Estudios Biblicos

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SAL DE LA TIERRA Mateo 5:13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. ¿Qué es la Sal? La sal es el condimento más antiguo usado por el hombre. Ya en el año 2700 a.C. en China se usaba la sal para sazonar la comida. El libro de Job que fue escrito hace unos 3500 años hace una mención sobre la sal en el capítulo 6:6. ¿Comeráse lo desabrido sin sal? ¿O habrá gusto en la clara del huevo? El uso más primitivo de la sal es la conservación de los alimentos, por lo cual en la antigüedad se trataba de un producto muy apreciado. Incluso se le llegó a llamar “oro blanco”. De “sal” viene la palabra salario, (del latín salarium). ¿Qué tiene que ver la sal con el salario? Sencillo: a los soldados de la antigua Roma se les retribuía su trabajo con una porción de sal. Cuando éstos salían a la guerra salaban sus alimentos para mantenerlos en buen estado por largo tiempo. Se dice que la sal tiene por lo menos catorce mil usos benéficos diferentes. En cantidades adecuadas la sal ayuda a regular el ritmo cardiaco, previene espasmos musculares, evita la osteoporosis, regula el sueño y mantiene el equilibrio de azúcar en la sangre. De hecho el cuerpo humano no puede vivir sin sal. Sin embargo el exceso en la ingesta de sal produce males como la hipertensión. La presencia de sal en un alimento puede generar un sabor agradable o

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SAL DE LA TIERRA

Mateo 5:13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. ¿Qué es la Sal? La sal es el condimento más antiguo usado por el hombre.  Ya en el año 2700 a.C. en China se usaba la sal para sazonar la comida.  El libro de Job que fue escrito hace unos 3500 años hace una mención sobre la sal en el capítulo 6:6. ¿Comeráse lo desabrido sin sal? ¿O habrá gusto en la clara del huevo? El uso más primitivo de la sal es la conservación de los alimentos, por lo cual en la antigüedad se trataba de un producto muy apreciado. Incluso se le llegó a llamar “oro blanco”. De “sal” viene la palabra salario, (del latín salarium).  ¿Qué tiene que ver la sal con el salario?  Sencillo: a los soldados de la antigua Roma se les retribuía su trabajo con una porción de sal.  Cuando éstos salían a la guerra salaban sus alimentos para mantenerlos en buen estado por largo tiempo. Se dice que la sal tiene por lo menos catorce mil usos benéficos diferentes. En cantidades adecuadas la sal ayuda a regular el ritmo cardiaco, previene espasmos musculares, evita la osteoporosis, regula el sueño y mantiene el equilibrio de azúcar en la sangre. De hecho el cuerpo humano no puede vivir sin sal. Sin embargo el exceso en la ingesta de sal produce males como la hipertensión. La presencia de sal en un alimento puede generar un sabor agradable o desagradable según la porción que contiene: menos sal o más sal de la necesaria hace que un alimento sea desagradable al paladar. Podríamos seguir enumerando los usos de la sal, pero baste por ahora con los mencionados. Ahora surge una pregunta: ¿Por qué Jesús les dijo a sus discípulos que ellos eran la sal de la tierra? - See more at:

Jesús les habla a los suyos en Mateo 5:13 y les dice “vosotros sois la sal de la tierra”.  Esto quiere decir que al nacer de nuevo, el ser humano ya tiene la capacidad o la cualidad de sazonar, de ponerle el ingrediente necesario en

la porción exacta a las cosas de la vida. El discípulo no llegará a ser, sino que ya es sal de la tierra. La palabra que se tradujo aquí como “sal”, viene del griego jàlas que por supuesto se traduce sal (el condimento), pero que tiene también un sentido figurado que se traduce como prudencia. Prudencia se entiende como cautela, moderación, equilibrio y  balance. También significa sensatez, buen juicio.  El Diccionario de la Real Academia Española define prudencia como una virtud que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo para seguirlo o huir de ello. Dos de las cualidades de la Sal que Jesús tenía en mente eran: 1.- Su poder de conservación y 2.- La cualidad de dar sabor y sazón. Jesús nos pide que conservemos y guardemos las verdades del evangelio y aplicar esas verdades en la medida exacta para darle el verdadero sentido y el mejor sabor a las cosas que nos pasan en la vida. En Apocalipsis, el Señor le habla a la iglesia en Filadelfia, la cual constituye el prototipo de lo que Él espera encontrar en nosotros cuando vuelva: Ap. 3:8 Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. Observemos las dos cosas que los cristianos de Filadelfia hicieron: 1.- “Has guardado mi palabra”. La palabra guardado aquí, significa conservado, obedecido.   ¿Qué conservó la iglesia en Filadelfia? Conservó las verdades del evangelio sin diluirlas para que no pierdan su sabor.  Si uno prepara una olla de sopa para diez personas y la sazona sólo con 5 gramos de sal no va a saber a nada, estará insípida; pero si se le agrega un kilogramo de sal tampoco servirá: hay que usar la cantidad exacta de sal para que tenga buen sabor. 2.- “No has negado mi nombre”. Aunque hacerlo provoca persecución y ataques verbales o físicos como ya lo vimos en estudios anteriores, esta iglesia era fiel al respecto. La sal en la Biblia tiene diversos simbolismos en la escrituras. Por ejemplo cuando se ofrecían los sacrificios en el Antiguo

Testamento se ofrecía a un animal de lo mejor del ganado o las primicias de la cosecha, lo cual habla de que al Señor se le debe ofrecer lo mejor de nuestro ser.  Enseguida el sacerdote esparcía sal sobre el sacrificio: Ezequiel 43:23-24 Cuando acabes de expiar, ofrecerás un becerro de la vacada sin defecto, y un carnero sin tacha de la manada; y los ofrecerás delante de Jehová, y los sacerdotes echarán sal sobre ellos, y los ofrecerán en holocausto a Jehová. La sal, como conservador de los alimentos, simboliza incorrupción, preservación, pureza.  La sal era, en estos versículos, un símbolo de que el adorador conservaba un corazón limpio y puro delante del Señor.     Pacto de Sal Levítico 2:13 Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal. El pacto de sal simboliza el compromiso de Dios de cumplir su palabra y sus promesas;  mientras el sacerdote por su parte se comprometía a consagrarse solamente al Señor. Más adelante Dios ofreció a su propio hijo en sacrificio para limpiar nuestros pecados y lo selló con su sangre: es ésta la sangre del nuevo pacto de la que habló Jesús, y la sal que preserva el nuevo pacto es el Evangelio, ya que éste es perdurable (su palabra durará por siempre). Por lo tanto la Palabra es la sal que preserva las promesas de Dios. Cuando Jesús dice que somos la sal de la tierra, deja claro que sus discípulos tenemos la misma función que esa sal: nos conservamos, nos guardamos caminando en santidad para con Dios. Romanos 12:1-2 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.  No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. - See more at: http://casadeoracionmexico.com/blog/?p=278#sthash.HOX08p56.dpufEn estos versículos, el apóstol Pablo nos exhorta a ser santos, exclusivos,

agradables a Dios, actuando de manera racional, es decir, de acuerdo con los razonamientos de Dios y no mediante nuevos cultos o pactos ajenos a las escrituras.  Pablo nos anima a no conformarnos ni amoldarnos al estilo de vida de estos tiempos y al pensamiento del mundo, sino que transformemos nuestro entendimiento y nuestra mente. Aquí la palabra transformaos viene del griego “metamorfos”, que es la misma palabra que se usa para describir la conversión de la oruga en mariposa.  De igual manera Jesús nos pide que nos convirtamos de nuestra vieja manera de vivir terrenal a la de un verdadero discípulo, que pasemos de la naturaleza de gusanos a la de águilas por medio de la metamorfosis que Jesús obra en nosotros para que vivamos en la buena voluntad de Dios y ser así agradables y perfectos ante Él al obedecer su palabra. Dios ofreció a su hijo Jesús por los pecados y selló tal sacrificio en un pacto eterno por medio de su sangre, por lo que su palabra es como la sal que preserva y conserva sin corrupción el pacto que Dios hizo con sus hijos: es así como Dios nos asegura que conservará la vida eterna que nos regaló.  La sangre de Cristo que tuvo la eficacia para perdonar los pecados de los cristianos del primer siglo tiene la misma eficacia conservada por el Evangelio para perdonar también nuestros pecados.     ¿En qué sentido somos la sal de la tierra? Jesús ha dicho que sus discípulos hacen lo mismo que la sal: conservar, guardar y preservar, cualidades aplicadas en este caso a las verdades eternas que se nos han depositado.  Esta afirmación implica también que un verdadero discípulo no mancha su vida con inmoralidad o con fraudes, sino que se mantiene honesto e íntegro.    No se deben diluir las verdades del evangelio, necesitamos la medida exacta de la palabra de Dios para aplicarla en cada situación de la vida. Y sin embargo esa es una de las constantes del evangelio entre muchos cristianos de nuestros días: se ofrece un alimento impuro, sin sabor o demasiado salado, que no se puede comer, si alguien lo ingiere le hace daño.

Como la sal, el discípulo debe de conservar las verdades del evangelio.  ¿Cómo? A través de su testimonio, de vivir y reflejar la palabra de Dios a los demás.  Ahora, es necesario entender que cuando un cristiano preserva las verdades del evangelio contrasta con los que no son creyentes, quienes se ve así confrontados con su pecado e incluso pueden responder con agresión.  Y es que un verdadero discípulo no busca la gratitud o el reconocimiento de los hombres, está lejos de necesitar el aplauso del mundo: Marcos 9:33-35 Y llegó a Capernaum; y cuando estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?   Mas ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí, quién había de ser el mayor.  Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos. Hoy es común ver a supuestos ministros de Dios peleando por ser los primeros en aparecer sobre la plataforma de un evento, esforzándose por predicar un mensaje cuyo único fin es recibir el reconocimiento.  En contraste, Jesús nos enseño que cuando hacemos lo que Él nos encomendó digamos “siervo inútil soy, porque hice lo que tenía que hacer”. Jesús no nos deja siquiera una milésima de espacio para que nosotros recibamos reconocimiento: toda la gloria es enteramente Suya. Alrededor del año 1625 hubo un reformador de la iglesia llamado Jorge Fox.  Dice la historia que un día llegó a predicar frente a miles de personas y, cuando iba a subir al estrado, todos lo saludaban, le aplaudían y, de algún modo, lo adoraban.  Muy molesto, Fox les reprendió por su actitud, les recriminó que lo idolatraran y se alejó del lugar sin predicar. El corazón del hombre tiende a idolatrar, pero Jorge Fox sabía que un verdadero discípulo debe ser prudente.  Así nos deja también un valioso ejemplo respecto al ser usados por Dios: también en esta área hay que sazonar con sal, con la medida justa según la Palabra. Lucas 14:34 Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué se sazonará?    ¿Distinción de la buena sal? Para terminar, regresamos a nuestro versículo

inicial: Mateo 5:13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Encontramos aquí la palabra “desvaneciere” que viene del griego moraino y tiene dos significados, uno literal y otro alegórico. El literal es cuando la sal se desvanece y pierde su sabor.  El simbólico implica volverse un necio, enloquecer.  Un verdadero discípulo tiene la Biblia como norma de vida y no requiere respuestas ajenas a las sana Palabra de Dios.  En contraparte, muchos buscan respuestas en los motivadores, en los estudiosos de la mente humana, en los filósofos o en doctrinas novedosas.  Con ello muestran que no son discípulos, en su necedad, en su falta de sabor, en su ausencia de sal. - See more at: http://casadeoracionmexico.com/blog/?p=278#sthash.HOX08p56.dpuf1 Timoteo 6:3-10. Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. En el Israel de la antigüedad la sal era traída desde el Mar Muerto, pero había una sal que al contacto con otros productos químicos naturales a la intemperie se hacía amarga y no servía: esa sal era distinguida fácilmente por los comerciantes, quienes

la separaban, pues ya no servía para consumo humano.  Esta sal se esparcía por las orillas de los caminos para matar las hierbas que estorbaban el paso, esto es, una sal para muerte. El evangelio que muchos predican hoy ha perdido su sabor porque, precisamente, tales cristianos han perdido su  sabor.  Y su “sal” es para muerte también.  A los discípulos del Señor nos corresponde guardar la sal del Verdadero Evangelio. Guardémonos en el señor.  Y que nuestro mensaje y nuestras vidas confronten el pecado. Señor te damos gracias porque podemos entender a lo que te referiste cuando les dijiste a tus discípulos sois la sal de la tierra: somos la sal que preserva tus verdades a través de  nuestro testimonio, esa sal que tú dijiste que era buena.  Buenos son los cristianos que no se comprometen con el mundo,  buenos son los cristianos que renuevan su mente, que cambian su conducta, que cada día se van renovando, que van quitando de su vida la envidia, el rencor, los pleitos.  Buena es la sal, pero si la sal  se desvanece no servimos para nada.  - See more at:

LUZ DEL MUNDO

Mateo 5: 14-16   Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.  Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.  Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. En 1 Juan 1:5, el apóstol nos dice que Dios es luz y que no hay ningunas tinieblas en Él. De manera simbólica, Juan pone en contraste la LUZ con las TINIEBLAS: la luz representa la pureza, lo santo, lo justo y lo bueno de Dios, mientras que las tinieblas representan la condición de corrupción, de depravación, de maldad, de pecado de los hombres.  ¿Por qué Juan comparó a Dios con

la Luz? Analicemos las cualidades de la luz. 1.- La luz viaja siempre en línea recta.  Dios es justo, su palabra es recta y Dios habla directamente, sin rodeos. 2.-  La luz recorre 300 mil kilómetros por segundo, irradiando a toda velocidad todo sitio sobre el cual viaja. Cuando entra usted a su recamara por la noche y enciende la luz, toda la habitación se ilumina de inmediato. Dios por su parte es omnipresente, el no viaja como la luz, el está en cualquier lugar y lo llena todo en todo. 3.- La luz disipa totalmente las tinieblas, no puede haber luz y oscuridad a la vez. De igual manera donde está Dios el mal se aleja.  En lo espiritual las tinieblas simbolizan corrupción, pecado, inmoralidad y ausencia de Dios.  Su luz las disipa. Veamos algunos versículos que nos hablan de la luz de Dios: Juan 1:4-5 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.  La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Juan 3:19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. De lo anterior se entiende que al encenderse la luz del evangelio algunos huyen de ella; no quieren escuchar ni recibir nada de Dios, se han habituado a vivir lejos de Él, aman la oscuridad y la inmundicia. Esta es una reacción natural de los incrédulos que se obstinan en permanecer en sus transgresiones. Sin embargo siempre habrá hombres y mujeres dispuestos a recibir la luz del evangelio. Juan 8:12  Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo;  el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Cada uno, como discípulo de Dios, necesita conocer Su Voluntad manifiesta en el Evangelio, que es luz que alumbra nuestro camino, pues aunque estamos en el mundo no somos del mundo.  Como habitamos en medio de las tinieblas, necesitamos que la Luz de su Palabra nos ilumine. Juan 9:5  Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. Jesús es consciente de su papel: es luz del mundo:  Mas, sabedor de que un día tendría que marcharse, nos deja esa responsabilidad. Juan 12:46  Yo, la

luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. Si alguien dice que cree en Jesús, está en la luz. Pero si dice que cree y aborrece a su hermano anda en tinieblas. Dios es luz, Jesús es la luz del mundo y su palabra también es luz del mundo. Salmo 119:105  Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. Proverbios 6:23  Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen.

4.- La luz participa en un fenómeno físico llamado reflexión, en el cual cada rayo rebota sobre superficies pulidas como un espejo. Si usted despierta en medio de la oscuridad y se planta frente al espejo no verá absolutamente nada, pero si enciende la luz ya podrá observarse en el espejo.  Eso ocurre gracias a la acción de la luz, no a la acción del espejo. Asimismo la luz del evangelio es la que nos hace ver la condición en la que nos encontramos, de ahí la importancia de ser iluminado con la luz del evangelio y no con sabiduría o con teorías humanas. 5.- Otro fenómeno asociado a la luz es la refracción, el cual ocurre cuando la luz atraviesa el agua, mas no en línea recta, sino de forma dispersa, lo cual se debe a que en el medio acuoso la luz disminuye su velocidad. La aplicación espiritual es muy similar: la palabra de Dios, que es luz, entra por nuestros oídos y se refracta hacia nuestro corazón, a la mente, a la conciencia y a todo nuestro ser. Hebreos 4:12  Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. De ahí la importancia de hablar de Cristo, de la verdadera luz del evangelio a toda persona, lo cual ilumina el entendimiento. De hecho ahora mismo, al leer estas líneas, ninguno se escapa de recibir Su Luz. Nuestros ojos son la lámpara a nuestro cuerpo. Mateo 6:22-23  La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en

tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? Jesús dice que la lámpara del cuerpo es el ojo, pero no nos habla del órgano que hace posible la visión, sino de un ojo espiritual.  El globo ocular no ilumina el cuerpo, es obvio, sólo entendiendo estas palabras en el ámbito espiritual comprendemos su significado.  La palabra “bueno” se tradujo de una palabra griega que significa ver en una sola dirección, ante lo cual cabe preguntarnos ¿cuál es la dirección hacia la cual, en lo espiritual, nuestros ojos deben de ver? La Biblia dice que debemos poner nuestros ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe; sin embargo en el  mundo y aún en las iglesias muchos ponen los ojos en los hombres, en los líderes, en los cantantes. Debemos eliminar toda distracción respecto al mundo y poner nuestra mirada siempre en el Señor. Recordemos cuando dos ángeles vinieron a Lot para advertirle que Dios destruiría Sodoma y Gomorra.  Le indican que abandone su ciudad, junto con su familia, sin mirar atrás y sin parar hasta pasar la llanura.  Mas la esposa de Lot miró hacia atrás y quedó convertida en estatua de sal.  ¿Qué significa esto? Jesús nos lo explica: Lucas 9:62  Ninguno que poniendo su mano al arado mira atrás, es apto para el reino de Dios. Es decir, si tú eres un verdadero discípulo no puedes decir yo amo a Cristo pero me gusta el mundo. Es imposible, el tal no es un discípulo. Por su parte la palabra maligno se tradujo de una palabra griega que significa: ver lo perverso, ver lo corrupto, ver lo inmoral. -:

La forma en que Dios diseñó la anatomía del globo ocular también arroja luz para entender mejor: La retina tiene millones de bastones y conos. Gracias a ellos podemos ver a colores. Cuando baja la intensidad de la luz, los conos que están en la retina no reaccionan y se nos nubla la vista, entonces los bastones se adaptan paulatinamente a la condición de oscuridad, lo cual logran en un lapso de unos cuantos minutos. Es lo que nos ocurre cuando entramos a la sala de cine cuando la cinta ya ha iniciado: uno puede ver la pantalla radiante de luz y, al desviar la vista, nos

quedamos en tinieblas y nos es difícil encontrar un lugar vacío para sentarnos.  Luego de unos minutos podemos ver nuevamente en la zona oscura. Así ocurre con algunos cristianos que no ponen su vista en la luz de Cristo, en el evangelio de la Luz: giran su vista a las penumbras buscando su lugar y no ven con claridad; ya han nacido de nuevo,  pero un falso evangelio los tiene en penumbras, mostrándoles un Jesús que no es el de la Biblia y que, por lo tanto, carece de luz.  En estas condiciones, cuando vienen los sinsabores de la vida, no saben qué hacer porque carecen de la luz del evangelio que les brindaría dirección. Nuestra vista natural puede ser defectuosa por males como la miopía (tienes que acercarte a las cosas para poder verlas bien) o el astigmatismo (tienes que alejarte de las cosas para poder apreciarlas). Una cirugía puede corregir totalmente el problema. Todo indica que en lo espiritual muchos cristianos necesitan una intervención para quitar de sus ojos las tinieblas en las que su vida ya está envuelta.  Es el caso de aquellos que habiendo recibido el Evangelio no cambian de vida, que no experimentan los efectos de una verdadera conversión, que se dicen cristianos y pretenden engañar a quienes les rodean y aún engañarse a sí mismos.  Afirman que ven, pero viven en la oscuridad. - definición. El ojo humano tiene la habilidad de descomponer los rayos de luz blanca para que el cerebro aprecie los colores. Eso nos diferencia de la mayoría de los animales que, aunque también ven, no pueden apreciar el color.  Eso me hace recordar cómo, hace más de treinta años, acostumbrados a ver televisión en blanco y negro nos la presentaron “a todo color”: nuestra sorpresa al ver colores sobre la pantalla era mayúscula.  Mas ahora ha aparecido la televisión de alta definición con pantallas de cristal líquido o plasma y todo se ve aún más claro, con una calidad francamente impresionante. Esto mismo ocurre en nuestra vida espiritual: cuando estamos acostumbrados a recibir enseñanzas superficiales, sin sustento o desviadas sobre el Evangelio es como si viéramos apenas a Dios como una sombra monocromática.  Mas si el líder asume la responsabilidad de estudiar a fondo la Palabra y la enseña con denuedo, sus ovejas comienzan a ver colores.  Si el estudioso se esmera más y, por decirlo de algún modo, se lanza desde el trampolín al estanque de la Palabra para

profundizar en ella todo se va esclareciendo para él y para quienes reciben sus enseñanzas como si pasaran de la visión a colores a la de pantalla de plasma.  Recibimos así, por decirlo de algún modo, la Palabra en alta definición. Somos luz del Mundo Jesús dijo a que sus discípulos somos la luz del mundo. Eso quiere decir que tenemos la capacidad de reflejar y refractar la luz que recibimos hacia el mundo. Aquí la palabra mundo se traduce de la palabra griega “cosmos”  que tiene dos significados, uno literal que es el globo terráqueo, y otro figurado que se refiere a la gente que vive en el mundo. ¿Quién vive en el mundo?  En el mundo vive la gente que no conoce a Dios, los que están en tinieblas. Mas Cristo, quien es Luz y nos ha dado la luz, va puliendo y formando nuestro carácter. Mientras más nos parecemos a Él, más reflejamos Su Luz y la refractamos al mundo, ¿Cómo vamos a reflejar la luz que Cristo nos ha dado?  Con nuestra vida, con nuestro testimonio. Por ejemplo, ¿cuántas esposas esperan la conversión de sus maridos al Señor? La Biblia dice cómo hacerlo: 1 Pedro 3:1-   Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos;  para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Tristemente muchos líderes de la iglesia de hoy, en penumbras, aconsejan a mujeres que atraviesan por esta situación que le den prioridad a servir en la iglesia aunque ello les cueste descuidar su casa y a su marido, todo en nombre del amor a Dios.  Algunos hasta llegan, torpemente, a sugerir el divorcio.  La ignorancia hace que olviden lo que dice la Palabra al respecto: que las mujeres estén sujetas a sus maridos para que también los que no creen a la palabra sean ganados sin palabras por la conducta de sus palabras, es decir, por el ejemplo, por su testimonio, atendiendo bien sus deberes primeramente con los suyos. Nuestro caminar en la luz de Cristo, dice más que nuestras palabras. Oremos. Padre, te damos gracias por tu palabra que es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino. Gracias por el privilegio de poder ser iluminados con la luz de tu palabra y contigo mismo Señor, que eres luz. Nos  has hecho real sacerdocio, nación Santa, pueblo adquirido por Ti para anunciar Tus virtudes.  Nos has llamado de las tinieblas a tu luz admirable, mas si nuestra

luz se apaga ¿cómo podríamos alumbrar al mundo?  Señor, te pedimos que sigas puliendo cada día nuestro carácter para reflejar más a Cristo, para reflejar mas tu amor, tu perdón y aún tu juicio, como lo hizo Noé por ejemplo. Que cada cristiano haga resplandecer el amor de Cristo, sin que ninguno confunda el brillar de Cristo con hacer lo que hace el mundo.  –

EL VERDADERO ARREPENTIMIENTO

Arrepentimiento no es opcional. Es un mandato de Dios:Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan (Hechos 17:30)

Jesús habla de que el arrepentimiento se debe de poder ver:..den frutos dignos   de arrepentimiento.. (Lucas 3:8)

¿Tu porqué crees que eres discíplulo de Cristo (Cristiano)? ¿Por sólo decir ser cristiano, lo es? ¡No! ¿Porque levantaste la mano en una reunión? ¡No! ¿Por haber orado una “oración mágica”? ¡No! ¿Porque vas a la iglesia? ¡No! ¿Porque diezmas? ¡No! ¿Por haber sido bautizado? ¡No!El verdadero discípulo inica con el arrepentimiento...Jesús comenzó a predicar: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.” (Mat 4:17)

“No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.” (Luc 5:32)

.. si ustedes no se arrepienten, todos perecerán igualmente.” (Luc 13:1-5)

La predicación superficial que vemos hoy en día no produce cambio verdadero. Debe haber una señal de

regeneración. Somos salvos por fe, pero la fe sin obras es muerta.Algunos citan Hechos 16.31 (Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y toda tu casa) y dicen que la salvación viene por el arrepentimiento. Creer NO es suficienteTú crees que Dios es uno (que hay un solo Dios). Haces bien; también los demonios creen, y tiemblan. Pero, ¿estás dispuesto a admitir (¿quieres saber), oh hombre vano (necio), que la fe sin obras es estéril? (Stg 2:19-20)

Pues ellos mismos cuentan acerca de nosotros, de la acogida que tuvimos por parte de ustedes, y de cómo se convirtieron de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero, (1Tes 1:9)

Tres Áreas que deben de verse en un arrepentimiento genuino1. Emociones -Dolor del pecado…2. Intelecto -Cambio de mente3. Voluntad. -Cambio de vida…pero ahora me regocijo, no de que fueron entristecidos, sino de que fueron entristecidos para arrepentimiento… Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte. (2Co 7:8-10)

Los frutos disgnos de arrepentimiento se muestran de una manera práctica. Dejas de robar, de tranzar, de hacer cosas deshonestas. La Biblia lo señala por medio de Juan el Bautista:Por eso, Juan decía a las multitudes que acudían para que él las bautizara: “¡Camada de víboras! ¿Quién les enseñó a huir de la ira que vendrá? “Por tanto, den frutos dignos de arrepentimiento; y no comiencen a decirse a ustedes mismos: ‘Tenemos a Abraham por padre,’ porque les digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras. “El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego.” Y las multitudes le preguntaban: “¿Qué, pues, haremos?” Juan les respondía: “El que tiene dos túnicas, comparta con el que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.” Vinieron también unos recaudadores de impuestos para ser bautizados, y le dijeron: “Maestro, ¿qué

haremos?” “No exijan (No colecten) más de lo que se les ha ordenado,” les respondió Juan. También algunos soldados le preguntaban: “Y nosotros, ¿qué haremos?” “A nadie quiten dinero por la fuerza,” les dijo, “ni a nadie acusen falsamente, y conténtense con su salario.” (Luc 3:7-14)

EVIDENCIA DEL ARREPENTIMIENTO

Pero, ¿estás dispuesto a admitir (¿quieres saber?), oh hombre vano (necio), que la fe sin obras es estéril? (Stg 2:20)

Profesan, pero ¿serán Nacidos de Nuevo? Hay personas que piensan que son salvas sólo por haber

hecho la oración de fe en algún momento de su vida. Según la revista American Cristianity, en EEUU hay 305 millones de personas, de las cuales 250 millones profesan ser Cristianos, pero sólo 134 millones asisten regularmente a la iglesia. ¿Cuántos serán verdaderos discípulos? ¿Cuántos viven como Cristianos? Cada año se abren 1500 iglesias Evangélicas nuevas… ¡pero cierran 4000!

Los Católicos piensan que por haber sido bautizados en su niñez, son salvos. Según el INEGI, sólo 26% de las personas que profesan la fe Católica asisten regularmente a la iglesia. ¿Cuántos serán nacidos de nuevo?

¿Cuáles son las Evidencias de los Verdaderos Discípulos?Veamos el texto de Santiago, comenzando en el versículo 14¿De qué sirve, hermanos míos, si alguien dice que tiene fe, pero no tiene obras? ¿Acaso puede esa fe salvarlo? (Stg 2:14)

Recordemos que Pablo afirma en Romanos que “el hombre es justificado por la fe aparte de las obras.” Las obras son la prueba de que tu arrepentimiento fue genuino. En los siguientes versículos Santiago entra en un ejemplo.

Si un hermano o una hermana no tienen ropa y carecen del sustento diario, y uno de ustedes les dice: “Vayan en paz, caliéntense y sáciense,” pero no les dan lo necesario para su cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta. Pero alguien dirá: “Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.” (Stg 2:15-18)

Si entendemos estos versículos, nos damos cuenta que no hay contradicción con lo que dijo Pablo en Romanos. Si no hay pruebas, tu fe es estéril.Tú crees que Dios es uno (que hay un solo Dios). Haces bien; también los demonios creen, y tiemblan. (Stg 2:19)

Hay muchos que tienen la fe de los demonios. Creen, al igual que los demonios, pero no practican.Pero, ¿estás dispuesto a admitir (¿quieres saber?), oh hombre vano (necio), que la fe sin obras es estéril? (Stg 2:20)

En la versión NVI se traduce “hombre vano” como “hombre tonto”.¿No fue declarado justo nuestro padre Abraham por lo que hizo cuando ofreció sobre el altar a su hijo Isaac? Ya lo ves: Su fe y sus obras actuaban conjuntamente, y su fe llegó a la perfección por las obras que hizo. (Stg 2:21-22)

¡La fe actuó! Recapitulando, nadie puede alcanzar la salvación sin creer en Cristo; pero si alguien dice que cree, debe tener obras que lo demuestren.- See more at: http://casadeoracionmexico.com/blog/?p=186#sthash.RxDESPWN.dpuf

LA VERDADERA PAZ

Sigamos estudiando el sermón del monte, una enseñanza fundamental del Señor para nosotros sus discípulos.Mateo 5:9Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de DiosComo ya es costumbre habremos de remitirnos al significado de los términos escritos originalmente en la Escrituras.  En este caso, vamos al griego.  “Bienaventurados” viene de la palabra Makários que

significa supremamente bendecido, dichoso y glorioso, persona que disfruta la bendición recibida.  “Llamados” viene de kaléo que significa decir en voz alta, invitar. Es usado en una amplia variedad de aplicaciones, principalmente como sobrenombre.Haciendo una paráfrasis, este versículo diría: Sumamente bendecidos son los pacificadores, porque a ellos les pondrán por sobrenombre hijos de Dios.Ahora, dejemos claro que EL MERO HECHO DE BUSCAR, PREFERIR O PROMOVER LA PAZ NO NOS HACE HIJOS DE DIOS: creerlo sería erróneo, producto de una mala interpretación, pues la Biblia dice que ser hijo de Dios sólo puede ser producto del sacrificio de Cristo.Juan 1:11-13  A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;Es decir, no somos llamados Hijos de Dios sino por Jesucristo.La palabra clave para entender bien estos versículos es “llamados”.  Como consecuencia de tu fe y de tu llamado ejerces como pacificador, y es entonces que serás conocido como Hijo de Dios.

¿Quién es un Pacificador?Cuando Jesús dice que sumamente feliz, o sumamente bendecido es el pacificador…  ¿a quién se refiere?- See more at: http://casadeoracionmexico.com/blog/?p=274#sthash.yKq0oj1O.dpufLa palabra “Pacificador” es la traducción de  Eirenopoiós (pacificatorio), la cual viene del vocablo Eirene (paz), derivada a su vez de Eiro, que significa unir.  Esta cadena de significados nos muestra que pacificador es el que propicia la paz, entendida como la capacidad de unir, de lograr la unidad. Veamos un ejemplo clásico: una madre de familia ve a sus dos hijos peleando por la posesión de un juguete y decide, simplemente, enviar a cada uno de sus hijos a una habitación diferentes, es decir, separarlos. La pregunta aquí es… ¿los puso en paz? No, simplemente los aquieto: paz significa unir, así que sólo los habría puesto en paz si hubiera terminado uniéndolos. El pacificador es un promotor de la paz, uno que es capaz de unir. ¿Y qué es lo que une? ¿A qué paz y a qué unidad se refiere Cristo?  Veamos Romanos 8:7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios;

porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;  y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Aquí se trata de tener paz con Dios,  ¿Será que estamos peleados con Dios?  No, pero como el pecado sí tiene enemistad con Dios, luego entonces el pecado nos separa de Dios. El hombre por sí sólo no busca estar en paz con Dios; más bien se ocupa en tener paz con el hombre… pero  ni ese tipo de paz puede lograr. No es lo mismo vivir en paz con uno mismo o con los demás, que vivir en paz y tener la paz de Dios. Estar en paz con Dios es estar unido a Dios. ¿Podemos estar unidos a Dios mientras vivimos llenos de pecado? Claro que no.  Necesitamos del perdón y del arrepentimiento para tener paz con Dios. Necesitamos estar en guerra con el pecado. Necesitamos que la sangre de Cristo que nos limpie de todo pecado. 1 Juan 1:7-9 Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.  Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.  Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Jesucristo es el pacificador por excelencia: su sacrificio en la cruz es lo único que hace posible que el hombre tenga paz con Dios. En el antiguo testamento, en el libro de Levítico capítulo 7 se nos habla de los sacrificios que pedía Dios a sus hijos para tener paz con Él, antes –por supuesto- de la venida de Cristo. Ahí la Biblia nos habla de la palabra paz  que en el hebreo es shélem  que significa retorno: por el pecado estoy distanciado de Dios pero puedo regresar a Él y unírmele. La raíz de la palabra shélem es el vocablo shalám que significa ser amistoso, reciprocar, hacer enmiendas, pagar el daño, volver. De aquí viene la palabra Shalom, que significa Dios es mi Paz. Efesios 2:14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas,  para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Romanos 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; Romanos 5:10 Porque si

siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Hermanos, que quede claro: no hay forma de tener paz con Dios, salvo por el sacrificio de Cristo. 2 Corintios 5:17-20 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.  Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. De todo lo anterior se entiende que un pacificador es un reconciliador, un embajador que Cristo usa como canal para dar el mensaje de salvación, para que la gente tenga paz con Dios. Cuando guiamos a una persona a los pies de Cristo, somos pacificadores. A esos pacificadores se refiere Cristo, a los que unen a los hombres con Dios. Ahora veamos este otro pasaje: Mateo 10:34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36 y los enemigos del hombre serán los de su casa. - See more at: http://casadeoracionmexico.com/blog/?p=274#sthash.yKq0oj1O.dpufQué pasa… ¿se está contradiciendo Cristo?  No.  La disensión de la que el Señor habla aquí es la que surge en las diferencias que hay entre los miembros de  una familia, entre los que creen en Jesús y los que no creen.  Es común que en una familia algunos se convierten, pero otros no. Y viene división. ¿Quién tendrá paz en esa familia?  Evidentemente, los que tienen a Cristo.  Ampliemos el contexto en torno a esta enseñanza sobre los pacificadores: Mateo 10:37-39 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. Aunque los lazos que unen a la familia suelen ser muy fuertes, no pueden impedir que Cristo llame a

reconciliación a alguno de sus miembros.  El tal, seguramente, tendrá disensión con aquellos que no han creído. Entonces ¿qué debemos hacer si pertenecemos a una familia como esta? ¿Debemos ahogar nuestro anhelo de unirnos más a Dios porque nuestro padre, madre o pareja no comparte nuestra fe?  ¿Debemos estar en constante contienda por la fe con algún miembro de la familia, al grado de tener poca o nula comunicación con él? Santiago 3:13-18  nos responde: Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz. Así que, hermano, hay que pedir sabiduría a Dios: no discutas con tus familiares incrédulos, no uses su posición de cristiano para alardear ante ellos mejor ofréceles tu testimonio de una vida en paz con el Señor para que, entonces, ellos también deseen reconciliarse con Él. ¿Eres pacificador en tu casa? ¿Incitas a los de tu casa a estar en paz con Dios?  Cuándo la gente observa tu comportamiento ¿experimenta el deseo de reconciliarse con Dios… o, por el contrario, desea alejarse más de Dios? Que la gente en tu trabajo, en tu casa o donde quiera que te estés, encuentre en tu vida un motivo para reconocer que también necesita a Cristo, en lugar de seguirlo rechazando. Para ser pacificadores primero hay que ser sabios.  Un pacificador es constante en su deseo de reconciliar a la gente con Dios.   La oportunidad de predicar el evangelio de la paz se presenta continuamente.  No deberíamos desaprovecharla. - See more at: http://casadeoracionmexico.com/blog/?p=274#sthash.yKq0oj1O.dp uf

ENFRENTALO TODO

Hay mucha gente que dice: “¿Se están ocupando ustedes sólo de asuntos de experiencia personal, mientras el mundo anda como anda? ¿Qué, no ha leído usted su periódico, o

por lo menos oído la información en la radio? ¿Qué, no ven ustedes cómo anda nuestro mundo? ¿Por qué no hacen algunas declaraciones sobre la situación mundial, o sobre la situación en que se encuentran las naciones?” Mi respuesta ante tanta palabrería es siempre la siguiente: Lo que yo, o un buen número de predicadores, o la Iglesia Cristiana entera, pudiéramos decir acerca de la situación total, tal vez no afectaría en nada. Durante muchos años la Iglesia ha estado hablando de política y de la situación económica, pero sin efecto aparente. Ése no es asunto que deba atender la predicación cristiana. Lo que ésta debe hacer es entregarle a la gente el siguiente mensaje: “En este mundo de incertidumbre, donde ya hemos experimentado dos guerras mundiales en el lapso de un cuarto de siglo, y donde tal vez tengamos que enfrentar una más, y cosas aún peores, queda la pregunta: ¿Cómo va usted a enfrentarlo todo? ¿Cómo podrá hacerle frente atado? En mi opinión, ofrecer mis puntos de vista sobre política internacional no ayuda a nadie; gracias a Dios, hay algo que sí puedo hacer: puedo hablarle a usted de algo, de un camino que, si usted lo sigue y lo practica, lo capacitará para decir, con el apóstol Pablo, ¡Soy fuerte! Estoy listo para todo lo que pueda suceder, sea la paz o la guerra, la libertad o la esclavitud, la bondad de la vida que durante tanto tiempo hemos conocido, o algo enteramente diferente; ¡estoy listo para afrontarlo! Debo repetir que esto no significa una conformidad pasiva con aquello que está mal. De ninguna manera. Pero sí quiere decir que estamos preparados para cualquier cosa que pueda venir: Filipenses 4:11-13 He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. –

LA AMARGURA

Hace tiempo prediqué en una iglesia donde el pastor deseaba que yo hablase con Alberto, uno de los diáconos de su congregación. Tres años antes la esposa de Alberto había hecho abandono del hogar y se había ido con otro hombre a la ciudad capital, dejando a su marido y a sus dos hijos. Me explicó el pastor que los esposos eran buenos

cristianos y que “no había motivo” para que ella abandonara a su familia. Aproximadamente seis semanas después, la mujer entró en razón y volvió a casa arrepentida. En forma inmediata, pidió perdón a Alberto, a los hijos y hasta se presentó ante la congregación para mostrar públicamente su arrepentimiento y su disposición a sujetarse a la disciplina de la iglesia. Alberto me explicó en palabras terminantes que aunque había permitido que su esposa regresara al hogar, no la había perdonado y no la perdonaría. Peor todavía, declaró que estaba dispuesto a esperar el tiempo necesario (hasta que los hijos de 6 y 9 años crecieran y se hicieran mayores) para entonces vengarse de ella. Aunque había transcurrido poco tiempo desde el incidente con su esposa, ya se veían huellas de amargura en el rostro de Alberto. La amargura no se ve solamente en casos tan extremos. Conozco centenares de otros ejemplos de personas que sufrieron ofensas por cosas que parecieran triviales. Menciono sólo tres: (1) Una mujer se ofendió porque el pastor no estaba de acuerdo con su definición de “alabanza”, y desde aquel momento empezó a maquinar para sacarlo de la iglesia; (2) un hombre vivió amargada desde que lo pasaron por alto para un ascenso en su empleo. (3) El intercambio de cartas con una profesora de Centroamérica ilustra cuán sutil puede ser la amargura en la vida del creyente. El problema de presentación era que esta mujer se sentía sola y triste porque su hija, yerno y nietos se habían mudado a los Estados Unidos de América. En su segunda carta no utilizó la palabra “sola” sino “abandonada”, y en lugar de “triste” surgió el término “enojada”. En las siguientes misivas se hizo evidente que estaba sumergida en autocompasión y amargura. No sólo se sentía herida porque su hija vivía en otro país, sino además resentida porque (según ella) los otros familiares que vivían cerca no la tomaban en cuenta “después de todo lo que ella hizo por ellos”. En lo personal, empecé a estudiar el tema de la amargura poco después de un grave problema que tuvimos en la iglesia a que asistimos desde hace varios años. La dificultad radicaba en una seria diferencia de filosofía de ministerio entre los diáconos y los ancianos. Pero lo que causó la desunión no fue el problema en sí –que se habría podido resolver buscando a Dios en oración, en su Palabra y con un franco diálogo entre las partes – sino las personas ofendidas, los chismes, y la amargura resultante. En medio de esa crisis en nuestra iglesia, tuve que viajar a otro país para enseñar sobre el tema “Cómo aconsejar empleando principios bíblicos”. Era domingo por la mañana y esperaba que me pasaran a buscar para llevarme a la iglesia. Puesto que el culto comenzaba tarde contaba con un par de horas para descansar, y prendí la televisión para escuchar la transmisión del sermón del pastor de la iglesia más grande de la ciudad. No podía creer lo que oía: ese pastor estaba predicando sobre el tema que yo había enseñado el día anterior, el perdón. Como si un rayo penetrara en mi corazón, el Espíritu Santo me mostró que yo también era culpable de estar dejando crecer una raíz de amargura en mi vida por lo que ocurría en nuestra congregación. En forma inmediata me arrodillé para confesar el pecado, recibir el perdón de Dios y perdonar a los que me habían

hecho daño. ¡Qué alivio trajo a mi alma! Era como si alguien sacara un peso enorme de mis hombros. Ese problema que viví en la iglesia tiene todos los elementos que este libro desea tratar. Quizá por esa razón el Señor me permitió experimentarlo. La amargura es el pecado más fácil de justificar y el más difícil de diagnosticar porque es razonable disculparlo ante los hombres y ante el mismo Dios. A la vez, es uno de los pecados más comunes, peligrosos y perjudiciales y –como veremos– el más contagioso. Al escribir este libro, es mi esperanza y oración que la persona amargada no solamente se dé cuenta de que en verdad eso es pecado, sino que además encuentre la libertad que sólo el perdón y la maravillosa gracia de Dios le pueden ofrecer. II. LA DEFINICIÓN DE LA AMARGURA En el griego del Nuevo Testamento, “amargura” proviene de una palabra que significa punzar. Su raíz hebrea agrega la idea de algo pesado. Finalmente, el uso en el griego clásico revela el concepto de algo fuerte. La amargura, entonces, es algo fuerte y pesado que punza hasta lo más profundo del corazón. La amargura no tiene lugar automáticamente cuando alguien me ofende, sino que es una reacción no bíblica (es decir pecaminosa) a la ofensa o a una situación difícil y por lo general injusta. No importa si la ofensa fue intencional o no. Si el ofendido no arregla la situación con Dios, la amargura le inducirá a imaginar más ofensas de la misma persona. La amargura es una manera de responder que a la larga puede convertirse en norma de vida. Sus compañeros son la autocompasión, los sentimientos heridos, el enojo, el resentimiento, el rencor, la venganza, la envidia, la calumnia, los chismes, la paranoia, las maquinaciones vanas y el cinismo. La amargura es resultado de sentimientos muy profundos, quizá los más profundos de la vida. La razón por la que es tan difícil de desarraigar es triple: En primer lugar, el ofendido considera que la ofensa es culpa de otra persona (y muchas veces es cierto) y razona: “El/ella debe venir a pedirme disculpas y arrepentirse ante Dios. Yo soy la víctima”. El cristiano se siente culpable cuando comete un pecado. Sin embargo, no nos sentimos culpables de pecado por habernos amargado cuando alguien peca contra nosotros, pues la percepción de ser víctima eclipsa cualquier sentimiento de culpa. Por lo tanto este pecado de amargura es muy fácil justificar. En segundo lugar, casi nadie nos ayuda a quitar la amargura de nuestra vida. Por lo contrario, los amigos más íntimos afirman: “Tú tienes derecho… mira lo que te ha hecho”, lo cual nos convence aun más de que estamos actuando correctamente. Finalmente, si alguien cobra suficiente valor como para decirnos: “Amigo, estás amargado; eso es pecado contra Dios y debes arrepentirte”, da la impresión de que al consejero le falta compasión (recuerde, que el ofendido piensa que es víctima). Me pasó recientemente en un diálogo con una mujer que nunca se ha podido recuperar de un gran mal cometido por su padre. Ella lleva más de 30 años cultivando una amargura que hoy ha florecido en todo un huerto. Cuando compasivamente (Gálatas 6:1) le mencioné que era hora de perdonar y olvidar lo que queda atrás (Filipenses 3:13), me acusó de no tener compasión. Peor todavía, más tarde descubrí que se quejó a otras personas, diciendo que como consejero

carecía de “simpatía” y compasión. Hasta es posible perder la amistad de la persona amargada por haberle aconsejado que quite la amargura de su vida (Efesios 4:31). El siguiente ejemplo ilustra cómo la amargura puede dividir a amigos y familiares. Florencia, una joven de 21 años, pertenece a una familia que durante años ha sufrido una contienda familiar. Ella es la única que no desea culpar a los demás ni demostrar que tiene razón sino que anhela ver reconciliación. La pelea comenzó poco después del nacimiento de Florencia, sobre lo que al principio fue algo insignificante. Veinte años más tarde, alimentada por imaginaciones vanas, rencor y paranoia, existe una gran brecha entre dos grupos de la familia. A pesar de que casi todos son cristianos, la lucha es más fuerte que nunca. Florencia, tomando en serio lo que dice la palabra de Dios sobre la amargura, con toda el alma quiere que la familia se reconcilie. Se siente impotente, sin embargo, porque está bajo la amenaza de no poder volver a casa de sus padres si pisa la propiedad de su hermana y su cuñado. Finalmente, el lector notará una característica interesante en casi todos los ejemplos de este libro: por regla general nos amargamos con las personas más cercanas a nosotros. III. LAS CONSECUENCIAS DE LA AMARGURA Para motivar a una persona a cumplir con el mandamiento bíblico “despréndanse de toda amargura…” (Efesios 4:31 NVI), veamos las múltiples consecuencias (todas negativas) de este pecado. 1) El espíritu amargo impide que la persona entienda los verdaderos propósitos de Dios en determinada situación. Job no tenía la menor idea de que, por medio de su sufrimiento, el carácter de Dios estaba siendo vindicado ante Satanás. Somos muy cortos de vista. 2) El espíritu amargo contamina a otros. En uno de los pasajes más penetrantes de la Biblia, el autor de Hebreos exhorta: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (12:15). La amargura nunca se queda sola en casa; siempre busca amigos. Por eso es el pecado más contagioso. Si no la detenemos puede llegar a contaminar a toda una congregación, o a toda una familia. Durante la celebración de la pascua, los israelitas comían hierbas amargas. Cuando un huerto era invadido por estas hierbas amargas, no se lo podía limpiar simplemente cortando la parte superior de las plantas. Cada pedazo de raíz debía extraerse por completo, ya que de cada pequeña raíz aparecerían nuevos brotes. El hecho de que las raíces no se vean no significa que no existan. Allí bajo tierra germinan, se nutren, crecen, y los brotes salen a la superficie y no en un solo lugar sino en muchos. Algunas raíces silvestres son casi imposibles de controlar si al principio uno no las corta por lo sano. El escritor de Hebreos advierte que la amargura puede quedar bajo la superficie, alimentándose y multiplicándose, pero saldrá a la luz cuando uno menos lo espera. Aun cuando la persona ofendida y amargada enfrente su pecado de la manera prescrita por Dios, no necesariamente termina el problema de la contaminación. Los compañeros han tomado sobre sí la ofensa y posiblemente se irriten con su amigo cuando ya no esté amargado. Hace poco un médico muy respetado y supuestamente cristiano había

abandonado a su esposa y a sus tres hijos, yéndose con una de las enfermeras del centro médico donde trabajaba. Después de la sacudida inicial, entró en toda la familia la realización de que el hombre no iba a volver. Puesto que era una familia muy unida, se enojaron juntos, se entristecieron juntos, sufrieron juntos y planearon la venganza juntos, hasta que sucedió algo sorprendente: la esposa, Silvia, perdonó de corazón a su (ahora) ex esposo y buscó el consuelo del Señor. Ella todavía tiene momentos de tristeza y de soledad, pero por la gracia de Dios no está amargada. Sin embargo, los demás familiares siguen amargados y hasta molestos con Silvia porque ella no guarda rencor. 3) El espíritu de amargura hace que la persona pierda perspectiva. Nótese la condición del salmista cuando estaba amargado: “… entonces era yo torpe y sin entendimiento; era como una bestia delante de ti” (Salmo 73:21, 22 BLA). La persona amargada toma decisiones filtradas por su profunda amargura. Tales decisiones no provienen de Dios y generalmente son legalistas. Cuando la amargura echa raíces y se convierte en norma de vida, la persona ve, estima, evalúa, juzga y toma decisiones según su espíritu amargo. Nótese lo que pasó con Job. En su amargura culpó a Dios de favorecer los designios de los impios (Job 10:3). Hasta lo encontramos a aborreciéndose a sí mismo (Job 9:21; 10:1). En el afán de buscar alivio o venganza, quien está amargado invoca los nombres de otras personas y exagera o generaliza: “…todo el mundo está de acuerdo…” o bien “nadie quiere al pastor…” Las frases “todo el mundo” y “nadie” pertenecen al léxico de la amargura. Cuando la amargura llega a ser norma de vida para una persona, ésta por lo general se vuelve paranoica e imagina que todos están en su contra. Un pastor en Brasil me confesó que tal paranoia tomó control de su vida, y empezó a defenderse mentalmente de adversarios imaginarios. 4) El espíritu amargo se disfraza como sabiduría o discernimiento. Es notable que Santiago emplea la palabra “sabiduría” en 3:14–15 al hablar de algunas de las actitudes más carnales de la Biblia. La amargura bien puede atraer a muchos seguidores. ¡Quién no desea escuchar un chisme candente acerca de otra persona!5 La causa que presentó Coré pareció justa a los oyentes, tanto que 250 príncipes renombrados de la congregación fueron engañados por sus palabras persuasivas. A pesar de que la Biblia aclara que el corazón de Coré estaba lleno de celos amargos, ni los más preparados lo notaron. 5) El espíritu amargo da lugar al diablo (Efesios 4:26). Una persona que se acuesta herida, se levanta enojada; se acuesta enojada, y se levanta resentida; se acuesta resentida, y se levanta amargada. El diablo está buscando a quien devorar (1ª Pedro 5:8). Pablo nos exhorta a perdonar “…para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11). Satanás emplea cualquier circunstancia para dividir el cuerpo de Cristo. 6) El espíritu amargo puede causar problemas físicos. La amargura está ligada al resentimiento, término que porviene de dos palabras que significan “decir de nuevo”. Cuando uno tiene un profundo resentimiento, no duerme bien o se despierta varias veces durante la noche, y vez tras

vez en su mente repite la herida como una grabadora. Es un círculo vicioso de no dormir bien, no sentirse bien al siguiente día, no encontrar solución para el espíritu de amargura, no dormir bien, ir al médico, tomar pastillas, etc. Algunas personas terminan sufriendo una gran depresión; otros acaban con úlceras u otras enfermedades. 7) El espíritu amargo hace que algunos dejen de alcanzar la gracia de Dios (Hebreos 12:15). En el contexto de Hebreos, los lectores estaban a punto de volver al legalismo y a no valerse de la gracia de Dios para su salvación. La persona amargada sigue la misma ruta porque la amargura implica vivir con recursos propios y no con la gracia de Dios. Tan fuerte es el deseo de vengarse que no permite que Dios, por su maravillosa gracia, obre en la situación. IV. UN EXAMEN “El corazón conoce la amargura de su alma” (Proverbios 14:10). Antes de exponer el antídoto bíblico para la amargura, tomemos un examen para averiguar si ha brotado raíz de amargura en la vida. Recomiendo que, en oración, el lector medite sobre cada pregunta. 1) ¿Existe una situación en su vida que aparece frecuentemente en la mente o le despierta durante la noche? 2) ¿Está maquinando maneras de vengarse si tan sólo tuviera oportunidad de hacerlo? Varias personas me han dicho que estas maquinaciones son, precisamente, lo que les privan del sueño. 3) ¿Recuerda hasta los más ínfimos detalles de un evento que sucedió hace tiempo? La amargura tiene una memoria de elefante, y recuerda hasta los detalles más oscuros de un incidente. Tiempo atrás dos vecinas nuestras, cristianas, tuvieron una fuerte riña en plena calle. Fue sorprendente que una de las contrincantes, sin sacar apuntes pero con lujo de detalles, nombró cada vez que su vecina le había pedido prestado algo durante los últimos cinco años. Después de haber sembrado resentimiento, éste brotó en amargura cuando se presentó el ambiente apropiado. ¿Por qué recordamos ese tipo de detalles con tanta facilidad? En primer lugar, porque tal como mencionamos en la sección I siempre recordamos las heridas y las ofensas. Pero la razón principal es que repasamos y repasamos los detalles. Cuando yo era estudiante en la secundaria, un maestro nos enseñó cuál era, según él, la mejor manera de recordar el material del curso: repasar, repetir y repasar. ¡Si pudiéramos recordar los buenos momentos o aun los pasajes de la Biblia tanto como recordamos las ofensas! 4) ¿Se siente ofendido y, debido a que usted estima es víctima, está justificando el resentimiento? Aquí la frase clave es “pero yo tengo razón”. No hay situación más difícil de solucionar que cuando la persona ofendida tiene razón. Carlos, un brillante y joven empresario, ascendió rápidamente en la empresa y a los 36 años llegó a ser vicepresidente con miras a llegar aun más arriba. Aunque el mismo director y fundador de la organización lo había empleado, llegó a sentir que Carlos era una amenaza y buscó motivos para despedirlo. Este, un creyente en Cristo, ignoraba el complot que se gestaba en la oficina a sólo cinco metros de la suya. Finalmente, un viernes por la tarde el director comunicó a Carlos en palabras terminantes que no tenía que volver a trabajar el lunes. Cuando preguntó por qué, el director, también cristiano, presentó una serie de mentiras y medias verdades. Carlos encontró otro empleo

pero sigue amargado. Envenenó de amargura a su esposa (que, por supuesto, tomó sobre sí la ofensa y está más amargada que él) y a sus mejores amigos. Ahora bien, Carlos tenía toda la razón. Cada vez que escucho la historia yo mismo me enojo, porque era y sigue siendo injusto. Admito que es difícil quitar la amargura de la vida de quien fue ofendido, herido, pisoteado, marginado, pasado por alto, o algo similar. Es difícil porque esa persona es víctima. Sin embargo, la Santa Palabra de Dios interviene con el mandamiento “quítense de vosotros toda amargura…” (Efesios 4:31). 5) ¿Hay explosiones desmedidas en cuanto a incidentes que de otra manera tendrían menor importancia? Sucede a menudo en la vida matrimonial cuando uno de los cónyuges por algún motivo está amargado. Tal amargura se entremete en todas las contiendas con el cónyuge, y es como un volcán esperando el momento de erupción. Súbitamente y sin previo aviso, comienza a salir todo tipo de veneno antes escondido bajo la superficie. El cónyuge se sorprende por la reacción violenta y se pregunta cuál es la razón. 6) ¿Le sucede que al leer la Biblia casi inconscientemente aplica la Escritura a otros en vez de a sí mismo? Muchas personas amargadas hallan en la Biblia enseñanzas que aplican a otros (en forma especial al ofensor). Una de las pruebas de que yo me libré de la amargura fue que al leer el libro de Proverbios me encontré aplicando sus enseñanzas a mi propia vida en vez de a la vida de otros involucrados en el incidente en la iglesia. 7) Por lo general ¿usa usted expresiones que incluyen “ellos” o “todo el mundo” para apoyar sus argumentos? Durante el problema que experimentamos en nuestra iglesia entró en combate uno de los amigos más íntimos de la amargura: el chisme. La persona amargada piensa que tiene razón (y probablemente sea cierto), busca a otros, comparte su experiencia, fundamenta su actitud con exageraciones y generalizaciones refiriéndose a “todo el mundo”. Para poder enterrar el problema en nuestra congregación, entre otras cosas tuvimos que disciplinar a una dama que cayó en el pecado de ser chismosa. Enfrentada con los pecados de la amargura y el chisme, se justificó diciendo que “tenía razón”, y junto con su esposo se fueron de la iglesia ofendidos. 8 ) Cuando se refiere a su iglesia local, ¿habla de “ellos” o de “nosotros”? La persona amargada empieza a distanciarse de la congregación, cuando dice “ellos” al referirse a otros miembros de la iglesia. V. MANERAS NO BÍBLICAS DE TRATAR CON LA AMARGURA “Quítense de vosotros toda amargura…” (Efesios 4:31). La amargura es uno de los pecados más comunes no solamente en el mundo sino también entre el pueblo cristiano evangélico. Casi todos hemos sido ofendidos, y una u otra vez hemos llegado al punto de la amargura. Muchos no han podido superar una ofensa y han dejado crecer una raíz de amargura en su corazón. Debido a que es difícil (si no imposible) vivir amargado y en paz, el hombre maquina maneras para tratar de resolver su problema de amargura y así menguar el dolor, pero sin embargo la amargura queda intacta. Para poder extirpar de manera bíblica la amargura del corazón, es imperioso comprender y desenmascarar las varias formas mundanas de “solucionar” el problema, para que no quede otra alternativa que la

bíblica. 1. Vengarse. La manera no bíblica más común es tomar venganza. Hace poco escuché una entrevista con un escritor de novelas policiales, quien comentó que sólo existen tres motivos para asesinar a una persona: amor, dinero, y venganza. En un país centroamericano asolado por la guerrilla, me comentaron que muchos se aprovechan de tales tiempos para vengarse y echar la culpa a los guerrilleros. Con razón Pablo exhorta: “…no os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19). A pesar de las circunstancias, la Biblia sostiene que jamás es voluntad de Dios que nos venguemos nosotros mismos. Julia y Roberto son hermanos; ambos están casados y tienen 4 y 3 hijos respectivamente. Cuando vivían en la casa paterna sufrían con un padre borracho y perverso. No sólo los trató con violencia y con las palabras más degradantes, sino que también se aprovechó sexualmente de sus hijos. Pasaron los años y Roberto –ya adulto, herido, con muchos malos recuerdos y profundamente amargado– odia a su padre. ¿Quién lo puede culpar por sentirse profundamente herido? Otra vez podemos decir que “tiene razón”. No es cuestión de minimizar el pecado de la otra persona ni el daño o la herida, sino es cuestión de qué hacer ahora, y magnificar la gracia de Dios. Buscando alivio, Roberto, acudió a un psicólogo no cristiano que le ayudó a descubrir la profundidad de su odio y amargura, y sugirió como solución la venganza. Durante los últimos años Roberto ha estado llevando a cabo el dictamen. Principió con llamadas telefónicas insultando a su padre con las mismas palabras degradantes que éste había empleado. Cuando las llamadas dejaron de tener el efecto deseado, empezó a sembrar veneno en su hermana Julia y los demás familiares para que hicieran lo mismo. No es de extrañar que cada reunión familiar termine en un espectáculo como la lucha libre. Hoy día Roberto es un hombre amargado y cada día más infeliz. Por su parte Julia –adulta y también herida, y con muchos malos recuerdos pero sin amargura– ama a su padre. Es cristiana, esposa de un pastor, y optó por perdonar a su padre e intentar ganarlo para Cristo. Dos personas de la misma familia y que experimentaron las mismas circunstancias, eligieron dos caminos distintos: uno la venganza y la otra el perdón. Cuando intento vengarme por mi propia cuenta… a) Me pongo en el lugar de Dios. De acuerdo a la Biblia la venganza pertenece a Dios. Entonces, la venganza es el pecado de usurpar un derecho que sólo le pertenece a El. Querer vengarnos por nosotros mismos es asumir una actitud de orgullo, el mismo pecado que causó la caída de Lucero (Isaías 14:13, 14). Por lo tanto, al tratar de vengarnos (aunque tan sólo en nuestra mente), estamos pisando terreno peligroso. Por otra parte, la ira de Dios siempre es ira santa. Dios no obrará hasta tanto yo deje la situación en sus manos. No puedo esperar de mi parte la solución que solamente el Dios soberano puede llevar a cabo. b) La venganza siempre complica la situación. Mi propia venganza provoca más problemas, más enojo, envenena a otros y deja mi conciencia contaminada. c) Sobre todo, tomar venganza por nuestros medios es

un pecado contra el Dios santo. Es una gran lección ver como el apóstol Pablo dejó lugar a la ira de Dios cuando dijo: “Alejandro el calderero me ha causado muchos males; el Señor le pague conforme a sus hechos” (2 Timoteo 4:14). 2. Minimizar el pecado de la amargura. Minimizo un pecado cuando por algún motivo puedo justificarlo. Existen, por lo menos, tres maneras de minimizar el pecado de la amargura: a) Llamarlo por otro nombre, alegando que es una debilidad, una enfermedad o desequilibrio químico, enojo santo, o sencillamente afirmando que “todo el mundo lo está haciendo”. Hay quienes dicen ser muy sensibles y como resultado están resentidos pero no amargados. ¡Cuidado! Existe una relación muy íntima entre los sentimientos heridos y la amargura. b) Disculparse por las circunstancias y así justificar la amargura. “En estas circunstancias Dios no me condenaría por guardar rencor en mi corazón.” Básicamente, lo que estamos diciendo es que hay ocasiones cuando los recursos espirituales no sirven, y nos vemos obligados a pecar. Juan dice a tales personas: “Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a El mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1ª Juan 1:10). c) Culpar al otro. Esta es, sin duda, la manera más frecuente de eludir la responsabilidad bíblica de admitir que la amargura es pecado. Cuando de amargura se trata, el ser humano generalmente culpa a la persona que le ofendió. En casos extremos algunos se resienten contra Dios. “No sé porque Dios me hizo así…” “¿Dónde estaba Dios cuando me sucedió esto?” 3. Desahogarse. Ultimamente se ha popularizado la idea de que “desahogarse” sanará la herida. Ahora bien, es cierto que desahogarse tal vez ayuda a que la persona sobrellevar el peso que lleva encima (Gálatas 6:2). Sin embargo, es factible que (a) termine esparciendo la amargura y como resultado contamine a muchos; (b) le lleve a minimizar el pecado de la amargura porque la persona en quien se descarga contesta: “Tú tienes derecho”; (c) no considere la amargura como pecado contra Dios. 4. Una disculpa de parte del ofensor. Muchos piensan que el asunto termina cuando el ofensor pide disculpas a la persona ofendida. De acuerdo a la Biblia efectivamente esto forma parte de la solución porque trae reconciliación entre dos personas (Mateo 5:23–25). Sin embargo, falta reconocer que la amargura es un pecado contra Dios. Sólo la sangre de Cristo, no una disculpa, limpia de pecado (1ª Juan 1:7). La solución radica tanto en la relación horizontal (con otro ser humano) como en la vertical (con Dios). 5. Perdonar a Dios. Después de presentar estos principios en una iglesia, de dos fuentes diferentes escuché que la solución para la amargura era “perdonar a Dios”. Cuando una persona no está conforme con su apariencia física o con un suceso que dejó cicatrices emocionales o físicas en su vida, se le aconseja que perdone a Dios por haber permitido que sucediera. En Rut 1:13 Noemí estaba amargada contra Dios y hasta explicó a sus dos nueras que tenía derecho a estar más amargada que ellas porque se habían muerto su esposo y sus dos hijos. Es la clase de situación donde hoy día se aconsejaría perdonar a Dios por haberlo permitido. Estoy convencido de que hablar de “perdonar a Dios” es blasfemia. Dios es bueno (Salmo 103); Dios es

amor (1ª Juan 4:8); Dios está lleno de bondad (Marcos 10:18); Dios es esperanza (Romanos 15:13); Dios es santo (Isaías 6:3); Dios es perfecto (Deuteronomio 32:4; Hebreos 6:18). Jamás habrá necesidad de perdonarlo. Este concepto de perdonar a Dios es uno de los intentos del ser humano de crear a Dios a imagen del hombre. Demuestra una total ignorancia e incomprensión de que Dios en su amor tiene múltiples propósitos y lleva a cabo tales propósitos por medio de las experiencias que atravesamos. ¡Sí pudiéramos aprender la realidad: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2ª Corintios 12:9)! VI. LA SOLUCIÓN DIVINA PARA LA AMARGURA Hace tiempo una mujer de 43 años vino a consultarnos. Hacía 23 años que estaba en tratamiento médico y siquiátrico por su depresión. Era una triste historia que cada vez escuchamos con más frecuencia. El padre de esta mujer se había aprovechado de ella desde los 5 hasta los 14 años de edad. Tiempo después ella recibió al Señor como Salvador de su vida, lo cual trajo alivio al comienzo, pero meses después volvió a caer en un estado depresivo. Vino a verme como un último recurso. “Desempacamos” el problema y descubrimos varios asuntos que solucionar, entre ellos como era lógico, un profundo resentimiento hacia su padre. ¿Cuál fue la ayuda para esta pobre mujer y para los miles que cuentan con experiencias similares? Si hasta el momento usted no ha tenido que luchar con la amargura, tarde o temprano le acontecerá algo que lo enfrentará cara a cara con la tentación de guardar rencor, de vengarse, de pasar chismes, de formar alianzas, de justificar su actitud porque tiene razón, etc. Como cristianos hemos de estar preparados espiritualmente. ¿Cómo hacerlo? Establecer la santidad como meta en su vida. Como en todos los casos de pecado, más vale prevenir que tener que tratar con las consecuencias devastadoras que el pecado siempre deja como herencia. El escritor de Hebreos, dentro del contexto de la raíz de amargura, exhorta: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (12:14). La mejor manera de prevenir la amargura es seguir o buscar la paz y la santidad; asumir un compromiso con Dios para ser santo (puro) pase lo que pasare. Cuando sobrevienen situaciones que lastiman nuestros sentimientos, producen rencor y demás actitudes que forman el círculo íntimo de la amargura, debemos decir: “He hecho un pacto con Dios a fin de ser santo, como El es Santo. A pesar de que la otra persona tenga la culpa, entregaré la situación en manos de Dios, perdonaré al ofensor y buscaré la paz.” Nótese la diferencia entre la actitud de David y su ejército cuando volvieron de una batalla (1 Samuel 30). Encontraron la ciudad asolada y sus familias llevadas cautivas. En vez buscar el consuelo de Dios y por ende Su sabiduría, el pueblo se amargó y propuso apedrear a David. En contraste, la Biblia explica que “David se fortaleció en Jehová su Dios” (v. 6). En ningún momento es mi intención minimizar el daño causado por una ofensa o por el ultraje que experimentó David y su gente, sino que mi deseo es magnificar la gracia de Dios para consolar y ayudar a perdonar. Consideremos ahora qué hacer cuando estamos amargados. 1) Ver la amargura como pecado contra Dios. En las

próximas páginas explicaremos la importancia de perdonar al ofensor. Sin embargo, si yo estimara la amargura solamente como algo personal contra la persona que me engañó, me lastimó, me perjudicó con chismes o lo que fuere, sería fácil justificar mi rencor alegando que tengo razón pues el otro me hizo daño. Como ya mencionamos,es posible que no hay nada tan difícil de solucionar que la situación de la persona amargada que tiene razón para estarlo. Cuando tengo amargura en mi corazón, con David tengo que confesar a Dios: “Contra ti, contra ti solo he pecado” (Salmo 51:4). En el momento en que percibo que (a pesar de las circunstancias) la amargura es un pecado contra Dios, debo confesarlo y la sangre de Cristo me lavará de todo pecado.18 Pablo instruye: “Quítense de vosotros toda amargura”. La Biblia no otorga a nadie el derecho de amargarse. Volvamos al Antiguo Testamento para entender el contexto de la raíz de amargura en Deuteronomio 29:18, donde el pecado principal es la idolatría. Eso es precisamente lo que pasa en el caso de la amargura. En vez de postrarse ante el Dios de la Biblia, buscando la solución divina, uno se postra ante sus propios recursos y su propia venganza. El ídolo es el propio “yo”. 2) Perdonar al ofensor. En el mismo contexto donde Pablo nos exhorta a librarnos de toda amargura, nos explica cómo hacerlo: “…perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:31–32). En junio de 1972, por vez primera en mi vida tuve que enfrentarme con la amargura. Dos ladrones entraron en la oficina de mi padre y lo mataron a sangre fría, robando menos de 50 dólares. Ni siquiera tuve el consuelo de poder decir, “Bueno, papá está con el Señor”, porque a pesar de ser una excelente persona, mi padre no tenía tiempo para Dios. ¿Cuáles eran mi opciones? ¿Hundirme en la amargura? ¿Buscar venganza? ¿Culpar a Dios? No, tenía un compromiso bíblico con Dios de buscar la santidad en todo. La respuesta inmediata era perdonar a los criminales y dejar la situación en manos de Dios y las autoridades civiles. ¿Tristeza? Sí. ¿Lágrimas? Muchas. ¿Dificultades después? En cantidad. ¿Consecuencias? Por supuesto. ¿Fue injusto? Indiscutiblemente. ¿Hubo otras personas amargadas? Toda mi familia. ¿Viví o vivo con raíz de amargura en mi corazón? Por la gracia de Dios, no. a) El perdón trae beneficios porque quita el resentimiento. Uno de los muchos beneficios de no guardar rencor es poder tomar decisiones con cordura. b) El perdón no es tolerar a la persona ni al pecado; no es fingir que la maldad no existe ni es intentar pasarla por alto. Tolerar es “consentir, aguantar, no prohibir” y lejos está de ser el perdón bíblico. Permitir es pasivo mientras perdonar es activo. Cuando la Biblia habla de perdón, en el griego original hallamos que esta palabra literalmente significa “mandarlo afuera”. Activamente estoy enviando el rencor “afuera”, es decir estoy poniendo toda mi ansiedad sobre Dios (1ª Pedro 5:7). c) El perdón no es simplemente olvidar, ya que eso es prácticamente imposible. El resentimiento tiene una memoria como una grabadora, y aún mejor porque la grabadora repite lo que fue dicho, mientras que el resentimiento hace que con cada vuelta la pista se vuelva más profunda. La única manera de apagar la grabadora es perdonar.

Después de una conferencia, una dama me preguntó: “Si el incidente vuelve a mi mente una y otra vez, ¿quiere decir que no he perdonado?” Mi respuesta tomaba en cuenta tres factores: (1) Es posible que ella tuviera razón. Recordamos que “engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso…” (Jeremías 17:9). El ser humano haría cualquier cosa para mitigar la vergüenza, y es lógico que permanezcan los fuertes sentimientos negativos asociados con una ofensa. Volvamos al caso de la mujer que durante 23 años había estado en tratamiento siquiátrico a causa del abuso de su padre. Después de aclarar lo que no es el perdón, y luego de hablar sobre los beneficios que el perdón produciría, le expliqué que de acuerdo a Marcos 11:25 ella tenía que perdonar a su padre. Su respuesta inmediata fue: “Ya lo he hecho.” Pero era obvio que estaba llena de amargura y rencor. Mi siguiente pregunta fue: “¿Cuándo y cómo lo hizo?” Su contestación ilustra otra manera en que el ser humano evita asumir responsabilidad ante el Señor. Me dijo: “Muchas veces he pedido al Señor Jesús que perdonara a mi padre.” Es posible que la mujer aún no entendiera lo que Dios esperaba con respecto al perdón. O tal vez fuera su manera de no cumplir con una tarea difícil. Con paciencia volví a explicarle las cosas, y finalmente ella inclinó la cabeza y empezó a orar. Pronto vi lágrimas en sus ojos, y de corazón perdonó a su padre. Al día siguiente regresó para una consulta y se la veía con esperanza, con alivio y como una nueva persona. (2) Hay quienes desean que recordemos incidentes dolorosos del pasado. En primer lugar está Satanás, que trabaja día y noche para dividir a los hermanos en Cristo (Apocalipsis 12:10; 1ª Timoteo 5:14). En segundo lugar, la vieja naturaleza saca a relucir el pasado. Los mexicanos emplean la frase “la cruda” al referirse a los efectos de la borrachera al día siguiente. En cierto modo es posible tener una “cruda espiritual” que precisa tiempo hasta no molestar más. Me refiero a ciertos hábitos, maneras de pensar que son difíciles de romper. Si uno en verdad ha perdonado, cada vez que el incidente viene a la memoria, en forma inmediata hay que recordar a Satanás y recordarse a sí mismo que la cuestión está en las manos de Dios y es un asunto terminado que sólo forma parte del recuerdo. (3) Finalmente existe otra persona o grupo que no quiere que usted olvide el incidente: Aquellos que fueron contagiados por su amargura, aquellos a quienes usted mismo infectó y como resultado tomaron sobre sí la ofensa. Por lo general para ellos es más difícil perdonar porque recibieron la ofensa indirectamente. Por lo tanto, no se sorprenda cuando sus amigos a quienes usted contagió de amargura, se enojan con usted cuando, por la gracia de Dios, ha perdonado al ofensor y está libre de dicha amargura. d) El perdón no absuelve al ofensor de la pena correspondiente a su pecado. El castigo está en las manos de Dios, o quizá de la ley humana. El salmista nos asegura: “El Señor hace justicia, y juicio a favor de todos los oprimidos” (Salmo 103:6 BLA). Presenté estos principios por primera vez en una iglesia donde no solamente varios de los feligreses estaban resentidos, sino también el mismo pastor. Después del sermón el pastor dividió a su pequeña congregación en grupos de 5 ó 6 personas para dialogar

sobre el tema. Me tocó estar en un grupo que incluía a una pareja y su hijo adolescente. En forma inmediata noté la total falta del gozo del Señor en aquella familia. Durante los 20 minutos que tuvimos para compartir me preguntaron cómo era posible quitar la amargura del corazón por un gran mal que alguien había cometido. El hijo mayor había entrado en el mundo de la droga a pesar de que sus padres eran cristianos. Un día no tuvo suficiente dinero para pagar por su dosis regular, y el proveedor lo mató. Desde aquel momento la amargura había estado carcomiendo a toda la familia, y alegaban que era imposible perdonar. Ellos creían que perdonar significaba absolver a los asesinos del crimen que habían perpetrado. e) El perdón tampoco es un recibo que se da después que el ofensor haya pagado. Si no perdonamos hasta tanto la otra persona lo merezca, estamos guardando rencor. f) El perdón no necesariamente tiene que ser un hecho conocido al ofensor. En muchos casos el ofensor ha muerto, pero el rencor continúa en el corazón de la persona herida. Recuerdo el caso de una señora que con lágrimas admitió que su esposo había desaparecido con otra mujer de la iglesia. Durante la conversación me confesó: “Lo he perdonado. Hay y habrá muchas lágrimas, dolor y tristeza, pero me rehúso terminantemente a llegar al fin de mi vida como una vieja amargada.” El hombre consiguió el divorcio y se casó legalmente con la otra mujer. Por su parte, esta señora vive con su tres muchachos y sirve a Dios de todo corazón; sus hijos aman al Señor y oran para que su padre un día regrese al camino de Dios. Tener que perdonar un gran mal mientras el ofensor no lo merezca, representa una excelente oportunidad para entender mejor cómo Cristo pudo perdonarnos a nosotros (Romanos 5:8; Efesios 4:32). g) El perdón debe ser inmediato. Una vez me picó una araña durante la noche. Tuve una reacción alérgica que duró casi medio año. Ahora bien, si hubiera podido sacar el veneno antes de que se extendiera por el cuerpo, hubiera quedado una pequeña cicatriz pero no habría habido una reacción tan aguda. Algo semejante sucede con el perdón. Hay que perdonar inmediatamente antes de que “la picadura empiece a hincharse.” h) El perdón debe ser continuo. La Biblia indica que debemos perdonar continuamente (Mateo 18:22). Perdonar hasta que se convierta en una norma de vida. Uno de los casos más difíciles es cuando la ofensa es continua como en el caso de esposo/esposa, patrón/empleado, padre/hijo, etc. Es entonces cuando el consejo del Señor a Pedro (perdonar 70 veces 7) es aun más aplicable. i) El perdón debe marcar un punto final. Perdonar significa olvidar. No hablo de amnesia espiritual sino de sanar la herida. Es probable que la persona recuerde el asunto, que alguien le haga recordar o que Satanás venga con sus mañas trayéndolo a la memoria. Pero una vez que se ha perdonado sí es posible olvidar. Perdonar es la única manera de arreglar el pasado. No podemos alterar los hechos ni cambiar lo ya ocurrido, pero podemos olvidar porque el verdadero perdón ofrece esa posibilidad. Una vez que hay perdón, olvidar significa: 1) Rehusarse a sacar a relucir el incidente ante las otras partes involucradas. 2) Rehusarse a sacar a relucirlo ante cualquier otra persona. 3) Rehusarse a sacar a relucirlo ante uno mismo. 4)

Rehusarse a usar el incidente en contra de la otra persona. 5) Recordar que el olvido es un acto de la voluntad humana movida por el Espíritu Santo. 6) Sustituir con otra cosa el recuerdo del pasado, pues de lo contrario no será posible olvidar. Pablo nos explica una manera de hacerlo: “Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:20, 21). Jesús amplía el concepto: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44). j) El perdón también significa velar por los demás. Al finalizar su libro y bajo la inspiración del Espíritu Santo, el escritor de Hebreos exhorta a todos los creyentes a que seamos guardianes de nuestros hermanos. El versículo que advierte sobre la raíz de amargura comienza con: “Mirad bien”. En el griego original es la palabra episkopeo, de donde procede el término obispo o sobreveedor. Esto implica que en el momento en que uno detecta que se ha sembrado semilla de amargura en el corazón de un hermano en Cristo, la responsabilidad es ir con espíritu de mansedumbre, y hacer todo lo posible para desarraigarla antes que germine. Se requiere un compromiso profundo con Dios a fin de no caer en la trampa de la amargura. Cristo mismo nos dará los recursos para vivir libres del “pecado más contagioso”. - See more at: http://casadeoracionmexico.com/blog/?p=926#sthash.Ds1BKQPv.dpuf

POR UE BUSCAMOS A JESUS

La gran virtud de Dios mostrada en la encarnación de su Hijo es su generosidad.Isaías expresó “Hijo nos es dado” y Pablo habló de la dádiva de Dios que es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.Cuán triste es ver a muchos que, olvidando cuán grandemente hemos sido enriquecidos por aquel que siendo rico se hizo pobre para que en su pobreza fuésemos enriquecidos, ahora lo buscan para ver qué otra cosa obtienen, qué bienes pueden sacarle para satisfacer sus deseos, tal como los que quisieron hacerle rey porque un día les dio de comer, en lugar de venir a sus pies para ver qué pueden ofrecerle.Usted, ¿por qué busca al Hijo de Dios?

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Cuando la sal pierde su sabor

A continuación tenemos las siguientes tres citas:Mateo 5:13 “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres”

Marcos 9: 49-50 “Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros”

Lucas 14:34-35 “Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará? Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga”

De estos versículos podemos concluir que el ser sal es una característica muy importante del cristiano. Sabemos las características de la sal; las principales son: el dar sabor a los alimentos, la preservación de ellos y el provocar la sed. Se ha dicho mucho acerca de esto.

Debemos tener presente que cumplimos un papel esencial en el mundo y es el de hacer de él un mejor lugar para vivir. Ahora, en estas tres citas se nos advierte contra el peligro de perder nuestras propiedades de sal, entonces la pregunta es: ¿Cómo pierdo yo mis propiedades de sal?. Una respuesta general podría ser: pecando, apartarme de la voluntad de Dios. Todo esto es cierto. Pero la Biblia nos da elementos para precisar mejor esta respuesta. Sobre esto trata este estudio.

Iremos cita por cita:

Mateo 5:13 “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres”.

Esta advertencia la tenemos después de lo que se llama las bienaventuranzas (Mateo 5:1-12). Esta porción de la escritura es parte del sermón del monte que se extiende en los capítulos 5, 6 y 7 del evangelio de Mateo. Este discurso termina de esta manera: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina” (Mateo 7:24-27).

Es claro que esto se puede aplicar a toda la doctrina que Jesús enseñó, pero Mateo coloca esta sentencia al final del sermón del monte, de modo que lo que en ella se habla es de vital importancia. Y uno de los temas tocados es las bienaventuranzas; y en especial es clave para que la sal no deje de ser salada.

Bienaventurados los pobres de espíritu, bienaventurados los que lloran, bienaventurados los mansos, bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, bienaventurados los misericordiosos, bienaventurados los de limpio corazón, bienaventurados los pacificadores y bienaventurados los perseguidos por causa de Cristo son dichos que si somos sinceros con nosotros mismos no tienen ningún atractivo. Es obvio que nuestro Señor tenía un propósito al decirnos todo esto, y el propósito más claro es que el reino de los cielos es completamente diferente a lo que hemos estado acostumbrados en el mundo. 

Para los apóstoles y para nosotros antes de haber conocido la palabra de Dios la verdad era otra. Para nosotros ser bienaventurado es ser rico carnalmente hablando nunca pobre de espíritu; para nosotros bienaventurado es estar siempre con una sonrisa en los labios pero Jesús nos dice que los que sufren por el estado actual de las cosas ellos son bienaventurados. Jesús nos impulsa a cambiar nuestra manera de pensar de una manera radical. En primer lugar en el reino de los cielos no se puede tener

las mismas expectativas que en el mundo. Lo que necesitamos urgentemente es un cambio de mente. Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”

En Lucas 16:13-15 dice: “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él. Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; por que lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación.”

La frase “lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” confirma lo que venimos diciendo. Esto es precisamente lo que Jesús nos quiere hacer entender en las bienaventuranzas. El sistema de Dios es completamente diferente que el sistema del mundo.

Entonces un cambio total de nuestra perspectiva es necesario para ser sal.

Marcos 9:49-50 “Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros”

Leamos lo que Jesús dijo en los versículos anteriores. Marcos 9:43-48 “Si tu mano te fuese ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.

Y si tu pie fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar en la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga”Lo que normalmente es una locura, adquiere sentido en el reino de

Dios. 

Para ser sal no se puede pensar como en el mundo, es decir aferrarse a cosas de este mundo por mantenerse en el pecado. Otra vez, lo de esta vida queda relegado. No es sino que cumplir el mandamiento antiguo “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente”. El mundo es el gran enemigo de Dios, si preferimos algo de este mundo que se superponga a él, perderemos nuestra calidad de sal. Y cómo termina Dios este tema: “buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis?”Lucas14:34-35 “Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará? Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga”

La lectura de Lucas 14:26-33 explicará totalmente lo que queremos decir y confirmará lo que venimos diciendo:

“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aún también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”

Conclusión

La entidad que puede hacernos perder nuestra propiedad de sal, es el mundo. Tanto con su forma de pensar la cual nosotros arrastramos y por lo cual necesitamos una renovación en nuestra mente, y también al aferrarnos compulsivamente a cosas de él; cosas que pueden ser tan íntimas como una parte de nuestro cuerpo o un familiar. Dios exige la prioridad. Jesús nos dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y

humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11:29-30). En resumen el materialismo nos quita nuestra sal.

No pretendo parecer religioso ni espiritualoide, sólo creo en lo que dice la palabra de Dios la cual es la fuente de toda verdadera doctrina. Isaías 8:20: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”. Todo lo expuesto tiene resultados prácticos no son sólo palabras. En Lucas 14:35 nos advierte: “Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga”

¡La Sal de la Tierra!  I. Atributos de la Sal   A. Preserva    1. Previene la corrupción       a. Buen antiséptico       b. Ahuyenta los microbios   2. Mantiene la pureza      a. Preserva lo original      b. Hace limpieza      c. Remueve el hielo y la nieve peligrosa   3. Preserva el balance y la unidad       a. Mantiene integridad      b. Es neutral en una solución  B. Acrecienta el Sabor   1. ¡Resalta el sabor en tu boca!  2. Crea un apetito  3. Crea un anhelo para comer mas  C. Influencia   1. Siempre sera salada  2. ¡No pierde sus propiedades!  3. Se disuelve y penetra completamente  4. Es notable en donde este II. Los atributos de la sal se exhiben en nosotros:A medida que Dios te sala... A. Al Preservar la Palabra   1 Tim. 4:16  1- ¡Eres escogido!

       2 Pedro 1:4  1. No te corrompas con el mundo       Santiago 1:27  2. Transfórmate  Rom 12:1f B. Al Preservar la Paz      Romanos 14:17  1. En tus hechos  2. En tu habla               Colosenses 4:6  3. In En tus pensamientos y actitudes C. Al Influenciar tus Alrededores  1. Con tu celo para las buenas obras Tito 2:14  2. Con tu deseo para la santidad  2 Cor. 7:1  3. ¡Se autentico!    Marcos 9:50

PRESPICACIA

 En tiempos antiguos, la sal era tan valiosa que se usaba como dinero. De echo, la palabra salariose deriva de la palabra sal. Salarium viene del latín “dinero en sal” y se refería a la paga de los soldados romanos. Hoy día, en algunas partes del mundo la sal es muy valiosa. Se valora por sus propiedades de condimentar y preservar, y lo esencial que es al cuerpo humano.   En tiempos bíblicos, la sal también tenia significado religioso. No solo se usaba para sazonar la comida (Job 6:6), sino que tenia una conexión intima con los pactos y compromisos personales. Llamada la “sal del pacto”, se usaba en todas las ofrendas (Lev. 2:13) y era un símbolo de “preservar” los pactos hechos con Dios (Num. 18:19; 2 Cron. 13:5).   Jesús llamo a sus discípulos a ser la sal de la tierra y la luz del mundo. Los profetas del antiguo pacto eran la sal de la tierra de Cana; pero los cristianos son llamados a ser sal de toda la tierra, porque Jesús dijo id por todo el mundo y predicar el evangelio. ¿Cómo es que unos pocos pueden afectar el mundo entero? ¡Trabajando silenciosamente como la sal con el evangelio de Cristo! Como un puñado de sal se dispersa a través de toda la comida, la enseñanza del evangelio se dispersa ampliamente, penetrando y llegando hasta los corazones de los hombres (Hechos 2:37). La sal del evangelio nos limpia el alma y a preserva de la descomposición espiritual. Es un pacto eterno entre Dios y todos los verdaderos creyentes.

   Tal como la sal era requerida en todos los sacrificios de ofrenda, los cristianos necesitan ser “salados,” para ser la sal de la tierra. El mundo se corroe con la ignorancia y el pecado. Por esta razón, Cristo nos envía a sazonar el mundo a través de nuestra vida y enseñanza, con la sabiduría y gracia del evangelio, ¡para hacer aceptables a Dios a todos los creyentes fieles! ¡Se la sal de la tierra!

Introducción:A. El Señor Jesús casi siempre enseñaba con parábolas o ilustraciones y en ellas usaba cosas comunes y bien conocidas por todos para enseñar una verdad espiritual. Una de esas ilustraciones la encontramos en:1. (Mateo.5:13) "Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres".

B. En tiempos del N.T. la sal era escasa y costosa. Ha mucha gente se le pagaba con sal por su trabajo, de ahí proviene la palabra "salario".C. Todas las personas del mundo conocen la sal. La han probado y la usan.D. Es de suma importancia que nosotros estudiemos y analicemos acerca de la sal y sus diferentes características, y de esta manera hacer una aplicación 

espiritual y poder comprender el mensaje del Señor Jesús en este versículo. 

I. La Sal Preserva.A. La forma de preservar la comida durante los días de Jesús consistía en untar sal al pescado, carnes y otros productos de fácil descomposición. 1. Preservativos y refrigeración son medios muy recientes.B. Esta ilustración del Señor sobre la sal fue perfecta. Lo que los discípulos entendieron, es que lo que es la sal para la comida, es lo que todo Cristiano debe de ser para las demás personas. "preservar de la corrupción"1. Somos aquellos que salvan y preservan el mundo. (1Pedro.2:11-12)2. El mundo esta perdido en pecado y nosotros somos los que llevamos el mensaje salvador del evangelio. (2Tim.4:1-2) C. ¿Podemos honestamente decir que el mundo va en la dirección correcta?1. No. El mundo va en mala dirección. Desobedeciendo la ley de Cristo.2. Matrimonios homosexuales tratando de ser legalizados.3. La pornografía adulta e infantil, la prostitucion.4. El uso depravado del licor y las drogas. D. La sal debe tener contacto con la carne para que le ayude. Si la sal se pone a unos centímetros de la carne no le servirá de nada.

II. La Sal Irrita.A. Si la sal entra en contacto con una cortada, o algún tipo de herida, irrita y arde. Pero hay que recordar que la sal no hizo la herida, la herida ya estaba. B. Si la palabra de Dios nos irrita, entonces quiere decir que esta trabajando en nuestras vidas. (Hebreos.4:12)C. La forma en que vivimos los cristianos y lo que enseñamos, a veces va irritar a muchos. Ese es el resultado de ser la sal de la tierra. (Mat.5:11-12) D. Nuestro hablar diario debe de ser sazonado con sal. (Col.4:6)E. Debemos recordar que los Cristianos no hacen la herida, tal como la sal, solamente enfatizan la herida que ya estaba ahí.F. Es interesante ver que Jesús no dijo "Vosotros sois la azúcar, miel o el dulce de la tierra". Ha muchos les gustaría que hubiera dicho eso. 1. Hoy día mucha gente solamente quiere hablar, enfatizar y escuchar acerca del amor de Dios.3. Se olvidan que Dios también es un Dios de justicia, un Dios que castigara a aquellos que rehúsen escuchar y obedecer sus palabras. (Heb.10:26-31)G. Para mucha gente el cristianismo consiste solamente de "azúcar"1. Es claro que necesitamos predicar el amor de Cristo. "Pero el enfatizar solamente amor todo el tiempo no era la manera de

predicar de Cristo".2. Jesús nunca enfatizo solamente azúcar. (Mateo.23:25-33)3. Otros ejemplos: Juan el Bautista, Esteban, Pablo. Etc. 4. Este tipo de predicación lamentablemente no es tolerada por muchos que se dicen ser seguidores de Cristo hoy día. !La verdad duele, pero salva!.

III. La Sal Produce Sed.A. El comer comidas que contengan mucha sal causa sed física.B. Los cristianos por la manera en que vivimos, el ejemplo que damos y lo que enseñamos causamos y producimos sed espiritual en otras personas: 1. El querer obedecer a Dios.2. El querer ser libres del pecado.3. El querer ser parte de la familia de Dios.4. El querer tener la esperanza de la vida eterna. etc.C. Debemos crear hambre y sed de Dios. (Mateo.5:6)D. El cristiano no calma la sed, la produce. Cristo la calma. (Juan.4:13-14)

IV. La Sal da Sabor.A. Muchas comidas no tienen sabor sin sal. Son insípidas.1. Cuando la sal no esta se extraña. Por el sabor que proporciona.B. Pero la sal puede perder su sabor, diferentes cosas pueden causar esto (los 

elementos a su alrededor, la humedad, las impurezas. etc) 1. La sal de tiempos antiguos podía perder su sabor fácilmente si no se almacenaba correctamente. "perdía su calidad de sal"2. La sal insípida en aquellos días se tiraba en las calles. No se podía regar en el jardín o el campo, pues dañaría el tierra. (Lucas.14:34-35)3. ¿Si usted se vuelve insípida, para que puede servir? (Mat.5:13) "para nada"C. Existen muchas cosas por las cuales el cristianos pueden perder su sabor.Una de ellas es por ser contaminados por el mundo. (1Juan.2:15-17:)1. El Cristiano no tiene o debe participar en cosas o acciones pecaminosas.

Conclusión:A. Al analizar las características de la sal comprendemos el mensaje de Jesús y notamos la gran necesidad de ser la sal de la tierra. B. Amigos y hermanos ¿Estas tu siendo la sal de la tierra? ¿Eres sal o azúcar?C. ¿Te estas preservando del pecado y ayudas a otros a apartarse del mal?D. ¿Estas creando sed en aquellos que se encuentran en el desierto del pecado?E. ¿Le estas dando sabor a la vida? ¿Conservas o has perdido tu sabor?F. Jesús, los apóstoles y discípulos primitivos fueron la sal de la tierra. ¿y tu?