Exposición Permanente del Museo de Cáceres

23
PÁGINA INTRODUCCIÓN 1 SECCIÓN DE ARQUEOLOGÍA SECCIÓN DE ETNOGRAFÍA AGRICULTURA 5 GANADERÍA Y PASTOREO 6 CAZA Y PESCA 7 TRANSFORMACIÓN DE RECURSOS 9 OFICIOS CARPINTERÍA 10 ORFEBRERÍA 11 MANUFACTURA TEXTIL 12 ALFARERÍA 14 INDUMENTARIA 15 AJUAR DOMÉSTICO 18 COMERCIO 19 CREENCIAS 20 MÚSICA 23 SECCIÓN DE BELLAS ARTES EN CONSTRUCCIÓN

Transcript of Exposición Permanente del Museo de Cáceres

Page 1: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

PÁGINA

INTRODUCCIÓN 1

SECCIÓN DE ARQUEOLOGÍA

SECCIÓN DE ETNOGRAFÍA

AGRICULTURA 5

GANADERÍA Y PASTOREO 6

CAZA Y PESCA 7

TRANSFORMACIÓN DE RECURSOS 9

OFICIOS

CARPINTERÍA 10

ORFEBRERÍA 11

MANUFACTURA TEXTIL 12

ALFARERÍA 14

INDUMENTARIA 15

AJUAR DOMÉSTICO 18

COMERCIO 19

CREENCIAS 20

MÚSICA 23

SECCIÓN DE BELLAS ARTES

EN CONSTRUCCIÓN

Page 2: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

Se aloja en dos edificios históricos del Casco Antiguo de Cáceres,

declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La Casa de las

Veletas alberga las Secciones de Arqueología y Etnografía; se trata de

un edificio cuyo aspecto tiene su origen en las obras realizadas en 1600

por su propietario Don Lorenzo de Ulloa y Torres en un solar que tal vez

pudo haber sido ocupado por el desaparecido Alcázar musulmán. De

aquella intervención data el bello patio de planta cuadrada sostenido por

ocho columnas toscanas; en el siglo XVIII, sin embargo, la Casa es

reformada por Don Jorge de Cáceres y Quiñones, que introduce las

gárgolas y los bellos remates de cerámica esmaltada de la cubierta

además de los grandes escudos de la fachada principal.

La colección de Bellas Artes se puede contemplar en la Casa de los

Caballos, que fue una caballeriza y posteriormente vivienda hasta su

conversión en espacio museístico; tras su rehabilitación, fue abierta al

público en 1992.

Aunque el primer Patronato de Museo se constituyó en 1917, la

idea de su creación surge en 1899 cuando un grupo de estudiosos de la

Historia cacereña comienza a recogerobjetos de interés arqueológico y

artístico depositándolos en el Instituto de Segunda Enseñanza. En 1931

se arrienda el Palacio de las Veletas para albergar el Museo, que tras

una intervención arquitectónica, es inaugurado el 12 de febrero de

1933. Tras la posterior adquisición del inmueble, es rehabilitado en

1971 y se reforma la exposición permanente, tarea que se repite en

1976 en la Sección de Etnografía. En 1989 el Ministerio de Cultura

transfiere la gestión del Museo a la Junta de Extremadura, conservandola titularidad del edificio y de parte de sus fondos.

Casa de las Veletas. Fachada principal

Detalle de fachada. Gárgola

Casa de las Veletas. Patio

INTRODUCCIÓN

Page 3: Exposición Permanente del Museo de Cáceres
Page 4: Exposición Permanente del Museo de Cáceres
Page 5: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

AGRICULTURA

La agricultura y la ganadería siguen siendo, en gran medida, la base de la economía cacereña,

ocupando a la tercera parte de la población activa; las fincas agrícolas son pequeñas en las áreas montañosas

y del norte de la provincia, mientras que los grandes latifundios dominan el llano. Tradicionalmente los cultivos

dominantes han sido el olivo y el viñedo, junto a los cereales de secano, aplicando el sistema de año y vez,

dejando las tierras en barbecho en año alternos. La introducción del regadío y los abonos industriales permitió

un aprovechamiento intensivo de las nuevas especies, como el tabaco, la cereza, el pimiento pimentonero, el

arroz o el maíz.

Mención aparte merece el espacio de la dehesa, que supone una

explotación racional del bosque mediterráneo combinando la agricultura de

secano con la ganadería extensiva y el aprovechamiento forestal.

Los aperos o utensilios de la labranza se han mantenido con escasas

variaciones desde la época romana hasta la mecanización del campo. Para

remover la tierra se usaba la azada o zacho, la podadera para limpiar el

matorral, el arado de palo -posteriormente metálico- para hacer los surcos, la

hoz para segar el cereal y las zoquetas o dediles para proteger los dedos de

los segadores, quienes en gran número bajaban del norte de la Meseta cada

año para hacer su trabajo. El trillo de pedernal o de ruedas servía para

separar el grano de las espigas, rastrillos y aparvaderas se utilizaban para

separar la parva, horcas y bieldos para aventar el grano y la criba para

limpiarlo.

En la Sala 9, dentro de vitrina se expone

un arado de vertedera metálico, así como rejas

y otras piezas del arado tradicional, junto a otras

herramientas de las utilizadas en la agricultura,

como una podadera y varias hoces, zoquetas y

dediles, horcas, bieldos, palas y una aparvadera

para juntar el grano. Junto a estos objetos,

pueden verse otros elementos propios de la

agricultura tradicional como el trillo de pedernal

(tipo tribullum), fiambreras o un costal de lino.

Fuera de las vitrinas, puede observarse

un trillo de ruedas, de tipo plostellum,

Trillo de pedernal

Arado de vertedera metálico y rejas del arado tradicional

Page 6: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

GANADERÍA Y PASTOREO

Extremadura tiene desde antiguo un marcado carácter ganadero; el

modelo tradicional es una ganadería extensiva en que predominan la cabaña

ovina y porcina, basada en el aprovechamiento de los pastos estacionales y

económicamente viable gracias al bajo coste de la mano de obra; sin embargo,

la mecanización del campo, la irrupción de piensos elaborados y la importación

de razas alóctonas, llevaron desde la década de 1960 a una transformación

radical de la explotación ganadera en la región. En la actualidad se ha producido

una intensificación generalizada de las explotaciones y un considerable aumento

de la cabaña vacuna y orientación hacia especies caracterizadas por su elevada

producción de leche y carne.

El corcho se utiliza para la elaboración de colmenas al menos desde

época romana, según recomienda Columela por su escasa conductividad del

calor. En Extremadura, ha venido siendo la forma predominante de

fabricación colmenera hasta la imposición de otros tipos como los sistemas

Langstroth o Dadant, que permiten extraer los panales sin destruir la

colmena. Pueden ser de una sola pieza o enterizas, de dos piezas (de dos

paños o con hija), de tres y hasta de cuatro paños.

Algunas comarcas cacereñas, como Las Hurdes o Las Villuercas,

destacan por la cantidad y calidad en la producción de miel. Allí aún se sigue

practicando una apicultura artesanal basada en métodos y conocimientos

tradicionales.

Aún persiste una cierta proporción de ganado trashumante, que cada año baja de Castilla para pasar la

invernada en los campos de Plasencia, Cáceres o Navalmoral, arrendando para ello los pastos de las dehesas.

En muchos casos, los movimientos trashumantes todavía se realizan a pie, lo que obliga a llevar a los pastores un

precario equipaje personal y a obtener del entorno, en particular de las reses, lo necesario para sobrevivir. La

vivienda, en esas condiciones, es también precaria, predominando los chozos de diferentes tipos; sin embargo,

en los últimos decenios la incorporación de vehículos a motor permite a estas personas mantenerse en contacto

con las poblaciones y abastecerse de todo lo necesario.

Es bien conocida la abundancia de la cabaña ovicaprina cacereña, formada

por reses que pastan en los campos adehesados y en las alturas de los Valles del

Jerte, Las Hurdes, Sierra de Gata, etc. Tradicionalmente, la lana se llevaba a

lavaderos como el de Malpartida de Cáceres y se exportaba o se utilizaba en la

confección de paños y lienzos.

Zurrón de cuero

Carranca o collar para perro

Colmena de corcho

En la sala 9, la ganadería está representada con dos yugos (boyero y de

caballerías), una collera y otros elementos; sobre el pastoreo y apicultura se

exponen varios enseres, como el zurrón, cayado, gancho, tijeras del esquileo,

campanillos o el curioso collar de perro (carranca) y un modelo a escala de chozo

de pastor.Tijeras del esquileo

Page 7: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

CAZA Y PESCA

La colocación de cepos y lazos para conejos y liebres o de trampas para perdices, tordos y otras

aves ha sido una práctica habitual en las áreas rurales cacereñas. Al mismo tiempo, también se han

utilizado este tipo de técnicas de caza para controlar la población de alimañas o de especies dañinas para

la agricultura o el ganado. El uso de la escopeta ha estado escasamente extendido a causa del elevado

coste tanto del arma como de los cartuchos y de las dificultades para conseguir una licencia. Por otro lado,

el desigual reparto de la propiedad de la tierra ha hecho que muchas de las personas que se dedicaban a

la caza, aun ocasionalmente, fuesen furtivos a quienes no les interesaba alertar a los guardas con el ruido

de los disparos.

Cepo ibérico

El cepo utilizado en nuestra provincia corresponde al tipo

llamado ibérico, formado por la traba y el rabo, siendo su plancha

de disparo en forma de tambor; especialmente concebido para la

caza del conejo, se fabricó masivamente en Don Benito (Badajoz)

según un modelo desarrollado en 1900.

Un modo de vida ya prácticamente desaparecido ha sido la pesca fluvial, que en nuestra provincia

tuvo sus puntos más importantes en las cuencas de los ríos Tajo y Alagón. Garrovillas, Ceclavín,

Torrejoncillo y Plasencia han sido las poblaciones donde esta actividad alcanzó mayor importancia. El tipo

de barca más utilizado en el Tajo posee una característica forma triangular y se usaba tanto para

desplazarse por el río como para lanzar las redes, recoger y trasladar las capturas.

Los aparejos de pesca más frecuentes

son el trasmallo, red triple en que la

malla central tiene los rombos mucho

más pequeños que las dos exteriores o

albitranas, la traviesa, red similar al

trasmallo pero de una sola pieza, o la

tarraya, que es una red de forma

circular. Tradicionalmente se utilizaba

para la confección de redes el hilo de

torzal, si bien desde la década de 1960

se popularizó el nylon; las agujas

apuntadoras son de diferentes tamaños

según su finalidad, ya sea para coser

desperfectos, montar el trasmallo o tejerla albitrana.

La sala 9 alberga diferentes piezas relacionadas con la caza, tanto de

pequeños animales, como ratones o páajaros, como de alimañas y

conejos. Destacan los dos cepos ibéricos, fabricados en Don Benito y los

polvorines de cuerno, ricamente decorados en un fino trabajo propio de

pastores.Polvorín de cuerno

Barca del ríoTajo

Page 8: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

La tarea de tejer la red fue casi siempre patrimonio de las mujeres,

mientras que los hombres se reservaban la faena de armar las redes con las

corchas de la parte superior y los plomos de la inferior. Las técnicas de pesca

con red eran variadas: de cerco, participando tres o más embarcaciones; de

rastreo, empalmando varios trasmallos a lo ancho del río, de costana en las

orillas, con tarraya, de atranque, etc. Con ellas se capturaban bogas, barbos,

carpas, tencas o lampreas entre otras especies.

Ocupando una posición principal en la sala 10 se expone una de las últimas barcas del Tajo, con su

tradicional forma triangular, acompañada de una completa red (trasmallo) de nylon y tres agujas para su

reparación.

Agujas

Page 9: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

TRANSFORMACIÓN DE RECURSOS

Queso, aceite y vino

Los productos procedentes de la caza, pesca, recolección, agricultura, ganadería y actividades

extractivas, requieren un proceso de transformación para su conversión en alimentos o bienes de

consumo. Hasta la industrialización, estos procesos de manufacturado se realizaban aprovechando como

fuentes de energía la fuerza animal, humana o del agua en movimiento. Todas estas actividades de

transformación dieron lugar a la especialización en el trabajo y al surgimiento de oficios y talleres, a veces

familiares, y en otras ocasiones organizados a través de gremios y hermandades. Pero muchas de ellas

siguieron realizándose de forma casera como medio de autoabastecimiento de alimentos básicos para el

consumo familiar.

El queso, elaborado principalmente por los pastores, requería

la utilización de una sencilla tecnología pero de un complejo

conocimiento del proceso químico de fermentación láctea con cuajo

natural. La importante cabaña ovicaprina de la provincia fue siempre

una excelente materia prima para la generación de una gran variedad

de quesos artesanos que aún pervive.

El aceite de oliva continúa siendo uno de los pilares de la

alimentación humana además de otros usos presentes y pasados,

como la iluminación. Su prensado en la almazara se hacía usando

grandes capachos de esparto superpuestos. El vino casero o de

pitarra, se sigue elaborando en numerosas localidades de la

provincia, utilizando para ello la característica prensa artesanal.

La fabricación de queso se representa en la sala 10

con la mesa utilizada para ello (esprimijo) junto a cinchos de

diferentes materiales, como el esparto, la madera y la

hojalata, además de una paleta de madera. La elaboración

del aceite se ilustra con un capacho de esparto, de los

utilizados para el prensado de la aceituna en las almazaras,

un modelo a escala de una almazara propia del sur de la

península, dos cántaras para contener aceite y una medida

de las utilizadas tradicionalmente en el comercio de este

producto. Una prensa de vino, procedente de Arroyomolinos

de la Vera, y de las utilizadas en los hogares tradicionales

para la elaboración del vino de pitarra sirve para representar

la transformación de la uva en vino.

Cántara de aceite

Prensa de vino

Page 10: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

OFICIOS

Carpintería

A pesar de ser tan necesario, y de que ha sido practicado desde

muy antiguo, el oficio de carpintero en nuestra provincia es mucho

menos conocido que otros que han atraído la atención de los

estudiosos.

La riqueza forestal del territorio cacereño ha permitido la existencia de

una tradición de buenos artesanos de la madera, que se han empleado

tanto en tares auxiliares de la construcción, realizando vigas, marcos,

puertas y ventanas como en la confección de mobiliario y otros

elementos necesarios para la vida cotidiana, tales como carros, aperos

de labranza o utensilios domésticos de todo tipo.

Históricamente han destacado los carpinteros de Ceclavín por su maestría en la elaboración de

sillones, escaños, arcas y arcones, mientras que es bien conocida la destreza de los artesanos de

Garrovillas en la realización de las artísticas puertas de la localidad, además de barcas y todo tipo de

muebles así como en la talla de elementos auxiliares como especieros o soportes de almirez. Más

recientemente, Hervás se ha erigido en un importante centro productor de muebles, incorporando ya

nuevos métodos industriales en la fabricación de los mismos.

Otras localidades, como Villanueva de la Vera, Ahigal o Plasenzuela se caracterizaron por la

elaboración de sillas, bien torneadas o bien con asiento de enea, mientras que la talla de pequeños

elementos de madera la podemos encontrar por toda la provincia.

Puertas de alacena

Fuera de las vitrinas de la sala 10 se reserva un pequeño

espacio para presentar algunos objetos representativos de la

carpintería en la provincia, como un gran sierro metálico de los

utilizados en Brozas tanto para la tala de árboles como para la

elaboración de tablones, y las puertas de una alacena casera fabricada

por carpinteros de Garrovillas. En una vitrina plana se exponen

diferentes herramientas de carpintero, utilizadas en las diferentes fases

de la transformación de la madera y fabricación de muebles y enseres;

entre estas piezas destacan la azuela metálica, la segureja para el

descortezado, el gramil, para confeccionar espigas o el garlopín para

hacer rebajes.

Azuela

Garlopa para hacer molduras

Page 11: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

Orfebrería

El de orive ha sido un oficio muy arraigado en poblaciones como

Zarza la Mayor, Ceclavín y Torrejoncillo, y más recientemente Trujillo y

Cáceres. Allí, los orives o filigranantes han desarrollado su labor siempre

de forma artesanal, transmitiéndose los conocimientos de padres a hijos

mediante libros de recetas y plantillas para la confección de las joyas; los

propios artesanos salían a vender sus mercancías por los pueblos de

alrededor en las vísperas de las fiestas patronales.

Los metales trabajados han sido el oro y el cobre, imponiéndose últimamente

la plata, todos ellos en forma de hilo. Los hilos de oro se obtienen pasándolo por el

banco de estirar, donde se les da el grosor deseado tirando con el timón del hilo

sujeto por la tenaza. Existe también un torno de mano que se usa para obtener un

hilo aún más fino.

Con las pinzas se va dando forma al hilo y el volumen de la pieza se obtiene

martilleando con el vástago en la embutidera. Cuando se tienen todas las piezas

hechas, se sueldan con fuego de candil, y posteriormente se lava el oro con arena y

agua. Las piezas de cobre y plata se doran y se bruñen.

Hay una gran variedad de joyas realizadas a base de

filigrana, pero destacan la Cruz de pebas, llamada de

Pingayo en Montehermoso, la tembladera de origen

salmantino y el galápago, de aspecto macizo. Además, se

trabajan pendientes de media luna y arracadas, gargantillas,

alfileres para el pelo y las cruces llamadas veneras.

OFICIOS

La vitrina 40 exhibe un taller de orive prácticamente completo,

procedente de Ceclavín. Se pueden ver desde la mesa de trabajo hasta el

banco de estirar, incluyendo el tas o bigornia, crisoles para la fundición, tenazas

y martillo de fragua o el fuelle utilizado para avivar el fuego. Por su parte, la

vitrina 20 alberga algunos objetos también propios del orive, como los libros de

modelo, que pasaban de generación en generación, el barreño cerámico para el

abrillantado de las piezas y una selección de joyas tradicionales, entre las que

destacan las cruces de Pebas o pingayo, los pendientes de penderique, etc.Fuelle de fragua

Pendientes de cinco picos

Collar de galápago

Tas o bigornia

Libro de modelos

Page 12: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

Manufactura textil

La obtención del tejido requiere una tarea previa de transformación

de las materias primas básicas, que son el lino y la lana. A finales del

siglo XVIII funcionaban en la provincia de Cáceres 229 telares de paño de

lana y 560 de lienzo de lino, destacando las poblaciones de Casatejada,

Torrejoncillo, Hervás, Torremocha y Villa del Campo entre los pañeros, y

Plasencia, Alcuéscar, Almoharín, Casar de Cáceres o Garganta la Olla

entre los de lienzo. También se fabricaron medias de seda en

Arroyomolinos, y cordón en Casas de Millán, pero sólo en algunos de

aquellos talleres, como Hervás o Torrejoncillo, podía hablarse de una

organización industrial del trabajo, siendo en los demás un negocio

puramente doméstico que sólo ocupaba a los miembros de la familia.

Particularmente, la fabricación de lienzo solía estar destinada al

autoconsumo familiar en forma de toallas, ropa interior, manteles, sacos y

alforjas.

OFICIOS

Tanto la fibra del lino, una vez limpia, machada y rastrillada con la

rastra, como la lana, después de esquilada, lavada, escarmenada y cardada

con las cardas, se hilan colocando el copo en la parte superior de la rueca y

arrollando una de sus hebras al huso, el cual se hace girar para ir formando el

hilo. La husada o hilo así obtenido se pasa al madejador y posteriormente se

guarda en forma de madejas que se devanarán en la devanadera o en el torno

de hilar, quedando listas para formar en el telar la urdimbre o armazón del

tejido o bien la trama del mismo.

En la sala 11 se expone una rastra para el lino, consta de una tabla

rectangular de madera con una especie de cepillo de puntas de forma circular en el

centro, ceñido por dos aros metálicos. El orificio del extremo servía como

agarradera y para introducir el pie cuando se trabaja en el rastrillado. Cinco ruecas

de distintos tipos, instrumentos formados por una varilla larga y fina de madera que

es coronada en su parte superior por un abultamiento llamado rocador en el que se

coloca el copo de fibra; el rocador puede ser fijo, a menudo formado por la propia

vara que ha sido rajada longitudinalmente o por labor de cestería, o móvil (de

cobertura) con una pieza a modo de caperuza troncocónica realizada en cartón, tela

o fibra. La vitrina aloja también tres husos, útiles que constan de un palo cilíndrico

con una ranura en espiral en la parte superior por donde pasa el hilo, y un rodete o

tortera más ancho en la parte inferior. Uno de ellos lleva en su parte inferior un

pequeño gancho metálico destinado a trenzar una segunda hebra, ya que pertenece

a un telar mecánico que elaboraba hilo de dos hebras.

Madejador

Rastra para el lino

Huso

Lanzadera

Page 13: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

Fuera de vitrinas, se puede ver un madejador o

aspa cruciforme procedente de Montehermoso; el hilo

se colocaba en la parte exterior de los brazos, siendo

abatible uno de ellos para poder sacar la madeja al

finalizar el trabajo. Además, se expone una devanadera

formada por un armazón de seis varas verticales que

unen dos aspas estrelladas en los extremos; se asienta

sobre un cajón destinado a guardar los ovillos que se

iban formando. Junto a ella, podemos ver un torno

canillero, que servía para hacer canillas (ovillos de hilo

para la trama del tejido); para ello se colocaba un eje

metálico en la parte opuesta a la rueda y en él se

encajaba la canilla sobre la que se iba enrollando el hilo

con el movimiento manual de la rueda. Algunas de

estas canillas pueden verse en la cajita de madera que

se expone en la vitrina; en la misma vitrina también hay

cuatro ovillos de hilo de lino dispuestos para formar la

urdimbre, así como un rollo de lienzo de lino.

La pieza que reviste quizá mayor interés es el telar manual, procedente de Torrejoncillo. En él, los

hilos que formaban la urdimbre se disponían en el enjulio o rollo de la parte posterior para, pasando a través

de los lizos y peines, como los que cuelgan en la pared de la sala, ser tejidos con el hilo de la trama que el

tejedor pasaba de lado a lado mediante la lanzadera en la que se alojaba la canilla. Algunas de estas

lanzaderas pueden verse en las vitrinas, siendo la más grande procedente de un telar mecánico de Hervás, y

las restantes de Campillo de Deleitosa.

Telar manual

Page 14: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

Alfarería

En cualquier hogar cacereño hasta las primeras décadas del siglo XX, las ollas y vajillas de uso

cotidiano eran de barro, realizadas en alguno de los alfares de la provincia, como Ceclavín, Arroyo de la

Luz, Trujillo o Montehermoso o bien traídas de la provincia de Badajoz, donde sobresalió por su abundante

y afamada producción la población de Salvatierra de los Barros.

OFICIOS

El recorrido por las vitrinas de la sala 13 se inicia con la que recoge una

representación de los trabajos alfareros del centro más importante de la región:

Salvatierra de los Barros, reflejado aquí con dos pitorros, uno de ellos de engaño,

jarritas y mariconas (especie de botijo sin asa) además de otras piezas. Junto a

Salvatierra, vemos una muestra de la alfarería de Talarrubias, también en la

provincia pacense, de donde se pueden contemplar jarras, tiestos, un macetero y

una cantarilla.

De Ceclavín son las más vistosas piezas de la siguiente vitrina, enchinadas con pequeñas piedras

de cuarzo, que se pegan cuando el barro aún está tierno; junto a ellas se exponen una cocinilla y dos

jarros bobos de Trujillo, además de dos ollas y un jarro chato de cerámica común cacereña del siglo XVII.

También a la alfarería cacereña se destina otra vitrina, poblada de

piezas de diferentes facturas originarias de los alfares de Casatejada y

Montehermoso; las primeras, vidriadas en un tono marrón oscuro, son

verdaderas creaciones artísticas que todavía hoy es posible adquirir,

mientras que las montehermoseñas pueden considerarse reliquias al

haber desaparecido este oficio en aquella población, mostrando un

antiguo ejemplo de la llamada cerámica enchinada que todavía hoy se

practica en la localidad de Ceclavín.

Otra representación de cerámica común originaria de la región

extremeña, la encontramos en los alfares de Arroyo de la Luz (Cáceres) y

Fregenal de la Sierra (Badajoz). Los trabajos de Arroyo presentan tanto

cerámica común sin vidriar, siendo de destacar el carbotero o asador de

castañas, como vidriada en blanco, verde y amarillo, siendo muy

conocidos sus lebrillos; los de Fregenal se reconocen por su vidriado

parcial en verde sobre el barro basto.

Jarro enchinado. Ceclavín

Botijo “Borracho””. Casatejada

Plato vidriado. Arroyo de la Luz

Page 15: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

La indumentaria tradicional de la provincia de Cáceres, forma de vestir que tiene sus raíces en la

que era usual entre las clases populares en los siglos XVIII y XIX, poco a poco fue fijándose en la memoria

colectiva como el modo de vestirse propio de las diferentes localidades de la provincia. Hay que decir que

desde principios del siglo XIX este tipo de indumentaria ha venido sufriendo un largo proceso de

elaboración y sofisticación, añadiendo nuevos elementos de lujo o adornos, junto a otra transformación

tendente a homogeneizar los distintos tipos en cada población para crear en ellas el traje típico de la

localidad. En todo caso, todavía hoy se siguen vistiendo estos trajes en días muy señalados como son las

romerías, fiestas patronales, ferias, etc.

INDUMENTARIA

Traje femenino

Por lo que se refiere al traje de la mujer, hay una serie de prendas que

son comunes en todos los pueblos, aunque puedan llamarse de forma distinta en

cada uno de ellos. De arriba hacia abajo, los sombreros han sido de uso común

para el trabajo, generalmente hechos con paja de centeno (bálago); de ellos el

más célebre es la gorra de Montehermoso, adornada con lana de colores cuando

la usuaria es joven, pudiendo llevar un espejito en el frente para que las mozas

puedan acicalarse durante el trabajo agrícola; las más mayores llevan el mismo

tipo de gorra con adornos en negro o colores oscuros. Ha sido frecuente también

el uso de otras prendas para cubrir la cabeza, como las cobijas o mantillas, que

pueden ser incluso de terciopelo (Cáceres y Montehermoso). Las joyas con que

se adornan las mujeres eran realizadas fundamentalmente en Torrejoncillo,

Zarza la Mayor, Trujillo y Ceclavín, hechas de filigrana (hilo) de plata, oro o

cobre; destacan las gargantillas, los colgantes de galápago, la cruz de pebas o

pingayo, las cruces veneras y los pendientes de herradura, de lazo, etc. El

peinado también es importante, siendo de destacar el moño de picaporte, así

llamado por la forma de recoger el pelo a los lados de la cabeza.

De entre los pañuelos y mantones hay que citar el de cien colores, muy

utilizado en toda la provincia y el de plumaje de Malpartida de Cáceres, bordado en

lana sobre verde oliva con motivos vegetales. En Montehermoso la mujer llevaba un

dengue o esclavina de color negro con bordado ribeteado en rojo. Bajo el mantón o

esclavina, la mujer cacereña solía vestir un jubón negro, de terciopelo, satén o raso,

muy ceñido y adornado con lentejuelas o encajes en las bocamangas. La falda

recibe un nombre distinto en cada lugar (refajo en Cáceres, mantilla en

Montehermoso, saya o manteo en muchas otras localidades); suele ser fruncida o

tableada, y de colores lisos verde, amarillo o rojo (granate en Montehermoso) a

menudo decorada con bordados en la parte baja, de color blanco, rojo o negro. En

algunas localidades, como Trujillo, se usaba la pollera, falda que no es de paño,

sino tejida en vivos colores, que se llevaba como ropa de diario para el trabajo.

Complemento frecuente son los mandiles, generalmente negros, la faltriquera o

limosnera, pequeña bolsa de lana de colores que se llevaba atada a la cintura o las

cintas sígueme pollo, bordadas y decoradas con lentejuelas que se colocaban en

diferentes sitios según la costumbre de cada pueblo.

Faltriquera o limosnera

Gorra de Montehermoso

Cintas “sígueme pollo”

Zapatos de montehermoseña

Page 16: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

Las medias del traje de fiesta son un elemento común en el traje femenino, generalmente de lana o

de lino, labradas o caladas, suelen ser de un solo color (blanco, generalmente) a veces bordadas con otro

color en la parte delantera y laterales. En Montehermoso son siempre de color azulón. Los zapatos son de

piel negra abotinados (a veces se usa el botín); se atan con cinta de raso o cordones; más modernos son

los bordados sobre terciopelo que llevan lentejuelas.

Traje masculino

Ofrece una menor variedad, al no haber quedado sujeto a tanta

innovación o adulteración como el femenino. El sombrero era de paja

para el trabajo, y de fieltro negro para el traje festivo, el más

generalizado es el llamado de queso por parecerse a un cincho su copa

revestida de terciopelo. Además de las capas de Torrejoncillo o de Aliste

que se usaban, se solía llevar una chaqueta negra y corta, de paño,

terciopelo o astracán, como en Cáceres, y un chaleco del mismo tejido y

de doble botonadura, a veces ésta de plata. En Montehermoso, la

solapa era ricamente adornada con bordado y lentejuelas. Para ir a

trabajar se llevaba la chambra o blusa amplia con bolsillos de ojal,

siendo de destacar la de Malpartida de Plasencia, de cuadros blancos y

negros.

Para la cintura se llevaba una faja de algodón o lana,

roja o negra bordada en diferentes colores, y el pantalón

(calzón de alzapón) era negro, de pana, paño o terciopelo,

llegando hasta por debajo de la rodilla, donde se abrocha.

Era general el uso de medias blancas de lana o lino, más

ricas que las de las mujeres, se solían fijar con ligas o con

chías (machos) atadas y acabadas en borlones de lana de

colores. Los zapatos eran de piel negra o cuero al natural,

aunque en lugares como Malpartida de Plasencia se llevaban

botas de media caña adornadas con pieles y pespuntes de

colores sobre el cuero natural; en algunos puntos se usaban

polainas de cuero natural abrochadas por el lateral y calzas

de paño negro también abotonadas lateralmente. La ropa

interior masculina era fundamentalmente de lino, los

calzoncillos llegaban a media pierna y se ataban con botones

o cordón, mientras que las camisas eran ricamente

adornadas con bordados y encaje especialmente en la

pechera y puños, que solían quedar á la vista.

La ropa interior era de lino o lienzo, generalmente adornada con puntilla o

bordado en las escasas zonas que quedaban a la vista, como las bocamangas

de las camisas.

Chambra

Sombrero de “queso”

Chaleco de doble botonadura

Botas de media caña

Page 17: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

En las paredes se pueden ver toallas con las iniciales de sus dueñas, paños de afeitar de

Malpartida de Plasencia, paños velatorios de boda y un juego de puños y cuellos de camisa. Al fondo

varias vitrinas muestran algunos ejemplos de ropa interior masculina y femenina de Malpartida de

Plasencia y Campillo de Deleitosa.

La sala 12 aloja un total de catorce trajes típicos de diferentes localidades de la provincia,

empezando por el de Cáceres, representado por una pareja en que él lleva la típica chaqueta de astracán

y el sombrero de queso, y ella el pañuelo de cien colores y el refajo (falda) amarillo; otros dos maniquíes

muestran los refajos rojo y verde. Junto a ellos, una pareja de chinatos (de Malpartida de Plasencia) en

que el hombre lleva la típica chambra de trabajo y la mujer, que se peina con el moño de picaporte, lleva

también el vistoso calzado de la localidad. El traje femenino de Trujillo se caracteriza por la falda tejida y

adornada con motivos florales y faunísticos en colores, mientras que del traje de Malpartida de Cáceres

destaca el típico pañuelo de plumas. En una vitrina contigua vemos una pareja del municipio norteño de

Cabezabellosa, cuya forma de vestir está muy influenciada por la indumentaria de la provincia de

Salamanca, como puede observarse en detalles del traje de hombre como el sombrero charro, la

botonadura del chaleco, etc. mientras que en frente pueden contemplar tres trajes femeninos y uno

masculino de Montehermoso, siendo los de la izquierda el de moza y de anciana y el de más a la derecha

el de boda, aun cuando lleve en el brazo la gorra, que no era utilizada en esas ceremonias.

En el centro de la sala se observa una

curiosa mantilla que podía usarse con el luto y con

el medio luto o de alivio, mientras que las vitrinas

que la flanquean muestran dos típicos pañuelos de

cien colores.

Pañuelo de cien colores

Page 18: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

Además de las ollas y vajillas de barro para uso cotidiano, los hogares

cacereños se equipaban con lozas de mayor calidad y fama que las locales; las

familias más pudientes conservaban con esmero antiguas vajillas de Talavera,

Puente del Arzobispo, Manises o Triana, que usaban en las grandes ocasiones.

Los cántaros del Puente decorados con el nombre de su dueña o la fecha de su

boda se transmitían de madres a hijas y eran una de las más queridas piezas

del ajuar familiar. Platos, jarras y fuentes de Manises procedentes de las

fábricas de “Arenes” y “Aviñó” pueden contemplarse en varias vitrinas de la sala

13, junto a los platos, escudillas y jarras de cerámica de Puente del Arzobispofechables en el siglo XIX.

AJUAR DOMÉSTICO

Los grandes calderos para calentar el agua y cocinar, así como los

cazos, sartenes, escalfadores, chocolateras, etc. eran fabricados con

plancha de cobre en Guadalupe, donde un floreciente gremio de caldereros,

nacido al calor del monasterio jerónimo todavía hoy sigue vendiendo sus

productos. En la sala 13, objetos expuestos en el interior de una vitrina nos

recuerdan el buen oficio y la justa fama adquirida por los caldereros deGuadalupe desde la Baja Edad Media; pueden verse un especiero de

madera y un almirez de bronce junto a un guarda onzas, tres ollas, una

palmatoria, una chocolatera, una cantarilla, un pote, una escalfadora, una

pieza de alambique y un aguamanil de cobre. Sobre la pared se exhibe una

amplia colección de objetos de uso doméstico realizados por los afamados

caldereros de Guadalupe: potes, escalzaores, cántaros, sartenes y cazos,

espumaderas, etc.

En la sala están también representadas algunas

actividades caseras de transformación, como la

elaboración de aguardiente mediante el uso de

alambiques hechos de cobre. Se exponen además,

cuatro morteros, tres moldes para dulces, varias

cucharas y un cucharero de madera, junto a un par de

cuernos para el aceite y el vinagre, colodras (recipientes

para líquidos) de cuerno y una curiosa colección de diez

sellos de pan fabricados en madera, que permitían

distinguir el pan de cada familia en el horno comunal en

que se cocía.

Repartidos por toda la sala pueden admirarse otros enseres domésticos presentes en las casas

tradicionales; además de los ya citados se encuentran la consabida cantarera que proporcionaba el

suministro de agua al hogar y los numerosos cuencos de madera de encina que se utilizaban para la

preparación del gazpacho y, sobre todo, para amasar las morcillas en la matanza del cerdo, un verdadero

rito familiar que todavía hoy se sigue practicando en la provincia.

Sellos de pan

Alambique

Jarra de Manises

Plato de Talavera de la Reina

Page 19: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

Tanto los objetos propios del ajuar doméstico como otras

muchas mercancías eran vendidas de pueblo en pueblo por los

arrieros que utilizaban en sus viajes carros de mulas como el que

se expone en el centro de la sala 13, procedente de la localidad de

Zorita; a menudo estos comerciantes se servían de pesos y

medidas tradicionales tales como la libra o la onza para el peso; la

cántara, la arroba o el cuartillo para el aceite o el vino, y la fanega

o el celemín para el grano.

COMERCIO

En la misma sala se puede observar una

representativa colección de pesos y medidas

tradicionales procedentes de diversas poblaciones

de la provincia de Cáceres . Los materiales en que

se fabrican van desde la madera de la arroba (25

libras) y el celemín (4 cuartillos), medidas para

áridos y grano, al latón, la hojalata y el cobre con

que se confeccionaban las medidas de leche, las

cántaras (8 azumbres) para el aceite o los cuartillos

de aceite o vino (4 copas).

Muchas de estas medidas se utilizaban contrapesándolas en las balanzas de dos platos como las

que se exponen con las pesas de hierro (onzas) o bien pesándolas simplemente en una romana como las

que aún se ven en puestos callejeros.

Carro de mulas

Medida de lecheCuartillo de aceite o vino

Celemín

Page 20: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

La Sala 14 está dedicada a las creencias y a la música. En el primer apartado se ha querido dar

una visión amplia del mundo de las creencias en lo inmaterial dentro de la cultura tradicional;

obviamente, la religiosidad católica ocupa un lugar preeminente en este ámbito, pero también se

presentan elementos vinculados a otras ideas y creencias que, bien pueden tener un origen anterior al

cristianismo, o bien responden a una ideología paralela a éste; se trataría, pues, de creencias en

fuerzas sobrenaturales no aceptadas por la doctrina católica, pero firmemente arraigadas durante siglos

en la mentalidad popular.

CREENCIAS

Así pues, la sala se inicia con una vitrina que muestra varios objetos

ligados a la práctica religiosa católica, si bien en su vertiente de experiencia

ordinaria o más bien conocida como “religiosidad popular”. Así, la muerte se

hace presente en la lámpara de cementerio y las lamparillas que la mantienen

con lumbre, especialmente el Día de Difuntos. La oración, como práctica

religiosa habitual, se representa en el rosario de pasta, muestra de una

tradición compartida con otras religiones como el Islam.

Otras piezas de la vitrina responden a diferentes prácticas vinculadas a

las creencias religiosas, como la pililla de agua bendita, que solían estar

expuestas en las casas particulares, y de la que las personas tomaban agua

para santiguarse al entrar o salir de casa. Similar función, aunque con un

marcado carácter protector, tienen los evangeliarios que también se exponen;

son en realidad relicarios que contienen estampas de advocaciones religiosas

(San Antonio, la Virgen del Carmen) y, en pequeño tamaño, el texto de inicio de

los Evangelios, que se supone protegen a quien los porta contra las desgracias

y el mal de ojo. La cruz de madera decorada con los atributos de la Pasión de

Cristo es también, probablemente, un elemento que se llevaba colgado al cuello

en momentos particulares del ciclo litúrgico, como es la Semana Santa.

En la vitrina pueden verse también piezas que nos hablan de la

presencia del mundo religioso en todos los ámbitos de la vida cotidiana en la

sociedad tradicional. Es evidente que estos motivos decorativos se escogen

sobre todo para favorecer la protección del mundo sobrenatural sobre la

persona que posee los objetos; así, encontramos la representación de San

Antonio (que ayuda a las solteras a encontrar novio) en un pendiente; el

Cordero Místico en un aplique de hilo de plata y la Cruz de Cristo, acompañada

del Sagrado Corazón, en la hoja de un cuchillo, como una forma de

encomendar la defensa de quien lo porta a la divinidad. Los candiles decorados

con la cruz son también un elemento destinado a ahuyentar a los malos

espíritus que pueblan la oscuridad.

Rosario

Pililla de agua bendita

Hoja de cuchillo

Page 21: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

La siguiente vitrina se dedica a mostrar la representación material

del mundo de las creencias heterodoxas, algunas de ellas todavía muy

ligadas a la religiosidad cristiana, y otras que decididamente podrían

encuadrarse en un ámbito pagano. Entre las primeras, vemos la rosca

de pan de San Blas, reminiscencia de las “caridades” que se repartían

antaño en numerosas romerías y fiestas religiosas destinadas a aliviar la

necesidad de los más pobres; en este caso, es evidente la relación que

existe entre la forma de circunferencia de la rosca y el papel que se le

atribuye a San Blas como protector contra los males de la garganta.

En este mundo de práctica religiosa popular se encuadra también el Semanario de Cuaresma, de

caña, que servía para llevar la cuenta de las semanas previas a la Semana Santa, en que no se podía

consumir carne. Cada viernes, se cortaba uno de los hilos dando por terminada una semana.

A caballo entre lo religioso y lo profano están diferentes elementos de

la naturaleza a los que se confiere un poder protector. El ave, representado en

el plato de loza, es un elemento ligado a la iconografía católica (paloma del

Espíritu Santo, representación del alma) pero también presente en el

imaginario popular (hay aves de buen y de mal agüero, presagian desgracias

o hechos felices, etc.). Y entran claramente en lo que se ha venido llamando

“supersticiones” los restantes elementos de la vitrina, como son la “Piedra del

rayo”, que en realidad es una herramienta neolítica y que los pastores

recogían del suelo en la creencia de que eran la marca dejada por un rayo y

que tenía poder protector sobre los ganados y las personas; también la media

luna que vemos representada en los amuletos de plata y en los candiles es un

símbolo destinado a proteger a las personas que los poseen contra el

“alunamiento”, un temible mal que podía llevar a la muerte o a la locura.

“Piedra del rayo”

Plato con representación de un ave

Amuleto

La permeabilidad entre este mundo de creencias paganas y el

cristianismo es continua y evidente, y así, el poder de la luna sobre el ser

humano y especialmente sobre la mujer, se ve reflejado en elementos de la

iconografía cristiana como la representación de la Inmaculada Concepción

pisando los cuernos de la luna (véase la pililla de agua bendita en la vitrina

anterior).

Rosca de San Blas

Page 22: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

Las referencias a la religiosidad en una compleja

relación de sincretismo con creencias anteriores al

cristianismo se completan con las figuras de la Carantoña

de Acehúche y el Jarramplas de Piornal. Ambas son

máscaras del ciclo festivo de invierno, que salen por la

fiesta de San Sebastián, y coinciden en su función de

asustar. Jarramplas es una personificación del santo, que

murió asaeteado, aunque aquí las flechas se sustituyen por

nabos. La Carantoña es una figura grotesca propia de una

sociedad pastoril, como las que se encuentran por toda

Europa vinculadas a esta forma de vida. En ambos casos,

permanece latente el hecho de la expulsión del mal; las dos

figuras representan el mal, el frío y la escasez del invierno;

por ello son expulsadas simbólicamente de la comunidad,

para favorecer el resurgimiento de los campos y los

ganados en la incipiente primavera que se avecina.

Jarramplas

Page 23: Exposición Permanente del Museo de Cáceres

Dos vitrinas de la sala 14 están dedicadas a la música popular en

la provincia. Ésta se representa a partir de los instrumentos de uso y

fabricación tradicional; así, la gaita extremeña (en realidad una flauta de

pico que se maneja con una sola mano) y el tamboril han sido desde muy

antiguo casi la única instrumentación de los bailes populares en nuestra

provincia. Otros instrumentos, preferentemente de percusión, han servido

también para animar las danzas populares; entre ellos hay que mencionar

el almirez (a menudo fabricado expresamente para su uso musical), las

hueseras, flautas y cañas de percusión, las sonajas, que incorporan

platillos de metal, y sobre todo las castañuelas, así llamadas por su forma

de castaña, también conocidas como crótalos o palillos, usadas

generalmente para marcar el ritmo del baile, tanto por hombres como por

mujeres.

MÚSICA

Mención especial merece el rabel, el instrumento de cuerda pastoril

por excelencia. De uso muy extendido por casi toda España, generalmente

se ha fabricado de madera, con una caja de resonancia cubierta por una piel

de gato, aunque también los hay de calabaza, que alcanzan menor

sonoridad. Se tañe con un arco equipado con crines de caballo.

Tamboril

Gaita extremeña Huesera

Rabel