Eutanasia

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INTRODUCCION Mediante este escrito se busca mostrar un punto de vista ético y moral sobre el derecho a la muerte y aclarar muchos paradigmas que a través de la historia social y religiosa se han presentado. Es necesario resaltar La eutanasia es una posibilidad de muerte, que se le a las personas en el caso de padecer alguna enfermedad irreversible la cual provoca muchos sufrimientos sin embargo estas persona deben firmar un certificado aceptando diferentes requisitos para poder que le inyecten este liquido, provocando una muerte sin dolor, su cuerpo deja de reaccionar afectando el sistema nervioso, respiratorio y otros hasta llegar a la muerte. Es por eso que en muchos casos la personas prefieren este tipo de muerte, aunque la familia y los padres de la iglesia dicen que esto va contra la dignidad humana, porque Dios nos dio la vida, y es el único que le da su fin. La medicina ante la eutanasia La eutanasia en el momento de su legalización afecta o afectaría de gran importancia la medicina, ya que en el momento de proceder los médicos y el personal sanitario serian los que intervendrían en este método, pero realmente no afectaría la medicina en si. Sin embargo, los principios de la medicina están siempre buscando la vida, mientras que la eutanasia es exactamente lo opuesto, y se podría decir que refuta la misión de la medicina, aunque sea por compasión. El medico no tiene el criterio ético y moral, para decidir el modo de muerte del paciente, puesto que la persona perjudicada es la única que tiene el derecho a elegir su forma de morir. La eutanasia se vuelve en contra el médico que la practique, por dos razones: por un lado es fácil que el médico se deslice hacia una habitualidad en la práctica de

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INTRODUCCION

Mediante este escrito se busca mostrar un punto de vista ético y moral sobre el derecho a la muerte y aclarar muchos paradigmas que a través de la historia social y religiosa se han presentado.

Es necesario resaltar La eutanasia es una posibilidad de muerte, que se le a las personas en el caso de padecer alguna enfermedad irreversible la cual provoca muchos sufrimientos sin embargo estas persona deben firmar un certificado aceptando diferentes requisitos para poder que le inyecten este liquido, provocando una muerte sin dolor, su cuerpo deja de reaccionar afectando el sistema nervioso, respiratorio y otros hasta llegar a la muerte.

Es por eso que en muchos casos la personas prefieren este tipo de muerte, aunque la familia y los padres de la iglesia dicen que esto va contra la dignidad humana, porque Dios nos dio la vida, y es el único que le da su fin.

La medicina ante la eutanasia

La eutanasia en el momento de su legalización afecta o afectaría de gran importancia la medicina, ya que en el momento de proceder los médicos y el personal sanitario serian los que intervendrían en este método, pero realmente no afectaría la medicina en si.

Sin embargo, los principios de la medicina están siempre buscando la vida, mientras que la eutanasia es exactamente lo opuesto, y se podría decir que refuta la misión de la medicina, aunque sea por compasión. El medico no tiene el criterio ético y moral, para decidir el modo de muerte del paciente, puesto que la persona perjudicada es la única que tiene el derecho a elegir su forma de morir.

La eutanasia se vuelve en contra el médico que la practique, por dos razones: por un lado es fácil que el médico se deslice hacia una habitualidad en la práctica de la eutanasia una vez admitido el primer caso; y, por otro lado, la eutanasia acaba con la base del acto médico: la confianza del paciente en el médico.

Cuando un médico ha dado muerte a un paciente por piedad hacia él, ha dado ya un paso que tiene muy difícil retorno. Los que padecen una misma enfermedad se parecen mucho entre sí en los síntomas, las reacciones, los sufrimientos. Cuando un médico se ha sentido "apiadado" de un enfermo hasta el punto de decidir quitarle la vida para ahorrarle padecimientos, será ya relativamente fácil que experimente idéntico estado de ánimo ante otro que padezca el mismo mal; y esta circunstancia puede sobrevenir con relativa frecuencia, porque la especialización profesional impone a la práctica totalidad de los médicos la necesidad de tratar a enfermos muy semejantes unos de otros. En tal situación, las virtudes propias del médico (la no discriminación en

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el tratamiento a unos u otros enfermos, la previsión de dolencias o complicaciones futuras) se convierten en factores potencialmente multiplicadores de la actividad eutanásica, porque es muy difícil determinar la frontera que separa la gravedad extrema de la situación crítica, o los padecimientos enormes de los padecimientos insoportables, sean físicos o anímicos.

En el contexto medico se presentan dos formas para aplicar la eutanasia a personas con graves enfermedades que provocan cambios irreversibles estas son: La Eutanasia activa y La Eutanasia pasiva.

La eutanasia activa se da por medio de una sobredosis de morfina lo que provoca una muerte sin dolor y al instante, por otro lado, la eutanasia pasiva pretende que el paciente padezca por su voluntad es decir, hasta que la enfermedad lo mate. En la eutanasia indirecta, tiende a disminuir y a aliviar los dolores del paciente; pero, por otra, es posible que debilite las energías del enfermo y acorte su vida. Esta situación puede presentarse en la administración de ciertos derivados de la morfina, en dosis no letales, con el intento de aliviar los intensos padecimientos de un enfermo.

La sociedad ante la eutanasia

La eutanasia fue un problema social en aquellas sociedades primitivas en que se practicaba la eliminación de vidas consideradas inútiles, costumbre que estuvo admitida respecto a los recién nacidos con deformaciones o los ancianos en distintos pueblos de la antigüedad, hasta que la influencia del cristianismo acabó con tales prácticas inhumanas.

Si se tiene en cuenta la facilidad con que se puede introducir motivos egoístas para decidir unos por otros en materia de eutanasia: herencias, supresión de cargas e incomodidades, ahorro de gastos…, la tensión psicológica y afectiva que se genera al haber propiciado un homicidio puede ser, y es de hecho, fuente de problemas y de inestabilidades emocionales, dadas las inevitables connotaciones éticas de tal conducta.

La eutanasia se puede tratar como un problema político ya que el estado debe respetar y exigir respeto hacia los derechos fundamentales de las personas, el primero de los cuales es el derecho a la vida, y por consiguiente el derecho a la dignidad. El estado esta en contra de la anulación por parte de la persona al derecho a la vida.

La religión ante la eutanasia

La iglesia y las personas que pertenecen a ella, no optaban por la petición de muerte de la eutanasia, ya que seria ir contra los principios de la iglesia y de la persona como tal, pero de una u otra manera también estaría yendo contra los principios la persona que valla a ejecutar la acción o inyección. Se han

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presentados debates sobre la eutanasia generalmente terminan como perjuicios morales, éticos, religiosos, emocionales etc... La sociedad ni la iglesia entiende porque algunas personas toman esta decisión de adelantar su muerte ya que para ellos seria un suicidio ó considera que su vida no es razón suficiente para soportar un dolor intratable, la pérdida de dignidad o la pérdida de importantes facultades, y que pide repetidamente ayuda para morir, siendo consciente y sin estar en capacidad de fingir una depresión.

La problemática de la eutanasia conjuga y enfrenta diversos posicionamientos frente a los derechos humanos. En este sentido, numerosas asociaciones pro eutanasia han comenzado una campaña de concientización de la sociedad, para que ésta reconozca el derecho de cada individuo a decidir sobre su propia vida. Por otro lado, otro sector de la sociedad, encabezado por las asociaciones religiosas, se opone drásticamente a la legalización de la eutanasia. En la actualidad, la eutanasia se ha convertido en una ardua batalla de carácter político.

Hoy día, la ética de la inviolabilidad de la vida humana es casi contra cultura. De hecho, los promotores de la eutanasia dentro de las diversas denominaciones tratan de corromper y hacer desaparecer la doctrina tradicional que prohíbe matar a los seres humanos indefensos. Frente a estos retos y a otras presiones sociales, las iglesias, sinagogas y mezquitas que afirman el valor de la vida están llamadas a: instruir a sus miembros sobre la inviolabilidad de la vida humana y ayudarlos a interpretar cuestiones complejas de salud, legales y éticas, dentro de un marco moral; proporcionar apoyo a los que sufren entre sus miembros y en la comunidad en general; y con valor y vigilancia, afectar la política pública para crear una cultura de vida y no de muerte.

Lo que piensa la iglesia y otras personas frente a la eutanasia se transmite por medio de esta frase:

No hay ninguna tradición religiosa que insista en el uso de medios heroicos o “extraordinarios” o medidas desproporcionadamente onerosas o fútiles para prolongar la vida.

la Iglesia tiene la convicción de que "Dios es el único dueño de la vida y el hombre es su mero administrador"

La eutanasia libremente elegida

Cuando un paciente solicita de forma libre, continuada y responsable que se ponga fin a su vida desde una verdadera opción personal ¿se puede descalificar éticamente el hecho?

Hace pocos días los medios de comunicación abordaron el caso, famoso en EE.UU., de Jack Kevorkian y sus prácticas eutanásicas. Aparte de la ola de

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sensacionalismo que el hacer de este médico de Michigan, especialista en patología, ha despertado, hay que subrayar que su veintena de casos, calificados de "suicidio asistido", han reabierto el debate en torno a importantes interrogantes morales: quién debe morir, quién puede decidir, y cuál es el papel de la medicina al final de la vida.

De los casos de Kevorkian, tres merecen nuestro interés especial porque en ellos se ve claramente la problemática que puede derivarse de situaciones de eutanasia voluntaria.

El primero es el de Janet Adkins, enferma de Alzheimer a la que su médico, Murray Raskind, especialista en la enfermedad, aún que auguraba bastantes años con una calidad de vida aceptable. A pesar de ello, Janet pidió ayuda al dr. Kevorkian y puso fin a su vida. El problema reside en que Janet no se encontraba en fase terminal, por lo que no se considera eutanasia sino suicidio asistido. Para el dr. Timothy Quill, la acción eutanásica debe ser siempre el último recurso, "una decisión agónica para un médico".

El segundo caso es el de Marjorie Wantz, de 58 años. A pesar de que sufría grandes dolores, sus médicos consideraban que eran psicosomáticos, fruto de una grave depresión. A pesar de ello, el dr. Kevorkian puso fin a su vida "por compasión".

El último caso que recogía el documental era de l993: El de Thomas Hyde, de 30 años, al cual le fue diagnosticada una esclerosis amiotrofia lateral. Su neurólogo, el dr. Louis Rentz, desde una postura creyente, manifestó su rechazo ante el hecho de que los médicos se involucren en quitar la vida. ¿Cuál podía haber sido, entonces, la solución más adecuada para Thomas? El cese de la alimentación y la hidratación, y la aplicación de cuidados paliativos. Nótese que de nuevo surge uno de los mayores puntos de controversia en el debate moral: "Hacer" versus "omitir".

El caso de M. Wantz nos lleva a cuestionarnos hasta qué punto la petición del enfermo es firme y representa una verdadera opción personal, o si más bien responde a un estado de ánimo depresivo. La doctora Elisabeth Kübler-Ross habla de las posibles fases que un enfermo atraviesa: negación, ira, negociación, depresión, aceptación. La petición de eutanasia puede darse, a veces, en las fases de ira o depresión, sin que esto constituya la verdadera voluntad del enfermo.

¿Cuál es el trasfondo de esas peticiones? ¿No lo será una demanda de calor y apoyo humanos?

Respecto a los dolores insoportables que los enfermos pueden sufrir, hay autores que insisten en que los cuidados paliativos, unidos al acompañamiento humano, pueden hacer que adquieran niveles soportables. Con todo, no es

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posible generalizar y hay casos que son muy difíciles de afrontar debido precisamente a situaciones de sufrimiento extremo no superable.

Desde una comprensión no religiosa de la existencia y de la afirmación de la libertad como valor supremo del hombre no es fácil negar al ser humano la capacidad de decidir sobre su vida. B. Häring dirá, al respecto, y citando a Kautzky, que para el creyente, aparte de la indisponibilidad de la vida humana, el argumento más fuerte contra la eutanasia está, precisamente, en la perspectiva de la libertad. La elección libre de la muerte "no aumentaría, sino que disminuiría la plenitud de la aceptación libre de la muerte, por la que hemos optado. El ejercitar una elección en la vida, según nuestra propia posibilidad, y en la muerte, según nuestra impotencia, es la aceptación más auténtica de nuestra existencia de criaturas en estas dos realidades". A esto podríamos añadir lo que ya hemos apuntado sobre la perspectiva cristiana ante la muerte, la enfermedad y el dolor.