Esp Ignaciana

download Esp Ignaciana

of 62

Transcript of Esp Ignaciana

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    1/62

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    2/62

    LA ESPIRITUALIDAD IGNACIANA,Claves de referencia

    por Jean Claude Dhotel, S.J.Ediciones Sal Terrae, Col. Servidores y Testigos,

    Santander, 1991,1355pp.

    CAPITULO IAL PRINCIPIO

    1. Un gran deseo2. Sal de tu tierra

    3. Recibirse de Dios

    CAPITULO II.

    YO HAGO NUEVAS TODAS LAS COSAS

    4. Quin es tu Dios?5. La tierra y todos sus habitantes

    6. En corazn de este mundo7. El compaero

    8. Un hombre nuevo

    CAPITULO IIIBUSCAR LA VOLUNTAD DE DIOS

    9. Por Ejercicios se entiende10. El combate espiritual

    11. Sentir y gustar12. Yo quiero y elijo

    13. Que Dios confirme la eleccin

    CAPITULO IVSERVIR EN LA IGLESIA

    14. Ad maiorem Dei gloriam

    15. Ayudar a las almas

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    3/62

    16. Con compaeros17. En la Iglesia

    18. En la condicin de siervo

    CAPITULO VEL MODO DE PROCEDER

    19. La intencin recta20. El bien ms universal

    21. Todos los dones son para servir22. El Seor est contigo

    23. Tierra de los hombres, tierra de Dios

    Oracin para concluir (Pedro Arrupe)

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    4/62

    INTRODUCCIN

    Estas pginas, escritas con ocasin del quinto centenario del nacimiento de Ignacio de Loyola,quieren ofrecer una serie de pistas sobre lo que llamamos la espiritualidad ignaciana. Elenunciado de este proyecto requiere algunas explicaciones previas, porque la palabraespiritualidad no es un trmino simple, y menos todava el adjetivo ignaciana.

    Qu es una espiritualidad?

    Es una palabra imprecisa y que levanta sospechas. La espiritualidad trata de lo que esespiritual. Opuesto a lo material, lo espiritual se hace sospechoso de prescindir del espesor de

    la vida cotidiana y de la vida del mundo. Preconiza la espiritualidad el alejamiento y el menospreciodel mundo? Siempre queda la duda...

    Con un enfoque ms positivo, podemos definir la espiritualidad segn estas tres caractersticas:una manera de hablar de Dios, un camino para ir a Dios, una familia espiritual.

    Una manera de hablar de Dios, de expresar a Dios. En este sentido, la espiritualidad estemparentada con la teologa. Pero con una diferencia: los telogos hablan de Dios como de unobjeto de conocimiento a partir de la Revelacin. Los espirituales hablan de Dios en cuanto queafecta a la consciencia. Hablan de la experiencia de Dios que tiene una persona cuando se vetocada por l en lo ms ntimo de s misma. Una experiencia que no deja a esa persona intacta.

    Hablar de Dios en trminos de experiencia es, simultneamente, hablar de uno mismo. Y cmohablar de uno mismo sin poner en juego una totalidad bien compleja: el cuerpo y el espritu, lasrelaciones con las personas y con las cosas, el mundo y su historia? Al hablar de Dios a partir de unaexperiencia, la espiritualidad habla tambin, por tanto, del hombre y del mundo. Con todo, para darsu peso de verdad, esa experiencia debe confrontarse con la nica revelacin que Dios ha hecho deS mismo en la Escritura y estar referida a la fe de la Iglesia.

    En segundo lugar, decamos que una espiritualidad propone un camino para ir a Dios. En estesentido es una pedagoga. Si ha habido hombres y mujeres que han descrito su experiencia, lo hanhecho, evidentemente, para transmitirla. Descubrieron un camino y desean mostrarlo. Y vanindicando las etapas progresivas para los que comienzan, para los que avanzan, para los que seaproximan a la cumbre. De etapa en etapa, proponen los medios ms adecuados: cmo orar, cmohacer y cmo dejarse hacer, qu nuevas relaciones con las personas y las cosas lleva consigo esaexperiencia de Dios. Mientras abren ruta en ese camino, no dejan de tener los ojos fijos en Jess, elCristo, que es el camino (Jn 14,6). Cualquier espiritualidad que, por defecto o por exceso, se alejedel Evangelio no puede llamarse ya cristiana.

    Finalmente, una espiritualidad congrega a una familia a partir de una experiencia fundante. Enel punto de partida, un hombre, una mujer, un grupo, ha hecho una experiencia de Dios y deseacompartirla. Luego, hay hermanos, hermanas, compaeros que se les unen. La unin de esoshombres o mujeres es lo que normalmente ha dado origen a Institutos religiosos reconocidos por laIglesia. Pero muy pronto su espritu se ha expansionado fuera de los muros de sus conventos. Yvemos nacer Terceras Ordenes, fraternidades, congregaciones formadas por laicos y sacerdotes que

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    5/62

    se vinculan, segn su modo propio de vida, al espritu del fundador. As han nacido las grandesfamilias espirituales que todava hoy mantienen su vivacidad: benedictina, dominicana, franciscana,ignaciana, carmelitana, etc. Desde luego que todas estas familias mantienen viva la intencin depertenecer a la nica Iglesia de Cristo. Nada estara ms alejado de una autntica espiritualidadcristiana que lo que pueda oler a secta.

    Tras esta descripcin, parece que queda orillada al menos una parte de la posible sospecha: porla complejidad que supone una experiencia espiritual tal y como la hemos descrito, por su referenciaal Evangelio, por sus races histricas, por las relaciones que teje en tomo a ella, por su pertenenciadeclarada a la Iglesia de Jesucristo, ninguna espiritualidad cristiana es ajena al mundo y a la historia.

    Pero rebrota la pregunta: por qu mltiples espiritualidades? Escuchemos a S. Pablo Hay unsolo Espritu, como una es tambin la esperanza que os abri su llamamiento; un Seor, una fe, unbautismo, un Dios y Padre de todos, que est sobre todos, entre todos y en todos (Ef 4,4-6). Si Dioslo ha dicho todo acerca de S mismo en la Escritura, por qu diversas maneras de hablar de Dios?

    Si Jesucristo es el nico camino, por qu diversos caminos para ir a Dios? Si la Iglesia es una, porqu tantos grupos? Con frecuencia, la respuesta que se da es que la diversidad de espiritualidadesintenta expresar la inagotable riqueza de Cristo y la inacabable variedad de los dones del Espritu.Quiz sea as; pero, si echamos una mirada a la historia, esa diversidad no manifiesta ms bien lamiseria de la Iglesia? Pensemos en las disputas entre Ordenes religiosas, en las rivalidades entregrupos y movimientos espirituales!

    Lo deploremos o no, la diversidad de espiritualidades es, ante todo, un fenmeno humano.Hablamos del Arte con mayscula, pero existen mltiples escuelas artsticas, lo mismo quefilosficas, cientficas, econmicas y polticas... Va a quedar la espiritualidad libre de esa tendenciageneralizada? Los grandes hombres del espritu hicieron su experiencia de Dios en la poca y en el

    medio sociolgico en que les toc vivir. Y aun entre personas que fueron casi contemporneas y quevivieron en un mismo pas, como Ignacio de Loyola, Teresa de Jess y Juan de la Cruz, cuntasdiferencias! Es que, adems de la poca y del ambiente, tambin desempea un importante papel ladiversidad de temperamentos en la elaboracin de una espiritualidad concreta. Para llegar al centrodel hombre, no es verdad que el Espritu de Dios tiene que atravesar ese espesor de lo humano?

    Pero todava hay ms. S. Pablo insiste en la unidad del Espritu, pero no menos en la diversidadde sus dones para el bien de la nica Iglesia (1 Cor 12,4-14). Ese es el punto, en definitiva, en el quehay que buscar la justificacin de las espiritualidades, hacindoles esta pregunta: Te sientes yactas como reservada a una 'lite' de cristianos o, por el contrario, tu espritu y las familias quecongregas afloran como un don del Espritu para el bien de todo el pueblo de Dios en la nica Iglesia

    de Cristo?

    Esa es la pregunta que debemos hacer, concretamente, a la espiritualidad ignaciana.

    La espiritualidad ignaciana

    Si la persona y la obra de Ignacio de Loyola se han visto vivamente contestadas a lo largo de lahistoria, es porque han marcado no slo al grupo de hombres congregados en tomo a l, sinotambin a la Iglesia y al mundo. Para bien o para mal? Hay opiniones para todos los gustos. Perotodos, amigos y enemigos, reconocen que su influjo ha sobrepasado los lmites de la Orden que lfund.

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    6/62

    Esa era, efectivamente, su intencin. Partiendo de su experiencia, he aqu cmo, segn supropio relato, escribi sus Ejercicios espirituales:Algunas cosas que l observaba en su alma y lasencontraba tiles, le pareca que podran ser tambin tiles a los otros, y as las pona por escrito ... (A,99). Ms tarde, l y sus compaeros se pusieron al servicio del papa, porque el papa tiene a sucargo la Iglesia universal, y la Compaa de Jess ha sido fundada para gloria divina y bien de launiversal Iglesia (CC, 136).

    Pero todo esto se produjo en la primera mitad del siglo XVI, y nosotros vivimos los ltimos aosdel siglo XX, despus de infinidad de cambios y conmociones radicales. Y la persona y la obra deIgnacio estn fuertemente enraizadas en su tiempo y en su ambiente: no hay ms que ver elvocabulario y las imgenes que emplea. Cmo puede el hombre de hoy alimentarse de unpensamiento nacido en una poca tan determinada como la del final de la Edad Media?

    Paradjicamente, esta cuestin, en vez de ser un obstculo, ha estimulado mi deseo de escribirestas pginas haciendo referencia nicamente a los quince primeros aos de la Compaa de Jess

    (1540-1556).Ignacio est en Roma. La mayor parte de sus primeros compaeros andan repartidos por

    diversos pases. l tiene dos tareas fundamentales: escribir las Constitucionesde la Compaa parael futuro y responder a las cuestiones que le presentan los que estn en la accin apostlica directa.Evidentemente, no tiene tiempo para componer un tratado del que pudiramos decir: he aqu laquintaesencia de la espiritualidad ignaciana! Adems, no es sa su preocupacin. Ignacio semantiene atento a lo que sucede. Lo mismo que escribi los Ejerciciosanotando sus experienciaspersonales, compone las Constituciones integrando en ellas las sucesivas experiencias de suscompaeros enviados en misin.

    Y qu les ocurre a stos? La impresin que se desprende es la de una gran incertidumbre, casiuna verdadera confusin. Los acontecimientos pillan a los compaeros desprevenidos. Consultan almaestro, y las cartas afluyen a su pobre escritorio romano. Ignacio responde a todos; pero, dndolesalgunas directrices generales, remite a cada cual a su propia iniciativa: Actuad segn vuestroparecer y segn os muestre la uncin (del Espritu Santo), escribe a un superior; acomodad lasreglas a la situacin del modo que os sea posible... Componed el hbito con el tejido de quedispongis, y mirad vos mismo el modo de hacerlo. Lo nico que pide es que le den cuenta de loque han hecho. De esta forma, al escribir las Constituciones,junto a los principios generales va indi-cando, como una cantinela, que cada cual debe determinarse segn las circunstancias de tiempos,lugares y personas.

    Pero hay veces en que la confusin es de mayor envergadura y ms grave. En Espaa y enPortugal, por ejemplo, una fuerte corriente de fervor y de gusto por las largas oraciones pone enpeligro la perspectiva esencialmente apostlica de la Compaa. Ignacio se ve obligado entonces aenviar all emisarios que conocen a fondo su pensamiento y en los que deposita toda su confianza.Estos extendern lo que ellos llaman la mens ignatiana, el espritu de Ignacio. Fieles a eseespritu, ellos lo transmiten, sin embargo, con sus pensamientos y sensibilidades propios. As, poco apoco, se va constituyendo un cuerpo de doctrina que ms tarde se denominar espiritualidad ig-naciana.

    Ignacio muri el 31 de julio de 1556. Queda su espritu. Peridicamente, durante ms de cuatrosiglos, multitud de autores han intentado, a partir de unas mismas fuentes, destilar el verdaderoespritu de Ignacio. Pero, segn las pocas y las ideologas espirituales dominantes, esa

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    7/62

    espiritualidad cambiar de rostro. Unas veces, viendo en S. Ignacio al notable organizador de suOrden, se presentar la vida espiritual como una organizacin minuciosa y metdica; otras veces,como un riguroso programa de ascesis; ms tarde se redescrubrir al Ignacio mstico...

    Qu retener de esta historia? No, desde luego, una leccin de escepticismo, sino unaconviccin: toda espiritualidad es evolutiva, por el hecho mismo de que la humanidad est enconstante evolucin. Y, a fortiori, la espiritualidad de S. Ignacio, ya que l no escribi un tratado deespiritualidad (ni siquiera los Ejerciciosson un tratado), y porque durante los quince primeros aos,el espritu de que l viva slo se fue destilando progresivamente al integrar las experienciaspersonales y colectivas.

    Adems, si una espiritualidad tuviera la pretensin de creerse definitivamente establecida yfijada, se negara a s misma como espiritualidad, es decir, como don del Espritu a la Iglesia. ElEspritu es movimiento, la Iglesia est en marcha. No se trata de que tenga que adaptarse al mundo-eso sera tambin firmar su acta de defuncin-, sino de responder a las necesidades e

    interpelaciones de su tiempo. De igual forma, toda espiritualidad tiene que responder a lasnecesidades y exigencias espirituales de los hombres concretos. As pues, es con fidelidad alpresente como debemos explorar el pasado --en nuestro caso, los escritos de Ignacio-, para abrir uncamino de futuro. Eso pretenden estas pginas.

    Puntos de referencia

    Dicho esto, no pretendo escribir un tratado, como tampoco lo hizo Ignacio. Me limito a ofrecer,en cinco partes, unas claves o puntos de referencia presentados en breves captulos, cada uno delos cuales pondr de relieve un rasgo de la espiritualidad ignaciana.

    Tratando de ser. fiel a Ignacio (con la dosis inevitable de mi propia subjetividad), partir de suexperiencia confrontndola con la nuestra, convencido de que lo que ocurri en Loyola y Manresa esla fuente de todo: acontecimientos que nos parecen extraordinarios, pero que no nos sern extraos,porque, dice l, era Dios quien le enseaba en aquella poca, del mismo modo que es Dios quiennos ensea hoy a nosotros mediante la Escritura. La fuente es nica. (Sern la primera y segundapartes).

    Esa experiencia espiritual la puso Ignacio a disposicin de todos en sus Ejercicios Espirituales,cuyoobjetivo es bien claramente confesado: Buscar y hallar la voluntad divina en la disposicin de su

    vida (EE, l). (Ser la tercera parte).Pero los Ejerciciosno son el todo de la espiritualidad ignaciana. Es cierto que a lo largo de la

    historia los Ejercicios han permitido a muchos hombres y mujeres descubrir su vocacin propia,contemplativa o apostlica, en la vida consagrada o en el matrimonio, segn las ms variadasformas de espiritualidad... Pero el itinerario propio de Ignacio y de sus compaeros, ms all de losEjercicios, les condujo a formar un cuerpo al servicio de la Iglesia militante. Servir en la Iglesia,conforme a un concreto modo de proceder o de actuar (cuarta y quinta partes) tambin formaparte integrante de la espiri tualidad ignaciana.

    Como se trata de puntos de referencia, no voy a desarrollarlos extensamente, sobre todoporque ya han sido objeto de numerosos estudios, especialmente por lo que se refiere a losEjercicios, la oracin y el discernimiento.

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    8/62

    Mi deseo ntimo es que estas pginas no sirvan nicamente de informacin, sino que inviten ahacerse esta pregunta: Me siento yo, o no, emparentado con esta manera de vivir la fe, laesperanza y la caridad, para dar mayor gloria a Dios y para ayudar actualmente a mis hermanos?

    N.B. Para no hacer pesado el texto, no he puesto notas a pie de pgina, sino nicamente referenciasentre parntesis. Al margen de la Escritura, casi todas las citas estn sacadas de las obras de S.Ignacio. Estas son las abreviaturas que he utilizado:

    EE: Ejercicios EspiritualesD: Diario EspiritualA: AutobiografaC: Constituciones de la Compaa de Jess

    Todas estas obras estn publicadas en un solo tomo por la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC).

    Adems, en la Coleccin Manresa (Mensajero/Sal Terrae, Bilbao/Santander 1991) han aparecidoya, en volmenes independientes, El Peregrino. Autobiografa de San Ignacio de Loyola(Introduccin, notas Y comentario por Jos M.' Rambla, S.J.) y La intimidad del Peregrino. DiarioEspiritual de San Ignacio de Loyola(Versin y comentarios de Santiago Thi de Poli, S.J.).

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    9/62

    Captulo I.AL PRINCIPIO

    1. Un gran deseo

    Cmo entender la primera frase de los Ejercicios espirituales: El hombre es creado paraalabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Seor y, mediante esto, salvar su nima (EE,23)?

    Se trata de una ley? Si es una ley, esa ley me condena: es necesario que mi vida entera seaalabanza, respeto y servicio a Dios. Ahora bien, dado que mi vida no es as, estoy perdiendo mialma. As entendido, el prlogo de los Ejercicios abrira de inmediato ante nosotros el abismo de laculpabilidad.

    Pero no se trata de una ley; o, si lo es, no es otra que -como figura en otro prlogo, el de lasConstituciones de la Compaa de Jessla interior ley de la caridad y amor que el Espritu Santoescribe e imprime en los corazones ... (CC, 134). Pero no nos apresuremos a hablar de amor y deEspritu Santo. Se trata, en los Ejercicios, del Principio y fundamento de la existencia: el deseo deDios.

    sa es tambin la primera palabra del relato que narr Ignacio para mostrar cmo le habaconducido el Seor: dice de s mismo que tena un grande y vano deseo de ganar honra(A, 1) . Noes, pues, ni de lejos, un deseo de alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Seor. Lo cualno obsta para que, a partir de ah, Dios se apodere de l.

    Ignacio es un hombre de deseo.Y no slo Ignacio, sino el hombre, todo ser humano. El hombre tiene deseos; ms

    radicalmente, el hombre es deseo. Mientras no llega a su trmino, el ser humano est enmovimiento, y lo que le mueve es el deseo. Deseo de vivir, de sobrevivir, de sobrepasarse. Elhombre se fija objetivos; pero, una vez que los ha alcanzado, no por ello obtiene el reposo.

    Qu significa esto, sino que, ms all de la multiplicidad de sus deseos el hombre se ve ator-mentado por su nico deseo, por el deseo del Unico? El ser humano es deseo, porque es un ser

    creado por Otro y porque es atrado, aspirado por ese Otro, aun cuando lo ignore.Este tormento lo comparte el hombre con todo lo creado. La materia es movimiento, las

    plantas crecen, los animales se ven movidos por sus instintos. El hombre es la consciencia del deseoque mueve al mundo. La creacin entera espera con impaciencia la revelacin de los hijos de Dios.Nosotros sabemos, efectivamente, que toda la creacin gime hasta el presente con los dolores delparto (Rom 8,19-22). Nada es Dios, pero todo viene de Dios y todo aspira a Dios. Por eso, lasotras cosas sobre la haz de la tierra son creadas para el hombre, y para que le ayuden en laprosecucin del fin para que es creado (EE,23).

    La primera experiencia espiritual de Ignacio fue sacar a la luz ese deseo fundamental.

    Convaleciente, soaba con grandes hazaas al servicio de una dama de sangre real. Al mismo

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    10/62

    tiempo, lea libros que narraban la vida de Cristo y las vidas de los santos. Y, poco a poco, lashistorias que lea vinieron a unirsea su deseo de sobrepasarse: Qu sera si yo hiciese esto que hizo San Francisco, y esto que hizoSanto Domingo? (A,7). En el signo de la alegra que le habitaba cuando proyectaba imitar a lossantos, reconoci algo de su deseo fundamental y, cuando termin de curarse de sus heridas,abandon su familia, sus bienes, sus ropajes, y emprendi la ruta de peregrino.

    La vida de Cristo y el ejemplo de los santos fueron para l reveladores. Cristo, porque concentraen s todo el deseo de la tierra entera. Los santos, porque son esclarecedores. Ellos buscaron paraencontrar; ellos encontraron para recobrar nuevo impulso en su bsqueda de Dios.

    El camino de la espiritualidad ignaciana est abierto, pues, al que desea. Con tal de que sevea seducido por la perspectiva de realizar algo grande o de distinguirse en el servicio de una causanoble, se le invitar a considerar cunto es cosa ms digna de consideracin, ver a Cristo nuestroSeor, rey eterno, y delante de El todo el universo mundo, al cual y a cada uno en particular llama

    (EE,95). Con tal de que acepte tan slo detenerse, separarse por un tiempo de sus relaciones y desus ocupaciones ordinarias, para buscar con diligencia lo que tanto desea (EE,20).

    Lecturas recomendadas:Salmos 41 (42); 62 (63); 83 (84): El deseo de Dios. Romanos 8,18-30: El deseo de la creacin.

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    11/62

    2. Sal de tu tierra ...

    Separarse temporalmente de los amigos y de las ocupaciones ordinarias para entrar en losEjercicios (EE,20) parece una decisin irrisoria, comparada con el cambio radical de vida de Ignacio.Sin embargo, hay un punto comn entre ambas decisiones: quien ha presentido que Dios es el Unicoy que todas las fibras de su ser estn en tensin hacia El, no puede emprender su bsqueda sinrealizar un gesto de ruptura, al menos afectiva, con el mundo.

    Por lo dems, no es a un jesuita curtido, ni tampoco a quien ha hecho los Ejercicios, sino al joven candidato que se acerca a entablar contacto con la Compaa de Jess, a quien proponeIgnacio, de entrada, el ncleo mismo de su mstica: Aborrecer, en todo y no en parte, cuanto elmundo ama y abraza; y admitir y desear con todas las fuerzas posibles cuanto Cristo nuestro Seorha amado y abrazado. Como los mundanos que siguen al mundo, aman y buscan con tantadiligencia honores, fama y estimacin de mucho nombre en la tierra, como el mundo les ensea, aslos que van en espritu y siguen de veras a Cristo nuestro Seor, aman y desean intensamente todolo contrario, es a saber, vestirse de la misma vestidura y librea de su Seor por su debido amor yreverencia... pues tal es la va que lleva a los hombres a la vida (CC, 10 l).

    Ms de uno, si lee superficialmente estas lneas, se ver tentado a hacer caso omiso: Puede

    que todo eso, en el mejor de los casos, valga para un religioso; pero, desde luego, no para m.Sera bueno que se tomara tiempo para releerlo, para relacionar esas palabras con el Evangelio,concretamente con aquello de si uno quiere ser mi discpulo ... ; sera bueno que sopesara laspalabras desear, amar, abrazar.... que son palabras de amor. Y que luego mirara al mundo.

    Al hablar del mundo, no me refiero, evidentemente, al universo de la creacin del que dijoDios que estaba muy bien (Gn 1,31) y que el mismo Ignacio ve que ha sido creado para ayudaral hombre en la prosecucin de su fin. Me refiero al mundo en relacin con el adjetivo mundano,que expresa perfectamente lo que se quiere decir.

    Este mundo de mundanos es el templo de los espejismos y de la mentira, la vida segn las apa-

    riencias, donde las personas son consideradas por lo que representan y se ven constantementeobligadas a vivir representando. De qu estamos hablando? Del dinero, del coche, de las joyas,de la bonita figura, del sexo, del hacer carrera... Estamos atrapados en los engranajes de lacompetitividad. El que no aplasta es aplastado... La persona vale no por lo que es, sino por lo quetiene o desea tener. Todo mentira!

    Por debajo de todo ese frenes, Jess ve y denuncia al Prncipe de este mundo: l fue unasesino desde el principio, y nunca ha estado en la verdad... porque l es falso y padre de lamentira (Jn8,44). Que la mentira conduce a la muerte, es algo que tenemos ante los ojos. Pues esta carrerahacia la nada es tan agotadora, y al final tan descorazonadora, que produce efectos de muerte:

    excitantes o euforizantes, doping, alcohol, droga, depresin... Y cuando el universo de las

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    12/62

    apariencias se viene abajo, algunos de los que eran llamados jvenes lobos, incapaces desoportar la verdad, no tienen ms salida que el suicidio.

    Ese mundo nos causa pavor, pero nos asedia y nos impregna por todas partes. No lo queremos,pero l se apodera de nosotros. Ahora bien, no fue San Ignacio quien invent los dos caminos.Vida y felicidad, muerte y desgracia (Dt 30,15); ni aquello de que no se puede servir a dosseores: a Dios y al dinero (Mt 6,14). Hay que elegir. Al optar por el camino que conduce a la vida,los santos se han tomado en serio las palabras del Seor. No se puede jugar con estas cosas, niquerer saltar de un camino al otro, como si jugramos al tres en raya, porque son caminosdivergentes.

    Al optar por imitar a los santos, lo que quiere Ignacio es ser discpulo de Cristo. Al proponernostomar distancias para entrar en los Ejercicios, nos pone en el camino que conduce a la vida.

    Sal de tu tierra! Esta ruptura no es facultativa. Pero tampoco es ms que una condicin previa.

    Lecturas recomendadas:Gnesis 12,1-9: Sal de tu tierra.Deuteronomio 30,15-20: Elige la vida.Lucas 9,23-27: Si alguien quiere venir en pos de m ...

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    13/62

    3. Recibirse de Dios

    Ya hemos hecho la opcin inicial y la ruptura que ello conlleva. Ahora hay que caminar. Ignaciose puso en camino hacia Jerusaln, entregndose a hacer todos los dems rigores que vea haberhecho los santos (A,8). Tiene una inmensa alegra en el corazn. Pero, al cabo de algunos meses,todo se derrumba. La cosa comienza por unas altemancias de sentimientos que l no controla: unasveces se siente desabrido; otras veces le pareca habrsele quitado la tristeza y desolacin, comoquien quita una capa de los hombros a uno (A,21). Ignacio no sabe, no puede dar nombre a eseextrao poder. Siente miedo y se pregunta por esa vida nueva que l no haba previsto. Alestremecimiento le sucede una terrorfica crisis de escrpulos que le atormenta hasta el punto de

    verse tentado a quitarse la vida, (A,24). Hasta el da que el Seor quiso que se despertara como deun sueo. Si cont esta historia, no es porque fuera una historia extraordinaria, sino para nuestroprovecho espiritual.

    Se trata, efectivamente, de algo muy normal y que nos afecta a todos: el ser humano es distintode la imagen que l se hace o desea hacerse de s mismo.

    En la medida en que intenta conformarse a dicha imagen, el ser humano no es l mismo en verdad,su libertad est encarcelada.

    Ignacio se lanz al proyecto de imitar a los santos que haba tomado por modelos. Ah est la

    imagen que mantiene ante sus ojos y a la que quiere conformarse a base de hazaas de austeridad.La imagen ha nacido ciertamente de su deseo. Pero esa imagen es de l, mientras que su deseo esde Dios. Conformndose a unos modelos, Ignacio no es l mismo. La crisis que atraviesa -y por laque Dios le educa va a desembocar en el desmoronamiento de la imagen, necesario para que nazcaun hombre nuevo.

    A esta experiencia de Ignacio corresponde la primera semana de los Ejercicios. A primera vistaparece dedicada a los pecados, pero su verdadera finalidad es reconocer que Dios es mi nicoCreador y Salvador; que slo de l recibo mi vida cada da.

    Qu es el pecado en su origen? Aparentemente no hay diferencia alguna entre la insinuacinde la serpiente -Seris como dioses (Gen 3,5)- y la oracin de Jess -Que sean uno, como t,Padre, ests en m y yo estoy en ti; que tambin ellos sean uno en nosotros (Jn 17,27)-. Pero,mientras que el Mentiroso sugiere hacerse Dios contra Dios por la desobediencia, Jess pide quenos hagamos como Dios con Dios, lo que los Padres de la Iglesia no dudaron en llamar nuestradivinizacin.

    El pecado es siempre un acto de suficiencia y procede de la intencin, ms o menos reconocida,de hacerme a m mismo yo solo, sin Dios e incluso contra Dios. Para transgredir de esa forma mislmites de creatura, yo proyecto ante m una imagen de m mismo: yo-rico, yo-poderoso, yo-seductor,yo-por-encima de los dems, y realizo acciones que se correspondan con esa imagen. Lo mismo

    sucede con las pretendidas buenas intenciones: hacerme un santo, por ejemplo, o al menos unhombre de bien reconocido como tal: esa intencin est pervertida desde el momento en que yo

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    14/62

    pretenda realizarla a fuerza de puos. Pervertidas estn tambin las intenciones que procedan delmiedo ---del miedo a Dios, a los dems, a m mismo, miedo que me eriza de defensas para protegermi integridad espiritual y moral... En la raz de todo esto hay una negativa a reconocer que yo recibomi vida de Otro, mi Creador y Salvador.

    Para que Dios pueda ser as reconocido, es preciso que se venga abajo la imagen del yo. Ladesobediencia --que es en lo que consiste formalmente el pecado-- no es un comportamiento infantil,sino el acto terrible de quien, consciente del poder de su libertad, se niega a reconocer a Aquel quees su Autor. Pecado del mundo, de la historia, del hombre, slo puede ser llamado por su nombreante Cristo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Flp 2,8). Ante el Crucificado, el pecadorpuede reconocer hasta qu punto el pecado conduce a la muerte. Pues, queriendo hacerse a smismo, se ha alejado de las fuentes de la vida: de Dios, que es quien la da, y de las criaturas que laalimentan. Pues yo solo, qu puedo ser? (EE,58). Nada. La lucidez de esta constatacinconducira a la desesperacin si, desde el comienzo, no estuviera presente Cristo crucificado quesalva de la desesperanza. Yo no estoy solo. Yo puedo hablar.

    Palabra tmida y balbuciente al principio, hecha de preguntas y de admiraciones: Cmo deCreador es venido a hacerse hombre, y de vida eterna a muerte temporal, y as a morir por mispecados (EE,53). Y todas las criaturas, cmo me han dejado en vida y conservado -en ella... losngeles... los santos... los cielos... el sol y la luna, las estrellas y elementos, los frutos, aves, peces yanimales (EE,60).

    Palabra liberadora que estalla en un canto de accin de gracias a Dios nuestro Seor porqueme ha dado vida hasta ahora (EE,61); a Cristo ... : cmo hasta ahora siempre ha tenido de mtanta piedad y misericordia (EE,71).

    Palabra creadora, finalmente, abierta a un futuro en el que yo me dispongo a actuar con Dios:Qu debo hacer por Cristo? (EE,53); proponiendo enmienda con su gracia para adelante, meenmiende, me ordene (EE,63).

    Al salir de la prueba, el ser humano se ve, de esta forma, remitido a una justa relacin con Dios,con el mundo y consigo mismo.

    Dios, el Autor de la vida del hombre: de l la recibe cada instante; el hombre se recibe. Estsituado en una relacin de dependencia, no de esclavitud. Porque la distancia entre la DivinaMajestad y el hombre abre el espacio de una palabra. Nunca sern de temer las exigencias de Dioscomo algo que se imponga desde fuera, sino que habrn de brotar como fruto de esa palabra

    intercambiada en la que se reconocern dos deseos que andan ambos al encuentro el uno del otro.

    En adelante, el mundo ser percibido como creacin, en la que el hombre contempla las huellasde Dios y descubre la ayuda que Dios le ha dado para que no est solo. Esta mirada hace lcido alhombre para discernir el mal, obra de la nada que es l mismo. La creacin se convierte para elhombre en el nico terreno de su bsqueda de Dios y de su encuentro con Dios, que le conduce aproseguir su ruta de peregrino.

    Finalmente, el hombre est en condiciones de entrar y progresar en una adecuada relacinconsigo mismo. Pecador y salvado, asume su pasado, por gravoso que sea, para afrontar su futuro.Sabe que es propio de su naturaleza el fabricar imgenes y elaborar proyectos, pero aprender aponer distancia entre su deseo de Dios y sus proyectos humanos, de forma que, si stos se vienen

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    15/62

    abajo, l vuelve a su deseo; y, si tienen xito, no los convierte en dolos. Nacido a s mismo delEspritu, queda liberado de la fascinacin de las imgenes.

    En adelante, ya tiene otra Imagen a la que mirar. Basta con que se deje ensear!

    Lecturas recomendadas:Gnesis 2 y 3: Creacin, ley, mentira. Juan 3: Entrevista con Nicodemo.

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    16/62

    CAPITULO II.YO HAGO NUEVAS TODAS LAS COSAS

    4. Quin es tu Dios?

    El Dios de Ignacio es el Dios de los cristianos: Padre, Hijo y Espritu Santo, un solo Dios en trespersonas. Los cristianos trazamos sobre nuestro cuerpo la seal de la cruz en el nombre del Padre,del Hijo y del Espritu Santo. Pero vivimos lo que creemos? Y lo que creemos es vital paranosotros?

    San Ignacio deca que tena una gran devocin a la Santsima Trinidad. Devocin en elsentido fuerte del trmino, en el sentido de entrega (a la Trinidad): Y as haca cada da oracin alas tres Personas distintamente... y tambin a la Santsima Trindad (A,28). El estilo de estadevocin suya fue un secreto entre l y Dios, que slo confi a las ardientes pginas de su DiarioEspiritual, sin pretender imponrselo a los suyos. Con todo, parece ser un rasgo esencial de laespiritualidad ignaciana.

    Con San Juan, creemos que el amor viene de Dios, porque Dios es amor (1 Jn 4,7-8). Ahorabien, para Ignacio el amor no es un sentimiento vago: El amor se debe poner ms en las obras queen las palabras (EE,230) y consiste en comunicacin de las dos partes, es a saber, en dar ycomunicar el amante al amado lo que tiene o de lo que tiene o puedei

    (EE, 23 l). Dice esto porque se le ha concedido, por gracia eminente, aproximarse al misterio de lavida ntima de Dios. E intent traducir su experiencia mediante una imagen bastante inslita, perosugerente: tres teclas de un instrumento musical (A,28); como una msica, como un acorde detres notas percibidas junta y separadamente, enriquecida cada una por los annnicos de las otrasdos. Intercambio, comunicacin, relacin.

    No busquemos la prueba del misterio. Lo nico que podemos hacer es acogerlo como nios

    pequeos cuando nos es revelado. Pero, si lo acogemos, todo cambia.Es posible concebir un Dios-Amor que, en su soledad de Ser Supremo, mire con indiferencia el

    hormiguero humano desde lo alto de su Olimpo? Es posible incluso concebir un Dios Vivo en esaglida soledad?

    Viendo a Jess relacionarse amistosamente con Aquel al que llama Padre, vindole exultarde gozo bajo la accin del Espritu Santo (Lc 10,21), los discpulos recibieron la revelacin de queDios no es un solitario. Es un Dios nico, s, pero es tambin un Dios vivo por un acto eterno deamor: eternamente el Padre engendra al Hijo comunicndole todo cuanto l es y todo cuanto tiene.Eternamente, como Jess en el Evangelio, el Hijo devuelve al Padre todo cuanto de l recibe.

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    17/62

    Eternamente, de ese amor recproco del Padre y del Hijo, procede el Espritu Santo que los une.Vida incesante, porque es incesante relacin y comunicacin.

    Creo en un solo Dios que es Padre, Hijo y Espritu Santo. Acojo en la fe lo que sigue siendo unmisterio, pero no como algo que ciega a la razn, sino como el manantial resplandeciente queilumina y transforma la vida. No hay vida si no hay amor en acto. No hay amor si no haycomunicacin mutua. Es posible que me sea dado experimentarlo?

    Cuando una futura madre siente en su vientre el primer estremecimiento de la vida que llevadentro y, en lugar de replegarse en su gozo, hace partcipe de l al hombre con el que ha creado esenuevo ser, esa mujer da a ese hombre un nombre nuevo: Amor mo, eres el padre de nuestro hijo.

    Experimentar a nuestro Dios es algo parecido. Sucede con ms frecuencia de lo que solemospensar que, a partir de una frase de la Escritura, el que ora experimenta ese estremecimiento ntimoque se expresa espontneamente en un grito: Padre! No lo dudes: es el Espritu Santo quien

    habla en ti, pues sois verdaderamente hijos: Dios ha enviado a vuestros corazones el Espritu de suHijo que grita: Abba Padre! (Gal 4,6). Tambin puede ocurrir que en ese estremecimiento brote elcanto de alabanza: Jess, el Cristo, es Seor para gloria de Dios Padre (Flp 2,1 l). Una vez ms,es cosa del Espritu Santo, pues nadie puede decir 'Jess es Seor' si no es por influjo del EsprituSanto (1 Cor 12,3).

    Pero, aparte de estas experiencias privilegiadas, aprendamos humildemente a nombrar a lasPersonas divinas cuando oramos: Hacer un coloquio, pensando lo que debo hablar a las tresPersonas divinas... pidiendo segn que en m sintiere (EE, 109). Si me siento llevado de unsentimiento filial, oro al Padre; si de un deseo de proximidad, al Hijo; si de una aspiracin a lacomunin, al Espritu. Nombrar a las Personas es aprender a hablar a Dios como a una persona. Es

    tambin aprender a hablar a los dems y de los dems tratndolos como quisiramos que ellos nostrataran a nosotros.

    Cuando se sabe la importancia que Ignacio daba a la palabra y a la comunicacin, y lanecesidad de ambas cosas en nuestra poca, en que tanto se habla y tan poco nos comunicamos,entonces se comprende que el misterio trinitario se halle en el origen de la espiritualidad ignaciana yque sea, si se nos permite decirlo, de rabiosa actualidad.

    Lecturas recomendadas:Lucas 10,21-22: La revelacin a los pequeos y sencillos. Glatas 4,1-6: Trinidad y libertad.Ejercicios Espirituales, 101-109: Contemplacin de la Encarnacin.

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    18/62

    5. La tierra y todos sus habitantes

    En el plural que usa Gnesis 1,26 (Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza), losPadres de la Iglesia vieron un anuncio del protagonismo de las tres Personas divinas en la obracreadora. Si lo propio del amor es comunicarse, la creacin aparece como la difusin hacia elexterior de s mismas del amor que une a las Personas divinas. Y como su Fundamento es trinitario,la espiritualidad ignaciana se basa tambin en una teologa de la Creacin: Dios, nuestro Creador ySeor. Por eso, en la enseanza que Ignacio recibi en Manresa, ocupa el segundo lugar el modocon que Dios haba creado el mundo, que le pareca ver una cosa blanca, de la cual salan algunosrayos y que de ella haca Dios lumbre (A,29).

    Fijmonos en esta imagen: Que exista la luz! (Gn 1,2). La luz permite percibir y distinguir losobjetos con todas sus diferencias. Al leer el primer captulo del Gnesis, la creacin aparece menoscomo una obra de fabricacin que como una obra de separacin: separacin del da y de la noche;de la tierra y del cielo; de la tierra firme y del lquido elemento; de las plantas y de los animales,cada uno segn su especie; del hombre y de la mujer... Efectivamente, el amor slo puedecomunicarse viendo al otro como diferente de uno mismo. No es cuestin de fusin ni de confusin.

    Ignacio fue particularmente sensible a esa distancia, que es la nica que permite amar y seramado. Slo Dios es Creador, y todo cuanto existe es creatura. As pues, la actitud humanafundamental es el respeto a Dios. Qutate las sandalias (Ex 3,5). Pero el respeto no es obstculoal amor: reconocer a Dios como mi Creador me hace aspirar a l. En su Diario Espiritual nos dejIgnacio esta oracin: Dadme humildad amorosa: el amor que me lanza hacia mi Creador; la

    humildad que mantiene la distancia.E Ignacio aade enseguida: Despus en el da gozndome mucho en acordarme de esto,

    parecerme que no parara en esto, mas que lo mismo despus sera con las criaturas, es a saber,humildad amorosa (D, 30-111-1544). Las criaturas no son Dios -No inclinars la rodilla ante losdolos: (Dt 5,9)-, pero cada una de ellas, porque existe, por su belleza y bondad, expresa a su modoalgo de su Autor. Por eso la mano se extiende hacia la rosa, porque es bella, y hacia el fruto, porquees apetitoso.

    Pero todo con enorme respeto. Los problemas ecolgicos no se planteaban en tiempos deIgnacio. Hoy el cuidado de la tierra no debera basarse tanto en el temor a su destruccin cuanto enesa humildad amorosa para con las criaturas de Dios. Pero sin olvidar que todas las cosas sobrela haz de la tierra son creadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecucin del fin paraque es criado (EE,23). Todas estn al servicio del hombre.

    El respeto al hombre es an ms radical. Nadie puede servirse de los seres humanos, porquetodos ellos son imagen del Creador y todos ellos son huesos de mis huesos y carne de mi carne(Gn 1,26; 2,23). Pero nuestro comn origen no borra las diferencias. En la contemplacin de laEncarnacin, Ignacio invita a ver a las Personas divinas abrazando en una misma mirada de amor yde misericordia a todas las personas de la haz de la tierra, en tanta diversidad, as en trajes comoen gestos, unos blancos y otros negros, unos en paz y otros en guerra, unos llorando y otros riendo,unos sanos y otros enfermos, unos naciendo y otros muriendo ... (EE,106). Una mirada llena derespeto.

    La luz exterior pone de relieve nuestras diferencias. La luz de la fe reconduce a la imagen

    comn. Todo hombre es imagen de Dios por la libertad que Dios le ha dado al someterle toda lacreacin. Pero Dios vive en la relacin del Padre, del Hijo y del Espritu Santo. Consiguientemente,

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    19/62

    todos los hombres, tomados en conjunto, somos imagen del Dios Trino, por las relaciones quemantenemos unos con otros y que hacen de cada uno de nosotros una persona. Desde elconocimiento de nuestras diferencias nos vemos, pues, conducidos al reconocimiento pleno y totalde cada uno, sin exclusin, como distinto de m y sin el cual yo no podra amar y ni siquiera existir.

    Una mirada llena de respeto, un movimiento de reconocimiento que me lleva hacia el otro conhumildad amorosa; actitud que, finalmente, me lleva a la accin de gracias y a la alabanza delCreador. Tal es la conclusin de Ignacio: En manera que considerando los unos a los otros,crezcan en devocin y alaben a Dios nuestro Seor a quien cada uno debe procurar de reconocer enel otro como en su imagen (CC,250).

    Lecturas recomendadas:Gnesis 1 y 2: Hagamos al hombre a nuestra imagen.Sabidura 11,21-12,2: T amas a todos los seres.Salmo 8: Qu es el hombre?

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    20/62

    6. En el corazn de este mundo

    Creaste todas las cosas con sabidura y amor. Hiciste al hombre a tu imagen y semejanza y leencomendaste el universo entero (Plegaria Eucarstica IV).

    Pero este mundo, sacudido por peridicas convulsiones, secretamente atormentado por fuerzasde muerte, cmo se sostiene? Qu poder ms fuerte que la muerte contiene a las fuerzas de lamuerte?

    Jess respondi con unas de sus ltimas palabras: Yo estoy con vosotros todos los das hasta

    el fin del mundo (Mt 28,20). Y Pablo escribe a los Colosenses (1,15-19): Este (Cristo) es imagende Dios invisible, nacido antes que toda criatura, pues por su medio se cre el universo celeste yterrestre... l es modelo y fin del universo creado, l es antes que todo, y el universo tiene en l suconsistencia... pues Dios, la Plenitud total, quiso habitar en l.

    De esta presencia en el corazn del mundo se nos ha dejado un signo: la Eucarista.

    Ignacio nos cuenta as la tercera revelacin que recibi en Manresa: As que, estando en estepueblo en la iglesia del dicho monasterio oyendo misa un

    da, y alzndose el Corpus Domini, vio con los ojos interiores unos como rayos blancos que venande arriba; y aunque esto, despus de tanto tiempo, no lo puede bien explicar, todava lo que l viocon el entendimiento claramente fue ver cmo estaba en aquel Santsismo Sacramento Jesucristonuestro Seor (A, 29).

    El pan es el smbolo de la vida. Cuando se lo presentamos a Dios para que se transforme enpan de vida, lo definimos como fruto de la tierra y del trabajo del hombre. Fruto de la tierra: en lestn concentradas las energas de la naturaleza, la tierra, el sol, el agua. Fruto del trabajo delhombre: representa simblicamente la suma de las energas humanas invertidas, desde el laboreode la tierra y la sementera hasta la molienda y el amasadero.

    Contemplando ese pan elevado entre el cielo y la tierra, Ignacio vio los mismos rayos que lehaban significado en otra ocasin la manera como Dios haba creado el mundo. Pero ahora la luzdifusa sobre la creacin le pareca centrada en el pan consagrado, como si las energas trinitariasvinieran a unirse a las energas naturales y humanas para hacer del Cuerpo del Seor la fuerzapoderosa que mantiene unidos los elementos del mundo y el motor de la vuelta de la creacin haciasu Creador.

    En el contexto y la sucesin de las revelaciones de Manresa, esto es, al parecer, lo que percibiIgnacio.

    Esta revelacin ocupa el lugar central en el ordenado relato que de las mismas hace Ignacio. Yes un hecho que el misterio eucarstico se halla en el centro de la espiritualidad, aunque Ignacio

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    21/62

    fuera sumamente discreto a la hora de explayarse al respecto. En el Diario Espiritualvemos que lamisa diaria era para l el momento y el lugar de las mayores luces trinitarias con que fue gratificado,como si las Personas divinas, por mediacin del Cuerpo de Cristo, vinieran a hacerse presentes enel centro mismo de sus ocupaciones ordinarias. Y en los Ejercicios, concluido el trabajo de laeleccin, que es su verdadero centro, propone Ignacio que debe ir la persona que tal (eleccin)ha hecho, con mucha diligencia, a la oracin delante de Dios nuestro Seor y ofrecerle la taleleccin, para que su divina Majestad la quiera recibir y confirmar (EE, 183). Los trminos que pone--ofrecer, recibir, confirmar- son trminos eucarsticos y, de hecho, la primera contemplacin que vaa proponer despus de la eleccin es el relato evanglico del Jueves santo (EE, 190).

    En un elogio a Ignacio de Loyola, un jesuita desconocido del siglo XVII dio con esta frmula afor-tunada: Propio de lo divino es no estar encerrado en lo mayor y, sin embargo, estar contenido en lomenor. Esta verdad ocupaba el centro de Ignacio e inspira su espiritualidad, pero se ajustaintensamente al misterio de fe que celebramos en la Eucarista, donde lo infinitamente grandetoma cuerpo en lo infinitamente pequeo.

    Segn esa misma lgica espiritual, la Compaa de Jess vio cmo se le confiaba la misin depropagar la devocin al Corazn de Jess en una revelacin que Nuestra Seora hizo a SantaMargarita Mara, el 2 de julio de 1688, en Paray-le-Monial. La devocin al Corazn de Jess tiene suorigen en la transfixin del costado de Jess, del que brotaron sangre y agua (Jn. 19,34). Alcontemplar esta ltima escena de la Pasin, los Padres de la Iglesia vieron en ella el nacimiento delos sacramentos de la Iglesia: el bautismo y la eucarista. Aunque no podemos decir que Ignaciotuviera una particular devocin al Corazn de Jess, es evidente que s recogi una larga tradicinde la piedad cristiana cuando propuso, a lo largo de los Ejercicios, usar la oracin Alma de Cristo: ...Sangre de Cristo, embrigame. Agua del costado de Cristo, lvame... Dentro de tus llagas,escndeme ...

    Ninguna devocin es obligatoria, aun cuando haya sido recomendada por la Iglesia. Tan sloson medios que pueden emplearse en la medida en que nos ayuden a mejor conocer, amar y servira Cristo nuestro Seor. Ahora bien, hay que confesar que las imgenes del Sagrado Corazn quedatan del siglo XIX no se corresponden ya con nuestra sensibilidad.

    Pero, ms all de la expresin plstica, la imagen del corazn sigue siendo elocuente. En la vidacorporal, el corazn impulsa la sangre que circula por las arterias para irrigar de vida todos losmiembros del cuerpo. En la vida del espritu, el corazn es considerado como el centro de lapersonalidad: es el lugar de las emociones y de los movimientos que nos conducen hacia los dems;es el que hace que suban hasta nuestros labios las palabras de la cordialidad y del amor, pues de

    la abundancia del corazn habla la boca (Mt 12,34). De esta forma, la imagen del corazn atraviesatoda la Biblia, revelndonos lo que desborda del corazn de Dios y lo que desborda del corazn delhombre. Esa imagen es menos la de un corazn sangrante que la de un corazn que late.

    El signo del pan y el smbolo del corazn expresan, pues, la misma realidad del Amor que hadescendido a lo ms bajo para sostener al mundo en Cristo y darle el impulso de su retomo alCreador.

    En sus primeros escritos del tiempo de guerra (1916-1919), el padre Teilhard de Chardincelebraba en una misma fe el amor a la Tierra, la Misa sobre el Mundo y el Corazn de Jess.Retomndolo todo en su ltima obra, cinco aos antes de su muerte, pona estas palabras comoencabezamiento de En el corazn de la Materia:

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    22/62

    En el corazn de la Materia,un corazn del Mundo,

    el corazn de todo un Dios.

    Lecturas recomendadas:Colosenses 1,15-20: Todo se sostiene en l.Juan 6,22-59: El pan que yo os dar es mi carne para la vida del mundo.Juan 19,31-37: Mirarn al que traspasaron.

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    23/62

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    24/62

    imitar y parecer ms actualmente a Cristo nuestro Seor, ms pobreza con Cristo pobre que riqueza,oprobios con Cristo lleno de ellos que honores, y desear ms ser estimado por vano y loco porCristo, que primero fue tenido por tal, que por sabio ni prudente en este mundo (EE,167).

    Pero, atencin! Esta eleccin es secundaria respecto a la decisin de seguir a Cristo: lo primeroes estar con l, porque l me ama; y si l quiere elegirme. Yo no tengo, pues, que andarprogramando nada. Y si, a veces, tengo miedo, me vuelvo humildemente hacia Jess: No permitasque me separe de ti.

    Ignacio anota un da: Dnde me queris, Seor, llevar? Y, casi a rengln seguido: Siguin-doos, mi Seor, yo no me podr perder (D,5-1111544).

    Lecturas recomendadas:Juan 1,5-35: Se quedaron con l.Lucas 5, 1-11: Dejndolo todo, le siguieron.Juan 21,15-19: Otro te llevar ... .

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    25/62

    8. Un hombre nuevo

    Siguiendo paso a paso el Evangelio, los Ejercicios ensean a vivir con Jess en lacamaradera a la que el propio Jess invita en la meditacin del Reino: desde la Encarnacinhasta el ltimo misterio, el de la Ascensin del Seor, en el que una nube le ocult a su vista(Hech 1,9). Ignacio quiso seguir fsicamente este recorrido.

    Desde su convalecencia haba proyectado ir a Jerusaln. Ms tarde, decidi pasar all su vidaentera para seguir a Cristo, poniendo sus pasos sobre los suyos y ayudando a las almas. Pero elGuardin de los Santos Lugares no se lo permiti y le impuso la orden de regresar con los demsperegrinos... Entonces se fue al Monte de los Olivos, donde, dice Ignacio, est una piedra, de la

    cual subi nuestro Seor a los cielos, y se ven an ahora las pisadas impresas. All volvi una vezms, desafiando las prohibiciones, porque no haba bien mirado en el monte Olivete a qu parteestaba el pie derecho, o a qu parte el izquierdo (A,47). Ingenuidad de un hombre desorientado,como por un tiempo lo estuvieron los discpulos de Jess cuando le vieron desaparecer. Como aveces lo somos nosotros mismos, la ltima tarde de unos Ejercicios, por ejemplo, ante el pen-samiento de volver a un mundo en el que la presencia de Jess no siempre ser sensible.

    Quiz se acord entonces Ignacio de la ltima enseanza que haba recibido en Manresa:

    Una vez iba por su devocin a una iglesia que estaba poco ms de una milla de Manresa, quecreo yo que se llama San Pablo, y el camino va junto al ro; y yendo as en sus devociones, se sent

    un poco con la cara hacia el ro, el cual iba muy hondo. Y estando all sentado, se le empezaron aabrir los ojos del entendimiento; y no que viese alguna visin, sino entendiendo y conociendomuchas cosas, tanto de cosas espirituales, como de cosas de fe y de letras; y esto con unailustracin tan grande, que le parecan todas las cosas nuevas. Y no se puede declarar losparticulares que entendi entonces, aunque fueron muchos, sino que recibi una gran claridad en elentendimiento; de manera que en todo el discurso de su vida, hasta pasados sesenta y dos aos,coligiendo todas cuantas ayudas haya tenido de Dios, y todas cuantas cosas ha sabido, aun cuandolas ajunte todas en uno, no le parece haber alcanzado tanto como de aquella vez sola. (Y esto fue entanta manera de quedar con el entendimiento ilustrado, que le pareca como si fuese otro hombre ytuviese otro intelecto que tena antes) (A,30).

    No sabemos con detalle lo que Ignacio pudo conocer y comprender, pero s podemos centrarnosen tres puntos que parecen fundamentales en su espiritualidad.

    El primero de ellos es el lugar de esa iIuminacin, que l describe con mucha precisin.Yendo de camino, Ignacio se detiene y se queda mirando hacia el ro (Cardoner) que fluye msabajo. Y all,

    sin que se produzca una especial visin, se abren los ojosde su inteligencia. Fue, pues, mirandohacia abajo como percibi las cosas de Dios. Abajo fluye un ro, como fluyen bajo nuestros ojoslosacontecimientos de la historia, cuya coherencia difcilmente percibimos, y los acontecimientos denuestra propia vida, tan desconcertantes y, a veces, tan desquiciantes.

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    26/62

    En segundo lugar, Ignacio comprendi. Algo parecido a lo que ocurre en esos instantesprivilegiados de una paciente bsqueda en que, de repente, los elementos de un problema quepareca insoluble se ordenan en el espritu y se unifican, hacindose perceptibles las relacionesexistentes entre ellos, lo cual nos permite comprender. Para Ignacio, el mundo se vuelve coherente ydotado de orientacin; las cosas adquieren un sentido, es decir, una significacin y una direccin.

    En tercer lugar, esa comprensin no se limita al denominado mbito espiritual, sino que,segn l, afecta a las cosas de la fe, a aquellos datos de la Revelacin que muchas veces seoponen a la razn humana. En ese momento, todos ellos se articulan en un todo y se iluminan unosa otros. En la ribera del Cardoner, Ignacio accedi al dilogo ininterrumpido de la inteligencia queinterroga a la fe y de la fe que estimula la bsqueda de la inteligencia.

    Aade Ignacio -y esto es an ms sorprendente que comprendi lo referente a las letras. Enel lenguaje de su poca, hay que entender por ello todo cuanto hace un hombre letrado, capaz deabarcar los dominios de la cultura en su sentido ms amplio. La cultura representa, efectivamente, el

    esfuerzo de la humanidad por dominar y transformar la naturaleza: la literatura, desde luego, perotambin las artes y las ciencias, la economa y la poltica.tarde de unos Ejercicios, por ejemplo, ante el pensamiento de volver a un mundo en el que lapresencia de Jess no siempre ser sensible.

    Quiz se acord entonces Ignacio de la ltima enseanza que haba recibido en Manresa:Una vez iba por su devocin a una iglesia que estaba poco ms de una milla de Manresa, que

    creo yo que se llama San Pablo, y el camino va junto al no; y yendo as en sus devociones, se sentun poco con la cara hacia el ro, el cual iba muy hondo. Y estando all sentado, se le empezaron aabrir los ojos del entendimiento; y no que viese alguna visin, sino entendiendo y conociendomuchas cosas, tanto de cosas espirituales, como de cosas de fe y de letras; y esto con una

    ilustracin tan grande, que le parecan todas las cosas nuevas. Y no se puede declarar losparticulares que entendi entonces, aunque fueron muchos, sino que recibi una gran claridad en elentendimiento; de manera que en todo el discurso de su vida, hasta pasados sesenta y dos aos,coligiendo todas cuantas ayudas haya tenido de Dios, y todas cuantas cosas ha sabido, aun cuandolas ajunte todas en uno, no le parece haber alcanzado tanto como de aquella vez sola. (Y esto fue entanta manera de quedar con el entendimiento ilustrado, que le pareca como si fuese otro hombre ytuviese otro intelecto que tena antes) (A,30).

    No sabemos con detalle lo que Ignacio pudo conocer y comprender, pero s podemos centrarnosen tres puntos que parecen fundamentales en su espiritualidad.

    El primero de ellos es el lugar de esa Iluminacin, que l describe con mucha precisin.Yendo de camino, Ignacio se detiene y se queda mirando hacia el ro (Cardoner) que fluye msabajo. Y all,sin que se produzca una especial visin, se abren los ojosde su inteligencia. Fue, pues, mirandohacia abajo como percibi las cosas de Dios. Abajo fluye un ro, como fluyen bajo nuestros ojoslosacontecimientos de la historia, cuya coherencia difcilmente percibimos, y los acontecimientos denuestra propia vida, tan desconcertantes y, a veces, tan desquiciantes.

    En segundo lugar, Ignacio comprendi. Algo parecido a lo que ocurre en esos instantesprivilegiados de una paciente bsqueda en que, de repente, los elementos de un problema quepareca insoluble se ordenan en el espritu y se unifican, hacindose perceptibles las relaciones

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    27/62

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    28/62

    Proverbios 8,22-31:Jugando por el orbe de la tierra, mis delicias estn con los hijos de loshombres, dice la Sabidura.

    Sabidura 7,22-8,1: La Sabidura de Dios despliega su fuerzade un extremo al otro del mundo.

    Salmo 104 (105): T renuevas la faz de la tierra.Hechos 17,22-31: Somos del linaje de Dios.

    En Manresa, donde Dios enseaba a Ignacio de la misma manera que trata un maestro deescuela a un nio (A,27), quedan establecidos los fundamentos de su espiritualidad:

    1. Dios -Padre, Hijo y Espritu Santo es una relacin de amor.

    2. Es el amor trinitario, difundido fuera de s mismoel que ha creado el mundo.

    3. Jesucristo, Hijo de Dios, realmente presente en la Eucarista, es el punto focal de la historia parareconducirla a su Creador.

    4. En esa vuelta al Padre, por un camino lleno de penalidades, el Cristo del Evangelio ser com-paero de quien camine en su seguimiento.

    5. La presencia creadora de Dios llena el universoy la historia de los hombres.

    Todo queda dicho, pero todo queda por hacer. Una espiritualidad no es slo una manera dehablar con Dios, del mundo y de uno mismo. Es un proyecto de vida.

    Despus de Manresa, Ignacio avanza sobre la tierra firme e inscribe sus pasos en la historia hu-mana. Desde ahora, el Peregrino nos invita a entrar en la experiencia para actuar, amar y servir.

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    29/62

    CAPITULO IIIBUSCAR LA VOLUNTAD DE DIOS

    9. Por ejercicios se entiende...

    Disponed a toda vuestra voluntad ...

    No hay ms camino para ir a Dios que hacer su voluntad. En esto no es original Ignacio. Peros lo es, y ms an en su tiempo, al insistir en la necesidad de buscar y encontrar la voluntad deDios y al proponer los medios para conseguirlo.

    La voluntad de Dios nos es conocida parcialmente por la ley. Pero hoy -y ya en el siglo XVIlfrontera entre el bien y el mal no siempre es fcil de determinar. Adems, muchas preguntas en lasque se juega el destino del hombre escapan a las categoras de lo permitido y lo prohibido: casarseo no?; qu carrera elegir?; qu tren de vida llevar?; tener hijos o no tenerlos?; aceptar o notal compromiso?, etc. Antao, estas preguntas se resolvan por va de autoridad: la naturaleza o lafuerza de las cosas, los padres, los superiores jerrquicos... Y sus decisiones eran interpretadascomo la voluntad de Dios. Ahora bien, resulta que, sin menospreciar nunca la ley ni las autoridades,

    Ignacio tuvo que encontrar su camino en la vida sin poder referirse a las autoridades humanas. Eneste punto Ignacio es absolutamente moderno.

    Sobre todo, y gracias a una especie de instinto espiritual, Ignacio no acepta que la ley o laautoridad se impongan desde fuera. La ley slo es practicable si es amada; la voluntad de Dios sloes acogida si se recibe como un don que colma mis esperanzas y en el que yo reconozco la manodel Dador, el cual desea drseme (EE,234).

    En suma, la voluntad de Dios slo puede hallarse en el encuentro con Dios, en la experiencia deDios. Esa es la inmensa ambicin de Ignacio!

    Ahora bien, para disponerse a tal encuentro, cuya iniciativa corresponde nicamente a Dios, Ig-nacio propone el medio ms comn y ms didctico: el ejercicio. De nuevo, lo inmenso se vale de lonfimo.

    Todos sabemos lo que es un ejercicio: un momento de la vida delimitado en el tiempo y en elespacio, con un comienzo y un final, y que se realiza en un lugar determinado: en la mesa de trabajo,frente al encerado, en el gimnasio, en el estadio, en la capilla, en el rincn privado de oracin decada cual... Lo impone o lo propone un monitor, un maestro, un manual de instrucciones, unacompaante espiritual... Despus de realizarlo, se revisa, se examina, se corrige. Finalmente, paraadquirir una progresiva soltura, los ejercicios han de ser repetidos...

    El ejercicio espiritual no es distinto: proposicin, ejecucin, revisin, repeticin. Pero es espiritual. Elcuerpo desempea su papel, pero al servicio del espritu. Supone acciones fsicas, pero orientadas a

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    30/62

    interiorizar los sentidos, abriendo a un tiempo y un espacio inexplorados. Se apoya en unacontecimiento exterior -una palabra de Dios, en una escena evanglica, un suceso de la vida, unpaisaje, una lectura una pelcula (toda actividad espiritual, dice Ignacio)-, pero haciendo que elacontecimiento exterior penetre en el corazn, puedan observarse las repercusiones que produce enl y se pueda sacar algn provecho.

    El ejercicio espiritual, como el fsico o el acadmico, busca un resultado que se obtiene al re-leerlo. Entonces se cae en la cuenta de que el espacio y el tiempo interiores son el escenario deunos acontecimientos cuya intensidad es desproporcionada con respecto a lo que se nos ordenhacer. Se revelan entonces tendencias y fuerzas cuyo lugar de enfrentamiento es el corazn delhombre: fuerzas de vida que le impulsan hacia lo alto y fuerzas de muerte que le arrastran haciaabajo. Y, sobre todo, se revela la acin de Dios, que acaba con todo tipo de resistencias y temoresntimos, hasta el punto de que, en determinados momentos, se experimenta cmo el mismo Criadory Seor se comunica inmediate con la criatura ' y la criatura con su Criador y Seor (EE,15). Ese esel fruto que hay que recoger.

    Antes de hacer la experiencia, muchos se muestran reacios ante la multitud de consejos y procedi-mientos que Ignacio ofrece en sus Ejercicios Espirituales:modos de orar, actitudes corporales,control de la respiracin, composicin de lugar, peticin de gracia, ejercicios de las facultades,aplicacin de sentidos, etc. Se imaginan que la libertad y la espontaneidad van a quedar comoencerradas en una coraza. Es cierto que hay en los Ejercicios una disciplina de la oracin. Pero elresultado de la oracin no es fruto --como si se tratara de una pura tcnica de nuestros esfuerzos,que, por lo dems, resultan fciles y cuasi-naturales a medida que se realizan. El fruto, es Dios quienlo da libremente. El dispositivo organizado por Ignacio no pretende ms que disponer a recibirlo.

    Nunca podr decir con verdad: Disponed a toda vuestra voluntad, si, da a da y

    pacientemente, no dispongo humildemente mi corazn para que deje actuar a Dios.

    Lecturas recomendadas:1 Corintios 9,24-2'1: En el estadio todos corren ... 2 Reyes 5,1-14: Ve a baarte siete veces en el Jordn ...

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    31/62

    10. El combate espiritual

    Dejar actuar a Dios no se consigue desde el comienzo. Hay fuerzas adversas que lo impiden yen las que Ignacio reconoce la accin del demonio. En los tiempos de su conversin en Loyola,comprendi que, entre los pensamientos que asediaban a su espritu, unos provenan de Dios yotros del demonio (A,8). En Manresa acab identificando al demonio en una imagen que ejercasobre l una intensa seduccin (A, 3 l). La Autobiografa no volver a hablar de este personaje. Noes que haya desaparecido, sino que ha sido reconocido y ha quedado dominado. As, ms tarde,despus de haber decidido poner fin a un debate interior tomando una firme decisin, por unmomento se ve tentado de volver atrs. Su reaccin es inmediata: El tentador no haciendo, mas

    queriendo dar alguna muestra de hacerme dubitar, yo sbito respondiendo sin turbacin alguna,antes como a una cosa vencida: 'a tu posta' (D,30 bis, 12-1111544). La misma respuesta que Jessdio a Pedro cuando ste quiso apartarle del camino de su PasinAprtate de m, Satans (Mt16,23).

    En los Ejercicios se habla con cierta frecuencia de los demonios, unas veces en plural, otras ensingular; en este ltimo caso, una vez se le llama Lucifer, pero lo ms frecuente es llamarle elngel malo, el mal espritu, el enemigo de la natura humana. Pero, al igual que en la Escritura,este enemigo slo se manifiesta cuando Dios ya ha realizado su obra creadora y salvadora. Dedonde se deducen dos consecuencias:

    1. Satn no es el rival de Dios, como si se tratara de un combate incierto entre dos adversarios.

    No es ms que una criatura. l no crea nada. Lo nico que puede es intentar deshacer lo que hasido hecho. No es un rival, es un rebelde. Dios es mayor y ms fuerte que l.

    2. Satn viene despus. Por eso, slo quien ha empezado a tener la experiencia de Dios tendrla experiencia del demonio. Y quiz, si nuestra poca no es tan sensible a la presencia del mal en elmundo, es porque ha tenido y sigue teniendo una fuerte experiencia de Dios.Pero, entonces por qu sucumbimos tan frecuentemente a la tentacin? Porque el enemigo en-cuentra en nosotros secretas connivencias que se resumen en lo que la Escritura llama la carne(no el cuerpo, que tiene prometida la gloria, sino todo aquello que, en el alma o en el cuerpo, estsometido al espesor de la materia y a la corrupcin). Gusto por la vanidad, bsqueda de la mentira(Sal 4,3). Quin no se ha visto atrapado por esa especie de vrtigo, no slo cuando se ha vistoasaltado por tentaciones gruesas, sino tambin cuando la fatiga o la enfermedad le hacen ver eldeterioro de su cuerpo, cuando la sensacin de fracaso le hace bajar los brazos, cuando el recuerdodel pecado cometido le lleva al menosprecio de s mismo, cuando el miedo al futuro le paraliza ... ?El enemigo viene a insinuarse en esas zonas tenebrosas insuflando el viento maligno que debilita,desanima, entristece y ocasiona sinsabor y hasto.

    Pero sus insinuaciones son a veces ms sutiles. Por ejemplo, cuando nos hace leer la Escrituraen contra de su sentido: mientras que la palabra de Dios es palabra de salvacin, incluso cuandohace dao, el tentador nos la quiere hacer entender como la palabra de condenacin que nosencierra en el ciclo infernal de la culpabilidad. 0 bien, cuando exacerba en nosotros los sentimientosde una vana generosidad, ms inspirada en la presuncin que en la humilde escucha de la Palabra:

    relmpago o llamarada, como fue el caso de Pedro y de Toms en el momento de la Pasin: Dar

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    32/62

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    33/62

    11. Sentir y gustar

    Una mirada de Jess en el patio del pretorio (Lc 22,61), un nombre pronunciado en el jardn (Jn20,16), dieron la vuelta al corazn de Pedro y Mara Magdalena. Pedro, el renegado, derramalgrimas de arrepentimiento y de amor; Mara ve cmo se realiza para ella lo que Jess habaanunciado: Vuestra afliccin se transformar en gozo (Jn 16,20). Aunque nosotros no contemos yacon la presencia fsica de Jess entre nosotros, Dios no ha cambiado su manera de actuar connosotros: l es de corazn sensible.

    Sentir es una de las palabras ms frecuentes del vocabulario ignaciano. No se trata de un

    plido sentimiento ni de una corazonada pasajera, sino de un conocimiento que se imprime en elalma: Que sienta interno conocimiento, escribe paradjicamente Ignacio (EE,63). Es unconocimiento que no consiste en saber cosas de Dios, lo cual se puede conseguir con un libro oescuchando una homila. Se trata de una experiencia de Dios.

    Y como Ignacio tuvo esa experiencia, cree que todos pueden tenerla, porque Dios quiere comuni-carse. Slo Dios tiene la iniciativa al respecto, y ningn esfuerzo humano puede pretender suplirlo.Sin embargo, es necesario disponerse a ello, precisamente mediante los ejercicios espirituales:oracin y examen de la oracin, desarrollo de la vida y examen de la vida. Se trata de estar atento alo que le sucede a uno.

    Y qu es lo que le sucede a uno.?

    Dado que el hombre es un ser sensible, Dios se sirve habitualmente de intermediarios sensibles.Por eso, cuando oramos, es recomendable partir de un texto del Evangelio y apropirnoslo como siestuviramos presentes en la escena que se desarrolla ante nuestros ojos: ver las personas, oir loque dicen, mirar lo que hacen. El texto se anima, y ocurre que tal palabra, tal gesto, lo entiendo ylo veo como si me afectara personalmente. Me siento tocado en el corazn. Entonces ya no se tratade poner en funcionamiento la inteligencia, de encontrar ideas, porque no el mucho saber harta ysatisface al nima, mas el sentir y gustarde las cosas internamente (EE,2). La accin de Dios semanifiesta entonces mediante un sentimiento de ensanchamiento del corazn: alegra, paz, reposo,renovacin del nimo y de las fuerzas; deseos de seguir adelante (EE,315,329).

    Lo mismo sucede fuera de los momentos de la oracin, mediante cualquier acontecimientogratificante: descubrimiento de un paisaje grandioso o armonioso, una buena noticia, una palabra oun gesto amistosos, etc. La alegra que se experimenta puede ser, con todo, ambigua. La seal de laaccin de Dios estar en mi reaccin ntima: si yo relaciono ese acontecimiento con Dios, si meconduce a la accin de gracias, si me orienta hacia los dems, entonces Dios est actuando ah, yyo lo reconocer al hacer el examen de mi jornada: El Seor estaba all, y yo no lo saba (Gen28,16). A veces, Dios acta sin intermediarios: mi oracin era gris y sin relieve, el texto no me decanada, o yo estaba enfrascado en una ocupacin que, aparentemente, no tena relacin con Dios; yde pronto me siento invadido por un calor interior. Me veo llevado a amar a Dios en s y a todas las

    criaturas en l. Me veo llamado y atrado hacia l por un movimiento irresistible de fe, de esperanza

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    34/62

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    35/62

    12. Yo quiero y elijo

    A mitad de los Ejercicios, Ignacio otorga una especialsima importancia a lo que l llama la elec-cin: una opcin, una decisin que compromete el futuro (EE, 169-189). De la misma forma, a mitadde su Autobiografa, nos describe la decisin que va a cambiar su vida, en el camino de vuelta deJerusaln: Despus que el dicho peregrino entendi que era la voluntad de Dios que no estuvieseen Jerusaln, siempre vino consigo pensando qu hara, y al fin se inclinaba ms a estudiar algntiempo para poder ayudar a las almas, y se determinaba ir a Barcelona (A,50). Esta decisin deentrar en el mundo de la cultura mediante los estudios constituye, efectivamente, el viraje decisivo desu vida, despus de su conversin: era un peregrino solitario, ocupado por entero en las cosasespirituales y deseoso de compartir directamente su experiencia. Ahora se va a convertir en un

    hombre social, va a estudiar materias profanas, va a reunir a unos compaeros, va a universalizar suexperiencia poniendo por escrito los Ejercicios Espirituales, va a ponerse al servicio de la Iglesiafundando, con sus compaeros, una nueva Orden religiosa.

    Una decisin, una opcin... Ignacio prefiri el trmino bblico, eleccin, para significar ms cla-ramente que esa decisin no es mero fruto de una reflexin personal, sino que se recibe como sifuera un tratado de alianza entre dos partes. En el Sina, Dios hizo la eleccin de un pueblo y secomprometi con l, y el pueblo ratific esa alianza eligiendo a su Dios y comprometindose aobservar su ley (Ex 19, 1-8).

    Los Ejercicios son algo ms que un retiro al que se acude en busca del silencio y la oracin.Tienen un objetivo especfico: Buscar y hallar la voluntad divina en la disposicin de su vida...

    Solamente deseando y eligiendo lo que ms nos conduce para el fin que somos criados (EF-, 1,23).Dicho de otra manera, su objetivo es elegir con todo conocimiento de causa, y mediante la libreeleccin, lo que Dios elige para m.

    Podemos tambin vincular los trminos eleccin y dileccin, evocando as lo afectivo de laopcin, lo mismo que la alianza es simbolizada en los Profetas por la relacin esposo-esposa. Diosno impone su voluntad. Buscar su voluntad viene a significar buscarle a l. La eleccin ser, en lamedida de lo posible, una alianza de dos deseos que han ido al encuentro el uno del otro.

    Por eso no consiste en elegir lo que es mejor en s mismo, sino aquello que reconozca que esmejor para m. Se puede pensar que la vida consagrada, con sus votos de pobreza, castidad yobediencia, es en s ms perfecta que la vida e n el mundo. Ignacio pone en guardia contra esaforma de devaluacin: Mucho debe mirar la propia condicin y subiecto y cunta ayuda o estorbopodr hallar en cumplir la cosa que quisiese prometer (EE,14).

    En el trabajo de la eleccin es preciso evaluar bien las capacidades e incapacidades, lasatracciones y las repugnancias, las ventajas y los inconvenientes. Pero, mientras que en lasdecisiones puramente humanas esta evaluacin se limita a considerar las perspectivas que se abreno se cierran en cada una de laspartes de la alternativa, Ignacio invita a considerarlas en su relacin con el fin ltimo: la alabanza y elservicio de Dios, que es la nica manera de salvar la propia vida, de existir plenamente, de recibirsede Dios como hijos asociados a la misin del Hijo. Este fin se anuncia desde el comienzo de losEjercicios y toma cuerpo progresivamente al ir contemplando los misterios de la vida de Cristo,dedicado por entero a los asuntos del Padre y al servicio de los hombres.

    A lo largo y ancho de estas contemplaciones se van produciendo los movimientos o mocionesque hemos evocado anteriormente. Se requiere tiempo, porque la Palabra de Dios no produce de

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    36/62

    inmediato su efecto consolador, sino que encuentra resistencias, y por eso la carta a los Hebreos lacompara con una espada de dos filos (4,12). La divisin ntima que la Palabra produce puedeengendrar al principio tristeza y desaliento. Pero, si se tiene el valor de perseverar, entonces servencida la desolacin y empezar a despuntar la luz. Entonces el corazn se sentir inclinado, comola flor que se vuelve hacia el sol, de aquel lado de la alternativa en que la luz es ms viva y msclida y viene acompaada de alegra y paz, mientras que el otro lado de dicha alternativa queda enla sombra. As es como se recibe la eleccin.

    El examen de la experiencia de consolaciones y desolaciones producidas a lo largo de losEjercicios fielmente realizados suele bastar para ver hacia dnde se orienta el deseo que intentacoincidir con el deseo de Dios. Esto se puede verificar recurriendo a esta regla de Ignacio parahacer sana y buena eleccin:

    Que aquel amor que me mueve y me hace elegir la tal cosa, descienda de arriba, del amor deDios; de forma que el que elige sienta primero en s que aquel amor ms o menos que tiene a lacosa que elige es slo por su Criador y Seor (EE,184).

    Esta regla presenta tres criterios de verificacin: 1. La eleccin ha de ser guiada por un amor, si sequiere que la eleccin sea sana. El hombre sano de espritu slo elige lo que ama, lo que le parecebueno para l, sea una cosa, una persona, un proyecto... Pero esta condicin indispensable nobasta, porque el amor que me conduce puede ser puramente sensible, superficial, y la atraccin queexperimento no es entonces garanta suficiente.

    2. Por eso, tal amor debe descender de arriba, del amor de Dios. Tal es el fruto de lascontemplaciones, que me han hecho mirar hacia arriba, hacia la obra de la Santsima Trinidad, yque han acompaado el descenso del amor hacia abajo, hacia la Persona del Verbo encamado.Aun cuando se oriente a un objeto sensible, el amor viene de ms all de lo sensible. Es l el quepermite vencer las repugnancias sensibles que uno puede experimentar al pensar en lasconsecuencias de su opcin.

    3. De donde se sigue que aquel amor ms o menos (grande) que tiene a la cosa que elige esslo por su Criador y Seor. Al movimiento de descenso responde un movimiento de ascenso. Esoyo lo siento en m: siento a la vez que esa eleccin me agrada, porque la amo, y que agrada aDios, porque viene de l y me proporciona el medio de ascender a Dios trabajando con alegra en sualabanza y servicio.Esta es, pues, una sana y buena eleccin.

    Lecturas recomendadas:Exodo 19,1-8: Propuesta y ratificacin de la alianza. Oseas 2,16-25: Yo hablar a tu corazn. Juan15,1-17: Yo os he elegido a vosotros.

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    37/62

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    38/62

    Toms, los discpulos de Emas, y Mara Magdalena) un aumento de fe, de esperanza y de caridadque es fruto de la consolacin (EE,316). Renovados de esta forma, estaremos dispuestos a escucharcada maana las palabras que nos harn afrontar la jornada que empieza: La paz est convosotros. Como el Padre me ha enviado, as os envo yo a vosotros. Recibid el Espritu Santo (Jn20,19).

    Pero ello no significa que todo quede establecido al salir de los Ejercicios. Se ha adoptado unaorientacin y ha tomado cuerpo un proyecto que ahora debern ser sometidos a la prueba de la vida.Resistencias interiores y exteriores vendrn a contrariarlos. Obstculos imprevistos que podrn venirde la propia Iglesia, como Ignacio pudo constatar en su caso, tal vez hagan que el proyecto fracase.Pero quien, tanto en el xito como en el fracaso, sepa remitirse al Misterio pascual de Cristoexperimentar tambin que el camino de la vida espiritual nunca es un callejn sin salida.

    Lecturas recomendadas:Filipenses 3,1-17: Sigo corriendo, por ver si lo alcanzo. Los relatos de la Pasin. Las aclaraciones

    del Resucitado.

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    39/62

    CAPITULO IVSERVIR EN LA IGLESIA

    14. Ad maiorem Dei gloriam

    Se ha dicho que la espiritualidad de S. Ignacio es una mstica del servicio. Y as es,

    indudablemente. Pero el servicio de Dios, ya sea que se exprese en el cntico de alabanza al propioDios o en el ministerio apostlico con los seres humanos, no es acaso el objetivo de toda vidaespiritual? Ambas funciones no son separables, y en los Ejercicios las palabras alabanza y serviciode Dios nuestro Seor casi siempre van unidas la una a la otra y se refieren tanto a la oracin comoa la accin. Per eso ha podido decirse que S. Ignacio era un contemplativo en la accin.

    En esta cuarta parte de nuestra exposicin vamos a intentar precisar qu entiende S. Ignaciopor servir y, ms concretamente, por servir en la Iglesia.

    Y ser bueno empezar por la frmula que los jesuitas han tomado como su divisa, y con razn,porque aparece muchas veces en los escritos de Ignacio: Para mayor gloria de Dios ...

    La gloria de Dios fue la pasin de Jess: Yo te he glorificado en la tierra (Jn 17,4). Gloria querecay sobre l: Jesucristo es Seor para gloria de Dios Padre (Flp 2,1 l). Y los cristianos estamosllamados a referir a ella todos nuestros actos: Ya comis, ya bebis, ya hagis cualquier otra cosa,hacedlo todo para gloria de Dios (1 Cor 10,31).

    La originalidad de Ignacio est en el comparativo: para mayor gloria de Dios. Lo cual responde aun rasgo de su carcter que podemos observar ya en su juventud y que l tradujo mediante otrocomparativo tambin muy frecuente en l: magis, ms. Al principio de su conversin concibiese ms como una especie de rcord deportivo: quiere rivalizar con los Santos, hacer lo queellos hicieron e incluso ms (A,14). Ms tarde, con ese trmino expresa ms bien el movimientoque le lleva hacia Dios. Si Ignacio recomienda en los Ejercicios que confiemos nuestra oracin aMara para que ella la lleve a Jess, y a Jess para que l obtenga la gracia del Padre (EE,63,147),es porque se es tambin su modo de orar. Pero, al hacerlo as, siente Ignacio en s mismo que noes slo su oracin la que pasa del uno al otro, sino que me sent interiormente ir o ser llevado haciael Padre (D,8). Y esta percepcin, siempre lejana y confusa, de la gloria de Dios le remite a la tierra.Desde su conversin en Loyola hasta Roma, le gusta, cuando llega la noche, mirar el cielo y lasestrellas, lo cual haca muchas veces y por mucho espacio, porque con aquello senta en s un muygrande esfuerzo para servir a nuestro Seor (A, 1 l).

    Contemplar el cielo, donde resplandece la gloria de Dios, reaviva sus energas para servir. Nofue as como Jess nos ense a orar? A las primeras invocaciones del Padrenuestro se puede unir

    la conclusin de la tercera: En la tierra como en el cielo... santificado sea tu Nombre, venga a

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    40/62

    nosotros tu Reino, hgase tu Voluntad. En el cielo, el Nombre de Dios -Padre- es reconocido ysantificado absolutamente, ha llegado su Reino, y su Voluntad se realizaplenamente: la gloria de Dios lo llena todo. Pues bien, es preciso que lo mismo suceda en la tierra.Nosotros lo pedimos, pero nuestra oracin vuelve a nosotros como llamada a trabajar por elcrecimiento de la gloria del Padre aqu abajo, al modo como lo hizo Jess: Yo he manifestado tuNombre a los hombres... Como T me has enviado al mundo, yo tambin los he enviado al mundo(para que venga tu Reino)... Quiero que donde yo estoy estn tambin conmigo stos que T me hasdado, para que contemplen la gloria que T me has dado (Jn 17,6.18.24).

    As pues, el sentido que para Ignacio tiene el comparativo es claro: si la gloria de Dios esabsoluta en el cielo, cosa nuestra es! a nosotros nos toca hacerla crecer en la tierra! La gloria deDios es que el hombre viva, deca S. Ireneo: el hombre que ya no es esclavo, sino hijo y que puedellamar a Dios por su nombre de Padre; una tierra llamada a convertirse en reino de justicia y de paz;una humanidad reunida bajo un solo jefe, Cristo (Ef 1, 10).

    La mayor gloria de Dios ser, pues, el fin y el criterio de toda eleccin: Para seguir aquelloque sintiere ser ms en gloria y alabanza de Dios nuestro Seor (EE,179). Ese mismo ser elobjetivo y el criterio del Superior de la Compaa de Jess hasta en el ms mnimo detalle: hacer loque juzgare ser a mayor gloria y servicio de Dios nuestro Seor y bien universal, que es el solo finque en sta y todas las cosas se pretende (CC,508).

    Lecturas recomendadas:Salmo 18 (19), 1-7: Los cielos narran la gloria de Dios. Isaas 6,1-8: El universo est lleno de tugloria. Juan 17,: ... para que tu Hijo te glorifique.

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    41/62

    15. Ayudar a las almas

    Ayudar a las almas es como un estribillo en la Autobiografa de Ignacio. Desde el final de suconvalecencia, en que, segn l mismo dice, el tiempo que con los de casa conversaba, todo logastaba en cosas de Dios, con lo cual haca provecho a sus nimas (A, 1 l), hasta la decisintomada por los compaeros en Pars, en el caso de que su proyecto de ir a Jerusaln fracasara, de ira Roma y presentarse al Vicario de Cristo para que los emplease en lo que juzgase ser de msgloria de Dios y utilidad de las almas (A,85).

    La gloria de Dios y la ayuda de las almas se funden en un mismo proyecto que ser el de laCompaa de Jess, buscando la mayor gloria de Dios nuestro Seor y la mayor ayuda de las

    nimas (CC,605).Guardmonos de dar a esta expresin un sentido desencarnado. Ayudar a las almas no eshacer caso omiso de los cuerpos. Es a todo el hombre al que se quiere ayudar, como Jess lo hizo,pero de tal forma que aprenda a recibirse de Dios para ponerse, a su vez, al servicio de Dios.Ayudar, no imponer ni convertir. Es un servicio fraterno. Ciertamente los compaeros van a entre-garse a los ministerios habituales del servicio de la fe y de la caridad -predicacin, enseanza,sacramentos, cuidado de los enfermos, etc.-; pero, entre estos ministerios, Ignacio privilegi uno quetodos pueden realizar y que l mismo ejerci incluso cuando todava era laico: la conversacin. Paral, cualquier tarea apostlica, pastoral o profana es un lugar de encuentro con los hombres quepermite entablar conversacin con ellos. La pedagoga de los Ejercicios Espirituales supone talencuentro y conversacin entre quien los da y quien los recibe, y en ese sentido ofrece un modelo

    para cualquier dilogo.Su presupuesto queda afirmado desde el comienzo:Para que as el que da los ejercicios espirituales como el que los recibe, ms se ayuden y se

    aprovechen, se ha de presuponer que todo buen cristiano ha de ser ms pronto a salvar laproposicin del prximo que a condenarla; y si no la puede salvar, inquiera cmo la entiende; y simal la entiende, corrjale con amor; y si no baste, busque todos los medios convenientes para que,bien entendindola, se salve (EE,22).

    Podemos ver en esta frase, un tanto afectada literariamente, el estatuto propio de la palabraintercambiada entre dos interlocutores.

    Ante todo, una conviccin: todo ser humano est habitado por el Espritu de Dios, que trata deexpresarse en la palabra humana. A la vez, todo ser humano est tambin trabajando por fuerzasadversas y por poderes de muerte. En toda palabra autntica arriesgada ante otro ser humano, elhombre se entrega a s mismo con una esperanza de salvacin y liberacin. Escuchando a quien mehabla, lo que debo escuchar es ese deseo, ms all del mero enunciado de lo que se dice: Ha deser ms pronto a salvar... que a condenar.

    Sin embargo, lo que efectivamente se dice oculta siempre algo que no se dice, pero que seinsina.

    Quien habla no puede entregarse por entero en el puro enunciado de su proposicin, sobre todoporque a veces, en su forma abrupta o agresiva, la proposicin en cuanto tal es inaceptable. Por suparte, si el interlocutor se queda en el nivel del puro enunciado, ninguno de los dos se salva, sinoque se condenan recprocamente. De ah el encadenamiento de los medios a adoptar para que

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    42/62

    emerja poco a poco el deseo de ser salvados uno y otro y el uno por el otro: pedir una explicacin,intentar corregir con amor y respeto, etc.; y si no basta, que la palabra ceda su puesto al silencio,al gesto afectuoso que relance de otro modo el dilogo para llegar, finalmente, a que uno y otro, y noslo sus proposiciones, sean salvados.

    Cuando Ignacio peda a los suyos que se formaran en tratar y conversar con las gentes(CC,814), no pensaba nicamente en las ventajas del saber adquirido o de la amabilidad natural,sino ms todava en el abandono de toda suficiencia que pudiera deberse a dichas ventajas. Cuandoyo estoy ante otro, qu importancia tienen mi ciencia y hasta mi propia fe? Ya aunque tuviera eldon de profeca y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera bastante fe comopara mover montaas, si no tengo caridad, nada soy (1 Cor 13,2). Amar es avanzar hacia el otro,que es igual a m, que es mi hermano, con las manos desnudas, dispuesto a acogerlo, diga lo quediga y haga lo que haga, como un don de Dios. Slo entonces estar en condiciones de ayudarle.

    Lecturas recomendadas:

    Juan 4: Conversacin con la samaritana.1 Corintios 13: Si no tengo amor... .

  • 8/14/2019 Esp Ignaciana

    43/62

    16. Con compaeros

    Como decamos en la introduccin, una espiritualidad no slo es un modo de hablar de Dios yun camino para ir a Dios, sino que adems congrega a un grupo de hombres y/o de mujeres a partirde la experiencia de los fundadores. El compaerismo apostlico forma parte, pues, de laespiritualidad ignaciana.

    Despus de haber sido durante mucho tiempo un peregrino solitario, Ignacio proyect reunir algunoscompaeros, para ayudar a las almas, en el momento mismo en que emprendi los estudios conese mismo fin. Tras una serie de intentos fallidos, al fin se constituy un grupo estable en Pars,cuando Ignacio fue alojado, aparentemente por casualidad, en una habitacin del colegio de Santa

    Brbara en la que ya vivan juntos Pedro Fabro y Francisco Javier. En dos lneas de su Autobiografase cuenta el hecho: En este tiempo conversaba con Maestro Pedro Fabro y con Maestro FranciscoJavier, los cuales despus gan para el servicio de Dios por medio de los ejercicios (A,82). Sinembargo, dio tambin los Ejercicios a otros muchos que no llegaron a ser sus compaeros. LosEjercicios son, efectivamente, una escuela de libertad en la que cada uno decide ante su Creador ySeor, sin ser presionado por persona ni grupo alguno. Por medio de los Ejercicios, lo que Ignaciohizo, ms bien, fue liberar a sus futuros compaeros de la seduccin que l ejerca sobre ellos, paraganarlos para el servicio de Dios vinculndolos a la persona de Cristo. Ms tarde, cuando secomience a llamarlos iiguistas, ellos preferirn llamarse compaa de Jess.

    En qu se funda, pues, el compaerismo ignaciano?

    1. En primer lugar, en la percepcin de una manera comn de sentir la vida espiritual, basadaen la contemplacin del descenso del amor desde las Personas divinas hasta el corazn de lascriaturas. Esta visin de las cosas, acorde con el misterio de la Encarnacin, invita a los compaerosa considerar a Cristo como compaero de sus caminos all donde sean enviados para proseguir sumisin. Esa misma consideracin les impulsar a darse unas estructuras institucionales para formarun cuerpo, pero un cuerpo especialmente vinculado a la Iglesia visible de Cristo, lo mismo que seesforzarn, en pleno mundo, por ver y buscar a Dios en todas las cosas.

    2. En un proyecto de vida comn que encama en sus existencias concretas lo que han percibidoen la contemplacin. Ese proyecto fue concebido y precisado a lo largo de numerosasdeliberaciones. Toda comunidad, efectivamente, se ve impulsada a darse un proyecto que seexpresa, en el caso de los Institutos religiosos, en una Regla de vida y unas Constituciones; en elcaso de las asociaciones lai