ESCUELA Y DEMOCRACIA, UNA OPORTUNIDAD DE ORO
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El aula de clase: un escenario posible para la formacio n de ciudadanos democra ticos
Mg. Julio César Orozco G.
Aspirante a doctorado en Educación y Sociedad
Universidad de la Salle, Bogotá, 2012.
Resumen
El presente artículo reflexiona acerca de los desafíos
que enfrentan los docentes de Bogotá, D.C., en el aula de
clase, para posibilitar desde sus prácticas educativas nuevos
espacios de crítica y pensamiento que aporten a la formación
de ciudadanos democráticos. En este documento se desarrolla un
análisis de las tensiones e interacciones de los agentes
básicos y fundamentales de toda democracia moderna, los cuales
están presentes al interior de la escuela: los gobernantes,
los representantes, los ciudadanos y lo público. Por último,
concluye sobre la necesidad de una redefinición de la cultura
democrática de la escuela y de su rol social como referente
formador de los valores y prácticas ciudadanas.
Palabras clave: Escuela, gobierno, democracia, ciudadanía,
agentes, tensiones.
Tensiones: Indiferencia y apatía estudiantil
De acuerdo con Barbero J.M. (2001) democracia, ciudadanía
y política son conceptos demasiado ajenos, con poco sentido y
significado para los jóvenes actuales. No es gratuita esta
postura indiferente y ajena al ejercicio de la ciudadanía entre
los estudiantes de educación básica y media. Según el citado
autor, esta postura desinteresada tiene su origen en una
precaria concepción y práctica del ejercicio de la democracia
y la ciudadanía al interior las comunidades educativas. De otra
parte, según Mejía (2006, pág. 45) al parecer, hay una pérdida
de la ciudadanía social derivada de las nuevas dinámicas de
mercado (globalización y neoliberalismo) que afectan la
concepción de escuela y sus prácticas democráticas y
ciudadanas. Para Mejía, la escuela actual se encuentra
descentrada de sus propósitos de formación democrática y
ciudadana debido a las tendencias mercantilistas en las que se
halla sumida.
De manera empírica y con el propósito de ahondar en los
planteamientos de Barbero y Mejía, realice una encuesta de
percepción1 con un universo de cuarenta estudiantes de
Educación Media de cuatro colegios de Bogotá, dos públicos y
dos privados, enmarcados entre los estratos 2 y 3. El propósito
era conocer cuales son las percepciones que los estudiantes
tienen sobre los órganos de gobierno y participación escolar,
tales como el Consejo Estudiantil, El Consejo Directivo, el
Consejo Académico, el Consejo de Profesores y el Consejo de
Padres. En el mismo sentido, pretendía conocer cuáles son los
aportes que según los estudiantes, estos organismos de gobierno
escolar hacen a la democracia institucional.
En cuanto a los aportes que genera el gobierno escolar a
la práctica democrática, la mayoría de los estudiantes
consultados (67%) consideran que los Consejos Directivo y
Académico poco o nada aportan al desarrollo de las prácticas
1 Esta encuesta de percepciones y creencias, fue aplicada a diez estudiantes
de los colegios Julio Flórez IED, Luis Carlos Galán IED, Instituto de
Integración Cultural y el Colegio Cristiano Semilla de Vida, todos ubicados
en Bogotá, con una población escolar propia de los estratos dos y tres. A
cuantos, de que grados.
democráticas escolares propias de una democracia moderna2.
Entendiéndose como prácticas representativas de la democracia
moderna asuntos como la rendición de cuentas, acceso a la
información, reconocimiento de derechos fundamentales y
transparencia y responsabilidad en el ejercicio de las tares
propias de la vida institucional. Sin embargo, el 95% de los
estudiantes encuestados afirma que el Consejo Estudiantil si
es un órgano líder de las prácticas democráticas escolares.
En este sentido, se puede afirmar que las prácticas
democráticas escolares no se derivan de una puesta en escena
clara y precisa de los órganos más importantes del gobierno
escolar (Consejo Directivo y Consejo Académico). Lo estudiantes
consideran que es su propio Consejo Estudiantil quien si
representa sus opciones democráticas. Sin embargo, para ellos
no es clara la función democrática que implica el Consejo
Estudiantil en el gobierno escolar. Otra lectura que se puede
dar a este dato consiste en que solo un 33% de los estudiantes
encuestados considera que las prácticas democráticas modernas
2 El concepto contemporáneo (democracia moderna) va mucho más allá de lo
meramente político y electoral. Según José Carbonell y Rodrigo Gutiérrez
(2002), la democracia moderna, aparte de sus valores intrínsecos, presupone
la existencia de elementos abstractos, tales como libertades de asociación
y expresión, estado de derecho, reconocimiento de derechos fundamentales,
acceso a la información, rendición de cuentas, transparencia y eficacia en
el ejercicio de las responsabilidades públicas y otros, que impactan en las
instituciones y políticas públicas del Estado, para garantizar la plena
existencia de un régimen en el que la sociedad pueda acceder al pleno
ejercicio de sus derechos fundamentales. De acuerdo con Schmitter y Karl
(1996:37), es concebida como un sistema de gobierno en el que los
gobernantes son responsables de sus acciones en el terreno de lo público
ante sus ciudadanos representados. Tales ciudadanos tienen la posibilidad
de elegirse o elegir a otros en el rol de representantes para administrar
o gobernar sobre los bienes y acuerdos comunes propios de la comunidad en
la que viven. En este orden de ideas, la gobernanza de la institución
educativa configura en la mente de sus líderes y gobernados una
conceptualización (correcta o incorrecta) de lo público como lo
perteneciente a todos y sobre lo que todos tenemos intereses y expectativas.
son un asunto inherente al ejercicio de su rol de ciudadanos
escolares, lo cual incluye a los demás órganos de gobierno
escolar.
En este punto, pienso que muy posiblemente estas
instituciones educativas si pueden estar aplicando tales
prácticas y valores democráticos modernos, pero su incidencia
e impacto en la forma como los estudiantes las perciben, no es
muy clara o notoria, lo cual trae como consecuencia que el
ejercicio de la democracia y la ciudadanía en la escuela
pareciera ser un práctica invisible, o por lo menos
inconsciente para los estudiantes encuestados.
De lo anterior se deduce que es necesario por parte de
los directivos, los docentes y de los mismos órganos de
gobierno escolar, que se generen estrategias de sensibilización
de manera deliberada e intencionada para la comunidad educativa
y desde luego para los estudiantes, acerca de la vivencia y
práctica de los valores democráticos modernos, el ejercicio
consciente de la ciudadanía y la forma concreta como estas
prácticas se de deben manifestar en el día a día de la comunidad
educativa. Es decir, a la comunidad educativa se le debe
“recordar” que las acciones de justicia, de rendición de
cuentas, de ejercicio de derechos, el cumplimiento de tareas y
responsabilidades, de disenso y acuerdos, participación,
representación, junto con las actividades electorales también
son propias de la cotidianeidad de escuela democrática moderna
y del rol de los ciudadanos escolares.
Otro aspecto interesante para tener en cuenta, es el de
las tareas y contenidos que desarrolla el gobierno escolar. Un
64% de los estudiantes consideran que los contenidos tratados
por el Gobierno Escolar no se relacionan con los propuestos en
una democracia moderna. Muy posiblemente, la restricción o
ausencia de espacios y tiempos para la deliberación, análisis
y crítica de las prácticas democráticas genera que las mismas
se “invisibilicen” ante la comunidad educativa. Este es punto
de quiebre de la vida democrática y ciudadana al interior del
aula y de la escuela. Es aquí donde se promueve o se
desincentiva el pensamiento crítico y deliberante. Es en este
espacio y momento donde se genera o restringe el liderazgo
escolar, y donde se construye o destruye el concepto de lo
público3 al interior de la institución educativa.
De otra parte, para la mayoría de los estudiantes
consultados (74%), el concepto de democracia se reduce al
momento de la elección de los representantes y lideres
escolares para los diferentes órganos de participación. Aunque
anualmente las comunidades escolares eligen sus Consejos de
Gobierno; los espacios y momentos para el ejercicio del
gobierno y la democracia son tan reducidos, que en últimas,
estos terminan siendo un apéndice de las acciones y decisiones
tanto de los órganos directivos como de las personas que
ejercen autoridad en las instituciones educativas.
Aunque es evidente la importancia que la escuela y el aula
de clase poseen como gran espacio, por demás socializador y
formador de la mentalidad política y democrática, para el
ejercicio consciente de la ciudadanía por parte de los niños y
3 Para Margarita Bonamusa, Renata Segura y Rodrigo Villar, lo público es
el punto de encuentro entre el Estado, las organizaciones de la sociedad
civil y en menor grado, aunque también presente, la sociedad política y el
mercado. Lo público, se ubica entonces como un espacio de mediación entre
la sociedad y el Estado, como escenario de la participación social para la
consulta y concertación de las políticas públicas. En esa perspectiva, la
participación en política adquiere un nuevo sentido.
jóvenes, se hace necesario que los directivos, los docentes y
demás órganos del gobierno escolar, sean más deliberativos e
intencionados tanto en el diseño de los contenidos democráticos
y ciudadanos a visibilizar, como de las propias prácticas
democráticas y políticas de los ciudadanos escolares.
De esta manera la escuela dará un paso adelante en la
resignificación y reconfiguración de lo público como asunto
tocante a todos. Mediante la articulación de los preceptos o
valores de una democracia moderna con las prácticas pedagógicas
y convivenciales de la comunidad educativa. Sus implicaciones
en las transformaciones escolares terminan siendo
estructurales: se debe repensar el PEI, el rol y las prácticas
democráticas y ciudadanas de los directivos y los docentes, el
tipo de estudiante democrático que desea formar la institución,
el tipo de valores democráticos a proyectar, y si duda alguna,
el tipo de cultura centrada en los criterios y fundamentos de
la democracia moderna.
Tensiones: micropolítica y democracia
Toda escuela produce y reproduce una cultura en particular: su
liderazgo, el tipo de relaciones, así como sus conflictos y
problemáticas. En este sentido, Hoyle (1988) plantea que las
interacciones en toda institución educativa se basan en la
micropolítica escolar. Es decir, el conjunto de estrategias y
recursos de autoridad e influencia utilizados por un individuo
o grupo, en un contexto organizativo específico, para procurar
la satisfacción de sus intereses.
Cuando las prácticas democráticas de la escuela no tienen
en cuenta las dinámicas de la participación, representación y
disenso propias de la democracia moderna, surgen de manera casi
que espontánea las dinámicas de la micropolítica. De hecho,
tales dinámicas siempre están ahí, latentes en los espacios
escolares, esperando a tomar preponderancia sobre los valores
democráticos. De tal forma que, y de acuerdo con este mismo
autor, estas pueden tornarse en tendencias de dominación y
control, así como de oposición y resistencia a las prácticas
democráticas y a las interacciones sociales de la comunidad
educativa.
De lo anterior se puede afirmar que una debilidad
estructural de la escuela actual radica en los pocos espacios
y momentos para la vivencia y práctica de la cultura
democrática y sus valores, lo cual puede generar otras
problemáticas relacionadas con el ejercicio del poder al
interior de los diferentes microgrupos y/o estamentos de las
comunidades educativas. Problemáticas y tensiones que se pueden
generar de acuerdo con la concepción de poder que posean los
funcionarios elegidos o contratados para la administración de
lo público (directivos, docentes, personal administrativo);
los padres de familia, como también desde el ejercicio de las
relaciones de poder que se producen y reproducen en otros
escenarios escolares tales como el lugar de recreo, en aula
de clase, los puntos de encuentro de estudiantes (parques,
calles aledañas a las instituciones educativas, etc.), y en la
sociedad en general (Foucault en Castro-Gómez, 2010:54).
Bien podría afirmar que una escuela en la que las
prácticas democráticas modernas y el ejercicio consciente de
la ciudadanía escolar están ausentes o invisibles, termina
convirtiéndose en nudo de conflictos de poder, de grupismo y
caudillismo. Las prácticas de micropolítica desligadas de los
valores democráticos pueden tomar control del ejercicio de la
autoridad, del gobierno y desplazar gradualmente los verdaderos
valores democráticos modernos, y de paso la estabilidad y
credibilidad de la institución educativa.
La escuela democrática moderna requiere de la
implementación y desarrollo de mecanismos que garanticen la
claridad y la transparencia de las prácticas democráticas, de
la existencia de mecanismos consenso y el disenso, de peso y
contrapeso democráticos4, que permitan una adecuada percepción
y práctica de los valores democráticos entre los miembros de
su comunidad educativa. De esta manera se podrá demostrar a la
misma y a la sociedad en general, un adecuado y visible
ejercicio de la ciudadanía (Ackerman, 2007). Es aquí cuando
los proyectos sobre formación en ciudadanía y democracia toman
sentido y pertinencia en las comunidades educativas.
Tensiones: la relación objeto-sujeto
Para los antiguos griegos, democracia se entendía en
sentido amplio, como el gobierno del pueblo, es decir, la
facultad inherente a los ciudadanos de participar en la toma
de decisiones políticas como sujetos políticos con capacidad
de votar y elegir autónomamente. Los griegos llegaron a aplicar
la llamada democracia directa, es decir aquella en la que todos
los ciudadanos tenían el derecho a votar de manera directa (sin
4 Para Montesquieu el sistema de pesos y contrapesos es una forma de
distribución social y estatal de los tres poderes públicos, que recoge en
definitiva la estructura estamental de la sociedad. La distribución de los
poderes estatales entre las tres fuerzas sociales: monarquía, nobleza y
el pueblo, logra un equilibrio estable, Se puede decir que Montesquieu
ofrece en realidad una modernización del principio aristocrático en el
sentido de que la aristocracia requiere la monarquía y la monarquía –para
no ser despótica- necesita la existencia de la nobleza. –los poderes-
distribuidos de manera equilibrada entre las tres fuerza sociales
dificultan y estorban la existencia de un poder autocrático y se garantiza
de esta manera la libertad política (Abellán, 2011).
intermediarios), acerca de cualquier asunto tocante a sus
intereses, necesidades o problemáticas. Esta práctica surgía
del hecho de considerarse a si mismos como ciudadanos sujeto
de sus propios derechos y responsables de su destino y de las
consecuencias de sus decisiones.
Más adelante, con el surgimiento de las formas de gobierno
propias de la Europa moderna5, el concepto republicano de
democracia se vinculaba con el establecimiento de un orden
legal y político, en donde el ejercicio del poder se repartía
entre diversos órganos, que estaban encabezados por
representantes populares elegidos por el pueblo y renovados
periódicamente, aunque era un sistema incipiente, garantizaba
el ejercicio de derechos y libertades del ciudadano. Esta fue
la base de la democracia indirecta, ya que el pueblo
participaba a través de órganos representativos del interés
popular.
De lo anterior se puede inferir que el ejercicio de la
democracia, llámese directa o indirecta, permitía que los
ciudadanos se reconocieran como sujetos activos y partícipes
de sus propios derechos y decisiones sobre lo que para ellos
es público (de ellos). El hecho de que el individuo se pudiera
manifestar como sujeto de derechos, implicaba el ejercicio de
la razón y la toma de conciencia sobre su poder de decisión.
En la cultura colombiana, y particularmente en la escuela
actual, existe la tendencia de los ciudadanos a comportarse
5 La influencia de la Revolución Francesa fue enorme. La concepción de
gobierno, democracia, economía y las relaciones sociales fueron modificados
en Francia, y desde allí hacia gran parte de Europa y el mundo occidental.
Sus ideas y sus hechos repercuten todavía en la actualidad. Los ideales
modernos de libertad, democracia, derechos y deberes; surgieron en gran
medida de este conflicto de finales del siglo XVIII.
como objeto y no como sujeto político. Es decir, condicionar
el poder de decisión y participación a los beneficios
inmediatos que se pueden recibir, no importando los principios
y beneficios comunes (públicos) que haya que dejar a un lado,
configurándose así una relación mercantilista basada en el
principio de costo beneficio. En síntesis, la ciudadanía, la
conciencia política, la democrática y lo público como objetos
que se pueden comprar y vender
En el caso concreto de los estudiantes consultados, el
100% de ellos, considera que es su derecho elegir y participar
en la conformación del gobierno escolar (de hecho en los
procesos electorales escolares, el 100% de los estudiantes vota
por sus candidatos). Sin embargo un 63% de los estudiantes
encuestados no se ven a sí mismos como ciudadanos sujeto de
derecho a decidir. Por el contrario, manifiestan que no es
necesario ni pertinente el comportarse como sujetos
democráticos. Reciben mejor ganancia de una posición objeto
que de un ejercicio consciente de su ciudadanía (sujetos
políticos).
Tensiones: institucionalidad débil
Otro grupo de tensiones y problemáticas democráticas
surgen de una institucionalidad débil. En otras palabras las
prácticas gubernamentales escolares, y el ejercicio de una
ciudadanía, a veces descontextualizada, otras veces desmarcada
de los valores y principios propios de la democracia moderna,
deslegitimizan y deterioran el constructo social de democracia,
participación y gobierno de lo público al interior del aula de
clase.
Cuando el ejercicio de la democracia y la ciudadanía por
parte de los docentes o directivos docentes no corresponde con
la escala de valores éticos y democráticos modernos, estos
generan un efecto negativo en múltiples sentidos que van desde
la pérdida de la confianza por parte del estudiante en los
mecanismos democráticos, hasta la conformación y
enquistamiento de graves prácticas de corrupción y clientelismo
(Launay-Gama y Fernán González, 2010:37) similares a las que
se ven en las prácticas políticas nacionales. Como ejemplos
puedo resaltar algunos casos de candidatos estudiantiles que
ofrecen a sus compañeros electores prebendas (dulces,
chocolatinas y pequeños juguetes) a cambio de sus votos.
En otras palabras, las prácticas de corrupción y demagogia
propias de la política colombiana hacen metástasis en los
escenarios escolares generando no solo las problemáticas
propias de la corrupción, clientelismo y compra de votos.
También producen, a largo plazo, otros tipos de problemáticas
aún más perversas para la vida democrática y ciudadana: la
exclusión, la violación sistemática de los derechos humanos,
el aumento de los niveles de pobreza, marginalidad e inequidad
social6. En este sentido se hace necesario que los esfuerzos
6 Pobreza e inequidad en Colombia. Cerca del 44% de la población colombiana, no tiene acceso a recursos, bienes y servicios; La desigualdad y la pobreza
aparecen como las principales causas que obstruyen el camino democrático,
así como la consolidación de estructuras institucionales capaces de hacer
efectivos los derechos de los ciudadanos y su dignificación como personas.
En este sentido el ejercicio de la democracia muestra grandes distorsiones
en el orden social. El número de personas que apoyarían a un gobierno no
democrático si éste les resolviera sus problemas económicos y sociales ha
aumentado. Es decir, los valores democráticos pierden sentido y peso ante
las necesidades básicas insatisfechas de los ciudadanos. En general, existe
un malestar en la democracia, aunque no necesariamente con la democracia.
Los desafíos que enfrenta la nación son tan significativos que demandarán
un gran esfuerzo por organizar y consolidar prácticas democráticas visibles
democráticos y políticos por parte de los órganos de gobierno
y liderazgo escolar se orienten hacia el fortalecimiento del
sistema político participativo y democrático logrando que la
instituciones educativas se fortalezcan y garanticen a los
ciudadanos escolares el cumplimiento irrestricto e
incondicional de sus derechos ciudadanos, además de hacer
visible el concepto de democracia, ciudadanía y gobierno
mediante la formulación de políticas de desarrollo democrático
que garanticen la inclusión de los ciudadanos, el cumplimiento
de sus derechos, así como su vinculación a los procesos de
participación y decisión, es decir la vinculación del estado
de derecho a las prácticas democráticas y de gobierno escolar
(Habermas 1999:234).
Tensión: enseñando y ejemplificando la democracia en la escuela
Es indudable: la democracia se enseña y se aprende. Por
lo tanto la escuela es la puerta de entrada a la cultura de la
democracia y la gobernanza. Es allí donde se inicia el proceso
de construcción de ciudadanía y las relaciones democráticas de
los ciudadanos. Esto demanda una re-conceptualización de los
elementos estructurales de las prácticas democráticas
(gobernantes, ciudadanos, representantes y lo público) y a
partir de ello una construcción social fundamentada en la
promoción de acciones tales como la inclusión, la justicia, la
dignificación de la persona, la deliberación, el disentimiento
y demás acciones que estimulen la participación de los
diferentes colectivos en la toma de decisiones, el debate
constructivo, el ejercicio de libertades, el cumplimiento de
normas, etc.
en términos de la reducción de la pobreza, y que a la vez re-dignifiquen
la condición humana.
Es decir, concebir la democracia y la ciudadanía no como
el simple ejercicio de “adoctrinamiento” hacia una tendencia
política en particular, sino como la oportunidad de promover
mediante el ejemplo y la cultura, la práctica de valores
democráticos que generan una elevación de los niveles de
conciencia social, ética y política al interior de las
instituciones educativas.
La idea de democracia y ciudadanía en la escuela se podría
legitimar y validar mediante el fortalecimiento e
intencionalidad de las prácticas pedagógicas, administrativas,
directivas y relacionales alineadas con el ideal democrático
moderno. Es decir, cuando se garantizan de manera puntual
libertades de asociación y expresión, la inclusión en sus
diferentes formas, el estado de derecho, el reconocimiento de
derechos fundamentales, el acceso a la información, la
rendición de cuentas, la transparencia y eficacia en el
ejercicio de las responsabilidades escolares por parte de
docentes y directivos.
El papel de los docentes y directivos es determinante para
el aseguramiento o anclaje de prácticas de valores que
configuren una verdadera vivencia y cultura de la democracia
al interior de la escuela. Tal y como lo expresa Taylor (1992),
citando a Hannah Arendt "la participación en el propio gobierno
como parte de la esencia de la libertad" y, por ende, "como un
componente fundamental de la capacidad ciudadana que debe ser
asegurada". Esto conlleva la puesta en la escena escolar de
ejercicios de re-significación de los agentes, valores y
prácticas de la democracia; la autoevaluación crítica de las
prácticas de poder al interior de las clases y demás
actividades escolares, y la reconfiguración del sentido de lo
“público7” al interior de la comunidad educativa. De esta
manera se podrán generar los espacios y oportunidades para el
análisis, el debate, el disenso y demás rutinas propias del
pensamiento democrático moderno. Se hace necesario que las
prácticas democráticas de orden político propias del gobierno
escolar y el liderazgo de la escuela, se vean reflejadas en
actitudes y comportamientos de orden ético y moral bien
precisas e identificables. Tal y como lo expresan Echavarría y
Vasco (2009:84) en “Las voces de los niños y las niñas sobre
la moral”:
Las expresiones de los niños y las niñas sobre la no
discriminación, el respeto mutuo, las relaciones de
amistad y el reconocimiento del diferencia, entendidos
como la base del respeto mutuo y la superación de la
exclusión a partir de las valoraciones positivas de lo
que son las personas y de lo que pueden aportar en la
relación humana, está en concordancia con los
planteamientos de Taylor (1996) sobre las características
por las que se piensa que una persona es merecedora de
respeto. Taylor entiende el respeto como el pensar bien
de alguien, e incluso admirar a alguien, así como el que
implica cuando, en el lenguaje común y corriente, se
afirma que el otro tiene nuestro respeto. El respeto es
la fuente de sentido que determina el contenido de la
naturaleza de la vida buena y la respuesta de lo que es
7 Hanna Arent en su libro La Condición Humana, condiciona el ejercicio de la ciudadanía al reconocimiento de
lo público sobre la particular o lo privado. Es decir, cuando un ciudadano está en capacidad de discutir
públicamente mediante la argumentación política, está en capacidad de acceder al terreno en el que los hombres
se reconocen como seres libres y sociales. La capacidad del ser humano de descubrirse en el otro, mediante un
punto común, abierto y de reconocimiento (lo público), implica la reconfiguración del pensamiento ciudadano
en términos de política, ideología y la responsabilidad del Estado (Libreros, 2002, 93).
bueno ser. Según Taylor, dar sentido es identificar que
hace que un objeto sea digno de respeto, la dignidad es
una capacidad que compartimos todos los seres humanos, un
potencial humano universal que debe ser respetado
igualmente para todos (Taylor, 1994)
Conclusiones
La escuela actual es una oportunidad de oro para proponer
y desarrollar toda una política de formación en las prácticas
democráticas y ciudadanas modernas. No es que los jóvenes no
posean un criterio personal sobre democracia y ciudadanía, o
que se manifiesten indiferentes “per se” a las prácticas
democráticas y de ejercicio de la ciudadanía escolar.
Básicamente, es que ellos no se ven reflejados ni “encajados”
en los valores democráticos propuestos por la escuela. En el
mismo sentido, no es que la escuela no desarrolle prácticas
democráticas y ciudadanas modernas, de hecho la escuela lo
hace, pero no lo intenciona, delibera ni direcciona. En este
punto se requiere una escuela con mentalidad crítica y abierta
a la participación y al cambio. También una escuela que
posibilite el desarrollo del liderazgo escolar, su vinculación
plena y consciente a otros escenarios del gobierno escolar.
En relación con las tensiones propias de la vida escolar,
estas siempre van a existir y van a estar al acecho en las
diferentes interacciones entre los agentes escolares (los
gobernantes, los representantes, los ciudadanos escolares y lo
público de esa comunidad), pero se requiere una rápida y
oportuna redefinición y/o reconfiguración de los roles y
responsabilidades de estos agentes, su grado de responsabilidad
con la administración, valoración y cuidado de lo público
propio de esas comunidades escolares. Solo de esta forma la
cultura democrática escolar tendrá una notable influencia
social como referente formador de los valores y prácticas
ciudadanas.
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