ESCÁMEZ SÁNCHEZ, Juan - La educación en Ortega.pdf

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  • 1El texto que sigue se public originalmente en Perspectivas: revista trimestral de educacincomparada (Pars, UNESCO: Oficina Internacional de Educacin), vol. XXIII, nos 3-4, 1993,

    Pgs. 808-821.UNESCO: Oficina Internacional de Educacin, 1999

    Este documento puede ser reproducido sin cargo alguno siempre que se haga referencia a la fuente.

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    JOS ORTEGA Y GASSET(1883-1955)

    Juan Escmez Snchez1

    El problema de Espaa es un problema educativo

    Si hay una caracterstica especial de Ortega y Gasset, que atrae la atencin del lector, es su notablecuriosidad: cualquier tema o acontecimiento de su tiempo, por pequeo que sea, le provoca intersy a l dedica atencin, como es manifiesto en su abundante produccin escrita2. Presenta nuestroautor ciertas peculiaridades que le diferencian del estereotipo que tenemos normalmente delfilsofo, ya que su pensamiento parece no ofrecer la estructura de un sistema; la exposicin de talpensamiento la realiza, con frecuencia, en artculos de peridico, y sus trabajos ms importantes sonpublicados en forma de ensayos; por ltimo, la belleza literaria de sus escritos es tan sugerente ycautivadora que arrastra al lector, dificultando el anlisis riguroso de las ideas que presentan.

    Sobre la sistematicidad de la filosofa de Ortega, en dispersin temtica y cualidadesliterarias, ya se han pronunciado personas competentes en los diversos campos del saber. En esteperfil nos circunscribiremos al tratamiento de aquellas cuestiones que nos conduzcan a lacomprensin de un aspecto orteguiano, a mi juicio importante y poco tratado; me refiero a ladimensin de Ortega como educador. Aunque l consideraba su vocacin el cultivo delpensamiento, que para l no poda ser ms que filosfico3, la gran pasin de Ortega fue laeducacin del pueblo espaol. Como ha demostrado Cerezo4, el motor del pensamiento de Ortegano es otro que su meditacin continuada e intensa sobre el problema de Espaa, por lo que suevolucin intelectual no puede aislarse de tal preocupacin. Desde esa clave es necesario interpretarsus actividades polticas, culturales y filosficas. Tales actividades son proyectos de reformasociopoltica del pas, aunque orientados a distintos niveles y mbitos de la realidad social. Ortegaera, ante todo y sobre todo, un pedagogo de mbito nacional, que buscaba la reforma ytransformacin de Espaa; a ese fin todos los medios podan y deban ser usados: peridicos,revistas, libros, ctedra, poltica, etc.

    La transformacin del pas es concebida por el joven Ortega como el proceso mediante elcual Espaa se incorpora a la cultura europea. As queda marcada la que l considera su vocacinpblica como intelectual, su destino de educador, casi de reformador social: empearse en poner aEspaa a la altura cultural de Europa. La diversidad de planteamientos que, sobre la cultura,desarrolla Ortega, en conexin con el problema de Espaa, nos servir de gua para intepretar laevolucin de su pensamiento, en el aspecto filosfico a la vez que en el pedaggico. En quforma desarroll Ortega su funcin de educador? Como l repite constantemente, al hilo de lascircunstancias.

  • 2Ortega y sus circunstancias

    La comprensin de una persona nos exige rastrear su biografa, el desarrollo que ha ido teniendo suvida a partir de los diferentes contextos en los que le ha tocado vivir. Esa exigencia tiene unaespecial significacin en el caso de Ortega, porque hace de ella uno de los temas centrales de supensamiento. En una conferencia, pronunciada a propsito del cuarto centenario de Juan LuisVives, nos expone su visin sobre el modo de hacer una rigurosa biografa5. Puestos a esa tarea,nos dice, intentamos reconstruir intelectualmente la realidad de un bios, de una vida humana; yvivir es para el hombre tener que habrselas con el mundo en torno; y este mundo es el mundogeogrfico y el mundo social. A los efectos prcticos de una rigurosa biografa, lo decisivo es elmundo social en el que nacemos y vivimos. Ese mundo social est formado por personas, pero loconstituyen adems los usos, gustos, costumbres y todo ese sistema de creencias, ideas,preferencias y normas que integran lo que se llama, un poco confusamente, la vida colectiva, lascorrientes de la poca, el espritu del tiempo. Desde la infancia todo eso le es inculcado a la personaen la familia, en la escuela, en el trato social, en los libros y en las leyes. Una gran porcin de esemundo social entra a formar parte del yo autntico que somos; pero tambin surgen en nosotroscreencias, opiniones, proyectos y gustos que, ms o menos, discrepan de lo vigente, de lo que sehace o se dice. En esto consiste el combate que es la vida, sobre todo una vida eminente.

    Cules son los contextos, las circunstancias, con las que tiene que habrselas Ortega ycmo reacciona ante ellas? Los lmites de un trabajo de este tipo nos obligan a considerar sloaquellas circunstancias interesantes para la comprensin de la dimensin pedaggica de nuestropersonaje6, prescindiendo, entre otras cosas, del anlisis de las influencias recibidas en laelaboracin de su pensamiento filosfico, objeto de investigacin en excelentes trabajos7.

    Jos Ortega y Gasset naci en Madrid el 9 de Mayo de 1883. Hijo de Jos Ortega Munillay de Dolores Gasset, perteneca por ambas ramas familiares a crculos muy representativos de lacultura y la poltica espaola de la poca. Su padre, nada desdeable escritor, era desde 1902miembro de la Real Academia Espaola. Fue ante todo un periodista que ejerci su oficio en laseccin literaria del diario El Imparcial, el ms prestigioso de entonces; que haba sido fundado porsu abuelo materno, Eduardo Gasset, monrquico liberal. Jos Ortega y Gasset estuvo en elperiodismo desde su juventud; a los 19 aos publica su primer artculo. Estas circunstanciasfamiliares tuvieron un peso decisivo en las preocupaciones por los problemas sociales y culturalesde la sociedad espaola que le condujeron algunas veces a la poltica activa y siempre a considerarsu actividad como un servicio a Espaa. Su aficin al periodismo y su preferencia por recurrir a laprensa como medio de exposicin del pensamiento, as como su prurito de elegancia literaria,tuvieron, a mi juicio, su origen en el contexto familiar descrito.

    En 1891, a los ocho aos, ingresa como alumno interno en el colegio que los jesuitas tenanen Miraflores del Palo (Mlaga), donde permanece hasta 1897. Inicia sus estudios universitariosderecho y filosofa en la Universidad de Deusto (1897-1898), tambin regida por los jesuitas,continundolos en la Universidad Central de Madrid, donde obtiene la licenciatura en filosofa(1902), y el doctorado (1904) con la tesis titulada Los terrores del ao mil: crtica de una leyenda.A la educacin impartida por los jesuitas reprocha su estilo y contenido negativista, su intoleranciay, sobre todo, sus limitados conocimientos y su incompetencia intelectual8. Asimismo, lasexperiencias universitarias de Ortega en Madrid fueron decepcionantes, y a las enseanzas recibidaslas califica como expresin de lo chabacano9. Con fundamento o sin l, el panorama que Ortegadescribe sobre la educacin recibida es negativo.

    Adems de las circunstancias familiares y escolares, no puede comprenderse la funcineducadora de Ortega sin considerar la especial situacin anmica de la sociedad espaola en esosmomentos, ya que se siente a s mismo como parte de una generacin, que naci a la atencinreflexiva en la terrible fecha de 1898, y desde entonces no ha presenciado en torno suyo, no ya unda de gloria ni de plenitud, pero ni siquiera una hora de suficiencia10. El ao 1898 es, en efecto,

  • 3una fecha simblica. Por el tratado de paz de Pars, Espaa renuncia a sus derechos de soberanasobre Cuba, que se convertir ulteriormente en un Estado libre, y cede Puerto Rico, las Filipinas yGuam a Estados Unidos de Amrica. La prdida de las colonias llena de amargura, angustia ypesimismo a los espaoles. La actividad intelectual espaola se centra en el llamado problema deEspaa que engloba, de hecho, multitud de problemas. Estos, son analizados y los valoreshistricos sometidos a la crtica ms severa; cada autor, cualquiera que sea su campo de actividad,busca encontrar, segn sus propias peculiaridades y estilo, la explicacin del caso Espaa y lascausas de su decadencia.

    Es durante este trance cuando se prepara un movimiento cientfico, artstico y filosfico queelev a Espaa a una consideracin mundial como no haba tenido desde el siglo XVI11. Seraprolija la enumeracin de tantas personas eminentes, pero podemos decir que la Espaa actualcomienza con la generacin del 98, innovadora en tantas cosas, pero sobre todo en una nuevamanera de ver la realidad nacional y los temas intelectuales. Con esa generacin, Ortega comparteel dolor y la amargura por lo que considera la postracin espaola; con esa generacin trata dediagnosticar, busca la clarividencia de por qu ocurre lo que ocurre en la cultura, la educacin, lapoltica y la ciencia espaola. Pero frente a esa generacin, que lricamente canta sus pesares yvuelve sus ojos a la grandeza pasada, Ortega afirma la esperanza, la accin y el compromiso paracambiar una realidad, la espaola, que le duele, y su mirada no se dirige al pasado sino al futuro, taly como se vislumbra en Europa. Aqu parece estar la raz de su amor desamor con el mscaracterizado representante de la generacin del 98, Miguel de Unamuno. Adems le diferencia deesa generacin su quehacer, que no responde prioritariamente a una actitud literaria sino terica.En dnde acrisola Ortega su armazn terico? Esta cuestin nos conduce al cuarto y ltimocontexto de su biografa que conviene presentar ahora.

    Huyendo de la chabacanera de mi patria12, segn sus propias palabras, Ortega decide en1905 marchar a las Universidades alemanas, empezando por la de Leipzig, donde estudia a Kant:all tuve el primer cuerpo a cuerpo desesperado con la Crtica de la razn pura, que ofrece tanenormes dificultades a una cabeza latina13; al ao siguiente visita Nuremberg y estudia un semestreen Berln, donde dicta ctedra Simmel, que ejerce cierta influencia sobre l. Su experiencia msimportante, sin embargo, la adquiri durante su tercera estancia, en Marburgo; all tuvo, porprimera vez, dos importantes maestros, Hermann Cohen y Paul Natorp, caracterizadosrepresentantes del neokantismo. Marburgo habra de dejar una hondsima huella en Ortega, no slointelectual, no slo en su formacin filosfica y pedaggica, sino tambin personal. Para el temaque nos ocupa Ortega como educador tiene especial significacin la influencia de Natorp.Durante los perodos pasados en distintos pases europeos, Ortega obtiene una excelente formacinfilosfica, una admiracin por el desarrollo cientfico y tcnico que se est produciendo, as comouna valoracin positiva de la tenacidad y disciplina, en especial de los alemanes. Su europeismo segenera desde una actitud interesada y crtica para incorporar lo que pueda ser incorporado, pero sinrenunciar a las caractersticas espaolas. A su vuelta de Marburgo, en 1908, se le nombra profesorde lgica, psicologa y tica en la Escuela Superior de Magisterio, y en 1910 gana por oposicin lactedra de metafsica en la Universidad Central de Madrid.

    Los contextos descritos son, a mi juicio, las circunstancias principales en las que Ortegatuvo que vivir y con las que hubo de enfrentarse, y con ellas form su vida, su biografa real yconcreta, es decir, las creencias en las que estaba instalado, cuando escribi su primera obrapedaggica en 1910. Sin embargo, el pensamiento de Ortega continuar evolucionando al hilo delas circunstancias en que tendr que vivir, segn l mismo nos recordar en 1932, aludiendo a loescrito en las Meditaciones del Quijote (1914): Yo soy yo y mi circunstancia. Esta expresin, queaparece en mi primer libro y que condensa en ltimo volumen mi pensamiento filosfico, nosignifica slo la doctrina que mi obra expone y propone, sino que mi obra es un caso ejecutivo de lamisma doctrina. Mi obra es por esencia y presencia circunstancial14.

    La interpretacin que Ortega hace de su propia filosofa impide considerarla como un

  • 4sistema y menos an como un sistema cerrado. El pensamiento de Ortega, centrado en el problemade Espaa, presenta el dinamismo de una incesante bsqueda de soluciones, tanto a nivel dereflexin terica como de estrategas de actuacin, por lo que los especialistas han realizadonotables esfuerzos por establecer las distintas etapas de su evolucin15. Ese desarrollo de supensamiento se muestra en los escritos pedaggicos. Ms an, considero que tres de ellos son unarepresentacin genuina de cada una de las fases del mismo y en ellos centraremos nuestra atencin.

    La pedagoga idealista

    La estancia de Ortega en Marburgo, Alemania, le pone en contacto con el neokantismo, que erauna filosofa de la cultura, del orden objetivo y las esferas de valor; era un racionalismo crtico-trascendental que analizaba los productos de la cultura moderna, la ciencia, el arte, el derecho, latica, la poltica para descubrir sus principios de fundamentacin y los criterios de su validez.

    Adems, el neokantismo representaba una enrgica pedagoga capaz de orientar al hombre,de transformarlo segn un ideal, que no era otro que el ideal kantiano de una humanidadcosmopolita. La concepcin neokantiana del hombre como realidad cultural implica que elverdadero desarrollo personal est en la conformacin del hombre a los ideales; en el ajuste de loscomportamientos a las normas, a lo que debe ser hecho; normas que, a su vez, tienen una validezuniversal. Lo biolgico, lo instintivo tiene que estar sometido a lo superior, al ideal. La libertad noes espontaneidad, no es apetito, no es capricho, sino reflexin y educacin, es decir, conformacinactiva por valores universales.

    Esta filosofa de la cultura y de la educacin que promueve la bsqueda de lo objetivo, delo universal, de lo genrico, le parece al joven Ortega el sistema de pensamiento que puede orientarla solucin del problema de Espaa. En contraste con esa cultura alemana, en Espaa predomina loespontneo, lo subjetivo, los particularismos y los sectarismos que han conducido a perder lasenergas en enfrentamientos internos, en gestas solitarias y en deshacer unos lo que otros hanhecho; de ah la lamentable situacin espaola. De su contacto con Europa, especialmente con elneokantismo alemn, Ortega obtiene la conviccin de que la clave de la salvacin de Espaa, de surecuperacin histrica, se halla en su reforma cultural.

    A esta fase de su pensamiento pertenece la primera formulacin estructurada que hacesobre la educacin. Se trata de una conferencia, leda en Bilbao el 12 de marzo de 1910, bajo elttulo de La pedagoga social como programa poltico16.

    Inicia su exposicin mostrando las profundas deficiencias de la situacin espaola,arrastradas durante tres siglos, que tienen su mximo exponente en el hecho de que Espaa no esuna verdadera nacin. Para Ortega, desde sus actuales posiciones neokantianas, Espaa no es unanacin porque no existe como comunidad regulada por unas leyes objetivas, fundadas en laracionalidad, leyes que todos aceptan y que son expresin de los deberes colectivos. Espaa no esuna nacin porque sus ciudadanos no estn proyectados a la realizacin de los ideales objetivos,ciencia, arte, moral, en los que una comunidad humana encuentra la plenitud de su desarrollo.

    Espaa, por el contrario, es el pas del individualismo, del subjetivismo, en el que se cultiva,como carcter propio, hacer cada uno lo que quiera, sin someterse a norma alguna que no sea la desu libre albedro. Reconocer la ausencia de cultura, como realizacin colectiva de formas ideales, enla vida espaola, es el primer paso para solucionar el problema de Espaa. Ese reconocimiento,considera nuestro autor, no es pesimismo sino un diagnstico veraz que nos manifiesta la diferenciaentre lo que es y lo que debe ser. Asumir conscientemente la realidad de la situacin espaola sibien nos produce dolor, a la vez nos solicita pensar en cmo debera ser y nos urge a conseguirlo.La argumentacin de Ortega es apasionada, pero rigurosa: existe una realidad problemticaEspaa deficitaria en lo que se entiende en Europa por cultura, frente a un deber ser, suculturizacin tal como se da en Europa y segn es formulada por el neokantismo; entonces, en la

  • 5misma concienciacin de esta situacin problemtica, en la profundizacin de ese diagnstico, sepuede vislumbrar la meta ideal que es necesario conseguir y el proceso para conseguirla. La meta esla transformacin de la realidad espaola en el sentido de alcanzar las formas de cultura vigentes enEuropa.

    En el proceso para alcanzar esa transformacin cultural es donde Ortega sita a laeducacin. Destaca que lo que los latinos llamaban eductio o educatio era la accin de sacar unacosa de otra, o la accin de convertir una cosa menos buena en otra mejor. Aunque no se detieneen precisiones terminolgicas, nos aporta un concepto de educacin que parece tener su raz eneducatio y que en nuestros dias es bsicamente aceptado; entiende por educacin el conjunto deactos humanos que tienden a transformar la realidad dada en el sentido de un ideal.

    Establecido el significado del concepto de educacin, Ortega se plantea determinar lasfunciones de la pedagoga, como ciencia de la educacin, y claramente le atribuye dos: la primera esla determinacin cientfica del ideal, del fin de la educacin; y la segunda funcin, que es esencial,consiste en hallar los medios intelectuales, morales y estticos mediante los cuales se logre polarizaral educando en direccin de aquel ideal.

    Puesto que por la educacin tenemos que transformar al hombre real, al que es, en elsentido del ideal, el que debe ser, la primera tarea consiste en responder a la siguiente pregunta:cul es el ideal de hombre que constituye el fin de la educacin y que exige el empleo dedeterminados medios? Ese es el interrogante central de su conferencia.

    El hombre, responde, no es un mero organismo biolgico; lo biolgico es slo un pretextopara que exista el hombre. El hombre es tal en cuanto productor de hechos segn formas ideales;en cuanto productor de la matemtica, del arte, de la moral, del derecho; el hombre es tal en cuantoproductor de cultura.

    En su bsqueda de determinar el fin de la educacin, del ideal-hombre, Ortega afirma,adems, que el verdadero hombre no es el ser individual, aislado de los dems. Distingue en cadahombre un yo emprico con sus caprichos, amores, odios y apetitos propios, singulares; y unyo que piensa la verdad comn a todos, la bondad general, la universal belleza, es decir, distingueun yo emprico de un yo creador de cultura que es un yo genrico. Ciencia, moral, arte, etc.,son los hechos especficamente humanos y, por lo tanto, se es verdaderamente humano en cuantose participa en la ciencia, en la moral y en el arte de una comunidad. El ideal de hombre, meta de laeducacin, es el hombre productor de cultura, y productor de cultura con los dems.

    Si as es el ideal de hombre, la educacin tiene que dirigirse no al yo emprico, en donderadica lo singular, sino al yo genrico que siente, piensa y quiere segn aquellas formas ideales.Como consecuencia de todo lo anterior, la educacin tiene que ser el proceso por el que lobiolgico o natural del hombre se conforme al reino de las formas ideales, y as acte de acuerdo ala normatividad derivada de ellas.

    En esta primera etapa, ante el binomio cultura-vida, el pensamiento educativo de Ortega,influido por sus docentes neokantianos, se inclina claramente de parte de la cultura. Sin embargo,nuestro pensador tiene una fuerte personalidad intelectual y unos intereses sociopolticos quedifcilmente se compatibilizan con el formalismo de sus maestros de Marburgo, por lo que, a mijuicio, ofrece ciertas peculiaridades dignas de consideracin.

    La primera es la visin histrica que aporta del hombre junto a su conceptualizacin comoser social. En efecto, cuando est exponiendo la caracterstica social del hombre para sealar que,en la relacin educativa, el pedagogo se halla frente a un tejido social, no frente a un individuo, nosdice: en el presente se condensa el pasado ntegro; nada de lo que fue se ha perdido; si las venasde los que murieron estn vacas, es porque su sangre ha venido a fluir por el cauce joven denuestras venas17. En la imagen literaria se puede ver una visin del hombre en la que lo peculiar,que le ha sucedido en el tiempo, se hace presente en la configuracin concreta de unas personasque no son la humanidad genrica. La intensificacin de la concepcin del hombre como un ser quese va haciendo de una manera concreta, en su devenir biogrfico, ser una de las lneas evolutivas

  • 6de su posterior pensamiento antropolgico.La segunda peculiaridad presente en la obra que comentamos reside en la importancia

    conferida por Ortega a la produccin de hechos culturales. A mi entender, puede afirmarse que hayuna obsesin por la praxis en toda su exposicin. Est especialmente interesado en el proceso deconstruccin cultural, como real y concreta produccin de objetos. Para l la cultura es labor,produccin de cosas humanas, quehacer. Cuando hablamos de mayor o menor cultura queremosdecir mayor o menor capacidad de producir cosas, de trabajo. Las cosas, los productos son lamedida y el sntoma de la cultura18.

    A lo anterior se debe su propuesta de una educacin para el trabajo y por el trabajo; y untrabajo no individual sino en comn. Esta propuesta, de acuerdo con su visin terica, tambinpermite superar los personalismos, las luchas fratricidas y la falta de cooperacin entre losespaoles. Para algn autor19, su propuesta de educacin para el trabajo y por el trabajo sita aOrtega entre los promotores de la educacin activa. En la perspectiva desde la cual lo estamosanalizando, opino que Ortega, fundamentalmente, teniendo el problema de Espaa como fondo desu pensamiento, pretende la transformacin cultural de su sociedad, y concibe a la pedagoga comola ciencia de esa reconstruccin social y cultural. Y si esto ha sido considerado poltica, entonces,nos dice, la poltica se ha hecho para nosotros pedagoga social y el problema espaol unproblema pedaggico20.

    Los supuestos que hemos analizado configuran una filosofa de la educacin centrada en larealizacin cultural del hombre en cuanto miembro del todo social. La accin poltica se reduce, enltima instancia, a accin cultural, a pedagoga social, porque en la vida social, en la cooperacin yla comunicacin se realiza el hombre en su condicin cultural. Ortega considera, en esta primerapoca, que la solucin al problema de Espaa est en su reforma cultural a travs de la educacin.

    Desde estas posiciones, a partir del compromiso intelectual que asume sobre latransformacin de la sociedad espaola, Ortega evolucionar en su pensamiento, generndose en lel convencimiento de que la salvacin de Espaa no se conseguir sin contar con su idiosincrasia ysu situacin histrica. El Ortega neokantiano propugnaba un hombre productor de cultura,realizador de formas ideales; un individuo humano empeado en la construccin de una culturavlida para toda la humanidad. Ortega va descubriendo que un individuo as es una abstraccin, yque el racionalismo una forma de idealismo se ha olvidado del hombre real y concreto que viveen una situacin real y concreta. Es necesario volver la mirada a ese hombre para que se muestre ensu radical realidad, es necesario superar la estrechez de miras del racionalismo. Es necesario unnuevo modo de abordar el conocimiento del hombre; el encuentro de Ortega con la fenomenologale ayudar en su nuevo itinerario intelectual. La insatisfaccin con la concepcin del hombre comoser cultural se incrementa a partir de 1911 y el distanciamiento aparece claramente en lasMeditaciones del Quijote, escritas en 1914.

  • 7La pedagoga vitalista

    Volver la mirada al hombre mismo, a su ser real y concreto, le pone de manifiesto a Ortega que elser del hombre consiste en vivir. La vida es la realidad radical de la que hay que partir, con la quehay que contar. Esta conviccin, que le impide hipostasiar la cultura como una esfera autnoma eindependiente, se ir constituyendo en una de las claves de su pensamiento filosfico, como nosrecordar en su madurez: lo primero, pues, que ha de hacer la filosofa es definir ese dato, definirlo que es mi vida, nuestra vida, la de cada cual. Vivir es el modo de ser radical: toda otra cosa ymodo de ser lo encuentro en mi vida, dentro de ella, como detalle de ella y referido a ella21. En latensin vida-cultura, la primaca que haba alcanzando la segunda, en su etapa idealista, cede sulugar y es considerada como manifestacin de la vida. La cultura consistir en vivir la vida en suplenitud.

    Si la cultura consiste en la plenitud de la vida, sta, concebida como vida elemental, debeser considerada como el principio de la cultura. La profundizacin en esta direccin le conducir ala interpretacin de la vida como creatividad. El cambio de marcha, en la filosofa orteguiana, delidealismo al vitalismo obviamente no es ajeno a las influencias de sus lecturas filosficas, que no esel momento de analizar, pero fundamentalmente se debe a su reflexin sobre la situacin espaola.Ortega, que haba postulado para la reforma sociopoltica de Espaa, su culturizacin al modoeuropeo, se da cuenta de que para salvar a Espaa hay que contar con las energas que en ellaexisten; al volver la mirada a la realidad de su pas, se encuentra con el hecho de que la peculiaridadde su idiosincrasia est en la afirmacin vigorosa de la vida inmediata y elemental.

    En esta fase de la evolucin de su pensamiento, Ortega escribe un ensayo tituladoBiologa y pedagoga22 donde expone sus ideas sobre la educacin a propsito de la polmicasuscitada por la Real Orden que prescriba la lectura del Quijote en la escuela elemental. Ortegaasume un supuesto fundamental: hay que educar para la vida y, como no puede ensearse todo, hayque delimitar aquello a lo que la educacin ha de circunscribirse prioritariamente. Su concepcinteolgica de la accin, que aparece en su etapa idealista y que nunca abandonar, le haceinterrogarse por la naturaleza del fin de la educacin. Si hemos establecido que es necesario educarpara la vida, qu es la vida esencial a la que la educacin debe atender? El xito de la educacindepender de la respuesta, acertada o no, a esta pregunta.

    Ortega considera que la vida, en su sentido ms radical, es la vida elemental, espontnea; esla que l llama la natura naturans y no la natura naturata. Es la vida en cuanto fuerza creadora, encuanto sustrato biolgico del que proceden todos los impulsos y las energas que llevan al hombre aactuar. A esta vida es a la que debe prestar atencin, prioritariamente, la educacin elemental;despus, en los grados superiores, se podr educar en civilizacin y cultura, especializando el almadel adulto.

    Trata nuestro autor de justificar su tesis desde diversos argumentos. El primero de ellos,que en los organismos biolgicos hay unas funciones ms vitales que otras. Aquellas funciones msradicalmente vitales son las inespecializadas, las no mecanizadas, y por ello, las genuinasrepresentativas de la vida; por su inespecializacin pueden dar respuestas a plurales, diversas ycambiantes situaciones; tienen una capacidad de resolver no slo una tipologa de situaciones, sinosituaciones de las ms variadas tipologas.

    El segundo de los argumentos, es que esa vida primigenia, radical, es realmente la creadorade cultura, La cultura y la civilizacin, que tanto nos envanecen, son una creacin del hombresalvaje y no del hombre culto y civilizado23. Todas las grandes pocas de creacin han sidoprecedidas de una explosin de salvajismo. Si queremos tener una cultura dinmica, que realmentesea plenitud humana, hay que centrarse en el estudio, anlisis y potenciacin de esa vitalidadprimaria que, como explosin de s misma, generar nuevas formas de cultura.

  • 8Y aqu es donde juega su papel la pedagoga, ya que la propuesta de Ortega, como lmismo confiesa, est muy lejos del naturalismo a la manera de Rousseau. La pedagoga tiene quebuscar los artificios para intensificar esa vida y en su aplicacin consiste la educacin. No hay quedejar al nio a su librrimo desarrollo, no hay que imitar los procesos de la naturaleza; las accioneseducativas son acciones intencionales, reflexivas, tras la consecucin de una meta: cooperartcnicamente en la maximizacin del potencial vital ms profundo de los nios. Hay que orientar laeducacin no a la adquisin de formas culturales, sino hacia la puesta en forma de la propia vida, alincremento del propio poder vital.

    Cules son aquellas funciones espontneas que es necesario potenciar? Ortega se atreve ahacer un intento de enumeracin: el coraje y la curiosidad, el amor y el odio, la agilidadintelectual, el afn de gozar y triunfar, la confianza en s y en el mundo, la imaginacin, lamemoria24. Estas funciones son como las secreciones internas que dinamizan el organismo comoun todo integral y, cuando falta alguna de ellas, el organismo no funciona. Son para la psique lo quela hormona es para lo fisiolgico: la sustancia bsica, lo incitante.

    Lo que Ortega propugna es que la educacin elemental est dirigida a asegurar la saludvital, supuesto de toda otra salud: La enseanza elemental debe ir gobernada por el propsitoltimo de producir el mayor nmero de hombres vitalmente perfectos25; hombres que sientanbrotar su actuacin espiritual de un torrente pleno de energa, que no percibe su propia limitacin,que parece saturado de s mismo; hombres cuyas acciones son como un desborde de su internaabundancia.

    A pesar de lo que pueda parecer, Ortega ni propugna un primitivismo naturalista, comotestimonian sus crticas a Rousseau, ni defiende ningn tipo de irracionalismo anticulturalista.Simplemente ha revisado el papel que le haba conferido anteriormente a la cultura, de ser elprincipio y el sentido de la vida humana. Ahora, por el contrario, encarna la cultura en la vida,puesto que el sentido de la cultura est precisamente en ser una funcin de la vida. No es la vidapara la cultura sino la cultura para la vida. El equilibrio vida-cultura se descompensa en favor de lavida ya que ella es el principio de valoracin de la cultura. Se trata ahora de autentificar y vivificarla cultura poniendo a la vida como criterio de autentificacin.

    Ortega no slo realiza una sugerente exposicin de dos funciones bsicas de esa vidaprimigenia, el deseo y los sentimientos, sino que tambin procura sealar procedimientos para laeducacin de esa vida esencial. As, para potenciar su impulso vital, el nio ha de ser envuelto enuna atmsfera de sentimientos audaces y magnnimos, ambiciosos y entusiastas. Un mediopedaggico de importancia es presentarle, ms que hechos, mitos; el mito, segn Ortega, suscita ennosotros las corrientes inducidas de los sentimientos que nutren el pulso vital, mantienen a flotenuestro afn de vivir y aumentan la tensin de los ms profundos resortes biolgicos.

    Otro procedimiento al que presta especial atencin es al de educar a los nios no comoadultos sino como nios; no desde un ideal de hombre ejemplar, sino desde una pauta de puerilidad.

    Ortega critica que juzguemos a los nios desde nuestras categoras de adultos, suponiendoque estn sumergidos en el mismo medio vital que nosotros. El nio tiene su propio medio vital deintereses, no utilitarios, que han de ser desarrollados y, precisamente de ese desarrollo dependen,con frecuencia, las direcciones vitales ms ricas de la vida de adulto. As el canto del poeta y lapalabra del sabio, la ambicin del poltico y el gesto del guerrero son siempre ecos adultos de unincorregible nio prisionero26. Los objetos que para el nio vitalmente existen, que le ocupan ypreocupan, que fijan su atencin, que disparan sus afanes, sus pasiones y sus movimientos, no sonlos objetos reales cualesquiera, sino los deseables, que pueden ser reales o no, pero que al nio leinteresan en cuanto deseables; por eso le atraen los cuentos, las leyendas en las que purifica losaspectos de la realidad para convertirla en un paisaje segn sus deseos.

    La postura definitiva y madura de Ortega no es la que acabamos de exponer, sino laalcanzada a partir de 1930, cuando busca un equilibrio entre vida y cultura. Una espontaneidadvital, fuera de las instituciones, degenera en un irresponsable primitivismo; y unas instituciones sin

  • 9vitalidad degeneran en rutina e inercia.

    Pedagoga de la madurez

    En su artculo, Un rasgo de la vida alemana27, Ortega nos dice que el individuo tiene ilimitadasposibilidades de ser una personalidad u otra; pero, cuando nos acercamos al hombre concreto, susposibilidades reales se limitan, son aquellas que provienen del entorno en el que vive, que es unentorno cultural y social concreto, en el que se ha depositado lo que los dems hombres, antes quel, han hecho. La cultura, los objetos culturales, siempre surgieron como acciones individuales,pero, al convertirse en objetos, se desindividualizaron y adquirieron vida propia. De ah que lasposibilidades reales que un individuo tenga sean las aportadas por las institucionesdesindividualizadas, extraas a los individuos y que se les imponen. Esa imposicin tiene una doblevertiente: por un lado, es una constriccin, una limitacin; por otro lado, es lo que hace posiblenuevos individuos.

    La vida, como libertad, se encuentra amenazada siempre por aquello mismo que laposibilita: la cultura. Por eso tiene que volverse contra la cultura, desconfiar de ella, aunque seaprecisamente porque es el presupuesto de su seguridad; criticarla y transcenderla siempre de nuevo,no hacia la naturaleza, sino hacia nuevas configuraciones culturales.

    Por ello Ortega, en las lecciones inaugrales de sus cursos para estudiantes universitarios,insista en que tenan que partir de la cultura con la que se encontraban; pero, al igual que loscreadores de cultura, deberan esforzarse en un anlisis crtico de la misma, y ver si la producidahasta el momento les satisfaca o si, por el contrario, sentan la necesidad vital de hacerla de otramanera.En esto consiste el vivir de verdad, el vivir en la cultura de los tiempos28. Slo podemosdecir que hemos encontrado una verdad cuando hemos hallado un pensamiento que satisface unanecesidad sentida por nosotros. Si el estudiante slo siente la necesidad de aprender lo que otroshan descubierto, tendr aficin o gusto, ya que parte de una necesidad impuesta, algo artificial. Esanecesidad es distinta de la de aquellos hombres que generaron un nuevo conocimiento, porque lonecesitaban para vivir, porque era una necesidad vital. De ah que Ortega nos proponga uninteresante concepto de la enseanza: Ensear no es primaria y fundamentalmente sino ensear lanecesidad de una ciencia, y no ensear la ciencia cuya necesidad sea imposible hacer sentir alestudiante29.

    Es necesario promover, por lo tanto, unas instituciones educativas dinamizadas por lainquietud de encontrar las respuestas a los problemas vitales sentidos por los alumnos; y en las quela libertad, la democracia y la modernidad sean las orientaciones bsicas. Esas institucioneseducativas son las que propone Ortega en uno de sus escritos ms conocidos, Misin de laUniversidad30. Inicia su trabajo haciendo un diagnstico de la Universidad espaola.Qu es launiversidad actualmente? Su respuesta es: un centro de enseanza superior, donde se prepara a loshijos de las familias acomodadas, no a los de las obreras, para que ejerzan las profesionesintelectuales; y un centro, contina Ortega, cuyos profesores estn obsesionados por lainvestigacin cientfica y por preparar a futuros investigadores.

    A esa Universidad, Ortega le critica: su elitismo, ya que no reciben la enseanza superiortodos los que podan y deberan recibirla; su escaso criterio investigador, ya que confunde laenseanza y el aprendizaje de la ciencia con el descubrimiento de la verdad o la demostracin delerror; y, sobre todo, le critica el abandono de la enseanza de la cultura, es decir, no transmitir ideasclaras y firmes sobre el universo, convicciones positivas sobre lo que son las cosas y el mundo; enotras palabras, no ser la institucin que ensee a vivir de acuerdo a las ideas ms avanzadas de sutiempo.

    Cul debe ser la misin de la universidad de nuestro tiempo? Ortega responde: transmitirla cultura; ensear las profesiones; la investigacin cientfica y la educacin de nuevosinvestigadores. Formulada as la misin de la universidad, parece ser que Ortega aporta poca

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    novedad; sin embargo, cuando se hace la pregunta sobre: qu criterio de prioridad hay queestablecer en aquellas funciones?, la actualidad y rigor de sus respuestas nos llama, an hoy, laatencin. En efecto, se plantea el fin de la universidad y, desde esa finalidad, establece el criteriobsico: En vez de ensear lo que, segn un utpico deseo, debera ensearse, hay que ensear slolo que se puede ensear, es decir, lo que se puede aprender31. La innovacin pedaggica deRousseau, Pestalozzi, Frbel es que frente a la prioridad concedida al saber, o al maestro, laprioridad tiene que estar en el alumno, y en el alumno medio.

    El principio que tiene que regular la enseanza universitaria, nos dice, es el principio deeconoma. Si la pedagoga, y las actividades docentes, se han constituido en una ocupacin, en unaprofesin, tan requerida, a partir del siglo XVIII, ha sido gracias al gran desarrollo alcanzado por laciencia, la tecnologa y la cultura. Actualmente el hombre tiene, para vivir con firmeza y desahogo,que aprender muchsimas cosas y, a la vez, tiene una capacidad individual limitadsima paraaprender. La pedagoga, la accin docente, surgen por la necesidad de seleccionar lo que es bsicoen el aprendizaje, y de facilitar tal aprendizaje.

    Hay que partir del estudiante, de sus posibilidades de saber y de lo que l necesita paravivir. Hay que partir del estudiante medio y darle slo el cuerpo de enseanzas que se le puedanexigir con absoluto rigor; en otros trminos, ensearle lo que se requiera para vivir a la altura de sutiempo, y que esos contenidos pueda aprenderlos con holgura y plenitud. De acuerdo con loanterior, Ortega establece los siguientes lemas: La universidad consiste, primero y por lo pronto,en la enseanza que debe recibir el hombre medio; hay que hacer del hombre medio, ante todo, unhombre culto, situarlo a la altura de los tiempos...; hay que hacer del hombre medio un buenprofesional...; no se ve razn ninguna densa para que el hombre medio necesite ni deba ser unhombre cientfico32.

    El lema en el que Ortega centra su exposicin es que la universidad debe ensear cultura.Entiende por cultura el sistema de ideas vivas que cada poca posee: Esas que llamo ideas vivas ode que se vive son, ni ms ni menos, el repertorio de nuestras efectivas convicciones sobre lo que esel mundo y son los prjimos, sobre la jerarqua de los valores que tienen las cosas y las acciones:cules son estimables, cules son menos33. El hombre, cada hombre, no puede vivir sin reaccionarante su entorno o mundo, forjndose una interpretacin intelectual de l y de su posible conductaen l. Esta interpretacin es el repertorio de convicciones o ideas, sobre el universo y sobre smismo, que tiene que ensear la universidad.

    Es cierto que, en nuestra poca, el contenido de la cultura viene, en su mayor parte, de laciencia; la cultura espuma de la ciencia lo vitalmente necesario para interpretar nuestra existencia,pero hay pedazos enteros de la ciencia que no son cultura, sino pura tcnica cientfica. El hombrenecesita vivir y la cultura es la interpretacin de esa vida; la vida, que es el hombre, no puedeesperar a que las ciencias expliquen cientficamente el universo; el hombre, para su vida, que esurgencia, necesita la cultura como un sistema completo, integral y claramente estructurado deluniverso; y esa cultura tiene que ser la de su tiempo. Ensear esta cultura en la universidad requiereprofesores con una gran capacidad sinttica y sistemtica.

    En resumen, y segn sus propias palabras, la delimitacin que nos presenta de la misinprimaria de la universidad es la siguiente: Primero, se entender por Universidad, stricto sensu, lainstitucin en que se ensea al estudiante medio a ser un hombre culto y un buen profesional;segundo, la universidad no tolerar en sus usos farsa ninguna, es decir, que slo pretender delestudiante lo que prcticamente puede exigrsele; tercero, se evitar, en consecuencia, que elestudiante medio pierda parte de su tiempo en fingir que va a ser un cientfico. A este fin seeliminar del torso o mnimum de estructura universitaria la investigacin cientfica propiamente tal;cuarto, las disciplinas de cultura y los estudios profesionales sern ofrecidos en formapedaggicamente racionalizada, (sinttica, sistemtica y completa), no en la forma que la cienciaabandonada a s misma preferira: problemas especiales, trozos de ciencia, ensayos deinvestigacin; quinto, no decidir en la eleccin del profesorado el rango que como investigador

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    posee el candidato, sino su talento sinttico y sus dotes de profesor; sexto,reducido el aprendizajede esta suerte al mnimum en cantidad y calidad, la universidad ser inexorable en sus exigenciasfrente al estudiante34.

    Ortega era consciente, y explcitamente lo hace constar, de que sus opiniones sobre lainvestigacin cientfica y la formacin de investigadores seran negativamente valoradas; lo que ldenuncia es la farsa de la investigacin cientfica y de su pretendida enseanza en los estudiosordinarios. Para que no quede duda de su posicin, nos dice que: La universidad es distinta, peroinseparable de la ciencia. Yo dira: la universidad es, adems, ciencia34. La ciencia es el supuestoradical para la existencia de la universidad, sta tiene que vivir de aqulla, ya que la ciencia es elalma de la universidad. Adems de estar relacionada con la ciencia, la universidad necesita tenercontacto con la existencia pblica, con la realidad histrica, con el presente. La universidad tieneque estar abierta a la plena actualidad, e intervenir en ella como tal universidad, tratando losgrandes temas del da, desde su punto de vista propio, cultural, profesional o cientfico. Entoncesconcluye Ortega volver a ser la universidad lo que fue en su hora mejor: un principiopromotor de la historia europea.

    A partir del ao 1936, el problema de Espaa, que tanto preocup a Ortega, se convierteen la tragedia de la guerra civil espaola. Comienza el exilio voluntario de Ortega por Amrica yEuropa. Los diecinueve aos posteriores, hasta su muerte, son interpretados por algunos como uncurso biogrfico distinto en su vida. Sea esto as o no, lo cierto es que su radical compromisopoltico parece debilitarse ante las nuevas circunstancias. Sin embargo, su talento filosfico produjoexcelentes obras como Ideas y creencias (1940), La razn histrica. 1a parte (1940), La raznhistrica. 2a parte (1944), La idea de principio en Leibniz (1947), El hombre y la gente (1949),etc. En estos aos, slo nos dej un escrito pedaggico, Apuntes sobre una educacin para elfuturo (1953), que prepar para una posible intervencin en la reunin celebrada en Londres,organizada por el Fondo para el Progreso de la Educacin. En mi opinin, las aportaciones de esteescrito a su pensamiento pedaggico son de escaso relieve.

    Si bien los escritos pedaggicos de Ortega son una manifestacin, a mi parecersignificativa, de su pensamiento filosfico, no encontramos en ellos una exposicin sistemtica,puesto que sta no es posible en nuestro autor. Aunque dichos escritos son ms numerosos que loscitados en el presente perfil, creo haber analizado los tres ms importantes.

    Dimensiones de Ortega como educador

    El anlisis del pensamiento pedaggico de Ortega patentiza dos motivaciones bsicas: la primera,que condiciona y da sentido a su obra entera, es la transformacin de la realidad socioculturalespaola. La llamada cuestin espaola atraer constantemente su atencin y generar en liniciativas de todo tipo: Liga de Educacin Poltica, Agrupacin al Servicio de la Repblica,ininterrumpida intervencin en los asuntos pblicos mediante conferencias y artculos de prensa,actividad parlamentaria como diputado, etc. La segunda, en conexin con la anterior, es que Ortegaconsidera su vocacin ser el reformista, el moldeador de la nueva sociedad y del nuevo hombreespaol. Como se considera, y en mi opinin justificadamente, un filsofo, su vocacin la realizafundamentalmente en la aportacin de ideas impulsoras de tal transformacin.

    Su influjo educativo se desparrama en mltiples direcciones36. En el mbito acadmico es lapersonalidad ms influyente de la filosofa espaola de su tiempo. En torno a l, bajo la influenciade su filosofa y personalidad, se constituye la llamada Escuela de Madrid. Manuel GarcaMorente, Xavier Zubiri y Jos Gaos son con Ortega los titulares de las ctedras de filosofa de laUniversidad madrilea. Cualquier conocedor de la cultura espaola sabe la importancia de esosnombres. Si a ellos aadimos los de Luis Recasns, Mara Zambrano, Joaqun Xirau y JulinMaras, que por uno u otro motivo estn en relacin con la Escuela, estaremos de acuerdo en queel pensamiento de Ortega, considerado por todos como el maestro indiscutible, ocupa una posicin

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    privilegiada en la filosofa espaola del siglo XX.El influjo de Ortega no se circunscribe a los profesores y alumnos en una poca de

    esplendor de la filosofa: la denominada Escuela de Madrid que le tuvieron por maestro; suinflujo se extendi a otras personas relevantes de la filosofa y la cultura espaola de la postguerracomo Jos Luis Aranguren y Pedro Lan Entralgo, entre otros, por lo que puede decirse que sufilosofa pertenece a la tradicin cultural de nuestro pas.

    En el mbito de la pedagoga, su influjo ms notable fue el ejercido sobre LorenzoLuzuriaga, cuya vinculacin con Ortega provena desde 1908, cuando ste asumi la ctedra de laEscuela Superior de Magisterio. Por los datos que tenemos37, parece ser que los estudios de laseccin de Pedagoga de la Universidad Central de Madrid fueron creados, a iniciativa de Ortega,en 1932. En relacin con los programas de reforma educativa orientados a desarrollar la pedagogacomo disciplina cientfica, hay que destacar a otro discpulo de Ortega, al que antes hemos hechomencin, Joaqun Xirau que trabaj en Catalua. Una discpula, Mara de Maeztu, sigue los pasosdel maestro en Marburgo y estudia Pedagoga Social con Natorp. Viaj por toda Europa paraconocer las escuelas nuevas, lo que luego le servira para desarrollar en Espaa un proyecto dereforma de los mtodos de enseanza.

    En el contexto extrauniversitario, Ortega realiza lo que ha llamado Luzuriaga38 mltiplesfundaciones, buscando claramente influir, con nuevas ideas, en la sociedad espaola. Entre talesfundaciones destaca la Revista de Occidente que puede considerarse la culminacin de un procesodurante el que los ensayos y los fracasos han sido una constante. Sus experiencias anteriores, en lasactividades culturales y polticas, le hacen concebir la Revista de Occidente como una plataformade lanzamiento para la transformacin cultural de Espaa. Parece ser que fund esta revista y laeditorial del mismo nombre para formar lectores que tuvieran la perspectiva cultural que l tena, yen definitiva, para crear una atmsfera cultural en la que l mismo pudiera ser ledo y discutido.

    Por ltimo, quisiera poner de relieve el influjo educativo que Ortega tuvo en los pasesllamados del Cono Sur de Sudamrica (Argentina, Chile y Uruguay), donde encuentra unacomunidad de valores y sentires compartidos y donde su influencia se intensificar gracias a laradicacin de varios miembros de la Escuela de Madrid, exiliados a causa de la guerra civilespaola. Es, sin embargo, en Puerto Rico donde se percibe una mayor influencia. En suuniversidad se llevan a la prctica algunos de los planteamientos desarrollados en la obra que hemoscomentado, Misin de la universidad, y muchos de los escritos de Ortega han sido all utilizadoscomo textos de estudio.

    Notas

    1. Juan Escmez Snchez (Espaa). Doctor en filosofa, actualmente profesor en la Universidad deValencia y director del departamento de teora de la educacin. Fue profesor agregado en laUniversidad de Murcia. Decano de la Facultad de Filosofa, Psicologa y Ciencias de la Educacin dela Universidad de Murcia. Bajo su direccin, se presentaron doce tesis de licenciatura y quince dedoctorado. Autor de cinco libros y de unos treinta artculos. Estos ltimos aos, sus trabajos hanversado sobre las actitudes, los valores y la educacin moral.

    2. 1.J. Ortega y Gasset, Obras completas, Madrid, Alianza Editorial-Revista de Occidente, 1983. 12volmenes. Los escritos de Ortega y Gasset se citan segn esta edicin. En las notas de referencia semencionan ttulo de la obra citada, el tomo y las pginas correspondientes..

    3. A una edicin de sus obras, vol. 6, pg. 351.4. P. Cerezo, La voluntad de aventura, Barcelona, Ariel, 1984, pgs. 15-87.5. Juan Vives y su mundo, vol.9, pgs. 509-15.6. Para una informacin amplia y detallada, son de gran inters dos obras de su destacado discpulo

    Julin Maras: Ortega: circunstancias y vocacin, Madrid, Revista de Occidente, 1973; y Ortega: lastrayectorias, Madrid, Alianza Universidad, 1984. Es una fuente estimable la visin dada por su hija,Mara Ortega, Ortega y Gasset, mi padre, Barcelona, Planeta.

    7. Una visin general de esas influencias se presenta en S. Rbade, Ortega y Gasset, filsofo. Hombre,conocimiento y razn, Madrid, Humanitas, 1983, pgs. 37-49. La obra de Pedro Cerezo, ya citada,

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    ofrece un estudio ms pormenorizado, siendo de especial inters los captulos IV y VI.8. Al margen del libro A.M.D.G., vol.1, pgs. 532-34.9. Una fiesta de paz, vol.1, pg. 125.10. Vieja y nueva poltica, vol.1, pg. 268.11. Ch. Cascals, L'humanisme d'Ortega y Gasset, Pars, Presses Universitaires de France, 1957, pg. 3.12. Una primera vista sobre Baroja, vol.2, pg. 118.13. Prlogo para alemanes, vol.8, pg. 26.14. A una edicin de sus obras, vol.6, pg. 347.15. Jos Ferrater Mora distingue tres etapas: objetivismo (1902-1914); perspectivismo (1914-1923);

    raciovitalismo (1924-1955). Jos Gaos, su principal discpulo antes de la guerra civil espaola, sealacuatro perodos: mocedades (1902-1914); primera etapa de plenitud (1914-1923); segunda etapa deplenitud (1924-1936); y expatriacin (1936-1955). Clasificaciones similares han propuesto MornArroyo y Pedro Cerezo, entre otros.

    16. La pedagoga social como programa poltico, vol.1, pgs. 503-521.17. Ibid., pg. 514.18. Ibid., pg. 51619. J. Mantovani, Filsofos y educadores, Buenos Aires, El Ateneo, 1962, pg. 61.20. La pedagoga social como programa poltico, op. cit. pg. 515.21. Qu es filosofa?, vol.7, pg. 405.22. Ensayos filosficos. Biologa y pedagoga, vol.2, pgs. 271-305.23. Ibid., pg. 280.24. Ibid., pg. 278.25. Ibid., pg. 292.26. Ibid., pg. 300.27. Un rasgo de la vida alemana, vol.5, pgs. 199-203.28. Sobre las carreras, vol.5, pg. 179.29. Sobre el estudiar y el estudiante, vol.4, pg. 554.30. Misin de la Universidad, vol.4, pgs. 311-353.31. Ibid., pg. 327.32. Ibid., pg. 335.33. Ibid., pg. 341.34. Ibid., pg. 349.35. Ibid., pg. 351.36. J.L. Abelln, Historia crtica del pensamiento espaol, Madrid, Espasa Calpe, 1991, vol.V (III), pgs.

    212-81.37. Zuloaga, La pedagoga universitaria segn Ortega y Gasset, en: Homenaje a Jos Ortega y Gasset

    (1883-1983), Madrid, Universidad Complutense, 1986, pgs. 23-42.38. L. Luzuriaga, Las fundaciones de Ortega y Gasset, en: Homenaje a Ortega y Gasset, Madrid,

    Edime, 1958, pgs. 33-50.

    Escritos pedaggicos de Jos Ortega y GassetPor orden cronolgico

    1906. La pedagoga del paisaje. En: El Imparcial (Madrid), 17 de septiembre. Obras Completas, Madrid,Alianza Editorial- Revista de Occidente, 1983, vol. 1, pgs. 53-57.

    1910. La pedagoga social como programa poltico. Conferencia leda en la Sociedad El Sitio, de Bilbao, el12 de marzo, vol. 1, pgs. 503-521.

    1913. La hora del maestro.1914. La Pedagoga General derivada del fin de la educacin de J.F. Herbart. Prlogo a esta obra, traducida

    por Lorenzo Luzuriaga. vol. 6, pgs. 265-291.1917. La pedagoga de la contaminacin.1923. Biologa y Pedagoga. En: El Sol (Madrid), a partir del 16 de marzo. vol. 3, pgs. 131-133.1923. Pedagoga y anacronismo. En: Revista de Pedagoga (Madrid), enero. vol. 3, pgs. 131-133.1925. Elogio de las virtudes de la mocedad.1928. Para los nios espaoles.1930. Misin de la Universidad. Texto de una conferencia pronunciada en la Universidad Central de Madrid.

    Madrid, Revista de Occidente,. vol. 4, pgs. 313-353.1931. En el centenario de una universidad. Conferencia pronunciada en la Universidad de Granada, vol. 5,

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    pgs. 463-473.1933. Sobre el estudiar y el estudiante. En: La Nacin (Buenos Aires), 23 de abril. vol. 4, pgs. 545-554.1934. Sobre las carreras, en La Nacin (Buenos Aires), septiembre-octure. vol. 5, pgs. 167-183.1952. Apuntes para una educacin del futuro. Intervenciones en la reunin del Fondo para el Progreso de la

    Educacin, Londres, mayo, vol. 9, pgs. 665-675.

    Obras sobre el pensamiento educativo de Jos Ortega y Gasset

    Brcena, F. La dimensin educativa del problema de la verdad en el pensamiento de Jos Ortega y Gasset.En: Revista Espaola de Pedagoga (Madrid), nm. 160, 1983, pgs. 311-324.

    Barrena Snchez, J. Los fines de la educacin en Jos Ortega y Gasset. En: Revista Espaola de Pedagoga(Madrid), nm. 116, 1971, pgs. 393-414.

    Escolano, A. Los temas educativos en la obra de J. Ortega y Gasset. En: Revista Espaola de Pedagoga(Madrid), nm. 113, 1968, pgs. 211-230.

    Garca Morente, M. La pedagoga de Ortega y Gasset. En: Revista de Pedagoga (Madrid), nms. II-III,1922, pgs. 41-47 y 95-101.

    Gutirrez Zuloaga, I. La pedagoga universitaria segn Ortega y Gasset. En: Homenaje a Jos Ortega yGasset (1883-1983). Madrid, Universidad Complutense, 1986, pgs. 23-42.

    McClintock, R.M. Man and His Circumstances: Ortega as Educator. New York, Teachers' College, ColumbiaUniversity Press, 1971.

    Maillo, A. Las ideas pedaggicas de Ortega y Gasset. En: Revista de Educacin (Madrid), 1955, pgs. 71-78.

    Mantovani, J. La pedagoga de Ortega y Gasset. En: Filsofos y educadores. Buenos Aires, El Ateneo,1962, pgs. 55-74.

    Santolaria, F.F. Tres ensayos pedaggicos de Ortega. Perspectivas pedaggicas (Madrid), nm. 51, 1983,pgs. 501-510.

    Zarageta, J. El pensamiento pedaggico de Jos Ortega y Gasset. En: Revista de Educacin (Madrid), nm38, pgs. 65-70.