Europa de Los Pueblos

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EUROPA DE LOS PUEBLOS Sabido es que nos encontramos inmersos en un proceso de internacionalización-globalización imparable que abarca indudablemente todos los ámbitos de nuestra vida; sea el político, económico, cultural...y aún admitiendo sin reservas que dicho fenómeno globalizador afecta a la totalidad de los pueblos que conforman Europa hemos de afirmar que son aquellos pueblos sin estado propio, por lo tanto, sin prácticamente infraestructura ni mecanismo de decisión, los principalmente condenados a desaparecer en un futuro no tan lejano y arrastrados por el lodazal liberalizador. Ante este futuro nada halagüeño los muchos nacionalistas se han decantado por la clásica opción independentista, por la creación de estados, sobrevalorando tal concepto, que hoy se está convirtiendo en un ente meramente simbólico y figurativo, subordinado al poder de la alta finanza y a los muy eficaces grupos conspirativos controlados por la omnipresente judería internacional. Bajo nuestro punto de vista este concepto estatal pertenece al pasado y hemos de superarlo por anacrónico e ineficaz. Hoy en día la constitución de un microestado vasco sería insuficiente para preservarnos como etnia, aun siendo nosotros favorables al mismo como un mal menor. Nosotros pensamos que sólo un estado Europeo fuerte que conforme una barrera infranqueable al mundialismo actual, un estado Europeo que respete los derechos y la identidad de las minorías, es decir “UN ESTADO EUROPEO DE LOS PUEBLOS” es el único proyecto eficaz para y viable, es la alternativa al proceso globalizador promovida por el capitalismo internacional y apoyada por los estados- nación que nos ahogan. Nosotros oponemos a la realidad actual una Europa en la que los pueblos sin estado sean reconocidos políticamente. Una Europa descentralizada en la que cada etnia posea su propia estructura político-administrativa diferenciada e independiente respecto a las demás y con voz propia integrada en esa unidad Europea. Abogamos por una Europa unida y fuerte

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EUROPA DE LOS PUEBLOS

Sabido es que nos encontramos inmersos en un proceso de internacionalización-globalización imparable que abarca indudablemente todos los ámbitos de nuestra vida; sea el político, económico, cultural...y aún admitiendo sin reservas que dicho fenómeno globalizador afecta a la totalidad de los pueblos que conforman Europa hemos de afirmar que son aquellos pueblos sin estado propio, por lo tanto, sin prácticamente infraestructura ni mecanismo de decisión, los principalmente condenados a desaparecer en un futuro no tan lejano y arrastrados por el lodazal liberalizador.

Ante este futuro nada halagüeño los muchos nacionalistas se han decantado por la clásica opción independentista, por la creación de estados, sobrevalorando tal concepto, que hoy se está convirtiendo en un ente meramente simbólico y figurativo, subordinado al poder de la alta finanza y a los muy eficaces grupos conspirativos controlados por la omnipresente judería internacional. Bajo nuestro punto de vista este concepto estatal pertenece al pasado y hemos de superarlo por anacrónico e ineficaz. Hoy en día la constitución de un microestado vasco sería insuficiente para preservarnos como etnia, aun siendo nosotros favorables al mismo como un mal menor. Nosotros pensamos que sólo un estado Europeo fuerte que conforme una barrera infranqueable al mundialismo actual, un estado Europeo que respete los derechos y la identidad de las minorías, es decir “UN ESTADO EUROPEO DE LOS PUEBLOS” es el único proyecto eficaz para y viable, es la alternativa al proceso globalizador promovida por el capitalismo internacional y apoyada por los estados-nación que nos ahogan.Nosotros oponemos a la realidad actual una Europa en la que los pueblos sin estado sean reconocidos políticamente. Una Europa descentralizada en la que cada etnia posea su propia estructura político-administrativa diferenciada e independiente respecto a las demás y con voz propia integrada en esa unidad Europea. Abogamos por una Europa unida y fuerte pero respetando su diversidad cultural e identitaria. Queremos dejar bien claro que somos abertzales radicales y al mismo tiempo europeístas en la medida que consideramos a Euzkalerria por raza, cultura y valores tradicionales como parte integrante de esa realidad que se llama Europa.

Siendo objetivos el NACIONALSOCIALISMO, por otra parte ideología totalmente demonizada y criminalizada por cretinos y vendepatrias, pero también por patriotas ingenuos y engañados, es la única ideología política partidaria de una Europa de las etnias que nosotros reivindicamos, constituyendo uno de los determinantes de nuestro apoyo al mismo.

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Este extremo os causara gran extrañeza a la gran mayoría de los abertzales, debido a la desmesurada manipulación de que han sido objeto vuestras mentes. Manipulación proveniente tanto de los “independentistas” de izquierdas como de los “nacionalistas” demócrata-burgueses y consistente en relacionar al nacionalsocialismo de Hitler con el franquismo conservador, carca y ultracatólico de obispos, militares y burgueses españoles. Con el objeto de relacionar a Hitler con Franco nos aportan “poderosos” e “irrebatibles” argumentos, tales como “su colaboración en la guerra civil española”. Por esa misma regla de tres podríamos afirmar que un cura vasco ultracatólico y un comunista ateo eran poco menos que hermanos, lo mismo Hitler y Stalin.

Hitler apoyó a Franco obligado por las circunstancias del momento, pues de vital importancia era para él que el comunismo no resultase vencedor de aquella contienda. Apoyo que apenas fue correspondido por el enano y traicionero dictador de raza judía(sus apellidos Franco y Bahamonde lo avalan).Otros manipuladores son mucho más “rigurosos” y han “encontrado incuestionables afinidades ideológicas” entre el dictador hispano-hebreo y nuestro Führer . Obviamente, para ellos el hecho de que el régimen franquista se sentara sobre el apoyo brindado por el sector conservador y reaccionario y en cambio Hitler víctima de las interminables conspiraciones de dicho sector, no pasa de ser una mera anécdota.

Es manifiestamente probado que Hitler, al igual que los líderes auténticamente fascistas de España, no profesaba demasiadas simpatías por franco, sino más bien todo lo contrario.

Naturalmente no es nuestro deseo entrar en divagaciones ideológicas y centrémonos en lo que nos concierne, es decir, en la cuestión de la “Europa de las etnias”.

Como hemos aseverado con anterioridad el nacionalsocialismo es la SALVAGUARDA de las minorías europeas. El nacionalsocialismo es algo natural, se basa en las leyes naturales, por lo que defiende una unión natural de individuos, por encima de las actuales fronteras de los estados artificiales, construidos en total oposición a la realidad natural. Nuestra ideología se sustenta sobre una realidad étnico-natural, derivando directamente de ella la idea de la “Europa de las Etnias”.Durante la II G.M. las Waffen SS elaboraron un mapa de la futura

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Europa nacionalsocialista, reflejándose en ella una división étnica de Europa en “patrias carnales”. Una vez erigido el III Reich vencedor, Europa adquiriría una estructura descentralizada, conformando cada una de las comunidades étnicas naturales su propia organización político-administrativa integrada a su vez en un todo, que sería una unidad Europea nacionalsocialista, garante de la libertad y del respeto a la idiosincrasia e identidad de las etnias minoritarias.

En ese proyecto de las Waffen SS Euzkalerria aparece con sus siete provincias unidas, perfectamente diferenciada de Francia y España; exactamente como en los planes del antiguo kaiser alemán. Similarmente sucede en los casos catalán, gallego, bretón, flamenco...

Especialmente la Francia jacobina, país que ha destacado sobremanera en la política de imposición cultural y feroz centralismo, fue objeto de innumerables críticas por parte del III Reich. El III Reich tendió su mano a los nacionalistas sometidos al yugo francés, vascos inclusive, siendo muchos los nacionalistas que colaboraron estrechamente con la Alemania nacionalsocialista: bretones, corsos, alsacianos...en el caso vasco señalar que las revistas euskaltzales “aitzitna” o “eskualduna” adoptaron una actitud decidídamente germanófila durante los años de la ocupación alemana, así como el magnífico escritor de euskera Jon Mirande, injustamente criticado y vilipendiado por mediocres pseudoabertzales, colaboró con los alemanes junto a otros nacionalistas bretones.

Fue el régimen de Hitler el que alentó el nacionalismo vasco en Iparralde. En este sentido, un grupo de lingüistas austriacos nacionalsocialistas hizo una campaña instando a los vascos a reafirmarse como tales y a luchar por su identidad al lado de la Alemania nacionalsocialista. Es en relación a esto donde hay que enmarcar la visita del jerarca de las SS Werner Best y del doctor bouda a Lapurdi. Las SS tomaron la iniciativa de iniciar contactos con los nacionalistas vascos. Concretamente Werner Best, encargado de las minorías en Francia y Alfred Toepfer fueron los que tomaron dicha iniciativa y a partir de 1940 hubo contactos con cierta regularidad con los dirigentes nacionalistas Alberto, Landáburu, Epalza o Ciaurriz.

A pesar de las críticas que tuvieron en el seno del nacionalismo vasco por parte del sector memócrata aliadófilo, estos contactos continuaron produciéndose, eso sí, en el silencio más absoluto, con el fin de no trascender la noticia a la opinión pública. El protagonista vasco más

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conocido de estas conversaciones fue Eugene Goyheneche, director de Euzko-Deya en París. El proceso de negociaciones se concretó en un proyecto de estatuto para Euzkalerria insertada en la gran Europa nacionalsocialista. A este respecto nuestro gran gudari Mario Salegi afirma que “los alemanes nos ofrecieron el reconocimiento y la unidad de un estado vasco independiente en el nuevo orden alemán europeo”.

Indudablemente y a pesar de que la historia oficial del nacionalismo vasco lo haya mantenido en el silencio más absoluto, no todos los nacionalistas vascos fueron “defensores de la democracia y la causa de los aliados” y hubo nacionalistas vascos que llegaron a la conclusión de que la causa aliada no era ni de la verdadera democracia, ni de la libertad, ni mucho menos la de los pueblos oprimidos.En este capítulo habríamos que dar cuenta también de la colaboración del régimen Hitleriano con nacionalistas letones, lituanos, estonios, galeses, escoceses o irlandeses que fueron provistos de armas, las cuales finalmente pararon al IRA. Archiconocida es también la estrecha relación que unía a Hitler con los tibetanos, con expediciones al Tíbet incluidas.

El Reich Hitleriano fue un oasis en medio del desierto, un paréntesis en medio de siglos de opresión y aniquilación que hemos sufrido las minorías de esta Europa dominada por los estados-nación centralistas, fieles servidores de la alta finanza controlada por la judería internacional.

El sustrato ideológico de estos estados-nación es un nacionalismo burgués centralista y opresor derivado de las ideas liberales y democráticas nacidas de la revolución francesa. La igualdad, más correcto sería hablar de igualitarismo, y también la legalidad están en la base de este nacionalismo centralizador. Estos estados conceden la nacionalidad según la ley; sin hacer ninguna distinción racial, lingüística o cultural; así las cosas, los vascos o catalanes somos “españoles” o “franceses”, por que así manda la ley. Otra consecuencia directa de la idea igualitarista de consecuencias nefastas para las minorías europeas ha sido la política de igualar a todos los habitantes de sus estados, anulando toda diferencia identitaria. Se puede afirmar sin ninguna reserva que tanto las derechas como las izquierdas, han sido fieles defensores de este nacionalismo estatalista y legalista.Euzkalerria y las demás etnias minoritarias de Europa, son víctimas de la política genocida de estos estados-nación y el injusto sistema plutocrático al cuál le sirven. Las particularidades de las minorías resultan un obstáculo al sistema capitalista en su afán globalizador. Este capitalismo judío aspira crear un gran mercado económico internacional lo más homogéneo posible, donde las diferencias

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culturales o lingüísticas sean mínimas. Esta democracia capitalista y judía nos conduce a un proceso homogeneizador, donde las peculiaridades de las minorías quedarían prácticamente anuladas en un tiempo relativamente corto. Un mundo uniforme y monocolor, e ahí su proyecto antiracista e igualitario.

Los bancos y las multinacionales, el capital en general, soportes de este sistema inmundo y genocida, son siempre fieles aliados de los estados-nación opresores, en cualquier conflicto que enfrenta a los mismos con los pueblos por ello subyugados. Véase las guerras carlistas, en los que la burguesía de las ciudades vascas dio su apoyo a los liberales, enemigos declarados de nuestros fueros y autogobierno.Esta democracia judía es hostil a las etnias minoritarias de Europa, precisamente desde su origen en la alabada por memos revolución francesa. La democracia se instauró, no estaría demás recordarlo, cortando cabezas, con el triunfo de la revolución francesa, detrás de la cuál se encontrada la clase burguesa de componente racial latina o mediterránea si se prefiere, y los omnipresentes judíos. Es en esta época cuando comienza la imposición de la lengua y cultura francesas a las diferentes étnias que componen el estado francés. Antes de la revolución el porcentaje de francófonos no llegaba ni a la mitad de la población. Hoy todos los habitantes de ese país conocen el francés y las lenguas minoritarias libran un combate a vida o muerte contra el estado, el sistema y los medios de comunicación genocidas. E ahí el aporte de la democracia a la humanidad y al pueblo vasco. Pueblo, por otra parte que ha prestado innumerables servicios a esta democracia. En este capítulo basta recordar a los gudaris muertos inútilmente por la democracia en el campo aliado durante la II G.M. Sin embargo, los yanqui-británicos, considerados por muchos ingenuos de aquella época “valedores de la causa vasca”, miserablemente nos traicionaron, dejándonos bajo el régimen de Franco. Régimen que contó con la inestimable ayuda yanqui-británica, que nadie se lleve a engaño, desde la guerra civil española (por ejemplo en forma de petróleo yanqui que abasteció al bando franquista). Por su parte, y a pesar de reconocer Charles De Gaulle los servicios prestados, la siempre democrática Francia no nos concedió ni la más mínima autonomía para Iparralde.

Ante estos actos de traición cabría esperar algún tipo de reacción, pero nada más lejos de la realidad. Los eternos pseudoabertzales tonto-demócratas y pusilánimes o bien siguen sumidos en sueños democráticos o bien aman a la democracia más que a Euzkalerria.

Unido al carácter enfermizantemente democrático, encontramos en el nacionalismo vasco un claro componente católico. Una muestra muy fehaciente de este hecho es la exaltación que demasiados nacionalistas han hecho de aquel famoso cojo hebreo de Loyola, de triste recuerdo

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para nosotros, pues fue enemigo declarado de nuestro REINO DE NAVARRA, EL VERDADERO ESTADO POLITICO VASCO, de evidentes influencias germanas, gracias al cuál emergió el pueblo vasco en la historia de Europa.

Creemos sinceramente que el catolicismo a ultranza defendido históricamente y de forma oficial por el nacionalismo vasco es desproporcionado y además injustificado si tenemos en cuenta el odio y rechazo demostrado por los del “amor al prójimo” hacia nuestras creencias primigenias, costumbres e incluso lengua. Podríamos citar aquí a los cretinos inquisidores Pierre de Lancre o el judío Tomás de Torquemada, así como la tradicional política de alineamiento junto a Francia y España, fieles hijos de la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana, en cualquier conflicto que enfrenta a estos con nuestro pueblo u otras minorías por ellos subyugadas (nos referimos únicamente a la iglesia oficial).

En cualquier caso, conviene puntualizar que el nacionalismo vasco no es un bloque monolítico y en su seno existen distintas tendencias, así junto al nacionalismo tradicionalmente conservador y católico, irrumpió otra tendencia izquierdista que “rompió” con el anterior, aunque no habría que hablar tanto de “ruptura”, sino más bien de sustitución de ídolos; pasando a ser Marx y Lenin los nuevos dioses. La doctrina del “internacionalismo”, la “igualdad”, o la “exaltación de los débiles y los mediocres” permanece incólume.

La derecha española ha constituido un factor fundamental en el auge de esta corriente izquierdista en el nacionalismo. Los ideólogos apátridas del marxismo han sabido encauzar perfectamente a favor de sus intereses el sentimiento antifranquista presente en la juventud vasca. De esta forma y con la fácil ecuación derecha vs Euzkalerria, izquierda = su liberación, una buena parte de la juventud vasca se ha echado de forma ingenua en brazos del izquierdismo, con el firme convencimiento de que la izquierda marxista respeta los derechos de las minorías. ¡Nada más lejos de la realidad!

Tanto en España como en Francia, los izquierdosos destacaron por su mentalidad imperialista y centralista, siendo habituales entre los marxistas españoles frases significativas como “el euskera es un idioma traidor a la revolución”, en una época en que los tiroteos entre abertzales y rojos españoles estaban a la orden del día. Mención especial merece por otra parte los rojos Negrín o Azaña, que aseguraban preferir la victoria de Franco en la guerra civil española a aceptar la “desmenbración” de España por los nacionalismos.

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Sin embargo, los nacionalistas vascos, al igual que los catalanes o gallegos, y sean de derechas o de izquierdas, han elogiado hasta la exageración aquella República Española. Aquella república Española que no respetaba ni la unidad de nuestra patria, ni su derecho a la autodeterminación, ni su identidad; y que para nuestra vergüenza fue proclamada en Eibar.

Sería interesante subrayarlo ahora que la ideología de la hoz y el martillo y de la estrella roja, que hoy tratan de presentarla como propia del vasquismo combatiente, casi como parte de nuestra idiosincrasia vasca, fue importada de España y apoyada en su inmensa mayoría por inmigrantes españoles. El pueblo vasco veía a esta ideología como algo muy extraño a nuestro carácter, algo exótico y por supuesto antivasco.

La actitud de los izquierdistas franceses ha sido aún más centralista, imperialista e intolerante que la de los españoles. En este sentido basta remontarnos a la revolución francesa para constatar el feroz centralismo e imperialismo cultural y lingüística de los progres, los revolucionarios de Francia, la izquierda de la época, o más reciente en el tiempo las traiciones de Mitterrand. En Francia ha sido la izquierda la que más ha destacado en esta labor centralizadora, impositiva y represiva de las fuerzas centrífugas.

Llegados a este extremo, estamos obligados ha hablar del centro del poder comunista, la Unión Sovietica, referente histórico de todo buen marxista. La Unión Soviética desde el advenimiento mismo del bolchevismo puso en práctica su política uniformizadora e igualitarista. Se tendía a anular toda diferencia de carácter nacional. Todos los pueblos que comformaban la URSS, deberían formar una misma masa amorfa y obviamente las etnias minoritarias constituían un grave obstáculo para este proceso de uniformización comunista (entiéndase rusificación de las minorías).

Las etnias minoritarias de la URSS siempre han estado en el punto de mira del poder comunista. Por ejemplo, el idolatrado LENIN, incluso en el seno de la izquierda abertzale (no podemos olvidar que fue un referente claro de la misma) era el primer promotor de la política uniformizadora de la URSS. Por ejemplo, el 16 de noviembre de 1917, Lenin prometió la autonomía a las regiones del antiguo imperio de los zares en la “declaración de los derechos de las nacionalidades”. Pues bien, el ejercito rojo invadió por sorpresa el azerbadjan. El 3 de diciembre le tocó su turno a Arménia. El 25 de febrero de 1921, a Georgia. Irgumand se eliminaron sistemáticamente los elementos finlandeses. De 1929 a 1931, se portaron a Siberia 18000 finlandeses. En la primavera de 1935, a 9000 y más tarde a 28000 más. En las regiones de la frontera polaca se enviaron “a otros distritos” a 18000

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campesinos alemanes. En realidad, los llevaron deportados a Siberia y amontonados como bestias en vagones para ganado. Hay que mencionar en este apartado como no al pueblo checheno que sufrió una terrible represión sobre todo bajo la dictadura de Stalin. ¡Que vayan ahora los rojos “abertzales” a dar cuenta a Chechenia de las “bondades” del comunismo ya que alardean de ser solidarios con este pueblo!

La Unión Soviética no solo ha sido promotora del genocidio de las minorías, sino también muy solidario con los países que han emprendido la misma política. Así, el estado terrorista de Israel fue reconocido oficialmente por la URSS como país soberano en 1948. No en vano, las tres cuartas partes dirigentes de la URSS fueron judíos.

El ejemplo chino es más de lo mismo. El pueblo tibetano ha tenido que soportar una criminal política de represión y ensañamiento por parte del gobierno comunista de Pekín.

Para terminar, sería de vital importancia que los nacionalistas de los pueblos europeos sin estado, llegaremos cuando menos a una unidad de criterios, incluso de acción. Es imprescindible para nosotros que haya una relación de solidaridad y fidelidad. Dejemos ya a un lado la obsesión por crear unos microestados dentro de Europa y que no sirven para hacer frente a este imperio capitalista y sionista. Olvidémonos de conceptos obsoletos como el estado y en vez de estados construyamos ejércitos, legiones de combatientes de jóvenes vascos, catalanes, gallegos, bretones, flamencos,...Guerreros Arios, dispuestos a matar o morir por una EUROPA NACIONALSOCIALISTA DE LAS ÉTNIAS, codo con codo con nuestros hermanos europeos de sangre!

NI COMUNISMO! NI CAPITALISMO!, NACIONALSOCIALISMO!!

¡HEIL HITLER!