ESTILO DE LIDERAZGO EN EL AULA
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EL DOCENTE COMO LIDER
Cuando nos ubicamos como docente comúnmente nos imaginamos como aquel
maestro que nos ha dejado una onda huella en nuestra trayectoria académica,
que se ha formado como un modelo a seguir, pero lamentablemente nuestra
práctica docente dista mucho de este pensamiento.
A veces pasamos por alto que al elegir ser docente debemos tener en cuenta:
1. Nuestra personalidad y como expresamos nuestros sus sentimientos e
ideas.
2. La estructura de grupo a la que impartimos clases, dado que no es
aconsejable aplicar tácticas democráticas allí donde existe una tradición
autoritaria; por lo menos, durante el periodo inicial de la relación líder-
grupo.
3. Tener presente la tarea que se tiene entre manos.
4. La situación por lo que uno atraviesa, en caso de emergencia nos
facilitaría un líder autoritario en un inicio para designar tareas que den
solución al problema.
5. El tamaño del grupo, en grupos pequeños un líder democrático permite
tomar decisiones llegando a un consenso. En grupos numerosos la
presencia de un líder autoritario facilitaría las cosas.
Como habremos visto el tipo de liderazgo aplicado en el aula depende de
situaciones y características especiales del grupo, así como de nuestra
personalidad.
En razón a lo anterior, no es recomendable la aplicación permanente y rígida
de un solo estilo de liderazgo a lo largo de toda la existencia del grupo, es
preferible adaptar de acuerdo a la demanda de la personalidad, estructura del
grupo, la tarea, la situación y el tamaño del grupo.
Por lo que es necesario que el docente pueda:
Expresar con franqueza sus ideas y sentimientos.
Estar dispuestos a recibir ideas y sentimientos nuevos.
Correr riesgos y experimentos con su propia conducta.
La forma de dirigir un grupo influye poderosamente en la calidad del
aprendizaje.
Generar las condiciones para crear un clima cordial de aceptación.
Generar la colaboración en la ejecución de las tareas, teniendo la
característica principal de la ayuda mutua.
Es por ello que debemos erradicar la idea que el trabajo docente solo consiste
en transmitir únicamente el contenido del curso y no motivar; debemos saber
que cuando la transmisión de asignaturas generan desinterés en los alumnos
no logran sus propósitos, es por eso que el tiempo necesario para motivar al
alumno es importante, ya que aprenden más a prisa; es por ello que los
docentes de aula deben de gozar de una credibilidad y liderazgo al interior del
aula.
La importancia de la motivación de los alumnos depende del liderazgo del
docente en el aula para que los alumnos aumenten su capacidad de recepción
de las asignaturas, mejoramiento de la conducta y estimulación para aprender
más.
Recordemos que optar por un modelo de liderazgo optamos por un estilo de
sociedad, por un tipo de futuro ciudadano, por una forma futura de decidir y
solucionar problemas, por una forma de cambio. ES POR ESO QUE NUESTRA
FUNCIÓN COMO LÍDERES EDUCATIVOS ES MUCHO MÁS
TRASCENDENTAL QUE LA DE OTRO CUALQUIER LIDER
ORGANIZACIONAL.
CONCLUSIONES
El Docente no sólo debe limitar a ejercer funciones en un aula, sino que debe
ser consciente que su labor puede extenderse a otros ámbitos de su entorno,
todo docente está llamado a cumplir una misión especial, y es la de ser líderes
en el campo educativo en que se desenvuelve.
El perfil docente que debe actuar eficazmente como promotor dentro del
ámbito de la comunidad educativa y circundante debe reunir algunas de las
siguientes cualidades:
1. Lo primero que debe tener docente líder para sus alumnos es una alta
expectativa en ellos, en sus talentos y aptitudes, en creer
verdaderamente que ellos pueden alcanzar grandes logros.
2. La posesión de un estado de equilibrio y madurez psíquica que le
permita enfrentarse adecuadamente a los diversos problemas y
múltiples presiones que pueda llevar consigo un trabajo tan complejo
como el de líder.
3. Confianza en las capacidades del grupo y de sus alumnos, para resolver
sus propios conflictos y evolucionar adecuadamente.
4. Flexibilidad mental y emotiva, que implicaría una capacidad de saber
analizar rápido y con precisión las causas potenciales de un determinado
conflicto y articular posibles soluciones.
5. Apertura, tolerancia y disponibilidad a los otros, a sus sentimientos,
sugerencias e ideas, que conllevaría un esfuerzo para no juzgar a los
alumnos desde nuestros propios esquemas de referencia.