Explica las características del neoclasicismo arquitectónico en la época de Napoleón

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EXPLICA LAS CARACTERÍSTICAS DEL NEOCLASICISMO ARQUITECTÓNICO DURANTE EL IMPERIO DE NAPOLEÓN

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EXPLICA LAS CARACTERÍSTICAS DEL NEOCLASICISMO ARQUITECTÓNICO DURANTE EL IMPERIO DE NAPOLEÓN

Al estallar la Revolución Francesa, el neoclasicismo era el arte predominante.

El nuevo estilo, basado en la recuperación de los ideales clásicos, había servido hasta el momento a los ideales de la Ilustración, tanto desde la perspectiva revolucionaria como desde los Déspotas Ilustrados de la época.

Con la llegada al poder en 1799 de Napoleón Bonaparte, se instaura el Consulado y, posteriormente, el Imperio.

Si el neoclasicismo del siglo XVIII, el preconizado por Winckelmann y Mengs, planteaba un retorno a la perfección clásica de la antigua Grecia, Napoleón volvió su mirada a la Roma Imperial, más acorde con su nueva concepción de poder basado en la exaltación de su propia figura y en un férreo control del aparato del Estado.

Con Napoleón, el estilo neoclásico halló una nueva vía de afirmación al servir de soporte a su concepción del poder centralizado, que se manifestó a través de la figura imperial:

Supuso un retorno a la grandiosidad del Imperio Romano y una utilización del arte al servicio de la propaganda del Imperio Napoleónico.

Arco de Septimio Severo

Arco de triunfo del Carrusel

El arte en la época de Napoleón emplea el lenguaje clásico, el más acorde con los principios de la Razón, que había inspirado la Revolución Francesa, de la que se sentía continuador.

Pero su modelo no podía ser el de la Grecia de la polis, del ciudadano, del logos, de la libertad, sino el modelo de la Roma de Octavio Augusto y sus valores políticos.

Napoleón desea mostrar la grandeza de su poder despótico del mismo modo que lo hacían los emperadores romanos y, como Augusto había renovado Roma, Napoléon desea convertirse en el nuevo mecenas del arte, al servicio de su concepción imperial y de su persona:

El arte será monumental y exaltará las grandezas de la Francia Imperial a través de la persona del Emperador.

Figura imperial apoteósica

Napoleón como Marte pacificador.

Canova.

Todas las artes se ponen al servicio de la propaganda napoleónica

Si bien se empleará el lenguaje clásico heredado de las ideas ilustradas que habían inspirado la Revolución Francesa, el arte del periodo napoleónico supone un retorno a los principios de propaganda al servicio del poder, que tan bien habían servido durante el barroco al papado de Roma o a la monarquía absoluta de Luis XIV.

Si Augusto había embellecido Roma, como centro del mundo, Napoleón desea convertir la capital de su nuevo imperio, París, en un emblema de su poder y símbolo de su grandeza , empleando el lenguaje clásico de un Emperador heredero de la Revolución.

En ese sentido emprende un ambicioso programa urbanístico y arquitectónico (a la vez que mejora su salubridad ) para dotar a la capital del Imperio del carácter monumental digno de ella, monumentalidad a través de la cual expresar el poder y la gloria del régimen napoleónico y exaltar la figura de su máximo dirigente, a la vez que ofrecer mediante las obras públicas trabajo a los desempleados.

Sus arquitectos oficiales, Charles Percier y Pierre François Fontaine, trabajaron para llevar a cabo su deseo de transformar París en la capital más importante de Europa imitando el estilo opulento de la arquitectura imperial romana.

Será el denominado estilo Imperio, con construcciones como el arco de triunfo del Carrousel , el arco de triunfo de L’Etoile, la columna Vendôme, la Asamblea o La Madeleine, todos ellos muy alejados de los principios de sencillez del clasicismo griego y aún más del espíritu geométrico de la obra visionaria de Ledoux.

El estilo monumental, solemne y grandioso tendrá su mejor reflejo en los monumentos conmemorativos que realizó, siguiendo el modelo de la antigua Roma.

El Arco del Carrousel se construyó (1806-1808) para celebrar la victoriosa campaña de 1805, a imitación del arco romano de Septimio Severo, con motivos alusivos a ella en sus bajorrelieves; sobre el arco se instalaron cuatro caballos de bronce hechos traer de la basílica de San Marcos de Venecia, en un acto revelador de la jerarquía imperial correspondiente a París.

El Arco de triunfo de L’Etoile, de enormes dimensiones (49 m), fue mandado construir para exaltar a la manera romana su Grande Armée y sus triunfos militares, como Austerlitz, siguiendo el modelo del arco de Tito.

La monumentalidad del edificio aconsejó un emplazamiento exento de edificaciones próximas y por ello se escogió la zona de l’Etoile, al final de la avenida de los Campos Elíseos, lo que garantizaba su visibilidad desde las Tullerías.

Napoleón decidió construir este arco tras su victoria en la batalla de Austerliz (1805) tras prometer a sus hombres que volverían a casa bajo arcos triunfales. Napoleón quería que se construyera en la Plaza de la Bastilla, que era por donde los ejércitos iban a volver de la guerra. Fue diseñado por Jean Chalgrin y Jean-Arnaud Raymond, inspirados en el Arco del tito de Roma.

Los relieves que lo adornan tienen tonos épicos, con héroes y batallas revolucionarias y, sobre todo, napoleónicas, como protagonistas.

Los relieves de François Rudé constituyen una exaltación de la virtud cívica del servicio a la patria y de la gloria imperial.

Aunque el proyecto se paralizó, se reanudó durante la Restauración y fue tras la Revolución de 1830 cuando adquirió su perfil definitivo.

El TriunfoLa Paz

La Resistencia

La marcha de los voluntarios o La Marsellesa

Al estilo de las columnas conmemorativas romanas, se alza la columna Vendôme (1806), sobre un pedestal en el que hasta la Revolución se alzaba una estatua ecuestre de Luis XIV, para conmemorar la victoria de Austerlitz (1805).

Realizada en placas de bronce que recubren en espiral su superficie, sus relieves narran aquella campaña, siguiendo el modelo de la Columna Trajana o de M. Aurelio de Roma.

La corona una estatua de bronce del Emperador, vestido a la romana.

Para los relieves de bronce se aprovechó el metal fundido de los cañones tomados a austriacos y rusos.

También se iniciaron otros proyectos, como la actual iglesia de la Madeleine (se había iniciado en el reinado de Luis XV).

Se planteó como un moderno Partenón francés, un Templo de la Gloria, dedicado a honrar a los ejércitos franceses, que llevaría grabados en sus muros interiores los nombres de los combatientes en las victorias napoleónicas. Las obras, iniciadas en 1808, se abandonaron en 1812; se concluyó en 1842 como iglesia.

Pierre Vignon siguió el modelo de la Maison Carrée de Nimes, combinando la fachada con podio y escalinata romanas con un peristilo exento de tipo griego.

En el mismo estilo, en la plaza de la Concorde se realizó la fachada de la Asamblea Nacional que Napoleón hizo adosar al antiguo Palais-Bourbon, con la misma estructura en forma de templo griego.

Armoniza con el templo de la Madeleine, en el lado opuesto.

También se inician las obras la Bolsa, en 1808 sobre el espacio ocupado por un antiguo convento y acabada durante la Restauración (1826), en el estilo neoclásico característico de la arquitectura imperial, al igual que la Madeleine con aspecto de templo griego y rodeada de una columnata.

Se trazaron también varios nuevos puentes sobre el Sena, algunos de ellos, como el de Austerlitz o el de Jena, también recordatorio de triunfos de la Grande Armée.

Se realizaron nuevas fuentes de carácter monumental, como la de la Plaza du Châtelet (1808), que combinaba la fuente con una columna de 22 metros de alto, en cuyo fuste estaban grabados los nombres de las victorias napoleónicas, rematada por una estatua de la Victoria.

A través de la monumentalidad y de un enorme programa constructivo, París se convirtió en el escaparate perfecto de la megalomanía imperial de Napoleón, con un estilo clásico que encontraba sus raíces en los imperios de la antigüedad.

Napoleón no contó con tiempo suficiente para llevar a término su ambicioso programa arquitectónico y algunas de sus obras quedaron inconclusas (finalizadas en la época de la Restauración o la monarquía de Luis Felipe) o no pasaron de la fase de proyecto.

Muchas de ellas fueron concluidas en esas épocas posteriores y, desprovistas de parte de la simbología revolucionaria, se convertirán en emblemas de un clasicismo que hace honor a la grandeur de Francia.

Esta época supondrá una prolongación en el tiempo de los principios artísticos del arte neoclásico, que convivieron con las nuevas tendencias románticas.

Este clasicismo constituyó una importante herencia en la arquitectura francesa del siglo XIX.

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.http://www.raco.cat/index.php/HMiC/article/download/140745/192042 • http://www.monografias.com/trabajos15/neoclasicismo/neoclasicismo.shtml