Evelio Rosero Diago
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Evelio Rosero Diago
Por primera vez un colombiano obtiene el reconocimiento que otorga el diario londinense ‘The Independent’ al mejor libro traducido al inglés.
Muy temprano en la mañana, el repique del teléfono lo despertó. Evelio Rosero
dormía en su apartamento del tercer piso de un edifico del occidente de Bogotá.
Por el acento y la voz tenue de la mujer que le hablaba del otro lado reconoció que
se trataba de Anne McLean, su traductora, la mujer que había llevado al inglés su
novela Los ejércitos y la que había hecho posible que sus letras se colaran en las
librerías de toda Inglaterra. Pero lejos de sus ejércitos y de las librerías de Londres
estaban los sueños del escritor bogotano esa mañana de jueves, cuando de
repente el adormecimiento fue interrumpido por una frase que nunca siquiera
imaginó escuchar: “Acabas de ganar el Foreign Fiction Prize del diario The
Independent”.
En 2006, Evelio Rosero, quien ya había escrito más de una decena de novelas y
cuentos, terminó una historia en la que dos maestros —Otilia e Ismael—, perdidos
en un pueblo que podría ser cualquier pueblo colombiano, logran llevar una vida
casi normal entre los avatares de la guerra y sus descarnadas rutinas. Una novela
en la que había decidido hablar “de la situación humana, del civil, del desarmado,
en mitad de una guerra degradada” y en donde más que ponerse a opinar política
o ideológicamente de la situación de Colombia —“yo soy un escritor, no un
sociólogo ni un filósofo, y mucho menos un político, afortunadamente”, diría el
autor—, Evelio quiso contar una historia sencilla, honesta y entrañable.
“La resolución de compromisos sociales y políticos puede liquidarse en otro tipo de
géneros de la reflexión: el ensayo, la historia, el análisis, el simple comentario.
Pero la Novela con mayúsculas es el ser humano, la vida misma”.
Los ejércitos fue presentada ese mismo año al II Premio Tusquest de Novela y no
sólo se ganó el primer puesto con un importe de 20 mil euros, sino que además
recibió los otros 20 mil euros que no había recibido nadie en la edición primera del
premio, que se había declarado desierta. “De singular elegancia y maestría, no
exentas de dramatismo, en donde Evelio Rosero aborda un asunto no por habitual
menos difícil de tratar: la violencia arbitraria e irracional que azota a un pueblo”,
manifestó el jurado.
Con este reconocimiento al hombro, y sin haber causado mucha alharaca entre los
medios locales, dos años después la misma novela fue escogida por el diario
londinense The Independent como una de las 120 obras de 25 idiomas diferentes
que competirían por el premio 2009 al mejor libro de ficción traducido al inglés
durante el último año.
Hasta esa mañana en la que Evelio aún no se había levantado por pasar hasta
muy tarde en la noche escribiendo las páginas de una nueva historia de héroes y
próceres, el escritor había casi olvidado aquella importante nominación. “Ya con
que me hubieran seleccionado entre los finalistas me daba por satisfecho.
Además, que otro escritor colombiano, Juan Gabriel Vásquez, integrara esta
última selección, avisaba ya el especial momento que atraviesa la narrativa de
nuestro país. Claro que me parece que aquí las buenas noticias del arte siempre
han ido a la par de las desgracias”, señala.
El primer efecto que tuvo el anuncio de que se había convertido en el acreedor de
un premio de 10 mil libras, es decir, algo más de 15 mil dólares, fue el de
reconfortarlo: llegaba justo en un momento en el que lidiaba con la incertidumbre
de estar escribiendo otra novela, y la buena nueva que traía Anne McLean lo
animaba sobre todo a eso, a seguir escribiendo.
Según las declaraciones de Boyd Tonkin, jefe de la sección de literatura de The
Independent, la novela de Evelio Rosero “no sólo lamenta la tragedia del pueblo
colombiano, sino que celebra las universales pero siempre frágiles virtudes de la
vida cotidiana y habla de sucesos terribles con una precisión y una humanidad que
se ganan el afecto y el respeto del lector”.
Ante los elogios, Rosero, quien está convencido de que una novela tiene la
potencia de generar respuestas contundentes que a veces no se logran a través
del periodismo, ni de otras disciplinas, cree que a la final la virtud de su obra está
en su alto grado de honestidad. “Lo que ninguna novela puede eludir es su
realidad, la realidad que la ocasionó. “Tú puedes escribir de un gato que vuela y te
habla exactamente a las tres de la mañana, y puedes estar seguro de que en
algún lado del gato y de lo que él te dice asoma tu realidad, lo que te rodea. De
manera que el único compromiso vigente es el de escribir con honestidad lo que
quieras escribir”.