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HI STO RI A G E N E R A L ESTADO DE MÉXICO De la Revolución a 1990 Luis Jaime Sobrino (Coordinndol) Autores: Beatriz Albores Zárate • José María Aranda Sánchez o Álvaro Arreola Ayala Raquel Beato King • Alicia Civera Cerecedo • Soledad González Montes .Guadalupe Hoyos Castillo Ma. Del Pilar Iracheta Cenecorta • Andrés Latapí Escalante • Norberto López Ponce Carlos Macías Richard • Angélica Madrigal García • Laura O'Doherty Dick Papousek • Alberto Ramírez González • Rózga Ryszard Luter Alfonso Sánchez Arteche • Yolanda Sandoval Santana • Ivonne Szasz LT 1 Ec151CUI TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA El COLEGIO MEXJQUENSE GOBIERNO DEL ESTADO DE MÉXICO EL COLEGIO MEXIQUENSE, A.C.

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HI STO RI A

G E N E R A L

ESTADO DE MÉXICO

De la Revolución a 1990

Luis Jaime Sobrino(Coordinndol)

Autores:

Beatriz Albores Zárate • José María Aranda Sánchez o Álvaro Arreola AyalaRaquel Beato King • Alicia Civera Cerecedo • Soledad González Montes .Guadalupe Hoyos Castillo

Ma. Del Pilar Iracheta Cenecorta • Andrés Latapí Escalante • Norberto López PonceCarlos Macías Richard • Angélica Madrigal García • Laura O'Doherty

Dick Papousek • Alberto Ramírez González • Rózga Ryszard LuterAlfonso Sánchez Arteche • Yolanda Sandoval Santana • Ivonne Szasz

LT 1Ec151CUI TRIBUNAL SUPERIOR

DE JUSTICIA

El COLEGIO

MEXJQUENSE

GOBIERNO DEL ESTADO DE MÉXICO

EL COLEGIO MEXIQUENSE, A.C.

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972.7252 Historia general del Estado de México/ El Colegio Mexiquense, A.C.:H673c Gobierno del Estado de México. -- Zinacantepec, Estado de Méxi-

co: La institución, 1998.

6v.: ilISBN 970-669-000-X obra completa

1. México (Estado)- Historia - Siglos xvi-xx. 2. México (Esta-do) - Historia - Guerra de Independencia , 1810-1821 . 3. México(Estado)- Política y gobierno- 1877-1910. 4. México ( Estado) -Historia - Vida social y costumbres. 1. El Colegio Mexiquense,A.C. II. Gobierno del Estado de México.

o

r'ri^:rera edición 1 998

D.R. © Gobierno del Estado de MéxicoD.R. ©El Colegio Mexiquense, A.C.D.R. © LIII Legislatura del Estado de MéxicoD.R. © Tribunal Superior de Justicia

Coordinación de producción:D.G. Luis Alberto Martínez López

ÍSBN 970-669-000-X (obra completa)LEEN 970-669-006-9 (vol. VI)

Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta

obra, por cualquier medio incluidos los electrónicos, sin

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INDICE

Introducción/11

PRIMERA PARTE

LA ETAPA REVOLUCIONARIA

CAPÍTULO 1

El Estado de México en la Revolución , 1910-1917/23

Laura O'Dogherty

CAPÍTULO 11

El movimiento obrero, 1910-1920/47

Ma. del Pilar Iracheta Cenecorta

Norberto López Ponce

SEGUNDA PARTE

LA ETAPA DE RECONSTRUCCIÓN

CAPÍTULO 111

La reconstrucción institucional, 1929 -1935/71

Carlos Macías Richard

TERCERA PARTE

LA ETAPA INSTITUCIONAL

CAPÍTULO IV

La población, 1910-1990/93

Ivonne Szasz

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CAPÍTULO V

La urbanización, 1960-1990/123

José M. Aranda Sánchez

CAPÍTULO VI

Cincuenta años de política/163

Álvaro Arreola Ayala

CAPÍTULO VII

El municipio durante el siglo xx/195

Alberto Ramírez González

CAPÍTULO VIII

La historia rural del Estado de México en el siglo xx/225

Dick Papousek

CAPÍTULO IX .

La comunidad campesina de raíz indígena en el siglo xx:

el caso de Xalatlaco/257

Soledad González Montes

CAPÍTULO x

La industrialización/277

Ryszard Rózga Luter

Angélica Madrigal García

CAPÍTULO XI

Industrialización y cambio económico en el Alto Lerma mexiquense/299

Beatriz Albores Zárate

CAPÍTULO XII

La terciarización del Estado de México/315

Guadalupe Hoyos Castillo

CAPÍTULO XIII

Manifestaciones de la cultura, 1900-1960/343

Yolanda Sandoval Santana

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CAPÍTULO XIV

La cultura, 1960-1970/359

Alfonso Sánchez Arteche

CUARTA PARTE

LA HERENCIA DEL PASADO Y LA CLAVE DEL SIGLO XXI:

LA EDUCACIÓN Y El. MEDIO AMBIENTE

CAPÍTULO XV

Política educativa , 1910-1990/379

Alicia Civera Cerecedo

Raquel Beato King

CAPÍTULO XVI

El medio ambiente en el Estado de México durante el siglo xx/411

Andrés Latapí Escalante

TEXTOS ILUSTRATIVOS

Presidentes de las legislaturas del Estado de México, 1911 - 1990/88

Poblaciones indígenas/1 19

Isidro Fabela/177

Presidentes del Tribunal Superior de justicia , 1910-1990/186

Luis Nishizahua/353

Narciso Bassols/355

Ángel M . Garibay/367

Huellas en el sendero de la educación/399

Bibliografía/423

Cronología/455

Los autores/525

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CAPÍTULO IX

La comunidad

campesina de

raíz indígena en

el siglo xx:

el caso de

Xalatlaco

Soledad González Montes

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INTRODUCCIÓN

A LO LARGO DEL siglo XX la mayor parte de

las poblaciones rurales de México

dejaron de identificarse como indígenas,

a medida que fueron abandonando sus lenguas

originales y las "vestimentas típicas". Pasaron

entonces a ser clasificadas como "campesinas"

un término ambiguo pues puede referirse a quie-

nes viven en el campo, a quienes participan de

un modo de producción específico, o a quienes

se dedican a labores agropecuarias. Pero si bien

la lengua y la ropa son indicios importantes, no

son los únicos que denotan la pertenencia a un

grupo étnico. Menos inmediatamente evidentes

son otros aspectos fundamentales de la cultura,

como la forma de organizar las relaciones so-

ciales, los usos y costumbres que regulan la vida

del grupo, el ethos y los valores que contribuyen

a la reproducción de las relaciones internas y de

la identidad del grupo.

En este capítulo quiero hablar justamen-

te sobre estos aspectos. A través de un estudio de

caso quiero argumentar que la pérdida de la

identidad india, paralela a la profunda crisis de

la economía campesina y a la transformación de

la estructura ocupacional del campo mexicano

en nuestro siglo, no significa necesariamente una

pérdida equivalente de la identidad comunitaria.

Esta identidad ha seguido recreándose y reafir-

mándose sobre la base de una serie de institu-

ciones y dinámicas comunitarias cuya continui-

dad no hubiera sido posible sin constantes adap-

taciones a condiciones cambiantes, que en oca-

siones han provocado rupturas-y han requerido

reorganizaciones sustanciales. Pero creo que co-

mo lo muestra el caso que voy a presentar, aún

al final de este milenio el funcionamiento de las

comunidades continúa imprimiéndoles una par-

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LA ETAPA INSITI"UCIONAL

ticular textura a la vida cotidiana de quienes for-

man parte de ellas.

Desde su nacimiento en la época colo-

nia] las comunidades de raíz indígena han estado

sometidas al embate de fuerzas tendientes a su

desintegración, tanto internas como externas.

Las catástrofes demográficas primero y las pre-

siones demográficas mucho después, la compra

o arrebato de sus recursos por personas ajenas,

la pobreza extrema tan extendida y persistente

en el México rural, las migraciones, las diferen-

cias económicas entre sus miembros, la corrup-

ción de sus autoridades, los conflictos entre los

intereses individuales y familiares y los intereses

colectivos... Nada de ésto es algo nuevo para

estos pueblos. Sin embargo y a pesar de esas

fuerzas disruptivas presentes a lo largo de toda

su historia, la mayor parte de los pueblos de raíz

indígena han logrado continuar reconstruyendo

lazos comunitarios de diverso tipo.

Hay algo realmente extraordinario en la

vitalidad de lo que Guillermo Bonfil' llamó "el

México profundo". El tema de la comunidad,

que pareciera haber pasado de moda hace

mucho tiempo entre los antropólogos, creo que

continúa teniendo vigencia, tanto desde el punto

de vista de entender los procesos ocurridos en el

pasado, como los que están sucediendo en el

presente. Y personalmente estoy convencida de

que la larga y casi siempre dolorosa experiencia

de las comunidades mexicanas aún tiene mucho

que ofrecer a las propuestas que tanto necesita-

mos para imaginar un futuro más benévolo que

el presente.

El concepto "comunidad" tiene múlti-

ples significados. Puede referirse a comunidades

"realmente existentes", constituídas sobre bases

' Guillermo Bonfil, México profundo. Una civilización negada.

CONACULTA/Grijalho, México, 1990.

de muy diverso tipo en diferentes contextos

geográficos y temporales; algunas de ellas crea-

das en torno a nuevos discursos culturales que

dan lugar a espacios organizativos novedosos.'

O puede referirse a utopías igualitarias, "comu-

nidades imaginarias" -o imaginadas- que cada

tanto resurgen para dar impulso a movimientos

rurales o urbanos.

Este capítulo trata sobre una forma par-

ticular de comunidad, con un origen histórico

preciso en la legislación colonial española dirigi-

da a generar una serie de instituciones y formas

de organización que regularon tanto las rela-

ciones internas como externas de los pue-

blos/repúblicas de indios.' Históricamente las

comunidades de este tipo se constituyeron sobre

la base de la vinculación a perpetuidad entre un

territorio y una población reconocida como una

corporación. Es decir, poco tiempo después de

la conquista y a medida que procedía la congre-

gación de indios, la corona española creó cabil-

dos que solicitaron y obtuvieron mercedes de

tierras para "el común de naturales" y su descen-

dencia. Esto es lo que les da a las comunidades

corporativas el carácter de "cerradas" al que

Aída Hernández Castillo, "Nuevos espacios organizativos y

nuevos discursos culturales en el sureste mexicano: el catolicismo

agroecológico entre los mames de Chiapas". Journal of Latín

American Anthropology, 2 (2): 1997, 76-105. En este trabajo, por

ejemplo, analiza un caso muy interesante de constitución de

nuevas identidades colectivas sobre bases muy diferentes de las

que describo para Xalatlaco.

' Gonzalo Aguirre Beltrán, Formas de gobierno indígena. Instituto

Nacional Indigenista, México, 1981 119531. Para el Valle de

Toluca, véanse María Teresa J arquín , 1990 y Margarita Menegus,

Del señorío a la república de indios: el caso de Toluca, 1500-1600.

Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Madrid, 1991 y

Problemas agrarios y propiedad en México, siglos xvm y xrx. El

Colegio de México, México, 1995. La bibliografía sobre las comu-

nidades campesinas en el pasado y el presente es enorme. Una

revisión actualizada y completa de estos estudios escapa los límites

del presente capítulo, por lo que aquí solo menciono algunas

pocas obras relevantes para mis argumentos.

260

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LA COMUNIDAD CAMPESINA DE RAÍZ INDÍGENA EN El. SIGLO Xx: EL CASO DE XALA'ULACO

alude Eric Wolf,' en el sentido de que cierran el

acceso al usufructo de sus recursos a quienes no

pertenecen a la comunidad.

Una parte de este estudio analiza los

procesos por los que Xalatlaco fue perdiendo su

carácter de comunidad corporativa cerrada, en

la medida que el control de la colectividad sobre

la tierra fue desapareciendo , al avanzar la priva-

tización de la propiedad . Las secciones subsi-

guientes examinan qué ha sucedido con los me-

canismos de legitimación de la pertenencia a la

co-munidad , tema muy importante ya que la

pertenencia es la que genera los derechos y

obligaciones de los individuos con respecto a la

comuni -dad. Finalmente propongo a quienes me

leen una reflexión sobre los posibles significados

que tiene para sus miembros el seguir perte-

neciendo, al final del milenio.

XALATLACO: DE COMUNIDAD

CAMPESINA DE RAÍZ INDÍGENA A

COMUNIDAD "POSTCAMPESINA"

Xalatlaco es uno de los trece municipios que for-

man el distrito judicial y rentístico de Tenango

del Valle. Limita al norte, oeste y sur con el

municipio de Santiago Tianguistenco y por el

este con el Distrito Federal. Su extensión actual

es de cerca de 80 kms.' La mayor parte de esta

superficie está a más de 2.650 m.s.n.m. y es

montañosa, pues se trata de las estribaciones de

la Sierra de las Cruces, que separa al Valle de

Toluca del Valle de México en esta zona.

La mención más antigua de la existencia

de Xalatlaco es probablemente la del Códice

Eric Wolf,. "(Cosed corporate peasant conimunities in

Mesoamerica and Central Java". South - Western Journal of

Anthropology , 13 (1): 1-18, 1957.

García Granados, que lo incluye entre los pue-

blos tepanecas vinculados a Atzcapotzalco a

fines del siglo xiv.` Fue incorporado al imperio

mexica cuando Axayácatl conquistó gran parte

de los pueblos del valle de Toluca, por el año

1478, y desde entonces el náhuatl se convirtió

en la lengua dominante en la zona.

A los ancianos de Xalatlaco les gusta

recordar que su pueblo es más antiguo que la

ciudad de México, pues cuando las tribus mexi-

cas pasaron por ahí para asentarse en el valle de

México, Xalatlaco ya existía y tenía una

población numerosa . Relatan también que fue

cabecera de varios pueblos de la región.'

Borah y Cook? calculan que Xalatlaco

tenía alrededor de 4500 habitantes en 1568.

Treinta años más tarde la población se había re-

ducido en 40%. Al pueblo le llevó más de tres

siglos sobreponerse a la conquista española,

pues fue hasta comienzos del siglo xx, en el pe-

riodo inmediatamente anterior a la Revolución

de 1910 , que logró volver a tener una población

equivalente a la que había tenido en 1568.

Durante la primera década del siglo

Xalatlaco experimentó un importante creci-

miento demográfico y la concentración de la

tierra en manos de unas pocas familias. Ambos

procesos fomentaron el crecimiento de un sector

con poca o ninguna tierra propia, obligado a

vender su fuerza de trabajo a las familias más

' Rosaura Hernández Rodríguez, El Valle de Toluca. Epoca prehis-

pánica y siglo xvt. El Colegio Mexiquense, Toluca 1988 Í1952]pp.

38-51.

Véase Soledad González Montes y A. Patiño, Memoria

campesina. La historia de Xalatlaco contada por su gente. Instituto

Mexiquense de Cultura, Toluca, 1994. para la historia oral y

Menegus, Del señorío a la república de indios para la confirma-

ción a través de documentos del siglo xvi.

' Wodrow Borah y Shesburn Cook,. The Population of Central

Mexico in 1548. An Analysis of the Suma de Visitas de Pueblos.

Universiry of California Press, Berkeley, 1960.

1261

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LA ETAPA INSTITUCIONAL

ricas del municipio, o en las haciendas y ranchos

del distrito de Tenango y de la tierra caliente de

Morelos.

La polarización económica dentro de la

comunidad hacia fines del porfiriato generó

fuertes tensiones que desembocaron en la incor-

poración de la mayor parte de su gente al

movimiento zapatista. Durante el periodo bélico

-que aquí duró de 1912 a 1918- las diferencias

internas desaparecieron violentamente, a un te-

rrible costo: la guerra no sólo provocó la desor-

ganización y la destrucción del aparato produc-

tivo, sino que significó la muerte o el exilio para

más de la mitad de la población del municipio.

Fue hasta la década de 1960 que el pueblo

volvió a tener la misma cantidad de gente que

había tenido en 1910 y en 1568.

Las décadas de 1920 y 1930 fueron

época de penuria, de reconstrucción y de creci-

miento lento. Durante este tiempo y hasta los

años sesenta, la economía del municipio estuvo

orientada a la producción agropecuaria para el

autoconsumo y para el comercio. Sin duda éste

fue el periodo más campesino en los últimos

cien años de la historia de Xalatlaco.

Hasta fines de la década de 1950, la ma-

yor parte de grupos domésticos estaban en con-

diciones de producir excedentes para la venta.

Pero en la década siguiente comenzó a declinar

la producción agrícola para el comercio, funda-

mentalmente por el declive de los precios para

los productos agrícolas, el aumento en los costos

de producción y una situación comparativamen-

te mejor de los salarios y las ganancias en otros

sectores. De una relativa diversidad de cultivos

se pasó a un número restringido de cultivos, bási-

camente el maíz y el haba para el consumo local.

Pero si bien la agricultura fue el eje de la

economía del municipio hasta 1960, hay que

tener en cuenta que la comunidad nunca fue

homogénea en cuanto a ocupaciones, pues tam-

bién fueron y son importantes otros tipos de

actividades ligadas a diversos recursos naturales

y en particular a la explotación de los bosques y

pastizales que están bajo el régimen de bienes

comunales.' El trabajo en el monte para obtener

leña, madera, trementina, etc., ha constituido y

sigue constituyendo una fuente de ingresos muy

importante para quienes tenían y tienen pocos

recursos de otro tipo, mientras que la utilización

de los pastizales comunales fue y sigue siendo

importante para las familias que tienen ganado.

La construcción de un camino que unió

al pueblo con la carretera México Toluca a fines

de la década de 1950 y la circulación de trans-

portes públicos posibilitó que mucha gente se

incorporara a un mercado laboral mucho más

amplio y favoreció la creación de un polo indus-

trial en la zona, que abrió nuevas fuentes de tra-

bajo. Con este proceso, las labores agropecua-

rias que habían sido la base de la economía del

municipio a lo largo de toda su historia, fueron

pasando a un segundo plano.

Los censos muestran que la abrumadora

mayoría (casi 90%) de la población económica-

mente activa (PEA) estaba dedicada al trabajo

agropecuario hasta 1960 (Cuadro 1). A partir de

entonces se produjo un veloz proceso de dis-

minución en el porcentaje de la PEA que trabaja-

ba en estas actividades: 75% en 1970; 50% en

1980 y 40% en 1990. El número de individuos

empleados en los demás sectores de la econo-

mía se multiplicó: para 1990, la cuarta parte de

la población registrada laboraba en la industria,

s Sobre la importancia de los bienes comunales de la región en la

actualidad y sus antecedentes históricos, puede consultarse a

Carlos Giménez, El régimen comunal agrario: estudio comparati-

vo de los bienes comunales en España y México. Tesis doctoral,

Facultad de Geografía e Historia, Universidad Complutense,

Madrid, 1985.

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LA COMUNIDAD CAMPESINA DE RAÍZ INDÍGENA EN EL SIGLO XX: EL CASO DE XALATLACO

CUADRO 1

DISTRIBUCIÓN DE LA FUERZA DE TRABAJO DEL MUNICIPIO DE XALATLACO

POR RAMAS DE ACTIVIDAD, 1940-1990

1940 1950 1960 1970 1980 1990

Agricultura y Ganadería 95.5 84.7 88.7 74.7 49.2 40.7

Industria 1.0 5.3 4.3 8.3 13.4 26.2Extracción* 1.0 0.0 0.1 0.0 0.0 0.0

Transformación 0.0 3.7 3.3 6.8 10.6 20.8

Construcción 0.0 1.2 0.9 1.3 2.7 5.3

Gas/Electricidad` 0.0 0.4 0.0 0.2 0.1 0.7

Comercio 2.0 4.2 4.2 7.7 7.6 13.6

Servicios 0.3 0.4 2.3 5.5 7.8 16.8

Otras 1.2 5.4 0.5 4.5 22.0 2.7

TOTAL P.E.A. 100% 100% 100% 100% 100% 100%(1.259) (1.779) (1.590) (2.278) (3.704) (3.546)

Fuentes: Censos Nacionales de Población

No se incluye el rubro "Insuficientemente especificado ", que totalizaba 3 personas en 1950; 4 en 1960; 149 en 1970;

717 en 1980; y 86 en 1990.'

y entre 1970 y 1990 triplicó la proporción de

gente empleada en los servicios, de modo que

uno de cada cinco trabajadores está en ese sec-

tor (que incluye a quienes están en la adminis-

tración pública nacional y local, a técnicos y

profesionistas y a quienes prestan servicios per-

sonales y de mantenimiento).

' Según el Censo de 1990, hubo una reducción en la cifra total de

la PEA. Mi investigación indica que no hubo una reducción real,

sino más bien un deficiente levantamiento del censo.

Si el análisis se hace tomando en cuen-

ta los hogares y no los individuos, la expansión

del salario resulta importante pero no tan

drástico, pues en 1990 casi 35% de los grupos

domésticos seguían teniendo una economía

exclusivamente campesina (en las que ningún

miembro reportaba actividades que no fueran

agropecuarias) y cerca de 15% combinaba

actividades agropecuarias y no agropecuarias.

Es decir, casi la mitad de los hogares seguían

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LA ETAPA INSTITUCIONAL

teniendo algún vínculo con la agricultura.' La

mayoría de estos hogares pertenecen a las

rancherías del municipio, de modo que ahí el

peso de las actividades agropecuarias sigue

siendo fuerte.

La diversificación ocupacional ha estado

acompañada por el mejoramiento de las condi-

ciones de vida. Ha habido una relativa prosperi-

dad, expresada en el incremento en el número

de tiendas, vehículos y ganado. La prolongada

crisis que afecta a la mayor parte del campesina-

do mexicano, no se sintió aquí como en otros

pueblos. En parte porque Xalatlaco es afortuna-

do en tener fuentes de trabajo cercanas y en

parte porque el pueblo ha conservado sus recur-

sos naturales; disminuídos y con frecuencia mal

explotados, hacen una gran diferencia.

La mejoría en las condiciones de vida

con respecto al pasado, se comprueba en que

han bajado radicalmente las tasas de mortali-

dad infantil, al mismo tiempo que aumentó la

escolaridad y el nivel de los ingresos. Los

ancianos lo perciben así: tuvieron infancias

difíciles, sufridas, de mucho trabajo en "casa

ajena" y poca escuela. Dicen: "antes nos cas-

tigábamos de hambre, nuestros huesos sólo

conocían petates, trabajábamos -con perdón

de usted- como bestias. Ahora estamos en la

gloria." Las nuevas generaciones, en cambio,

no vivieron las penurias de sus padres y abue-

los y su punto de comparación no es el pasado,

de reconstrucción después de la guerra, sino su

propio presente contrastado con el de otras

clases sociales, cuya calidad de vida vislumbran

a través de la televisión.

Claro está que si miramos hacia fuera

del municipio y comparamos el nivel de vida

de los xalatlaquenses con el de los sectores que

en las últimas décadas han concentrado los

beneficios del desarrollo a nivel nacional, la

brecha de la desigualdad se ha ahondado." El

análisis de los datos sobre distribución de in-

gresos prueba que estamos hablando de una

clase trabajadora que apenas comienza a salir

de la pobreza extrema que aún sigue caracte-

rizando a la mayor parte de la población rural

mexicana.

En el periodo analizado los xalatlaquen-

ses dejaron de identificarse a sí mismos como

indígenas en la medida que fueron abandonando

el náhuatl y la vestimenta "típica" -los indica-

dores más obvios de una identidad estigmatiza-

da por la sociedad mayor, pues tiene connota-

ciones de "atraso" y pobreza-. Este proceso

comenzó después de la Revolución y se acentuó

en la segunda mitad de nuestro siglo. Según el

Censo Nacional de Población de 1950, cerca de

la mitad de la gente seguía hablando el "mexi-

cano", como se le llama al náhuatl; el de 1990

indica que lo habla apenas 2.3% de la población

de cinco y más años de edad.

La mayoría de las personas de más de

cuarenta años tienen conocimientos del náhuatl

por haberlo escuchado durante su infancia, pero

son pocos los que continúan utilizándolo y las

nuevas generaciones lo han perdido casi por

completo. El poco mexicano que aún se oye, se

oye casi siempre en el contexto de las fiestas reli-

giosas. Es decir, la lengua indígena se ha refugia-

do en el espacio sagrado, desde el cual se

recuerda el pasado indio en tanto origen com-

partido que legitima los derechos de la comu-

nidad sobre su territorio y sus recursos.

" Miguel Székely, The Economics of Poverty, Inequality and

` ° Estos cálculos se hicieron con base en una muestra aleatoria de Wealth Accumulation in Mexico. St. Martin's Press, Nueva York y

449 hogares censados en 1990. Londres, 1998.

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LA COMUNIDAD CAMPESINA DE RAÍZ INDÍGENA EN EL SIGLO XX: EL CASO DE XALATLACO

EL TERRITORIO Y SUS RECURSOS: AN-

TECEDENTES PARA LA ORGANIZA-

CIóN DE LA COMUNIDAD

Las comunidades que comparten el

mismo origen que Xalatlaco nacieron como

resultado de la legislación colonial española

que dotó de territorios e instituciones de go-

bierno propias a la población indígena. Con el

fin de lograr su reproducción y extraerles tri-

buto y trabajo forzado,` la corona transformó

a pueblos indígenas en corporaciones perpe-

tuas, al asignarles la propiedad colectiva sobre

territorios delimitados, que podían incluir

tierra de labor, fuentes de agua, bosques, pas-

tizales. Los llamados "títulos primordiales",

sobre los cuales se fundó la relación entre la

comunidad y su territorio, mencionan todos

los puntos que servían para la identificación de

sus fronteras, cuyos recursos quedaban para el

usufructo de "la comunidad y sus descendi-

entes..."

La consecuencia directa de este sistema

fue fijar un estrecho y fuerte vínculo entre el

territorio y sus ocupantes. El principal lneca-

nismo dirigido a la preservación del territorio

de la comunidad, base de la reproducción del

sistema, fue la prohibición legal de enajenar la

tierra a quienes no fueran descendientes direc-

tos de las familias a las que la corona había

dado las mercedes.

Este antecedente histórico es funda-

mental para explicar las formas de pensar y los

comportamientos de una parte de la población

rural: por ejemplo el celo con que los encarga-

" El tributo y las cargas de trabajo gratuito eran recolectados y

realizados por la comunidad en los siglos xvi y xvii. Es recién a

comienzos del siglo xviii que se responsabilizó a los individuos por

su cumplimiento.

dos guardan los antiguos títulos de propiedad,

o el hecho de que hasta ahora los xalatlaquen-

ses siguen recorriendo periódicamente los

límites de su municipio para asegurarse de que

sus mojoneras permanecen inalteradas.'

Esto no significa que la realidad no se

haya apartado en distintas épocas del modelo

que cerraba las fronteras de un territorio en

torno a una población. Las contingencias

económicas, políticas y sobre todo demográfi-

cas hicieron imposible que el modelo se llevara

a la práctica de manera rígida. A pesar de ello,

todavía está presente en la manera en que

muchos xalatlaquenses piensan el pasado y el

presente de su pueblo. Esta imagen un tanto

mítica de la historia del pueblo, creo que

forma parte de mecanismos ideológicos de

legitimar la pertenencia, distinguiendo entre

"nosotros los originales, auténticos, poblado-

res, por lo tanto con derechos", de los "fuere-

ños usurpadores".

En las comunidades más grandes y en

aquellas que congregaron a poblaciones de dis-

tinto origen, 14 los funcionarios de la corona

j española crearon subdivisiones territoriales

" La importancia de la defensa del territorio para la identidad

colectiva de los campesinos y para su movilización , ha sido

enorme . Sotelo Inclán, Raíz y razón de Zapata . CONACULTA,

México, 1991, al igual que muchos otros autores, interpreta la

participación de los pueblos de Morelos en la Revolución de

1910, como la lucha por la restitución de las tierras que les otor-

garon los virreyes y para hacer valer sus títulos de propiedad

coloniales.

" Algunos barrios coincidieron con poblaciones prehispánicas;

otros concentraron poblaciones que antes vivían en asentamien-

tos dispersos ; otros congregaron pueblos que se vieron muy mer-

mados por la crisis demográfica del siglo xvi . Donde se congregó

a poblaciones de distinto origen étnico , la tendencia fue a que

cada una formara un barrio diferente . Véase Hunt y Nash,

"Local and territorial units" . En R. Wauchope (ed.), Handbook

of Middle American Indians . Texas University Press, Austin,

1967, v. 6, 253 -283. y Margarita Menegus, Del señorío a la

república . Op. cit.

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LA F:FAI'A INSTITUCIONAL.

menores, los barrios.'t Estas unidades repro-

ducen la organización interna de la comunidad

-son comunidades en pequeño. El peso del ba-

rrio como unidad organizativa deriva, en térmi-

nos históricos, de su carácter de propietario cor-

porativo de recursos, que repartía la tierra a sus

miembros "por derecho común de naturales".

Las parcelas no eran entregadas en propiedad

sino a título de posesión familiar con derecho de

usufructo mientras hubiera descendencia y

mientras ésta las cultivara. Las autoridades vigi-

laban que la tierra no permaneciera ociosa; en

caso de que una familia no pudiese sembrar una

parcela durante más de dos años, la redis-

tribuían.16

Aunque según la legislación la tierra

comunitaria era inalienable, en la práctica había

traspasos del derecho de usufructo mediante

ventas, arrendamientos o empeños, tal como

ocurre en el moderno régimen ejidal. Con todo,

para poder realizar estas transferencias, los indi-

viduos debían contar previamente con la auto-

rización del gobierno comunitario y se procura-

ba hacer los traspasos sólo a gente de la misma

comunidad. Hay que destacar, además, que en

ciertos momentos las autoridades comunitarias

lograron recuperar tierras vendidas a gente de

fuera, utilizando para ello dineros provenientes

de las "cajas de comunidad".`

" Monzón. El calpulli y la organización social de los tenochca.

Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM., México, 1949. Él pro-

puso que el barrio es una forma de organización con antecedentes en

el calpulli prehispánico, que habría sido una unidad político/admi-

nistrativa con un territorio propio. Estudios como los de Mercedes

Olivera,. Pillis y macehuales. Ediciones de la Casa Chata, México,

1978 y Margarita Menegus, Del señorío indígena a la república, Op.

cit. demuestran en cambio que cuando los españoles llegaron a

México, la mayor parte de la tierra cultivada estaba bajo el dominio

señorial.

" Margarita Loera. Economía campesina indígena en la colonia.

Un caso en el Valle de 7bluca. Instituto Nacional Indigenista,

México, 1981.

" Idem.

A pesar de que estaban ligadas al resto de

la sociedad por vínculos políticos y económicos,

el hecho de que las comunidades tuvieran sus

propias instituciones les dio una orientación

centrípeta a su vida social y religiosa. La defen-

sa de su territorio y recursos creaba cohesión

entre sus miembros, contra los posibles intentos

de avance por usurpadores externos. Así ha se-

guido siendo hasta ahora.'s

LA TRANSFORMACIÓN DEL ACCESO

A LA TIERRA

También en el siglo xx los campesinos mexi-

canos han derivado sus derechos, su identidad

social y el acceso a la tierra, de la pertenencia a

una comunidad. En efecto, los artículos 199 y

200 de la Ley Federal de Reforma Agraria,

establecen que la pertenencia a una familia y a

una comunidad es el requisito indispensable

para que los individuos puedan tener acceso a la

tierra que se encuentra bajo el régiman comunal

y ejidal.19

El elemento central en la transición de

Xalatlaco de comunidad corporativa cerrada a

comunidad abierta, ha sido la eliminación de

casi todos los controles comunitarios sobre la

tierra y su traspaso al régimen de propiedad pri-

vada con dominio pleno. Este fue un proceso

que implicó marchas y contramarchas: en el últi-

mo cuarto del siglo xix y en la primera década

del xx hubo muchas ventas a gente de fuera del

" En Soledad González Montes y A. Patiño, Memoria campesina

los ancianos xalatlaquenses relatan varios episodios de este tipo,

ocurridos durante los últimos cien años.

" Véase Mariélle P. L Martínez, "Comunidad y familia en la

dinámica social campesina". Nueva Antropología, IV (13-14):

243-259, 1980.

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LA COMUNIDAD CAMPESINA DI.. IU1ÍL INDÍGENA EN EL SIGLO XX: EL CASO DE XALATI.ACO

pueblo, que luego cesaron abruptamente en el

periodo que va desde la Revolución de 1910,

hasta mediados de la década de 1960, aproxi-

madamente. Desde entonces se desencadenó

nuevamente una veloz erosión de la propiedad

corporada.

Esta historia seguramente comenzó bas-

tante antes de que la Reforma de 1857 le diera

fuerza de ley a la desamortización de los bienes

comunales y eclesiásticos. El impacto de esta le-

gislación sobre pueblos como Xalatlaco fue con-

siderable pero menor del que hubieran deseado

quienes la promulgaron. El avance del capitalis-

mo en la región durante el último cuarto del

siglo xix, con el enriquecimiento de algunas

familias locales, sobre todo por el comercio de

arriería con la tierra caliente del estado de Mo-

relos, precipitó el acaparamiento de terrenos

por algunas familias de la misma comunidad.

Cuando se erigió como municipio en

1872, Xalatlaco tenía 'aproximadamente la

misma superficie que tiene en la actualidad y las

haciendas estaban más allá de sus confines. Esto

marca una diferencia con casi todos los pueblos

del distrito: Xalatlaco no estuvo entre aquellos a

quienes la Reforma Agraria devolvió las tierras

que les habían sido arrebatadas por las hacien-

das. No tiene, por lo tanto, tierra bajo el régi-

men de ejido; sólo tiene dos regímenes de

propiedad: bienes comunales y propiedad priva-

da, reconocidos y protegidos ambos por la

Constitución de 1917 emanada de la Revo-

lución, que en este sentido revirtió la legislación

liberal de la Reforma decimonónica.

Para poder hacer uso de los bienes

comunales es requisito ser miembro de un ba-

rrio ; esto basta para realizar labores de recolec-

ción y pastoreo. Pero para tener derechos a abrir

tierra comunal al cultivo, desbrozando y pre-

parando el monte ("zacamolear"), era necesario

obtener permiso de las autoridades. Digo "era",

porque el proceso de zacamolear se detuvo en la

década de 1950. Una vez que la tierra de monte

se transformaba en tierra de cultivo, quien había

invertido trabajo en hacerla productiva adquiría

el derecho a usufructuarla indefinidamente, a

transmitirla por herencia, a rentarla, empeñarla

o incluso a vender el derecho de usufructo. La

tierra era barata porque en los traspasos sólo

podían participar miembros de la comunidad y

lo que se cobraba era "el zacamoli", el trabajo de

hacerla cultivable.

Este sistema tiene semejanzas con el ré-

gimen de propiedad privada, pero con restric-

ciones importantes: en teoría las autoridades

encargadas de bienes comunales pueden "reco-

ger" la tierra vacante o la que durante más de

dos años no se ha cultivado, y vigilan que no

haya traspasos a forasteros. El "dueño" de la

tierra no tiene en realidad derechos completos

porque no es propietario con título de

propiedad legalizado: la mayoría de los terrenos

de cultivo no están dados de alta en el Registro

Público de la Propiedad; solamente están re-

gistrados los solares de la cabecera.

1 Estrictamente hablando, toda la tierra

que no tiene títulos de propiedad legalizados

pertenece al régimen de bienes comunales. Y

ocurre que sólo una pequeña parte del total de

la tierra de cultivo -la del casco urbano y alrede-

dores- ha estado registrada como propiedad pri-

vada hasta ahora. De hecho no había mucha

diferencia entre el funcionamiento de ambos

regímenes mientras no hubo forasteros interesa-

dos en comprar -la tierra tuvo valor económico

sólo para los miembros de la comunidad. Esto

cambió al mejorar la red vial de la zona a fines

de los 50. Una gran extensión de bienes comu-

nales pasó a manos privadas en las dos décadas

siguientes, sobre todo en la ranchería de Me-

26711

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LA FTAPA INSTITUCION.AI

zapa, cercana a Santiago Tianguis-tenco, donde

se establecieron grandes empresas industriales y

prósperas casas de fin de semana. Todavía en el

año 1983 me tocó leer pequeños carteles, pega-

dos en algunas puertas, atacando, con duros tér-

minos a quienes vendían tierras a los "fuereños":

"que se vuelvan [los fuereños] al lugar de donde

salieron y que los recoja la madre que los

parió..." Pero probablemente esta fue de las últi-

mas reacciones contra un proceso que se intensi-

ficó en los ultimos quince años. La reforma al

artículo 27 de la Constitución, aprobada en

enero de 1992 para terminar de quitar las trabas

legales a la privatización de la tierra,20 viene a

dar reconocimiento a un proceso bastante avan-

zado en el caso de las mejores tierras cultivables

de Xalatlaco.

En contraposición, es cierto también que

la explotación de los recursos del llamado "mon-

te" sigue haciéndose bajo las antiguas pautas co-

munales y sigue teniendo una cierta importancia.

El gobierno municipal deriva dinero de estos re-

cursos, por ejemplo vendiendo piedra de cons-

trucción extraída de sus canteras, o cobrando

"entrada" a los turistas que usan sus campos de

motociclismo. También es importante para la eco-

nomía de las familias más pobres, que del monte

obtienen combustible, madera (para el propio

uso y para vender) y alimento para el ganado.

EL BARRIO EN LA ORGANIZACIÓN

DE LA COMUNIDAD

La organización en barrios es otro de los princi-

pios organizativos fundamentales para las comu-

20 Ley Agraria, Decreto del H. Congreso de la Unión, Diario

Oficial, miércoles 26 de febrero de 1992.

nidades de raíz india en México, pues son sub-

divisiones que funcionaron como unidades

político-religiosas y de control de recursos. La

primera condición para pertenecer a la comu-

nidad y tener derecho al uso de sus recursos (la

tierra de cultivo, el bosque, los pastizales, el

agua), era haber nacido en el seno de una fami-

lia afincada en un barrio, o en su defecto, residir

allí de manera permanente. La residencia era

más importante que el nacimiento, pues había

casos de "hijos adoptivos" -gente que por diver-

sos motivos fue a vivir a un barrio que no era el

de origen.'

La cabecera municipal de Xalatlaco está

dividida en cuatro barrios, los mismos que regis-

traron los libros más antiguos que conserva el

archivo parroquial, que datan de 1580.22 Cada

barrio tiene su santo patrono y su iglesia y está

representado en el gobierno local. En el pasado,

cada santo y por lo tanto cada barrio, tenía su

patrimonio o "hacienda" de tierra, ganado o

magueyeras, que se incrementaba por dona-

ciones de vecinos acaudalados o sin descenden-

cia. Se les llamaba "cofradías" y constituían una

forma de propiedad corporativa diferente de los

bienes comunales, que pertenecen a todo el

pueblo.

" En última instancia los vecinos "naturales " del barrio se reservanla decisión sobre a cuales "avecindados" van a reconocer como

miembros con derechos plenos. Se basan en varios criterios: com-

portamiento cooperativo del candidato, razones políticas, etc.

', El cura de Xalatlaco, Juan de Segura, informaba en 1549 al arzo-

bispo de México, que la cabecera tenía mil tributarios, dividios en

ocho barrios. La reducción al número de cuatro barrios debió

ocurrir, por lo tanto, entre 1550 y 1580, seguramente como con-

secuencia de la abrupta caída demográfica. El informe de Segura

señala además , que Xalatlaco era cabecera de cinco "estancias"

sujetas : Almoloya, excalyacac, Capulhuac, Atizacatitlan y

léchuchulco. La desintegración de las unidades políticas del tipo

cabecera-sujetos, cuyo principal fin era la recolección del tributo,

ocurrió a fines del siglo XVII. Bernardo García Martínez, Los pueb-

los de la sierra . El poder y el espacio entre los indios del norte de

Puebla hasta 1700. El Colegio de México, México, 1987.

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LA COMUNIDAD CAMPESINA DE. RAÍL INDIGENA LN EL SIGLO XX: EL CASO DE. XAI.ATLACO

Los mayordomos del santo eran los en-

cargados de administrar esos bienes, cuyo pro-

ducto se destinaba a sostener el culto al santo y a

la realización de obras de construcción o repa-

ración de las iglesias. En algunos casos servían

para dar ayuda a los miembros más pobres del

barrio, pues parte de la cosecha de los santos se

les vendía a precios más bajos, o parte de estas

tierras se les podían rentar por muy poco dinero.

Una orden presidencial del 5 y 7 de sep-

tiembre de 1860 obligaba a la división y venta de

todas las propiedades que produjeran ingresos a

las cofradías. Le siguieron leyes para la venta de

la tierra y el ganado. Este fue el ataque "final"

sobre los bienes corporados que habían

sostenido las fiestas locales, que en muchos

lugares había comenzado con su venta incluso

desde fines del siglo XVIII y estaba muy avanza-

do." Conociendo estos antecedentes, fue para

mí una sorpresa considerable descubrir que en

Xalatlaco los bienes de las cofradías continuaron

con sus funciones... ¡hasta la década de 1960!

En efecto, las tierras de los santos no

fueron afectadas por la desamortización del

siglo pasado, porque la gente evitó declarar

estos bienes y los protegió para que continuaran

con sus antiguas funciones. El mecanismo uti-

lizado fueron supuestas ventas a prestanombres

que aparecían como compradores privados.

Como ejemplo, cuando preparábamos el libro

de la historia oral de Xalatlaco, Don Adrián

Patiño, del barrio de San Bartolo, nos mostró a

su hijo y a mi estos documentos de compra-ven-

tas del siglo pasado que corresponden a las tie-

rras del santo y que él fue el encargado de

guardar, en su calidad de mayordomo.

" John Chance y William Tylor, "Cofradías y Cargos. An

Historical Perspective on the Mesoamerican Civil-Religious

Hierarchy". American Ethnologist, 1985, 1-26.

Esta es parte de lo que podemos llamar

la historia "secreta" de los pueblos; es decir, son

las formas de resistencia a cuyos indicios no es

fácil acceder, a menos que quien investiga se

acerque a los protagonistas. Quien lo hace

puede enterarse de que en la región se utilizaron

diversos mecanismos para evitar la acción de la

ley contra los terrenos de los santos. Por ejem-

plo, en el cercano pueblo de Gualupita Yancui-

tlalpan, se formó una cooperativa con este fin y

estas tierras de la Virgen siguieron cumpliendo

las mismas funciones que siguieron teniendo

para Xalatlaco.

A veces los prestanombres traicionaron

la confianza depositada en ellos y se quedaron

con los terrenos de los santos, pero estos casos

fueron excepcionales. De modo que hasta me-

diados de la década de 1960, cada año era una

fiesta para los vecinos de Xalatlaco participar en

la cosecha del maíz de los santos. Desde

entonces estas milpas de los barrios comenzaron

a ser utilizadas para la construcción de edificios

públicos: todas las escuelas del pueblo, la bi-

blioteca, el auditorio, etc., se levantaron sobre

terrenos de los santos.

Por lo que respecta al control de recursos

naturales por los barrios, muy pocos son los ves-

tigios que quedan en la actualidad. Uno de ellos

es que los ancianos reconocen dentro de la exten-

sa superficie de los bienes comunales, los terre-

nos, pastizales y fuentes de agua que correspon-

den a cada barrio. Si tienen ganado, prefieren

contratar pastores del mismo barrio, para que los

animales "aprendan nuestros rumbos" -es decir,

que se mantengan en los terrenos que le corres-

ponden al barrio. Y hasta ahora los manantiales

de agua no son propiedad del pueblo como con-

junto, sino de determinados barrios. Esto ha sido

causa de pleitos pues hay barrios menos afortu-

nados que otros en cuanto a este recurso.

269

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LA ETAPA INSTITUCIONAL

Es importante mencionar también que

la organización en barrios se extiende y repro-

duce al fundarse rancherías. Cada una está com-

puesta por gente de un mismo barrio, que dan

fe de su procedencia sirviendo a la iglesia y al

santo patrono del barrio de origen. Lo hacen

llevando "promesas" de cera escamada, mante-

les para los altares, danzas, etc. Sólo en dos

rancherías los vecinos tuvieron suficientes

recursos como para levantar su propia capilla e

"independizarse".

Dije más arriba que la primera condición

para pertenecer a la comunidad era haber naci-

do o por lo menos ser residente de uno de sus

barrios. Pero ésto no es suficiente. Para ser

miembro con plenos derechos era y es necesario

un segundo requisito: dar servicio a la comuni-

dad (el tequio, del náhuatl téquitl, tributo, traba-

jo, obligación), destinando parte del tiempo, el

trabajo y los ingresos personales y familiares, a

la participación en los cargos cívicos y religiosos.

Esta obligación la tienen todos los hombres

desde que tienen veinte años hasta que cumplen

sesenta. Los barrios son las unidades que organi-

zan este servicio, que se puede cumplir en tres

instituciones: las faenas comunales, las mayor-

domías y el gobierno comunitario.

LA LEGITIMACIÓN DE LA PERTENEN-

CIA A LA COMUNIDAD

LA PARTICIPACIÓN EN LAS FAENAS COMUNALES

Las faenas comunales son otra institución colo-

nial, cuyo origen está en los trabajos forzados

que los indios debieron realizar para sus

encomenderos, para la iglesia y la corona.

Rodolfo Pastor añade otro elemento interesante:

Son los privilegiados dentro de la comu-

nidad los que organizan el tequio para

la producción comunal, los que recogen

y administran el producto y los que, casi

siempre, se apropian de una parte sus-

tancial.

Este autor propone (y demuestra) que tanto el

tequio como el sistema de mayordomías no fue-

ron mecanismos de nivelación de las diferencias

sociales y económicas durante la época colonial.

Los principales o indios nobles estaban exentos

del tequio y los macehuales ricos podían pagar un

tesque o conmutación, mientras que los mace-

huales pobres debían organizar su trabajo gratui-

to para construirles sus viviendas, por ejemplo.

En el periodo independiente las comu-

nidades adaptaron esta institución a sus propios

fines,' y ya en tiempos más recientes también

hay ejemplos de cómo trató de utilizarla el go-

bierno. Con este fin siendo gobernador del Esta-

do de México Gustavo Baz fundó El Ejército del

Trabajo en 1958. El Ejército fue reflotado duran-

te los gobiernos de Hank González y Jiménez

Cantú, para hacer que los pueblos trabajaran gra-

Z' Campesinos y Reformas: la Mixteca , 1700-1856 El Colegio de

México, México, 1987; 346-347.

"La estructura de la comunidad corporativa y la preservación de

la cultura indígena pueden ser consideradas desde una doble per-

spectiva . Por una parte representan los instrumentos sociopolíti-

cos a través de los cuales cl grupo dominante puede manejar con

mayor facilidad su poder y ejercer la explotación . Por otro lado,

pueden ser considerados como mecanismos de defensa a través de

los cuales el grupo subordinado trata de mantener su solidaridad e

identidad frente a las presiones externas. Estas dos perspectivas no

son necesariamente contradictorias; los llamados elementos cul-

turales indígenas fueron de hecho introducidos en la época colo-

nial, y aun cuando no hayan sido especialmente diseñados como

tales, actuaron como estigmas , dentro del marco de una política

tutelar que negó a los indios el acceso a la igualdad. Pero estos

mismos elementos han pasado a formar parte de una dinámica cul-

tural que tiene un valor positivo para el grupo minoritario involu-

crado ." Rodolfo Stavenhaguen , Problemas étnicos y campesinos.

Instituto Nacional Indigenista , México, 1980 , 26-27.

72

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LA COMUNIDAD CAMPESINA DE RAÍZ INDÍGENA EN EL SIGLO XX: EL CASO DE XALATLACO

tuitamente en diversos proyectos. Jiménez Cantú

le dió una organización militarizada y desarro-

lló su ideología, que destacaba su supuesta cone-

xión con instituciones solidarias prehispánicas.

Pero este experimento en el control político de

los pueblos del Estado de México fracasó por el

rechazo generalizado de la población, que en

algunos casos fue reprimida violentamente.'°

Utilizadas para las obras públicas que la

propia comunidad decide, las faenas comunales

han seguido teniendo gran importancia para

Xalatlaco, pues por medio de ellas se han cons-

truído todos los caminos, drenajes, entuba-

mientos de agua, escuelas e iglesias. Hasta hace

aproximadamente dos décadas, incluso el orden

público y la seguridad de la población se man-

tenían a través de un servicio rotativo de repre-

sentantes de cada barrio que hacían las rondas

de policía llamadas "veintena" (aunque en la

práctica el número no fuera exactamente ese).

Los xalatlaquenses se refieren a las fae-

nas comunales como "cooperación voluntaria a

fuerzas" porque no cumplir con ellas acarrea

sanciones en términos de multas o cárcel,

impuestas por las autoridades municipales. Pero

además el incumplimiento de los deberes públi-

cos también implica la marginación de la vida

social, por el repudio de los demás vecinos.

Quien tiene dinero puede pagar a alguien para

que lo sustituya, pero está muy mal visto que

esto se haga de manera constante. Esta es una

instancia de la fuerte presión que existe dentro

de la comunidad para tratar de evitar que las

diferencias económicas se traduzcan en diferen-

cias sociales y políticas.

Es de preveer que mientras el gobierno

nacional no destine más fondos a la creación,

2' Véase Ursula Oswald, Piedras en el surco. Universidad Autónoma

Metropolitana , Xochimilco, 1983,capítulo 4.

mantenimiento y mejoramiento de los servicios

públicos con que cuentan las comunidades rura-

les, este aspecto de la dinámica comunitaria se-

guirá teniendo vitalidad. Ya no es necesario ha-

ber cumplido con las faenas para tener derecho

a hacer uso de la tierra, como lo era en el pasa-

do; ahora cualquiera que tenga dinero puede

comprar o rentar tierra. Pero sí es indispensable

para obtener cualquier servicio público y para

ser reconocido como un vecino respetable y

respetuoso.

Mayordomías y fiestas públicas religiosas

Una de las cosas que más me ha impre-

sionado de Xalatlaco es la importancia que para

las familias tiene la participación en las fiestas

religiosas -sin duda la manifestación más rica de

la cultura campesina, por sus múltiples simbolis-

mos y sentidos." La fiesta busca propiciar y

agradecer el buen "temporal", las buenas cose-

chas, la salud, los trabajos... Es el momento de

recreación colectiva, en el que se reafirma la

identidad de grupo y se legitima la pertenencia a

la comunidad. Expresa la religiosidad de la gen-

te y el valor que ésta le da, en el contexto de lo

sagrado, a compartir la abundancia:

No se escatima ni se ahorra nada.

Sobran, o al menos se debe dar la

impresión de que sobran, el alcohol, la

pólvora, la cera y el incienso. Se regala

al cura con esplendidez; se mandan

La fiesta ocupa un lugar preponderante en el ethos de la mayor

parte de los pueblos campesinos. Es la imagen de —la buena vida",

la utopía realizada. Para un análisis de este tema véase Vittorio

Lanternari, La grande /esta. Vida rituale e sistemi di produzione

nelle societa tradizionali. Dedalo Libri, 1976 [1959]. La impor-

tancia de la vida ritual religiosa en la organización de la vida social

de las comunidades mesoamericanas , está señalada en innume-

rables etnografías.

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LA E'rAPA INSTITUCIONAL.

traer los mejores músicos y cantores de

la cabecera y se trata a todos con mag-

nificencia...`

Estas palabras de Pastor a propósito de

las fiestas en los pueblos de la mixteca en el siglo

xviii, tienen absoluta actualidad en Xalatlaco,

excepto que deberíamos sustituir "el cura" por

"el público". El servicio generoso, la entrega sin

retaceos, es lo que se espera de quienes partici-

pan de las mayordomías. Se dice que un hombre

es capaz de los mayores sacrificios, de tener a sus

hijos sin zapatos y a la familia mal comida, con

tal de cumplir adecuadamente con su compro-

miso con la fiesta del santo patrón. Quien no

entiende el significado del ciclo de rituales públi-

cos del cual la fiesta es parte, no entiende uno de

los principios básicos del ethos y los valores de

las comunidades.

El ciclo de fiestas públicas religiosas se

extiende a lo largo del año: se inicia con la ben-

dición de las semillas el día de la Candelaria y se

intensifica durante la época de lluvias, acom-

pañando el crecimiento de las siembras; "con-

cluye" en octubre con la fiesta del barrio de San

Francisco, poco antes de la cosecha, pero en

realidad se prolonga hasta Navidad.

Estas fiestas, en torno a las cuales gira la

mayor parte de la vida social de las familias,

están organizadas por las mayordomías, a las

que la gente también se refiere como "las cor-

poraciones". Cada barrio tiene su santo patro-

no y sus mayordomos, que durante un año

atienden la iglesia y preparan la fiesta. Además

hay mayordomías en las que participan per-

sonas de distintos barrios. La más conspicua es

la de la parroquia -llamada "regiduría", para

2' Rodolfo Pastor, Op. cit., p. 347.

distinguirla de las demás y denotar su mayor

importancia-, que plasma la unidad de los cua-

tro barrios.

El ciclo de fiestas públicas religiosas si-

gue siendo el eje de la cultura y de la vida social

local, hasta el punto que a él se subordina mu-

chas veces el trabajo por ingresos, fuera de las

milpas familiares. De hecho José Antonio Paoli

en su Dinámicas políticas considera que las

fiestas religiosas actúan como "acelerador

económico", pues impulsan a la gente a incor-

porarse al mercado de trabajo para obtener el

dinero necesario para costear los gastos.

La vida ritual absorbe un porcentaje

muy alto de las energías físicas y psíquicas, del

tiempo y de los ingresos de los xalatlaquenses.

A fines de la década de 1970, Paoli calculaba

que las familias invertían entre 40 y 50% de sus

ingresos en las fiestas públicas y que en su orga-

nización participaba cada año alrededor de la

mitad de las familias del municipio. Desde en-

tonces la proporción de fami-lías participantes

ha aumentado, al extenderse a los cuatro ba-

rrios el sistema de secciones y "submayordo-

mías".

Y son los jóvenes -que en su mayoría

completaron la escuela primaria y en muchos

casos la secundaria, que ven televisión y traba-

jan en la ciudad- quienes están sosteniendo el

grueso de los costos de este sistema de fiestas.

Se trata de una carga pesada. Una pequeña

fracción de la población la ha rechazado y se ha

volcado al protestantismo, reduciendo al míni-

mo el dinero que canaliza al gasto de las fes-

tividades comunitarias.29 Aunque es posible que

esta tendencia se acentúe en el futuro (como ha

ocurrido en tantos pueblos mexicanos) por

" Un total de 330 personas son protestantes en el municipio, según

el Censo de 1990. En el Valle de Toluca hay pueblos donde la

expansión del protestantismo ha sido mucho mayor.

2

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LA COMUNIDAD CAMPESINA DE RAÍZ INDIGENA EN EL SIGLO XX: EL CASO DE XALATLACO

ahora la mayoría de las familias continúan par-

ticipando activamente.

La expansión de los rituales laicos, pri-

vados (fiestas de quince años, cumpleaños) y

públicos (graduaciones de la escuela primaria),

desde los años setenta, no ha significado que

entraran en competencia con las fiestas reli-

giosas. Esta expansión más bien parece haber

abierto una nueva área -la privada- al ímpetu

por convertir parte de los nuevos ingresos en

celebraciones a las que se invita a gran cantidad

de parientes, vecinos, amigos. El crecimiento del

trabajo remunerado ha tenido, por lo tanto, el

efecto de reforzar el sistema ritual colectivo, al

proporcionarle los recursos necesarios para su

florecimiento.

El gobierno comunitario

El servicio en el gobierno municipal no es oblig-

atorio en la actualidad, pero en el pasado podía

serlo, en caso de que el pueblo así lo requiriera.

Este era el servicio más difícil y costoso, porque

es el que demanda más tiempo y dedicación y

está más sujeto a críticas. Los cargos públicos

más altos comenzaron a ser cargos asalariados

en la década de 1980 y con eso perdieron su

carácter de "servicio al pueblo", proceso que

forma parte de cambios sustanciales en el senti-

do y funcionamiento del gobierno local.

Los ancianos entrevistados relatan que

antes de la Revolución el gobierno local estaba

controlado por los hombres más ricos, que

tenían alianzas con el jefe Político de la zona,

frente a quien denunciaban a los inconformes

del pueblo. Pasada la Revolución, los líderes

del Cuerpo de Voluntarios que organizó la ren-

dición de los zapatistas y el retorno al pueblo,

ejerció pasajeramente el control del gobierno.

Luego siguió un interludio en el cual hubo

mucha presión dentro del pueblo por un fun-

cionamiento relativamente democrático. Esto

quiere decir que había presiones internas para

que los jefes de familia tuviesen iguales posibi-

lidades de "dar servicio". Evidentemente, esto

era relativo porque los cargos más altos siem-

pre fueron ocupados por quienes estaban en

mejor posición económica (comerciantes o

ganaderos).

Hasta 1938 las elecciones para cubrir

los cargos del Ayuntamiento Municipal se efec-

tuaban cada año y cada barrio tenía su planilla

de candidatos. Se procuraba que la presidencia

fuera rotando de barrio. Posteriormente el pe-

riodo de duración de las autoridades se prolon-

gó hasta tres años, pero se mantuvo el princi-

pio de que el Ayuntamiento tenga represen-

tantes de todos los barrios. En la medida en

que la autonomía política de la comunidad fue

cediendo lugar frente a las presiones del cen-

tralismo nacional, el sistema de rotación de la

presidencia entre los barrios fue substituido

por el control de los candidatos por el partido

oficial. Este proceso ha sido reciente pero rápi-

do y profundo.30

Aquí hay un doble juego: la gente acep-

ta que los candidatos y las autoridades del

pueblo utilicen el registro del Partido de la Re-

volución Institucional, siempre y cuando el par-

tido respete las decisiones locales." Los "mili-

tantes entusiastas" son pocos y el entusiasmo va

de acuerdo con los beneficios logrados de man-

tener una relación con el gobierno. Las autor¡-

" La relación del pueblo con el gobierno y su partido, es comple-

ja, pragmática y de negociación. Se ofrece apoyo siempre que se

pueda obtener algo a cambio. Véase José Antonio Paoli,Op.cit.

Esta dinámica política es semejante a la que describe Adriana

López Monjardín, "Los procesos electorales como alternativa para

la disidencia rural". En Jorge Zepeda (ed.), Las sociedades rurales

hoy. El Colegio de Michoacán, CONACYT, Zamora, 1988, 449-464

para la sierra de Oaxaca, por ejemplo.

27.3

1

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LA ETAPA INSTITUCIONAL.

dades siempre son del mismo pueblo, pero

nombrados desde el gobierno en función de los

servicios prestados al partido: apoyo a los can-

didatos a diputados y senadores en sus cam-

pañas, colaboración con el gobernador en algún

proyecto, etc.

En el pasado había fuertes presiones

para que los hombres cumplieran primero con

ser regidores de la parroquia antes de que de-

sempeñaran las funciones de mayor responsabi-

lidad en el gobierno comunitario. La década de

1980 vió la definitiva separación de los cargos

cívicos con respecto a los religiosos , pues asu-

mieron la presidencia municipal individuos que

no habían sido mayordomos de los santos. Por

otra parte, las nuevas condiciones han dado ven-

tajas a los hombres jóvenes sobre los mayores

-en contraste con lo que ocurría antes-, pues

por su mayor nivel de escolaridad y su trabajo

fuera de la agricultura , manejan con mayor

desenvoltura el lenguaje y los comportamientos

requeridos para intervenir en la vida política

más allá de la comunidad, como ahora se

requiere.

A estos cambios se añade que por

primera vez en la historia del pueblo, una mujer

llegó a ser regidora en 1979 y otras le han segui-

do en la década de 1980. Una mujer estuvo a

cargo del Registro Civil durante varios años,

realizando matrimonios civiles. Esto no significa

que se haya modificado la participación del con-

junto de las mujeres en la vida política, o que las

que participan representen los intereses de las

mujeres como grupo. Pero a pesar de ésto y de

que sigue siendo excepcional que las mujeres

ocupen cargos en el gobierno local, se ha ido

afianzando la imagen de que la presencia feme-

nina en el ámbito público es posible.

LAS PARADOJAS DE LA MODERNI-

ZACIÓN DE UNA COMUNIDAD CAM-

PESINA: REFLEXIONES EN TORNO A

LA HISTORIA DEL MÉXICO PROFUN-

DO EN EL SIGLO XX

Redfield, uno de los primeros antropólogos de

nuestro siglo en dedicarse al estudio de las co-

munidades campesinas, consideraba -al igual

que inumerables autores- que el proceso de

modernización es antagónico a la permanencia

de la comunidad, por ser el control que ésta

ejerce sobre sus miembros incompatible con las

fuerzas del individualismo propio de la sociedad

capitalista avanzada. El proceso implicaría el

debilitamiento de los lazos corporativos y coo-

perativos, así como una progresiva secula-

rización, o por lo menos una evolución hacia

formas personales de practicar la religiosidad,

por oposición al culto colectivo típico de las fies-

tas y rituales campesinos.

Desde el ángulo económico, parecería

que efectivamente las comunidades han perdido

una serie de funciones que tuvieron durante la

época colonial, pues en ese tiempo fungieron

como empresas productoras de mercancías,

como agentes crediticios para la comercializa-

ción de los excedentes de su gente; o, como

sucedió en el último cuarto del siglo xix,

reunieron fondos para comprar más tierras.32

Estas experiencias demuestran que, contra lo

Véase, por ejemplo el caso de las comunidades oaxaqueñas que

organizaron la producción colectiva de grana cochinilla y

seda .Rodolfo Pastor,Op. Cit.p. 242. 0 el caso de los pueblos estu-

diados por Daniele Dehouve en la región de Tlapa, Guerrero, don-

de las cofradías indígenas se convirtieron en agentes de comercio

y de crédito durante el siglo xvw, en la medida que se desarro-lió

un mercado regional complejo .Danielle Dehouve, El tequio de los

santos y la competencia de los mercaderes , SEP-INAH, México, 1976.

i

[, i

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LA COMUNIDAD CAMPESINA DE RAÍZ INDÍGENA FN EL SIGLO XX: EL CASO DE XALATLACO

que pensaban Marx, los liberales y los teóricos

de la modernización, no es indispensable que se

disuelva la propiedad colectiva para que surja cl

capitalismo en el campo. Por el contrario, la

misma comunidad ha actuado en muchas oca-

siones como empresaria, ya que la acción colec-

tiva ha sido de las pocas maneras en que el

campesinado ha logrado potenciar recursos

siempre insuficientes.

En la segunda mitad del siglo xx comu-

nidades como Xalatlaco dejaron de tener fun-

ciones económicas: ya no imponen normas

colectivas a los productores individuales, regla-

mentando o controlando la producción y la

venta, ni actúan como mediadoras entre las

unidades domésticas y el sistema capitalista en

su conjunto." Las sociedades cooperativas que

gestionan créditos y paquetes tecnológicos, no

necesariamente coinciden con la comunidad

como tal, aunque sin duda la lógica comuni-

taria puede ejercer influencia sobre estas orga-

nizaciones de múltiples maneras.

Paralelamente, la comunidad también

ha dejado de ejercer control sobre el acceso a

la tierra, al avanzar de manera innegable el

proceso de privatización de ésta. Y sin embar-

go, por lo que respecta a los recursos naturales

comunes (agua, pastizales, montes), cada tanto

tenemos evidencias de que aún al final del

milenio el interés por su control colectivo no

ha desaparecido del todo. Como evidencia,

hace pocos años llegó a los periódicos la noti-

cia de un conflicto de proporciones, que man-

tuvo a una gran parte de la población de

Xalatlaco movilizada muchos meses, bajo la

consigna de evitar que las autoridades "ven-

dieran" al pueblo.

" Mariell Martínez,Op. Cit.

Reflexionando sobre la historia de

Xalatlaco encuentro que al volverse endebles

las bases económico-políticas de la organi-

zación interna, ha habido un desplazamiento

en dirección de los rituales públicos reli-

giosos, que se han convertido en el refugio de

la auto identificación como grupo y de la

cohesión comunitaria. En efecto, ha aumenta-

do el número de fiestas, la proporción de par-

ticipantes y el volumen de los gastos con

estos fines.

La afluencia de dinero a la comunidad

que tuvo lugar desde fines de los años seten-

ta, se ha puesto de manifiesto en el mejo-

ramiento y ampliación de las viviendas, en el

aumento en las inversiones en vehículos y

ganado, en la proliferación de tienditas y en

el aumento en el número de estudiantes de

carreras universitarias. Hasta aquí el proceso

coincide con las expectativas de las teorías de

la modernización. Pero lo que era menos pre-

visible de acuerdo con la teoría, es que una

parte importante de los excedentes, esté sien-

do canalizada hacia la intensificación de la

vida ritual. Este fenómeno, muy visible en el

caso de Xalatlaco y en los pueblos de la zona,

también se observa en muchas otras regiones

del México rural.

A qué se debe este fenómeno? La pre-

gunta es importante porque responderla

implica tratar de entender los valores y las

acciones de ese enorme sector de la población

mexicana que tiene un pie en el campo y otro

en la ciudad y que viene de pueblos como

Xalatlaco. La respuesta, desde luego, no

puede ser sencilla; exige examinar la cuestión

desde varios ángulos.

En el pensamiento de los ancianos, la

noción de "indio" se opone a la de "gente de

razón"; ellos recuerdan que en otros tiem-

27-55

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LA ETAPA INSTITUCIONAL

pos los xalatlaquenses se identificaban como

"indios".34 Para la mayoría de los jóvenes esos

contrastes aparentemente ya no tienen sentido.

La masificación de la escolaridad y del público

televidente ha extendido y afianzado en las

nuevas generaciones la concepción de que su

pueblo forma parte de la nación -noción que

para los ancianos sigue siendo bastante ambigua

e imprecisa- de la cual ellos son ciudadanos sin

una identidad étnica particular.

Sin embargo hay un tiempo y un ámbito

en el cual periódicamente se reactualiza y

rememora el vínculo con el pasado indio, no ya

como categoría estigmatizada sino valorada por

ser la fuente de legitimidad, que otorga dere-

chos. Este es el espacio de los rituales colectivos,

que continúa siendo instrumento efectivo para

la demarcación de las fronteras que separan los

que pertencen a la comunidad de los que no

pertenecen.

Más allá de que la participación en el sis-

tema de fiestas colectivas responde a una filo-

sofía de la vida y a valores particulares, sospecho

que también constituye una forma de resistencia

de la gente a verse reducida al papel de fuerza de

trabajo anónima. No es lo mismo ser parte de

una estructura de prestigio en la que "el trabajo

luce", que ser un número más en una masa

impersonal de proletarios. Más aún, la partici-

pación en este sistema de hecho representa una

constante afirmación del rechazo a aceptar la

exclusividad de las relaciones capitalistas, al lle-

var a la práctica una forma de interacción entre

los individuos que es diferente de las relaciones

comerciales, de explotación o de dominación.

Hay quienes afirman que al expandirse

el trabajo asalariado en las ciudades cercanas, las

comunidades rurales periféricas a ellas se han

convertido en "pueblos dormitorio", a donde

los trabajadores descansan el fin de semana. Pero

creo que para la gente su pueblo representa

mucho más que eso: es el universo de relaciones

significativas y valoradas. Es en relación con él

que sus actos adquieren significado: si se trabaja

no es sólo para sobrevivir y mejorar las condi-

ciones de vida de la familia, sino también para

poder disfrutar del "gusto" que es la fiesta -y los

xalatlaquenses se definen a sí mismos como

"muy gustosos"-.

La comunidad es el espacio en el que se

pueden desplegar otras capacidades humanas

distintas de las del trabajo: allí se organiza el

tiempo del ocio, transformándolo en actividad

de recreación compartida -música, danza,

teatro, banquete ... -. La fiesta es el momento

privilegiado en el que se trasciende la rutina

cotidiana y se manifiesta la condición de miem-

bro de la comunidad.

Desde esta perspectiva, la perdurabilidad

y la intensificación de la vida ritual sería también

una forma de resistencia a perder la cohesión

comunitaria, contrarrestando las presiones dis-

gregadoras creadas por la salida de gente a tra-

bajar fuera del pueblo. Es por eso que tantos

migrantes continúan participando en las mayor-

domías y procuran regresar a su lugar de origen

para la fiesta de su pueblo.

Como en el pasado, el máximo castigo

que impone la comunidad es el exilio con pro-

hibición de regresar.

" No he encontrado indicios de que los xalatlaquenses se

reconocieran como parte de una etnia nahua más amplia, aunque

sabían bien que muchos de los pueblos de Guerrero, Morelos y

Puebla con los cuales tenían relaciones comerciales y rituale,

hablaban la misma lengua.

76,