ENTREVISTA AL GM MIHAÍ SUBA. UN ACTOR EN EL AJEDREZ.

Desde MI punto de vista.Por María Isabel Pardo Bernal.Fotografías: Pascual G. Pérez Martínez y María Isabel Pardo Bernal.Marzo de 2012.

He podido conectar con Mihaí Suba gracias a su compañero de equipo en Alfás, Rafael del Valle. No le conocía personalmente. Esperaba mi llamada. Algo expectante, y con alguna duda acerca de si soy capaz de localizarle, queda conmigo en la puerta de la casa de Cultura de Alfás del Pí (Alicante). Está muy cerca de su vivienda y es un lugar al que acude muy frecuentemente. Allí se encuentra ubicado el Club de ajedrez donde da clases y para el que juega. No tiene problemas con la hora, ningún impedimento, ninguna excusa. Es amable conmigo. Pone todo de su parte para que nuestro encuentro se produzca con total placidez.

Cuando llego a Alfás , el tiempo es veraniego. La luz de la primavera ya se deja ver en la costa alicantina. Los jardines están pintados de flores y flota en el aire la alegría de un día festivo. Espero en la plaza abierta donde se encuentra la Casa de la Cultura. Vislumbro a Suba enseguida, no me hace esperar mucho. Viene acompañado por el presidente del Club de Alfás, su amigo Carlos Agulló. Me acerco a ellos. Me miran un tanto incrédulos:

“¿Tú eres María Isabel?”.

-¡Sí, claro! Les sonrío.

“Creíamos que eras una turista haciendo fotos y que la periodista era la señora que está allí, en la puerta del Club”.

Miro hacía el lugar… Mejor, no describo a la señora con la que me identificaban. Se están quedando conmigo. Soltamos una carcajada. De esta forma, conozco personalmente a Mihaí Suba.

Su pelo blanco y alborotado, tan característico en él, lo ha cortado y peinado, intentando domar lo indomable. Viene muy afeitado, nada de la barba que he visto a veces en sus fotos. Me mira con curiosidad, yo diría que, hasta con cierto descaro, es posible que sea su problema en la visión. Carlos se despide de nosotros; solo ha venido a acompañar a Suba. Le doy las gracias por tener la gentiliza de atenderme y por ser tan agradable. -¡Te debo una, Carlos!

El tiempo nos invita a pasear, y eso es lo que vamos a hacer. Las calles de Alfás están tranquilas, una brisa ligera nos acaricia. Huele a mar, a mi querido mar Mediterráneo.

Suba está preparado para que inicie mi “interrogatorio”. De hecho, a cada leve insinuación de pregunta se lanza en picado a una respuesta bien ordenada y razonada. Me cuenta que vino a España para dos meses y que pronto regresó para quedarse, hace ya de eso más de veinte años. Va a cumplir 65 años el 1 de Junio, pero el ya presume de tenerlos. Mientras charlamos, llegamos a la puerta del restaurante del hogar del pensionista de Alfás. Suba me dice que muchos domingos acude allí para comer. El restaurante tiene una terraza preciosa; está abarrotada de clientes. Muchas familias al completo disfrutan del menú de este restaurante. Suba me pregunta si he comido. Creo que tiene hambre, pero no termina de atreverse a decirme que entremos. Se arma de valor. Espero… Al final, se decide:

“¿Tienes hambre, María Isabel?”

La verdad, no mucha, pero, me va a gustar compartir mesa con Mihaí.

Hemos coincidido en nuestra preferencia por el menú. Los dos pedimos lo mismo: una ensalada campesina y de segundo, bacalao con pisto. Me dice que le gusta mucho la comida española. Le encanta el gazpacho andaluz, los pescados y mariscos, la salsa alioli, el aceite de oliva, la horchata valenciana, el pan de calatrava y dice que el turrón de Jijona le encanta, que es un dulce al que no puede resistirse. Se queja de su tensión arterial. Recientemente ha acudido al médico y le ha dicho que la tiene elevada, por lo que debe moderar el consumo de muchos alimentos que le gustan. Por otra parte, intenta llevar una dieta adecuada y procura tomar menos dulce para no engordar, aunque, reconoce saltarse algunas veces cualquier restricción y disfrutar de una buena comida. De hecho, un poquito de vino tinto para amenizar la comida y el café no han faltado en la mesa. En cuanto al postre, he de decir que Suba lo ha intentado, ha buscado el postre de menos calorías, por suerte, no quedaba nada de lo que pedía y al final, “la fatalidad”, lo ha llevado a tomar Pan de calatrava.

-¿Me dices qué comida es tu predilecta?

“La pechuga de pavo y el turrón de Jijona”. Me gustan también los helados italianos”

-¿Y bebida?

“La horchata valenciana me encanta y los vinos de Rioja. En mi tierra, Rumanía también hay muy buenos vinos.”

“¿Te doy un adelanto interesante?”.

-¡Por supuesto! ¡Soy toda oídos!

“Al ajedrez le debo mucho. Una de las cosas que le debo es haber dejado de beber alcohol. Gracias al ajedrez hoy no soy un bebedor empedernido.

Le gusta charlar durante la comida y después de la comida, aunque siente la necesidad de salir varias veces a la calle para fumar. Mihaí es un fumador incorregible. Muchas veces, cuando se concentra en la charla, se olvida de su cigarrillo dejando que éste se consuma lenta e inexorablemente. La ceniza va amenazando con caer de un momento a otro. Suba no se percata.

Hemos pasado un buen tiempo hablando de platos típicos rumanos, de lo que le gusta la comida española. Se preocupa por lo poco que como. Me pregunta si es que no me gusta el menú. Habla y habla. Intento quedarme en la memoria todo lo que me dice. Será imposible reflejar todo lo que me está contando en una simple entrevista. Y todavía no hemos empezado a hablar de ajedrez.

Tengo que decir que nuestra sobremesa se ha alargado hasta la hora de la cena. Nos cambiamos al salón del restaurante. Del salón salimos a la terraza, el buen tiempo nos acompaña hasta darnos la oportunidad de charlar en este bello marco; testigos unos enormes y preciosos árboles. Con el café en la mesa, me cuenta que en Rumanía no le queda a penas familia, a pesar de ello, viaja a menudo allí. Suba es hijo único, Después me diría que tiene un hermanastro por parte de padre, y un primo, única familia que le queda en su país, con los que se encuentra cada vez que viaja a Rumanía.

-¿Recuerdas haber tenido una infancia feliz?

“Soy hijo de padres separados. Era tan pequeño cuando se separaron mis padres que no recuerdo cómo era mi vida antes de ello. Supongo que pude ser feliz”.

Su padre era militar de carrera y su madre una mujer muy culta, una guapa economista.

-Suba, dime ¿Sentiste la separación física de tu padre en algún momento?

“No, no recuerdo. Se marchó siendo yo tan pequeño que no sentí nunca su falta. No estuve con él mucho. Después, el trato era cordial y correcto. No me quejo.”

-¿Y qué me cuentas de tu madre?

Aquí, es la primera vez y puede, que la única, en la que he visto realmente emocionado al gran Suba. Su gesto nostálgico refleja el cariño que siente por su madre, el respeto y la admiración por ella. También su añoranza.

“Ella trabajaba y yo me quedaba con mis tías. La verdad, la echaba mucho de menos. La política llevó a que mis padres tuvieran que trabajar lejos de nuestro hogar. Mi madre trabajaba todos los días y sí, la echaba de menos. Te voy a decir algo. Ahora, muchas veces la sueño. La siento muy cerca de mí. En mis sueños mi madre se materializa”.

Cuando me dice esto, su mirada se pierde en algún lugar de la habitación.

En nuestra segunda cita, en la tranquilidad de su habitación y con más confianza en mí, delante del ordenador y con la foto de sus padres en la mano, me comentaría que todavía sueña con su madre, recuerda que no era especialmente cariñosa puesto que se había criado y crecido en un ambiente muy severo. Su abuelo, funcionario de ferrocarril, tuvo 6 hijas con su abuela. Su abuela era descendiente del último príncipe autóctono de Valaquia (Nada menos) entroncado con el mismísimo Bram Stoker el empalador. Su madre era de educación exquisita y de carácter recto. Viendo a su padre en la fotografía, recuerda cuando se divorció de su madre y que todavía ve el día que se despidió de él. Tiene muy gravada su figura mientras se alejaba, bien guardada esta imagen en su portentosa memoria. No hubo trato suficiente con su padre como para

Boda de los padres de Mihai Suba, ERNEST y VICTORIA, 1946

conocerle profundamente. Sus padres eran considerados pequeños burgueses y cuando cambió el régimen político, se les trataba como culpables de la posición más o menos buena que disfrutaban anteriormente. Tanto su madre como su padre, tuvieron que alejarse de Bucarest. El padre, militar de carrera, fue expulsado del ejército. Los motivos políticos y el no querer identificarse abiertamente con el nuevo régimen, hizo que fueran “alejados” de sus puestos de trabajo.

¿Más adelante, sales de Rumanía también por motivos políticos?

“Sí, pedí asilo político en Gran Bretaña. Allí estuve con la que fue mi esposa. Ahora estoy separado, que no divorciado”.

-Se te conocen pocas relaciones serias aparte de tu ex mujer.

“Realmente he tenido solo dos relaciones importantes, una con mi ex mujer, Sanda y la otra, con Cristina. Nunca he terminado de romper con ellas, bueno, ellas no terminan de dejarme. Por algo será –me dice con sorna-.”

-¿Cuántos hijos tienes, Mihaí?

“Tengo dos hijos, Cristian, de 37 años y Victor-Octav de 32. Viven cada uno en un lugar. Están muy lejos; uno en Polonia y otro en EEUU. Víctor se casó y tengo dos nietos y una nieta. La nuera es japonesa, muy guapa, al igual que la novia de Cristian que es polaca. Tengo suerte con mis hijos, están bien y bien situados. Son muy diferentes entre sí, pero cada uno de ellos ha sabido posicionarse bien en sus respectivas profesiones”.

Boda de Mihai y Sanda en 1977 La Manga 2003 La mejor pareja mixta en un gran torneo de bridge (con su novia Cristina)

Victor, hijo menor de Mihai Con Cristian, su hijo mayor

Noto en Suba una nota de orgullo, que intenta esconder rápidamente. Me mira fijo y sonríe, como si me pidiera que pasara la página porque ésta, algo duele.

-¿Cuándo empiezas a jugar al ajedrez?

“Bastante mayor. A los veinte años. Fue tardía mi entrada en este mundo, a los 27 fui Maestro Internacional y a los 31 Gran maestro”.

Open de Sevilla en 1994. Jugando contra el GM español Manuel Rivas.

-¿Qué estudios realizaste?

“Hice estudios superiores. Estudié Matemáticas. Me gustaba mucho el dibujo. Pero el arte estaba muy politizado. Mi padre me sugirió que no estudiara Bellas artes y que me dedicara a una carrera que tuviera una buena salida y que pudiera trabajar sin preocuparme de los distintos cambios políticos. Ya ves, las dictaduras son todas malas; ahora hay más libertad para que haya más ladrones en el gobierno, como en cualquier democracia que se precie”.

-¿Nunca te dedicaste a las matemáticas profesionalmente?

“No. La informática y el ajedrez básicamente son con lo que me he ganado la vida”.

CAMPEÓN DE EUROPA VETERANOS

JUNTO A NONA GAPRINDASHVILI

PODIO CAMPEONATO DE EUROPA DE VETERANOS 2011

Vladimir Ojotnic, MIHAI SUBA, Gennadi Timoscenko

-¿Cuántos idiomas hablas?

“Conozco siete idiomas: rumano, inglés, español, ruso, francés, italiano y serbocroata, por este orden de dominio”.

Me explica que los rumanos tienen una facilidad para adquirir conocimientos de nuevas lenguas, al contrario que los ingleses y que los españoles. Según él, esto tiene que ver con nuestra historia imperialista, en la que nuestro idioma era preferente, al contrario que Rumanía. Me apunta una curiosidad y es que el rumano tiene más parecido con el valenciano que con el castellano. Esto se debe a que ambos idiomas han conservado sus raíces históricas, mucho más que el castellano que se ha visto más influido y por tanto, modificado.

-¿Te costó mucho aprender nuestro idioma?

“Cuando llegué, el primer libro que leí en castellano fue -Chacal-. Con él inicié mi aprendizaje del idioma. No, no me costó mucho aprender el castellano”.

-¿Cómo entraste en el mundo del ajedrez?

“Fue de forma casual, de hecho aprendí antes a jugar al bridge que al ajedrez. Recuerdo que el hijo de un zapatero de mi barrio me enseñó a mover las piezas del ajedrez por primera vez; ni siquiera tengo constancia de que me enseñara bien”.

Sigue jugando al bridge aunque ya no participa en competiciones desde que no está con su compañera Cristina.

-¿Te gusta el póker?

“No, no me gusta el póker, no tengo el más mínimo interés por él. Me gusta el bridge”.

Sigamos recordando, me gustaría que me cuentes algo de tu época de estudiante.

Suba siente nostalgia de los momentos que vivió en un grupo de teatro juvenil. Es en este momento en el que me habla de su época de actor, cuando más añoranza siente del pasado. Realmente, Suba tiene corazón de actor. Y, solo hay que conocerle un poco para ver todo lo que trasmite en cada gesto, con cada mirada. Su cuerpo es un instrumento de comunicación perfecto. Cuando está delante de la cámara de fotografía es natural, no hace esfuerzos por salir bien, por posar ante ella como quisiera. Trasmite, comunica, interpreta de maravilla todo lo que se propone. No tiene un gran físico, por su altura o corpulencia, pero en el escenario se crecía hasta convertirse en el único protagonista, más o menos como lo pasa delante del tablero de ajedrez. El nombre de este grupo puede ser el equivalente a “Ático”. Con ellos pasó grandes momentos y también algunos muy malos. Le gusta mucho la interpretación y su memoria le hacía muy fácil el aprendizaje de largos y difíciles textos que recitaba sin el más mínimo problema. El grupo era semiprofesional. Fue una época en la que se sintió muy bien. Guarda recuerdos entrañables de todos sus compañeros y la amargura del final trágico de uno de los componentes que llevó a la disolución del grupo. Ser actor es su vocación frustrada y se le daba muy bien, al igual que la pintura. Cosa que no puede decir de la música, que aunque le gusta, no tiene una especial habilidad para ella.

Es un enamorado de la historia, creo que siente una cierta predilección por la época del Imperio romano. Charlamos de los distintos emperadores y de las anécdotas más llamativas de la historia de aquellos tiempos. Dedicamos largo rato a recordar pasajes y momentos de la historia, anécdotas de personajes históricos. Aquí, de nuevo demuestra su habilidad para guardar en la memoria fechas, nombres y datos históricos. Sinceramente es un auténtico placer conversar de historia con el Maestro.

-¿Me puedes decir el nombre de un personaje que te atraiga especialmente?

“Nostradamus es intrigante, muchas de sus profecías son dignas de estudio. Me gusta mucho ese personaje.”

-¿En serio una persona tan racional como tú, toma en serio las profecías de Nostradamus?

“Me interesa ese personaje mucho, al igual que también me interesa especialmente la figura de Jesús”.

-¿Tu religión es la ortodoxa, verdad?

“Si”

-¿Crees en Dios, Suba?

“No, no creo. Todo es física y química. Pero creo que la religión ha hecho más bien que mal a la humanidad, a lo largo de la historia”.

-¿En serio? ¿Qué me dices de las guerras santas, de todos los muertos en nombre de la religión, de la Santa Inquisición, de…?

“Imagina lo mal que se está con la religión, si el hombre no hubiera inventado la religión, todavía sería mucho peor. No, la religión no hace daño, somos los hombres los que lo envilecemos todo”.

-¿Si eres ateo cómo piensas así de la religión?

“¡Niña, tu quieres pillarme! Otra pregunta, por favor” -Ríe con picardía-.”

-Bueno, hablemos de la física y química. ¿En serio no crees que haya algo que trasciende al plano meramente físico?

“No, la verdad, que no”. A pesar de ello, sigo considerando a Jesús el personaje más interesante de la historia”.

No puedo evitar una carcajada. Este hombre es inquietante. Una pura contradicción, y por lo tanto, muy interesante.

-¿Te has sentido de alguna forma discriminado en España, es más, has notado algo de xenofobia hacia los rumanos?

“La verdad, no he notado en absoluto rechazo alguno hacia mí. En este caso, al igual que con aquellas personas de un cierto prestigio intelectual, no hay problema. El inconveniente está en otras personas, las que vienen sin trabajo o con poca preparación

académica. Y donde si veo discriminación es cuando no se distingue al gitano rumano del rumano, se trata a todo rumano como gitano, en cambio con el resto de países, si se hace esa distinción. En Francia, aunque parezca mentira, es donde posiblemente se trata mejor al inmigrante rumano. El motivo sigue siendo histórico”.

-¿Qué te gusta más, jugar o dar clases de ajedrez?

“Me gustan ambas cosas. Me gusta mucho jugar, pero dar clases, si hay buenos alumnos, motiva mucho”.

-¿Ayuda el ajedrez a potenciar determinados aspectos de la inteligencia?

“No hay nada demostrado. Está claro que aquellas personas que juegan al ajedrez tienen unas capacidades que no tienen los que no lo hacen. El problema es que no se puede demostrar si el ajedrez es lo que ayuda o es que, solo los que tienen esas capacidades juegan bien al ajedrez y por lo tanto se dedican a él”.

-Por favor, repite los títulos de los libros que has publicado. El mundo del ajedrez los conoce perfectamente, pero no está de más recordar que están ahí, esperando que compren muchos más ejemplares.

“He publicado: La Estrategia Dinámica del Ajedrez. The Hedgehog (El erizo), Positional Chess Sacrifices y la reedición de La Estrategia Dinámica del Ajedrez”.

-¿Esta última es la niña de tus ojos, verdad?

“Sí, me siento muy satisfecho de este libro. Creo que puede ser de gran utilidad para los ajedrecistas que tienen cierto nivel”.

Benidorm 1991 jugando rápidas con su alumno Mark Queen (campeón juvenil Irlanda)

-¿Blancas o Negras?

“Si tengo que elegir, negras. Me encuentro muy cómodo con ellas”.

-Nadie utiliza la defensa del erizo como tú. Has convertido una defensa que se utilizaba de forma extraordinaria, en una defensa habitual para ti ¿Tiene algo que ver esta defensa con tu personalidad? ¿Te encuentras cómodo en el tablero con ella?

“Hasta hace poco, es cierto que yo la utilizaba muy bien. Ahora hay un joven ruso que me supera, la utiliza de forma magistral. Es innegable que me encuentro a gusto con ella. No sé si tiene que ver con mi personalidad, pero me agrada mucho”.

-Estar agazapado y esperar el despiste del contrario para lanzar la púa…

“Si, cierto. Para mí el ajedrez es más un JUEGO DE REACCIÓN QUE DE ACCIÓN.

-Todos los ajedrecistas que te conocen coinciden en que una de tus grandes virtudes es que eres muy perfeccionista. Dicen de ti que siempre te empeñas en buscar la mejor jugada entre las mejores jugadas.

“Eso que para muchos es una virtud, en estos momentos, estoy convencido que llega a ser un defecto. En estos tiempos, en los que los torneos de partidas rápidas y semirápidas se imponen, no hay tiempo para ser tan perfeccionista. Se debe pensar una jugada buena y no perder más tiempo en buscar la mejor. En esto, los ingleses son jugadores muy prácticos. No profundizan tanto en las jugadas, son más superficiales pero más veloces. Muchas veces, viene bien ganar tiempo. No profundizar es contrario a mi forma de jugar. Las partidas lentas son mi especialidad, aunque procuro adaptarme y mejorar con el reloj”.

-Vas a cumplir pronto los 65, realmente estás jugando a muy buen nivel. ¿Es cierto que no hay edad para jugar al ajedrez?

“Para jugar al ajedrez no, para jugar bien, es otra cosa y para estar en competición, otra bien distinta. Con la edad se va perdiendo memoria y reflejos, por mucho que juegues y entrenes, tu mente no está tan ágil como la de una persona joven. Ciertamente la experiencia ayuda, pero el factor juventud es muy importante”.

-Tú no puedes quejarte. Estás jugando a un gran nivel y tu mente está muy pero que muy bien. Recientemente has sido campeón de Europa de veteranos. Ahora te espera un verano completo de Torneos donde seguro, obtienes nuevos éxitos.

“Es posible, no tanto como antes, creo… Es posible que mi estilo de vida, viajar continuamente, los torneos, buscarme salidas, no estar aposentado… me esté ayudando a mantener una mente ágil”.

-¿Cuándo alcanza un ajedrecista la cima de sus posibilidades físicas y mentales?

“Los 36 años es la edad de oro para un ajedrecista. Luego intervienen otras cualidades, pero esa edad es perfecta”.

-¿Se debe preparar un ajedrecista a nivel físico para los torneos, Suba?

“Bueno, ha habido grandes jugadores de ajedrez enfermizos y con unas cualidades físicas horribles. Eso no quiere decir que no se haga deporte o ejercicio. Si un ajedrecista está en buena forma física será un valor añadido. Yo por ejemplo, hago algo de deporte, pero no es determinante para hacer una buena partida de ajedrez”.

El tiempo se nos ha pasado muy rápido. El gran maestro tiene ganas de seguir hablando. Le propongo continuar otro día. Podemos quedar por la mañana e ir a hacer unas fotos a la playa. Pensé que el Maestro se lo pensaría. Pero se muestra totalmente dispuesto. Me propone quedar a comer, esta vez, comida de su tierra. Se entusiasma hablando de los platos típicos de Rumanía y me promete una comida muy sabrosa.

La primera impresión que me ha dejado el Gran Maestro Suba, dista mucho de lo que a priori, había imaginado. Muchas personas me habían hablado de él, con admiración, con respeto, me hablaron de sus anécdotas interminables, de su habilidad en la conversación… Pues bien, es todo eso, y mucho más.

En dos semanas volveremos a vernos, antes no es posible, puesto que todavía está jugando la liga autonómica.

El domingo, día 18 de marzo, amanece despejado, con un sol maravilloso. Pienso que hoy el mar estará estupendo para las fotos que le voy a hacer a Mihaí. Cuando le llamo para quedar, está ya preparado. La cita es en la puerta de su casa. ¡Qué buen día hace para pasear por las calles del Alfás! A Suba le gusta andar. Paseamos mientras hablamos. Saltamos de un tema a otro con rapidez. Muchas veces, se sorprende con lo que me cuenta. Tengo que decir que en ningún momento me ha insinuado ni la posibilidad de que haya partes de nuestra conversación que no quiera que publique. Le agradezco mucho su confianza en mi criterio. No pone obstáculos a ningún tema y me facilita en todo, mi labor.

Hoy le veo jovial y con muchas ganas de comunicarse, de pasear y sobre todo de que se haga la hora de comer.

Mientras disfrutamos de nuestro animado paseo, hemos llegado un parque infantil. He mirado a Suba. No he tenido duda:

-¡Vamos, Suba! ¡Quiero que entremos al parque, adoro los parques infantiles! ¿Cuánto tiempo hace que no estás en uno de ellos?

“Ni lo recuerdo. Creo que nunca he estado en uno de ellos”.

-¿No recuerdas haber jugado de niño en unos columpios?

“No, no recuerdo haber jugado en un parque. Creo que nunca fui”.

-Esto hay que remediarlo. ¡Vamos!

Empujo suavemente a Mihaí hacia los columpios y él se deja llevar. Me mira en principio algo asombrado, pero pronto me sigue el juego. Entre divertido y expectante me acompaña. Y como si fuéramos a cometer una travesura de niños, nos introducimos en la zona de juegos. Le insto, divertida, a que suba al columpio. Nos encontramos hablando y columpiándonos. Veo un brillo en los ojos de Suba, un brillo especial. Su rostro se muestra relajado y ríe divertido y expresa con carcajadas el buen momento que estamos pasando. Ciertamente creo que el Maestro es la primera vez que se divierte en un parque de juegos. Nunca es tarde…

“Jugando, jugando, se nos hace la hora de la comida.

Suba está con muchas ganas de verme degustar las sarmale, se puede decir que es la receta más tradicional de la cocina rumana: carne picada, arroz, salsa de cebolla, tomate, tomillo y especias, envuelta en hojas de col fermentada. Pedimos un buen vino tinto para acompañar. Es un plato fuerte y desde luego hay tanta comida que no voy a ser capaz de satisfacer a mi anfitrión terminándome todo. Es para mí imposible.

-¡Me gusta mucho! Tiene un sabor increíble. Recuerdo que hace un tiempo lo probé en casa de una amiga que es compatriota tuya. Aunque no era exactamente igual. Este plato es una especie de equivalente a nuestro relleno. Sirve para todo y en cualquier momento.

Pronto muestra su descontento, piensa que no ha salido el plato tal y como a él le gusta. Muestra su disgusto una y otra vez, mientras me promete que la próxima se encargará personalmente de todos los detalles para que salga perfecto. Me explica como prepara y hace que se fermente la col hasta que está lista, como se prepara la salsa… La verdad, a mi me parece que está muy bien, será el hambre que tengo.

Hablamos, hablamos y hablamos. Suba me demuestra de nuevo que es un gran conversador. Sus anécdotas son interminables. He conocido pocas personas con tanta riqueza interior. No solo es un Gran Maestro que se ha codeado con las grandes figuras del ajedrez mundial, algunas ya históricas (Karpov, Kasparov, Anand las hermanas Polgar y una lista interminable…), es mucho más. Es un hombre de cultura extensa, de personalidad fuerte y envolvente y un torrente de humanidad que deja atrapado al interlocutor.

-Suba, es bien conocido tu fuerte carácter y dicen las malas lenguas que llevas muy mal perder, ¿Tan mal te lo tomas?

“Hombre, a nadie le gusta perder. No conozco ajedrecista que le guste perder. Por supuesto que no me gusta, pero no creo que me extralimite, ¿Tu qué crees?”

-Creo que eres algo gruñón, pero muy tierno, más que una nube de algodón.

“¿En serio? ¿No te parezco el abuelo cebolleta?”

-¡Hey, el entrevistado eres tú! No me lo pareces!!! Departir contigo es muy interesante, mucho.

-¿Cómo te tomas la presión que supone tener público alrededor mientras juegas? ¿Puedes concentrarte bien en los momentos más complicados de la partida cuando hay gente mirando?

“Me gusta muchísimo que haya espectadores, me hace mucho bien. Con sinceridad, me recarga energéticamente y me da mucha fuerza para jugar mejor”.

-¿Quién ha sido el mejor jugador de todos los tiempos?

“Sin duda alguna, Fischer, después de él, hay fábricas de ajedrez”.

-¿Cómo te defines, como un jugador calculador o intuitivo?

“Soy mucho más intuitivo que calculador. En este último terreno, la máquina ha superado al hombre. Hay muchas veces que me he arrepentido de no confiar en mi intuición. LA INTUICIÓN ES LA RACIONALIDAD PASADA AL INCOSCIENTE. La intuición es erudición”. Creo que tengo una gran dosis de jugador intuitivo.

-Cambiando radicalmente de tema ¿Te gusta el cine?

“Me gusta. Lo que no me gusta es que en España todas las películas se doblan al idioma castellano. No se conserva la versión original con lo que pierden mucho de su encanto. A mí me gusta ver las versiones originales. Al cine voy rara vez”.

-¿Qué te parece el cine español?

“Está bien”.

-¿Tienes algún género preferido?

“No tengo preferencia por alguno en concreto. Generalmente me gustan todos”.

-¿Tienes alguna actriz o actor que puedas destacar sobre los otros?

“Hay muchos, Marilyn era muy sensual, pero quizás, la que más me gusta es la protagonista de “Lo que el viento se llevó” Vivien Leigh. Su papel en la obra Hamlet me entusiasmó”.

-¿Te gusta la música clásica?

“Si me gusta mucho, la disfruto y es una frustración para mí pensar que es el talento que me faltó, me gusta muchísimo el teatro y también la pintura, aunque del arte moderno no disfruto gran cosa, sinceramente”.

-A ver, dime eso de que escribías y escribes poesía.

“Es cierto, escribía poemas de amor para otras personas, sin saber todavía lo que era el amor. Podía inventar preciosas poesías para enamorar a la pareja. Con catorce años ya las escribía”.

-¿Y le escribías también bonitas poesías a tu primer amor cuando tenías 14 años?

“Sí, a mi primer amor le escribí un precioso Soneto, que por supuesto ella no entendió. Entonces pensé: -Esta chica es tonta, no merece la pena- Más tarde le escribí a todas mis enamoradas poemas. Ya tenía la lección aprendida. Me daba igual si no las entendían, si eran tontitas, casi mejor”.

-Suba!!! ¡No me puedes decir eso! Tú también caes en el tópico de que las prefieres rubias y tontas?????

“Yo no lo digo, Voltaire habló de la mujer inteligente”.

Sonríe. Nos enzarzamos en una pelea dialéctica que pretendo ganar a Suba. De esa pelea, no voy a escribir nada, pero si debo decir que terminé derrotando a Suba por mero cansancio, pero derrota al fin. Le cayó la bandera ¡Tiempo!

-¿Qué opinas del matrimonio?

“Ya sabes que me casé una vez y que estoy separado. Opino que es anacrónico, una necesidad cultural, igual que la fidelidad. Es una atadura y una responsabilidad”´.

-¿Estamos programados para ser fieles?

“Es una cuestión de supervivencia. Solo eso”.

Nuestra comida se prolonga, estamos a gusto. Soltamos de pronto unas risotadas que atraen la curiosidad de los clientes del restaurante. Un restaurante regentado por rumanos y conocidos del Maestro que se acercan, curiosos, a saludarnos.

Saltamos de un tema a otro, de vez en cuando brindamos y nos deseamos salud, mientras intentamos no dejar mucha comida en el plato. Yo ya no puedo más. Empiezo a pasarle mi comida a su plato. Suba al principio se hace el sorprendido, pero creo que a estas alturas, está preparado para cualquier cosa que se me ocurra. Le cuento que tengo intención de ir a la playa. Se muestra encantado. Me dice que le gusta el mar, pero que no suele ir. Cuando estaba con Cristina, era habitual ir a la playa. Desde que ella está en Madrid, no va casi nunca.

-¿Volvemos a tus primeros contactos con el ajedrez?

“Sí. Estaba por acabar el Instituto, un poco antes de los 18 años asistí a unos entrenamientos en el Club de la Universidad. En estos entrenamientos estaba un viejo campeón rumano. Me pareció muy interesante. No me dedicaba a jugar, solo quería ver y sobre todo aprender. Cuando tenía 19 años iba mucho a un famoso parque donde se jugaba al ajedrez. Aquí el juego no era organizado. A este parque acudía gente muy original e interesante. Eran aficionados, pero que jugaban muy bien. En este rincón del parque, se hablaba de todo, sobre todo de fútbol. Yo acudía a jugar ajedrez para mejorar mi juego. Allí me encontraba con un antiguo campeón de Rumanía, éste había sido una víctima del régimen. Con este jugador aprendí mucho ajedrez. Era el que más talento tuvo sobre los años 50. Ahora el juego ha decaído mucho en estos parques”.

De camino a la playa, me indica que su color preferido es el VERDE esperanza y que su medio de transporte favorito es la moto, que no le gustan para nada las corridas de toros, ni la caza, ni la pesca. Le gustan los animales y en su casa tiene una gata preciosa. Y que no conoce un azul tan bonito como el del cielo y el mar de Palma de Mallorca.

-¿El Universo es infinito?

“No, no lo creo”.

-¿No?

“No”.

-¿Está en expansión o en involución?

“Creo que involuciona”.

-¿Puedes confesar alguna trampa que has hecho en ajedrez?

“Si te vale que me copié las partidas de Alekhine para conseguir la categoría que necesitaba para competir por primera vez con el equipo de la universidad…” Espero que no estudien esas partidas porque les parecerán geniales y más si las comparan con las partidas posteriores, las que verdaderamente jugué yo ¡Fíjate, qué cosas, cuando empecé era un genio! De eso ya hace mucho, se me puede perdonar ¿No?”.

-¿El ajedrez, deporte olímpico?

“Por supuesto, sin lugar a duda. No existe deporte alguno que cumpla de igual forma con todos los requisitos para estar con todo honor en los Juegos Olímpicos”.

La tarde es apacible, la temperatura asombrosa para ser todavía invierno. Conforme nos acercamos al mar, el cielo se ilumina más. El tono de la conversación es distendido, chistes y anécdotas con las que terminamos a carcajadas en la calle.

Y a la vez que comentamos acerca de sus 2440 de Elo más o menos, nos vamos a otros temas más triviales como su horóscopo (Géminis) o sobre lo que le ocurrió cuando soñó con una variante de una partida en la que estaba perdido.

La playa del Albir es divina, el espectáculo que se ofrece a nuestros ojos, insuperable. La mar hace de anfitriona tranquila, majestuosa y cálida. La costa es admirable. Nos sentamos a disfrutar del espectáculo.

Suba posa para las fotos como si nada. Es muy expresivo. Ahora hablamos un poco menos y nos dedicamos a deleitarnos un poco más con las calmas aguas. Se nos pasa el tiempo velozmente. Nos damos cuenta que hemos estado varias horas en el mar. Acordamos ir a casa de Suba. En el trayecto, el humor de Mihaí está en su cúspide. Cuando llegamos cerca de la casa del Maestro nos encontramos con una heladería. Es el primer día que la abren. Nos miramos, hemos pensado en lo mismo. Vamos directos a comprar un helado ¡Qué golosos!

En el mismo momento que abre la puerta de su casa, nos sale al encuentro su gatita Alida. Ella aquí es la única reina. Acompaña a Suba, le hace hablar, reír, jugar, pensar en ella y cuidarla. Él está encantado. Alida se pasea por las habitaciones, se sube a la cama, se mete en el armario… ¡Realmente es la dueña de la casa! Mimosa y muy buena es una compañera callada e ideal.

Suba vive solo, bueno, con su gata. Se encarga de todas las tareas domésticas, pone la lavadora, tiende, cocina, aunque estoy convencida, con lo visto, que cocinar, lo que es cocinar, no es lo que mejor sabe hacer.

Solo han transcurrido dos meses desde que se cambió de vivienda. Todavía no está completamente instalado y el Maestro muestra su preocupación por el orden de la casa.

-Mihaí has jugado con todos los grandes de la élite del ajedrez. Te has codeado con ellos y has estado al mismo nivel incluso puedes presumir de haber ganado a auténticas leyendas ¿Tienes alguna partida que consideres muy especial, sea cual sea el motivo?

“Te voy a comentar sobre una partida que jugué con la pequeña de las Polgar, Sofia. A priori, es la más flojita de las tres hermanas y yo he ganado tanto a Judit como a Susan Pues bien, el ambiente en ese torneo era tan extraño que hacía sentir mi mente totalmente embotada. Se respiraba como una atmósfera pesada, cargante. La chica ganó sus partidas contra rivales extraordinarios de forma extrañísima. Cometieron errores increíbles después de estar más que bien posicionados. Cuando llegó mi turno, noté esa extraña sensación recorrer mi cuerpo. Jugué bien, tenía la partida ganada y por un motivo que desconozco y que nunca he llegado a entender cometí el más torpe de los errores y le regalé esa partida que a priori estaba ganada. Volví a repetir lo que antes hicieron mis colegas. Se ha hablado mucho de determinados ambientes que se crean con algunos jugadores; yo pude sufrirlo en esa rara partida. No había nada de lógica ni de razonable”.

-¿Y te quedas tan tranquilo?

“Sí, por supuesto. ¿Por qué me lo dices?”

-Porque debe haber una explicación a lo que te pasó en esa partida que nada tiene que ver con lo parasicológico, ¿No crees?

“Yo no he encontrado ninguna”.

Le miro fijamente a los ojos, estoy intentado saber si me está gastando una broma o si por el contrario me habla en serio. Sus ojos me mantienen la mirada con firmeza y cierta dosis de paciencia. Suba se lo toma con calma y me sufre en silencio… Voy a dejar este tema. Creo que es sincero totalmente conmigo. Es esta capacidad de sorprender lo que hace mucho más atractiva la personalidad del Gran Maestro.

Ejerce como amo de casa. Me enseña los álbumes de fotografías; me explica una a una el momento en el que se hicieron y todo lo relacionado con ellas. Me deja entrar en la intimidad de documentos y fotos antiguas. Me explica momentos que ha vivido, sensaciones, alegrías y decepciones…

Hay una fotografía que le hicieron en una montaña completamente nevada de Rumania. Con ella en la mano, me revela el significado de suba en su idioma. Se trata de un abrigo de pieles de animales. Este apellido fue motivo de risas y chistes en Rumania y desde que vino a España, empezaron los nuevos chistes con su apellido: … Que si Suba que si Baje…

Suba con suba

Suba con suba

-¿Y qué tal sentido del humor tienes? ¿Cómo te lo tomas?

“Yo, estupendamente. Me hace mucha gracia el tema”.

-¿Día o noche, Mihaí?

“Soy noctámbulo. Trabajo en la noche. Es cierto que me cuesta iniciar la tarea, pero una vez que la comienzo, no paro hasta terminar. Esto lo hago de noche. Tengo los horarios algo cambiados. Mi madre me decía que era un pájaro de noche”.

-¡Son las “tantas”!! ¡He de marcharme!! Tengo material para hacer tu entrevista. Espero estar a la altura.

“Estoy seguro de ello. Sé que me va a gustar”.

-Deseo que lo hayas pasado bien.

“Ha sido un día estupendo. Y conocerte también. ¿Sabes que tienes una personalidad de ajedrecista?”

-¿Y eso por qué?

“No te gusta perder. Eres muy luchadora y sobre todo te gusta ganar”.

-¡Jajaja! ¿En serio?

“Te lo repito para que me entiendas, eres cabezota y no te gusta perder”.

-No sé cómo tomármelo.

“¿Cómo que no sabes? ¡Cómo un piropo, por supuesto! Digo que eres inteligente y luchadora. No esperes que hoy te diga más…”

-Jajaja! ¡Ni uno más por hoy, Maestro! Eso sí, empieza a pensar en otro para el próximo día.

Tras varias conversaciones telefónicas hemos quedado en Elda (Alicante) Me trae unas fotografías familiares que le pedí y aprovechamos para visitar el Club de ajedrez Ruy López (De este encuentro haré un reportaje aparte). A la vez hemos celebrado su cumpleaños y ha tenido el gran detalle de traerme y dedicar los libros que le pedí para mi buen amigo, el Maestro Internacional argentino, Alejo de Dovitiis. Y además, hemos comprobado el resultado final de este trabajo. En la tranquilidad de mi despacho y degustando alguna que otra horchata, hemos reído, leído, repasado, nos hemos divertido recordando conversaciones y visto una por una, las innumerables fotos que se hicieron para ilustrar esta entrevista. Perdida la conciencia del paso del tiempo, terminamos cenando en un restaurante chino y comentando todo lo que ha quedado pendiente. Observamos lo poco que hemos hablado sobre ajedrez y le hago pensar sobre la pregunta que le hubiera gustado que le hiciera y que no le hice. De regreso a su casa y después de dar el visto bueno a la publicación de este trabajo, seguimos charlando sobre literatura, nuestras últimas lecturas, historia, actualidad, proyectos inmediatos… ¡Demasiados datos para tomar en un solo “trago”! Nos hemos quedado con muchas ganas de seguir y si no lo remedia alguien, así será.

He aprendido a que debo terminar una entrevista con un párrafo o frase postrera que redondee y tenga una gran fuerza (Mi amigo y periodista, Nibaldo Calvo me lo recuerda siempre) Algo así como la traca final en una sesión de fuegos artificiales. En esta ocasión, prefiero dejarla abierta porque claramente no está concluida ni mucho menos. Se han quedado muchas preguntas y respuestas en mi borrador, muchas conversaciones telefónicas después de nuestro último encuentro, la visita del Gran Maestro a Elda, proyectos… ¡No! ¡Imposible completar y dar por concluida esta historia, de la que estoy segura, nos quedan muchos y numerosos capítulos! De esta historia solo puedo escribir: ¡CONTINUARÁ!