Experiencia colmante de Dios en San Juan de la Cruz

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Experiencia colmante de Dios en San Juan de la Cruz JOSÉ VICENTE RODRÎGUEZ O.C.D. (A vi/a) rnTRODUCCION De Dios no se hacen experimentos de laboratorio, sino que se reciben experiencias generosa y sabiamente dadas pOl' él Y humilde- mente recibidas y agradecidas por sus criaturas. Aunque voy a ocuparme de San Juan de la Cruz, quiero alegar, de entrada, un texto de Santa Teresa que dice: «Estos efectos ... da Dios, cuando llega el alma a SI con este 6sculo que pedfa la Esposa, que yo entiendo aqul se le cumple esta petici6n. Aquf se dan las aguas a esta cierva, que va herida, en abundancia; aqui se deleita en el tabemaculo de Dios; aqul halla la paloma, que envi6 Noé a ver si era acabada la tempestad, la oliva, por senal que ha hallado tiena finne dentro de las aguas y tempestades de este mundo. jOh Jesus, y quien supiera las muchas cosas de la Escritura que debe haber para dar a entender esta paz deI alma!» 1 Teresa trata de expresar su experiencia y acumula cuanto sabe desde la Biblia para contaI' y cantar una plenitud, la de la paz deI alma. Esa serie de «aqul» (por cuatro veces) esta coma subrayando el ansia anterior de la persona humana en el deseo de sel' amada y el cumplimiento de esta su aspiraci6n; la sed ardiente de la cierva y el refrigerio que recibe cuando la calma; la ilusi6n por encontrarse con 1 7M 3,13. REVISTA DE ESPIRlTUALIDAD 54 (1995), 293-325

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Experiencia colmante de Dios en San Juan de la Cruz

JOSÉ VICENTE RODRÎGUEZ O.C.D. (A vi/a)

rnTRODUCCION

De Dios no se hacen experimentos de laboratorio, sino que se reciben experiencias generosa y sabiamente dadas pOl' él Y humilde­mente recibidas y agradecidas por sus criaturas.

Aunque voy a ocuparme de San Juan de la Cruz, quiero alegar, de entrada, un texto de Santa Teresa que dice: «Estos efectos ... da Dios, cuando llega el alma a SI con este 6sculo que pedfa la Esposa, que yo entiendo aqul se le cumple esta petici6n. Aquf se dan las aguas a esta cierva, que va herida, en abundancia; aqui se deleita en el tabemaculo de Dios; aqul halla la paloma, que envi6 Noé a ver si era acabada la tempestad, la oliva, por senal que ha hallado tiena finne dentro de las aguas y tempestades de este mundo. jOh Jesus, y quien supiera las muchas cosas de la Escritura que debe haber para dar a entender esta paz deI alma!» 1

Teresa trata de expresar su experiencia y acumula cuanto sabe desde la Biblia para contaI' y cantar una plenitud, la de la paz deI alma. Esa serie de «aqul» (por cuatro veces) esta coma subrayando el ansia anterior de la persona humana en el deseo de sel' amada y el cumplimiento de esta su aspiraci6n; la sed ardiente de la cierva y el refrigerio que recibe cuando la calma; la ilusi6n por encontrarse con

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el Senor y el deleite pOl' hallarse en su tienda; los vuelos de inspec­ciôn de la paloma, yendo y viniendo, que culminan en su retorno al arca con el rama de olivo.

Estas comprobaciones teresianas ayudan a ambientar el tema sanjuanista, presentandonos ya los go·zos de la meta alcanzada.

1. Criterio hermenéutico

Para la recta comprensiôn deI tema propuesto hay que atender al siguiente criterio de lectura: cuando Juan de la Cruz escribe sus obras mayores, 10 hace suponiendo que el alma, cuya «dichosa ventura» 0

aventura espiritual va a contaI' y a cantal', ha llegado ya a la meta; de modo que se apresta a escribir paginas biograficas de esa persona.

1.1. Ya el titulo de la poesîa exenta de Subida-Noche es «Can­cÏones deI alma que se goza de haber llegado al alto estado de la pertecciôn, que es la uniôn con Dios, por el camino de la negaciôn espiritual» 2. Y de nuevo el tîtulo deI poema incorporado en el prô­logo de la Subida es: «Canciones en que canta el alma la dichosa ventu ra que tuvo en pasar por la oscura noche de la te, en desnudez y purgaciôn suya, a la uniôn con Dios» 3.

1.2. En el libro de la Noche, en la anotaciôn irunediata a la transcripciôn de los versos se llama la atenciôn sobre este modo de escribir y sobre el consiguiente modo de lectura: «Antes que entre­mos en la declaraciôn de estas canciones conviene saber aquî que el alma las dice estando ya en la pertecciôn»; y sigue explicitando: «habiendo ya pasado», «gran di cha y ventura haber pasado»; «gozo­sa de haber pasado por este angosto camino de donde tanto bien se le siguiô» 4.

2 SAN JUAN DE LA CRUZ, Ohms Completas, Madrid, Ed. de Espiritualidad, 5.' ed., 1993, p. 78. Nos servimos de esta nuestra edicion.

3 Ibid., p. 171. 4 Ibid., p. 450. En CB 1,2-5 se echa de ver también esta suposicion subya­

cente. En el prologo de ambas redacciones de L1ama que da claro asimismo que el alma que habla esta «ya transformada y calificada interiormente en fuego de amor, que no solo esta unida en este fuego, sino que hace y envia 11ama en ella» (n.4).

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Cuando se escribe as! de algo ya sucedido, las explicaciones que se dan tienen, naturalmente, el peso 0 la carga de la experiencia vivida, sentida y padecida. Ya Dios en este casa ha sido sentido coma experiencia colmante. Y desde esa luz amorosa interpreta el autor todas las vivencias deI alma y organiza sus comentarios y pon­deraciones.

l.3. Como una de las experiencias mas fuertes hay que contar la experiencia sobresaliente dei todo y de la nada. El alma engran­decida y puesta en el sentir de Dios «siente las cosas coma Dios, delante deI cual..., segun Isaias (40,17), fadas las gentes son coma si no fuesen. Y ese mismo tomo tienen dei ante dei alma, que todas las cosas le son nada, y ella es para sus ojos nada. Sôlo su Dios para ella es el todo» (LI B, 1,32). Este tipo de experiencia integral esta pul­sando bajo las formulaciones: todo-nada mas descamadas y duras repetidas en la Subida de varias maneras, cuando se confronta abier­tamente 10 humano y 10 divino (lS 4,3-4). Me permito repetir la anotaciôn que he puesto en Obras Completas a ese paso de la LLama: «Desde la riqueza experiencial que rebosa este paso se capta de veras el sentido de el fodo y la nada sanjuanistas que vertebran todas sus paginas. Dios es fado; el hombre y las cosas, nada. Una afinnaciôn tantas veces repetida en Subida y Noche, que a estas aIturas de la experiencia revela todo su contenido de amor y de verdad» 5.

1.4. De igual modo la experiencia colmante de Dios hay que saber leerla no sôlo en los textos cumbre en los que la tipifique 0

configure, sino en la dialéctica constante dei colmo, deI cumplimien­to, de la plenitud, de la busqueda de la meta, de la agonia deI deseo, de la tensiôn dinamica, etc. En cada unD de estos puntos va dejando Juan de la Cruz la senal de la experiencia vivida y a través de esas huellas se va rastreando 10 que sera el colmo de esa misma experien­cia, mejor dicho, 10 que ya ha sido esa experiencia, con la que se debate para poder expresarla de alguna manera. No cae en palabras, ni siquiera en esas palabras poderosas que son los poemas sanjuanis­tas. Como ejemplo bien conocido se puede recordar el ladonde te escondisfe?, coma quehacer continuo de toda la existencia (CB 1,3-4,5-6,8-11). Debajo de ese grito esta vibrando la experiencia colman-

5 OC, LI B, 1,32, nota 19, p. 803.

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te deI encuentro ya realizado y se presenta ante el Amado la querella de la ausencia; pidiendo ser desatada «ya de la came mortal para poderle gozar en gloria de eternidad» (CB 1,2).

1.5. En las dos tiltimas etapas 0 estados de desposOlio y matri­monio espiritual es cuando mas y mejor trata de configurar la men­cionada experiencia en 10 que podemos Hamar su plenitud.

1.6. La experiencia colmante en cuanto referida 0 contada se la halla, pues, repartida a la largo de todo el itinerario espiritual y se va adensando en esos puntos en los que esta mas presente; y a través de tantos detalles de gustos, deleites, gozos, refrlgerios, etc., se le va conformando y recomponiendo. Una lectura atenta de los textos nos hace ver cômo refluye todo el discurso de nuevo hacia el colmo, asî coma mana y fluye desde la cumbre, en y desde la que se ha comen­zado a escribir, coma dejamos dicho 6.

2. ldeas base e ideas fuerza

Se puede unD referir a varias de estas ideas de fondo, que no son, por otra parte, simples ideas, sino también experiencias agudas y fuerzas motrices de gran alcance. Aquî y ahora me quiero referir sôlo a algunos de estos fundamentos sobre los que anda siempre operando Juan de la Cruz al encarar la realidad inefable de la experiencia colmante de Dios.

2.1. Capacidad receptiva deI hombre

Dentro de este encuadramiento mental, una de las ensefianzas mas fecundas de San Juan en orden a esclarecer la realidad de la experiencia colmante es, sin duda, la de la capacidad receptiva deI hombre. Si se ahonda en la tensiôn de btisqueda-encuentro, se interna unD inmediatamente en la dinamica de esa misma capacidad.

fi En nuestro libro San Juan de la Cruz profeta, ellamorado de Dios y maes­tro, Madrid 1987, pp. 115-115, hablo deI criterio hermenéutico al que me he referido mas arriba.

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2.2. La recuerda en Subida cuando quiere demostrar que la fe es noche oscura para el alma. Después de poner el ejemplo de la luz deI sol que vence nuestra potencia visiva, habla de la luz superior de la fe que «pOl' su grande exceso oprime y vence la deI entendimiento, la cual sôlo se extiende de suyo a la ciencia natural; aunque tiene potencia para la sobrenatural, para cuando nuestro Sefior la quisiere poner en acto sobrenatural» (2S 2,1) 7.

2.3. Habla de ella de un modo enardecido en los comentarios a la Llama, ilustrando su verso: las profundas cavernas deI scnt;­do 8. Las cavernas aquî nombradas son las potencias deI alma: en­tendimiento, memoria y voluntad. El recuerdo de estas cavernas trae a la mente otras no menos profundas cuales son las de la Piedra que es Cristo (CB 37,2-3), es decir, sus misterios insondables e inagotables. La profundidad de las cavernas deI hombre se mide por su capacidad: «son tan profundas cuanto de grandes bienes son capaces, pues no se llenan con menos que infinito» (LI B, 3,18). Integrando ambas cosas, profundidad y cabida, hablarâ de «profun­da capacidad» (ibîd.).

2.4. Estas cavernas se pue den encontrar en tres momentos 0 situaciones diferentes:

a) Situaciôn negativa: cuando en ellas hay desorden, es decir, cuando no estân vacias, purgadas y limpias de «toda afecciôn de criatura»; esto trae como consecuencia perniciosa que no sientan «el vacio grande de su profunda capacidad». Y ademâs que no pue dan recibir los bienes infinitos e inmensos que les estân destinados.

b) Se encuentran en un segundo momento, cuando estando ya vacias y limpias no les llega aûn la satisfacciôn esperada. «y este tan grande sentimiento comûnmente acaece hacia los fines de la ilumina­ciôn y purificaciôn deI alma, antes que llegue a uniôn» (ibîd.). Al estar ya tan bien dispuesta, viendo que no se le comunica 10 divino,

7 Puede verse 10 que decimos en San Juan de la Cruz proJeta ... , pp. 301-303, donde recuerdo c6mo hasta que en el !ibro de la Subida se adopt6 como c6dice basico, ya en 1929, el Hamado de Alcaudete, se venia poniendo, desde la edici6n principe de 1618, en ese paso sanjuanista junto a potencia el adjetivo obedien­cial, de gran tradici6n filos6fico-teol6gica escolastica.

8 LI B, 3,18-26.

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«llega el penar de este vacfo y sed mâs que a morin>. Buscando lugar a estas personas en los grados de amor, las situa entre '«los que penan con amor impaciente, que no pue den estar mucho sinrecibir 0 morin> (ibid.).

c) El tercer tiempo es el de la comunicaciôn plena de Dios, conforme a la disposiciôn anterior; el vacfo ha llamado a la plenitud, «un abismo llama a otro abismo» (Sai 42,8: LI B, 3,71) Y la persona se siente colmada en la medida de 10 posible.

2.5. Aqui conviene sefialar 10 que el propio Juan de la Cruz advierte: «Aunque acâ en esta vida hallemos algunas aImas con igual paz y sosiego en estado de perfecciôn, y cada una esté satisfecha, con todo eso, podrâ la una de ellas estar muchos grados mâs levan­tada que la otra, y estaI igualmente satisfechas, por cuanto tienen satisfecha su capacidad. Pero la que no llega a pureza competente a su capacidad, nunc a llega a la verdadera paz y satisfacciôn, pues no ha llegado a tenel' la desnudez y vacfo en sus potencias, cual se requiere para la sencilla uniôn» (2S 5,11). Algo pm'ecido viene a decir, aunque de un modo mâs poético, cuando precisa cômo al profeta Ezequiel se le comunicaba la voz infinita deI Altisimo. A las aImas «es el mismo Dios que se comunica haciendo voz en el alma; mas cifiese a cada alma dando voz de virtud, segun le cuadra limitadamente, y hace gran deleite y grandeza al alma» (CB 14-15,11).

2.6. Queriendo explicar este tema oscuro de las diversas capa­cidades y plenitudes de las aImas echa mana de los datos de su teologia deI mâs allâ, que le parecen mâs claros, y dice: «Es a modo de cômo le ven en el cielo, que unos ven mâs, otros menos; pero todos ven a Dios y todos estân contentos, porque tienen satisfecha su capacidad» (ibid.).

2.7. Juega, pues, siempre un papel de primer orden el tema de la capacidad receptiva. Estâ intimamente relacionada, pOl' no decir identificada, con la capacidad de renuncia evangé1ica, de noche os­cura, de pobreza de espiritu, de quedarse «a os curas y sin nada» de 10 que no es Dios, no por el gusto morboso de la renuncia pOl' la renuncia, sino para verse repletos de Dios. De aqui aquella su comprobaciôn deI proceder divino: Dios «cuanto mâs quiere dar

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tanto mas hace desear, hasta dejarnos vacîos para llenarnos de bie­nes» 9.

2.8. Resumiendo los analisis sucesivos que hace de cada una de las potencias, de su vacîo, de su sed, de su hambre (LI B 3,19-21), concluye: «Es, pues, profunda la capacidad de estas cavernas, porque 10 que en ellas puede caber, que es Dios, es profundo e infinito; y asî sera, en cierta manera, su capacldad infinita, y asî su sed es infini ta, su hambre también es profunda e infini ta, su deshacimiento y pena muerte infinita». Esta vez reCUITe no al cielo sino al infierno para darse a entender un poco mejor y dice: «Que aunque no se padece tan intensamente como en la otra vida, pero padécese una viva imagen de aquella privaciôn infinita por estaI' el alma en cierta clisposiciôn para recibir su lleno» (ibîd.).

2.9. La capacidad receptiva deI hombre se actuara en plenitud en la bienaventuranza eterna, donde la visiôn «es la causa de la similitud total deI alma con Dios» (2N 20,5). Juan de la Cruz invoca aquî la autoriclad de su homônimo el evangelista: «porque asî 10 dice San Juan (lIn 3,2), diciendo: sabemos que seremos seme jantes a él»; y como quien quita un escrûpulo teolôgico a sus lectores, afiade: «no porque el alma se hara tan capaz como Dios, porque eso es imposi­ble, sino porque todo 10 que ella es se hara seme jante a Dios; por 10 cual se llamara, y 10 sera, Dios por participaciôn» (ibîd.).

2.10. Desde este manejo de textos sanjuanistas se vislumbran los elementos clave para entender la realidad de la experiencia col­mante de Dios, las divers as plenitudes, las disposiciones que han de encontrarse en la critura para sentirse plenificada, etc.

3. Experiencias persona les sucesivas

3.1. El alma enamorada, tal como se la va configurando, atra­viesa una serie de situaciones en las que adolece, pen a y muere (CB, c. 2), en las que se siente y esta «como vaso vacîo que espera su lleno, y como el hambriento que desea el manjar, y como el enfermo

9 Carta a Leonor de San Gabriel desde Segovia 8 de julio de 1589: OC, p. 1092.

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que gime par la salud, y como el que esta colgando en el aire que no tiene en qué estribar» (CB 9,6); en las que se encuentra' con el Amado, o mejar el Amado se encuentra con e11a, ya que viene a visitarla (CB 13,1). y finalmente, le 11egan momentos de plenitud en los que se le da la alta expeliencia deI ser y de los atributos de Dios. Cuando Dios unido con el alma <<tiene pOl' bien de abrirle la noticia, echa de ver distintamente en él toclas estas virtucles y granclezas, conviene sabel': omnipotencia, sabiduria, bonclacl, misericardia, etc,» (LI B, 3,2),

3.2. San Juan trata de explicar la experiencia sufrida y declara que «en esta comunicaci6n y muestra que Dios hace de si al alma, que a mi ver es la mayor que él le puecle hacer en esta vicia, le es innumerables lamparas que cie Dios le clan noticia y amon) (ibid., 3). ConfOlwe al conocimiento comunicaclo ha sido también el amor y par 10 mismo «fue subiclisimo el cleleite cie amar y fruici6n que a11i tuvo» (ibid., 4).

4. Recorrido par la Llama

Condenado a hablaI' de 10 inefable, se explaya refiriendo la inti­miclacl cie su experiencia cie un moclo particular en el libro cie la LIama.

4.l. Pr610go

Sabida es la importancia tematica y hermenéutica de los pr610gos sanjuanistas. Uno de los mejores es el de la LIama; en él asegura que para hablaI' «de cosas tan inteliores y espüituales, para las cu ales comunmente falta lenguaje», tendra que il' «animanclose a la Escri­tura clivina, y como se lleve entendido que todo 10 que se dijere es tanto menor de 10 que a11i hay, como 10 es 10 pintaclo de 10 vivo, me atraveré a decü'lo que supiere» (n. 1). Casi inrnediatamente se anima al texto clave de la inhabitaci6n: Jn 14,23, y se ampara de la auto­ridad biblica encuaclrandola perfectamente en algunas coordenadas muy acariciadas par él: la cie la generosidacl clivina, la cie la reacci6n cie los hombres, la de la libertad omnimoda de Dios de repartir sus clones, etc.: «y no hay que maravillar que haga Dios tan altas y tan

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extrafias mercedes a las aImas que él da en regalar, porque si consi­deramos que es Dios y que se las haee como Dios y con infinito umar y bondad, no nos pareeerâ fuera de razôn, pues él dijo que en el que le amase vendl'fan el Padre, Rijo y Espfritu Santo y harfan morada en él» (Jn 14,23); 10 cual habîa de ser haciéndole a él vivir y moral' en el Padre, Hijo y Espîritu Santo en vida de Dios, como da a enten­der el alma en estas canciones» (n. 2). Asî se reconduce la experien­cia al eentro deI alma y al corazôn deI misterio trinitario bajo ese aspecto dinâmico de la inhabitaciôn. Lo gue agui proclama dei com­portamiento de Dios cuando «da en regalar» a las aImas rima perfec­tamente con 10 que en otra parte diee «cuando da en agradarse» ese mismo Dios de alguien; y haee una aplieaciôn eclesial de primer orden (CB 33,8).

4.2. Primera canciôn

El comentario a la primera estrofa alTanca poniendo al alma ya en la frontera de sus experiencias. Con el riesgo de desvirtuar el texto, podemos sefialar por separado algunos de los elementos que concurren en esta sensaciôn y experiencia. El alma:

se siente ya toda inflamada en la divina uniôn: - ya su paladar todo bafiado en gloria y amor; - hasta 10 intimo de su sustancia estâ revertiendo no menos que

rios de gloria; - estâ abundando en deleites; - sintiendo correr de su vientre los rios de agua viva de que

habla Cristo en relaciôn con el Espîritu Santo; - parécele al verse transformada en Dios, poseîda pOl' él, Y tan

enriquecida que «estâ tan eerca de las bienaventuranzas que no la divide sino una leve tela». Es aconsejable una lectura total deI texto sanjuanista al estilo deI que el Cardenal Martini llama «la lectura evidenciada» deI Evangelio. Hay que leer pluma en mano, no bas ta haeerIo con solo el pensamiento: leer, encuadrar, subrayar, etc. JO En

10 Puede verse en la introducci6n a Evangelio sin /rollteras (ed. plurilingUe deI evangelia de San Lucas: espafial, inglés, francés, aleman, italiana), Madrid, Ed. Paulinas, 1993, p. IX.

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este texto de Llama aparecen todos los elementos perfectamente entrelazados y trasmitiendo una experiencia superior. El verbo sentir es el verbo de la experiencia; 10 usa en estos comentarios 104 ve­ces Il. POl' la acci6n embestidora y repetida de la llama, que es el Espîritu, capta que falta muy poco para que le dé la vida eterna y la glOlifique esencialmente. De ahî su clamor oracional para que le rompa el mismo Espîritu la tel a de la vida.

Analizando sus vivencias tiene la impresi6n de que «cada vez que llamea esta Hama, haciéndola amar con sabor y temple divino, la estâ dando vida eterna, pues la levanta a operaci6n de Dios en Dios» (LI B, 1,4). Gusta el alma un rastro de vida etema. El espîritu == la Hama «la hace vivir en Dios espiritualmente y sentir vida de Dios», gustando «a Dios vivo, esto es, vida de Dios y vida eterna» (ibîd.). Al seiialar que este rastro de vida eterna no es aquî perfecto «porque no 10 Heva la condici6n de esta vida» (ibîd., n. 6), estâ equivalente­mente diciendo que esta experiencia, sea la habituaI, sea la actua!, simbolizadas por el madero inflamado y la Hama de él, respectiva­mente (ibîd., n. 3), es colmante pero s610 relativamente y por eso sigue abierta y ansiante la plenitud beatîfica. El comentarista sabe muy bien distinguir entre la plenitud «en la beatîfica vista de Dios en la otra vida» y las comunicaciones y experiencias en ésta (ibîd., n. 14). y vuelve a su refugio, al arrimo bîblico en un contexto parecido al deI pr6logo. Es interesante advertir que este gran pârrafo al que me estoy refiriendo es nuevo y exclusivo de la segunda redacci6n. Lo cu al certifica que Juan de la Cruz andaba especialmente ocupado y preocupado por este tema de las comunicaciones divinas, pues habla también de 10 mismo en otro pârrafo aiiadido en Cântico (CB 33,8). Tratândose de «cosas raras y de que hay poca experiencia» por ser tan «maravillosas y menos creîbles», sabe que hay quienes:

* 0 no las creerân, * 0 10 tendrân por demasîa, * 0 pensarân que no es tanto coma ello es en SI, es decir, van a

Il Puede verse en Concordancias de los escritos de San Juan de la Cruz, Roma, Teresianum, 1990, voz sentir. La usa en total 621 veces; las 104 veces en la Llama como decimos.

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creer que quien 10 cu enta es un mentir"oso, 0 un exagerado e hiper­bolico; 0 van a pensar que 10 ha explicado perfectamente y que no es mas que eso que él ha dicho y eHos han entendido. Colocandose frente a todos estos posibles enjuiciadores usa un tono decidido, escribiendo en primera persona: «Pero a todos éstos yo respondo que el Padre de las lumbres (Sant 1,17), cuya mana no es abreviada (Is 59,1), y con abundancia se difunde, sin aceptacion de personas (Ef 6,9), doquiera que hall a lugar, coma el rayo deI sol, mostrandose también él a ellos en los caminos y vias alegremente (Sab 6,17), no duda ni tiene en poco tener sus de lei tes con los hijos de los hombres de mancomun en la redondez de las tie/Tas (Prov 8,31)>>. En esta apologîa de los fueros de Dios ha ido pasando de unos pasos bîblicos a otros, hasta desembocar otra vez en el texto clasico de Juan 14,23: «y no es cie tener par increîble que a tin alma ya examinacla, pmgacla y probacla en el fuego de tribulaciones y trabajos y varieclacl cie ten­taciones, y hallada fiel en el amOI, de je de cumplirse en esta fiel alma en esta vida 10 que el Hijo cie Dios prometio, conviene saber: que si alguno le amase, vendrfa la Santfsima Trinidad en él y morarfa de asiento en él (Jn 14,23), 10 cual es, ilustrandola, el entenclimiento divinamente en la sabiclurîa ciel Hijo; deleitanclola, la voluntad en el Espîritu Santo, y, absOIbiénclola, el Padre poderosa y fuertemente en el abrazo abismal de su clulzura» (n. 15). Todas las palabras estan exactamente seleccionaclas y dosificadas: el sujeto, el Padre; el verbo absorber; los adverbios poderosa y fuertemente; el modo y el resul­tado de esa absorcion: abrazo abismal de su dulzura con 10 que ya significa de colmante y gratificante no un abrazo cualquiera, sino cie Dios Padre; abrazo fuerte, estrecho, abisal 0 abismal de su dulzura «por medio deI cual abrazo vive el alma de Dios» (CB 22,6).

El mîstico sabe muy bien discemir entre «la Iglesia militante, en que esta el fuego de la caridad no en extremo encendido», y la Iglesia «triunfante, donde este fuego esta coma en homo encedido en per­feccion de amon> (ibîd., n. 16),10 mismo que en ellibro de la Noche Oscura distingue exactamente entre el nono y el décimo grado de amOI; el nono «es el de los perfectos, los cuales arden ya en Dios suavamente, porque este ardor suave y deleitoso le causa el Espîritu Santo por raz on de la union que tienen con Dios» (2N 20,4); el

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décimo y ûltimo grado no es ya de esta vida, es decir, la plenitud y hartura definitiva no es de aqui abajo, donde todo es relativo. La experiencia colmante de aqui abajo es relativa y por eso mismo re­ducida; algo asi como captar la trascendencia de Dios en la contin­gencia de las cosas criadas, guedândose siempre con el ansia e insa­tisfacci6n esperanzada de esa otra plenitud total y beatificante. Hasta ese «dia todavia, aungue el alma mâs alta vaya, le gueda algo encu­bierto, y tanto cuanto le falta para la asimilaci6n total para la divina esencia» (2N 20,6).

Concentra sus pensamientos en esta oraci6n ardiente acaso mejor gue en tantos de sus comentarios: «iOh encendido amor, que con tus amorosos movimientos regalaclamente estâs glorificândome segûn la mayor capaciclad y fuerza cle mi alma!; es, a saber, dândome inteli­gencia clivina segûn toda la habilidad y capacidad de mi entendi­miento, y comunicândome el amor segûn la mayor fuerza de mi voluntad, y deleitândome en la sustancia deI alma con el tonente de su deleite (SaI 35,9) en tu divino contacto y junta sustancial, segûn la mayor pureza de mi sustancia y la capacidad y anchura de mi memoria» (LI E, 1,17). Como se ve, nos encontramos también en esta elevaci6n oracional con los ténninos recurrentes en este tema: las potencias deI alma, su capacidacl, su disposici6n y pureza, la comunicaci6n altîsima de Dios.

Siguiendo sus explicaciones, precisarâ, una vez mâs, gue esta alma tan encumbranda coma la queramos suponer, «porque vive en esperanza todavîa, en gue no se puede dejar de sentir vacîo, tiene tanto de gemido 12, aungue suave y regalaclo, cuando le falta para la acabacla posesi6n de la adopci6n de los hijos de Dios; donde, consu­mândose su glOlia, se quietarâ su apetito. El cual, aunque acâ mâs juntura tenga con Dios, nunca se hartarâ y quietarâ hasta gue parezca su gloria mayonnente tenienclo ya el sabor y golosina de ella, coma agui se tiene» (ibicl., n. 27).

12 Juan de la CIlIZ habla 110 poco dei gemido; en él se pueden estudiar per­fectamente los verbos y los adjetivos de la esperanza, coma se ha hecho en San Agustîn: cf. V. CAPÀNAGA, Agllstfn de Hipona, Madrid, BAC (serie maior), 1974, pp. 267-273.

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4.3. Segunda canciôn

La segunda canciôn estâ urdida con otros hilos: cauterio, llaga, mano, toque, sabor de vida eterna, pero siempre se desemboca en las mismas afirmaciones. Aqui abajo se siente, se goza inmensamente, pero no perfectamente coma en la gloria (LI B, 2,21). El hombre transformado en todas sus potencias y en todo su ser se siente col­mado «en este estado perfecto de vida espiritual, aunque no tan perfectamente coma en la otra vida» (ibid., 34). La experiencia col­mante de Dios hace vivir al alma en una especie de euforia singular: «En este estado de vida tan perfecta, siempre el alma anda interior y exteriormente coma de fiesta y trae con gr an frecuencia en el paladar de su espiritu un jûbilo de Dios grande, coma un cantar nuevo, siempre nuevo, envuelto en alegria y amor, en conocimiento de su feliz estado» (ibid., 36). La raiz de esta alegria continuada no es ningûn secreto para Juan de la Cruz: «y no es de maravillar que el alma con tanta frecuencia ande en estos gozos, jubilos y fruiciôn y alabanzas de Dios, porque, demâs deI conocimiento que tiene de las mercedes recibidas, siente a Dios aqui tan solicito en regalarla con tan preciosas y delicadas y encarecidas palabras, y de engrande­cerla con un as y otras mercedes, que le parece al alma que no tiene él otra cos a en el mundo a quien regalar ni otra cos a en que emplear­se, sino que todo él es para ella sola. Y sintiéndola asi, as! 10 confiesa coma la Esposa en los Cantares, diciendo: dilectus meus mihi et ego illi (2,16; 6,2).

4.4. Tercera canciôn

La tercera canciôn estâ atravesada por las afirmaciones ya recogi­das de la capacidad y hondura de las potencias deI hombre; y es aqu! donde con mâs morosidad presenta la experiencia de un Dios que al sel' «infinita luz e infinito fuego divino» se sigue que en cada unD de los innumerables atributos divinos de que se le concede al hombre la experiencia, cada unD «es una lâmpara que luce al alma y da calor de amon> (ibid., 2), Y el alma ama por cada una y por todas juntas. En esta experiencia soberana, en cuy a descripci6n se va conjugando el

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verbo sentir (ibid., 6), se le pregunta: «,ï,Quién dirâ, pues, 10 que sien­tes, joh dichosa alma!, conociéndote asi amada y con tal estimaci6n engrandecida?» (ibid., 7). Contestando el propio Juan de la Cruz a esta pregunta, habla con el alma y le dice: «Eres maravillosamente letificada segun toda la mmonia de tu alma y aun de tu cuerpo, hecha todo un paraiso de regadio divino, porque se cumpla también en ti el dicho deI salmo (45,5) que dice: «el fmpetu dei rlO letifica la ciudad de Dias» (ibid., 7). Que esta experiencia colmante abarque roda la persona humana 10 ha dicho ya anteriormente (LI B, 2,22) contando c6mo «de este bien deI alma a veces redunda en el cuerpo la unci6n deI Espiritu Santo y gaza ta da la sustancia sensitiva, todos los miem­bros y huesos y médulas, no tan remisamente coma comûnmenle sue­le acaecer, smo con sentimiento de grande deleite y gloria, que se sien te hasta los ultimos artejos de pies y manas. Y siente el cuerpo tanta gloria en la dei alma que en su manera engrandece a Dios, sin­tiéndole en sus huesos, conforme aquello que David dice: todos mis huesos diran: Dias, ;,quién seme jante a ti? (Sai 34,10).

Emiquecida la persona humana en cuerpo y alma, se siente satis­fecha e insatisfecha; satisfecha pOl' la mucho que recibe, insatisfecha por la que no se le da de una vez para siempre. El Espiritu Santo con todas sus embestidas «parece que siempre estâ queriendo acabar de darle la vida eterna y acabarla de trasladar a su peIiecta gloria, en­trândola ya de veras en si» (LI B, 3,10). Pero estos visos de gloria que se le dan al alma ahora con «alteraci6n de mâs y menos» y con «mterpolaci6n de movimientos» y no con la estabilidad, perfecci6n y contmuidad propias de la otra vida le estân haciendo sentir una vez mâs la relatividad de su experiencia «gozando aqui la gloria de Dios en su semejanza y sombras» solamente (ibid., 16), hasta que des de esta experiencia umbrâtil asi vivida y padecida se pase a la vista de la misma realidad, disipadas ya todas las sombras, porque «no hay otra diferencia sino ser visto Dios 0 creido» (25 9,1); Y las comuni­caciones aqui recibidas no salen deI âmbito de la fe, por mâs viven­cias y experiencias que se hayan podido tener.

«La posesi6n de Dios da deleite y hartura al alma» (ibid., 23). El encuentro deI sÎ deI alma y dei sÎ de Dios caracteriza el desposorio espiritual en el que tanto se comunican ya los amantes. El Esposo la hace «grandes mercedes y la visita amorosisimamente muchas veces,

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en que ella recibe grandes favores y deleites» (ibid., 25). Todo ese mundo de deleites y harturas no es sino la experiencla colmante propia dei momento espiritual en que se encuentra. Para llegar a 10 propio deI matrimonio espiritual necesita el alma esposa «otras dis­posiciones positivas de Dios, de sus visitas y dones en que la va mâs purificando y hermoseando y adelgazando para estaI' decentemente dispuesta para tan alta uniôn» (ibid., 25).

En este tiempo de disposiciones es el Sefior quien actua y «10 va Dios haciendo al modo dei alma» 13. Las Hamadas unciones dei Espiritu Santo, cuando son mâs altos ungüentos y por eso mâs alle­gados a Dios, «saborean al alma y la engolosinan mâs delicadamen­te de Dios; es el deseo mâs delicado y profundo, porque el deseo de Dios es disposiciôn para unirse con Dios» (ibid., 26). Ade­mâs de este deseo deI alma existe el deseo de Dios que va hacien­do posible esa disposiciôn para la mâs alta uniôn con él y para las mâs elevadas experiencias, siendo él el propio artîfice de esa pI'e­paraciôn para colmar 10 mejor posible las expectativas deI hombre (ibid., 28).

Secretamente se va llenando el alma esposa «de riquezas y dones y gracias espirituales, porque siendo Dios el que 10 hace, hâcelo no menos que coma Dios» (ibid., 40), Y deseando poder llegar a colmar el alma de bienes la va dejando desocupada para poder entrar «en el alma vacfa y la Henani de bienes divinos» (ibid., 46).

Como la preparaciôn sucesiva deI alma ha sido pOl' parte de Dios muy subida y esmerada, a esa disposiciôn correspondera una satis­facciôn muy cumplida 14. POl' eso Juan de la Cruz se pregunta: «l.Cuâl pensamos que serâ la posesiôn de inteligencia, y amor y gloria que tienen ya en la dicha uniôn con Dios el entendimiento, voluntad y memoria?» (ibid., 68). Y se contesta: «Cierto que, conforme a la sed y hambre que tenian estas cavemas, serâ ahora la satisfacciôn y hmtura y deleite de ellas, y conforme a la delicadeza de las disposi­clones serâ el primor de la posesiôn deI alma y fruiciôn de su sen­tido» (ibid.).

13 Ll B, 3,25. En la pedagogia divina es una norma acomodarse al tiempo y al rilmo dei alma: cf. 2S 17,1-8; CB 23,6.

14 Este tipo de proporcion directa es de 10 mas 16gico y para para Juan de la Cruz muy soconido, coma puede verse en IN 14,5; 2N 7,3; 23,10; CB 13,1.

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La fruici6n dei sentido dei alma es enarme, pero no se queda el alma centrada beatificamente en si misma, sino què teniendo las cavernas de sus potencias «ya tan mirificas y maravillosamente in­fundidas en los admirables resplandares de aquellas tal11paras» divi­nas, disfruta 10 inefable dandose a Dios y dando al Amado la misma luz y calar de amor que ha recibido» (ibid., 77). Este intercambio recîproco de dadivas «en la otra vida es sin intennisi6n en la fruici6n perfecta; pero en este estado de uni6n acaece cuando Dios ejercita en el alma este acto de la transfarmaci6n, aunque no con la perfecci6n que en la otra» (ibid., 79). Esta experiencia es de 10 mas colmante y produce en el alma «gran satisfacci6n y contento»; Juan de la Cruz se detiene en describir los primores de amor, de fruici6n, de alaban­za, de agradecimiento (ibid., 81-84).

4.5. Cuarta canci6n

En la estrofa cuarta se comienza par enaltecer uno de los recuer­dos mas levantados y beneficiosos para el alma que le hace el Hijo de Dios 15. Hace una presentaci6n emocionada dei recuerdo, que «es un movimiento que hace el Verbo en la sustancia deI alma, de tanta grandeza y senorio y glOlia y de tan intima suavidad que le parece al alma que todos los balsamos y especias odariferas y flores dei mundo se trabucan y menean, revolviéndose para dar su suavidad, y que todos los reinos y senorfos dei mundo y todas las potestades y virtudes dei cièlo se mueven. Y no s610 eso, sino que también todas las virtudes y sustancias y perfecciones y gracias de todas las cos as criadas relucen y hacen el mismo movimiento, todos a una y en uno». Este recuerdo misterioso produce un gran deleite: «conocer por Dios las criaturas, y no par las criaturas a Dios; que es conocer los efectos por su causa y no la causa por los efectos, que es conocimien­to trasero y esotro esencial» (ibid., 5). El alma queda sumamente enriquecida con esta experiencia y, ademas, n6tense las palabras empleadas, «suavizada y agraciada con todas las suavidades y gracias de las criaturas» (ibid., 10).

15 No hace falta decir que aqui recordar-recuerdo significa despertar, 10 mis­ma que en atras pasajes: CB 20-21; 9,19; 25,5 Y Il al final.

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El Esposo muestra «al alma grandeza y gloria para regalarla y emiquecerla» (ibid., 12); el alma experimenta la gran mansedumbre, amor, poder, senorio y grandeza de Dios. De aqui se sigue deleite fuerte. El Esposo se acerca al alma «y tocândola en el cetro de su majestad, y abrazândola como hermano». En este punto se alTebata Juan de la Cruz y el poeta, el mfstico, el biblista, porfîan por hablaI' al mismo tiempo: «y allf las vestiduras reales y fragancias de eIlas, que son las virtudes admirables de Dios; aIli el resplandor deI oro, que es la caridad; allî lucir las piedras preciosas de las noticias de las sustancias superiores e inferiores; aIli el rostro deI Verbo lleno de gracia, que embisten y visten a la reina deI alma, de manera que, transformada ella en estas virtudes dei Rey deI cielo, se vea hecha reina, y que se pueda con verdad decir de elIa 10 que dice David de elIa en el salmo, es a saber: la reina estuvo a tu diestra en vestidura de oro y cercada de variedad (44,10)>>. Estos cuatro «allf» evocan los cuatro «aqui» teresianos de que hablamos al principio.

Pero no siempre estâ el Esposo recordado 0 despierto en el alma «comunicândose las noticias y los amores», pues eso «ya seria estaI' en gloria» (ibid., 15). De todos modos, en este recuerdo tan califica­do «soberanamente elIa se glorifica y enamora».

Otro de los efectos admirables que el Esposo hace en el alma es la aspiracion de Dios en elIa; de ésta, «llena de bien y de gloria y delicado amor de Dios para el alma», no quiere hablaI' teniendo claro que no 10 va a saber expresar; y se cOlTerfa el riesgo de que quien le leyese pensase que no es mâs que eso poco que acier ta a decir. En esa aspiracion «lIeno el Espfritu Santo al alma de bien y gloria, en que la enamoro de si sobre toda lengua y sentido en los profundos de Dios, al cual sea homa y gloria in saecula saeculorum. Amén» (ibid., 17).

No podia terminal' mejor que con esta doxologia y con esta lIa­mada al silencio una obra en la que prevalece el encarecimiento sobre la declaracion 0 comentario 16.

16 Ll E, 2,5,15.

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4.6. Val or testimonial

Como se puede vislumbrar por los resûmenes que hemos ofrecido en tomo al tema de la experiencia colman te, prevalece en esta obra 10 testimonial sobre 10 expositivo, 10 afirmativo sobre 10 explicativo. Se da por este camino un acel'camiento a la realidad mas constmctivo que el que puede lograrse a través de muchos modulos mentales 0 de raciocinios exquisitamente perfilados, en los que necesariamente se de jan fuera esos mil detalles que son mas importantes que cualquier encuadramiento logico 0 cerebral. Y sobre todo el escl'itor, en el casa de Juan de la Cmz, queda mas satisfecho, aun dentro de sus desazo­nes mentales, par sel' esta via deI encarecimiento mucho mas cercana a los versos que and a «tratanclo y manoseando», al igual que trata y manosea los misterios 17, y mucho mas cercana a la experiencia habida.

5. Desde el Cantico Espiritual

5.1. No hace falta reconer el Cantico, como hemos hecha con la Llama; basta fijarse en coma escribe y describe en esa obra las experiencias propias ciel clesposorio y deI matrimonio. SU'viéndose al igual que Santa Teresa, coma hemos recordado anteriormente 18, cie la comparacion bîblica de la paloma, asegura que al ser recogida en el arca de su caridacl y amor por la mana misericordiosa deI «piadoso padre Noé», ha hallaclo en ese recogimiento «todo 10 que deseaba y mas de 10 que se puede clecir» (CB 14-15.1).

5.2. El estilo que va a seguu" es el cie la alabanza: «cantar ala­banzas a su Amaclo, refiriendo las granclezas que en esta union en él siente y goza». Aunque 10 que va a cantar esta lleno cie excelencias y de experiencias anebatadoras, tratanclo cie evitar equivocos dira con toda franqueza que 10 que se comunica al alma en este estado «es 10 que se puecle en razon de desposorio, porque en el matrimonio espiritual hay grancles ventajas» (ibid., 30).

17 CE 1,11. Uso la palabra manosear en el sentido positivo en que élla usa en este texto deI Cantico.

18 7M 3,13.

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5.3. Aeerca deI desposorio explica cômo al principio «comuni­ca Dios al alma grandes cosas de sî, hermoséandola de grandeza y majestad, y arreândola de dones y virtudes, y vistiéndola de conoci­miento y homa de Dios, bien asî coma a desposada en el dîa de su desposorio». Todas estas finuras expresivas siguen siendo un esfuer­zo pOl' configurar la experiencia colmante que se resiste a ser ence­rrada en palabras. A este punto comiénzale al alma <<un estado de paz y deleite y de suavidad de amor, segûn se da a entender en las presentes canciones (la 14 y la 15), en las cuales no hace otra cosa sino contar' y cantar las grandezas de su Amado, las cuales conoce y goza en él pOl' la dicha uniôn deI desposorio» (CB 14-15,2).

5.4. Volviendo a la paloma deI arca de Noé, simbolizante deI alma, puntualiza que el alma en este «vuelo que haee a esta divina arca deI pecha de Dios no sôlo echa de ver en ella las muchas l1Ia/l­siones que su Majestad dijo pOl' San Juan (14,2) que habla en la casa' de su Padre, mas ve y conoee allî todos los man jar es, esto es, todas las grandezas que puede gustar el alma, que son todas las cos as que se contienen en las dos sobredichas canciones, significadas pOl' aque­llos vocablos comunes» (ibîd., 3).

5.5. Dando la sustancia de estas dos canciones acumula un gran nûmero de elementos que integran la realidad concreta de la experien­cia: «Ve el alma, y gusta en esta divina uniôn abundancia, riquezas inestimables, y halla todo el descanso y recreaciôn que ella desea, y entiende secretos e inteligencias de Dios extrafias, que es otro manjar de los que mejor le saben, y siente en Dios un terrible po der y fuerza que todo otro poder y fuerza priva, y gusta allî admirable suavidad y deleite de espîritu, halla verdadero sosiego y luz divina, y gusta alta­mente de la sabidurîa de Dios, que en la armonîa de las criaturas y hechos de Dios relucen, y siéntese llena de bienes y ajena y vacîa de males, y, sobre todo, entiende y goza de inestimable refecciôn de amor, que la confirma en am01"» (ibîd., 4). Ve, gusta, halla, entiende, sabe (saborea), siente, goza y todo esto en abundancia.

5.6. Es imposible detenerse en tantos detalles coma agavilla en estas dos canciones, en las que va desmenuzando y ampliando 10 que ha sido capaz de resumir en la dec1araciôn general de las mismas; «en las cu ales diee la esposa que todas estas cos as (montafias, valles, însulas, rîos, silbo de los aires, noche sosegada, mûsica callada, so-

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ledad sonora, cena que recrea y enamora) es su Amado en si, y 10 es para ella» (ibid., 5). Todo 10 que aqui afirma que siente, es decir, experimenta de esa manera tan colmada, no es «ver las cosas en la luz 0 las criaturas en Dios, sino que en aquella posesi6n siente serIe todas las cos as Dios» (ibid.). No se trata de la visi6n de Dios, sino de <<una fuerte y copiosa comunicaci6n y vislumbre de 10 que El es en si, en que siente el alma este bien de las cosas».

5.7. Las canciones 14-15 deI Cantico B son las que sobre todo hicieron decir al critico literario Carlos Bousono que Juan de la Cruz ha de ser considerado poeta «contemporaneo», poeta deI siglo xx 19.

POl' mi parte, crea que por estas dos canciones ha de sel' también considerado el cantor pOl' excelencia de la experiencia asombrosa y asombrada de Dios, aunque, segûn él, ese asombro ha de seguir creciendo cuando disfrute de las experiencias deI matrimonio espiri­tuaI.

5.8. Fiel a su doctrina de que el matrimonio aventaja al despo­sorio en tantas cosas, y en concreto en la experiencia mas alta y mas colmante de Dios, cuando habla de la propia deI matrimonio 10 hace en ese mismo estilo de asumir otro vocablo comûn escanciando en él toda su intuici6n. Se trata de la palabra huerto, como anteriormente se ha servido de montanas, rios, valles, etc. Los dos primeros versos de la estrofa en cuesti6n dicen:

Entrado se ha la esposa en el amena huerto deseado

Comentando el segundo, escribe: «y es como si dijera: transfor­mado se ha en su Dios, que es el que aqui llama huerto ameno, por el deleitoso y suave asiento que halla el alma en éI. A este huerto de llena transformaci6n, el cual es ya gozo y deleite y gloria de matri­monio espiritual, no se viene sin pasar primero por el desposorio espiritual y pOl' el amor le al y comûn de desposados» (CB 22,5). Es aqui donde logra una de las formulaciones mas lûcidas de 10 que se

19 Véase C. BOUSONO, Teorfa de la expresiôn poética, l, Madrid, Editorial Gredos, 1970, c. XI, pp. 280-302.

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da y se recibe en el matrimonio espiritual, «en gue se hace tal junta de las dos naturalezas y tal comunicaci6n de la divina a la humana que, no mudando alguna de ellas su ser, cada una parece Dios. Aunque en esta vida no puede ser perfectamente; aunque es sobre todo 10 que se puede decir y pensaI'» (ibid.). Bajo ese «decir y pen­san> imposibles no se encienan ni simple ni principalmente fOl11m­laciones teol6gicas que hacen pensar por su analogia en el misterio deI Verbo humanado, sino que estan palpitando experiencias sobera­nas inefables.

En ese huerto se encuentran «los frutos de las flores ya maduros y aparejados para el alma, los cuales son los deleites y grandezas que en este estado de si la comunica, esta es, en si mismo a ella. Y por eso, él es amena y deseado huerta para ella» (ibid., 6).

5.9. Juan de la Cruz no se da tregua y quiere explicarse aun mas, retomando la clave interpretativa deI deseo, de la tensi6n dina­mica deI amor y de la teleologia deI quehacer divino y humano: «Porque todo el deseo y fin deI alma y de Dios en todas las obms de ella es la consumaci6n y perfecci6n de este estado; por 10 cual nunc a descansa el alma hasta llegar a él; porque hall a en este estado mucha mas abunclancia y henchimiento cie Dios, y mas segura y estable paz, y mâs perfecta suaviclad sin comparaci6n que en el desposorio espi­ritual, bien asi coma ya colocada en los brazos de tal Esposo, con el cu al orclinariamente siente el alma tener un estrecho abrazo espiri­tuaI, que verdaderamente es abrazo, por medio deI cual abrazo vive el alma vida de Dios» (ibid.). El colmo de la vida perfecta es ser «simbionte» de Dios y cie Cristo; y la experiencia mas colmante en este mundo consistirâ también en esa simbiosis sentida y padecida, «porque cie esta alma se verifica aquello que clice San Pablo: vivo, ya no yo, pero vive en mi Cristo (Gal 2,20)>>. En este momento lanza una especie de reto 0 desafio al lector, a cacia unD de los lectores: «Por tanto, vivienclo el alma aqui vida tan feliz y gloriosa, coma es vida cie Dios, consiclere cada uno, si pucliere, gué vicia tan sabrosa serâ esta que viva, en la cual, asi como Dios no puecle sentir algun sinsabor, ella tampoco le siente, mas goza y siente cleleite de gloria de Dios en la sustancia deI alma ya transformada en él» (ibid.).

5.10. Citando las primeras palabras ciel Cantal' de los Cantares: iQue me bese con los besos de su bocal, puntualiza que se atreve a

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decir esto el alma cuando ya se encuentra en el séptimo grado de amor (2N 20,2). Cita mucho mas el otro texto en que' es el alma la que quiere ser la protagonista de ese beso a su Amado 20. Y asi el matrimonio espiIitual «es el beso deI alma a Dios, donde no la des­precia ni se le atreve ninguno» (CB 22,8).

5.11. Otro de los vocablos comunes de los que se sirve también para exp li car la experiencia colmante de Dios en el matrimonio es­piritual es el lecho. Se trata deI lecho «de él y de ella, el cual es divino, puro y casto, en que el alma esta divina, pura y casta». Todo esto se verifica «porque el lec/zo no es otra cos a que su mismo Es­poso el Verbo, Hijo de Dios, coma luego se dira 21, en el cu al ella, par medio de la dicha uniôn de amar, se recuesta» (CB 24,1). El Esposo es lecho <iflorido para el alma; porque estando ella ya unida y recostada en él, hecha esposa, se le comunica el pecho y el amor deI Amado, 10 cual es comunicarsele la sabiduria, y secretos, y gra­cias, y virtudes, y dones de Dios, con los cuales esta ella tan hermo­seada y rica y Hena de deleites que le parec,e estaI' en un lecho de variedad de suaves flores divinas, que con su toque la deleitan y con su olor la recrean» (ibid., 3).

5.12. Ademas de traducir la experiencia colmante bajo tantos y tales vocablos: montafias, rios, valles, insulas, huerto, cena, lecho, flores, etc., dejando a un lado ese camino adopta un lenguaje mas personal, lleno de fuerza y patetismo:

«Comunfcase Dios en esta interiO/' union al alma con tantas veras de amor, que no hay aficion de madre que con tanta ternura acaricie a su hijo, ni amor de hermano ni amistad de amigo que se le compare; porque aun llega a tanto la ternura y verdad de amor con que el inmenso Padre regala y engrandece a esta humilde y amorosa alma, joh cosa maravillosa y digna de todo pavor y admi­racion!, que se sujeta a ella verdaderamente para la engrandecer,

20 Puede verse en 2N 14,1; 23,12; CE 22,8; 24,5; Y en los correspondientes lugares de CA 15,4; 27,6. El texto bfblico de Cant 8,1 dice as! en una de las traducciones y perifrasis de Juan de la Cruz: «Quién te me dani, hermano mlO, que te hallase yo sola afuera mamando los pechas de mi madre, porque con la boca de mi alma te besase; y as!, no me despreciase ni se me atreviese ninguno» (2N 23,12).

21 Lo dice mas adelante en esta estrofa 24,3.

"'T

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como si él fuese su siervo y ella fuese su senor» (CE 27,1). La sensaciôn de plenitud es enorme ante es os puntos de referencia: la madre, el hermano, el amigo, pero todos ellos rebasados y superados sin medida. Después llega la estupefacciôn ante un Dios que se hace siervo deI alma senora. Signe admirando el modo de comportarse deI Senor:

«y esta tan solfcito en la regalar, como si él fuese su esc/avo y ella fuese su Dios. iTan profunda es la humildad y dulzura de Dios'»

Creerfamos que estaba hablando de Dios en cuanto tal, «deI in­menso Padre», cuando cambia tranquilamente de sujeto identificando a ese Senor tan solfcito y comunicativo con el mismo que habla en el Evangelio: «porque él ell esta comunÎcacÎôn de anwr en alguna manera ejercita aquel servicio que dice él en el Evangelio que hara a sus escogidos en el cielo, es a saber, que, cifiéndose, pasando de uno en otro, los servira (Lc 12,37). Y asf, aqui esta empleado en regalar y acariciar al alma como la madre en sen1ir y regalar a su nino, criandole a sus mismos pechos. En 10 cual conoce el alma la verdad dei dicho de [salas, que dice: a los pechos de Dios seréis llevados y sobre sus rodillas seréis regalados (66,12)>>.

Esta pagina extraordinaria esta reflejando desde su fondo bfbli­co, refrendado por escenas de ternura unica, la conducta deI Dios de la consolaciôn cuando produce y provoca esa experiencia col­mante con la que la persona humana se siente pagada de todas sus deuda; y «no solamente se siente pagada y satisfecha al justo, pero con grande exceso premiada, de manera que entiende bien la verdad de la promesa deI Esposo en el Evangelio, que darîa ciento por uno (Mt 19,29)>>. Pero no ha terminado aun esa pagina tan personalizada que andamos escmtando. Ante todas las maravillas referidas se pregunta:

«;,Qué sentira, pues, el alma aqui, entre tan soberanas merce­des? iCômo se derretira en amor! iCômo agradecera ella viendo estos pechos de Dios abiertos para si con tan soberano y largo amor! Sintiéndose puesta entre tantos deleites, entrégase toda a si misma a él y dale también sus pechos de su voluntad y am or, sintién­dolo y pasando en su alma al modo que la Esposa 10 sentia en los Cantares, hablando con su Esposo, en esta manera: yo para mi amado, y la conversiôn de él para mi. Ven, Amado mîo; salgamonos

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al campo, moremos juntos en las granjas; levantémono~ por la ma­nanica a las vinas y veamos si ha florecido la vina y si las flores paren frutos, si florecieron las granadas. Allî te daré mis pechos (7,10-12); esta es, los deleites y fuerzas de mi voluntad emplearé en servicio de tu aman> (ibid., 2).

Traduciendo este lenguaje de amor mutuo tan delicado, intelpre­ta: «dar el pecho unD a otro es darle su amor y amistad y descubrirle sus secretos coma a amigo. Y asî, decir el alma que le dia all( su pecha es decir que allî le comunic6 su amor y sus secretos, 10 cual hace Dios con el alma en este estado» (ibîd., 4). Canciones antes han hablado de la reveJaci6n de secretos al alma coma a esposa (CB, c. 23,1); y los dulces misterios de la Encarnacl6n alli experimentados han sido de 10 mas sabroso para eHa (ibîd.). Lo que ahora dice que le comunica coma a amigo es la «ciencia secreta de Dios», la cual es mu)' sabrosa porque es ciencia por amor, el cu al es el maestro de ella y el que todo 10 hace sabroso» (CB 27,5).

5.13. Este lenguaje mas personal viene a retomar 10 que mas arriba hemos Hamado presencia 0 inhabitaci6n dinamica de la San­tîsima Trinidad.

6. «Conviéneme ya recoger»

6.1. Cuando Luis de Le6n va a terminar su explicaci6n acerca deI nombre de Cristo Faces de Dias, escribe. «No tiene fin este cuento; y cuanto mas desplego las velas, tanto hallo mayor camino que andar; y se me descubren nuevos mares cuanto mas navego; y cuanto mas considero estas Faces, tanto por mas partes se me descu­bren en elIas el ser y las perfecciones de Dios. Mas conviéneme ya recoger» 22.

Mayor camino, nuevos mares se abrîan continuamente ante Juan de la Cruz cuando consideraba la experiencia colmante de Dios. Y no hacfa mas que navegar, ensayando una y otra explicaci6n y holgan­dose «de conocer a Dios por fe», coma en su cantar de la Fonte que

22 Véase en Ohms Completas Castellanas, Madrid, BAC, 2." ed., 1951, pp. 432-433.

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mana y COlTe 23. Se trata, sin duda, de una fe experimentada y colma­da, de «la fe ilustradîsima» (U B, 3,80).

6.2. A nosotras nos conviene tambiên recoger coma dice el maestra Le6n, pues no considera necesario repasar mas textos san­juanistas para que quede testimoniada la experiencia colmante de Dios tal coma Juan de la Cruz la conoce y entiende.

6.3. Al referir testimonialmente tantas vivencias con que el hombre se siente tan emiqllecido, va de alguna manera Juan de la Cruz, aun sin pretenderlo, suministrando criterios de interpretaci6n 0

lectura. 6.4. Meterse a consideraI' la estructura de esa experiencia en un

sentido têcnico es una labor especialmente ardua por cuanto que Juan de la Cruz al presentar la experiencia colmante en el desposorio espiritllal se vuelca poniendo «10 mas que puede ser porque en ello se comprehende todo» (CB 14-15,2).

6.5. Se podrîa estructurar de un modo objetivo, aunque imper­fecto, la experiencia colmante desde su vertiente mîstica. Acaso 10 mas difîcil serîa ponerse de acuerdo sobre 10 que llamamos estructura en este gênera de cosas. El mejor camino serîa hacerlo como cuanclo se habla de las estructuras de la experiencia espiritual vetera y neo­testamentaria, reduciêndose a recoger en sîntesis «las principales estructuras (realidades y puntos de referencia) que forman como la osamenta constante de la espiritualidad bîblica» 24, en el caso, la es­piritualidad sanjuanista.

6.6. Si quisiêramos estructurar la misma experiencia desde 10 subjetivo, es decir, desde los sujetos que la padecen, nos resultarîa doblemente difîcil y nos encontrarîamos con tantas sorpresas cuantas personas puedan ser las agraciadas con ese gênera de experiencia colmante, pues en cada sujeto es singular e ilTepetible, y Juan de la Cruz ya se ha encargado de decimos refiriêndose a las canciones 14-15 de su Cantico B que en ellas se contiene «10 mas que Dios suele

23 OC, pp. 76-77. Puede verse un rico comentario a este poema en SALVADOR Ros GARCÎA, ,<El poema «que bien sé yo la fonte»: la plegaria eucaristica de un mîstico», REVISTA DE ESPIRITUALIDAD, 54 (1995), 75-113.

24 Véase B. MAGGIONI, «Experiencia espiritual en la Biblia», en Nuevo Dic­cionario de Espiritualidad, Madrid, Ed. Paulinas, 1991, pp. 689-746; el texto cil. en p. 711.

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comunicar a este tiempo a un alma». Y nos advierte inmediatamente para que sepamos leerle: «Pero no se ha de entender gue a todas las que llegan a este estado (de desposorio espiritual) se les comunica todo 10 que en estas dos canciones se dec1ara, ni en una misma manera y medida de conocimiento y sentimiento 25; porque a un as aImas se les da mas y a otra menos; y a unas en una manera y a otras en otra, aunque 10 unD y 10 otro puede ser en este estado deI desposorio espi­ritual» (CB 14-15,2). Lo que aqui dice expresamente sobre el despo­sorio 10 pue de decir con mas razon sobre el matrimonio espiIitual.

7. Recreaciôn de ideas sanjuanÎstas

Aunque no me adentre en el tema de la estructura de la experien­cia, ya he suministrado no pocos elementos de la misma. Lo que si quiero, aun a costa de alguna repeticion, es recrear y subrayar algu­nas ideas.

7.1. La experiencia colmante es relativa con doble relatividad; colmante de la capacidad de cada persona, y relativamente colmante en si misma en cuanto que queda siempre abierta a mayor colmo; y esto no solo de un modo objetivo, por cuanto no se da aquf al hombre todo 10 que puede caber en esa su capacidad fabricada y acondicio­nada por Dios, sino en cuanto que éllo experimenta también subje­tivamente, ya que percibe que le queda aun mucho por saber, por captar, por sentir, por recibir de Dios.

7.2. La sensacion 0 impresion de colmo es, pues, muy relativa. El principiante lleno de fervores y delicuescencias sensibles a quien el Senor «hace hallar du1ce y sabrosa la leche espiI-itual sin algûn trabajo suyo en las cos as de Dios» se siente colmado y contento, y por eso multiplica su oracion, sus penitencias, sus ayunos, frecuencia de sacramentos, etc. (lN 1,2-3; IN 6,1). Lo pinta con tanta eficacia: «su deleite hall a pasarse grandes ratos en oracion, y por ventura las noches enteras; sus gustos son las penitencias; sus contentos, los ayunos, y sus consuelos usar de los sacramentos y comunicar en las

25 Esta es la palabra acaso mas tfpica para designar la experiencia, 10 mismo que el verbo sentir. LI B, 3,6.

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cosas divinas» que hace pensaI' en algo que parece sel' la unica ocu­paci6n de estas personas, coma la deI caballero andante era: «mis arreos son las armas, mi descanso el pelar, mi cama las duras pefias, mi dormir siempre velan> 26.

7.3. Todo 10 que se puede ir tejiendo acerca de los contenidos, horizontes, vivencias de esa expeIiencia, estâ anclado y coma sustan­ciado en la realidad central de la uni6n con Dios que corre desde el principio de la vida espiritual y se va perfeccionando y ahondando a 10 largo de todo el itinerario deI alma, siendo sus mâs altas expresio­nes el desposorio y el matrimonio espiritual.

7.4. Es notable el empefio de San Juan por testimonial' este tipo de expeliencia, condenado en este caso, coma en tantos otros, a hablar de 10 inefable. Escribe tanto precisamente porque tiene esta conciencia de precariedad y acaso por 10 que dice en el pr610go de sus Dichos de Luz y Amm: tiene la lengua, el lenguaje de esos dichos, pero tiene también la conciencia de no tener «la obra y virtud de ellos». No queriendo incurrir en la doble responsabilidad de la falta de las obras correspondientes y de tener ellenguaje y no usarlo, escribe los dichos para que «otras personas, provocadas pm ellos, por ventura aprovechen en tu servicio y amm en que yo falto y tenga mi alma en qué se consolar de que haya sido ocasi6n que 10 que falta en ella halles en otras» 27. Provocadm coma buen profeta; asî era este «cmmelita de sandalias y escaso de figura» 28.

7.5. Mâs que declarar 0 analizar la experiencia la pondera con ese espîritu que anida en su capacidad de asombro y que no es una actitud menos teol6gica que otros vuelos 0 sîntesis de escuela. Pero sî es de 10 mâs teologal y bîblica, dando fe de la vivencia experimen­tada y certificando frecuentemente su mâs completa sintoma no sim­plemente con palabras de la Biblia, sino con las expeIiencias allî mismo referidas.

7.6. Condenado venturosamente, coma he dicho, a tener que hablar de 10 inefable, no s610 se sirve de la Biblia, a la que se va

26 Don Quijote de la Mancha, La parte, cap. 2. 27 OC, p. 94. 28 As! califica al santo el gran escritor G. TORRENTE BALLESTER en el Prôlogo

que puso a nuestro libro, Florecillas de San Juan de la Cruz. La hondura de la hl/mana, Madrid, Ed. Paulinas, 2: ed., 1991, p. 5.

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arrimando (LI B, prôlogo 1), sino que se arrima y apoya fuertemente en elementos de la naturaleza y de la vida y desde ahi construye con un aliento côsmico de montafias, valles, rîos, etc., pâginas excelentes acerca de la experiencia colmante con que Dios deleita y regala y regocija al alma.

7.7. Pero las mejores pâginas acerca de tamafia experiencia son las directamente personales, sin necesidad ulterior de hacer doble 0

triple traducciôn de 10 que ha encerrado en sus versos, que después de todos sus despliegues siguen siendo casi tan misteriosos como al principio.

7.8. Mistico embebido 0 infundido de poeta y de profeta y de gran aficionado a la mûsica, hace Juan de la Cruz descripciones de los mâs altos estados de uni6n con Dios que pueden parecer autén­ticas utopias irrealizables, pero que tienen, al contrario, la base de las realizaciones ya logradas, que al ser tan dificilmente asibles en ideas y explicables con palabras de jan al lector con la sensaciôn de estaI' manejando textos mesiânicos de un futuro mejor, llenos de bucolis­mo y de du1ces fantasias. Esto no es mâs que una impresiôn que fray Juan podrîa aclarar y enmendar, como aclar6 y enmendô las actitudes de sus lectores al defender, coma hemos visto mâs arriba, los fueros de la generosidad divina (LI B, 1,15).

Al escribir de esta manera estâ dignificando el lenguaje mismo haciéndolo servir, a causa tan alta coma 10 es la experiencia colman­te de Dios, no a1canzada simplemente 0 fabricada por el hombre que haya escalado el olimpo, sino padecida (en el sentido mistico de la palabra que significa recibir y experimentar) y atesorada por el hombre.

7.9. La danza de simbolos, de télminos y mâs términos con que aborda la experiencia colmante, tales coma: deleite, suavidad, paz, consuelo, gozo, gloria, glorioso, gracia, gracioso, abundancia, hen­chimiento, riquezas, tesoros, hartura, regalo, noche serena, refrigerio, fruiciôn, abismal, deseo, gusto, apetito, hambre, sed, pena, capaci­dad, recibir, cavernas, delicado, absorber, amigable, du1ce, amigo, hermano, flor, florido, admirable, glOlificaciôn, grandeza, hennosear, helmosura, impetuoso, ilustrar, increible, infinito, inflamar, inflama­ci6n, inmenso, jûbilo, lâmpara, largo, lecho, boca, letificar, levanta­miento, liberal, liberalidad, recordar, recuerdo, lucir, limpio, Hama,

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agua, Ilamear, maravillosa, magnificencia, majestad, manso, matri­monio, desposorio, mirîfico, misericordioso, nemoroso, montafias, rîos, vaHes, huerto, omnipotente, pacifico, participacion, perfeccion, piadoso, placer, poderosamente, posesion, postura, compostura, pre­cioso, presencia, primor, profundo, reclinar, pecha, recogimiento, recordacion, recostar, reentrega, mamar, refeccion, rodillas, redun­dar, embestir, reposar, respirar, saborear, sabroso, sefiorîo, sencillo, secreto, mano, ubres, misterio, resplandores, robaI', rostro, santo, sentido, sentir, sereno, silbo, soledad, sonoro, sonido, sonorosos, sustancia, tierno, ternura, amado, amante, amor, amar, tonente, tor­tola, tortolica, paloma, palomica, transformacion, vacio, abismo, ungüento, vestidma, verdad, visitacion, visita, victoria, vino, virtud, vivo, vibramiento, vaso, Hamm'ada, vivir, entendimiento, voluntad, memoria, fe, esperanza, caridad, potencias, vista, vuelo, Esposo, es­posa, sefior, siervo, abrazo, filiacion, osadîa, beso, hijo, Trinidad, Padre, Hijo, Espiritu Santo, morar, morada, profundo centro, bien­aventuranza, igualdad, igualar, pretension, pretender, natural, sobre­natural, iluminar, viso, alumbrar, imagen, visear, querido, cmillo, gemido, avivar, llaga, paladar, inspiraciones, mego, oracion, adole­cer, morir, muerte, satisfacerse, satisfaccion, contento, descublir, brazos, fuente, recreacion, sosiego, quietud, alabanza, mûsica, sarao, aspirar, aspiracion, jardin, anas, prendas, joyas, denamar, endiosa­miento, enamorar, dotar, dones, hueHa, correr, volar, embriaguez, bodega, embeberse, fiel fidelidad, caudal, tapicerîa, excelencia, divi­nidad, heroico, temor, esperanza, dolor, pasiones, engrandeceI', guir­naldas, Iglesia, vu'genes, mârtires, confesores, recrear, ojos, adamar, consorte, sol, prendarse, ensalzar, atributos, engolfarse, infundirse, lenguaje, noche sosegada, union, cena, primavera, du1ce, canto, filo­mena, ruisefior; corona, madre, veras de amor, emplearse, ejercicio, perderse, perdidiza, etc" todo este baile terminologico nos confirma en aquella su conclusion: «las cos as inmensas esto tienen, que todos los ténninos excelentes y de calidad y grandeza y bien le cuadran, mas ninguno de eHos le declman, ni todos juntos» (CB 38,8) 29,

29 Para darse cuenta de cômo Juan de la Cruz a través de todos estos términos va desentrafiando en 10 que puede su gran experiencia colmante de Dios y la de otras personas, es bueno consultar en las Concordancias unos cuantos de estos vocablos mas significativos,

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7.10. Todos sus conatos pOl' decir algo de la experiencia col­mante mas alta se estrellan gloriosamente con aquella o'tra compro­bacion: «10 que Dios comunica al alma en esta estrecha junta, total­mente es indecible y no se pue de decir nada, asi como deI mismo Dios no se pue de decir algo que sea como él» (CB 26,4),

7.11. Como al go fundamental para la lectura conecta de todo este mundo de experiencias hemos sefialado al principio aquello de que escribe, coma en vision retrospectiva, después que el alma ha tenido ya es as experiencias y se encuentra ya en la perfeccion. La eficacia de ese criterio hermenéutico me parece cada vez mas proba­da. Al final de nuestro reconido conviene escucharle una vez mas cuando ensefia que «los bienes no van deI hombre a Dios, sino vie­nen de Dios al hombre» (2N 16,5). Asi se plantea el tema de la experiencia colmante de Dios. También ayuda en esta lectura sanjua­nista mas honda aquello de que «las cosas y perfecciones divinas no se conocen ni entienden coma ellas son cuando las van buscando y ejercitando, sino cuando las tiene halladas y ejercitadas» (2N 17,7). En realidad, de verdad, la experiencia colmante de Dios con todo 10 que la acompafia no es que se la conozca tan puntualmente, pero si que se sabe a través de ella 10 mucho que queda pOl' saber y por conocer deI Dios inagotable. Y ese ya es un gran saber. Porque «una de las grandes mercedes que en esta vida hace Dios a un alma, por via de paso, es darle cIaramente a entender y sentir tan altamente de Dios, que entienda claro que no se puede entender ni sentir deI todo; porque es, en alguna manera, al modo de los que le ven en el cielo, donde los que mas le conocen entienden mas distintamente 10 infinito que les queda por entender, porque aquellos que menos le ven son a los cuales no les parece tan distintamente 10 que les queda pOl' ver como a los que mas ven» (CB 7,190).

7.12. Al contemplaI' 10 que Dios ha ido depositando en las pro­fundas cavemas deI sentido deI hombre y en todas las articulaciones de su sel', el alma «se conoce pura y rica y llena de viItudes ... , porque en ese estado deja Dios al alma ver su hermosura y Hale los dones y virtudes que le ha dado, porque todo se le vuelve en amor y ala­banzas, sin toque de presuncion ni vanidad, no habiendo ya levadura de imperfeccion que conompa la masa» (LI B, 1,31).

7.13. Desde esta conciencia activada pOl' Dios hay que leer 10

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que me gus ta llamar himno triunfal deI pobre de espfritu, que viene a sel' coma el corazon de Oracion dei alma enamorada. Suena y resuena aquf el gozo de la posesi6n:

Mios son los cielos y mia es la tierra; mias son las gentes, los justos son mfos, y mios los pecadores; los ângeles son mios, y la Madre de Dios y todas las cosas son mlos, y el mismo Dios es mio y para mi, porque Cristo es mio y todo para meo.

Este himno gozoso es una de las expresiones mas logradas de la experiencia cumbre de Dios. La razon suprema de tanta riqueza: cielos, tierra, todas las cosas, gentes, justos, pecadores, angeles, la Madre de Dios, el mismo Dios, se condensa en las ûltimas palabras: «porque Cristo es mio y todo para mi».

7.14. Cuando uno se embarca en los vuelos que emprende Juan de la Cruz por los espacios divinos que no tienen limites ni término, viene a darle la raz6n de que «fuera de Dios todo es estrecho» 31 y que, con toda la experiencia colmante que se pueda tener en esta mortalidad, 10 mejor es «estarse con esa hambre y sed de solo Dios, sin quererse satisfacer de otra cos a, pues a Dios aqui no le puede gustar, como es» 32.

7.15. Aunque no se le pueda sentir ni gustar tal cu al es en este destierro, se le puede sorprender operante e interviniente en la vida de los hombres de mil maneras. S6lo por la relaci6n que pue dan tener en el mundo de la experiencia viva, quiero recordar aqui 10 deI empuj6n y 10 de la imantaci6n pOl' parte de Dios: en el itinerario espiritual corren juntos Dios y el hombre, «que es el obrar Dios y el alma conjuntamente» (CB 30,6); pero «el movimiento para el bien de Dios ha de venir» (ibid.). Empuja Dios y COlTe con el hombre. Lo que Hama «divina atraccion» 10 podemos calificar de imantaci6n por parte deI Esposo Cristo. Habla de esto preciosamente en la canci6n 25 deI CB: a zaga de tu huella ... ; y habla de la experiencia de tres mercedes: suavidad, visita de amor, abundancia de caridad, con las que quedan divinamente imantadas las j6venes, es a saber «las aImas devotas» para seguir a Cristo y serle fieles. La experiencia ardiente

30 OC, pp. 97-98. 31 Carta a un religioso carmelita desca!zo. Segovia, abri! 1589 (?): OC, p.

1090. 32 Ibîd.

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que tienen de él va colmando sus deseos y aspiraciones y el alma «te envia las emisiones de movimientos y actos de amor que en ella causas» (CB 25,11).

7.16. Estas ideas sanjuanistas que estoy recreando adquirirfan un sabor y un calor especial si las pasâsemos pOl' la experiencia trinitaria personal de Juan de la Cruz. En esa convivencia con Dios, Padre, Hijo y Espilitu Santo hallaba él su experiencia mâs colman te y desde ella aspiraba a la bienaventuranza, repitiendo aquella su ja­culatoria: «jOh, qué bienes serân aquellos que gozaremos con la vista de la Santfsima Trinidad!» 33

7.17. Luis de Leôn hablaba deI descubrimiento de nuevos ma­res cuanto mâs navegaba. El du1ce fray Juan hablarâ un lenguaje que tiene mâs que ver con los viajes espaciales interplanetarios para sig­nificar que aunque en la mâs colmante de las experiencias no se le dé al hombre todo 10 que podrâ recibir en la otra vida, se encuentra a veces con la lucha pOlfiada deI Espfritu Santo «hasta que llegue el tiempo en que salga de la es fera deI aire de esta vida de came y pueda entrar en el centro deI espiritu de la vida perfecta en Cristo» (LI B, 3,10). Creo haber acertado cu an do ya hace muchos aîios ca­lificaba a Juan de la Cruz de «el gr an teonauta de la teologfa y deI espiritu» 34.

7 .17. Desde la lucha con el Espfritu en la que se percibe la experiencia mâs alta y colmante se entiende perfectamente el final deI Cântico Espiritual con el que ponemos fin a esta recreaciôn de temas sanjuanistas: «Todas estas perfecciones y disposiciones 35 an-

33 BMC 14, p. 171: OC, p. 112: Dichos, n. 183. Véase nuestro estudio «San Juan de la Cruz», en Diccionario teolôgico. El Dios cristiano, Salamanca, Se­cretariado Trinitario, 1992, pp. 770-774, donde hablo deI tema. Véase alli mismo p. 774, otra bibliografia. Todo este mundo de la experiencia colmante tiene, naturalmente, tanto que ver con ese «ya desde ahora», pero «todavia no», propio de la tension escatologica. Puede verse mi articulo «San Juan de la Cruz, evan­gelista y testigo de 10 eterno. Apuntes de escato10gia sanjuanista», en REVISTA DE ESPIRITIJALIDAD, 33 (1974), 233-275.

34 En mi articulo «El tema Iglesia en San Jnan de la Cruz», en Ephemerides Cal'/neliticae, 17 (1966), 368.

35 Son las cinco elencadas en CB 40,1: <da primera, que ya su alma estâ desasida y ajena de todas las cosas. La segunda, que ya estâ vencido y ahuyen­tado el demonio. La tercera, que ya estân sujetadas todas las pasiones y morti­ficados los apetitos naturales. La cuarta y quinta, que ya estâ la parte sensitiva

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tepone la esposa a su Amado, el Hijo de Dios, con deseo de sel' pOl' él trasladada deI matrimonio espiritual, a que Dios la ha querido llegar en esta Iglesia militante, al glorioso matrimonio de la triunfan­te, al cual sea servido llevar a todos los que invocan su nombre, el dulcîsimo Jesus, Esposo de las fieles aImas, al cual es homa y gloria, juntamente con el Padre y el Espiritu Santo, in saecula saeculorul11. Amén» 36.

e inferior reformada y purificada, y que esta confOlmada con la parte espiritual; de manera que no s610 no estorbara para recibir aquellos bienes espirituales, mas antes se acomodara a ellos, porque, aun de los que ahora tiene, participa segûn su capacidad».

36 CE 40,7. Al final deI CA 39,6 es mucho mas breve y no se alude al matrimonio en la 19lesia militante y trinfante, sino al «recogimiento interior» en el cu al desea que sean puestos pOl' el Selior Jesus, Esposo dulcîsimo, todos los que il1vocan su santismo nombre. Y se termina con la doxologia.