El traslado de Nuestra Señora De Los Remedios del Cabo de la Vela al Río de la Hacha (1544-1545)

Weildler Guerra Curvelo

as características espaciales y la fundamentación jurídica de los asentamientos hispanos ligados a la explotación de bancos perleros en el Caribe durante el siglo XVI requieren especial atención dada la

singularidad de este fenómeno demográfico en el proceso de poblamiento americano. Entre sus peculiaridades más relevantes pueden mencionarse, en primer lugar, la movilidad geográfica de este heterogéneo conglomerado humano a diferentes áreas del Caribe la cual se ve concretada en eventos migratorios iniciados en la primera mitad del siglo XVI desde el grupo insular Margariteño a la península de la Guajira y continuados desde esta al istmo de Panamá; en segundo lugar, se encuentra el otorgamiento a los asentamientos perleros por parte de la

Corona de un estatuto político especial que garantizaba su autonomía con respecto a la autoridad de los gobernadores de los territorios en los cuales se asentaron. El presente ensayo busca examinar desde esta perspectiva el traslado de la ciudad de Nuestra Señora de los Remedios desde el Cabo de la Vela, en donde fue erigida en 1538, al Río de la Hacha lugar en el que se establecieron sus autoridades y moradores durante los primeros meses de 1545. El caso a observar adquiere un atractivo adicional dado que durante la segunda mitad del siglo XVI dicha ciudad y otros poblados situados en su ámbito territorial lograron funcionar como un enclave político, económico y cultural en los confines territoriales de las gobernaciones de Venezuela y Santa Marta núcleos territoriales primigenios de las actuales republicas de Venezuela y Colombia respectivamente. La atracción de las perlas La posible existencia de ostrales perleros en las costas guajiras se constituyó en una reiterada atracción económica que estimuló la organización de las diversas empresas de exploración, conquista y poblamiento del territorio peninsular las cuales se limitaron inicialmente al ámbito del litoral.. Aparece tempranamente en los primeros intentos de ocupación del territorio guajiro que se desarrollan dentro de lo que la etnohistoriadora venezolana Petra Josefina Moreno (1980) ha denominado

L

periodo de contacto inicial el cual transcurre entre 1499 y 1525. La apetencia perlera surgió en la primera capitulación de Ojeda de junio de 1501 por la cual se creó la Gobernación de Coquibacoa al igual que en los asientos celebrados con Diego Caballero en 1525 y con Martín Fernández de Enciso en 1526. En esta ultima capitulación el marcado interés por las perlas se evidencia en el nombre dado al territorio a explorar, conquistar y poblar el cual comprendía desde el llamado Golfo del Aljófar1,situado en la costa de las perlas, hasta el Cabo de la Vela. El poblamiento de la Gobernación de Santa Marta en 1525 señaló el inicio de un segundo momento denominado por Moreno periodo de reconocimiento de las condiciones aprovechables de la península. A partir de este año se explora el interior del territorio guajiro y se ensayan formas de reducción de la población indígena como el levantamiento de nuevos asentamientos europeos en las costas guajiras que no llegan a consolidarse. Ello se intensifica al constituirse la Gobernación de Venezuela y Cabo de la Vela, en 1528, mediante capitulación otorgada por la corona a la casa comercial alemana de los Welser. Tanto las gentes de Santa Marta, por medio de la

1 Aljófar corresponde a un tipo de perla redonda, altamente valorada por los tratantes de estas Sobre la capitulación de Enciso ver el ensayo de Zubiri Martín “La capitulación del Bachiller Enciso para la costa del Aljófar” En Ramos 1976 Estudios de Historia Venezolanos

malograda expedición de Antonio Insarte de Melo, como los germanos en el Cabo de la Vela, a través de la efímera ranchería establecida por Federman en 15362, intentaron dar cata a las perlas infructuosamente. Este es un periodo caracterizado por desavenencias territoriales entre ambas gobernaciones dada su aguda competencia por controlar el territorio guajiro y el Valle de Upar para acceder a través de estos al interior del continente. El periodo de asentamiento castellano en la península de La Guajira se inicia efectivamente en 1538 con la localización de los largamente buscados ostrales perleros por los habitantes de Cubagua, una isleta que hace parte del grupo insular margariteño. Esta había sido tempranamente poblada pues ya en 1510 se levantaba allí una activa ranchería3 de pescadores de perlas. En 1521 la ranchería se ha convertido en una próspera ciudad llamada Nueva Cádiz de Cubagua “con plaza mayor, iglesia, conventos, mercado y servicios” (Morón, 1979:47) la cual gozaba de un régimen de autonomía local pues se gobernaba por Alcaldes y dependía en lo administrativo

2La ciudad de Ulma que Nicolás de Federman siguiendo instrucciones de sus superiores debía fundar en el extremo occidental de la Gobernación de Venezuela es parte de las utopías alemanas en América. Al respecto ver los documentos anexos contenidos en la obra de Nectario Maria (1959) Los orígenes de Maracaibo3 Otte(1977:45) ha considerado la ranchería como la unidad técnica, económica y social de los pescadores de perlas que, a pesar de su inicial rusticidad, puede constituir el embrión de una prospera ciudad. Son necesariamente móviles dado que su perdurabilidad se halla asociada a la producción de bancos perlíferos.

2

directamente del Consejo de Indias y en lo judicial de la Audiencia de Santo Domingo. El ritmo de producción de sus ostrales se evidencia en el quinto real pagado a la corona el cual sube de 200 marcos4 en 1521 a 700 en 1626 y alcanza su cenit en 1527 con un recaudo de más de 1200 marcos (Otte,1977:54). Empero, la producción empieza a declinar hasta alcanzar menos de cien marcos en 1537 con lo cual se inicia el fin de la prosperidad de Nueva Cádiz. Ante el derrumbe del rendimiento de los bancales de Cubagua los comerciantes de perlas allí establecidos solicitan licencia a la corona para explorar otras áreas del Caribe en las cuales se presume la existencia de ricos ostrales. Alegan para ello la inminente ruina de la ciudad y solicitan, además, que se les exima de sanciones por despoblar aquélla isla (Luengo,1949:17). Los ostrales son descubiertos en 1538 por Diego de Almonte, factor de la casa comercial andaluza de Rodrigo de Gibraleón y Juan de la Barrera (Otte,1977:393). Durante ese mismo año las principales haciendas de perlas de Cubagua empiezan a trasladarse al Cabo de la Vela. Estas se componían de “canoas, indios e varcos navíos e casas movedizas y toda la gente esclavos naborias e bastimentos”(Luengo,

4 El marco es una medida de la época equivalente a media libra de perlas. Sobre el tema pueden consultarse los ensayos de Manuel Luengo Muñoz “Las perlas en la economía venezolana” REA No 13 1952 y “Sumaria noción de las monedas de Castilla e Indias en el siglo XVI”AEA 1950

ibidem: 16) Kaplan5 considera que para ese año ya se encontraban en el Cabo de la Vela 900 indígenas esclavos con 38 canoas. Este hecho pone en evidencia que, aunque regulada por la Corona, la empresa perlera y el poblamiento que de ella se deriva tiene un carácter acentuadamente privado. Tovar (1997:233) corrobora lo anterior: “Las perlas, como producto de extracción, exigían capital para operar e indios para que bucearan, por ello fueron empresarios y no pobladores corrientes los que se interesaron por estos espacios de la geografía y los negocios”. La población no se consolidó en el Cabo de la Vela hasta 1539 y aun siguió el proceso de traslado de autoridades municipales de Cubagua a la península en 1540, fecha en la que, según Morón (1971:322), empieza a aparecer la correspondencia de los oficiales reales en las fuentes documentales. La corona ha autorizado su traslado en marzo de 1539 a través de una licencia general que incluye la confirmación de los alcaldes ordinarios elegidos por ellos, permiso para trasladar la caja real y convalidación de todos los cargos públicos de las autoridades de Cubagua en el nuevo territorio (Otte,1977:394).

5 Kaplan Myriam : “Pesca de Perlas en la Guajira durante el Siglo XVI” , Conferencia dictada en el área cultural del Banco de la República, Riohacha , abril 5 de 1986.

3

Nuestra Señora de los Remedios del Cabo de la Vela como enclave político Nuestra Señora de los Remedios del Cabo de la Vela constituyó el primer asentamiento europeo que tuvo perdurabilidad en las costas de la península de la Guajira. Hasta entonces tempranos intentos de poblamiento habían concluido en ciudades efímeras como Santa Cruz, fundada en Bahía Honda por Alonso de Ojeda en 1502; o rancherías fugaces establecidas para la localización de bancos de perlas como la levantada por Federman cerca al Cabo de la Vela en 1536. Antes del arribo de las gentes de Cubagua a la península en 1538 la presencia europea se había manifestado tan solo en el paso de expediciones exploratorias hacia el interior del continente o en cortas campañas punitivas para castigar supuestos desmanes de los indígenas contra navegantes europeos. Estas entradas servían en realidad de pretexto para la torna de esclavos y el saqueo de los asentamientos nativos6.. Por ello solo a partir del surgimiento de Nuestra Señora de los Remedios puede afirmarse que se inicia en el territorio Guajiro un periodo efectivo de asentamiento castellano. Luengo Muñoz ha observado (1949:17) como la autorización de la corona a los pescadores de perlas de

6 En el periodo comprendido entre octubre de 1535 y marzo de 1536 los elementos hispanos rescataron 3573 pesos en oro en la provincia del Cabo de la Vela (Tovar,1997:194)

Cubagua para fundar un pueblo en el lugar de la península en donde se localizasen los bancos de perlas constituía una excepción a las formalidades necesarias para toda empresa de descubrimiento y poblamiento al realizarse sin una previa capitulación. Las capitulaciones eran asientos celebrados entre la corona y particulares que aunque se otorgaban como mercedes reales tenían un manifiesto carácter contractual. La autorización afectaba, por tanto, derechos previamente reconocidos en las capitulaciones otorgadas a los gobernadores de Santa Marta y a los representantes de la Casa Comercial de los Welser en 1524 y 1528, respectivamente. . En la búsqueda de un régimen de autonomía local similar al que gozaba Nueva Cádiz de Cubagua los nuevos pobladores hábilmente esgrimieron como argumento ante el Consejo de Indias la poca claridad que existía en la fijación de limites entre ambas entidades administrativas y la importancia de evitar enfrentamientos entre las gobernaciones hispanas en mención. En efecto, en tanto que los venezolanos consideraban que su gobernación incluía al Cabo de la Vela como provincia y llegaba hasta el río Yaro o Hermo o de La Hacha, conocido actualmente como Ranchería, los de Santa Marta argüían que el limite de su jurisdicción alcanzaba hasta el propio Cabo de la Vela considerado simplemente como accidente geográfico. La Real Audiencia de Santo Domingo prudentemente se había limitado a pedir a las autoridades de ambas

4

provincias no penetrar en los territorios vecinos “Por quitar ocasión de rompimientos. Mientras V: M. provee hemos mandado que el Cabo de la Vela se quede en el estado en que se halla al recibir vuestro mandamiento.”(Morón 1971:326) La presencia de los Cubaguenses en la península de La Guajira llevó al gobernador alemán de Venezuela, Jorge Espira, a protestar por su presencia en febrero de 1540. “V;M; no consienta en ese daño a mi gobernación” y amenaza con enviar un teniente suyo con gente de a pie y a caballo para expulsar a los invasores (Morón 1971.322). No menos hostiles fueron las intenciones de las autoridades de Santa Marta. En 1542, el Gobernador Alonso Luis de Lugo tomó violentamente las perlas que se hallaban en poder de los oficiales reales, dispuso de manera indebida de los bienes de difuntos y encarceló al escribano del cabildo, entre otros delitos que fatigaban el derecho de Castilla. Como reacción frente a los abusos los vecinos de Nuestra Señora de los Remedios solicitaron ante el Consejo de Indias que se pusiese fin a tales actuaciones. Recordaron como el poblamiento de ese lugar y la pacificación de su contorno indígena, no le habían costado esfuerzo económico ni militar a ningún gobernador dado que la riqueza de la ciudad debía considerarse “fruto y trato de la mar” (Friede, DIHC: 1581).

Adicionalmente, las autoridades locales resaltaron los beneficios económicos correspondientes al recaudo del quinto real que la obtenía la Corona directamente de las pesquerías sin la indeseada intromisión de los gobernadores que solicitaban para si la doceava parte de la extracción perlera Este era un argumento contundente pues la granjería de las perlas de Nuestra Señora de los Remedios le reportó en los años venideros a la corona más de 150.000 ducados libres de costos por concepto del quinto real tan solo en el periodo comprendido entre 1538 y 1548.(Friede, DIHC 2004 ) Con la intención de contrarrestar las injerencias de los gobernadores vecinos las autoridades y moradores de Nuestra Señora de los Remedios enviaron al procurador7 Diego López a España quien obtuvo un conjunto de mercedes reales entre las cuales se encuentran la confirmación del nombre de esta y el titulo de ciudad, la definición de sus términos territoriales y la devolución de lo obtenido arbitrariamente por el gobernador de Santa Marta. Continuando con estas directrices de la corona la Real Audiencia de Santo Domingo ordenó en 1544 “que en

7 Según Ramos (1947:129) la figura del procurador corresponde a una institución de representación del municipio indiano. Elegido por el Cabildo tenia la facultad para asistir a las ciudades, villas y poblados en sus causas ante el Consejo de Indias, Audiencias y Tribunales. Diego López era, a la vez, escribano de Nuestra Señora de los Remedios y había ejercido el mismo cargo en Nueva Cádiz de Cubagua.

5

adelante nadie quinte, sino los oficiales reales, ni en otra parte sino en el Cabo de la Vela “(Morón,1971 :329) . La colonia perlera no se limita a poblar en un solo paraje. La búsqueda y explotación de los bancos perlíferos abarcó la costa existente desde el Río de la Hacha hasta el Cabo de la Vela. La ciudad de Nuestra Señora de los Remedios, centro político de la colonia, sede del Cabildo y lugar de residencia de los vecinos principales, se encontraba cerca de dicho Cabo. Empero, el centro económico de la colonia es la llamada ranchería de las perlas o pueblo de la laguna de San Juan.8 Allí se encontraban las haciendas de perlas con sus campamentos, cárceles, canoas, mayordomos y canoeros europeos, esclavos africanos, buceadores indígenas, indias y pajes de servicio. Los indígenas que se hallaban concentrados en ese gigantesco campamento provenían de diferentes regiones de Suramérica y las Antillas; en su mayor parte procedían del oriente de Venezuela, otros eran oriundos de las islas Lucayas, de La Margarita, Trinidad, Islas de los Gigantes, Santo Domingo, Brasil, Santa Marta y Mompox. Moreno ( 1983:81) identifica entre ellos miembros de los siguientes pueblos indígenas: Onotos, Caracas, Caquetíos, Piritus, Cumanagotos, Chuaos, Quiriquiries, Guaiqueries, Petares, Baturas, Unares, Guaricos y Maracapanaes. A estos habría

8 Las bocas y lagunas litorales de San Juan y San Agustín se encuentran en el territorio de la patria Wayuu de Musichi, en cercanías de la actual población de Manaure.

que añadir indios Anates del Cabo de la Vela, y mujeres denominadas “brasilas” e Itotas del Valle de Upar9

La Perdurabilidad Amenazada Fray Pedro Simón (1627,10) señala en sus Noticias Historiales las circunstancias que determinaron la movilización de los comerciantes de perlas desde el Cabo hacia el Río de la Hacha:"Lo primero no tener agua para beber, piedra ni madera para edificar. casas, ni aun leña para el servicio, lo segundo verse tan infestados de los goagiros y cocinas que los perseguían de manera que las más de las veces que salían a traer agua para beber de unos jagüeyes que estaban tierra adentro apartados de las rancherías les había de costar muertes o sangre” El decaimiento de la producción de los ostrales cercanos al Cabo de la Vela comenzó a notarse hacia 1544 y fue entonces cuando se puso en evidencia la magnitud del esfuerzo necesario para abastecer la población. Todos los elementos se adquirían a costo muy alto puesto que se 9 Al respecto ver mi articulo “La Ranchería de las perlas del Cabo de la Vela 1538-1550“ Revista Huellas Nos 49 y 50. Universidad del Norte, Barranquilla, pp.33-51, abr-ago, 1997. También la obra de Petra Josefina Moreno Guajiro-Cocina Hombres de Historia 1500-1800. Tesis inédita de doctorado en Historia de la Universidad Complutense de Madrid,1983 10 Noticias Historiales, Quinta noticia

6

acarreaban de otras gobernaciones, especialmente de Santo Domingo, Cuba, Santa Marta y Venezuela, y aun la obtención de elementos esenciales para la subsistencia de los pobladores como agua y leña se convertía en un verdadero reto a la logística. En algunas ocasiones se paralizaron las faenas en las pesquerías por carecerse de maíz para el alimento de los buceadores. Por otro lado, la escasez de piedra y madera no solo dificultaba la construcción de viviendas y la realización de las obras públicas necesarias para la ciudad, sino que se constituía -al no poderse edificar fortalezas- en un serio problema para su defensa; riesgo muy alto para sus habitantes que vivían bajo el constante hostigamiento indígena y el peligro frecuente de los ataques corsarios. Con la caída en el rendimiento de los ostrales se empieza a reflejar en el Cabo de la Vela el destino de la Nueva Cádiz de Cubagua. “Sobre un área geográfica de pocas posibilidades de sustentación -casi ninguna-. un mar de perlas, como si la riqueza se rodeara de defensas” afirma Morón (1971:321). Sin embargo, mientras la población dependa fundamentalmente de la extracción de perlas y los ostrales se encuentren en plena producción el medio semidesértico no será obstáculo -como no lo fue en Cubagua - para la supervivencia y aun para la bonanza de la ciudad. Las perlas pagarán sobradamente sus caudalosas importaciones. No obstante, si la producción de los bancos perlíferos decae, las adversidades del

entorno se harán manifiestas y la colonia deberá entonces reaccionar diversificando su base económica y, por tanto, ampliando su propio ámbito territorial si no quiere correr un destino parejo con el de sus ostrales. Dentro del tipo predominante de asentamiento castellano se requerían dos circunstancias favorables para su perdurabilidad como eran el contar con una base agrícola que asegurase su abastecimiento y disponer de un contorno indígena pacificado. Por esa razón se prefería fundar en comarca poblada por indígenas pacíficos, susceptibles al sometimiento, los cuales aportarían los recursos necesarios para el sostenimiento de los pobladores hispanos. Ya fuese mediante el pago de tributos en oro o en especie, bien a través de la aportación de guías y cargadores para las expediciones hacia el interior del continente, así como de esclavos e indios de servicio, las comunidades indígenas cercanas a pueblos de españoles debían proporcionar a estos un inestimable soporte logístico. La reducción de la población indígena fue básicamente entendida por las gentes provenientes de Cubagua como la destinación de los varones adultos a las pesquerías en calidad de buceadores y la incorporación de las mujeres y niños como naborías y pajes de servicio en las haciendas de perlas. El tipo de economía extractiva y marcadamente especializada de Nuestra Señora de los Remedios pudo

7

influir en alto grado para qué formas de reducción de la población nativa como la encomienda -tan extendida en otras regiones de América- no florecieran allí, pues aun desde los tiempos en que residían en la Nueva Cádiz los numerosos indios capturados en el rancheo de las zonas costeras del continente que no podían ser enviados a las pesquerías de perlas eran vendidos corno esclavos en las Antillas Mayores. En consecuencia, al lado de la granjería de perlas existió allí una autentica granjería de indios(Otte,1977:226). A su arribo a la península los comerciantes de perlas encontraron un contorno indígena hostil que no pudo servir de soporte para su empresa de poblamiento y presentaría por el contrario una dispersa pero eficaz resistencia a sus acostumbradas prácticas esclavistas. La escasez de fuentes de agua dulce a lo largo del semidesértico litoral guajiro se convirtió en otro factor de conflicto entre los pobladores hispanos y los nativos. Los habitantes de Nuestra Señora de los Remedios se veían obligados a atravesar la delgada franja costera para acceder a los jagüeyes y cacimbas de los cuales se servían los indígenas. Estos, por su parte, trataron de mantener el control de las fuentes de agua apostando pequeños grupos de flecheros para acechar a los europeos, esclavos africanos e indios de servicio que cumplían las tareas de abastecimiento de los asentamientos hispanos. Juan de Castellanos describe como era necesario disponer de

escoltas a caballo para garantizar el acceso a los reservorios de agua: Pues de jagüeyes de do se traía,

Eso me da en invierno que en verano, No con pequeño riesgo se cogía,

Y siempre con las armas en la mano, A causa de que bien la defendía,

El indio lleno de furor insano Hartas veces volvió gente herida,

Y aun algún español perdió la vida" En 1541 el Tesorero Francisco Castellanos pidió permiso al Rey para sacar a su mujer e hijos a España “... pues no era razón tenerla en una tierra tan brava como esta que cada día tenemos rebatos y aún nos matan los cristianos junto al pueblo (Friede, DIHC:1582)”. La situación se había tornado intolerable hacía el ano de 1542 pues al arribar a Nuestra Señora de Los Remedios el adelantado Pedro Luis de Lugo, en su calidad de Gobernador de Santa Marta, organizó a petición de los vecinos de aquella ciudad una campaña de castigo contra los naturales que impedían el acceso a los jagüeyes. Para ello comisionó a los capitanes Juan de Mayorga y Martín López (Fernández de Piedrahita,1688, Historia III, Libro Octavo, Capitulo I) Esto no determinó, sin embargo, el fin del

8

hostigamiento indígena contra la ciudad. En repetidas ocasiones los comerciantes de perlas se quejaron ante la Corona de la dificultad que tenían para hacer labranzas y sementeras que permitieran su autoabastecimiento y de la necesidad que tenían de importar alimentos de otras provincias por estar asentados en “tierra de Indios bravos". En consecuencia el disponer de un contorno indígena hostil contribuyó en gran medida al marcado carácter importador que tuvo la economía de Nuestra Señora de los Remedios durante gran parte del siglo XVI. Otro factor que contribuyó al traslado de la ciudad se originó paradójicamente en la propia bonanza de las perlas que la caracterizó durante sus primeros años de existencia. La fama de sus granjerías de perlas fue un irresistible atractivo para los corsarios franceses que amenazaban las posesiones españolas en las costas del Caribe. Nueva Cádiz de Cubagua había soportado cuatro incursiones de esta clase entre 1528 y 1543, la última de las cuales significó el golpe de gracia para la agonizante ciudad (Otte,1977:394). Durante 1541 los corsarios atacaron navíos españoles cerca al Cabo de la Vela y al Portete (Fernández Duro,1885,II:370). En julio de 1543 el corsario francés Roberto Waal 11tomó a Santa Marta a la que encontró sin defensas y luego siguió a Cartagena donde repitió la acción. Estos sucesos alarmaron a los 11 Sobre Roberto Waal ver la obra de Manuel Lucena Piratas, Bucaneros , Filibusteros y Corsarios en America publicada en 1994

habitantes de Nuestra Señora de los Remedios que bajo el mando del alcalde Bartolomé Carreño organizaron aprestos para su defensa, para lo cual solicitaron ayuda de la Corona. El obispo de Santa Marta y a la sazón visitador de la ranchería de las perlas, Fray Martín de Calatayud, escribió al Rey a propósito de ello:“ Decían los franceses que estaban muy apenados por no haber acertado a esta del Cabo de la Vela por que surgieron a seis leguas de ella y no atinaron. Y si este verano tornan, como se teme, ninguna defensa habrá si esta ciudad no se mete más adentro hacia el Río de la Hacha" (Friede, DIHC:1722) A fines de 1544 cuatro navíos de corsarios franceses

surgieron frente el puerto de Nuestra Señora de los Remedios del Cabo de la Vela (Simón: Quinta noticia, cap.XV) Era un lunes, 13 de octubre, y la población se hallaba desprevenida para hacer una defensa eficaz. Muchos de los vecinos se encontraban en la ranchería de las perlas o pueblo de la laguna de San Juan en las labores de las pesquerías y otros se hallaban en sus estancias cercanas al Río de la Hacha. La poca artillería perteneciente a la ciudad estaba en el Perú, pues, se le había prestado al licenciado La Gasca para ir a sofocar la rebelión de los Pizarros. Correspondió a un ilustre visitante, Gonzalo Suárez Rendón, fundador de Tunja, organizar la defensa con setenta españoles de a pie y veinte de a caballo, más los esclavos negros e indios de las granjerías que sumados eran cerca de doscientos

9

hombres, todos armados de varas que en la distancia parecían largas picas. Con esta resistencia, más aparente que efectiva, se pudo disuadir a los franceses de saquear la ciudad. Luego del acostumbrado intercambio de rehenes y parlamentarios se accedió a que los corsarios desembarcasen sus mercancías y algunos negros que traían para trocarlos por perlas. Las naves permanecieron surtas en el puerto hasta la madrugada del domingo siguiente cuando partieron rumbo a Santa Marta. Este incidente cuyas consecuencias se limitaron a la introducción de unos cuantos esclavos negros de contrabando borró cualquier posible duda sobre la conveniencia de mudar la ciudad a un lugar más seguro y cercano a Santa Marta donde pudiesen prestarse auxilio mutuo en caso de nuevas incursiones hostiles. La Ciudad se mueve hacia el Río de la Hacha El río que actualmente es conocido como Ranchería recibió nombres diversos en las crónicas y documentos del siglo XVI. Fue llamado inicialmente río Seturma, posteriormente río de la Hacha y los venezolanos le conocieron como río Yaro o Hermoso. Así la crónica de Gonzalo Fernández de Oviedo (1549) dice: "desde el Cabo de la Vela se torna la costa al sur ocho o diez leguas hacia el río Seturma". Los miembros del cabildo de Coro (Zubiri 1976:205)afirmaban en 1533 que el río Yaro o de Hermo

constituía el limite de su frontera con la Gobernación de Santa Marta. Pese a ello, la denominación que prevaleció durante la colonia fue la de Río de la Hacha y a la postre bautizó a la ciudad que se estableció en sus orillas en 1545 llegando a desplazar incluso su nombre primigenio de Nuestra Señora de los Remedios. Los cronistas aportan tres versiones sobre el origen de este nombre. López de Velasco (1574) registró la más antigua y escueta de estas: "y el río se llama así por un hacha que se hallaron en el los primeros pobladores”. Juan de Castellanos (1589) veterano explorador de estas tierras y uno de los primeros habitantes de la ciudad aporta otra versión que relaciona el nombre dado al río con la segunda expedición de Alfinger realizada en 1531:

"Llegaron pues al Río de la Hacha, Que deste nombre tal es heredero Por una que perdió cierto soldado A tiempo que pasaba por su vado”

Finalmente, Lucas Fernández de Piedrahita (1688) en su “Historia del Nuevo Reino” aporta una explicación más tardía pero que prevalece hasta hoy entre los habitantes de Riohacha con algunas modificaciones:"y descontentos del sitio por la falta de agua y leña que padecían resolvieron desampararlo y dando su acuerdo eligiesen

10

mudarse a otro sobre la misma costa del mar treinta leguas a sotavento, junto a la boca del río de la hacha, así llamada por haber dado una de hierro al guajiro que se lo descubrió a los nuestros en ocasión que por aquellos arenales caminaban sedientos" Esta versión tardía es repetida por otros cronistas como Alonso de Zamora (1701) y Antonio Julián (1787). A comienzos de 1544 Juan de Francia, en su calidad de procurador de algunos vecinos del Cabo de la Vela, presentó ante la Audiencia de Santo Domingo una petición acompañada de numerosos testimonios favorables para mover la ciudad hacia el Río de la Hacha. Tal solicitud se fundamentaba en varias razones: en primer lugar, argüía el Procurador, se hallaba el hecho de que la ciudad había sido edificada en las cercanías del Cabo de la Vela debido al desconocimiento que entonces se tenía del territorio por parte de los recién llegados habitantes de Cubagua "..si lo tuviesen, como ahora tenemos, es notorio que no asentaríamos en el dicho pueblo porque la vivienda en él es muy trabajosa, porque la tierra es muy estéril y carece de todas las cosas que son necesarias para permanecer una población"(Friede,DIHC:1716); en segundo lugar, la granjería de las perlas se practicaba en esos años hacia la costa abajo del Cabo de la Vela, en la región de la laguna de San Juan y se creía que continuaría bajando hasta

llegar a las costas de La Ramada12; por último se resaltaban las ventajas que brindaba el lugar escogido para efectuar el traslado, en donde corría un río de "agua dulce" con riberas y montes muy fértiles. Allí, pensaban los vecinos, se haría muy buena población puesto que ya existían unas pocas estancias y algunos moradores comenzaban a pasarse y quienes se oponían eran tan solo “dos o tres personas" lo que llevaría -de persistir en su obstinación- al total despoblamiento de esas tierras. La negativa de esta petición fue solicitada a la Real Audiencia por Luis de Espinosa en nombre del Cabildo, justicias y regidores de Nuestra Señora de los Remedios. Espinosa consideraba que quienes acaudillaban dicha empresa eran personas afectas al gobernador de Santa Marta, cuyo interés fundamental no consistía en buscar el bienestar de los pobladores, sino en lograr que aquel tuviera jurisdicción sobre Nuestra Señora. La petición tendría como propósito percibir el doceavo que correspondería al gobernador sobre la renta de la granjería de perlas, además de obtener facultad para colocar un lugarteniente en el nuevo sitio, lo que le había estado expresamente vedado en el Cabo de la Vela en virtud del régimen de autonomía política que la Corona había concedido a la Ciudad. 12 La provincia de La Ramada se encontraba entre los ríos Palomino y Tapia. Es la zona en donde se encuentra la actual población de Dibulla

11

Respecto de las condiciones geográficas del lugar donde se erigió la población señalaba Espinosa que no eran un motivo importante para determinar el traslado"..porque en el dicho pueblo hay agua dulce y lo que es de menester para el mantenimiento de el, y se traer con poco trabajo, y las labranzas que dicen se harán en el Río de la Hacha no hay quien les impida que no se las hagan, porque desde el mismo pueblo pueden tener granjerías y estancias en el Río de la Hacha, como lo hacen los vecinos de esta ciudad, que tienen muchos de ellos estancias en el Macorí y en otras partes, que es más lejos que el dicho pueblo del Río de la hacha”(Friede,DIHC:1716.) La Real Audiencia de Santo Domingo encargó al Licenciado Grajeda de la instrucción del proceso con el fin de remitirlo luego al Consejo de Indias para que este pronunciase el fallo definitivo. El Oidor ordenó tomar y recibir de oficio las informaciones pertinentes al traslado para lo cual rindieron declaraciones personas conocedoras de la región donde se asentaba la Colonia perlera; entre ellas se encontraban pilotos de naves y antiguos vecinos de Nuestra Señora de los Remedios que a la sazón residían en la Española. La Corona era en extremo celosa de la conservación de los lugares ya fundados, pues, en el afán del descubrimiento y conquista de nuevos territorios aquellos podrían verse abandonados en una desordenada ansia aventurera que contribuía poco

con su política de poblamiento en el continente americano. No obstante, se permitía y, en algunos casos se estimulaba, el traslado de aquellas poblaciones levantadas en comarcas estériles, insalubres u hostiles, previo consenso de sus vecinos y autoridades, hacia lugares en donde hubiese condiciones geográficas, económicas y sociales más favorables. Las preguntas realizadas a los testigos reflejan este interés13. Se les requería sobre la fertilidad de las riberas del Río de la Hacha, se indagaba si allí se daban el trigo y la cebada y otras semillas de Europa, si era lugar propicio para la cría de ganado y aun sobre sus condiciones de puerto marítimo. Especial cuidado se puso al tratar de establecer si la mudanza no afectaba de alguna manera la explotación de los bancos de perlas y, por consiguiente, las rentas que de ello derivaba la Corona. En su mayor parte las declaraciones fueron favorables al traslado. Francisco Camacho, piloto, de treinta años de edad, afirmaba:"que le parece que la población estará mejor en el Río de la Hacha, así por la esterilidad de la tierra como por la falta de agua que hay en Cabo de la Vela y por que los navíos dejan de ir al Cabo de la Vela por la

13 En el levantamiento de las ciudades hispanas en América debían cuidarse las condiciones del emplazamiento general de estas como las de su emplazamiento particular, es decir, tanto su ubicación dentro de una región geográfica como las condiciones especificas del lugar escogido en esa misma región. . Al respecto ver R Ratzel Die geographishe Lage der grossen Stadte.Kleine Schertfen.Berlin 1906

12

falta de agua que hay en el Cabo de la Vela y porque en el Río de la Hacha, según le han dicho a este testigo, se ha sembrado mucho maíz y se coge mucha cantidad y en el Cabo de la Vela no se coge sino es en ciertos tiempos en que se cogen algunas hortalizas regadas a mano; pero que maíz en ningún tiempo del año se coge, porque la tierra es muy salitrosa y se coge mucha sal en ella” (Friede, DIHC. 1716) Otras preguntas apuntaban a establecer si el traslado perjudicaba la relación de los pobladores hispanos con los grupos indígenas circundantes provocando alzamientos y rebeliones o entorpeciendo cualquier política de atracción pacifica hacia los nativos.. Este era un aspecto de capital importancia para la Corona pues al correr la ciudad del norte de la Península hacia las cercanías de la Sierra Nevada de Santa Marta, el contorno indígena podría cambiar o tornarse más heterogéneo. Era conocida la resistencia que los naturales de la Sierra Nevada habían presentado a la penetración hispana al igual que la constante hostilidad de los grupos indígenas de la península. La respuesta del testigo Blás López refleja esta situación:“ ... siempre los indios de aquella tierra andaban alzados, y que le parece que aunque allí se pusiese la población no causaría más alteración a los dichos indios, porque son muy cimarrones y enemigos de cristianos, y nunca hasta ahora se ha traído a concordia, y que están los dichos indios del dicho Río de la Hacha

hasta diez o doce leguas en las sierras altas" (Friede, DIHC. 1716) Si en algo coincidían los declarantes era en la conveniencia de que la ciudad, en caso de ser trasladada, no quedase bajo la jurisdicción del Gobernador de Santa Marta, pues la mayoría de sus habitantes preferían despoblar la tierra antes de soportar una dominación oprobiosa. Era evidente que los miembros del Cabildo y vecinos principales que se oponían al traslado conocían las ventajas que de ello se derivarían, pero, se encontraban dispuestos a soportar los rigores del desierto antes que perder sus valiosas conquistas políticas:“...porque si la población que allí, en el dicho Río de la Hacha se hubiese de hace; hubiese de estar sujeta a la Gobernación y jurisdicción del dicho Don Alonso, le parece deste testigo qué estaría muy mejor en el Cabo de la Vela, sin hacer mudanza, que no en el dicho Río. Porque el dicho Don Alonso hace grandes injusticias y agravios a los vecinos que están debajo de su jurisdicción y les toma su hacienda por fuerza y contra su voluntad, sin oírles y sin causa ni razón alguna y de hecho, por ser Gobernador y Justicia de la tierra” (Friede,DIHC. 1716) En marzo de 1544 la información recogida en el proceso fue remitida por la Real Audiencia de Santo Domingo a España para su fallo definitivo por el Consejo de Indias. Era evidente que la Audiencia se inclinaba por el trasladó

13

en tanto Nuestra Señora de los Remedios continuase como ciudad autónoma dado que esto le permitía una alta injerencia en asuntos de la próspera colonia. En octubre de ese mismo año los oidores conocieron el fallo que les autorizaba mudarse con sus propios alcaldes, justicias y regidores al Río de la Hacha. El intento de ataque de los corsarios franceses efectuado por esos días aceleró los preparativos de la marcha. En prevención de nuevas incursiones hostiles la población se concentró en el Pueblo de la laguna de San Juan o ranchería de las perlas y desde allí debían pasarse al río. Uno de sus alcaldes ordinarios, Alonso de la Barrera y el regidor Alonso Díaz marcharon al frente de un grupo de vecinos a señalar el lugar en donde se levantaría la ciudad. En un plazo de cuatro meses contados a partir de diciembre de 1544 todos los vecinos debían tener su casa y asiento en el lugar que le fuese indicado por las autoridades municipales so pena de perder el solar señalado y pagar una multa de diez pesos de oro para las arcas de la ciudad.14El cronista Juan de Castellanos (1589), uno de los primeros

14 Algunos vecinos afectos al Gobernador de Santa Marta encabezados por Luis Pardo se instalaron en el Río de la Hacha: según Castellanos (1589) en el sitio "Do llaman la Barranca campos buenos/ del río media legua y algo menos", en el que levantaron un pueblo llamado Villaviciosa con la intención de no aceptar allí ninguna autoridad de los perleros y poder nombrar sus propias justicias y oficiales. Fue un esfuerzo inútil, pues, al final, Villaviciosa terminó siendo asimilada por la ciudad de Nuestra Señora de los Remedios del Río de la Hacha.

habitantes de la ciudad, describe en sus Elegías las formalidades observadas en tal situación: “Gran pueblo se trazó luego a la hora Partidos por buen orden los solares, El nombre del cual fue Nuestra Señora De los Remedios, por lo que estos mares Dieron, por ella ser intercesora A la gran devoción de estos lugares15

.................................. Nombran Alcaldes hombres de gran cuenta Según el orden que antes se tenia, Por tener en las partes do se asienta Jurisdicción por si la granjería Y es de gobernadores libre y exenta” Reconocimiento y ayuda de la Corona Las mercedes reales y demás subvenciones eran otorgadas por la Corona para facilitar el proceso de poblamiento en tierras indianas. Podían darse en forma individual o colectiva a sus servidores mediante la concesión de exenciones o reducciones fiscales, licencias para la introducción de esclavos negros, cesión de las rentas

15 En la ciudad aun se venera a la Virgen de la Candelaria con el titulo de Remedios. Al respecto ver la Floresta de Santa Marta crónica de. Nicolás De la Rosa ( 1756) Capitulo VI.

14

reales, prestamos y otros beneficios que condujeran al afianzamiento y prosperidad de los colonos en los territorios de ultramar. En su calidad de ciudad recién trasladada, Nuestra Señora de los Remedios, fue favorecida por la Corona al acceder a numerosas peticiones de sus vecinos y autoridades. Con el fin de aliviar el esfuerzo colectivo que había significado el abandono del viejo emplazamiento el cabildo escribió al Rey para informarle lo ocurrido, solicitar su confirmación y obtener algunas mercedes para la ciudad que serian gestionadas personalmente ante el Consejo de Indias por el procurador de la ciudad Diego López. El propio Obispo de Santa Marta, Fray Martín de Calatayud, comentaba las ventajas del nuevo emplazamiento en carta al Rey expresando su voluntad de radicarse allí y no en Santa Marta, ciudad venida a menos que comenzaba a despoblarse. Consideraba el prelado que dada la cercanía de la ciudad con la granjería de las perlas y el Valle de Upar, así como de la Sierra Nevada de Santa Marta podría ejercer desde allí su oficio de protector de indios mejor que en cualquier otro lugar, pues planeaba entonces una política de atracción pacifica hacia los grupos indígenas que se encontraban alzados. La ayuda de la Corona para la construcción de obras públicas necesarias para la ciudad se consideraba indispensable debido a los ingentes gastos que había

ocasionado a los vecinos y moradores de Nuestra Señora el traslado al Río de La Hacha. Los costos de este se calculaban en $ 20.000 pesos de oro, unos nueve millones de maravedíes, sin incluir en ello otros 30.000 pesos de oro representados en las construcciones abandonadas en el Cabo de la Vela. Recordaban que la edificación de la Iglesia en su emplazamiento anterior había sido costeada por los moradores sin ayuda real, por tanto, solicitaban ahora una contribución para terminar la que habían iniciado en el Río de la Hacha y los gastos correspondientes a la dotación de libros, ornamentos, y otras cosas necesarias para el culto divino. Algunas peticiones se hallaban relacionadas con el levantamiento de los edificios de carácter público para lo cual requerían que la Corona continuase cediendo las dos terceras partes de las penas de cámara cuyo importe se destinaría a la construcción de la cárcel y la sede del cabildo local. Adicionalmente, se solicitaron medidas dirigidas a prevenir posibles ataques de Corsarios a los navíos que llevaban las remesas de perlas del Río de la Hacha hasta Santo Domingo dado que era en ese trayecto en donde ocurrían generalmente los asaltos, por esa razón se solicitaba que la flota armada que pasaba rumbo al puerto de Nombre de Dios se detuviese frente a Nuestra Señora para cargar las perlas de la Corona como las de los particulares. Consideraron en extremo prioritario la construcción de una fortaleza para poner a buen recaudo

15

la hacienda real y la de los vecinos en caso de un ataque corsario al río de la Hacha:“.. Pues es puerto de mar y uno de los principales de las Indias as¡ en provechos que a su majestad se dan de renta en cada año como en número de vecindad, pues en Santo Domingo y San Juan de Puerto Rico y La Habana y otras partes de estas indias hay fortalezas y conviene que aquí lo haya más que en ninguno de ellos, por razón que siempre los corsarios franceses, por la codicia de las perlas vienen aquí más a la continua que a otras partes” (Friede,DIHC:1767). De vital importancia se consideró el obtener la exención de los derechos de almojarifazgo para los alimentos que se importaban de otras regiones de las Indias merced que ya había sido concedida a los vecinos del Cabo de la Vela en 1541 y renovada en 1543. Lo anterior se solicitaba ahora con mayor amplitud pues se pedía que cobijase incluso a quienes no estuviesen domiciliados en el Río de la Hacha favoreciendo así a los comerciantes y vecinos de las provincias cercanas que abastecían la ciudad de cazabe, maíz, aves y otros mantenimientos. Alegaba el procurador que al estar asentados en tierra de "indios bravos" se hacia imposible la realización de labranzas y sementeras que les permitiesen autoabastecerse. Igualmente era una vieja aspiración de los perleros, desde los tiempos en que se encontraban en Cubagua, el disponer de una alhóndiga para el almacenamiento del cazabe y el maíz necesario en épocas de escasez. La construcción de esta obra requería

un préstamo de la corona de $2.000 pesos de oro. También pedían licencia para la introducción de 400 esclavos negros que se importarían de Castilla, Portugal y las islas de Cabo Verde, libres de todos los derechos, para ser destinados al cuidado de labranzas y sementeras como a la explotación de minas de oro y plata que se intentaban localizar en la Sierra Nevada de Santa Marta. La voluntad real está expresada en un conjunto de cédulas expedidas entre 1546 y 1550 que apuntaban a dotar a Nuestra Señora de los Remedios de un estatuto jurídico en su nuevo emplazamiento del Río de la Hacha y a proporcionarle la ayuda económica necesaria para su afianzamiento y prosperidad. El 14 de septiembre de 1547 la Corona confirmó el Nombre de Nuestra Señora de los Remedios para la población trasladada del Cabo de la Vela al Río de la Hacha pues sus autoridades y moradores eran los mismos y se consideraban ambas ciudades una misma cosa:“.. y por ende, por la presente tenemos por bien que el dicho pueblo que ahora nuevamente se ha poblado en el Río de la Hacha, se llame e intitule la Ciudad de Nuestra Señora Santa Maria de los Remedios, como se llamaba el pueblo que así estaba poblado en el dicho Cabo de la Vela, y que goce de las preeminencias prerrogativas e inmunidades que puede y. debe gozar por ser ciudad. Y así mismo, mandamos que por el tiempo que nuestra merced y voluntad fueron las provisiones y mercedes que por nos estaban hechas a la

16

dicha ciudad de Nuestra Señora de los Remedios, que estaba poblada en el Cabo de la Vela, como dicho es, se lo entiendo y se lo entiendan y guarden y cumplan con el dicho pueblo”(Friede, DIHC:1936). Un mes después se le concedió la misma extensión de los términos territoriales que había sido otorgada para el Cabo de la Vela: "Sin perjuicio de los indios ni de los demás vecinos de la dicha tierra y por el tiempo que fuere nuestra voluntad, damos y señalamos a la dicha ciudad de Nuestra Señora de los Remedios del Río de la Hacha, ocho leguas de termino por cada parte así de la costa como de la otra de la costa, como de la tierra adentro"(Friede,DIHC:1944) Dentro del ámbito señalado por la Corona las autoridades de la ciudad podían tener “jurisdicción civil y criminal“ y conocer en primera instancia de las causas que en ella acaecían, mientras que las apelaciones debían ir ante la Audiencia de Santo Domingo y no a Santa Marta situación que aumentaba el grado de autonomía política de Nuestra Señora de los Remedios. Se confirmaba así la condición de ciudad autónoma gobernada por dos alcaldes ordinarios y que dependía en lo administrativo directamente del Consejo de Indias, en lo Judicial de la Audiencia de Santo Domingo y en lo eclesiástico de Santa Marta. En lo que hace referencia a la ayuda económica los colonos obtuvieron en 1546 la exención general de los

derechos de almojarifazgo para los mantenimientos que fuesen llevados de otras gobernaciones tanto por los vecinos de Nuestra Señora de los Remedios como por otras personas durante un lapso de cinco anos. Un año después se le concedió a la ciudad un préstamo de 1000 pesos de oro, pagaderos en tres años, destinados a la construcción de una alhóndiga de cazabe y maíz con la cual se podría abastecer a los habitantes durante las épocas de escasez. También se otorgó licencia para la introducción de esclavos negros libres del pago de todos los derechos, con el fin de emplearlos en la realización de labranzas y sementeras, en la cría de ganado y en la explotación minera. La Corona cedió por tres años la mitad de los ingresos que le correspondían por penas de cámara para contribuir con la terminación de la iglesia que se construía en el Río de la Hacha. Algunas peticiones fueron sometidas a consulta y sufrieron una larga dilación, entre ellas puede mencionarse la relacionada con la construcción de una fortaleza en el puerto que todavía era reiterada en 1548 pues la Corona pidió en ese año al Visitador de las granjerías de perlas, Licenciado Juan Pérez de Tolosa, que informase sobre la conveniencia de emprender dicha obra. El constreñimiento territorial Entre los años de 1545 y 1550 Nuestra Señora de los Remedios del Río de la Hacha, en su calidad de ciudad

17

autónoma, disfrutó de una pujanza, económica que contrastaba con la pobreza de algunas gobernaciones vecinas. Sus moradores sintieron entonces la necesidad de extender los términos territoriales de la ciudad a costa de las entidades territoriales cercanas. Debido a ello algunas de las mercedes solicitadas buscaban darle un soporte jurídico al incontenible proceso de expansión territorial de la pujante ciudad constreñida en sus escasos términos municipales. Las islas de los gigantes Aruba, Bonaire y Curazao ejercieron una gran atracción sobre los comerciantes de perlas, mas los herederos del factor Juan de Ampiés interpusieron sus derechos para evitar que pudiesen obtener jurisdicción sobre estas. La principal expectativa económica se orientó entonces a la exploración de minas de oro y plata en la Sierra Nevada, específicamente en las áreas del Río Guachaca y el Valle de Buritaca situados muy cerca a Santa Marta y claramente por fuera de la jurisdicción otorgada a Nuestra Señora de los Remedios. La localización de los potenciales yacimientos bien podía sustituir, en caso de agotamiento de los ostrales, el papel de estos en la base económica de la colonia cubaguense. Los pescadores de perlas erigieron, sin embargo, en 1548 el pueblo de Buritaca y nombraron alcaldes en este los cuales dependían del Cabildo de Nuestra Señora. También consta documentalmente que allí edificaron iglesia y casa de fundición para el oro(Luengo,1949:36). La corona

confirmó los nombramientos mediante cedula real del 4 de agosto de 1550 (Luengo,1949:33).A petición de las autoridades y vecinos del Río de la Hacha y del pueblo de Buritaca los asentamientos de la colonia perlera quedaron por fuera de la jurisdicción de la Real Audiencia creada para el Nuevo Reino de Granada. En consecuencia se reafirmó a través de la cedula del 6 de septiembre de 1550 su dependencia acostumbrada de La Audiencia de La Española pues dada la distancia existente entre el Nuevo Reino y la península de La Guajira para llegar hasta aquel territorio se hacia necesario, según los comerciantes de perlas, recorrer más de “trescientas leguas de río a remo y cien caminando”(Luengo,1949:.34) A pesar de contar sus habitantes con la protección real poco podían hacer ante el vertiginoso agotamiento de los bancos de perlas. Para agravar aun más la situación de la ciudad, las minas de oro de la Sierra Nevada no rindieron lo esperado y se descubrieron nuevos ostrales en las islas de la mar del sur, en Panamá. Desde allí escribe en 1549 el Gobernador Sancho de Clavijo “Algunos de los que trataban en la granjería de perlas en el Cabo de la Vela, diciendo que allí se acaba han venido a buscarla en lo de Panamá. Traen cantidad de esclavos que serán 600.”.(Morón,1971:250) La pesca continua en las islas de Contadora y Gibraleón. Desde esa costa llegan noticias en 1550 que informan como Bartolomé Carreño, uno de los primeros alcaldes del Río de la Hacha, mantiene indios

18

esclavos en la llamada isla de San Telmo “..en el uso y granjería de sacar perlas” (Otte,1977:395). Cerrando el ciclo de itinerancia por el Caribe, parte de los habitantes del Río de la Hacha -cuyo número total en 1546 era estimado en “dos mil almas de confesión” (Morón,1971:332), retornan a la isla de la Margarita hacia 1570 donde resurge la bonanza perlífera que se prolonga hasta 1590. No obstante, la ciudad que se levantó en el Río de la Hacha con su perdurabilidad va a marcar una diferencia significativa respecto de sus ilustres, pero efímeras, antecesoras de Cubagua y el Cabo de la Vela. Aunque eran los mismos sus habitantes y autoridades y pese a los continuos desangres demográficos iniciará un proceso de diversificación de su base económica y una continua expansión territorial hacia el interior de la península que pondrá en evidencia la firme voluntad de arraigo de sus pobladores. Bibliografía

1) ACOSTA, Joseph. 1962 Historia Natural y Moral de las Indias. Ed. Edmundo O' Gorrnan México

2) AGUADO Fray Pedro Recopilación Historial. Con introducción y notas de Juan Friede. Biblioteca de la Presidencia de la República Tomos I-IV Bogotá. 1956 - 1957

3) CASTELLANOS, Juan de Elegías de Varones

Ilustres de Indias. Madrid 1589

4) DE LA ROSA, Moisés “Informe sobre la fundación de Riohacha”. Boletín de Historia y Antigüedades Academia Nacional de Historia Bogotá. 1944.

5) DE LA ROSA, Nicolás Joseph Floresta de la Santa

Iglesia Cathedral de la Ciudad de Santa Martha. Imprenta del Dr. Geronymo de Castilla. Sevilla 1756

6) FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Gonzalo Historia

General y Natural de las Indias, Madrid 1959 7) FERNÁNDEZ DE PIEDRAHITA Lucas Historia

General de la Conquista del Nuevo Reyno de Granada Bogotá 1881

8) FERNÁNDEZ DURO, Cesáreo Apéndice

Documental de la Historia de la Conquista y Población de la Provincia de Venezuela de Oviedo y Baños Madrid 1885

19

9) FRIEDE Juan ,Documentos Inéditos para la

Historia de Colombia 10 Tomos Academia colombiana de Historia. Bogota. 1955

10) GUERRA CURVELO, Weildler “.La Ranchería de

las Perlas del Cabo de La Vela 1538-1550”. Revista Huellas 49-50 Universidad del Norte, Barranquilla, pp 33-51 abril-agosto de 1997

11) LÓPEZ DE VELASCO, Juan Geografía y

Descripción Universal de las Indias (1574) publicado por Don Justo Zaragoza, Madrid 1894

12) LUCENA Manuel, Piratas, Bucaneros, Filibusteros

y Corsarios en América. Ed Grijalbo Caracas, 1994

13) LUENGO MUÑOZ, Manuel “Noticias sobre la Fundación de Nuestra Señora de Los Remedios del Cabo de La Vela.” Anuario de Estudios Americanos de Sevilla VI pp 757-797 1949

14) MARIA Nectario Hno Los Orígenes de Maracaibo

Universidad del Zulia Maracaibo 1959

15) MORENO, Petra Josefina, Guajiro–Cocinas. Hombres de Historia Tesis de Doctorado en

Historia de la Universidad Complutense de Madrid 1983

16) MORÓN, Guillermo Historia de Venezuela

Italgráfica Editores. V Tomos Caracas 1971

17) OJER Pablo El Golfo de Venezuela Biblioteca Corpozulia Caracas 1983

18) OTTE, Enrique Las Perlas del Caribe .Nueva Cádiz

de Cubagua Fundación Jhon Boulton Caracas 1977

19) Cedularios de la Monarquía española relativos a la Provincia de Venezuela (1529-1552) Ed. Enrique Otte, 2 Vols. Caracas. 1949.

20) Cedulario de la Monarquía española

relativo a la Isla de Cubagua (1523-1550) Ed. Enrique Otte, 2 Vols, Caracas. 1961.

21) “ La Caja real del Cabo de la Vela en el

siglo XVI” en Memorias del cuarto congreso venezolano de Historia del 27 de octubre al 1 de noviembre de 1980, tomo II pp 387-415, Caracas 1983

22) RAMOS Demetrio Historia de la Colonización

Española en América 1947

20

23) SIMÓN Fray Pedro Noticias Historiales (1626) Ed,

Bogota 1892

24) TOVAR, Hermes La estación del miedo o al desolación dispersa .El Caribe colombiano en el siglo XVI .Ariel Historia Bogotá 1997

25) ZAMORA .Fray Alonso de, Historia de la provincia

de San Antonio del Nuevo Reyno de Granada Instituto Colombiano de Cultura Hispánica. Bogotá. 1980

26) ZUBIRI MARTÍN, Maria Teresa “La capitulación

del Bachiller Enciso para la costa del Aljófar” En Ramos Demetrio Estudios de Historia Venezolanos VAN No 126 pp 179-207 Caracas, 1976.

21

22

23

24