EXEQUIAS

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LITURGIA DE EXEQUIAS Hermanas, hermanos y amigos todos: El Señor nos ha convocado aquí para celebrar juntos el paso de N. en la Pascua del Señor muerto y resucitado. Es una celebración de despedida y también de encuentro. La despedida la experimentamos los que quedamos en la tierra, y el encuentro lo celebra nuestro hermano (nuestra hermana) a quien decimos "hasta pronto". A la luz de las lecturas que hemos escuchado el Señor nos invita a fortalecernos en la fe y en la esperanza. Pues como hemos escuchado la muerte es sólo un paso, que significa paso de esta vida a una vida eterna, una vida mejor, una vida bienaventurada, una vida con el Señor. Es por esto que no debemos estar tristes por la partida de un hermano nuestro, pues debemos aceptar este acontecimiento desde la fe como una bendición de Dios que lo ha llamado a estar con Él. Por tanto, las lecturas nos estimulan a todos los que estamos llamados a morir: Pues Cristo es la salvación del mundo: En él está la respuesta a los afanes, trabajos, penas, sufrimientos y proyectos para todo el que muere. La muerte es la firma autentificadora de que somos limitados y de que no estamos hechos, sin embargo, para una vida caduca, sino eterna y sin fin.

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LITURGIA DE EXEQUIASHermanas, hermanos y amigos todos: El Seor nos ha convocado aqu para celebrar juntos el paso de N. en la Pascua del Seor muerto y resucitado. Es una celebracin de despedida y tambin de encuentro. La despedida la experimentamos los que quedamos en la tierra, y el encuentro lo celebra nuestro hermano (nuestra hermana) a quien decimos "hasta pronto".A la luz de las lecturas que hemos escuchado el Seor nos invita a fortalecernos en la fe y en la esperanza. Pues como hemos escuchado la muerte es slo un paso, que significa paso de esta vida a una vida eterna, una vida mejor, una vida bienaventurada, una vida con el Seor. Es por esto que no debemos estar tristes por la partida de un hermano nuestro, pues debemos aceptar este acontecimiento desde la fe como una bendicin de Dios que lo ha llamado a estar con l.Por tanto, las lecturas nos estimulan a todos los que estamos llamados a morir:Pues Cristo es la salvacin del mundo: En l est la respuesta a los afanes, trabajos, penas, sufrimientos y proyectos para todo el que muere. La muerte es la firma autentificadora de que somos limitados y de que no estamos hechos, sin embargo, para una vida caduca, sino eterna y sin fin.

Cristo es la vida de los hombres: Parece, a veces, como si todo se acabara con la muerte de un ser querido; pero, para los cristianos, es todo lo contrario. La muerte en Cristo es la plenitud de vida para el creyente. Con la muerte se acaban los interrogantes, las dudas, las limitaciones y comienza la verdadera vida en totalidad, que es "Cristo resucitado" en la persona del hermano (de la hermana) a quien despedimos con dolor humano y explicable.

Cristo es la resurreccin de los que mueren: No podemos imaginarnos cmo seremos y viviremos ms all de la muerte. Pero lo cierto es que Cristo nos ha precedido como grano de trigo sepultado en el Glgota y se ha convertido en cosecha eterna de resurreccin. Y aqu est nuestra meta y aliciente: luchar, compartir, sembrar y sembrarnos evanglicamente en el surco de cada da. El resto lo hace el Seor, sin regateos y con toda generosidad.

Que esta celebracin exequial, que realizamos en la Pascua-paso de nuestro hermano (nuestra hermana), se convierta, por el sacrificio de Cristo, en salvacin, vida y resurreccin sin fin. Amn.Debemos tambin tener en cuenta que la muerte de Cristo es el modelo supremo de la muerte cristiana, sobre todo en dos aspectos principales: Cristo acept voluntariamente su muerte como prueba de obediencia amorosa a la voluntad del Padre; Cristo muri por los dems, por todos los hombres, como culminacin de una vida totalmente entregada al servicio de los hombres. En segundo lugar en el plano de la eficacia, pues para nosotros la muerte de Cristo no es solamente un ejemplo, sino la fuente real, viva, de nuestra salvacin. San pablo nos lo ha dicho con palabras inequvocas: gracias a la muerte de Jess, hemos sido justificados, hemos sido salvados de la ira de Dios, nos hemos reconciliados con el Padre. La muerte de Cristo es as el instrumento ms eficaz del poder de Dios.

Por el ejemplo de Cristo y por su fuerza, el cristiano es capaz de vivir su muerte de una manera que transforma totalmente sus aspectos negativos. Estas son las condiciones indispensables: aceptar voluntariamente la muerte, en seal de obediencia amorosa al Padre; vivir siempre para los dems, como preludio de una muerte fecunda; creer que la muerte no representa el fin, sino el inicio de una vida totalmente liberada de cualquier esclavitud. En definitiva, uno muere tal como ha vivido. Si hacemos de nuestra existencia una continua expresin de amor a Dios y a los hombres, si no vivimos para nosotros mismos, sino para aquel que por nosotros muri y resucit, entonces nuestra muerte, como la de Cristo, ser instrumento de vida y de victoria. Los cristianos valoramos tanto la muerte de Cristo que la hacemos objeto de celebracin festiva. Cada eucarista proclama y reactualiza la muerte victoriosa del Seor, y por ello tambin nos resulta significativa para celebrar la muerte de cada uno de los creyentes en Jess. Por otra parte, el evangelio que escuchamos nos invita a reflexionar acerca del dolor de Jess, pues tambin experiment tristeza ante la muerte de su amigo Lzaro.En efecto, Jess sabe que su amigo Lzaro ha muerto y, aunque estaba lejos, acude a Betania, la poblacin del difunto. Y, se conmueve y llora al ver el dolor de Marta y Mara, las hermanas de Lzaro.

Podramos decir que esta participacin en el dolor, este deseo de ayuda, de compaa, que significa nuestra presencia hoy aqu, es algo plenamente compartido por Jesucristo. Y por eso los cristianos creemos que tambin ahora, que tambin aqu, est presente Jess conmovido, Jess compadecido, Jess que quiere acompaar y ayudar a todos aquellos a quienes ms ha afectado la muerte de N.N. Y todos podemos pensar que nuestra presencia aqu y nuestra compaa quizs ayuda a quienes eran ms prximos al difunto, es un hacer presente y palpable el amor de Dios, la compasin de Jesucristo.

Adems, las palabras que hemos ledo nos abren a una promesa de esperanza. Quiz ms difcil, menos palpable, pero no por ello creemos que las promesas de Dios no se cumplan. Es la gran esperanza de la resurreccin. Es la gran esperanza de que la muerte no significa el fin. Es la conviccin por ms difcil que parezca de aceptar de que Dios quiere para todos los hombres una vida para siempre, una vida sin fin.

Este fue el gran mensaje de Jesucristo. Que Dios, nuestro Padre, nos ama y por eso ya ahora podemos vivir -durante nuestro camino en la tierra- en comunin con su amor. Que lo ms importante no es pensar en ello sino vivirlo; es decir, vivir como hijos de Dios, participando de su bondad, de su amor, cada da. Y que quienes as viven aunque como todos tengan sus pecados, sus defectos no morirn para siempre, resucitarn como Jess resucit despus de su muerte. Para vivir para siempre en la comunin de plenitud de vida con Dios, en aquella gran fiesta eterna que el Padre nos ha preparado para todos.

Con toda confianza, con una gran esperanza que venza en lo posible el peso del dolor, roguemos al Padre para que acoja en la vida eterna al difunto N.N. Y para que a nosotros nos d el saber vivir ahora y siempre tal como quisiramos haber vivido en la hora de nuestra muerte. Oremos, hermanos, unidos con Jesucristo sabiendo que como hemos escuchado en el evangelio "todo lo que pidas a Dios, Dios te lo conceder. Evidentemente, la muerte es objeto de celebracin en la medida en que, vinculada con la muerte de Cristo, se convierte en un hecho de salvacin. Que esta celebracin eucarstica sea al mismo tiempo recuerdo eficaz de la muerte de Cristo, plegaria piadosa por nuestro hermano difunto, y signo de nuestra voluntad de vivir y morir por el ejemplo y la fuerza de Jess.