Estigma, discriminación y concepto de enfermedad mental

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    ARTCULO ESPECIAL / SPECIAL ARTICLE

    Rev Neuropsiquiatr 76 (4), 2013.

    1 Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado Hideyo Noguchi. Facultad de Medicina Alberto

    Hurtado, Universidad Peruana Cayetano Heredia. Lima, Per.a Mdico psiquiatra.

    Estigma, discriminacin y concepto deenfermedad mental.Stigma, discrimination and concept of mental illness.

    Santiago Stucchi-Portocarrero1,a

    RESUMEN

    El estigma y la discriminacin contra los enfermos mentales han existido a lo largo de toda la historia, pese a

    los cambios conceptuales de la enfermedad mental, desde las explicaciones sobrenaturales hasta las de naturalezacientco-racional. Se presentan cinco episodios histricos representativos de abuso o persecucin contra personas

    con trastornos mentales, cada uno respondiendo a modelos conceptuales diferentes: la caza de brujas, el encierro, la

    degeneracin y la eugenesia, la lobotoma, y los hospitales-crceles soviticos.

    PALABRAS CLAVE:estigma, discriminacin, trastorno mental, psiquiatra.

    SUMMARY

    Stigma and discrimination against mentally ill people have existed throughout history, despite the conceptual

    changes of mental illness, from the supernatural explications to those of scientic-rational nature. We present

    ve representative historical episodes of abuse or persecution of people with mental disorders, each responding

    to different conceptual models: the witch hunt, the connement, degeneration and eugenics, lobotomy, and soviethospitals-prisons.

    KEY WORDS: Stigma, discrimination, mental disorder, psychiatry.

    INTRODUCCIN

    Durante la mayor parte de la antigedad seatribuy a los dioses y otros seres sobrenaturales

    la gnesis de todos los eventos inexplicables, sean

    favorables o desafortunados, incluyendo entre stos a

    las enfermedades. Por ejemplo, en la Biblia podemos

    leer las siguientes consecuencias de la desobediencia:Jehov te herir con la lcera de Egipto, con tumores,

    con sarna, y con comezn de que no puedas ser curado.

    Jehov te herir con locura, ceguera y turbacin

    de espritu(1). El hombre proyect as en los seres

    sobrenaturales sus propias vivencias subjetivas,

    animando la naturaleza con intencionalidades muy

    humanas ms no muy divinas. En ocasiones la

    dolencia no tena un origen punitivo, sino ms bien un

    propsito revelador. Como hizo decir Platn a Scrates

    enFedro: Esto sera muy bueno, si fuese evidente que

    el delirio es un mal; pero es todo lo contrario; al delirio

    inspirado por los dioses es al que somos deudores de

    los ms grandes bienes (2).

    Con el paso de los siglos empezaron a

    plantearse hiptesis ms terrenales para explicar lasenfermedades. As, en el siglo IV a.C. Hipcrates

    coment lo siguiente sobre la epilepsia: No me

    parece que sea en nada ms divina que las dems

    enfermedades, ni ms sagrada, sino que tiene tambin

    una causa natural () A mi parecer, aquellos que

    por primera vez hicieron sagrada esta afeccin eran

    lo mismo que los actuales magos y puricadores,

    vagabundos impostores y charlatanes; stos pretenden

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    ser de vehemente piedad y saber ms; pero utilizan

    lo divino para ocultar su impotencia y desconcierto

    por no contar con ninguna ayuda que ofrecer (3). La

    concepcin cientco-racional de las enfermedades

    mentales lograra paulatinamente compartir su lugar

    con las explicaciones mgico-religiosas hasta llegar a

    un predominio sobre las mismas, luego de sobrevivir a

    un pronunciado debilitamiento medieval.

    Sin embargo, aunque el concepto cientco-

    racional ha permitido una mejor comprensin de los

    fenmenos psicopatolgicos, as como un innegable

    desarrollo teraputico durante la ltima centuria,

    su preeminencia no logr extinguir el estigma ni la

    discriminacin contra el enfermo mental. Por otro lado,

    la actividad mdica cientca no siempre se ha ejercido

    de manera impoluta, sino que muchas veces se ha visto

    tergiversada por ideologas sociales y polticas de

    diversa ndole. De este modo, el estigma ha persistido

    cambiando nicamente de disfraz: los posedos

    medievales pasaron a ser sucesivamente incurables,

    degenerados o disidentes polticos. Vctimas todos

    ellos de discriminacin y en muchos casos de abusos

    o franca persecucin y exterminio, llevados a cabo

    bajo la batuta de un supuesto conocimiento cientco

    objetivo y desprejuiciado.

    Se presentan a continuacin cinco episodios

    histricos en los cuales conceptos muy distintos sobrela enfermedad mental se asemejaron al momento de

    propiciar actos negativos contra quienes la padecan:

    LA CAZA DE BRUJAS

    Durante la edad media predomin claramente el

    concepto mgico-religioso de la enfermedad mental,

    imponindose la idea de la posesin diablica para

    intentar explicar algunos casos de comportamientos

    extraos y perturbadores. No obstante, la cura

    medieval de la posesin estaba dirigida por lo general

    a expulsar al demonio del cuerpo y no hacia el cuerpomismo, siendo relativamente raros los actos de

    crueldad contra los supuestos posedos. Inclusive en

    el Concilio de Paderborn (ao 785) la Iglesia Catlica

    conden la creencia en brujas as como la persecucin

    de las mismas, y mediante el Canon Episcopi (ao

    906) consider los temas de la brujera como enormes

    mentiras (4). Tal situacin fue cambiando desde

    nales de la edad media.

    En 1484 el Papa Inocencio VIII promulg la bula

    Summis desiderantes affectibus, derogando en la

    prctica elCanon Episcopiy propiciando la persecucin

    de la hechicera (4). ElMalleus Mallefcarum, escrito

    por dos monjes dominicos y publicado en 1487, dio

    el marco terico perfecto para la caza de brujas. La

    supuesta poseda -generalmente mujer y muchas veces

    enferma mental- no era ms una pobre vctima, si no

    alguien que haba optado voluntariamente por el mal,alguien en quien no haba redencin alguna, por lo cual

    deba liberarse el alma envilecida quemando el cuerpo

    corrupto. La hoguera devino as en acto puricador

    y misericordioso, y decenas de miles de supuestas

    brujas terminaron quemadas en la hoguera. El carcter

    misgino y antiertico (5) de estos hechos no fue

    casual; para los autores del Malleus, haba motivos

    para que la mayor cantidad de brujas perteneciera al

    sexo femenino: la razn natural es que (la mujer) es

    ms carnal que el hombre, como resulta claro de sus

    muchas abominaciones carnales. Y debe sealarse que

    hubo un defecto en la formacin de la primera mujer,

    ya que fue formada de una costilla curva, es decir,

    la costilla del pecho, que se encuentra encorvada,

    por decirlo as, en direccin contraria a la de un

    hombre. Y como debido a este defecto es un animal

    imperfecto, siempre engaa (6). Los procesos por

    brujera no fueron patrimonio de la Iglesia Catlica,

    siendo continuados con entusiasmo por los seguidores

    reformistas de Lutero y de Calvino. La tormenta

    amain a partir del siglo XVIII, aunque no ces del

    todo hasta principios del siglo XIX, calculndose en

    decenas de miles el total de vctimas. Tales fueron losresultados de una concepcin sobrenatural del mundo

    llevada al extremo.

    EL ENCIERRO

    Segn Foucault, en 1656 el rey Luis XIV decret

    el encierro de todos los elementos marginales de

    la sociedad. As indigentes, bandoleros, vagos,

    prostitutas, menesterosos y, sobretodo, pordioseros,

    constituan la mayor parte de este ejrcito monstruoso

    de lo irracional; no obstante, sus dirigentes simblicos

    eran los locos y los idiotas (7). Aunque posteriormentese ha cuestionado la teora foucaultiana de un encierro

    masivo y relativamente sbito de los locos como parte

    de una conspiracin estatal contra la irracionalidad

    en aras de un orden social burgus, de todos modos a

    partir del siglo XVII se impuso una visin manicomial

    del trastorno mental, edicndose enormes

    establecimientos especcos para el connamiento de

    todos los llamados insanos.

    Pero si algn propsito humanitario pudo haber

    motivado la fundacin de los hospitales generales,

    aqul se fue desvirtuando con el tiempo debido a las

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    condiciones imperantes en el interior de los mismos.

    Foucault nos brinda la siguiente aterradora descripcin

    de la Salptrire a nes del siglo XVIII: Las locas

    atadas por excesos de furor son encadenadas como

    perros a la puerta de su cuarto, y separadas de los

    guardianes y de los visitantes por un largo corredordefendido por una verja de hierro; se les pasan entre

    los barrotes la comida y la paja, sobre la cual se

    acuestan; por medio de rastrillos se retira una parte de

    las suciedades que las rodean (8). En el Per, Jos

    Casimiro Ulloa inform lo siguiente en 1857 acerca

    de las loqueras de los hospitales San Andrs y Santa

    Ana: Hemos recorrido esas especies de crceles

    que en Lima se honra con el nombre de casa de

    locos, nuestro corazn ha sido cruelmente herido de

    pesadumbre y angustia. Al ver el semblante de estos

    desdichados recostados en inmundos colchones sobre

    el suelo, o sobre gruesas tarimas, encerrados a pares

    en estrechas y hmedas celdas, sin ms mueble que las

    vasijas de barro indispensables a sus ms apremiantes

    necesidades, al verlos atados a las paredes de ellas con

    cadenas de hierro, o colocados sus pies en un cepo,

    al mirarlos vagar por un corredor estrecho, sin otro

    cuadro a que volver los ojos que el espectculo de las

    desgracias de sus compaeros de crcel, no hemos

    podido alejar de nuestra memoria el recuerdo de las

    lastimosas escenas de que hemos hecho mencin (9).

    El viajero suizo Johann Jakob von Tschudi relat que

    el 30 de noviembre, el da de San Andrs, se permiteel acceso al pblico (al Hospital de San Andrs).

    Esta ocasin es aprovechada por los habitantes de

    Lima para poder divertirse mirando a los locos. Es un

    espectculo escandaloso ver a estos infelices expuestos

    como objetos de burlas y de curiosidad del pblico. La

    coleccin de limosnas de los numerosos visitantes es

    el n de esta costumbre, pero aun as es reprochable

    (10).

    A nes del siglo XVIII Philippe Pinel instaur el

    denominado tratamiento moral (aunque vale aclarar

    que Vincenzo Chiarugi se le haba adelantado enItalia), dejando atrs las cadenas y los grilletes, que

    formaban parte habitual del trato a los internos. La

    tarea, sin embargo, no fue sencilla, y debi tropezar

    con cuestionamientos como el de Couthon, quien le

    espet lo siguiente: Caramba, ciudadano! Es que

    t mismo ests loco, para querer desencadenar a

    semejantes animales? (8). Aunque lleg tarde al Per,

    la reforma dio impulso a la fundacin del Hospicio de la

    Misericordia en 1859, lugar donde fueron trasladados

    todos los enfermos mentales de San Andrs y Santa Ana.

    Sin embargo, los alienistas del siglo XIX no buscaron

    desligarse del manicomio; por el contrario, centraron

    la cura del enfermo en el establecimiento mismo. El

    encierro no era, en su concepto, el camino hacia la

    terapia, era la terapia misma (11). Lamentablemente

    el encierro curativo pronto mostrara sus lmites;

    pocos aos despus de inaugurado, el Hospicio de

    la Misericordia ms conocido como el Manicomiodel Cercado- se encontraba hacinado y con pocos

    recuerdos de las buenas intenciones fundacionales. En

    1918 debi mudar a sus internos al Asilo Colonia de la

    Magdalena (el actual Hospital Vctor Larco Herrera),

    el cual repetira la triste historia de hacinamiento,

    maltrato y abandono estatal durante dcadas. En su

    sincera vocacin por incluir al mayor nmero posible

    de curables, el modelo manicomial llevaba en s

    mismo los grmenes de su autodestruccin (muy

    recomendable en este punto resulta la novela El

    aliniesta, de Joaquin Mara Machado de Assis, 2008).

    LA DEGENERACIN Y LA EUGENESIA

    En 1857 Bnedict Augustine Morel plante que la

    degeneracin es un proceso acumulativo e irreversible

    de desviacin del tipo humano normal, que progresaba

    a travs de sucesivas generaciones hasta terminar en

    la extincin; de este modo, la historia familiar puede

    revelar una decadencia que va desde la neurosis,

    pasando por el alcoholismo, la prostitucin, la

    criminalidad y la psicosis, hasta llegar a la imbecilidad

    y esterilidad. El individuo degenerado poda serloen todos los aspectos imaginables; la descripcin

    de Debay es elocuente: Su fsico es enfermizo, su

    inteligencia muy poco por encima de la bestia: la

    mayor parte son sordos o mudos y pasan su vida en la

    pereza y en la imbecilidad. (...) de limitada inteligencia,

    malos y traidores, pero debemos aadir que son,

    adems, lascivos como los monos, y no sera prudente

    dejar a una joven sola con ellos (12). La teora de

    la degeneracin alcanz particular relevancia en la

    criminalstica, mediante las ideas de Cesare Lombroso

    y su concepto del criminal nato, tipo degenerado

    con estigmas fsicos que lo delatan, tales comoprognatismo y frente estrecha; una reminiscencia del

    hombre primitivo (13). En el mbito de la sexualidad,

    Richard von Krafft-Ebing tipic las perversiones

    sexuales como signos funcionales de degeneracin,

    incluyendo en aquel vasto grupo la aparicin infantil

    de la sexualidad, la reaparicin senil de la sexualidad,

    el sadismo, el masoquismo, la satiriasis, el fetichismo

    y la homosexualidad, entre muchos otros (14).

    El nihilismo teraputico del degeneracionismo, as

    como la frontera zanjada entre el ser humano ideal y

    el degenerado, llevaran a la postre a desarrollar la

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    LOS HOSPITALES-PRISIONES SOVITICOS

    Durante las dcadas de 1970 y 1980, cientos o quizs

    miles de disidentes polticos de la Unin Sovitica

    fueron connados en hospitales psiquitricos. El

    marco terico apropiado lo dio el psiquiatra AndriSnezhnevski y su denicin de esquizofrenia

    lenta, como un trastorno de lmites bastante laxos

    entre cuyos criterios guraban: originalidad,

    temor y desconanza, formulaciones ideolgicas

    peculiares, religiosidad, () apasionamiento, ()

    mala adaptacin al ambiente social, () reformismo

    (21). De este modo, por el solo hecho de expresar una

    opinin abiertamente contraria al gobierno, cualquiera

    poda ser sometido a una evaluacin psiquitrica y

    connado en un hospital. Aquellos considerados como

    especialmente peligrosos tenan como destino un

    hospital de mxima seguridad, a cargo del Ministerio

    del Interior Ruso. Adems del encierro, los maltratos

    fsicos, la mala alimentacin, la falta de higiene y

    la compaa de enfermos mentales agresivos, los

    disidentes polticos eran sometidos a altas dosis de

    neurolpticos, sesiones frecuentes de electrochoque e

    insulinoterapia, y adems al uso de atropina y sulfazina

    (22,23).Muchas de estas personas desarrollaron

    sntomas de estrs postraumtico, y su salida de la

    reclusin estuvo marcada por el estigma, la soledad,

    la desesperanza y evidentemente la desconanza

    hacia cualquier tipo de ayuda mdica psiquitrica (22).

    La explicacin a los hospitales-prisiones soviticos

    probablemente vaya ms all de una burda intromisin

    estatal en los fueros de la psiquiatra, y comprenda

    una ideologizacin extrema de la especialidad (y

    de la sociedad en general), que lleva a considerar

    como obviamente patolgico el oponer resistencia al

    pensamiento correcto del rgimen, inculcado como

    dogma incuestionable desde temprana infancia. Y en

    esto la ideologa poltica puede terminar asemejndose

    al fanatismo religioso. Tal es el peligro no solo de la

    dependencia ideolgica de la psiquiatra, sino tambinde la laxitud y subjetividad en sus conceptos, sumada a

    una actitud paternalista y al uso del tratamiento como

    ejercicio de poder sobre los dems.

    CorrespondenciaSantiago Stucchi-Portocarrero

    Correo electrnico: [email protected]

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