Escrito Ser y Tiempo

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leve trabajo.

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¿En qué consiste la “brumosidad” de la vida?

Los humanos en su vida cotidiana requieren de útiles, de objetos con los cuales interpre-

tarse en el mundo: lo a la mano. Pero no sólo eso, también en el estar-en-el-mundo, el

hombre, puesto que es Dasein, se relaciona con otros Dasein, o sea, es fundamental en

ese todo que es la significatividad (Bedeutung) del mundo que se relacionen.

Entonces no se puede negar la importancia que tiene para un Dasein el coestar

(Mitsein): convivir con los demás hombres. Por tanto el coestar es un existencial, un a

priori, pues no es posible pensar un hombre que no se relacione con los otros aún en su

soledad.

Por lo tanto, los otros Dasein (Mitdasein),1 no serán iguales a meras cosas que

están-ahí, y que se puedan utilizar a gusto. Prefiero señalar más bien que son los objetos

los que le sirven a los hombres.

No es de menos decir que para que el Dasein tenga mundo, por ende se debería

hablar de los entes que están-ahí, y como se relaciona con ellos, y por otro lado con los

demás Dasein, y también, como se relaciona con ellos en su vida cotidiana. Puesto que,

el “ser-ahí” es lo que hace en su “ocuparse” (Besorgen) con los objetos y con la “solici-

tud” (Fürsorge), o sea, el como vive con los demás seres humanos.

Por lo mostrado arriba se podría decir que el hombre se encuentra inserto en un

contexto determinado, puesto que él es un ser histórico, y una vez que nace, existe en un

mundo habitado por otras personas, que se valen de cosas para vivir, para poder ser.

Martin Heidegger, entonces dirá, o por lo menos lo que entiendo, hay dos mundo, el

propio y el impropio, pues bien el último es un existencial, mejor dicho, algo constituti-

vo del Dasein: el mundo cotidiano.

El mundo impropio (o caída), y recordando que el Dasein es mundo, como el

caracol y su concha, lo veo como “brumosidad” de la vida, puesto que esta “brumosi-

dad” la interpreto como la forma en que existe el hombre en su cotidianidad: “habladu-

ría” (Gerede), “curiosidad” (Neugier) y “ambigüedad” (Zweideutigkeit). Estas tres for-

mas de la existencia del “ser-ahí” son existenciales de él en su estar-en-el-mundo y por

ende, que dan constancia de su constante “movimiento de caída” (Verfallen).

1 En la traducción de Rivera la palabra Mitdasein se traduce por “coexistencia”.

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De aquí que, para poder explicar la “brumosidad” o caída, sea pertinente explicar

primero las tres formas impropias antes dichas (2009):

Habladuría, curiosidad y ambigüedad caracterizan la manera como el Dasein

es cotidianamente su “Ahí”, es decir, la aperturidad del estar‐en‐el‐mundo.

En cuanto determinaciones existenciales, estos caracteres no son algo que

está‐ahí en el Dasein, sino que contribuyen a constituir su ser. En ellos y en

su conexión de ser se revela un modo fundamental del ser de la cotidiani-

dad, que nosotros llamamos la caída [Verfallen] del Dasein (p. 193).

La primera forma que servirá para explicar la caída será la “habladuría” pero

antes se debería decir que, en tanto forma impropia, no quiere decir que sea algo negati-

vo, pues sin la habladuría, no se podría el Dasein en su aperturidad, interpretar en la

vida diaria. De todas formas, en la “habladuría”, el ser humano sencillamente se preocu-

pa por lo que se dice, por una imagen publica, puesto que nunca se problematiza lo que

se escucha, sencillamente el aprender la información, aún sin saber de donde viene, pues

es lo que, en un contexto determinado, tiene la última palabra.

En la segunda forma es la “curiosidad”: se hacen las cosas por hacerse, pues se

busca lo más actual, pero nunca se queda con nada, siempre está en constante “ver tan

sólo por ver”, jamás se contempla pues el Dasein está desesperado por lo nuevo. En este

caso, sería algo así como los aparatos o la moda, estar en una constante actitud esnob;

donde siempre se busca de lo que todos hablan.

Y ya para finalizar la última forma impropia, la “ambigüedad”: la pérdida total

del conocimiento de las cosas, pues de primeras ya se encuentran interpretadas por los

otros y en el fondo se puede decir cualquier cosa sobre ellas. En este caso, gracias a la

“habladuría” y a la “curiosidad”, sale a colación la “ambigüedad”, y el conocimiento del

ente será cada vez más “brumoso”, aunque esta parte, de la “brumososidad de la vida” y

como el conocimiento queda cada vez más dislocado la trataré de desarrollarla mejor en

la cuarta pregunta.

Y Ya para terminar, la “brumosidad” de la vida, interpretándola como la “caída”

es estar arrojado a la vida pública, puesto que el Dasein con las tres formas impropias

antes descritas, se entrega a una masa en la que pierde toda individualidad y sólo es uno

más (Man), uno de tantos que se interesan por muchas cosas que en el fondo terminan

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siendo oscuras, por ende, sin fundamentos pues cada vez cae más en lo “Uno”: “se”

dice, “se” habla, “se” hace. Es importante, de todas formas, tener en cuenta que esta

“brumosidad” es constitutiva y hasta necesaria para que los hombres puedan vivir entre

ellos.

¿De qué es “culpable” el ser-ahí?

Teniendo en cuenta estos elementos, ¿cómo podría redefinirse el concepto heide-ggeriano de mundo?

¿De qué modo afecta la “brumososidad de la vida” el desarrollo del conocimiento humano en general y de la filosofía en particular?

Por ello, ya lo dice Martin Heidegger, la curiosidad muestra como el Dasein está en constante desarraigo la aprensión del conocimiento.

Si el “quién” del ser-ahí resulta ser el Se o el Uno impersonal (das Man), ¿quiénes son los otros que comparecen conmigo en el mundo común de la ocupación?

Bibliografía

Heidegger, M. (2009). Ser y tiempo. Madrid: Editorial Trotta.