Experiencias 1 (7)

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MONOGRÁFICO

40 | CUADERNOS DE PEDAGOGÍA N.º 341 MONOGRÁFICO N.º IDENTIFICADOR: 341.007

Donyets es para mí una experiencia nueva y conocida al mis-mo tiempo: he asistido a una presentación de la escuela, co-nozco a sus fundadores, me he interesado por los trabajos deWilhelm Reich sobre autorregulación e incluso he estado allícon mi hijo.

Y, sin embargo, volver para observar, preguntar, pero sobretodo para escribir sobre ella, me parece una tarea tan delicadacomo poner palabras a emociones y sensaciones intensas queestán más allá del lenguaje, y a las que sólo es posible aproxi-marse dando largos y complicados rodeos, burlando las reglasde la lógica o construyendo enigmas imposibles de descifrar.

Visitar Donyets, ahora me doy cuenta, no significa, para mí,simplemente conocer más a fondo otra escuela, sino tambiénaceptar la invitación a un viaje al lugar, a la vez más lejano y máscercano, adonde se puede ir: un viaje al interior de mí misma,al centro del propio ser.

El duende de Els DonyetsHace diez años que un pequeño grupo de docentes, procedentes de la enseñanza reglada, y algunos padres decidieron crear en Olocau (Valencia) un espacio de aprendizaje inspirado en el concepto reichiano de la autorregulación y en los planteamientos educativosde Summerhill. Hoy, el proyecto, crecido y más maduro, ofrece una alternativa sólida y viablea la escuela convencional.

Heike Freire*

Se confía en la rápida adaptacióndel alumnado, porque la capacidadde asimilación es muy alta

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“Porque con duende es más fácil amar, comprender,y es seguro ser amado, ser comprendido”.

F. García Lorca, Teoría y juego del duende

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Una mirada indiscreta

Llegamos a la escuela un lunes, a eso de las once, bajo losdensos rayos del sol mediterráneo. Esa misma mañana, el cír-culo mágico (la asamblea en el idioma de los duendes) ha acep-tado nuestra presencia en la escuela. “¿Oye, es cierto que va-mos a salir en la tele?”, me preguntará alguien más tarde.

También ha tenido lugar la llamada “hora de rincones”, uncompromiso de trabajo diario con diversos materiales, en lasáreas típicamente escolares, siempre según el interés y la moti-vación de cada cual.

Una niña alta y rubia, de unos nueve años, sale corriendo, enese momento, de un pequeño chalet de los años 60, recién pin-tado de rosa. Al verme, se planta frente a mí observándome dearriba abajo y luego directamente a los ojos.

No será ésta la primera vez que me encuentre con miradasasí porque, en Donyets, niños y adultos se miran franca y abier-tamente a los ojos, como si no tuvieran nada que ocultar, nadaque fingir; son miradas cálidas, profundas, plenamente pre-sentes, miradas que no necesitan huir.

Algo intimidada por aquella frescura, articulo un convencio-nal “Hola, me llamo Heike”, tratando de iniciar la conversa-ción. “Ya lo sé”, responde ella, “me lo han dicho en el círculomágico”, y dando media vuelta, sale corriendo con su mochilaroja y su melena al viento, hasta que la pierdo de vista.

Tras ella, unos veinte niños y niñas, de edades comprendi-das entre tres y once años, cada uno a su ritmo, van llegando alcomedor, un improvisado conjunto de mesas y sillas, bajo elemparrado, muy cerca de la cocina.

Trasgo, el enorme perro lanudo, que vive en Donyets, sigueal grupo atraído probablemente por los sabrosos olores a galle-ta o bizcocho, que comienzan a impregnar el aire matutino.

Los niños se sientan sin orden alguno, o mejor dicho, conuna lógica interna, nacida del propio grupo, de sus afinidades,sensaciones, gustos y ganas puntuales de estar o no estar, dehablar o callar.

Bajo la mirada atenta de algunos compañeros, Mar memuestra su habilidad para conseguir que Trasgo se siente y leentregue la pata. “Pero tendrás que esperar a que hayamos ter-minado, para comerte las sobras”, le dice cariñosamente.

Poco a poco, el apetito saciado va dando paso a otras ganas, aotras apetencias. Después de recoger la mesa, los niños se diri-gen hacia las diversas actividades que ofrecen los espacios de laescuela. Un nutrido grupo, de entre cuatro y ocho años, se acer-ca al arenero, perdón “fanguero” como me corrige Amparo,madre de Samuel: “El barro permite un juego más creativo”. “Yofrece, además, la posibilidad de explorar distintas sensacio-nes corporales”, tercia Javier, padre de Sofía.

Dos o tres niñas se quedan jugando en los columpios o su-biéndose a los árboles. Algunos entran en la sala de magia,donde se dedican a hacer construcciones, jugar a las cocinitas omontar puzzles; otros se dirigen a la sala Arco Iris en la que di-bujan, pintan, escriben y leen o trabajan con números; otros,por último, eligen la sala de los duendes también llamada “salaoscura”, donde se construyen cabañas y se crean disfraces.

Las actividades van surgiendo espontáneamente del deseode los niños, que pasan con naturalidad de unas a otras, confor-me avanza la jornada. El ambiente es relajado. Se nota que cadapersona disfruta realmente con la tarea elegida. “El trabajotendría que ser siempre placentero y agradable; son los mo-mentos en que más se rinde, cuando más se le saca el jugo a lavida”, comenta Jordi Martínez, coordinador de Donyets, juntocon Inma Serrano.

Además de los rincones, de libre acceso, la escuela organizatambién talleres y proyectos a propuesta de niños o adultos. Ac-tualmente se imparten, por ejemplo, talleres de reciclaje, cuen-tos, cosido, cocina, huerta y jardín o pintura.

Uno de los últimos proyectos realizados fue la creación deuna falla. “Alguien propuso hacerla sobre acuarios. Decidimosir al oceanográfico de Valencia, y vimos todos esos pececitosencerrados detrás del cristal... Cuando estuvo lista, la llenamosde petardos y la quema fue una fiesta”, me cuentan Samuel yAltea, ambos de once años.

En el fanguero, la tierra, seca al principio, va empapándosede agua. Poco a poco emerge un hermoso paisaje fluvial: un ca-nal, largo y estrecho, desemboca en una especie de lago, conuna islita en medio. Al menos cinco niñas y niños, de diferen-tes edades, trabajan en él muy concentrados, casi en silencio;otros observan ensimismados. La luz del sol, el color marrón-rojizo de la tierra y los destellos del agua convierten el juego enuna auténtica obra de arte colectiva, que me recuerda las crea-ciones del Land Art americano, de los años 70.

Completamente inmersos en su tarea, en el lugar y en lassensaciones que experimentan, sus ágiles y sensibles manosvan y vienen de la tierra, apelmazada y árida, al pegajoso y tibiobarro, o se pierden, huyendo con el agua.

Agachados, con los pies hundidos en el fango y la piel cubier-ta de barro, los niños son una obra dentro de la obra. Todo suser, sus cuerpos y sus mentes, están allí presentes, formandouna unidad con lo que hacen.

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Enamorado de la vida

SSii ppuuddiieerraa hhaabbllaarrssee ddee psicoanalistas “malditos”, Wilhelm Reich(1897-1957) sería, sin duda, uno de ellos. Brillante alumno de Freud ypsiquiatra comprometido con la realidad social, fue expulsado de laSociedad Psicoanalítica por sus “posiciones marxistas” y del Parti-do Comunista por sus ideas “burguesas” acerca de la sexualidad.

Sus trabajos e investigaciones clínicas le llevaron a comprenderla unidad fundamental del ser humano en todas sus dimensiones,unidad que la cultura occidental rompe para modelar un sujeto ce-rebral, frío y calculador que aprende a reprimir sus emociones ydeseos, al precio de una rigidez y un sufrimiento insoportables.

En La función del orgasmo, una de sus obras más conocidas, es-cribe: “Los seres humanos han adoptado una actitud hostil hacia loque está vivo dentro de sí mismos, de lo cual se han alejado. Esteenajenamiento no tiene un origen biológico, sino social y económi-co. No se encuentra en la historia humana antes del desarrollo delorden social patriarcal”.

Frente a este ser “acorazado”, incapaz de sentir(se), Reich acuñael concepto autorregulación, que Inma y Jordi explican así: “Lassensaciones y emociones corporales constituyen la auténtica ma-triz del desarrollo infantil. Cuanto más cerca estás de tu ser, de loque sientes, cuanto más en contacto estás contigo mismo, más po-sibilidades tienes de ser libre, de ir a por lo que quieres o de recha-zar lo que no quieres”.

A.S. Neill, paciente y amigo de Reich, durante más de 30 años,expresa estas mismas ideas en su libro Corazones, no cabezas, enla escuela: “Las emociones contenidas tienden a llegar a la des-trucción: cuando las emociones son libres, la inteligencia viene porsí misma”.

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Vivir, jugar, aprender

En la sala Arco Iris, una amplia estancia con algunas mesas,un par de ordenadores y grandes estanterías repletas de libros,juegos y materiales diversos, Sofía (cinco años), sentada en elsuelo, maneja unas tarjetas decoradas con peces, estrellas o ta-zas de café: “Tengo 10 y me vienen 4, entonces tengo... 14”. Eljuego permite la autocorrección, y Sofía sonríe satisfecha alcomprobar que la tarjeta elegida (14 peces) encaja perfecta-mente con las dos anteriores.

Lluna (cinco años) se acerca a Inma, que también está en elsuelo observando: “Quiero hacer libro”, dice, y le entrega uncuaderno de fichas. Juntas eligen una de escritura para com-pletar palabras.

Terminada la ficha, Lluna se enfrasca en la lectura de un libro,en letras mayúsculas: “En el bosque, un lobo estaba oculto...”.

No muy lejos, Mar (nueve años) decora con esmero la escul-tura de una silla hecha con pinzas; parece el trono de la reina decorazones, en el mundo de Alicia.

Estela (seis años) y Gari (cinco años) se han quitado el barro,y aún sin ropa, pintan con rotuladores, subidos a las sillas. En elpapel no hay modelos, ni figuras, sólo explosiones de color, ras-tros del pincel, formas sin forma...

Las niñas trabajan solas pero, de vez en cuando, piden ayudaa Inma, que las apoya, ofrece pistas o simplemente reformulasus preguntas, respetando siempre su capacidad de hacer, suautonomía. Lluna ha tropezado con la palabra “poesía”: “¿Quées poesía?”, pregunta. Inma y yo nos miramos. Me dan ganasde responder: “Poesía eres tú”.

“Con respecto al aprendizaje, tenemos en cuenta el currículoy los objetivos marcados por la Consejería de Educación, peronos interesa más saber en qué momento está el niño para irleofreciendo una serie de materiales y herramientas que corres-pondan a sus intereses. En la práctica, vemos que los objetivosse van alcanzando, pero siempre al ritmo de cada uno, respe-tando los procesos de maduración afectiva”, apunta Inma.

Un poco después voy a la sala de los duendes que realmenteestá a oscuras, así que camino despacio. Se oyen algunosmurmullos al fondo, donde una curiosa construcción, hechacon sillas, cojines, telas y un enorme colchón, vibra ligera-mente. Una niña sale de pronto de la improvisada cabaña. Sunombre es Isis y tiene siete años. “Me voy a disfrazar”, dice ba-jito, como hablando consigo misma. “¿A qué estáis jugan-do?”, pregunto. “Yo, a que era una elfa pobre que vivía en unacabaña.” “¿Y tu amiga también?” “Eso creo. Sofía, ¿eres unapobre?”. “Sí, yo también”, responde Sofía, desde el interior dela choza. “Yo antes era una princesa, añade Isis, pero entoncesmataron a mis padres y me quedé solita”. Mientras me habla,se pone un traje largo que le sienta estupendamente; luego seacerca al espejo.

Franky, la madre de Isis, ha confiado siempre en su hija y enel enfoque educativo de Donyets. Pero también ha pasado mo-mentos difíciles, debido a las presiones del entorno. Con sieteaños, Isis “aún” no sabía leer ni escribir, y Franky tuvo que so-portar todo tipo de críticas y oscuros vaticinios sobre el futurode su hija. “Yo les decía: ‘aún es una niña, dejadla que juegue ydisfrute como niña; ya se hará mayor, y aprenderá lo que quieracuando quiera”. Hace unos tres meses, Isis empezó a intere-sarse por las letras, y en poco tiempo ha conseguido un buennivel de lecto-escritura: “No ha hecho falta obligarla, ni conven-cerla, ni que hiciera deberes en casa. Ahora, de vez en cuando,me pregunta si pronuncia correctamente una palabra, pero na-da más”, asegura Franky orgullosa.

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La comida transcurre en un ambiente agradable, sin dramas,ni prisas. Abajo, un momento del fin de semana en que madresy padres ayudaron a pintar la escuela

José Santiago Fernández Royo.

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Mientras hablo con Felipe, educador responsable del área deLenguaje, para quien “el aprendizaje progresa rápidamentepor la motivación de los alumnos y la permanente adaptaciónde la enseñanza, orientando y simplificando los contenidos”,oímos gritos en todo el recinto: “¡A contarse, a contarse!”

La llamada parece surtir efecto. En poco tiempo, casi todo elmundo ha acudido a la zona del comedor. Contarse es, en Don-yets, sinónimo de comer, o por lo menos un paso previo. Todoslos días, unos pocos niños y niñas organizan la tarea de poner lamesa; necesitan saber exactamente el número de personas paradecidir cuántos platos, vasos y cubiertos serán necesarios. “Tra-tamos de favorecer el aprendizaje experiencial, directamentesobre lo que se está viviendo. A los niños les encanta implicarse,participar en las tareas cotidianas, y estas experiencias les pro-porcionan la base intuitiva de muchos conceptos matemáticos,espaciales y lingüísticos”, explica Jordi.

“Cada semana, un grupo se responsabiliza de las compras,prepara la lista, va a la tienda, elige los productos y paga al ten-dero. Si tenemos galletas o alguien hace una tarta, se plantea elproblema de repartirla; de este modo los niños van adquirien-do los procesos mentales de las operaciones básicas mucho an-tes de formalizarlas en un papel”, añade Inma.

La comida transcurre en un ambiente agradable, sin dra-mas, prisas, ni preocupaciones; cada cual a su ritmo. Nadie seempeña en hacer comer a nadie, ni obliga a otro a terminar suplato: cada persona es responsable de su alimentación; y en ge-neral, todas lo hacen con mucho gusto. Recogemos la mesa,fregamos nuestro cubierto, y Trasgo, por supuesto, recibe lassobras. Poco a poco, los niños van retomando sus actividades.

La magia de los círculos

Apenas han transcurrido unos minutos, cuando vuelven aoírse grandes voces en la escuela: “¡Círculo mágico!, ¡círculomágico!”. Y de nuevo, en pocos minutos, los duendes estánsentados en el suelo, formando un colorido círculo.

El que convoca es Erik (siete años): “Es que Isis, Mar y Sofíatienen todos, pero todos los disfraces, y a mí me han dado cincocomo máximo”. “Es verdad”, responde Isis, “pero yo sólo tengoestas cosas y un disfraz. Las otras son de ellas; lo demás es miropa, y el resto es para tapar los agujeros y las camas en la ca-baña”. Otras dos niñas se quejan también de que los baúlesestán vacíos, no quedan disfraces, ni colchones, ni telas; pero,en conjunto, el problema parece afectar sólo a unos pocos. Sedecide disolver la asamblea, y los implicados van a reunirse enla sala de los duendes, para tratar de resolver el problema.

Cualquier persona, niño o adulto, alumno o educador, pue-de en todo momento convocar un círculo en Donyets. La tota-lidad de la comunidad educativa se involucra en ellos, ya seapara recibir u ofrecer información, analizar y decidir propues-tas, elaborar normas, solucionar conflictos o simplemente ex-presar deseos, emociones, sensaciones, miedos o dudas. Losniños lo viven, realmente, como algo muy suyo: “Si alguien nova al círculo mágico, pues no se enterará de nada y se lo per-derá, y luego no podrá decir que no está de acuerdo. Y si no es-cucha, le mandamos fuera y que se quede ahí”, me cuentaEdén (ocho años).

Los círculos están tan integrados en el funcionamiento coti-diano de Donyets, en la cultura del colectivo, que a nadie le mo-

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Tras el trabajo en el “fanguero” se limpiancon cuidado el cuerpocubierto de barro

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lesta interrumpir su actividad para acudir a ellos; las relacioneshumanas se consideran aquí lo más importante: “Desde nues-tro punto de vista, la expresión de las emociones es la clave delbienestar individual y grupal. Es fundamental no contenerse,no diferir la exteriorización de lo que sentimos, de las necesida-des que tenemos”, apuntan Inma y Jordi.

El círculo es un espacio mágico de posibilidades de contactoemocional con uno mismo y con los demás; una especie de ha-lo de afectos y energías que envuelve a cuantos están en él: “Secrea una dinámica de relaciones muy vivas, de cuestionamien-tos continuos e intercambios constantes, en los que ejercita-mos la escucha, la comprensión y el respeto a la libertad delotro, la rabia del otro, sus llantos o su alegría”, señala María,educadora y madre de Erik e Izhan (tres años).

En la sala oscura, la discusión va subiendo de tono. La ira, lapena, el deseo, la frustración se apoderan del cuerpo, lo agitan,cortan la respiración y hacen un nudo en la garganta...; por fin,salen en forma de llanto, de grito... Casi sin darme cuenta, tam-bién yo me conmuevo, también mis ojos, de pronto, se llenande lágrimas.

Sobre un fondo de escucha, reconocimiento y respeto mu-tuo, los niños debaten, argumentan, hacen esfuerzos por com-prenderse. Su lenguaje, directo y espontáneo, me recuerdaaquellas palabras de Neill sobre la diferencia entre su enfoqueeducativo y el de María Montessori: “En Summerhill, los niñospueden decir tacos, sin problemas”.

“Nosotros también queremos jugar”, se quejan unos. “Sí,pero ¿y nuestra cabaña? Nos quedaremos sin ella”, protestanlos otros. “No os lo pedimos todo”, replican los primeros. Se en-

tregan algunas cosas, cuesta dar otras. Inma, ligeramenteapartada, escucha atentamente. De vez en cuando, reformulauna emoción: “Da mucha rabia tener que deshacer algo nues-tro”. Muchos reconocen haber actuado de la misma manera enotras ocasiones, pero la norma es clara: hay un cupo de objetospor cabaña, y todos están de acuerdo.

Poco a poco, el conflicto avanza hacia una solución, alcanzaun relativo equilibrio. Se han vivido intensamente emocionesy sentimientos complejos, se han manifestado muchas cosas,y probablemente quedan muchas otras por decir. Lo que ha su-

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¡Círculo mágico, círculomágico! En pocos minutoslos duendes están sentadosen el suelo, preparadospara mantener una discusión

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Els Donyets, Escola LliureSant Vicent, 2 Urb. Pedralvilla46169 Olocau(València)Tel. [email protected]

Escuela española de terapia reichianaRep. de Guinea Ecuatorial, 4 – 1º C46022 València.Tel. 963727310http: //[email protected]

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cedido es simplemente una etapa, en el proceso de aprendiza-je, quizás la más importante para el ser humano: la conviven-cia con los otros.

El círculo mágico regula la vida social a través de una serie dereglas que presiden el funcionamiento colectivo. Actualmenteexisten unas 40 normas, fruto de los ajustes que van surgiendoen la vida cotidiana: “cuando hemos terminado de comer, en-tre todos recogemos la mesa”, “dentro de la casa no se juega conagua”, “no nos tiramos de cabeza a la piscina”, “si juego con al-go y no lo quiero dejar, no lo dejo”, “si no nos apetece que nosmiren mientras estamos cagando, no deben hacerlo”, “no en-tro en la cabaña de otros sin su permiso”, “no se sube al tejado”,“no abusamos de los materiales del rincón de inventos”, “si al-guien rompe algo intenta arreglarlo, y si no lo compra de susahorros”, “no queremos pistolas ni armas en Donyets”, etc.

Los niños del futuro

Donyets es, además de una escuela, un proyecto social y polí-tico: “Porque la educación está en la base de cualquier progra-ma de futuro. No se cambia la sociedad por decreto, sino por-que las personas evolucionan”, afirma Pedro, padre de Edén ycoordinador de la Asociación Donyets Escuela Libre (ADEL),que agrupa a todas las personas interesadas en apoyar directa oindirectamente el proyecto.

Este deseo de cambio se inicia ya en la familia, que por lo ge-neral ha buscado un embarazo consciente, un nacimiento sinviolencia y una lactancia con presencia afectiva y contacto de lamadre. Familia y escuela se sitúan para el niño en un “conti-nuum” vital, donde lo fundamental es la coherencia y la calidadde las relaciones. “Nuestra escuela de padres nació con el pro-pósito de armonizar planteamientos educativos sobre temastan importantes como los límites, la agresividad, la sexualidad,el aprendizaje, el respeto al ritmo personal, a la voluntad delniño... Tratamos de reducir las diferencias, aunque luego, ob-viamente, cada familia es única. Pero se crea un espacio social,una nueva cultura”, comenta Inma.

Los padres, cuya implicación en el proyecto es muy elevada(el fin de semana anterior, por ejemplo, han pintado la escuela yarreglado el estanque y el fanguero), se muestran en generalmuy satisfechos con la evolución de sus hijas e hijos. Apreciansu capacidad de expresión, directa y sincera, la facilidad con quese adaptan a diferentes situaciones, la simplicidad y honestidadcon que tocan temas tabú, como el sexo o la muerte, y la iniciati-va, creatividad y fantasía que despliegan en sus juegos.

Juan, padre de Mar, confiesa que la escuela ha sido un factorde progreso en las relaciones con su hija: “Cuando con cuatro,

cinco o seis años nos hablaba de su libertad, en cosas muy pro-pias, nos dábamos cuenta de que con frecuencia caíamos en laposición de ‘esto hay que hacerlo porque nosotros lo determi-namos’. Entonces tratamos de concretar en la práctica las cosasque debemos decidir los padres, las que deciden los hijos, y lasque decidimos juntos. Y esto, claro, va cambiando a medidaque crecen en capacidades y autonomía”.

Sin embargo, no todos se sienten igual de cómodos frente ala cuestión de los aprendizajes académicos. Mientras Juan yPedro confían en la rápida adaptación de sus hijos a otros con-textos educativos “porque la motivación, la curiosidad y la ca-pacidad de asimilación son muy altas”, otros como Javier oLluís (padre de Gari) se preguntan si sus hijos “van a tener sufi-cientes contenidos teóricos para hacer frente a currículos tancompetitivos como los actuales”.

En conjunto, padres y educadores ven el futuro con ilusión, yles gustaría que experiencias como ésta fueran una opción másextendida y asequible para todas las familias que lo deseen.

** HHeeiikkee FFrreeiirree es periodista.Tel. 96 168 54 16Correo-e: ddoonnyyeettss@@eerreessmmaass..ccoomm

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Freire, H. (2003): “Summerhill, realidad de una utopía”. Entrevistacon Zoe Readhead, en Cuadernos de pedagogía, nº 327 (septiembre),pp. 42-47.Leboyer, F. (1984): Por un nacimiento sin violencia, Madrid: Daimon.Neill, A. S. (1980): Summerhill, México: FCE.Pinuaga, M.; Serrano, X. (1997): Ecología infantil y maduración hu-mana, Valencia: Orgón.Reich, W. (1985):La función del orgasmo, Barcelona: Paidós.Reich, W. (1987):Los niños del futuro, Roma: Sufarco.Reich, W. (1992): “El lenguaje expresivo de la vida”, en El análisis delcarácter, Barcelona: Paidós.Reich, W.; Neill, A. S. (1985): Record of a friendship. The correspon-dence between Wilhelm Reich and A. S. Neill, Nueva York: FarrarStraus_Giroux.Serrano, X. (2001):Al alba del siglo XXI, Valencia: Orgón.

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