Entrevista a CLAUDIO NARANJO Por Oscar Fontrodona

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Claudio Naranjo: “Se hace una educación fraudulenta” Por Oscar Fontrodona y David Barba Tengo 20 años, he estado quince escolarizado. ¿Qué es lo que han hecho conmigo? Te han robado quince años. Te han robado mucha vida. La educación se presenta como algo bueno que te hace el Estado, obligatoriamente. “Por tu propio bien…”. Pero lo que se aprende por obligación, para pasar exámenes, no es estudiar con gusto o por responder a la curiosidad natural. ¿Cómo me libero? Estoy en la universidad, me quedan años por delante... La educación te llena la cabeza de cosas que te distraen, y te despista de otras que deberían estar presentes. Y para que estén presentes en un joven de veinte años, primero se necesita cierta dosis de ocio, no estar demasiado preocupado por los exámenes. Por desgracia, la educación no es el único factor que nos quita el ocio natural. Hay una industria de distracciones. El fraude de la educación es que te dice: Te enseñaré cosas muy interesantes: cuál es el secreto de la vida... Y te enseñan hechos científicos, cuando lo que necesita la persona es conocerse a sí misma. ¿Cómo llegas a conocerte? Hay esa sed metafísica que podemos llamar el llamado de la verdad. Es una sed de búsqueda, y los jóvenes están muy fuertes en la búsqueda. Lo importante es conectarse con el vacío, con el anhelo. Cuando uno despierta, como dice Dante al

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Claudio Naranjo: “Se hace una educación fraudulenta”

Por Oscar Fontrodona y David Barba

Tengo 20 años, he estado quince escolarizado. ¿Qué es lo que han hecho conmigo?Te han robado quince años. Te han robado mucha vida. La educación se presenta como algo bueno que te hace el Estado, obligatoriamente. “Por tu propio bien…”. Pero lo que se aprende por obligación, para pasar exámenes, no es estudiar con gusto o por responder a la curiosidad natural.

¿Cómo me libero? Estoy en la universidad, me quedan años por delante...La educación te llena la cabeza de cosas que te distraen, y te despista de otras que deberían estar presentes. Y para que estén presentes en un joven de veinte años, primero se necesita cierta dosis de ocio, no estar demasiado preocupado por los exámenes. Por desgracia, la educación no es el único factor que nos quita el ocio natural. Hay una industria de distracciones. El fraude de la educación es que te dice: Te enseñaré cosas muy interesantes: cuál es el secreto de la vida... Y te enseñan hechos científicos, cuando lo que necesita la persona es conocerse a sí misma.

¿Cómo llegas a conocerte?Hay esa sed metafísica que podemos llamar el llamado de la verdad. Es una sed de búsqueda, y los jóvenes están muy fuertes en la búsqueda. Lo importante es conectarse con el vacío, con el anhelo. Cuando uno despierta, como dice Dante al principio de la Divina Comedia, se encuentra en una selva oscura, donde hay que buscar una luz. El primer signo del despertar es el malestar de la oscuridad: sentir que a uno le falta algo. Pero si buscamos llenar ese vacío enseguida con lo primero que podamos pescar, con estímulos artificiales, mal asunto. El comienzo de la maduración es estar con ese vacío.

¿Y qué haces después de reconocer que tiene sed?Pues es la sed la que tiene que indicar el camino. Es la vía del perro: el perro sigue su nariz. Husmea por aquí y por allá. En la vida hay que tener esa capacidad exploratoria en que uno sabe que busca algo, tiene una intuición pero tiene que ir reconociéndola según lo que se encuentra. Es un instinto de seguir la vida con lo

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que sus encuentros providenciales te ofrece. Uno conoce a ciertas personas, ciertos libros, ve cierta película… y quiere saber más. Hay que enseñar a la persona a buscar. Ahora entra un poco en el mundo de la educación la idea de Gregory Bateson: Aprender a aprender. La información está en tantas enciclopedias, en Internet… que no vale la pena llenarse la cabeza con la información. Más vale saber cierto saber esencial, más vale aprender a orientarse en el mundo de los saberes. Y ocuparse más del desarrollo de las personas. El desarrollo del amor es prioritario.

¿El amor?El amor. Y no sólo en el sentido que predica el Dalai Lama. El dice que hay que tener buen corazón, ser más compasivos. Y que de eso depende que tengamos un mundo mejor… Pero los ideales cristianos no nos han llevado a un mundo menos violento. Porque está prohibido amarse a sí mismo; como si eso fuera egoísta. El amor a uno mismo es el amor por el niño interior, por esa parte natural de uno, animal, con la que nacemos antes de que nos metan la cultura en la cabeza. Es un deseo de felicidad instintivo. Es como una planta que debe ser plantada y cuidada directamente sobre el corazón, antes de ir hacia la capacidad de entregarse a los otros. En la educación falta un principio dionisíaco, de libertad

¿Qué quieres decir?La educación no es que tenga que enseñar algo, sino que tiene que dar reconocimiento, darle la sensación al niño de ser visto, de ser considerado, y eso pasa por respetar sus deseos. Por eso es muy importante este aspecto de la educación activa: la consulta del deseo de los niños. En vez de ser un banco de datos, con uno que lo sabe todo ante unos ignorantes que no saben nada, la educación ha de tener un elemento de diálogo, en que el maestro respeta el ritmo de cada uno de sus alumnos, con maneras que permitan aprender de una forma alegre. Acompañados por un adulto no sabelotodo, sino por un modelo de no saber... que le haga sentir bien al niño o al joven. Alguien que acompañe en el descubrir. Un ser humano tiene una sabiduría orgánica. Así como las plantas buscan el sol, se orienta según un principio de placer: de lo que le da placer y lo que no.

Hoy se habla mucho de educación en valores, educación para la ciudadanía…Sí. Se ha escrito sobre la pérdida de valores. Y se trata de parchear eso con una educación de los valores. Es una buena intención, pero

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no veo que se pueda hacer a través de prédicas o de una reflexión intelectual. Si una persona no es libre, no puede pasarle a otro el valor de la libertad. Si una persona no es solidaria, por mucho que hable de solidaridad, no contribuirá a que sus alumnos lo sean: El niño aprende de lo que uno es, no de lo que uno dice. Cuando el niño tiene ante sí uno que encarna ciertos valores: si es bueno, creará bondad; si es libre, libertad; si sabio, despertará la vocación de la sabiduría. Por eso digo que los profesores deben recibir ayuda para la autorrealización; no cursos didácticos.La religión del mercado es tan fanática como han sido otras. Impone el dinero como valor urgente de supervivencia en un mundo escaso; crea la sensación de que para poder sobrevivir hay que ocuparse mucho del dinero, y eso crea un empobrecimiento de valores. No se puede pretender que solo la educación pueda reparar eso. Pero sí puede hacer algo por la devoción: despertar al niño interior, ese músculo del corazón que es el amor admirativo, el amor a lo divino… El amor a lo sublime: El amor a lo superior inspira incluso lo poético. Creo que la solución es por ahora la música.

¿La música?Los griegos educaban mucho el cuerpo a través de la gimnasia, y el alma a través de la música. La música es intrínsecamente religiosa, pero en un sentido más profundo que las religiones, que se han identificado con una costra conceptual, con un aparato dogmático, moral, que no es la esencia del fenómeno espiritual. La música es el espíritu puro, más allá de las cosas que han dicho los religiosos, de esas cosas que se han traducido en palabras. Hay un potencial muy grande en la música como herramienta educativa. Pero hoy en la educación musical se aprenden cosas externas: las notas musicales, las quintas, las cuartas, las terceras, acordes, tonalidades… hechos de la musicología. Bernard Shaw fue crítico musical al inicio de su carrera, y una vez le leí que la forma como se habla de música es como un crítico que hablara del famoso soliloquio de Hamlet diciendo: “El autor, valientemente, expone el tema en el infinitivo. Luego de un pasaje que en su brevedad condensa las formas alternativa y negativa, reexpone el infinitivo. Y así llegamos al primer punto y coma. La frase siguiente pone su énfasis en el adjetivo demostrativo...”. ¿Qué enseña eso de música? ¿Qué te ayuda a sentir la música? ‘Cultura’, que viene de cultivar: algo que sucede en el interior de la persona, algo que pasa por la transformación de la persona, y no algo que se ostenta como un anillo; para decir: “Yo estuve en la Universidad o leí tal o cual libro”.

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¿Por qué es tan difícil cambiar la educación?Es notable la inercia burocrática del sistema educativo. Pareciera que la burocracia ya no trabaja para educar, sino para sí misma, para mantenerse. El despotismo de mercado es maquiavélico: la situación de trabajo es tal que la gente se hace muy reemplazable: hay gente muy deseosa de tener tu puesto. Y los educadores se interesan mucho en la paga. La Academia los prostituye, les paga por hacer algo que no le interesa a nadie. Pobrecitos; no los quiere nadie: no los quieren los niños, no los quieren los padres. La sociedad no les venera como venerarían a un verdadero educador. No se les da la gratitud que se le daría a uno que realmente enseña a vivir. Sufren enfermedades psicosomáticas, están quemados, sufren una falta de sentido de sus vidas. Algunos han estado al servicio de la institución tanto tiempo que se han esclerotizado; son máquinas. Los nuevos: habría que acercarse a ellos.

¿Cómo andas de esperanza?Yo decía con gran entusiasmo: Aquí tengo la llave maestra. El SAT es un instrumento que, si se le ofrece a los educadores, pueden crear una educación nueva. Hoy en día, tomando en cuenta la resistencia política, y la transnacional del dinero, se ve que la educación le da cada vez más prioridad a lo utilitario. El SAT es nuestra mejor esperanza. Pero el cambio en la educación y en la sociedad depende de una voluntad colectiva.

¿Cómo llegará, ante tanta resistencia?Cuando estuve en el cumpleaños de Edgar Morin, el año pasado en París, le pregunté: “¿Crees tú que se puede salvar la humanidad?” Después de una pausa, dijo: “Hay un factor a favor, que es el gran peligro”. De aquí a poco desaparecen los Estados nacionales. Cuando no esté ese contrapeso, el libre mercado será más despótico que nunca y la bestia mostrará su cara. El calentamiento de la Tierra hace todo mucho más peligroso. Es el hundimiento de la sociedad tal y como la conocemos. Puede que haya una especie de muerte y resurrección colectiva. El peligro tiene que ayudar, así como hay gente que al borde de la muerte le cambia el sentido de la vida y despierta a un viaje de autorrealización. Puede que la humanidad despierte. Tiendo a ser optimista. Parece que los niños están un poco mejor pese a todo; como más despiertos. Es muy crítico que en la escuela no echen a perder a esta generación, donde empiezan a aparecer niños cristal y niños índigo; hay niños muy especiales en las últimas generaciones. La crisis de la

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educación obedece, en parte, a un saber profundo de los niños, que son todavía animales relativamente sanos, comparados con nosotros. Los niños saben que estamos al borde de un naufragio, y que por tanto es irrelevante buena parte de lo que se les dice. Saben que se hace mucho una educación de mentira, una educación fraudulenta. Es una total fraudulencia asegurar que esas cosas que se enseñan (esa interiorización de un saber normativo) son las que al niño o al joven le van a valer. Los educadores son los que menos lo saben porque están domesticados, programados para educar así. Pero los niños no compran eso, y rechazan la educación porque ven sus trampas. Están más adelantados.