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Eutanasia y cultura de la muerte Precedentes Si recorremos panorámicamente la historia de la huma- nidad, _se pueden descubrir algunos pueblos que han practi- cado diversas formas de eutanasia. El mismo Platón llegó a escribir: "Establecerás en el Estado una disciplina y una jurisprudencia que se limite a cuidar de los ciudadanos sanos de cuerpo y de alma; se dejará morir a quienes no sean sanos. d_ e cuerpo" 1 Se puede decir que en la antigüedad precns_tiana no pc;ir lo general un respeto íntegro de vida humana, s1 bien no faltan excepciones como el Juramento de Hipócrates ( 460 a.C.), que ha servido de base para la deontología médica. Con la difusión del cristianismo se renovó la mentalidad también en este aspecto, siguiendo el mandamiento divino matarás". Sin _embargo , en nuestra época estamos v1v1endo el proceso inverso. Es en el siglo XX, en efecto cuando se difunden y empiezan a tener aceptación organizaciones pro eutanasia. En 1935 se funda en Ingla- la con el nombre de "Exit" ("Salida"); hoy día se llama Voluntary Euthanasia Society" (VES) y con unos 8.000 socios. En 1938 se constituyó otra s1m1lar en los Estados Unidos con el nombre de "Eutha- nasia Society of America ", que en 1967 creó el "Eutha- Educational Fund " para financiar programas de información y difusión pública del tema. Entre las asocia- ciones pro eutanasia que más actividad tienen, está la " N\'."VVE " holandesa, que editó un libro en el que se explican detalladamente los diversos modos de proporcio- nar una " muerte dulce" a mismo o a otros. Actualmente existen organizaciones pro eutanasia en 21 países, que en 1980 celebraron un congreso en Oxford y acordaron consti- tuir la "Federación Mundial de Sociedades para el Derecho a la Muerte" 2 * Licenciado en Filosofia y Letras por la Univers id ad de Nava rr a. 1. Re pública, IIJ . 2. Cfr. Acepre11 sa, Madrid, n. 0 19/8 4. 277 Durante los años setenta se ha propagado también en algunos países, especialmente en Estados Unidos la prác- tica del ''. living will" (testamento biológico); se trata de una declaración firmada ante testigos en la que el interesado manifiesta que, en el caso de padecer una enfermedad y no le deben aplicar medios terapéu- ticos extraordmanos para prolongar la vida y que, en cambio, se le suministre una muerte dulce. En este sentido se una ley en el Estado de California en 197 6 y en otros siete Estados de la Unión en 1977. También durante ese mismo año, el Cantón de Zurich aprobó por referéndum esta forma de eutanasia. En Inglaterra, por el contrario ya se habían rechazado en 1936 y 1969 dos proyectos de' ley para legalizarla. Examinando las afirmaciones de los defensores de la eutanasia en los últimos años se comprueba un "crescendo" en las argumentaciones. En 197 4, cuarenta personalidades de la cultura y de la ciencia, entre los que se encontraban tres premios Nobel (J acques Monod- Biología, 1965; Linus Pauling - Química, 1954; y George Thomson - Física, 1937) afirmaron que: " ninguna moral racional puede prohibir categórica- mente al individuo poner fin a su vida si está enfermo de un mal horrible contra el cual los medios cono- cidos carecen de efecto" 3 De ahí a la argumentación del "homicidio por piedad", ·· del "homicidio en conciencia", de la necesidad de eliminar vidas inútiles, no hay un trecho muy largo, pues el punto de partida - la negación del carácter sagrado de toda vida humana- es el mismo en ambas posiciones. Precisiones terminológicas Etimológicamente, eutanasia viene del griego eu (bien) y thanatos (muerte), y significa primariamente buena muerte muerte apacible, sin sufrimientos. Esta palabra fue 3. The Humanist, julio 197 4 (citado en La Documentació 11 Catho/ique. París, l-IV-1984, p. 388). REVISTA DE MEDICINA DE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA· VOL XXVIII· N.' 4 • DICBRE. 1984 57

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Eutanasia y cultura de la muerte

Precedentes

Si recorremos panorámicamente la historia de la huma­nidad, _se pueden descubrir algunos pueblos que han practi­cado diversas formas de eutanasia. El mismo Platón llegó a escribir: "Establecerás en el Estado una disciplina y una jurisprudencia que se limite a cuidar de los ciudadanos sanos de cuerpo y de alma; se dejará morir a quienes no sean sanos. d_e cuerpo" 1

• Se puede decir que en la antigüedad precns_tiana no habí~ pc;ir lo general un respeto íntegro de ~oda vida humana, s1 bien no faltan excepciones como el Juramento de Hipócrates ( 460 a.C.), que ha servido de base para la deontología médica.

Con la difusión del cristianismo se renovó la mentalidad también en este aspecto, siguiendo el mandamiento divino ".n~ matarás". Sin _embargo, en nuestra época estamos v1v1endo el proceso inverso. Es en el siglo XX, en efecto cuando se difunden y empiezan a tener aceptación la~ organizaciones pro eutanasia. En 1935 se funda en Ingla­t~rra la primer,~, con el nombre de "Exit" ("Salida"); hoy día se llama Voluntary Euthanasia Society" (VES) y c!-le~ta con unos 8.000 socios. En 1938 se constituyó otra s1m1lar en los Estados Unidos con el nombre de "Eutha­nasia Society of America", que en 1967 creó el "Eutha­~asia Educational Fund" para financiar programas de información y difusión pública del tema. Entre las asocia­ciones pro eutanasia que más actividad tienen, está la " N\'."VVE" holandesa, que editó un libro en el que se explican detalladamente los diversos modos de proporcio­nar una " muerte dulce" a sí mismo o a otros. Actualmente existen organizaciones pro eutanasia en 21 países, que en 1980 celebraron un congreso en Oxford y acordaron consti­tuir la "Federación Mundial de Sociedades para el Derecho a la Muerte" 2•

* Licenciado en Filosofia y Letras por la Univers idad de Navarra. 1. República, IIJ . 2. Cfr. Acepre11sa, Madrid, n. 0 19/84.

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Durante los años setenta se ha propagado también en algunos países, especialmente en Estados Unidos la prác­tica del ''. living will" (testamento biológico); se trata de una declaración firmada ante testigos en la que el interesado manifiesta que, en el caso de padecer una enfermedad i~curable y do~oro~a, no le deben aplicar medios terapéu­ticos extraordmanos para prolongar la vida y que, en cambio, se le suministre una muerte dulce. En este sentido se apr~bó una ley en el Estado de California en 197 6 y en otros siete Estados de la Unión en 1977. También durante ese mismo año, el Cantón de Zurich aprobó por referéndum esta forma de eutanasia. En Inglaterra, por el contrario ya se habían rechazado en 1936 y 1969 dos proyectos de' ley para legalizarla.

Examinando las afirmaciones de los defensores de la eutanasia en los últimos años se comprueba un "crescendo" en las argumentaciones. En 197 4, cuarenta personalidades de la cultura y de la ciencia, entre los que se encontraban tres premios Nobel (J acques Monod- Biología, 1965; Linus Pauling - Química, 1954; y George Thomson - Física, 1937) afirmaron que:

" ninguna moral racional puede prohibir categórica­mente al individuo poner fin a su vida si está enfermo de un mal horrible contra el cual los medios cono­cidos carecen de efecto" 3•

De ahí a la argumentación del "homicidio por piedad", ·· del "homicidio en conciencia", de la necesidad de eliminar vidas inútiles, no hay un trecho muy largo, pues el punto de partida - la negación del carácter sagrado de toda vida humana- es el mismo en ambas posiciones.

Precisiones terminológicas

Etimológicamente, eutanasia viene del griego eu (bien) y thanatos (muerte), y significa primariamente buena muerte muerte apacible, sin sufrimientos. Esta palabra fue com~

3. The Humanist, julio 1974 (citado en La Documentació11 Catho/ique. París, l-IV-1984, p. 388).

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puesta ya por Francisco Bacon, quien afirmó que "la función del médico es devolver la salud y mitigar los sufri­mientos y los dolores, no sólo en cuanto esa mitigación puede conducir a la curación, sino también si puede servir para procurar una muerte tranquila y fácil" 4

• En el siglo XVIII viene considerada como "acción que produce una muerte dulce y fácil; y en el s. XIX se la define como "acción de matar a una persona por motivos de piedad", o como "muerte por piedad" 5

Actualmente, se suele definir como la operación volun­taria de facilitar la muerte sin dolor, "por razones de piedad": ya sea para evitar duros sufrimientos a los enfermos, ya sea para evitar un futuro doloroso a una vida humana " sin valor".

Especies de eutanasia

Sin pretensión de hacer un elenco completo, se pueden distinguir las siguientes modalidades:

a) eutanasia agónica: consiste en provocar la muerte sin sufrimiento en enfermo ya deshauciado;

b) eutanasia lenitiva: es el empleo de ciertos fármacos , para aliviar el dolor fisico causado por una enfermedad mortal, y que secundariamente pueden llevar consigo un cierto acortamiento de la vida. Propiamente no se le debería llamar eutanasia, pues el empleo de esos fármacos puede ser moralmente lícito;

c) eutanasia suicida: es el propio sujeto quien recurre al uso de medios letales para acortar o suprimir la vida; en esta eutanasia pueden concurrir también con su actuación otras personas que coadyuvan al desenlace mortal sin ser ellas mismas autores principales;

d) eutanasia homicida: se pueden considerar dos aspec­tos de esta forma: 1) homicidio piadoso, o acortamiento de la vida de una persona, para liberarle de las taras de una enfermedad terrible, o de una deformación física o de una vejez angustiosa; 2) eutanasia de tipo económico o social, cuyo objetivo es eliminar vidas humanas que se consideran una carga para la sociedad o " vidas sin valor vital";

e) eutanasia negativa: tiene también dos tipos: a) ortota­nasia ("muerte normal" ), que es la omisión de cualquier tipo de ayuda médica al enfermo; distanasia, u omisión de los medios considerados extraordinarios para prolongar artificialmente la vida de un enfermo con proceso patológico irreversible; esta última modalidad ( distanasia) tampoco es propiamente eutanasia, por estar ausente la acción positiva de matar y la posibilidad de una vida natural;

f) eutanasia positiva: es provocar la muerte por medio de una intervención adecuada, generalmente mediante la administración de un fármaco 6•

Como se ve, estos tipos de eutanasia están interrelacio­nados, y en un caso concreto pueden intervenir varias formas , según el punto de vista que se considere.

Desprecio de la vida humana: el caso del nazismo

Un caso paradigmático de las consecuencias de la mentalidad eutanásica nos lo ofrece la época del nazismo. Los abundantes programas de eutanasia en aquel momento

4. Historia vitae et mortis, 1623. 5. Cfr. voz " Eutanasia", en Webster's New Col/egiate Dictionary.

Londres 197 6. 6. Cfr. voz " Eutanasia" , en GER. vol. IX, pp. 577-579.

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no fueron el mero resultado de un fanatismo repentino, sino más bien la culminación de un movimiento intelectual que se originó por los años veinte con la publicación de La des­trucción de la vida carente de valor, del psiquiatra Alfred Roche y del jurista Karl Binding. Estos autores desarro­llaron la tesis de que hay seres humanos sin ningún valor vital y postularon la supresión de quienes no podían curarse; hicieron hincapié en la carga económica que representan estos pacientes y adujeron las ventajas de su eliminación.

Aquella publicación "influenció, o al menos cristalizó, el pensamiento de toda una generación" 7

• Por eso, no es aventurado sostener que muchas de las atrocidades de los nazis tuvieron su origen teórico en otras de quienes teori­zaron la "vida sin ningún valor''. Así, en 1933, la "Ley para la Prevención de las Enfermedades Hereditarias" justificó la esterilización obligatoria para prevenir la propagación de taras como la imbecilidad, la locura, la epilepsia, la sordera, la ceguera y el alcoholismo hereditarios. Uno de los ideadores del programa, el Dr. Arthur Guett, director del Departamento Nacional de Higiene, tranquilizó a la opi­nión pública afirmando que " se habían tomado las medidas necesarias para prevenir cualquier abuso" 8• Al estallar la Segunda Guerra Mundial en 19 3 9 esta ley había causado la esterilización de más de 375.000 personas, incluyendo quienes habían perdido algunos miembros en accidentes de trabajo. "La ley de la esterilización obligatoria fue sola­mente el comienzo de los asesinatos en masa.de pacientes psiquiátricos" 9 .

Un cierto número de médicos alemanes (y también de otros países) de aquella época resultaron fuertemente influenciados por razonamientos utilitaristas que rechazan cualquier concepto ético que imponga valores absolutos, y aceptan la doctrina de que el control de la vida es una función de la sociedad, que debe juzgar y actuar sólo en base a factores como la explosión demográfica y las necesidades socio-económicas de la comunidad.

La difusión de estas ideas en la profesión médica, y entre la opinión pública en general, fue una de las causas remotas que ocasionaron la muerte no sólo de millones de judíos y eslavos, sino de tantos alemanes con deficiencias físicas y mentales . En 1939 Alemania tenía 300.000 pacientes mentales; en 1946 quedaron sólo 46 .000; muchos de los restantes habían sido asesinados con eufemismos como " muerte misericordiosa", " muerte por compasión", " ayu­da para los agonizantes", " destrucción de la vida carente de valor" , etc. 10

El mismo jefe del Consejo de los Juicios de N üremberg, el doctor Leo Alexander, afirmó que

" los comienzos fueron solamente un sutil cambio de énfasis en la actitud de los médicos. Empezó con la aceptación de la actitud básica del movimiento de la eutanasia: que existe la vida o vidas no dignas de ser vividas. Esta actitud en sus primeras etapas se refería solamente a los enfermos crónicos, o deshauciados, o muy graves. Gradualmente, la esfera de quienes debían ser incluidos en esta categoría fue ensanchán­dose para comprender primero los socialmente im­productivos, los ideológicamente no alineados, los no deseados racialmente y, finalmente, todos los no germanos" 11

7. Frederic WERTHAM, A signfor Cain. Wamer Paperback Library, Nueva York 1969, p. 159.

8. Cfr. "Population Policy", en Germany Speaks. Londres 1938, p. 53 . 9. Frederic WERTHAM, op. cit , p. 159.

10. lbidem, p. 247 . 11 . Michael LA CHAT, Utilitarian Reasoning in Nazi Medica/ Policy:

Some Preliminary Jnvestiga tions. Linacre Quarterly, vol. 42, n. 1, febrero 1975 , p. 9.

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Eutanasia y aborto: paralelismos

Un procedimiento parecido ha tenido lugar con las leyes del aborto, que nacieron para paliar -al menos, ésta era una de las motivaciones de los pro abortistas- sucesos penosos y ex tremos (peligro de muerte de la madre, caso de violación, etc.), y que después se ha extendido para justificar casos triviales, como: " hijo no deseado", "no programado", ya sea por razones psíquicas o económicas.

Del mismo modo, no es aventurado predecir la propa­ganda que se hará para conseguir una aceptación gradual de la eutanasia, presentada como una "conquista" del estilo contemporáneo de vida, con vistas a suprimir a los niños minusválidos que no pueden apreciar la " calidad de vida" y que suponen una carga a la sociedad. El mismo razona­miento se podrá aplicar a los enfermos incurables y a los viejos.

En realidad, existe una relación muy estrecha entre la eutanasia y el aborto: los motivos que se dan para justificar el aborto y la eutanasia son esencialmente los mismos. Si se permite a una madre eliminar al hijo en sus entrañas por razones psíquicas o económicas ¿qué razón de peso se puede aducir para impedir.que elimine al hijo que ha nacido minusválido?

Hoy día se están dando de nuevo las bases de una "cultura de la muerte' '. Los historiadores del futuro se sorprenderán, sin duda, del desprecio hacia la vida humana que se manifiesta en nuestra época. Se combate contra la vida en todos sus estadios . Desde antes de que se origine, con la contracepción y la esterilización. Se rechaza la vida humana con el aborto y con el suicidio. Se la suprime con la eutanasia activa mediante un tratamiento que procure la " muerte dulce' '.

Este desprecio de la vida humana viene ya sostenido por personajes de primer plano político, como Jacques Attali, consejero de F. Miterrand y autor de las siguientes propues­tas:

" Pienso que en la lógica del sistema industrial en que vivimos la longevidad no debe ser una meta . Cuando el hombre sobrepasa los 60/65 años vive más allá de la edad productiva y cuesta demasiado a la sociedad ...

" Por mi parte, y en cuanto socialista, considero un falso problema el alargamiento de la vida... La eutanasia será uno de los instrumentos esenciales en las sociedades del futuro , sean de la ideología que sean. Dentro de una lógica socialista el problema se plantea así: el socialismo es libertad, y la libertad funda­mental es el suicidio; por tanto, el derecho al suicidio, directo o indirecto, es un valor absoluto en este tipo de sociedad. Pienso, pues, que la eutanasia -como tipo de libertad o por necesidad económica- será una de las reglas de la sociedad del futuro" 11

Al igual que el aborto, la eutanasia está infiltrándose en nuestra cultura. Muchos hombres de nuestro tiempo no creen en la vida, sino que se preocupan exclusivamente de su " nivel de vida". De ahí, el rechazo de la nueva vida (menos niños o, incluso, ningún niño); de ahí , la posibilidad de suprimir los enfermos y los viejos improductivos y costosos. Estos serán proporcionalmente cada vez más numerosos por el bajo índice de natalidad; y cuando el aumento de las clases pasivas y la disminución de la

12. " Le medecin en accusation" , articulo recogido enL 'a venir de la vie. Seghers, París 1981. pp. 273-275.

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población trabajadora haga que el peso social de los ancianos crezca progresivamente ¿no habrá entonces una excusa más para justificar la eutanasia?

Magisterio de la Iglesia sobre cuestiones de eutanasia

Si este tema no se afronta desde una perspectiva cristiana, si no se tiene en cuenta que sólo Dios es creador y dueño único de cada vida humana, y que todo hombre tiene un destino eterno, es fácil caer en las mayores aberraciones. Repasemos, pues, algunas enseñanzas del magisterio de la Iglesia.

Ya el 2 1-III-1931 la Suprema Congregación del Santo Oficio condenó la teoría eugenésica de la selección, y el 22-II-1941 incluyó en el Indice ("Index Iibrorum prohibi­torum" ) la obra de W. Stroothenke, Erbpjlege und Chris­tentum , que contiene principios racistas. Pío XII se pronun­ció contra todo atentado a la vida en sus alocuciones del 12-XI-1944, 29-X-1951 y 26-XI-1951, entre otras oca­siones. La misma postura se confirma en las encíclicas de Juan XXIII Mater et Magistra (1961) y Pacem in terris (1963) . El Concilío Ecuménico Vaticano II reafirmó solemnemente la dignidad de la persona humana y su dere­cho a la vida, condenando los crímenes contra la vida: " homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, euta­nasia y el mismo suicidio deliberado" 13

En 1980, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe publicó, con la aprobación expresa de Juan Pablo 11, una declaración sobre la eutanasia en la que se afrontan muchas cuestiones planteadas por los progresos técnicos de la Medicina, que ha aumentado su capacidad de curar y de prolongar la vida en determinadas condiciones que a veces implican problemas de índole moral:

" Por eso, los hombres que viven en tal ambiente se interrogan con angustia acerca del significado de la ancianidad prolongada y de la muerte, preguntándose consiguientemente si tienen el derecho de procurarse a sí mismos o a sus semejantes la ' muerte dulce', que serviría para abreviar el dolor y sería, según ellos, más conforme con la dignidad humana" 14

Valor de la vida humana

Desde el punto de vista de la Etica natural, el respeto de la vida humana es uno de los fundamentos de la convivencia social. Pero si no se acepta el carácter sacro de la vida y no se la respeta en todas sus manifestaciones, entonces la sociedad -o la cultura dominante- se erigirá en juez supremo de la vida y dictaminará qué tipo de vida merece la pena de ser vivida.

En definitiva, el respeto de la vida humana presupone admitir la existencia de Dios, de un Dios amoroso autor de la vida. De esta consideración se desprenden las siguientes consecuencias:

" l. Nadie puede atentar contra la vida de un hombre inocente sin oponerse al amor de Dios hacia él, sin violar un derecho fundamental, irrenunciable e inalienable, sin cometer, por ello, un crimen de extrema gravedad.

13. Constitución Gaudi11111 et Spes , n. 27 . 14 . S. C. para la Dc.ctrina de la Fe, D eclaración sobre la eutanasia_~

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2. Todo hombre tiene el deber de conformar su vida con el designio de Dios. Esta le ha sido encomendada como un bien que debe dar sus frutos ya aquí en la tierra, pero que encuentra su plena perfección solamente en la vida eterna.

3. La muerte voluntaria, o sea, el suicidio, es, por consiguiente, tan inaceptable como el homicidio; semejante acción constituye en efecto , por parte del hombre, el rechazo de la soberanía de Dios y de su designio de amor. Además, el suicidio es a menudo un rechazo del amor hacia sí mismo, una negación de la natural aspiración a la vida, una renuncia frente a los deb~res de. justicia y de caridad hacia el prójimo, hacia las diversas comunidades y hacia la sociedad entera, aunque a veces intervengan, como se sabe, factores psicológicos que pueden atenuar o incluso quitar la responsabilidad.

Se deberá, sin embargo, distinguir bien del suicidio aquel sacrificio con el que, por una causa superior -como la gloria de Dios, la salvación de las almas o el servicio a los hermanos- se ofrece o se pone en peligro la propia vida" 15

Es necesario también afirmar que "nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agoni­z~nt~. Nadie, además, puede pedir este gesto homicida para s1 mismo o para otros confiados a su responsabilidad ni pued~ consentirlo explicita o implícitamente. Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo. Se trata en efec~o ~e una violación de la ley divina, de una ofensa a la. d1gmdad de la persona humana, de un crimen contra la vida, de un atentado contra la humanidad" 16 •

El sufrimiento prolongado y el sentido del dolor

Los partidarios de la eutanasia aducen razones de tipo afect.ivo-sentimental para defender la legitimidad de pedir la propia muerte o procurarla a otros, en el caso de que el dolor se haga prolongado e insoportable. Sin embargo, además de que esto sería ilícito, hay que considerar que, con mucha frecu.encia, las súplicas de los enfermos graves que alguna vez mvocan la muerte no deben ser entendidas como expresión de una verdadera voluntad de eutanasia sino como peticiones angustiadas de asistencia y de afecto; en esos casos, lo que necesita el enfermo, además de los cuidados médicos, es el amor, el calor humano y sobrena­tural por parte de los que están más cercanos, padres e hijos médicos y enfermeros. '

El dolor físico es un elemento inevitable de la condición humana, y, según la doctrina cristiana," el dolor, sobre todo en l<;>s últimos momentos de la vida, asume un significado particular en el plan salvífico de Dios; en efecto, es una participación de la Pasión de Cristo y una unión con el sacrificio redentor que El ha ofrecido en obediencia a la Voluntad del Padre" 17

Sobre este tema se pronunció Pío XII, advirtiendo 'que " no es licito privar al moribundo de la conciencia propia sin grave motivo" 18

, aunque admitió el uso de analgésicos y

15. lbidem, l. 16. lbidem, JI. 17. Jbidem, IJI . 18. Cfr. ibidem, 111.

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narcóticos, siempre que no haya otros medios para paliar el dolor sin procurar la pérdida de la conciencia, y no impidan el cumplimiento de otros deberes religiosos y morales.

El uso proporcionado de los medios terapéuticos

También es importante proteger hoy día la dignidad de la persona humana en el momento de la muerte frente a un tecnicismo médico abusivo. Ante estos abusos, algunos han hablado de un " derecho a morir dignamente" expresión que no designa el derecho de procurarse o de hacdrse procurar la muerte, sino el derecho de morir con serenidad, con dignidad humana y cristiana. . Hay obligación de curar y de hacerse curar, pero no

siempre se ha de recurrir a toda clase de remedios posibles. Hasta ahora, los moralistas respondían que no se está obligado al uso de los medios " extraordinarios". El Magis­terio de la Iglesia recuerda que esa respuesta sigue siendo válida en líneas generales, pero hoy día puede parecer imprecisa porque los progresos terapéuticos-son cada vez más rápidos. Por este motivo, algunos prefieren hablar de medios " proporcionados" y " desproporcionados" según los resultados previsibles.

Ante la inminencia inevitable de la muerte, es lícito conformarse con los medios normales que la Medicina puede ofrecer. El rechazo de otros medios -no exentos de peligro o demasiado costosos- no equivale al suicidio:

"significa más bien o simple aceptación de la condi­ción humana, o deseo de evitar la puesta en práctica de un dispositivo médico desproporcionado a los resultados que se podrían esperar, o bien una volun­tad de no imponer gastos excesivamente pesados a la familia o la colectividad" 19•

¿Es el sufrimiento inútil?

Cuando los defensores de la eutanasia argumentan que se debe evitar todo sufrimiento inútil a una pers~na cuya vida ha perdido toda perspectiva de futuro, concluyen que no se la puede mantener en vida contra su voluntad.

¿Cómo se puede contraargumentar para evitar el recurso a la eutanasia? En realidad, si se analiza el problema dentro de la visión materialista y del secularismo ateo, no se puede concluir de otro modo: el hombre es el único dueño y señor de sí mismo, y puede disponer de sí a su entera voluntad. Si el ideal supremo del hombre es el bienestar físico y material, la salud, la belleza, la fuerza, la perspectiva de un porvenir cómodo, entonces el sufrimiento inútil es un mal absoluto, y la eutanasia sirve para evitarlo. Dentro de esta perspectiva materialista, tendremos que concluir también que hay vidas humanas sin valor y hombres que no merecen vivir: no es extraño entonces que se pretenda eliminar a los enfermos incurables, a los minusválidos , a los recién nacidos con deformaciones físicas , etc.

Sin embargo, el sufrimiento alcanza su valor pleno dentro de la perspectiva cristiana. Para un creyente no hay sufrimientos inútiles. Es verdad que el sufrimiento, en cuanto fruto y consecuencia del pecado, es en sí mismo un mal. Por esto, el cristiano colabora con los demás hombres

19. Jbidem , IV.

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para combatir y vencer el sufrimiento de los que padecen, a menudo víctimas inocentes.

Pero el sufrimiento humano ha sido rescatado por Cristo, con su Pasión y Muerte. De fruto del pecado se ha convertido en instrumento de salvación para el que sufre " en Cristo" y une sus propios sufrimientos a los de Cristo. Por tanto, para el creyente no hay sufrimientos inútiles. En concreto, los sufrimientos de los inocentes y los postreros dolores de la agonía y de la muerte tienen un valor especial de salvación, de reparación, pues en el hombre agonizante y moribundo se reproduce la imagen -el misterio- de Cristo inocente que agoniza y muere en la Cruz:

"Cristo ha obrado con su sufrimiento la redención del mundo. Al mismo tiempo, esta redención, aunque realizada plenamente con el sufrimiento de Cristo, vive y se desarrolla a su manera en la historia del hombre. Vive y se desarrolla como cuerpo de Cristo, o sea, la Iglesia, y en esta dimensión cada sufrimiento humano, en virtud de la unión en el amor con Cristo, completa el sufrimiento de Cristo. Lo completa como la Iglesia completa la obra redentora de Cristo" 20 •

20. Juan Pablo 11 , Carta Apostólica Sa/vijici do/oris, V.

En esta misma línea Mons. Escrivá de Balaguer afirma: " las tribulaciones nuestras, cristianamente vividas, se convierten en reparación, en desagravio, en parti­cipación en el destino y en la vida de Jesús, que voluntariamente experimentó por Amor a los hom­bres toda la gama del dolor, todo tipo de tormentos. Nació, vivió y murió pobre; fue atacado, insultado, difamado, calumniado y condenado injustamente; conoció la traición y el abandono de los discípulos; experimentó la soledad y las amarguras del castigo y de la muerte. Ahora mismo Cristo sigue sufriendo en sus miembros, en la humanidad entera que puebla la tierra, y de la que E l es Cabeza, y Primogénito, y Redentor" 21

De esta manera, sólo la fe cristiana puede responder de manera razonable y convincente al problema del sufri­miento aparentemente inútil que conduce a la eutanasia. Es una prueba más de que sólo una visión cristiana de la existencia puede dar respuesta a los grandes problemas que se refieren al destino del hombre, al sentido de la vida y de la muerte.

21. J . EscRIVÁ DE BALAGUER, Es Cris1oq11 epasa. Rialp, Madrid 1973, n. 168.

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