España Peregrina Año i num 4 mayo de 1940
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E S P A Ñ AP E R E G R I N A
JUNTA DE CULTURA E S P A Ñ O L A
4S U M A R I O
*** ................................ Por uh orden consciente............................ 147José Manuel Gallegos.. . La razón de una sinrazón....................... 150Federico García Lorca.. Iglesia Abandonada (poema in é d ito ) ... 153
Centenario de Luis VivesElevación de Luis Vives, por Laureano Sánchez Gallego. . . 156
Eugenio Imaz................. Entre dos guerras...................................... 160Juan Larrea................... ¡Ojo al Cristo!.......................................... 165Luis Cemuda................. Elegía Española........................................ 171Luis Santullano.............. “Clarín” en Cimadevilla.......................... 172
Crítica y PolémicaCañamazo. El frente franquista en los Estados Unidos....................... 175Nuestros intelectuales en Francia........................................................... 179Centenario del Primer Colegio de América............................................ 181Introducción al filosofar, de Juan David García Bacca, por Juan
Roura Parella.................................................................................. 183Ca Física aventura del pensamiento, de A. Einstein, por Marcelo
Santaló Sors..................................................................................... 184Homenaje a Luis Vives de “Educación y Cultura”, por Eugenio Imaz. 185
Memorias de Ultratumba
Registro Bibliográfico, por Agustín Millares.
J U N T A DE C U L T U R A E S P A Ñ O L AD I N A M A R C A 8 0 ----- M E X I C O , D , F .
PRESIDENCIA:José Bergamín
Escritor.José Carner
Escritor, Ministro Plenipotenciario.Juan Larrea
Archivero, Bibliotecario y Arqueólogo.
VOCALES:Juan M. Aguilar
Catedrático de la Universidad de Sevilla.Roberto F. Balbuena
Pintor y Arquitecto.Corpus Barga
Periodista.Pedro Carrasco Garrorena
Director del Observatorio Astronómico de Madrid. Decano de la Facultad de Ciencias.
José Gallegos RocafullProfesor de la Universidad de Madrid.
Rodolfo HalffterCompositor.
Emilio HerreraIngeniero Aeronáutico.
Manuel MárquezDecano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid.
Agustín MillaresCatedrático de Paleografía de la Universidad de Madrid.
Tomás Navarro TomásDirector de la Biblioteca Nacional de Madrid. Prof. de la Universidad de Colúmbia, U. S. A
Isabel O. de PalènciaEscritora, Ministro Plenipotenciario.
Pablo PicassoPintor.
Augusto Pi y SuñerDirector del Instituto de Fisiología de la Universidad de Barcelona.
X Luis A. SantullanoDe la Junta para ampliación de estudios.
Ricardo VinosDirector de la Escuela de Orientación Profesional de Madrid.
Joaquín XirauDecano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona.
SECRETARIO:Eugenio Imaz
Escritor.
ESTA TU TO S D E LA JU N TA D E CU LTU RA E SPA Ñ O LA
iL a J u n ta de C u ltu ra E sp a ñ o la re p re s e n ta la vo lun
ta d de a s e g u ra r la p ro p ia fiso n o m ía e s p ir i tu a l de la • u l tu r a esp añ o la , favo rec iendo su n a tu r a l desa rro llo y, consecuen tem en te , la de u n ir y a y u d a r en su s tra b a jo s a los in te le c tu a le s españo les ex p a triad o s .
nE s m is ió n d e la J u n ta s u p lir con su p re se n c ia ac
tiv a y v ig i la n te y con u n e s p ír i tu colectivo de s a c r if icio la acc ió n de los o rg an ism o s o fic ia les, de las institu c io n es de to d o g én e ro y de los es tím u los y ex igencias del am b ien te , que en la in te g rid a d de la v ida españo la p ro m o v ían y a s e g u ra b a n el desenvo lv im ien to de n u e s tra c u ltu ra .
I I I
E s p ro p ó s ito de la J u n ta e v i ta r la d isg reg a c ió n de los in te le c tu a les ex p a tr ia d o s , es tab leciendo e n tre ellos re lac ió n c o n s ta n te , su sc ita n d o y apoyando c ie r ta s in ic ia tiv as . coo rd inando o tra s , y p ro cu ran d o , p o r todos los m edios a su a lcance , que se e s tab lezcan en el d es tie rro los ó rg an o s de c rea c ió n , e x p re s ió n y co n serv ac ió n de la ¿ a l t u r a e sp añ o la que se ju z g u en necesarios.
IV
C om pe te a la J u n ta e s ta b lece r co labo ración e in te rcam b io con la s en tid ad es e in s titu c io n es cu ltu ra le s del e x t ra n je ro y con sus ce n tro s de in v e stig ac ió n y en señ an za p a r a c o n seg u ir que. p o r su in te rm ed io , s e m a n te n g a n y am p líe n aqu e llas re lac iones cu ltu ra le s Que son ind ispensab les p a r a su p ro p io desarro llo .
V
Es as im ism o m isió n de la J u n ta p ro m o v e r y h acer efec tiva s am is tad e s y apoyos a la c u l tu ra e sp añ o la en el e x tra n je ro p o r aquellos m edios que en c a d a p a ís y en eada m o m en to p a re z c a n m ás indicados p a r a conse
g u irlo . Con es te ob je to , la J u n ta p ro m o v e rá la creación de ag ru p ac io n es de “ A m igos de la C u ltu ra Española en su sede c e n tra l, en las localidades donde función* u n a delegación de la J u n ta , y en aquellos o tro s lugares que se estim e conven ien te .
V I
L a J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la se conside ra integra* d a p o r aquellos españo les en los que co n c u rra la doble c a lid a d : de e s ta r d es te rrad o s y de se r creado res o mantenedo res de la c u l tu ra españo la . De todos ellos bara u n a re lac ió n n o m in a l. L a J u n ta de C u ltu ra Española »e considera ig u a lm en te in te g ra d a p o r aque llas entidades que, desa rro llan d o u n a o b ra c u l tu ra l , m an ifiesten adhesión a la J u n ta y se p re s te n , s i a ello se les req u ir ie ra , a co lab o ra r a sus f in e s en la fo rm a que & cada caso se determ ine .
vnL a J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la se r ig e p o r un
rec to rio , in teg rad o p o r su s fu ndado res y p o r las persona» que estos v ay a n designando . E s te d ire c to rio podrá dele* g a r todas o a lg u n a s de sus func iones en un S ecretaria00 o C om isión E jecu tiv a .
V I I I
L a sede c e n tra l de la J u n ta de C u ltu ra Espajújl* e s tá a c tu a lm en te en M éxico, D . F . Se es tab lecerán dei gaciones de la J u n ta en los pa íse s donde se cónsul® opo rtuno . Sus m odalidades de co n s titu c ió n y función»* m ien to se d e te rm in a rá n en cad a caso.
IX
L a J u n ta de C u ltu ra E sp añ o la , a s í como las ciones que se v ayan estab leciendo , s e som eterán ̂disposiciones legales v igen tes en los pa íses respecti. ’ que les p e rm ita n a d q u ir ir una perso n a lid ad juríd ica la que pued an h ac e r adqu isiciones, c e le b ra r contratos.
ESPAÑA PEREGRINAJUNTA DE CULTURA ESPAÑOLA
Registrado com o a rtícu lo de 2* clase en la A dm inistración de Correos d e M éxico, D . F ., con fecha 28 de febrero de 1940
Tomo I 15 de Mayo de 1940 Núm. 4
P O R U N O R D E N C O N S C I E N T E
La emigración española fluctúa desde el día en que se consumó nuestro desastre entre dos planos de realidad distintos: uno aparentemente político por hallarse vinculado a las personas y partidos que componían los cuadros republicanos; y otro más hondo y recatado tocante a las raíces mismas de nuestra historia. El problema, llamémosle político, exige, como consecuencia de su mismo esquema constitutivo, fundamentalmente múltiple, la partición del cuerpo de emigrados, el resquebrajamiento que los intereses políticos fomentan por los medios a su alcance, sobre todo atibando obsesivamente nuestras querellas, nuestros fermentos de discordia. En cambio, el problema cultu- Tal, de compleja estructura humana —espiritual y material en orden complementario— tiende a. agruparnos unitariamente, dentro ¿e la conciencia de nuestra realidad profunda, en función de un universo que pre- asa, para desarrollarse, aquellos principios superiores, aquellos gérmenes que palpitaban pacífica y virilmente en el corazón de cspaña. El primero es la prolongación más y d de las fronteras nacionales, de un loca- rimo de exiguos vuelos y perennes rencores Que pugna por sobrevivirse y cuyo efecto mas inmediato es favorecer el éxito de quie- ues maquinan nuestra pérdida. Por el con- rari.°, el segundo, como expresión de la
Teahdad española en su impulso trascenden- e' reconoce en el ámbito universal su ade-
cucido, su auténtico elemento. Uno es, sin uda, la proyección en forma residual de n Pasado cuya materialidad se descompo-
fut Con Premura, otro el instrumento de un 1 uro que se organiza paso a paso.
No es nuestro propósito herir con nuestras palabras a persona alguna. Mas sí nos vemos obligados a sostener que el ángulo de visión propio de la mentalidad política española responde a causas y finalidades que han dejado de -tener vigencia en el destierro siendo, por tanto, impropia para percibir las perspectivas que ofrece la realidad presente. La experiencia de un año de emigración no puede ser a este respecto más reveladora. ¿Qué es lo que durante este tiempo, y pese a las circunstancias completamente nuevas en que nos desenvolvemos, han manifestado de nuevo las gentes políticas, sin excluir a personaje ni a partido alguno? ¿Qué ideas en acuerdo con la nueva realidad han emitido, qué nuevo rumbo, qué iniciativas han propuesto? ¿De qué manera han ido en auxilio moral, del cuerpo de emigrados a quienes pretenden proteger, qué han hecho entre todos para procurar su unión, único modo de calmar su angustia y redimirlos de su dolorosísima derrota? ¿No han actuado generalmente en sentido contrario, desgarrándolos, aumentando sus desdichas, impidiendo con frecuencia su salvación, explotando su dolor para la satisfacción de prestigios personales o de grupo, posponiendo el bien general a las pasiones particulares? Ante los acontecimientos gravísimos que se desarrollan en Europa y en el mundo y después de haber contribuido a que muchos miles de españoles conozcan, por no haber logrado salir de Francia, un nuevo acto de la espantosísima tragedia, ¿qué se les ha ocurrido que por su insignificancia e infantilidad no promueva a risa? ¿Acaso la emigración española deberá re
ducir sus posibilidades de actuación a formular, como algunos proponen, platónicos deseos?
No queremos — volvemos a insistir— ofender particularmente a nadie. No somos nosotros los llamados a enjuiciar, por lo menos en estos momentos, las responsabilidades, muchas de ellas graves, en que ante la colectividad no pocas personas parecen estar incurriendo. Nos limitamos a oponer frente a ese impolítico plano político, otra realidad española mucho más elevada en orden a las conveniencias universales del instante: el ansia de superación humana que encarna lo español, su grandeva incomparable, su vertebración moral erecta y encendida en este trance en que las tinieblas se adueñan de los hombres y las estructuras sociales se derrumban. Obligación de verdaderos hombres es, y por tanto, de españoles, proseguir una lucha en que se hallan comprometidos cuantos valores pueden interesarnos, aprovechando la viva fuerza de haber llegado en nuestra batalla hasta el fin, de no haber capitulado ante la muerte, de haber dado entero testimonio de la vida en nosotros de los principios superiores. ¿No somos acaso los miembros extremos, dedicados a la acción, de ese cuerpo que se encuentra paralizado en España, así como la prolongación de cuantos en un impulso de fe colectiva nos confiaron el sentido de sus vidas sacrificadas en defensa del derecho a la paz, a la evolución y a la justicia? Es indudable que esto, que para nosotros es hoy lo esencial, nos une, mientras que lo otro, lo accidental, nos separa. Y que la salvación de nuestra causa, el cumplimiento real de nuestro destino, depende de la conciencia que vaya en nosotros logrando esa realidad esencial y de la actuación que determine. *
*
La tragedia española se sitúa históricamente en las postrimerías de un sistema que se transforma por entero, que se trasmuta. Encarnadas en un grupo humano no exento de las taras e imperfecciones de origen, sus tendencias populares a una superación en todos los órdenes han sido aplastadas por un mundo incapaz de concebir siquiera la existencia de algo preferible, por más per
fecto, al sistema primario en que se desenvuelve.
Como efecto de la constante voluntad histórica que tiende a crear organizaciones humanas cada vez más complejas, favorecida en la actualidad por la modificación efectiva del tiempo y de las distancias, en esta hora de albores universales la historia muestra una imperiosa propensión a producir grandes entidades colectivas determinadas por el principio de un interés común. Cuando tal interés se identifica con los instintos o pasiones elementales del individuo —nutrición, voluntad de dominio—, fórmanse entidades de tipo gregario organizadas bajo el signo de la fuerza bruta para las cuales no existe principio moral que no deba ser supeditado a la satisfacción de sus apetitos. La vida espiritual del individuo bajo la influencia del medio, queda en estas sociedades amortiguada si no suprimida y el individuo mismo sometido naturalmente a esclavitud más o menos completa.
Cuando esa misma constante carga su peso generador sobre núcleos humanos más evolucionados, hechos al ejercicio de la libertad individual, cualquier exceso de presión origina el desmoronamiento del todo. La razón es obvia. La cohesión entre sus componentes, a causa de su misma libertad y de los intereses encontrados que determina, no es mucha. De un solo modo podría robustecerse: por la conciencia de una razón unitaria, de orden superior, que compensara con creces la debilidad congenital de lo múltiple que hace desmenuzarse hoy, y caer en lo gregario, sin ofrecer eficaz resistencia, muchos núcleos pretendidamente civilizados. Los altos principios, por no haberse hecho carne ni conciencia aún minados por los intereses, fallan.
Ahora bien, esos extraordinarios principios espirituales más cohesivos y resistentes, verdadera soldadura intelectual a prueba de presiones materiales, y en función de un más allá, existían y existen en la realidad española. A ellos fué debida nuestra invencibilidad, el alma admirable de nuestra resistencia. Gracias a la creencia española en la justicia y en la verdad nuestro pueblo fué aplastado pero no vencido. Al contrario, la sublimación de las esencias hispánicas producida por la inmensa tragedia
ha despojado al pueblo español de sus externas impurezas, ha puesto en cristalina circulación sus principios universales —trasposición al plano de la realidad de su catolicismo histórico— ha iniciado en un medio de superior libertad una nueva y más venturosa fase de la lucha. Su naturaleza colectiva ha dejado el área de lo inconsciente, de lo gregario, para entrar en la zona humanamente libre de lo consciente, presidida por la libre determinación de quienes coinciden, fuera de toda coacción, en apreciar la necesidad de un proceso transformativo que conduzca a la perfección del hombre. Dentro de una esfera colectiva de esta superior especie la personalidad individual encontrará, y sólo en ella, el desarrollo a que su naturaleza la destina.
En acuerdo con esta tendencia, cuantos nos encontramos en la emigración y especialmente en América, formamos un conjunto de personas libres, un pueblo, en el más alto sentido de la palabra, desmateria- lizado. No existen para nosotros fronteras que nos fuercen ni problemas de producción ni de distribución o intercambio con sus exigencias de organización de tipo administrativamente político, ni regímenes electorales que dificulten nuestra acción con su inevitable peso muerto. Nuestro pasado inmediato nos ha conferido una fisonomía peculiar, especializándonos de un modo muy preciso, por conformación casi instrumental, para la resolución de ciertos aspectos creadores de la más aguda necesidad histórica caracterizados por la universalización y el desprendimiento. Es decir, para la revolución del espíritu —no en su irrealidad especulativa, desentendiéndose del plano material, sino considerándole m uy concretamente, al contrario— aspecto para nosotros de urgencia absoluta por haber sufrido en lo más sensible de nuestro ser la grave imperfección del sistema internacional en que 1,05 vimos envueltos. El pueblo español ha- cta el que se convirtieron durante los tres “nos de su dura tragedia los ojos de los ombres que aspiran a la instauración de
Una superior conciencia, está predestinado a ser la levadura que nos alce hasta el ni
vel a que la especie humana propende inmemorialmente. Su misión es adquirir y difundir conciencia, abrir horizontes, polarizar voluntades, a fin de que ese principio de libre cohesión que es la visión objetiva de la realidad, sea el punto indestructible donde pueda apoyarse la palanca creadora que remueva organizadamente la historia. Y, como consecuencia, forjarse la civilización verdadera que tan poco tiene que ver — ¿quién como nosotros podrá saberlo?— con esa risible civilización que hoy pretenden defender, al modo como Hitler protege a los pueblos débiles, los responsables de nuestro desastre.
En este plano y únicamente en este plano, entendemos que hoy puede situarse correctamente el problema español. Somos en nuestro aspecto conjunto la semilla de una organización humana más profunda y compleja lanzada por España, como síntesis de la experiencia occidental, a estas tierras feraces de América donde se habla nuestro mismo idioma y desde donde habrá de irradiar sobre la Península y sobre el mundo entero. Somos la emanación del alma española, de su identificación con los valores humanos superiores en cuya defensa el pueblo español ha sido inmolado, del contenido real y verdadero de nuestra guerra. Esta misión, aunque esencialmente política, puesto que se orienta hacia la construcción de la ciudad, se halla centrada muy en particular sobre la acción intelectual y no sobre la política de partido, sobre el desinterés y no sobre los inmediatos intereses que nunca lograrán sino desintegrarnos. Es obligación nuestra en estos gravísimos momentos porque atraviesa el mundo reflexionar e invitar a la reflexión al mismo tiempo que llevar a la práctica nuestra voluntad de organización conforme al espíritu colectivo de nuestro pueblo y a los cuidados del instante: nuestra voluntad de organización de hombres, libres que aspiran a un grado más elevado aún de libertad, cumpliendo la altísima misión que se les ha confiado en estos tiempos en que se prepara para su decisiva metamorfosis la historia.
* * *
L A R A Z O N D E U N A S I N R A Z O N
Como tantos otros españoles, llevo abiertas y sangrando las heridas que me hicieron al desgarrarme de mi patria, de mi ambiente, de mi vida. Más que cicatricen, me importa que no se enconen, que salga por ellas sangre limpia y no pus. Por eso me aparto, por una elemental precaución de asepsia, de los que andan siempre hurgando en ellas y procuro serenar el dolor que me producen buscando las causas íntimas y profundas de esta nuestra situación literalmente anómala.
Me resisto a creer que no haya alguna razón que la explique. Por primera vez en la historia, masas enormes de hombres andan desparramados por la tierra sin patria y sin ley, como si de pronto el mundo se hubiera estrechado y ya no hubiera en él sitio para ellos. Periódicamente diversos países de Europa —porque es en Europa donde el fenómeno se produce exclusivamente—, expulsan de su seno a muchos de sus hijos, aparentemente por incompatibilidad con sus regímenes. En el caso de España, casi todos esos países han coincidido en un mismo propósito de hacer imposible su vida en la patria a casi la mitad de la población, prisionera en las cárceles, cuando no ha podido refugiarse en el extranjero.
Este solo hecho por sus porporciones y calidad es indicio más que suficiente de que la situación anormal no es la de los refugiados, sino la de esos países que les obligan a refugiarse en otros. ¿Cuál es, en efecto, la situación interna de un país que no puede soportar la oposición de los discrepantes y cuando no los extermina, los expulsa? Y, ¿qué ley es esa que por principio deja fuera de su tutela a grandes contingentes de ciudadanos que no han tenido siquiera la posibilidad de transgredirla? Y, ¿cuál es el orden —moral, jurídico, social, político—, que hay en el mundo que se apoya o, por lo menos, tolera ese continuo éxodo de la ley a la anormalidad? ¿No es ésta la prueba, quizá tan convincente como
Por ¡osé Manuel GALLEGOS.
las guerras que de generación en generación asolan a Europa, de que el orden, concierto, legalidad, civilización o como quiera llamarse, que en ella existe, carece de bases sólidas y sólo se sostiene por un milagro de equilibrio?
El torbellino aue es actualmente el mundo nos ha metido por los ojos la verdad palmaria de que la historia es cambio, choque, inestabilidad. Ha habido otras épocas de tan aparente firmeza que únicamente los oídos más finos podían recoger el lejano rumor de fermentación que, allá en las entrañas de la sociedad, anunciaba cambios y mudanzas. Los demás sentían que el terreno que pisaban era firme y, exagerándola, esta sensación de seguridad les hacía creer que la constitución de pueblos y sociedades era tan inmutable como la de los valles y montañas de la naturaleza. Los más avisados habían entonces de esforzarse por sacar a las gentes de su modorra conservadora y, arriesgando el todo por el todo, convertirse en profetas.
Hoy, en cambio, lo que necesitamos no son profecías, sino decisión; hombres, desde luego con cabeza clara y corazón limpio que no se pierdan en el barullo, pero sobre todo que tengan la pasión de la verdad y el valor de proclamarla. ¿Será mera casualidad que esta necesidad apremiante de verdad y de decisión coincida precisamente con esta legión de refugiados sin más patrimonio que la verdad y la justicia, pues por defenderlas, lo han perdido todo? ¿No está ahí claramente perfilado un destino histórico que, como todo auténtico destino, se realiza por o contra la voluntad de los hombres? No es el despotismo, la tiranía de un régimen, lo que nos arranco de nuestra patria, sino esta necesidad oculta e inexorable de crear la reserva de hombres necesarios en esta hora de viraje, en que se ve claramente lo que se hunde y aún no se vislumbra lo que de esas ruinas ha de surgir.
No es que yo pretenda que la calidad personal de los exilados sea superior o inferior a la de los que no lo son. No es cuestión de personas, sino de situación y, sobre todo, de destino. La de ellos es estar metidos de lleno dentro de la corriente, enredados en la malla enorme de intereses que es un orden constituido, sin la clara perspectiva que únicamente da la lejanía y sin bastante libertad por dentro y por fuera para que su combate sea exclusivamente por la verdad. Las excepciones, por honrosas que sean, son todas de orden personal y no quitan ni ponen nada al hecho de que todos ellos están dentro de la ficción y, quiéranlo o no, han de tolerar su mentira y hacer concesiones, ajenas y aun opuestas al interés de la verdad. Pero nosotros, ¿qué concesiones hemos de hacer nosotros, que no tenemos ya más que nuestra verdad? ¿Por qué hemos de hacerle el obsequio de nuestro silencio a los que mataron, o dejaron matar a nuestro pueblo? ¿Es que ellos no han roto brutalmente todos los lazos que nos retenían dentro de un orden en el que no tienen cabida ni nuestra verdad, ni nuestra justicia? No a empellones, sino a sangre y fuego, nos echaron de su ley y nos hicieron venir a engrosar la turba inmensa de los que claman por la justicia. A ellos les debemos nuestra situación actual, que nos ha colocado más allá de su egoísmos y de sus men- hras, ¿'cómo vamos a dejarnos embaucar de nuevo? ¿Es que por miramientos absurdos vamos a malograr esta maravillosa libertad, como de hombres acabados de nacer, con que nuestra muerte al mundo de la ley nos ha enriquecido?
Nos arrojaron caritativamente al vacío, Pero este nuestro salto mortal nos libertó de todas las ataduras que nos cohibían. Iremos no a donde quieran llevarnos, sino a donde nos empujen nuestras ansias interio- res- De sus luchas e inquietudes no nos interesa más que el sustrato humano que Puedan contener. Sin conexión con valores universales, encerrados en el marco de sus Particularismos, sus hechos y sus palabras uos resultan sucios, podridos, muertos. Por eso nuestras tareas no pueden ser convergentes. Ellos a sostener su mundo; nosotros, ? crear el nuestro. Ellos lo tienen allí, como es agrada, hecho a su imagen y semejanza.
Nosotros lo llevamos en las entrañas y hemos de nutrirlo con dolor y sangre. Pero ya saldrá a luz. Ya gime en nosotros con el deseo de llegar a un más allá, lejos de la hipocresía, de la falsedad, de la fuerza bruta, de la codicia, que lastran y envenenan ese mundo que ni nos quiere ni lo queremos.
Ya sé que hay entre nosotros quien suspira por volver a él y vive artificiosamente en el destierro con la ilusión de ser personaje o personajillo de la política que en España mató la derrota. Pero esos no son de los nuestros, ni lo han sido nunca. En recato acarician mimosamente el mismo sueño que con mayor honradez proclaman públicamente los falangistas. Son refugiados del imperio apul. En realidad, el imperio azul es el rincón romántico en que se refugian los que en vez de encararse con el porvenir, viven de la nostalgia del pasado. Por eso no tienen nada que ver con nosotros, que aspiramos a ser a la vez que hijos de España, sus padres, como decía Unamuno. Dejémosles con su pretensión de seguir agarrados a las ubres maternas y que ellos, a su vez, nos dejen engendrar a la nueva España.
Nuestra españolidad viva y fecunda es de otro género. Decantada y espiritualizada, la llevamos tan entrañada que, aun sin buscarlo ni quererlo, anima nuestra acción y nuestra palabra. No sé por qué maravillosa compensación lo que nos han quitado de contacto material con la tierra, de visión directa de su paisaje, de responsabilidad inmediata en su vida actual, nos lo han dado de compenetración íntima y profunda con su destino histórico, de certeza absoluta de que por nosotros habla y prepara su porvenir. Como nosotros, también ella, nuestra España, está desterrada, sin tierra que de verdad sea suya, hecha espíritu, que nosotros hemos de materializar dándole carne y sangre y huesos. En ese empeño sucumbieron durante la guerra, miles de españoles. Y en ese empeño está la raíz de nuestra actitud y de nuestra decisión en esta encrucijada histórica en que se encuentra el mundo.
Durante cerca de tres años el pueblo español esperó en vano la sacudida moral que la guerra que tan espantosamente se le hacía, habría de producir en el mundo. Qui
zás con ingenuidad excesiva muchos pensábamos que acabarían por darse cuenta de que si se violaba impunemente el derecho escrito, la ley de la conciencia y hasta los más elementales sentimientos de humanidad, en adelante ya no podría haber paz ni seguridad para nadie. Lo que en España se hiciera o se dejara hacer constituiría inevitablemente, por la fuerza misma de los hechos, un nuevo orden que aceptaban, a lo menos de una manera tácita, todos los que no reaccionaban contra él. Dejaron que nos derrotaran sin que ni una sola vez se alzaran en defensa de la justicia atropellada ¿Cómo vamos a extrañarnos de que, desencadenada ya la tormenta, aquellos polvos traigan estos lodos?
Día tras día, estuvimos repitiendo con desesperada energía que la guerra contra España no era tan sólo una preparación para esta otra guerra, sino su principio mismo, y que la agresión brutal, la conculcación del derecho, la intervención extranjera, las destrucciones y matanzas totales que el pueblo español estaba padeciendo eran el nuevo estilo de esa guerra, cuyos frentes circunstanciales pasaban entonces por España y pronto estarían en otros países. Nadie quiso enterarse. Era más cómodo achacar estos exactísimos presagios pesimistas a exageraciones de la propaganda y seguir viviendo en una paz ficticia, manchada de sangre y vileza.
La extraordinaria resistencia del pueblo español salvó una última vez el honor de los principios y por su esfuerzo heroico todos esos postulados de que la civilización europea parecía vivir como la libertad de los pueblos, el derecho internacional, la dignidad colectiva, la justicia sobre la fuerza, murieron con honra. Pero quedamos nosotros, los que pervivimos esa misma causa, hecha ya tan una misma cosa con nosotros, que tan sólo con nuestra presencia la seguimos defendiendo. Nosotros, refugiados de todos los países, somos el testimonio de una injusticia tan radicalmente perturbadora, que ella por sí sola bastaría para desquiciar un orden.
Claro es que no todos lo han destruido del mismo modo. Con furia demoníaca, unos.
Con cobarde hipocresía, otros. Pero ya está deshecho. Y nuestra misión es hacer otro. Así, rotundamente, hacer otro, aunque el propósito parezca excesivamente ambicioso. Lo sería, en efecto, si hubieran de realizarlo una o muchas personas. Pero nuestras voces, aun las más potentes, se debilitan y apagan ante ese inmenso clamor de justicia que brota de la misma realidad. No puede haber sociedad sin un orden. Cuando uno se derrumba, el mismo dolor de su agonía engendra al que ha de substituirle. A nosotros, víctimas del actual desorden, se están sumando continuamente las muchedumbres enormes —a veces, como ahora en Escandi- navia y Países Bajos, pueblos enteros—, de los sacrificados de cada día. Lo que importa es que todos tengamos igualmente presente nuestra tremenda responsabilidad de hombres libres y sinceros. En esta hora, el mundo que nos echó de su ley, nos necesita y nuestra intervención de intelectuales será tanto más fecunda cuanto más fiel sea a nuestra actual situación. Y ésta, por encima de todo, nos exige que la mantengamos independiente y libre. Libre de banderías políticas, de nacionalismos mezquinos, de imperios azules o rojos; esclavos únicamente de la verdad y la justicia.
Y la verdad y la justicia obligan a reconocer que no todo lo que hay en el actual orden es falso y malo. Contiene valores universales —heredados unos de civilizaciones pasadas, creados otros por el empuje inicial que produjo este orden—, que le trascienden y son parte del patrimonio inalienable de la humanidad. Todo nuevo orden no sólo ha de respetarlos, sino apoyarse en ellos, si no quiere ser una regresión, otro desorden. Como también lo sería, si no incorpora —hablo de incorporar con trabazón y vigor vitales, y no engastar de una manera adventicia y decorativa, como púdica hoja de parra—, toda una serie de principios que son la proyección en la vertiente temporal de lo que en lenguaje religioso, católico, se llama el Reino de Dios. Por acelerar su advenimiento a la tierra, todo sacrificio me parece ligero y todo esfuerzo, pequeño.
I G L E S I A A B A N D O N A D A
(Balada de la Gran Guerra)
Por Federico GARCIA LORCA
Yo tenía un hijo que se llamaba Juan.Yo tenía un hijo.Se perdió por los arcos un viernes de todos los muertos.Lo v i jugar en las últimas escaleras de la misa, y echaba un cubito de hojalata en el corazón del sacerdote.He golpeado los ataúdes. ¡Mi hijo! ¡M i hijo! ¡M i hijo!Saqué una pata de gallina por detrás de la luna y luego comprendí que mi niña era un peç por donde se alejan las carretas.Yo tenía una niña.Yo tenía un peí muerto bajo la ceniia de los incensarios.Yo tenía un mar, ¿de qué? ¡Dios mío! ¡Un mar!Subí a tocar las campanas, pero las frutas tenían gusanosy las cerillas apagadasse comían los trigos de la primavera.Yo v i la transparente cigüeña de alcohol,mondar las negras cabeias de los soldados agoniiantes,y v i las cabañas de goma,donde giraban las copas llenas de lágrimas.En las anémonas del ofertorio te encontraré ¡coraión mío!cuando el sacerdote levante la muía y el buey con sus fuertes bracospara espantar los sapos nocturnos que rondan los helados paisajes del cáliz.Yo tenía un hijo que era un gigante,pero los muertos son más fuertes y saben devorar pedamos de cielo.Si m i niño hubiera sido un oso,yo no temería el sigilo de los caimanes,ni hubiese visto al mar amarrado a los árbolespara ser fornicado y herido por el tropel de los regimientos.¡Si mi niño hubiera sido un oso!Me envolveré sobre esta lona dura para no sentir el frío de los musgos.Sé muy bien que me darán una manga o la corbata;pero en el centro de la misa yo romperé el timón y entoncesvendrá a la piedra la locura de pingüinos y gaviotasque harán decir a los que duermen y a los que cantan por las esquinas;El tenía un hijo.¡Un hijo! ¡Un hijo! ¡Un hijo!¡que no era más que suyo, porque era su hijo!¡Su hijo! ¡Su hijo! ¡Su hijo!
Del libro en prensa: Poeta en Nueva York, que publicará la Editorial Séneca a primeros deí próximo mes de junio.
C E N T E N A R I O D E L U I S V I V E S
El 6 de mayo se cumplió el cuarto centenario de la muerte de Luis Vives, filósofo por quien manó del modo más puro y encumbrado el pensamiento de la España renacentista. España Peregrina celebra la fecha memorable con tanta mayor veneración cuanto que por el generoso cerebro de este gran español se enhebró el hilo del pensar que andando el tiempo vino a anudarse políticamente en la Constitución de la República. Como verdadero hombre de buena voluntad Luis Vives era un acérrimo defensor del espíritu de paz que, por bajo de los obligados hechos guerreros propios de la época y reaccionando contra ellos, ha informado en toda ocasión las aspiraciones conscientes de nuestra patria, espíritu de paz que vino a formularse en la execración formal de la guerra realizada por nuestras últimas Cortes Constituyentes.
Algunos de los aspectos cardinales del pensamiento de Luis Vives están recogidos en el fragmento del prólogo inédito con que don Laureano Sánchez Gallegos, eminente especialista en la materia, ha precedido la traducción castellana de la obra De Concordia y Discordia, que publicamos a continuación no sin lamentar que la violenta desaparición de nuestras instituciones culturales nos impida añadir a este homenaje casi confidencial y como de pariente pobre aquellos otros que le confirieran un carácter más patente y duradero. En cambio...
Nuestros lectores compartirán seguramente la indignación y honda amargura que nosotros hemos sentido al saber que en la península, donde todo lo verdaderamente español se halla en la actualidad prostituido, se proponen celebrar este centenario con un Congreso Pedagógico reunido en Valencia, bajo la advocación de Luis Vives. Para cuantos conocen siquiera superficialmente el pensamiento de nuestro filósofo, su substancia espiritual, pocas cosas pueden concebirse tan monstruosas como la cínica perversión que supone prevalerse del nombre venerable para explotar la ignorancia de los humildes, exaltando los principios pedagógicos de un régimen que consagra al niño al imperio de la fuerza, fomentando, desarrollando, exacerbando en él, desde la escuela hasta la universidad, los instintos de agresión y de exterminio. La Junta de Cultura Española denuncia públicamente este nuevo delito de leso espíritu español, esta profanación inútil y envilecedora del alma de España cometida en la persona de uno de sus más preclaros hijos.
Para realzar vindicativamente la profunda enemistad que existe entre el mundo ideológico en que se mueve la personalidad de Vives y aquel que, por abuso de la fuerza, impera hoy en nuestra patria, nada nos parece más expresivo que acudir a la prueba documental aliterando dos testimonios concluyentes: unas frases repiesentativas de nuestro autor tomadas del tratado De Concordia y Discordia y un despacho telegráfico datado en Madrid tal como aparece reproducido en el número 3, de la revista castellana editada en Roma: IMPERIO.
MADRID.—Después del desfile de los Ejércitos ante el Caudillo, el Caudillo ha ido a depositar su espada victoriosa ante el Dios de los Ejércitos, con esta oración:
Señor: Acepta complacido el esfuerzo de este pueblo, siempre tuyo, que, conmigo, por tu nombre, ha vencido con heroísmo al enemigo de la Verdad en este siglo.
Señor, Dios, en cuyas manos esa todo derecho y todo poder, préstame tu asistencia para conducir este pueblo a la plena libertad del Imperio, para gloria tuya y de tu Iglesia.
Señor: que todos los hombres conozcan que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios vivo.
Franco deposita su espada ante la máxima jerarquía de la Iglesia en España. El Primado de las Españas recibe esta ofrenda simbólica, eleva preces al Altísimo y otorga su bendición al Vencedor, diciendo:
El Señor sea siempre contigo. Que El, de quien procede todo derecho y todo poder, y bajo cuyo imperio están todas las cosas, te bendiga y con amorosa providencia siga protegiéndote, así como al pueblo, cuyo régimen te ha sido confiado. Prenda de ello sea la bendición que te doy en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
{Imperio, N? 3, mayo, 1939.)
“¿Qué significa pedir a Dios una victoria contra tu hermano? ¿Qué es llevar a su templo y colgar ante sus altares las banderas cogidas al enemigo y ofrecércelas a aquel que aborrece la dureza de corazón? ¿Qué quiere decir darle gracias por tus ferocidades? ¿Qué es sino hablarle del modo siguiente: Príncipe poderosísimo y justísimo Señor del Universo: Tú me mandas ser semejante a Tí, es decir, justo, benévolo, clemente; me mandas no devolver mal por mal: me ordenas amar a mi hermano como a mi mismo, por amor a Tí; me mandas amar también, al menos con la voluntad, a mi enemigo y hacer bien a quien me haga mal. Pues bien: yo he determinado, contra todas esas leyes, contra tus mandatos y ejemplos, perseguir con hierro y fuego a mi hermano, o porque pienso apoderarme de algo o porque veo un camino de extender mi reino o porque así doy satisfacción a mis* pasions. He determinado llevarle la desgracia a él y a sus bienes. como sea; exterminarle por cualquier camino: por mar y tierra: de hecho y de palabra, como pueda. Te ruego. Padre clementísimo y piadosísimo que para ello me des fuerzas, me abras el camino con tus inspiraciones y consejos y me des éxito en la lucha. Si vuelvo vencedor adornaré tu templo con las banderas capturadas y con el botín robado; yo y mis soldados, después de triunfar, chorreando aun en sangre y sin lavarnos de las muertes hechas, iremos en procesión alrededor de tu templo, dándote gracias y celebrando tu poder porque dejamos en el campo de batalla tendidos y muertos a tus hijos y hermanos nuestros".
Luis VIVES
De Luis Vives (cuando aún no había cumplido veintisiete años) escribía Erasmo que no había parte alguna de la filosofía que le fuese extraña y que en a facilidad y elegancia del decir apenas había en aquel siglo quien ccm él com
pitiese; antes parecía nacido en los tiempos de Cicerón y Séneca.’’. Este gran varón, por la profundidad y altera de sus ideas se levanta sobre Erasmo y todos los
emas escritores de entonces conociendo y practicando aquella filosofía cristiana Que en los otros no pasaba de los labios.
Marcelino M ENENDEZ Y PELAYO (Heterodoxos Españoles, t. II, pág. 61)
E L E V A C I O N D E L U I S V I V E S
Por Laureano SANCHEZ GALLEGO
No voy a descubrir a Vives. Hace mucho que el mundo culto le conoce y le admira.
La biografía de Mayans que precede a su Opera omnia (1782-90); la obra de Bonilla Sanmartín y los estudios de Foster Watson muerto en 1929, pueden servir de jalones a quien desee bibliografía que le conduzca a penetrar en el alma de Luis Vives.
Respecto a su pensamiento pacifista, el profesor Carlos Riba y García leyó una oración inaugural del curso 1913-14 en la Universidad de Zaragoza, titulada “Luis Vives y el pacifismo”.
Y la cátedra de Luis Vives de la Universidad de Valencia (1930), empezó a publicar una edición de todas las obras del gran polígrafo, con sus traducciones.
Hay que confesar, no obstante, que a Vives no se le ha hecho todavía justicia plena. Hasta parece que haya habido para su nombre cierto silencio sistemático.
¿Por qué?Vives me enseña a ser imparcial, porque
“de su culpa, cada cual está cierto, mientras que de la ajena nadie está seguro, porque la culpa radica únicamente en el espíritu y éste sólo está patente a Dios y no a los ojos de los demás”.
Con arreglo a ese consejo, yo no quiero juzgar torcidamente de las intenciones de nadie; pero los hechos hay que interpretarlos de alguna manera.
Y mi interpretación es la siguiente:Luis Vives en diversos pasajes de sus
obras y en distintas ocasiones de su vida, topó con la Iglesia, con los reyes y con las Universidades; con las tres fuerzas terribles de su tiempo.
Quien haya hojeado los escritos de Vives se habrá dado cuenta de su profundo y acendrado cristianismo: esta su obra De Concordia es una prueba; de su pluma caen, a cada renglón, frases de unción religiosa; pero también hay muchos que rezuman
amargor, cuando reflejan hipocresías o deslealtades.
Son muy crudas las frases siguientes: “Hoy el clero tiene su jurisdicción, su procedimiento, sus fórmulas acusatorias, sus testigos, sus jueces, su policía, sus cárceles, sus verdugos, su espada, su fuego y su veneno. ¿ Y este clero es el sacerdocio de aquel Cristo que siendo juez de vivos y muertos, a alguién que pedía aconsejara a un hermano que partiera la herencia contestó: ¡Oh hombre! ¿Quién me ha nombrado juez entre vosotros?" (62) “La divergencia en opiniones y en la conducta y lo que es peor en religión, han provenido de los vicios y desvergüenzas de los sacerdotes, de su avaricia, de su lujo, de su fausto, de su soberbia, de su lujuria, de su infnita ansia de todo. Todos ellos han recibido incontestables perjuicios aun en aquello mismo que consideraban como lo principal, tal como el dinero y la gloria; unos porque vieron disminuir sus ingresos, otros porque sintieron obscurecida su autoridad. Pues bien: ¿quién de ellos se convirtió al verdadero maestro que los estaba llamando? ¿Quién se apartó un ápice de aquella vida torpe y corrompida que llevaba desde hacía tanto tiempo? (63)
Esto se escribía, viviendo la Inquisición.Para los reyes dijo, dedicándoselo al Cé
sar Carlos: “Hay quien cree que es lo mismo reinar, que llamarse Rey; pero también se llama rey en las comedias al que hace el papel de Agamenón o de Príamo y no de otro modo es rey el que ignora lo que es reinar. Ser rey es mirar por muchos, o tutelarlos: si es eso lo que buscas cuando quieres ampliar tus reinados, buscas una cosa hermosa y sublime. Pero yo te ruego que antes te mires y te estudies a ver si sabes ya gobernarte a ti mismo y a los reinos que hoy posees. Si has conseguido esto, con razón puedes aspirar a gobernar fuera de tus dominios. Pero si no aciertas a gobernarte, m a gobernar tu sola casa, ni a administrar un
pequeño reino, ¿qué locura es esa de pedir que se te entreguen las riendas de muchas ciudades y naciones?” " Todos aquellos que llegaron a conquistar grandes territorios, a fuerza de guerras y calamidades, creen que cumplen con su misión de gobernantes, con poner la firma en los despachos reales y andar luego cazando por los montes escondidos, o más escondidos que estos, pasarse la vida en los rincones de sus palacios entre banquetes y rameras”.
Respecto de los sabiosj "La antigüedad buscó durante mucho tiempo un sabio, y apenas encontró un semisabio. ¡Desdichadas aquellas épocas que buscaban un sabio, cuando no había ninguno! Si la suerte les hubiera reservado para nuestros dias, les costaría tanto trabajo encontrar hoy un tonto como entonces un sabio”. "Pero, ¿cómo se conducen en sus disenciones aquellos a quienes la ciencia separó del vulgo y que son tenidos como seres superiores? Me da vergüenza decirlo y yo quisiera más bien callar para que no se crea que quiero injuriar a los de mi clase: pero la cosa es demasiado conocida para que se pueda disi- mular. ¿Discuten sobre la modestia? Pues todo en ellos es inmodestia. ¿Hablan de fortaleza del alma? Pues los verás enfurecidos por un rumor, por una palabreja que se le deslizó a alguno. En todas sus disputas la soberbia se crece, se hincha, se enciende la bilis, y lo primero que se saca a relucir es la vida privada de cada uno; su condición, su fortuna, su linaje, su ingenio, sus dichos y hechos, sospechas y rumores; se lanzan insultos, verdaderos o falsos. Y no siempre tas disputas de estos sabios es por cuestión oe ciencia; a veces se discute por el dinero, 0 Por captar un alumno: es decir, por lo Que es materia y lucro ¡por el magisterio y la escuela!”
Hay que confesar que estas frases y otras muchas que se ven en la obra, son cauterios jjue debieron pasar levantando ampollas sobre ciertas epidermis.
Pero alguien que tenía obligación de Pesar más el fondo que la forma, debió detenerse a analizar la intención alta y rectí- ?'ma> profundamente religiosa, de quien escando una Humanidad ennoblecida por
°'en de la paz forzosamente tenía que fus- '8ar los vicios de quien, por estar más alto.
era el llamado a ser ejemplo y director de pacificación.
Pero hay quien no sabe perdonar, ni aun en la victoria.
Ya lo decía Vives: Que pueden perdonarse las enemistades de pueblos y reyes, como pudo Roma olvidar a Aníbal; pero que las enemistades de quienes se llaman cultos son eternas, porque eso de perdonar es de gente sencilla.
Esperemos que a medida que el tiempo aclare la luz se vaya abriendo camino.
Cuando el mundo repase la obra humana de Luis Vives, al darse cuenta de que todo su anhelo fue la conquista de la paz para el linaje humano y que por eso, era condescendiente con los sumisos y duro con los soberbios, terminará por poner en el frontispicio de la construcción Viviana, los conocidos versos virgilianos, sintetizando el alma de Roma: “Esta-fué tu ciencia: imponer costumbres de paz: perdonar a los sometidos y domeñar a los soberbios”.
Haec tibi erunt artes: pacisque imponere(mores:
Parcere subjectis et debellare superbos.
Tomando de Festo la etimología de "be- llum”, deducida de "bellua” (bestia), sigue Vives empleando ese léxico en toda su obra: "efferata natura”, “efferatus animus”, “natura bellua inferior”, "inhumana natura”, “barbarie homine indigna” . . . Tales son los calificativos que caen de su pluma como gotas de hiel, ante la barbarie organizada internacionalmente.
"La guerra es más propia de bestias que de hombres, ya que éste fué conformado por su naturaleza para la bondad y la humanidad, y las fieras para la lucha. Pero mies- tros delitos han conseguido, que el mal, propio de las bestias, ellas no lo hagan y que nosotros hagamos lo más ajeno y más contrario a miestra naturaleza”.
Si el hombre está dotado de medios para una vida de concordia y desprovisto de instrumentos para la lucha, le es tan antinatural la guerra como el suicidio. Por consiguiente, el fenómeno bélico no se explica más que por una caída tremenda a consecuencia de la cual, "mientras los demás animales se mantienen dentro de la órbita, él se ha desviado de la suya degenerando en
algo peor que la bestia, y sucediéndole lo que a los frutos, que cuando cambian, siempre es degenerando".
Partiendo, pues, de la base de que la guerra como hecho antinatural, no puede tener justificación natural, Vives busca las causas de ella fuera de la naturaleza y la encuentra en las pasiones, entendiendo por éstas, afectos humanos, o impulsos utiliza- bles, pero corrompidos por la culpa original.
En la carta a Adriano IV (traducida por el autor de este prólogo e inserta en la "Revista de las Españas", agosto de 1939), "De Europae statu ac tumultibus”, dice: "Hay algunos doctos varones que gozan de autoridad e influencia cerca de los príncipes y cuando tratan de las guerras hablan de "justas" e "injustas". No parece sino que intentan dar materia a los príncipes para que éstos puedan seguir sus caprichos y considerar justas las guerras que se les antoje".
Consiguientemente, para Luis Vives, no hay que hablar de guerras justas e injustas, todas son injustas, puesto que todas son contra la naturaleza. Lo único que cabrá es hablar sobre la legítima defensa, contra una guerra injusta.
Entre las causas de ella, algunas son verdaderamente innobles, porque "no todas las causas de las guerras, caen dentro de los límites del honor. A veces, se va a las armas por una mujer{uela, lo cual, como se comprenderá, no es de príncipes, sino de rufianes, Esta misma causa lanza a los particulares unos contra otros y a los toros y a los perros, cuando varios persiguen la misma hembra. Comprenderás que tales hombres no son hombres, sino bestias, empujadas por sus pasiones y llevadas a la trampa con un cebo engañador”.
Hay causas que se enmascaran con un disfraz de nobleza. Tales son la gloria y la expansión territorial.
Para Vives, la gloria del guerrero, es un vestigio de los pueblos primitivos: es una gloria de épocas salvajes: "Los hombres de las épocas rudas concretaron el honor, la gloria y la fama en los crímenes militares. Se llamó valor al matar: se calificó a los militares de hombres valientes, buenos ciudadanos, vengadores de la patria; se les elevó a la categoría de dioses". "Si a la guerra, el crimen más nefasto, no se le hubiera ofre
cido una recompensa tan grande, como es la gloria, quizás no hubiéramos tenido tantos príncipes belicosos".
Pero en fin, es lo cierto que las épocas bárbaras, "parte por incapacidad para ver más allá de lo externo, parte, por creerse mejor protegidas por el más fuerte, concretaron el honor en los hechos bélicos y mientras las generaciones sucesivas iban destruyendo, o mejorando todo lo antiguo, por rudo e incivil, aquel error ha persistido en la mente humana, hasta ser recibido y aprobado casi por unanimidad".
Lo referente a la barbarie de las guerras es lo más valiente y recio que tiene el Tratado de concordia, en sus libros primero y tercero.
El autor va deshaciendo las preocupaciones respecto a la gloria militar y unas veces agrio y otras irónico, pulveriza a la diosa de la fama ganada con sangre.
Ya, en la carta prólogo le dice al César: "Has emprendido la marcha sobre Italia. El alma de toda Europa y aun del Asia está pendiente del éxito de esta campaña. Todos se preguntan: ¿a dónde v a ? ... No es de pensar que tanto aparato bélico y tal conmoción en la vida de España (que parece arrancarla de sus cimientos), sea sólo para un ridículo alarde de fuerza, o para conseguir pueriles aplausos”.
Me va a permitir el lector que detalle algo este punto, porque es un verdadero ejemplo de análisis lógico.
“Llaman honor los incultos a los aplausos de cualquiera: por eso, se creen honrados aunque el honor provenga de un matachín, o de un carromatero. Pero además, esa fama es falsa: Se dan casos como al siguiente: Durante treinta años y con gran detrimento del nombre de Cristo, viene Francia sosteniendo guerras ccpi España, casi continuas. España le ha quitado Nápoles, Milán, Navarra y el Rosellón; le ha inferido muchas derrotas y le ha destrozado muchos ejércitos, finalmente, le ha hecho prisionero a su rey. Pues después de todo esto, el francés cdardea en su tierra de haber triunfado y se llama vencedor en su nación y en las que han sido espectadoras de los acontecimentos: habla y escribe de tal modo, que cualquiera creería que Francia hubiera dominado a toda España, desde Cád¡!
hasta el Pirineo. Pero es que ni los mismos pueblos interesados en la victoria coinciden en el aplauso, porque sucede en las guerras lo que en los espectáculos: que a los pocos momentos, como obedeciendo a una consigna, los espectadores se dividen en bandos”. " Tampoco la posteridad es más sincera, porque los partidismos se transmiten de padres a hijos, como en herencia
Después de ridiculizar a los vencedores que, lejos de los campos de batalla (como los dueños de los caballos, lejos de las carreras), consiguen laureles que deberían distribuir con los soldados que verdaderamente lucharon y aun con los caballos que arremetieron, termina con estos terribles gritos de dolor humano y cristiano: ¿Qué significa pedir a Dios una victoria contra tu hermano? ¿Qué es llevar a su templo y colgar ante sus altares las banderas cogidas al enemigo y ofrecérselas a aquel que aborrece la dureza del corazón? ¿Qué quiere decir darle gracias por tus ferocidades? ¿Qué es ésto, sino hablarle d d modo siguiente: Príncipe poderosísimo o justísimo Señor del universo: tú me mandas ser semejante a ti, es decir, justo, benévolo, clemente; me mandas no devolver mal por mal: me ordenas amar a mi hermano como a m í mismo, por amor a tl■' me mandas amar también, al menos con la voluntad, a mi enemigo y hacer bien a quien me haga mal. Pues bien: yo he determinado, contra todas esas leyes, contra tus mandatos y ejemplos, perseguir con hierro y fuego a m i hermano, o porque pienso apoderarme de algo, o porque veo un camino de extender mi reino, o porque así doy satisfacción a mis pasiones. He determinado llevarle la desgracia a él y a sus bienes, como sea; exterminarle por cualquier camino: Por mar y tierra; de hecho y de palabra; como pueda. Te ruego, padre clementísimo y Piadosísimo que para ello, me des fuerzas, me abras el camino con tus inspiraciones y consejos y me des éxito en la lucha. Si vuel- vo vencedor, adornaré tu templo con las banderas capturadas y con el botín robado: y° y mis soldados, después de triunfar, choleando aún en sangre y sin lavarnos de las muertes hechas, iremos en procesión alre- edor de tu templo, dándote gracias y ce
lebrando tu poder, porque dejamos en el campo de batalla tendidos y muertos a tus hijos y hermanos nuestros”.
La expansión del territorio como causa de guerra, está juzgada en la siguiente frase: “El ejército seguía a Alejandro; Alejandro seguía a su ambición en sus conquistas; es decir: “Hasta aquí llego robando”.
Claro que Alejandro no iba a levantarse del sepulcro para pedir explicaciones a Vives, porque éste llamará robo a la teoría modernísima del espacio vital adquirido por expediciones punitivas. Parece, pues, que ser valiente con los muertos, no es mucha valentía.
Pero no puede menos de sorprender ésta, cuando se da uno cuenta de que la obra De Concordia, va dedicada a Carlos V y que en ella Vives dice lo que sigue: “Hoy, sólo dos reyes poseen lo que hace cien años tenían veinte. Pues compara estos dos poderosos con aquellos régulos. Aquéllos levantaban obras maravillosas, hermoseaban edificios sagrados y profanos, dotaban espléndidamente a los centros de artes e industrias, sostenían muchas familias, hacían magníficos donativos, se contentaban con impuestos módicos, no pensaban en contribuciones extraordinarias; en una palabra, vivían en la abundancia y eran felices, ellos y los subditos. Estos de hoy, no sólo no edifican, sino que destruyen; no dotan a las asociaciones, pero sí las saquean; no sostienen sino a pocos, inútiles o vagos, por no llamarlos otra cosa: quitan a todos y no dan a nadie; los impuestos, cada día son más y más altos; las contribuciones extraordinarias, cada vez más y mayores; no se sacian nunca, ni con nada; siempre hambrientos, a pesar de lo que comen: siempre sedientos, a pesar de lo que beben. ¡Es curioso!, los reyes no quieren ceder a otros reyes, amigos antiguos y en atención a la paz de los pueblos, un pedazo de tierra y ceden gran parte de sus reinos a los rufianes y embusteros. ¡Porque los reyes suelen ser muy espléndidos con esta clase de gente!
(Fragmento del prólogo a la traducción del libro de Luis Vives De Concordia y Discordia, que tiene en prensa la Editorial Séneca.)
E N T R E D O S G U E R R A S
Hemos escapado del conflicto de Checoeslovaquia; no vayamos ahora a degollarnos por la cuestión espa-*°la- Chamberlain.
Y por la cuestión española se están degollando. Porque hubo tres maneras de abordar la cuestión española^ la nuestra, la del pueblo español, combatiendo contra la invasión interior y extranjera, contra el fascismo, contra la voluntad de guerra. Pacifismo militante y defensivo, que arrostra la guerra contra la guerra, que concentra la guerra localmente, que acepta su reto, para matarla universalmente. Otra, la de los ingleses, la del Gobierno inglés, que bloquea y deja inerme al pueblo español, diciendo que así localizaba eficazmente el conflicto, evitaba la conflagración y salvaba de este modo la civilización. Por fin, la de los agresores y su quinta columna española que también se decían salvadores de la civilización, pero no de la guerra —madre de todas las cosas—, sino del comunismo.
El pueblo español ha ofrecido la prueba de su razón con la demostración al absurdo que ha seguido a su inmolación: la guerra. El Gobierno inglés ha ofrecido la prueba macabra de su desaforada insensatez al no poder asegurar la paz ni siquiera durante la precaria generación chamberleniana. Los fascistas italo-germanos se han salido con la suya: la guerra. Lógica profunda de los acontecimientos, más implacable siempre que la de los conceptos.
Sólo el pueblo español decía la verdad, la sentía en su raíz y daba consecuentemente testimonio de ella. ¿Desde cuándo no se había muerto con la naturalidad verdadera y verídica con que moría el miliciano? ¿Cuándo se ha muerto con mayor teatro que en esa muerte encamisada parda, negra o azul? ¿Y cuándo se han amparado más crímenes con buenas y saludables palabras?
Por Eugenio IM AZ
Palabras, palabras y palabras. “Hay que evitar, a todo trance, la guerra. Hay que dejar al pueblo español que decida, por sí mismo, su suerte. No hay sino llamar “voluntarios” a los soldados alemanes e italianos. Y “no intervención” al bloqueo. “Nacionales” a los instrumentos del extranjero. A los mata-niños, gentes de orden y a los matricidas, gentes de religión”. Todo eso pedía la civilización. Siempre había tiempo para “reconsiderar” la política a seguir y para “negociar” con los que no tenían ninguna otra consideración negociable que la suya: la guerra. Se “negoció” la paz y se la puso de precio la generosa sangre española. Y el gran negociador, que había salido bien preparado de la Tesorería, acaba de volver a su espelunca después de haber hecho el negocio más redondo: vender al pueblo español definitivamente en Munich y comprar la guerra en Polonia, en Finlandia, en Dinamarca, en Noruega, en Holanda, en Bélgica, en Francia, en Inglaterra...
¿Por qué tantas palabras? ¿Por qué tantos crímenes? El “diplomático desconocido" E. Dzelepy, que sufre persecución por la justicia, —por España—, en Francia, en su luminoso alegato “Inglaterra en España”, (1) insiste: “la clave estaba no en Burgos, o en Roma, o en Berlín, sino en Londres’’. ¿Y cuál era esta clave? Dzelepy nos la da como a pesar suyo y furtivamente, pues si empieza dicendo: “Para captar la verdadera significación del problema español, hay que despojarse de todo prejuicio de orden social y considerarlo bajo el ángulo de la política internacional”, y expone consecuentemente, con la implacable lucidez del Pa' triota griego resentido, todos los entresijos de la política exterior inglesa, al final de su amargo itinerario nos confiesa: “la desdicha
(1) E. Dzelepy. Espejo de alevosías. Inglaterra en España. Editorial Séneca. México, 1940-
es que la Inglaterra del Gobierno “Nacional”, que tiene la fobia del “bolchevismo”, que manifiesta abiertamente sus simpatías por todos los países fascistas y estimula los planes de cruzada antisoviética, se inclina a favor de los que, a sus ojos, representan el "orden” en España, desea su victoria y hace deliberadamente su juego. Esto puede disgustar a muchos, pero está bien que se sepa si se quiere ver claro en la situación actual”. ( Le complot espagnol, París, 1936.) Tarde se ha visto claro: ha sido menester, además de la guerra, la invasión de Holanda, Bélgica y Luxemburgo, p a r a que Chamberlain tenga que retirarse a su hirsuta cueva, bajo la acusación doble y la misma de haber hecho Munich y de haber entregado a España.
¡Qué olfato el de Goebbels, cuando escoge para bautizar a los rebeldes de España el nombre de “nacionales”, que ya habían empleado con éxito los alemanes en las guerras del Báltico! Dos pájaros de un tiro. ¡También el Gobierno conservador inglés era “nacional” y “nacionales” fueron las tropas que combatieron a los bolcheviques rusos en el Báltico! Que en España no hubiera habido nunca “nacionales”, no importaba nada porque, con ayuda de la propaganda, el nombre haría a la cosa.
Pues que de olfato se trata, intentemos perseguir caninamente el rastro. En la asamblea anual que reunió al Consejo de la Compañía de Minas de Río Tinto en Londres, por los primeros meses del 37, su presidente, el ex Ministro inglés Geddes, declaraba que el Gobierno español de Frente Popular se hallaba, antes de estallar la rebelión, frente a un movimiento revolucionario que era incapaz de dominar, y todos los nacionales” del Imperio se lo creyeron; pa
labra de gentleman, que se permite hablar así de un país que lucha desesperadamente c°n una invasión y donde él tiene intereses Protegidos. Sigamos el rastro. En abril del 36, unos meses antes de la rebelión y pocos días antes del triunfo del Frente Popular francés, un tal Georges Rotvand, en un suplemento al “Btdletin Quotidien”, órgano .J Comité des Forges, editado por la 5o-
Cleté d’Etudes et d’Informations Economices, publica L’Espagne sous le régime du l·r°nt Populaire, donde se encuentran las si
guientes informaciones económicas: “El Gobierno prisionero; el deslizamiento hacia la anarquía; la legalización de la acción directa”; y estudios de este calibre: "por otra parte, se han formado en todos los ministerios una especie de soviets”; por esos mismos días Gringoire, Le Jour, etc., etc., publicaban con lujo de detalles y de fotografías relatos de los mismos horrendos crímenes que, durante el movimiento, tendríamos forzosamente que cometer. Por ejemplo, /el amor libre se practicaba en Madrid en plena calle. Un Cristo, no sé si en Denia, había hecho un milagro para evitar su profanación, levantando la mano desclavada contra el sacrilego. En Francia nosotros presenciamos reiteradamente otro milagro: que el franco bajaba cada vez que el Gobierno francés de Frente Popular parecía alborotarse con las provocaciones germano- italianas, o marcar uña política social un poco avanzada. El tirón, como es natural, o sobrenatural, venía de la City.
La City estaba asustada, como muchos franceses, con el Frente Popular de Francia. El triunfo del Frente Popular español contra una insurrección armada hubiera fortalecido enormemente al de Francia. Está fresco todavía —y agrandado retrospectivamente—, el susto medroso por las huelgas de brazos caídos. Ni un momento de vacilación cuando estalla la rebelión española complotada por el extranjero: que salga, cuanto antes, triunfante. Cuanto antes y de cualquier manera: con hecatombe de inocentes, con bombardeos de Almería. Todo en nombre de la humanidad, de la civilización y de la paz.
Esto de la paz era para los franceses. Para los lectores del Bulletin Quotidien y para los otros, para los de “antes el fascismo que la guerra", para los de "antes Munich que la guerra”, una guerra que se ha fraguado —ahora lo ven con ojos de ira—, precisamente en Munich. En Munich, Inglaterra disloca el Frente Popular francés y desguarnece a Francia, para tenerla más a su merced, con el espantajo de la guerra. El espantajo se ha convertido en el espectro verdadero de la guerra, y Alemania ya no tiene enemigo al Este. Porque, después de Checoeslovaquia y de España, Inglaterra ha obligado a Francia a entregar también a Po
lonia. En plena guerra, Inglaterra sigue "negociando” la paz. Convencida de que los métodos de la guerra total no se deben aplicar más que a los pueblos débiles, a los que no pueden dar adecuada respuesta —como España y como Polonia—, asiste indiferente al bombardeo de las ciudades de su aliada. Sigue en plena guerra “negociando" la paz para canalizar orientalmente una guerra que se le ha venido tan inocentemente encima. Tan inocentemente: por asegurar, como dice, la independencia de un pueblo débil.
Al Munich de Munich siguió un intento de Munich meditarráneo. Pero los “nacionales" llegaron a Barcelona después que Cham- berlain a Roma y Francia pudo enseñar los dientes. Con “negociaciones” y “consultas” se podían arreglar todas las causas de conflicto en Europa. No hay más que verlo. Eso mismo debe pensar, en estos momentos, Italia. Con toda la miopía atesorada por su petulancia financiera, creía el conservador inglés elaborar pérfidamente un nuevo equilibrio de potencias en Europa cuando de lo que se trataba, para el fascismo, era nada menos que de un nuevo reparto de la Tierra.
Si ha habido tres maneras de abordar la cuestión española, la nuestra, la inglesa y la italo-germana, tres frases marcan lapidariamente las responsabilidades históricas de la terrible hora. Europa parece entregada a todos los demonios de la destrucción. Como una nueva fuerza telúrica, la de la técnica que anima la infernal furia humana, las legiones germanas van devorando por días las naciones. Naciones venerables que, como Holanda, han sido para Europa invernadero de sus libertades:
Rápido como el rayo tu pensamiento ha venido.
Y así ha venido, como el rayo, el pensamiento de la guerra: la guerra fascista total y relampagueante. Nosotros conocimos los primeros su furia demoníaca, y dijimos, pensando en el mundo: “¡No pasarán'." Sí, pensando en el mundo, dándonos perfecta cuenta de lo que para él significaba la primera resistencia armada contra el fascismo, contra la guerra. Dándonos perfecta cuenta también de toda la ingente y cruenta dificul
tad del empeño. Cuando, en los comienzos de la rebelión, vimos en Madrid el primer avión alemán de bombardeo, que había equivocado su ruta, lo arrostramos todo. Bien es verdad que no pensamos en Inglaterra. En que para Inglaterra, la cuestión española no que, para Inglaterra, la cuestión española no valía la vida de un marinero inglés. (Duff Cooper). Pero nuestra fe fué tan grande que ni Inglaterra ha conseguido desmoralizarnos.
“Antes el fascismo que el Frente Popular”, pensaron los conservadores ingleses aterrados instintivamente ante la fuerza, no telúrica sino histórica, que el pueblo español iba dando a una expresión política. Y para que el Frente Popular francés cediera, dijeron mentirosamente los ingleses a los franceses: “la justicia con el pueblo español significa la guerra”. El fiat justitia et pereat mundus, o la civilización, es todo lo contrario de una máxima política. No hay más remedio, pues, que abandonar al pueblo español en manos del fascismo. Un pueblo menos, ¿qué importa al mundo? Los franceses, los amigos, encontraron la respuesta consoladora: "antes el fascismo que la guerra". Es decir, histérica e históricamente: “antes la guerra que la guerra".
Ya está la guerra ahí. Y la civilización, que se pretendía salvar, en inminente peligro. Una civilización que, para salvarse, nos excluía inmolándonos. Que nos inmoló para perderse. Que nos tenía que inmolar ciegamente, porque éramos su contradicción más escandalosa.
Ella paridora de guerras, el pueblo español moridor de paz.
Estos han sido los frutos de la pa{ ideológica, la que va entre la guerra de España y la presente. Porque, como razón del desentendimiento aparente y no intervencionista de Inglaterra, se dijo oficialmente en varias ocasiones que se trataba en España de una guerra ideológica cuando lo que había, fuera del problema interno, naturalmente ideológico, era una clara agresión armada. En virtud del primer aspecto que el complejo español ofrecía, el de la insurrección contra el Gobierno legítimo, la no intervención clásica explicada por los manuales de Derecho internacional es la que permite al Go-
biemo que hace frente a una insurrección comprar armas en el extranjero y hasta solicitar auxilios efectivos de los Gobiernos legítimos sin que por ello la no intervención padezca. Porque no hay que olvidar, ofuscados por la palabra, que el no intervenir se refiere exclusivamente a la posible ayuda a los insurrectos.
Después de la era de la Santa Alianza éste fué el régimen intemacionalista logrado y sostenido principalmente por Francia e Inglaterra. Con la guerra española y el mar de confusiones jurídicas con que los gobernantes de las grandes democracias, empleando equívocamente las fórmulas consagradas —no intervención, neutralidad, voluntarios, etcétera— con el deliberado propósito de echar arena en los ojos más o menos democráticos de los ciudadanos y de los amigos, inundan la conciencia europea y americana, efectivamente se instaura una nueva época en la historia política del Derecho de gentes, porque con el nombre de no intervención se practica en realidad todo lo contrario de lo que ella implica y son precisamente las mismas Francia e Inglaterra las que bastardean la fórmula.
Después del legitimismo intervencionista de la Santa Alianza y la legalidad no intervencionista de las democracias occidentales, se inaugura para España la no intervención que supone una intervención, con papeles repartidos, en contra del Gobierno legtimo sostenido por el pueblo. Por eso un internacionalista francés de la Universidad de París, bien conocido, M. Le Four, que todavía tiene que valerse de sus conceptos académicos más recientes, para estudiar y justificar la política no intervencionista franco-inglesa en España, lo primero que hace es salirse de su terreno de intemacionalista y barajar vergonzosamente cifras y datos con el objeto de demostrar la ilegitimidad del Gobierno republicano español.
Con arreglo a esa concepción partidista & la guerra ideológica y frente a una gue- tra que, desde el punto de vista internacional, único que debe tener en cuenta una política internacional limpia, no era, como ven ahora hasta los ciegos, más que una guerra en que * jugaba, como en todas, un nuevo reparto ue fuerzas, se hizo una política también ideo
lógica de paz, por la cual se fué concediendo a la voracidad fascista todo lo que ella pedía, hasta el momento irremediable, el de ahora, en que, como el lobo del cuento, trataría de comerse también al generoso donante.
Si la política de paz no hubiera sido ideológica sino sencillamente una pura política de paz, se hubiera mantenido ésta sin concesiones y de este modo ella se hubiera comido a la guerra, volviendo el cuento por pasiva, porque la paz, pero una paz viva sin concesiones, era el enemigo mortal de la guerra, del fascismo, que sin el alimento azuzador hubiera forzosamente desfallecido. Porque necesitaba comer vorazmente para vivir, porque esa era su innegable naturaleza biológica. Sólo con voracidad, por otra parte, podía satisfacer las exigencias de una economía de guerra, de una economía violentada por aquella su energúmena naturaleza. Pero esto es lo que no se quiso, que desfalleciera el presunto gendarme de Europa, y se hizo una política ideológica de paz que nos ha traído esta catástrofe nada ideológica de la guerra pura y relampagueante, en la que ni se invocan los principios, demasiado comprometidos.
Y ahora la situación para nosotros, republicanos españoles, es ésta. Primeros atacados, lo hemos sido, en formas distintas, por todas las potencias no-intervencionistas. Luego ha ocurrido que los no-intervencionistas, como lo preveíamos y gritamos a voz en cuello, poniendo el grito en el cielo y la sangre en la tierra, se han enzarzado. Hay, pues, no dos sino tres beligerancias en la guerra, que se inició en 1936 y ahora continúa. El pueblo español vive todavía en el silencio de la opresión, en la sombra de las cárceles o al aire libre de la peregrinación. Y como las potencias que en nombre de su democracia inventaron la no-intervención no han rectificado sino que, por el contrario, han insistido hasta el fin —envío de Samuel Hoare a Madrid, intervención del requeté francés Ibarnegaray para internar concentradamente a vascos y catalanes— nosotros seguimos donde estábamos y ellos donde estaban y seguimos siendo, antes que nada y después de todo, “hispanófilos” a secas, que ya se agotaron nuestras lágrimas.
Ya sé que esta política aliada de acercamiento franquista se explica por razones vitales de defensa, pero, precisamente la razón vital es la que nos aconseja, la que aconseja al pueblo español, a no resignarse con su muerte. Y no es en nombre de una civilización que ha renegado en nosotros de sus
clamorosos principios como se nos puede pedir, como se puede pedir al pueblo español que muera definitivamente y que renuncie a su radical voluntad de vida nueva. Como no se nos ha hecho sitio mal podemos movernos del angosto pero profundo, como un surco, en que el destino nos tiene clavados.
L O S G À N G S T E R S
Al fin de la gran guerra se concibió una inmensa esperanza. Se confiaba en que tan espantosa lección no pudiera ser desatendida. Italia había participado en una coalición formada para someter a las potencias de rapiña y, según frase del presidente Wilson, “construir un mundo seguro para la democracia”. Las naciones se habían reunido en Ginebra. Habían jurado que nunca jamás el fuerte sería autorizado a aplastar al débil. Una sociedad de socorros mutuos, la Sociedad de las Naciones, debía garantizar colectivamente la seguridad de todos. La fuerza quedaba proscrita. ¿En qué consistía ese nuevo espíritu? En el fondo era el espíritu cristiano aplicado a las relaciones entre los pueblos. Y no otra cosa sino la prolongación de la idea moral que había permitido la intervención del pueblo americano en la guerra de la que no esperaba beneficio alguno.
Ahora bien, ¿qué es lo que en la actualidad vemos?
Tres potencias se han desentendido de la Sociedad de las Naciones: el Japón, Alemania e Italia. Las dos primeras se encuentran ya fuera de ella. No admiten barreras morales para el
D E L C A P I T O L I O
ejercicio de su fuerza. La Alemania hitleriana repudia expresamente el cristianismo y el espíritu que le anima. En cuanto a Italia fascista, su jefe, siguiendo la tradición de Bonaparte, ha concluido sin duda un Concordato con la Iglesia, pero su ideal es un ideal de fuerza directamente contrario al del cristianismo. Es el mismo de la antigua Roma. Nada más elocuente que la loba viva que el régimen fascista exhibe ante los ojos del régimen en una fórmula célebre: "La guerra de los romanos al pie del Capitalio, y que se revuelve, ferozmente insatisfecha, detrás de los gruesos barrotes. Mussolini ha expresado el ideal es al hombre lo que la maternidad a la mujer". Es la fórmula de los romanos de antaño, la de la humanidad primitiva: "El hombre es un lobo para el hombre". Es la ley de la selva opuesta a la ley humana de la Sociedad de las Naciones. Dentro de este ideal es educado un pueblo entero y, en consecuencia, el niño, a la edad de seis años, es entregado por su madre a las formaciones pre-balilla de ‘los hijos de la loba”.
Paul REYNAUD.(L'Italie a la croisée des chemins, PARIS-
SOIR, 14-11-36.)
LIBIA, SOMALIA, ABISINIA, ESPAÑA Y ALBANIA
ROMA, mayo 9. (A N T A ).— Italia celebró hoy el cuarto aniversario de la fundación del Imperio Italiano, que es también el “Día del Ejército”, y en todo el país hubo actos militares, exaltando las virtudes guerreras del pueblo italiano.
En esta capital Mussolini entregó, ante la tumba del Soldado Desconocido, diversas condecoraciones a los soldados que se distinguieron en las campañas de Abisinia, España y Albania.c u Eí Duce paSÓ revista a las y después se arrodilló ante la tumba delSoldado Desconocido. E n seguida, las mismas tropas desfilaron ante el Primer Ministro. La multitud aclamó al jefe del Gobierno.
Por lo demás, la prensa evóca los grandes triunfos logrados por los italianos eti Libia, Somalia, Abisinia, España y Albania, y proclama que es el único ejér- cito en Europa, en los últimos veinte años, que ha conseguido siempre la victoria.
¡ O J O A L C R I S T O !Por Juan LARREA
En su libro: Preparación y primeras operaciones (Roma, 1937), prologado por Mussolini, revela el general del Bono que el Duce le encargó en 1932-33, el estudio en sus menores detalles de la conquista de Abi- sinia, proyecto cuya realización fijaron para 1935-36. A plazo previsto se consumó, pues, como es sabido, la destrucción de un pueblo que Italia, contra la opinión de otros países, hizo fementidamente, para disipar toda sospecha, admitir en la Sociedad de Naciones.
Se sabe asimismo por documentos y confesiones fehacientes (1) que la guerra civil española ocurrida en 1936, había sido premeditada y discutida por Mussolini en marzo de 1934, con los representantes del ejército español y de los partidos católicos y monárquicos.
Bajo la fascinación del Imperio la ambición romana no conoce ninguna clase de fronteras. Si para Enrique IV, París bien valía una misa, para Mussolini el Imperio bien vale todos los crímenes. El papel de la península ibérica ha sido a estos efectos í,2 3y caracterizado como sumamente preciso.
‘ a es hora de que comprenda el mundo que la campaña de España es una prolongación de la de Abisinia. Si no impusiéramos nuestra influencia a los españoles nun-
, (J) Recuérdese la minuta muchas veces publicada de la entrevista que Antonio Goicoechea,
general Barreda, Rafael Olazábal, etc., cele- n r an c-on Mussolini el 31 de marzo de 1934
ando éste último les prometió asistencia en mero y armas para la ejecución de sus propó- u°s agresores contra la República Española. En n discurso pronunciado en San Sebastián el 22 . novembre de 1937, el mismo Antonio Goicoe-
d e l Q u rm° Públicamente que "desde marro l 7, ciertos partidos de derecha españoles “otan preparado un golpe de Estado basado en
ci<n ™*urrección del ejército o, si ello fuera preña ** seguridad de España, hasta una gue- llaj- !V1 • Con tal objeto "se habían dirigido a bier»» i>ePat ,conseSUÍr no sólo el apoyo del go-
lta'iano, sino también el del Partido sta para el caso de una guerra civil’’.
ca podría el Mediterráneo convertirse en el “lago italiano’ de que ha hablado Mussolini”, pudo escribir descarnadamente el general Ambrosio Barlatti (II Mediterráneo, marzo 1938).
La palabra Imperio empieza a resonar en la zona nacionalista en cuanto estalla la guerra civil. Falange, instituida al dictado de Roma, lanza la consigna. Se diría que aquellos torpes egoísmos que para salvar sus intereses no vacilaron en condenar a muerte al pueblo español, tratan de encubrir así en lo desmesurado de sus ambiciones lo horrendo de su delito, precipitándose en la demoníaca avidez del fascismo, inherente a la parte que pugna por convertirse en todo. Falange y el cabecilla y el ejército y los funcionarios hablan, discuten, se embriagan con la idea de Imperio, y la prensa distribuye a diario para los remisos toda suerte de incitantes desvarios imperiales. Con ello se pretende —así por lo menos se afirma— liberar a España de influencias extranjeras.
Lo necio del caso para los verdaderos españoles es que ese Imperio tan cacareado por la gallina militar española, tan cacareado como si tratara del huevo de Colón, no tiene de español más que el nombre. ¿Con qué energías pretendería España, pobre, exánime y luego de traicionar sus más firmes principios, constituir un organismo basado en la irradiación de la fuerza? En realidad sus aspiraciones son bastante más reducidas. El conglomerado reaccionario español se satisface con una plaza subalterna dentro de un sistema imperialista organizado en torno de una fuerza exótica. Porque así como no fué ella, sino Italia quien ganó su guerra (2), la estulta vanidad española está dis
(2) II Popolo d’Italia, órgano de Mussolini, podía escribir en enero de 1939 comentando la obra publicada por el general italiano FrancescoBelforte sobre La guerra civil en España lo que sigue: “Se comprende que las naciones democrá
puesta a cooperar en la construcción italiana de su propio Imperio. Es decir, España se somete al yugo imperial italiano, acepta convertirse en provincia romana con un oficio de tercería muy preciso, confiando en que por ello le será permitido preponderar, como el planeta sobre sus satélites, sobre las naciones americanas de habla española para girar conjuntamente en la órbita trazada por la ambición de Mussolini.
Vale la pena recordar para desvanecer ilusiones los conceptos que sobre el sentido histórico español de la palabra Imperio vertió el actual Presidente de la Academia Española de la Lengua, José María Pemán. quien pretende asumir la dirección de la unidad cultural hispánica:
"El Imperio que hemos soñado siempre, se lo hemos contratado siempre a manos cesáreas y extrañas: a la Roma de Augusto; a los Césares austríacos; a los Califas mismos de Córdoba. Cuando lo hemos ensayado solos, de un modo absoluto —León, Aragón—, hemos fracasado, por falta de cohesión interna y propia .. . No hemos sido Imperio más que cuando nuestra diversidad personalista ha sido superada por substancias unificador as germánicas y romanas__Cuando Roma nos hacia el Im p e lo , es cuando nosotros, sin perjuicio de colaborar en él con soldados, políticos y hasta emperadores, teníamos tiempo de hacer filosofía . . . Sólo así, con un alto y fuerte dominio, que produjera una interna vacación política, se lograba que el personalismo español se reconcentrara. . . Por eso los españoles hemos vivido en una perpetua angustia contradictoria y rechazando el Imperio. Cuando nos lo traía Augusto, lo rechazábamos con Viriato; cuando nos lo traía Carlos de Gante, lo rechazábamos con Padilla y Maldonado. Los Comuneros, ingenuamente embelle
ticas trataran desde el principio de impedir la intervención italiana. Mientras sus legionarios luchaban en España contra la furia roja, Italia se vio obligada a sostener en el Comité de No- intervención una lucha menos sangrienta pero no menos difícil. El embajador Grandi dominó siempre al Comité... >El Comité de No-intervención no impidió el curso de los acontecimientos. Pero sin la intervención militar de Italia en España y su intervención diplomática en Londres el resultado de la guerra civil hubiera sido muy otro y la situación actual de España hubiera sido totalmente invertida".
cidos por el romanticismo liberal, fueron una especie de partido agrario, caciquil y pueblerino que oponía al Imperio el afán de continuar el mangoneo político, el afán de perpetuar la España arriscada, desunida, selvática y ardiente de Trogo y Estrabón. . . Como antes Augusto, totalmente romano, fué ahora preciso Carlos, mitad germano, para mantener la cohesión.. . Ahora solo es preciso una cosa: que frente a esa nueva invitación al Imperio, no nos empeñemos otra vez en alistarnos bajo las banderas de Viriato o Juan de Padilla. No rechacemos otra vez lo romano germánico.. (Unidad, San Sebastián, 13 de abril de 1938).
Tiene esta indigente declaración la ventaja de no dejar lugar a equívocos. Sabemos gracias a ella qué es lo que en la España de hoy se entiende por espíritu nacional y qué por extranjero.
En efecto: si en su día se volcaron sobre la península aviones, armas y soldados germano-italianos. la capital y las provincias españolas se llenan actualmente de Casas de Italia, de Institutos, Academias, conferenciantes, consignas y productos italianos. Al tiempo que Mussolini profería: las relaciones entre Estados, son relaciones de fuerza, España inocentemente incorporaba a su blasón el yugo. Sic vos non vobis aratis boves. Y así ocurre que mientras se prohibe el uso del vascuence y del catalán, productos genuinos del solar español, se abren por todas partes, empezando por las universidades, para mayor gloria de la cultura hispánica, innumerables academias de habla italiana.
Ciertamente han cambiado los tiempos desde que Ortega y Gasset podía sostener que España era una colonia sin metrópoli-
*Decía que, así como se ha prestado a
favorecer las ambiciones mussolinianas en el Mediterráneo, la España franquista esta dispuesta a permitir que Roma utilice su prostitución como gancho para la mejor realización de sus delirios imperiales. En Roma es y no en Madrid donde se edita con miras a Hispanoamérica, la revista castellana IMPERIO, redactada bajo la dirección, no de un español, sino de un italiano, Niño Serventi, por voluntarios hispanoamerica
nos que complacidamente se disponen a desempeñar un cometido personal interesante en la organización subalterna de sus patrias respectivas. En Roma es, y no en Madrid, donde bajo dirección italiana funciona la editorial castellana IMPERIO "el esfuerzo más grande y la labor más eficaz para una restauración del ideal hispánico". En Roma es y no en Madrid, donde se realizan las películas cinematográficas españolas que han de preparar el terreno de América para la penetración totalitaria. En Roma y no en Madrid, donde toman sus consignas personajes como Rafael Sánchez Mazas, italianista de siempre y por muchos conceptos; y hoy, pese a su origen judío. Ministro y Delegado Nacional del servicio exterior de Falange, es decir, organizador de las Falanges exteriores, vertidas sobre América. . .
No nos es lícito suponer que el peligro es más aparente que real. Fuera imperdonable que cometiéramos los mismos errores de candidez e incuria que Europa está pagando a precio de sangre. Avida, insaciable, la loba romana merodea en torno al rebaño. Los españoles sabemos que no ha de ser el número de muertos, ni las crueldades colectivas más execrables, ni consideraciones morales de ninguna especie las que aquietarán sus mandíbulas. Necio sería abandonarse a la molicie del instante con el pretexto de que resulta poco menos que absurdo que Mussolini sueñe con imponer su fuerza a países tan remotos. No es eso. Mussolini dispone de otras armas poderosas, España entre ellas y sobre todo del poder político de la Iglesia Romana. (1) A ello se debe que los principales peligros para América no provengan directamente de Alemania, como suele asegurarse, sino de Roma. ¿No hemos visto acaso, durante la guerra española lo que puede la movilización de los obispos y, a través de sus recomendaciones, la de la internacional católica fanatizada por el
. 0 ) En la ya citada revista castellana "Im- Peri°”, publicada en Roma para los países hispanoamericanos, se realzan con especial intención los documentos de carácter religioso justifican-
de la guerra civil, tales como la bendición del Papa Pío XII, enalteciendo la insurrección de •os católicos, la solemne entrega a la Iglesia de la esPada de Franco, etc.
fantasma del comunismo? ¿Por qué no harían los beati posidentes hispanoamericanos lo mismo que hicieron los españoles? ¿No se avendrían a convertirse en subprovincia romana con tal de que esto les permitiera imperar sobre sus respectivos pueblos mantenidos siempre en el bajo nivel necesario para que no puedan perturbar sus digestiones? El peligro no viene por fuera, sino por dentro, por la contienda intestina con todos sus turbios y complicados enredos. ¿A qué otra cosa, sino a la lucha armada pueden referirse noticias como la siguiente que de cuando en cuando aparecen en la prensa del Nuevo Mundo?: "Ha sido nombrado Jefe de Falange en Uruguay, José Torres, quien tendrá como obligación tener organizadas las milicias españolas de Falange en dicho país". (Novedades, 12 de mayo.) ¿A qué otro objeto pueden destinarse las milicias? (2)
*Por simple deducción podemos estar se
guros de que así como las campañas de Abi- sinia y de España estaban premeditadas en Roma, en la actualidad existe todo un plan de campaña dirigido contra América. Ignoramos si ese plan estará llamado a tener éxito o no, lo que en gran parte depende de nosotros. Pero sí tenemos la certeza de que existe y de que en él la católica España desempeña por su significación papel de protagonista.
(2) Conocidísimo es el punto tercero de Falange Española en el que consta: ‘‘Respecto a los países de Hispanoamérica tendemos a la unificación de cultura, de intereses económicos y de poder". Por otra parte el Mensaje de Rafael Sánchez Mazas a las Falanges del Mundo estatuye la ‘‘movilización en cada momento de nuestra Falange exterior al servicio de aquellos intereses que sean más urgentes para la Patria; si, por ejemplo, ahora uno de estos fines urgentes es nuestra política de divisas, el ideal sería tener una Falange exterior de financieros y comerciantes, como si viniese un momento urgente de necesidad de expansión de nuestra cultura, el ideal seria tener una Falange exterior de intelectuales y poetas.
‘‘En una Patria cuyo caudillo es un general victorioso dehe cumplirse en la guerra como en la paz, que después de todo responde a idénticas leyes, el principio de operar a cada momento con aquellas armas adecuadas para conseguir los mas inmediatos fines". ¡ Cuántos circunloquios para sugerir, sin expresarla, la idea de una intervención armada!
En estos tiempos de individualismo preponderante la Iglesia universal en cuanto organización humana se ha convertido por la fuerza de las personas que la rigen en una iglesia setenta y cinco por ciento italiana dispuesta, llegado el caso, a doblegarse, a regañadientes o no, a servir las ambiciones de Mussolini. Sobran las pruebas. La jerarquía eclesiástica española y las hispanoamericanas han de continuar, sin duda, por la senda que ya se trazaron. Las milicias de la Compañía de Jesús—deuxieme bureau y quinta columna al mismo tiempo—, en la sombra que les es tan cara, en el colegio, en el pulpito, en el seno de las familias católicas difunden con su tenacidad característica las doctrinas de astucia o fuerza y el estado de espíritu que pueden originar la catástrofe. El cjero, por el juego de sus afinidades electivas, tomaría partido sin dificultad en cuanto estallara un conflicto, sobre todo después de que el Papa ha legitimado la agresión al bendecir solemnemente a los agresores. Ad majorem dei gloriam, pueden matarse hoy colectivamente, guardando ciertas formas exteriores, cuantos abisinios, españoles o americanos estorben en este mundo el uso de las riquezas. Porque de esto es en el fondo de lo que se trata.
Ignoramos el modo concreto como podrían llevarse a cabo tales propósitos. Uno de seguro es el plan correspondiente a México, en acuerdo con su pronunciada peculiaridad, otro distinto el de Colombia o Venezuela, y otro, con vistas a la Argentina y en conexión probable con los nazis del Brasil, el del Uruguay, donde Falange realiza abiertamente una enorme propaganda y existe una colonia italiana numerosa. ¿Quién podía saber en 1933, lo que respecto a Abisinia se urdía en Roma? Hay una nación, sin embargo, que por las circunstancias que en ella concurren reclama, si hemos de imaginarnos un caso concreto de intervención armada, consideración aparte: el Perú a quien la España nacionalista hace objeto de una atención especialísima, siendo al mismo tiempo, como por casualidad, la nación americana más íntimamente ligada a Italia. El Banco de emisión del Perú es italiano, la policía es italiana, existe una factoría de aviación italiana...
Atemos cabos. Démonos cuenta de lo que significa el hecho de que puedan aparecer en un periódico de Hispanoamérica noticias como la que a continuación se transcribe referente al banquete ofrecido en Lima a un delegado oficial de propaganda de la España franquista. ‘‘Los salones del Club que funciona en el edificio de Jesús Nazareno, se vieron con este motivo muy concurridos. Se hallaban presentes el ministro de Italia, Excelentísimo señor Iginio Ugo Faralli, y su esposa la señora de Faralli; el Nuncio Apostólico Monseñor Fernando Cento; el Ministro de Alemania, doctor Ernst Schmith; el Ministro de la España Nacionalista, Excelentísimo señor Avilés y Tiscar; d Delegado de la Falange Española Tradicionalista y de las J. O. N. S., señor Santiváñe;; el dirigente del fascio, doctor Radicati; el Agregado de prensa italiana en el Perú, doctor Toto Giurato; el agregado aeronáutico, Coronel Frasconi; los jefes de la Misión de Policía; prominentes miembros de las colonias italiana y española, radicadas en la capital y conocidas personas de nuestros círculos sociales”. (La Prensa, Lima, 17 de junio de 1938). Es decir, y por orden sumamente significativo, el representante oficial de Mussolini, la Iglesia Católica, Alemania, España, el Fascio, la propaganda, la aviación, la policía italianas...; exactamente los mismos personajes de la baraja diabólica con que en tramposo envite se han repartido matones y tahúres el destino del pueblo español. Y por detrás la masa de capitalistas italianos, españoles, peruanos, católicos a macha martillo naturalmente.
Algo debe haber en el Perú distinto a los otros países para que José María Pe- mán, cuya rápida ascensión a la Presidencia de la Academia de la Lengua no debe ser ajena a sus ideas sobre el Imperio, haya escrito una obra teatral con argumento peruano, La Santa Virreina. Entre virreyes y santos anda el tute. Y tal vez entre divinos impacientes, a juzgar por el ardimiento con que los jesuítas del colegio limeño se jactaron públicamente en la revista de propaganda religiosa editada en Burgos De Rebus Hispaniae (no tengo a mano el número), de haber laborado activamente desde el primer día por la causa de Franco con todos los medios a su alcance. Notemos también
que tan pronto como acabó la guerra en España, José de la Riva Agüero, presidente de la Academia de la Lengua del Perú, se apresuró a trasladarse a la península para entrevistarse con su colega y, sin duda, para recibir las consignas oportunas. Nótese, sobre todo, con la natural alarma, que al terminar su mandato presidencial el general Oscar Benavides, organizador de la política italiana en el Perú, si no me equivoco, pasó a ocupar el puesto de Embajador en Madrid que actualmente disfruta... (1) Y tantas otras cosas como ignoramos y, sobre todo, personalmente ignoro.
Fronterizo al Perú se encuentra Chile, donde gobierna un Frente Popular. En el alma peruana pueden reavivarse sin mayor esfuerzo, en cuanto parezca conveniente, los deseos de venganza que dejó en ella la guerra del Pacífico, acrecentándolos, por añadidura, con viejos imperialismos incaicos. Un conflicto interior en Chile, donde Juan Ignacio Lúea de Tena, especialista en la preparación de insurrecciones, se dispone a desempeñar el puesto de embajador de Franco, pondría inmediatamente en movimiento a las milicias falangistas de los otros paí- ses- ¿Qué haría entonces el Perú donde existe, como hemos visto, una fábrica italiana de aviación, una prensa y una policía entregadas a Italia, así como un ejército en pleno desarrollo?.. .
Ni los peruanos ni los chilenos conscientes tienen derecho a cometer la más mínima distracción en el juego, no puede estar mas claro.
¡Ojo al Cristo.. . que es de espadas! (2)
Ahora bien, si Mussolini no logra dar a ■tler la zancadilla que en el fondo de su
„„„ U) El Gobierno del Perú ha concedido al Rrin l Franco el gran Collar de la Orden de los hprii-nties ¥• a* Ministro de Estado, coronel Beig- cnnH a 9 ran Cruz de la misma Orden. Estas rcrn„eC0-ra<r10nes fueron otorgadas al acordarse el v ,°nt* ,m,ei}t0 del Gobierno español por el Perú Dra n t Va? ón a categoría de embajada de la re- ÍRp.,0 j °-n. diplomática española en aquel país. Reproducido de la prensa).ñ a u ’ * C ° m ° TIO germinaria en católico la se- suren eí - a m l°s campos de España, en el de rn?-verto a Punta de espada por el esfuerzo Gomá c fos y re8ada con su sangret" Cardenal
la’ Di caso de España.
corazón le tiene preparada, el inhumanismo hitleriano será el pretendiente a la corona imperial del sistema en que figuran en diferentes grados de subordinación Italia, España y América. El Imperio de la ignominia y de la fuerza bruta adquiriría, así, su expresión esplendorosa. De todos modos la catástrofe fuera la misma, sobre todo para América, cuyo eslabón de dependencia inmediato sería en cualquier eventualidad España.
He aquí, por qué cuantos tenemos una noción más espiritual de la vida y somos capaces de participar, si no de consagrarnos a la tarea de elevar el nivel de la conciencia humana, de gestar al hombre nuevo, no podemos desentendemos de problemas tan capitales. Nos va en ello nuestra razón de existencia. Los momentos no pueden ser más dramáticos. Europa se hunde en un mar de tinieblas cada vez más espesas. A nosotros, antes de que deje de ser tiempo, nos toca apoderarnos del espíritu verdadero de su mensaje, abrir los ojos, adquirir conocimiento de lo instante en este proceso humano de conquista de la Realidad, salvar los principios morales, desconocidos hoy por todos, que hagan posible el advenimiento del mundo nuevo en esta tierra de promisión en que vivimos.
Ese nuevo sistema no puede basarse ni en el absoluto individual, ni en el absoluto colectivo, ambos igualmente viciosos, sino en la conciencia de la relatividad individual y colectiva dentro de una organización voluntaria en que ambas se conjuguen. Si sabemos organizamos por encima de los nimios accidentes que nos separan, formar una sociedad de hombres libres en quienes la luz de la conciencia instaure su razón por encima de las obscuras pasiones elementales respondiendo a lo que de nosotros exige la experiencia colectiva que ha vivido el pueblo español y en cuya defensa se ha inmolado, el porvenir verterá sobre nosotros maravillosas abundancias. Organización, organización y organización, he ahí el secreto.
Si no, en el mejor de los casos, no nos ha de faltar tiempo, al modo como lo apetece Pemán, para hacer filosofía.
I M P E R I O
Dicen los telegramas de España que el general Franco ha visitado en Sevilla el Archivo de Indias y que en el libro de visitantes escribió: "Ante las reliquias de nuestro Imperio, con la promesa de otro”. Sigue, pues, la risible cantinela. Mientras España se desangra y no come, mientras la nación ha perdido su personalidad para trocarse en un mero protectorado italo-alemán, se continúa hablando de esa gran majadería del Imperio. Por de pronto, el presunto emperador se dedica a lustrar el calzado a los verdaderos amos de él y de España. ¡Buen principio para imperar!
¿Cuál será el Imperio que Franco se propone crear? Estampada la frase jactanciosa en el Archivo de Indias, ya se comprende que solamente a América puede referirse. Mas aunque la hubiese emitido en cualquier otro sitio, el resultado sería igual. Supongo que España no tratará de volver a apoderarse de la parte de Italia que fué suya, peleando con Mussolini. Es igualmente claro que no aspirará a reconquistar los Países Bajos ni las partes de Alemania y Austria, que estuvieron bajo el Imperio de Carlos V. Tampoco pretenderá adueñarse de las colonias de Africa, que ya vienen disputándose los totalitarios y los demócratas. No hay que darle vueltas. El Imperio con que Franco sueña, es América, y no otro. La afirmación tiene un antecedente declarado. El punto tercero del programa de Falange Española, dice así: "Afirmamos que la plenitud histórica de España es el Im perio. Reclamamos para España un puesto preeminente en Europa. No soportamos ni
el aislamiento internacional ni la mediati- lación extranjera. (¡Qué gracia tiene ésto después de haber hecho invadir España por alemanes, italianos, moros y portugueses!) Respecto de los países de Hispanoamérica, tendemos a la unificación de cultura, de intereses económicos y de poder. España dega su condición de eje espiritual del mundo hispánico como titulo de preeminencia de las empresas universales”. Me parece que no puede estar más claro.
Primera impresión al leer esto es echarse a reír. Sin embargo, yo vengo recomendando que no se ría nadie. Claro es que fiada la empresa a los falangistas y reque- tés españoles, que están a matar entre sí, y al dinero español que no existe y a los militares españoles que no han podido batirse solos contra los pobres milicianos de la República, puesto que han tenido que pelear en su nombre y representación los ejércitos invasores, no hay motivo sino para desternillarse a carcajadas. Pero si, por desdichada eventualidad, ganasen la guerra los países totalitarios, es evidentísimo que vendrían sobre América. Para ello están ya preparados los peones en varias naciones de este Continente. Y podrían hacerlo de dos maneras: o atacando ellos a cara descubierta con el pretexto de defender los intereses y los connacionales que aquí tienen, o parapetándose detrás de la vanidad española para servir aparentemente sus quiméricas reivindicaciones.
Angel OSSORIO Y GALLARDO-
Los totalitarios hacen, en Italia y Alemania, un uso inmoderado de palabras tales como fuerza espiritual, impulso moral, etc. (Siempre se jacta uno de aquello de que carece.) En realidad los espiritualistas sinceros debieran reconocer que en el día de hoy sólo la resistencia del pueblo español da al mundo un ejemplo maravilloso de la fuerza de las ideas morales. El acero y el petróleo son tenidos en jaque, en España, por el alma de un pueblo.
Conde SFORZA.
E L E G Í A E S P A Ñ O L APor Luis CERNUDA.
Ya la distancia entre los dos abierta Se lleva el sufrimiento, como nube Rota en lluvia olvidada, y la alegría,Hermosa claridad desvanecida;Nada altera entre tú, mi tierra y yo,Pobre palabra tuya, el invisible Fluir de los recuerdos, sustentando Almas con la verdad de tu alma pura.Sin luchar contra ti ya asisto inerte A la discordia estéril que te cubre,Al viento de locura que te arrastra.Tan sólo Dios vela sobre nosotros,Arbitro inmemorial del odio eterno.
Tus pueblos han ardido y tus campos ■Infecundos dan cosecha de hambre;Rasga tu aire el ala de la muerte.Tronchados como flores caen tus hombres Hechos para el amor y la tarea,Y aquellos que en la sombra suscitaron La guerra, resguardados en la sombra,Disfrutan su victoria. Tú en silencio,Tierra, pasión única mía, llorasTu soledad, tu pena y tu vergüenza.
Fiel aún, extasiado como el pájaro,Que en primavera hada su nido antiguo Llegaba a ti y en ti dejaba el vuelo,Con la atracción remota de un encanto Ineludible, rosa del destino,M i espíritu se aleja de estas nieblas,Canta su queja por tu cielo vasto.Mientras el cuerpo queda vacilante,Perdido, lejos, entre sueño y vida,Y oye el susurro lento de las horas.
¡Si nunca más pudieran estos ojos Enamorados reflejar tu imagen!¡Si nunca más pudiera por tus bosques,El alma en pai caída en tu regado,Soñar el mundo aquel que yo pensaba,Cuando la triste juventud lo quiso!Tú nada más, fuerte torre en ruinas,Puedes poblar mi soledad humana,Y esta ausencia de todo en ti se duerme.Deja tu aire ir sobre mi frente,Tu lu í sobre mi pecho hasta la muerte,Unica gloria cierta que aún deseo.
R E C U E R D O S Y N O S T A L G I A S"CLARIN" EN CIMADEVILLA
Por Luis SANTULLANO
Es la hora de la primanoche en la vieja ciudad, cuando los faroleros vuelven de su ministerio ufanos con las pértigas al hombro y el gusano de luz en lo alto de ellas, después de animar el Pentecostés cotidiano de las lenguas de gas municipales.
La calle de Cimadevilla, aparece más iluminada que ninguna otra, porque allí están los grandes escaparates que atraen a los mariposones nocturnos con las primeras bombillas cegadoras. Esa hora crepuscular lo es, para las gentes, de dar una vuelta, de distraer el ánimo y encontrar a los amigos, ia del noviazgo de las modistillas y los oficinistas de dos mil pesetas con descuento; la del chismorreo de muchos, de olvidar la tarea y disponerse a cenar, mejor o peor, estirando antes las piernas desde la Plaza hasta la calle de la Rúa o, los más ansiosos y ligeros, hasta la pedrera de la Catedral. Cimadevilla es así el centro peripatético y comunicativo de la ciudad, donde se pasea y se conversa, se recuerda y se proyecta, se habla mal o bien de todo, se ríe alto y se confía bajo, se desahogan los vetustenses y cobran ánimo para la jornada que ha de seguir.
También Clarín gusta de dar una vuelta, alguna vez, por Cimadevilla. Viene del Casino, que tiene ya pintado en su Regenta, de escribir un Palique y de leer la Revue des deux mondes, o quizá llega directamente de su casa, después de traducir un capítulo de Trabajo, de Zola. Puede Clarín también encaminarse hacia la Universidad para hacer una lectura comentada de L’Aiglon, con su palabra cálida y nerviosa, en los cursos y conferencias de extensión cultural, entonces sal de la ciudad, más gustosa que la misma novena de San Isidoro, con el gallardo Padre Ciarán.
Clarín pasa algo de prisa, si va solo, hundidas las manos en los bolsillos del gabán, la cabeza pensativa, de quien estando
con los demás, se acompaña a sí mismo. Y ocurre que el escritor se halla mezclado al barullo de los que van y vienen, detenido por unas chalequeras reidoras que no se sueltan del brazo y le azaran un poco, hasta que logra seguir adelante. Acaso desde la tertulia de un portal alguien advierte el breve apuro: Allá va Don Leopoldo... ¿Habéis leído el Heraldo de hoy? ¡Chicos, formidable! Todo el mundo en la ciudad lee los Paliques de Clarín, hasta el obispo Martínez Vigil, y así Manolo, el barbero ilustrado, irá diciendo a sus clientes, uno a uno, cuando les pasa la brocha: Es mucho don Leopoldo! Hay que fastidiarse con él; ¿no le parece? Al cliente, si es de la otra cáscara, la dulce, no puede parecerle nada contrario, pues ya Manolo, al advertir en sus ojos la réplica, acude con el jabonoso hisopo, como al descuido, y cierra con una banda de espuma la boca contradictora, mientras insiste: Sí, sí, es mucho don Leopoldo. ¡No hay quién pueda con él!
Tampoco puede con él, tan menudo, don Angelón, el canónigo casi gigante, que desde La Crui de la Victoria —después La Victoria de la Cruç—, lanza contra Clarín la zumba de sus Incidencias, ciertamente agudas de intención. Por eso Clarín no las desdeña, sino que disfrazado de Diana Caladora, se va al monte de la polémica y dispara a don Angelón su buena mostacilla, a la que el canónigo responde con posta gruesa o con perdigonadas, según.
Clarín es popular en su Vetusta porque no habita una torre de marfil, sino que convive en la ciudad y se mezcla al pueblo en la calle y en esa hora gustosa de Cimadevilla, cuando las gentes todas, y entre todas la artesanía, hormiguean antes de cenar y sienten la alegría, allí humorosas, de vivir.
Ahora Clarín no va solo, pues lleva a su lado la mocedad gesticulante de Melquíades Alvarez. La voz de la tertulia por- talera confía en tono bajo: Ya le está tomando la lección. Porque se dice, en efecto, que Clarín tiene sometido a Melquíades con cierta disciplina de estudio, para que el gran orador en agraz no llegue a confundir Ginebra y Genova —perdonen sus manes este inocente recuerdo—, y diga cosas. Melquíades aspira a ser el tribuno de la plebe, de aquella simpática plebe de Cimadevilla, tan digna como la mejor romana, a la que más tarde, un día de escrutinio, gritará su indignación magnífica: ¡El conde de Pe- ñalver y sus secuaces acaban de robar impúdicamente el acta con que me habéis honrado! Una vez más la voluntad del pueblo es atropellada por los lacayos del Bor- bón, que, para lograrlo, no han dudado en arrancarse la carátula de la pretendida legalidad. . . Etcétera, etcétera, estas o parecidas palabras. Clarín y Melquíades continúan paseando, y sucede que el escritor se pare en seco, se frote nervioso la revuelta barba y fulmine al orador con el relámpago de sus lentes: ¿Cómo, cómo? A ver «o . . . ! La voz tertuliosa añade en el portal: Dicen que ensaya los discursos delante de un armario de espejos. A lo que otra voz replica: Podrá ser verdad, pero lo que es hablar, habla como un mirlo del campo-.. Un Palique de Clarín dice m á s ... El orador no es el escritor.
Otras veces Clarín pasea en el Bombé solitario, las tardes claras de primavera, con Joanín Ochoa, el dulce y malogrado novelista de Los señores de la Hermida y En alma de Dios. Clarín y Ochoa mi- tan a los castaños, presurosos en lucir su flor blanca o rosa, y a los corpulentos negrillos; escuchan la canción de algún pájara. que Ochoa conoce bien —es un verde- nti— y alternan ja contemplación natural y la meditación comunicativa, acaso sobre el más allá, que hace ya a los dos sus misteriosas señas.
¡Huelga en Gijón! ¡La huelga de Gi- leo! Una tarde los periódicos locales de
etusta echaron a la calle sendas hojas
extraordinarias. Los vendedores corrían sin aliento de un lado para otro. Desde los cafés, desde los portales, desde los balcones les chistaban y llamaban: ¡Aquí, aquí Coleo! Era Coleo, hermano de Pipá, el más listo de los chicos menores de la prensa, así apodado a causa de la dificultad que el muchacho tenía para decir derechamente Correo y vocear el diario más leído.
El suceso gijonés era cosa seria, pues comenzaba con tiros y sangre. Los obreros luchaban por la jomada de ocho horas y se habían cansado de recibir promesas. España entera se puso en alarma —aún no había guerreado Europa—, temiendo que la huelga se corriese a las cuencas mineras, de allí a los altos hornos de Langreo y, por solidaridad, a la industriosa zona bilbaína. Aquel alzamiento obrero era para inquietar, cuando el Gobierno pudo advertir que no bastaban los tricornios charolados con los ceñidos barbuquejos en los rostros severos y bigotudos. Había que acudir al Ejército. ..
Los corresponsales de Madrid enviaban a sus periódicos informaciones tremendas. Aquello estaba que ardía, y no era exageración. En esa situación apurada se le ocurrió al Imparcial, cuyo poder llegaba a tumbar un ministro con una gacetilla, proponer el arbitraje de su colaborador de la hoja de Los Lunes. Los obreros de Gijón, que sabían de la altura moral de Clarín, aceptaron enseguida la mediación insigne. Los patronos resignáronse a ella por si traía algo que les conviniera, sacándolos del conflicto. Al fin y al cabo el profesor, aunque intelectual era también un burgués... Y allá se fué don Leopoldo una mañana, solo y tranquilo, en un tren que llevaba de reata unos cuantos vagones cargados de tropa, gente moza a quien divertía la aventura: “¡Lo menos que me pesco yo en Gijón es una “merluza” o dos!” “Y yo un pez-espada para cuando llegue a sargento tener mi espadín". "¡Bueno, bueno!” ¿Y aquello de que en Gijón todas son?”. “¡Poco a poco, que en Oviedo mete miedo y en Avilés
en cada casa, tres!”
Clarín, entretanto que los soldados voceaban desde las ventanillas, instalábase en un coche de segunda, con un libro en la mano para no leerlo, pues el paisaje aldeano había de poder más y le tentaba con la promesa del verde prado cercano a Guima- rán, el de su Adiós, Cordera. En el vagón inmediato, de primera clase, entraba un gordo comandante del Regimiento, con un esfuerzo al montar que le obligó a emplear ambas manos y auparse penosamente, mientras decía en queja a los oficialillos que le acompañaban: ¡Ya no está uno para estos trotes! Con el remate del enérgico movimiento las ruedecillas de las espuelas se pusieron a rodar gozosas. . .
A los pocos días regresaba Clarín. Volvía satisfecho y el pueblo lo estaba con él, el pueblo que cuenta —debo aclarar— y había acudido a esperarle. Desde la misma estación llevó casi en volandas al profesor hasta el Centro Obrero, un edificio pobre al fondo de un patio húmedo, pues eran aquellos los primeros tiempos de las organizaciones obreras, cuando Pablo Iglesias hablaba a un puñado de hombres y les enseñaba, con su palabra escueta, el abe del socialismo. Ya en el llamado salón de actos, insuficiente para acoger a una parte de los que llegaban en oleadas, “Clarín” se alzó sobre la tarima presidencial y contó lo que había hecho y lo que se había logrado en Gijón, acompañando su llano informe de reflexiones y comentarios nutridos de justicia y verdad, por encima de toda pasión: "¿Y sabéis quién dijo el primero lo que me oís? . . . ¿Quién es éste, (volviéndose a un retrato barbado que había en la tribun a ) . . . ¿Marx? ¡Pues Carlos Marx!”
El día 13 de junio de 1901 moría Clarín, un dia de Corpus. ¡Aire, A lfredo ... más aire, A lfred ín ,.. . que me ahogo!” El
balón de oxígeno, medio desinflado, bailaba sobre el lecho como un globo de feria caído y grotesco. Toda la ciudad, que quería a Clarín, rindió la cabeza al saberlo. La Universidad tomó en hombros el cadáver y lo trasladó a su recinto sin ceremonia. Turnáronse los profesores para llevar el ataúd por las calles desde el barrio pobre donde vivía el escritor, en una casa tranquila y cómoda, con un jardín y una galería, desde la que se contemplaba un verde panorama campesino, al fondo lejano el monte de la Grandota, con la calva de una cantera. Al tercer día, verificada la conducción pública al cementerio, según lo acostumbrado, dimos tierra al cadáver una mañana brumosa que, siendo de plena primavera, diríase otoñal. Allá fuimos unos pocos, muy pocos, a decirle el adiós último a don Leopoldo. Le encontramos muy solo en el depósito del camposanto, como un cuerpo más, que ya era y con su barba revuleta. En la sién derecha advertíase un bulto rojizo: ¿Qué será eso? —se le ocurrió decir a Posada. ¡Nada, hombre, nada, nada! atajó otro, probablemente Canella, el vicerector. Sela bajó su cabeza y murmuró algo. Buylla aplicó sobre las gafas los impertinentes de prestimano. Por si acaso, —insistió Posada, — por si acaso.. . ¿Quiere usted ver eso, Santullano? Yo. que estaba a la cabecera del ataúd, no tuve reparo en satisfacer a Posada. La mancha rojiza era algo frío, helado.. . como todo lo demás, como nuestro inolvidable Clarín, el hombre bueno que pocos supieron estimar, bien avenido con el pueblo y su compañía. Para convencerte de ello, lector, te bastará saber lo que te digo arriba: que don Leopoldo gustaba de pasear a la hora de la queda por Ci- madevilla, como un vetustense cualquiera-
LEOPOLDO ALAS, rector de la Universidad de Oviedo, hijo de Clarín, fué fusilado inicuamente por quienes, víctimas de criminal alucinación, no ven en el pueblo español sino el reflejo de sus propias maldades.
Bajo la sombra augusta de Clarín, ESPAÑA PEREGRINA execra una ve{
más la iniquidad de sus verdugos y dedica un fervoroso homenaje a su memoria.
C A N A
Prensa Católica, Frente Cristiano y Frente Franquista en los Estados Unidos
El día 13 de enero de 1940, la policía neoyorquina detenía a diez y siete miembros del Frente Cristiano, acusados de conspiración para derribar al Gobierno de Roosevelt. Entre los detenidos abundaban católicos irlandeses y no faltaban alemanes nazis paganos. Este brote de locura en pleno crudísimo invierno neoyorkino no es naturalmente efímero brote primaveral y juvenil, sino calenturienta erupción que acusa una alteración avanzada y honda incoada lentamente durante la guerra de España. La historia no se repite y por eso cuando se repite produce náuseas. Pero, reprimiendo la contrariedad digestiva, los republicanos españoles, por nuestra indiscutible autoridad en la materia, nos sentimos obligados ante ciertos intentos a animar la vigilancia de los pueblos libres de América. Por esta razón reproducimos, extractados, dos artículos aparecidos respectivamente en The Na- tion (16-12-39) y en el Protestant Digest (1-3-40) que se completan ejemplar e ilustrativamente en el desengañamiento de las sacras entretelas del cañamazo reticular fascista.
iI
La Prensa Católica
La más clara expresión de las simpatías fascistas de la prensa católica, ha sido la posición pro-franquista mantenida durante la guerra española, y no es descomedido tratar este problema como piedra de toque. El éxito de la campaña para mantener el embargo de armas para Espa- na en Norteamérica hay que atribuirlo, en gran Parte, a la presión continua de la prensa católica. Periódicos pro-laboristas, como el Michigan Ca- tholic y el Pittsburgh Catholic abrazaron la causa antiobrera, profascista, en España. Sólo tres periódicos católicos, el Catholic Worker, el New World y el Commonwelt, en los últimos meses de la guerra se atrevieron a sugerir que la de cráneo no era una guerra santa. Esta unidad tue lograda a través del servicio gratuito de no- hcias del N. C. W. C. Juzgado a través de cualquier tipo de periodismo moderno, el encubrimiento que de la guerra española hizo la agencia ue noticias católica, debe ser considerado como no de los esfuerzos más deshonestos de nuestra
época.tn ^ n pre?sa católica basó su posición, en cuan- ii a España, sobre los siguientes puntos, todos os. demostrablemente falsos:
v El Frente Popular logró la victoria en las fT" c'ones de 16 de febrero de 1936, mediante el taude y ia violencia.
M A Z O
2. Inmediatamente después de las elecciones, comenzaron las izquierdas a implantar el reinado del terror, lo que obligó al ejército a intervenir para restaurar el orden.
3. El asesinato de Calvo Sotelo por el Gobierno provocó el levantamiento del pueblo español.
4. La evidencia de que existía un complot comunista para adueñarse del poder, ocasionó el levantamiento de Franco.
6. El Gobierno español luchaba por imponer al pueblo el comunismo.
7. El movimiento de Franco no era fascista.8. Franco no aceptó ninguna ayuda alema
na ni italiana, hasta que la Unión Soviética intervino en favor del Gobierno español.
9. La matanza de Badajoz no existió nunca, y el bombardeo de Guerñica fué una simple invención periodística; los bombardeos de Barcelona y Valencia se dirigieron siempre contra objetivos militares.
El “triunfo" con que jugaba la prensa católica, sin embargo, era la sombría imputación de que el Gobierno antireligioso español había matado a 300,000 hombres, mujeres y niños, porque eran católicos. Es verdad que se quemaron iglesias, y algunos curas, y tal vez también algunas monjas, fueron muertos en el territorio republicano, aunque nunca en las proporciones dadas por la prensa católica. Sin embargo, esa prensa, rara vez puntualizó que tales ultrajes tuvieron lugar contra las vidas de los sacerdotes después de sublevarse Franco —en nombre de la iglesia—, arrastrando consigo la mayor parte del ejército y de las fuerzas policíacas. No hay ninguna prueba que demuestre la connivencia gubernamental con los crímenes cometidos por un pueblo enfurecido, que pensaba que la Iglesia apoyaba el movimiento fascista —como así era, sin duda—. La prensa católica jamás explicó a los demócratas católicos de Norteamérica por qué ocurrían tales cosas. Nada les dijo de la revista católica Acción Española, publicada en Burgos, en mayo de 1937, con la bendición del Cardenal Primado, en la que se justificaba su política diciendo que la "democracia y el sufragio universal, son formas embrionarias del comunismo y de la anarquía”. Tampoco les dijo cómo el Obispo de Pamplona, al principio de 1936, había bendecido la bandera de la Falange Española. Tampoco les contó cómo los católicos ingleses, Jerrold y Po- llard, actuando en representación de sus filiaciones religiosas internacionales, ayudaron a llevar a Franco de Canarias a Marruecos. Estos hechos, publicados a menudo en España con la autorización de la Iglesia, no fueron nunca revelados a los católicos americanos. Sólo un colaborador del New World, tuvo el valor suficiente para arros
trar el desafío que para la prensa católica significaban las revelaciones de post-guerra que publicaban la ayuda prestada a Franco por Alemania y por Italia. El 30 de junio de 1939, escribía así:
Por todas partes, se levanta ahora la acusación de que muchos escritores católicos, y desgraciadamente, la mayor parte de la prensa católica, fueron culpables de desfigurar a sabiendas la guerra de España...
Sus falsedades son tanto más desdichadas cuanto que dichos escritores acusaban continuamente a la prensa diaria de publicar mentiras e injusticias, cuando ellos mismos no tenían las manos limpias. Ahora resulta que la prensa diaria ofrecía de la guerra española descripciones más puras y más exactas que muchas publicaciones de la prensa católica.
La Catholic Review, órgano archidiocesano de Baltimore, replicó: “el aislamiento del New World del resto de la prensa católica es completo. Se lo agradecemos’’. Monseñor Thomas S. Dugan, escribió en el Transcript, de Hartford, órgano diocesano oficial:
Las informaciones publicadas por los periódicos católicos sobre la guerra española, se tomaron directamente de las entregas de noticias de la National Catholic Welfare Conference, o se inspiraron en esas entregas. La National Ca- htolic Welfare Conference, es creación e intérprete de los obispos norteamericanos. Si fuimos deshonestos, hay que sacar una deducción que sólo un loco se atrevería a sacar".
Para defender sus falsedades sobre España, la prensa católica atacaba a los editores y corresponsales de la prensa secular. El padre Joseph F. Thoming, el más servil de los propagandistas de Franco, indicó a menudo que Pulizzer, Stem, Meyer y Sulzberger eran judíos y, por lo tanto, predispuestos en contra de Franco. Jay Alien fué atacado para desacreditar su historia de la matanza de Badajoz. G. L. Steer fué combatido para desvirtuar su relato del bombardeo de Guernica. El padre Thoming, calumnió a Lawrence Femswoorth escribiendo en el Tablet:
La evidencia de las conexiones de Mr. Ferns- woorth con el Gobierno izquierdista de España, fué comprobada por Agentes del Ministerio Inglés del Exterior, lo que le obligó a dimitir del Times (Londres) v del New York Times.
Herbert L. Matthews, fué tildado de loco. Leland Stowe, Vicent Sheean, Ernest Hemingway, John Gunhter y otros, fueron constantemente calumniados.
Es imposible medir con exactitud el poder que esta prensa pueda tener. Desde luego, la leen menos de la mitad de los católicos del país. Después de 2 años de entusiasmo de la prensa católica por la España fascista, el Gallup poli en diciembre de 1938, informó que un tercio de los* católicos norteamericanos no tenían opinión alguna sobre la guerra, mientras que un 43% de los que opinaban eran pro-gubernamentales. La prensa, sin embargo, consiguió formar un grupo bullicioso y militante, que presionó y obtuvo un
tremendo efecto sobre los políticos. Por sugestión del Padre Gillis, editor de la revista semanal Catholic World, y autor de artículos de amplia circulación en la prensa católica, la Asociación de la Prensa Católica, en junio, adoptó, con sólo dos votos en contra, una moción de censura contra los periódicos seculares del C P. A. considerados culpables de falsear los hechos de la guerra española. Esta presión católica sobre la prensa secular, está organizada ahora en el United Catholic Organijations Press Relations Commitee, dirigido por el Padre Toomey, S. J. de la revista América.
IIFrente Cristiano y Frente Franquista
Antes de la rebelión de Franco ninguna causa fascista prosperó en los Estados Unidos. Las organizaciones fascistas italianas, lo mismo que las nazis alemanas tenían poca importancia. Cuando ocurre lo de España los nazis y los fascistas se alian con poderosos elementos de la Iglesia Católica que dispone en los Estados Unidos de una magnífica máquina de propaganda: organizaciones muy desarrolladas, oradores, prensa... y fieles. Contando con la organización católica como base de su acción, se desarrolla en los Estados Unidos, a medida que la cooperación entre el fascismo y el Vaticano en España se hace más patente, el Frente Franquista, que ha servido de principal agencia para la propaganda fascista a través de los Estados Unidos poco después del estallido de la guerra de España. Esta propaganda se proponía primordialmente asegurar una victoria fascista en España, sosteniendo el nada neutral embargo de armas del Gobierno norteamericano, que servía para extrangular a la República Española. Reduciéndola a sus términos mas simples, la propaganda del Frente Franquista decía lo siguiente: Franco, un cruzado cristiano, ha sido obligado al uso de la fuerza para poner fin a los desórdenes comunistas y a las persecuciones contra la Iglesia Católica, que ponían en peligro la civilización occidental.
El cuadro que de los acontecimientos en España presentaba a la opinión norteamericana el Frente Franquista era tan absolutamente falso y desfigurado que, el 30 de junio de 1939, el edito-rialista del New World, periódico recomendado por el Cardenal Mundelein, escribía: "Existe una lista poco envidiable de simpatizadores de Franco en la relación “los que mintieron sobre España" que publica The New Republic del p de junio como un índice de aquellos que desfiguraron los hechos de España durante la guerra- Arnols Lunn, Ellery Sedgwick, Dr. Joseph Code, profesor de una Universidad católica, y el Padre Thoming, son mencionados entre aquellos que mintieron. Esta lista de los que sacrificaron u verdad por la Causa podía ser aumentada grandemente". , ,
El Frente Franquista, durante y después u la guerra, ha propagado ideas cuyo propósito n es otro que una inducción deliberada a activiaa-
des revolucionarias fascistas en los Estados Unidos. Estas ideas son las siguientes: 1) la violencia está permitida cuando se usa contra los comunistas o en defensa de la Iglesia Católica; 2) el fascismo es un sistema defensivo natural, no ateo, que se desarrolla en las sociedades amenazadas por el comunismo, que es el mayor peligro del mundo. 3) Los comunistas están a punto de hacerse con el poder en los Estados Unidos. 4) La Iglesia Católica está siendo perseguida. Estas ideas describen la escena americana en los mismos términos que emplea el Frente Franquista para la situación de España. Y estas han sido las ideas que movían a los diez y siete conspiradores detenidos el 13 de enero.
El principal vehículo en la propagación de estas ideas ha sido la prensa oficial de la Iglesia Católica Romana la que, con algunas notables excepciones como la del New World de Chicago, ha cooperado en la aventura fascista. También ha recibido ayuda valiosa de la Prensa de Hearst y del Comité Dies sobre actividades no americanas.
Para comprender la obra de los miembros del Frente Franquista es fundamental recordar que, cuando usaban la palabra comunista aplicada a España, la extendían indistintamente a los masones, liberales ochocentistas, librepensadores, anarquistas, protestantes, católicos vascos, republicanos, autonomistas catalanes, socialistas, miembros de los sindicatos, demócratas y comunistas. Asi,_ en Norteamérica, la palabra comunista se ha ido ensanchando hasta abarcar a Roosevelt, a John L. Lewis, al Mayor LaGuardia, a los judíos, a la CIO. y a los consejeros del Presidente Roosevelt.
El New Deal es para el Presidente de la American Union for Nationalist Spain, Merwin K. Hart, sencillamente la forma norteamericana de comunismo ruso.
El tema básico de la propaganda del Frente franquista ha sido la aprobación dei uso de la n er̂ a i5n e* ?rregIo de las disputas políticas, jjesde hace más de tres años el general rebelde franco ha sido presentado a los católicos norteamericanos como el más alto ideal de acción católica. Fué calificado como “uno de los más sublimes tipos de caballero cristiano" por el Pace joseph F. Thorning. el "experto” en cuestio- es españolas, delante de tres mil Caballeros de
j°j°ü et> un desayuno de comunión en la ciu- aa de Nueva York. En el órgano católico Social
/ “ tce del 31 de julio de 1939 se avisaba que era síno cuestión de tiempo que Nueva York
afr'a ■ 8° de una monstruosa repetición de lasbeldades bolcheviques que destruyeron Madrid
C ■ <Pcelona". John F. Cassidy, leader del Frente stiano y uno de los detenidos en enero del
nij..en Çj mismo mes del año 39 declaraba en un l0 n.' ramos a hacer con los comunistas aquí F '* - m°\Pue estd haciendo con ellos Franco en
f Í*p 0 bebimos para aguantar más". del p " ac*re Coughlin es la figura más eminente Rufa aT ’ï Franquista. Es también patrón y
del Frente Cristiano. Durante la campaña
presidencial de 1936 decía: “Si algún dictador consigue en los Estados Unidos realizar una forma de Gobierno totalitario, cuando las papeletas de voto sean innecesarias tendré el valor de levantarme para defender el empleo de las balas". Ya el 22 de enero de 1934 decía: “La única manera de que los cristianos en México puedan decir sus oraciones es con el respaldo del fusil. Y esto es lo que preparan para la primavera. Hay una cuchilla que pende del muro. Y esto mismo tendremos que hacer en nuestro país”. Y en julio del 39: “os combatiremos con los métodos de Franco, si es necesario. Si gustáis podréis decir que esto es incendiario. ¡Sí, es incendiario!"
Para cultivar el espantajo rojo después de terminada la guerra en España, el Mayor Kelly y la revista jesuíta AMERICA colaboran en la campaña del Frente Franquista para denigrar a los refugiados españoles en México, estos refugiados que son los veteranos de la única guerra antifascista de Europa. El espíritu de esta persecución contra los refugiados malamente podrá ser calificado de cristiano. En América del 25 de marzo de 1939, escribía el Mayor Kelly: “no es menester ser un conocedor especial de los caracteres de estos tiempos tañ confusos para ver que las Brigadas en México, aunque disfrazadas de campesinos afectados a trabajos rurales, constituyen una amenaza para los Estados Unidos... Se van a infiltrar por nuestra frontera, confiando en el humanitarismo miope del Secretario de Trabajo... ¿Podemos seguir creyendo tranquilamente cuando se acerca la sombra comunista a nuestro querido país que "eso no puede pasar aquí"f El 12 de agosto de 1939, escribía de nuevo: “México sigue los trágicos pasos de España. La milicia obrera de la C. T. M., copiada de los ejércitos privados de la U. G. T. y de la C. N. T. de la España roja, que se entrena desde hace un año, ha alcanzado un estado de semientrenamiento y de beligerancia consciente... Para aumentar su fuerza proletaria Cárdenas celebró un pacto con el refugiado comunista ex Presidente del Consejo de la España roja, Juan Negrín, el 29 de junio, pacto en el cual un número ilimitado de miembros de su ejército derrotado, ahora en Francia, será transportado a México y repartido en colonias obreras en lugares estratégicos a lo largo de la frontera norteamericana y por otros lugares.... Las tropas refugiadas se sienten muy seguras en sus nuevos acuartelamientos y hablan confidencialmente de la revolución en los Estados Unidos en la que piensan tomar parte prominente". La revista AMERICA decía en un editorial del 17 de febrero de 1940, refiriéndose a los refugiados en México: “la vasta mayoría de estos españoles es de comunistas con récords criminales”. Muy estrecha ha sido también la relación entre el Frente Franquista y Martín Dies, cuyo comité ha sido un aliado efectivo del Frente Franquista, pintando a la España leal como comunista y jugando con el espantajo de un putsch comunista.
No hay que olvidar que durante la primavera de 1936 los pistoleros de José Antonio y de
Onésimo Redondo crearon deliberadamente desórdenes en las calles de España. En una biografía oficial de Falange sobre la figura de Onésimo Redondo leemos lo siguiente: "Mientras que otros grupos políticos se mantenían prudentemente en sus casas la Falange se lanzó valientemente a la calle. Para la Falange cualquier motivo era bastante: el 6 de abril unos centenares de camaradas organizaron una manifestación tumultuosa en la Acera ( Valladolid) causando incidentes graves y algunas detenciones. Cuando el Gobierno español trató de contener esta ola de violencia con medidas que reconocemos ahora como demasiado suaves, la Falange gritaba ¡persecución] Y en la biografía de Onésimo Redondo leemos: “Ante la persecución, la Falange decidió la guerra sin cuartel; nuestros camaradas, con habilidad y paciencia, fabricaron bombas que fueron colocadas en diversos lugares, tales como la Comisaría, los locales de la Unión General, casas particulares y en los domicilios de los leaders del Frente Popular. La Falange no retrocedió en la lucha y dos días después de la huelga contestó a ella colocando bombas en los domicilios de distinguidos marxis-
U N A C A R T A
tas. También en las aldeas luchó la Falange. Los mítines comunistas eran interrumpidos constantemente por los camaradas de nuestras organizaciones locales. Choques entre miembros de la Unión de Trabajadores y falangistas fueron cosa de todos los días. En Olmedo, el II de junio, hubo un encuentro y nuestros camaradas mataron a dos socialistas y fueron detenidos II de los nuestros. En Alaejos, el U de junio, fueron detenidos tres camaradas luego de un encuentro con los comunistas, pero nosotros contestamos colocando una bomba. En Peñafiel, después de una provocación, un falangista mató a uno de los marxistes más prestigiosos del pueblo. En Madrid, en las luchas diarias de la calle, sufrimos pérdidas pero nuestras represalias fueron tan efectivas como seguras. Uno de los enemigos más prominentes de la Falange, el teniente Castillo, cayó su cuerpo acribillado a balazos. En todas las demás provincias raro era el día en que la Falange no participara en la sorda guerra civil en que estaba empeñada, ella sola, contra un Estado que se declaró a si mismo enemigo del fascismo”.
E N T R E O T R A S
Montpellier Io de Mayo de 1940.Sr. R. V. Dinamarca. 80.México, D. F.M uy señor mío:Con pena inmensa me dirijo a usted para comunicarle el fallecimiento de
mi marido, Manuel García González, profesor de la Escuela de Orientación Profesional.
Ha muerto con la ilusión insatisfecha de ir a ese País, donde pensaba rehacer nuestras vidas, hoy rotas para siempre. Han ocasionado su muerte, por un lado, la dura vida del campo del que no pudo salir hasta ir al hospital, a pesar de las infinitas gestiones realizadas en todos sentidos, y, por otro, el sufrimiento moral de verse “tratado como un perro” — palabras suyas— sin encontrar quien le diese una mano.
Con él se me han ido todas las ilusiones. Todo lo sobrellevaba con la esperanza de volver a vivir juntos, pues por ser un hombre, por todos estilos, me encontraba amparada a su lado, y hoy me encuentro sola y desesperada. Todos los que le trataron últimamente no cesaban de decir a mi hermano lo caballeroso y estudioso que era; él no creyó morir y cuando fu i a verle, me decía que estudiaba para no olvidar. Ha dejados hechos unos apuntes de Geometría que Agustín Magdaleno, antiguo alumno de la E. O. P. ha pedido para su recuerdo. Este muchacho era practicante y dentro de los escasos medios de que se dispone en aquel hospital — destinado sólo a refugiados— ha hecho cuanto ha podido por él. Me queda sólo el consuelo de haber sido la mujer de “un buen español y una bellísima persona”, como me dicen los médicos del hospital — también españoles— en su pésame.
Perdone la molestia que le ocasione al leer esta pequeña y triste historia de los últimos días de mi marido, pero no me queda más consuelo que contárselo a las personas que él apreciaba.
Queda de Ud. affma.María G. Vda. de GARCIA.
N U E S T R O S I N T E L E C T U A L E S E N F R A N C I A
La repentina agravación de la guerra en Francia, la acentuada inclinación hacia la derecha de su Gobierno, nos hacen volver los ojos más angustiosamente aún que de costumbre hacia los numerosísimos españoles que allí ven desarrollarse los acontecimientos con inquietud creciente. Apresados en una inmensa ratonera, expuestos a caer en las garras de Hitler, Mussolini y Franco, a merced del peligroso chauvinismo de la reacción francesa, de Pétain, Weygand, Louis Marín e Ibarnegaray, todos ellos enemigos del pueblo español y colocados hoy en los puestos de mando, piensan seguramente con amargura y ponen su última esperanza en cuantos hemos tenido la fortuna de ganar las tierras libres de América. Su situación, poco menos que insostenible estos últimos meses, debe ser en la actualidad casi desesperada, expuestos a que les ocurra lo que les ha ocurrido ya a cuantos se encontraban en Bélgica.
Hemos recibido carta de algún compañero nuestro, privilegiado en cierto modo por tener familia en Francia, datada en el estadio de Ro- land Carros en Boulogne sur Seine, un campo de concentración dedicado a la gente maleante. ¿Qué será de los demás, incluso de los subsidiados que hasta el presente habían podido sostenerse ron las pequeñas cantidades que recibían y que iban a ser suspendidas en este mes próximo? ¿Cómo podrán evitar por lo menos el campo de concentración o las compañías de trabaio? Entre ellos figuran tan eminentes y respetables perso’ nalidades como Jesús Bellido Golferich, Demófilo de Buen, Joaquín Trias, Jaime Serra Hunter, Pedro Aguado Bleye, Corpus Barga, Blas Cabrera, Carlos Riva, Juan Rebull, Salvador Baca- nsse, Gustavo Pittaluga, Rafael Sánchez Ventura, Rafael de Buen, José Giner Pantoja, José M. Quiroga Plá, Joaquín D’Harcourt, Martín Navarro Flores, José Fernández Montesinos, Emi-10. Nadal, Fernando Soldevilla, José Xirau, Hi- ■3no Alonso, José Valls, Antonio Moles Caubet, fcnnque Moles Ormella, Augusto Pérez Victoria, Pabriciano García Cicuendez, Pedro Flores, Joaquín Suñer, etc., etc. Junto a éstos y otros muchos nombres sobresalientes, se encuentra la masa e los compañeros de profesiones liberales, más
uiodestos sin duda, pero no menos dignos de nues- fa preocupación y de nuestros esfuerzos.
I ,ara facilitar la formación de una idea sobre a.,s.ltuac¡ón actual de estos compañeros, transmimos algunos párrafos del informe que de allí
^mos recibido últimamente, fechado en el pasado „** ce abril, antes de que se agravara la situa- *°n en Europa. Dicen así:
Más de 5,200 (de los cuales más de 1,000 maestros) son los intelectuales o individuos pertenecientes a las diversas profesiones liberales, que se encuentran todavía en Francia.
De todos los refugiados españoles, los intelectuales, son aquellos que por no tener una preparación para los trabajos manuales, se han visto obligados a aceptar los quehaceres más duros en las Compañías de Trabajo organizadas a mediados del año pasado. Considerados como inaplicables o “inaprovechables”, catedráticos, artistas, escritores, arquitectos, abogados, etc., están encuadrados en las Compañías llamadas de “pico y pala” dependientes del Ministerio de la Guerra o de Ministerios civiles, que han pasado el invierno y los primeros meses de este año haciendo trabajos de fortificació» en los Alpes o en las zonas de guerra. Sólo unos cuantos, declarados inútiles o de edad avanzada, fueron dejados en los refugios o en el único campo civil que subsistió hasta principios de 1940, el de Argelés en Pirineos Orientales. Sin embargo, después del decreto del general Ménard del 15 de Enero, tendiente a la desaparición total de campos y refugios y a la utilización de todos los españoles, estos intelectuales declarados inútiles fueron enviados a formar parte, en unión de adolescentes, de Compañías para "trabajos ligeros”, con un salario de 0.50 de franco y recibiendo igual alimentación que los demás de las otras Compañías, o sea lentejas, pan y bacalao.
Estas Compañías de Trabajos Ligeros fueron empleadas al principio en la agricultura, pero posteriormente, sus componentes fueron incluidos en las Compañías de hombres “normales”.
Los intelectuales españoles en el destierro, han tenido siempre menos oportunidades migratorias que los demás refugiados. Los países acogedores señalaron una proporción muy baja para ellos, prefiriendo a los obreros y campesinos. En Francia, han sido también aquellos para los que el Estado francés ha puesto siempre más reservas, considerándoles como directores de la política republicana y señalándoles como los “rojos" más peligrosos. Las estadísticas oficiales francesas y las organizaciones de solidaridad indican que son precisamente los intelectuales y los mutilados, los que han dado menor número de regresos “voluntarios” a España. Los intelectuales han sido objeto de toda clase de presiones y han sufrido incluso castigos físicos para quebrantar su moral y su resistencia. Muchos de ellos, se han visto obligados a desarrollar las más peligrosas e infamantes tareas en las Compañías de Trabajo de “pico y pala”. Todo lo han soportado antes que
aceptar el regreso a España, por saber que la agonia en los campos franceses o en las Compañías, es, sin duda, preferible a lo que se les tiene preparado en la España de Franco.
Entre los intelectuales hay un grupo, el de los maestros, que nunca ha descansado en sus tareas culturales, manteniendo viva la llama de cultura sostenida por la República. En los seis primeros meses de campo de concentración, no descuidaron sus deberes profesionales, se reorganizaron, montaron escuelas, editaron revistas con elementos muy precarios y continuaron su labor de desanalfabetización entre los emigrados. Todos sin embargo, se han visto impedidos de hacer una vida con el sentido intelectual que ambicionan. Jamás traspasaron las alambradas de los campos más impresos que los diarios franceses de marcada tendencia derechista y las Organizaciones de ayuda no pudieron nunca superar, por falta de recursos y de facilidades, las exigencias sanitarias y de alimentación más elementales; por tanto, apenas pudieron hacerse eco de los miles de peticiones de libros y revistas.
Muy pocos pudieron recibir subsidios que les permitieran librarse de los campos de concentración. Se calcula en unos 300 los que han podido evitarlos. La vida de todos los demás ha estado íntimamente unida a las angustias, sufrimientos y esfuerzos de los demás refugiados. Y es de subrayar que esas ayudas van a ser suprimidas en plazo muy breve.
Entre los intelectuales, puede contarse un grupo de quinientos y pico estudiantes, a más de trescientos de los cuales faltábanles solamente dos años para terminar su carrera. Estos jóvenes que lo dieron todo durante la guerra, formando muchos de ellos, parte de los cuadros más brillantes del Ejército popular, han truncado sus vidas sin aparente esperanza de solución. Gran número de ellos, en los últimos tiempos, cambiaron sus instancias de emigración hacia otros países, por demandas de elementos de cultura.
Al estallar la guerra europea, el tono de sus cartas cambió y estudiantes de letras, de química, de medicina, de música, de pedagogía, de magisterio, etc., modificaron sus peticiones pidiendo libros y contacto con organizaciones de cultura viva en América. Algunos explicaban cómo sin un oficio manual, sin una profesión definida, estaban convertidos en simples peones cuyo trabajo consistía en cargar y descargar sacos de carbón en los muelles, en el transporte de explosivos dentro de las minas y en la excavación de trincheras en el Norte de Francia, muy cerca de las líneas de fuego, en lugares que denunciaba la dirección postal a que debía contestárseles. (Sin duda los actuales movimientos de guerra les han encontrado allí.)
Pocas posibilidades de mejora espiritual hay en Francia para los intelectuales. No existen hoy en día organizaciones culturales que les puedan ayudar en este sentido. Toda la acción en su favor debe limitarse a pretender conseguir para ellos, seguridad en sus vidas y ayuda para mejorar su alimentación y su salud.
Su estado de ánimo no desfallece. Cientos de ellos son optimistas pensando que en América aún existen países capaces de ayudarles y españoles de su profesión, que no les olvidan. Otros creen que su voluntad podrá superar las doloro- sas faenas físicas que se ven obligados a desempeñar. En Toulouse, muchos de los que trabajan en las fábricas de pólvora con jornadas de 10 a 12 horas y jornales de 0.50 a 4 francos, enseñan sus manos agrietadas y vuelven a sus casas en las afueras de la población, con sus rostros ennegrecidos y sombríos, pero confiados en que pronto superarán con sus esfuerzos los trabajos a que han sido destinados de modo tan poco racional asegurando que los primeros momentos de dolor físico causado por los trabajos duros han pasado, que sus manos agrietadas empiezan a tener callos y que muy pronto podrán probar a los franceses que ellos, los intelectuales, son capaces de vencer tan penosas condiciones de vida”.
*
La Junta de Cultura Española, está intensificando las gestiones que nunca ha abandonado, a favor de los infelices compañeros cuyo mayor deseo fuera venir a formar parte de nuestros grupos en América. A muy poca distancia de las elecciones, la situación política de México no consiente grandes esperanzas sobre las posibilidades de una emigración numerosa. Sin embargo, una vez más la Junta de Cultura reclama la atención de todos hacia los intelectuales españoles que se encuentran en tan lamentable estado por haber defendido como hombres los valores morales cuyo olvido ha dado como consecuencia la tragedia que hoy Europa sufre. ¿No habra lugar para muchos de ellos en el Nuevo Continente? En este sentido nos permitimos dirigirnos a las autoridades mexicanas y a las de los demas países hermanos, pidiéndoles un gesto de humanidad a favor de quienes mueve su misma sangre. Hacemos también un vehemente llamamiento a los españoles establecidos en las diferentes Repúblicas de Hispanoamérica para que hagan las gestiones necesarias a fin de arrancar de Europa el mayor número posible de compañeros nuestros. Que nunca se den por vencidos, por muy grandes que sean las dificultades.
FASTOS CULTURALES
CENTENARIO DEL PRIMER COLEGIO DE AMERICA
En la ciudad de Morelia se ha celebrado con gran esplendor, el cuarto Centenario del Colegio de San Nicolás Obispo, institución de estudios superiores más antigua de América. La fundó, en efecto, en el año 1540 el primer Obispo de Mi- choacán, licenciado Don Vasco de Quiroga, “para que en ella recibieran instrucción españoles e indígenas, para que sus dirigentes y profesores ayudaran a los naturales en cuantas gestiones fueran necesarias para su mejoramiento económico y social y para que en el propio colegio encontraran albergue los indígenas, cuando fueran al arreglo de sus asuntos ante las autoridades de la Colonia”.
Hablamos deliberadamente del esplendor de la celebración, para subrayar que no fué una de tantas conmemoraciones más o menos oficiales y solemnes con que se trata de reanimar un fuego frío. En Tata Vasco, como le llamó el pueblo tarasco, el pueblo mexicano ve a uno de los suyos, a uno de los pocos españoles ilustres que marcaron con obras el sentido espiritual de la colonización, de la pacificación conquistora contra la conquista expoliadora. El Tata Vasco nos habla de aquellos indios que “andan desnudos por los “tianguis" aguardando a comer lo que los Puercos dejaban". El primer obispo de México, Zurnárraga, fundó el colegio de Tlaltelolco “una verdadera escuela normal, nos dice Justo Sierra, n que las discusiones sobre puntos teológicos y filosóficos, eran tan ardientes, que asustaban, eomo obra del diablo, a los enemigos de la instrucción de los indios". Pero este arranque y nervio cristianos se embotaron pronto, después de la primera generación de la conquista: "cuando a esta generación sucedió, al mediar el siglo, otra que había nacido cristiana, los frailes no tuvieron más que trabajos de rutina que desempeñar, y fueron dejando caer de sus manos de explotadores, muchos de los grandes pensamientos Puestos en planta por los Quiroga y los Zumárra- fW- Entonces comentó el sueño moral de la gran Emilia indígena. En donde estaba, al pie del altar,
quedó, y en nuestros días yace todavía en frondes grupos en el mismo estado, con las mis
mas costumbres y las mismas supersticiones". (Justo Sierra: Evolución política del pueblo mexicano) y de este sueño moral, el pueblo mexicano, constituido en nación, quiere despertar al indígena poniéndole alerta a la altura de los tiempos. Esto quiere hacer la revolución mexicana.
Esto quiso hacer también la pacífica revolución española que trajo a nuestra República. Porque si el indígena indio durmió, también durmió con él al otro lado del Atlántico el indígena español, sumido desde entonces por siglos en la ignorancia y la pobreza. Por eso un Marqués de Lozoya le reprochaba a nuestra República el gran pecado de haber enseñado a leer y escribir a la gente. Por eso nosotros, republicanos españoles, hacemos también nuestra la figura de Quiroga y unimos su celebración a la de Luis Vives, este otro cristiano a fondo que persiguió radicalmente una obra de pacificación y de educación. Alrededor de Carlos V encontramos en España una gavilla de humanistas, de un antiitaliano humanismo cristiano español, que, con su anticipado y claro ardor, salva el honor de nuestro renacimiento mutilado. Al mismo Padre Las Casas, se le ha llevado y traído por los polos de la exageración, dorándolo o ennegreciéndolo con la electrólisis de la pasión más insulsa, sin reparar en que no era el testimonio de él lo más importante sino la polémica que encendió y en la que se debatió la razón de Estado, defendida por los jurisconsultos del emperador, con un concepto cristiano del poder que a la postre, para desgracia de España y de América, salió derrotado.
El Centenario se ha solemnizado con una serie de actos culturales, como el 4» Congreso Mexicano de Historia, la Feria del Libro en la que encontró cariñosa hospitalidad la Editorial Séneca que mandó a ella todas sus ediciones, y la Universidad de Primavera Vasco de Quiroga, que tendrá carácter permanente y cada año abrirá sus cursos en una de las Universidades del país.
En los cursos organizados este año, en la de Morelia, tomaron parte los profesores españoles Pedro Carrasco, Antonio Madinaveitia, Fernando de Buen, José Medina Echavarría, José Gaos,
Recasens Siches, Gonzalo R. Lafora, Diez Cañedo y Juan de la Encina.
El día 8 de Mayo, aniversario del nacimiento del que fué ilustre rector del Colegio de San Nicolás, Don Miguel Hidalgo y Costilla, tuvo lugar el acto máximo de celebración del Centenario en el que tomaron parte autoridades representantes de los distintos sectores culturales del país y en nombre de la Junta de Cultura Española, José Bergamín, "voz de España que viene a resonar entre estos muros venerables para decir una vez más el cariño y la solidaridad de nosotros, españoles, con este gran pueblo, en fechas como esta que dan el tono de la cultura mexicana”.
En la inauguración de la Universidad de Primavera, el Presidente de la República, General Cárdenas, Tata Cárdenas, pronunció un discurso del que queremos destacar estos párrafos: "Un universitario leal a su tradición, no puede sentirse extraño a las necesidades del pueblo porque ni la finalidad de la ciencia es otra que ayudar a la humanidad en el dominio del mundo externo, ni el arte ni la literatura pueden truncar su destino para convertirse en simple distracción y patrimonio de unos cuantos. . .
Vasco de Quiroga es para nosotros el ejemplo de la cultura con un sentido de amor a la humanidad, de inteligente amor a los desheredados. Nuestros indios aprendieron a amar en él a la sabiduría, porque la sabiduría fué de la mano con la bondad. La cultura sin un concreto sentido de solidaridad con el dolor del pueblo, no es fecunda, es cultura limitada, mero adorno de parásitos que estorban el programa colectivo. El pensamiento se enaltece cuando lo anima la tragedia de los hombres en su búsqueda por la felicidad, en su lucha contra la naturaleza”.
No queremos divertir la fuerza de estas palabras con glosas estiradas. Sólo manifestar nuestra alegría porque ellas corroboran la idea que de la cultura mantiene ESPAÑA PEREGRINA. "La cultura sin un concreto sentido de solidaridad con el dolor del pueblo, no es fecunda". Es decir, no es cultura. México nos ha recibido con los brazos abiertos, no con el brazo que se tiende a un náufrago; nos ha recibido, no por un acto de conmiseración, sino por un acto de fe. Ancha es América.
ESPAÑA PEREGRINAPUBLICACION MENSUAL DE LA JUNTA DE CULTURA ESPAÑOLA
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boy tan modesta, alcance el desarrollo que merece y conviene, necesitamos su
subscripción, así como la de sus allegados y amigos. Bien reclama un esfuerzo
la memoria de los que tanto dieron.
LIBROS
I N T R O D U C C I O N A L F I L O S O F A RDEL DR. JUAN GARCIA BACCA
Por Juan ROURA-PARELLA
(Publicaciones de la Universidad Nacional de Tucumán, Facultad de Filosofía y Letras. 168 págs. en 4r>. Tucumán, 1939.)
Para todos los que conocemos la evolución interna del doctor García Bacca, no puede ser ninguna sorpresa este libro, cuyo pensamiento se desenvuelve en un plano muy distinto de su ya copiosa obra anterior. García Bacca es muy conocido en los medios filosóficos internacionales por sus valiosos trabajos en el campo de la lógica y, en particular, en el dominio de Logística. Con este nuevo libro inicia sus investigaciones filosóficas en el plano de la vida desde el cual hace desfilar ante los ojos del lector, que se siente desde el primer momento cautivado por la fuerza y exuberancia de sus ideas, los momentos más culminantes de la historia del pensamiento.
Esta introducción al filosofar del antiguo profesor de la Universidad de Barcelona, se aparta decididamente de las demás obras de su género. Casi todas las introducciones a la filosofía que conocemos tienen escaso valor. El joven que acude a ellas en busca de una orientación, sale completamente desconcertado del desfile de posiciones y sistemas que si un día tuvieron una vida propia, hoy, encuadradas en escuelas diferentes, son una carga muerta. Y para el hombre que está ya formado en filosofía tampoco son de gran utilidad, a no ser la de un recordatorio fácil para la labor docente.
El profesor García Bacca, que se movió siempre en las frías regiones del pensamiento Puro, sostiene en este estudio que las ideas filosóficas dependen directamente de la vida que fas engendró; sólo la vida da sentido a las ideas, y cada tipo de vida crea su propio sistema filosófico. Por consiguiente, para captar el sentido Profundo de toda filosofía hay que retroceder hasta las fuentes vitales de donde un día surgió.
La actitud genuinamente filosófica es aque- a que se encara siempre de nuevo con las co-
as y Jes arranca su propio secreto. El primitivo y auténtico sentido helénico de “Verdad”, es el l descubrimiento, desvelamiento. El filósofo es
el que descubre y desvela, el que hace que "algo ustente en público lo que ocultamente era”, pe- ?. las cosas no dejan arrancarse su velo tan fó
rmente, pues hay una diosa, la “Vergüenza", que taPa, encubre y disimula cuidadosamente
lo que late y palpita dentro de ellas. Con todo, nunca las cosas están completamente cerradas; siempre tienen algún poro por el que se introduce el Eros, a cuyo servicio está la “Verdad", y deja las cosas al desnudo, tal como son. Todo aquel que saturado de amor dedica su vida al descubrimiento, al desvelamiento de lo que las cosas son, es un auténtico filósofo.
Al preguntarse el filósofo por el ser de las cosas no puede contentarse con una respuesta de diccionario, sino que tiene que buscar siempre nuevamente lo que las cosas son, ayudado, claro está, por las soluciones históricas, pero no haciéndose n u n c a esclavo de ellas. La filosofía es un eterno recomenzar, pues en cada época la vida nos sale al encuentro con problemas nuevos para cuya solución no existe ningún repertorio de respuestas como ocurre en los cuestionarios de exámenes. Es más: este repertorio de respuestas ahoga toda agilidad filosófica. “Un catecismo filosófico es una lata de conservas; lo que allá en los tiempos de la genuina vida filosófica fué vivo, se encuentra en ella muerto, sin entrañas, apelmazado e intoxicado: manjar de paladares vulgares o muertos".
El profesor García Bacca hace pasar por el alma del lector, cada vez más tensa por el impulso y originalidad de sus ideas, los distintos tipos de preguntar y de responder que se han dado a lo largo de la historia del pensamiento, desde los griegos hasta nuestros días siempre en relación con los correspondientes tipos de vida.
En la segunda parte del libro, la más extensa, se habla de los instrumentos del conocer al servicio de la vida que el doctor García Bacca reduce a tres designándoles metafóricamente con los nombres de marco, encerado y pantalla, esto es, la definición, el sistema de coordenadas y la función categorial, mediante la cual las cosas se convierten en objetos. Estos instrumentos del conocer arrancan de las tres distintas maneras de que vitalmente se ha servido el hombre para orientarse en el mundo de las cosas y las ideas. Durante muchos siglos el individuo se ha sentido perdido por la infinidad. El hombre occidental se pone a la defensiva contra el infinito, al revés del indio que se siente atraído por él. De ahí ha nacido la necesidad de ponerse a la defensiva amurallándose, encerrándose frente al universo. En el orden intelectual esto se llama definir. La definición es pues, la defensa, un marco que ponemos a la
realidad para nuestra salvación. Este es el tipo de pensar griego y escolástico.
En el sistema cartesiano y, en general, en el racionalismo, la muralla se derrumba y, por lo tanto, los conceptos pierden “la independencia de castillos que les daba la definición” al proyectarse en uno que hace de fondo, de pizarrón, encerado o coordenadas de los demás.
En el punto de vista que comienza con Kant nos encontramos que hay conceptos que son como pantallas cinematográficas que hacen posible la visibilidad de las cosas. No conocemos de las cosas más que lo que permite ver este sistema de pantallas ontológicas que no son otra cosa que las categorías.
AI final de su obra el profesor García Bacca trata de los tipos de vivir que ha realizado la vida humana y en cada uno de los cuales las cosas aparecen con diverso y original matiz de objeto. Así el sentido de las ciencias varía en función de la variación, lenta y básica, de los tipos de vivir.
Con caracteres propios y con un lenguaje rico en luminosas imágenes y acertadas comparaciones que hacen comprensibles difíciles problemas, el profesor García Bacca desarrolla, despreocupado y sonriente, lo que podría llamarse un existencialismo ascendente, abierto al infinito, muy distinto de otros tipos de filosofar dentro del género hoy en boga, que desconociendo todo principio sobre el cual el hombre pueda apoyarse para superarse a sí mismo, nos presentan la vida como algo que se concentra en si mismo, se ahoga, y quieren ver en la angustia de semejante asfixia la esencia de la vida, y fundar sobre ella una metafísica.
‘ LA FÍSICA AVENTURA DEL PENSAMIENTO
de A. Einstein y E. Infeld.
(Editorial Losada. Buenos Aires. Traducida del inglés por el Dr. Rafael Grinfeld.—357 páginas.)
"La Física, aventura del pensamiento" cuya traducción nos dió hace poco la Editorial Losada en forma primorosa, es de los libros que dejan huella. Su aparición no pudo causar a los entendidos sorpresa alguna. Esperaban al libro y podría asegurarse que habían pensado en el autor. Nadie más capacitado para una obra de esta categoría que el hombre que ha revolucionado filosóficamente toda la Física. Sólo es capaz de transformar una cosa en sus raíces quien bien la conozca en sus más íntimos detalles. Hay que imaginar lo que significa encontrar primero, y describir después en forma amena y sencilla, las tentativas de la mente humana para hallar una conexión entre el mundo de las ideas y el mundo de los fenómenos.
Los fenómenos, precursores en general de la teoría, entorpecen a veces la labor investigadora de la verdad. Son "claves que despistan" al hom
bre de ciencia, en su búsqueda hacia la solución del misterio. El zig-zag, los puntos de inflexión en la curva representativa de la marcha de la ciencia, son numerosos. A veces, un camino abierto que hubiera conducido a excelente resultado, ha sido olvidado durante años y siglos y hasta que luego, de golpe, al volver sobre él se continúa con una marcha rápida y sorprendente. Es sabido como “muchas veces, los datos aparecen completamente extraños, incoherentes y sin relación alguna entre sí", pero el genio, el gran detective en esta búsqueda sabe “como Conan Doyle, que no necesita por el momento acumular más datos, y de que llegará a su correlación con pensar y sólo pensar sobre la investigación que le preocupa".
Exponer las "claves" con las mismas palabras que las expusieron quienes nos las dieron, es ya un mérito extraordinario. De un libro, de una revista o de una carta, sólo un pequeño párrafo encierra la idea mater de un nuevo avance, de un nuevo descubrimiento. Saber encontrar este párrafo es una labor que sólo puede desarrollar quien ha necesitado seguir todo el proceso científico en boga, para después emitir su opinión divergente. Porque “a pesar de las tentativas que han hecho los hombres desde su creación para leer el grande y misterioso libro de la naturaleza, sólo hace unos tres siglos que han empezado a entender su lenguaje”. Y esto simplifica un poco la ingente obra.
En el plano pedagógico, el del profesor de Matemáticas de la enseñanza media, el libro presta un servicio bien útil. En los primeros capítulos habla, por ejemplo, de los vectores. La teoría general se explica en las clases de matemáticas como un instrumento a utilizar por la Física, y es corriente que el alumno se pregunte “el porqué de la introducción a un lenguaje complicado y desusado de hechos previamente conocidos”, siendo, por tanto, conveniente poder presentar a los alumnos los motivos del estudio de cuestiones aparentemente estériles si no estúpidas.'■ En la teoría del movimiento señala cómo "empleando las matemáticas, se consigue una descripción concisa del movimiento con menos tinta que la que se gasta en una sola frase”.
Había que suponer que en el libro, el autor de la “Teoría de la Relatividad" expusiera, como lo hace, con una claridad meridiana los arrangues mismos que le llevaron a formular sus principios, y así leemos: "el bucear sobre la igualdad eptre la masa de inercia y la masa de gravitación, aceptada como cosa accidental por la Física clásica, dió una de las claves más importantes de la teoría relativista”. El análisis, aunque breve, de esta obra es la labor que está fuera de esta nota bibliográfica. Señalemos como final que toda la teoría de los quanta, que acaba con la primitiva interpretación mecánica del Universo, está expuesta con la misma claridad que la parte correspondiente a la Física clásica. “La rea lid a d creada por la Física moderna está ciertamente muy distante de la realidad primitiva. Pero el objeto de toda teoría física sigue siendo el mismo”; y el libro termina: “A través de todos núes-
tros esfuerzos en cada una de las dramáticas luchas entre las concepciones viejas y las nuevas, se reconoce el anhelo eterno de comprender, la creencia siempre firme en la armonía del mundo, creencia continuamente fortalecida por el encuentro de obstáculos, siempre crecientes, hacia su comprensión".
Marcelo SAN TALO SORS.
HOMENAJE A LUIS VTVESN? 5 de la revista “Educación y
Cultura”.Casi íntegramente está el número cinco de
la revista “Educación y Cultura” dedicado a celebrar el cuarto centenario de la muerte de Luis Vives. Lo que el Gobierno de la República había intentado conmemorar eficazmente el año 38 y la precipitación de los acontecimientos —¡y cómo vienen precipitándose desde entonces, con la velocidad adquirida!— impidió realizar, es reparado contra las asechanzas del destino con esta y otras conmemoraciones peregrinas. En plena guerra, nuestro Gobierno quiso celebrar al panegirista de la paz, al denigrador más absoluto de la guerra: “Nosotros los cristianos hemos sido aún más feroces”. Y no había táctica mentirosa de propaganda: nuestro pueblo, debatiéndose desesperadamente, estaba en la misma línea que sus grandes figuras renacentistas: Vives, los Valdés. Había condenado la guerra constitucionalmente y le hacía frente varonilmente. En estos momentos en que, como un eco de pesadilla, vuelve a sonar el nombre de Lovaina, la ciudad universitaria de Luis Vives, su recuerdo se abre vivo y mordiente como una herida. "A Musa de las continuas guerras que, con increíble fecundidad, han ido naciendo unas tras otras, ha sufrido Europa tantas catástrofes que en ca- 3 todos los aspectos necesita de una grande y casi total reparación”. Pero la guerra, como el sepulcro y la matriz de mujer estéril, y como el fuego, nunca dice basta y “si enfocamos las cosas desde este ángulo de la tierra donde vive el nombre de Cristo, hay motivos para suponer
queda guerra para seis mil años...” Y este españolismo europeo habla de “mi España" y Pone la quema de libros a cuenta de los amantes de la guerra. Que estos —¡oh manes de Tor- duemada!— no tengan el tupé —la frente que, según las Escrituras, no se sonroja en las prostitutas— de celebrar su centenario.
Oportunamente recuerda en su editorial la Avista cómo Luis Vives, con Juan Vergara. Pon- je de León, Núñez. Fox Morcillo, Nebrija, Huar- ,e de S. Juan, el Pinciano, Simón Abril, etc. —y os Valdés, añadimos nosotros—, es una prueba e que España no fué entonces "una ciudade-
, Ia ignorancia". Sin complejos —más bien mP|ej°s— de inferioridad, que la última gue- a ha tenido que curamos definitivamente, no
tenemos para qué debatirnos con temas tan lamentables como ese de si España tuvo o no un Renacimiento. Desde Francia le escribían a Erasmo que allí no tenían la suerte que en España, donde los libros del maestro corrían de mano en mano. La lectura de los Valdés es bastante ilustradora: un anticlericalismo cristiano de una valentía radical, un pacifismo igualmente perentorio, un afán revolucionario que fía en la cultura, en la cultura hecha carne, más que en la prudencia en la cordura, según el feliz hallazgo de Vives. El valenciano busca su instrumento en la educación. Alfonso de Valdés, secretario de Carlos V, en la política, Juan su hermano en la vida interior, en la religión. Alfonso de Valdés nos dice en el Diálogo de Mercurio y Carón, que quiere arreglar de nuevo el mundo, para que no haya en él más que cosas buenas. Y Alfonso era un político práctico, como se le ve a través de su enjuiciamiento del saco de Roma, y de toda su vida. El y el inquisidor Manrique, con otros amigos ilustres, estuvieron a punto de dar un pequeño golpe de Estado que hubiera tenido grandes consecuencias: que el emperador obligara a callar a los frailes en sus arremetidas contra Erasmo y los erasmistas dejando, ccftno quería Vives, el más ancho campo a la disputa libre de los hombres en aquellas cuestiones —casi todas— que no atañían estrictamente a la fe. Fracasó el intento y desde entonces...
Desde entonces la historia de España, del pensamiento español, parece encarrilarse por los cauces de la modorra, el arbitrismo y la “filosofía crimen de Estado". Pero sacudida de explosiones libertadoras, en las que España hace de vanguardia apasionada de Europa, un poco como hacia princpios del XVI. El movimiento del año 12, el primer pronunciamiento liberal del 20 repercuten en toda Europa con esta fuerza fulminante y deslumbradora. Lo mismo en 1936. Y tres veces el destino nos aplasta, el destino en forma de intervención extranjera: los Austrias, los Cien mil hijos de San Luis, la no-intervención.
Felicitamos a “Educación y Cultura” por su esfuerzo. El trabajo de Xirau, Luis Vives y el Humanismo, es una exposición precisa e ilustradora del pensamiento del polígrafo valenciano y de su lugar exacto en la historia del pensamiento europeo. La señora Elias de Ballesteros estudia, con gran claridad, sus ideas pedagógicas. Los textos están escogidos con casi viviana cordura —“un padre que tenga muchos hijos no ha de consagrar al estudio cualquiera de ellos, como quien coge del montón un huevo para asarle o freírle”— y, finalmente, y como sin querer, termina el número con un interesante estudio documental: “la labor educativa de la República Española (1931-1939)" cuyo archivo se recomienda.
Eugenio IMAZ.
M E M O R I A S D E U L T R A T U M B AE C O S D E L IM PERIO
B a j o lo s a u s p i c i o s d e l G o b i e r n o i t a l i a n o , s e h a f u n d a d o e n E s p a ñ a , e l “ I n s t i t u t o I t a l i a n o d e C u l t u r a ” , c o n s u s e d e c e n t r a l e n M a d r id , c o n s e c c i o n e s e n l a s p r i n c i p a l e s c i u d a d e s e s p a ñ o l a s (A rr ib a , M a d r id . 1 4 -1 1 -3 9 .)
M A D R ID , f e b r e r o 24. (A . P .— L u i g u i F e d e r - z z o n i , P r e s i d e n t e d e l a R e a l A c a d e m i a d e I t a l i a , l l e g ó p a r a i n a u g u r a r e l 27 d e l a c t u a l , e l i n s t i t u t o I t a l i a n o d e C u l t u r a .
E n l a B é t i c a , s e d e d e u n a c u l t u r a , a l l í d o n d e s e l o g r ó l a í n t i m a f u s i ó n d e R o m a c o n lo s e l e m e n t o s a u t ó c t o n o s , h a d e t e n e r a s i e n t o e l C o le g io I t a l i a n o , d o n d e t o d o d a r á l e c c i o n e s d e a m o r a E s p a ñ a . F e l i z p o r m u c h o s c o n c e p t o s — c o m o p e n s a m i e n t o d e p o l í t i c o y p o e t a — e s l a i n i c i a t i v a d e l m i n i s t r o d e G o b e r n a c i ó n . A u g u s t a s s o m b r a s s a l u d a r á n , d e s d e l a l e j a n í a d e lo s s i g l o s , a l a s n u e v a s g e n e r a c i o n e s i t a l i a n a s q u e v e n g a n a s e r v i r c o n s u s e s t u d i o s lo s d e s i g n i o s a l t í s i m o s d e u n a c u l t u r a c o m ú n a I t a l i a y E s p a ñ a .
(A B C , M a d r i d , 2 9 d e f e b r e r o d e 1 9 4 0 ) .
E n e l q u e f u é P a l a c i o d e l S e n a d o s e h a c e l e b r a d o u n a c t o d e h e r m a n d a d i t a l o - e s p a ñ o l a , e n e l q u e p r o n u n c i a r o n d i s c u r s o s e l M i n i s t r o d e l a G o b e r n a c i ó n S e r r a n o S u ñ e r y e l P r e s i d e n t e d e l a A c a d e m i a I t a l i a n a y h o m b r e d e g r a n c o n f i a n z a d e M u s o l in i , d o c t o r F e e r z z o n i . E s t e e n s u d i s c u r s o d i j o : “D i jo b i e n M u s s o - l i n i c a r a c t e r i z a n d o l a s i t u a c i ó n c o n s u s s í n t e s i s i n c i s i v a s y b r i l l a n t e s “ q u e p a r a I n g l a t e r r a e l M e d i t e r r á n e o e s u n c a m i n o ; p a r a I t a l i a e s l a v i d a ” . P e r o t a m b i é n e s l a v i d a p a r a E s p a ñ a e n r a z ó n d e l a g r a n e x t e n s i ó n d e s u s c o s t a s y d e l a n e c e s a r i a c o m u n i c a c i ó n c o n l a s B a l e a r e s , y c o n e l M a r r u e c o s e s p a ñ o l , e s e M a r r u e c o s q u e e s l a g l o r i a l e g í t i m a d e v u e s t r o v a l o r , e l f r u t o d e v u e s t r a s a b i d u r í a g o b e r n a n t e . I t a l i a y E s p a ñ a , e n e f e c t o , e n c u a n t o a l M e d i t e r r á n e o . t i e n e n u n o b j e t i v o c o m ú n , q u e n o d a r í a s o m b r a a n i n g u n o s i l a s i n t e n c i o n e s d e l o s d e m á s f u e r a n c l a r a s y p u r a s c o m o l a s i t a l i a n a s y l a s e s p a ñ o l a s ; i a l i b e r t a d , n a d a m á s q u e l a l i b e r t a d d e v i v i r y , s i e s p o s ib l e , d e p r e p a r a r e s t e M a re N o s trm n q u e d e h e c h o e s t a n p o c o n u e s t r o d e n o s o t r o s i t a l i a n o s y e s p a ñ o l e s . U n e q u i l i b r i o q u e h a d e r e a l i z a r s e , m a n t e n e r s e y g a r a n t i z a r s e . E s p a ñ o l e s , l a v i c t o r i a o s l l a m a c o n s u v o z a u g u s t a a v u e s t r o m a r . H a y n o m b r e s d e g l o r i a q u e . c o n e l r e c u e r d o g l o r i o s o , h a c e n p a l p i t a r n u e s t r o s c o r a z o n e s y l o s v u e s t r o s a l u n í s o n o : J u a n d e A u s t r i a . L a u r i a , D o r i a , G r a v i n a , M a l a s p i n a . J u n t a s , d e s p l e g a d a s a lo s v i e n t o s d e l M e d i t e r r á n e o , l a s b a n d e r a s y l a s e s p e r a n z a s d e n u e s t r o p o r v e n i r ” .
F u é p r e c i s o q u e n u e s t r a g r a n C r u z a d a d i e r a o c a s i ó n a q u e s e p u s i e r a n e n c o n t a c t o l a s a r m a s d e lo s d o s p u e b l o s , v a q u e l a s L e t r a s , u n i d a s a e l l a s , c o m o e n e l f a m o s o d i s c u r s o d e n u e s t r o h é r o e n a c i o n a l , f u e r a n c a m p o d e f r a t e r n i d a d , d o n d e d e n u e v o , f i e l e s a s u d e s t i n o , I t a l i a y E s p a ñ a s e e n c o n t r a r a n e n e l a b r a z o q u e h o y l a s u n e y q u e y a n o h a d e e x t i n g u i r s e n u n c a .
T , p a r a t e r m i n a r , o s d i g o q u e n o s o t r o s , c o n c l a r a id e a d e l d e b e r a n t e l a s e x i g e n c i a s d e l a H i s t o r i a y a n t e e l s a c r i f i c i o d e n u e s t r o s m u e r t o s , t r a b a j a r e m o s s i e m p r e p o r q u e a s í s e a , y e s p e r a m o s q u e l a p r o v i d e n c i a u t i l i z a r á e l
e s f u e r z o d e e s t a h e r m a n d a d h i s p a n o i t a l i a n a p a r a s a l v a r o t r a v e z a l M u n d o d e l a d e m e n c ia t r á g i c a q u e h o y p o n e e n p e l i g r o e l p o r v e n i r de e s t a c i v i l i z a c i ó n , y a s í l o g r a r e m o s q u e o t r a v e z l a v e r d a d e t e r n a p r e s i d a s i e m p r e l o s d e s t i n o s d e t o d o s l o s p u e b l o s .
E n n o m b r e d e E s p a ñ a y d e s u c a u d i l l o e le v a m o s n u e s t r o p e n s a m i e n t o p o r I t a l i a , p o r e l R e y - E m p e r a d o r y p o r e l D u c e .
( P a l a b r a s d e S e r r a n o S u ñ e r , e n el d i s c u r s o d e p r e s e n t a c i ó n d e l s e ñ o r F e - d e r z o n i , 28 d e f e b r e r o d e 1 9 4 0 ) .
M e n s a j e d e l C a u d i l l o a l D u c e c o n m o t iv o d e l a i n a u g u r a c i ó n d e l s e r v i c i o a é r e o p o s ta l e n t r e I t a l i a y B r a s i l :
C u a n d o l a s a l a s d e I t a l i a c r u z a n lo s c ie lo s d e E s p a ñ a c a m i n o d e A m é r i c a , e l p u e b l o e s p a ñ o l p a r t i c i p a d e l a s a t i s f a c c i ó n i t a l i a n a p o r l a i n a u g u r a c i ó n d e e s t a l í n e a , e x p o n e n t e d e la p o t e n c i a d e v u e s t r a i n d u s t r i a y d e l g e n i o n a v e g a n t e d e v u e s t r o p u e b l o .
E s t e n u e v o la z o q u e t e n d é i s e n t r e n u e s t r a s n a c i o n e s , t a n e s t r e c h a m e n t e u n i d a s p o r l a h is t o r i a p r e t é r i t a y p o r l a q u e j u n t o s h e m o s e s c r i t o , v i e n e a f a v o r e c e r e n a l t o g r a d o l a c o m u n i c a c i ó n d e n u e s t r o s p u e b l o s c o n n u e s t r o s h e r m a n o s d e u l t r a m a r , q u e s i n d u d a h a n d e v e r e n e s t a g r a n o b r a d e p a z , e n m e d io d e u n a E u r o p a a t o r m e n t a d a , u n n u e v o s i g n o d e la p e r e n n e i n q u i e t u d d e v u e s t r o I m p e r i o .
R e c ib id , c o n e l c á l i d o a f e c t o d e l a n a c ió n e s p a ñ o l a , e l m á s c o r d i a l d e l o s s a lu d o s .
E l P a p a P í o X I I , h a c o n c e d id o l a G r a n C ru z d e l a O r d e n d e P í o I X , a l e x m i n i s t r o y e x s e c r e t a r i o d e F a l a n g e y a c t u a l E m b a j a d o r de E s p a ñ a e n B r a s i l , R a i m u n d o C u e s t a .
E n Z a r a g o z a s e h a c r e a d o l a S e d e U n i v e r s i t a r i a I t a l i a n a . H a s i d o i n a u g u r a d a y a l a c t o de a p e r t u r a a s i s t i e r o n t o d a s l a s a u t o r i d a d e s u n i v e r s i t a r i a s c i v i l e s y m i l i t a r e s d e l a c a p i t a l a r a g o n e s a y e l D i r e c t o r d e l I n s t i t u t o d e C u l t u r a I t a l i a n a e n E s p a ñ a , p r o f e s o r B a t a g l i a .
(N o v e d a d e s , 5 d e m a y o , 1 9 4 0 .)
H a c e p o c o p u b l i c a b a c á n d i d a m e n t e e l d ia r io m a d r i l e ñ o “ Y a ” u n a r t í c u l o i l u s t r a d o s o b r e la “ n o b l e ” l a b o r d e l I n s t i t u t o I t a l i a n o d e E s p a ñ a y e l i n t e r c a m b i o d e p r o f e s o r e s y e s t u d i a n t e s e n t r e l a s e s c u e l a s d e i n g e n i e r o s d e a m b a s p e n í n s u l a s . E l h e c h o d e q u e e s t e e v e n t o h a y a s ido e s t i m u l a d o p o r e l m i n i s t r o d e l a G o b e r n a c ió n , in d u c e a “ Y A ” a t r a t a r d e l a s i t u a c i ó n c o n a l g u n a a m p l i t u d .
T o d o e s o in d i c a , a ñ a d e e l p e r i ó d i c o m a d r i l e ñ o , q u e l a o r g a n i z a c i ó n i t a l i a n a n o e c o n o m iza s u s m e d io s y a t i e n d e a c t i v a m e n t e a s u v a lo r d e p r o p a g a n d a p a r a l a p e n í n s u l a . E l I n s t i t u t o I t a l i a n o , i n a u g u r a d o e n f e b r é r o ú l t i m o , l le v a a c a b o u n a l a b o r ú t i l í s i m a a l p r o m o v e r l a s r e l a c i o n e s c u l t u r a l e s h i s p a n o - i t a l i j a n a s , o rg a n iz a n d o c u r s o s l i n g ü í s t i c o s , c o n f e r e n c i a s , e x p o s i c i o n e s y c o n c i e r t o s .
M á s d e q u i n i e n t o s e s t u d i a n t e s , s ó lo e n M a d r i d , r e c i b e n l a e n s e ñ a n z a e n i t a l i a n o . E l in s t i t u t o v a e s t a b l e c i e n d o s u c u r s a l e s e n d ie c is ie te c iu d ja d e s d a p r o v i n c i a , i n c l u s o e n T e t u á n , M ar r u e c o s , lo q u e d a c l a r a i d e a d e l f i n d e 1 a c t i v i d a d i t a l i a n a .
(T h e N e ? Y o rk T im e s . 17 , m a y o , 1940 .)
R E G I S T R O B I B L I O G R A F I C O( 1938- 1940)
P o r A g u s t ín M IL L A R E S C A R LO.
A b re v ia tu ra s :
U ; V é a s e n ú m e r o 249.T im ., v é a s e n ú m e r o 251.
A N U A R IO S . R E V I S T A S
249. C ien c ia . R e v i s t a h i s p a n o - j a m e r i c a n a d e C ie n c ia s p u r a s y a p l i c a d a s . M é x ic o . 1940 . ( E d i t o r i a l A t l a n t e . )
250. E d u c a c ió n . R e v i s t a d e p e d a g o g í a y o r i e n t a c i ó n s i n d i c a l . D i r e c t o r : R a m ó n R a m í r e z G ó m e z . M é x ic o , D . F . 1940 .
251. T im . T im ó n . D i r e c t o r e s D ie g o A b a d d e Sp.n t i l l á n y C a r l o s d e B a r á i b a r . B u e n o s A i r e s , 1 9 3 9 -1 9 4 0 .
A G R I C U L T U R A - T E C N I C A A G R IC O L A
252. L o m a y O te y z a , L u i s d e l a . G e o m e tr ía d e l A g r ic u l to r , M é x ic o , E d ï t . “N u e s t r o P u e b l o ” , 1939. ( B i b l i o t e c a P o p u l a r d e C u l t u r a y T é c n ic a . )
253. P é r e z G r a c i a . O le ic n i tn r a p r á c t ic a . E x t r a c - c ió n y r e f in a d o d e a c e i te s . M a d r i d , 1940 .
254- S á n c h e z B u e n o , R u f i n o J o s é . M o lin e r ía u n iv e r s a l . M a d r id , 1940 .
B I B L I O G R A F I A
25d . B io g ra f ía y b ib l io g - a f ía d e L u is V iv e s , enE y C , A ñ o I . n ú m . 5 ( m a y o d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 26 4 -2 6 8 .
2»6. E s t r a d a , G . B ib l io g r a f ia d e G ova . P r ó l o g o d e J . M o r e n o V i l l a . M é x ic o . 1940 . ( L a C a -
» , d e E s p a ñ a ) , 120 p á g s .? í r l s - H o m e r o y G e r m á n A r t e t a . R a m ó n M enéndez P i f la l : B ib l io g r a f ía , e n R . H . M., ( j u l i o d e 1 9 3 9 ) .
C IE N C IA S P U R A S V A P L I C A D A S
258. B e j a r a n o , J u l i o . E l p r o b le m a s o c ia l d e la le p r a : C o n ta g io , p r o f i la x i s y t r a t a m ie n to .M é x ic o , E d . S é n e c a . 1940 , 108 p á g s . c o n 20 l á m s . ( C o le c c ió n E s t e l a . )
209. B e j a r a n o . J u l i o . U n a m a ld ic ió n d iv in a . E v o lu c ió n h is tó r ic a d e l c o n o c im ie n to c ie n t íf ic o , e n r „ a ñ o I , n ú m . 3 ( l p d e m a r z o J e 1 9 4 0 ) , p á g . 4.
- u . B o l í v a r P i e l t a i n , C . P in e ro s p f n o r o s d e l « o n jn n to P l a ty d e r n s - C a la th u s p ro c e d e n te s de la i s la d e G o m e ra (C ol. C a ra b .) , e n C«Xo1- n ü m - 3 ( m a y o 1 9 4 0 ) , p á g s . 1 1 4 -1 1 6 .
■ C a r r a s c o , P e d r o . E l c am p o a c tn a l d e la F ís ic a , e n E . y C .. a ñ o I , n ú m . 4, ( a b r i l
269 i 9 4 0 ) - p á 8 ; s ' 2 9 0 -1 9 6 .C a r r a s c o - F o r m i g u e r a . R . S o b re e l m e c a n ism o d e la h lp e rc r lic e m ia a d r e n n l ín ic a , e n V ? v o l . I , n ú m . 2 ( a b r i l d e 1 9 4 0 ) , p á g s . b4 -65 .
• G i r a l , F r a n c i s c o , C é s a r R o q u e r o y L u i s ¡ o m a t a . S o b r e l a a p a r i c i ó n d e n n c o l o r a ^ n l e n l a f a b r i c a c i ó n d e s o s a e i e c t r o l í t i -
264 en C” T’ núm* 1 ( 1940>. P^gs. 21-22.v i r a l , J o s é . L a e s p e c if íd a d d e lo s p lg m c n - to« r e s p i r a to r io s , e n C „ I , n ú m . 1 (1 9 4 0 )
26- S á g ,s * 3 ’ 8-G ó m e z - D u r á n , M . C im e ín d e g n e r r a , t o m o
M a d r id . 1939 , ( S e r v i c i o N a c i o n a l d e P r o p a g a n d a ) .
2 6 6 . L a f o r a , G o n z a l o R . S o b re e l h a m b r e y la a n o r e x ia d e o r ig e n c e r e b r a l , e n C., I , n ú m .1 (1 9 4 0 ) , p á g s . 8 -1 8 .
2 6 7 . M a ta , E m i l i o R . P r o g r e s o s r e c ie n te s d e la lu m in o te c n ia , e n C., v o l . I , n ú m . 3 ( m a y o d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 1 2 2 -1 2 5 .
2 6 8 . M i r a n d a , F . H e te r o s tü i a e n B o n v a r d ia t e r - n i f o l i a (C a v .) S c h le c h t, e n C., v o l I , n ú m .3 ( m a y o d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 1 1 2 -1 1 3 .
2 6 9 . O r t e g a , M ig u e l . V ita m in a s co m o b io c a ta - l iz a d o re s , M a d rid , 1940. (C o l. “N u e v o s h e c h o s , n u e v a s i d e a s ” .)
2 7 0 . R io j ia , E n r i q u e . M o d e rn a s in te r p r e ta c io n e s a c e r c a d e la c ir c u la c ió n a t l á n t i c a y s u s c o n s e c u e n c ia s b io ló g ic a s , e n C ,, v o l . I , N ú m . 2 ( a b r i l d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 5 6 -6 3 .
2 7 1 . R i o j a , E . L a m o r fo lo g ía d e l a s c e r d a s d e l a s p ie z a s b u c a le s d e lo s p e n e id o s ( C r a s t . D e c a p .) y s u v a lo r d ia g n ó s tic o , e n C., v o l. I , n ú m . 3 ( m a y o d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 1 1 6 -1 1 7 .
2 7 2 . T o r r e B l a n c o , J . L a m u je r , e l a m o r y la v id a . N o c io n e s d e b i o l o g í a f e m e n i n a . M é x ic o , E d . S é n e c a , 1940 . 154 p á g s . ( C o le c c i ó n E s t e l a . )
B I O G R A F I A , H I S T O R I A , G E O G R A F I A
2 7 3 . B a r a j a d e c ró n ic a s c a s te l l a n a s d e l s ig lo XTV. S e lec c ió n y p ró lo g o d e R a m ó n I g l e s i a . M é x ic o , E d i t . S é n e c a , 1940 . 118 p á g s .
2 7 4 . B e d o y a , J a v i e r M . d 'e. D o n A n to n io M a u r a , m in i s t r o d e la G o b e rn a c ió n . 1902-1903. M a d r id , A f r o d i s i o A g u ja d o , 1940 . ( C o le c c i ó n H i s t o r i a C o n t e m p o r á n e a , v o l . 1 .)
2 7 5 . C a d e n a , M a r q u é s d e l a . E l g r a n c a r d e n a l d e E s p a ñ a , d o n P e d ro G o n z á le z d e M en d o z a . M a d r id 1, 1939 , ( C o le c c ió n L u z ) .
2 7 6 . C a s a s , A l v a r o d e lias . S a n t ia g o d e C o m p ó ste la , c o ra z ó n d e E u r o p a . B u e n o s A i r e s , E m e c é , s . a .
2 7 7 . C o n t r e r a s , J u a n d e . L o s o r íg e n e s d e l im p e r io . (L a E s p a ñ a d e F e r n a n d o e I s a b e l ) ,M a d r id , 1939 .
2 7 8 . F e r r a n d i s , M a n u e l . D on J u a n d e A u s tr i a , p a la d ín d e la c r i s t i a n d a d . M a d r i d 1, 1939 . ( C o le c c ió n L u z . )
2 7 9 . H is to r i a d e l a s R e v o lu c io n e s . D e C ro n w e ll a F r a n c o , p o r L o u i s M a n d in , J . D u v e t , G a b r i e l P e r r e u x , A l b e r t C r é m i e u x , L u c i e n D e s c a v e s , V í c t o r S e r g e , A . R o s s i , R e n é L a u r e t , J e a n C p .s so u . B u e n o s A i r e s , L o s a d a , 1940.
2 8 0 . I g l e s i a , R a m ó n . U n e s tu d io h i s tó r ic o d e E . O’G o rm a n ( s o b r e l a H is to r ia N a tu r a l y M o ra l d e l a s In d ia s , d’e l P . J o s é d e A c o s t a ) e n L. d e 31., n ú m . 15 , (1 5 d e m a r z o d e 1 9 4 0 ) , p á g . 5.
2 8 1 . L u e n g a , L u i s A . S a n to T o r ib lo , o b is p o d e A s to r g a . M a d r i d , 1940 . ( C o le e . S a n t o s E s p a ñ o l e s . )
2 8 2 . M i l l a r e s C a r i o , A g u s t í n . S o b re H e r n á n C o rt é s e n E P ., n ú m . 3, ( a b r i l d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 1 1 9 -1 2 0 .
2 8 3 . N iñ o , P e r o . E l V ic to r ia l . C r ó n i c a d e D o n P e r o N iñ o . S e le c c ió n , p r ó l o g o y n o t a s d e R a m ó n I g l e s i a . M é x ic o , E d i t . S é n e c a , 1940, 218 p á g s . (C o l . A r b o l . )
2 8 4 . O t e r o P e d n a y o , R a m ó n . H is to r i a d e l a c u lt u r a g a l l e g a , B u e n o s A i r e s , E m e c é .
2 8 5 . P e m á n , J o s é M a r í a . L a H i s to r i a d e E s p a ñ a , c o n ta d a co n s e n c il le z p a r a lo s n iñ o s
y p a r a m u c h o s q u e n 0 lo so n . C á d iz , C e r ó n , 1939 .
286. R a m ó n y C a j a l , S a n t i a g o . M i in ía n c ia y ju v e n tu d , B u e n o s A i r e s , E s p a s a - C a lp e , 1940. ( C o le c c ió n A u s t r a l , n ú m . 9 0 .)
287. R u b io , J u l i á n M a . Alejandro Fnmesio, rayo de la guerra y hombre de Estado. Z a r a g o z a , E d i c i o n e s L u z , 1939 . ( C o le c c ió n “ L a E s p a ñ a I m p e r i a l ’' . )
288. S a n z y R u i z d e l a P e ñ a , U . D o ñ a J u a n a I d e C a s t i l la (L a r e in a q u e e n lo q u e c ió d e a m o r ) .M a d r id , 1939. ( C o le c c ió n L u z .)
289. S a s s o n e , F e l i p e . E s p a ñ a , m a d re n u e s t r a . N o ta » a u t o b i o g r á f i c a s . M a d r id , 1939 .
290. T o m á s , M a r i a n o . R a m ó n C a b re ra . H is to r i a d e u n h o m b re . B a r c e l o n a , E d i t o r i a l J u v e n t u d , 1939.
C R I T I C A — E N S A Y O S
291. A l t o l a g u i r r e , M a n u e l . A n to n io M ach ad o , e n > E . , I ( o c t u b r e d e 1 9 3 9 ) , p á g s . 5 2 -6 2 .
2 9 2 . D i e z - C a ñ e d o , E n r i q u e . R a c in e , E s t a t u a v iv a , e n R ., a ñ o I , n ú m . 3 (1* d e m a r z o d e 1 9 4 0 ) , p á g . 11.
2 9 3 . G a l l e g o s , J o s é M a n u e l . S e m a n a S a n ta , e n E P . , n ú m . 2 ( m a r z o d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 6 1 -6 3 .
2 9 4 . G u ix é , J u a n . U n o r f e b r e d e l id io m a : L a le y e n d a d e L a r r e ta , e n R e v is ta N a c io n a l«le C u l tu ra , C a r a c a s , ( d i c i e m b r e d e 1939 y e n e r o d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 161 .
2 9 5 . H e r r e r a P e t e r e , J o s é . S o b re la g ro te s c o e sp a ñ o l, e n R . , a ñ o I , n ú m . 3 ( l ç d e m a r z o d e 1 9 4 0 ) , p á g . 9.
2 9 6 . I m a z , E u g e n i o . P e n s a m ie n to d e s te r r a d o , e n E P ., n ú m . 3 ( a b r i l d’e 1 9 4 0 ) , p á g s . 1 0 7 -1 0 9 .
297. J a r n é s , B e n j a m í n . E s c e n a s i ta l ia n a s , e n T ., n ú m 3 ( m a r z o d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 2 0 1 -2 1 2 .
298. J a r n é s , B e n j a m í n . E l b u r la d o r d e s i r e n a s , e n R „ a ñ o I , n ú m . 3 (19 d e m a r z o d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 5 y 15.
299. J i m é n e z , J u a n R a m ó n . R n h é n D a r ío (1940),e n L . d e 31., n ú m . 16 (1 5 d e a b r i l d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 1 -2 .
3 0 0 . L a n d s b e r g , P a b l o L . A p ro p o s i to d e U n a - m u n o . e n E P ., n ú m . 3 ( a b r i l d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 1 0 5 -1 0 6 .
3 0 1 . L a r r e a , J u a n . I n t r o d u c c ió n a u n m u n d o n u e v o ( I I ) , e n E P ., n ú m . 2 ( m a r z o d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 5 1 -5 7 , y n ú m . 3 ( a b r i l d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 1 1 3 -1 1 8 .
3 0 2 . L a r r e a , J u a n . 3 le m o r ia d e C é s a r V a lle jo ,e n E P ., n ú m . 3 ( a b r i l d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 12*1- 124.
3 0 3 . L á z a r o , A n g e l . A d v e r te n c ia d e Q u e v ed o y a g o n fa d e I n a m n n o , e n C a r te le s , ( L a H a b a n a ) . n ú m . 7 ( f e b r e r o d e 1 9 4 0 ) , p á g . 73.
304. M a r a ñ ó n , G r e g o r i o . C ró n ic a y g e s to «le la l ib e r ta d . A v a ta r d e T ib e r io C é sa r . (C o n t r ib u c ió n a la c ró n ic a d e la» idea» l ib e r a — l*’*. P s ic o lo g ía d e l g e s to .) B u e n o s A i r e s , 1940.
305. M a r a ñ ó n , G r e g o r i o . T ib e r io . H is to r ia deu n r e s e n t im ie n to . B u e n o s A i r e s , E s p a s a - C a l p e , 1939 .
3 0 6 . M o l in o s , J o r g e . D iálogí** co n J n a n d e 3 Ia i-r e n a . e n N E , I I I ( d i c i e m b r e d e 1 9 3 9 ) , p á g s . 4 3 -4 8 .
3 0 7 . N e g r o , J u a n . L e ó n F e l ip e , p o e ta e s p a ñ o l,e n Atenea, ( U n i v e r s i d a d d e l a C o n c e p c ió n , C h i l e ) , e n e r o d e 1940.
3 0 8 . O r t e g a y G a s s e t . J o s é . E s t u d i o » s o b re e l a m o r . B u e n o s A i r e s , E s p a s a - C a l p e , A r g e n t i n a , 1939.
3 0 9 . O r t e g a y G ja s s e t , J o s é . E n s im is m a m ie n to y a l t e ra c ió n . 3 Ie d ita e ió n d e la té c n ic a .B u e n o s A i r e s , 1939 .
3 1 0 . R e j a n o , J u a n . L a s v id a s iln m in a« la s . e nR .. a ñ o I , n ú m . 3 (1* d e m a r z o d e 19410 ) , p á g . 9.
3 1 1 . R e n a u , J o s é . S o b re la c r i s i s id e o ló g ic a de l a r te , e n E P ., n ú m . 2 ( m a r z o d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 70-74
3 1 2 . S á n c h e z d e O c a ñ a , R a f a e l . T e m b lo r de a lm a » , e n R . , a ñ o I , n ú m . 3 (19 d e m a rz o d e 1 9 4 0 ) , p á g . 5
313. S i l i ó , C é s a r . T r a y e c to r ia y signifi«ración d e E s p a ñ a , M a d r id , 1940.
3 1 4 . S i lv e r io d e S a n t a T e r e s a . S a n ta T e re s a de J e s ú s , s ín te s is s u p re m a de l a r a z a . M a cfr id , 1940. ( C o le c c ió n S a n t o s E s p a ñ o l e s . )
3 1 5 . T o r n e r , F l o r e n t i n o M . “ M a n te n e n c ia y L it e r a tu r a , e n n ú m . 3 ( m a r z o d e 1940), p á g s . 2 2 1 -2 3 6 .
3 1 6 . X i r a u , J o a q u í n . F id e lid a d , e n R . , a ñ o I. n ú m . 3 ( l ç d e m a r z o d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 1-2.
3 1 7 . X i r a u , J o a q u í n . L u is V iv e s y e l h u m a n is m o , e n e . y C., a ñ o I , n ú m . 5 ( m a r z o d’e 1 9 4 0 ) , p á g s . 2 3 2 -2 4 1 .
3 1 8 . Z a r á g ü e t a , J u a n . E l c r is t ia n is m o como d o c tr in a d e v id a y c<>mo v id a . B u e n o s A ir e s , E s p a s j a - C a lp e , 1940 .
C R I T I C A E H I S T O R I A D E L A R T E
319. E n c i n a , J u a n d e la . D os c u r s o s s e m e s tr a le s d e h i s to r ia d e l a p in tu r a , e n l a E sc u e la d e A r te s P l á s t ic a s de la U n iv e rs id a d N ac io n a l A u tó n o m a . M é x ic o , 19 4 0 . ( L a C a s a d e E s p a ñ a . )
3 2 0 . R o d r í g u e z L o z a n o , M a n u e l . L a C a sa de l a C u l tu r a y u n a e x p o s ic ió n d e a r t i s t a s e sp a ñ o le s , e n E P ., n ú m . 3 ( a b r i l d e 1940), p á g . 135.
D E R E C H O - L E G IS L A C IO N
321. B e n e y t o P é r e z , J u a n , y J o s é M a . S e r r a n o . E l P a r t id o . E s t r u c t u r a e h i s to r ia d e l dere c h o p ú b lic o to ta l i t a r io , c o n e sp e c ia l re fe re n c ia a l R é g im e n E s p a ñ o l. Z a r a g o z a , 1939 . ( C o le c c ió n H i s p a n i a - )
322. P a r í s A g u i l a r , H ig in i o . E l E s ta d o y 1® p o l í t ic a e c o n ó m ic a t o t a l i t a r i a . M a d r id . E d i c i o n e s F e , 1939.
323. P e r u c h o , A r t u r o . E le m e n to s d e D erecho in te r n a c io n a l a m e r ic a n o . M é x ic o , 1940.
324. S o lm i , A r r ig o . O rig e n y fo r m a s d e l nuevoE s t a í l o . V a l la c f o l id , S a n t a r é n , 19401. (C o le c c ió n C a r d e n a l A l b o r n o z . S e r i e B . v o l. 2o)
3 2 5 . V á z q u e z , J e s ú s y J u a n , E l d e re c h o de g u e r r a , e n N E ., I . ( o c t u b r e d ’e 1 9 3 9 ) , p á g s - 7 0 -7 4 . ( D e l l i b r o i n é d i t o “ E d * u c a e ió n m o r a l m i l i t a r ’".)
F I L O S O F I A326. G e o s , J o s é . C r is t ia n is m o y F i lo s o f ía . F i
lo s o f ía y D id á c t ic a d e l a s C ie n c ia s h u m a n a s . M é x ic o , L a C a s a d e E s p a ñ a , 1940. 16 p á g s . ( C u r s o s d e f i l o s o f í a e n l a U n iv e r s i d a d 1 N a c i o n a l . )
3 2 7 . G a o s , J o s é . S o b re e l a u d i to r io d e la filo so f ía , e n U n iv e rs id a d d e l a H a b a n a , n ú m s . 2 4 -2 5 ( m a y o - a g o s t o 1 9 3 9 ) .
3 2 8 . R o u r a - P a r e l l a , J . C á te d ra de Psicología* E s t r u c tu r a , fo rm a c ió n y u n id a d d e la vid* p s íq u ic a y e s p i r i tu a l . M é x ic o , L a C a s a de E s p a ñ a , 1940 . 12 p á g s .
329. R o u r a - P a r e l l a , J u a n . N u e v a c o n c e p c ió n de la re a l id a d p s ic o ló g ic a , e n E ., I I I (m a y ° d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 8 -1 3 .
330. S o r i a , T . D . P s ic o lo g ía . C u a r t a e d ic ió n c o r r e g i d a y a m p l i a d a p o r A g u s t í n M ateos M u ñ o z . M é x ic o , C e n t r o d e E s t u d i o s E c o n ó m i c o s “ M a g T o ” , 1940. 274 p á g s .
3 3 1 . X i r a u , J o a q u í n . E l m u n d o «leí h o m b re de O cc iílen te . C u rso d e f i lo s o f ía e n la Facu ltad de F i lo s o f ía y L e tr a s . M é x ic o , L a C a s a d’e E s p a ñ a , 1940 .
G R A M A T IC A - L I N G Ü I S T I C A332. P a l a c i o s M a r t í n e z , I s a a c . E l g é n e ro am
b ig u o : F n e n te do r iq u e z a d e l e sp a ñ o l, T e s is , v o l . I I , n ú m . 18 , (1 5 d e f e b r e r o «e 1 9 4 0 ) , p á g s . 1 3 -1 5 .
G U E R R A Y P O S T G U E R R A D E E S P A Ñ A
333. A . C óm o m u r ió U n a m u n o , e n N E ., I ( o c t u b r e d e 1 9 3 9 ) , p á g s . 6 6 -6 9 .
334. Ab*a.d d e S a n t i l l á n , D ie g o . S o lilo q u io s y d o c u m e n to s s o b re la t r a g e d ia e s p a ñ o la . L a u l t im a o fe n s iv a f r a n q u i s ta e n C a ta lu ñ a , e n T im ., I . ( n o v i e m b r e d e 1 9 3 9 .)
335. A l b e r t D e s p u j o l , C a r l o s . L a g r a n t r a g e d ia de E s p a ñ a , M a d r id , 19 4 0 .
336. A lb o r n o z , A l v a r o d e . C ro n ic id a d d e la r e v o lu c ió n e s p a ñ o la , e n I ( o c t u b r e d e1 9 3 9 ), p á g s . 7 -1 1 .
337. A lb o r n o z , A l v a r o d e . E l E jé r c i to y la p o l í t ic a , e n N E ., I I I ( d i c i e m b r e d e 1 9 3 9 ) , p á g s . 1 1 -2 1 .
338. A s e n s i o , J o s é . L a r e b e l ió n m i l i t a r y e l p u e b lo e n a r m a s , e n N E . , I ( o c t u b r e d e 1 9 3 9 ) , p á g s . 2 1 -3 1 .
339. A s e n s i o , J o s é . ¡ E s p a ñ a ! : s u f u n d ó n e n la s i tu a c ió n p o l í t ic a in te r n a c io n a l , e n T ., I( n o v i e m b r e d e 1 9 3 9 ) .
340. B e r g a m í n , J o s é . L a d e l c a to r c e d e a b r i l . ( ¡A q u e llo s in te le c tu a le s ! ) , e n E P ., n ü m . 3( ja b r i l d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 9 9 -1 0 1 .
341. C a m b a , F r a n c i s c o . M a d r id g ra d o . N o v e la . M a d r id , 1940 .
342. C a r r i l l o , W e n c e s l a o . E n to r n o a l t r á g i c o f in d e n u e s t r a g u e r r a , e n T im ., I ( n o v i e m b r e d e 1 9 3 9 ).
343. C la u d in , F e r n a n d o . L a ju v e n tu d e sp a ñ o la c o n tin ú a su lu c h a . I n f o r m e p r o n u n c i a d o e n l a r e u n i ó n d e j ó v e n e s s o c i a l i s t a s u n i f i c a d o s e s p a ñ o l e s , q u e t u v o l u g a r e n M é x ic o , D . F . , d u r a n t e l o s d í a s 16 y 20 d e d i c i e m b r e d e 1939. M é x ic o , E d i c i o n e s J u v e n t u d d e E s p a ñ a . 1940 .
344. C o r d o n ié , R . M a d rid b a jo e l m a rx is m o , M a d r id , 1940.
345. D a to s y d o c u m e n to s p a r a la h i s to r ia . L a a c tu a c ió n de l C o n se jo N a c io n a l d e D e fe n sa , e n N E . , I I I ( d i c i e m b r e d e 1 9 3 9 ) , p á g s . 8194.
346. D ía z , J o s é , y D o l o r e s I b a r r u r i . E s p a ñ a y la g u e r r a im p e r ia l is ta . L la m a m ie n to d e l P a r t id o C o m u n is ta de E s p a ñ a a l a e m ig ra c ió n e s p a ñ o la , a l p u e b lo q u e s u f r e y lu c h a b a jo l a d o m in a c ió n d e F r a n c o . M é x ic o , I m p . C o m e r c i a l , 1940 . ( E d i t . P o p u l a r . )
347. D is c u rs o ( E l ) , d e F ra n c o , o u n a p i f ia in te r n a c io n a l , p o r u n t r a d i c i o n a l i s t a a u t é n t i c o . e n N E . , I ( o c t u b r e d e 1 9 3 9 ) , p á g s . 1 7 -20 .
348. E p is to la r io P r i e t o y X e g r ín . P u n t o s d e v is ta , s o b r e e l d e s a r r o l l o y c o n s e c u e n c i a s d e l a g u e r r a c i v i l e s p a ñ o l a . P a r í s , I m p . N o u v e l l e , 1939. 126 p á g s .
á49. F a s to s c u l tu r a le s . U n a b u h a r d i l l a y u n m a n if ie s to , e n E P . , n ú m . 2 ( m a r z o d e 1 9 4 0 ) , P á g s . 7 8 -7 9 .
350. F e r n á n d e z F l ó r e z , W . U n a i s l a e n e l m a r. r o jo . N o v e la . M a d r id , 1939 .351. G ja b r ie l , J o s é . E l t r i u n f o e s p a ñ o l, e n T fm .,
I ( n o v i e m b r e d e 1 9 3 9 ) .352. H e r r e r a P e t e r e , J o s é . E l a i r e d e n u e s t r o
s ig lo y la se d d e s a b e r , e ñ E ., I I I ( m a y o d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 6 7 -7 0 .
353. I z a g a , A r s e n i o d e . L o s p re s o s d e M a d rid . M a d r id , 1940 .
354. L a r r e a , J u a n . C om o u n so lo p o e ta , e n E P ., n ú m . 2 ( m a r z o d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 8 0 -8 3 .
3®». L á z a r o , A n g e l . L a v u e l ta d e l t e s o r o a r t ís t ic o e n N E . , I ( o c t u b r e d e 1 9 3 9 ) , p á g s . 33-35 .
35(>. M a b i l le , P i e r r e . M éx ico y E s p a ñ a , e n E P ., n ú m . 2 ( m a r z o d e 1 9 4 0 ) , p á g s . 75 . ( D e l l i b r o E g r e g o r e s , o u la v ie d e s c iv i l ls a t io n s ,P a r t s , 1 9 3 8 .)
*57. M a r t í n e z B a r r i o , D ie g o . L a t r á g i c a s e m a n a , e n N E . , I ( o c t u b r e d e 1 9 3 9 ) , p á g s . 1 3 -
16. ( D e l l i b r o e n p r e p a r a c i ó n «La rebelión contra la República’'.)
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3 6 8 . R o s , F é l i x . P r e v e n to r io D. M a d r id , 1940 .3 6 9 . S á n c h e z d e l A r c o , M a n u e l . O b ra s y f ig u
r a s d e l a g u e r r a e n E s p a ñ a , M a d r id , 1939.3 7 0 . U r i b e , V i c e n t e . C a m p o s d e ig n o m in ia , e n
F u tu r o , m a r z o d e 1940 , p á g s . 1 9 -2 1 .371. V á z q u e z H u m a s q u é , A d o l f o . L a re b e lió n
y e l c a m p o , e n N E „ I ( o c t u b r e d e 1939), p á g s . 3 6 -4 1 .
372. V e la o O ñ a te , A n to n io , a lo s r e p u b l ic a n o s e s p a ñ o le s re s id e in te s e n M éx ico , M é x ic o , s . i . , 19 4 0 . 4 p á g s .
G U E R R A E U R O P E A
3 7 3 . B a r a i b a r , C a r l o s d e . F in í s P o io n ia e , e n T im ., I ( n o v i e m b r e d e 1 9 3 9 ) .
374. C o r p u s B a r g a . L a l im i ta c ió n e u r o p e a o la g u e r r a d e lo s n e u t r a le s , e n R., a ñ o I , n ú m . 3 (19 d e m a r z o d e 1 9 4 0 ) . p á g s . 12.
3 7 5 . G o n z á l e z B la n c o , P . I n g l a t e r r a y s u m á s a n t ig u a a lia d a . M é x ic o , A g e n c i a G e n e r a l d e L i b r e r í a , 1940 . 278 p á g s .
3 7 6 . H u i d o b r o P a r d o , L e o p o ld o . M e m o ria s de u n f in la n d é s . M a d r id , 1939.
3 7 7 . I b a r r u r i , D . L a s o c ia l-d e m o e ra c ia y la a c t u a l g u e r r a I m p e r ia l i s ta . M é x ic o . E d i t o r i a l P o p u l a r , 1940 . 12 p á g s .
3 7 8 . P r a t s , A c a r d o . P r e s e n te y f u tu r o d e l f r a n q u ism o . L a n e u t r a l id a d d e E s p a ñ a e n la g u e r r a e u ro p e a , e n N E ., I ( o c t u b r e d e1 9 3 9 ) , p á g s . 4 2 -5 1 .
H I S T O R I A L I T E R A R I A
3 7 9 . B u s h e e , A l ic e H u n t i n g t o n . T h r e e c e n tú r i e s o f T ir s o de M o lin a , P h i l a d e l p h i a , U n i - v e r s i t y o f P e n n s y l v a n i a P r e s s , 1939.
3 8 0 . M a r t í n e z , J o s é L u i s . L a m u e r te e n i a p o e s ía e s p a ñ o la d e l s ig lo XV , e n T N ., a ñ o I , n ú m . 2 ( m a r z o - a b r i l 1 9 4 0 ) , p á g s . 9 8 -0 9 .
3 8 1 . M ir ó Q u e s a d a S o s a , A . G o n z a lo P iz a r r o e n e l t e a t r o d e T ir s o d e M o lin a , e n R e v is ta d e l a s I n d ia s , ( f e b r e r o d e 1 9 4 0 ) , p á g . 41 .
3 8 2 . P e r e i d a , R a ú l M a r í a . D e lo G o n g ó ric o e n l a p o e s ía p e r u a n a a c tu a l , e n 3 ( L i m a ) , 3 d e d i c i e m b r e d e 1939.
3 8 3 . R ío , A n g e l d e l . T r e s l ib r o s s o b r e e l ro m a n t ic is m o e s p a ñ o l, e n R H M ., j u l i o d e 1939.
3 8 4 . S á n c h e z G a l l e g o , L a u r e a n o . V iv e s , p o líg r a fo , e n E . y C „ A ñ o I , n ú m . 5 ( m a y o d e1 9 4 0 ) , p á g s . 2 4 2 -2 4 6 .
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