Especiales Apocalipsis - Padre Grosso

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3 VISIN = LOS SIETE SELLOS(VI)Los Siete Sellos, divididos en 4 + 2 + 1, con dos visiones parciales interpuestas entre el Sexto y el Sptimo,significan la ascensin de la Iglesia desde los Apstoles y su brusca cada en los tiempos parusacos.

Los Siete Sellos retoman otra vez todos los sucesos del mundo; pero esta vez con referencia directa al fin del mundo. Estos Sellos manifiestan los sucesosen su esquema secreto; las Tubas en sus causas manifiestas. Ellos representan la Iglesia Esjatolgica explicada por sus causas prximas, que son la Institucin, la Propagacin, la Crisis, la Persecucin y el Desenlace.

El Primer Sello comprende las Cuatro Primeras Iglesias y muestra la Monarqua Cristiana, o sea la Cristiandad Europea. Los siguientes indican la cada de esa Cristiandad; el Segundo, la Iglesia de Sardes, el Protestantismo y el despertar de las guerras mundiales; el Tercero, la Iglesia de Filadelfia, la Revolucin. Los otros Cuatro manifiestan el perodo parusaco. Cuarto y Quinto hacen ver la proximidad de la Parusa. sta est indicada en el Sexto; mas el Sptimo, despus de un silencio de media hora, procede a desenvolver los pormenores del fin del siglo: San Juan se detiene y recapitula, de modo que el Sptimo Sello se abre en una visin retrospectiva ms detallada de las causas histricas de la Parusa: las Siete Tubas.

Recordemos ante todo que el que abre los sellos es elCordero.Por qu se da este nombre para referirse a Nuestro Seor Jesucristo? Segn San Juan Bautista, Cordero es el que expi, o sea,Nuestro Seor Jesucristo sacrificado pero glorificado;un Cordero como degollado (Ap. 5, 6), la realeza la tiene porque fue degollado.Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra;(S. Mt. 28, 18). Tiene poder de castigar. Comenta Mons. Straubinger: El Cordero inocente y santo de San Juan 1, 29 es aqu poderoso e irritado.

Sellos: en la antigedad el sello era una joya gravada con arte, mas no solo esto sino tambin unsmbolo de la persona(Gn. 38, 18); el sello, iba con frecuencia fijo en un anillo, del que no se separaba uno sino por motivos graves (Ag. 2, 3). La oblea sobre la que uno pone su sello atestigua que un objeto le pertenece (Det. 32, 34), que una accin emana de l (1 Reyes 21, 8), o que est prohibido el acceso a una de sus posesiones (Dan. 12, 10).

El sello es, pues, como una firma; garantiza la validez de un documento (Jer. 32, 10) indica tambin su fin (Rom. 15, 28), a veces da un carcter secreto, como en el caso de un rollo sellado que nadie puede leer, salvo el que tiene derecho a romper el sello (Is. 29, 11). Todo hombre libre y rico posea un sello.

Sello de Dios: el sello es un smbolo de su dominio sobre las criaturas y sobre la historia; puede sellar las estrellas en la noche oscura (Job 9, 7); sella el libro de sus designios, intenciones o propsitos (Ap. 5, 1 8, 1) y nadie descifra sus secretos, excepto el Cordero que los cumple. Dios sella los pecados en cuanto les pone trmino, ya sean perdonados individuales (Job 14, 17) o colectivos (Dan. 9, 24); en este ltimo caso sella al mismo tiempo la profeca, es decir, le pone trmino, realizndola.

El sello adquiere nuevo valor cuando Nuestro Seor Jesucristo se dice marcado con el sello de Dios su Padre (S. Jn. 6, 27); en efecto, este sello del Padre sobre el Hijo del hombre no es sencillamente el poder que le da para realizar su obra (S. Jn. 5, 32) sino tambin la consagracin de Hijo de Dios (S. Jn. 10, 36). En esta consagracin participa el cristiano cuando lo marca Dios con su sello dndole el Espritu (2 Cor. 1, 22) don que es exigencia de fidelidad al Espritu (Efe. 4, 30); este sello es la marca de los servidores de Dios y su salvaguardia en el momento de la prueba esjatolgica (Apo 7, 2-4, 9-4).

PRIMER SELLO(VI: 1-2)

Cuando el Cordero abri el primero de los siete sellos, o que el primero de los cuatro Vivientes deca, como con voz de trueno: Ven. Mir, y he aqu uncaballo blanco; y el que lo montaba tena un arco; se le dio una corona; y sali venciendo y para vencer.

El Primer Sello es la Monarqua Cristiana, o sea, la Iglesia de Tiatira: la altamar del Cristianismo, la Cristiandad, desde Constantino hasta Carlos V, Emperador de Occidente.

ElCaballo Blancoes la triunfante propagacin del Evangelio. Pero esa propagacin triunf por el apoyo poltico de los monarcas cristianos: Constantino, Clodoveo, Recaredo, Carlomagno. De aqu laCoronaque le fue dada al jinete.

Lleva unArco, que alcanza lejos: la Monarqua Cristiana llev sus armas y sus misioneros al frica, Amrica y Asia.

Sali venciendo y para venceruna y otra vez. Cuando decae y cae la Monarqua Cristiana, comienza aquello de le fue dado potestad[al anticristiano]de guerrear contra los Santos[los fieles]y vencerlos, que repiten el Santo Profeta Daniel y San Juan.

Hasta la Reforma venci siempre la Monarqua Cristiana; civiliz la Europa, sofren y convirti a los brbaros, aplast las herejas, contuvo al Islam. Despus del empate de la Reforma, la Monarqua Cristiana comienza a ser vencida en todas partes, y el Imperio Espaol de los Austrias y el Sacro Imperio Romnico Germnico se dividen y comienzan a disgregarse.

En nuestros das, la causa catlica es derrotada por todo.

Dice otro comentador: Cuando el Cordero abri el primer sello uno de los animales, el len, le llam con una voz como de trueno, para que reparara en el misterio que se iba a revelar: Ven y vers; es decir, ven y vers a Cristo, Dios y Hombre verdadero, por S y por medio de sus Apstoles hacer la guerra al demonio, al mundo y a la carne. Ven y vers, cmo por medio de sus doctrinas confunde la soberbia de los sabios y disipa la ignorancia de los ignorantes Ven y vers, cmo los cuatro evangelistas vencen, por medio de los predicadores, a todas esas doctrinas paganas y hacen que desaparezcan del mundo todas esas fbulas humanas, que llevan a los hombres a las ms ridculas teoras. Por eso vio los cuatro animales y oy la voz del len como voz de trueno; porque lo que se anunciaba haba de ser realidad, que no haba de quedar en teoras, como la de los hombres, que anuncian grandes ideas, pensamientos llenos de soberbia, que luego quedan en nada.

Segn la representacin grafica del Apocalipsis de San Juan,este sello dur hasta 1550, que fue el auge del cristianismo.

SEGUNDO SELLO(VI: 3-4)

Y cuando el Cordero abri el segundo sello, o al segundo ser Viviente que deca: Ven. Entonces sali otro caballo,color de fuego[rojo]; y al que lo montaba se le concedi quitar de la tierra la paz, y hacer que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.

Al ser retirada la Monarqua Cristiana vienen los tiempos de guerra. Es la remocin delObstculode San Pablo, el signo inmediato de una nueva era: la ltima. Indica el perodo pre parusaco de lasguerras y rumores de guerras, que dijo Jesucristo en su propio apokalypsis ser el principio de los dolores de parto, pero todava no es el fin. Son lostiempos oscurosen que la guerra se vuelve institucin permanente de la humanidad, en palabras de Benedicto XV en el ao 1916.

Es la Iglesia de Sardes, el Protestantismo y el despertar de las guerras.

En el Apocalipsis est anunciada claramente una guerra descomunal, increble de puro enorme; y adems un perodo de guerras, que es el que estamos viviendo: llaman a estopaz armada, que es lo mismo que decirguerra latenteeinminente. La guerra del 39 fue el segundo acto de la guerra del 14, y habr un tercer acto.

Todo gira en torno de la guerra: relaciones internacionales, poltica, economa y literatura. El anhelo ms profundo de toda la humanidad actualmente es la paz; y en ese anhelo justamente har palanca el Anticristo. Aquel dspota gigantesco, aquel plebeyo satnico, dar al mundo la paz: una paz sacrlega y embustera, durante la cual se perseguir a sangre y fuego, casi hasta la extirpacin, a la Iglesia de Dios.

Los conflictos ideolgicos (religiosos en realidad; y por cierto religiosoherticos) han quedado intactos y ms fuertes que nunca.

En tres lugares del Apocalipsis est anunciada: el Caballo Rojo, la Sexta Tuba y la Sexta Copa. Tres lugares paralelos clarsimos. Eso no se puede entender sino de una gran guerra, que ser a la vezun perodo blico, un suceso de esos que mudan la historia y un castigo de Dios a la humanidad, es decir, un tiempo, una era y una plaga.

Gracias a la Revelacin conocemos que la Guerra no es solamente un hecho humano, est el combate espiritual por la salvacin de las almas entre Dios y Satn. Es cierto que el designio de Dios tiene por objetivo la paz; pero esta misma paz supone una victoria alcanzada a costa de combate.

En el A.T. se nos revela a Dios, desde los orgenes, personalmente en lucha contra fuerzas malignas que se oponen a sus designios. Ahora bien; los combates de Dios en la tierra no tienen por fin ltimo el triunfo temporal de Israel, su gloria es de otra naturaleza; su reino de otro orden. Lo que l quiere es el establecimiento de un reino de prosperidad y de justicia, tal como lo define la Ley. Israel tiene la misin de realizarlo, pero si falta a ella, deber Dios combatir a su pueblo pecador con el mismo ttulo con que combate a las potencias paganas. Tal era la salvacin autntica a la que deba aspirar Israel, ms bien que a guerras santas de conquista y de destruccin.

En el N.T. se libra la Guerra esjatolgica en un triple terreno: el de la vida terrena de Nuestro Seor Jesucristo, el de la historia de su Iglesia, y el de la consumacin final.

En Nuestro Seor Jesucristo se revela plenamente la naturaleza profunda del combate esjatolgico: no es un combate temporal por un reino de este mundo, es un combate espiritual contra Satn, contra el mundo, contra el mal. Nuestro Seor Jesucristo es el fuerte que viene a derrocar alprncipede este mundo. Y as este reacciona intentando contra l el ltimo asalto. l es el que suscita la accin de las potencias terrestres ligadas contra el Ungido del Seor. Pero haciendo esto precipita su derrota. En efecto, en forma paradjica, la cruz de Nuestro Seor Jesucristo garantiza su victoria: cuando resucita, los poderes hostiles, despojados de su seoro, figuran en su cortejo triunfal (Col. 2, 15).Vencedor del mundo por su muerte misma posee ya el gobierno de la historia.(Apo. 5); pero el combate que ha librado personalmente se prolongar a travs de los siglos en la vida de su Iglesia.

La Iglesia est aqu para siempre en estado militante, la paz de Nuestro Seor Jesucristo aportada por ella a los hombres es, si, en cierto respecto la paz con Dios y la paz entre ellos. Pero esta paz no es de este mundo. As los hombres que creen en l estarn siempre expuestos al odio del mundo: en el plano temporal no les ha aportado Nuestro Seor Jesucristo la paz, sino la espada, pues el Reino de Dios es blanco de la violencia.

Y contra la el odio y las persecuciones del mundo, nos prometi Nuestro Seor Jesucristo, el Jueves Santo, enviarnos el Espritu Santo y su virtud. Ysobre todo nos deja y recomienda su Paz.Y esto, momento antes de ser prendido por sus enemigos con Judas traidor a la cabeza.

Una vez resucitado le insisti mucho a los Apstoles, con la idea antes dicha: pax vobis, ego sum, nolite timere.

LOS SUEOS PROFTICOSDE SAN JUAN BOSCOEL CABALLO ROJOSUEO 39 AO DE 1862

(M. B. Tomo VII, pgs. 217-218)

Las crnicas del mes de julio relatan nuevas maravillas sobre [San] Juan Don Bosco.Don Ruffino escribi en la suya: 1 de julio. [San] Juan Don Bosco dijo a algunos que le rodeaban despus del almuerzo:Estemes tendremos que asistir a un funeral.En distintas ocasiones repiti lo mismo unayotra vez, pero siempre ante un reducido nmero de oyentes.Estas confidencias despertaban en los clrigos una gran curiosidad, de forma que, en las horas de recreo, cuando las ocupaciones se lo permitan, rodeaban al [Santo] con la esperanza de or de sus labios alguna novedad,yuna de ellas fue, como lo comprendieron ms tarde, la intencin de [San] Juan Don Bosco de fundar un instituto para atender a las nias. En efecto, as lo consignaron por escrito Don BonettiyDon Csar Chiala.El 6 de julio el buen padre narr a algunos de sus hijos el siguiente sueo que tuvo en la noche del 5 al 6 de dicho mes. Estaban presentes Francesia, Savio, [Beato] Miguel Ra, Cerrutti, Fusero, Bonetti el Caballero Oreglia, Anfossi, Durando, Proverayalgn otro.Esta noche comenz [San] Juan Don Bosco tuve un sueo singular. So que me encontraba con la marquesa Barolo y que pasebamos por una placita situada delante de una llanura extenssima. Vea a los jvenes del Oratorio correr, saltar, jugar alegremente. Yo quera dar la derecha a la marquesa, pero ella me dijo: No; qudese donde est.

Despus comenz a hablar de mis jvenes y me deca:

Es tan buena cosa que se ocupe de los jvenes! Pero djeme a m el cuidado de las jvenes; as iremos de acuerdo.

Yo le repliqu:

Pero, dgame: Nuestro Seor Jesucristo vino al mundo para redimir solamente a los jovencitos, o tambin a las jovencitas?

S replic que nuestro Seor ha redimido a todos: nios y nias.

Pues bien; yo debo procurar que su sangre no se haya derramado intilmente, tanto para las jvenes como para los jvenes.

Mientras estbamos ocupados en esta conversacin, he aqu que entre mis jvenes que estaban en la placita comenz a reinar un extrao silencio. Dejaron todos sus entretenimientos y se dieron a la huida, quienes hacia una parte, quienes hacia otra, llenos de espanto.

La marquesa y yo detuvimos el paso y quedamos durante unos momentos inmviles. Buscando la causa de aquel terror dimos unos pasos hacia adelante. Levanto un poco la vista y he aqu que al fondo de la llanura veo descender hasta la tierra un caballo grande tremendamente grande La sangre se me hel en las venas. Sera como esta habitacin?, pregunt Francesia. Oh, mucho ms grande! replic [San] Juan Don Bosco. Sera de grande y de alto como tres o cuatro veces ms que este local, y ms que el palacio Madama. En resumidas cuentas, que era una bestia descomunal. Mientras yo quera huir temiendo la inminencia de una catstrofe, la marquesa Barolo perdi el sentido y cay al suelo. Yo casi no poda tenerme de pie, tanto me temblaban las rodillas. Corr a esconderme detrs de una casa que haba a mucha distancia, pero de all me echaron dicindome:

Mrchese, mrchese; aqu no tiene que venir!

Entre tanto yo me deca a m mismo:

Quin sabe qu diablo ser este caballo! No huir, me adelantar para examinarlo ms de cerca. Y aunque temblaba de pies a cabeza, me arm de valor, volv atrs y me acerqu.

Ah! Qu horror! Aquellas orejas tiesas! Aquel hocico descomunal!

A veces me pareca ver mucha gente encima de l; otras veces, que tena alas, de forma que exclam:

Pero esto es un demonio!

Mientras lo contemplaba, como estaba en compaa de algunos, pregunt a uno de los presentes:

Qu quiere decir este enorme caballo?

El tal me respondi:

Este es el caballo rojo:Equus rufus,del Apocalipsis.Despus me despert y me encontr en la cama muy asustado y durante toda la maana, mientras deca Misa; en el confesionario tena delante a aquel animal. Ahora deseo que alguno averige si esteequus rufus,se nombra verdaderamente en las Sagradas Escrituras, y cul es su significado.

Y encarg a Durando que buscase la manera de resolver el problema. [Beato] Miguel Don Ra hizo observar que, realmente en el Apocalipsis, captuloVI,versculoIV,se habla del caballo rojo, smbolo de la persecucin sangrienta contra la Iglesia, como explica en las notas de la Sagrada Escritura, Mons. Martini. He aqu las palabras textuales del libro sagrado:Etcum aperuisset sigillum secundum, audivi secundum animal, dicens: Veni et vide.Et exivit alius equus rufus: et qui sedebat super illum datum est ei ut sumeret pacem de terra, et ut invicem se interficiant et datus est ei gladius magnus.En el sueo de [San] Juan Don Bosco parece que el caballo representase a la democracia sectaria, que procediendo furiosamente contra la Iglesia avanzaba alentando contra el orden social, sin detenerse ni un solo paso; se impona a los gobiernos, en las escuelas, en los municipios, en los tribunales, anhelando realizar la obra destructora comenzada con el apoyoycomplicidad delas autoridades constituidas, en perjuicio de la sociedad religiosay de todopiadoso instituto y del derecho comn de propiedad.[San] Juan Don Bosco dijo:Sera necesario que todos los buenos y nosotros en nuestra pequeez procursemos con celo y entusiasmo poner un freno a esta bestia que irrumpe por doquier alocadamente.De qu manera? Poniendo en guardia a los pueblos mediante el ejercicio de la caridad y con la buena prensa que contrarreste las falsas doctrinas de semejante monstruo, orientando el pensamiento de los pueblosylos corazones hacia la Ctedra de Pedro. En ella est el fundamento indudable de toda autoridad que procede de Dios, la llave maestra que conserva todo orden social; el cdigo inmutable de los deberesylos derechos de los hombres; la luz divina que disipa los errores de las ms enconadas pasiones; aqu el fiel guardinyel defensor poderoso de la moral evanglica y de la ley natural; aqu la confirmacin de la sancin inmutable de los premios eternos reservados a quienes observan la ley del Seor y las penas igualmente eternas para los transgresores de la misma.Pero la Iglesia, la Ctedra de San Pedro y el Papa son una misma cosa. Por tanto, para que estas verdades fuesen acatadas por todos, [San] Juan Don Bosco quera que se hiciesen toda suerte de esfuerzos por deshacer las calumnias contra el Pontificado y que se diesen a conocer los inmensos beneficios que Roma reporta a la vida social y se procurase avivar en todos los corazones, sentimientos de gratitud, fidelidad y amor hacia la Ctedra de Pedro.Para san Juan Bosco la guerra, es sobre todo a la Iglesia.Que como observamos en la (RGASJ) este caballo rojo comienza en la revolucin protestante hasta el reinado del anticristo.TERCER SELLO(VI: 5-6)

Y cuando el Cordero abri el tercer sello, o al tercer Viviente que deca: Ven. Mir entonces, y haba uncaballo negro; y el que lo montaba tena en su mano una balanza. Y o como una voz en medio de los cuatro Vivientes que deca: A un peso el kilo de trigo; a un peso tres kilos de cebada. En cuanto al aceite y al vino no los toques.

El Tercer Sello es la Sexta Iglesia, Filadelfia, la Revolucin.

Es, manifiestamente, la Caresta, o, como dicen hoy, la Posguerra, la Crisis o el Crack: los pobres amenazados de hambre, los ricos seguros. El Capitalismo Mundial.

Los entendidosdicen que lacrisisocrackes peridicamente necesaria en el Capitalismo, como unreajuste; o sea, venganza de la realidad contra un sistema amaado.

El jinete tiene una balanza que significa cuidados y restricciones, el famoso racionamiento de hoy da.

Undenario(tres veces ms del precio normal, ver Ezequiel 4, 16) era el salario diario de un obrero; quiere decir que ganarn lo justo para mantenerse: caracterstica del capitalismo actual.

Mas no tocar la caresta a los ricos:en cuanto al aceite y al vino no los toques, mercanca de ricos.

Las carestas actuales no las sufren los comerciantes, sobre todo si sonbolsanegreros o estraperlistas. Hay de todo, incluso lo ms exquisito, para quien pueda pagarlo; y estos tales, lejos de sufrir privaciones, se enriquecen con la caresta.

Negrahan llamado siempre todos los pueblos al hambre. No est de ms recordar aqu que hoy nuestra orgullosa poca tiene a un tercio de la humanidad con hambre.

LOS SUEOS PROFTICOSDE SAN JUAN BOSCOCASTIGOS SOBRE ROMA Y PARSSUEO 75 AO DE 1870

(M. B. Tomo IX. pgs. 779-783; Tomo X, pgs. 59-63)

El seis de enero, fiesta de la Epifana o de la manifestacin del Seor, se celebr la segunda Sesin del Concilio Vaticano I, en la cual los Padres, segn el rito, hicieron uno despus de otro, comenzando por el Sumo Pontfice, la solemne profesin de fe.La vspera de aquella memorable solemnidad [San] Juan Don Bosco vio en sueo cuanto vamos a exponer a continuacin: fue el mismo [Santo] quien escribi lo que vio y oy.Slo Dios lo puede todo, lo conoce todo y lo ve todo. Dios no tiene ni pasado ni futuro, para Dios no hay nada oculto; todas las cosas le son presentes y para l no hay distancia de lugar o de persona. Slo l en su infinita misericordia y para su gloria puede manifestar las cosas futuras a los hombres.

La vspera de la Epifana del corriente ao de 1870 desaparecieron todos los objetos materiales de mi habitacin y me encontr ante la consideracin de cosas sobrenaturales. Fue algo que dur breves instantes, pero fueron muchas las cosas que vi. Aunque de forma y de apariencias sensibles, no se pueden comunicar a los dems sino con mucha dificultad con signos exteriores o sensibles. Cuanto sigue podr dar una idea de ello. En todo esto se encuentra la palabra de Dios acomodada a la palabra del hombre.

Del Sur viene la guerra, del Norte viene la paz.

Las leyes de Francia no reconocen ya al Creador y el Creador se har conocer y la visitar tres veces con la vara de su furor.

La primera abatir su soberbia, con las derrotas, con el saqueo y con los estragos en las cosechas, en los animales y en los hombres.

En la segunda, la gran prostituta de Babilonia, aquella a la que los buenos llaman, suspirando, el prostbulo de Europa, ser privada del jefe y entregada al desorden.

Pars! Pars! En vez de armarte con el nombre del Seor te rodeas de casas de inmoralidad. Estas sern por ti misma destruidas: tu dolo, el Panten, ser reducido a cenizas, para que se cumpla lo que est escrito:mentita est iniquitas sibi.Tus enemigos te colmarn de angustias, de hambre, de espanto y quedars convertida en la abominacin de las naciones. Pero ay de ti si no reconoces la mano qu te hiere! Quiero castigar la inmoralidad, el abandono, el desprecio de mi ley, dice el Seor.

En la tercera caers bajo una mano extranjera: tus enemigos vern desde lejos tus palacios incendiados, tus casas convertidas en montones de ruinas, baadas en la sangre de tus hroes, que ya no existen. Pero he aqu que un gran guerrero del Norte llevar un estandarte; sobre la diestra que lo sustenta est escrito: Irresistible es la mano del Seor. En aquel instante el Venerando Anciano del Lacio le sali al encuentro flameando una antorcha de luz vivsima. Entonces el estandarte se extendi y de negro que era se troc blanco como la nieve. En el centro del estandarte estaba escrito con caracteres de oro el nombre de Quien todo lo puede.

El guerrero y los suyos hicieron una profunda inclinacin al Anciano y se estrecharon la mano.

Ahora la voz del cielo se dirige al Pastor de los pastores. T ahora ests en la gran conferencia con tus asesores; pero el enemigo del bien no guarda un momento de reposo; estudia y practica toda clase de argucias contra ti. Sembrar la discordia entre tus asesores; suscitar enemigos entre mis hijos. Las potencias del siglo vomitarn fuego y querran que las palabras fuesen ahogadas en las gargantas de los custodios de mi ley. Pero esto no suceder. Harn el mal, pero en perjuicio de s mismos. T date prisa; si las dificultades no se resuelven, corta por lo sano. Si te sientes angustiado, no te detengas, sino al contrario, contina adelante hasta que le sea cercenada la cabeza a la hidra del error. Este golpe har temblar a la tierra y al infierno, pero el mundo recobrar la seguridad y todos los buenos se alegrarn. Conserva, pues, junto a ti solamente a dos asesores, pero a cualquier parte que vayas, contina y termina la obra que te fue confiada.

Los das corren velozmente y tus aos se acercan al nmero establecido; pero la gran Reina ser siempre tu auxilio y como en los tiempos pasados, tambin en el porvenir ser siempremagnum et singulare in Ecclesia prsidium.Y a ti, Italia, tierra de bendiciones, quin te ha sumergido en la desolacin? No digas que tus enemigos, sino tus amigos.

No oyes a tus hijos pidiendo el pan de la fe sin encontrar quin se lo parta? Qu har? Herir a los pastores, ahuyentar el rebao, a fin de que los que se sientan sobre la ctedra de [San] Moiss busquen buenos pastos y la grey escuche dcilmente y se alimente.Pero sobre la grey y sobre los pastores caer mi mano; la caresta, la peste, la guerra, harn de manera que las madres lloren la sangre de los hijos y de los esposos muertos en tierra enemiga.

Y de ti, Roma, qu ser? Roma ingrata, Roma afeminada, Roma soberbia! Has llegado a tal punto de insensatez que no buscas y no admiras otra cosa en tu Soberano, ms que el lujo, olvidando que tu gloria est en el Glgota. Ahora l es anciano, decrpito, inerme, despojado; mas con su palabra esclavizada hace temblar a todo el mundo.

Roma yo vendr cuatro veces sobre ti!

En la primera herir tus tierras y sus habitantes.

En la segunda llevar el estrago y el exterminio hasta tus murallas.

No abrirs an los ojos?

Vendr por tercera vez, abatir las defensas y a los defensores, y al mandato del Padre comenzar el reinado del terror, del espanto y de la desolacin.

Pero mis sabios huyen, mi ley es todava conculcada, por eso har una cuarta visita. Ay de ti si mi ley contina siendo letra muerta para ti! Habr prevaricaciones entre los doctos y entre los ignorantes. Tu sangre y la sangre de tus hijos lavarn las manchas que has echado sobre la ley de tu Dios.

La guerra, la peste, el hambre son los flagelos con que ser castigada la soberbia y la malicia de los hombres. Dnde estn, oh ricos, sus magnificencias, sus villas, sus palacios? Se han convertido en la basura de las plazas y de las calles.

Y vosotros, sacerdotes, por qu no corris a llorar entre el vestbulo y el altar, invocando la suspensin de los flagelos? Por qu no tomis el escudo de la fe y no subs a los tejados, y en las casas, y en las calles, y en las plazas, e incluso en los lugares inaccesibles, no desparramis la semilla de mi palabra? Ignoris que esta es la terrible espada de dos filos que abate a los enemigos y que deshace la ira de Dios y de los hombres?

Estas cosas tendrn que suceder inexorablemente una despus de otra.

Las cosas se proceden demasiado lentamente.

Pero la Augusta Reina del Cielo est presente.

El poder de Dios est en sus manos; disipa como la niebla a sus enemigos. Reviste al Venerando Anciano de todos sus antiguos hbitos.

Se producir adems un violento huracn.

La iniquidad se ha consumado, el pecado tendr fin y antes de que transcurran dos plenilunios en el mes de las flores, el iris de la paz aparecer sobre la tierra.

El gran Ministro ver a la Esposa de su Rey vestida de fiesta.

En todo el mundo aparecer un sol, tan luminoso, que jams existi desde las llamas del Cenculo hasta hoy, ni se ver otro semejante hasta el fin de los das.

[San] Juan Don Bosco hizo sacar una copia de este escrito a Don Julio Barberis, que fue la que llev consigo a Roma.Hizo hacer otra copia algunas semanas despus, a Don Joaqun Berto, el cual dej consignado en su Memoria:[San] Juan Don Bosco me comunic el texto de una profeca por escrito que comenzaba con estas precisas palabras: Dios todo lo puede, Dios lo conoce todo, etc., recomendndome el ms riguroso secreto y que no hablara de ello con nadie a no ser con el propio autor. Entre otras cosas se refera a la guerra entre Francia y Prusia, a las condiciones de la Iglesia y a la desolacin que azotaba a Italia, como me explic a m al preguntarle sobre el particular. El [Santo] me hizo sacar una copia para enviarla a Roma a cierto prelado.La Civilt Cattolica,aoXXIII,volumenVI,serie octava, ao 1872, en las pginas 299 y 303, hace referencia a este vaticinio y trascribe algunos prrafos del texto del mismo hacindolos preceder de estas autorizadas palabras: Nos complacemos en recordar un recientsimo vaticinio que no ha sido anteriormente impreso y que es completamente desconocido para el pblico, vaticinio que fue comunicado desde una ciudad de Italia a un personaje de Roma el 12 de febrero de 1870. Nosotros ignoramos su procedencia. Pero podemos dar fe de que lo hemos tenido en nuestras manos, antes de que Pars fuese bombardeada por los alemanes e incendiada por los comunistas. Y aadiremos que nos caus gran maravilla el ver anunciada en l tambin la cada de Roma, cuando no se crea prxima ni probable.Hemos conservado varias copias de esta profeca. La ms autorizada es un manuscrito de Don Berto. Ofrece al principio la siguiente nota: Fue comunicada el 12 de febrero de 1870 al Santo Padre, al margen se leen algunas notas o apostillas autgrafas del mismo [San] Juan Don Bosco y al final algunas aclaraciones, evidentemente escritas o dictadas con anterioridad a los hechos y revisadas nuevamente despus por el [Santo]. Dichas apostillas y aclaraciones explicaban o determinaban los acontecimientos predichos, los cuales, como veremos, se cumplieron en gran parte poco despus; y parte de ellos, al menos hasta hoy, no se han cumplido.Francia perdi su jefe y fue vencido por Prusia en 1870.En Pars tuvieron lugar los horrores que todos conocen.Es de notarse que interrogado inmediatamente sobre el cumplimiento de dichos hechos, [San] Juan Don Bosco contest que tal vez no se llegaran a realizar jams, porque el Seor en su misericordia, suele a veces indicar simplemente a los hombres el camino que podran seguir en tal y en tal circunstancia para vencer ciertas dificultades y nada ms; por tanto, cuando no se siguen las directrices trazadas, es evidente que no puede verificarse lo que ha sido indicado.Las Memorias Biogrficas en el tomoXnos ofrecen los siguientes datos relacionados con el sueo o visin precedente: En 1870, expona [San] Juan Don Bosco al Papa Beato Pio IX en audiencia que le fue concedida el 12 de febrero, un resumen de la primera visin. Llevaba consigo el relato escrito para presentarlo al Santo Padre, pero como no se atreviese a hacerlo, se limit a leer un trozo que llevaba ya preparado relacionado con la Augusta Persona del Pontfice Tambin en la ltima audiencia que le concedierael BeatoPo Pp.IXen el mismo ao, volvi el [Santo] a hacer referencia a los sucesos polticos con tal precisin, que el Papa no pudo disimular la impresinyel dolor que aquellos pronsticos producan en su nimo.Poco despus de la toma de Roma, al recordar la entrevista celebrada con el [Santo], por medio del Cardenal Berardi, mand a decir a [San] Juan Don Bosco que hablase claraypositivamente. Y [San] Juan Don Bosco, que antes no haba insertado en el escrito la parte leda en presencia del Romano Pontfice, la incluy en la copia hecha por Don Berto, envindola a Roma por conducto de un Cardenal; documento que fue conservado por el Beato Po Pp.IXjunto con una carta annima en la que se hacia constar que proceda de una persona que en otras ocasiones ha demostrado tener ilustraciones sobrenaturalesyque sucederan otras cosas que no se podan consignar por escrito sino verbalmente por lo delicado de la materia; aadiendo:ysi algo es demasiado oscuro ver si es posible dar alguna explicacin; terminando con estas palabras: Srvase de estos datos como le plazca, solamente le rogara no aludiese a mi nombre en manera alguna, por la razn que puede suponer.[San] JuanDon Bosco impuso tambin al secretario que hizo la copia del documento la obligacin del ms riguroso silencio.CUARTO SELLO(VI: 7-8)

Y cuando el Cordero abri el cuarto sello, o la voz del cuarto Viviente que deca: Ven. Mir entonces, y haba uncaballo plido; y el que lo montaba tena por nombre la Muerte; y el Hades segua en pos de l. Y se les dio potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar a espada y con hambre y con peste y por medio de las fieras de la tierra.

Los cuatro Sellos restantes son el perodo parusaco; slo que la Parusa est indicada en el Sexto; mas el Sptimo, despus de un silencio de media hora, procede a desenvolver los pormenores del fin del mundo; o, por mejor decir, del fin del siglo.

El principio de los dolores es la Guerra, mas el fin es lapersecucin. El Caballo Amarillo o Bayo es la ltima Persecucin. Con razn su jinete se llamaMuerte, que mata con espada, con hambre y con las fieras. El hambre sigue a la guerra, la peste sigue al hambre; o sea, compendia los males anteriores con uno nuevo: el de las fieras terrestres, es decir, los hombres encrudelecidos y bestializados, como los rojos en Espaa.

Satn est en ancas del Jinete, cuyo nombre es Muerte: las persecuciones son satnicas, los perseguidores de la Iglesia son demonacos, pues tratan de dar muerte al alma dando muerte al cuerpo incluso: el fanatismo anticristiano desencadenado y polticamente triunfante en todas partes, bajo la impulsin omnipotente de un tirano perverso.

QUINTO SELLO(VI: 9-11)

Y cuando abri el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los degollados por causa de la Palabra de Dios y por el testimonio que mantuvieron. Y clamaron a gran voz: Hasta cundo, oh Seor, Santo y Veraz, tardas en juzgar y vengar nuestra sangre en los habitantes de la tierra? Entonces se le dio a cada uno una tnica blanca y se les dijo que esperasen todava un poco, hasta que se completara el nmero de sus consiervos y hermanos que haban de ser muertos como ellos.

El Quinto Sello prolonga el cuadro anterior de la persecucin ya por venir, pueslas almas debajo del altarson los mrtires que estn por venir de la gran persecucin.

Debajo del altar, porque all corra la sangre de los sacrificios; y los hebreos crean no sin perspicacia que en la sangre estaba el alma; y en nuestros altares hay reliquias de mrtires.

Lasestolas blancassignifican la gloria actual de los decapitados.

Lo primero que observamos y que nos confunde, es que los mrtires, que se caracterizaron por imitar a Nuestro Seor Jesucristo, arquetipo de mrtir, y por lo mismo,paciente y ensilencioante las acusaciones y los ultrajes,inocentereconocido por Pilatos y Herodes,olvidandosus propios sufrimientos,acogiendoal ladrn arrepentido,perdonandoa Pedro y a sus propios enemigos, pidan a Dios que juzgue y vengue su sangre vertida por los habitantes de la tierra. Hay que entender que aqu se trata del tiempo de la justicia como antes fue el de la misericordia.

En las Sagradas Escrituras la palabra gloria implica la idea de peso. El peso de un ser en la existencia define su importancia, el respeto que inspira, su gloria. La gloria no designa tanto la fama cuanto el valor real, estimado conforme a su peso. 2 Cor. 4, 17:Porque las aflicciones tan breves y tan ligeras de la vida presente nos producen el eterno peso de una sublime e incomparable gloria,Tambin nos ensea la fragilidad de la gloria humana: Sal. 49, 17-18:No temas, pues, cuando un hombre se enriquece y se acrecienta la gloria de su casa. Porque a su muerte nada se llevar consigo, ni le seguir su gloria.Supo ligar la gloria a valores morales y religiosos: Pro. 29, 23:Sigue al soberbio la humillacin; mas el humilde de espritu ser glorificado.Implica la gloria la influencia que irradia una persona

4 VISIN = SIGNACIN DE LOS ELEGIDOS(VII)

Despus de esto, vi a cuatro ngeles de pie en los cuatro extremos de la tierra, que sujetaban los cuatro vientos de la tierra, para que no soplara el viento ni sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningn rbol. Luego vi a otro ngel que suba del Oriente y tena el sello de Dios vivo; y grit con fuerte voz a los cuatro ngeles a quienes se haba encomendado causar dao a la tierra y al mar: No causis dao ni a la tierra ni al mar ni a los rboles, hasta que hayamos sellado la frente de los siervos de nuestro Dios. Y o el nmero de los marcados con el sello: 144.000 sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel () Despus mir y haba una muchedumbre inmensa, que nadie podra contar, de toda nacin, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos () Uno de los Ancianos tom la palabra y me pregunt: Esos que estn vestidos de tnicas blancas quines son y de dnde han venido? Yo le respond: Seor mo, t lo sabes. Me respondi: Esos son los que vienen de la gran tribulacin; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero. Por esto estn delante del trono de Dios, y le adoran da y noche en su Templo; y el que est sentado en el trono fijar su morada con ellos. Ya no tendrn hambre ni sed; ya nos les molestar el sol ni ardor alguno; porque el Cordero que est en medio del trono los apacentar y los guiar a los manantiales de las aguas de la vida. Y Dios enjugar toda lgrima de sus ojosSan Juan interrumpe, pues, la visin de los Sellos para intercalar una visin que est aludida quizs al abrirse luego el Sptimo Sello: hay un tiempo de calma para preparar a los elegidos.

Los Elegidos de todas las Tribus de Israel son los perseverantes de los ltimos das. Cristo dice en su Sermn Esjatolgico que la Gran Apostasa hara caer si fuera posible incluso a los Elegidos. Dulcsima palabra, pues implica que eso no ser.

Los vientos son los que levantan las tormentas en el mar. El mar significa el mundo en la Escritura, as como la tierra firme significa la Religin. Jess dice que en aquel tiempo se secarn los hombres de temor por el ruido del mar y sus oleadas. Hay aqu, pues, una pausa en las tormentas mundanales en favor de los Elegidos.

Todos los salvados son aadidos a los mrtires de los ltimos tiempos; o bien, como piensan otros, a los judos conversos de aquellos tiempos.

La visin preliminar de los Sellos, ceremoniosa y adoratoria, se cierra con la Visin del Cielo y la aadidura de todas las almas salvadas y revestidas de la gracia divina. La promesa final se repite como ya cumplida al terminar el Apocalipsis.

La gloria del Cielo, ltimo destino del hombre, abre y cierra el Libro. Los jbilos son religiosos y santos; las amenazas no son sino predicciones de hechos que han de suceder, trados por la malicia de los hombres, y no por la voluntad directa de Dios, sino por la permisiva.

Visiones celestes de consuelo: Es una verdad de fe que Dios elige gratuitamente y desde la eternidad a los que quiere salvar y ordena de modo eficaz las cosas de la historia en favor de los predestinados para que obtengan este fin infaliblemente.

Dios quiere que todos se salven; y como dice el Concilio de Trento, no abandona a nadie que primero no lo haya abandonado a l

El Concilio Araucicano, del siglo IV. Los que se salvan s se salvan porque Dios quiere que se salven, adems de ellos mismos. Ellos con Dios quieren la salvacin; y as la obtienen libremente; y respecto de la omnisciencia de Dios, infaliblemente.

Predestinacin: el orden concebido por Dios para conducir a la criatura racional hacia el fin sobrenatural, que es la vida eterna (Santo Toms).

En la Sagradas Escritura es San Pablo quien ms habla de la predestinacin (Rom. 8; Efe. 1); utiliza el trmino predestinar para indicar un designio de Dios que abarca en bloque toda la salvacin cristiana del gnero humano, que se ha de actuar por medio de la gracia y los dones celestiales, sin excluir la cooperacin del hombre.

Tradicin: Culmina en San Agustn, quien, en contradiccin con Pelagio, desarrolla ampliamente el pensamiento de San Pablo, llegando a la concepcin de una categora de hombres a los que Dios, segn su beneplcito, ayuda para asegurarle su eterna salvacin. A otros, en cambio, Dios les concede un auxilio, pero no tan eficaz como a los predestinados, por los cual no se salvan.

La Iglesia ha definido la gratitud de la predestinacin a la gracia y a la gloria, pero ha condenado el predestinacionismo. Que pone en la misma lnea a los predestinados al cielo que a los predestinados al infierno, independientemente del mrito o del demrito.

La doctrina cristiana insiste en dos cosas: 1, para salvarse es necesario cooperar con la gracia; 2, ninguno se condena sino por culpa propia.

5 VISIN = LAS SIETE TUBAS (VIII-IX) (Marco introductorio)Cuando el Cordero abri el sptimo sello, se hizo en el cielo un silencio como de media hora.

El Silencio en el Cielo por media hora acontece al abrirse el ltimo sello: significa que habr un breve perodo de paz y calma para la Iglesia al comenzar el mal tiempo, muy corto, espacio de una generacin o menos. Responde al cuadro anterior de lasignacin de los elegidos.Silenciosupone ruido antes y despus: el ruido de las olas del mar mundano que secar a los hombres de temor.

Media horaes el cincuentavo de un da; ymil aos para Dios son como un da Ser un descanso de unos 20 aos en los supremos afanes del mundo? Un descanso durante una generacin es una nota que frecuenta las profecas privadas sobre el Fin del Mundo.

Perodo de paz y calma, con guerra y tormenta antes y despus, no es lo mismo quetriunfo temporal y terreno de la Iglesia.Para conocer el pensamiento del P. Castellani sobre el supuestoperodo de florecimiento de la Iglesia, ver:

A)EnLos Papeles de Benjamn BenavidesHabr necesariamente una guerra de los continentes, despus de la cual vendra el Anticristo, o bien inmediatamente, o bien despus de un perodo de florecimiento pasmoso de la Cristiandad europea, el cual no durara mucho tiempo.

- Oiris guerra y rumores de guerra, pero no entonces enseguida ser el fin.

- Pero aunque fuese ahora ese tiempo de guerras, segn Nuestro Seor, todava no es el fin.

- Pero es el principio del dolor, de los dolores de parto, como dice el texto griego. Es el primer dolor, como dicen las mujeres.

- Sin embargo, eso de que todava no es el fin, no significa una interrupcin de los dolores? No habr entre el Anticristo y la Guerra un perodo entero de gran paz y prosperidad de la Iglesia, como nunca se ha visto, en el cual se predicar el Evangelio en todo el mundo, y se convertir el pueblo judo?

- Ay!, ojal! El tiempo del Papa Anglico y del Gran Rey, de las visiones medievales. Infinidad de profecas privadas lo han anunciado, pero yo Ay!, temo que esa esperanza sea una especie de milenarismo temporal, una humana escapatoria al temeroso vaticinio: porque los dolores puerpricos una vez que empiezan ya no se interrumpen por un tiempo largo de bienestar. No veo cmo encajar esas profecas privadas en el riguroso texto bblico. (29-30)

- De modo que segn eso el fin del mundo est a las puertas?

- Puede que s. Pero no necesariamente.

- Si estamos ya en el tiempo del Caballo Oscuro

- Pero pudiera darse unarestauracinpasajera, de la durada de una generacin, de la Monarqua Cristiana en Europa, que corresponda al tramo entre elfinisy elinitia dolorumde Nuestro Seor; es decir, lo que pudiramos llamar el perodoNondum Statim. A ello puede acogerse usted si le tiene demasiado miedo al fin del mundo. En las profecas privadas encontrar usted muchas que describen una especia de breve edad de oro de la Iglesia en medio de dos furiosas tempestades. Es una antigua tradicin de profecas de triunfo, que se remonta a la Edad Media. Francamente no me acojo a ellas. Pero me alegrara equivocarme.

- Pero entre nuestra poca y la poca del Anticristo, no tiene que venir un largo perodo de triunfo, paz y felicidad de la Iglesia?

- Esa es mi gran duda. Eso opina Holzhauser. Pero qu sabemos? No parece muy improbable? No habremos entrado ya, despus de a guerra del 14, en la poca pre-parusaca, la Iglesia de Filadelfia? Y ese gran triunfo de la Iglesia tan esperado no aparece por ningn lado, ni siquiera como probable, por no decirposible

- Cmo pues lo predijo el venerable prroco Holzhauser? En qu se basaba?

- Yo creo que se bas en dos cosas: en esa larga serie de profecas privadas, que se remontan a la Edad Media y quiz ms all, concernientes al Gran Rey y al Gran Papa (o sea elPastor Anglico) por una parte; y por otra, que al ngel de Filadelfia, despus de haberse dicho al anterior de Sardes que estaba muerto, se le promete algo excelso, una puerta abierta que nadie puede trancar y aparentemente tambin la conversin del pueblo judo, ese suceso que, segn la profeca de San Pabload Romanos, ser como una explosin de vida en la Iglesia.

- Y usted en qu se basa para dudar? Esas profecas son muchsimas y muy autorizadas; hay santos entre sus autores, San Cesaro de Arls, Santa Odila, don Bosco, el mismo Holzhauser. Y la conversin de los judos es cosa de fe; y algn da tendr que ser.

- Algn da antes del Advenimiento; o bien el mismo da del Advenimiento?

- Pero usted rechaza la profeca del Gran Rey y el Excelso Papa, durante los cuales se acabar la predicacin del Evangelio en el mundo; que sin embargo tambin debe verificarse, segn Cristo, y entonces vendr el fin.

- Puede que ya se haya verificado. En fin, yo no la rechazo ni la acepto, yo no soy profeta y eso es un futuro. Slo que todas esas profecas de triunfo, surgidas en pocas de tribulacin, me son un poco sospechosas.

- Y por qu le son sospechosas?

- No s. No me convencen.

- Ser a lo mejor que el fondo pesimista de su carcter y lo mucho que ha sufrido

- Quiz. Pero no. A lo que yo tengo desconfianza es a todo lo que en el mundo de hoy fomenta la creencia vulgar, estpida y hertica de que el mundo durar todava miles y miles de aos, que todo esto de ahora se nos arreglar fcilmente, que nos espera una era de prosperidad maravillosa; y en suma, que estos dolores universales no pueden ser agona, sino que deben ser necesariamente dolores de parto, el alumbramiento de unbreve new world. Eso es lo que me escama, esa especie de mesianismo del Progreso o milenarismo de la Ciencia, sobre el cual Renn y otros tales anticristos o pseudoprofetas de hoy escriben pginas tan brillantes. Y muchos catlicos lo creen y toman esas benditas profecas del Pastor Anglico para consolarse, como enfermos incapaces de encarar siquiera el pensamiento de la posible muerte. Es lo diametralmente opuesto al haz penitencia porque vuelvo pronto del Libro revelado. Este mundo debe durar todava miles y miles de aos antes de enfriarse!, gritan jubilosos al ver que el mundo se va calentando cada vez ms. Pero sa es justamente la seal que da San Pedro de la Parusa: no se creer ya ms en ella.

- Pero Holzhauser no predice eso. Predice un inmenso pero breve triunfo de la Iglesia, de la durada de una vida de hombre, en que las fuerzas de Satn sern comprimidas y reducidas pero no eliminadas, y en que la presin de los dos bandos ser formidable. Un perodo tenso, palpitante, ruidoso, exasperado, del ritmo de la historia humana: un tregua y no una paz

- Amn. Y ojal que no se equivoque! Y que nosotros lo veamos!

No habr una nueva Edad Media, como espera Berdiaeff; no habr una Nueva Cristiandad, como profetiza Maritain; no habr una nueva estructuracin de la Fe, como soaba Tyrrel acomodada a la nueva era, con nuevos ritos, cultos, ceremonias, cnones, costumbres y organizacin. Desde aqu adelante, la Iglesia se purifica y se corrompe, pero no se rehace La ltima lucha est planteada desde el ngel del Evangelio Eterno; la cama del Anticristo est hecha. El mundo moderno naci bajo un signo de enfermedad de muerte. El mundo crey salir de una muerte y era una fiebre su fastuoso renacimiento. Tena una herida mortal. Le fue dada la consigna de confirmar, robustecer las cosas que, de todas maneras, eran morideras. La Iglesia se centraliza fuertemente, como un ejrcito a la defensiva que se repliega sobre s.

- Hasta que comience la ofensiva; hasta que venga el Gran Rey y el Papa Anglico

- As dicen en las reuniones de Accin Catlica La ofensiva la conquista del mundo para Cristo por una juventud pura y ardiente.

- Entonces usted no cree en la gran restauracin catlica? Se acab la poca de Sardes, o estamos ahora en ella, esperando que venga con Filadelfia el triunfo de la Iglesia y la restauracin de la Cristiandad?

- Se acab! La Contrarreforma termin en la Revolucin Francesa. La Revolucin fue un acontecimiento capital, una tuba, que cambi la faz de la historia. Con la Revolucin acab formalmente en el mundo el Imperio Romano, que la tradicin patrstica pone como el misteriosoKatjonde San Pablo, elObstculodel Anticristo. (159-161)

El error fundamental de nuestra prctica actual y aun de la teora a veces es que amalgamamos el Reino y el Mundo, lo cual es exactamente lo que la Biblia llama prostitucin. No hay ahora sacerdotes polticos que quieren salvar a la Iglesia por medio de la Democracia o el Racismo o cualquier otro sistema poltico? No hay actualmente aqu un predicador famossimo que promete a las masas lisonjeadas una resurreccin del mundo, una especie de reino milenario de felicidad temporal, por medio de la hegemona moral y religiosa de Italia, entre las naciones, hegemona prometida y querida segn l por Dios mismo?

Merejkowski en el fondo es milenarista. Pero de un milenarismo malo, que espera el Reino de Cristo en la tierra antes de la Venida de Cristo, y obtenido por medios temporales, y consistente en un esplendor de la Iglesia tambin temporal. Y no es el nico; pues hay muchsimos hoy da que esperan igual, incluso catlicos, sabindolo o sin saberlo. Es milenarismo malo.

El mundo quiere unirse, y actualmente el mundo no se puede unir sino en una religin falsa. O bien las naciones se repliegan sobre s mismas en nacionalismos hostiles (posicinnacionalistaque ha sido superada), o bien se renen nefastamente con la pega de una religin nueva, un cristianismo falsificado; el cual naturalmente odiar de muerte al autntico. Slo la religin puede crear vnculos supranacionales.

La presin enorme de las masas descredas y de los gobiernos, o bien maquiavlicos o bien hostiles, pesar horriblemente sobre todo lo que an se mantiene fiel; la Iglesia ceder en su armazn externo; y los fieles tendrn que refugiarse volando en el desierto de la Fe. Slo algunos contados, los que han comprado, con la renuncia a todo lo terreno, colirio para los ojos y oro puro afinado, mantendrn inmaculada su Fe. Esos pocos no podrn comprar ni vender, ni circular, ni dirigirse a lasmasaspor medio de los grandes vehculos publicitarios, cados en manos del poder poltico; y, despus, del Anticristo: por eso sern pocos.

La Iglesia cre la Cristiandad Europea, sobre la base del Orden Romano. La Fe irradi poco a poco en torno suyo y fue penetrando sus dentornos: la familia, las costumbres, las leyes, la poltica. Hoy da todo eso est cuarteado y contaminado, cuando no netamente aposttico, como en Rusia; un da ser pisoteado por los gentiles del nuevo paganismo. se es el atrio del Templo. Quedar el santuario, es decir, la Fe pura y oscura, dolorosa y oprimida; el recinto medido por el profeta con la caa en forma de vara, que es la esperanza doliente en el Segundo Advenimiento, la caa que dieron alEcce Homoy la vara de hierro que le dio su Padre para quebrantar a todas las gentes.

- As, pues desaparecer la Cristiandad

- As la Iglesia quedar intacta

- No desaparecer la Cristiandad: ser profanada. Ni quedar intacta la Iglesia visible: dentro de ella habr santuario y atrio; habr fieles, clero, religiosos, doctores, profetas que sern pisoteados, que cedern a la presin, que tomarn la marca de la Bestia. La Cristiandad ser aprovechada: los escombros del derecho pblico europeo, los materiales de la tradicin cultural, los mecanismos e instrumentos polticos y jurdicos sern aprovechados en la continuacin de la nueva Babel: la gran confederacin mundial impa.

No habr una Nueva Cristiandad: ni la de Solovieff y sus discpulos Berdiaeff y Rozanof, ni la de Maritain, ni la de Pemn. Esas son ilusiones vanas de un mundo que teme morir. El Imperio Romano es el ltimo de los grandes imperios, despus del cual seguir el del Anticristo. No habr un Imperio universal despus del Romano, sino sloimperialismoscomo el ingls.

En ninguna parte est escrito que en medio de la gran apostasa vendr un parntesis de vivsima fe y caridad en el orbe, y despus se reanudar la apostasa, lo cual es adems histricamente inverosmil.

Si la Europa se ha de convertir, si la Iglesia ha de reflorecer, cosa que no sabemos, no ser sin que sea limpiada de farisesmo, mundanismo y estolidez la parte de ella que est contaminada de los males del siglo en todo el mundo; sin un reflorecimiento previo del espritu, la inteligencia y la disciplina en el clero y en los fieles. Y esa limpieza la puede hacer Dios, en sus inescrutables designios, por medio del triunfo de la idea socialista y la persecucin que ella trae consigo.

Dios mo! En suma: es la vulgar actitud conciliadora y contemporizadora del evolucionismo teolgico, la hereja ms difundida y menos conocida de nuestros das; que tiene como raz el no pensar en la Parusa, ni tenerla en cuenta, ni creerla quiz,sin negarla explcitamente; polarizando las esperanzas religiosas de la humanidad hacia el foco del progresismo mennesiano. Puede que Dios realmente sacara una nueva era del caos presente, pues nada es imposible para Dios; aunque no fuese con la paz de don Struzzo, precisamente por agencia de la ONU ginebrina o washingtoniana; pero puede ser tambin que no la saque, qu sabemos? Y el examen de las profecas esjatolgicas de la Palabra parece indicar ms bien que no la va a sacar. Un da este siglo (el ciclo admico) tiene que agonizar en la tribulacin mayor que hubo desde el diluvio ac y morir. Y resucitar. Hay una especie de rehse oculto del martirio en esta posicin, que es tambin la de Maritain y menos acusada de Christopher Dawson; un buscar la Aadidura por medio del Reino, y una evacuacin de la Cruz de Cristo.

- Hoy da, muchsimos catlicos, incluso escritores, incluso predicadores, incluso sabios como Berdaieff o Dawson, suean con una especie de gran triunfo temporal de la Iglesia vecino a nuestros tiempos y anterior a los parusacos. En eso so Len Bloy, y Veuillot y Hello y toda la escuela de apologistas romnticos franceses, comenzando por Chateaubriand y Lammenais. En eso suea Papini. Y es eso otra cosa que un milenarismo anticipado?

Nuestra poca est llena de profetismo, como todas las pocas de crisis; porque queremos saber adnde vamos, pues sin saber adonde va, nadie puede dar un paso. Y los profetas de hoy se dividen rigurosamente en dos: los que creen que los actuales sondolores de partoy los que creen que sondolores de agona; los cuales remiten el parto de la Nueva Era para despus de la Parusa. Los primeros preparan el Anticristo; los segundos creen en Cristo.

- Y se equivocaron todos los que en profecas privadas predecan ya para el siglo pasado la resolucin del conflicto entre la Revolucin y la Iglesia, con el Gran Triunfo, el castigo fulminante del mal, el Gran Emperador y el Pontfice Anglico?

- En los castigos tremendos que anunciaron, no; ms bien se quedaron cortos. Pero en el triunfo temporal, fulminante y esplndido, de la Iglesia, ciertamente no lo hemos visto ni se ve por ninguna parte.

Esos son locos: le hacen el juego al Anticristo, porque desacreditan las verdaderas profecas y preparan el encaje de esperanza temporal ilusoria, parecido al de los judos del Anteadvenimiento, en que se acomodar el Anticristo. Basado en las profecas falsas, o profecas verdaderas deturpadas, el Anticristo engaar a muchsimos cristianos a todos los cristianos que entonces no estn en vela, como amonest el Cristo.

Hara un razonamiento verdadero, si yo dijera: Ya que de alguna manera la grey cristiana ha de imaginarse el triunfo definitivo de Cristo, preferible es que lo imagine sobrenatural y despus de la Parusa, que no este turbio milenarismo natural en boga hoy da, hijo del racionalismo, del miedo y de las rabiosas ganas de vivir de todo enfermo.

La verdad es que muchos telogos de nota, mi maestro Billot entre ellos, dan a esa Visin un sentido ms concreto; creen y yo lo he credo mucho tiempo que esos mil aos son literales, pero preparusacos; que son el tiempo del gobierno social de la Iglesia, que comenz con Carlomagno y termin en 1789. Segn ellos, el demonio estara ahora desatado.

- As lo creo yo, y lo tengo por ms que probable.

- Puede creerlo, con tal de no excluir otro sentido ms arcano, como dijo Bousset.

- As quedamos siempre en las mismas. No sabemos si hay una o dos resurrecciones, no sabemos si hay un reinado de Cristo sobre la tierra despus del Anticristo; o si la cada de la Bestia engulle al mundo en fuego y azufre y transforma de golpe la humanidad en el Paraso superterreno de Dante, despus de haberla calcinado.

- Nos quedamos en las mismas; porque quedamos en una u otra, condicionalmente; y excluimos esegran triunfo temporalde la Iglesia antes de la Parusa, que me parece un peligroso ensueo contemporneo.

- Es un anzuelo del Anticristo! Es l quien prometer realizar ese ensueo, con las solas fuerzas del hombre ensoberbecido! l prometer la paz, la prosperidad, el nuevo Edn!, y se pondr a edificar sacrlegamente la nueva Babel.

Como en los das de No, comern, bebern, harn grandes negocios y espectaculares matrimonios, muy contentos con la continuidad indefinida del mundo. La apostasa de la Fe y las artes del Anticristo habrn persuadido a la mayora de que el mundo no tendr fin, y de que debe seguir siempre adelante en un continuo progreso hasta convertirse en el Paraso de la Ciencia y de la Civilizacin, en el Edn del Hombre Emancipado; y entonces, como los dolores de la preada, de golpe sobrevendr el fin.

B)EnEl Apocalipsis de San JuanLos judos saban mucho del Reino del Mesas, pero no saban claramente de losdosreinos de Cristo, o sea de sus Dos Venidas. Cuando vino el Mesas, los judos se equivocaron. Estaban bastante preparados a equivocarse desde tiempo haca. Haban dejado caer de su vista los vaticinios del Mesas sufrido y manso, redentor de pecados, impartidor de conocimiento religioso, y jefe de un reino pacfico y paciente; y esperaban exigan el Rey triunfante de la Segunda Venida. En suma, quisieron la Segunda Venida sin la Primera. El orgullo nacionalista, la sed de desquite contra los romanos, la ambicin y la codicia los ofuscaron.

Una vez que hubieron decidido que el Mesastena que ser ascomo ellos lo soaban, inevitablemente los judos tenan que matar al Mesas real.

Pues bien, los cristianos podemos caer en la misma ilusin de los judos, y estamos quiz cayendo. Podemos hacernos una idea falsa de la Segunda Venida, y pasarla por alto. Y eso ha de ser uno de los elementos de la Gran Apostasa.

Vemos que hoy da muchos exgetas, incluso catlicos, desvirtan de todas maneras las profecas, usando como instrumento elalegorismo. Incluso unos de ellos (Teilhard de Chardin) sostiene que la Parusa no es sino el trmino de la evolucin darwinstica de la Humanidad que llegar a su perfeccin completa necesariamente en virtud de las leyes naturales; porque la Humanidad no es sino el Cristo Colectivo. La doctrina ensea que la Iglesia es el Cuerpo Mstico de Cristo; pero, si toda la Humanidad lo es, huelga el Juicio Final; el cual, en efecto, segn el paleontlogo nombrado, no es sino el final de la Evolucin; donde de necesidad algunos tienen que llegar cola; y eso es el Infierno, segn l.

Doctores de la Fe se pretenden stos; y son tenidos de muchos por tales; incluso publican libros con aprobaciones episcopales: en gran peligro de ser engaados andan hoy los fieles. Uno de ellos muy famoso del siglo XIX y muchos dellos hoy da ense que la Iglesia antes del Juicio Universal tiene que llegar a un triunfo y prosperidad completos, en que no quedar sobre el haz de la tierra un solo hombre por convertir (un solo rebao y un solo Pastor) y sin ms ni ms se cumplirn todas las exuberantes profecas viejotestamentarias. De acuerdo a algunas profecas privadas, se imaginan al Papa (alPastor Angelicus, que debera haber sido Po XII) reinando sobre todo el mundo apoyado en un Monarca Catlico vencedor, el cual sin embargo mandar menos que el Papa, pues el Papa mandar en todo el mundo; y as en Santas Pascuas y grandes fiestas hasta la resurreccin de la carne! y despus a mayores fiestas.

Es el mismo sueo carnal de los judos, que los hizo engaarse respecto a Cristo.

Estos son milenistas al revs. Niegan acrrimamente al Milenio metahistrico despus de la Parusa, que est en la Escritura; y ponen un Milenio que no est en la Escritura, por obra de las solas fuerzas histricas, o sea una solucin infrahistrica de la Historia; lo mismo que los impos progresistas, como Condorcet, Augusto Comte y Kant; lo cual equivale a negar la intervencin sobrenatural de Dios en la Historia.

El Apocalipsis es el nico antdoto actual contra esos pseudoprofetas. No se puede dejar el Apocalipsis. El que deja all el Apocalipsis cannico, cae en los Apocalipsis falsos.

La funcin profeca profeca en sentido lato, los hombres capaces de especular sobre el futuro es necesaria a una nacin, tanto o ms que la funcin Sacerdote y la funcin Monarca. Si se arroja por la borda la profeca, se cae necesariamente en la pseudoprofeca.

Hay hoy da una abundante y muy en boga literatura apocalptica falsa; que dicen algunos crticos es la literatura de la Nueva Era. No quiero extenderme acerca deste nuevo gnero de visiones que conducen al lector al terror o al desaliento; o bien y son las menos a ilusiones eufricas acerca del futuro. La mayora son disparatadas, y no es el menor mal el influjo que irradian, el despatarro del sentido comn; pues algunas son dementes, por caso. Ponen como base un absurdo.

Vi entonces a los siete ngeles que estn en pie delante de Dios; y les fueron entregadas siete trompetas.Otro ngel vino y se puso junto al altar, teniendo como un incensario de oro; y le fueron dados muchos perfumes para ofrecerlos con las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro colocado delante del trono. Y el humo de los perfumes subi con las oraciones de los santos de la mano del ngel a la presencia de Dios.Y el ngel tom el incensario y lo llen con brasas del altar y lo arroj sobre la tierra. Entonces hubo truenos, fragor, relmpagos y temblor de tierra. Y los siete ngeles con las siete trompetas se aprestaron a sonar las trompetas.

El ngel del turbulo ureo, que gobierna los siete truenos y que vuelca sobre la tierra incienso y brasas significa el final de la Parusa. San Juan recapitula con las Siete Tubas.

Las oraciones de los Santos estnsobre el altar, as como su sangre estadebajo. Los Santos piden el juicio de los perseguidores, la vindicta de la sangre mrtir. Se producen relmpagos y voces de trueno y despus un gran terremoto: son las grandes herejas, con todas sus calamidades y matanzas, que terminan en la ltima, el Anticristo.

Las Siete Tubas representan el curso de las cosas temporales y las mutaciones de la historia humana: son como siete grandes catstrofes que determinan cada una un nuevo evo, una poca nueva en la historia. Y esas catstrofes son de ndole religiosa: son grandes herejas.

La tierra existe por causa de los justos: la verdadera historia es la historia de la Iglesia. Por eso, las mutaciones grandes de la historia humana vienen por causa de las herejas; porque son las ideas las que gobiernan los sucesos; y las ideas ms hondas, o la raz de todas nuestras ideas, son las afirmaciones religiosas, las creencias. Las herejas cambian las creencias.

La Iglesia de suyo es inmutable como la Verdad. Son las herejas, las mordeduras de Satans, las corrupciones de su taln, las que la hacen cambiar de sitio = trasladar de su lugar el candelabro.

Toda la historia del mundo se desenvuelve en funcin de Cristo; y despus de su Primera Venida, en funcin de su Iglesia y de su Segunda Venida.

Las Tubas significan, pues, siete grandes hitos herticos con todas sus calamidades y matanzas, que terminan en la ltima el Anticristo: son cambios de frente que los antiguos indicaban con toques de trompas en la historia de la humanidad, religiosamente contemplada.

Elgran terremotoes siempre alusin a la Parusa. Los grandes herejes son los que traen al Anticristo, y son figuras y precursores de l. Las herejas van creciendo en fuerza y malignidad, aproximando al Hombre de Pecado.

Las cuatro primeras catstrofes, antes de los Tres Ayes, conciernen a la tierra verde, al mar, los ros y los astros, es decir, propiamente a la Iglesia. Los Tres Ayes postreros conciernen ms bien al mundo (a los hombres que no tienen el signo de Dios en la frente), aunque tambin a la Iglesia, en cuanto Ella est en el mundo.

Las cuatro primeras catstrofes son devastaciones terribles producidas en el reino de las almas, en el campo del paterfamilias; son grandes siembra de cizaa. Y son parciales y netamente separables del cuerpo.

Las cuatro primeras son parciales y las tres ltimas son universales.

SEXTO SELLO(VI: 12-17)

Y vi cuando abri el sexto sello, y se produjo un gran terremoto; y el sol se puso negro como un saco de crin, y la luna entera se puso como sangre, y las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como la higuera suelta sus brevas al ser sacudida por un viento fuerte; y el cielo fue cediendo como un rollo que se envuelve, y todas las montaas y las islas fueron removidas de sus asientos; y los reyes de la tierra y los magnates y los jefes militares y los ricos y los fuertes y todo esclavo o libre se ocultaron en las cuevas y en los peascos de las montaas. Y dicen a las montaas y los peascos: Caed sobre nosotros y ocultadnos de la faz de Aquel que est sentado en el trono y de la clera del Cordero. Porque ha llegado el Gran Da de la ira de ellos y quin podr sostenerse?

El Sexto Sello es la Parusa comenzada. Es el Advenimiento. Todos los Profetas usan esa simbologa metereolgica para designarlo: sol, luna, estrellas, terremotos, montes, cavernas, granizo e inundaciones.

El sol ennegrecido significa la doctrina ofuscada por la hereja y la apostasa. La luna sangrienta son las falsas doctrinas. Las estrellas del cielo designan los doctores de la Iglesia, muchos de los cuales aqu caen. Los montes e nsulas son los reinos y naciones sacudidos y desplazados. Nada impide que esas seales se den tambin literalmente en el fin del mundo. Jesucristo, en su Sermn Esjatolgico, utiliza tambin esa simbologa para designar la Parusa.

Adase a esto el trmino tcnico de la Escriturael Da Magno del Seor, usado docenas de veces por los Profetas para significar la Parusa; no menos que la expresinla ira de Dios.

San Juan recapitula, interpone dos visiones celestes de consuelo (signacin de los elegidos y el silencio de media hora), y cuando retoma el sptimo sello es para abrirlo en la nueva visin de las Siete Tubas.

ESPECIALES DE CRISTIANDAD CON EL P. GROSSO:JULIO 2012 9 Y 10 VISIN

9 VISIN = LA SPTIMA TUBA (XI: 15-19)Apo 11:14 El segundo ay se pas, y bien pronto vendr el ay tercero, o la tercera desdicha.

Son Males universales, afectan a todos los hombres y a todo el mundo catlico.

Toc la trompeta el sptimo ngel. Entonces sonaron en el cielo fuertes voces que decan: El imperio del mundo ha pasado a nuestro Seor y a su Cristo; y reinar por los siglos de los siglos. Y los veinticuatro Ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios, se postraron rostro en tierra y adoraron a Dios diciendo: Te damos gracias, Seor Dios Todopoderoso, Aquel que es y que era porque has asumido tu inmenso poder y has empezado a reinar. Las naciones se haban encolerizado; pero ha llegado tu clera y el tiempo de que los muertos sean juzgados, el tiempo de dar la recompensa a tus siervos los profetas, a los santos y a los que temen tu Nombre, pequeos y grandes, y de destruir a los que destruyeron la tierra. Y se abri el Templo de Dios en el cielo, y apareci el Arca de su Alianza en el Templo, y se produjeron relmpagos, y voces, y truenos, y temblor de tierra y fuerte granizada.

Lo que hace entender que este captulo es simultaneo a siguiente captulo es que la misma idea se expresa con casi las mismas palabras en el: Apo 12:10 O una gran voz en el cielo que deca: Ahora llega la salvacin, el poder, el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios de da y de noche.

Esto nos da un hito, o sea, es un suceso o acontecimiento que nos sirve de punto de referencia para entender que la Sptima Tuba, la Mujer Coronada, las dos Bestias, el Cordero y los 144.000 vrgenes, las siete copas, la gran Ramera, y la cada de la gran Babilonia suceden casi simultneamente y recin el captulo 19 se hace efectivo el reinado del Verbo de Dios.

El Padre Castellani comenta:

Despus suena la Tuba y sigue la descripcin de la Parusa vista desde el Cielo y como triunfo de Dios sobre el mal, ms que como catstrofe de la tierra. Ya hemos visto que el fin del mundo significa dos cosas: el trmino temporal de la Historia y el comienzo intemporal de la Metahistoria del hombre. El Profeta llama aqu a Cristo Aquel que es y que era y no ya El vinindose, puesto que aqu es venido. La Parusa est netamente significada: la terminologa meteorolgica es tpica del Fin del Siglo. En el Arca del Testamento ven algunos intrpretes a Mara Santsima (Foederis Arca) visible en la tierra en los ltimos tiempos por sus apariciones, su devocin recrecida, la definicin dogmtica de sus glorias y privilegios. Esta imagen ciertamente significa que algo de Dios se ve que antes no se vea. El Pantocrtor o Todopoderoso es Jesucristo, cuya divinidad San Juan no se cansa de enunciar. El Sptimo ngel y el Tercer Ay es la Parusa: Mas ay! de la tierra y del mar, porque descendi a vosotros el Diablo, lleno de gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo (XII: 12).

En el cap. 10:7 se nos dice que con la sptima trompeta el misterio de Dios quedara consumado, no obstante se anuncia el tercer Ay. Sino que cuando se oyere la voz del sptimo ngel, comenzando a sonar la trompeta, ser consumado el misterio de Dios, segn lo tiene anunciado por sus siervos los profetas. La sptima trompeta consuma el misterio de Dios. El misterio de Dios es Cristo, segn San Pablo: Col 2:2 para que sean confortados sus corazones y, estrechamente unidos en la caridad, alcancen todas las riquezas de la plena inteligencia y conozcan el misterio de Dios, que es Cristo

Estos secretos ataen particularmente a los designios de salvacin que realiza Dios en la historia humana.

S. Mar 4:11, 12 y El les dijo: A vosotros os ha sido dado a conocer el misterio del Reino de Dios, pero a los otros de fuera todo se les dice en parbolas, para que, mirando, miren y no vean; oyendo, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados.

Cristo, el misterio, queda consumado. La humanidad dividida en dos, los discpulos entran en el misterio, siendo esto un don de Dios, y los de afuera les cierran el corazn. Este misterio actualmente en accin en la tierra para la salvacin de los creyentes, y que est en lucha con el misterio de iniquidad, queda consumado, reducir todas las cosas bajo una sola cabeza, Cristo.

Si el P. Castellani ha dicho: Las siete tubas de la visin son siete grandes hitos herticos de la historia de la Iglesia, siete anticristos, en el sentido en que habla San Juan es su carta, precursores y analogados del ltimo, al cual preparan sin saberlo cumulativamenteLas herejas van creciendo en fuerza y malignidad, aproximndose al Hombre de pecado.

La Sptima Tuba es, como de costumbre, la Consumacin de las herejas, de la apostasa.

El Concilio Vaticano II, donde se estableci en la Iglesia el resumen de todas las herejas.El liberalismo condenado por la Iglesia hace un siglo y medio. Ha entrado en la Iglesia gracias al Concilio Vaticano II. (Mons. M. Lefebvre).La gran calamidad anunciada por Nuestro Seor Jesucristo como preludio de su segunda venida gloriosa, comporta la aparicin de falsos cristos, cuya seduccin induce a los hombres a la apostasa (S. Mc 13,5s.21s; 24,11 ), y tiene por signo la abominacin de la desolacin instalada en el lugar santo (S. Mc 13,14 ), tiene por fruto, que tantos hombres se extraven y se adhieran a la mentira en lugar de creer en la verdad y tiene por objetivo hacer abortar el designio de salvacin, destruir el misterio de Dios que es Cristo.

La apostasa es una empresa que proseguir sin reposo, situando a los hombres, sobre todos a los que tienen autoridad, en el interior de una lucha de la que nadie puede escaparse.El que no est conmigo est contra m. La apostasa es la que induce siempre a crucificar de nuevo por su cuenta al Hijo de Dios, (Heb 6,4 )Porque es moralmente imposible que aquellos que han sido una vez iluminados, que as mismo han gustado el don celestial de la Eucarista, que han sido hechos partcipes de los dones del Espritu Santo, que se han alimentado con la santa palabra de Dios y la esperanza de las maravillas del siglo venidero, y que despus de todo esto han cado; es imposible, digo, que sean renovados por la penitencia, puesto que cuanto es de su parte crucifican de nuevo en s mismo al Hijo de Dios, y le exponen al escarnio.

Mons. Straubinger comenta, que aqu se refiere a la apostasa de la fe. Se reniega del bautismo y del Espritu Santo, de ah la imposibilidad de levantarse de este pecado, semejante a un nuevo pecado de Adn. Pecado contra el Espritu Santo, porque rechaza la luz, y nos deja privados de la gracia que viene de la fe y entregados sin defensa en manos de Satans padre de la mentira. La apostasa que sirve para los que no han cado en ella, el que este de pie, cuide de no caer, debe impulsar a los cristianos a la vigilancia, exigida por la fe en el da del Seor. Velar es resistir a la apostasa de los ltimos das y estar apercibido para recibir a Cristo que viene. La gran apostasa exige a los discpulos una oracin y una sobriedad continua.

Comentarios del Padre Leonardo Castellani.

As pues el dogma de la Trinidad, envuelto en la niebla germnica y en una complicada terminologa, se convierte en un pantesmo sutil que va a desembocar en la adoracin del Hombre; la gran hereja de nuestros tiempos, la ultima hereja que ser, segn la prediccin de San Pablo, el sacrilegio del Anticristo: el cual se exaltar y levantar sobre todo lo que es Dios, sentndose en el Templo de Dios, y hacindose adorar como Dios. (El Evangelio p.240).Ciertamente, la crisis actual de la Iglesia tiene un carcter que no han tenido las otras; es absolutamente total: total en la extensin, cubre todo el mundo; total en la intensidad, pues la hereja naturalista (o el aloguismo, como la llamo Belloc) es la hereja ms radical que ha existido y puede existir: falsifica todos los dogmas del Cristianismo vacindolos de su contenido sobrenatural, y poniendo en su lugar la adoracin sacrlega del Hombre; que sabemos ser la doctrina del Anticristo. (Domingueras Prdicas, ed. Jauja, 1997 p. 136).

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Texto del libro Iota Unum, Cap I pag. 71.

51. CARACTERES DEL POSTCONCILIO. LA UNIVERSALIDAD DEL CAMBIOLa primera caracterstica del perodo postconciliar es el cambio generalizadsimo que revisti todas las realidades de la Iglesia, tanto ad intra como ad extra. Bajo este aspecto el Vaticano II supuso una fuerza espiritual tan imponente que obliga a colocarlo en un puesto singular en la lista de los Concilios. Esta universalidad de la variacin introducida plantea adems la siguiente cuestin: no se trata quiz de una mutacin sustancial, como dijimos en 33-35, anloga a la que en biologa se denomina modificacin del idiotipo?

La incgnita planteada consiste en saber si no se estar produciendo el paso de una religin a otra, como no se recatan en proclamar muchos clrigos y laicos. Si as fuese, el nacimiento de lo nuevo supondra la muerte de lo viejo, como sucede en biologa y en metafsica. El siglo del Vaticano 11 sera entonces un magnus articulus temporurn la cima de uno de los giros que el espritu humano viene haciendo en su perpetuo revolverse sobre s mismo. El problema puede tambin plantearse en otros trminos: no sera quiz el siglo del Vaticano II la demostracin de la pura historicidad de la religin catlica, o lo que es lo mismo, de su no-divinidad?

Puede decirse que la amplitud de la variacin es casi exhaustiva . De las tres clases de actitudes en las cuales se compendia la religin (las cosas que creer, las cosas que esperar, y las cosas que amar), no hay ninguna que no haya sido alcanzada y transformada tendenciosamente. En el orden gnoseolgico, la nocin de fe pasa de ser un acto del intelecto a serlo de la persona, y de adhesin a verdades reveladas se transforma en tensin vital, pasando as a formar parte de la esfera de la esperanza ( 164).

La esperanza deprecia su objeto propio, convirtindose en aspiracin y expectativa de una liberacin y transformacin terrenales ( 168). La caridad, que como la fe y la esperanza tiene un objeto formalmente sobrenatural ( 169), rebaja del mismo modo su trmino volvindose hacia el hombre, y ya vimos cmo el discurso de clausura del Concilio proclam al hombre condicin del amor a Dios.

Pero no slo han sido alcanzados por la novedad estas tres clases de actitudes humanas concernientes a la mente, sino tambin los rganos sensoriales del hombre religioso y creyente. Para el sentido de la vista han cambiado las formas de los vestidos, los ornamentos sacros, los altares, la arquitectura, las luces, los gestos.

Para el sentido del tacto la gran novedad ha sido poder tocar aquello que la reverencia hacia lo Sagrado haca intocable. Al sentido del gusto le ha sido concedido beber del cliz.

Al olfato, por el contrario, le resultan casi vetados los olorosos incensarios que santificaban a los vivos y a los muertos en los ritos sagrados. Finalmente, el sentido del odo ha conocido la ms grande y extensa novedad jams operada en cuestin de lenguaje sobre la faz de la tierra, habiendo sido cambiado por la reforma litrgica el lenguaje de quinientos millones de personas; la msica ha pasado adems de meldica a percusiva, y se ha expulsado de los templos el canto gregoriano, que desde haca siglos suavizaba a los hombres la edad del enmudecimiento de los cnticos (cfr. Ecl. 12, 1-4) y renda los corazones.

Y no anticipo aqu lo que se ver ms adelante sobre las novedades en las estructuras de la Iglesia, las instituciones cannicas, los nombres de las cosas, la filosofa y la teologa, la coexistencia con la sociedad civil, la concepcin del matrimonio: en fin, en las relaciones de la religin con la civilizacin en general.

Se plantea entonces el difcil discurso de la relacin entre la esencia y las partes contingentes de una cosa, entre la esencia de la Iglesia y sus accidentes. Acaso no pueden todas esas cosas y gneros de cosas ser reformadas en la Iglesia, y permanecer la Iglesia idntica?

S, pero conviene observar tres cosas.

Primero:tambin existen lo que los escolsticos llamaban accidentes absolutos, aqullos que no se identifican con la sustancia de la cosa, pero sin los cuales tal cosa no puede existir. Tales son la cantidad en la sustancia corprea, o la fe en la Iglesia.Segundo:aunque en la vida de la Iglesia haya partes contingentes, no todos los accidentes pueden ser asumidos o excluidos indiferentemente por ella, ya que as como toda cosa posee unos accidentes determinados y no otros (una nave de cien estadios, deca Aristteles, ya no es una nave), y as corno, por ejemplo, el cuerpo tiene extensin y no tiene conciencia, as la Iglesia se caracteriza por ciertos accidentes y no por otros, y los hay que no son compatibles con su esencia y la destruyen.El perpetuo combate histrico de la Iglesia consisti en rechazar las formas contingentes que se le insinuaban desde dentro o se le imponan desde fuera, y que habran destruido su esencia. Por ejemplo, no era acaso el monofisismo un modo contingente de entender la divinidad de Cristo? Y el espritu privado de Lutero, no era acaso un modo accidental de entender la accin del Espritu Santo?Tercero: aunque las cosas y los gneros de cosas afectados por el cambio postconciliar son accidentes en la vida de la Iglesia, stos no se deben considerar indiferentes, como si pudieran ser o no ser, ser de un modo o ser de otro, sin que resultase cambiada la esencia de la Iglesia. No es ciertamente ste el lugar para introducir la metafsica y aludir al De ente et essentia de Santo Toms. Sin embargo es necesario recordar que la sustancia de la Iglesia no subsiste ms que en los accidentes de la Iglesia, y que una sustancia inexpresada, es decir, sin accidentes, es una sustancia nula (un no-ser).

Por otra parte, toda la existencia histrica de un individuo se resume en sus actos intelectivos y volitivos: ahora bien, qu son intelecciones y voliciones sino realidades accidentales que accidunt vienen y van, aparecen y desaparecen? Y sin embargo el destino moral de salvacin o de condenacin depende precisamente de ellas.

Por consiguiente, toda la vida histrica de la Iglesia es su vida en sus accidentes y contingencias. Cmo no reconocerlos como relevantes y, si se piensa, como sustancialmente relevantes? Y los cambios que ocurren en las formas contingentes no son cambios, accidentales e histricos, de la inmutable esencia de la Iglesia? Y all donde todos los accidentes cambiasen, cmo podramos reconocer que no ha cambiado la sustancia misma de la Iglesia?

Por tanto, la diferencia entre la situacin a que se refiere el Syllabus y la de la Iglesia en su actual desorientacin reside precisamente en el hecho de que las exigencias y postulados del mundo, entonces externos a la Iglesia y combatidos por ella, se han introducido en la Iglesia, ya sea disminuyendo el antagonismo, u ocultndolo, o debilitndolo para hacerlo tolerable, o bien (y es la va ms practicada) aminorando la fuerza del principio catlico elevndolo a un punto de tal amplitud que no abraza la totalidad de lo verdadero, sino la totalidad sincrtica de lo verdadero y lo falso.

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Al sonar la sptima trompeta aparece el Anticristo, pero no se lo nombra, pues, esto es visto desde el cielo. Y, si ni los ngeles de cielo saben ni el da ni la hora, al sonar la sptima trompeta aparece el Anticristo y ya comienza a contarse los 1260 das. Comenz la parusa. Esto es motivo de que en el cielo se alegren mas, porqueEl reino de este mundo ha venido a ser reino de nuestro Seor y de su Cristo, y, destruido ya el pecado, reinar por los siglos de los siglos. Amn.Al llegar a la sptima tuba recapitula, mas, nos ensea algo que no se haba visto en los anteriores septenarios, pues, la parusa presentada abiertamente esta recin en el cap. 19, vs 11Despus de la sptima tuba y el tercer Ay, suceden: la mujer coronada, la aparicin de la bestia de siete cabezas y diez cuernos (el Anticristo), la bestia que suba de la tierra (el Pseudoprofeta), el Cordero sobre el monte Sin, las siete copas llenas de la clera de Dios, la gran ramera, ruina, juicio y venganza de Babilonia; y recin despus de la destruccin de Babilonia aparece el Verbo de Dios montado en un caballo blanco, y la consecuente destruccin del Anticristo. Entonces, desde la sptima tuba suceden tantas cosas, que se las llama a todas juntas el tercer Ay!, o la tercera desdicha.porque descendi a vosotros el Diablo, lleno de gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo.He aqu la respuesta de San Juan: el triunfo del Redentor y de su Iglesia est asegurado; la Iglesia siempre ser perseguida; la lucha de los poderes de las tinieblas contra ella durar siempre sobre esta tierra, pero nunca dejar la Iglesia de salir victoriosa.

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Comenta as estos versculos Mons. Straubinger: los tres ayes indican que las tres plagas que siguen sern ms espantosas que las cuatro que preceden.

Ante el reino de Cristo que llega, los cielos prorrumpen en jbilo. Muchos expositores creen que aqu se trata del triunfo de Jess sobre el Anticristo, a quien l matara con el aliento de su boca y con el resplandor de su venida. Es decir, que este versculo es el antpoda de S. Jn. 14,30, donde Jess declara que el prncipe de este mundo es Satans. Entonces, despus de la muerte del Anticristo, como comentan algunos SS. PP. e intrpretes, se convertirn los judos, no habiendo ms obstculo al establecimiento del reino completo de Dios y de Cristo sobre el mundo (Fillion). Pirot seala como caracterstica del estilo apocalptico la falta de esperanza en el siglo presente para refugiarse en el siglo futuro. Podra extenderse esta caracterstica a todos los escritos del N. Testamento, siendo evidente que tener esperanza significa no estar conforme con lo presente, pues quien est satisfecho con lo actual se arraiga aqu abajo. De ah que a los mundanos le parezca pesimista el Evangelio

Y podramos agregar sobre todo el Apocalipsis, del cual escribi Mons. Straubinger, el espritu de profeca consiste en dar testimonio de Jess, y de sus palabras, en Apo. 1,9-12,17, donde parece mostrrsenos que hay una persecucin especial para los que tienen este testimonio de orden proftico.

Los veinticuatro ancianos que estn sentados en sus tronos en la presencia de Dios, parecen simbolizar el Antiguo y Nuevo Testamento: los doce Patriarcas y los doce Apstoles, que por su parte representaran a todos los santos de cielo. Felipe Scio de San Miguel, agrega que estn vestidos de bellos mantos de la inocencia y de la pureza, y como que estn en una continua fiesta: tienen coronas de oro como reyes y como vencedores ilustres del mundo el demonio y la carne.

El versculo 17, es una alabanza como leemos en el Salmo 92. All Mons. Straubinger comenta: La Biblia de Sales, comenta este ltimo texto del Apocalipsis, despus de sealar la cada de Babilonia, pone la siguiente nota del Martini: Segn nuestra manera de entender, Dios comienza a reinar y ejercitar su sempiterno y absoluto imperio que tiene sobre todas las cosas, solo cuando, ejecutadas sus venganzas y castigados los enemigos, demuestra contra estos su absoluta potestad no menos que su generosa bondad hacia los elegidos reunidos en su reino por todos los siglos.

El versculo 19, se habla del Arca de la alianza. Oculta a los ojos de los mortales en el Templo de Jerusaln, se manifestar a todos, lo cual significa el triunfo final del Cordero que fue inmolado y que ahora ser el Len de Jud

Los terribles cuadros que van desfilando ante nuestros ojos, son otros tantos motivos de fe, amor y esperanza para los que tienen los ojos fijos en aquel que est simbolizado en el Arca del Testamento. Ella figuraba, dice Fillion, el trono del Seor en medio de su pueblo. Su aparicin sbita, en el momento que acaba de comenzar el reino de Dios, es muy significativa: la alianza est consumada para siempre entre el Rey celestial y su pueblo.

10 Visin = LA MUJER CORONADA (XII)Y una gran seal apareci en el cielo: una mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; la cual, hallndose encinta, gritaba con dolores de parto y en las angustias del alumbramiento.

La Visin de la Gloriosa Parturienta pertenece a la Sptima Tuba.

Esta Mujer es o bien la Virgen Santsima, o la Iglesia, o Israel. No conviene simplemente ni con Mara Santsima ni con la Iglesia; aunque en cierto modo, s; por lo cual la Liturgia lee este pasaje figurativamente en algunas fiestas de Nuestra Seora, y los pintores cristianos representan con ese smbolo la Inmaculada Concepcin.

Como smbolo de Israel, alude a la conversin de los judos en los ltimos tiempos.

La mujer de las doce estrellas aparece en el cielo como una seal, es decir, una realidad prodigiosa y misteriosa. Esta personificacin de la comunidad teocrtica era tradicional (Os. 2:19-20; Jer. 3:6-10; Ez. 16:8) y la imagen de Sin en trance de alumbramiento no era desconocida del judasmo (Is. 66:8).

El vestido de sol es la fe verdadera y la luna bajo la pies es el mundo cambiante; la corona de doce estrellas en la plenitud de la doctrina y los predicadores de ella. Por eso se dice que en el fin del mundo el sol se oscurecer y caern las estrellas. Aqu mismo, en esta visin, hay una gran cada de estrellas, la tercera parte de las estrellas del cielo, arrastradas por la cola del dragn y que son arrojadas a la tierra; eso significa la gran cantidad de doctores del error que habr en el fin del mundo.

Y vise otra seal en el cielo: un gran dragn de color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. Su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipit sobre la tierra. El dragn se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto lo diera a luz. La mujer dio a luz un hijo varn, el que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro; y su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono. Y la mujer huy al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para ser all sustentada durante mil doscientos sesenta das.

Aparece la fuerza enemiga de la naturaleza humana, el Demonio. El dragn, llamado serpiente, es el mismo Satans. Siete diademas indican su autoridad real, y son las que le corresponden como prncipe de este mundo; pero muchas ms tendr Jesucristo el da de su triunfo (19:12).

El Hijo Varn levantado al Trono de Dios es sin duda Jesucristo; y por cierto, no el Cristo del Calvario, sino el de la Parusa,que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro.Dar a luz a Cristo puede convenir solamente a Mara Santsima, a la Iglesia y a Israel. Excluidas las dos primeras (aunque no del todo, porque estn incluidas en el Israel de Dios) por no convenir a ellas las peripecias que aqu narra el Profeta, la visin significa el Israel de Dios, como lo vieron San Hiplito, San Victorino, San Agustn, San Beda.

El Israel de Dios es simbolizado en las Sagradas Escrituras por una esposa, a la cual se promete el perdn de su infidelidad, la total purificacin y el desposorio final.

La Visin designa indudablemente los tiempos parusacos: la cifra tpica de 1260 das, 42 meses, 3 aos y medio, que en San Juan repetidamente, como en Daniel, marca el perodo del Anticristo.

Entonces se entabl una batal