Estudio fedra- Jean Racine

13
La culpable estratagema del amor: Un análisis de Fedra y Andrómaca de Racine Introducción: Mucho se ha dicho y escrito sobre el teatro de Racine, ejemplo de lo mejor que nos ha legado el clasicismo francés. Teatro del amor, del encierro o del poder, se inserta a su vez en la tradición clásica y en su propia época 1 . Primeramente, la obra de Racine fue catalogada como “el teatro de la pasión”. Posteriormente, Barthes, discutiendo con la crítica anterior a él, afirmó que su teatro no es tanto sobre pasiones, sino sobre las relaciones de codicia y de autoridad (Barthes, p. 54) que obsesivamente reaparecen en sus obras, y en la vida misma. Por su parte, Lucian Goldman, en su estudio de tipo histórico- sociológico, concluye que la visión trágica es la base del pensamiento jansenista, y es lo que subyace en la obra de Racine. Tampoco podemos dejar de recordar la fuerte carga psicoanalítica que contiene su obra, en la que encontramos personajes con padres ausentes, personajes encerrados y culpables. Más allá de los distintos aportes que estos ilustres investigadores nos han legado, no podemos desconocer la carga pasional que recorre sus obras, pasiones en estado puro e hiperbólico. En este sentido, me inclino a considerar la primera opción como la base del teatro racineano, pero incluyendo en ella dos constantes que recorren Andrómaca y Fedra por completo, y que configuran esta particular concepción de las pasiones, a saber: 1) En estas obras, el amor y el odio son dos caras de una misma moneda, no se complementan sino que son en esencia lo mismo, correspondiéndose necesariamente; y 2) la culpa es subsidiaria de este amor-odio, y se relaciona con la incapacidad de los personajes de ser correspondidos por sus amados, así como de serlo por las “imágenes” de sus respectivos padres. En vistas de este planteo, podemos pasar a desarrollar la particular concepción de las pasiones en el teatro de Racine. 1 Ya desde sus prefacios, Racine dialoga tanto con su época como con la tradición clásica. Por ejemplo, en el primer prefacio a Andrómaca, inserta un pasaje de Virgilio que pone en boca de Eneas la trama básica de la obra, y a continuación explica qué elementos dejó y cuáles prefirió reformular en miras al decoro y en cumplimiento de las reglas para satisfacer al público francés... (Racine, pp. 69-71)

Transcript of Estudio fedra- Jean Racine

Page 1: Estudio fedra- Jean Racine

La culpable estratagema del amor:

Un análisis de Fedra y Andrómaca de Racine

Introducción:

Mucho se ha dicho y escrito sobre el teatro de Racine, ejemplo de lo mejor

que nos ha legado el clasicismo francés. Teatro del amor, del encierro o del

poder, se inserta a su vez en la tradición clásica y en su propia época1.

Primeramente, la obra de Racine fue catalogada como “el teatro de la pasión”.

Posteriormente, Barthes, discutiendo con la crítica anterior a él, afirmó que su

teatro no es tanto sobre pasiones, sino sobre las relaciones de codicia y de

autoridad (Barthes, p. 54) que obsesivamente reaparecen en sus obras, y en la

vida misma. Por su parte, Lucian Goldman, en su estudio de tipo histórico-

sociológico, concluye que la visión trágica es la base del pensamiento

jansenista, y es lo que subyace en la obra de Racine. Tampoco podemos dejar

de recordar la fuerte carga psicoanalítica que contiene su obra, en la que

encontramos personajes con padres ausentes, personajes encerrados y

culpables.

Más allá de los distintos aportes que estos ilustres investigadores nos han

legado, no podemos desconocer la carga pasional que recorre sus obras,

pasiones en estado puro e hiperbólico. En este sentido, me inclino a considerar

la primera opción como la base del teatro racineano, pero incluyendo en ella

dos constantes que recorren Andrómaca y Fedra por completo, y que

configuran esta particular concepción de las pasiones, a saber: 1) En estas

obras, el amor y el odio son dos caras de una misma moneda, no se

complementan sino que son en esencia lo mismo, correspondiéndose

necesariamente; y 2) la culpa es subsidiaria de este amor-odio, y se relaciona

con la incapacidad de los personajes de ser correspondidos por sus amados,

así como de serlo por las “imágenes” de sus respectivos padres.

En vistas de este planteo, podemos pasar a desarrollar la particular

concepción de las pasiones en el teatro de Racine.

1 Ya desde sus prefacios, Racine dialoga tanto con su época como con la tradición clásica. Por ejemplo, en el primer prefacio a Andrómaca, inserta un pasaje de Virgilio que pone en boca de Eneas la trama básica de la obra, y a continuación explica qué elementos dejó y cuáles prefirió reformular en miras al decoro y en cumplimiento de las reglas para satisfacer al público francés... (Racine, pp. 69-71)

Page 2: Estudio fedra- Jean Racine

La culpable estratagema del amor: un análisis de Fedra y Andrómaca de Racine Natalí Mel Gowland, Universidad Nacional de La Plata.

1

El amor-odio-amor:

¿Que le odio?, en fin, señor, ¿Que antes le amaba? (…) Mientras viva, señor, temed que le perdone;

Dudad hasta que muera de mi ira inconstante: Si no muere hoy, tal vez le ame mañana.

(Racine, Andrómaca, p. 129)2

Roland Barthes postula que el tema que subyace al teatro de Racine:

…no se trata en absoluto de un conflicto de amor que pueda oponer a dos seres, uno de los cuales ama mientras el otro no. La relación esencial es una relación de autoridad, y el amor sólo sirve para revelarla (…). El teatro de Racine no es un teatro del amor, su tema es la aplicación eficaz de una fuerza en la entraña de una situación generalmente amorosa. (Barthes, p. 67)

Y, especifica que dicha situación se podría traducir a la fórmula:

A tiene todo el poder sobre B.

A ama a B, quien no lo ama.

Sin embargo, algo parece no cuadrar en dicha fórmula. Siendo A quien ama

a B (Pirro a Andrómaca, Orestes a Hermione, Hermione a Pirro y Fedra a

Hipólito), y dado los acontecimientos, podemos decir que todo el poder (el

poder real) lo posee B sobre A, y no A sobre B. Tanto es así, que Hermione (B)

logra dominar a Orestes (A) para que asesine por ella y llevándolo, finalmente,

a la locura; Pirro (B), en un ataque de furia hacia Andrómaca, convence a

Hermione (A), que lo ama pero que fue traicionada por él, para que lo vuelva a

aceptar por esposo; y después de muerto por sus órdenes, su recuerdo y la

culpa determinan que Hermione muera por su propia mano; Hipólito (B) es

amado por Fedra (A), y ya que en su castidad reside la infecundidad de dicho

amor, es quien determina finalmente que no haya posibilidad para dicha

pasión, de lo cual depende el curso de las cosas. Y sobre todo el caso por

antonomasia de Andrómaca (B), quien es amada por Pirro (A), su amo y quien

en apariencias tiene “todo el poder” sobre ella, pero que sin embargo es

completamente doblegado a su voluntad al aceptarlo como esposo. Incluso

Pirro lo sabe, y le espeta a Andrómaca, respecto a Hermione: “el destino a una

y otra quiso aquí conduciros, // a vos como cautiva, a ella para cautivarme. //

2 A partir de aquí, todas las citas que no mencionen específicamente otro autor corresponden al texto de Racine Andrómaca – Fedra citado en bibliografía, y los subrayados presentes son míos.

Page 3: Estudio fedra- Jean Racine

La culpable estratagema del amor: un análisis de Fedra y Andrómaca de Racine Natalí Mel Gowland, Universidad Nacional de La Plata.

2

¿No se diría mejor, (…) // que es ella la cautiva, y vos la que reináis?” (p. 90)

La “inocente estratagema de su amor” termina con Andrómaca reinando, sus

enemigos muertos y su hijo Astianacte como promesa para restaurar el caído

reino de Troya…

Así, el poder que A detenta sobre B no es real, sino sólo en el plano del

mundo, que en definitiva es el plano ficticio. Siendo que la verdad reside en la

realidad del personaje trágico, que es quien puede emanciparse del mundo, no

cabe duda de que sea B quien posee todo el poder sobre A.

A su vez, también habría que redefinir la segunda parte de la fórmula, y

aquí se inscribe la cuestión de que trata este apartado: el amor es amor y odio,

al mismo tiempo. Como suele suceder en los personajes trágicos, que deben

generar temor y compasión para que en el público surta el efecto catártico de la

obra, estos seres se debaten constantemente (y de hecho ésa es una de sus

principales características), ya que por naturaleza no son ni excesivamente

buenos, ni excesivamente malos. En esos vaivenes, pasan del amor al odio y

del odio al amor sin rodeos, e incluso inconscientemente. Analicemos caso a

caso.

a) Orestes ama/odia a Hermione, y viceversa. En la primera escena del

primer acto de Andrómaca, nos encontramos con Orestes, un personaje que,

permanentemente busca guía y hace lo que dice que no hará (retornar a

Hermione, amarla a pesar de todo), o dice lo que no hace (raptar a Hermione,

desafiando a todos, por ejemplo). Se debate constantemente: “¡Ay! ¿Quién

puede decir qué destino me guía? // Por amor voy en pos de una mujer de

hielo; // ¿Quién sabe lo que la suerte me tiene reservado // y si aquí he de

encontrar la vida, o bien la muerte?” (p. 78, los subrayados son míos). Ya

desde el inicio intuimos que Orestes no posee voluntad propia, pues la “suerte”,

el destino y Hermione son la misma cosa (es ella quien, caprichosamente,

determina absolutamente sus acciones), y ambos lo saben; “Orestes: -Así

pues, dispuesto a partir, vengo a que decidáis cuál es mi destino” (p. 97);

“Hermione: -Id. Dejadme guiar vuestro destino” (p. 131)…

A su vez, en repetidas ocasiones encontramos expresiones tales como:

“¿Qué hechizo os encadena?” (p 78), o “Vuestra alma, esclava de un amor”

(p.78), o bien “mi entonces cautivo corazón” (p.79). Es decir, el amor del

príncipe por Hermione se define como un amor esclavo, y esto no es un dato

Page 4: Estudio fedra- Jean Racine

La culpable estratagema del amor: un análisis de Fedra y Andrómaca de Racine Natalí Mel Gowland, Universidad Nacional de La Plata.

3

menor. ¿Acaso se puede amar a quien limita nuestra libertad? ¿O se puede

odiar a quien, aunque esclavista, es objeto de nuestro amor? De ahí una de las

contradicciones en las que está sumido Orestes, y de la cual no puede

escapar. Orestes pretende, en sus cavilaciones, olvidar a Hermione, castigar

sus desprecios, raptarla, convencerla, ser objeto de su amor o morir a sus pies

(p.80), todo prácticamente en simultáneo, y ni siquiera es capaz de distinguir,

racionalmente, qué sentimiento predomina en él: “Reconozco la huella de mi

pasión mal extinguida. Siento que la trayectoria de mi odio se acaba; o más

bien, siento que todavía la amo” (p. 80).

En el caso de Hermione hacia Orestes, comentaremos brevemente que el

principal objeto de su pasión es Pirro (lo cual analizaremos en el apartado b.),

mas Orestes es querido por ella sólo cuando no es más que un recuerdo ; es

evocado cuando no está pero, cuando se halla presente, Hermione preferiría

que no estuviera (p. 92, 98). Como su sentimiento no puede catalogarse de

“amor”, tampoco puede pensarse que Hermione odie a Orestes; es

sencillamente indiferente a él. Piensa en él como un amor seguro, alguien que

le profesa el amor que a ella le es negado, y por tanto lo ve como una

posibilidad si no de ser feliz, al menos de salvar su palabra mancillada. Incluso

sabiendo que no es objeto de su amor, Orestes acepta esas condiciones:

“Juntemos nuestros odios en un común ataque” (p. 99), es decir, no su amor.

Hermione lo utiliza como la mano ejecutora de su venganza, en pos de un

orgullo menoscabado, y cuando él finalmente la lleva a cabo (por amor, y por

encima del respeto que le profesaba a Pirro y del temor a asesinarlo que

sentía), es despreciado (p. 142). Ya Hermione, anteriormente, le había

anticipado lo que habría de suceder: “…y aun siendo un ingrato [Pirro], me será

más dulce // morir a su lado que vivir junto a vos” (p. 130).

b) Hermione ama/odia a Pirro, y viceversa: la relación que Hermione

profesa a Pirro es la más paradigmática al hablar de amor/odio como la misma

cosa. Todo el furor de Hermione parece derivar directamente de esta pasión,

que es nominada alternativamente con uno u otro nombre (ver cita al inicio del

apartado). Considerando que Hermione ha sido traicionada, y con ello la

antigua legalidad que representa, no es de extrañar que su furia se deje sentir

sobre todo lo que toca: no perdona a Pirro, a quien manda asesinar; ni a

Andrómaca, que le implora clemencia por su hijo, y a quien responde con

Page 5: Estudio fedra- Jean Racine

La culpable estratagema del amor: un análisis de Fedra y Andrómaca de Racine Natalí Mel Gowland, Universidad Nacional de La Plata.

4

insolente indiferencia; ni a Orestes, que habiendo dado su cordura por ella, no

será jamás correspondido. Claramente, ama a Pirro tanto como lo odia, pues la

dimensión de ese odio es directamente proporcional a la de su amor: “¿Qué si

le odio, Cleone? Va en ello mi honor, // después de tantas bondades que no

quiere recordar. // ¡Él, a quien tanto quise y que me ha traicionado! // ¡Le he

amado demasiado para no odiarle ahora!” (p. 93). Y lo mismo asegura a

Orestes: “No envidiéis el destino de Pirro. // Os odiaría demasiado” (p. 98). Mas

como todo personaje trágico, no puede dejar de debatirse, pues su naturaleza

es dual, al igual que su pasión:

¡Ah, no poder saber si amo o si odio! (…) // ¡El cruel! ¡Qué mirada la suya al despedirme! // ¡Y aun le compadezco! Y, para colmo de males, // mi corazón, mi pobre corazón, ¡se pone de su lado! // ¡Dispuesta a mi venganza, quiero ya perdonarle! // ¡Que perezca! (…) Cree que, siempre débil, de vacilante corazón, pararé con una mano los golpes que aseste con la otra. (…) // y, en definitiva, me obligó a desearlo. // ¿Desearlo? ¿Pero cómo? ¿Soy yo quien lo ordena? // ¿Se deberá su muerte al amor de Hermione? (pp. 136-137)

Como efectivamente podemos comprobar a lo largo de la obra, el personaje

de Hermione sufre continuos desdoblamientos, que se hacen efectivos

mediante la utilización que hace la princesa de la tercera persona para referirse

a sí misma. Su corazón es tan vacilante, que efectivamente desearía amar a

Orestes pero no puede, y desearía odiar a Pirro, y tampoco lo logra. La muerte

del amante de Andrómaca se deberá, por tanto, al odio y al amor de Hermione,

que son peligrosos en igual medida, y que conducen todas sus conductas.

Como a Orestes guía el amor (o el des-amor, en su caso), a Hermione la

domina su pasión furiosa, que suele traducirse en silencio en los momentos

culmines: como la palabra la traicionó en el momento del amor, pues “No supe

envolverme en el misterio del silencio // ¿Y quién no hubiera sido como yo, tan

sincera y confiada en los sagrados juramentos del amor” (p.95), entonces opta

por el silencio a la hora de odiar. Así, antes de dictar su sentencia de muerte a

Pirro (porque cuando lo pide a Orestes, ya lo tenía decidido), Cleone le

recrimina, ante la injuria de la palabra rota y empeñada en cambio a la

extranjera, Andrómaca: “y aun así, vuestros labios, mudos ante el insulto // ¿no

se dignan abrirse para quejarse de él? // ¡Ah, cómo temo, señora, tan funesta

calma!” (p. 126); lo mismo llama la atención a Pirro, que considera que la

palabra será su castigo, pero que en verdad sabe que yace en su silencio:

Page 6: Estudio fedra- Jean Racine

La culpable estratagema del amor: un análisis de Fedra y Andrómaca de Racine Natalí Mel Gowland, Universidad Nacional de La Plata.

5

“Dadme todos los nombres que se da a los perjuros: // temo a vuestro silencio y

no a vuestras injurias; // mi corazón, aportando mil secretos testigos, // me dirá

tantas más, cuanto menos digáis” (p. 132). Sin la desmesura de este

personaje, no habría tragedia entre “estos tres corazones que no supieron

entenderse”. Aunque en la trama subyace el temor por la posible –y muy

lejana- restauración de Troya por parte del hijo de Héctor, Hermione lo deja

claro; “…que el ingrato comprenda // que muere por mi causa, no por razón de

Estado” (p. 131).

Ahora, respecto del “amor” de Pirro hacia Hermione, es tan voluble como su

palabra. Completamente emancipado de las imposiciones sociales y de los

juramentos que prestó (a Menelao, figura del padre y de los griegos en su

conjunto), la toma como un sustituto momentáneo cuando es rechazado por

Andrómaca, para quitarle su palabra por segunda vez al ser “correspondido”

por la troyana… No extraña que Hermione sea asimilada al papel de “furia”,

pues estas figuras perseguían a los perjuros en vista de las instituciones más

sagradas para el pueblo griego. El matrimonio era una de ellas…

c) Pirro ama/odia a Andrómaca, y viceversa: El amor de Pirro, como dijimos

anteriormente, uno de los personajes más “emancipado” del mundo, es

igualmente, puro, incontaminado, emancipado. Su amor es incondicional, al

punto de ofrecerle a Andrómaca su honor y su reino. Cefisa, tratando de

convencer a Andrómaca, le aconseja justamente: “todo lo pone a vuestros pies

a cambio de vuestro corazón. // De él, de su pueblo todo, os hace soberana. //

¿Un vencedor así merece tanto odio?” (p. 123) Sin embargo, Pirro es

consciente de la herencia que pesa entre ellos, y por momentos, al verse no

correspondido, pretende odiarla: “Su beldad le da fuerzas; a pesar de mi

cólera, // la orgullosa espera que me rinda a sus pies. // Es la viuda de Héctor y

yo el hijo de Aquiles // Hay demasiado odio entre Andrómaca y Pirro” (p. 103)3.

Su odio y su amor están, nuevamente, indiferenciados; son igualmente

intercambiables que para Hermione y para Orestes: “mi corazón, en adelante //

si no ama con pasión, odiará con furor. // Nada perdonaré en mi justa cólera”

(p. 91). Intenta sofocar sus sentimientos –y sobre todo, el desprecio de

Andrómaca- con pensamientos odiosos:

3 Insistiremos en este punto en el apartado acerca de la culpa en correlación al amor-odio, p. 9

Page 7: Estudio fedra- Jean Racine

La culpable estratagema del amor: un análisis de Fedra y Andrómaca de Racine Natalí Mel Gowland, Universidad Nacional de La Plata.

6

¿Amarla yo? ¿A una ingrata // que más me odia, cuanto mas la amo? (…) // una extranjera… ¿qué digo? Una esclava en Epiro // No, no, lo he jurado, inexorable es mi venganza; es preciso justificar su odio de una vez. // Morirá por ello, Fénix, y yo seré la causa (p. 105)

Al igual que Hermione, ama pero quiere odiar, y odia pero quiere amar al

mismo tiempo. La palabra de Pirro es nuevamente voluble, ya que no sólo no

es cumplida en este caso tampoco sino que, por el contrario, todo se lo deja a

Andrómaca, en detrimento de su pueblo, de su prometida y de sus juramentos

anteriores, pues “el amor triunfa, y, por azar funesto, // Andrómaca consigue un

corazón al que detesta: // uno del otro en pos, iremos al altar // para jurarnos, a

pesar nuestro, un amor eterno” (p. 132)…

El caso de Andrómaca es el más extraño, y por eso queda, en cierta forma,

fuera de ese triángulo de corazones que no saben entenderse. Ella es el

personaje trágico por excelencia, y su debate no es tanto sobre el amor/odio

hacia Pirro, sino sobre el amor a Héctor y a su hijo, o sobre el odio hacia Pirro y

lo que los griegos hicieron a su vida, destruyendo su ciudad y cegando la vida

de sus seres más queridos. La astucia de Andrómaca, presentada como una

pobre viuda, llorosa y esclava, no deja de sorprender. Claramente lo dice

Cleone, la doncella de Hermione: “Andrómaca, (…) // incapaz como siempre de

amar o de odiar, // parece obedecer sin alegría y sin protestas” (p. 137).

Andrómaca es, de hecho, el personaje de la obra que menos se debate, sin

monólogos (aunque algunos de los pasajes con Cefisa en el acto III, escena

VIII podrían tomarse como tales), y que termina decidiendo en pos de su hijo,

pero sólo por ser imagen de Héctor, y prenda de su amor (p. 121). No es de

extrañar que, cuando la decisión está finalmente tomada, Andrómaca decida:

“salvando mi honor, cumpliré lo que debo // a Pirro, a mi hijo, a mi esposo y a

mí. // He ahí la inocente estratagema de mi amor” (p. 125).

d) Fedra ama/odia a Hipólito. Hipólito es, como Andrómaca, un príncipe

“extranjero”, objeto del amor de Fedra en este caso. En esta obra, el tópico

amor-odio es visible también desde el inicio: En principio, Fedra hace creer a

todos que odia a Hipólito, busca una cierta paz en el hecho de verse

correspondida en ese odio, y hasta trata de convencerse del suyo propio para

calmar su corazón. En el momento de su declaración, Fedra le dice a Hipólito:

“Aunque me odiaseis, no me quejaría, Señor. // Siempre me habéis visto

obstinada en dañaros (…) // No obstante, si sólo el odio puede atraer vuestro

Page 8: Estudio fedra- Jean Racine

La culpable estratagema del amor: un análisis de Fedra y Andrómaca de Racine Natalí Mel Gowland, Universidad Nacional de La Plata.

7

odio, // jamás hubo mujer más digna de piedad, // de vuestra enemistad menos

merecedora” (p. 181). Y es que ese odio no es otra cosa que el amor que ya no

puede ocultar. Cuando Hipólito trata de disculparse por haber “entendido mal”

sus palabras, Fedra replica:

¡Cruel! Demasiado bien me has entendido (…) // Amo, y no creas que al amarte // me creo inocente y apruebo mi conducta (…)// Me aborrezco aun más de lo que tú me detestas (…) // Me he mostrado contigo odiosa e inhumana; // por mejor resistirte, he buscado tu odio. // ¿Y de qué me han servido mis esfuerzos inútiles? // Me odiabas cada vez más, yo no te amaba menos.” (p. 184)

Sin embargo, hasta ese momento, no hay prácticamente equívoco sobre el

hecho de que el furor de Fedra es debido a su pasión mal extinguida. Cuando

es rechazada tras su declaración, inmediatamente “Como un monstruo

espantoso aparece ante mí” (p. 192). Mas cuando la reina se entera de que

Hipólito aparentemente sí ama, pero a otra, su furor se hace verdadero odio en

un instante: “¡Hipólito tiene sentimientos, pero ninguno es para mí! // Mis manos

homicidas, dispuestas a vengarme, // ansían empaparse de sangre inocente.”

(p. 208). De nuevo, el amor y el odio son, por tanto, parte de la misma pasión

furiosa que poseía a Hermione, a Pirro, a Orestes, y, como ellos también Fedra

llega incluso a auto-engañarse con la posibilidad de que su amor sea

correspondido… Y como Pirro, hasta intenta ganarlo mediante el ofrecimiento

de su trono (p. 189). Como en el caso de Hipólito (más inocente que

Andrómaca) esto no es posible, la vida deja de tener sentido para ella y para el

mundo.

El cuanto a Hipólito, como Andrómaca, es incapaz de amar4. Aunque son

aplicados los mismos términos de amor-esclavo que condenaba a Orestes (el

amor más débil de los tres, por cierto), pues se ve respecto a Aricia como

“¡Qué extraño cautivo para tan bella cadena!” (p. 179), lo cierto es que Hipólito

profesa sólo un amor “casto”, imposible con la definición misma de amor-pasión

que demandan los demás personajes. Hipólito, claramente, no lo comprende

sino como un mal: “¡Qué funesto veneno // ha esparcido el amor por toda la

casa!” (p. 196)…

4 Barthes (p. 57) hace hincapié justamente en que, aunque Racine ha intentado ciertamente “desfemenizar” a Hipólito al hacerlo amante de Aricia, pero la verdadera naturaleza del príncipe es de una castidad y una soberbia ante ello implacable, y de ahí la desmesura que lo lleva a la muerte en la obra homónima de Eurípides.

Page 9: Estudio fedra- Jean Racine

La culpable estratagema del amor: un análisis de Fedra y Andrómaca de Racine Natalí Mel Gowland, Universidad Nacional de La Plata.

8

Incluso Teseo vacila entre el amor y el odio, tanto por su hijo “Yo te amaba;

y siento que, a pesar de tu ofensa, // mi corazón por ti empieza a conmoverse”

(p. 203); por Aricia, a quien odia hasta el punto de prohibirle amar, y a quien

termina adoptando como a una hija; como por Fedra, a quien Teseo amaba con

tal frenesí que fue capaz de rogar a los dioses por la muerte de su hijo, y quien

finalmente es repudiada inmediatamente después de su muerte ante la grave

ofensa de amar (a otro): “¡Lástima que con ella // no expire la memoria de tan

negra acción! (p. 221).

Para cerrar el tópico, podemos destacar que si vemos la cadena de

enamorados en su extensión (Orestes ama a Hermione, quien ama a Pirro,

quien ama a Andrómaca), podemos visualizar una realidad concreta: que los

dos extremos ocupan, efectivamente, (Orestes, quien ama y no es amado, y

Andrómaca, quien es amada pero no ama) los lugares más antagónicos, pues

Orestes debe huir del palacio, preso de la locura, mientras Andrómaca, en

pleno uso de sus facultades, reina como la viuda de Pirro y como legítima

heredera del trono. Por el contrario, los dos eslabones que aman y son amados

a su vez por otra persona (es decir, Hermione y Pirro), son los personajes que

mueren (en ambos casos, quien asesina es Hermione), pues su pasión-furia,

su pasión desmesurada que no distingue rangos, ni promesas o legalidades, ni

el resguardo de su honor (recordemos que Pirro ofrece el reino a Astianacte)

termina por desbordarlos irremediablemente.

Lo mismo podemos decir de la estructura de Fedra. En la cadena (Teseo

ama a Fedra, quien ama a Hipólito, quien ama a Aricia), son los dos eslabones

centrales quienes mueren (en ambos casos, por la mano de Fedra –en el de

Hipólito, indirectamente-), aunque vemos una diferencia sustancial: los dos

eslabones externos logran la armonía que la desmesura de Fedra y de Hipólito

(por su castidad insensible, y su ingratitud a los dioses) no pueden controlar.

La culpa como subsidiaria del amor-odio:

He prolongado demasiado la duración de esa culpa (…) Gracias al cielo, mis manos están limpias de crímenes.

Pluguiera a los Dioses que mi corazón fuera inocente como ellas. Fedra, p. 164.

Page 10: Estudio fedra- Jean Racine

La culpable estratagema del amor: un análisis de Fedra y Andrómaca de Racine Natalí Mel Gowland, Universidad Nacional de La Plata.

9

Comentaremos ahora brevemente otra constante que recorre la psicología

de los personajes racineanos, y es la culpa que sufren por querer elegir

siempre lo que desean en pos de lo que deben -en menor medida, Pirro-. Esto

llega a ser una imposición tan desgarradora, que el retorno al deber suele

terminar con la muerte, porque ambos mandatos son irreconciliables. La

ambivalencia en la que se ven sumidos permanentemente estos personajes es

tal, que la culpa no puede sino ser parte del amor-odio que sienten. Y a su vez,

ese amor-odio no puede ser sino oscilante debido a la culpa. Esta culpa se ve,

además, atravesada por la carga de no ser –ni la sombra, de hecho, del

recuerdo- de sus padres. Así se sucede en absolutamente todos los personajes

analizados hasta el momento. Hagamos un breve análisis de cada uno:

A) Orestes. Sin logros propios, siempre siendo convencido por las mujeres que

ama a cometer las más viles acciones (Electra, Hermione), Orestes teme más

de lo que puede amar u odiar. Cuando parece retroceder ante el inminente

asesinato de Pirro, Hermione lo rechaza: “Sé que remordimientos corroen su

valor, // el cobarde teme a la muerte, y eso es todo” (p. 139).

Como hijo de Agamenón, no es de extrañar que recele de Pirro5 y de

Astianacte, hijo de Héctor, por lo que pretende que Pirro inmole al niño. Ve a

Pirro como su rival en un juego de fuerzas, y a Hermione como el botín a

disputarse: “el cruel la acepta sólo para arrebatármela” (p. 107). Es por ello que

pretende hacer de Hermione una segunda Helena, consiguiendo así un motivo

para atacar:

…pongamos otra vez a Grecia en pie de guerra. // Tomemos, al servirnos de mi brazo y vuestro nombre, // vos, el lugar de Helena, y yo, el de Agamenón; // reproduzcamos aquí las miserias de Troya, // que se hable de nosotros como de nuestros padres (p. 127).

B) Hermione, hija de la mujer más hermosa del mundo, sufre la culpa de no

poder cautivar al corazón que desea, sin convencer siquiera al hombre que la

ama para que tome venganza por ella:

¡Cómo! Sin recurrir a un solo ruego, // mi madre armó en su favor a toda Grecia; // en diez años de lucha, por su causa, // vio perecer a veinte reyes que ni siquiera conocía; // y yo, sólo pretendo la muerte de un perjuro, // y encargo a un amante que vengue esa injuria; // puede conseguirme a ese precio, sin peligro, // yo misma me ofrezco, ¡y no logro vengarme! (p. 139)

5 Hijo de Aquiles. Aquiles y Agamenón sufrieron una grave disputa a causa de Briseida, lo que motivó el retiro de Aquiles de la guerra de Troya por unos días, hecho que causó innumerables pérdidas griegas a manos de Héctor (La Ilíada).

Page 11: Estudio fedra- Jean Racine

La culpable estratagema del amor: un análisis de Fedra y Andrómaca de Racine Natalí Mel Gowland, Universidad Nacional de La Plata.

10

Además, no podemos olvidarnos que, en su caso, había una promesa de

por medio, hecha a su padre y a ella misma. Hermione es vista por Pirro como

prenda de paz (p. 128), y no como prenda de guerra –tal como fue su madre.

Como representante de la vieja legalidad, ella tiene el derecho a reclamar ese

amor como propio, y por tanto es la responsable de hacerle sentir a Pirro la

culpa que ella no puede generarle: “¡Qué peculiar placer estorbarles a ambos!

// O mejor, forzándole a romper un lazo tan solemne, // mostrémosle culpable

ante todos los griegos” (p. 94)

C) Pirro. Hijo de Aquiles, estuvo encargado de la destrucción de Troya tras su

muerte, y heredó con la gloria, toda la culpa de su padre: “¡Cuan caro me han

vendido los llantos derramados! // ¡Me han hecho ser la presa de mil

remordimientos! // Sufro todos los males que, a mi vez, causé a Troya” (p. 89).

Como vimos antes, siendo hijo de Aquiles, y siendo Andrómaca la viuda de

Héctor, hay demasiado odio entre ambos, heredado al menos. Cuando es

rechazado, Pirro mismo da cuenta nuevamente de la herencia que lleva

consigo: “He pensado que me estaba enfrentando a mi padre, a Grecia, en

suma, a mí mismo; // resucitando a Troya hacía baldíos // los esfuerzos de

Aquiles y mis propios esfuerzos” (p. 101). Y como allí está la clave, ante un

corazón siempre falto de logros realmente propios, Andrómaca apela a la

comparación con Aquiles para hacerlo mejor de lo que realmente es, a fin de

cumplir sus objetivos: “No, no; de un enemigo respetad la miseria, // salvad a

unos cautivos, dad un hijo a su madre (…) // dadle asilo, si es preciso, a pesar

mío: // esos serían hechos dignos del hijo de Aquiles, señor”. (p. 89). También

ésta es la estrategia que utiliza Hermione, pero como arma, para demostrar

que de hecho no puede ser comparado a su padre, cuando enumera

irónicamente sus valiosas “hazañas” (p. 133):

¿Inmolar Troya a los griegos? ¿Al hijo de Héctor, Grecia? // Todo brota de un corazón siempre dueño de sí mismo, // y de un héroe que no es esclavo de su palabra // y sin buscar en otra parte títulos prestados, // ¿no tenéis bastante con lo que ya lleváis? // ante todos los griegos indignados contra vos: // ¿qué se podría negar a tan generosas hazañas? (pp. 133-134)…

D) Andrómaca. Como viuda de Héctor, su culpa es muy clara: tener que

desposar al hijo del asesino de su marido, para poder salvar lo único que

queda de él en el mundo, Astianacte. Todo le ha quitado Pirro: “Me hubiera

consolado de la muerte de un padre y un esposo; // pero he de perderlo todo y

Page 12: Estudio fedra- Jean Racine

La culpable estratagema del amor: un análisis de Fedra y Andrómaca de Racine Natalí Mel Gowland, Universidad Nacional de La Plata.

11

siempre a manos vuestras” (p. 88). Mas Pirro, a su vez todo le ofrece, por lo

que se presenta a sus ojos como la salvación y la desgracia al mismo tiempo:

Piensa, piensa Cefisa, en esa noche cruel // que, para todo un pueblo, fue una eterna noche. (…) // Contempla a Andrómaca perdida en medio del horror; // así es como Pirro apareció a mi vista; // con esas hazañas acertó a coronarse; // ese es el esposo que tú me quieres dar (p. 120).

E) Fedra. Si bien es cierto que, como señala en su estudio crítico a la edición

de Fedra y Andrómaca Emilio Náñez, Fedra no se arrepiente, pues sigue

valorándose por encima del bien o del mal (Racine, p. 47), lo cierto es que la

culpa tiñe su conciencia (ver cita al inicio del apartado). Mitad solar y mitad

sombría (pues es nieta de Helios, a quien no osa mirar), su naturaleza es dual;

monstruo (pues es hija de Pasífae, que se enamoró de un toro, y parió a su

hermanastro, el minotauro), se considera heredera de ese mal que recorre su

sangre:

¡Oh, el odio de Venus! ¡Su cólera fatal! // ¡A qué extravíos el amor condujo a mi madre! (…) // Ariadna, hermana mía; ¿de qué amor herida // fuiste a morir en la orilla en la que te abandonaron? (…) // Pereceré, ya que Venus así lo quiere; // yo, la última y la más desdichada de mi triste raza. (p. 167)

Hipólito mismo lo señala: “¿Seguís hablando de incesto y de adulterio? //

Callaré. Sin embargo, Fedra proviene de una madre, // de una raza, Señor, lo

sabéis muy bien // que conoce esos errores mucho mejor que la mía” (p. 203).

Y hasta llega a ansiar ser culpable, para así ser merecedora del crimen de

amar (ver nota p. 8)…

Por lo mismo, Enone, la doncella de Fedra, no duda en endilgarle a Hipólito

el mismo crimen del que es objeto su ama: “un amor criminal causó todo ese

odio” (p. 198); como lo califica Teseo (p. 198), “un amor culpable”…

F) Hipólito, el último de los personajes a analizar, no está exento tampoco de

culpas. Él, como Pirro, Orestes y Hermione (los personajes-mundo) tampoco

tiene logros equiparables a los de sus predecesores. Hijo de una reina

amazona, extranjera y bárbara a los ojos de su pueblo, con Teseo, promiscuo

por naturaleza, cultivó el celibato y el orgullo como caracteres propios. Su falta

de hazañas no le da el derecho a amar, pues es un ser esencialmente

incompleto: “cuanto una serie de hechos gloriosos excusa a Teseo; // en tanto

que yo, que ningún monstruo he domado hasta hoy, // no he adquirido el

derecho de tener sus debilidades” (p. 159). Sólo tiene la reacción de huir ante

Page 13: Estudio fedra- Jean Racine

La culpable estratagema del amor: un análisis de Fedra y Andrómaca de Racine Natalí Mel Gowland, Universidad Nacional de La Plata.

12

el enfrentamiento con su madrastra, con su padre, y hasta con Aricia antes de

confesarle su amor… La única vez que tiene que enfrentarse a un monstruo

real –la ira de su padre, mediatizada por la furia de Poseidón-, muere en el

intento…

Conclusión

Es sabido que no se puede conocer el verdadero odio sin haber

experimentado antes la real dimensión del amor, así como la luz de las

estrellas no sería tal si no existiera la oscuridad que la circunda. Y es que el

amor y el odio se nutren mutuamente en las obras analizadas, y le dan la

máxima fuerza expresiva a la palabra. La culpa, que está en la esencia de

estos personajes, no puede desligarse de sus deseos enfrentados, y es por eso

que el amor en Racine nunca puede ser inocente; porque está atravesado por

el odio y la culpa, y en tal arrebato se producen las acciones más terribles: la

muerte del amado y la propia. El dejar de existir en el mundo, violencia máxima

e inapelable. De ahí la culpable estratagema del amor…

Bibliografía:

BARTHES, Roland (1992). “El hombre racineano” en Sobre Racine.

Siglo XXI editores.

GOLDMAN, Lucien (1968a). “La tragedia con peripecia y

reconocimiento” en El hombre y lo absoluto. Barcelona. Pensínsula.

GOLDMAN, Lucien (1968b). “La visión trágica en el teatro de Racine”

en El hombre y lo absoluto. Barcelona. Península.

RACINE, Jean (1985). Andrómaca. Fedra. Madrid, Ed. Cátedra.