder, como si fuera cautelosa y lo trajo lo más cerca

que pudo de donde ella estaba, luego, con una velocidad anormal, giró y saltó.

En la bajada su daga atravesó la parte superior del muslo del exiliado. No lo

mato. Pero el instinto me dijo que si ella lo hubiera querido lo habría hecho.

Fácilmente.

El exiliado cayó al suelo, agarrando su muslo mientras Nyla

simplemente se agachaba y sacaba la daga de su pierna mientras el gritaba.

—Muévete de nuevo y va a tu corazón.

Los otros dos exiliados, que debían haber estado impactados al verla

aniquilar a su amigo tan rápidamente, apenas parpadearon. En lugar de eso los

sentí empujando de nuevo en mi poder. Era como si estuvieran dando vuelta

todos los pomos de las puertas y haciendo sonar todas las ventanas, en busca

de una forma de entrar.

Griffin siguió hablando con ellos, demandando información. No

dejaban de negarse, resueltos en vigilarme. Yo era el objetivo, el único en el

que estaban intentando infiltrarse.

Capté destellos de imágenes. Rechacé las intrusiones, tratando

fuertemente de estar concentrada, mantener las murallas levantadas, pero

seguía viendo imágenes irrumpir, retratos se deslizaban frente a mí en un

desenfoque a alta velocidad. Pero definitivamente estaban ahí.

Primero lo vi. El único que siempre parecía distinguirse por el

momento. Incluso ahora —con todo lo que había enfrentado, temido,

conquistado— él seguía persiguiéndome, accediendo a ese lugar en la boca de

mi estómago, que puede enviar inundaciones de terror por mi cuerpo. El

profesor que me atacó, me tiró a un escritorio de madera y rasgo mis ropas

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mientras oprimía sus dedos callosos y duros en mis brazos mientras me

obligaba a bajar.

Odio que esto —que él— de alguna manera fuera una parte de mi

estructura interna ahora, algo que no podía apartar de mi ser o de mi historia.

Vi su rostro pasar como un rayo, solo un vistazo. Pero un vistazo fue

suficiente.

Mis manos fueron a los lados de mi cabeza mientras trataba de

mantener mi entereza física. Pero entonces… la visión se instaló en una

escena.

No era él lo que estaba viendo tanto como yo.

Oh no.

Sabía a dónde iba esto.

Estaba de vuelta en el desierto, reviviendo el momento cuando había

puesto su rostro a la silueta que mi ángel de la oscuridad me dijo que debía

matar. Veía ahora, como los acontecimientos se desarrollaban de nuevo, de

alguna manera separados de mí, en otro lugar. Me pude ver llorando, rogando

no estar ahí. Sostuve la daga en la mano y la tire hacia atrás, lista para hacer

mi ataque y entonces vi como la figura se transformaba en una nueva forma

—yo— de la misma manera dirigí la daga hacia el corazón.

Habían tres yo: la yo de ahora, viendo esta visión; la yo asesina,

sosteniendo la daga; y la yo muerta, cayendo al piso en un charco de sangre,

sin vida y… desaparecí.

Sentí vagamente algo de ardor en las piernas pero no me podía

concentrar. Necesitaba estar aquí, no ver esto. No podía pasar por esto otra

vez. Busqué dentro y trabajé furiosamente, tratando de levantar mis defensas.

Comencé a trabajar y entonces, de repente, mientras mis barreras se alzaban,

cerrando las imágenes de mi propio pasado y el desierto, algo me golpeó la

cara.

Abrí mis ojos, y estaba una vez más en el claro fuera de la pequeña

granja. Estaba de rodillas en las rocas, trozos de metal afilados y cristales rotos,

en medio de un charco de sangre. Nyla estaba parada sobre mí, con una

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mirada asustadiza lista para el combate en su rostro. Griffin estaba de cuclillas

a mi lado, luciendo más preocupado.

Él se paró y extendió su mano.

—¿Estás bien?

—Sí —dije, saboreando la sangre en mi boca. Debo haberme mordido

la lengua en algún momento—. Ellos… ambos… lo siento, no estaba lista

—dije, avergonzada de que no hubiera sido capaz de detenerlos.

—Son fuertes Violet. Muy fuertes, dos de ellos juntos habrían sido

para cualquiera de nosotros casi imposibles de contener. No iban por nosotros,

solo por ti —dijo Rudyard, mientras Griffin me levantaba.

—¿Qué paso? —pregunté, mirando alrededor. Los dos exiliados habían

desaparecido.

—Regresamos. No tuvimos opción, el miedo puede matar —dijo

Griffin.

Oh.

—¿Qué paso con el otro? —pregunté, mirando hacia Nyla pasando por

encima del exiliado menos poderoso.

—Eso es por lo que te abofeteé, lo siento. Necesitaba tu ayuda con este

—dijo Griffin, guiándome hacia donde Nyla se había reposicionado a sí misma

para pasar sobre el exiliado menos poderoso.

Ella me hizo un gesto con la cabeza.

—¿Bien? —Sonaba tan distinta de lo normal, en modo combate

completamente.

Si no necesita ser dicho en este momento, no lo digas.

—Sip.

Griffin se puso en cuclillas al lado del exiliado cuya pierna ahora

estaba curada.

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—¿Puedes verla? —le preguntó, señalándome a mí—. ¿Puedes sentir

su poder?

Él exiliado me miro y luego miro el piso.

—¿Has oído lo que ella puede hacer? —continúo Griffin, mofándose—

. Apuesto que sí. Ella puede removerte, hacerte solo humano; carne podrida,

carne rancia sin poder, no importa cuál sea tu elección.

Mi boca cayó abierta mientras escuchaba a Griffin torturar

verbalmente a aquel exiliado, pero Nyla me dio una mirada que me detuvo a

interrumpir. Sabía que ella estaba en lo correcto pero todavía… Cristo.

—¿Dónde está las Escritura Grigori? Sabemos que lo sabes. Dime

ahora o le diré —miro hacia mí otra vez—, que siga adelante y tenga un poco

de retribución. ¿Me entiendes?

El exiliado no levanto la cabeza, pero asintió.

Madre de Dios.

—¿Dónde? —presionó Griffin.

—No puedo decirte una ubicación específica, solo… como

encontrarlas, eso es todo. Pero tienen que dejarme ir —dijo el exiliado.

—Dinos lo que sabes —todo lo que sabes— y te dejaremos ir por esta

noche —dijo Griffin y mientras lo hacía pude sentirlo inyectar verdad a sus

palabras, así el exiliado se sentiría seguro, pero también de ese modo él

entendería que tenía que decirnos todo lo que sabía.

—Bien —dijo el exiliado, poniéndose de pie.

Todos dimos un paso atrás, manteniendo la distancia de ataque justa.

—Las Escrituras están donde fueron colocadas primero todas las reglas

—dijo con una pequeña sonrisa lentamente instalándose en su amarga

expresión.

—¿Qué? —respondí, comenzando a darme cuenta que era lo que

seguía haciéndome sentir incomoda.

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—Donde todas las Reglas van. Al principio. Las Reglas —para los tres

que existen en la tierra, bienvenidas o no— existen y otras… instrucciones,

según sea necesario. Encuentra el lugar de la Reglas, encuentra las Escrituras

perdidas.

Me moví hacia adelante. Griffin extendió un brazo para detenerme,

pero lo empujé. Estaba más cerca del exiliado de lo que era prudente, pero

supuse que había estado suficientemente petrificado por lo que podría hacerle

así que sería demasiado estúpido ahora.

—Voy a hacerte una pregunta más. Griffin allá va a saber si dices la

verdad, si lo haces, te puedes ir. Si no…

Los ojos del exiliado corrían entre todos nosotros. No necesitaba dar

la vuelta para saber las miradas amenazantes que él estaría recibiendo en este

momento, ellos me guardaban las espaldas.

—¿Qué? —gruñó.

Hable lentamente. Sabía que lo que estaba por decir era

potencialmente importante. Tenía que mantener mi voz firme incluso aunque

la sola idea de lo que podría estar sugiriendo era horrible.

—Dijiste que habían reglas para los tres que existen. Tú dijiste

Escrituras no Escritura. ¿Qué más acompaña a la Escritura Grigori?

Su sonrisa se amplió.

—Él ha estado esperando que te dieras cuenta de eso.

—¿Quién? —espeté.

—Tú dijiste una pregunta. ¿Cuál?

Tragué fuerte.

—La primera.

—Los seres humanos encentraron sus reglas, cerca de tres mil

quinientos años atrás. Las otras, una por el Grigori y una por el exiliado, se

mantienen es su lugar original de pertenencia —suspiró—. Creo que no por

mucho tiempo. —Él inclino su cabeza hacia mí, luego miró a Griffin.

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—Eso es todo lo que sabe Violet —confirmó Griffin.

—Seguiré mi camino entonces —dijo él mientras se echaba a correr,

súper rápido. Todos solo miramos, un poco estupefactos.

—Que Dios nos asista —habló Griffin en voz baja—. Tenemos que

encontrar esas Escrituras antes que ellos lo hagan. Ahora, más que nunca.

—Vamos a empezar por ayudar a Violet a limpiarse —dijo Nyla,

rodeándome con un brazo mientras comenzábamos a caminar de vuelta a

donde habíamos dejado el auto.

No había prestado mucha atención hasta este momento, pero los

cortes en mis piernas eran profundos y mis rodillas estaban empezando a

hincharse.

El viaje de regreso fue tranquilo. Había un montón de lo cual hablar,

pero en este preciso momento no podía hacerlo y sabía que todos los demás lo

respetaban.

Le di a Steph una llamada para dejarle saber que me estaba dirigiendo

a casa.

—No te preocupes —dijo ella—. Nos encontramos con Spence y Zoe

después que la bronca término ellos nos pusieron al tanto. Volví a tu casa por

si acaso por tu papá. Todavía no llega, pero si lo hace, diré que estas en la

ducha o algo.

—Gracias. Estaré de regreso allá en aproximadamente media hora

—dije.

—¿Estás bien? Suenas agotada —dijo Steph, preocupación creciendo

en su voz.

—Sí. Solo estoy exhausta. Te pongo al día cuando llegue a casa.

Después de que colgué, Griffin se volvió hacia mí.

—¿No quieres regresar a casa de Lincoln? ¿A curar esas heridas?

—Oh… —Miré mis rodillas. La hemorragia casi se había detenido.

Dolerían como el demonio mañana, pero sería el fin de semana y solo no

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podría hacer frente a nada más esta noche—. No son solo unos rasguños. Se

sanaran solos.

—Si tú lo dices —dijo, sin comprármelo, pero sin presionar.

Cuando nos acercábamos a mi calle, Nyla se acercó un poco más y

habló en voz baja:

—Violet ¿Quieres hablar de eso?

Sabía lo que estaba preguntando pero incluso reconocer el temor que

los exiliados habían revivido era más de lo que podía manejar.

—No —dije, trabajando duro en mantenerme enfocada en nada—. He

tenido suficientes visitas al pasado hoy.

—Bueno —dijo ella, dándose cuenta que no era el tipo de chica que

compartía pero dándole a mi mano una palmadita de todos modos.

Solo una cuadra más y entonces estoy en casa.

Entrar a mi edificio tomo un rato desde que tuve que merodear fuera,

esperando a que el tipo de seguridad fuera a dar un paseo por los pasillos, de

esa manera podría pasar inadvertida.

Cuando finalmente llegué dentro de mi apartamento, cerré la puerta y

la aseguré con llave, justo como cualquier otro día. Mantuve la calma y abrí la

puerta de mi habitación. Ahí, profundamente dormida en mi cama, estaba

Steph.

Susurré:

—¡Steph! —Revisando si estaba dormida, esperando que no

despertara.

No lo hizo.

Me moví en piloto automático de vuelta a la sala de estar, encendí la

TV despacio para ocultar lo que estaba por venir y me deslice hasta el suelo a

la par con la velocidad de mis lágrimas que caían de mis ojos. Escondí mis

rodillas, adoloridas e hinchadas, cerca de mi pecho y envolví mis brazos en

ellas.

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Por muchas horas, lloré en silencio, gritando por dentro.

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Capítulo 15 "Lo terrible de la búsqueda por la verdad es que la encuentra”.

Remy de Gourmont

Traducido por rihano

Corregido por obsession

e desperté en la mañana, tiesa, sensible e inflamada,

acurrucada en un rincón del sofá, bajo la seria mirada de

Steph.

—Te dejé por el tiempo que pude, pero Vi... necesitas una ducha.

—Me entregó un café—. Y esto.

Tomé la taza agradecida. La situación debe haber sido mala para que

Steph hubiera abordado la máquina de café. Me senté y tomé un sorbo.

—Una noche dura. ¿Qué hora es? —Yo no sabía cuánto había

dormido. La única manera por la que sabía que "había sido" en verdad un

período de sueño real era por el sueño.

Había sido vívido, casi real. Cuando primero había abierto mis ojos

todavía podía casi alcanzarlo y tocarlo con la mano, casi traerlo de vuelta a mí,

pero con cada momento despierta este fluía alejándose más. No podía recordar

el sueño en absoluto ahora, ni un detalle, aparte de eso, estaba segura que se

trataba de algo que necesitaba y eso me producía una extraña sensación de...

pérdida.

—Las diez. Te habría dejado dormir, pero se supone que estemos

llevando esa cosa para Onyx y pensé que deberíamos tener eso terminado

antes de que debas asistir a clase.

M

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Di un suspiro de cansancio, recordando que había aceptado tener

clases con Nyla y Rudyard los fines de semana desde el mediodía.

—¿Qué pasó, de todos modos? —preguntó Steph, percatándose del

estado de mis piernas todavía sucias y ensangrentadas.

—Me caí de nuevo.

Ella se medio rió.

—¿Se supone que debo creer eso?

—Es cierto. Estaba siendo atormentada por dos exiliados que se

especializan en el departamento del miedo cuando sucedió, pero yo me "caí".

—¿Mal? —agregó Steph, insegura de cuanto preguntar.

Me puse de pie y rápidamente agarré el extremo del sofá para

apoyarme mientras le entregaba la taza con la otra mano.

—Mal. Voy a tomar esa ducha.

Cuando regresé a la sala, Steph la había arreglado un poco. Yo no dije

nada, ni siquiera le agradecí. Sabía que ella no querría eso. En cambio, me

encontré de pie en la puerta de la terraza en el más amplio y suave chándal

que pude encontrar. Las que usualmente guardo para los días de fuera

verduras. Separé las cortinas y abrí la puerta.

Sin seguro. Una vez más.

Dejé filtrarse la brisa de la mañana a través de la puerta abierta y cerré

los ojos, dejando que el leve viento se deslizara sobre mi cara levantando

mechones sueltos de cabello. Me empapé en la promesa de un nuevo día y lo

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dejé engañarme por un egoísta momento, antes de cerrar la puerta y aceptar

que era poco probable que hoy fuera diferente.

Tomamos un taxi hasta el Hades. Había insistido en caminar, a pesar

de que mis piernas me estaban doliendo más de lo que admitiría. Después de la

primera cuadra Steph había hecho un ridículo ruido jadeante y paró un taxi.

Durante el día, el Hades es bastante discreto. Una clientela de más

edad en el restaurante teniendo almuerzos de negocios. Dapper debe haber

sido un buen hombre de negocios para ser capaz de atraer a tal gama de

clientes. Sorprendentemente, tampoco parecía demasiado deslastrado, de la

manera en que muchos de los locales nocturnos durante el día se veían,

cuando las luces están encendidas. Las cortinas de terciopelo escarlata se

retiraron, lo que ayudó a iluminar el lugar y darle un brillo dorado a los

candelabros que brillaban a la luz. Combinado con los más blancos manteles y

camisas crujientes de los camareros, el efecto general era muy fresco.

Steph y yo buscamos alrededor a Dapper y fuimos directo a la bodega.

Pasamos por la puerta de Solo Personal y bajamos las escaleras.

—¡Fuera! —gritó Dapper cuando nos acercamos.

—Está bien —dije, de repente nerviosa de que hubiéramos hecho algo

mal. Nos dimos vuelta rápidamente y empezamos a dirigirnos de regreso a

arriba.

—Espera, espera. Eres tú, ¿Violet? —preguntó Dapper, sonando más

cerca.

Me detuve a mitad de las escaleras, con las piernas ardiendo, y

respondí:

—Sí. Lo sentimos, el tipo del bar nos dijo que podíamos venir.

—Sí, sí, vuelve. Pensé que eras Onyx. Él siempre está tratando de

deslizarse aquí abajo y robar mercancía.

—Suena como algo que él haría —me dijo Steph, haciendo su camino

de regreso por las escaleras. Yo no la seguí.

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—¿Qué hacen ustedes dos aquí? —preguntó Dapper, mientras abría

una caja de vino y empezaba a cargar las botellas hacia los bastidores de piso a

techo.

—Tenemos las camisas de Onyx y la máquina de afeitar —dije, todavía

molesta de que tuviera que pagarle por su información.

—Bueno, tú no lo encontrarás aquí abajo. Comprueba arriba.

—En realidad... —empecé.

Dapper dejó la botella en su mano y me dio una buena mirada.

—Déjame adivinar, ¿quieres que juegue al repartidor?

—Vamos, Dapper. Mírala. Apenas pudo bajar estas escaleras,

¿realmente vas a enviarla en una misión de búsqueda? —preguntó Steph,

dando la cara por mí, como siempre.

Dapper miró mis piernas, como si pudiera ver las heridas, a pesar de

mi chándal suelto.

—Tú encontraste más problemas, ¿verdad?

—Algo.

—¿Dónde está tu caballero de brillante armadura?

—¿Eh?

Dapper señaló con la cabeza hacia mí.

—¿Lincoln? Tu amigo que puede por arte de magia arreglarte toda

como nueva.

—Oh. —Gracias por el recordatorio—. No sé. Mira, ¿vas a tomar esto

o no? —le pregunté, harta de tener que dar constantemente explicaciones a

todos.

Dapper extendió una mano.

—Déjalo aquí.

Steph le entregó la bolsa de compra.

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Yo ya estaba en mi camino de vuelta por las escaleras para ese

momento. Simplemente no tenía la energía hoy. Ella me alcanzó y le gritó un

agradecimiento a Dapper. Ella no dijo nada. Sabía que yo no podía hablar en

estos momentos.

Todo el mundo estaba en la casa de Lincoln en el momento en que

llegamos. Un sentimiento de decepción se apoderó de mí. Era genial tener a

todos alrededor y yo nunca había tenido tantos amigos, pero al mismo tiempo,

no estaba acostumbrada a una invasión constante. Se sentía como si a todas

partes que me volteara, alguien más estaba allí. Apenas tenía ya algún

momento para mí misma. Todo era demasiado.

Fui a través de los grupos, incluyéndome a mí misma en las

conversaciones cuando era necesario. Sobre todo, la conversación giraba en

torno a la noche anterior, recapitulando la historia o haciendo preguntas. Por

suerte para mí, parecía que nadie se había enterado del papel que yo había

jugado con demasiada profundidad.

Era consciente de Lincoln sentado a la mesa con Magda cerca de su

lado. En un punto había hecho un movimiento vacilante hacia él, pero él me

había visto venir y se dio la vuelta, así que, patéticamente, seguí caminando

pasándolos hasta la máquina de café. Spence estaba hurgando en la nevera,

claramente infeliz con su contenido.

—¿Algo de leche? —le pregunté, agarrando una taza.

—Leche, sí. Aperitivos, no —dijo, emergiendo con la leche y nada

más. Me pasó la caja de cartón y debe haber notado las lágrimas en mis ojos.

—Oye, ¿estás bien? —Puso una mano en mi hombro, pero algo le

llamó la atención y la dejó caer de nuevo—. Oh hombre, voy a... —Señaló con

el pulgar por encima de su hombro y se alejó.

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Me di la vuelta para ver a Lincoln, con los brazos cruzados mientras

observaba a Spence moverse hacia el sofá. Él ni siquiera me miró.

Tomé un lugar por mi cuenta cerca de mi pared, deseando poder

deslizarme detrás de la protección y desaparecer. Cada vez que miraba a

Lincoln, Magda estaba susurrando algo en su oído, luego rompía en sonrisas

maliciosas que estaba segura estaban destinadas solo para mí. Ella era tan

presumida, sentada allí, viéndose perfecta en vaqueros blancos y un suéter de

color caramelo. Su ropa estaba siempre impecable y llevaba el tipo de marcas

solo comparable a Steph. Estaba jugando distraídamente con el collar de

zafiros que había estado usando desde que regresó de las vacaciones, al

parecer, algunas piedras preciosas raras y valiosas de Cachemira de acuerdo

con Steph, que hacia un punto de saber estas cosas.

Todo el mundo charlaba mientras esperábamos a que Griffin llegara, la

última persona en arribar. Hablé con Nyla por un tiempo, pero tenía la

sensación de que se estaba formando demasiadas opiniones de mí, así que me

alejé en cuanto pude. Mis piernas estaban palpitando horriblemente y sentí la

sangre filtrándose a través de mis pantalones. Esperaba que el tejido no

estuviera pegándose a las heridas mientras la sangre se secaba.

Cuando Griffin llegó, saludó a Nyla y Rudyard y luego se dirigió

directamente hacia el lugar donde estaban reunidos Magda y Lincoln. Magda

se levantó, le dio un breve abrazo y habló en voz baja con él. Me acerqué más,

pero no pude escuchar mucho, aparte de que ella se estaba yendo y era algo

que no podía evitar, a pesar de que ella no había parecido dispuesta a ir a

ninguna parte hace un minuto. Fue brusca con Griffin y en unos instantes

depositó un rápido —y molesto— beso en la mejilla de Lincoln antes de,

básicamente, volar hacia la puerta. Yo estaba suponiendo que su abrupta salida

fue la razón de que ella no tuviera la oportunidad de decirme adiós a mí.

Sí, claro.

—¿Está todo el mundo aquí, entonces?—gritó Griffin, volviendo su

atención a la habitación.

Todos asentimos. Él estaba a punto de convocar una reunión. Con la

información que recogimos anoche era ahora más importante que nunca

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encontrar esas Escrituras. Sabía que ellos habrían estado trabajando en

estrategias toda la mañana. Estaba a punto de sacarlo para nosotros —lo que

iba a suceder, cómo iba a suceder. El problema era que Griffin no tenía toda la

información.

—Correcto, vengan y siéntense —prosiguió, preparándose para iniciar

la perorata de un líder. Estaba contenta de que lo tuviéramos. La carga que

debía llevar era enorme. Estaba agotada de tan solo una semana de tener que

lidiar con esta gente, no podía imaginar lo difícil que sería para él a veces.

Todos obedientemente se movieron en torno a los sofás, apretándose

juntos. Steph parecía acogedoramente escondida con Salvatore. Le sonreí,

notando mientras hacía eso que estaba mirando hacia mí con una expresión

preocupada. Lincoln se acercó también, pero mantuvo una ligera distancia de

todos los demás, permaneciendo al final del banco de la cocina. Podría haber

sido porque no había quedado ningún espacio libre en los sofás, pero yo estaba

segura de que era más que eso.

¡Más que ver con mantenerse lejos de mí!

Griffin se acomodó en el sillón principal, y ya que no había quedado

espacio para mí, solo me senté en el suelo, lo que me venía de todos modos.

Mis piernas estaban en llamas y al menos allí, poniéndolas en línea recta no

llamaba ninguna atención adicional.

—Está bien, sé lo que todos ustedes estaban planeando en el

entrenamiento de hoy, pero en su lugar, tenemos que averiguar cómo vamos a

hacer frente a la nueva información que tenemos —comenzó Griffin.

Hora del espectáculo.

Yo medio levanté la mano.

—En realidad, antes de que hagas eso, tengo que decirte algo —le

confesé, tomando una respiración profunda.

—¿Qué quieres decir, Violet? —preguntó Griffin.

—Quiero decir. Que hay más. Yo... yo sé quién está detrás de las

Escrituras.

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Vi a Lincoln tomar un pequeño paso hacia mí y luego regresar a su

lugar, como si él no estuviera seguro de qué hacer —o qué quería hacer.

Me mordí el labio.

Mantente fuerte.

—Phoenix está de regreso.

—¿Qué? —soltó Lincoln. Sus ojos se estrecharon y se centraron en mí.

Sabía que era una gran noticia, pero aun así me sorprendió verlo

mirarme así.

—Él estaba en el Hades la otra noche. Cuando llegamos allí. —Negué

con la cabeza, enojada de que había permitido que esto pasara—. Podía sentir

a un exiliado y lo comprobé, pero él no estaba causando ningún problema y

Dapper me recordó que habíamos prometido no luchar en su local. El exiliado

del almacén de anoche, el que escapó, también estaba en el Hades, trabajando

para Phoenix.

—¿Estás segura? ¿Cómo lo sabes? —preguntó Griffin, con urgencia.

—Él utilizó sus habilidades en mí... y en Spence. —Miré hacia abajo—

. Él...

—Te hizo besar a Spence —respondió Lincoln por mí. Miré hacia

arriba y pude ver la ira drenarse mientras la comprensión aparecía en su

rostro—. Violet, ¿Phoenix hizo eso?

—¿De verdad crees que solo me lanzaría hacia ella tan fácilmente? —

saltó Spence, fingiendo ofensa, tratando de aligerar un momento que no podía

ser aligerado.

Zoe le dio un puñetazo en el brazo.

La mirada Lincoln no cambió. Sus ojos verdes brillaban mientras

seguía mirándome desde el otro lado de la habitación. Pude ver la agonía en

ellos. Y el miedo. Pero ahora no era el momento.

Tengo más que decir.

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—Quería mostrarme que incluso podía atravesar nuestra influencia

emocional entre otro Grigori y yo. Estaba dando una muestra de lo poderoso

que es en realidad. Cuando me enfrenté a él, me mostró algo más también.

—¿Hablaste con él? —preguntó Lincoln, tomando ahora ese paso

tentativo en mi dirección.

Me preparé para decirlo.

—Él todavía tiene algún tipo de contención sobre mí.

—¿Quieres que yo lo explique? —ofreció Spence, sintiendo la tensión

en la sala.

Lincoln le lanzó a Spence una mirada por debajo de un ceño fruncido.

Spence en realidad pareció reducirse de tamaño.

—No. Incluso tú no sabes todo —le contesté, manteniendo mi

atención en Griffin. Era más fácil así—. Cuando Phoenix me sanó, él unió

nuestras fuerzas vitales. La otra noche, él... él quitó la sanación. Era como si

Onyx me hubiera apuñalado de nuevo.

—¿Él reprodujo viejas heridas? —preguntó Nyla.

Lincoln no dijo nada y cuando arriesgué una rápida mirada, no pude

decidir si parecía más lívido o petrificado.

—Esto es muy grave, Violet.

—No necesito que me digas eso, Griffin —espeté.

Griffin asintió.

—Tienes razón. Pero Phoenix tiene capacidades de las que no somos

plenamente conscientes todavía. —Se volteó hacia todos los demás—. Para el

beneficio de aquellos que no lo sepan, Phoenix es una especie de anomalía. Él

es el hijo de un antiguo exiliado oscuro, Lilith, y también... —él miró hacia

abajo, preocupado—, es el hijo del hombre.

—¿Eso no lo hace como un Nephilm? —preguntó Zoe. Los Nephilm

eran el resultado de la mezcla de un exiliado y humano. A menudo ellos solo

producen un ser humano normal y a veces algo más, pero no tan poderoso

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como un exiliado y generalmente no tan destructivo. No eran tan comunes y

no suelen ser vistos como una amenaza importante.

Griffin se frotó los ojos.

—No. Phoenix fue concebido antes del pecado original, antes de la

mortalidad. Cuando él fue hecho, el hombre era de poder similar al ángel. Fue

reconocido por los ángeles como uno de los suyos y existió en su reino antes

de ser echado fuera. Así que Phoenix puede mezclarse como un humano,

puede apagar casi por completo los sentidos y tiene un manejo muy capaz de

su habilidad de influir y controlar las emociones. —Griffin me miró con

severidad—. Deberías habérmelo dicho en el momento en que se reveló.

Asentí y odié que yo lo hubiera defraudado.

—Fue bastante malo. Sangre por todos lados. Puedo decir con

confianza que todos pensábamos que iba a... ya sabes... justo ahí en el piso —

confirmó Zoe. Ella sonaba tan indiferente, pero no pudo ocultar el fuerte

carraspeo que siguió. Nyla le dirigió una mirada que detuvo cualquier otra

contribución.

—Cuando él se fue, me curé... pero... Phoenix está ligado a mí,

físicamente. Si lo regresamos... —Contuve el aliento, luchando por entregar el

final—. Si su forma física muere...

—Esto te matará a ti también —dijo Lincoln, la expresión más neutra

en su pálido rostro.

—Sí.

La habitación estaba silenciosa. Todo el mundo tenía una pregunta,

algo que decir, pero ninguno se atrevía. Todos los ojos se disparaban a Lincoln

y a mí. Podían sentir la energía saltando entre nosotros.

Por último, dije:

—Creo que sé dónde está… donde están todos.

—¿Dónde? — preguntaron Griffin y Nyla al mismo tiempo.

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—El aeropuerto. —Cambié de pierna y un fuerte dolor voló hasta mi

muslo. Traté de ocultar el jadeo y me pregunté si había quedado algún vidrio

en la herida—. No me preguntes cómo, solo lo sé.

—¿Era eso lo que estabas tratando de sentir anoche? —preguntó

Rudyard.

—Y por qué luego mentiste al respecto —concluyó Griffin, menos

impresionado.

Me limité a asentir a ambos.

—Más o menos. Sentí algo en el aeropuerto el otro día que no puedo

explicar, solo sabía que no era el exiliado que más tarde nosotros...

interrogamos. —Lo intenté y fallé en no atragantarme ante el recuerdo—. Él

estaba en el Hades la otra noche, justo antes que Phoenix. Debe haberle dicho

a Phoenix que yo estaba allí. De todos modos, después de verlo en la granja,

sabía que era demasiado conveniente que estuvieran tan cerca del aeropuerto.

Phoenix luego debe haber tenido que esconderse allí. Creo que también fue

por eso que ellos me marcaron.

—¿Qué quieres decir con que te marcaron? —preguntó Lincoln, cada

vez más molesto por su falta de conocimiento.

Me sentí un poco a la defensiva y estaba a punto de decir algo cuando

Griffin intervino.

—Traté de llamarte anoche para explicarte, Linc, pero no respondiste.

—Griffin no esperó su respuesta y en su lugar se volvió hacia mí, absorbiendo

todo lo que les estaba diciendo—. Tiene sentido, ya que eres alguien con quien

él está obsesionado. Les habría dicho que trataran de jugar con tus miedos.

Violet, ¿necesitamos saber lo que te mostraban? ¿Está todo esto de alguna

manera ligado a un miedo que tienes?

Pensé en la pregunta. Pensé que esto me hacía querer acurrucarme en

una pelota, que era bastante justo. Todo el mundo parecía estar conectado.

Pero, ¿cómo podían saber mi miedo más profundo cuando incluso yo

no lo sabía completamente hasta el momento en que fue revelado?

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—No. Era solo un juego, no era sobre el miedo real —le dije, segura de

que tenía razón.

—¡Fuera! —dijo Lincoln en voz alta, rozando la locura, sorprendiendo

a toda la habitación. Él se pasó las manos por su cabello, con enojo, mientras

todos lo miraban, paralizados.

—¡Váyanse! —Marchó hasta la puerta y la abrió agresivamente—. Esta

es mi casa, estoy feliz de tenerlos a todos aquí, utilizándola para sus

necesidades, pero en este momento... ¡Fuera!

Griffin y yo, que conocíamos mejor a Lincoln, nos paramos. Griffin les

indicó a todos los demás hacer lo mismo. Uno a uno, las personas se retiraban

de sus asientos y se dirigían a la puerta. Griffin se detuvo cuando pasó a

Lincoln.

—Tómate el tiempo que necesites, Linc. Pero tenemos que elaborar las

estrategias. Te necesitamos a bordo. Nosotros continuaremos esta reunión a las

seis de esta tarde en el Hades. Ven y únete a nosotros cuando estés listo.

Comencé a caminar hacia la puerta después de que Griffin se fue.

—¡Tú no! —soltó Lincoln y cuando me encogí, él rápidamente se

disculpó—. Disculpa. Lo siento —dijo, suavizando su tono, su mano

temblorosa en mitad del aire como si quisiera llegar a mí—. Yo no quise

decir... tenemos que hablar.

Asentí. Estaba demasiado cansada para discutir, por lo que me

derrumbé en el sofá y puse mis piernas adoloridas a descansar. Si quería

gritarme, por lo menos iba a estar cómoda.

Lincoln cerró la puerta después de que yo le había hecho a Steph un

gesto tranquilizador y él se fue directamente a la cocina. Yo no me molesté en

levantarme.

Regresó unos minutos más tarde con un tazón con agua y algunos

paños, que colocó en el suelo, y me dio un vaso con agua.

—Gracias —le dije, sin estar segura qué más decir.

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Me incorporé un poco, y mientras yo lo hacía, él deslizó un par de

almohadas debajo de mi cabeza para mantenerme erguida.

—¿Dónde te duele? —Él miró mis piernas, sin mirar mi cara. Pensé

que había hecho un buen trabajo ocultando el dolor. Hasta ese momento, yo

no creía que él se hubiera dado cuenta.

Mis manos señalaron sobre mis rodillas. Lincoln comenzó desde el

borde de mi holgado chándal, enrollándolas suavemente hacia arriba.

—¿Esto está bien? —comprobó él, aún sin mirarme a la cara.

—Sí.

Mientras alcanzaba la zona alrededor de mi rodilla izquierda, traté de

ocultar la toma de aliento que significaba dolor. Él disminuyó la velocidad,

sosteniendo suavemente la tela, moviéndola hacia arriba y sobre la

articulación, solo se detuvo cuando estaba a medio camino de mi muslo, bien

lejos de las lesiones.

—¿La otra? —preguntó él, mirando hacia mi otra pierna.

Di otro pequeño asentimiento de cabeza. Dejó escapar un suspiro

pesado por la nariz y se puso a hacer lo mismo, moviendo la pierna de mis

pantalones hacia arriba cuidadosamente hasta que toda la herida estaba

descubierta. Cuando su mano llegó a la parte superior de mi muslo, sus dedos

rozaron la piel y mi estómago dio un vuelco.

¿Está mal que yo pueda permitirle que todavía tenga ese efecto en mí

en cualquier situación? Probablemente.

—¿Por qué no viniste a mí? —preguntó él.

—Era tarde y estaba demasiado cansada, Linc.

—¿Demasiado cansada para tratar conmigo? ¿Es por eso que no me

dijiste de Phoenix?

—Te lo habría dicho si te hubiera visto, intenté ayer, pero estabas

fuera con Magda de nuevo. Tú ya nunca estás —le dije, tratando de contener

las lágrimas.

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—Solo relájate mientras arreglo esto —dijo, mientras se concentraba

en dirigir su poder curativo. Me di cuenta de que él no sugirió que

intentáramos hacerlo juntos.

No era una sorpresa, supongo. Pero todavía dolía.

Cerré los ojos y me recosté en las suaves almohadas. Estaba segura,

teniendo la mitad de la oportunidad, que solo acabaría por dormirme.

El poder de Lincoln se abrió camino a través de mí, buscando el

problema y encontrándolo en mis piernas. Sus cálidas manos eran a la vez

fuertes y delicadas, mientras él las movía lentamente desde mi tobillo, hasta

arriba por mi pierna antes de detenerse debajo de mis rodillas. Todo en mí se

estremeció, y no era debido a nuestros poderes.

Sentí bajar la hinchazón y las heridas cerrarse. Suspiré con alivio casi

inmediato, como si de alguna manera su curación hubiera sumergido mi

cuerpo en un baño de tibia miel cremosa y quería hundirme más y más

profundo.

Terminado su trabajo en mis piernas, el poder de Lincoln pareció

evaluarme de nuevo, en busca de más lesiones que arreglar. Sentí que

trabajaba su camino a través de mi cuerpo y se envolvía alrededor de mi

corazón antes de derretirse.

¿Podía este sentir el dolor en mi corazón? ¿Podría él?

Con mis ojos todavía cerrados, sentí las cálidas manos de Lincoln dejar

mis piernas y un momento después, sus dedos apartaban el cabello de mi

frente y se deslizaban por mi mejilla. Ellos estaban temblando hasta que

ahuecó el lado de mi cara. Yo no quería abrir mis ojos. Quería quedarme así

para siempre, sintiendo la forma en que sus manos presionaban contra mi cara

lo suficiente para que de alguna manera, en ese solo toque, él me dijera más de

lo que alguna vez diría en voz alta.

Pero tenía que abrir los ojos. Tenía que verlo. Estaba tan cerca que

creo que mi corazón saltó un par de latidos.

—¿Mejor? —preguntó. Sus ojos verdes parecían brillar mientras me

retenían y me pregunté si era que me estaba hundiendo en sus ojos o él se

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hundía en los míos. De cualquier manera, se sentía como un terrible tormento

el alejar mi mirada de la suya.

Me aclaré la garganta.

—Sí. Gracias.

Se movió un poco hacia atrás y resistí la tentación de llegar a él, en su

lugar miré hacia abajo a mis rodillas. Las heridas estaban todavía allí, pero

ahora parecía que tenían semanas de antigüedad. Esta no había sido una

terrible lesión en general, él casi me había sanado por completo.

—No he estado allí para ti. Debería haber sabido que tú no habrías…

Alcanzó el tazón junto a sus rodillas y sumergió un paño,

escurriéndolo, antes de pasarlo suavemente sobre mis piernas, limpiando la

sangre. El agua estaba perfectamente caliente.

—Cuando yo estaba contigo en esa pista de baile con Spence se veía

tan... —Él negó con la cabeza—. Yo no podía verte con alguien más... no de

nuevo.

Yo no sabía qué decir. Todo en lo que podía pensar era que Onyx

había tenido razón. Nunca iba a ser capaz de reparar el daño que le había

causado a Lincoln por pasar ese tiempo con Phoenix.

—Sabes, me estoy sintiendo mucho mejor —dije torpemente,

poniéndome de pie—. Ya que solo estamos tú y yo aquí ahora, ¿qué tal un

poco de entrenamiento? —Reuní una pequeña sonrisa—. Lo creas o no, con

toda la ayuda extra, siento que tengo menos que hacer en estos días —seguí,

desesperada por hacer algo aparte de tener esta conversación.

Lincoln, viendo mi punto o tal vez sintiéndose de la misma manera,

parecía esperanzado.

—¿Estás segura de que estás lista para esto?

Asentí con la cabeza, saltando arriba y abajo un par de veces,

poniendo a prueba mis piernas.

—Sí, todo bien.

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—Está bien, entonces.

Nos movimos hacia el gran espacio abierto y después de encender un

poco de música, la mezcla de combate de Zoe, no perdimos el tiempo para

entrar en ello. Estaba sorprendida al darme cuenta de que había logrado

recoger algunas cosas, sobre todo de ver a Spence en acción, y disfruté de

probar un par de movimientos que Lincoln no me había enseñado. De hecho,

lo agarré por sorpresa un par de veces.

—Nuevos trucos —dijo él.

Pero como todos los buenos competidores, él no solo lo tomó. Me lo

regresó, recordándome cuán fuerte realmente es, cuán rápido y capaz en

cualquier pelea.

—Necesitas moverte más alto con esa patada, llévala desde tu cadera

—me instruyó sobre la marcha.

Asentí con la cabeza y traté el mismo movimiento, esta vez mejor.

Dio un pequeño asentimiento o aprobación y seguimos entrenando,

ambos en nuestro elemento. La lucha y el entrenamiento, lo hacíamos muy

bien. Me deleitaba con la simplicidad del mismo.

Lincoln se movía como Nyla, tácticamente excelente. En los próximos

años se convertiría en un guerrero magistral, sería casi imposible para ningún

exiliado solitario desafiarlo. Estaba contenta por ello. Alegre por mí... triste

por mí.

En ese momento, otros pensamientos empezaron a romper mis

barreras. ¿Cómo podía siquiera esperar que él explorara la posibilidad de que

pudiéramos estar juntos? Si yo era la causa del debilitamiento de su poder,

quitándole su fuerza, ¿cómo se defendería tan fácilmente? ¿Cómo podría él

perdonarme por tomar ese riesgo?

Mientras me revolcaba en mis pensamientos, Lincoln me levantó y me

derribó con facilidad. Él extendió su mano.

—Vamos, Vi. Si quieres entrenar, entrena apropiadamente. Estás

luchando como lo hiciste con Spence el otro día. ¿Cuál es el problema?

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La forma en que lo dijo... no, la forma en que me miró cuando lo dijo,

como si yo fuera patética, como si mis esfuerzos fueran irrisorios.

Cuando me levantó usé el agarre que tenía de su mano y lo acerqué

más mientras me agachaba y giré un pie fuera y en redondo, llevando sus

piernas por debajo de él. Cayó de lleno sobre su espalda mientras yo llevaba la

mano a mi boca. Esto había causado más impacto de lo que había planeado.

—Buen punto —dijo Lincoln, sonriendo mientras extendía una mano

hacia mí para que lo ayudara a levantarse.

La agarré y me llevó de regreso al suelo con él. Esto me sacó el aire y

tuve que tomar unas cuantas respiraciones profundas. Yo no era la única con

la respiración entrecortada.

—Una buena acción merece otra —dijo, sus ojos mirándome de la

manera en que no deberían, de la forma como yo los quería, siempre. Pero

tumbada medio encima de él, en lugar de devolver su sonrisa o responder con

bromas...

—¿Estás enamorado de Magda? —solté sin pensar.

Los ojos de Lincoln se abrieron amplios y luego desvió la mirada.

Estaba pensando rápido. Me di la vuelta lejos de él.

—Ese fue el por qué tú te registraste... —Su cabeza cayó hacia atrás al

darse cuenta.

—Oh, en un hotel. Debe haber parecido... y yo estaba tan enojado

contigo. Violet… —Él se sentó.

—Está bien —dije rápidamente, sentándome, también—. Si lo estás,

quiero decir. Esto no es como si yo tuviese algún derecho sobre ti. No puedo

estar... no podemos estar... así que debes ser capaz de... Solo necesito saber.

—Violet, no es así. Magda ha estado ayudándome con... algo —declaró

él.

—Bueno, hay una razón por la que confías en ella, quererla a tu lado y

no a mí. Yo no soy una idiota y yo... Los escuché hablar a los dos en tu

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habitación cuando ella regresó la primera vez. Tú dijiste que no querías que yo

supiera, que eso me lastimaría. ¿Está embarazada?

¿Qué pasa conmigo y la diarrea verbal?

Lincoln se quedó en silencio por un momento. Yo no podía soportar

mirarlo, pero lo sentí temblar y levanté la mirada a tiempo para verlo echarse

a reír y rodar por el suelo.

—Oh. ¡Estoy contenta de que encuentres todo esto tan divertido! —

dije, totalmente de mal humor ahora. Hice un ademán de levantarme, pero él

rodó hacia mí rápidamente y envolvió un brazo alrededor de mi cintura

aguantándome ahí.

—Espera. Lo siento. Es solo... no es así con Magda. Y si ella está

embarazada, lo cual dudo mucho, no es por mí. ¡Eso es físicamente imposible,

Vi! —Él lo intentó, pero no podía contener unas últimas risas.

Sí, sí, muy gracioso.

—¿Oye? —espetó, serio—. ¿Es por eso que estabas fuera de

concentración en el entrenamiento, el por qué Spence te derribó tan rápido?

—No fue así de rápido —le dije, todavía molesta.

—Eso solo demuestra mi punto —dijo mientras se arrastraba lejos de

mí.

—¿Qué significa eso?

—Nada. Solo que no quiero ser una causa de distracción para ti.

Era como si estuviera en algún otro mundo cuando hablaba así.

Silenciosamente. Últimamente, era de criterio estrecho. No era como él.

—Bueno —continué, tratando de quitarme de encima sus crípticas

palabras—. ¿De qué estaban Magda y tú hablando entonces? —Yo no estaba

lista par rendirme.

Lincoln se sentó en el suelo, cruzando las piernas y yo hice lo mismo.

Me estudió durante un tiempo y finalmente suspiró.

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—Mientras ella estaba fuera, se encontró con un pequeño grupo de

exiliados. A lo largo de sus vacaciones gradualmente los eliminó. De todos

modos, uno de ellos era un telépata así que ella fue capaz de indagar en

algunos de sus pensamientos. Resultó que él trabajó para un exiliado llamado

Nahilius.

—Ese es de quien aquel atleta-exiliado que mataba a todas las personas

sin hogar te advirtió. Tú dijiste que él no era un problema. —Yo no escondí

mi tono sospechoso.

—No lo será, pronto. —Él bajó la cabeza y cuando volvió a hablar su

voz era diferente—. Nahilius es el exiliado que fue detrás de mi mamá. Magda

hizo que el exiliado que estaba cazando le dijera dónde estaba Nahilius, el cual

estaba aquí. Cuando ella volvió, eso es lo que estaba diciéndome.

—Bueno, ¿por qué no podías decirme eso? —le pregunté, sin estar

dispuesta a dejar ir el dolor.

—Porque, si el cáncer no había matado a mi mamá, él lo habría hecho.

La arruinó, Vi, arruinó sus últimos meses de vida, se llevó todo por lo que ella

había trabajado y yo no pude salvarla hasta que fue demasiado tarde. Juré que

lo haría pagar y me prometí a mí mismo que nunca permitiría que nadie más

que yo amara sufriría daño por él. —Se detuvo, como si ya hubiera dicho

demasiado.

—¿Pero dejaste que Magda te ayudara?

—Sí.

—¿Porque tú confías en ella? —añadí a través del nudo en mi

garganta. La confianza era la base del amor. La terrible idea me hizo

revolverme pensando que tal vez él ni siquiera se daba cuenta que estaba

enamorado de ella.

Negó con la cabeza.

—Sí, pero no lo hagas ser algo que no es. Y de todos modos...

Se detuvo de nuevo, a mitad de la frase.

El silencio entre los dos lo dijo todo.

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Y esto no importa porque nunca podremos estar juntos de todos

modos.

Mi corazón se hundió y yo quería salir corriendo, pero en lugar de eso

respiré hondo e hice mi mejor esfuerzo para mirarlo, aunque yo no podía

sostener sus ojos.

—Dime todo, entonces. ¿Qué sabes acerca de Nahilius? ¿Sabes dónde

está? —le pregunté, esperando que al menos finalmente estuviéramos

comunicándonos.

Lincoln miró alrededor del cuarto y luego de nuevo a mí, y yo en

realidad podía verlo pasando, él estaba cerrándose... y no había nada que

pudiera hacer.

—Estoy cerca. Eso es todo lo que necesitas saber.

Pero tenía que intentarlo.

Avancé hasta que estábamos a solo unos centímetros de distancia. Puse

una mano en su brazo, petrificado él me había distanciado. En un solo toque

intenté, de la forma en que él parecía ser capaz, de decir todas las cosas que no

podía soportar decir en voz alta, no podía soportar oírlo rechazarme.

—Linc, no me dejes fuera. Por favor. Sé que tú quieres detener a

Nahilius y proteger a todos al mismo tiempo, pero puedes dejarme ayudar. —

Y entonces yo no pude detenerme, mi mano viajó subiendo hasta el lado de su

cara y mientras la mantuve ahí sentí la energía entre nosotros y el calor

abrasador del deseo tragarme.

Estaba tan cerca que podía olerlo, percibir ese olor limpio a jabón que

siempre tuvo, mezclado con el ligero sudor que me recordó que estaba con un

hombre. El calor irradiaba de él y yo quería estar envuelta apretada entre sus

brazos, pero sentada ahí en el suelo junto a él, pude ver que ya había

levantado las paredes.

Y al final, tengo que hacerlo, también.

Mis ojos bajaron y dejé que mi mano se deslizara de su cara, pero,

antes de que el último dedo rompiera el contacto atrapó mi mano en la suya,

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sosteniéndola allí, no, la presionó en su mejilla. Miré hacia arriba, nuestros

ojos trabados y por un breve momento de indulgencia antes de que él se

soltara, antes de que mi mano cayera al suelo, yo estuve segura.

Segura, más allá de toda duda.

Él era mi alma gemela.

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Capítulo 16 “El Transcurso del verdadero amor jamás se ha ejecutado sin

problemas”.

William Shakespeare

Traducido por esti

Corregido por obsession

o es poca cosa, saber que en este mundo tienes un

compañero verdadero. Es difícil mantener la calma y evitar

hiperventilar cuando todo dentro de ti está explotando ante

la nueva verdad. Más difícil todavía es mirar a la persona, el alma, tu

complemento perfecto, sabiendo que él no puede ser tuyo y no le puedes pedir

que lo sea. Nunca.

Lincoln había desaparecido para tomar una ducha y cambiarse. Estaba

segura de que su principal motivación era alejarse de mí. No lo culpaba. A

veces el aire entre nosotros era tan espeso que apenas se podía respirar.

Mi pared, la que me había dado Lincoln para pintar, permanecía

cubierta por una enorme caída de hojas.

Había estado trabajando en ella de vez en cuando. No había llegado

más allá de darle una doble capa de imprimación y una enorme raya de verde

que sabía que probablemente tendría que volver a blanco. Antes de que él

finalmente hubiera estado de acuerdo con dejarme pintar la pared, las cosas

habían sido tan diferentes. Yo era humana, para empezar. No era perfecta.

Pero era solo yo, con equipaje y todo. Ahora, todo había cambiado. No estaba

segura de lo que quedaba de esa persona —o que había ocupado su lugar.

N

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Me quedé mirando fijamente a la pared y decidí que no la tocaría otra

vez hasta que no estuviera segura de lo que iba a colocar allí. Hasta que

supiera quién estaba pintando la pared.

El teléfono de Lincoln sonó sobre la mesa de la cocina.

Me acerqué y lo agarré avisándole con voz alta.

No tuve respuesta.

Miré la pantalla, iluminada por un mensaje de texto. No tenía la

intención de leerlo, pero estaba medio visible. Y... podía ver de quién era.

Tiene una buena ventaja. Inmobiliaria City Comm. Si no atacamos

ahora, ellos lo harán…

El mensaje terminaba ahí. Para ver más tendría que abrirlo y luego

Lincoln sabría que había estado fisgoneando. ¿Por qué Magda estaría

rastreando a una compañía de bienes raíces?

El chasquido característico de la puerta de la habitación de Lincoln me

sorprendió. Rápidamente coloqué su teléfono, exactamente donde había

estado antes, inclinándolo ligeramente hacia el borde de la mesa, y me fui de

nuevo a mi pared, donde fingí estar ajustando la caída de hojas. Lo escuché

caminando por el pasillo, oí sus pasos lentos pararse fuera de la habitación de

invitados. La habitación que tenía todas las pertenencias de su madre bajo

llave. Él nunca entra allí, pero no puede soportar separarse de las posesiones

que tristemente le recuerdan lo que ya no es.

—Oye —dijo él, entrando en el salón y luego caminando detrás de la

barra. Abrió la nevera.

Yo seguía tirando torpemente de las hojas, tenía miedo de mirarlo.

—¿Tienes hambre?

—No. Estoy bien. Yo… yo creo que tu teléfono sonó.

Escuché como él cerraba la nevera, fue por su teléfono y presionó

algunos botones. Me volví para mirarlo justo en el momento en que lo

deslizaba en su bolsillo.

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Él simulo estirarse y fingió mirar su reloj.

—No me había dado cuenta lo tarde que es. Tengo que irme —dijo él,

guardándose las cosas en su sitio, ya no quería hablar conmigo. Agarró sus

llaves y la cartera. Intentando ser lo más discreto que podía, desesperado por

salir por la puerta. Y buscar a Magda.

Era como si todo lo que acababa de suceder entre nosotros ya no

importara. Nosotros no nos estimábamos lo suficiente, pero también estaba

segura de que había sentido una conexión entre nosotros. En algún lugar de

esos pensamientos mi frustración se convirtió en ira.

¿Por qué cada vez que descubro algo nuevo acerca de mí misma, solo

hace que todo sea más difícil?

—¿Qué estás haciendo, Linc? —le pregunté, el tono de mi voz

alertando a ambos de mi temperamento. Puse mis manos sobre el lado opuesto

de la barra de desayuno y miré directamente hacia él—. ¿A dónde vas?

—Es solo algo que tenía planificado antes. —Los ojos de Lincoln

recorrieron la habitación.

—¿Estás evitando hablarme? Creo que tengo el derecho a saber lo que

está pasando. —Y era verdad.

Lincoln no me hizo caso al principio y pensé que iba a cerrarse de

nuevo a mí, pero él solamente dejó caer su cabeza.

—Te hice una promesa, por lo que no voy a mentirte, pero tengo que

salir y quiero estar bien contigo.

—¿Y si no es así? —le contesté, desafiándolo. No podía evitarlo,

odiaba saber que estaba eligiendo a Magda por encima de mí de nuevo.

—Yo he tenido que confiar en ti en el pasado, Violet.

Él usó mi nombre completo, nunca era bueno. Miré fijamente a mis

pies.

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—Podría hacerte preguntas que te son difíciles de responder —él

presionó—, pero respeto que si crees que deberíamos hablar de algo, tú me lo

dirás.

Él estaba eludiendo algo, envolviéndome de alguna manera, y yo

podía sentir mi ira transformarse en pánico.

—Bueno, no dejes que te detengas. Dime lo que quieras. Pregunta lo

que quieras.

Sus ojos se cerraron brevemente, como si no pudiera detenerlos, como

si no pudiera sostenerme la mirada, los bajó nuevamente. Cuando habló

parecía como si viniera de un lugar lejano.

—¿Estás contenta de que Phoenix haya regresado?

Sentí un nudo instantáneo en la garganta. Podía sentir el rubor en

aumento, quería desesperadamente sofocarlo. Mordí con fuerza el interior de

mi labio inferior.

—No —dije con una voz demasiado sumisa—. Por supuesto que no —

añadí tratando de compensar.

Lincoln se sacudió y se alejó de mí unos pasos.

—Sería comprensible si lo estuvieras... quiero decir, ustedes dos eran...

cercanos.

—Él controlaba mis emociones —dije en voz baja, con los dientes

apretados. ¿Estábamos realmente teniendo esta conversación? ¿Ahora?

Él suspiró.

—Sí, él tiene todo el control. Incluso ahora. Él puede hacerte daño y

no importa lo fuerte que yo sea, no puedo... —Él se detuvo, o tal vez fue su

voz.

Ambos nos quedamos torpemente por un momento hasta que él negó

con la cabeza, me dio una especie de atormentada media sonrisa y tomó uno

de los vasos sobrantes de agua solo para tirarlo al suelo.

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—¡Él siempre va a estar ahí! ¡Phoenix es una parte de ti y no puedo

cambiar eso! —Sus manos estaban en puños y pude ver que estaba tratando de

calmarse.

Me sentí estremecerme de miedo. No de él, sino por él. Mi labio

inferior tembló y traté de componerme cuando lo vi desmoronarse de un

modo particularmente estoico.

—Ni siquiera suenas como tú. ¿Puedes escucharte? —le pregunté.

Era como si alguien le hubiera estado alimentando esos nuevos

pensamientos, además de los ya puesto allí por Onyx. Podía apostar que sabía

quién también. Magda trabajaba cada situación para su favor.

Lincoln miró su reloj y chasqueó la mandíbula hacia un lado.

—Me tengo que ir, Vi. Tengo que atender y no puedo llegar tarde para

reunirme con Magda.

—Así que vas a reunirte con Magda —dije tan casualmente como

pude.

—Leíste mi teléfono —dijo resignado, pero todavía podía ver el toque

de ira.

—No —dije con indiferencia. En realidad, patéticamente un poco

agudo. Arrugué la cara, insegura de qué hacer. Era una terrible mentirosa.

Él sonrió a medias, girándose un poco.

—Sí, tengo una reunión con Magda.

No estaba llegando a ningún lado discutiendo con él, así que tomé una

respiración relajante tratando de aligerar mi estado de ánimo, también.

—¿Nahilius?

Él asintió con la cabeza, pero no quiso decir más. Por lo menos estaba

siendo honesto al respecto.

—¿Y solo quieres ir con Magda?

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—Es mejor así —dijo él con calma, tratando de mantener la paz, pero

me di cuenta de que estaba ansioso por salir.

Quise rogarle que se quedara o que al menos me llevara con él. Tenía

un nudo en el estómago, luchando contra mi mente, que casi me forzaba a

caminar, empujándome hacia él. Pero no me moví. Quería que confiara en mí

como él lo hizo con Magda.

Haría cualquier cosa por ti.

De alguna manera, ese mismo pensamiento me hizo recordar... que no

podía hacer nada por él. Él no era mío y nunca podía esperar que él se

arriesgara a perder su fuerza, sus poderes de Grigori, solo para que pudiera

estar conmigo. Sin importa que yo lo hubiera hecho por él en un santiamén.

—Pensé que éramos compañeros —le dije, tratando de mantener un

tono uniforme.

—Lo somos. Solo... que no estoy en mi mejor momento para pelear

contigo. —Lincoln se pasó la mano por su cabello y miró hacia la puerta.

Un escape parecía muy atractivo para mí también después de ese comentario.

—Bien, entonces —murmuré, hundiendo la barbilla en mi hombro.

Su expresión se rompió y pareció ablandarse.

—Por favor, trata de entenderlo... todo terminará pronto y luego

podrás... Sé que he estado distraído, pero una vez que esto termine, seré mejor

para eso... mejor para ti... como tu pareja.

Me quedé mirando a mis pies y luego me dirigí para empezar a recoger

los pedazos de vidrio esparcidos por el suelo.

—Bueno, Linc. Me quedaré fuera de eso.

—Gracias —dijo él, sorprendido. Se acercó a la puerta y se puso el

abrigo—. No te preocupes por eso. Lo limpiaré después.

—En realidad, yo... no me necesitan en el Hades por un tiempo. Estoy

feliz de quedarme y limpiar... ¿no te importa?

Sus hombros cayeron, sabía que se lo había hecho fácil para él.

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—Por supuesto. Sabes dónde está la llave de repuesto. Solo cierra al

salir. —Agarró la mochila y abrió la puerta.

—Lincoln —le llamé—. ¿Qué hay de encontrarnos a Griffin y al resto

de nosotros en el Hades?

—Nos reuniremos pronto allí si podemos. Si no es así, Magda

conseguirá la orden de Griffin.

Lo miré fijamente con incredulidad.

¿Está realmente tan obsesionado que va a perder su oportunidad de

cazar a Phoenix?

Él sonrió.

—No te preocupes. Griffin no irá tras ello esta noche, querrá vigilarlos

primero —dijo, como si hubiera leído mi mente.

Sus ojos se clavaron en los míos por un momento antes de cerrar la

puerta. Hermosos ojos verdes, todavía acerados. Yo no los había visto así antes.

Toda emoción guardada bajo candado y llave.

Estaba desesperada por llegar a él, pero él estaba más lejos que nunca.

Me quedé mirando la puerta principal por un largo tiempo después de

que la hubo cerrado detrás de él. ¿Cómo habíamos llegado a eso? Lincoln me

estaba manejando. Habíamos tenido nuestra parte justa de argumentos, por lo

que la tensión no era algo a lo que no estábamos acostumbrados, pero esto era

diferente. Él solamente se cerraba, dejándome fuera. Estaba frío y distante,

como si todo lo que había sucedido entre nosotros, nuestra amistad, ya no

existiera. Estaba tan desesperado por conseguir vengarse de Nahilius, nada más

importaba. Estaba empezando a pensar que estaba dispuesto a pagar cualquier

precio por conseguirlo.

—Bueno, yo no —dije en voz alta. Podría haberle dicho a Lincoln que

no me metería, pero detectar una mentira no era una de sus cualidades. Toda

su imploración para que me mantuviera a un lado, realmente hacía que me

preguntará; y si fuera yo, si los papeles se invirtieran, ¿Lincoln me dejaría a mí

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irme en una misión renegada si él tuviera un fuerte presentimiento de que yo

me dirigía por nada más que problemas y arrepentimiento?

¡No en esta vida!

Y tampoco yo lo haría.

Cuando las cosas estaban en su peor momento, cuando había

necesitado que alguien estuviese ahí para mí, siempre había estado Lincoln.

Hasta hace poco, no importaba lo que fuera —entrenamiento, protección, el

infierno... incluso una dieta equilibrada—, él había sido la persona con quien

había hablado, quien me había respaldado. Era todo para mí.

Que me condenaran si me iba a quedar sentada y tomar esta mierda.

Todo el asunto con Nahilius le había producido una retorcedura sangrienta.

Desde que Magda había regresado de sus vacaciones, Lincoln había cambiado,

se estaba perdiendo a sí mismo.

Necesitaba cafeína. Todavía quedaba una hora hasta cuando se suponía

que me reuniría con los otros en el Hades. Hice café, me senté en la barra de

desayuno y me lo bebí lentamente mientras re-evaluaba todo lo que había

sucedido en la última semana. Para el momento en que empecé mi tercera

taza, tenía un buen número de teorías y lo único que sabía con certeza es que

necesitaba ayuda.

Steph llegó media hora más tarde.

—Oye —dijo, caminando y viendo que estaba sola. Ella se había

cambiado desde la mañana y se veía genial, con el cabello perfectamente

peinado en un look spritzy que había dominado, llevaba unos jeans ajustados y

un top vintage verde. Su mejor color. Ella obviamente había estado planeando

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algo mucho más interesante que pasar el rato conmigo. Me sentí culpable,

pero no podía hacer esto sin ella.

—Te ves mejor —dijo, dándose cuenta de que no estaba cojeando—.

¿Qué es tan urgente? Salvatore y yo estábamos en el centro comercial. Él

necesita nuevos jeans.

—Los jeans pueden esperar. Necesito tu cerebro.

—Y te acabas de dar cuenta —dijo ella, sonriendo—. ¿Qué pasa?

Puse los ojos en blanco y luego explique todo lo que había sucedido,

cómo Lincoln había estado actuando tan diferente desde que comenzó a

perseguir a Nahilius.

Ella se sorprendió al escuchar que se había infiltrado en la compañía

de la madre de Nahilius. Me alegré de que esto revolviera su interés, ya que

cuanto más intrigada estuviera, era más probable que mi plan fuera a

funcionar.

—Así que, básicamente, todo esto se remonta a Nahilius, a lo que le

pasó a su madre —resumí.

—Te escuché. Mal corporativo. Pero, ¿qué es lo que quieres que haga?

—Linc me quiere fuera de esto. Solo confía en Magda, por alguna

estúpida razón, y le dije que no me involucraría, pero...

—¿Piensas meter tu narizota de todos modos?

—Ahí le has dado —le dije, colapsando en una silla—. Si encontramos

a Nahilius antes que ellos puedo ayudar a Linc a terminar esto correctamente.

Tengo miedo de que si él encuentra a Nahilius con Magda... él haga algo de lo

que se arrepentirá.

Steph fue a la nevera y se sirvió una Coca-Cola. Se tomó su tiempo,

teniendo en cuenta todo lo que le había dicho. Después de que ella se hubiese

colocado frente a mí en la mesa del comedor y tomase un sorbo de su vaso,

miró hacia arriba y se estremeció.

—¿Qué? —exigí, automáticamente a la defensiva.

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—Sin ánimo de ofender ni nada, pero ¿qué es lo que va a lamentar?

Quiero decir, ¿no tienen ustedes una licencia 007 para matar a exiliados, de

todos modos?

—¡No es así, Steph! —espeté—. Lo siento, es solo que... hay una

diferencia entre pelear con un exiliado y darles una opción, que cazarlos por

solo venganza, con un único plan. Nosotros se supone que les tenemos que dar

una oportunidad, Steph, y por la forma en que Lincoln estaba hablando...

—Lo tengo. ¿Por dónde empiezo? —preguntó Steph, deteniendo todas

las bromas. El nudo en mi estómago se alivió y exhalé algunas respiraciones

apretadas antes de que le pusiera al corriente de lo que necesitaba, que en su

mayoría involucraba a Steph estando pegada a una computadora y una

biblioteca por el próximo par de días.

—Hecho. Te haré saber cuándo encuentre algo —dijo, al abrir al azar

los armarios de la cocina, indiscretamente—. ¿Te das cuenta de que él es

demasiado limpio para ser un hombre? —preguntó ella, señalando al estante

de especies.

Sonreí a medias.

—Gracias, Steph, no sé dónde estaría sin ti.

—Necesitarías una manicura y metida en un gran lío, es ahí en donde

estarías.

—Si te sirve de consuelo creo que Salvatore también va a estar

bastante ocupado por un rato —dije.

—Me lo imaginaba. De todos modos, estar atrapado con Zoe por un

rato sin mí como amortiguador será bueno para él.

—Quieres decir, bueno para ti.

Ella se encogió de hombros y me dio su sonrisa tortuosa, que se

convirtió rápidamente en sombría.

—Ustedes están cazando a Phoenix, ¿no es así?

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—Creo que eso es lo que Griffin querrá. Sin embargo no será esta

noche, de acuerdo con Lincoln.

—Bueno, será mejor que me vaya. Sal se dirigía hacia allí cuando lo

dejé.

Miré el reloj. Mierda, se estaba haciendo tarde. Corrí a través del

depósito para apagar las luces.

—Gracias, Steph, te debo una grande —le dije mientras salíamos de la

casa de Lincoln—. Llámame si encuentras algo.

—No hay garantías. Nunca he tratado de localizar criaturas de otro

mundo en Internet antes. Podría no funcionar.

—Lo sé. —Acepté con un suspiro—. Pero tenía que intentarlo.

—Ten cuidado ahí afuera, ¿de acuerdo? —dijo ella, dándome una

mirada seria de Steph.

—Lo haré.

—Salvatore dijo que puede sentir mentiras alrededor, solo que no

puede ver de dónde vienen.

Probablemente de mí.

—¿Y puedes asegurarte de que Zoe no sea tan perra con Salvatore?

—¿En serio? —le pregunté, levantando una ceja.

Steph lo reconsideró.

—No. Déjala que sea una perra —dijo ella, dando su mejor guiño de

complicidad.

—Esa es mi chica —le dije, contenta de ver que Steph no había tenido

un cambio de personalidad dramática como Lincoln.

A Steph no le importaba si Zoe y Salvatore se acercaban —ella lo

quería para ella— pero en el fondo, nos sentíamos de la misma forma: las

chicas no tenían la necesidad de que otras chicas estuvieran junto a sus

hombres.

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Vamos.

En general, estaba satisfecha conmigo misma. Estaba harta de

simplemente dejar que las cosas sucedieran y luego hacer frente a las

consecuencias. Quería estar un paso por delante para variar y tenía la

sensación que tener un semi-genio a mi lado estaba cerca de ser una gran

ayuda. Además, tenía otra ventaja. Contando con Steph ayudando, ella

también estaba lejos de la acción y de la línea de fuego... por ahora.

Durante mi caminata al Hades, mi mano seguía yendo al bolsillo

donde tenía la llave de repuesto de Lincoln. Por alguna razón, sabía que

tenerla conmigo era importante. Algo detras de su casa me había hecho

quedarme para que pudiera conseguir esa llave. No tenía mucho sentido, pero

pensar en ello mientras caminaba no podía dejar de preguntarme si había

alguien más interfiriendo.

Y luego estaba la segunda parte del pensamiento, ¿luz u oscuridad?

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Capítulo 17 “La solución para evitar el mal rara vez se enmarca hasta que el mal

está tan avanzado como para hacer que evitarlo sea imposible”.

Tomas Hardy. Traducido por val_mar

Corregido por MaryJane♥

l encuentro en el Hades fue como se esperaba. Todos nos

sentamos alrededor de una gran mesa en la parte posterior de

un restaurante. Nyla y Rudyard ordenaron mucha comida que

ninguno de nosotros, excepto Spence y Salvatore, queríamos, pero

mantuvieron la agitación de Dapper acorralada. No estaba tan gruñón como

siempre. Estaba definitivamente suavizando algo, pensé que era sobre el borde

de un cuchillo.

Griffin había traído a media docena de Grigoris locales junto con él.

Había estado obteniendo información de todos en los pasados meses. Poseía

gente trabajando en todos los alrededores de la ciudad —la mayoría de ellos

eran auto suficientes, en eliminar a exiliados individualmente y el seguimiento

de inteligencia y llevándose a los que se habían filtrado. Griffin actuaba como

el eje central. Algunos Grigori obtenían fragmentos de información de

exiliados que podían encubrir otros grupos. Pasarían este conocimiento de

vuelta a Griffin que entonces asignaría al Grigori más cercano a la tarea.

De hecho, a Lincoln y a mí no se nos había estado dando un territorio.

En parte porque habíamos estado muy ocupados con las Escrituras,

parcialmente porque creí que a Griffin le gustaba trabajar de cerca con

Lincoln y en parte… probablemente… Griffin no confiaba en mi seguimiento

y consolidación todavía.

Y tenía razón.

E

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Hasta que pudiera probar que no era una carga, en otras palabras,

poder sacar mi daga y usarla sin remordimiento, no estaba lista. Griffin agrupó

a todos, de compañero con compañero, a Nyla y Rudyard los envió fuera con

Samuel y Kaitlin. Se fueron después de más información de las Escrituras, para

encontrar a Phoenix. Estaba sintiendo que era un trabajo más confuso de lo

que Griffin dijo. Iban tras un pequeño grupo de exiliados en el sector de

Samuel y Kaitlin, una mezcla de luz y oscuridad que estaba creada bajo del

mando de Phoenix.

Ahora que acordaron que Phoenix se había hecho cargo de lo que Joel

y Onyx habían dejado, significaba grupos volátiles de mezclas de exiliados, luz

y oscuridad, estábamos ahora más probablemente a su cargo, gracias a la ayuda

de dos particularmente viscosos exiliados, Gressil y Oliver. Lo que había

hecho para ganar ese control era algo que ninguno de nosotros hubiera tenido

en una lluvia de ideas.

Zoe y Salvatore fueron enviados con dos Grigori que nunca antes

había conocido, Archer y Beth. Pero mientras estábamos esperando por

Griffin para empezar, ellos comenzaron una pequeña charla conmigo. Intenté

asentir educadamente después de decirles que era una artista y me contestaron

diciéndome acerca de la vez que conocieron a Miguel Ángel. Estaban en

Florencia y aparentemente él había sido comisionado para comenzar a trabajar

en una nueva estatua que más tarde fue llamada David. ¡David era una

escultura de Miguel Ángel de principios del siglo dieciséis!

Repentinamente estaba muy nerviosa. Yo quería decir, ¿cómo hablas

con personas que han estado aquí por más de quinientos años? La cosa más

extraña, por supuesto, era que ni siquiera lucían cerca de los treinta.

Zoe, imperturbable, saltó directamente a la conversación. No se había

visto forzada a encontrar algo acerca de qué hablar y desde el aspecto de

Archer y Beth; no estaban sorprendidos por nada de lo que ella dijo. Supongo

que realmente cuando nunca envejeces solo aprendes a moverte con los

tiempos.

Griffin les ordenó ir a la granja y explorar tanto como pudieran sin

entrar en el rango de detección del aeropuerto, lo cual no sería fácil. Él no

quería advertir a Phoenix de que nosotros sabíamos dónde estaba. Griffin

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estaba planeado reunir más reservas antes de que cualquier cosa como eso

pasara.

Él escuchó de Magda y parecía aclarar la subsecuente brusquedad de

Griffin, que Magda y Lincoln estaban perdidos en acción por la noche.

Cuando llegué a pensar en ello, Magda había estado alrededor incluso menos

que Lincoln.

Finalmente, Spence y yo estábamos puestos en una clase diferente de

reconocimiento. Dado que el aeropuerto estaba actualmente fuera de los

límites, Griffin quería que fuéramos a una fábrica de aviones. Él estaba con la

esperanza de que pudiera ser capaz de sentir algo ahí que pudiera ayudar a

identificar un patrón que sirviera para localizar a Phoenix. Sabíamos de mi

reacción al aeropuerto había una buena oportunidad de que pudiera estar

escondiéndose en un avión de alguna descripción y estuve de acuerdo en que

valía la pena intentarlo. Spence, por otra parte, se encontraba enojado.

—Genial. Así mientras todos los demás están fuera yendo al verdadero

reconocimiento, nosotros estamos yendo a ver si podemos sentir un avión.

Excelente —gruñó.

En lo que a mí respecta funcionó a la perfección. No habíamos estado

emparejados con nadie más y ahora la única persona con la que tenía que

tratar era con Spence, lo cual era manejable para lo que tenía en mente.

Cuando comenzamos a dirigirnos fuera, Griffin me dio un mirada que me dijo

que sabía que estaba metida en algo, pero de todas maneras decidió que tenía

derecho a unos cuantos secretos que no quería saber, porque después de unas

cuantas palabras de apaciguamiento a Dapper, él lo dejó.

—Así que, ¿supongo qué tú y yo tenemos la noche libre? —dijo

Spence, aun sonando amargo mientras veía al último de los Grigori filtrarse

fuera de las puertas principales del Hades.

—No exactamente —dije, disparándole una mirada culpable.

El rostro de Spence se iluminó y me dio una amplia sonrisa.

—Nunca un momento es aburrido contigo, Eden. No sé incluso como

sobrevivo sin ti en mi vida.

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No podía ocultar la mirada de alarma.

—No te hagas ilusiones —dijo, sonriendo como si pudiera ver a través

de mí—. Es la acción de luchar la que me interesa ahora. Pensé que dejamos

eso claro.

—Lo siento… Yo solo…

—No quiero darte la idea equivocada. Olvídalo, Eden, se dónde

estamos parados y para que lo sepas, soy un chico de una clase de mujer y me

agrada lo mismo de regreso. Tanto como me gustaría estar en ello para ganar

contigo realmente no estoy interesado en obtener la línea.

—Está bien. Está bien. Solo déjalo caer —dije, encogiéndome.

Spence sonrió, ganó esta ronda, pero aún no me encontraba

totalmente convencida. Sabía por experiencia, que conseguir atrapar hasta al

emocional cautivo de Phoenix podría ser increíblemente confuso.

—Bueno —le di una sonrisa, haciendo a un lado mis preocupaciones

por el momento—, si estás buscando todo fuera de lo ordinario, soy tu chica

—dije, no tan entusiasta como Spence creía que era mi vida ahora.

—Cuenta conmigo —dijo Spence sin dudar.

—¿Ni siquiera quieres saber?

—Nop. Estoy dentro.

—Genial —dije, dándole una palmada en la espalda. Luego saqué algo

de efectivo y se lo pasé a Spence—. Vas a necesitar de ese encanto tuyo, y

mantenerte alejado de Dapper, él puede ver a través de ello.

—Sí, cabrón astuto, ¿verdad?

Asentí.

—Solo permanece en el otro extremo del bar. Necesitamos bourbon, la

marca de Onyx.

Su entusiasmo se redujo una velocidad.

—Esperaba más por la tortura que por el soborno.

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—Tendrás que correr y alcanzar a Nyla por él. Torturar a Onyx no va

a funcionar.

¡Y no quería tener que torturar a nadie, nunca!

Spence forzadamente hizo su camino al bar. Sabía que él no podía

tener mucho problema cuando vi a Dapper charlando con unos clientes en

uno de los sofás. Bastante seguro, él regresó en unos minutos, dos botellas de

bourbon en sus manos.

Me dio un guiño y movió las cejas.

—¿Estás segura de que no quieres simplemente ir a la ciudad con

estos?

—Absolutamente segura —dije, ya caminando hacia las escaleras.

Algo me dijo que Onyx era la llave para todo esto.

La puerta de Onyx estaba entreabierta. Me encontraba sorprendida al

ver que el estudio ahora estaba en relativamente buen orden. Onyx en sí

mismo se veía mucho más limpio que lo que estaba cuando lo vimos primero

en la calle. No inspiraba el mejor sentimiento, desafortunadamente. Sentado

en su sofá, los pies en su pequeña mesita de café de cristal y llevando sin duda

una de las camisas que yo había pagado y Steph seleccionó, recordándome de

cómo él la usó para lucirse, cuando estaba completamente loco y, oh si,

malvado como todo el infierno.

—¿Aún vives? —remarcó Onyx mientras nosotros caminamos, apenas

mirando hacia arriba. Él estaba viendo televisión.

—¿Poniéndote al día con Gossip Girl, uh? —pregunté, notando su

selección de visualización.

—Sí. Chuck es un humano muy interesante. Lo primero de lo que

estoy seguro es que él era un exiliado, pero carece de seguimiento y

consolidación. Imagino que el programa es de alguna manera inspirado en un

exiliado, sin embargo —él dijo, totalmente a gusto a pesar de la absurda

conversación. Sus ojos destellaron hacia mí y luego se cruzaron a Spence, que

estaba parado al lado de mío. Era fácil decir el momento en que él registró las

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dos botellas de bourbon. Recogió el control remoto y se giró lejos de la

televisión.

—Estas trayéndome un regalo.

—Sí. Y cuando obtenga la información por la que vine todo esto es

tuyo —dije, cruzando mis brazos y haciéndome la difícil tanto como era

capaz.

Onyx extendió los brazos ampliamente.

—Bueno, ¿qué quieres saber? Debo admitir, incuso estoy intrigado por

saber a dónde se dirigen tus pequeñas aventuras. Quién pensaría que tú eres

tan perspicaz por más conocimiento desde la última que te di… bueno, no era

exactamente alegre, ¿verdad?

Di lo mejor de mí para ignorarlo, el gratificante aguijoneo de Onyx no

tuvo un buen resultado para mí.

—Quiero saber acerca de un exiliado llamado ¿Nahilius?

—Nahilius. Sí. Sé de él. Sórdido inmortal, utilizado para ser un

Querubín de la luz. —Su labio se curvó—. ¿Por qué quieres saber de él?

¿Seguramente tienes cosas más importantes que hacer? —Levantó sus cejas

sugestivamente. Sabía que no necesitaba recordar que tenía un todopoderoso

exiliado atrás de mí.

—Que cómico, lo había olvidado —dije, sonando como una adolescente

malhumorada pero fallando—. No es tu problema... pero si quieres tu bourbon

solo dímelo.

Spence me codeó por detrás y me susurró:

—Quizá debamos mostrarle que somos serios.

Giré y lo miré fijamente

—Bien, lamento interrumpir —dijo.

Me volví hacia Onyx.

—¿Así qué?

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—Así que, pequeño arcoíris, es muy simple. Eres terrible negociando,

he torturado, mutilado, matado por menos y lo disfruté. Era un tiempo cuando

era mayor esfuerzo para mí no matar que matar. Tú estando parada en frente

de mí no tengo ningún poder, pero puedo ver esa misma desesperada

necesidad humana que tienes, es patético e incluso sin encantamientos

sobrenaturales, he sido más peligroso que tú. Quieres saber. Dime por qué.

—Eres un imbécil.

—Gracias. Es algo que me tomó una eternidad perfeccionar.

Me volteé, determinada a partir, pero me detuve y giré antes de

siquiera dar un paso.

Onyx sabía algo y si había una oportunidad de encontrar a este

exiliado, él la era.

Después de todo, tenías que saltar de un acantilado y dar tu vida

mientras sabias por Lincoln, ¿seguramente puedes soportar un matón?

Miré el techo, mientras tomaba una profunda inhalación.

—Está bien —dije mirando de vuelta a Onyx, intentando ignorar la

excesivamente presumida mirada en su cara. Caminé al centro de su

habitación y me senté en una silla frente a él. Estaba condenada si iba a ser

dejada esperando embarazosamente en el camino de la entrada. Onyx tenía

razón, me había detenido de dejar que otras personas me mandaran. Spence,

siguiendo mi ejemplo, tomó asiento en la única silla restante, un sucio

taburete de cocina, colocado entre la pequeña cocina y el área de la sala, tierra

de nadie. Él se veía ridículo.

—Nahilius lastimó a la mamá de Lincoln años atrás. Lincoln ser dirigió

de vuelta a la ciudad y fue a él. Quiero ayudar. —Traté de permanecer

neutral, sin dar demasiado en mi tono, nerviosamente, juntando mis manos,

torciendo mis dedos.

—¿Aún salvando lo único que amas, pequeño arcoíris? ¿Lo que más te

preocupa, es que él nunca encuentre a Nahilius y ponga su venganza en paz?

¿O que no lo encontrará?

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Miré mis manos.

—Ya veo. Quieres llegar primero. ¿Y cuál es tu plan si lo encuentras

primero? ¿Lo mataras por tu Lincoln? ¿Puedes hacer eso?

Spence saltó lejos del taburete detrás de mí.

—¡He tenido suficiente de esta mierda!

Antes de que pudiera detenerlo, él se arrojó encima de Onyx,

transportándolo lejos del sofá y lanzándolo, sobre la cara primero, al suelo.

Onyx, redujo la mera resistencia, fue abajo como una pluma. Él podía no

ofrecer ninguna firmeza a Spence.

—He obtenido tu medida. He estado viéndote decir tus historias,

hacer tus estúpidas preguntas, ¿y sabes qué? Puede que no te importe Violet o

nadie más, pero no compro la mierda acerca de no tener cuidado de ti mismo.

Egoístas como tú únicamente vienen de un lugar, jodido amor propio.

—Spence —grité, preocupada acerca de que estaba por perder mi

única oportunidad.

—Tengo esto, Vi —él respondió, dándome una sonrisa destellante.

Spence jaló el brazo de Onyx detrás de él. Me encontraba segura que

estaba cerca de romperlo. Su cara se estrelló contra la alfombrilla de algas

marinas, sus mejillas a los lados mientras la rodilla de Spence trituraba

fuertemente en el espacio entre los omoplatos de Onyx. Podía ver su cara

volviéndose roja mientras cerraba los ojos apretados con dolor y gruñía.

Tomé un paso hacia adelante para intervenir. Solo que mientras lo

hacía, Onyx chilló.

—Está bien. Quítate de mí. —Esforzándose a sacar las palabras

apagadas.

—¿Vas a decirle lo que necesita saber? —preguntó Spence,

completamente calmado ahora. En control.

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Onyx no respondió. Spence empujó duro y me estremecí, desgarrada

entre quedarme donde estaba y obtener la información que tan malamente

necesitaba y presionar, necesitaba superar mi sentido del bien y el mal.

Finalmente, Onyx cedió.

—Sí, sí. Lo diré.

Spence me miró. Por un agradecimiento o permiso, no estaba segura.

Le di un asentimiento. Aflojó a Onyx, dándole un último empujón con la

rodilla. Solo vi como él fue atravesando las emociones y se acomodó de nuevo

en el banquillo. Onyx se levantó cuidadosamente.

Spence me había ayudado de gran manera. Justo como Nyla, con un

simple trabajo manual. En esta ocasión había funcionado en mi favor pero

tenía un inquieto sentimiento de que este no sería siempre el caso.

Onyx conservó su espalda hacia nosotros mientras enderezaba su

camisa y pasaba sus dedos a través de su no-tan-estilizado cabello. Cuando se

giró para enfrentarme se mantuvo erguido, a pesar de estar teñido con la

huella de la alfombra, e intentar mantener algo de dignidad mientras cojeaba

de vuelta al sofá.

Ignoró a Spence.

Después de un incómodo silencio, se aclaró la garganta.

—Nahilius es un arma. Solo, no es de temer. No puede ser lo que estás

buscando. —Onyx no sostuvo mi mirada, no buscó mi reacción.

Metí unos mechones perdidos de cabellos detrás de mí oreja.

—Onyx… En inglés por favor.

—Un arma es inefectiva sin un operador.

Lo miré sin comprender.

—Honestamente no puedo creerle a alguien que es tan denso a la vez

que lo bastante fuerte para deshacerme. —Sacudió su cabeza, murmurando

algo más.

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Claramente todo lo demente no lo había dejado cuando se volvió

humano, o tal vez fue dejándolo gradualmente.

—Él es un arma para alquilar. Nahilius no sabría cómo actuar solo

incluso si lo quisiera. Él es uno de los tentados. En el reino de los ángeles, hay

ángeles que son más dominantes que otros. Hay divisiones entre luz y

oscuridad, la forma en que tú tienes divisiones entre las prácticas políticas o

razas. Como un resultado, están los que son líderes y seguidores, quienes

persuaden y quienes son persuadidos. Los que son tan débiles que pueden ser

persuadidos no tienen ningún sistema de creencia verdadero. Pueden ser

hechos para hacer muchas cosas.

—¿Incluso exiliados? —pregunté, comenzando a comprender a donde

podía estar yendo esto. Vi una caja de pañuelos y brinqué hacia arriba para

alcanzarla.

—Sí, finalmente, unas casi inteligentes palabras. Los ángeles que son

persuadidos son casi siempre subyugados por medio de la tentación. Un ángel

como Nahilius debía haber sido atraído en el servicio por otro ángel, cuando

ese ángel decidió exiliarse debió haber reclutado a Nahilius, tentándolo con

riquezas materiales y tuvo que escoger el exilio para servir su propósito en la

Tierra.

Le ofrecí los pañuelos a Onyx, que abruptamente los arrancó de mi

agarre y comenzó a limpiarse su nariz ensangrentada.

—¿Para quién trabaja?

—Bueno, esa es la parte interesante. Nahilius es un exiliado moderno,

prefiriere usar la tecnología y las estructuras financieras para ocultarse dentro.

Tiene una actitud instintiva para sobrevivir. Ves, su líder fue asesinado por

uno de los tuyos medio siglo atrás. Nahilius ha llegado a ser algo así como un

empresario desde eso.

Onyx lo reforzó. Él estaba de vuelta en el ritmo de las cosas.

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—Es un freelancer4, trabajando para el mejor postor, por decirlo así, y

no únicamente para exiliados. No sé para quien trabaja, pero puedo suponerlo.

—Él prácticamente cantó las últimas palabras.

Aquí vamos.

—Mira, Onyx, necesito encontrarlo. Como tú tan amablemente

señalaste tengo algunos otros problemas con los que necesito tratar y sería

genial si pudiera tener a Lincoln de regreso conmigo. Así que está bien, si te

hace feliz escucharlo, entonces sí, admito que quiero detenerlo antes de que

cometa un enorme error, así que dime lo que va a costar. Te compraré más

bourbon, camisas, lo que sea. Pero me dirás —lo mire por encima de

Spence—, o le diré a Spence lo que puede hacer contigo y, francamente no

creo que necesites ser un lector de mentes para saber que él realmente no

tendría problema con eso.

Me volteé hacía Onyx, sus ojos estaban ahora atravesando a Spence.

Spence había estado en lo correcto, Onyx estaba empezando a cuidar su vida,

incluso si era humano.

—Tienes que pensar la forma en que lo haremos —dijo Onyx,

volteando la mano y frunciendo el ceño un poco—. La forma en que lo harán

—corrigió—. Ahora mismo, tienes grandes problemas. En lugar de centrarte

en de donde está viniendo todo esto, céntrate en lo principal por un momento,

usualmente las cosas llevarán de nuevo a eso.

Mi problema principal era fácil. Phoenix iba a encontrar las Escrituras

antes que yo y cuando lo hiciera, no había nada que pudiera hacer sobre ello

porque él tenía poder para matarme.

—Phoenix.

Onyx asintió.

—Imagino que este pequeño problema que Lincoln está teniendo

funcionó bastante bien para desviar las atenciones lejos de las Escrituras… y

de ti.

4 Freelance: O freelancer es una persona que trabaja de manera independiente y que cobra por el

trabajo realizado, es decir no es empleado de alguna empresa y tampoco es propietario de alguna.

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Mientras hablaba, me di cuenta de que había sido el primero al que

había escuchado referirse a las Escrituras en plural. Él siempre ha sabido que

eran dos. Un recordatorio de que no estaba divulgando más de lo necesario en

cualquier momento.

—Es perfecto —Onyx continuó—. Lincoln está fuera buscando

venganza en lugar de ayudarte a encontrar una manera de detener a Phoenix.

Te estás distrayendo tanto como él y lo mejor de todo, la separación tanto

física como emocionalmente. Lincoln es tu mejor oportunidad al intentar

curarte si Phoenix reinstala tus heridas… —Se detuvo, considerando algo—.

Tengo que decir que esto no es un buen presagio para ti. Me pregunto, al final,

Phoenix estaría realmente dispuesto a destruirte, su amor por ti parecería

verdadero, pero al parecer tuviste éxito en la desintegración de ese amor por

completo y está aparentemente preparado para asegurar que cuando él te

derrote tú estarás…

—Para siempre —terminé.

Onyx sonrió, pero por una vez no creí que su corazón estaba

realmente en ello. Se encontraba muy ocupado frotando su nariz sangrante y

viendo a Spence por el rabillo del ojo.

Se encontraba en lo correcto, pensé. Tan pronto como lo dijo, tenía

sentido. Por supuesto este era Phoenix y por supuesto quería conducir una

brecha entre Lincoln y yo. Debilitarnos.

¡Y tú caminabas derecho a ello!

Quería golpearme a mí misma. Él debe estar riéndose tan fuerte de

cuán fácil era separarnos, cuan fácilmente acabo de dejar ir a Lincoln en esas

misiones de renegados en lugar de enfocarse en las Escrituras, la facilidad con

la que Lincoln se desvió de sus responsabilidades.

De todas las cosas, esta, el exiliado que había herido a su mamá, era la

única cosa que podía estropearlo tan efectivamente, tenía que volver a sus

obligaciones. Lincoln tenía un excusa, estaba blindado por su amor a su mamá

y su necesidad por tenerla cerca, ¿pero qué demonios era mío? Debería haber

visto venir esto.

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—Ahora, si no te importa, ¿podrías por favor indicar a tu fortachón

que me entregue mi pago y se vayan?

—Spence dale el bourbon. Gracias, Onyx —le afirmé a él y miró lejos.

Spence puso las botellas en la mesa de café y podía decir que estaba

incluso satisfecho de lo que estaba por tener que pagar por la información.

Mientras nos alejábamos Onyx habló de nuevo:

—Conozco a alguien que podría saber dónde está. Te dejaré saber.

No me di vuelta, solo me detuve en el camino de la entrada.

—Gracias.

Spence y yo dejamos el Hades sin hablar después me había detenido

para dejar saber a Dapper que a Onyx le vendría bien un paquete de hielo.

Cuando golpeamos el pavimento Spence estaba todo orgulloso.

—¿Qué piensas que enviara a través de las direcciones esta noche?

—preguntó.

En la oscuridad, el aire nocturno era fresco y me hizo sentir

desprotegida y de alguna manera sola, a pesar de su compañía. Le di una

mirada cautelosa a Spence.

—No esta noche. Tengo que ir a casa antes de que papá llame y de

cualquier forma estoy muy cansada para algo más. Si consigo las direcciones,

podemos ir mañana

Los hombros de Spence se hundieron hacia adelante.

—Prometo que te dejaré saber. No iré sin ti —le aseguré.

Sonrió. Spence aún no había preguntado por la historia completa

acerca de Nahilius. Se me ocurrió que no le importaba. Tanto como había el

potencial para un lucha, él estaba dentro.

—Uhm, Spence, ¿podemos mantener esto entre nosotros por ahora?

—No me vas a atrapar diciéndole a alguien —dijo. Y sabía que no lo

haría.

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Spence no correría el riesgo de omitirlo.

¡Otra cosa buena para recordar!

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Capítulo 18 “La ira y los celos ya no pueden aplicarse cuando se pierde de vista

sus objetos de amor”.

George Elliot

Traducido por Lizzie (SOS)

Corregido por MaryJane♥

l teléfono estaba sonando cuando abrí la puerta.

—¿Hola? ¿Hola? —llamé en el receptor después de

lanzarme para conseguirlo antes que se detuviera.

—¿Hola? —dije, una vez más.

—Vi, soy yo ¿Dónde has estado?

—Oh, hola papá. Yo estaba con Sp-Steph. Estábamos en la biblioteca.

—Uh huh.

—Papá, en serio. Si no me crees, llama a Steph… ella probablemente

esté todavía allí. —Mentir solo no es algo que se sienta bien conmigo, así que

el hecho de que parecía estar mintiendo a todo el mundo en mi vida en este

momento y que resultaba ser malditamente muy buena, ya era molesto. Por

alguna razón para cualquier persona, eso nunca se siente correcto. Sentía

como que en mi vida, siempre pensé que era algo que yo había heredado de mi

madre. ¡Hasta que descubrí que era la mentirosa más grande de todos!

—Está bien, está bien, así que estabas en la biblioteca. Cariño, yo

estaba preocupado por ti. Llamé al apartamento un par de veces hoy y no

habías estado en casa. Probé la otra noche también, pero no estabas allí. ¿Hay

algo que quieras decirme?

E

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—¿Cómo qué?

—No lo sé. ¿Cómo está Lincoln? —preguntó papá, probando la

pregunta.

—Él está bien. Ya sabes, igual que siempre.

—¿Son ustedes dos todavía... amigos? —preguntó, una cadencia de su

voz.

—Sí —le dije sin expresión.

—¿Solo amigos?

—Papá ─le advertí.

—Está bien. Pero ¿estás bien, entonces?

—Estoy bien. ¿Cómo está yendo tu viaje?

—Lo mismo de siempre, cariño. De alguna manera Caroline ha

logrado concertar reuniones con casi todos los clientes que tiene la empresa.

—Bajo el evidente agotamiento noté algo que sonaba muy parecido a cariño.

Si yo no hubiera conocido a papá, tan bien como lo hacía me preguntaría si

algo pasaba entre él y su asistente. Papá suspiró—. Te echo de menos. Estoy

tratando de reorganizar el horario, con un poco de suerte te veré dentro de

pocos días.

Hablando con papá, tuve una idea, un recuerdo realmente, de los

sueños que había tenido. Hasta ahora, habían parecido tan irreales que solo me

los había sacudido de encima, pero con todo lo que estaba pasando, me di

cuenta por primera vez que tal vez eran la pista que había necesitado.

—Seguro. ¿Papá?

—¿Sí?

—Cuando conociste a mamá, cuando vivían en Nueva York, ¿alguna

vez mencionó amigos que tenía allí? Uhm... ¿alguna vez mencionó el nombre

de alguien... como Nyla o Rudyard?

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—No, no que recuerde. Tu mamá no tenía muchas conexiones cuando

nos conocimos. Ella se había mudado recientemente de un pequeño pueblo de

Nueva York. ¿Por qué?

¡Ves! Mi mamá, la mentirosa más grande de todas.

—No hay razón, yo solo acabo de conocer a esta agradable pareja de

ancianos, el otro día... que eran de Nueva York y pensaron que les resultaba

familiar. Me preguntaba si tal vez estaban reconociendo a mamá.

—Oh. —Podía escuchar el nudo en la garganta de papá. La gente

siempre me dijo lo mucho que me parecía a mamá. Aparte de los ojos color

avellana de papá, se suponía que tenía que ser muy parecida a ella—. Bueno...

dudo que la conocieran.

—Sí, estoy segura que tienes razón. Que tengas un buen viaje.

—Por supuesto, cariño. Llámame si necesitas algo y recuerda, nadie en

el apartamento excepto Steph y si necesitas algo...

—Lo sé, lo sé, los Richardson están justo al lado.

Cuando papá colgó, me detuve, sosteniendo el teléfono, tratando

desesperadamente de pensar en volver al sueño. No sé por qué había pensado

en eso en este momento, o por qué no había tratado de averiguarlo antes de

ahora.

Cada vez que me había despertado de los sueños había estado tan

segura de que eran reales. La primera vez, con escalofríos y dolor, como si la

lluvia de hielo me hubiera enfriado hasta los huesos y magullado mí piel. Las

otras veces, sintiendo el sueño y su contenido saliendo fuera de mi alcance,

pero siempre yendo, con una tristeza persistente y la sensación de carga. Yo

estaba segura de que mi ángel creador me mostró los sueños, pero luego, como

tantos otros, me sentí olvidándolos. Hasta ahora. No podía recordar todo, pero

podía oír sus palabras. Su advertencia.

—Un traidor —susurré.

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Desesperada por aclarar mi mente, me llevé a mí misma a la bañera y me

empapé por una pequeña eternidad. Tuve que dejar salir el agua fría tres veces

para rellenarla con más caliente. Era reconfortante yacer allí y pensar en voz

baja. No podía recordar la última vez que había hecho esto. Dejé mi cabello

fuera de su cola de caballo, lo lancé al agua y me deslicé hacia atrás. Las largas

hebras exploraron el agua, serpenteando alrededor de mi cuello y el pecho. A

medida que el calor del agua llegaba a través de mi piel y en mi interior sentía

una cierta parte de mí misma, una parte que no había permitido salir a la

superficie en un largo tiempo, despertar. Lágrimas silenciosas comenzaron a

llegar de mis ojos. Las dejé. No eran lágrimas de pánico, o incluso

desesperación, solo lágrimas, lágrimas de silencio, lágrimas por mí.

Finalmente dejé mi cabeza deslizarse de vuelta a la bañera. Mi cabello

suelto flotando en el agua caliente, la cual me envolvió en un mundo de tanto

sonido como silencio amplificado. Yo contuve la respiración y dejé que mis

labios se separaran ligeramente para que pudiera sentir el movimiento del

agua dentro de mi boca. Esperé y esperé. Esperé por la quemadura, la urgente

necesidad de aire. Pero ser Grigori significaba que era un proceso más lento de

lo que era. Podía aguantar la respiración por mucho tiempo ahora.

Era un alivio estar sola. Aunque estaba llorando y sumergida, todavía

sentía una calma pacífica. Mis manos se deslizaron a lo largo de la cerámica

del baño y luego al lugar en el estómago, donde Onyx había embestido su

espada de plata. Traté de no hacerlo, pero mis pensamientos fueron a él. No

podía detenerlos, los recuerdos. Por mucho que quisiera negarlo, había una

parte de mí que estaría para siempre ligada a Phoenix y no tenía nada que ver

con su control físico sobre mí.

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Una oleada de emoción me inundó mientras mis pulmones

comenzaban a arder con hielo caliente y cuando la mañana y la tarde brillaron

a través de mis ojos cerrados, sabía que el ardor en mis pulmones no era por el

oxígeno. Estaba en todas partes. Salí corriendo de pie, jadeando, con los ojos

frenéticos como dardos mientras una ráfaga de viento helado me golpeaba en

la cara.

—¡Hijo de puta! —Salté de la bañera y me até una toalla a mí

alrededor mientras me salía del cuarto de baño.

—¡Phoenix! —grité al apartamento vacío—. ¡Sé que eres tú!

Lo peor de todo, tal como había sentido su ráfaga de intensa emoción

antes de que se fuera, yo sabía que era el resultado de los sentimientos

iniciales que había sentido viniendo de mí.

Aseguré el apartamento lo más fuerte que podía, una vez más

buscando la puerta corredera del balcón abierta. Revisé todo, tirando todos los

pestillos de seguridad en la puerta principal y comprobando los cerrojos en

todas las ventanas.

Como si eso lo pudiera detener.

Era más sobre el proceso activo que cualquier otra cosa.

Consideré llamar a Steph, pero ella había recibido la orden de su

madre de volver a casa para la noche ¿y qué iba a hacer si Phoenix volvía de

todos modos? Yo era más fuerte sin tener que defenderla también. Ya había

arrastrado a Steph a este mundo con más frecuencia de lo que era cómodo.

Quería llamar a Lincoln, pero podía imaginar esa conversación:

Sí, así que Phoenix estuvo en mi apartamento mientras yo estaba en la

bañera y pensando en él. Estoy bastante segura de que él sentía todo lo que yo

estaba sintiendo. ¿Crees que podrías jugar como protector para mí?

No lo creo.

Sin nadie a quien recurrir, arrastré mi colcha de tamaño gigante hacia

el sofá y me dormí, si se puede llamar así, en la sala de estar.

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Phoenix se había ido, pero no muy lejos.

Me di cuenta ahora, nunca se fue.

Yo no lo podía sentir tan fácilmente como podía con otros exiliados.

Su parte humana le daba un valioso camuflaje y podría enmascarar su

presencia mucho más efectivamente. Yo no sabía si estaba más decepcionada y

avergonzada de que me había negado a reconocer la verdad, pero a pesar de su

astucia yo estaba definitivamente sintiéndolo. Nunca tan cerca como esto

antes, pero había estado allí.

Observando. Esperando.

Ahora tenía pocas dudas. Había sentido su intensidad en una ráfaga de

emoción, sentido su desesperada necesidad de eliminarme. Cualquier atisbo de

esperanza que podría haber estado una vez allí, que de alguna manera Phoenix

cambiaría, que sería el chico que conocí primero, se había ido.

Phoenix va a matarme.

O, yo lo mataré a él.

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Capítulo 19 “Parecía como si una noche de oscuras intenciones se acercara, y no

solo una noche, una era. Alguien mejor esté preparado para la

ira…”

Robert Frost.

Traducido por Maru Belikov (SOS)

Corregido por LizC

pence y yo habíamos estado caminando alrededor de la fábrica

de aviones por horas. No era mi idea de un sábado feliz. Hasta

ahora no había nada que se asemejara al moteado sentimiento

que los sentidos me habían dado en el aeropuerto. No era una sorpresa. A

pesar de los murmullos de Spence, él estaba en lo cierto cuando dijo que no

éramos detectores de metales. Los sentidos están diseñados para señalar a los

exiliados, no aviones de compañías.

Estaba a punto de agarrar a Spence, quien decidió hacerlo más como

una excursión y ahora estaba teniendo un espléndido tiempo revisando toda la

maquinaria, cuando sentí los sentidos. Del tipo que no causaba ninguna

confusión y definitivamente no me dirigían a un avión.

El sabor de manzana se esparció en mi boca, filtrándose a través de mis

mejillas y hacia mi lengua. Mañana y noche; la cruda belleza de su poder se

deslizó dentro y fuera de mi visión mientras olía ramos de flores almibarados,

empalagoso, como madreselva concentrada.

Le di la bienvenida a los sentidos, que ahora eran parte de mí y con los

que podía, en cierto modo, comunicarme. Podía escuchar el sonido de alas

revoloteando furiosamente como si estuvieran luchando por alcanzarme antes

S

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de chocar con los árboles. De todos los sentidos, éste era el que evocaba más

emociones en mí.

Lincoln me había explicado que el sonido de las alas (ligeras y oscuras

para palomas y cuervos), representan la batalla por la vida, el esfuerzo

desarrollado y necesario para que cualquier fuerza de vida pueda sobrevivir. El

choque de ramas y hojas simbolizaba el “todo” que debía ser enfrentado y

derrotado por una fuerza viviente para continuar. Es la decisión de seguir

adelante.

La sensación final, el zumbido de energía de aire frío, se movió a

través de todo mi cuerpo, viajando a cada extremo y más allá. Me envolvía y

luego me liberaba tan fácilmente, asegurándose que cada parte de mí ahora

estuviera en sintonía a lo que estaba por delante, reconocí todos los sentidos y

les permití fluir a través de mí, hacer su trabajo, y los dejé ir. Era mucho más

fácil de lo que una vez había sido y cada vez que los sentía, tenía más control.

Miré adelante hacia Spence, quien todavía no había sentido al

exiliado. Incluso si hubiera sentido una corazonada (no estaría sorprendida

que no se diera cuenta), era un hombre, después de todo, y estaba en un

hangar de aviones. Estaba en modo “chico y sus juguetes”.

—Spence —le dije. Él se apartó de una absorbente conversación con

uno de los mecánicos y me miró sin comprender. Él no iba a hacer esto fácil—

. Ah, Spence, creo que deberíamos ir a ver allí —dije, tratando de darle la

mirada de “tenemos un problema”. Él la pasó por alto completamente.

—Oh, está bien. Tú adelántate, estaré allí en un minuto —dijo él,

descartándome y dándole una sonrisa al mecánico.

Estupendo.

Le dirigí una enorme sonrisa falsa al mecánico, quien claramente

estaba disfrutando el espectáculo, luego me giré hacia Spence.

—Vamos, Spency. ¿Por qué no vienes aquí y te doy una manzana por

ser tan buen chico? —dije sarcásticamente.

Los ojos de Spence se abrieron plenamente mientras se daba cuenta lo

que estaba diciendo. Estaba dispuesta a apostar que en ese momento sus

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pequeñas papilas gustativas estaban repentinamente captando un sabor a

manzana. Sus ojos se movieron de mí al mecánico, como un tonto. Si no

estuviera tratando tanto de concentrarme en localizar nuestro problema

podría haberme reído de él.

Tartamudeó un discurso de salida que solo el mecánico podía entender

como él estando bajo mi pulgar. El hombre se burló de él mientras Spence se

tambaleaba hacia mí para alcanzarme.

—Qué lindo —dije, mientras llegaba a mí lado.

—Dame un descanso. No sabía.

—¿En serio? Nunca lo hubiese adivinado. Ahora concéntrate. No

quiero conseguir toparme con una docena de exiliados por el momento.

—¡Una docena! ¿En serio?

Puse mis ojos en blanco, por supuesto que la idea de una docena de

exiliados casi había puesto a Spence a saltar de felicidad.

—No. No en serio, solo puedo sentir uno… pero eso no significa…

mira, las cosas han estado extrañas cuando se refiere a Phoenix, no puedo estar

segura de nada.

A parte de que me quiere muerta.

—Entendido —dijo Spence, dándome un saludo de burla. Esperaba

que fuera su manera de terminar los juegos y volverse serio.

Caminamos alrededor de la parte trasera de un pequeño avión de

pasajeros y nos agachamos bajo el ala. No había mecánicos en esta área, pero

tampoco exiliados.

—Allí dentro —dijo Spence, asintiendo hacia la siguiente enorme sala

de mantenimiento.

Mi boca se secó mientras lo seguía. Tenía un mal presentimiento y no

me gustaba estar en una cacería sin Lincoln.

—Bien —susurré.

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Pensé sobre decirle a Spence, explicarle a él los problemas que había

estado teniendo con mi daga. Era difícil admitir mis fallas, especialmente un

problema que ni siquiera comprendía completamente.

Ambos sabíamos que si había un exiliado en el otro lado de la pared se

reduciría a una pelea. ¿Podría realmente pedirle a Spence ir allí conmigo,

después de decirle que no estaba segura que cuando viniera el momento de

empujar mi daga, podría funcionar mal?

—Vamos —dije, tomando mi decisión y moviéndome hacia adelante.

Trabajaría en ser mejor persona en otra oportunidad.

Spence se movía como un profesional, probablemente una ventaja de

vivir en la Academia entrenando cada día para ser un Grigori. Yo era un poco

menos ágil, siempre olvidando chequear atrás y no posicionándome en las

posiciones más defensivas. Pero observé a Spence e intenté seguir sus tácticas

de espía.

Nos ocultamos en nuestro lado de la entrada, la que guiaba a una

enorme área de aviones militares.

Todos los otros lugares en los que habíamos estado albergaban aviones

comerciales o jets privados. Esta habitación estaba llena de aviones de un color

verde militar y algunos incluso llevaban el diseño de camuflaje manchado.

Un sujeto estaba caminando alrededor de los aviones más grandes,

tomando notas en un libro. Tenía cabello color rubio oscuro que llegaba hasta

sus hombros y lucía joven, muy joven.

Todos los demás en la fábrica lucían al menos de treinta. Ellos

probablemente eran un personal más calificado. La mayoría de los

trabajadores debían tener títulos de ingenieros o algún tipo de cosas que

llevara tiempo. Este sujeto, quien lucía de no más de dieciocho o diecinueve,

tenía una bata blanca de laboratorio y ojeaba a través de la caja de control

externa del avión como si realmente supiera lo que estaba haciendo.

Spence me dio una mirada a sabiendas y yo asentí. Este era nuestro

hombre. Estaba dispuesta a apostar que para alguien más él luciría diferente,

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más viejo y menos llamativo, pero podíamos ver a través de la ilusión, Spence

se giró hacia mí y articuló:

—¿Solo uno?

Estaba a punto de asentir cuando sentí algo más. Era muy leve y no se

sentía como normalmente. Era como si estuviera experimentando un tipo de

versión de letargo de ellas. Alcé una mano al aire para evitar que Spence se

lanzara a un combate. Él me dio una mirada de impaciencia. Levanté un dedo,

rogándole. Él asintió.

Mientras observábamos al exiliado presionar algunos botones más, la

parte de enfrente del avión empezó a abrirse, toda la superficie alzándose en el

aire. Los ojos de Spence brillaron con deleite. Sabía que algo sobre una de esas

cosas abriéndose así en la parte delantera lo impresionaría. Estaba empezando

a pensar que quizás no había sido la mejor persona para traer.

—¡Guau! —jadeé, antes de que pudiera detenerme. Los sentidos me

golpearon tan fuerte que tuve que apoyar una mano sobre la pared. Miré a

Spence entre destellos de mañana y noche, y podía decir que él también lo

estaba sintiendo. Miramos de regreso al avión y salió otro exiliado de él. Alto,

como muchos de ellos pero también era muy delgado con un suave cabello

negro. Él lucía como el estereotipo de villano desgarbado.

Los dos exiliados empezaron a hablar.

—Todo listo —dijo el de la bata de laboratorio.

—Sí. Esto funcionará, todo el titanio está en el lugar. Podemos

enviarlo fuera una vez que lo carguemos con los suministros. ¿A dónde va

este?

El primero se encogió de hombros.

—Aún no lo sé. Ellos no nos lo dirán hasta el último minuto, sabes

eso.

—Sí, sí. Tenlo terminado este mes, así podemos continuar con el

siguiente —expresó indignado el exiliado alto.

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—No será un problema. Los mecánicos aquí no saben qué están

haciendo. Ellos solo traen los aviones militares, hacen el trabajo aturdidos y

luego se van. Incluso los usamos para arreglarlos y ¡no recuerdan nada! Nadie

viene aquí de cualquier modo, los imbéciles piensan que ésta habitación no

existe. Es el montaje perfecto —dijo el exiliado, riéndose perversamente.

Horrorizada, miré hacia Spence. Corrección, miré hacia donde Spence

se suponía debía estar… y no estaba. Mis ojos empezaron a recorrer alrededor

frenéticamente hasta que lo encontré agazapado bajo la cola de un avión

militar cercano. Él me estaba haciendo señas.

Esto no va a terminar bien.

Me escurrí a través del suelo, agachándome tan bajo como pude y

tratando desesperadamente de no hacer más ruido del necesario. No pasaría

mucho hasta que ellos nos sintieran. De hecho, estaba sorprendida que no lo

hubieran hecho ya.

Me detuve al lado de Spence, quien estaba casi riéndose en voz alta

por mi esfuerzo de ir como comando.

—Cállate —susurré—. ¿Por qué nos estamos escondiendo bajo este feo

avión de todos modos?

No nos había llevado más cerca, solo a otro punto de vista a la misma

distancia.

Él se me quedó mirando como si yo fuera una idiota.

—Es una mejor ventaja. Nos podemos acercar detrás de ellos desde

aquí. Y por cierto, no menosprecies este avión. Este es un Bombardero B1,

tienes que tratarlo con respeto.

—Ah, Spence… odio romper tu burbuja, pero esta cosa no luce como

si pudiera volar.

—¡Ah,Vi! Aún no tiene alas. Cuando este bebé esté terminado será la

cosa más patea traseros en el cielo —susurró Spence, colocando una

reverencial mano sobre la parte inferior del avión y bajando la cabeza en

cortesía.

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¡Denme un descanso!

—Bien, basta de aviones sin alas. Vamos. —Sabiendo que solo

teníamos segundos hasta que los exiliados nos sintieran, no había ningún

punto en intentar sorprenderlos.

Me puse de pie y empecé a moverme hacia ellos. Spence me siguió.

Me alegraba de que no estuviésemos siguiendo solamente el elemento sorpresa

cuando mi teléfono sonó con un mensaje. Los dos exiliados se dieron vuelta

rápidamente.

—¡Dios! —dije sarcásticamente—. Pensé que ustedes nunca nos iban a

notar.

Muy bien, Vi. ¡Molesta a los exiliados ya mentalmente inestables!

—Y yo pensé que hoy iba a ser aburrido —dijo el exiliado alto

mientras se lanzaba hacia mí.

Sabía que iba a hacerlo. Una cosa sobre los exiliados, es que ellos no

vacilan, pero aun así, me sacó fuera de balance por la gran velocidad de la

embestida.

Spence se lanzó a la acción contra el chico rubio. El sonido de golpes y

patadas explotaron e hicieron eco a través de la gran habitación de cemento

junto con el rechinar y chillido de la suela de los zapatos sobre el piso de

cemento.

El exiliado alto consiguió unos cuantos golpes cuando estuve fuera de

guardia, pero no tomó mucho tiempo para que yo encontrara un buen ritmo

de pelea. Quizá he estado teniendo problemas acabándolos, pero golpearlos y

vencerlos en una contienda de fuerza y habilidad, por lo general, venía

naturalmente.

Arrastré cerca al exiliado, haciéndole creer que tenía ventaja sobre mí.

Significaba que tenía que soportar unos cuantos golpes sólidos en el estómago

y uno a un lado de mi rostro, pero los absorbí y él se estaba volviendo creído.

Tan pronto como vi mi ventaja, me adentré, él lanzó abiertamente su brazo

sobre mí, dejando el resto de su cuerpo expuesto. Mi pie estaba en el aire antes

siquiera de pensar al respecto y lo golpeé fuerte en el pecho.

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Hubo un tiempo, un tiempo más humano, cuando yo nunca habría

sido capaz de hacer un movimiento así, no en velocidad o agilidad. Hoy,

estaba a punto de hacerlo realidad.

El exiliado cayó. Pero él no estaría mucho tiempo allí.

Esta es mi oportunidad.

Mi mano fue hacia mi arma oculta. Mientras lo hacía, el exiliado

levantó la mirada hasta mí y sus ojos se abrieron mientras sus orificios nasales

se ensanchaban. Algo estaba mal, muy mal… él estaba asustado.

Me detuve, confundida. Los exiliados no se asustaban, no así, de todos

modos. Ellos luchaban con uñas y dientes hasta el último momento; él no

pensaría que lo acabaría solo porque estaba buscando mi daga.

Su sorpresa se transfirió a mí y nuestra mutua sorpresa le dio

suficiente tiempo para arrastrarse sobre sus pies y retroceder. Sus ojos estaban

fijos sobre mí, cambiando de una muñeca a la otra.

Sin embargo. Sonreí.

—¿Sabes quién soy, no es así?

—Sé lo suficiente para saber que eres tan buena como muerta —dijo

él, todavía retrocediendo.

—Vamos, no me digas que estás asustado —me burlé.

Noté al otro exiliado lanzar una mirada hacia nosotros, él obviamente

tampoco estaba esperando este giro de los eventos. Spence usó la ventaja y

lanzó todo su cuerpo encima de él en un movimiento excesivamente

dramático pero efectivo que estaba convirtiéndose en algo como la marca

registrada de Spence.

Sonreí con suficiencia a mi objetivo y alcé mis cejas, desafiándolo.

Su boca se torció en la esquina. Podía decir que él quería continuar

con el ataque, peso se refrenó a sí mismo, moviéndose lejos con cada paso que

yo tomaba hacia él.

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A mis espaldas sentí el brillo del poder de Spence y escucharlo gritar

el usual discurso, ofreciéndole al exiliado una opción. Sin ninguna sorpresa, el

exiliado lo mandó a comer mierda.

El exiliado alto en frente de mí tuvo una vista completa y podía decir

que su instinto era contraatacar. No le importaba mucho el otro exiliado pero

le gustaba la idea de infringirnos dolor. Eso era obvio.

Mi teléfono sonó otra vez. Estuve distraída por un segundo y luego…

estuve dispersa, como si toda la lógica saliera de mi mente por un momento y

no pudiera recordar exactamente quién era… yo. Solo fue un segundo, luego

todas las puertas en mi mente se reabrieron y fui yo misma otra vez. Pero eso

fue suficiente. El exiliado había desaparecido.

—Oye, ¿por qué lo dejaste ir? —preguntó Spence a mi lado.

—Yo… yo no lo hice. Debió usar algún tipo de mojo sobre mí. Un

segundo lo tenía listo, y al siguiente yo estaba… no lo sé, y luego se había ido

y estabas a mi lado.

—¿Memoria?

—Eso creo. Él solo consiguió pasar a través de mis defensas por un

momento, no tenía mi guardia en alto —dije, enojada conmigo misma. Debí

haber estado mejor preparada pero había estado concentrada en lo físico en

lugar de lo interno.

Un error de principiante, Vi.

—No te menosprecies, hiciste algo bien si él estaba corriendo.

Pero ese era el punto, no lo había hecho. Y una vez más me di cuenta,

este no era el primer exiliado que había visto huir. Superado en número o no,

el exiliado en la granja también había huido. Pero no estaba en su constitución

correr.

—Hmm —dije, no de ánimo para especular con Spence justo ahora.

En lugar de eso, saqué el teléfono de mi bolsillo. Onyx estaría encantado

cuando descubriera que su mensaje me había causado tanto problema—. Es la

dirección para Nahilius.

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—Este día solo se pone mejor.

—Spence… necesitas un pasatiempo. —Me desplacé por mi teléfono

hacia el siguiente mensaje. Era de Griffin.

Tenemos una pista sobre las Escrituras. No puedo encontrar a Lincoln

o a Magda, déjales saber si escuchas de ellos. ¡Todos en el Hades ahora!

—Mierda —dije bajo mi aliento.

—¿Malas noticias?

—No, quizá buenas. Solo mal momento. Tenemos que regresar al

Hades —dije mientras caminábamos hacia el avión de donde el exiliado había

venido. Nos estábamos quedando sin tiempo y todavía había tanto que hacer.

—¿Pero qué sobre Nahilius? —insistió Spence.

Me giré, cerca de caer por la cornisa emocional en la que ya me estaba

balanceando tan precariamente.

—¿Crees que no quiero ir tras Nahilius? ¿Crees que no quiero ayudar a

Lincoln? ¡No puedo estar en todos lados al mismo tiempo, Spence! —grité.

Spence miró abajo y no respondió. Me giré otra vez y procedí hacia la

entrada del avión, volviendo a los negocios.

Empújalo a un lado, Vi. Recuerda, ¡No te rindas!

—De alguna manera, cuando el exiliado estaba aquí adentro, no pude

sentirlo muy bien.

Ese es el por qué no podía sentirlos en el aeropuerto.

—Sí, no pude sentirlo en lo absoluto —admitió Spence, un poco

desaminado.

—¿Qué tipo de avión es este? —le pregunté a Spence.

—¿Este avión? Oh, Violet, ¿cómo no puedes saber cuál es este? Quiero

decir, esto no es un avión, esto es una obra de arte. Este es un momento en la

historia, una pieza extrema de maquinaria que haría…

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—¡Spence! —lo corté.

—No tienes ninguna apreciación —dijo él, ahora abatido—. Este es un

Antanov, el transporte militar más grande en el mundo. Necesitas un tanque

enseguida, ¡este es tú bebé! —Él sobre enfatizó cada palabra con una mano de

apoyo y gestos.

—¿Necesitas un momento a solas con el avión? —pregunté, al borde

de estar enferma.

—Uhm… no. Está bien —dijo él, creo que en realidad pensó que

estaba siendo sincera.

Caminamos dentro. La carcasa interna estaba cubierta en paneles

metálicos de plata.

—Esto es nuevo —dijo Spence, inspeccionando los paneles—. Está en

todos lados. —Él desapareció dentro de la cabina de mando—. ¡Incluso aquí

arriba! —gritó—. ¡Y hay persianas que cubren las ventanas también!

—Es sobre lo que estaban hablando… —dije, uniéndome a él—. Es

titanio. De alguna forma distorsiona los sentidos. Es el por qué no podía

sentirlos en el aeropuerto y por qué ese exiliado parecía haber aparecido de la

nada. Ellos debieron estar en uno de estos aviones.

—Bueno, eso reduce las cosas considerablemente. Hay pocos aviones

Antanov y alejados entre sí. Estaría sorprendido si hubiera más de uno en el

aeropuerto, aunque… —Se detuvo.

—¿Qué?

—Este un avión militar, lo que significa que sería un área restringida.

No será fácil.

—Suerte entonces que tengo a alguien alrededor que puede usar un

infame disfraz —dije.

—Muy cierto, Eden —dijo Spence con un guiño.

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Envié a Spence para que se encontrara con todos en el Hades,

diciéndole que necesitaba correr a casa primero y que lo encontraría allí.

Una vez que estuve sola llamé a Steph, ella estaba en la biblioteca, así

que tomé un taxi.

La encontré sentada en una de las mesas grandes aunque noté que

nadie más estaba compartiendo el espacio. Había un montón de libros

rodeando su laptop. Steph había reclamado el lugar para ella.

Me fijé en lo que, para mí, parecía un torbellino de papeles, fotocopias

resaltadas y recortes de periódicos y me sentí más cansada que nunca. Lucía

como si fuera difícil dar algún sentido al material e imposible en realidad

absorberlo todo. Pero debía tener más fe. Steph, después de todo es, algún tipo

de genio. Sin mencionar su súper valiosa memoria fotográfica de la que nunca

le gustaba alardear.

—¿Me atrevo a preguntar? —pregunté nerviosamente, preocupada

que ella me espetaría. Este ejercicio definitivamente estaba por encima y más

allá de la llamada amistad normal.

Steph apenas levantó la vista de los recortes de papel que estaba

leyendo.

—Bueno, solo digamos que el chico no tiene una página de Facebook.

No es que sea muy difícil sin ninguna pieza de información significativa sobre

él. Solo unas pocas palabras aquí y allá. Tengo que rastrearlo a través de otras

personas con las que creo que ha hecho este tipo de cosas corporativas… ya

sabes, otras víctimas.

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—Guau, nunca hubiese pensado en hacer eso. —O haber sabido cómo

hacerlo.

—El punto es, que no estoy llegando muy lejos. Todo lo que en

realidad puedo decirte es que él ha estado alrededor, participando en un

montón de empresas muy rentables y para el momento en que se va o

desaparece están por debajo o en bancarrota. Siempre parece haber algún

escándalo con el dueño o un controlador financiero importante; Skase, Conrad

Black, ha estado en todos lados. Alguien más siempre termina siendo culpado

y luego, hay lo que parece ser muchas muertes misteriosas. Un sujeto incluso

saltó de la parte trasera de su yate, Maxwell, creo, o algo así. Es como las cosas

que ves en la televisión cuando un flojo hombre de negocios es culpado por

pagarse de más a sí mismo y robar dinero por un lado, pero cuando las

autoridades se hacen cargo nunca pueden en realidad encontrar en dónde

guardó el dinero y seis meses después escuchas que tuvo un repentino ataque

al corazón o algo similar.

—Oh, Dios mío —dije.

—Sí, y si bien siempre hay un chivo expiatorio, creo que el que

consigue irse lejos con el dinero es…

—Nahilius —termino por ella.

—¿Y? —insiste Steph.

—Y ese es el por qué no me quería involucrada —dije, tratando de

calmar mi corazón que ahora estaba acelerado. En parte horrorizada, y otra

emocionada.

—¿Porque…?

—Porque… se preocupa por mí.

—¡Porque él ama tu trasero en el sentido épico! —dijo Steph,

dándome una palmadita de bien-hecho. Esto sería lo más lejos y significativo

que me daría—. Muy bien —dijo ella, poniéndose de pie y empezando a

juntar los libros—. ¿Cuál es el plan?

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Capítulo 20 “Y tan pronto como llegó cerca del campamento...

Moisés ardió en ira y arrojó las tablas fuera de sus manos

Y las quebró al pie de la montaña”.

Éxodo 32:19

Traducido por Lizzie(SOS) y Val_mar(SOS)

Corregido por LizC

l escuadrón de Dios, como Steph aún los etiquetaba, estaban

sentados en lo que se estaba convirtiendo en la mesa de

siempre en el Hades.

Cuando llegué me sorprendió ver a Onyx en el bar charlando con uno

del personal semi-civil de la barra. Iba vestido con pantalones y una camisa

negra y estaba limpio, recién afeitado y aunque él estaba bebiendo de lo que

estaba segura era bourbon auténtico, también estaba muy segura de que no

estaba borracho. Últimamente cada vez que lo veía, parecía más... humano.

Aún deficiente en muchos aspectos, estaba sin duda menos loco y aunque yo

no querría volver a probar los límites parecía menos siniestro. Ahora, bueno...

ahora era solo promedio.

Justo en ese momento, mientras pasaba junto a él me dio una fría

mirada y me miró de arriba a abajo.

—Ja, no es de extrañar que parezcas estar sin pareja actualmente. El

guardarropa cuenta, sobre todo cuando tu cara luce de esa forma. —Chasqueó

sus dedos en mí cara.

E

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—Vete al infierno, Onyx —dije, sin detenerme.

—Ya estuve allí, gracias a ti —llamó detrás de mí. No le hice caso.

Griffin estaba enfrascado en una conversación con Nyla y Rudyard

cuando me acerqué. Tuve la clara impresión por la mirada en su cara que yo

no estaba invitada para ser parte de los susurros secretos. Tampoco lo estaban

Zoe, Spence o Salvatore, quienes estaban fuera al otro extremo de la mesa,

jugando con posavasos. Estoy bastante segura de que era un juego de beber:

aquel en el que lo balancean como un barco en el borde de la mesa y tienes

que hacerlo volar en el aire y atraparlo en la vuelta, de lo contrario bebes.

Steph y yo lo habíamos intentado una noche, pero nunca llegamos

más allá del primer intento. Probablemente no era el mejor juego para jugar

cuando ya habíamos bebido demasiado y no sabíamos que estábamos

haciendo. Terminamos en una risa histérica. Steph, quien no puede tolerar el

alcohol en absoluto, en realidad se cayó de su silla y se quedó debajo de la

mesa riendo hasta que nos echaron del pequeño bar de mala muerte en donde

los menores de edad podían salir con un trago. No puedo siquiera recordar

cómo lo descubrimos, pero Steph hizo el lugar famoso en nuestra escuela y

ahora es a donde todo el mundo sale.

Excepto nosotros, nosotros estamos atascados en el Hades.

Sentí una punzada de culpabilidad. Había estado pidiendo mucho de

Steph. Solo porque yo estaba atada a esta vida, no significaba que ella tenía

que estarlo. No me sorprendería si ella terminara odiándome. Hice una nota

mental para hacer algo realmente considerado para darle las gracias.

¿Qué regalo realmente dice: Gracias por rastrear al loco ángel exiliado

que está atormentando a Lincoln?

—Oigan —dije, tirando de la silla al lado de Zoe.

Zoe y Salvatore intercambiaron una mirada cuando me vieron.

—¿Qué? ¿Y ahora qué? —pregunté. Pero ya sabía que no eran buenas

noticias. Siguieron mirándose el uno al otro, como si estuvieran esperando a

ver quién sacaba la pajita más corta. Zoe levantó un hombro y echó las manos

sobre la mesa. Sus pulseras haciendo un sonido contundente en el impacto.

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—Fuimos a la granja con Beth y Archer y todo quedó aclarado. No

podíamos realmente sentir algo pero definitivamente sentimos algo extraño,

mientras nos acercábamos al aeropuerto. De todos modos, no había mucho

más que pudiéramos hacer sin dilatarlos, así que volvimos temprano y

decidimos ver si podíamos caber en una sesión de entrenamiento con

Lincoln...

Zoe miró hacia abajo nerviosamente.

—¿Y? —pregunté, mientras temía a donde podría estar yendo esto.

—Bueno, cuando llegamos allí la puerta estaba abierta, así que solo en

cierto modo entramos directamente, no pensamos en llamar.

Salvatore tosió ruidosamente. Zoe puso los ojos en blanco.

—Yo no pensé en llamar —se corrigió, dando a Salvatore una mirada

fría—. Quiero decir, todo el mundo simplemente entra y sale de allí, así que

no haría sino interrumpir…

¡Oh, no, por favor, Dios, no me hagas esto!

Spence se removió en su asiento, se temía lo mismo que yo, sabía lo

mucho que eso me lastimaría. Me mordí con fuerza en el interior de la mejilla

y me quedé de pie en el lugar sobre el hombro de Zoe.

—¿Estaba con Magda?

—Síp —dijo ella, pero luego de fijarse en la expresión de mi cara y en

el temor de Spence se enderezó en su silla y entonces comenzó a agitar una

mano en el aire—. Oh... Caray… no quiero decir... ¡qué asco! No caminé

dentro con ellos desnudos ni nada así... ¡puaj! ¡Ahora voy a tener extrañas

imágenes mentales toda la noche!

—¿Entonces qué? —preguntamos Spence y yo juntos.

—Ellos estaban cargando —dijo Zoe con un encogimiento de

hombros, como si compararlo con la alternativa fuera simple ahora.

No tenía idea de lo que quería decir y miré alrededor a los demás.

Salvatore se encogió más en su silla.

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—Estaban armándose a sí mismos. Con armas de fuego, de hecho —

dijo él en su Inglés Italiano.

¿Qué estaba pensando Magda? ¿Está realmente tan desesperada por

conseguir poner sus garras en Lincoln que lo conduciría al asesinato?

—¿Ustedes...? —Tragué con la boca de repente seca—. ¿Saben ustedes

lo que le sucede a un exiliado si les disparan?

—Eso no los retorna, por todo lo que sé —dijo Spence.

—Creo que está destinado a doler como el infierno, no matarlos pero

es un tipo de tortura —ofreció Zoe—. Algunos Grigori las usan, armas, para

ayudar a conseguir la ventaja, pero eso es mal visto.

—Cobardemente —dijo Salvatore.

Le lancé una mirada feroz.

—Lo siento, Violet. Estas pueden no haber sido las palabras correctas.

Y, sin embargo, tuve la sensación de que era exactamente lo que

quería decir. Por mucho que quisiera defender a Lincoln, no podía.

Griffin, Nyla y Rudyard eligieron este punto para moverse a donde

estábamos sentados.

—Lo siento por hacerlos esperar. Estábamos tratando de volver a

revisar nuestra investigación. Creemos que sabemos donde están las

Escrituras. —Griffin me miró—. ¿Estás bien? Spence nos puso al corriente de

la situación del avión.

—Sí. Estoy bien —le mentí, sabiendo que él me dejaría en paz.

Incluso cuando puedes decir que alguien no está siendo honesto,

tienes que escoger tus momentos, decidir cuándo los empujarás hacia adelante

o no. Este era uno de los no.

—¿Es comúnmente conocido que el titanio haga algo para proteger a

los exiliados en contra de nuestro sentido? —pregunté, avergonzada por no

saber más.

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Griffin se sentó a mi lado.

—No. No es de conocimiento general y no teníamos idea de que se

podría aprovechar de esta manera.

—¿Así que sabías acerca de esto? —le pregunté, cuestionándome

cuántas otras cosas no eran de conocimiento general.

Griffin tomó un vaso de Coca en su mano.

—Yo sabía. Pero hasta hoy creíamos que las únicas personas que

sabían eran los líderes Grigori.

—Entonces, ¿cómo lo averiguó Phoenix? —intervino Spence antes de

que pudiera preguntar.

—No estoy seguro —dijo Griffin claramente. Luego miró a su

alrededor y su expresión se tornó burlona—. ¿Dónde están Lincoln y Magda?

Me encogí de hombros y traté de jugar a estar genial.

—Tu conjetura es tan buena como la mía, jefe. —Fue lo más cercano a

la verdad que pude conseguir.

—Bueno, no podemos esperar por ellos —dijo Griffin, negando con la

cabeza, pero no muy sorprendido.

—De vuelta a las Escrituras —dijo Zoe, con impaciencia—. ¿Dónde

están?

Nyla, Rudyard y Griffin se miraron entre sí y luego de nuevo a

nosotros.

—Jordania —dijo Nyla.

—¿Jordania? —repetimos todos.

—¿El país? —agregó Spence.

Griffin asintió y luego hizo un gesto a Rudyard para hablar.

Rudyard se aclaró la garganta.

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—Sí, Jordania. Creemos que las Reglas a las que el exiliado que

capturamos en la granja se estaba refiriendo son los Diez Mandamientos.

Mi boca no era la única en caer abierta y casi golpear la mesa.

Rudyard sonrió, viéndose positivamente emocionado en reacción a los

acontecimientos.

—Sé que es mucho para entender. Creemos que cuando Moisés recibió

los Diez Mandamientos casi tres mil quinientos años atrás, él de hecho recibió

dos conjuntos de tres tablas de roca. En un conjunto estaban los Diez

Mandamientos como los conocemos, mientras que el segundo estaba para su

posterior descubrimiento para los Grigori, y el tercero era para los exiliados.

Cuando Moisés se dio cuenta que los humanos no eran los únicos habitantes

de la Tierra y que los ángeles exiliados existían, e incluso más preocupante,

que los ángeles que existían en el reino del ángel podían ser de luz o de

oscuridad, se enfureció. Él aplastó un conjunto entero de tablas y nunca se dio

a conocer nada más que los Diez Mandamientos para humanos. Para los

humanos, mientras la segunda tabla de los Diez Mandamientos fue descubierta

y almacenada. Los cuales permanecieron ocultos para su custodia y

eventualmente trasladados en las Escrituras, solo para ser revelados por los de

su misma clase. Pensamos que la Escritura para los Grigori y exiliados están en

el mismo lugar, ocultos en algún lugar, esperando a ser descubiertas.

—¿Y eso está en Jordania? —preguntó Zoe de nuevo.

—Sí, creemos que Moisés fue enterrado después de esto, las Escrituras

fueron colocadas en esa tumba, también. Un profeta, Jeremías, fue enviado en

una búsqueda angelical con el Arca de la Alianza, dentro de la cual las

Escrituras fueron escondidas. A Jeremías se le atribuyó la entrega del Arca y

su contenido al propietario original. Si nuestra información es correcta, él

llevó el Arca a Jordania.

—Es una muy vieja leyenda, no una ampliamente contada. Con el

tiempo, la leyenda ha sido casi completamente perdida —agregó Griffin.

—Sí —coincidió Rudyard, colocando un antiguo libro encuadernado

en cuero sobre la mesa y abriéndolo en una página amarillenta—. Permítanme

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leer un pequeño pasaje del Segundo Libro de Macabeos —se aclaró su

garganta.

—“El profeta, Jeremías, teniendo un oráculo, llevó el sagrario y el arca

con él, fue a la montaña, donde Moisés había subido, y vio la herencia de Dios.

Y cuando Jeremías llegó allí, encontró una cueva, donde puso el sagrario y el

arca, el altar de incienso, y así detuvo la puerta. Y algunos de los que lo

seguían se acercaron a macar el camino, pero no pudieron encontrarlo.

»Cuando Jeremías aprendió de ello, se culpó entonces, diciendo: En

cuanto a ese lugar, será hasta el momento en que Dios reúna a su pueblo de

nuevo, y reciban la misericordia”.

—Bueno, no tengo idea de lo que significa eso —dijo Zoe,

encorvándose de vuelta en su silla.

—Creemos que el Arca de la Alianza puede estar escondida en la

tumba de Moisés, la cual está en Jordania.

—Así que vamos a ir a Jordania —repetí.

Rudyard asintió.

—Bueno, ya era hora de que algo fuera a nuestro favor —dijo Zoe.

Tengo el presentimiento de que no era la única que estaba de acuerdo

con ella honestamente.

—Así que —dijo Griffin, chocando las manos juntas para obtener la

atención de todos—. Necesitamos estar organizados. Dapper escuchó a algunos

exiliados aquí la última noche, estaban hablando acerca del vuelo de esta

noche, así que tenemos que asumir que es Phoenix. Tengo a Archer y a Beth

cuidando las cosas por aquí. Violet, necesitas aclarar las cosas con tu padre de

algún modo, te requerimos en este viaje.

Asentí. Buscando una manera de evitar que papá fuera el mayor de

mis problemas.

—Nyla y Rudyard se van a dirigir directamente al aeropuerto para

tener listo un avión y el resto de nosotros necesitamos estar ahí en dos horas.

Dado que ahora sabemos que Phoenix tiene un avión miliar tenemos que

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asumir que él va a Jordania por sí mismo y estará volando hacia el campo de

aviación en Amman. La Academia nos debía unos favores por lo que Nyla está

segura que será capaz de conseguir un avión militar también.

Nyla y Rudyard se levantaron simultáneamente para salir, sus manos

sin darse cuenta entrelazadas, y en ese momento sentí ganas de levantarme y

ponerme de pie justo en medio de su hermosa conexión.

—Spence —dijo Nyla, cernida detrás de él—. Tú te quedarás aquí. Lo

siento pero este viaje es muy peligroso, no sabemos qué esperar.

Contrario a su mano apretada en un puño, Spence sorprendió a todos

mirando hacia Nyla y Rudyard sonriendo.

—No hay problema —dijo—. Qué tengan un buen viaje, tráiganme un

recuerdo.

Nyla y Rudyard casi caen.

—Bueno, eso es… muy maduro de tu parte —dijo Rudyard.

Pero mientras salían por la puerta y Spence les dedicó otra sonrisa y

un adiós, pude ver la duda en sus rostros.

Spence estaba tramando algo, pero justo ahora no podría haberme

importado menos.

Todos los demás se levantaron y comenzaron a organizarse, planeando

viajes de vuelta al hotel y conseguir suministros. Los sentí en ello. En cambio,

me concentré en Griffin.

—Voy por Lincoln —dije en una forma que no dejó espacio para

negociar.

—No tenemos tiempo, Violet. —Apenas levantó la vista de sus

papeles—. Les he dejado un mensaje. Si pierden nuestro vuelo pueden tomar

un avión comercial.

—No puedes hacerlo, Griff. Lincoln no es él mismo y si lo dejo con

Magda más tiempo será completamente malo.

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—¿De qué estás hablando? Están intentando terminar un viejo caso.

No te pongas celosa por cosas tontas —dijo, sacudiendo su cabeza ante mí,

intentando despistarme.

Pero no tenía el tiempo, o la paciencia justo ahora.

—¡Griffin, abre los ojos! Lincoln y Magda han estado lejos en una

operación encubierta desde que ella volvió. No tienes idea de qué están

haciendo y Magda nunca cuelga alrededor el tiempo suficiente para darte

alguna información más que lo indispensable. ¡Van a ir tras Nahilius!

Ante la mención del nombre de Nahilius los ojos de Griffin se

ampliaron de la manera que siempre lo hacían cuando algo mayor caía en su

regazo. Se estabilizó a sí mismo, poniendo una mano sobre el respaldo de la

silla. Por supuesto, al segundo que se enteró de todo lo que no había sido

plenamente consciente se culpó a sí mismo.

—No es tu culpa —intenté tranquilizarlo—. Han estado a escondidas a

nuestras espaldas, pero la cosa es, creo que Lincoln está perdiendo su

perspectiva y también pienso que Phoenix es el único haciendo esto. Quiere

mantener a Lincoln separado de mí.

Griffin abrió su boca para hablar, pero no lo dejé.

—Sé qué piensas que no tenemos tiempo para esperar por ellos, pero

no me voy a ir sin él. No puedo dejarlo, no ahora, no cuando sé que me

necesita. —Agarré la mochila que había escondido debajo de la mesa.

—Ve —dijo Griffin.

—Estaré en el aeropuerto en dos horas. Lo prometo.

No estaba segura de lo que Griffin dijo, algo acerca de vigilar mi

espalda. No esperé alrededor.

El reloj estaba haciendo tic tac. Si iba a ir por Lincoln tenía que ser

ahora. Sabía que él debía haber sabido dónde estaba Nahilius. Mientras salía

del Hades vi a Onyx desempacando una caja de vodka.

—¿Estás robando o vas a ayudar? —pregunté, sin disminuir el paso.

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—No he decido todavía —dijo—. ¿Qué hay de ti?

Sonreí.

—¡Solo voy a buscar lo que es mío! Gracias por la información, te debo

una.

Estaba a mitad de atravesar la puerta y esperé para escuchar una

demanda por más bourbon, pero no hubo nada. Él estaba probablemente

trabajando en una lista de compras.

Corrí unas cuantas calles, manteniendo un ojo fuera por un taxi vacío.

Finalmente, vi uno y salté dentro. Justo cuando grité la dirección del hotel de

Nahilius y alcancé la puerta para cerrarla, Spence voló a mi lado.

—Lo prometiste —dijo, cerrando la puerta detrás de él.

Mierda.

—Spence, lo siento, pero las cosas han cambiado. Tienen armas. Por lo

que sé, también las tiene Nahilius. No puedo arriesgarte, podrías resultar

herido.

—¡Maldición, Eden! Te escuché dar la dirección al conductor. Sé a

dónde vas. No me hagas pagar por mi propio taxi.

Aquí está la cosa acerca de las prioridades. Cuando lo principal está en

juego te encuentras haciendo cosas que normalmente pondrías en la casilla de

“cuestionable”. Normalmente, no arriesgaría la vida de Spence solo por ayudar

a mi propia causa; normalmente, armaría un escándalo e intentaría negociar

mi salida de esto; normalmente… pero nada era normal acerca de esta

situación y bueno… de las prioridades.

—Está bien —admití—. Pero si te mueres, es tu culpa.

—Oye —se encogió de hombros—. No lo haría de ninguna otra

manera. —Se abrochó el cinturón de seguridad y sonrió con victoria.

Me ocuparé de mi conciencia más tarde.

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Capítulo 21 “¡Bueno! El mal de alguien es siempre bueno para los demás”.

Jane Austin

Traducido por LizC (SOS) y Jo (SOS)

Corregido por Lizzie

uando el taxi se detuvo en la acera, Spence y yo casi trepamos

saliendo por las ventanas, anhelando el aire fresco.

El conductor y su taxi apestaban. La combinación de ajo

cargado a olor corporal corrompiendo durante horas y horas en los asientos de

felpa cubiertos de paños, sin aire acondicionado, fue penetrante. Desde el

momento en que Spence cerró la puerta habíamos estado conteniendo el

reflejo nauseabundo a medida que tratábamos desesperadamente de meter la

cabeza por las pequeñas aberturas que permitía las ventanas atascadas.

Tropezando en la vereda, mi cabeza dio vueltas con una combinación

de apestoso auto y repulsión.

Spence tomó unas cuantas respiraciones profundas.

—Vaya, eso fue… —Arrugó la cara mientras agitaba su camiseta…

dándose aire.

—Sí —dije, jadeando en busca de un poco de aire limpio también.

Spence esperó pacientemente a que me tomara un momento para mí

misma. No me gustaba ir en la parte trasera de los autos en el mejor de los

casos.

C

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—Está bien —dije finalmente mientras me enderezaba y empezaba a

registrar mi entorno—. Debemos estar cerca. Puedo sentir a los exiliados.

Spence asintió y miró a su alrededor. Él no podía sentir nada.

Estábamos fuera del hotel al que Onyx nos había dirigido. El Luxe

Grand, un hotel de cinco estrellas con todos los adornos. En posición de firmes

con camisas blancas almidonadas debajo de chalecos grises a medida, estaban

tres porteros: uno para abrir las puertas de los autos, otro para llevar el

equipaje y otro para abrir las puertas del hotel para los huéspedes. Tenía la

típica alfombra roja en la parte frontal ribeteada con pilares de oro y cuerdas

de terciopelo pesado. Enviando un simple mensaje: Si no puede permitirse el

lujo de estar aquí, váyase.

Spence y yo nos detuvimos. Le oí bufar en voz baja. Él llevaba el

mismo par de jeans holgados que siempre usaba cuando no estaba en ropa de

entrenamiento y una camiseta verde descolorida; a diferencia de su camiseta

azul descolorida. Spence no era adinerado. Miré a mi propio conjunto muy

normal: cargos negros y una camiseta de manga larga negra. Por lo menos no

estábamos usando cholas.

Nos echamos entre nosotros una mirada, ambos pensando en lo

mismo, y nos encogimos de hombros de forma simultánea antes de

trasladarnos hacia la entrada de alfombra roja.

Cada uno de los porteros nos dio una mirada estirada de arriba a abajo,

pero no nos detuvimos. Teníamos que llegar hasta la habitación de Nahilius.

Desafortunadamente, el mensaje de Onyx se limitó a decir “planta superior”.

Sin ningún número de habitación.

Nos encubrimos a través del vestíbulo no queriendo llamar más la

atención sobre nosotros mismos de lo que ya hacíamos, y nos dirigimos

derecho a los ascensores, decidiendo correr el riesgo de que Onyx tuviera

razón.

¡Y que él no estuviera poniéndonos una trampa!

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La planta superior, la cual resultó ser el vigésimo sexto piso, consistía

en dos suites en el pent-house. Spence y yo pulsamos el número en el ascensor

y esperamos.

No ocurrió nada.

—Tiene una de esas cosas electrónicas para los pisos superiores —dijo

Spence, apuntando a la máquina lectora electrónica, que no era muy diferente

a la que tengo frente a mi edificio de apartamentos.

—¿Cómo vamos a conseguir uno de esos? —pregunté, sintiendo que

todo estaba en contra nuestra.

Spence miró por encima a la zona de recepción y luego a donde una

mucama estaba ocupada limpiando algunas de las mesas del vestíbulo. Sacó su

celular y luego corrió hacia una de las mesas de café y agarró una libreta del

hotel. Marcó un número y, después de un breve retraso, tosió y empezó a

hablar con una voz profunda.

—Sí. Hola, me estoy quedando en el pent-house del vigésimo sexto

piso. He estado en reuniones todo el día y estoy en mi camino de regreso al

hotel ahora. Me gustaría que alguien vaya y compruebe que el aire

acondicionado esté encendido. La última vez que entré fue inaceptable.

—Luego terminó la llamada.

Sostuve mis manos en alto mientras caminaba hacia él.

—No entiendo —le dije.

Pero Spence me arrastró de nuevo a los ascensores.

—Solo espera —dijo con un guiño.

Un minuto más tarde, un servicio de limpieza se dirigió corriendo

hacia los ascensores y pulsó el botón de subida. Spence, quien tenía una mano

en mi hombro, se llevó un dedo a la boca para decirme que no hable. Fue

entonces cuando me di cuenta, él nos tenía bajo un glamur.

La campana del desván sonó y la mucama se metió a través de sus

puertas. Nos quedamos muy cerca atrás. En el interior, ella rodó su tarjeta de

claves y pulsó el número veintiséis. Finalmente, lo conseguí. También vi qué

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tipo de glamur Spence había utilizado: nada. Literalmente, cuando me miré en

el espejo, no podía ver nada más que no fuera la mucama. No es de extrañar

que Spence quisiera que me quedara en silencio.

Quién necesita una capa de invisibilidad cuando tienes un Spence.

El trayecto duró una eternidad. No respiraba, estaba tan asustada por

exponernos. Por último, el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron en

silencio. Nivel veintiséis.

Nos colamos y esperamos en la sala mientras la mucama se acercaba a

una de las dos puertas y llamaba. Spence no había aclarado en cuál pent-house

estaba “alojado”… fue perfecto. Ella iba a tener que comprobar ambos.

La puerta se abrió y una mujer ligera de ropa abrió la puerta.

—¿Da? —dijo, en lo que yo creía que era un acento ruso.

—Señora, lo siento pero solo estoy comprobando que su aire

acondicionado esté funcionando a su satisfacción.

La mujer, que llevaba un ceñido vestido estampado de leopardo, miró

a la mucama como si fuera algo con lo que se tropezó. Spence estaba

temblando un poco y le di un codazo para evitar que se riera a carcajadas.

—Está bien —dijo la mujer.

—Desde luego, señora, lo siento por la interrupción —dijo la mucama,

retrocediendo y dando una pequeña reverencia mientras lo hacía. No tenía ni

idea de cuánto costaba una noche en el pent-house, pero a juzgar por la mujer

y la gran cantidad de joyas con las que estaba cubierta, estaba dispuesta a

apostar que era mucho.

Spence y yo seguimos por nuestra cuenta contra la pared mientras la

mucama se acercaba a la otra puerta, ahora nerviosa. Esto era todo. Si Onyx

tenía razón, Nahilius podría estar detrás de esta puerta. Mi estómago saltó a mi

garganta mientras veíamos a la mucama dar tres golpes cortésmente.

Esperamos.

¿Nahilius podrá ver a través del glamur?

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Esperamos.

Rebusqué por mi daga y me pregunté si hoy sería el día.

Esperamos.

No hubo respuesta. Él no estaba.

La mucama tiró de su llave magnética colgando de una de esos llaveros

enroscados alrededor de su cintura y abrió la puerta.

Spence y yo nos deslizamos silenciosamente por la puerta antes de que

se cerrara. Miramos en silencio mientras la mucama comprobaba la unidad de

aire acondicionado, presionaba un par de botones y de nuevo esperamos.

Nos dimos un vistazo el uno al otro. ¿Qué estaba esperando? Pero

entonces, el aire acondicionado hizo un sonido y se activó. Sentimos una brisa

de aire fresco, que me dio un tipo diferente de escalofrío, filtrándose en la

habitación. La mucama asintió para sí misma, comprobó el control digital una

vez más, y se fue.

Spence retiró su mano de mi hombro. Sabía que al momento en que él

lo hiciera el glamur se levantaría, pero yo no sentí nada cuando pasó. Extraño.

—¡Mierda! —dijo Spence, notando la gigantesca suite en la que

estábamos parados. Quiero decir, piensas que has visto pent-houses antes, en

la televisión y esas cosas, pero esto era algo completamente distinto. Era tres

veces el tamaño de mi apartamento con facilidad y era solo una habitación.

La sala de estar era un nuevo tipo de enormidad —que tenía una

piscina en el centro— por la que Steph habría enloquecido. O tal vez solo se

sentiría como en casa.

Spence se paseó de un extremo al otro solo deteniéndose para sacar su

teléfono de nuevo. Estaba a punto de preguntar, cuando lo vi empezar a

alinearlo y tomar fotos.

—Spence, realmente no tenemos tiempo.

Él solo se encogió de hombros y alejó el teléfono.

—Bueno, él no está aquí. ¿Ahora dónde?

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—No lo sé. No he pensado más allá de llegar acá. —Miré alrededor,

confundida—. Podría haber jurado que sentí un exiliado, todavía puedo.

—Tienes un rango bastante amplio y esta es un área densa. Puedes

estar sintiendo otros exiliados cercanos.

Tenía razón y no sería la primera vez. Pero aún así, no podía quitarme

el sentimiento. Algo estaba mal.

Llamé a Steph. Mi única esperanza era que podría haber encontrado

una guía.

—Hola —dijo Steph, contestando al segundo tono—. Estaba a punto

de llamarte.

—Por favor dime que tienes algo, Steph. Casi se me acaba el tiempo

—dije, sintiéndome tan desesperada como sonaba.

—No es mucho, pero encontré una cosa. Es el edificio que le

pertenecía a la mamá de Lincoln. Está abandonado ahora pero por lo que

puedo ver era uno de los principales bienes de su negocio. Las escrituras de la

propiedad fueron apartadas antes de que muriera. Supongo que de alguna

manera Nahilius consiguió que se las entregara.

—¿Y? —la insté.

—Bueno, hice una investigación y el edificio pasó al mercado abierto

hace unas semanas. Creo que él está intentando venderlo mientras está aquí.

Recordé el mensaje de texto en el teléfono de Lincoln.

—¿City Comm Realty? —Le había dado a Steph el nombre, pero no

teníamos nada con qué vincularlo en ese momento.

—Lo tienes.

—¿Dónde? —Era la mejor oportunidad que teníamos.

Me moví a la ventana mientras Steph estaba hablando y miré abajo a

toda la gente abarrotando las veredas de la ciudad debajo de los autos pasando.

Nadie sabía qué estaba pasando realmente en este mundo. Es gracioso, pero en

ese momento más que en ningún otro, sabía que si no podía encontrar el

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camino de vuelta a Lincoln entonces los dos estaríamos muy solos. No era

acerca de estar juntos era acerca de compartir esta vida juntos, acerca de ser

los compañeros que estábamos destinados a ser, me di cuenta también, que

siempre lo había envidiado. Aun cuando me había parado en ese acantilado,

cruzó mi mente antes de que saltara, que al convertirme en Grigori, al

convertirme en su compañera, no estaba solo ayudándolo sino que también

asegurándome de que nunca estaríamos juntos.

Al pensar en él directamente, tuve un arrebato de proximidad. Lincoln

estaba cerca. Mi cuerpo reaccionó, mi poder reaccionó, sabiendo que él no

estaba lejos. Era como si estuviera muriendo de hambre por él. El humano y

el ángel. ¿Cómo podía ser eso?

Steph dictó la dirección y mientras lo hacía, la locura de todo se

estableció y sus palabras se registraron lentamente. Mis ojos se levantaron a

través del camino hacia lo que ahora era un edificio abandonado.

Los sentidos estallaron dentro, animados por el conocimiento, mi

parte angelical en la caza.

—Oh. Dios. Mío.

—¿Qué? —preguntó Steph al otro lado del teléfono justo cuando

Spence lo decía al lado mío.

—Es al otro lado de la calle —repliqué, contestándole a ambos—.

Están al otro lado de la maldita calle.

Podría haberme maldecido por no intentar precisar mis sentidos

cuando recién llegamos al hotel. Podría haberme culpado por no usar mi

conexión a Lincoln antes. Podría haberme sentido responsable por poner a

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Spence en peligro directo mientras entraba al elevador del hotel con él

desesperado en llegar a Lincoln a tiempo. Podría haber hecho un montón de

cosas.

En su lugar, pensé en ese momento en que Lincoln me había pedido

que le dijera que lo amaba. Mi mente volvió a ese terrible día cuando me volví

Grigori, curarlo y sentirme completamente conectada, y aún así desconectada

de él. Todo estaba mal para nosotros ese día, pero fue el día en que me dijo la

mayoría. El día en que confesó que le importaba. Que, como yo, él fantaseaba

acerca de nosotros estando juntos. Casi podía escuchar sus palabras.

—Planeé todo, la cena, las velas, los lirios.

Ya que habíamos arreglado todo luego de que me volviera Grigori, se

había conformado con ser solo amigos —era la única opción— pero Lincoln

siempre había mantenido un florero con lirios en el almacén. Siempre blancas,

mis favoritas. Cuando Griffin lo comentó un día, Lincoln solo sonrió y le dijo

que iluminaba el lugar. Pero él me echó un vistazo, sus ojos verdes y perfectos,

brillando con algo que ambos sabíamos muy en el fondo que era nuestro

secreto.

Había un montón de cosas que debería haber estado pensando.

Pensamientos estratégicos podrían haber sido prudentes, pero en ese ascensor

y corriendo a través de ese vestíbulo, lleno de personas ricas y pretenciosas

que nunca lo entenderían, todo se redujo a una simple cosa, no había límite de

lo que estaba dispuesta a hacer por él.

Ningún límite del todo.

En el vestíbulo, empujé a través de los hombres de negocios que

pensaban que el mundo giraba alrededor de él mientras caminaba en el medio

de la vía hablando por su celular. Salté el equipaje Louis Vuitton que había

sido arrojado cerca de la entrada y ni siquiera le di un vistazo a Spence. Lancé

toda mi fortaleza —la que era demasiada— en las puertas de entrada antes de

que el portero designado siquiera alcanzara el picaporte y volé a través de ellas

hacia la calle mientras el vidrio roto caía a la tierra atrás de mí.

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La agitación se apoderó. No iba a dejar a Lincoln hacer esto,

especialmente si parte de él sentía como si estuviera haciéndolo para

protegerme.

El portero me gritó que me detuviera. Yo era demasiado rápida.

Entendía esta elección mejor que todos. No es que me arrepintiera de

las decisiones que había hecho pero si tuviera otra opción… habría sido

agradable tener otra opción.

Las visiones que me habían atormentado en esa vieja granja me

atacaron de nuevo. Las decisiones que fueron hechas en ese desierto cuando

abracé. Las elecciones que me acosaban en mis sueños y me plagaban cuando

estaba despierta.

Parecía tan obvio ahora, por supuesto, era mi miedo más grande.

Estaba lanzándome a la calle, esquivando el tráfico en una concurrida

calle de seis vías mientras recordaba cómo me había enterrado mi propia daga

en mi carne, cuán fácilmente yo la forcé dentro. Me había derrotado con ese

golpe asesino y no era la pregunta sino la respuesta la que me perturbaba. Un

auto tocó la bocina, otro viró y todo lo que podía pensar era…

Nunca lo sabré.

Nunca sabré realmente a quién maté ese día.

Era agónico, admitir que había una parte de mí que honestamente

creía que realmente maté esa parte de mí, mi humanidad. Mientras me volvía

más y más poderosa como Grigori temí que mi humanidad se alejara más y

más y eso asustaba la mierda en mí.

No, no, no dejaría que eso le pasara a Lincoln, llegué al otro lado del

camino y jadeé con desesperación por aire. No estaba cansada en absoluto pero

sentía como si mis entrañas se hubieran agrandado y mis pulmones

comprimido con la terrible verdad. No tenía idea quién era yo.

Me enderecé, aspiré por última vez y luego me compuse.

Recuerda las reglas, Vi, ¡no te rindas, no huyas!

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Spence saltó a su posición a mi lado, los autos tocando la bocina como

locos. Él no habló. ¿Cuál era el punto? Sabía que íbamos a entrar, nada en el

mundo me iba a detener y él estaba dispuesto para el viaje. Sin invitación

emitida o requerida.

No estaba a punto de dejar a Lincoln hacer algo que podía hacerlo

luego cuestionar su hermosa humanidad, la misma luz que brilla fuera de él en

todo momento. Simplemente no lo permitiría. No había más límites —nada

que no haría para proteger eso— porque yo sabía.

No me rendiría con Lincoln.

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Capítulo 22

"Conocer tu propia oscuridad es el mejor método para hacer frente

a la oscuridad de otras personas". Carl Jung

Traducido por Dracanea

Corregido por Curitiba

a puerta de entrada al edificio, o más bien, la enorme pieza

podrida, descamada, de madera contrachapada que cubría la

entrada ya había sido parcialmente arrancada y estaba

colgando de los últimos clavos.

Podía sentir a los exiliados con claridad. Nos empujamos a un lado de

la puerta improvisada y entramos. Hice una pausa para enfocar mis sentidos.

—¿Y ahora qué? —murmuró Spence.

—Ellos están arriba —le dije, sin romper la concentración.

Estaban directamente encima de nosotros. Excavé en mi poder, no

solo mis sentidos, sino más allá.

Era como la noche en el Hades cuando había sentido a Onyx y la

llegada de Joel, al igual que lo que había empezado a sentir en el aeropuerto,

como si algún elemento de mí mismo, no físico, se levantara del suelo.

Me convertí en algo separado de mí misma. Capaz de ir a cualquier

lugar que quería con solo un pensamiento. Mis sentidos se movieron a través

de paredes, habitaciones y techos, capaces, poderosos. Me moví arriba, más

rápido de lo que mi cuerpo me podía llevar, y los encontré. Un grupo de

exiliados. Lincoln y Magda. Ya estaban peleando.

L

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Volví en mi misma, y me sentí desorientada. Una sensación no muy

diferente a la enfermedad del auto que había sentido antes me abrumó,

momentáneamente.

Spence estaba justo en mi cara y yo tenía que dar un paso atrás para

restablecer la distancia requerida. Tenía el ceño fruncido. Él me miraba como

una especie de rompecabezas que no podía armar.

Únete al club.

—Hay cuatro de ellos. —Pero yo sabía más que eso, sabía, por

ejemplo, que tres de ellos habían sido ángeles de la oscuridad, pero que el otro

debía ser Nahilius, ya que había sido un ángel de luz. Reconocí a uno como el

exiliado que había dejado ir esa noche en la granja. Era extraño. No pude

verlo, reconocerlo por su aspecto o características, se trataba más de una firma

interna.

Todo se conectó. Esta era mi prueba. Phoenix. De alguna manera era

la última palabra. Lo que no entendía era: ¿cómo? Sin duda, ¿no todos

podríamos haber caído en el lugar para él tan perfectamente?

—Spence, ellos ya están luchando. Magda con dos, Lincoln está

luchando contra los otros dos, uno de ellos es Nahilius. Escucha —le agarré

del hombro—, ninguno de ellos es muy poderoso, esto es raro. Quiero decir,

Phoenix está detrás de todo esto. ¿Por qué enviar exiliados que serían no más

que una amenaza?

—¿Tal vez ellos tienen armas, también? —sugirió Spence. Pero yo no

podía ver eso.

—Tal vez.

—¿Y? ¿Cómo quieres jugar a esto?

El sacrificio es una cosa divertida. A veces cuanto menos tiempo

tenemos para pensar en algo, más estamos dispuestos a hacerlo. Tal vez si yo

hubiera tenido el lujo del tiempo y consideración hubiera tomado una

decisión diferente. Nunca lo sabremos.

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No le dije todo a Spence, solo la parte que él iba a jugar. No es que

particularmente pensara que tendría problemas con eso, pero, bueno, no

quería que saltara el arma.

—Vamos —le dije, ya moviéndome.

Corrimos por las escaleras y en el primer nivel abierto. La planta había

sido despojada, directa hasta llegar al hormigón. Cableado eléctrico callejero

colgaba del techo. Todo lo de cualquier tipo de valor había sido tomado y el

resto, según se desprendía de los montones de ceniza que estaban tirados,

había sido quemado para mantener a los ocupantes ilegales calientes en el

invierno.

Edificios como este no se quedan vacantes por mucho tiempo en la

ciudad.

No había ningún lugar para esconderse, sin paredes quebrándose o

escritorios bajo los cuales esconderse, por lo que Spence y yo corrimos directo

en medio de la acción.

Nos trasladamos en línea recta pasando a los dos exiliados con los que

Magda estaba luchando fuera sin pausa. Ella no dejó de pelear o bajar la

guardia, pero ella nos vio. Y registré su... sorpresa.

Spence y yo seguíamos avanzando en la lucha con el exiliado que

estaba lidiando con Lincoln, lo que le dejó solo con Nahilius para

concentrarse. Lincoln se movió a Nahilius, que fue claramente superado. Me

sorprendí al ver cómo era tímido en la batalla el infame exiliado. Tal vez

cuando había tenido ayuda del otro exiliado tuvo la oportunidad de ganar a su

oponente pero ahora era uno a uno y Nahilius no tenía juego.

Podría haber sido porque la fuerza de Lincoln era implacable mientras

lanzaba el puño sólido en la cara de Nahilius, y por el estado de los exiliados,

ya había estado allí, hecho eso, pero yo no había visto tal lucha con el anterior

exilado.

Apenas estaba centrada cuando Lincoln gritó algo. Creo que fue

"Magda", pero no puedo estar segura porque fue revocada por la espantosa

grieta y el auge que reverberó por todo el edificio.

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Un tiroteo no es un sonido que normalmente se asocia con los

exiliados que luchan, por lo que sorprendió a todos. Todos hicimos una pausa,

una toma súper rápida de lo que acababa de suceder. Magda había disparado a

uno de los exiliados con los que estaba luchando.

Era una locura pensar que todo esto había tenido lugar dentro de unos

pocos segundos en que Spence y yo subimos por las escaleras.

Oí a Lincoln gritar:

—¡Fuera de aquí!

Supuse que la orden era para mí. Lo ignoré.

El exiliado al que habían disparado por toda la garganta, se retorcía en

el suelo, gritando, mientras gorgoteaba en su propia sangre.

Fue un error. Magda podría haberle devuelto, en su lugar había

elegido esta tortura.

Los Grigori existen para deshacerse de los exiliados. Tenemos que

tomar las medidas que sean necesarias para proteger la vida humana, para

proteger el libre albedrio y esperar que no te maten en el proceso, pero en

ninguna parte de la descripción del trabajo habla sobre torturar y mutilar. Eso

es lo que hacen los exiliados. Es una de las distinciones de suma importancia.

Griffin me había dicho eso mismo.

Magda acababa de cruzar la línea.

La sangre fluía del cuello del exiliado libremente durante unos

momentos antes de ser detenida. Él ya se estaba curando, pero no lo hacía

bien.

Me centré en el trabajo actual. Lincoln aún golpeaba a Nahilius, lo que

me sorprendió fue que llegaran algunos golpes a Lincoln también.

Magda gritó:

—¡Dispárale! —Y la mano de Lincoln fue a su cintura. Pude ver su

daga y la manija de lo que debe haber sido otra arma que sobresalía de sus

jeans. Sacó su daga.

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—¡Fuera, Violet! —me gruñó Lincoln.

Pero estaba exactamente donde necesitaba estar.

Pistola o daga, esto hacia una pequeña diferencia. Miré a Spence, que

tenía la ventaja en su lucha, pero podía ver que se estaba dejando llevar.

—¡Spence! ¡Date prisa! —grité.

Un instante después, Spence agarró el brazo del exiliado y lo retorció

detrás de su espalda. Giró al exiliado hasta tomar una decisión, pero no esperó

más que el tiempo que le tomó asegurar el bloqueo físico requerido para

liberar su poder por respuesta antes de que él condujera su daga en la espalda

baja del exiliado y hacia arriba. Como antes, el exiliado de Spence desapareció.

Simplemente desapareció.

Era ahora o nunca.

Solté mi mano y crucé los dedos.

Una niebla de amatista, no muy diferente de miles de millones de

diminutos cristales en el aire, se levantó de mí y sacudió la habitación. Cada

minúsculo cristal girando sin problemas, buscando todas las esquinas y

después disolviéndose en el momento en que se ponía en contacto.

Oí a Spence jadear. Tenía que haber sido él. Lincoln y Magda habían

visto mi niebla antes.

No me detuve o perdería la concentración, seguí empujando hacia

fuera, hasta que tuve a cada exiliado en mi control. Mis ojos se centraron en la

habitación y la niebla se asentó, a través de una pequeña lluvia que se

mantuvo alrededor de mí, después de cada uno de mis movimientos. Era parte

de mí.

Los exiliados fueron congelados. Paralizados, pero conscientes de lo

que estaba sucediendo. Comencé a dar pequeños pasos hacia Lincoln.

Antes de que cualquiera de nosotros pudiera avanzar más, Magda

hundió la daga en el exiliado con el que estaba luchando, al que ella no había

disparado. Era el mismo de la granja y al mismo tiempo no sentí ningún amor

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perdido, todavía pensaba que debería haber tenido derecho a su elección.

Magda no le había dado un segundo vistazo.

Lincoln me miró cuando tomé otro pequeño paso en su dirección,

luego a Nahilius. Una mano en un puño con los nudillos blancos alrededor de

su daga, la otra mano cerrada herméticamente. Magda gritó de nuevo para que

Lincoln matara a Nahilius y cuando Lincoln miró tomé mi oportunidad.

Me lancé hacia adelante a toda velocidad y mi puño fui directo a la

cara de Lincoln.

Normalmente, una medida de este tipo no era aconsejable. Lincoln

está cerca de ser insuperable e incluso en un mal día me vería venir. Pero esto

no era un mal día, era su peor. Canalicé toda mi fuerza en ese golpe, el

impacto fue suficiente para hacerlo perder el equilibrio. No perdí la ventaja de

la sorpresa y rápidamente fui con otro golpe en la cara. No pensé,

simplemente lo hice.

La daga se resbaló de su mano y se dejó caer de rodillas.

Uno más, Vi. Hazlo bien.

Los ojos de Lincoln, llenos de sorpresa, levantados a los míos cuando

yo giré alrededor y rodé mi pie sobre su cara. El impacto fue con toda la fuerza

de nuevo y se fue por completo.

—¿Qué demonios estás haciendo? —gritó Magda, pero cuando la miré,

Spence ya estaba sosteniendo su espalda. Solamente.

—Bonita pistola, Magda —dije—. ¿Piensas dispararme, también?

Magda me miró con sorpresa, luego a la mano que aún sostenía el

arma, ahora apuntándome. Ella bajó el brazo y trató de hacer caso omiso de

Spence. Lo bendije, él seguía aguantando.

—Lincoln es mi compañero. —Mis ojos revoloteando entre ella y

Lincoln—. Ahora de nuevo, a menos que vayas a usar esa cosa —le dije,

mirando a su arma de nuevo.

Ella se sacudió libre del agarre de Spence, quien le dejó esta vez, y dio

unos cuantos pasos lejos.

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Me volví hacia Lincoln y me arrodillé a su lado. Él iba a regresar. Yo

no tenía mucho tiempo.

Llamé a mí poder una vez más, esperando ser capaz de mantener la

influencia sobre los exiliados restantes a la vez que hacía esto. Me concentré

en el elemento de la curación y la envié a Lincoln sintiendo la energía del

recorrido con él. Lo envié a su corazón. Esperaba que al igual que sus poderes

hubieran buscado el dolor en mi corazón, el otro día mi poder pudo ser capaz

de hacer lo mismo e incluso aliviar un poco el dolor en el suyo.

Tenía que traerlo de nuevo a mí.

Mi poder se abrió camino a través de él, tocando su corazón e incluso

más profundo a la fibra de su alma. Pero estaba esperando algo. Para

despojarse de algunos miedos y del dolor de Lincoln, yo también tenía que

llenar el vacío, enviar algo para ocupar su lugar. Había muchas razones por las

que no debería, buenas razones, también, pero al final no fue fácil.

Envié mi amor.

Saqué la pistola de su cintura y la deslicé hacia Spence, que la detuvo

con el pie.

Lincoln abrió los ojos. Tomé la daga en la mano.

—Violet. ¿Qué... qué está pasando? Me has dejado fuera —dijo en

tono perplejo.

Sonreí con tristeza.

—Linc, todos tenemos opciones. —Mi mano instintivamente fue a su

cara, calmándolo—. No siempre son fáciles. Ahora tienes que hacer la tuya.

Me puse de pie, toda negocios ahora.

—Pero así es como va a funcionar.

—No entiendo.

Caminé hacia Nahilius, quien permaneció en silencio. Estaba viendo

lo que pasaba, con los ojos como dardos entre el lugar donde Lincoln y yo

estábamos a Magda y Spence. Él podía moverse un poco, y hablar, también, si

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quería, pero podía casi ver su mente trabajando, buscando entre todos,

buscando el punto débil.

—Si quieres matarlo, vas a tener que pedirme que lo haga —le dije,

levantando la mano para mostrar que estaba armada con su daga.

—Violet, no sabes lo que estás haciendo. No seas ridícula. —Empezó a

levantarse.

—Si te levantas del suelo, lo mato —le dije, tratando de no flaquear en

mis propias palabras.

—Esta no es tu batalla —me espetó, pero él no se levantó del suelo.

—Preferiría ser yo que tú.

—¿Cómo puedes decir eso?

—Porque, Linc, necesito que tomes la decisión adecuada.

Sus ojos verdes se clavaron en los míos.

—¿Tú me curaste, lo hiciste? —Se llevó la mano a su corazón—. La

opresión… la…

—El dolor. Yo no curo, solo alivio… y, y tú eres un idiota. No tienes

que llevar todo esto por tu cuenta —dije, una combinación de dolor y rabia

filtrándose en mis palabras.

Sosteniendo la daga, el brazo comenzó a temblar. Crecía la debilidad

de mantener a raya a los exiliados y la curación de Lincoln.

—Viniendo de ti, eso es… —empezó a decir, pero lo interrumpí.

—No voy a dejar que lo hagas. —Forcé el temblor para que parara y le

mostré otra cosa que había decidido.

Dejó escapar un pequeño grito.

—¡Él te va a matar! —gruñó a través de un susurro apenas audible—.

No puedo sobrevivir a eso.

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Quería tirarme al suelo, y arrastrarlo en la cuna de mis brazos. Decirle

que todo iba a estar bien. Pero eso sería una mentira. No sabía si las cosas

siempre estarían bien, para ninguno de nosotros. Y de alguna manera, sabía

que tratar de explicarle que Nahilius no era el problema no lo ayudaría. Me

mordí con fuerza en el interior de mi labio, me mordí hasta que me salió

sangre y sentí el aguijón. Forcé el control y lo mantuve firme.

—Si lo matas, te cambiará. Para siempre. Confía en mí...

Me quedé mirando a la nada, ese lugar que podía ir.

—Lo sé.

Miró al suelo.

—Ese es un precio que estoy dispuesto a pagar.

Negué con la cabeza hacia él, la desesperación mezclada con la

terquedad de la aceptación.

—¡Bueno, yo no lo estoy!

Lincoln, cada vez más confuso, miró de Nahilius a mí. Él estaba

sufriendo tanto. La cruel carga de protector inherente le agobiaba.

Mi única oportunidad para cambiar las cosas, consiguiendo una forma

de salvarnos a los dos.

—Tú no eres el único que va a pagar el precio de esta decisión. ¿No lo

entiendes? Dado los entrenamientos desde ese día... —Luché para mantener

mi voz cuando me defendí de los recuerdos tratando de invadirme—. La única

ocasión en que me encuentro a mí misma, a mí, es en ti.

La verdad picaba en mis ojos y parpadeé rápidamente las lágrimas y las

forcé a irse.

Ahora no es el momento de dejarlas correr

—Si lo haces, te habrás ido y ¿qué va a pasar conmigo?

Por favor, deja que funcione.

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—Tú no me necesitas para saber quién eres —dijo, en voz baja,

incapaz de mirarme.

—Por supuesto que sí. Cuando se pierde un alma, ¿cómo puede jamás

verse de nuevo si no en su…

—Homólogo —terminó, asombrado. Estaba mirándome a mí ahora,

los engranajes girando detrás de sus ojos vivos y verdes.

—Sí —le confesé, aliviada aún aterrorizada por estar admitiendo lo

que sabía.

Nos quedamos en silencio, él preguntándose a dónde ir desde aquí. La

confusión escrita en la cara de Lincoln, que se enfrentaba a una guerra

interna.

—Lincoln —dijo Magda suavemente—. Violet es joven. Ella no

entiende. Nahilius no se detendrá y no tendrás otra oportunidad. ¿Estás

dispuesto a correr ese riesgo? —Su voz era dulce miel, y más peligrosa que

cualquier picadura de abeja.

Los ojos de Lincoln recorrieran alrededor de la habitación,

frenéticamente. Él haría lo que creía que era lo mejor. Me protegería a toda

costa, lo sabía ahora. Al igual que lo haría yo con él.

—No voy a cazar —dijo Nahilius, sorprendiéndonos a todos.

Parecía como si quisiera decir algo más, pero mi brazo temblaba

gravemente ahora. Estaba fuera de tiempo. Reuní toda la fuerza que pude y

volví a Lincoln de nuevo.

—Decide. Si no te decides en cinco segundos, lo mato.

Por favor, por favor, por favor, deja que funcione.

Era la única opción. Si tenía que ser uno de nosotros, preferiría ser yo.

Yo ya estaba rota.

—Uno. Dos. Tres…

—¡Espera! —gritó Lincoln—. No, Violet. ¡No! —Dejó caer la cabeza y

bajó la voz—. No quiero esto.

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Dejé escapar el aliento que estaba sosteniendo mi brazo y me relajé,

todavía luchando para mantener mi poder sobre los demás exiliados.

Se puso de pie.

—Lo siento.

Di un paso hacia él, dejando caer los hombros con alivio, pero me

estremecí cuando detrás de mí, Nahilius gritó:

—¡No!

Incluso dando vuelta a una velocidad inhumana no me dio tiempo

para llegar a ver o impedir algo de eso. Todo lo que vi fue a Magda de pie

detrás de Nahilius, la punta de la daga saliendo a través de su pecho.

—¡Perra! —gimió Nahilius, mirándome directamente a los ojos

mientras caía de rodillas, pero antes de llegar al suelo, se había ido.

Me sorprendió por el veneno de la palabra destinado para mí hasta que

me di cuenta de que no tenía derecho a ella. Lo había mantenido en ese estado

inmóvil, poniendo en peligro su vida, entonces, cuando yo había terminado

con él, había hecho otra cosa, dar la espalda a tiempo para su fin.

Soy una perra.

Spence miró, con las manos pegadas medio en el aire, la boca abierta.

No sabía qué hacer. No lo podía culpar, ni lo hice. Habíamos querido evitar el

uso de armas de fuego y que Lincoln matara a Nahilius por las razones

equivocadas. No habíamos considerado las cosas más allá. No es como si

estuviéramos planeando enviar a los exiliados al final con una palmadita en la

espalda.

Fue Lincoln quien se acercó y se detuvo en el lugar en que Nahilius ya

no estaba.

—Magda, no tenías derecho.

Pero Magda se mantuvo de pie mientras enfundaba la daga.

—Tenía todo el derecho, Lincoln. Ayudé a hacer esto en tu camino y

le permití hacer la llamada, pero él es un exiliado y está fuera de función. No

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lo siento por eso. —Ella se alejó hacia las escaleras—. Estaré abajo cuando

ustedes dos terminen con la reunión.

Spence eligió este momento para caminar hacia el último exilado, que

estaba en silencio recuperándose en el suelo de su herida de bala. Me miró

rápidamente. Él no estaba pidiendo permiso, Magda tenía razón, esta era

nuestra descripción de trabajo, que estaba revisando no oponerme, y no lo

hice.

Era más rápido.

Lincoln y yo nos miramos en silencio.

—Uhm... —dijo Spence, luciendo incómodo—. Creo que me iré a

tomar la mano de Maggy. —Nos estaba dando espacio.

Lincoln me atrajo en un abrazo tan pronto como Spence se perdió de

vista.

—Siento no haberte visto en mucho tiempo.

—No lo has hecho.

—Supongo que no. Lo siento —dijo, sus palabras llenas de emoción

cuando me abrazó, respirando profundamente. Podría haber jurado que yo

respiraba a la vez—. No podía dejar que te afectara.

—Lo sé. Ya se acabó.

Se apartó del abrazo.

—Oye, no... ya sabes... cuando me curaste... no tenías que… —Pero

no tuvo la oportunidad de terminar. Es muy difícil cuando alguien te está

besando.

Fue un error, por completo.

Pero tenía razón, por completo.

Nuestras almas estaban conectadas. Me di cuenta cuando comprendí

mi alcance para ayudar a sanar el corazón de Lincoln que no debería ser capaz

de hacer esto. Phoenix puede ser capaz de tener una conexión física conmigo,

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incluso manipular mis emociones, pero todo eso estaba relacionado con los

sentidos, las fuerzas externas. El alma es la única parte que es eterna, que

trasciende la tela y va más allá, en las fibras más pequeñas de nuestra propia

existencia. Mi alma pertenecía a Lincoln como la suya pertenecía a la mía.

¿Estará todo bien? ¿Abrirá las puertas de un felices para siempre? Por supuesto

que no. Nunca habrá una garantía, solo una sensación, y eso no era suficiente.

No por el riesgo.

Pero lo besé de todos modos. Abrí mi poder para él. No para fines de

curación, pero para una breve liberación. Estaba nerviosa que me alejara y me

sentí vacilar por un momento, pero luego como mi poder había abierto al

suyo inundándolo en mí. Finalmente, ya no podíamos negar la verdad el uno

al otro.

Incluso si es solo por este momento. Es perfecto.

Me aparté de él, pero mantuve mis brazos alrededor de su cintura. No

queriendo romper el contacto todavía. Por una vez, las cosas eran como

debían ser. Él sabía que lo amaba, sabía que me amaba.

No dijimos que no duraría. Que había demasiado en juego. Y no

fingimos que no era real. Un momento robado que me castigaría más tarde.

Dolorosamente.

Era una sentencia que estaba preparada para cumplir.

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Capítulo 23 “Hay siempre algo de locura en el amor. Pero también siempre hay

alguna razón en la locura”.

Friedrich Nietzsche.

Traducido por val_mar(SOS), Vanehz y Jo (SOS)

Corregido por Curitiba

n el camino al aeropuerto, Spence y yo recogimos a Magda y a

Lincoln. Sabían algo de lo que Griffin había dicho, pero no

habían escuchado acerca del avión o el destino.

—No puedo creer que fuiste a ese hangar de aviones sin mí —dijo

Lincoln. Pero era solo preocupación, sin acusación. He tenido problemas para

seguir, de todos modos. Pensamientos lúcidos eran difíciles de conservar.

Estaba aun sosteniendo mi mano, su pulgar corriendo encima, para atrás y

adelante, suavemente. No podía parar el conteo. Estaba en sesenta y tres.

Sesenta y cuatro.

—Todo es por Phoenix —dije, mi voz contenida Las mentiras y las

omisiones tienen que parar. Lincoln podía soportarlo y merecía la verdad—,

fue Phoenix quien trajo de vuelta a Nahilius.

Magda se dio vuelta del asiento del frente con sorpresa, antes posando

una mirada agria en mí.

Jesús, ella me odia en extremo.

Lincoln estaba en shock, también, pero continué.

—Lo hizo para distraerte. Quería separarnos.

E

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La mano libre de Lincoln cerrada en un puño. Escuché su respiración

profunda, de la manera que lo hacía cuando estaba enojado por algo. De todas

las personas para usar a Nahilius contra él, Phoenix era el peor. Al final,

Lincoln solo asintió. Lo consiguió. No iba a molestarlo.

Conducimos el resto del camino en silencio. Spence estaba texteando

en su teléfono, constantemente, y Magda no nos examinó de nuevo, pero sabía

que ella había escuchado todo. Suponía que ella estaba enojada porque no era

la que sostenía la mano de Lincoln en este momento.

No puedo decir que me siento mal por lo que pienso.

Mientras nos acercábamos al aeropuerto. Lincoln apretó mi mano y la

arrastró más cerca de mí de lo que el asiento trasero permitiría.

—Gracias, Vi —susurró.

No era el único que tragó duro. Sabía lo que él estaba diciendo, cuan

grande era. Salvar a alguien de hacer algo tan terrorífico, algo de lo que nunca

habría sido capaz de volver, sabía cuánto significaba. Estaba contenta de que

pudiera salvarlo. Se sentía un poco como que me estaba rescatando, también.

El taxi paró afuera de las salidas y todos salimos, excepto Spence.

Estaba aun ocupado tecleando en su teléfono.

—Chicos entren. Los veré cuando vuelvan —dijo, apenas levantando

la vista.

Magda ya había caminado al frente, sin preocuparse por lo que alguno

de nosotros estábamos haciendo justo ahora.

Enfurruñada, ¿mucho?

Cuando Spence se dio cuenta de que no me había movido, levantó la

mirada y nos dio una sonrisa forzada.

—Está bien. En serio. No tengo: compañero, ni boleto. Bien. Escuché

que Jordania apesta, de todos modos. —Jaló la puerta del taxi y volvió a su

teléfono—. Nos vemos después chicos —dijo a través de la ventana abierta.

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El auto se alejó y Lincoln, aun sosteniendo mi mano, empezó a

caminar hacia el área de salidas.

—¿Crees que él realmente va a dejar ir esto?

—Ni hablar —respondí.

Pero antes de que pudiéramos comenzar a especular sobre lo que

Spence iba hacer mi teléfono sonó. Tenía que soltar la mano de Lincoln para

sacarlo. No quería. Una vez que la conexión estaba rota… sabía que esto no

era para siempre y deseé poder sostenerla un poco más. Pero entonces,

Lincoln me dejó ir.

—Creo que es tuyo —dijo, sonriendo mientras mi corazón se hundió

pensando que parecía tan fácil para él.

Supongo que es eso.

—¿Hola? —dije.

—Violet, dime que los tienes —dijo Griffin.

—Sí, estamos en el aeropuerto, ¿dónde vamos?

—Tendrás que correr, estamos ya en la pista y quieren despegar. No

vayan a través de la terminal comercial. Ven alrededor del extremo sur del

edificio y por las puertas de seguridad allí. Hay un soldado uniformado,

Lieutenan Marks, que te conducirá. No digas nada a nadie.

—¿Necesitamos pasaportes? —dije, de pronto asustándome por si

había cometido un terrible error.

—No. Solo ve a Marks rápido y estarás bien. ¡Date prisa!

Ya estaba corriendo, con Lincoln a mi lado manteniendo mi paso. No

podíamos ver a Magda, ella había ido al frente en el edificio comercial.

Después de un par de minutos de correr de manera más rápida para los

humanos normales, divisamos las puertas de seguridad y teníamos que

caminar lento, había más gente alrededor. Seleccionamos al oficial que debía

ser Lieutenant Marks, desde que estaba uniformado y ya viendo directo a

nosotros. Tan pronto como alcanzamos las puertas, él dijo algo para los

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oficiales de seguridad que después asintieron a nosotros. Marks nos saludó y

ya estaba corriendo hacia la pista. Seguimos el ejemplo.

Cuando golpeamos la pista abierta, Marks señaló al gran avión verde

que tenía al menos una docena de militares cuidando alrededor y estaba

inmóvil en la pista. Después de un rápido asentimiento, comenzó a ir en la

dirección opuesta.

Lincoln tomó la iniciativa y corrimos de vuelta al final del avión, que

se encontraba aun abierto. Griffin estaba parado ahí con un chico vestido de la

cabeza a los pies en camuflaje verde.

—¿Son los últimos dos? —El chico uniformado gritó por encima del

rugido de los motores.

—¡No! —gritó Lincoln de vuelta—. ¡Uno más en camino!

Miramos detrás de nosotros, pero no pudimos ver indicio de Magda.

El soldado miró de vuelta a Griffin.

—¡Lo siento, pero tenemos que irnos o perderemos nuestro espacio!

Tu amiga tendrá que tomar un vuelo después. Tenemos un avión de transporte

dirigiéndose a Jordania mañana, los rezagados pueden subir a ese.

Griffin claramente quería discutir, pero el chico de la armada estaba

muy ocupado empujándonos hacia las escaleras mientras un camión militar

estaba conduciendo a la rampa.

—¡Eso es todo de ellos! —gritó el conductor mientras saltaba fuera y

empezaba a bajar la rampa—. ¡Estás bien para irte!

El soldado nos hizo pasar más adentro y gritó en su radio.

—¡Todo claro para partir! ¡Puertas arriba!

Luego le dio a Griffin un saludo, que adecuadamente lo imitó en

respuesta, y desapareció al frente del avión.

Cuando las puertas se cerraron las cosas se volvieron mucho más

fáciles de escuchar.

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—Correcto —dijo Griffin, mirándonos a Lincoln y a mí, y abajo.

Estábamos sosteniéndonos las manos pero de alguna manera, sin notarlo nos

habíamos movido muy cerca, nos encontrábamos tocándonos del hombro al

codo—. Será mejor que me digas lo que ha estado pasando en el Hades —dijo,

mientras lo seguíamos a la parte superior del avión de dos pisos.

Era asombroso, no tan grande como el Antonov5 que Phoenix había

usado, pero aun así era genial. Spence habría estado en el paraíso. El área de

carga era muy normal. Pero el segundo piso era muy similar a un avión

comercial, aunque los asientos eran más grandes y había escritorios dispersos

entre ellos, Grffin se paró en la primera serie de asientos dispuestos como una

cabina de cuatro plazas. Todos los demás ya estaban en el avión, sentados y

asegurados. Nyla y Rudyard estaban enfrente de Zoe y Salvatore un par de

filas detrás de ellos.

Lincoln y yo informamos a Griffin lo que había pasado con Nahilius.

Me puse nerviosa cuando tuvimos que mencionar las armas, pero Lincoln se

detuvo y explicó. Tomó la responsabilidad de todo y no se saltó nada. Él

realmente estaba sintiendo de nuevo, todo el martirio.

Griffin pulió lo más importante.

—Así que Magda tiene armas estos días —dijo, en un tono ligero.

Pobre Griffin. Se veía exhausto. Había estado corriendo por toda la

ciudad intentando organizarnos tan bien como la ciudad entera. Magda

debería haberle ayudado, no poniendo un arma en las manos de Lincoln.

—Griff, esto es sobre mí. No es culpa de Magda. Estaba fuera de

control. Ella solo estaba intentando ayudarme —confesó Lincoln, inclinando

la cabeza con vergüenza. Luché con la urgencia de incluir mi opinión en las

cosas.

—Sí, bien, lidiaremos con eso más tarde. Solo vamos a Jordania a

encontrar esas Escrituras.

5 Antonov: Es un avión de transporte estratégico fabricado por Antónov en la Unión Soviética durante

los años 1980.

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Griffin sacó un expediente de su maleta y se sentó. Por cómo lucía,

quería que lo dejaran solo.

—Abróchense el cinturón para el despegue —dijo una voz masculina a

través de los parlantes. Era raro oír que sonaba como una orden en vez de la

educada aeromoza de una aerolínea.

Lincoln tomó mi mano otra vez y exhalé, como si me calmara solo por

su toque. Tiró de mí hacia atrás del avión. Cuando pasamos a Rudyard, sacó su

mano y agarró mi muñeca libre.

—¿Estás segura? —dijo tanto para Lincoln como para mí.

Mis ojos se ampliaron, mi boca se secó rápidamente. Estaba a punto de

explicar, de decir que sabíamos que era demasiado arriesgado, cuando miré a

Lincoln. Estaba sonriendo.

—Tenemos hambre, Rudy, hablaremos más tarde —dijo Lincoln y

empezó a tirar de mí hacia él otra vez. Rudyard mantuvo mi muñeca sujeta.

No dijo nada, solo la sostuvo por ese momento extra, apretando un poco

demasiado y entonces lentamente la dejó ir con una sonrisa pensativa que no

podía descifrar.

Lincoln se detuvo en la despensa al final de la cabina y me alcanzó un

plátano que sabía que era para él y papas fritas que sabía eran para mí. Estaba

de algún modo entre atónita, exaltada y… petrificada. Lincoln lucía feliz.

Agarró un par de botellas de agua y nos sentamos en los asientos negros tras

Zoe y Salvatore, que dijeron un rápido hola, dejándonos en paz.

¿Es esto posible? ¿Qué Lincoln de verdad quiera mantener su sujeción

en mí más que solo ahora?

Pasé por los movimientos, colocándome el cinturón de seguridad y

comiendo mis papas fritas en una nube, tratando de resolverlo. Éramos almas

gemelas, estaba casi segura de eso. Pero como siempre, estaba esa voz que

apartaba todo, susurrando en mi oído:

¿Estás lo suficientemente segura? ¿Suficientemente segura para dejarlo

arriesgar su poder?

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Miré hacia afuera por la ventana.

Maldición.

Phoenix estaba también, probablemente, en su camino hacia Jordania.

Nadie lo había sentido o a algún otro exiliado en el aeropuerto, se habían ido a

alguna parte. Nunca sería fácil. Éramos Grigori, ángeles guerreros que trataban

con los ángeles de esferas separadas. Ególatras de lo peor de lo peor, pero

ahora, por primera vez, había la posibilidad de que pudiéramos encararlo

juntos. Compañeros en todas las formas.

Si estás en lo cierto. Y si estás equivocada, él nunca te perdonará.

Lincoln mordisqueaba su plátano, robando una de mis frituras de

cuando en cuando, hablamos por mucho tiempo. Traté, sin éxito, de

enfocarme mientras hablaba de cómo mi papá estaba en su propio viaje, lo

cual solo me recordó que debía llamarlo. Hablamos sobre cómo extrañaría la

escuela y que era bueno que Steph pudiera ayudarme a ponerme al día, en un

avión militar en nuestro camino a pelear con los exiliados por las Escrituras

que se habían perdido en un viaje de escala. Pensaba que podíamos ir juntos y

usarlo para entrenar.

No sé en qué momento me quedé dormida, solo que sus brazos se

mantuvieron envueltos alrededor de mí, todo el tiempo. Por primera vez que

pudiera recordar, soñé que sol brillaba y el mundo era como debía ser. Un

sueño.

Al final, sin embargo, todos despertamos… ¿Cierto?

Lincoln tuvo que convencerme de despertar cuando aterrizamos. Me

sorprendía que no hubiera despertado cuando tocamos suelo.

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—¿Dónde estamos? —pregunté, somnolienta.

—Jordania. Dormiste durante el recargo de combustible —dijo

Lincoln.

Supuse que estaba más exhausta de lo que me había dado cuenta.

—¿Dormiste algo? —pregunté, dando grandes sorbos de agua, segura

de que tenía un horrible aliento matutino.

Dio una pequeña sacudida de cabeza.

—No significa que no soñara, sin embargo. —Alisó mi cabello hacia

atrás.

Debía de verme horrible.

—Luces hermosa —dijo, sonriendo.

—Ja, ja.

—Lo haces. Eres más hermosa justo después de que te has levantado.

Es siempre mi momento favorito, cuando vamos a correr en la mañana y tengo

la oportunidad de verte a primera hora. —Siguió jugando con mi cabello.

Tenía el sentimiento de que estaba disfrutando decir estas cosas en voz

alta. Libre. Había un montón de cosas que desearía poder decir en voz alta.

Pero no podía, así que lo golpeé en el brazo sin embargo y reí.

Zoe y Salvatore estaban acarreando maletas fuera del área de carga

cuando bajamos las escaleras.

—Ya era tiempo de que se nos unieran, no somos sus burros de carga,

ya saben —dijo Zoe, pisando fuerte lanzando maletas a Salvatore. Creo que

realmente estaba apuntando a una zona muy sensible.

—Ah… Zoe, no trajimos ninguna maleta con nosotros —dije,

lanzándole una sonrisa de perra de la que Steph habría estado orgullosa.

—¡Nosotros empacamos por ustedes! —Catapultó una bolsa de lona

hacia mi cabeza tan rápido que tuve que agacharme.

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Lincoln la atrapó.

—Cálmate, Zoe —dijo, atrapando la segunda bolsa que vino

zumbando hacia nosotros, pero estaba riendo.

Nyla y Rudyard caminaron pasando con sus bolsas y Griffin pronto

estuvo cargándolas en el minibús, esperando en la pista.

Lincoln llevó el equipaje de ambos y salimos del avión, pero tan

pronto como toqué el aire del exterior, sentí algo extraño. No extraño,

exactamente, eran los sentidos, pero estaban… ¡En carne viva!

La manzana se deslizó en mi lengua. Dejé caer la mano de Lincoln, la

cual había, de alguna forma, terminado en la mía otra vez.

—¡Vi! —Le oí decir antes de que las aves me rodearan tan de cerca

que prácticamente podía sentirlas arremeter y las ramas azotaban tan

maniáticamente que estaba segura de que estaban flagelándome.

Mis manos estaban en mi rostro, tratando de apartar el sentimiento

sobrecogedor de esencia de flores, como tallos carnosos dejados en agua

mucho después de haber perecido, y traté de hacer retroceder las intensas

visiones de mañana y tarde mientras se derretían dentro y fuera de otra,

trabajando con el frío calor que ahora me llenaba; hielo por huesos y lava por

sangre.

Alguien estaba arrastrándome de vuelta al avión.

—Violet. Soy yo. —Me sostenía apretadamente desde atrás y hablaba

justo en mi oído—. Estoy aquí. Voy a ayudarte, dame las sensaciones —dijo

suavemente—. ¿De acuerdo?

No podía responder, solo podía gritar, pero Lincoln no estaba

esperando que respondiera, de cualquier forma. Me tomó en sus manos, como

lo había hecho antes, rompió a través de las sensaciones, encontrando su

camino a través de un beso. Pasó más rápido de lo que lo había hecho antes.

Sabíamos lo que podíamos hacer juntos, confiábamos en eso. Confiábamos uno

en el otro.

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Le alimenté con las sensaciones una por una moviéndose a través de

mí, hacia él y más allá. Mi visión regresó. Podía respirar el aroma soleado de

Lincoln, ese toque de miel que venía cuando usaba su poder sobre mí, y

saborear sus labios sobre los míos.

Tiró de mí para acercarme y besó mi mejilla.

—Te tengo —susurró, sonando agotado.

—¿Realmente tengo mal aliento? —pregunté temblorosamente,

diciendo la primera cosa que se vino a mi mente.

Me dio una risa baja que sonó bastante como alivio.

—Todo lo que pude saborear fue manzana —me aseguró. Estaba

bastante segura de que estaba mintiendo, pero me abracé a él apretadamente.

—Hay algo allá afuera. —No podía contener el temblor de mi voz.

—Lo deduje. ¿Exiliados?

—Exiliado —aclaré—. Y no es como alguno que haya sentido antes.

—Y aun así, en el momento en que lo dije en voz alta, no pude evitar sentir

que no era realmente cierto. Había sentido algo similar antes. Simplemente no

tenía idea de cuándo o dónde. Me estremecí—. Era antiguo. Cuando las

sensaciones me golpearon, se sintió como si estuvieran dirigidas solo a mí.

¿Sentiste algo?

—No, no hasta que estuve sintiéndolo a través de ti.

—Ninguno de nosotros lo hizo —dijo Nyla, quien estaba un poco más

atrás con los otros.

—Pero sé lo que quieres decir —dijo Lincoln, aun sosteniéndome—.

Tienen una ventaja para ellos.

—Sí, como las sensaciones que habían sido bloqueadas por un tiempo

realmente largo, cuando habían construido toda esta presión y se había vuelto

viejo y mohoso. Cuando me alcanzaron, simplemente explotaron.

Nyla miró a Rudyard. Estaban preocupados. No era una buena señal.

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—Violet, necesitamos ir al hotel. No podemos defendernos aquí.

¿Puedes intentar afuera de nuevo? —preguntó Nyla, mientras Rudyard

empujaba a los otros adelante.

Miré a Lincoln nerviosa.

—No me iré de tu lado. —Tomó mi temblorosa mano, sosteniéndola

firme para darme fortaleza.

Asentí.

—¡Vamos! —llamó Griffin desde el pavimento, sosteniendo abiertas

las puertas del minibús.

Todos salimos. Lincoln a un lado mío, Nyla en el otro, pero esta vez

cuando salí era diferente.

—Nada —dije, a pesar de que no me podía relajar.

—Mantén tus defensas altas, solo por si acaso —dijo Nyla.

Una vez que todos estábamos metidos dentro del minibús

comenzamos a dirigirnos al hotel.

Salvatore se inclinó sobre su asiento en frente de mí y me pasó una

botella de agua.

—Gracias —dije, aún a pesar de que deseé que no lo hubiera hecho.

Mis manos estaban temblando mucho y ahora todos lo podían ver.

Lincoln se acomodó, dándome espacio. Sabía que no debía acosarme

cuando estaba así, que odiaba sentirme como si fuera demasiado débil para

cuidarme. Nyla no hizo lo mismo, pero la mirada de muerte que obtuvo

cuando comenzó a palmear mi brazo la detuvo en seco.

Honestamente, no soy un perro.

—¿Dónde estamos yendo de todas formas? —pregunté mientras

pasábamos manejando una señal que decía Amman, con ganas de alejar el

centro de atención de mí. Sabía que todos estaban esperando respuestas, pero

no las tenía y estaba comenzando a sentirme claustrofóbica.

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Griffin se giró para enfrentarnos desde el frente donde estaba

estudiando un mapa con Rudyard.

—Estamos yendo a una fortaleza Grigori en las montañas, afuera de la

ciudad de Madaba. Grigori tiene hoteles por todo el mundo, como donde Nyla

y Rudyard se están quedando. Es el lugar más seguro para nosotros, pero…

—Aquí vamos —dijo Zoe, modulando exactamente lo que estaba

pensando.

—…son una especie diferente de Grigori. Este es un lugar sagrado y

los Grigori locales se ven a sí mismos como guardianes de la tierra. Tendrás

que intentar entender y respetar sus formas, de otro modo no nos ayudarán.

—No estoy entendiendo —dijo Salvatore, adelantándose en su

asiento—. ¿Esta raza es diferente?

Yo sí.

—Religiosa, ¿cierto?

—Devota —dijo Griffin.

—Bien —dijo Salvatore, asintiendo mientras tiraba una cadena desde

abajo del cuello de su camiseta. De alguna manera, dudaba que una pequeña

cruz de oro fuera a hacer alguna diferencia.

Mientras la conversación menguaba cambié mi atención al chico del

ejército manejando el minibús y otro oficial del ejército, una mujer, sentada

junto a él. Lucían bastante autoritarios, el chico grande y aterrador, la chica

más pequeña pero compensaba con una armería seria colgando de ella. Tenían

el mensaje de ni siquiera me mires sonando fuerte y claro.

Lincoln estaba hablando con Salvatore. Bueno, intentando. Zoe miró

atrás y me atrapó mirando fijamente al chico comandante.

—Lindo, ¿huh? Me lo pido —susurró ella.

—Puedes tenerlo, ¿pero cuál es el asunto? ¿Cómo es que nos están

ayudando?

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Ella levantó sus pies en el asiento de adelante y metió unos pocos

m&m’s, los que había sacado de su mochila, dentro de su boca.

—Rudyard les dijo que exiliados estaban alterando sus aeroplanos.

Hay Grigori en toda la milicia.

—¿Por qué?

—¡Necesitas leer un libro o algo! Se dieron cuenta hace mucho tiempo

que los exiliados irían por el trabajo de poder y que una manera de llegar allí

es a través de las tropas militares. Además, así es como pueden poner sus

manos en todos los juguetes entretenidos. De todas formas, atrae mucha

atención cuando los civiles como tú y yo corremos con dagas levantadas, así

que los Grigori tienen gente establecida en todos los sectores de la milicia,

quienes lidian con los exiliados en el camino. Genial, ¿huh?

—Supongo —dije, sosteniendo el pasamanos mientras avanzábamos

por un camino pedregoso.

—¿Cuál es el plan una vez que llegamos allí? —preguntó Lincoln a

Griffin.

—Necesitamos hablar con el Grigori local. Nos están esperando, pero

no saben exactamente por qué. Pensamos que es mejor mantener todo lo más

silencioso posible hasta que estuviéramos aquí. Esta es una cosa grande. Donde

nos vamos es un lugar sagrado. Puede no ser fácil.

¡Como si algo de esto lo fuera alguna vez!

Llegamos a la ciudad de Madaba y seguimos avanzando. Nunca he ido

a Jordania antes, nunca he estado en algún lugar realmente. Era fascinante.

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Bajé la ventana lo poco que se podía. Calor abrazador entró por la rendija, seco

y denso. La ciudad estaba atareada y no era lo que yo habría esperado. Las

calles estaban llenas de autos y pequeñas camionetas que estaban abiertas en la

parte trasera con lugareños sentados en los bordes, con los pies colgando. Toda

la ciudad era del color de la tierra del desierto, y todos los edificios de piedra o

concreto y no más de unos pocos pisos de alto. De vez en cuando pasaríamos

algo más moderno, hecho de ladrillo, usualmente un hotel, pero solo lucían

fuera de lugar.

Todo era un poco monocromático. Hasta la señalización era

predominantemente café oscuro con palabras en blanco escritas en árabe y

algunos otros idiomas que no reconocí. ¿Los únicos en inglés? Los carteles

brillantes de Coca-Cola.

—Madaba es famosa por sus mosaicos —dijo Rudyard, mirando hacia

atrás a nosotros—. Hay toda una escuela dedicada a la restauración y

preservación de los descubrimientos de mosaicos que se han hecho en la

historia reciente.

Amaba los mosaicos. Había hecho un estudio de ellos en arte el año

pasado. De alguna manera, sin embargo, estaba apostando a que no estaríamos

haciendo mucho turismo.

Anduvimos en silencio, pero mientras alcanzábamos el borde de la

ciudad, probé la manzana. Extrañamente, no sentía los otros sentidos. Miré

hacia afuera de la ventana, intentando ver qué o a quién estaba sintiendo.

Pasamos los últimos edificios de la cuadra y un hombre en batas descoloridas

se paró encorvado, solo. Mientras nuestro minibús pasaba, levantó su cabeza.

Estaba usando una capucha así que no pude ver su rostro, pero habría podido

jurar que sentí sus ojos en mí.

Antes de que pudiera siquiera decir algo a los otros, antes de que

tuviera una idea de qué era lo que diría, giramos en la esquina y llegamos al

camino abierto de nuevo. Miré hacia atrás para ver que el hombre en batas

nos había seguido por la esquina y nos observaba alejarnos. Miré a través del

sucio vidrio, mirando a Madaba y el extraño desaparecer mientras el

persistente sabor de manzana lentamente se disolvía en mi boca.

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—¡Oh! Pero. ¡Vamos! —dijo Zoe, rompiendo mi trance.

Me giré para verla empujando su camino hacia el frente del minibús.

Obviamente, me había perdido algo. Nyla y Rudyard estaban riendo

histéricamente.

—Necesitas apreciar todos los tipos de música, Zoe —dijo Rudyard,

bloqueando su camino a donde Griffin estaba vigilando los controles del

estéreo.

—Aquí, traje mi iPod. Puedes elegir cualquier canción de ese, la que

quieras, solo apaga esa mierda que estás escuchando. Lo juro, ¡ustedes se

tienen que mover con los tiempos!

Griffin subió el volumen. Estaba sonando una canción antigua que

reconocí pero no sabía el nombre. Era una con la que podía recordar ser

torturada cuando niña cuando papá realmente tenía el control de la radio.

Estaba completamente de acuerdo con Zoe. Hasta Salvatore parecía ofendido

por la elección de la música.

Zoe se hundió en su asiento, murmurando algo acerca de que

provocaría una tormenta de arena. Solo incliné mi cabeza contra la ventana, la

que estaba cálida e incómoda, haciendo juego con el sentimiento de los

asientos cubiertos de vinilo, los que se habían pegado a mis muslos. Tenía

pocas dudas de que a donde nos estábamos dirigiendo en las montañas sería

del tipo de lugar minimalista.

Mi mente vagó de nuevo mientras continuábamos por el desierto. Era

imposible no pensar en la última vez que había estado en un lugar como este.

La muerte se sentía peligrosamente cerca. Al menos no estaba sola esta vez.

Pero entonces, esta vez, sabía quién me estaba esperando y no tenía idea de

qué haría con él.

O qué estaba planeando hacer él conmigo.

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Capítulo 24 “Los que odian más fervientemente, deben haber amado alguna vez

profundamente;

aquellos que quieren negar el mundo, alguna vez deben haber

abrazado lo que ahora quieren incendiar.”

Kurt Tucholsky

Traducido por Kasycrazy

Corregido por Lizzie

uau.

No sé quién más lo dijo. Sonaba

como un coro aunque, quizás éramos

todos nosotros.

Bueno, cuando estoy equivocada, estoy totalmente equivocada.

—¿Estás seguro de que aquí es dónde nos vamos a quedar? —pregunté,

de pie, delante del edificio más grande sobre el que jamás había puesto los

ojos. Ubicado en las gigantescas montañas de piedra, con cataratas cayendo en

cascada detrás suyo, todo el lugar, palacio es la única palabra para él, estaba

construido con pesados bloques de arenisca y coronado con techos

abovedados. Era algún lugar entre el palacio de Aladino y la puerta de acceso

ideal de Steph.

—Steph va a alucinar —dije, pensando en ella.

Salvatore asintió, mirando confuso alrededor. Seguí su mirada.

La única cosa que no había, era gente.

—G

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—Voy a buscar a alguien —dijo Griffin, avanzando hacia las puertas

de entrada hechas de madera maciza.

Lincoln le dio un apretón a mi hombro.

—Espera. Iré contigo —dijo él, corriendo detrás de Griffin.

Finalmente, él nos permitió ser lo que siempre había soñado. Así que,

¿por qué me estaba volviendo loca?

Una vez que él y Griffin habían salido por la puerta principal, el resto

de nosotros, poco a poco, siguió con el equipaje. Cuando llegamos a la zona del

vestíbulo principal, de nuevo, me quedé sorprendida por lo bonito que era.

Estábamos en medio de la nada y, sin embargo, aquí estaba este espectacular

escondite.

Deshicimos la maleta mientras Griffin y Lincoln se acercaban con un

hombre y una mujer, ambos vistiendo el mismo tipo de equipamiento. No

exactamente túnicas como las que había visto cubriendo a algunas mujeres de

la ciudad, más bien ancha ropa de yoga o algo. Pantalones negros de algodón

que terminaban por encima de los tobillos, revelando unas sandalias casi

iguales debajo y una amplia parte superior de media manga en la misma tela.

No sabía si era una cosa cultural, algo religioso o, simplemente… cómoda.

—Éstos son Azeem y Ermina. Son compañeros Grigori y los

propietarios del hotel. Azeem es de un Serafín.

Azeem era monstruosamente alto y tenía buen tipo. Todo en él

parecía enorme, y cuando extendió su mano en ofrecimiento, todos los demás

parecían ser devorados en su dominio. Ermina era todo lo contrario, pequeña

en todos los sentidos.

Dijimos hola y entendimos que, desde que Azeem era de los Serafines,

Griffin solo nos había presentado al líder por estos lares.

—No estamos abiertos para el negocio habitual, en este momento.

Hemos estado tomándonos un descanso del público, un tiempo para la

oración. No tenemos que abrir de nuevo hasta el próximo mes. El hotel está

cerrado casi en su totalidad, pero hemos preparado el ala norte, que se abrirá

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para ustedes. Encontrarán todo lo que necesiten, las comidas se sirven en el

comedor —dijo Azeem en una profunda y madura voz.

Rudyard hizo una pequeña reverencia respetuosa.

—Gracias, Azeem. Sentimos imponernos y no estaremos aquí mucho

tiempo.

—No hay problema, aunque nos gustaría conocer sus intenciones.

Nyla dio un paso adelante.

—Estaríamos encantados de discutir esto y esperamos que, luego,

podamos pedir su ayuda. Aunque tal vez podríamos acomodarnos y dar un

paseo por sus sistemas de seguridad, primero.

Siempre pensando de forma táctica, Nyla iba a asegurarse de que

estábamos a salvo, primero. Tenía que admirar su enfoque directo.

Azeem y Ermina intercambiaron una mirada y, por un momento,

pensé que podríamos tener un problema, pero después, asintieron.

—Ermina les mostrará sus habitaciones y, luego, yo les daré un

recorrido —confirmó Azeem.

Cuando llegamos a las salas de elección, el pánico inició. No podía

mirar a Lincoln. Griffin tomó la primera, entonces, mientras caminábamos por

el pasillo, Ermina fue asignando las suites de uno en uno. Me impresionó que

recordara todos nuestros nombres de las breves presentaciones. Se veía tan

dócil, especialmente para un Grigori. Si no lo hubiera sabido mejor —mirando

su cuerpo frágil, su cabello de ratón y pequeñas facciones— yo hubiera

pensado que una ráfaga de viento podría acabar con ella.

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Griffin entró en su habitación, pero justo antes de cerrar la puerta, me

echó un vistazo. Estaba segura de que quería decir algo, pero pareció

contenerse.

Sí, es inmune. Sí, es algo inapropiado. Sí, mi mente debería haber

estado fuera del camino. Pero cuando Zoe se metió en su cuarto, saliendo para

darme una sonrisa socarrona, yo estaba ardiendo.

Lo notable es cómo de rápido puede pasar un corto paseo por el

pasillo, después de que Zoe desapareciera, Salvatore se ubicó en la siguiente

habitación.

¿Lincoln dirá algo? ¿Sugerirá que compartamos una habitación?

¿Tengo una respuesta?

Lincoln parecía tan seguro, de repente, pero, ¿era solo por qué todo se

había vuelto tan loco? Tal vez él no era el mismo. Y con eso, sin embargo,

llegó otro nauseabundo pensamiento. Tal vez, cuando le curé, le envié mi

amor, eclipsando sus verdaderos sentimientos. Tal vez él solo estaba reflejando

mis propios sentimientos. Eso me puso ahí. ¿Era eso posible?

Había tantas cosas que todavía no sabía.

Con la instrucción de Ermina, Rudyard tomó la habitación de al lado

y, luego, Nyla la siguiente. No tenían ningún reparo en estar juntos y dejar

que todo el mundo lo supiera, así que me preguntaba por qué hicieron esto.

Nyla me miró y esperó para ver si decía algo. Pero ella simplemente me dio

una sonrisa de complicidad, lo que me hizo sonrojar mientras ella cerraba su

puerta.

Ermina abrió la siguiente puerta.

—Lincoln, ésta será tu estancia —dijo ella.

Lincoln se acercó a la habitación y me miró. ¿Por qué estaba entrando

tanto en pánico? Cuando empecé a inquietarme y metí un mechón de cabello

detrás de mi oreja, él sonrió cariñosamente y volvió a mí. Estaba tan al borde

que me estremecí cuando pasó una mano por mi mejilla, encendiendo mi

deseo. Él se acercó y yo no podía dejar de dirigirme hacia él.

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—Recuerda, Vi —nos volvió un poco para que su espalda estuviera

hacia Ermina y pronunció, con las cejas levantadas, la siguiente palabra—:

devoto.

Entonces su mirada cambió. Mucho más intensa, privada. Yo todavía

estaba en pánico, sabiendo que mientras Ermina no podía ver la cara de

Lincoln, tenía una vista completa de la mía.

Lincoln sonreía, obviamente complacido con mi reacción, antes de

darse la vuelta y volver a su habitación sin mirar atrás.

Ermina me observaba con una extraña y clara expresión de

desaprobación, que se transformó en una mirada severa al abrir la siguiente

puerta, al otro lado del pasillo.

—Violet, ésta será tu habitación durante tu estancia.

Asentí con la cabeza y comencé a dar un paso adelante, pero por la

mirada que me dio, supe que tenía que parar.

—Estamos en tiempo de oración. A menos que estés casada con

alguien de aquí, esperamos que no entres a las habitaciones privadas de los

demás.

Es por esto que Nyla había estado sonriendo. Parecía totalmente obvio

ahora, pero había tenido mi mente en otro lugar. Una pequeña advertencia

hubiera estado bien, ellos claramente conocían las reglas.

—Por supuesto —dije, asintiendo efusivamente—. Soy… uhm… soy

católica. —Como si eso se supusiera que significara algo. Tan pronto como lo

dije, me quería morir.

Ermina se aclaró la garganta. Definitivamente había comenzado con el

pie equivocado con ella. Me decidí por una salida rápida y le di mi mejor

intento de una respetuosa reverencia, antes de correr a mi habitación.

Esperé, como una estatua, de espaldas a la puerta, escuchando los

pasos. Una vez estuve segura de que ella se había ido, tomé unas cuantas

respiraciones profundas para evitar la hiperventilación que se avecinaba y

golpeé mi cabeza contra la pared.

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La suite era una continuación de la belleza que ya habíamos visto.

Pensé en papá, cómo él iba a ver sus muchos méritos. Entonces pensé en

Steph. Ella me iba a matar cuando se enterara en la clase de lugar dónde nos

alojábamos. En realidad, por un momento deseé que ella estuviera aquí, hasta

que recordé por qué estábamos allí.

Apenas había deshecho mi maleta y echado un poco de agua sobre mi

cara, cuando oí un golpe. Fui a la puerta y la abrí, seguí pasando la mano por

mi rostro seco, pero no había nadie.

Escuché el golpe de nuevo y esta vez miré alrededor para ver de dónde

venía. Había una puerta interna. Cuando la abrí, Nyla estaba al otro lado.

—Podrías haberme advertido —dije, teniendo su sonrisa de suficiencia

mientras se apoyaba contra la puerta. A pesar de la satisfacción, ella realmente

tenía aspecto de una antigua diosa.

—Lo sabrás para la próxima vez —dijo, sin dejar de sonreír.

Genial, otra persona que se regocija a mi costa.

—¿Has venido a regodearte?

—No. Me dirigía a dar una vuelta de seguridad. Pensé que podrías ser

útil. ¿Estás interesada?

—Seguro.

Inclinó la cabeza hacia la puerta.

—Vamos.

—¿Solo nosotras?

Ella asintió.

—Es más fácil. Los hombres siempre se interponen en el camino.

La seguí por el pasillo, por el mismo camino por el que habíamos

venido. El hotel era enorme y resultaba inquietante estar en un lugar diseñado

para albergar a tantas personas mientras estaba vacío. Los pasillos parecían

todos iguales. Me alegraba de que Nyla pareciera saber a dónde iba.

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—Puedo ver que lo amas —dijo repentinamente, de la nada.

No sabía que decir, así que cambié de dirección.

—¿Mi madre amaba a mi padre?

Ella asintió con la cabeza, sin duda.

—Ella era una procrastinator. Nunca pensó que fuera digna de

cualquier cosa buena. Cuando conoció a James, ella trató de hablar consigo

misma sobre ello, tú sabes… —dijo ella, centrándose en mí con una mirada de

complicidad que me hizo querer huir—. Estaba preocupada por traerlo a este

mundo. Pero tu padre, él siguió volviendo, y, bueno, ella lo amaba. Al final, el

amor gobernó la mente.

Me sentí aliviada al oír esto. Me había preguntado, desde que descubrí

que mi madre era Grigori, si ella continuaba siendo la persona que me había

imaginado. Papá la extrañaba un montón –nunca la superó. No quería que

hubiera sido en vano. No hacía que todo lo demás estuviera bien, las mentiras

y la traición, pero era algo.

—¿Es eso lo que pasó contigo y Rudyard?

Nyla sonrió y nos guió por el pasillo que se desviaba hacia la derecha.

—Nuestra elección fue simple. No había otra opción.

La envidiaba.

—¿Me haces un favor, Violet?

Me encogí de hombros sin comprometerme. La verdad era que,

aunque me gustaba Nyla, todavía no la conocía. Mi instinto me decía que

confiara en ella. Zoe y Spence claramente lo hacían. Pero había estado

equivocada antes.

—Haz todas las preguntas que necesites hacer. Comprende las

consecuencias antes de hacer tu elección. Cada opción tiene un precio.

—No lo entiendo. ¿Qué precio? —Por lo que podía ver, Nyla y

Rudyard lo tenían todo.

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Pasamos a través de una puerta que nos llevó al exterior y ambas

tuvimos que entrecerrar los ojos al sol de la tarde. Azeem estaba esperando.

Nyla puso una mano sobre mi hombro, lo que me hizo sentir un poco

aprensiva. Ella actuaba como si me conociera bien, lo que me incomodaba.

—Rudy y yo explicaremos todo más tarde. —Ella sonrió—. Tenemos

mucho tiempo.

Asentí, moviéndome casualmente lejos de su toque.

Azeem nos mostró el impresionante sistema de seguridad, que

comprendía una red de cámaras de vigilancia modernas y dos torres de

vigilancia más tradicionales, que eran controladas durante todo el día.

Cuando Nyla me preguntó, empujé mis sentidos y traté de sentir el

estrecho borde, y un poco más allá. Ella no quería que me extralimitara,

prefiriendo que aprendiera a controlar mi alcance y solo ver si había algo

sobre lo que necesitáramos saber. Viaje por el área inmediata, en busca de

cualquier cosa que pudiera activar mis sentidos.

Lo sentí al instante.

Su única firma.

Esperando por mí.

—¿Estás captando algo? —preguntó Nyla, mientras Azeem señalaba

sus puntos de observación.

Primero manzana, como siempre, con el toque de otra cosa que lo

hacía tan… excelente para probar. Amizcle, quizás. A continuación, flores. Él

olía a amizcle y jazmín.

Sabía que quería verme, sabía que podía desaparecer más rápido de lo

que nosotros podíamos llegar a él. Si se lo decía a Nyla, él se iría.

Cuando vacilé, ella alzó una ceja.

—Nada —dije, respondiendo finalmente a Nyla, después de una

sospechosa pausa, aceptando confiadamente mi vida. Me sentí aún peor.

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—Bien —le dije a Azeem, y ellos comenzaron a caminar de vuelta al

hotel.

—Yo… voy a dar una vuelta alrededor, si eso está bien. Yo… vi una

piscina en el camino. ¿Le importa si voy a echar un vistazo? —pregunté,

inquieta, seguro que era obvio que estaba tramando algo.

—Ciertamente —replicó Azeem—. Si te gusta nadar, hay toallas en el

suelo de la piscina. El agua es del suministro natural de los manantiales, espero

que te guste caliente —dijo, dándome una pequeña inclinación de cabeza y

caminando de vuelta al edificio principal.

Nyla me dirigió una mirada inquisitiva. Le sostuve la mirada y le

sonreí de vuelta tan tranquilizadoramente como pude. Siguió a Azeem.

Llegué a las cataratas que caían en cascada, agradecida al menos de que

mis mentiras me habían movido en la dirección en la que yo realmente

necesitaba ir.

Las montañas, formadas por piedra pura, como si hubieran sido

esculpidas en forma, eran increíbles. Incluso podía ver por qué Azeem y

Ermina eran tan devotos a su religión, si viviera en un lugar como éste, tal vez

hubiera tenido fe, también. Tal vez.

Los sentidos se intensificaron al acercarme a una de las cascadas más

pequeñas. Era extraño sentirlo así. Sabiendo que me estaba llamando. Aún más

extraño que fuera con él, consciente del poder que tenía sobre mí. No tenía

sentido correr hacia él. Era demasiado tarde para eso.

Encontré un sendero tallado en la montaña y comencé a escalar.

Luché contra las náuseas mientras escalaba y puse mis manos en puños

apretados, dejando que mis uñas se clavaran con dureza en mi piel para

distraerme del déjà vu de estar rodeada de acantilados.

Mientras me acercaba a dónde yo sabía que él estaría, el agua se roció

sobre mí, los rocíos rebeldes de la cascada, y vi el camino que me llevaba a él.

Pasaron tantas cosas por mi mente. Tantos recuerdos. Me pregunté si se estaba

quedando aquí. Luego, me pregunté si estaría pensando eso, también. Mi

mano se movió a mi cintura y mis dedos se envolvieron alrededor de la

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empuñadura de la daga. Sería inútil para mí, aquí. Por una cosa. Phoenix era

mejor luchador que yo. Y él lo sabía.

Seguí la ruta de acceso por una abertura, que venía desde arriba, en el

flujo del agua. Esperaba que fuera ruidoso y húmedo. Curiosamente, era

tranquilo y seco.

Se puso de pie en el otro lado, a pocos metros de distancia. A pesar del

calor, llevaba jeans y una chaqueta oscura. Se apoyó fácilmente en las rocas.

Esperaba de él algo cruel, o algún comentario sarcástico. Esperaba

decirme algo yo misma, pero ninguno de los dos hablaba. Era peor. Sus ojos

color chocolate eran amargos y fríos. Finalmente, me di cuenta de que no

importaba lo que hubiera sido, no importaba que tan reales fueran sus

sentimientos o los míos…

Él va a hacer esto.

Y no voy a permitírselo.

Nuestros ojos se encontraron y los suyos parecieron calentarse un

poco. Pero fue solo para compartir un momento de aceptación… y lamento.

No iba a cambiar nada.

—Veo que tú y tu gente han encontrado su camino hasta aquí a salvo

—dijo él.

—Realmente suenas como que estás satisfecho.

—No lo hubiera hecho tan fácil para ellos si no los hubiera querido

aquí.

Estaba jugando conmigo.

—Cierto. Vinimos por las Escrituras.

—¿Quién crees que los trajo hasta aquí? —preguntó, su sonrisa un

poco inclinada. Secretos ocultos dentro de ella.

—Encontramos las viejas historias, Phoenix, sabemos dónde buscar

—empujé.

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—Lo sé. Casi abrí los libros y los puse bajo sus narices. Nunca

hubieran encontrado el lugar si no fuera por mí.

La moneda cayó.

—Los exiliados en la granja.

Él simplemente continuó sonriendo.

—Es por eso por lo que en realidad estaban allí, para que pudieran

hablar sobre las reglas. ¿Por qué? Tú no quieres ayudarnos. —Lo sabía

demasiado.

—No, pero parece que podría necesitarte, después de todo —dijo él, su

tono amargándose.

—¿Por qué todos los juegos, Phoenix? ¿Por qué haces esto?

—Tendrías que agradecértelo a ti misma por ello. Tú me mostraste que

solo hay un lugar para mí en este mundo. Me había estado engañando a mí

mismo, aceptando. No voy a cometer el mismo error dos veces. —De repente,

se interesó por la pared de la cueva, recogiendo un pedazo de piedra, evitando

mirarme.

—Me refiero a Lincoln. Sé que fuiste el único que envió a Nahilius.

Se encogió de hombros, sin sorprenderse o preocuparse de que me lo

imaginara.

—Era en beneficio mutuo. Veo que lo hizo aquí, de todos modos.

Supongo que Nahilius ha muerto.

No contesté.

—¿Todavía tienes miedo de admitir lo que eres? —Sonrió—. Nunca

me gustó el Querubín.

Sacudí la cabeza con incredulidad, comprendiendo lo que me estaba

diciendo. Todos los exiliados que le había dado a Nahilius habían sido

Querubines, como Nahilius. Recordé que Phoenix tenía algún tipo de rencor

contra ellos.

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—Sabías que él sería capaz de superar a los exiliados que enviaste en

su contra. Querías que lo hiciera. —No pude contener la ira, latiendo fuera de

mí, o la mirada de asco.

—Era un ganar-ganar —dijo, ahora sosteniendo mi mirada.

—Me enfermas.

Dio un paso a través de mí, mirando a través de mí.

—Te hago muchas cosas —dijo, su voz viajando a lo largo de mí. Traté

de ignorarlo, no verme afectada. Pero cuando dio el siguiente paso, se abrió

camino por sí mismo.

—No —dije, colocando mis defensas mentales y empujándolo fuera.

Yo estaba temblando con una sensación aterradora de deseo. Luego el miedo a

querer.

—¿Crees que necesito el poder de comunicarme contigo? —Él se

medio rió—. ¿Crees que no sé cómo tus pensamientos van a la deriva hacia esa

noche, cuando estabas en mis brazos?

—Estoy con Lincoln —solté, sorprendiéndome a mí misma tanto

como a Phoenix. Dio un paso hacia atrás, con la mandíbula apretada. Había

dicho algo incorrecto.

—Mientes —gruñó—. Si estuvieras con él estaría debilitado, y no lo

está—. Sus ojos se abrieron como platos cuando dudé—. Oh —dijo.

Me mordí el labio.

—Mi plan los unió, simplemente no han…

—¡No es asunto tuyo! —¿Por qué todo el mundo parecía saber un

montón sobre mi vida amorosa solo con mirarme?

—Espera. No tiene… —paró.

Contuve la respiración cuando sus ojos se agitaron con furia.

—Creen que son almas gemelas, ¿no? —espetó, dando los dos pasos

hacia mí, hasta que estuvo a pocos centímetros de distancia—. ¿No? —repitió,

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esta vez la oscuridad sangrando en mi me obligaba a responderle mientras

podía.

—Sí —repliqué, por un momento bajo su hechizo.

Se quedó en silencio mientras consideraba mi respuesta. Finalmente,

se enderezó.

—Bueno, tiene sentido que estuvieras dispuesta a sacrificar tu vida, de

nuevo, por él. Admito, sin embargo, que estoy sorprendido de que estés

dispuesta a sacrificar su vida por ti.

—¿De qué estás hablando?

Se rió un poco, aunque su ceño estaba fruncido.

—Sigues tirándote de cabeza sin tener toda la información. Esa

ingenuidad tuya va a meterte a ti —o a alguien más— en problemas, Violet.

—¿Has acabado? —pregunté, volviéndome para alejarme.

—Dile a tu gente que les concedo la mañana, pero las Escrituras

revelarán por sí mismas que iré mañana por la tarde. Si quieres alguna

posibilidad de hacerte con ellas, estarás en el lugar, entonces.

Me alejé, pero sentí el impulso. Un paso, dos pasos.

Muévete, muévete.

Y lo hice, seguí adelante, no me detuve. Pero solo por un segundo, no

me pude resistir. Dejé caer mi guardia y absorbí lo que él estaba enviando.

Una explosión de lujuria. Un sentimiento de felicidad sin límites, tal como lo

recordaba. Mis ojos se pusieron en blanco por el malvado placer mientras

forzaba a mis pies a seguir avanzando y los detenía de volverse hacia él.

¡Como una maldita drogadicta!

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Me metí de nuevo en el ala norte del hotel, agradecida de ver a Zoe.

—Oye —la llamé, corriendo para ponerme al día con ella—. ¿A dónde

vas?

—Reunión de todo el mundo con Azeem y algunos Grigori locales.

Supongo que rellenaremos sus huecos y averiguaremos si nos pueden ayudar.

—Oh.

—¿Estás bien? Te ves agotada.

—Sí. Uhm… Creo que me podría saltar ésta. ¿Puedes decirle a Griffin

y Lincoln que estaba demasiado cansada? Estaré en mi habitación, si alguien

me necesita.

—Seguro. Pasaré a buscarte en el camino para la cena, ¿si quieres?

—ofreció.

—Gracias —dije mientras se apresuraba. Ella no se quería perder

ningún acto. Lástima que ya se hubiera perdido el evento principal de hoy.

Al final de esta noche iba a tener que explicarle a todo el mundo que

yo había tenido un pequeño cara-a-cara con Phoenix. Pero antes de eso venía

lo más difícil. Tenía que explicármelo a mí misma.

Cuando llegué de vuelta a mi habitación, estaba realmente cansada.

No tenía ni idea de que estaba pasando con mi reloj interno o qué hora era.

Abrí la ducha, me desvestí y me senté en la bañera, con el agua cayendo a

cántaros y las lágrimas cayendo.

Mi vida no es como me imaginé que sería. De alguna manera, me

estaba empezando a gustar ser Grigori. Me refiero a que el poder estaba genial.

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La fuerza por sí sola me daba la confianza que nunca antes había tenido, y

saber que podía sentir a los seres antes de su llegada era una ventaja, también.

La desventaja obvia era que sabía que muchas más cosas malas estaban

viniendo a mi camino. Y Phoenix.

Traté de mantener las cosas en blanco y negro, pero —como todo el

mundo me dice siempre— nada lo es. Amaba a Lincoln —absolutamente,

totalmente, saltaría de un acantilado por él, lo amaba— incluso cuando yo

había compartido ese momento con Phoenix. Pero…

Siempre había un pero.

Phoenix y yo habíamos sido amigos. Verdaderos buenos amigos.

Cuando me sentí como si no hubiera nadie más, él estaba allí. Ahora sé que

me había mentido en un montón de cosas y nunca podré olvidar que me

obligó a escoger la vida como Grigori cuando podría haber sanado a Lincoln él

mismo. Por supuesto, si hubiera sanado a Lincoln probablemente tendría el

poder sobre él que ahora tiene conmigo y… dudo que se hubiera demorado

mucho en restablecer las heridas de Lincoln.

Y, no podía evitarlo, había una parte de mí se dirigía a Phoenix. Me

decía a mí misma que eran solo sus habilidades, su fuerza de seducción e

inundaciones de lujuria, lo que me influenciaba y controlaba mis emociones,

pero es más que eso. Sabía que esas cosas no eran saludables y, aún así, no me

podía resistir. Y, tan mal como esto pueda sonar, ni siquiera él tenía tanto

poder para hacerlo desaparecer.

Él es la última evasión.

Para alguien que ha pasado tanto tiempo negándose a sí mismo el

derecho a correr, abandonar, o algo por el estilo, Phoenix era el auto más

grande del que podría enamorarme.

Me había arrugado y el agua empezaba a enfriarse, cuando oí un golpe

en la puerta. Di un salto y envolví una toalla a mí alrededor, esperando ver a

Zoe al otro lado de la puerta, que me recogía para cenar. Cuando abrí la

puerta, no era Zoe quién estaba allí.

—¿Qué haces aquí? —pregunté.

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—¿Te ayudé o no te ayudé a hacer tu plan de trabajo con Lincoln?

—Si —dije suavemente.

—¿Te he apoyado o no lo he hecho, a través de una serie de casos de

juicio cuestionable?

—Supongo.

—Bueno, es hora de que me devuelvas la que me debes. ¿Dónde

duermo? —dijo Spence, empujándome y caminando directamente dentro de

mi habitación—. Bonita toalla, por cierto, no soy partidario de usar ropa en mi

habitación, tampoco. Esto va a funcionar bien—. Dejó su maleta en la cama,

abrió la cremallera y empezó a desempacar.

—¡Caray! Espera. ¿Cómo has llegado hasta aquí? Quiero decir, ¡espera!

—dije, volviendo al cuarto de baño y envolviendo un albornoz a mi alrededor

antes de reaparecer—. Bien, explícate —ordené.

Spence saltó encima de la cama y se inclinó, poniendo sus manos

detrás de su cabeza.

—Fue genial, realmente. Viajé de polizón en el camión del ejército

que cargaron en el avión en el último minuto. Tenía al camión esperando por

mí en la parte trasera del aeropuerto. Mientras que estaba más cómodo en la

parte de arriba, revolví en la maleta de Rudyard y encontré la dirección del

hotel. Me tomó un tiempo llegar aquí, tenía que tomar un autobús local para

una parte del camino, además de traspasar la seguridad, que me tomó un

tiempo, pero aquí estoy. ¿Me extrañaste?

Debería haberlo protegido, pero en su lugar, colapsé a su lado.

—Sí —dije, dándome cuenta de lo mucho que era cierto. Spence

estaba loco, era impredecible y tenía un claro deseo de muerte, pero no era su

guardiana y yo realmente necesitaba a alguien con quien hablar—. Te vas a

morir cuando te explique lo que está pasando.

—Como te he dicho antes… —comenzó, haciendo ruidos de tensión

mientras llegaba sobre mí para tomar una botella de agua—. Nunca hay un

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momento aburrido contigo, Eden—. Abrió la tapa, tomó un trago y suspiró

dramáticamente—: Aún.

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Capítulo 25 “Para mí eres un tormento delicioso”.

Ralph Waldo Emerson

Traducido por Lorenaa

Corregido por Lizzie

ye, llegaste bien? —preguntó Steph

sonando preocupada.

—Sí, y gracias a ti, llegamos a

Lincoln a tiempo, también —dije,

asomándome por una de las ventanas que

daba a uno de los manantiales de agua caliente… y a más montañas. La

recepción de mi celular no era muy buena en mi habitación.

—Sin problemas. Supongo que él lo hizo en avión, entonces.

—Sí, todos lo hicimos, incluso Spence, aunque no todo el mundo sabe

esa pequeña joya de información aun.

—¿Está Magda allí? —preguntó.

—En realidad no. Ella no voló. ¿Por qué?

—Oh, solo preguntaba. Yo, uhm… he estado buscando por más

información de la compañía de la madre de Lincoln.

—¿Por qué? ¡Steph relájate! Lincoln está bien y Nahilius se ha ido.

Magda lo devolvió. —Hubo silencio al otro lado de la línea—. ¿Steph?

—¿O

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—Sí, lo siento. Solo que hay algo que no cuadra. Todavía tengo la llave

de repuesto de Lincoln, iba a volver allí después del colegio.

—Supongo, que si quieres. Solo no estropees nada.

La pude escuchar riéndose.

—Nunca sabrá que he estado allí. ¿Cuándo crees que volverás?

—En un par de días.

Hubo un golpe en la puerta.

—¡La cena! —gritó Zoe.

—Steph, es Zoe, me tengo que ir. Saludaré a Salvatore por ti y te

llamaré tan pronto como pueda.

—Bien, mantente viva.

—Estoy trabajando en ello.

Zoe golpeó la puerta otra vez

—Envíale a Zoe mis saludos —dijo sarcásticamente, antes de colgar.

Spence salió del baño, duchado, cambiado y pareciendo preparado

para algo. Probablemente usó todas las toallas limpias. Hizo una pose, con las

manos pegadas a las caderas estilo héroe.

—Vamos a hacer esto.

Rodé mis ojos.

—Tú vas a hacer esto. No hables como si hubiese un “nosotros”

envuelto. Tengo lo suficiente que responder esta noche sin tener que explicar

cómo te colaste.

—Tienes un punto, —dijo abriendo la puerta y saludando a Zoe con

una gran sonrisa.

—¡Santa mierda! ¡Estás muerto! —dijo Zoe, sonriendo como si la

diversión acabara de empezar.

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El comedor era —sin sorpresas— hermoso. Todas las mesas y sillas

eran de madera, de un diseño fuerte lo que lo hacía parecer de algún modo

entre una oda a la naturaleza y armonía y una taberna. Para el momento en

que Zoe y yo entramos en la habitación, todo el mundo estaba allí. La escena

me tocó la parte sensible, la habitación estaba llena de guerreros con parte

ángel usando pulseras de cuero y plata hechas por los ángeles, preparándose

para lo desconocido.

Mis ojos encontraron a Lincoln y comencé a relajarme

completamente. Mientras lo observé, el parecía respirar también, y mi

corazón se olvidó de sí mismo y dio un vuelco.

Sobre unos segundos después, los ojos de Lincoln, como los de todos

los demás cambiaron hacia Spence, que estaba parado detrás de mí. Estaba

bastante segura que compartí sus miradas de sorpresa. Solo que yo no estaba

mirando a Spence.

Magda.

¿Cómo demonios llegó hasta aquí?

Todo se había sentido mucho más simple sin ella alrededor. Pero ahí

estaba, escondida cerca de Lincoln, viéndose devastadoramente perfecta. El

resto de nosotros estábamos desaliñados y agotados, pero Magda se veía fresca,

en una camisa blanca recién planchas sin mangas y su perfecto cabello rubio

secado al aire. Estaba mirando directamente hacia mí, con una molesta sonrisa

en sus labios mientras acariciaba el zafiro de su collar.

Zoe, como la gran amiga que es, tomó una silla y fingió que no se

había enterado. No podía dejar a Spence parado ahí solo, así que simplemente

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me quede a su lado incómodamente. Rudyard miró a Nyla y luego de vuelta a

Spence. Yo estaba esperando la erupción, el enorme estallido que estaba casi

garantizado. Pero Rudyard solo tomó su tenedor y se metió algo que parecía

estar envuelto en hojas a la boca.

Nyla tomó un poco de pan plano y lo partió por la mitad.

—Hola Spence —dijo ella, con la boca llena.

—Hola, Nyla —dijo Spence, tragando.

Griffin y Lincoln estaban intercambiando miradas y no pude evitar

sentirme culpable cuando vi a Lincoln mirarme de vuelta. Deseaba haber sido

capaz de haberle dicho esto de alguna manera. Pero luego me dio una sonrisa

torcida. No sabía qué hacer con eso. Mis ojos seguían fijos en Magda,

realmente no podía reunir mi propia sonrisa ahora mismo. Curiosamente, me

di cuenta que Salvatore estaba mirando a Magda con una confusión similar.

Me preguntaba qué problema tenía con ella.

—¿Disfrutaste de tu viaje? —preguntó Nyla, todavía masticando su

pan y alcanzando el vino.

—Yo…uhm… estuvo bien.

Pobre Spence. Esto no estaba planeado. Sabía que él estaba esperando

un gran estallido, donde él se hubiese mantenido firme a los ataques lanzados

y capeado la tempestad

—Rudy y yo una vez nos establecimos en uno de esos camiones

militares. Pueden ser horrorosamente incómodos. ¿Estás seguro de que estas

bien?

Atrapado.

—¿Cómo sabías…? Quiero decir, sí, estoy bien.

Nyla tomó un sorbo de vino y le paso la jarra a Rudyard, que procedió

a verterse un vaso. Todo el momento entre ellos parecía una danza perfecta.

—Y dime, Spence ¿Cómo llegaste aquí desde el aeropuerto?

—preguntó Nyla, permaneciendo burlonamente calmada.

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—Yo… ummm… con autobús, y luego conseguí un viaje a unos

kilómetros de aquí. Caminé el resto del viaje.

—Y la seguridad, ¿cómo conseguiste pasar la seguridad?

—Oh, bueno… yo… yo usé el glamur —contestó Spence, empezando

a ponerse nervioso.

—Hmmm. Debes de tener hambre. ¿Tienes hambre Spence?

Esto era una tortura.

—Estoy bien —dijo Spence.

—Tomaste un bocado mientras estabas en la habitación de Violet

¿Verdad?

¡Santa mierda! Mira al suelo, mira al suelo se invisible.

—Yo ummm…. Violet no sabía que estaba viniendo.

—No. Ella no —dijo Nyla.

Nyla y Rudyard se sonrieron el uno al otro y alzaron sus copas hacia

Griffin.

—Tenías razón.

Griffin miró a Spence. Estaba al borde de la risa.

—No puedes mentirme, chico. Estábamos sobre ti desde el momento

que te dijimos que no podías venir.

No eran las noticias más alentadoras, dado los secretos con los que yo

hacía malabares.

—Pero entonces… ¿Por qué? ¿Por qué no me detuvieron?

Griffin se encogió de hombros.

—Podemos intentar protegerte el trasero pero al final tú tomas tus

propias decisiones.

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—Griffin nos recordó Spence, que de eso es de lo que se trata todo

esto, después de todo. Podemos advertirte —mientras nosotros estemos en lo

correcto y tu estés equivocado— nosotros decidimos al final que si tú eras lo

suficiente determinado para encontrar un camino hacia la batalla, sería posible

que también te permitiéramos ser útil —explicó Rudyard.

—Así que… ¿No estoy en problemas? —preguntó Spencer, viéndose

seriamente sospechoso.

—Oh, estás en problemas —dijo Nyla, ahora un poco más severa—.

Estarás atrapado en una doble sesión de teoría durante el mes siguiente y,

confía en mí, un mundo de dolor es lo que te espera en la clase práctica, ya

que yo seré tu nueva compañera de entrenamiento. Pero por ahora, estas aquí,

así que descansa, come, ponte al día sobre la inteligencia y estate preparado.

Has venido en busca de una pelea. —Tomó un sorbo de vino—. Felicidades,

creo que vas a conseguir una, pero no de nosotros.

Lincoln apartó el asiento de su lado. No necesité que me lo

preguntaran dos veces y me senté rápidamente.

—¿Lo sabías? —le pregunté en voz baja, preguntándome si de repente

todo el mundo había estado metido.

—Griffin solo me lo dijo antes de la cena —me susurró de vuelta. Su

aliento era cálido y mientras me hablaba los cabellos de la nuca se me erizaron

y un cosquilleo me recorrió todo el cuerpo—. ¿Debería estar celoso?

De repente estaba nerviosa, culpable. Sabía que él estaba hablando de

Spence, pero eso no era el motivo de la culpa.

—Necesitamos hablar —susurré, antes de levantarme y caminar hacia

la esquina de la habitación. Lincoln me siguió.

—¿Qué pasa? —me preguntó, tan pronto como nos detuvimos.

—No es por Spence. Yo no, deberías saber…

—Lo sé. Dime —me cortó.

—¿Qué está haciendo Magda aquí? —pregunté, incapaz de retenerme.

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—Oh, ella tomó un vuelo comercial y llegó unas pocas horas después

de nosotros. Azeem alquiló un auto para recogerla, llegó aquí hace una hora.

Luego, antes de que pudiese detenerme a mí misma. Tenía que cavar

más.

—¿Qué pasa con ella y con ese collar, de todo modos? ¿Tiene que

hacer un desfile de lo rica que es?

Lincoln miró hacia ella como si solo se hubiese dado cuenta ahora.

—No lo sé. —Se encogió de hombros—. Es una reliquia familiar o algo

así. Lo suele usar todo el tiempo.

Tomé una pocas respiraciones calmantes, estaba siendo inmadura. Ella

tenía todo el derecho de estar aquí, pero aún estaba enfadada con ella por

poner aquella arma en las manos de Lincoln y porque siempre pareciera que

acaba de salir del salón de belleza y…. otras cosas.

—¿Vi?

—Oh…. lo siento. —Se suponía que estaba diciéndole algo. Tomé otra

profunda respiración y me agarré las manos fuertemente—. Vi a Phoenix. —Y

antes de que Lincoln se pudiese lanzar a cualquier conversación aterrado

como estaba al punto, levante mi mano—. Déjame explicarme.

Él asintió, pero sus manos fueron a su cabello antes de que las dejara

caer hacia abajo. No estaba feliz. No es que yo esperara a que estuviese súper

animado.

—Lo sentí más temprano, cuando fui a hacer el control de seguridad

con Nyla. Sabía que estaba esperándome y sabía que no iba a herirme.

No sabía cómo decir esto, admitirlo todo y entonces me di cuenta…

no podía. Prefería pagar por mis pecados más tarde.

—Solo fui su mensajero, eso es todo, pero antes de que le cuente a

todos los demás, quería adelantártelo.

—¿Sin más secretos? —dijo con una sonrisa preocupada.

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—Sí —dije, odiando el hecho de que una mejor persona se lo hubiese

dicho todo.

Lincoln envolvió un brazo por la parte trasera de mi cuello y me llevó

hacia él, besándome la frente.

—Gracias.

Quería tirarme delante de un tren.

Su mano se movió hacía abajo y me rodeó la cintura mientras

volvíamos donde estaban los otros.

—Griffin, Violet vio a Phoenix, tiene un mensaje.

Justo cuando esperé que Griffin me pidiera una demanda del cara a

cara completo, simplemente cambió su atención hacia mí.

—¿Qué necesitamos saber?

La mesa entera estaba centrada en mí. Cada uno pensando algo

diferente. Juzgándome. Quería meterme en un agujero.

—Dijo que hiciéramos lo que tuviésemos que hacer, pero que mañana

por la noche él tendría las Escrituras y que si queríamos alguna oportunidad

de conseguirlas, nos reuniésemos con él por la tarde. Creo que nos necesita de

alguna manera para conseguirlas.

—Tiene sentido si él no está preocupado por que las encontremos

antes. Deben de estar protegidos de alguna manera —dijo Griffin.

—Otra cosa, ha estado jugando con nosotros todo el tiempo. Nos dio la

información sobre la localización con un propósito. Quiere que estemos ahí

ahora.

—Una prueba más de que nos necesita.

—¿Quizás simplemente sería mejor salir, entonces? —sugirió

Salvatore.

Deseaba poder estar de acuerdo.

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—Somos Grigori, Salvatore. No podemos darnos el lujo de dejar las

cosas al azar —dijo Nyla.

Salvatore asintió y advertí en sus ojos, vergüenza por solo haberlo

considerado.

Griffin se levantó,

—Azeem tiene un equipo que va a llevarnos al lugar del descanso final

de Moisés por la mañana. Esperamos descubrir indicaciones allí que quizá nos

muestren el camino hacia las Escrituras. Spence, una habitación ha sido

preparada para ti. Ermina te la mostrará cuando acabes de comer. Todos

descansen. Nos iremos a las 5 a.m. —Él tiro la servilleta a la mesa y miró a

Ermina que estaba parada en la puerta de la cocina—. Gracias, Ermina, la cena

fue excelente —dijo con un asentimiento y luego miró hacia Lincoln y yo—.

Los veré a ambos en mi habitación en treinta minutos. —No era una petición.

Los dos asentimos. Supongo que tenía más preguntas y yo me puse

nerviosa al instante. A lo mejor sería capaz de omitir ciertas cosas cuando

hablaba con Lincoln pero Griffin era otra historia.

Magda ni siquiera me había saludado. Ella habló en algún punto con

todo el mundo de la mesa pero nunca reconoció mi presencia. Supongo que yo

tampoco le dije nada a ella, pero aun así.

La única cosa que me hacía sentir bien eran las extrañas miradas que le

seguía echando Salvatore. Definitivamente había algo sobre ella que tampoco

le gustaba. Quizás Steph le había dicho algo.

Bien, uno menos, quedan seis.

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Pensar en Steph me hizo pensar en mi vida normal, lo que me hizo

pensar en mi padre. Lo que me hizo entrar en pánico.

—Tengo que irme, tengo que llamar a mi padre —le dije a todo el

mundo, apartando la silla rápidamente y haciendo un ruido fuerte de raspado

en el suelo—. Lo siento —dije, girándome hacia Ermina, recordando mis

modales—. Gracias por la cena.

Corrí por el pasillo hacia mi habitación. Debía llamar a mi padre.

Transferir el teléfono de casa celular no era un truco que hubiese salido muy

bien en Jordania así que mi única esperanza era llamar a mi padre yo misma.

Steph había pasado por mi casa y había dejado el teléfono descolgado. Nos

imaginábamos que si mi padre llamaba y le daba señal de ocupado pensaría

que estaba conversando con ella. Él no tenía la insistencia de seguir llamando.

De todas formas, esperaba que si yo le llamaba primero él no se molestaría en

llamarme a casa.

Cuando entré en mi habitación, tomé el teléfono.

—Mierda —dije para mí, dándome cuenta que estaba bajo de batería.

Marqué el número de mi padre y mientras estaba esperando a que

contestara, Lincoln entro por la puerta abierta y se sentó al final de la cama.

Puse mi dedo sobre mis labios. Él asintió y permaneció en silencio.

—James Eden —contestó mi padre.

—Papa soy yo.

—Hola, corazón. Tu número no me aparece en la pantalla. ¿Dónde

estás?

—Puse mi número oculto antes —dije rápidamente—. Estaba uhm,

gastándole una broma a Steph.

—Oh, claro. ¿Está todo bien? —Sonaba ocupado y pude oír el sonido

de papeles detrás de él.

—Sí, bien. Solo te echaba de menos y pensé en llamar —dije,

permaneciendo en una esquina de la habitación donde había buena recepción,

esperando que no fuera capaz de decir que no estaba en casa. Le di mi espalda

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a Lincoln y recorrí los dedos por el alféizar de la ventana, intentando

mantener mi concentración en la conversación con mi padre en vez de pensar

en que Lincoln estaba ¡sentado en mi cama!

—Eso es agradable cariño. También te echo de menos, no puedo

esperar a llegar a casa. Casi hemos terminado aquí así que estoy intentando

tomar un avión pronto. Podría estar en casa en un par de días.

Mierda.

—Esas son… grandes noticias.

—¿Estás segura de que estás bien? Sabes que los Richardson… —Le

corté.

—Lo sé, lo sé, papá, están en la puerta de al lado si necesito algo.

—Bien —dijo riéndose un poco—. Solo cuídate. Me preocupo por ti.

¿Has estado viendo mucho a Lincoln?

—Oh. Yo, ummm…. —Lincoln seguía mirando en otra dirección,

pero aún estaba aquí. Estaba segura de que querría saber de qué estábamos

hablando—. Ummm…. Sí, un poco.

—Bueno, ten cuidado. Ya sabes… Steph es la única que tiene permiso

para pasar la noc…

Le corté otra vez.

—¡Papá! Lo sé. Mira, me tengo que ir.

Te llamaré mañana —dijo papá.

—Bien, adiós. —Colgué. Misión completa, por hoy, de todas formas.

Dejé mi teléfono y hurgué en mi bolso con la esperanza de que alguien

se hubiese molestado en meter el cargador. No tenía esa suerte.

—Entonces —dijo Lincoln con una sonrisa creciendo en sus labios—.

¿Por qué tiene permiso Steph para pasar la noche?

—Porque ella es de confianza —dije, tirándole una almohada.

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—Oye, ¿Y eso por qué?

—¡Espionaje! —Pero antes de que me saliera la palabra, Lincoln estaba

enfrente de mí, con sus manos firmemente alrededor de mi cintura.

—No puedo evitar tener una audición súper natural —susurró

deliberadamente—. Sabes que realmente no vine aquí para escucharte hablar

con tu padre.

Mi interior explotó a pesar de la insistente amargura por la culpa

clavada en mi interior. Lincoln movió una mano por mi brazo hasta mi cara.

—¿Sabes cuantas veces he…?

Quería decir: ¿Qué? Quiero decir, maldita sea, quería saber estas cosas.

Pero mi boca estaba tan seca que no podía hablar. Por donde sus manos fueran

se sentía como si esa parte de mi cuerpo despertara por primera vez.

—Muchas —dijo. Como si de alguna manera yo supiese lo que iba a

decir y esa fuese su respuesta—. Ya sabes, debía decírtelo. Cuando tú y yo nos

besamos antes, ha sido diferente. —Sus manos se seguían moviendo sobre mí y

yo estaba luchando por mantenerme en pie por no hablar de atender a sus

palabras.

Estas eran demasiadas multitareas.

—Excepto por aquella vez en tu cumpleaños, no cuento ninguno de

los otros besos. Quiero decir ya hemos establecido que los besos curativos no

cuentan, ¿Verdad? —preguntó, con las comisuras de sus labios alzadas.

Necesitaba encender el aire acondicionado.

—Uh-huh. —Fue todo lo que pude manejar.

—Uh-huh —me imitó, pero mucho más bajo, mucho más sexy.

Maldita sea, él estaba disfrutando esto.

—Y luego estuvo lo de más temprano, pero esta tampoco cuenta

verdaderamente. No era yo mismo y creo que ese beso debe ser catalogado,

como de calentamiento. ¿Está bien contigo? —Su sonrisa aumentó

ligeramente.

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—Ah-hem —creo que murmuré.

—Bien. Y cuando realmente vuelvo a pensar en ese beso de tu

cumpleaños fue… increíble pero lo hicimos un poco corto ¿No? —Sus dedos

se movían por debajo de mi cuello hacia mi clavícula.

Asentí. Murmurar ahora estaba más allá de mí.

—Entonces al menos que tengas algún daño del que yo no sepa, si te

besara ahora, de alguna manera sería nuestro primer beso real.

Dejé de respirar.

—¿Tienes alguna… —Sus labios apenas se movían mientras se

acercaban, y se acercaban a los míos.

Recomponte Vi, ¡Estas temblando!

—¿Herida que necesites curar, Violet? —Sus labios rozaron los míos

cuando él dijo mi nombre.

No respondí, pero —gracias al cielo— él no esperó. Sus labios, tan

deliciosos como siempre, encontraron un aterrizaje seguro entre los míos por

segunda vez, y todo mi estado de congelación se derritió en vapor entre

nosotros.

No sé cuánto tiempo pasó. Se sintió como un momento. Pero de

alguna manera mis piernas encontraron su camino alrededor de la cintura de

Lincoln y mi espalda estaba contra la pared. Por una vez, ninguno de los dos

se apartó. Ni siquiera cuando golpeamos la estantería y se partió en dos. En

todo caso, lo hizo mejor.

Nuestros poderes encontraron su camino del uno al otro. No lo

pedimos, simplemente pasó. Una progresión natural y aun así una

confirmación más de que esto estaba destinado a pasar. Y de alguna manera a

pesar de todo esto, nuestras almas se alcanzaron como dedos estrechándose

desesperadamente, casi —pero no del todo— tocándose.

Mi respiración se aceleró, como la suya. Los dos nos apartamos al

mismo tiempo.

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—Deberíamos…

—Parar —terminé por él.

—Sí —dijo, pesadamente.

Ambos sabíamos que en unos minutos más nuestras ropas hubiesen

ido fuera.

¿Y el problema es?

Pero entonces lo recordé. Ahí estaba el problema. Me enderecé mi top

y me moví a la otra parte de la habitación.

—Griffin está esperándonos —dije.

—Es cierto —dijo, levantando una ceja por la distancia que había

puesto entre nosotros.

Caminé hacia la puerta, intentando estabilizar mis piernas nerviosas y

esquivar los libros que habían caído de la estantería.

—Ermina no va a estar feliz contigo —dijo, sin intentar detener la risa

que le siguió.

¡Como si me importara!

Con todos los demás dilemas a un lado, ese fue el beso más asombroso

que me habían dado.

Lincoln y yo nos sentamos en el sofá de la habitación de Griffin

mientras él me hacía un millón de preguntas.

Le dije la mayoría de las cosas y evité cualquier cosa que me pudiese

llevar a admitir que le había dejado a Phoenix sangrar sus emociones en mí. Le

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conté como había seguido los sentidos para la apertura de detrás de una de las

cataratas, como Phoenix había dicho que había estado esperando a que

llegáramos. Como había admitido que él era el responsable de enviar a Lincoln

detrás de Nahilius.

—Pero no lo entiendo. Magda nos contó que ella descubrió lo de

Nahilius cuando estaba lejos —le dijo Griffin a Lincoln, pereciendo más

interesado en esto que en nada.

—Sí, Phoenix probablemente arregló eso también —dijo Lincoln,

descartándolo—. Y casi funcionó. Si Violet no me lo hubiese hecho a tiempo

podría haber hecho algo… —Su voz se fue apagando—. Algo con lo que no

hubiese podido vivir.

Griffin sacudía la cabeza mientras paseaba por la habitación,

confundido. Ansioso.

—Violet, hay algo que no nos estás diciendo. Lo siento, normalmente,

intento no meterme en la vida personal de la gente, pero ahora mismo no

puedo permitirme ir con tacto. No me estás dando la verdad completa.

Solo había un camino con la habilidad de Griffin. Tenías que creerte lo

que estabas diciendo. Era el defecto en su fuerza, él podía ver la verdad en una

persona, así que si no creían en lo que estaban diciendo estaba claro para él,

pero si creían en lo que decían, incluso aunque estuviesen equivocados, él

estaba jodido.

—Griffin, la verdad es… no sé si puedo… —Dejé caer la cabeza,

avergonzada de llorar por Phoenix.

Lincoln trató de consolarme incluso aunque esto podía ser duro para

él.

—Está bien. Vi, ¿Crees que esperábamos que cambiaras a Phoenix? No

es una posibilidad en este momento, de todos modos. No es que podamos

romper su conexión contigo.

Aparté el miedo que se cebaba en mí, el miedo a que algunas

conexiones no se podían romper nunca.

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—Lincoln tiene razón. Si peleamos mañana, encontraremos una

manera de páralo sin cambiarlo —dijo Griffin.

Mantuve la cabeza baja y asentí. Me aferré a la verdad en mis palabras

en vez de a mis mentiras por omisión y no me arriesgué a mirar a Griffin.

Intenté no dejar mis pensamientos a la deriva, tanto si eran sobre la conexión

o no, ¿Podría realmente mantenerme al margen y dejar que lo cambiaran?

—Entonces —dijo Griffin, cambiando de todo y sonando incómodo—.

Ustedes dos…

Lincoln se levantó y yo le seguí. Era definitivamente un buen

momento para salir.

—El tema sobre nosotros dos no está abierto a discusión ahora mismo.

—Correcto, entonces tu elección está hecha —dijo Griffin sonando

preocupado e incluso derrotado. Era bueno ver que estaba tan emocionado

con la idea de nosotros dos estando realmente felices.

—De cualquier manera, Griffin ¡Actualmente no estábamos invitando

a opiniones externas! —gritó Lincoln mientras caminábamos por el pasillo.

—¡A las 5 am mañana! —gritó Griffin detrás de nosotros.

Lincoln me acompañó a mi habitación pero no entró.

—Creo que sería mejor si yo…

—Volvieses a tu habitación —dije, sonriendo.

—Necesitas dormir —dijo.

Estaba exhausta.

—Tú también.

—De todos modos, es probable que Ermina patrulle por los pasillos

por la noche. —Tenía tanta razón. Tanto como quería que entrara sabía que si

lo hacía no querría irse y, aparte de ya tener un estante roto que explicar. No

estaba segura de que podría confiar en mí.

Me besó ligeramente en la mejilla y luego me acercó.

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—Te amo, Violet Eden.

Mi boca no estaba seca ahora y estaba segura de lo que quería decir.

Le recé a Dios, recé en ese momento, desesperadamente, que si a lo

mejor había un Dios y que si ese Dios quisiera escucharme y si estaba

dispuesto a hacer algo por mi realmente lo reflejaba muy bien en él.

Por favor, por favor, por favor, deja que haya suficiente de mi alma

para dar.

A medida que una vez más, el miedo de dar algo tan vital en ese

desierto me atormentaba.

—Corazón y alma —susurré.

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Capítulo 26

“Te digo la verdad, verás el cielo abierto, y a los ángeles de Dios

ascendiendo al Hijo del Hombre”. Juan 1:51

Traducido por rihano

Corregido por obsession

las seis en punto de la mañana siguiente, estábamos de

regreso en el centro de la ciudad de Madaba y solo había una

cosa en mi mente. Café.

Pensarías que yo ya había tenido bastante, he estado levantada desde

el amanecer, pero Ermina no cree en esto y me miró, como si yo fuera

descendiente del diablo, cuando le dije que cada hotel necesitaba seriamente

una enorme máquina de café expreso.

Lincoln me había arrastrado al minibús, prometiendo que me

encontraría café tan pronto como llegáramos a la ciudad. Pero habíamos

estado allí hacía ya veinte minutos y yo todavía estaba libre de cafeína, el cual

no es un estado acorde conmigo. Lo último que necesitaba era que otra de mis

adicciones colgara delante de mí, mientras sufría un dolor de cabeza asesino.

Finalmente Salvatore, quien compartía mi amor por el café, encontró

un pequeño café, si puedes llamarlo así. De todos modos, servía café. Mientras

Zoe, Magda y Nyla caminaban por la calle con Azeem para esperar a su

Grigori local, Salvatore y yo nos metimos en Ayola.

Nos fueron dadas dos opciones, café turco o Nescafé. Salvatore tenía

que sacarme de mi estado de aturdimiento. Ordenó cafés turcos para nosotros

dos ya que eran cortos y rápidos. Griffin y Rudyard no habían parecido

A

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impresionados por el desvío, así que él pensó que ellos serían la mejor opción.

Ellos simplemente no entendían que yo no pudiera funcionar sin una taza.

El café era asqueroso. Tenía un sabor áspero y amargo, con un sabor

muy fuerte a cardamomo. Pero estaba dedicada a la causa y desesperada

porque el dolor de cabeza se fuera, así que cerré los ojos y bebí. Salvatore, que

no podía avanzar y dejar su café sin tocar, me dio un gesto de respeto.

Supongo que se necesita un italiano para entender ese tipo de dedicación a la

bebida.

Cuando salimos de la cafetería, sentí que algo cambiaba. Una

alteración distintiva. El aire era más delgado, la gravedad inestable. Reduje la

marcha, tratando de entender el cambio. Salvatore continuó, sin enterarse.

Mis sentidos estaban por todas partes. Yo casi esperaba mirar alrededor y estar

rodeada de exiliados.

—¡Linc! —grité.

Él solo tuvo tiempo para dar vuelta y enfrentarme antes de que se

detuviera.

Todo se detuvo.

Una especie de ausencia de ruido amplificada rodeándome, que me

recordó a cuando ponía una caracola en mi oreja. Mi pesada y frenética

respiración hizo eco como un tornado. Me sentí herida cada vez que mi

estómago se levantaba en mi pecho y se desplomaba de nuevo a mis intestinos.

No es bueno.

—Lincoln —grité de nuevo, pero fue inútil.

Nadie más reaccionó cuando las arenas empezaron a rodar. Me

preguntaba si me estaba volviendo loca, si de alguna manera los recuerdos de

mi tiempo en el desierto me habían vuelto completamente loca.

Yo miraba, incapaz de caminar o correr, aunque no estaba segura de si

la incapacidad era forzada por otro o simplemente la naturaleza humana. La

tormenta de polvo se asentó y se aclaró mi visión hasta un hombre que no

había estado de pie frente a mí un momento antes.

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Luché por sentir mis piernas, tenía que estar segura de que podría

moverlas si esto se volvía una pelea. Lo que pasa con los ángeles es que tú

simplemente nunca lo sabes. Sobre todo, sospechaba, cuando se trataba de

éste.

—Hola, Nox —dije.

—Hola, Violet —dijo él, manteniendo una clara distancia de mí.

Sabía que no era que estuviese asustado de mí, sino más bien que yo lo

repelía de alguna manera.

—Has estado muy ocupada desde la última vez que nos encontramos.

¿Estás disfrutando de tu nuevo camino?

Recordé cómo me había preguntado sobre Phoenix cuando me había

convertido.

—Tú sabías que esto sucedería. Sabías que Phoenix se volvería contra

mí, ¿verdad? —respondí, repentinamente enfadada de que los ángeles tuvieran

el poder de jugar a estos juegos, que parecían disfrutar de la manipulación de

los humanos como peones en un tablero de ajedrez.

Él levantó su barbilla, antes de ajustar sus gemelos de plata. Su traje

era diferente del que había usado la última vez. Este era más como un

esmoquin, con agudas costuras brillantes. Su cabello largo hasta los hombros,

rubio arena, estaba peinado hacia atrás.

—Yo no puse nada de esto en efecto, si eso es lo que estás sugiriendo.

—¡Claro, como si creyese eso! —Quería llamar a Lincoln de nuevo.

Era repugnante saber que él estaba tan cerca y tan lejos.

—¿Crees que es importante lo que tú crees? ¿Crees que podría cambiar

el razonamiento o de hecho cualquier situación? He presentado muchos

caminos para ti, Violet, y voy a presentar muchos más. No encuentro valor en

mentirte.

—¿Por qué no me hablaste de Phoenix?

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Se pasó una mano por la mandíbula, de la forma en que los hombres lo

hacen después de que se han afeitado. Él parecía intrigado.

—Lo descubriste en el momento oportuno, de la manera correcta; eso

es todo lo que necesitas saber.

—Muy bien. —Había olvidado lo molestos que eran mis ángeles

guía—. ¿Dónde estamos, de todos modos? —le pregunté, mirando alrededor.

Todavía podía ver a Lincoln, tal vez a unos diez metros de distancia, y a

Salvatore cerca, pero estaban completamente inconscientes de mí. Nox no

estaba exactamente aquí tampoco. Cuando miré de cerca, sus pies, aún en esos

zapatos negros de charol, estaban en la arena de su desierto. Estaba aquí, pero

no al mismo tiempo, y detrás de él, algo se estaba moviendo. Claros remolinos

de algo indefinible, casi transparente, que se desdibujaba como manchas

solares a la deriva.

—Estamos exactamente donde estábamos hace un momento.

—Nox. ¿Cómo estamos hablando el uno con el otro y por qué nadie

más puede vernos?

—Los reinos son simplemente capas. Hay muchas capas, cualquiera de

las capas está en cualquier momento cerca de otra. En este momento tu reino

y mi reino son como un par de frágiles cortinas flotando en la brisa, a través de

una ventana abierta, avanzando lo suficiente para que se toquen en un punto.

—Nuestros reinos se superponen —le dije, tratando de entender.

—Muy bien. Durante un tiempo, en este lugar, los reinos se están

tocando.

—¿Puedes hacer eso?

—No sin dificultades, y tuve que pagar un precio —dijo, ahora infeliz.

El por qué Nox se había molestado en pagar algo para verme me puso muy

nerviosa.

—¿Por qué nadie más puede vernos? —pregunté mientras

silenciosamente deseaba que Lincoln me encontrara.

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—El tiempo ha sido alterado. No sería bueno que todo el mundo

pudiera ver estas cosas. Puedo verlos porque soy un guía, vinculado a ambas

realidades, tanto como cualquier ángel —electo o maligno— ahora que está

permitido.

—¿Y yo?

Él asintió con la cabeza, mostrando una vaga forma de fascinación.

—Lo admito, yo no sabía si tú serías capaz de verme. Es parte de la

razón de mi viaje.

—¿Así que fue una prueba?

—Sí. Y no.

—¿Por qué? Pensé que ustedes lo sabían todo.

—Lo hacemos —dijo, en forma breve.

—Todo menos lo que viene de arriba —dije, recordando lo que Griffin

me había explicado una vez.

—¿Cómo está tu conciencia, Violet? —se burló Nox, ahora enojado.

—¿Por qué viniste aquí? —repliqué rápidamente, sabiendo que tenía

que mantenerme firme. Yo no había querido hacerlo enojar, pero ahora que lo

había hecho, decidí que sería una mala idea dar marcha atrás.

Nox inclinó su cabeza hacia un lado, examinándome, pero también

mirando más allá, momentáneamente, a la ciudad y su gente. Él era muy

consciente de su entorno, aunque no quería demostrarlo. Estaba fascinado por

la humanidad. No, estaba fascinado por las posesiones.

—Tengo una pregunta y un mensaje.

—Déjame adivinar, la pregunta en primer lugar.

Sonrió.

—¿Estás lista para tomar su vida?

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Mojé mis labios, nerviosa una vez más de estar en un desierto con un

ángel de la oscuridad.

—¿Pensé que solo sería devolverlo? ¿Si mato la forma física de

Phoenix, su espíritu aún regresa al reino angelical, verdad?

—Niña, yo no estoy preguntándote por tu exiliado. Estoy preguntando

por aquel que refleja tu alma.

Di un grito ahogado.

—Es cierto, entonces, ¿somos almas gemelas?

—Tú no me necesitas para decirte eso. Ahora dame mi respuesta, nos

estamos quedando sin tiempo.

—Pero no entiendo. Yo... yo nunca lastimaría a Lincoln.

—Y, sin embargo, tu decisión dice que lo harás. La oscuridad y las

lecciones yacen por delante, voy a estar observando de cerca para ver a dónde

te llevará esa voluntad tuya.

—¿Eso es?

—Sí.

—Bueno, ¿Dónde está Uri? ¿Está aquí también? —le pregunté, sin saber si

quería que estuviera o no.

—En camino. Él envió el mensaje. Está anclando los reinos de modo

que yo pueda moverme entre ellos. —Sonrió deliberadamente—. Tiramos una

moneda. Él perdió. —Nox pareció desdeñoso por un momento y pensé que no

me diría cuál era el mensaje de Uri, pero luego habló—. Se supone que te

recuerde sus palabras acerca de la rendición. Adiós.

Yo no podía recordar cuáles eran.

Las arenas volvieron a levantarse y yo sabía que solo tenía unos

segundos.

—¡Nox! ¡Espera! ¡Necesito saber lo que pasó ese día, esa noche, en el

desierto! ¡Por favor!

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Le oí reír, pero eso fue todo.

El mundo a mi alrededor comenzó a moverse. Lincoln se precipitó

hacia mí.

—¿Qué?

¿Son los sentidos? No puedo sentir nada.

—Él estaba mirando a su alrededor en estado de alerta.

Yo no podía responderle. No podía hacer nada. El reino angelical o lo que sea

que fuera, el desierto del que procedían los guías, se había sobrepuesto con mi

realidad. No sabía si volvería a tener la misma sensación de gravedad después

de experimentar la extraña sensación de estar en dos lugares, y ninguno, al

mismo tiempo.

—¡Violet! —dijo Lincoln, sacudiendo mis hombros—. ¡Sal de eso!

Parpadeé.

—Lo siento. —Estaba a punto de decirle lo que había pasado, estaba a

punto de explicar cómo él solo lo detuvo, cómo el “tiempo” se había detenido,

cuando una sensación familiar se apoderó de mí. Esta vez no era solo yo.

—Violet. Puedo sentirlo, hay un exiliado aquí.

Asentí con la cabeza.

—Es lo mismo que sentí cuando llegamos. —Yo estaba hablando en

piloto automático. Sabía que debía concentrarme en esto, pero en lo único que

podía pensar era en Nox, en cómo había perdido mi oportunidad para

averiguarlo. Quería gritar. No, yo quería golpear a alguien.

Mis ojos se movían por todas partes, pero lo único que pude ver fue a

un hombre con una sucia túnica marrón caminando por el otro lado de la

calle. Cuando estaba frente a nosotros, se volvió encarándonos y se detuvo.

Esperé a que levantara la mirada. No lo hizo.

En un abrir y cerrar de ojos, se había ido.

—¿Acaba de desaparecer? —pregunté, dejando que mi frustración

consiguiera lo mejor de mí—. Jesús.

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—No, pero igual de viejo. —Me di la vuelta. Rudyard había llegado a

mi lado. Decir que se veía pálido no lo abarcaba.

—¿Lo sentiste? —le pregunté.

—Todos lo hicimos y estabas en lo cierto, Violet, él es realmente muy

viejo. Y es muy, muy poderoso.

—¿Qué es él? No lo siento como un exiliado normal, algo estaba mal

—dijo Lincoln.

—No tengo ni idea. Estamos en un lugar antiguo. Hay cosas aquí que

no podemos empezar a comprender —dijo Rudyard.

—Sí, bueno, no te ofendas pero cuanto antes salgamos de aquí, mejor.

He tenido suficiente con estar jugando a los juegos de todo el mundo —dije,

pasando mis manos por mi cabello y comenzando a levantar mis muros.

Lincoln me miró, con una pregunta en sus ojos. Sabía que se había perdido de

algo.

Con todo lo que había estado sucediendo, había estado dejando a todos

a un lado más y más, nuevos amigos, gente en quien confiar, Lincoln, todo me

estaba volviendo laxa y eso no era lo suficientemente bueno.

Las cosas estaban presionando en los bordes, cosas aterradoras estaban

jugando conmigo y yo estaba dejando todo en una espiral fuera de control.

Algo tenía que ceder.

Lincoln puso una mano en mi hombro. Me alejé, rompiendo el

contacto. Sabía que él lo estaba haciendo para demostrar que estaba allí para

mí, pero en este momento estaba demasiado confundida. Necesitaba recuperar

algo de control. Cuando su mano cayó, él no dijo nada y parte de mí quería

gritar e invocar los derechos de cambio de opinión del adolescente. Pero no lo

hice, solo di la vuelta.

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Capítulo 27 “Al llegar a la cima de la montaña, llegamos a una iglesia... vi un

lugar ligeramente elevado sobre el tamaño de una tumba normal.

Le pregunté acerca de ello y el santo respondió:

‘El santo fue enterrado aquí por los ángeles’”.

Escritos de Egeria

Traducido por Esti

Corregido por obsession

zeem y su otro Grigori nos condujeron a un lugar llamado el

Monte Nebo a unos veinte minutos de Madaba, en su una-

vez-blanca-camioneta que ahora estaba cubierta de polvo y

suciedad por el desierto.

Todo el viaje mi mente revivía los momentos.

¿Cómo puede estar pasando esto? ¿Estoy volviéndome loca? ¿Cuándo

finalmente me matará Phoenix?

Y a pesar de todo, la creciente sensación de que algo muy importante

estaba a punto de suceder. Me estaba perdiendo algo.

Iba más allá de Phoenix y Lincoln, más allá de todos nosotros.

Desde que había llegado a Jordania y sentí al exiliado, lo he sabido. Tal

como lo supe aquel día parada en aquel acantilado que mi vida iba a cambiar

para siempre, como también sabía que el hombre con esa túnica era otro Cliff6. 6 Cliff: Suena como si estuviera describiendo a un hombre muy grande físicamente y metafóricamente

era como un acantilado / rock, es decir, silencioso, fuerte, inaccesible.

A

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Luché por respirar a través de mi apretado pecho, mis ojos ardían con

una explosión de puro miedo. ¿Qué demonios estaba pasando?

Spence estaba sentado a mi lado. Me alegré de que Lincoln hubiera

decidido viajar en el primer auto. Había entrado en el modo guerrero y quería

estar al frente por si acaso. Yo estaba feliz de ir con Spence, Zoe, Salvatore y

Azeem y simplemente desconectar por un tiempo. Estaba especialmente

contenta de que Magda estuviera en el otro auto, ahora mismo no podría

hacerle frente a sus miradas asesinas.

Cuando llegamos a una parada, Azeem saltó y abrió la puerta.

—Bienvenidos a Monte Nebo, el lugar de descanso final de Moisés

—dijo.

Yo fui la última en salir.

—Debemos caminar a partir de aquí —dijo Azeem, tomando mi mano

para ayudarme a salir del auto—. Los otros ya han comenzado.

Miré hacia arriba para ver una colina. Lincoln y los del primer auto ya

estaban en pie, a medio camino de la cima. Había un camino que nos guiaba,

pero estábamos en el lado equivocado de algunas puertas importantes y estaba

segura que con ábrete sésamo no se abrirían.

Spence, Zoe y Salvatore se pusieron en marcha, deseosos de ponerse

en acción. Caminé más despacio con Azeem.

—Llevas una carga de más años de los que tienes —dijo mientras

caminábamos.

—Sí. Lo estoy tomando todo por adelantado para que en un futuro

pueda sentarme en una silla de hojas de plátano y beber mojitos.

—La armadura del humor no es una defensa fuerte.

—Lo sé —admití—. Pero en este momento, es todo lo que tengo.

—Eso no es verdad, nunca estás sola —dijo Azeem, mirando hacia el

cielo.

—Yo realmente no creo en... No estoy segura de lo que creo.

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—Todos creeríamos en Dios si él nos sirviera a nuestro antojo. La fe no

se trata de una vida fácil o incluso de la verdad. La fe es algo que se tiene a

pesar de todo.

Me hubiera gustado poder asentir y decir algo espiritualmente

apropiado, pero... no. Nosotros nos acercábamos a la cima y las enormes

esculturas aparecieron a la vista, enviando un escalofrío por mi columna

vertebral.

—¿La cruz? —inquirí mirando a la impresionante cruz que parecía

que estaba hecha de bronce, la figura de una serpiente envuelta alrededor de

ella. Me hizo pensar en Lilith. En algunas historias se cree que es la serpiente

del Edén. Es una imagen visual que no te abandona.

—Cuando Moisés sacó al pueblo de Egipto en peregrinación con la

esperanza de la tierra prometida, ellos se volvieron contra él y Dios. Muertos

de hambre, le cuestionaron por qué habían sido traídos a este desierto para

morir. Por esto, Dios envió serpientes venenosas para morderlos y muchos

murieron. Cuando Moisés oró a Dios para salvar a la gente, le dijo que hiciera

una serpiente y la colocara sobre un asta. Todo aquel que había sido mordido y

la miró fue salvado.

—¿Y este es el Dios en el que crees?

Azeem dio una pequeña sonrisa.

—Lo admito, no es la historia más inspiradora.

Ahora no solo eran las Esculturas las que me recordaban a Lilith. Esa

historia sonaba como algo que provenía de su libro de cuentos, también. Lo

estaba aprendiendo cada vez más y más, nada era tan claro como me hubiera

gustado. Nada era totalmente bueno o malo como parecía. Y si había un Dios,

no estaba segura de que era mejor que lo peor de nosotros.

Nos acercábamos a la cima. Me detuve y miré a Azeem.

—Azeem, yo... cuando acepté y me convertí en Grigori, tuve que

hacer algo.

—Una prueba de voluntad —dijo, asintiendo con la cabeza.

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—Tenía que matar a una imagen que escogiera. —No podía encontrar

las palabras para expresar cómo esa silueta se había convertido en mí.

—Y ahora sientes remordimiento —dijo, compasivamente.

—Como que... Lo cierto es que no me arrepiento, es solamente que, la

imagen que elegí... ¿hay alguna posibilidad de que fuera real...

—Violet —él puso su gigantesca mano sobre mi hombro—, no tengo

tus respuestas. Puedo ver que estás siendo atormentada por esto. Las

elecciones a menudo revelan consecuencias de muchas maneras. Pero lo que

buscas no te lo puedo dar.

—Pero no estoy buscando algo, yo... yo solo quiero saber...

—Por supuesto que estás buscando algo. Buscas el perdón y eso es algo

que no te puedo dar. Tendrás que mirar más allá de este lugar de la tierra y la

roca.

Estaba de nuevo con la cosa de Dios.

No quise ofenderlo, decirle que en este momento, no encontraba

consuelo en la posibilidad de que Dios realmente pudiera existir. Me conformé

con:

—Voy a pensar en ello.

—Este es un buen lugar para comenzar. —Él continuó a lo largo de la

ruta y aceleró el ritmo—. Vamos, ya casi estamos allí.

La montaña, en realidad una colina, no era espectacular. Era grande,

pero no como las formaciones rocosas que rodean el hotel con cascadas. Era

simple, y aunque se pudiera ver el trabajo que se había hecho para restaurar la

zona —los árboles pequeños y arbustos verdes rompían la continuidad de la

tierra del barón, un pequeño sendero que estaba bien cuidado— no fue hasta

que llegamos a lo más alto que me di cuenta de por qué era un lugar especial.

Las vistas.

Azeem apuntaba a una masa de agua.

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—Oeste, el Mar Muerto —y luego levantó la mano más alta, lo que

indicaba más allá—, y la Tierra Prometida.

—Jerusalén —dijo Griffin, ahora de pie junto a nosotros.

—Vaya —dije, y quise decirlo de todo corazón.

Azeem se volvió.

—En el Sur están los castillos de los cruzados, al Norte, las siete

colinas de Amman, y al Este, el desierto jordano los restos de Arabia Saudita.

—Entonces él nos llevó haciendo un círculo completo alrededor del perímetro

de la capilla que descansaba en lo alto de la subida. Era viejo, pero también

sorprendentemente moderno en diseño. Nyla se fijó en mi reacción.

—La capilla original se encuentra dentro de los muros de ésta

—explicó Nyla.

—La capa exterior se construyó para protegerla. Pero incluso el que

está dentro no tiene más de dieciséis o diecisiete siglos de antigüedad. Es sobre

todo un destino turístico ahora y normalmente está abierto todos los días

—agregó Azeem.

—¿Por qué no hoy? —le pregunté.

—Hemos pedido un favor. No pensamos que fuera prudente estar

todos aquí entre los turistas. —No podría estar más de acuerdo.

Lincoln y Spence aparecieron en la parte trasera del edificio. Spence

tenía un puñado de pequeñas rocas que lanzaba en los irregulares arbustos.

Lincoln parecía frustrado.

—¿Cómo vamos a encontrar algo aquí? Esta construcción es muy

reciente. Griffin, esto se ve como un callejón sin salida.

—No —dijo Griffin. Estaba de pie en la parte frontal de la capilla,

estudiando cada piedra, cada ranura—. Tiene que haber algo aquí. La historia

nos dice que Moisés fue enterrado dentro de la montaña, y más tarde Jeremías

regresó con el Arca y la dejó donde Moisés fue enterrado.

—Debíamos mirar dentro —dijo Rudyard.

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—Me temo que Lincoln tiene razón. No van a encontrar lo que buscan

en su interior. Hemos buscado en cada centímetro de la capilla, pasajes ocultos

o marcadores —señaló Azeem a sus hombres—. Me temo que este viaje sea

una pérdida de tiempo para ustedes.

—Si Moisés fue enterrado en esta montaña, lo más probable es que

hayan hecho algún tipo de tumba —dijo Griffin.

—Yo no estoy en desacuerdo contigo, amigo. Es probable que exista

una tumba directamente debajo de la capilla. Pero aparte de tirar abajo la

montaña, no podemos estar seguros y, bueno, desde hace tiempo se ha

considerado que tal vez esto puede ser lo mejor. Si las personas o seres

equivocados tuvieran en sus manos los restos de Moisés o cualquier cosa de él,

no sería bueno.

—Bueno, ya vendrán, Azeem —dijo Griffin, ahora irritado—. Y si

nosotros no lo encontramos, créeme, ellos lo harán.

Esto es el por qué yo tenía un problema con la religión. La gente hacía

muchas cosas en nombre de la fe, o peor, lo utilizan para impedir a otros

explorar posibilidades alternativas. Me acerqué a la parte posterior de la

capilla y vi un estrecho sendero cubierto que conducía hacia la parte posterior

de la ladera.

—¿Por qué está aquel camino allí? —le pregunté a uno de los Grigori

de Azeem, que estaba parado a mi lado.

—Esto solía ser el camino a la cima, los peregrinos hacían un viaje

largo y difícil de Jerusalén. Ahora las carreteras han tomado su lugar —dijo,

mirando hacia donde los otros estaban pululando alrededor.

Eso me dio una idea y me encontré de nuevo al frente de la capilla.

—Rudyard, ¿tienes aquella cosa que nos leíste en Hades? El Mac… lo

que sea.

Él arqueó las cejas.

—Asumo que te refieres al Segundo libro de Macabeos.

—Sí.

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Metió la mano en su bien organizada mochila y sacó el viejo libro

encuadernado en cuero, abriéndolo en la página de la derecha antes de

pasármelo.

—Gracias —le dije, leyendo mientras caminaba alrededor de la capilla.

—¿Supongo que no te importaría iluminarnos a cualquiera de

nosotros? —gritó.

—Es solo una idea —le grité de nuevo, sin detenerme.

Unos pasos más adelante, me volví. Todo el mundo estaba casualmente

arrastrando los pies detrás de mí. Lincoln llegó a mi lado y se encogió de

hombros.

—Nadie más ha tenido una idea.

—Ah —tragué saliva, sintiéndome de repente expuesta.

Me dirigí por el viejo camino olvidado, mis zapatos capturando las

raíces secas que alfombraban el suelo. Una vez que bajé una tercera parte del

camino, me detuve y me volví de nuevo encarando la cima.

Aquí está la cosa sobre la observación, está abierto a tantas

interpretaciones. En el nivel primero y más básico —visual— nosotros vemos,

nosotros creemos. Incluso este nivel está por debajo del estándar para el

humano promedio. Contamos con otros cuatro sentidos principales que nos

influyen. Si huele a quemado, por ejemplo, pero no vemos el fuego, la mayoría

de la gente se pone a investigar hasta encontrar la fuente.

Después de los sentidos llega el instinto. Griffin me había estado

enseñando en las clases que los seres humanos están confundidos con este

concepto y por lo tanto, en general, no son capaces de aprovechar el poder de

la intuición. El instinto requiere fe en sí mismo, algo que los humanos, muy

conscientes de sus propias limitaciones, a menudo no logran encontrarlo.

Del instinto nos movemos al final más alto. La imaginación y

manipulación. Los ángeles tienen el dominio sobre ellos.

Pero al final, la observación siempre se reducirá al único factor final:

la percepción. El punto de vista de cualquier persona proporcionará su propia

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perspectiva individual, influenciada por la acumulación de millones de

momentos de su propia vida. Lo que una persona haría si vieran al ser que

aman ser asesinado a tiros delante de ellos es completamente diferente de lo

que el otro haría. Ya fuera real o imaginario, no importaba. Lo único que era

seguro es que la respuesta de un individuo ponía en marcha una cadena de

acontecimientos que cambiaba todo para esa persona, para siempre. El poder

de los ángeles —por eso que debe ser a la vez luz y oscuridad— deben filtrar

la percepción.

—Aquí —le dije, dejando que la parte en mí que no era humana

tomara las riendas.

—¿Qué? —preguntó Lincoln, confundido.

Señalé las mesetas en la cara de la montaña y árboles que ofrecían

aislamiento.

—¿No se parece esto a un lugar perfecto para una cueva?

—Supongo, pero Vi, no hay cuevas aquí, no hay señales de una

antigua abertura. No entiendo a dónde vas con esto.

—Jeremías estaba en algún tipo de misión angelical, ¿no? —le

pregunté, el sol cerniéndose en mis ojos.

—Así que él pudo haber sido capaz de ver las cosas que una persona

normal no podría. Tal vez incluso las cosas que solo los ángeles podían ver,

¿verdad?

Lincoln se limpió la cara, cansado, y me miró con recelo.

—Supongo.

Resoplé y me acerqué a él, compartiendo el libro.

—Mira —le dije señalando el pasaje—. “Y cuando Jeremías llegó,

encontró una CUEVA hueca, en la que puso el tabernáculo, el arca y el altar

del incienso, y ENTONCES” —destaqué—, “DETUVO LA PUERTA. Y

algunos de los que lo siguieron llegaron a marcar el camino, PERO” —lo mire

para terminar—, “ELLOS no podían encontrarlo”.

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—¡Hay una cueva! —Lincoln llamó a los demás que habían estado

esperando en lo alto de la colina, mirándonos.

Spence y Zoe bajaron corriendo con los demás.

—¿Dónde está? —preguntó Zoe, mirando hacia arriba y hacia abajo,

por todas partes.

—No lo sé —admití, esperando no conducirlos a un callejón sin salida.

Una vez que todos se habían unido a nosotros, Lincoln les explicó al

grupo de rostros asombrados que ahora se mostraban más animados de que

hubiese una cueva en la montaña.

—Rudyard —Griffin dijo—, creo que puedes ayudar.

—Dispara —dijo Rudyard.

—¿Puedes sentir el poder aquí? Tendrás que tratar de enfocarlo en la

montaña y encontrar su fuente.

Rudyard se agachó en el suelo, tocando con las dos manos.

Él esperó.

Finalmente, se levantó y suspiró.

—No puedo estar al cien por ciento, pero una energía diferente sin

duda viene de esa dirección. —Señaló a la derecha.

—Está bien, es mi turno —dijo Griffin, todos en silencio se miraron

entre sí, tratando de averiguar lo que estaba pasando.

Griffin no tardó mucho tiempo. Él solamente anduvo un poco a la

derecha y luego atrás.

—La montaña verdadera definitivamente ha sido molestada y Rudy

tiene razón, viene de allí, pero al igual que él no puedo determinar con

precisión el lugar.

Griffin bajó su cabeza, pensando. Todo el mundo le dio tiempo.

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—Correcto —dijo él, como si no estuviera realmente seguro—. Zoe, tu

turno.

—Ya era el maldito tiempo. ¿Qué te apetece? —preguntó ella

sonriendo.

—Levanta la montaña.

—¿Qué? —corearon todos.

Zoe se limitó a mirar de Griffin a la montaña, de vuelta a Griffin,

luego de vuelta a la montaña.

—¿Qué tan alto? —preguntó ella, cuando las bocas del resto de

nosotros se cayeron abiertas.

Griffin sonrió.

—Solo tienes que moverla. Si estoy en lo correcto y el glamur la

sostiene, no se moverá. Si puedes desplazar la montaña y los restos aún

permanecen allí...

—La cueva se mostrará —terminó Salvatore, luciendo impresionado.

Él realmente estaba haciendo bien en mantener el ritmo y no fui la única que

se dio cuenta. Creo que Zoe, quien usualmente parecía completamente

inmune a Salvatore, realmente se dio cuenta de él.

Ella cerró los ojos y esperamos. Bueno, hasta que Spence lo rompió.

—¿Estás bien, Zo?

—¡Cállate! Incluso la madre naturaleza necesita un momento para

esto. Tengo que concentrarme —graznó.

Así que esperamos de nuevo. Y esperamos. Debieron haber sido

alrededor de diez minutos, pero luego... la tierra comenzó a moverse.

Azeem y sus hombres, aún en la cima de la montaña, cayeron de

rodillas. Pero no tenía mucho sentido a menos que ellos estuvieran orando a la

Todopoderosa Zoe.

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Nos agachamos a la tierra para sostener nuestro equilibrio. Y nos

maravillamos.

Rocas comenzaron a moverse de lado a lado, solo ligeramente, pero en

sincronía. Los árboles de la montaña —la montaña entera— era de locos. Zoe

y la naturaleza se movían como uno solo. Bailando.

—Allí —gritó Lincoln.

—¡Sí! —exclamó Nyla, levantándose, balanceándose como una

criatura mágica navegando por la montaña.

Un área pequeña se quedó quieta. La montaña moviéndose alrededor

de ella, pero esa parte no mostraba ninguna señal de vida. Era del tamaño

perfecto, una abertura.

—¡Está bien, Zoe, puedes detenerte! —bramó Griffin sobre el sonido

de la montaña viva.

Zoe se levantó y abrió los ojos. La montaña se quedó inmóvil,

exactamente donde había estado. Todo el mundo se levantó lentamente,

asombrado de lo que acababa de presenciar. Salvatore inclinó la cabeza.

—Zoe, Complimenti7.

Ella no pudo ocultar la sonrisa dando un manotazo se alejó de él.

—Yo. No. Hablo. ¡Italiano! —dijo marchándose hacia el lugar donde

estábamos todos reunidos.

—Zoe, eres extraordinaria —dijo Rudyard. Con esto, ella no pudo

contener una sonrisa en toda regla.

—Estamos muy orgullosos de ti, Zoe —dijo Nyla, sus palabras tan

calurosas que calaron hondo en mi corazón. Me di cuenta de que eran como

una familia y cuando Zoe sonrió de nuevo a Nyla, era la clase de sonrisa que

una hija le daría a una madre. Me di cuenta de algo más, también. Es por eso

que Nyla me ponía tan nerviosa.

7 Complimenti: En italiano Felicitaciones.

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Nyla entrelazó sus manos con Rudyard y siguió caminando.

¿Yo podría tener eso algún día?

Cuando llegó el momento de entrar en el área que no se había movido,

Nyla y Lincoln fueron los primeros de las filas. Ellos tantearon alrededor,

tratando de tirar las piedras y tierra, pero cualquier cosa que quitaban de

alguna manera instantáneamente se reemplazaba. Era inútil.

—Es sólido, o algo así. Esto se regenera —dijo Lincoln, que aún

persistía, tirando más piedras.

—Todo está bajo un glamur —dijo Nyla, caminando de vuelta a

nosotros—. No podemos abrirnos camino con fuerza —aclaró, aunque

seguíamos viendo como Lincoln tiraba piedras en la apertura.

Nos planteamos la idea de que era mejor intentar entrar en el túnel

desde otro lugar.

Si Phoenix sabía cómo entrar, tenía que haber otro camino. Tendría

que haberse imaginado que podríamos conseguir entrar, también.

Di un paso tentativamente hacia la apertura, con miedo como si esta

pudiera tragarme entera. Coloqué una mano sobre el glamur. Se sentía como

tocar tierra y piedra

Utilicé mi poder, trabajé en él durante un rato y después lo lancé sobre

el glamur, deseando que se desvaneciera. Una bruma brotó de mí

directamente hacia la abertura, concentrándose exclusivamente en la fachada.

Sabía lo que le había preguntado.

La niebla se apoderó de su objetivo, fijándose en él como miles de

millones de diminutas gotas, y corroyendo la apertura, trabajando su camino

hasta el suelo.

—Bueno... eso fue efectivo —dijo Griffin, hipnotizado. Ante nosotros

había una cueva que conducía a un largo túnel, iluminado por lo que debían

de ser antorchas eternamente encendidas.

Fuego eterno.

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Capítulo 28 “No hay días en la vida tan memorables para aquellos quienes

vibraron con algún golpe de la imaginación”.

Ralph Waldo Emerson

Traducido por Anelynn

Corregido por MaryJane♥

eguimos a Azeem y a sus hombres mientras ellos dirigían el

camino hacia el túnel. Me pregunté por qué solo los hombres

Grigori se habían unido a nosotros en nuestro viaje. La única

Grigori mujer que había visto, otra además de Ermina, había estado en los

avisos de cuidado atrás en el hotel.

Spence apareció a mi lado.

—Da da da dah-dah, da da da dah-dahh, da da da dah, da da da dah, da

da da-dahh.

—¿Star Wars?

—Mierda. Iba por Indiana Jones —dijo él—. Este lugar es perverso.

Quería estar de acuerdo pero tenía un sentimiento diferente y me

tenía al borde. No podía ubicarlo, algo rancio, casi. Me quité la gorra de

Lincoln y paré de caminar. La atención de Spence ya se había amontonado en

otro lugar y nadie más lo notó. Los dejé caminar adelante y me volví hacia la

brecha. Algo definitivamente no estaba... entonces me di cuenta que lo

debería haber sentido tan pronto como entramos en el túnel. Aunque en una

S

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escala mucho menor, era la misma sensación rancia que tenía cuando sentí las

sentidos en nuestra llegada.

El sol brillaba en el ominoso túnel y caminé de regreso hacia la

brecha, vi al exiliado con túnica parado ahí, bañado en la luz brillante, la

cabeza inclinada debajo de una manta encapuchada.

Esperando por mí.

—¿Amigo o enemigo? —dije, deteniéndome a unos metros de él.

—Ninguno.

Su voz era joven, pero cansada, muy cansada.

—Eres un exiliado, ¿verdad? —pregunté, repentinamente insegura.

—Hice mi elección, sí. —E incluso de alguna forma no sentí como si

fuera realmente una respuesta.

—¿ Quién eres? —Di otro paso hacia él. No parecía preocupado.

—Un mensajero.

—¿Qué quieres?

Su cabeza se movió hacia un lado. Pensé que me iba a mirar, pero

entonces se quedó quieto otra vez.

—Nada. No quiero nada.

—¿Entonces qué estás haciendo aquí? —pregunté confundida.

—Nada.

—Correcto...

¿Escapando mucho del instituto?

—¿Cuál es tu nombre? —traté, comenzándome a sentirme impaciente.

—Puedes llamarme Judas —dijo, todavía no revelándose a sí mismo.

Me pregunté si algo horrible yacía debajo de las mantas, si él estaba herido o

asustado.

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—De acuerdo, Judas. ¿Sabes dónde están las Escrituras?

Asintió una vez.

—Debes ver la habitación que va más allá de tus ojos.

¿Por qué demonios todos tienen que ser tan crípticos todo el tiempo?

Es como algún criterio de ángeles y exiliados.

Se giró para irse.

—¿Por qué eres tan familiar? —pregunté, todavía incapaz de sacudir la

sensación de que conocía a este exiliado de alguna forma.

—Fui famoso una vez —dijo, y aunque todavía no podía ver su rostro,

sonaba extrañamente entretenido.

Cuando alcancé a todos los demás otra vez, ellos estaban amontonados

en una habitación pequeña. Los Grigori de Azeem estaban caminando de

regreso pasándome.

—¿A dónde van ellos? —pregunté.

—A cuidar la parte frontal —dijo Azeem.

—Oh —respondí, brevemente considerando decirles sobre Judas pero

decidí no hacerlo. Él se había ido.

—Esto es verdaderamente extraordinario —estaba diciendo Nyla

mientras caminaba hacia la habitación donde todos ellos estaban mirando

boquiabiertos.

Lincoln vino a mi lado.

—¿A dónde fuiste?

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No pensé que alguien lo había notado.

—Te digo después —susurré.

Junto con todo lo demás.

Levantó una ceja pero lo dejó ir.

Miré alrededor de la habitación, realmente solo un sucio piso y

agrietadas paredes de piedra cubiertas con pinturas y símbolos que lucían

cientos de años antiguas, lo que era precisamente eso que lo hacía tan

extraordinario.

—Este es un asombroso descubrimiento —dijo Azeem—, pero no

puedo ver nada aquí para ayudarte. Es posible que este sea la, o una, pre-

cámara para la tumba de Moisés, pero no puedo ver a dónde conduciría —dijo

él, circulando en la habitación, corriendo su mano a lo largo de las paredes.

—Tenemos que permitirnos verlo —susurré para mí misma,

repitiendo las palabras de Judas—. Oh, ¡Dios mío! Sé que hacer.

Miré a Lincoln.

—Es como la fachada, pero más. Este lugar, está hecho por ángeles

—¿Glamur? —preguntó Lincoln, tratando de seguirme el ritmo.

Sacudí mi cabeza.

—Imaginación.

Las dos cosas parecían lo mismo pero glamur es externo, un truco del

ojo. Imaginación está dentro de nosotros, una percepción. Para revelarlo,

nuestras propias imaginaciones tienen que estar abiertas a una nueva

interpretación.

Y antes de que cualquiera pudiera preguntar, liberé mi poder en la

habitación. Una manta de niebla amatista flotó sobre todo y empezó a trabajar

en su camino a través de las aparentes barreras. Esta habitación era una

defensa, solo otra capa.

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La intensidad de mi poder se construía y construía y comenzó a rodear

la habitación rebotando de las paredes hasta que la niebla se convirtió en su

propio huracán. Todos se tiraron al suelo.

La empujé, la empujé para romper toda la tela de lo que nos estaba

rodeando. Lucía real. Si tratábamos de caminar a través de nuestras propias

piernas no nos tomaría y si poníamos nuestras manos en la pared nuestras

mentes nos dirían que estaba sólida. Pero no lo estaba.

Sentí el sudor comenzando a gotear de mi frente y la fuerza fluyó

rápidamente de mi cuerpo. No estaba controlando esto bien. Comencé a ver

que la habitación se separaba, pero solo en mi visión periférica. Cuando traté

de ver lo que estaba más allá, no pude.

No era lo suficientemente fuerte.

Pero no necesitaba serlo. Sin mirar extendí mi mano abierta hacia un

lado. Él la atrapó firmemente. La habitación comenzó a llenarse con nuevos

colores y su agarre se tensó. Sabía que la niebla, aunque multicolor como la de

todos los demás, contenía el más vibrante verde, justo como sus ojos. Todavía

estaba debilitándome pero apreté la mano de Lincoln de regreso mientras

juntos demandamos que el velo fuera levantado.

No estoy muy segura de lo que pasó después, solo que todo se puso

oscuro y yo estaba cayendo.

Lo siguiente que sentí es que alguien estaba pateando las suelas de mis

pies. Yo estaba tumbada.

Abrí mis ojos. Estaba en el suelo, la cabeza en el regazo de Lincoln.

Miré hacia abajo, Spence se estaba alineando para patearme otra vez. Moví mi

pie justo a tiempo.

—Sabes, realmente pienso que todos necesitan evaluar la forma en que

tratan a sus colegas Grigori, especialmente cuando ellos están inconscientes.

—¡Esto está viniendo de la chica que tumbó a su hombre hace unas

semanas! —dijo Spence, sus brazos amplios como si no entendiera la

diferencia.

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Me sonrojé. Patética como estaba, recostada en el regazo de Lincoln y

teniendo a alguien más llamándolo mi hombre, era vergonzoso. Lincoln

pretendía mirar hacia otro lado por un momento. Pero reteniendo una sonrisa.

—Eden, conseguiste algún pesado encantamiento, te concedo eso,

pero ya no te queda poder. ¡Vamos! —dijo Spence, extendiéndome una mano.

—Tómate tu tiempo —dijo Lincoln, alisando el cabello hacia atrás de

mi cara sudada enviando una mirada afilada en dirección de Spence—. Esa fue

una cosa mayor allá atrás.

Él tenía razón. Estaba absolutamente gastada, pero me levanté de

todas formas y dejé que Spence me jalara. Este no era el momento para

debilidad.

Miré a mis alrededores. Estábamos en una completamente nueva

habitación. Bueno, realmente era una muy muy vieja habitación. Todos los

demás estaban lentamente moviéndose alrededor del espacio, estudiando los

símbolos en las paredes.

Azeem estaba de rodillas en el suelo.

—¿Está rezando? —le pregunté a Lincoln. Asintió. Azeem estaba

comprometido, le concedí eso. En una pared estaba una pintura del Monte

Nebo y parecía como una cortina pura que había sido puesta sobre todo la

montaña. La siguiente pared mostraba la cortina parcialmente cubriendo una

caja de madera con la parte de arriba dorada compuesta de dos majestuosos

pájaros posando con sus alas extendidas.

En la tercera pared, había tres figuras de forma humana. Una estaba

pintada de forma brillante, una de oscuro con sombras, y una...

desapareciendo, casi traslúcida. Las tres figuras, cada una usando una pequeña

corona, parados alrededor de un largo cáliz, que descansaba en un muy largo

tallo. Los tres tenían un brazo extendido y estaban sangrando de la muñeca en

la copa. La otra mano descansaba en el hombro del que estaba a su izquierda

así estaba todos conectados. Lancé mi mirada hacia la última pared, estaba

completamente desvanecida o nunca había sido pintada.

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Nyla y Rudyard estaban parados muy cerca, agarrados de las manos y

susurrando.

—Esta no es una buena noticia —dijo Salvatore, detrás de mí. Me giré

para ver de lo que estaba hablando y me encontré mirando hacia las mismas

cosas que tenían la atención inquebrantable de todos.

—¿Tú crees? —le espetó Zoe a Salvatore, lanzando una mano hacia el

cáliz que se balanceaba en el largo tallo de madera, justo como la hacía en la

pintura.

—Deja de ser una perra —habló más fuerte Magda, contribuyendo sus

primeras palabras para el día.

—¿Qué? ¿Conseguiste una patente en el o algo? —devolvió Zoe, su

furia causando que la arena se arremolinara a sus pies.

Magda miró hacia abajo en la tormenta de arena en miniatura de Zoe.

—No lo sacarías del suelo —advirtió ella.

—Señora, podría construir un castillo de arena alrededor de ti antes de

que sepas lo que está pasando —dijo Zoe, tomando un paso hacia enfrente,

retando a Magda.

Tal vez me levanté muy rápido.

Magda estaba por decir algo más, cuando Griffin se paró entre ellas.

—¡Paren! —gritó, mirando a Magda. Ella apartó la vista, su mano

yendo hacia el zafiro alrededor de su cuello como si de alguna forma la fuera a

proteger.

Mi cabeza estaba girando. Zoe parecía como que iba a decir algo más,

pero se detuvo cuando perdí mi balance y caí en una rodilla.

—Necesitamos llevar a Violet de regreso al hotel y creo que todos

necesitamos salir de este lugar.

»Ahora —ordenó Griffin.

Vino hacia mi lado mientras Lincoln me ayudaba a ponerme de pie.

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—Estoy bien —traté, pero ellos solo me ignoraron.

Tanto por ser fuerte.

—Déjame adivinar, Violet los necesita a ambos para rescatarla ahora

—dijo Magada bajo su aliento mientras salía de la habitación y hacia los

túneles.

—¿Cuál es su problema? —pregunté débilmente, tratando de una vez

por todas de saber cuál era su problema.

—Ella... ella solo está cansada —dijo Griffin. Pero yo no creía eso más.

Por la apariencia en el rostro de Griffin, tampoco él.

Mientras todos salíamos noté que Salvatore se quedó muy cerca de

Zoe, quien todavía estaba enfurecida, casi protectoramente.

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Capítulo 29 “El amor es el único fuego que es lo suficientemente caliente como

para fundir la férrea obstinación de la voluntad de una criatura”.

Alexander Maclaren

Traducido por LizC

Corregido por Lizzie

e desperté desorientada y me encontré en mi cama en el

hotel, luego me sorprendí cuando noté que había alguien

al lado.

—Solo soy yo —dice Lincoln con dulzura, cerrando el libro que había

estado leyendo.

—Hola —dije, sonando ronca. Había estado teniendo un sueño

familiar. El mismo que a menudo había tenido hasta ahora. Me concentré y

traté de aferrarme a él, de arrastrarlo de nuevo a mí. Pero una vez más, al

momento en que casi podía tocarlo, pareció disolverse completamente. Lo

único que quedó a su paso era la misma sensación de aislamiento y tristeza, y

el olor de los lirios.

Lincoln estaba sonriendo, me estudiaba. Se volvió, apoyándose en su

codo. La forma en que maniobraba su cuerpo, llevaba su peso y respiraba por

la nariz dentro y fuera poco a poco… de repente estuve muy consciente de

que estábamos en, o al menos sobre, la misma cama.

—¿Cómo te sientes?

Paranoica.

M

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Le devolví la sonrisa, aunque la mía no fue tan calmada, por lo que

traté de hacer a un lado la sensación de que me estaba perdiendo algo grande.

—Mejor, creo. ¿Qué ha pasado? Lo último que recuerdo es que estábamos en

los autos.

—Te desmayaste cuando estabas subiendo, casi te llevas a Azeem

contigo —dijo.

No podía dejar de mirarlo. Su cabello estaba húmedo y se había

cambiado a unos pantalones y una camisa azul claro, las mangas arremangadas

de modo que podía ver los vellos rubios en sus bronceados brazos. Se veía

divino.

Él arqueó una ceja.

—Oh —fue lo mejor que pude decir mientras trataba de evitar que

mis ojos vagaran más.

—Nadie más podría haber hecho lo que tú hiciste allí. ¿Cómo supiste

que era ilusión?

Oí las palabras, pero su manera de hablar —suave, íntima— lo hizo

sentir como si estuviera diciendo mucho más. Se me puso la piel de gallina en

los brazos lo que provocó un efecto dominó erizando los vellos de los mismos.

Él se acercó y abrió una botella de agua para mí.

—Gracias —le dije, tomando un sorbo—. Vi al exiliado. El de la

túnica, él estaba esperando por nosotros cuando entramos en las cuevas.

Él asintió, poniendo dos y dos juntos.

—Así que ahí es donde desapareciste.

—Sí. Hay algo extraño en él. Sabe cosas y sé que es viejo, incluso para

un exiliado, pero hay algo más. Él no es como los demás. No está dispuesto a

luchar y yo no tengo miedo de él de la misma manera.

Lincoln pareció preocupado.

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—No te dejes engañar, no tenemos idea de cuáles son sus poderes

—me advirtió. El comentario provino cargado. Claramente me habían

engañado antes.

—Esa sala, esas cuevas… todo fue creado por los ángeles para que los

humanos normales jamás las descubrieran. Ese lugar solo estaba destinado

para que nosotros lo encontráramos —dije, sintiendo escalofríos de un tipo

diferente.

—Nosotros y los exiliados —me corrigió Lincoln—. Ellos pueden ver

más allá de la ilusión de los ángeles, también.

—Sí —dije, tomando una respiración profunda. No sabía cuánto

tiempo había dormido, pero no fue suficiente—. ¿Qué hora es?

—Casi las cinco.

Me senté con urgencia. Mi estómago se revolvió; todavía no estaba en

mi mejor momento.

—Nos tenemos que ir. Phoenix va a estar allí en un par de horas. ¡No

puedo creer que me dejaste dormir tanto tiempo!

—Relájate. Tenemos tiempo y necesitas descansar. Todo el mundo se

va a reunir en la planta baja en una hora.

—Oh —dije, incapaz de resistirme a caer de nuevo en la cama.

—Sabes, así no es como me imaginaba la primera vez que te

despertarías a mi lado —dijo Lincoln, sonriendo con esa sonrisa.

Estaba a punto de lanzarme en uno de mis controles mentales,

recordándome a mí misma todos los peligros. Lincoln por alguna razón había

decidido no resistirse más. Se había visto tan seguro desde lo que pasó con

Nahilius. Yo tenía mis dudas. Pero entonces recuerdo lo que Nox había dicho.

Él lo había confirmado. Éramos almas gemelas.

Esto era lo que yo quería.

No había nada que nos detuviera.

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Pensé en Nyla y Rudyard, y sonreí mientras fantaseaba acerca de

cómo podríamos ser Lincoln y yo. Vidas de estar juntos… libres para amarnos

completamente.

Pero entonces otra línea de pensamiento hizo que mi sonrisa

desapareciera rápidamente, mientras Lincoln observaba, divertido. Yo estaba

segura de que tenía ojos de panda, mal aliento y el cabelllo terrible.

Probablemente quiere salir corriendo.

Me senté.

—Lo siento —le dije, lanzando rápidamente la sábana a un lado y

poniéndome de pie.

¡Mátenme!

Yo no llevaba mis cargos, solo ropa interior.

—Ah… —empecé, sintiendo un destello creciente, totalmente pérdida

en cuanto a qué hacer. Yo no quería gritar, pero… ¡Oh, Dios mío! ¡Estaba de

pie allí frente a mi alma gemela en mis calzoncillos verdes del Increíble Hulk!

Lincoln estaba conteniendo una sonrisa y sus ojos permanecieron

pegados en mis piernas muy desnudas. Supongo que era mejor que se centrara

allí en lugar de mi ardiente rostro rojo.

—Te juro que no lo hice —dijo él, con las manos en señal de

rendición—. Zoe te trajo y te acomodó.

—Bueno, gracias por la advertencia —dije, agarrando una toalla del

estante del armario y envolviéndola alrededor de mi cintura.

—Te levantaste un poco rápido. De todos modos, soy parte ángel, no

santo —dijo, su voz más gruesa de lo normal y su sonrisa retorcida. Él estaba

demasiado cómodo manteniendo sus ojos verdes fijos en mí, lo cual habría

estado bien, si no fuera un torpe desastre.

Me lancé hacia el cuarto de baño.

—¿A dónde vas?

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—¡Ducha! —le grité en respuesta. Luego, dándome cuenta de que

probablemente tomaría eso como su señal para salir, hice una decisión—.

Espera ahí, voy a estar de vuelta en un minuto. —Cerré la puerta antes de que

pudiera responder.

Ya era hora de nivelar el campo de juego si quería mantener algún

tipo de control.

Me di una sonrisa en el espejo.

¡Vamos a ver quién tiene la sartén por el mango ahora!

Entonces, mi sonrisa se volvió hacia una mueca. Me veía horrible. Mi

cabello estaba casi en rastas, mis ojos tenían cansados círculos oscuros debajo

de ellos y tenía manchas aleatorias de suciedad en el cuello y los hombros.

Deseaba desesperadamente tener la bolsita de maquillaje de todo a mano de

Steph.

Abrí el agua y me quité la camiseta y ropa interior. Tomaría una

ducha fría y rápida, simplemente mojando mi cabello lo suficiente para

controlar la locura antes de saltar fuera de nuevo. Utilicé lo que sí tenía a la

mano, lo cual era prácticamente solo delineador de ojos, rímel y brillo de

labios. Le di a mi cabello un secado rápido con una toalla y luego lo sacudí

hacia atrás un par de veces. En mi camino a la puerta, estratégicamente

envolví la toalla blanca a mí alrededor, dejando que cuelgue en la parte

posterior. Cubriendo las partes importantes.

Lincoln estaba de pie junto a la ventana. Él estaba mirando fuera, pero

él sabía que yo estaba de vuelta en la habitación. Me di cuenta por la forma en

que se quedó inmóvil.

—Eso es mucho mejor —le dije, peinándome el cabello con mis dedos.

—Eso es… bueno —dijo Lincoln, sin darse la vuelta.

—Linc, ¿qué pasa? —pregunté, inocentemente.

—Nada. —Se aclaró la garganta—. Solo pensé… no quiero que te

sientas incómoda.

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La verdad. Yo estaba totalmente incómoda. Quiero decir, no se trataba

de estar cerca de él, eso era fácil, sobre todo ahora que sabía que podía; pero

esto… bueno, no había hecho nada como esto antes.

—¿Yo? No estoy incómoda en absoluto. ¿Por qué? ¿Tú sí?

Aguanta, aguanta.

Estaba segura de que él debe de haber oído el temblor en mi voz.

Él no respondió. Pero se dio la vuelta y cuando lo hizo, valió la pena.

En serio, valió la pena a lo grande.

Trató de no ir a la deriva, trató de mantener sus ojos en los míos, pero

no pudo, y cuando viajaron a lo largo de mi cuerpo, mi misión había sido bien

y verdaderamente lograda. Por si acaso, puse la guinda del pastel.

—Oh, ahí está —dije, girando en torno a la mesa trasera para

conseguir mi cepillo. Mi toalla colgaba en mi parte trasera de modo que se

redujo hasta llegar a la parte superior de mi trasero. No mostró nada más de lo

que un vestido sin espalda haría, pero es diferente cuando la única cosa entre

ti y tu austera desnudez es una capa suelta de tela.

Me volví justo a tiempo para capturar las esquinas de la boca de

Lincoln elevarse.

—Te das cuenta de que me voy acercar hasta allí, ¿cierto?

—No. ¿Por qué? —contesté, pero ya me estaba riendo.

Dio unos pasos y para esa etapa no pudo moverse lo suficientemente

rápido. Justo cuando me alcanzó alguien llamó a la puerta. Zoe llamó.

—Todo el mundo está a punto de partir. ¿Están bien?

—Sí —gritamos al unísono.

—Claro —dijo Zoe, sonando como alguien que sabía exactamente lo

que estábamos haciendo.

—Por lo menos no fue Ermina —dije. Pero Lincoln realmente no

estaba interesado. Sus labios encontraron los míos y aunque nos teníamos que

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ir, nada nos iba a impedir compartir este momento. Él me acercó y la toalla

cayó de mi espalda mientras mis manos se envolvían alrededor de él. Su toque

se deslizó suavemente sobre el contorno de mis hombros y por los lados de mi

cuerpo y de repente había un millón de lugares a los que quería que fueran y

sabía que sus manos querían estar allí también.

En su lugar, se agachó y recogió la toalla colgando, re-envolviéndola

suavemente sobre mi espalda y luego pasando las manos hacia abajo,

alisándola de nuevo. Siempre el caballero.

—Sabes, lo que acabas de hacer es una forma de tortura muy severa

—dijo, con la voz más cautivadora que nunca. Lo miré, hipnotizada mientras

extendía la mano y la recorría por mi cabello mojado.

—Te lo mereces.

Él medio rió.

—Sé que nunca voy a hacer nada en mi vida lo suficientemente

notable para hacer que te merezca, pero te prometo que, Violet, voy a tratar

todos los días por el resto de mi vida. —Dio un paso atrás y estudió la vista de

mí de una manera que hizo que mi interior revoloteara—. Cuando lleguemos

a casa, tengo la intención de mostrarte lo increíbles que realmente podemos

ser juntos.

¿Por qué es que él tiene la capacidad de decir estas cosas increíbles en

momentos como este?

Una vez más, casi no podía respirar. Honestamente, ¿a quién quería

engañar? No podía controlar lo que hay entre nosotros, sería su esclava si él

me lo pedía.

Hubo otro golpe en la puerta.

—Rudyard viene —susurró Zoe a través de la abertura.

—¡Vete! —le dije a Lincoln—. Nos vemos allá abajo.

No necesitó que se lo dijera dos veces. Ninguno de los dos estaba para

una discusión con Rudyard sobre la gravedad de esta elección que estábamos

haciendo.

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Cuando llegué abajo, vi a Lincoln de primero en el otro lado de la

habitación; mis ojos lo encontrarían en cualquier lugar de primero. Ya me

estaba mirando, sonriendo.

—¡Oh, por el amor de Dios! —dijo Magda, a quien no había notado de

pie, sola, cerca de la entrada, entre una serie de jadeos. Señaló hacia mi cabello

todavía húmedo—. Para alguien que necesitaba que todo el mundo la trajera

hasta aquí, te ves muy… fresca.

—¿Sabes qué, Magda?, lo siento por ti. Tienes el compañero Grigori

más increíble y ha estado llevando toda la carga, cubriéndote, haciendo tu

trabajo, incluso cuando apenas puede encontrar el tiempo para hacer todo lo

que tiene que hacer. ¿Por qué no simplemente tratas de ser útil para variar?

Se acercó hasta mí, para que nadie pudiera oír. Salvatore estaba detrás

de ella, mirándonos.

—Solo recuerda a quien acudió Lincoln cuando necesitó de alguien.

¿Crees que tú y él tienen una oportunidad? Bueno, luces reluciente y nueva en

este momento, pero él va a ver a través de eso muy pronto… entonces verá

cómo eres de verdad.

Mis ojos se abrieron. Sus palabras se escindieron a través de mis

defensas con demasiada facilidad.

Ella sonrió, animada por mi reacción.

—¿Piensas en él a menudo? ¿Fantaseas con estar envuelta entre sus

brazos? ¿Le dijiste a Lincoln cómo se siente el compartir la cama con Phoenix?

—Cállate —le dije.

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—No lo creo. Debe ser difícil, incluso imposible, de olvidar —se

burló—. Phoenix es, después de todo, el hijo de la lujuria y seducción. No es

de extrañar que Lincoln tuviera que ir tras Nahilius. Probablemente estaba

desesperado por recuperar algo de dignidad.

La miré fijamente y traté de no retroceder.

—Sabes, no te ves muy bien, Magda. Los celos no funcionan para ti.

Ella se inclinó, cerca de mi oreja.

—¿Crees que eres el alma gemela de Lincoln? Vamos. ¿Cómo puedes

creer que un alma tan contaminada como la tuya podría ser apropiada para él?

—Yo… yo… —Estaba tratando desesperadamente de contener las

lágrimas. Quería golpearla y antes de que supiera lo que había pasado, lo hice.

Le di una bofetada en la cara.

Ella retrocedió un paso, luego vi su sonrisa y agregó un par de pasos

más.

Por favor.

Griffin estuvo al lado de Magda en un instante. Lincoln estuvo al lado

mío, pero no estaba feliz. Casi podía ver la persistente fuerza de nuestro

momento en toalla antes desintegrarse en la nada.

—¿Qué pasó? —preguntó Lincoln, mirando entre Magda y yo. Podía

verlo sacar sus propias conclusiones antes de que yo siquiera tuviera la

oportunidad de explicarme.

—Ella… ella… —Pero ¿qué iba a decir? Pude ver la sonrisa en los ojos

de Magda mientras sostenía la mano en su cara como una mujer apaleada. No

la había golpeado tan duro. Cualquier cosa que dijera solo iba a sonar infantil.

Dejé caer mi cabeza.

—Violet, no me importa qué argumentos mezquinos tienen Magda y

tú, no atacamos a los nuestros de esa forma. Ella es mi compañera, golpearla a

ella es como golpearme a mí.

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Las palabras de Griffin fueron como una bofetada en mi cara. Pensé

por un momento que Lincoln me podría defender como Griffin lo hizo con

Magda, pero él se quedó en silencio. Magda se alejó aferrada a Griffin.

—¡Todo el mundo en marcha! —gritó Griffin a sus espaldas.

—Lincoln, yo… ella empezó —traté de explicar.

—Violet no importa. —Sacudió la cabeza, decepcionado de mí, por lo

que mi corazón se hundió.

Casi podía oír a Magda riéndose de mí, burlándose de mí… Con un

alma tan contaminada como la tuya.

—No deberías haberla golpeado.

—Apenas la toqué —dije en voz baja.

Negó con la cabeza hacia mí de nuevo y siguió a los otros.

Salvatore caminó a mi lado.

—Con cuidado, señorita Violet. Con cuidado, mucho cuidado, por

favoure.

Zoe corrió detrás de nosotros y envolvió un brazo alrededor de mis

hombros.

—No te preocupes, cariño. Yo te respaldo. Ella se lo merecía.

Sí, Zoe me respaldó. ¡Desde el punto más alejado de la habitación!

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Capítulo 30

“Sin oscuridad, nada viene a la luz, así como sin luz, nada florece”.

May Sarton

Traducido por Maru Belikov(SOS) y Bielkitha Ivashkov

Corregido por MaryJane♥

llos no están aquí todavía —dijo Azeem

cuando regresamos al Monte Nebo.

Sus Grigori, los hombres de

todas formas, habían estado patrullando

y explorando toda la tarde. Cuando

había preguntado, Rudyard explicó que incluso las mujeres Grigori eran muy

poderosas, sus creencias anularon sus derechos. Las mujeres Grigori fueron

confinadas a asegurar los perímetros de sus hogares y a sanar. Me había dejado

confundida.

Ningún exiliado se había acercado a las cuevas. No era algo

exactamente alentador de escuchar. No porque pensara que ellos no vendrían,

más porque sabía que lo harían. Y tenía una fuerte sospecha de que Judas no

estaba muy lejos. Pero eso solo era intuición, no podía ver nada.

La montaña tenía una emoción diferente en la noche. El aire alrededor

de mí se sentía pesado a pesar de la fría brisa. Polvo estaba cayendo y había

una clara vista del horizonte en todas las direcciones. Lucía como sí las nubes

cubrieran de un gris oscuro la cima alzándose desde el suelo rodeándonos,

sofocando los últimos rayos dorados de sol con sombras. Cerrándolos.

—¿Cómo te estás sintiendo? —preguntó Lincoln. Otra vez.

—E

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—Estoy bien —dije, un poco enfadada. Todavía estaba molesta sobre

la situación de Magda. Y estaba cansada, pero no iba a ayudar admitirlo. Él

mantuvo su atención sobre mí, esperando por que dijera más. Pretendí estar

interesada en algo a un lado y me moví lejos de él.

Griffin nos juntó todo el camino de regreso a la montaña. Él había

decidido, incluso aunque quizá pudiera ser que estuviésemos caminando hacia

una trampa, que era mejor si nos encontrábamos en el mausoleo. Ahora todo

estaba completamente oscuro y escuché a Spence maldecir cada pocos pasos

mientras tropezaba.

—¿Si es un mausoleo, cómo es que no hay ningún ataúd? —pregunté,

dejando unos cuantos pasos de distancia entre Lincoln y yo.

—Es como Moisés fue colocado en la tierra —respondió Azeem.

Ahora me sentía incomoda alrededor de Azeem, como si debiera

hablar en representación de Ermina o algo. Ya sabes, feminismo y todo. Pero

entonces otra vez, Ermina no había hecho nada que sugiriera que no estaba

feliz por cómo eran las cosas. Quizá solo parecía imposible para mí.

La entrada al túnel era fácilmente visible esta vez, como si nuestros

ojos hubiesen visto la verdad, ellos no nos engañarían otra vez. Esperaba que

lo mismo aplicara para el interior de la cueva, pero las reglas aquí parecían ser

un poco diferentes. El túnel resplandecía con las eternas llamas doradas, que

ardían silenciosamente desde las antorchas esparcidas a intervalos. Note que

nadie más estaba particularmente fascinado por las perpetuas llamas como lo

estaba yo. Probablemente había una clase en la Academia que la cubriera. Me

sorprendí a mí misma con una pequeña sonrisa mientras imaginaba pasando

una hoja en uno de mis libros de texto para ver un capítulo llamado Fuego que

Enciende, pero Nunca quema. Por primera vez, me pregunté si tomé la

decisión correcta al vetar mi educación en la Academia.

Los hombres de Azeem permanecieron afuera en sus puestos, aunque

Azeem se nos unió. Por la manera en que él nos miraba, tuve la impresión de

que estaba más preocupado con preservar el lugar. Eso fue, hasta que lo vi

sacar un machete por debajo de su ropaje.

—¿Eso funciona? —dijo Lincoln.

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—A cada uno nos han dado las herramientas de nuestra cultura. Esta

es mía.

—No sabía que el machete fuera un arma árabe —dijo Lincoln.

Azeem giró la pesada hoja como si fuera un cuchillo de mantequilla.

—No siempre fui de estás partes. —Él sonrió, una sonrisa diferente de

las usuales, mostrando más los dientes, atrapando la luz del fuego. Envió un

temblor por mi espalda.

—Impresionante —dijo Lincoln con un asentimiento.

—Sí —concordó Azeem, mirando hacia adelante.

Estaría impresionada cuando lo viera darle un buen uso.

No que pueda comentar, pensé, inconscientemente pasando mi mano

a través de la empuñadura de mi propia daga oculta.

Los túneles tenían el mismo olor rancio y había una nueva energía a lo

largo de las paredes que no podía identificar exactamente.

Cuando nos amontonamos dentro de la tumba de Moisés dejé salir un

pequeño jadeo. A diferencia de la entrada de la cueva, aquí la habitación y

todos sus espejismos se habían recobrado. Una vez más estábamos en el lugar

pequeño que lucía completamente real, incluso aunque sabíamos que no lo

era.

—Pensé que una vez que supiéramos a que mirar, podríamos hacerlo.

—dijo Zoe.

Todos estaban viendo alrededor de la habitación con asombro, como si

lo viéramos por primera vez.

—Usualmente podemos —dijo Nyla. Spence tomó impulso de una de

las paredes, golpeando sus hombros en el proceso. Fue inútil, así que estaba un

poco irritada cuando vi a Salvatore alinearse para hacer lo mismo.

—Es porque la habitación no está bajo el típico glamur de exiliados

—dije, incapaz de esconder mi frustración.

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—Explica por favor, Violet —dijo Rudyard, en una voz de profesor no

como Griffin suele hacerlo.

—Esta habitación fue creada por ángeles para esconder su contenido.

Solo cuando Grigoris o exiliados estén aquí la habitación será revelada. Cada

vez que nos vamos, la capa de ilusión es restaurada.

Griffin, quién claramente había llegado a la misma conclusión, solo

asintió.

—¿Violet crees que tú puedas?

Miré alrededor de la habitación otra vez, sintiendo algo que no podía

ver pero sabía que no era lo mismo de antes. Resistí la urgencia de envolver

mis brazos alrededor de mí y temblar.

Esperaba que la segunda vez fuera más fácil.

Lincoln tomó mi mano.

—Juntos —dijo, apretando mi mano fuertemente.

—Bien.

Tomé un momento para centrarme. Nadie me apresuró, ni siquiera

Spence. Empujé con todo lo que pude y envié mi voluntad hacía la habitación.

Fue más fácil esta vez. Mi poder, la amatista esmerilada, rodó sobre la

habitación, seguido de cerca por los muchos colores guiados por el verde de

Lincoln.

Las marcas metálicas alrededor de mis muñecas empezaron a agitarse

rápidamente. Las paredes que rodeaban la habitación empezaron a evaporarse,

primero en mi visión perimetral y luego en todos lados.

El peso de la ilusión parecía más fácil de mover, como si reconociera

nuestro encanto.

Mientras lo último de la ilusión se desvanecía, tuve que cerrar mis

ojos. Los sentidos me bombardearon en mi frágil estado. Me balanceé. Y

Lincoln instantáneamente tenía una mano en mi espalda, estabilizándome.

—Sentidos. —Fue todo lo que pude decir.

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—Lo sé —dijo él.

Mientras peleaba con la urgencia de colapsar abrí mis ojos. Judas

estaba sentado en la esquina de la habitación. Él había estado allí todo el

tiempo, junto al glamur.

—Oh.

Azeem ya tenía su machete fuera y apuntando a un lado del cuello de

Judas. Estaba a punto de decir algo, preguntarle a Judas cómo se escondía

junto con la fachada angelical, cuando escuché un aplauso.

Me di vuelta, más lentamente de lo que quería, para ver a Phoenix de

pie en la entrada, con un pelotón de exiliados detrás de él

—Tú eres verdaderamente inspiradora, Violet. Me tomó una semana

ubicarme en esta maldita habitación para finalmente entrar y tú lo hiciste solo

en minutos —dijo Phoenix. Sus ojos estaban aterradoramente carentes de

emoción.

Me quedé derecha y estaba agradecida de que Lincoln fue rápido en

apartar su mano de mi espalda. Phoenix lo notó de todos modos. Por un

momento pensé ver el más pequeño destello de algo, preocupación quizá. Lo

que sea que fuera, fue rápidamente cubierto mientras se movía hacia la

habitación. Su presencia comandaba tal atención que era perturbador. Él ni

siquiera parecía intentarlo, a diferencia de Onyx y toda su teatralidad. Para

Phoenix era… natural.

Él tomó un lado con sus seguidores, mientras nosotros tomábamos el

otro, parándonos detrás de Griffin. Judas permanecía en su esquina, la hoja

muy larga de Azeem descansando en su cuello. Judas parecía imperturbable.

De hecho él ni siquiera había movido su cabeza, la cual permanecía cubierta

baja una capucha.

—¿Cuál de mis hombres de afuera? —preguntó Azeem con un

volumen de megáfono.

—Algunos están probablemente muertos, otros pueden vivir —dijo un

muy estoico exiliado que estaba justo detrás de Phoenix. Había doce de ellos,

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incluyendo a Phoenix, superando en número a las diez de nosotros. Judas era

un desconocido. Ni amigos ni enemigos.

Phoenix se encogió de hombros.

¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo se nos puede atacar de esta manera?

No entendía. Quiero decir, conocí la parte sobe él que era oscura, y me

odiaba. Incluso quería matarme. Pero ¿por qué estaba tan concentrado en

conseguir la Escritura Grigori? Simplemente no encajaba. Me estaba

perdiendo algo.

—Es decir —dijo Phoenix—. Depende de lo rápido que pueda obtener

ayuda para ellos. —Estaba sonriendo—. ¿Supongo que has descubierto lo que

se necesita?

Griffin dio un pequeño paso hacia el centro de la habitación, sin

miedo.

—Un exiliado de la luz, uno de la oscuridad, y un Grigori —respondió.

—Sí, pero no es solo eso. Para levantar el velo se requiere un príncipe

en cada uno. Un líder.

Volví a mirar los cuadros en la pared. Por eso cada uno llevaba una

pequeña corona.

—Bueno, creo que tienes un problema, entonces —dijo Griffin—. Es

posible que tengas exiliados de luz en tu redil, pero ciertamente no hay un

líder entre ellos.

Algunos de los exiliados, obviamente, de la luz, se burlaron de Griffin.

Pero él tenía razón. Ninguno emanaba suficiente supremacía.

—Griffin, siempre estabas demasiado retrasado —dijo Phoenix. Se

volvió, aparentemente distraído, para mí—. Eres débil —dijo, como si se

enojase conmigo al respecto.

—Lo suficientemente fuerte como para hacerte frente —le dije,

empujando mis hombros hacia atrás.

La comisura de su boca se torció.

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—Bueno. —Él cambió su atención a Lincoln—. ¿Todavía crees que

puedes protegerla? —Él se rió y levantó una mano—. No importa —dijo, antes

de que Lincoln pudiera contestar.

Podía sentir a Lincoln tensarse a mi lado. Él se mordía la lengua.

Había pequeños movimientos en todas partes como la gente

ajustándose, moviéndose para conseguir la mejor alineación de los exiliados

con los que iban a luchar.

Pude ver a Nyla y a Rudyard posicionarse estratégicamente en el

extremo donde se apiñaban los exiliados. Vi a los dos que el procesador de

Griffin dijo que hallaríamos, ahora estábamos a la izquierda de Phoenix y a la

derecha, Gressil y Olivier. Pude ver por qué los seleccionó. Solo la visión de

ellos ponía mis pelos de punta, y no tenía nada que ver con su estatura masiva

en altura y constitución. Era otra cosa, que se filtraba desde debajo de la

superficie.

Algo totalmente ansioso y... malo.

Nyla parecía imperturbable. Ella abordó los números adicionales y

Rudyard tendría la espalda.

Spence hizo un movimiento hacia Nyla y Rudyard. Cerré los ojos y

sacudí la cabeza hacia él, pero claro, él siguió avanzando lentamente su

camino hasta allí de todos modos. Lincoln se quedó abajo conmigo y Magda

también estuvo de nuestro lado. Griffin mantuvo su lugar en el medio, Zoe y

Salvatore lo flanqueaban.

—Supuse que estarías aquí, Judas —dijo Phoenix—. ¿A la espera de

algo que negociar para tu regreso?

Judas se quedó callado. Pero el poder crudo emanaba de él. No tenía

miedo de Phoenix. De cualquiera de nosotros.

—Judas es un líder —le dije, empezando a entender.

—Sí, el más antiguo exiliado restante de la luz —dijo Phoenix—. Aquí

está tu oportunidad de jugar una parte de la historia que es de tu propia

creación, Judas.

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Judas se levantó y bajó la capucha de su túnica. Azeem miró a Griffin,

quien asintió. Azeem bajó su machete y dejó a Judas pasar. Caminó hasta el

centro de la habitación y levantó el brazo por encima del cáliz. Él parecía

tener más de treinta años y era... hermoso... en un modo indescriptiblemente

doloroso.

Su cabello oscuro, delgado y andrajoso, cayó a su espalda. Sus ojos eran

azul celeste y transparentes bajo sus gruesas pestañas. Pómulos altos y

características delgadas pedían algún tipo de contacto. Tuve la tentación de

llegar a él y tuve que forzar de nuevo mi brazo repentinamente ingrávido que

estaba tan atraído por él. Vi a algunos de los otros en realidad dar un paso

hacia él antes de forzarse a sí mismos de nuevo.

Me imaginaba que iba a tener el poder de atraer el amor de muchos y

el arsenal para castigar a su confianza con una precisión devastadora. Y, sin

embargo, hasta este momento, él había permanecido oculto bajo sus ropas,

había retenido su fuerza enigmática y el poder como si, y estaba casi segura de

esto, no tuvier ganas de usarlo.

—Y ahora solo falta el líder Grigori —dijo Phoenix, también dando un

paso adelante para estar en pie delante del cáliz.

—No puedo permitir eso —dijo Griffin.

Phoenix se limitó a sonreír, como si Griffin estuviera haciendo y

diciendo todas las cosas que él esperaba.

—Tsk, tsk. —Volvió su atención de nuevo a mí—. ¿Tengo que forzar

tu sangre tan pronto?

El lugar en mi estómago donde Onyx me había apuñalado, el lugar

donde Phoenix ahora tenía el control, hormigueó de miedo.

—Muy bien —dijo Phoenix, irritado. Me preparé.

—¡Alto! —dijo Griffin, dando un paso hacia adelante—. Yo lo hago.

Phoenix se rió.

—Entiendes mal una vez más. —Él movió su mano alrededor de la

habitación encerrada en pinturas—. Necesito a su verdadero líder.

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—Griffin es un Serafín, no encontrarás un líder verdadero —dijo

Rudyard.

—De los Serafines, sí. ¿Pero su verdadero líder? No —Phoenix dirigió

su atención hacia mí—. Y tú ya sabes quién ¿no, amante? —dijo Phoenix,

mirando hacia Lincoln en su última palabra, regodeándose.

—No es nuestro líder —dijo Magda, sonando horrorizada. No,

mortificada.

—Oh, pero lo es. Como que he nacido a través de un enlace único y he

elegido la oscuridad. Al igual que Judas ha sido abandonado por la luz de su

propio decir, así que para engañar a la propia decepción, son a la vez únicos.

Violet es más poderosa que cualquier Grigori que ha venido antes, su misma

llegada despertó la posibilidad de este descubrimiento. Violet. —Levantó los

brazos y alzó la voz—. ¡Violet, es la Bendecida!

—Yo... ¿qué significa eso? —pregunté, mirando a Phoenix después a

Lincoln, que parecía... aturdido—. ¿Qué significa eso? —grité a todo el

mundo, que estaba sorprendido o estupefacto, o, en el caso de Magda, como si

estuviera a punto de explosionar.

—Significa, amante, que tú eres el primer ser humano que jamás fue

criado por uno del Sole. Como Grigori, tú te sitúas por encima de todos. —Su

expresión se rompió. Yo no podía decir si fue de triunfo o tristeza.

—Pero... yo... yo... —Miré alrededor de la habitación. Incluso los otros

exiliados parecían sacudidos por la revelación de Phoenix. Excepto Gressil.

Parecía que estaba luchando por contenerse. Es evidente que la idea

me puso en sus rocas apagadas.

¡Qué suerte la mía!

Luego hice las matemáticas y medio reí. Era una idiota. En realidad

pensé que tal vez... y luego me di cuenta de algo más.

—Por eso el exiliado en la fábrica aérea huyó de mí. Y en la casa de

campo. No podía averiguarlo. —Sacudí la cabeza, enojada conmigo misma—.

Es por eso que no me mataste en el Hades. Tú me necesitabas para esto.

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Phoenix pasó de un pie al otro y se pasó una mano rápidamente por su

cara, tapándose los ojos por un momento.

—Onyx y Joel estaban en el camino correcto, pero no habían

encontraron las cuevas todavía. Era solo cuestión de tiempo, pero si ellos

pudieran lo habrían matado y destruido la clave misma de las Escrituras.

Miré a Griffin, que había dado un paso atrás, al nivel de los demás. Por

alguna razón dolía más que cualquier otra cosa.

—Griffin —dije—. Es tu llamado. Dime qué debo hacer.

—No creo que tengas otra opción —dijo con un guiño.

Yo sabía que él estaba en lo cierto. Estas cosas siempre terminaban

conmigo no teniendo otra opción.

—Genial —suspiré—. ¿Así que supongo que eso significa que tengo

que repartir en el juego de donantes de sangre? —Volví a mirar a Phoenix—.

¿Qué sucede cuando tengamos las Escrituras?

Levantó las cejas y me dio otra sonrisa indescifrable.

—Todos podemos sentarnos tranquilamente y discutir donarlos al

museo de la historia del mundo.

Me lo merecía.

Queríamos hacer lo que siempre hacíamos. Pelear.

Judas, me di cuenta, se mantuvo en silencio con la muñeca sobre el

cáliz, que, ahora que sabía que tenía que sangrar en él, se veía realmente

sangriento.

—¿Alguien tiene una daga a la mano? —dijo Phoenix.

—Yo —dijo Azeem, levantando su machete.

Phoenix parecía desconcertado por primera vez desde que llegó y no

puede contener mi sonrisa.

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Saqué mi daga y traté de ignorar la sensación que siempre venía

cuando lo tocaba. Lo que me hizo sentir tan mal, porque... se sentía tan bien.

Una parte de mí.

Phoenix miró la pintura de nuevo, señalando las manos sobre cada

uno de los hombros.

—Pura sangra oscuridad, oscuridad sangra luz, sangra luz pura —Él

me miró, luego a la daga, y luego alzó la muñeca encima del cáliz—. Necesitas

mantener la daga allí o se curará demasiado rápido. ¿Crees que puedes manejar

eso?

—Oh, creo que puedo manejar eso —le dije, mientras me pinchaba las

venas de la muñeca con la punta afilada. Sus ojos color chocolate penetraron

en los míos y de repente quería alejarme. Tenía la boca seca y quería escapar,

pero no podía. Phoenix giró su muñeca para que el interior se enfrentara a mí

y la sangre empezó a gotear hacia abajo. Sus ojos nunca dejaron los míos.

Muy pronto la sangre estaba desacelerando, su piel ya estaba

cicatrizando alrededor de la hoja y todavía tenía un largo camino por recorrer.

—Gírala —dijo Phoenix, con un ligero temblor de sus labios. Le dolía.

No deliberaría por mucho tiempo. Demonios, me dejó sangrando

como un cerdo, el otro día. Giré la daga en su muñeca, reabriendo la herida, al

mismo tiempo incapaz de apartar los ojos de él. Apenas reaccionó, solo un

ligero estrechamiento de sus ojos, no muy diferente a la vez que lo vi comer

un chile. Al igual que entonces, no podía decir si era el autocontrol o porque

realmente lo disfrutaba.

La sangre fluía en el cáliz, mientras que Phoenix continuó mirándome

fijamente. Traté de apartar la mirada de él, traté de no pensar en los

pensamientos que estaba pensando. Pero, incluso en este momento de

violencia, de alguna manera, invoqué algo tan ilícito de mí que yo respiraba de

modo pesado.

Podía sentir cómo me obligaba a seguir mirándolo. Sabía que él estaba

sintiendo demasiado. No podía volver mis ojos, a pesar de que estaba segura

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que toda la sala de exiliados y Grigori sabían exactamente lo que estaba

pensando en ese momento. Y Lincoln estaba detrás de mí.

—Eso es suficiente —dijo Judas, ni siquiera levanté la cabeza.

Phoenix volvió la muñeca hacia arriba otra vez, de una manera que

hizo que la daga lo cortara por última vez. Rápidamente la saqué y traté

desesperadamente de frenar mi respiración.

La mano de Judas salió.

—¿Puedo? —dijo Phoenix, sonriendo un poco, pero tampoco fue

capaz de ocultar la intensidad de sus ojos.

Le entregué mi daga. Su muñeca ahora estaba sana.

—¿Listo? —le preguntó a Judas, pero él no esperó una respuesta. En su

lugar, levantó el arma, la punta hacia abajo, y miró directamente a mis ojos

mientras empujaba por la muñeca de Judas hasta que la base de la empuñadura

lo detuvo de seguir adelante y la mayoría de la hoja había atravesado al otro

lado.

Hice un sonido, pero no podía decir como mi corazón latía con fuerza

sobre todo lo demás y la adrenalina corría por mí. Temía que fuese a vomitar.

La habitación empezó a dar vueltas y sentí mi sangre irse de mi rostro.

—Chica —Judas me gritó justo a tiempo. Mi trance se rompió y me las

arreglé para apartar la mirada de Phoenix y de la muñeca de Judas por lo que

solo escuché el sonido chirriante que se produjo cuando Phoenix retorció la

hoja contra el hueso.

A través de una herida tan profunda, se desangró rápidamente en el

cáliz y luego Phoenix retiró la hoja, la limpió y la pasó a Judas.

Vi el corte en la muñeca de Judas sanar rápidamente, como si nunca

hubiera estado allí. ¿Era milagroso? ¿Imaginación? ¿Había algo real?

—Solo tú, ahora —dijo Phoenix, su voz casi se rompió.

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—Violet —dijo Lincoln en silencio, detrás de mí. Estaba haciendo

todo lo posible para mantener la compostura, también—. No tienes que hacer

esto.

—Sí. —Miré hacia Phoenix. Sentí como si entendiera mejor que

nadie—. Siempre lo hago.

—Judas, no cortes demasiado. Ella sangra mucho más rápido que tú

—dijo Lincoln.

Judas asintió, pero no dijo nada.

No seas débil. Recuerda las reglas, VI. No corras, no pares.

Levanté mi muñeca sobre el cáliz que ahora estaba a dos tercios de su

capacidad. Todo mi brazo estaba temblando.

Maldición.

Judas alzó la vista miró mis ojos. Realmente era una criatura hermosa,

no solo hermoso, con una belleza que no podía describir.

—Es mejor que sea rápido —dijo, y en su última palabra vi el destello

de plata, que tenía mi daga mientras él cortaba la muñeca abierta y, yo estaba

segura, golpearía cada vena principal. Pero eso no era todo lo que golpearía. Vi

instantáneamente la sangre verter de las marcas alrededor de mi muñeca,

haciendo que el poder dentro de ellas se generara y remolinara como el

mercurio.

Entonces, el dolor me golpeó y reprimí un grito y mordí con fuerza.

Pero era demasiado lenta para detener mi otra mano que voló de forma rígida

en el aire, buscando algo a qué aferrarse.

Phoenix la agarró y la apretó con fuerza. Me mantuvo quieta y lo dejé.

Apreté más y más fuerte hasta que me dolía y era todo lo que podía sentir, y

solo por un momento, estaba segura, él me ayudaba, me distraía. Como si... le

importara.

La sangre fluía de mi muñeca.

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Cuando me di cuenta Rudyard jadeó y otra persona, Azeem creo,

susurro:

—Querido Dios en el Cielo. —Saqué mis ojos de Phoenix y miré a mi

muñeca.

La sangre que fluía brillaba con pequeños destellos de plata. Parte de

lo marcado en mis muñecas también estaba fluyendo en el cáliz, que ahora

estaba casi lleno y su contenido comenzó a arremolinarse en la taza. Cuando

estaba cerca del borde, el agarre de Phoenix se ablandó. Le miré y juré que vi

una mirada de preocupación. Él sabía que yo había controlado eso y en

respuesta se enderezó y extendió la mano, moviendo mi sangrado fuera de la

copa más o menos. Él pasó su mano sobre la herida, la sangre corría por mi

brazo, mientras miraba a Lincoln.

—Sabes que lo siente —dijo, tomando una respiración profunda—. Es

casi demasiado fácil. —Él me miró cuando tiré mis brazos lejos de él—. ¡Qué!

¿No quieres que cure eso por ti? —Él sonrió con su sonrisa vacía, presionando

todos los botones que se proponía.

—Retrocedan —dijo Judas. No necesitaba decirlo dos veces. Saltamos

en nuestros lados opuestos de la sala, mientras que Judas se situaba en la parte

superior.

Volví a mi posición junto a Lincoln. Él no me miraba, solo tomó mi

brazo sangrante y comenzó a tratar de curarlo.

—Está bien —dije—. Solo detén la hemorragia.

Asintió, fingiendo concentrarme en mi brazo. Eso era suficientemente

claro.

Él no era el único que necesitaba un momento.

La sangre en el cáliz continuó arremolinándose. Estaba empezando a

pensar que nada más iba a pasar cuando la propia taza... comenzó a disolverse.

Miramos con los ojos muy abiertos, todo el mundo, excepto Judas, que

se acomodó la capa y la capucha. El cáliz desapareció junto con el tallo largo

de madera en el que había descansado. Al principio pensé que la sangre estaba

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realmente reaccionando con él, como el ácido, devorando la madera. Pero

cuando vi la sangre girando, ahora suspendida en el aire por encima de

nosotros, me di cuenta de que esto era solo otro nivel de la imaginación.

El suelo debajo del cáliz había empezado a distorsionarse y luego, en

un abrir y cerrar de ojos, el líquido suspendido cayó y se estrelló en el suelo,

filtrándose en la arena para que pareciera que la Tierra estuviera rezumando

sangre.

Poco a poco, la arena roja burbujeó hasta formar una caja grande. Voló

unos centímetros por encima del nivel del suelo, sin apoyo, hasta que de

repente se dejó caer al suelo con un sonido silbido. No había rastro de sangre y

dejó en su lugar una caja de madera con dos pájaros de oro, no ángeles, alas

extendidas, claramente como con rapidez.

Azeem cayó de rodillas otra vez, Salvatore agarró la pequeña cruz de

su cuello y muchos de los exiliados dieron un paso atrás.

El cuadro se abrió desde la costura central, los dos ángeles dorados

cayeron a un lado y allí, tendidos en la caja, había dos pergaminos enrollados

apretadamente, unidos en un anillo de plata grabada con el mismo diseño con

plumas intrincadas como las cajas Grigori y las pulseras.

Eso fue todo lo que tuve tiempo de ver, eso y escuchar a alguien gritar:

—¡Las Escrituras!

Pero no supe quién era, y no había nada que pudiera hacer al respecto

de todos modos.

Me estaba muriendo.

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Capítulo 31 “Todas las cosas verdaderamente malvadas empiezan de un acto de

inocencia”.

Ernest Hemingway

Traducido por LizC

Corregido por Lizzie

a sangre manaba sin cesar por las heridas que Onyx una vez me

provocó y que ahora Phoenix inducía. Él se detuvo encima de

mí mientras yo luchaba por mi vida. La batalla nos rodeaba

pero Phoenix no estaba interesado. Se mantuvo enfocado, observando la

herida, sin mirar a mi cara.

Todo el mundo estaba luchando. Era un déjà vu, al igual que aquella

noche en Hades, solo que esta vez, no era lo suficientemente fuerte como para

hacer algo. Estaba al instante en el peor momento de la lesión. Tenía unos

minutos en el mejor de los casos. Él lo había planeado a la perfección.

Lincoln estaba peleando con dos, tal vez tres, de ellos. Estaba tan

concentrado, lanzando un golpe tras otro mientras se posicionaba entre los

exiliados que se aproximaban y yo. Protector hasta el final.

Los exiliados lo atacaban por todos lados. Superarlos parecía una

hazaña imposible y sin embargo él era magnífico, superior en velocidad y

fuerza, era como si pudiera anticipar cada uno de sus movimientos. No pude

evitar tener miedo por él cuando vi una serie de ataques a su cara, pero no

ralentizó. No iba a caer.

L

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Derribó al exiliado a su derecha. Cuando su daga se clavó en su

corazón, era el exiliado estoico, que había hablado antes, su vista hasta mí se

despejó. Nuestros ojos se encontraron solo el tiempo suficiente para verlo

asimilar el terror cuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y para

verlo gritar hacia mí:

—¡Resiste! —Antes de defenderse de un ataque frontal.

Todo mi cuerpo ardía de dolor. Mis órganos luchando por sobrevivir

pero a punto de rendirse.

Vi despliegues de energía al azar, lo que significaba que los exiliados

estaban retornando. Vi el destello de una gran arma volando por el aire: solo

podría haber sido el machete de Azeem. Sonidos de carne golpeando y

apaleando contra carne llenaron la habitación, gritos de dolor y venganza

igualmente estridentes.

Cuando vi a Gressil acercarse, y la mirada en sus ojos, me di cuenta

que todavía podía tensarme.

Me matará fácilmente, rápido.

Pero Phoenix tenía otras ideas. Justo cuando Gressil se acercó lo

suficiente para golpearme, Phoenix dio un paso más cerca de mí y lanzó un

gruñido indiscutible. Yo era suya. Para su disgusto, Gressil retrocedió, justo a

tiempo para chocar con Azeem.

Miré a Phoenix. Creo que él me amó una vez.

¿Esto es todo lo que viene del amor? ¿Esto es porque no lo pude amar

de vuelta?

Estaba concentrado intensamente en la batalla. Estaba tratando de

parecer relajado, como si todo fuera según su plan, pero él estaba jugueteando

con el puño de su camisa. Lo hacía cuando estaba preocupado. Sus ojos se

lanzaron y clavaron en los míos y en ese instante pude ver su pesar y noté que

la preocupación era por mí.

—Sabes, no tienes que hacer esto —susurré.

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Miró alrededor de la habitación y luego de nuevo a mí. Un toque de

alarma atravesó su exterior de lo contrario calmado. La batalla estaba tomando

más tiempo de lo que había planeado. En ese momento, sucedió lo más

extraño. Él me mostró su emoción. Por tan solo un abrir y cerrar de ojos —un

abrir y cerrar misericordioso— sentí su necesidad. Mi grito llenó la habitación

con un sonido de dolor que no creía posible. Miré de nuevo a él, y de alguna

manera supe que compartimos ésta realmente terrible decisión, la motivación

de venganza y de todas las cosas perdidas, sobre todo, la amistad y el amor.

El resto sucedió tan rápido.

Vi a Magda detrás de él, estaba lanzándose fuera del exiliado que

acababa de retornar, con la daga en la mano, la determinación plasmada en su

rostro. Phoenix no se apartó de mí, pero sus ojos se abrieron de par en par,

como si instintivamente supiera.

Las heridas en mi interior empezaron a cerrarse.

Me quedé sin aliento cuando la vi saltar en el aire, con la daga

levantada y apuntada hacia el corazón de Phoenix. En un borrón desde la

izquierda, algo chocó con la daga de Magda.

Lincoln.

Había saltado frente a ella, recibiendo el impacto en el hombro. Cayó

con fuerza al suelo.

¡No!

Gritos sonaban desde el otro lado de la habitación. Hubo una

explosión de arco iris nebuloso, de más de una dirección, luego resonó un

crujido seguido por lo que solo puede ser descrito como luz blanca.

—¡Fuera! —gritó Phoenix. Sus exiliados restantes desaparecieron con

súper velocidad y él los siguió, dejando un rastro de ligero polvo cayendo a su

paso.

Lincoln se arrastró a mi lado.

—Violet, Violet.

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Se dejó caer a mi lado, la daga de Magda todavía incrustada en su

hombro derecho. La sacó y la dejó caer, encogiéndose de dolor. Su sangre se

mezcló con la mía en la piscina en la que estaba acostada.

Ya estaba sanando ahora que Phoenix se había ido. De hecho, estaba

casi segura de que había empezado a curarme antes de que él incluso se fuera.

Lincoln se apoyó en su codo y se inclinó sobre mí. Noté que estaba herido

pero también sabía que iba a estar bien. Él arremangó mi camiseta para revelar

la etapa final de la cicatrización de mis heridas. Un pequeño sonido, un jadeo

de alivio, cayó de su boca. Cuando nos fijamos bien el uno en el otro, ambos

exhalamos.

—Gracias a Dios —dijo, poniendo una mano sobre mí, la cual agarré

con fuerza. No le dije que a pesar de los gritos de todo el mundo estaba

bastante segura que Dios no estaba en la habitación con nosotros.

Me empujé para sentarme y fue entonces cuando el impacto de lo que

acababa de suceder me golpeó.

Lincoln estaba a mi lado, Magda de pie cerca; en estado de shock o

algo así. Zoe y Salvatore estaban arrodillados sobre algo… alguien. En la otra

esquina de la habitación, Griffin apenas estaba refrenando a Nyla mientras

Azeem se arrodillaba sobre…

¡Oh, no!

Estaba arrodillado sobre Rudyard y si no hubiera sabido al instante por

el dolor sobrepasando los sentidos que absorbían cruelmente mi cuerpo

—consecuencias de la venganza de los exiliados— el gemido sepulcral que

provenía de Nyla en ese momento no podía dejarme ninguna duda.

Un grito que sostenía más vida y muerte, ya que también sostenía su

alma, a medida que toda ella era apartada de este mundo con el que ella se

unió para siempre.

Cuando un alma refleja otra… ¿qué haría si no tuviera nada que

reflejar?

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El silencio siguió a su grito. Fue el último sonido que se escuchó de

ella. Cayó al suelo, nada más que carne viva sostenida junta solo por los brazos

de Griffin.

Mis ojos, corriendo con lágrimas, encontraron los de Lincoln y

compartieron el mismo dolor y profunda pena.

Me arrodillé y puse mis manos sobre el hombro de Lincoln.

Concéntrate en lo que puedes hacer, Vi.

Curé sus heridas, conociendo mi poder lo suficientemente bien ahora

que ya no tenía que aprovecharlo a través de un beso. Lincoln se recuperó

rápidamente y corrió a arrodillarse junto a Azeem, mientras que yo me

arrastré sobre mis manos y rodillas, débil por tanta pérdida de sangre, hasta

donde Zoe y Salvatore estaban arrodillados, sobre quién sabía que tenía que

ser Spence.

La sangre cubría casi todo su cuerpo. Para el momento en que llegué a

Spence, el polvo cubría mis brazos y piernas, mientras que mi muñeca latía

terriblemente donde el corte, aunque en total ausencia de sangrado, estaba

todavía fresco.

—Jesús —dijo Zoe mientras hacía espacio para mí—. ¿Cómo demonios

estás todavía con vida?

Era una maldita buena pregunta. La ignoré.

Spence estaba inconsciente y sangrando por la cabeza.

—¿Qué pasó? —Me temblaron las manos a medida que las cernía

sobre él, temerosa de tocarlo y empeorar las cosas.

—Demasiados, demasiado crueles —dijo Salvatore—. Fue un

luchador, pero Rudyard cayó ante Gressil, y así Nyla cayó. Esto fue demasiado.

Zoe estaba sacudiendo la cabeza con incredulidad y shock.

—No pudimos llegar a él. Lo vi siendo lanzado contra la pared. Se

agolpaban para acabar con él. Azeem agarró a uno y luego Phoenix los alejó.

Supongo que él obtuvo lo que quería.

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Spence apenas respiraba. Magda se acercó y se agachó junto a él, a su

lado. Silenciosamente movió sus manos por su cabello, pero Salvatore la agarró

del brazo.

Ella se dio la vuelta para mirarlo, pero él sostuvo su mirada y su brazo.

—Tengo que revisar la herida —dijo Magda.

Salvatore me miró. No sabía qué me estaba pidiendo.

—Deja que revise, Sal —dijo Zoe con calma. Era la primera vez que le

había oído llamarle Sal. Él asintió y soltó su brazo.

Magda palpó tras la cabeza de Spence y luego tomó su pulso.

Ella me miró, y luego más allá, Lincoln se había unido a nosotros.

—¿Cómo está? —me dijo.

Me encogí de hombros.

—Se está muriendo —dijo Magda en voz baja—. Tiene un pulmón

perforado y las heridas en su cabeza son graves. Supongo que está sangrando

internamente. Si lo movemos, no va a funcionar y… no podemos traer a nadie

hasta él.

Esto fue mi culpa. Le dejé venir, lo escondí en mi habitación, dejé que

se arrastrara en todos mis dramas. No habría estado incluso allí en primer

lugar si no me hubiera negado a ir a la Academia.

Zoe estaba llorando. En realidad, estaba sollozando una tormenta.

Me acerqué más a Spence, entonces instintivamente puse la mano en

cada lado de su cara. Tenía que haber algo bueno en todo este poder. Tenía

que ser capaz de hacer algo más que matar.

—No tú. Hoy no —nos dije a ambos.

Cerré los ojos e ignoré a quien fuese el que trató de apartarme. Yo era

súper fuerte. Si yo quería quedarme aquí, me quedaría aquí. Encontré mi

centro y me concentré en Spence. En mi amigo, quien me había sacado, me

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emborrachó y no tuvo ningún motivo ulterior. Rebusqué en mi poder, y luego

más allá y forcé mi voluntad sobre él.

—Vive, Spence —susurré. Mi muñeca izquierda se estremeció con el

poder y mi derecha ardió con dolor, pero seguí adelante, empujando mi

influencia en él. Comandándole.

Poco a poco, se filtró a través de mis manos y en sus heridas. Comenzó

la curación.

No era como sanar a Lincoln, no era tan simple, ni agradable. Empujé

a través de mi propia fuerza desvanecida y exigí más de mí misma. Spence se

quejó.

—Está funcionando —dijo alguien.

Empujé más fuerte. Se sentía casi como si mis manos estuvieran dentro

de su cabeza empujando todo de nuevo junto. Los ojos de Spence se abrieron

de golpe, inyectados en sangre y pareciendo como si estallaran bajo presión.

Gritó y gritó… y gritó. Abrí los ojos y sostuve su mirada.

—Aguanta —nos dije a los dos. Pero el dolor era inmenso y él agarró

mis manos, tirando de ellas, aplastándolas. Sentí que mis dedos, tal vez tres o

cuatro, chasquearon y se quebraron. Lincoln estuvo encima de Spence al

instante, sosteniéndolo hacia abajo mientras él gritaba, restringiendo sus

manos mientras yo seguía adelante con mi curación.

Con el tiempo, los gritos cesaron. Aún estaba herido, un rasguño en el

costado de su cabeza, pero estaba cerrado. Internamente, había sido sanado.

Empecé a hundirme y Lincoln soltó a Spence a tiempo para atraparme. Me

abrazó por la espalda. Sus brazos alrededor de mí, con las manos cerrándose

sobre las mías, sanando los dedos rotos. Sentí su boca en la parte superior de

mi cabeza, enterrada en mi cabello. Dolió más que cualquier otra cosa que

jamás haya sentido antes.

Ha terminado. Todo ha terminado.

—Gracias, Eden —dijo Spence, mientras Zoe le ayudaba a sentarse

contra la pared—. Te debo una.

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Le di una pequeña sonrisa, feliz de que estuviera vivo, pero muy

consciente de que al otro lado de la habitación había un problema que no

podía resolver.

—Lincoln —dijo Magda, deteniéndose junto a nosotros a medida que

nos poníamos de pie. —¿Estás… bien?

—¿En qué estabas pensando, Magda? —le espetó—. Todo el mundo

sabía que Phoenix estaba fuera de límites, si lo matabas, ¡habrías matado a

Violet!

—Yo… él ya la estaba matando. Ella estaba casi muerta, Linc. Tú

estabas peleando, todo sucedió muy rápido. Sabía que querrías que tratara de

salvarla. Yo… pensé que era la única manera. Pensé que si lo derribaba, todos

se marcharían y podríamos tratar de salvarla. —Las lágrimas caían de sus ojos.

Antes de que Lincoln pudiera responder, Azeem se levantó y un

silencio hueco cayó sobre todos nosotros.

Cargando a Rudyard entre sus grandes manos, caminó a través de las

cuevas. Griffin le siguió, acunando a Nyla, quien estaba viva aún, y al mismo

tiempo, tan muerta. Tragué saliva.

Todos caminamos detrás, Zoe y Salvatore ayudando a Spence, quien

todavía estaba un poco inestable.

—¿Qué pasó con las Escrituras? —preguntó Spence, como si a

cualquiera de nosotros de verdad nos preocupara en ese momento.

—Judas se fue con una antes en la habitación —dijo Lincoln—. Eso

fue lo último que vi.

—Phoenix arrebató la otra al salir —dijo Zoe.

—Genial. Así que todo fue para nada —dije, sintiéndome amargada

mientras seguíamos a los demás hasta fuera como una maldita procesión

fúnebre. Dejamos la caja en el centro de la habitación. De alguna manera, o

bien no estábamos dispuestos a tomarla —dado el precio que había sido

pagado— o pensábamos que no era para nosotros. Simplemente no me

importaba.

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—No para Phoenix. Obtuvo lo que vino a buscar —dijo Spence.

—No todo lo que vino a buscar —dijo Lincoln, mirándome.

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Capítulo 32 “Siempre ha sido que el amor no sabe su propia profundidad hasta

la hora de la separación”.

Khalil Gibran

Traducido por Maru Belikov

Corregido por Lizzie

e senté en uno de los vehículos militares, dentro del avión

en el que arribamos. Spence estaba al lado de mí en el

asiento del conductor, Zoe y Salvatore estaban atrás. Zoe

había llorado hasta dormir.

Esta vez cuando habíamos rodeado el avión, los tipos del ejército eran

diferentes. Había un número de ellos abordo pero ellos nos dejaron en paz, no

interesados en ayudarnos a tomar nuestros asientos designados. Y abrocharse

el cinturón. Teníamos bajas. Supongo que la camaradería venía por la muerte.

Lincoln y Magda paseaban alrededor de la parte delantera del avión.

Ninguno de nosotros estaba dispuesto a ir a la parte de atrás, donde el cuerpo

de Rudyard estaba encerrado en un ataúd de transporte militar. E ir arriba no

era una opción.

Largos momentos de silencio lo hacían peor. Incluso el ruido del

motor no cortaba a través de él. Creo que todos estábamos esperando

escuchar su grito o algo, pero nunca vino ningún sonido. Griffin había estado

allí con ella por horas, pero Nyla estaba catatónica. Total y completamente

rota.

M

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Lincoln no podía ni siquiera mirarme. No que estuviera muy segura,

tampoco podía mirarlo.

Todo es una borrosa confusión ahora. Después de bajar por la

montaña, Azeem había pedido refuerzos. Cuatro de sus Grigori habían sido

gravemente lastimados pero, sorprendentemente, todos todavía estaban vivos.

Un grupo de limpieza había llegado y se dedicaron a cubrir todo así llegada la

mañana los turistas no se dieran cuenta.

Mis ojos picaron con lágrimas otra vez. Las parpadeé lejos y me

concentré en los ya resquebrajados paneles plásticos con mis sangrientas y

sucias uñas. Mis dedos todavía dolían donde Spence los había aplastado.

Presioné más fuerte y me enfoqueéen el alivio del dolor físico.

Spence estaba mirando fuera al parabrisas, sumido en sus

pensamientos. El casi morir debe hacer a una persona humilde.

Vimos pies bajando por las escaleras y todos nos incorporamos un

poco. Los sonidos de tela moviéndose y el chirrido del auto parecían

amplificarse. Lincoln caminó para encontrarse con Griffin. Note que Magda

no se le unió. Ella estaba perdida en sus pensamientos. Quizá era duelo, ella

había conocido a Nyla y Rudyard por tanto tiempo como Griffin.

Las ventanas estaban bajas así que podíamos escuchar. Cuando vimos

el rostro de Griffin, todos nos desplomamos. Él lucía… como alguien lo hace

cuando saben que no hay esperanza. Él miro hacia nosotros, sentándose en la

estúpida camioneta. Inútil.

Spence y Salvatore salieron, necesitando hacer algo. Me quedé donde

estaba. No podía… era egoísta. Horriblemente, egoísta, por no pararme al lado

de Lincoln y escuchar lo que sabía que Griffin iba a decir. Demonios, caí de

regreso en la cueva.

—Su alma está destruida. Ella está viva —él sacudió su cabeza y tosió

un pequeño sollozo—. Atrapada dentro de sí misma… no puedo alcanzarla.

Nadie jamás podrá.

Miré fuera de la ventana en la dirección opuesta. No podía ver y

deseaba no poder escuchar.

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No llores. No llores. Respira. Concéntrate. Respira. Uno, dos, tres.

Recuerda cómo va esto, recuerda que puedes hacer esto. Cuando todo se

derrumbó, cuando todo es suprimido, tomado de ti y no queda nada, ni

siquiera el más pequeño atisbo…

Pasé las manos sobre mi rostro, empujé atrás mi cabello y tragué a

través del nudo en mi garganta que estaba ahí para quedarse.

Recuerda las reglas. No cedas. No corras. No renuncies. Y ahora,

recuerda la nueva regla… no sueñes con sueños tontos.

En algún punto, Spence y Salvatore regresaron a la camioneta. Lincoln

fue arriba para tratar de ayudar a Griffin. Creo que al final puede que él

encontrara menos tortuoso estar arriba en el infierno de Nyla que abajo

conmigo.

Magda se quedó lejos de nosotros, lo que al final al menos fue una

pequeña bendición. El silencio continúo extendiéndose. Alguien me pasó una

botella de agua. La apreté hasta que la fatiga finalmente superó el

entumecimiento y me quede dormida.

Mi pincel se deslizaba sobre el lienzo. El color fluyendo y cambiando

sin yo siquiera intentarlo, y un espiral sin esfuerzo de color.

Forcé mi mano a parar. La pintura delante de mí comenzó a sangrar

lágrimas grises.

Dejé caer el pincel y miré hacia la ventana, donde sabía que él podía

estar mirando. Él era el mismo, alto, apuesto, mandíbula extremadamente

fuerte y distante. Inhumano. Más interesado en el mundo exterior que siendo

confinado a mí sueño así que supuse que el territorio pertenecía a mí.

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—¿Eres mi ángel creador? —pregunte.

Él asintió una vez.

—¿Quién eres tú? —presioné, saltándome las formalidades. Él me

había dicho que lo llamara Lochmet —guerrero— pero sabía que ese no era su

verdadero nombre.

—Eso no es importante.

—¿Eres del Sole?

—Sí.

Su respuesta me desconcertó. No había esperado nada tan directo.

—¿Puedes decirme quién eres?

—Primero, debes saber quién eres tú.

Él vio algo a través de la ventana y fue surreal contemplar que lo que

él estaba viendo no era la verdadera vista de mi apartamento en la ciudad.

Aunque estaba lloviendo como usualmente lo hacía en mis sueños, él estaba

viendo sobre un campo abierto con un gran bosque en la distancia. Quizá esto

no era solo mi sueño.

—¿Esto es sobre Judas? ¿Lo conociste?

—Él fue mi amigo más cercano por un tiempo.

—¿Por qué él se exilió?

—Por balance. A veces, las cosas que son requeridas de nosotros están

más allá de nuestra comprensión e incluso cuando hemos cumplido nuestro

destino… puede ser difícil de reconocer si lo hemos hecho con la conciencia

limpia.

—No entiendo.

Él suspiró, por primera vez mostrando una emoción. Era tristeza o

incluso… un tipo de aceptación. —La humanidad requiere simplicidad. Un

villano en cada historia atrae al más básico declive humano, la desconfianza.

Hubo un tiempo cuando una dirección era necesaria, una cierta forma de

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prueba o comodidad. Para alcanzar esto tuvimos que proveer derrota en

algunos, en otros, triunfo contra todas probabilidades

—¿Por qué? —pregunté, todavía luchando por ver a donde se dirigía

esto.

—Porque la única emoción humana inherente a la desconfianza es la

necesidad por la victoria.

—¿Tú me enviaste esos otros sueños, no es así? ¿Ellos eran sobre Judas,

cierto? —pregunté, recordando destellos de sueños que no había sido capaz de

retener.

—En una manera.

—¿Él está atrapado aquí, no es cierto? —presioné, empezando a sentir

un tipo de enfermedad en mi estómago.

—Él está esperando. Ten cuidado, Violet, los problemas se acercan.

Ni siquiera tuve la oportunidad de dar una respuesta sarcástica.

Mayormente porque sabía que él estaba diciendo la verdad. Miré de regreso a

mi lienzo, ahora estaba completamente gris, todo cubierto. Miré hacia la

ventana otra vez.

Él se había ido. A pesar de mis preguntas sin responder, estaba

aliviada.

Caminé hacia la esquina de mi estudio de arte, disfrutando la soledad.

Me acurruqué en el suelo y me permití la privada libertad de llorar. Y llorar. Y

llorar.

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Desperté con una sacudida cuando el avión tocó el suelo. Mis ojos se

abrieron y se fijaron instantáneamente en los de Lincoln. Él estaba sentado en

uno de los asientos del rellano a lo largo de un lado, observándome.

Yo rápidamente limpie mis ojos para romper el contacto. Ellos estaban

mojados. Me maldije a mí misma. Para el momento que miré de regreso,

Lincoln se había movido.

Spence y Salvatore hicieron sonidos de estirarse mientras se

desplegaban de la camioneta. Un grupo de individuos del ejército que venían

de la zona de la cabina bajaron la cabeza, mientras nos pasaban. Ellos se

dirigieron directamente por el ataúd y se pararon enfrente de él

respetuosamente.

—Tenemos que salir —le dije a Zoe, sin molestarme en preguntarle

cómo estaba. Había solo una respuesta a esa pregunta.

Ella agarró su mochila y pateó la puerta.

—¿Sentiste algo?

Me concentré.

—No

Ella se encogió de hombros, tratando de esconder su alivio.

—Qué pena.

Mostré una pequeña sonrisa, la cual ella regresó.

Cuando bajamos por la rampa por la parte trasera del avión, dos

Grigori estaban esperándonos. Zoe, Salvatore y Spence se acercaron y

empezaron a hablar con ellos. Me quedé atrás hasta que Spence me llamó para

que me les uniera. Ellos eran de la Academia en Nueva York. Estaban aquí

para llevar de regreso a Rudyard.

Y a Nyla.

Me sentía enferma mientras observaba a los militares rodar el ataúd de

madera pálida por la rampa. Ellos lo llevaban en una maldita carretilla. Me

sentí aún peor cuando vi a Griffin cargando a Nyla.

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Rudyard consiguió la mejor parte.

Los Grigori, olvidé sus nombres, aunque ellos se presentaron y creo

que incluso sacudí sus manos, tenían un jet privado esperando. Griffin no

entregó a Nyla. Él insistió en cargarla hasta el avión y acomodarla.

El Grigori le dijo a Zoe, Salvatore y a Spence que ellos estarían

regresando para recoger todas las pertenencias de Nyla y Rudyard en dos días.

Todos simplemente asintieron.

Lincoln se quedó con Griffin, que era un desastre después de dejar a

Nyla, caminando con él hasta un taxi que esperaba. Magda fue con ellos. El

resto de nosotros nos metimos en otro taxi. Phoenix no estaba en el

aeropuerto. Ninguno de ellos estaba.

—Creo que deberíamos tener un servicio. Ya sabes, algo aquí, para

decir adiós —dijo Zoe.

Asentí. Era una buena idea. Rudyard debería ser recordado.

—Él no tenía ningún arrepentimiento. Rudyard, quiero decir — dijo

Zoe—. Recuerdo una vez que en una de sus clases, él dijo que si moría en

batalla moriría satisfecho.

No pude evitar más que preguntarme si él estaría de acuerdo ahora.

Dado el estado en el cual dejó a Nyla.

—Él también solía decir: “Peleamos las batallas que necesitan ser

peleadas. A veces ganamos pero cuando perdemos y hemos de morir, otros

pelearan en nuestro nombre, porque solo una cosa es segura para un Grigori,

debemos pelear” —dijo Spence, imitando cariñosamente a Rudyard.

—Él estaba en lo cierto —dije.

Zoe tintineo un juego de llaves que reconocí en el aire.

—Lincoln me dio sus llaves. Ellos están llevando a Griffin a su casa

primero. Él necesita una ducha y tiene que comprobar a los Grigori locales.

Lincoln dijo que podíamos entrar tranquilamente.

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Spence le indico la dirección al conductor, quien asintió y condujo.

Ignoré el hecho de que Lincoln se había ido sin una palabra y que no había

pasado esta información a mí, como una vez habría hecho. Eso era antes.

Busqué por mi teléfono, pero hace tiempo estaba muerto.

—Oye, Salvatore, ¿has hablado últimamente con Steph?

Salvatore asintió.

—La llamé antes de abordar el avión. Ella estaba preocupada por ti.

Frenética… dijo que no debía quitar mis ojos de ti. Ella está esperando en la

casa del señor Lincoln.

—Gracias —dije, de repente agradecida de que Lincoln y Griffin no

fuesen a llegar allí primero. Tenía el presentimiento de que Steph usaría la

llave de repuesto para entrar.

Estaba en lo cierto. Tan pronto como metimos la llave en la cerradura,

Steph estaba abriendo la puerta desde adentro.

Ella empujó pasando a todos, incluyendo a Salvatore, y me abrazó. Su

delgada figura me abrazó tan fuerte que estaba asustada que en realidad me

permitiría a mí misma sentirlo. Pero la rigidez se quedó conmigo. Me

protegió.

—Gracias a Dios estás bien —dijo Steph.

Cómo podía explicar que no lo estaba.

—Sal me contó lo que pasó. Sobre Rudyard. —Ella miró hacia abajo—.

Y Nyla —agregó ella en voz baja.

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—Creo que debería tomar una ducha —dije, sutilmente moviéndome

fuera del agarre de Steph. Si alguien podía romperme ahora mismo, era ella.

Saqué el teléfono de mi bolsillo y lo conecté al cargador de la cocina de

Lincoln mientras pasaba. Incluso me destrozó saber que teníamos el mismo

teléfono.

—Vi, yo… yo no puedo creer que tenga que hacerte esto —dijo Steph,

mientras me seguía y tomaba un profundo respiro—. Quiero decir,

totalmente quiero que hibernes, ya sabes, hagas tus cosas. No quiero ser parte

del problema, pero… encontré algo y creo… sé, que tienes que verlo.

Solo asentí y la seguí por el pasillo hacia la habitación de invitados.

Spence se movió para seguirnos pero Steph le dio una mirada y él regresó a la

sala.

—Has estado ocupada —dije, asimilando el caos que se encontraba en

la habitación de invitados de Lincoln. Cajas estaban abiertas por todos lados y

papeles estaban apilados en lo que imaginaba estaban ordenados

cronológicamente, alfabéticamente, o numéricamente o algo más

increíblemente inteligente que estaría muy lejos de mí pero sin embargo muy

normal para Steph. Luego me di cuenta de algo más.

—Steph, Lincoln ni siquiera ha venido él mismo a esta habitación. Va

a ponerse como loco.

—Violet, cariño. —Ella coloco una mano sobre mi hombro—. Sé que

has ido y vuelto del infierno. Lo sé. Realmente lo entiendo y ni siquiera sé

cómo lo estás conteniendo, pero ahora mismo necesito que mires a algunas

piezas de periódicos y sigas lo que estoy a punto de decirte.

—¿Lo que sea que esto es, no puede esperar?

—Esa es la cosa cariño…

Miré arriba.

Steph sacudió su cabeza.

Perfecto.

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Me senté en el suelo y Steph se sentó al lado de mí. Ella alzó la

primera pieza de papel que me mostraba estados de cuenta de bancos,

transferencias de la compañía de la mamá de Lincoln, grandes cantidades

depositadas en alguna cuenta. Luego me mostró más de lo mismo y una pieza

de papel que mostraba la cuenta de banco a donde las transferencias habían

ido.

—¿Me estás siguiendo? —dijo Steph, observándome, recordándome

que de alguna manera todo esto importaba.

—Grandes transferencias de dinero de su compañía a esta cuenta y

entiendo que esta cuenta está de alguna manera unida a Nahilius, ¿cierto?

—Cierto —dijo ella, moviéndose a través de los papeles en la siguiente

pila.

—Steph —empecé a quejarme, pero ella me mostró otra pieza de papel

bajo mi rostro y señaló a una línea en la parte superior. Era otra hoja de

transferencia posterior. Ésta tenía los fondos, casi tan grandes, que van desde

la cuenta falsa de Nahilius a otra.

Mis ojos se ampliaron mientras observaba la pieza de papel.

—¿Sabes a quien pertenece esta cuenta? —pregunté, empezando a

entender.

Steph sacó una pieza de papel de su bolsillo.

—Tuve que hackear los archivos del banco que quedaban en el

servidor de la computadora del banco y puedo estar yendo para unas largas

vacaciones en la cárcel muy pronto, pero… —Ella movió la pieza de papel.

—¿Sabes para quién estaba trabajando Nahilius?

Ella asintió.

—Y quiero que me prometas que luego de que veas esto, sin importar

que, sin importar que quieras hacer, tienes que jurar que no te irás de esta

habitación hasta que yo diga que puedes.

—Steph, deja de jugar —espeté.

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—Promételo.

—No estoy prometiendo nada, dame el maldito papel o me pararé y te

lo quitare.

Steph se me quedó mirando, yo la miré de regreso y me pregunté si de

verdad lo tenía en mí. Ella no se movió.

—¡Steph! —grité.

—Te quiero, Violet, así que no. No hasta que lo prometas. —Ella se

mantuvo fuerte pero la vi encogerse un poco, sus dedos apretados fuertemente

el papel. Estaba asustada de mí.

Retrocedí.

—Oh Dios mío, Steph, lo siento. Yo… todo esto es un desastre.

—Lo entiendo. No pienses que no me he dado cuenta, Vi. Sé que al

momento en que Nyla perdió a Rudyard, tú te perdiste… lo siento. Y me

siento como una idiota teniendo que hacerte esto pero sé que si me lo

prometes, lo harás y sé que no puedes ver a esta pieza de papel hasta que me lo

prometas.

Lancé mi cabeza hacia atrás y miré al techo.

—De acuerdo. Lo prometo. —Me enderecé y Steph desplegó la pieza

de papel.

—Conseguí un nuevo nombre para el Sr. Burke de la lista de grandes

traidores —dijo Steph, mientras leía las palabras que hicieron tantas cosas

encajar en su lugar.

Arrugué el papel en mi mano con fuerza.

—Voy a matar… —Pero Steph me cortó.

—No hasta que te diga, que puedes dejar la habitación —dijo ella

cruzando sus brazos.

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Capítulo 33 “Supongamos que luchas a través de lo bueno, ¿y encuentras que

también es terrible?”

C. S. Lewis

Traducido por Lizzie (SOS)

Corregido por LizC

teph me deja en paz por la primera media hora. Me senté en el

suelo, mirando el trozo de papel, tratando de poner todas las

piezas juntas. Steph fue poniendo toda la otra documentación de

nuevo en las cajas, dejando algunos documentos clave en una pequeña pila.

Finalmente, se sentó a mi lado y me ayudó a tratar de llenar los vacíos. De vez

en cuando, saltaba a mis pies y cargaba contra la puerta, furiosa y necesitando

hacer algo. Cada vez, Steph sacó la tarjeta de “lo juraste” y me desplomaba al

suelo.

Después de haber ido sobre todo lo que podía manejar, me quejé.

—Lincoln estará de regreso pronto. Tal vez deberíamos salir.

Steph sólo se dirigió a la última de las cajas después de pasarme su

portátil.

—¿Por qué no lees mis notas de química primero? Tienes algunas

clases con las que ponerte al día.

Quería tirar la computadora contra la pared. Me importaba un carajo

química. Pero Steph no iba a ceder, así que abrí el archivo y me quedé

mirando la pantalla. Abrí las notas incorrectas y salté hasta las de la semana

pasada.

S

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Poco a poco, mientras leía a través de nuestro trabajo en clase de

piedras preciosas y sus características, mi curiosidad creció.

—¿Estás conectada a la red? —le pregunté.

—Sí —dijo Steph, cargando una pesada caja hasta algunas que ya

estaban apiladas.

Encontré lo que estaba buscando rápidamente. Por alguna razón no

estaba sorprendida. El entusiasmo de la Srta. Stallad al dar una clase que había

solo aparecido en su mente esa mañana ahora tenía mucho sentido.

Ellos habían estado dejando pistas en todas partes.

Suspiré con loca frustración y me sentí como una marioneta.

—Malditos ángeles. —Mi cabeza cayó hacia atrás contra la pared,

mirando hacia el techo—. ¿Por qué tienen que jugar todos estos juegos? ¿Por

qué no podían decírmelo? —Podía haber sido capaz de hacer algo diferente,

salvar a Rudy.

—Vi, ¿alguna posibilidad de que pudieras ser capaz de informar a

aquellos de nosotros que no tenemos un enlace directo? —dijo Steph, con las

manos en las caderas.

Así lo hice.

Oí la puerta principal. Lincoln, Magda y Griffin habían llegado. Steph

ahora me había encerrado en la habitación de invitados durante casi dos

horas. Me sorprendió que nadie hubiera entrado. Probablemente me estaban

dando espacio… o a ellos mismos.

Eso no debería haber sido posible.

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Me puse de pie.

—Steph, estoy bien. Tenemos que salir, de otro modo Lincoln va a

venir aquí y ver que has estado revisando todas las cosas de su mamá.

Una expresión de pánico cruzó por su rostro, pero ella se mantuvo

firme.

—¿Estás segura de que estás bien?

Tomé una respiración profunda. Necesitaba estar bien justo ahora.

—Sí.

Steph se levantó y abrió la puerta.

—Bueno, tal vez deberías ir a tomar esa ducha ahora. Traje una muda

de ropa para ti. No sabía si tendrías algo. Están en el baño.

—Gracias, Steph —dije, dándole un rápido abrazo.

—Está bien, me quedé en tu casa anoche de todos modos.

—No lo quise decir por la ropa.

—Lo sé —dijo con una sonrisa mientras salimos de la habitación.

Steph cerró la puerta rápidamente detrás de nosotros. Me lancé a

través del pasillo y permanecí junto a la puerta del baño. Podía oír a todo el

mundo hablando, pero simplemente no podía enfrentarlos aún, necesitaba

unos minutos a solas.

Spence se había ido a la tienda de la esquina y Zoe estaba ofreciendo

rondas de vasos de jugo de naranja. Griffin estaba hablando por teléfono,

volviendo a los negocios. Oí que alguien comenzaba a caminar por el pasillo

en mi dirección así que rápidamente cerré la puerta del baño y abrí la llave de

la ducha. Entonces oí que otra puerta se cerraba. El dormitorio de Lincoln.

Me desnudé, me metí en la ducha y no pude incluso estar de pie. Me

senté en un rincón y me apoyé en los azulejos mientras el agua lavaba la

sangre seca y la suciedad que había permanecido oculta debajo de mi ropa

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deportiva. Descansé un lado de mi cabeza contra la pared, sabiendo que la

habitación de Lincoln estaba en el otro lado.

Escuché los golpes.

Cajones siendo abiertos y cerrados de golpe una vez más. La puerta de

su armario, la había escuchado cerrar de un portazo antes. No sé cómo todavía

estaba en sus goznes. Entonces oí un ruido cercano y luego uno más pequeño

casi exactamente al nivel de mi cabeza. Era una pared delgada.

Imaginé a Lincoln allí en el otro lado de la pared, sentado en un

rincón de su habitación. Puse la mano en la pared y dejé que se deslizara hacia

abajo a las baldosas mojadas.

Siempre habría una pared.

Aún así, al final me arrastré fuera de la ducha y me puse los jeans

negros y la camiseta roja que Steph había dejado para mí. Una de las cosas que

sabía de Lincoln, tenía que decirlo en voz alta.

Llamé a su puerta y la abrí. Mi corazón se encogió. Estaba sentado en

el suelo, justo donde yo había imaginado que estaría. Ni siquiera se molestó en

levantarse.

Me senté frente a él en el borde de su cama y miré a mis pies.

—¿Cómo está Griff? —le pregunté, mi voz crepitante.

—Conoces a Griff. Se culpa a sí mismo.

Asentí con la cabeza.

—Estuviste increíble allá atrás. La forma en que sanaste a Spence. Tú...

tú eres increíble —dijo, deteniéndose de decir otra cosa.

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—Tú también. Te vi por lo menos derribar a tres de ellos y entonces...

gracias, por cierto. Yo no… uhm… creo que nunca lo dije. —En toda la

conmoción no le había ni siquiera dado las gracias por salvarme la vida.

—Fui tan inútil para ti, cuando Phoenix te hizo daño. —Dejó caer la

cabeza entre las manos—. No pude ayudar, no pude detenerlo y eso me mata.

La idea de ti con dolor, tan mal herida… habría hecho lo que fuera.

—Lo sé.

—Somos almas gemelas, Vi. Sé que has tenido tus dudas, pero yo estoy

seguro de ello —dijo, y me miró por un momento.

—Lo sé —susurré.

—No es de extrañar que Rudyard y Nyla quisieran que supiéramos

todo. —Dio un puñetazo a la pared—. Nunca podría hacerte eso. Dejarte en

riesgo así como así.

—Lo sé. Yo igual. —Y a pesar que dejar correr mi corazón a través de

una trituradora hubiera dolido menos, era verdad. Yo no podía encomendar a

Lincoln a un futuro como el de Nyla, sabiendo que Phoenix tenía un agarre

físico sobre mí que significaba que me podía matar en cualquier momento. No

había manera de que lo pusiera en riesgo uniendo mi alma con Lincoln y

luego dejarlo en el camino cuando muriera.

Se puso de pie y se acercó para sentarse a mi lado. Todo mi cuerpo me

dolía, deseando extender la mano y tocarlo.

—No sé cómo hacer esto, pero sé que no hay otra manera.

—Solo sigamos luchando. Como Rudyard dice… dijo, eso es lo que un

Grigori hace —dije, dejando que el entumecimiento apareciera, queriendo que

me rodeara.

—Sí —estuvo de acuerdo, asintiendo tristemente. Su mano se movió

hacia mí instintivamente antes de que se detuviera y se pusiera de pie.

Se dirigió hacia la puerta.

—Debo ir a comprobar a todos.

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—Espera. Linc, hay algo que necesito decirte —dije, de pie también,

preparándome.

Pero ya tenía la cabeza afuera de la puerta, y los dos podíamos oír las

voces alzándose.

—Algo está pasando —dijo.

¿Qué pasa ahora?

Lo seguí fuera de su habitación y en el pasillo.

—¿Qué pasó? —le preguntó Lincoln a Spence cuando llegamos a la

sala de estar.

—Ni idea. Zoe y Salvatore estaban en una esquina hablando y luego,

de repente, Salvatore se exaltó. Creo que él está frustrado por el problema de

comunicación.

—Oh —dijo Lincoln, como si eso no importara.

Pero sabiendo todo lo que ahora sabía y viendo cómo Salvatore, Zoe y

Steph estaban susurrando apresuradamente. Tuve un presentimiento. Uno

malo.

Miré por encima a Griffin. Magda estaba hablando, pareciendo que

recogía su bolso para salir. Steph debe haberle dicho algo que no le gustó a

Salvatore porque él negaba con la cabeza, cada vez más y más molesta, Zoe

estaba solo luciendo confundida.

—¿Qué está pasando allí? —preguntó Griffin, distraído de su

conversación.

Salvatore dio un paso adelante.

—Lo siento por estos problemas Sr. Griffin. Estoy tratando de dar

explicaciones. Debo decirles estas cosas que yo sé.

Griffin asintió, viendo la angustia de Salvatore.

—Stephanie, ¿te importaría traducir por Salvatore? —preguntó

Griffin.

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Steph me miró, preocupada. Le di un gesto de resignación. Lincoln lo

vio y me dirigió una mirada interrogante.

—Creo que estás a punto de averiguarlo —murmuré.

¿Todo tenía que suceder así?

—Está bien —dijo Steph.

Salvatore le habló a Steph en italiano. Nada de lo que le dijo pareció

impresionarla mucho. No lo tomé como una buena señal.

Cuando él terminó, me miró con nerviosismo, y luego se lamió los

labios.

Mierda.

—Está bien. Salvatore como todos ustedes saben, tiene la fuerza para

detectar mentiras. A diferencia de tu don, Griffin... —Tragó saliva, se estaba

volviendo loca.

Mierda, mierda, mierda.

—Salvatore busca los hilos que se interconectan y luego llevan a más.

Dice que a veces es como mirar una fina hebra que está fuera de lugar

—continuó Steph, hablando tanto con las manos agitándose como con la

boca—, entretejiéndose dentro y fuera de muchas piezas de tela grandes,

manteniéndolos unidos. Cuando ese hilo, no importa cuán pequeño sea, llega

lejos, puede revelar el resto.

—Sí, Stephanie, entendemos su don. ¿Podrías ir al grano? —preguntó

Griffin, perdiendo la paciencia.

—Sí. Uhm... Salvatore tiene una pregunta para Magda. —Ella tragó de

nuevo, vacilante.

Magda no dijo nada. En cambio, se limitó a solo mirar alrededor como

si todo esto fuera una pérdida de valioso tiempo.

—Bueno, ¿qué es? —preguntó Griffin.

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—A él le gustaría saber... por qué mintió atrás en la tumba. Él cree

que… piensa, en realidad… que cuando le dijo a Lincoln que trató de matar a

Phoenix para salvarle la vida a Violet, ella estaba mintiendo.

—Bueno. —Griffin miró a Salvatore—. Lo siento Salvatore, pero eso

es solo imposible. Magda no mentiría sobre algo así. Ella no tiene ninguna

razón, pero de todos modos, yo habría visto la ausencia de la verdad, si la

tuviera, y no lo hice.

Salvatore le dijo algo a Steph, quien finalmente parecía estar

volviendo poco a poco de su ausente ser.

—Salvatore dice que estás equivocado. Él cree que Magda tiene una

manera de ocultar la verdad. Se está protegiendo a sí misma y atrayendo la

confianza de los demás. Dice que estás demasiado cerca de ella para ver más

allá, pero él lo ha estado viendo desde hace algún tiempo y ahora está seguro.

—Esto es ridículo —dijo Magda, mirando alrededor de la habitación,

de forma convincente—. Yo no tengo ningún tipo de protección contra mi

propia pareja Grigori. Lincoln, ¿seguramente no crees esto?

Lincoln me miró a mí y luego a Salvatore.

—Estoy seguro de que tienes tus razones, Salvatore, pero ha sido un

momento muy traumático para todos. No tenemos ninguna razón para dudar

de Magda... o de las habilidades de Griffin para el caso.

Salvatore negó con la cabeza, frustrado. Zoe se acercó a su lado.

—Escucha, sería la primera en admitir que puede estar equivocado,

pero si él dice que ella está mintiendo, ella está mintiendo.

Steph sacó el pedazo de papel de su bolsillo que yo había arrugado

antes. Lo alisó, me miró y luego asentí, ella se acercó a Magda y se lo dio a ella.

Magda arrebató el trozo de la mano de Steph y mientras ella lo tomaba

y entendía lo que era y lo que quería decir, sus ojos se abrieron como platos.

Pánico.

—Quítate el collar, Magda —dije, dando un paso adelante, poniendo

una mano rápidamente en Steph para llevarla de vuelta a Salvatore y Zoe.

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Me miró como si quisiera arrancarme la garganta. Es curioso, yo sentía

exactamente lo mismo por ella.

—No —dijo, mirando a Griffin de nuevo—. Esto es una locura.

—Como puedes ver, Steph ha estado realmente ocupada. A ella no le

gusta presumir ni nada, pero es un genio. Le conté la conversación que tuve

con Onyx. Él explicó cómo Nahilius era solo un pistolero a sueldo. Quiero

decir, pensé que eso significaba que estaba trabajando para Phoenix. En cierto

modo, lo era, sin embargo, no es que Nahilius lo supiera. Él realmente creyó

que había venido aquí para vender ese edificio y obtener el dinero, ¿cierto?

—No tengo idea de qué historia estás tratando de inventar. ¿Estás tan

desesperada por atención? —Miró a Griffin—. Ella tiene un problema, Griff.

Di un paso hacia Magda.

—No soy la que tiene el problema, Magda. No soy la que le dio a

Phoenix la información sobre el titanio, no soy la que traicionó a todos los

Grigori dando a los exiliados una nueva defensa contra nosotros.

—Violet —advirtió Griffin, pasando a estar al lado de Magda.

—¿Sabes de qué están hecho los zafiros azules, Griffin? —le pregunté,

empujando más duro—. Titanio —contesté sin esperar—. El mismo metal que

los exiliados ahora saben puede confundir nuestros sentidos. Tú lo descubriste,

¿no, Magda? Ser la compañera de Griffin ha tenido sus ventajas y encontraste

la manera de aprovecharlo para tu beneficio. Debe haber sido años atrás,

cuando empleaste el collar por primera vez.

Magda empezó a dar un pequeño paso atrás, pero yo era demasiado

rápida. Extendí la mano y arranqué la cadena de su cuello, con la esperanza de

que le doliera.

Las manos de Magda fueron a su garganta con conmoción.

Me reí a medias, a pesar de que nada de esto era gracioso.

—Los zafiros de cachemira son los más raros porque son los del más

rico azul. Sabes, los he buscado en Google, pocos son los que se han

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descubierto. Algunos creen que incluso atraen el favor divino y… pueden

evadir la verdad.

—Violet, para esto —dijo Griffin, pero podía ver las ruedas girando, su

mente yendo a toda marcha.

—Lo siento Griffin —y realmente lo hacía—, pero no puedo.

—Pregúntale ahora, Lincoln. Pregúntale por qué trató de retornar a

Phoenix —dijo Steph.

Lincoln miró de mí a Magda y a Steph, entonces a Salvatore y

finalmente de nuevo a mí. Al final, él confiaría en mí.

—¿Por qué lo hiciste? —le preguntó a Magda.

—Te dije por qué. Lo hice para salvarla.

Griffin dejó caer su vaso de jugo de naranja. Podía ver sus mentiras.

—Oh, Magda. ¿Querías matarla? —dijo Griffin.

La boca de Lincoln estaba abierta. Él se quedó atónito.

—En realidad, quería matarnos a Phoenix y a mí. A mí, para alejarme

de ti —le dije a Lincoln—. Y a Phoenix porque después de eliminar a

Nahilius, ella estaba cubriendo sus huellas.

—No lo entiendo —dijo Lincoln, probablemente deseando que no

fuera cierto.

—Esto es una locura. ¡Ella está tratando de volverlos a todos en mi

contra! —Magda se puso en marcha de nuevo.

—¡Alto! —gritó Griffin tan fuerte, que ella saltó—. Deja de mentir.

Sabía que ese maldito collar hacía algo. Lo sabía. Sentí que evadía las cosas,

encubriéndolas por ti, esperaba que encontraras tu camino. Nunca pensé que

fueras tan... diabólica. ¿Tienes idea de cuántas vidas has destruido? ¿A cuántos

has puesto en peligro por dar el conocimiento del titanio?

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—Steph revisó a través de todas las cajas de documentos de la

compañía de tu madre —le dije a Lincoln que, por su expresión mortificada,

estaba rápidamente comenzando a reconstruir todo junto.

—Onyx me dijo que Nahilius estaba trabajando para alguien. Pensé

que era Phoenix, pero Nahilius nunca trabajó con Phoenix. Steph encontró los

registros, las transferencias bancarias de la empresa de tu mamá a Nahilius y

luego casi tanto fue transferido de su cuenta a otra cuenta sin nombre. El trozo

de papel que Magda sostiene muestra que ella es la dueña de esa cuenta.

—No —dijo Griffin, sacudiendo la cabeza ante la implacable verdad.

Lincoln miró de mí a Magda, su mandíbula apretada.

—¿Estabas trabajando con Phoenix?

—¡Él me obligó! —dijo Magda rápidamente.

Lincoln medio sonrió mientras negaba con la cabeza.

—No hay sombras, Magda. Sería capaz de ver si estabas bajo su

influencia.

Magda se quedó en silencio, pero frenética.

—Desde que volviste de vacaciones has estado trabajando con él.

Trajiste a Nahilius de regreso, lo utilizaste para abrir una brecha entre Violet y

yo para que así Phoenix pudiera llegar a ella. Yo confié en ti.

—Lincoln no es lo que tú crees. No te conocía en ese entonces, yo...

cuando me di cuenta de quién eras, que ibas a convertirte en Grigori, saqué a

Nahilius de la compañía de tu madre y le dije que desapareciera. Yo la salvé.

—¡Mataste a mi madre! —gritó Lincoln.

Todo el mundo se quedó en silencio.

—¿Por qué, Magda? —preguntó finalmente Griffin, las palabras

quebrándose.

Magda se acercó a la puerta, pero luego pareció recapacitar y se volvió

hacia él.

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—Porque tú tienes todo el poder. Podrías habernos hecho grandes,

pero nunca pudiste ver las posibilidades. Era todo sobre la maldita causa.

—Ella sacudió la cabeza hacia Lincoln, con los ojos en realidad húmedos—.

Porque habría hecho lo que fuera para que me mires de la forma en que...

—Me lanzó una mirada venenosa—. ¡Tú arruinaste todo!

Ella se movió a toda velocidad. Apenas tuve tiempo de reaccionar

cuando su mano se acercó a mi cuello y me arrojó hacia atrás sobre la mesa del

comedor. Pero Lincoln fue más rápido y estuvo allí en un instante. Él la

empujó fuera de mí con una mano y con tal fuerza que voló por el aire hasta

que se estrelló contra la pared del fondo.

Lincoln me ayudó a levantarme. Sus manos suaves. Solo tocando

donde era necesario y sin embargo, cada lugar donde estuvimos conectados

aún ardía.

—Estoy bien —le dije, dándole permiso para alejarse de mí.

Magda estaba de vuelta en sus pies. Se veía como si estuviera a punto

de saltar de nuevo.

—¡Crees que tienes a todo el mundo engañado! —me gritó—. Pero tus

verdaderos colores se mostrarán muy pronto.

Griffin se movió hacia Magda lentamente. Su cabeza inclinada.

Cuando se puso de pie justo en frente de ella, su mano se alzó en un instante y

agarró su cuello como ella hizo con el mío. Él la empujó contra la pared con la

que acababa de chocar y la levantó en el aire, con el brazo completamente

extendido.

Contuve la respiración mientras veía los músculos de su brazo

flexionándose, apretándola, la expresión del rostro de Magda exponiendo su

dolor. Ella no podía respirar y él estaba cerca de aplastar su tráquea por

completo.

—Un golpe a Violet es un golpe a mí —dijo, haciéndose eco de las

palabras que él me había dicho cuando abofeteé a Magda—. Dame una razón

para no apretar.

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Magda puso ambas manos sobre los hombros de Griffin, como si la

consolara. Él debió de bajar la guardia por un momento, porque su rodilla voló

hasta golpearlo en la barbilla, soltó su agarre en ella y ella cayó al suelo.

—Ya lo creo, Griff —gruñó, haciendo su camino a la puerta de nuevo.

Spence y Salvatore la alcanzaron hasta allí y se pusieron en su camino,

pero Griffin dio un pequeño movimiento de la mano y se pusieron a un lado.

Magda le sonrió a Griffin.

—Tú eres demasiado débil. Y cuando trates de entender todo esto y

sigas tropezando con las grandes preguntas, recuerda, la respuesta es la misma

cosa por la que luchas tan duro. —Ella tomó la manija, la abrió y se detuvo sin

mirar atrás, lo suficiente como para decir dos palabras—: Libre albedrío.

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Capítulo 34 “El pecado, tanto de hombres como de ángeles, ha sido posible por

el hecho de que Dios nos dio libre albedrío”.

C. S. Lewis

Traducido por Lizzie

Corregido por LizC

o sé quién encontró la botella de Vodka. No me importaba. A

nadie lo hacía. Licor fuerte era probablemente una mala

idea, pero uno por uno tomamos nuestros asientos y Spence

comenzó a verterlo.

Mirándonos a todos nosotros, desplomados alrededor de la mesa del

comedor, estaba claro que ninguno de nosotros había escapado ileso a los

últimos días. Yo no podía recordar cuándo fue la última vez que dormimos. Ni

siquiera sabía a qué hora del día estábamos, solo que ahora estaba oscuro.

—Por Rudy —dijo Spence.

Todos levantamos nuestras copas y bebimos, mi garganta quemó y

disfruté de la distracción. Spence volvió a llenar las copas de una en una.

—Y Nyla —dijo Griffin.

Y aunque no queríamos admitirlo, no queríamos negarlo tampoco.

Levantamos nuestras copas y tragamos la venenosa verdad.

Por Nyla.

—¿Y ahora qué? —preguntó Zoe.

N

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—Nosotros luchamos —dijimos Lincoln y yo al unísono sin mirarnos

el uno al otro.

—Lo siento, Violet, y Lincoln. Sabía que Magda estaba tramando algo

pero lo juro, nunca pensé que... —Él no pudo terminar.

—Lo sabemos, Griffin —dije, queriendo tranquilizarlo.

—Ninguno de nosotros lo sabía —agregó Lincoln.

—También te debo una disculpa, Salvatore. —Se dieron un

asentimiento entre sí—. Y tengo una deuda de gratitud contigo, Stephanie.

Nadie dijo mucho después de eso por un tiempo, solo murmuraron

aquí y allá. De vez en cuando un centavo caería.

—¿Los exiliados en el callejón fueron quienes mataron a las personas

sin hogar? —dijo Lincoln.

Asentí con la cabeza.

—Creo que Phoenix los proporcionó y Magda los envió. Estoy

reunificando que nunca hubo un grupo de exiliados de quienes se deshizo en

sus vacaciones, probablemente solo un exiliado y ella no lo eliminó.

—Phoenix —dijo Lincoln, apretando la mandíbula.

Otro tramo de silencio hasta que Griffin tuvo un momento de

iluminación.

—¡Es por eso que nunca se quedaba a mi alrededor! Ella tenía miedo

de que la influencia de los zafiros no aguantara.

Todos asentimos mientras la teoría se hundía. Eso explicaba muchas

de sus salidas rápidas cuando Griffin llegaba.

Y finalmente.

—Ella quería que yo matara a Nahilius. Sabía que me cambiaría para

siempre, haciéndome dudar de todo —dijo Lincoln en voz baja.

No necesitaba responder. Pensaba lo mismo. Eso es lo que Magda

quería que Lincoln hiciera, para que así se sintiera tan aislado de todos los

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demás, sobre todo de mí, de modo que acudiera a ella. Cuando su plan fracasó,

ella mató a Nahilius para silenciarlo. Tomé un poco de consuelo en la

comprensión de que no era a mí quien Nahilius había llamado perra.

—Violet, tú nos guías ahora —dijo Griffin mientras Spence alineaba

más tragos—. Phoenix tenía razón. Eres un Ángel Sole, el rango más alto. Eso

te hace nuestro líder.

Miré alrededor de la mesa esperando, y lista para dar la bienvenida, a

la intervención. Pero nadie argumentó.

—No, eso me da el derecho a elegir. Yo no quiero guiarnos, Griffin.

Tengo la escuela y tú eres nuestro líder. Si soy la de más alto rango entonces

puedo decir quién está a cargo, y eres tú.

Alcé mi copa y luego bebí. Lincoln hizo lo mismo, seguido por todos

los demás apoyando mi decisión. Por último, Griffin asintió.

—Por ahora —dijo, y bebió.

—Ya que estamos consiguiendo ordenar las cosas —elevó la voz

Spence—. Yo, uhm... He tomado algunas decisiones por mi cuenta.

—Déjanos escucharlas —dijo Griffin, el acento de su tierra natal ahora

grueso bajo la influencia del alcohol. Estaba resignado a cualquier cosa a esta

etapa.

—No voy a volver a Nueva York. Me quedo aquí.

Cuando todos lo miramos, se encogió de hombros.

—Bueno, no tengo padres esperando por mí y no estoy muy bien

yéndome lejos de la única persona que puede sanarme hasta que mi

compañera sea mayor de edad, ¿no? Y de todos modos, me gustaría una

oportunidad de devolver el favor —me dijo, lanzándome una sonrisa

genuina—. Eso es, por supuesto, si está bien con todo el mundo —añadió,

mirando a Lincoln y luego a mí. Después de todo lo que había pasado, él le

estaba dando a Lincoln la oportunidad de decirle que se perdiera.

Creo que Lincoln agradeció el gesto, aunque estaba segura de que se le

clavó como un alfiler. Sé que lo hizo conmigo.

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—Puedes quedarte aquí —ofreció Lincoln—. Limpiaré el cuarto de

invitados.

Disparé a Lincoln una mirada. Nunca pensé que él limpiaría esa

habitación.

—Es tiempo —dijo, respondiendo a mi pregunta no formulada. Me

alegré por él.

—Nosotros vamos a solicitar permiso para regresar —dijo Zoe—.

Queremos estar aquí para ayudar a luchar contra lo que está por venir, pero

primero tenemos que regresar y comprobar a Nyla e interrogar a todos en la

Academia. Es lo justo.

Todos asentimos.

Griffin tomó otro trago. Creo que él estaba tomando dos por cada uno

de los nuestros.

El teléfono de Lincoln sonó. Él respondió mientras se levantaba y se

alejaba de la mesa. Mientras hablaba, Steph utilizó su propia versión de

telepatía de mejor amiga conmigo, una serie de cejas levantadas, cabeza

inclinada y boca abierta con un mudo: “Bien”.

Asentí con la cabeza a todo.

—Ese era Dapper —dijo Lincoln cuando regresó—. Él ha estado

tratando de ponerse en contacto contigo por un rato —me dijo.

—Oh. —Me levanté y me acerqué a mi teléfono todavía en el

cargador. Monté un espectáculo encendiéndolo y lo metí en mi bolsillo.

Escuché el buzón de voz timbrar un par de veces. Comprobaría los mensajes

más tarde.

—Tenemos que ir al Hades —dijo.

—Mira, honestamente, Dapper puede lidiar con Onyx o echarlo a la

calle —dijo Griffin.

Lincoln siguió moviéndose y se colocó un abrigo. Mantuvo abierta la

puerta con el pie, esperando a que todos nosotros nos levantáramos.

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—No es Onyx. Vamos.

Y como buenos pequeños soldados, todos nos levantamos y lo

seguimos.

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Capítulo 35 “La estrella que indica el camino es tu estrella… Tú los superarás a

todos ellos. Porque tú sacrificarás al hombre que me cubre”.

El Evangelio Perdido de Judas

Traducido por Maru Belikov

Corregido por Lizzie

uy bien puede haber sido hace una vida, esos momentos

que Lincoln y yo compartimos en Jordania. En algunas

formas, deseaba que nunca hubiesen pasado.

De acuerdo, esa era una mentira.

La ciudad parecía diferente, extraña para mí de alguna manera. Estaba

tan cansada, pero aun así mis piernas me llevaron. Nada jamás sería igual.

Incluso el aire se sentía diferente. Jordania me había cambiado

irreversiblemente.

Quizá era para mejor. Quizá yo necesitaba una dosis de dura realidad.

En algún punto a lo largo del camino, obviamente perdí la perspectiva,

olvidando protegerme a mí misma y mantener el control de las cosas. Ahora

pagaría el precio.

Lincoln caminó delante con Spence, flanqueando a Griffin en caso de

que se tambaleara. Él nos cargaba a todos, ahora se sentía responsable por

liderarlos, después de todo lo que paso en Jordania, haber descubierto que

Magda había jugado tan terrible parte… esa era la única cosa que sabía por la

que él se culpaba por un largo tiempo, incluso aunque no debería.

M

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Eso solo era el principio. Yo simplemente no me sentía como para

establecer la fatalidad ahora. Se había instalado, tomado posesión. Lincoln

miró sobre su hombro, atrapó mi mirada y se giró de regreso. Quería gritar.

Steph, quien había estado hablando con Salvatore, aminoró su paso

para esperarme. Ella entrelazó nuestros brazos juntos como había hecho tantas

veces antes. Todavía mi mejor amiga.

—¿Te gustaría que yo dijera algo para distraerte? —dijo.

—Seguro.

—Tú papá viene a casa mañana.

Suspire.

—Guau, creo que se las arregló para cortar su camisa de viaje después

de todo —dije, sabiendo que debería tener un sin número de llamadas

perdidas de él. Probablemente los mensajes en mi teléfono que habían sonado

antes.

—Sí, bueno, el lado positivo, hablé con él anoche, le conté que estabas

recibiendo comida para llevar. Él sonaba preocupado, pero para el momento

en que terminé de parlotear sobre todas las cosas que habíamos estado

haciendo, estaba bien.

Gracias a Dios por Steph. Y papá, él solo lo hacía muy fácil, pero ahora

mismo no me podía quejar.

—¿Por el lado negativo? —pregunté, sabiendo que había más.

—Él vio la cuenta de Amex y no se creyó la historia que le conté sobre

tú necesitando miles de dólares en útiles escolares de urgencia. Él dijo que

estaría esperando una explicación. Yo sugiero empezar con “¡No ando en

drogas!”

Me encogí de hombros. No era ideal, pero podía manejar eso. Estaba

segura que podía producir unos cuantos recibos de servicios que no había

estado siguiendo e inventar unos cuantos gastos adicionales. Era la última de

mis preocupaciones.

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—¿Te estarás quedando? —pregunté

Steph vacilo.

—Si... ya sabes, si está bien.

—¿Las cosas todavía son una mierda en casa?

—Más o menos.

—¿Quizá podamos conseguir un desayuno temprano en el centro

comercial antes de la escuela? —dije, reforzando que ella era bienvenida a

quedarse en mí casa. Yo de verdad solo quería dormir por semanas pero estaría

bien hacer cosas normales y le debía una buena plática. Claramente tenía cosas

con las que ponerme al día.

Steph asintió y me dio un codazo. Era todo lo necesario entre nosotras.

Giramos la esquina, las oscuras puertas naranjas del Hades brillando al

final del camino. Lo sentí como si todos los sentidos se alzaran del suelo,

flotando como una ola de calor. Mi agarre en el brazo de Steph se apretó. Sus

sentido me ponían ansiosa, ellos eran tan poderosos. Pero no se encontraban a

toda fuerza. Se estaba conteniendo, solo dejándome saber.

Judas.

Los otros parecían volverse más alerta mientras alcanzábamos la

entrada del club. Ya sea sintiéndolo también o solo intuición. Griffin pareció

recuperarse y prestar atención.

Hubo una breve pausa antes de que todos nos moviéramos hacia el

agitado bar. Tuve suficiente tiempo para decir:

—Arriba. —Antes de que las puertas se abrieran y la música estallara

desde el interior.

Nos movimos a través de la multitud, hacia las puertas sin marcas que

guiaban arriba. Clientes habituales del Hades estaban bailando, bebiendo,

flirteando. Debíamos lucir bastante extraños a la vista de ellos. Como un

grupo, nosotros no lucíamos exactamente como para una fiesta.

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Me preparé a mí misma para lo que sea. Judas tenía habilidades que se

extendían muchos más allá de lo que había mostrado. No sabía de lo que él era

capaz.

Cuando alcanzamos el bar me percaté de Onyx. Él llevaba jeans y una

camiseta blanca. Nunca antes lo había visto en jeans. Él lucía… estable. Y eso

no era todo, él estaba trabajando, sirviéndole a una chica rubia detrás del bar y

él mostraba algo de orgullo por ello. No por eso significaba que no me había

dado cuenta de la gran copa de lo que suponía era bourbon o whisky cerca de

la caja registradora.

Él me vio luego de que le diera a la chica su bebida y cambio, y sus

ojos se entrecerraron. Extrañamente, me encontré reconfortada porque él no

hubiese cambiado completamente. Él inclino su cabeza hacia la puerta que

guiaba arriba, dejándome saber que lo siguiera mientras él caminaba de su

lado del bar.

Él abrió la puerta y se inclinó mientras uno por uno llenábamos la

estrecha escalera.

—Esto será interesante —dijo Onyx mientras yo pasaba.

—¿Sabes quién es él? —pregunté.

Él sonrió su vieja sonrisa maliciosa, pero de alguna manera tenía

menos amenaza que antes.

—Él es el villano.

Fragmentos de mis sueños flotaron de regreso a mí mientras recordaba

a mi ángel creador mostrándome destellos del pasado, de decisiones hechas.

Las elecciones de Judas.

—¿Por qué vino aquí? —le pregunté a Onyx.

—Él ha estado observándote por un tiempo, yo diría, esperando —dijo

Onyx, otra vez sus palabras tocando una fibra sensible en mí.

Griffin tocó la puerta de Dapper.

—Adelante —respondió Dapper desde adentro.

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Los sentidos ahora eran fuertes, el sabor de manzana parecía mezclarse

con un feo aroma.

—Ew, eso es apestoso. ¿Qué es eso? —no pude evitar preguntar.

Griffin y Lincoln, como especialistas en sentir las combinaciones

florales que los exiliados exudaban, estaban también arrugando sus narices.

—Dranculus Vulgaris —dijo Griffin—. Una hermosa flor que huele

como carne podrida.

Caminamos dentro y encontramos a Judas sentado sobre un taburete

en el mini bar de Dapper. Sus ropas aún del mismo marrón sucio, aun

cubriendo su rostro, todo su cuerpo encorvado.

Dapper se encontraba de pie detrás del pequeño bar de madera,

luciendo nervioso, sin quitar sus ojos de Judas.

—Creo que no fui suficiente claro cuando te dije que no trajeras tus

problemas aquí —dijo él calmadamente, como si estuviese preocupado de

alterar a su invitado no deseado.

Desde que yo era la única que había hablado con él en el pasado,

sentía que tenía que decir algo.

—Judas…—empecé insegura—. ¿Por qué estás aquí?

Él no respondió. Miré hacia Griffin, él solo abrió sus manos un poco.

Pero Judas empezó a moverse. Vi la mano de Lincoln ir hasta su daga mientras

Judas iba hasta su capucha y revelaba su hermoso rostro. Esta vez estaba

preparada y detuve mis manos de ir hasta él.

Alcanzados los lados de su túnica, Judas reveló algo más. Las Escritura,

la misma que había tomado de Jordania. Él alzó su cabeza, sus ojos azul celeste

mirando suavemente a los míos mientras extendía los pergaminos hacia mí.

—¿Tú simplemente nos estás dando esto a nosotros? —pregunté,

preocupada de tomarlo en caso de que fuera un tipo de trampa.

Él asintió una vez.

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—¿Qué quieres a cambio? —pregunté, tratando de concentrarme

mientras más imágenes de mis sueños fluían de regreso a mí. Todo el dolor, la

culpa, la responsabilidad.

—Nada —replicó él.

—¿Qué sobre Phoenix?

Su cabeza se ladeó.

—Él pensó que había encontrado mi debilidad. No lo hizo.

—Se suponía que debías darle la Escritura a cambio de algo.

Él asintió otra vez.

—Él debe saber para este momento que no mantendré el final de

nuestro acuerdo. No tomará mucho tiempo para que sepa dónde estoy.

Miré alrededor de la habitación, todos parecían inseguros de que

hacer. La mano de Lincoln todavía se encontraba cerca de su daga. Steph lucía

completamente desconcertada y Salvatore tenía un brazo firme alrededor de

ella. Él debía de mantenerla contenida en algún punto para evitar acercarse a

Judas. Incluso Onyx parecía precavido, de pie al final de la habitación, aunque

también lo vi mantener un ojo sobre Spence. Me pregunté si él todavía se

encontraba un poco aprensivo en su presencia también.

Pero no estaba asustada. Imágenes de mi sueño continuaron fluyendo

como si la puerta hubiese sido destrabada. Podía verlo, sentirlo.

—¿Cuánto tiempo has estado en el reino del mundo? —pregunté.

Las esquinas de su boca hicieron un mínimo movimiento. ¿Sabía que

estaba dando un vistazo?

—Un poco más de dos mil años.

Sus ojos fueron a la Escritura y luego de regreso a mí. Tome un paso

hacia él, hacia la cosa que ya había costado tanto.

—Estás traicionando a los tuyos.

—A veces es necesario, incluso cuando otros no pueden verlo.

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Porque necesitamos un villano.

Él se quedó firme. Escuché a los otros arrastrar los pies nerviosamente

detrás de mí. Tomé la Escritura en una mano, y cerré el paso final entre

nosotros. Me incliné lentamente y él me dejo. Mi otra mano sostuvo mi frío y

cruel destino.

Este era. El momento.

Y estaba en lo cierto, Judas era otro precipicio. Recordé como Uri lo

había explicado en el desierto. Ahora, era verdad otra vez.

Era una simple cuestión de la pregunta correcta siendo puesta enfrente

de ti entonces podrías, a cambio, hacer la elección correcta.

Mi agarre se apretó alrededor de la daga. Este era el mismo salto y lo

sabía, una vez que hiciera esto, nunca sería capaz de retroceder. Y luego las

palabras de mi ángel creador flotaron a través de mi mente, palabras de mi

sueño. Asumí que él estaba hablando de Judas, pero ahora no estaba tan

segura.

Todos tenemos la capacidad de encontrar el libre albedrío, incluso

cuando esa que debemos hacer nos atemoriza más.

La mejilla de Judas era suave, y sin tocar por tanto tiempo. Lo bese una

vez.

—Gracias, Judas —susurré mientras retrocedía e impulsaba la daga

hacia él, devolviéndolo a juicio.

Sus bondadosos ojos encontraron los míos. Una eternidad de sacrificio

mostrado. Una torturada soledad.

—Gracias, Keshet. —Usando el mismo título que tanto mi ángel

creador y mi madre me habían dado mientras él se estiraba hacia mí

gentilmente. Antes de que sus dedos tocaran mi rostro ellos desaparecieron,

junto con el resto de él. Y aunque se había ido, estaba segura que todavía

sentía el momento en que se conecto conmigo.

Esperaba que consiguiera la nada que había anhelado.

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—¿Dijiste Judas? —preguntó Dapper.

—Uh-huh —respondí, mirando abajo a mis manos. En una, una

antigua Escritura, en la otra la daga. Mí daga.

—Oh. Solo chequeando. —Dapper empezó a servirse una bebida.

—Así que es cierto —dijo Onyx al final de la habitación, moviéndose

hacia adelante ahora.

—¿Cuál parte? —preguntó Lincoln, sonando sin aliento.

—Keshet —dijo Onyx dijo, mirando hacia mí.

—El arcoíris —dije, distraída. Aturdida.

Acabo de matar a Judas.

Dapper, quién parecía estar relajándose un poco ahora que Judas se

había ido, bajó su bebida.

—Es el por qué tu aura siempre es diferente. —Se maravilló él,

recordándonos su habilidad para identificar auras—. Más o menos una

contradicción, el poder de los Grigori usualmente es de multicolores, pero las

auras de los Grigori siempre son de un solo color. Pueden ser diferentes tonos

para diferentes personas, pero siempre es solo uno y, encima de eso, una línea

de dorado. Violet, aquí, ella bueno, es como un arcoíris con rayas doradas por

todos lados.

—Odio preguntar lo obvio, pero ¿Qué demonios significa todo eso?

—espetó Spence.

—Significa —empezó Lincoln, como si lo que dijera le doliera—, que

ella puede conectarse a los reinos.

Realmente no entendía, pero sabía que estaba en lo cierto con eso, mi

madre siempre lo había sabido. Era el por qué se había sacrificado, porque me

nombró Violet.

Onyx se movió hacia el bar y gesticuló a Dapper para que le sirviera

un gran vaso de lo que sea que estuviera tomando. Whisky, creo. Salvatore y

Steph colapsaron en la tumbona mientras que Zoe se puso cómoda en la

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alfombra de Dapper. Griffin y Lincoln se me unieron en el otro lado del mini

bar. Tomé un profundo respiro y desplegué la Escritura.

La sangre se drenó de mi rostro. Mi visión se volvió borrosa.

—¿Qué? —urgió Griffin.

Mis ojos se llenaron de lágrimas de puro miedo.

—¿Alguien sabe lo que es el Tartarus? —pregunté, en apenas un

susurro.

—Los hoyos de este reino —dijo Dapper, mientras Onyx tomaba un

profundo trago de su bebida y ofrecía una explicación más sencilla.

—Infierno.

Mis manos se sacudieron, sosteniendo la Escritura que no estaba hecha

para nosotros.

—Esto no es la Escritura Grigori. Es… es…

Mi corazón empezó a correr, mi boca se secó. El amplio esbozo audaz

de un triángulo en el centro con pequeños símbolos en cada punto me

persiguió hasta la médula. Bajo eso, dos secciones de texto. Las palabras no

eran descifrables, pero no necesitaban serlo. El instinto me decía lo que esto

era.

—Sé por qué Phoenix quería las Escrituras. Nunca fue sobre la lista

Grigori. —Mis manos temblaban tanto que Lincoln tuvo que tomar el

pergamino de mí.

—¿Qué es? —preguntó Griffin, ahora mirando sobre el hombro de

Lincoln hacia la Escritura.

—Escritos a plumas. Diagramas. Es otro lenguaje pero… creo que

son… instrucciones. —Miré hacia la habitación llena de mis amigos, guerreros

Grigori, Steph, incluso Onyx y Dapper. Temía por todos nosotros y podía

pensar en una sola persona que sabía qué hacer. Pero mamá ya estaba muerta.

—Para regresar a uno de los condenados —dijo Lincoln—. Phoenix

quiere traer a alguien del infierno.

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—¿A quién? —preguntó Spence, irritado de que se estaba perdiendo

algo.

El rostro de Lincoln ahora era un reflejo blanco del mío e incluso

cuando miré a Onyx podía ver que él no tenía una sombra de buena salud

tampoco. Juntos, dimos la respuesta a Spence:

—Lilith.

—Y entonces —suspiró Griffin—. Tenemos lo que él quiere y él tiene

las listas.

Mi teléfono sonó en mi bolsillo y lo saqué con manos todavía

temblando. Ya sabía que sería él. No había escapatoria, ninguna renuncia, él

no me dejaría, y de alguna manera eso ayudaba. Un tipo de resignación se

apoderó de mí.

Me paré más firme, no más cansada. Miré al siguiente mensaje

mientras mis manos dejaban de temblar:

¿Interesada en un intercambio… amante?

Fin

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Emblaze

Una vez más, Violet Eden se

enfrenta a una elección imposible...

y las consecuencias son

inimaginables.

Violet ha llegado a un

acuerdo con el hecho de que ser

parte ángel, parte humana,

significa que su vida nunca

volverá a ser lo que era.

Ahora Violet tiene algo

por lo que Phoenix —el ángel

exiliado que la traicionó— va a

hacer todo por conseguirlo, y ella

no tiene ninguna intención de

dejar que caiga en sus manos. El

único problema es que él tiene algo que ella necesita también.

Sin miedo de subir la apuesta, Phoenix aparentemente tiene todo el

poder, siempre un paso por delante. Y cuando él pone las piezas finales de la

profecía juntas, no le toma mucho tiempo darse cuenta de lo que se necesita

para abrir las puertas del infierno.

Con la ayuda de nuevos aliados sorprendentes profecías antiguas se

descifran, se establece un destino y, después de una confrontación en la que

rompe con su padre, Violet se va a las islas Griegas sin saber si va a tener un

hogar al que regresar…

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Jessica Shirvington

Tiene 31 años, vive en Sydney con su marido desde hace nueve años, el

presentador de la FOXTEL y atleta olímpico Matt Shirvington y sus dos

hijas.

Anteriormente fundó y mantuvó una empresa de distribución de café,

Stella Imports, en Londres, y ha participado en la gestión de Fuel Bistro

en Sydney.

Actualmente, es una madre a tiempo completo y codirectora de la

compañía MPS Inversiones Pty Ltd.

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Créditos Moderadora:

Lizzie

Traductoras:

Andy Parth Helen1 Lizzie

Anelynn* Jessy Lorenaa

Bielkitha Ivashkov Jo Maru Belikov

Dai kasycrazy rihano

dracanea lalaemk val_mar

esti Little Jade vanehz

LizC

Correctoras:

curitiba LizC Lizzie MaryJane♥ obssesion

Recopilación y Revisión:

Lizzie

Diseño:

Lizzie

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