Ezcurra - Redescubriendo Humboldt

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Como ciencia, la teoría ecológica es producto de una larga y colorida historia, forjada a lo largo de siglos con el tra- bajo laborioso de naturalistas en el campo, en las selvas y en los desiertos. Es una historia larga, llena de hitos ma- ravillosos y sobrecogedores. En el trabajo de expedicio- narios excéntricos, naturalistas hoscos y antisociales, ob- servadores obsesivos, y colectores compulsivos, yacen los orígenes y fundamentos de las teorías científicas que hoy rigen la protección de nuestros recursos naturales. Entender esta historia y honrar su legado, es una deuda con los singulares personajes que construyeron el cami- no de la ciencia a la que hoy llamamos ecología. Uno de los muchos comienzos de esta historia ocu- rrió en 1798, cuando dos jóvenes científicos, de escasos 25 y 27 años, recorrían los prostíbulos y los bares de Pa- rís en busca de algún contacto con oficiales del ejército napoleónico, que les permitiera colarse a las filas de la expedición imperial a Egipto. La nacionalidad alemana del primero —un tímido geólogo de minas— y el carác- ter festivo y mujeriego del segundo —un médico con ra- dicales tendencias socialistas— les impidieron lograr su objetivo; el adusto ejército del Emperador no fue capaz de aceptar a personajes tan singulares. Sin embargo, en su búsqueda, nuestros protagonistas conocieron a un apa- sionado adolescente de 16 años, que era asiduo visitante de las casas de citas, lleno de pláticas encendidas y fer- vorosas, quien les describió con entusiasmo las riquezas naturales de su país, la Nueva Granada, hoy Venezuela. Así, ambos científicos, cuyos nombres eran Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland, partieron para la tierra del joven estudiante, que se llamaba Simón Bolívar. En sus periplos por la América colonial llegaron finalmente a México, entonces eje cultural de la América española. Así, nació el Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España y el Viaje a las regiones equinocciales, el primero era una especie de versión decimoctávica de un informe de país —infinitamente más perceptivo que los aburri- dos reportes que hacen los expertos del Banco Mundial— y el segundo era un intento de lo que ahora llamaríamos una base de datos florísticos y un modelo ecológico de la América tropical. En estos ensayos se plantearon, por pri- mera vez, algunos de los nuevos paradigmas de las cien- cias del ambiente global. Éstos tardaron dos siglos en con- solidarse, y se fueron apropiando lentamente de nuestra percepción de la realidad. Hoy, muchas de las ideas de Humboldt, acerca de cómo funciona nuestro planeta, son parte del conjunto de disciplinas de lo que llamamos “ecología global”, y forman parte del discurso cotidiano. Su genialidad radica en que fue capaz de intuir estas teo- 4 CIENCIAS 66 ABRIL JUNIO 2002 Redescubriendo a Alexander von Humboldt EXEQUIEL EZCURRA

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Semblanza Alexander Von Humboldt - Explorador y científico alemán.

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  • Como ciencia, la teora ecolgica es producto de una largay colorida historia, forjada a lo largo de siglos con el tra-bajo laborioso de naturalistas en el campo, en las selvasy en los desiertos. Es una historia larga, llena de hitos ma-ravillosos y sobrecogedores. En el trabajo de expedicio-narios excntricos, naturalistas hoscos y antisociales, ob-servadores obsesivos, y colectores compulsivos, yacenlos orgenes y fundamentos de las teoras cientficas quehoy rigen la proteccin de nuestros recursos naturales.Entender esta historia y honrar su legado, es una deudacon los singulares personajes que construyeron el cami-no de la ciencia a la que hoy llamamos ecologa.

    Uno de los muchos comienzos de esta historia ocu-rri en 1798, cuando dos jvenes cientficos, de escasos25 y 27 aos, recorran los prostbulos y los bares de Pa-rs en busca de algn contacto con oficiales del ejrcitonapolenico, que les permitiera colarse a las filas de laexpedicin imperial a Egipto. La nacionalidad alemanadel primero un tmido gelogo de minas y el carc-ter festivo y mujeriego del segundo un mdico con ra-dicales tendencias socialistas les impidieron lograr suobjetivo; el adusto ejrcito del Emperador no fue capazde aceptar a personajes tan singulares. Sin embargo, en subsqueda, nuestros protagonistas conocieron a un apa-sionado adolescente de 16 aos, que era asiduo visitantede las casas de citas, lleno de plticas encendidas y fer-vorosas, quien les describi con entusiasmo las riquezasnaturales de su pas, la Nueva Granada, hoy Venezuela.As, ambos cientficos, cuyos nombres eran Alexander vonHumboldt y Aim Bonpland, partieron para la tierra deljoven estudiante, que se llamaba Simn Bolvar. En susperiplos por la Amrica colonial llegaron finalmente aMxico, entonces eje cultural de la Amrica espaola.

    As, naci el Ensayo poltico sobre el Reino de la NuevaEspaa y el Viaje a las regiones equinocciales, el primeroera una especie de versin decimoctvica de un informede pas infinitamente ms perceptivo que los aburri-dos reportes que hacen los expertos del Banco Mundialy el segundo era un intento de lo que ahora llamaramosuna base de datos florsticos y un modelo ecolgico de laAmrica tropical. En estos ensayos se plantearon, por pri-mera vez, algunos de los nuevos paradigmas de las cien-cias del ambiente global. stos tardaron dos siglos en con-solidarse, y se fueron apropiando lentamente de nuestrapercepcin de la realidad. Hoy, muchas de las ideas deHumboldt, acerca de cmo funciona nuestro planeta,son parte del conjunto de disciplinas de lo que llamamosecologa global, y forman parte del discurso cotidiano.Su genialidad radica en que fue capaz de intuir estas teo-

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    Redescubriendo a

    Alexander von Humboldt

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  • ras slo a partir de la observacin descriptiva de la natu-raleza, y de sus conversaciones con brillantes colegas dela Amrica colonial.

    Un celo que distingue a Mxico

    Humboldt y Bonpland nunca llegaron a conocer a un ex-cntrico naturalista mexicano aunque s lo leyeron congran inters, nacido en 1737 en Ozumba y fallecido en1799, mientras ellos exploraban el Orinoco. Mdico deformacin, sacerdote, y erudito en mil temas, este natu-ralista graduado de la Real y Pontificia Universidad deMxico hoy nuestra querida UNAM investig el movi-miento de los planetas; hizo el primer mapa detallado deAmrica del Norte, fue ardiente defensor de los pueblosindgenas; habl de la necesidad de controlar las inunda-ciones en la Cuenca de Mxico, protegiendo su rea lacus-tre; escribi una larga y curiosa memoria en favor deluso medicinal de las semillas de mariguana o pipiltzint-zintlis; estudi el nopal y la grana cochinilla; elabor pre-ciosas ilustraciones cientficas, que, hasta el da de hoy,

    son un testimonio de incalculable valor, y teoriz sobrela importancia de las plantas nativas despreciadas enese entonces por los criollos como valiosos alimentos.Es una pena que no pudieran encontrarse, porque el ca-rcter enciclopedista y la insaciable curiosidad de JosAntonio de Alzate (ese era su nombre) habra impresio-nado mucho a los exploradores europeos. De cualquiermanera, las ideas y los textos de Alzate fueron para ellosde gran importancia.

    En cambio, el que s pudo entrevistarse con Humboldty Bonpland fue Jos Mariano Mocio, contemporneo deAlzate, mdico y botnico por la Universidad de Mxico,quien pocos aos antes haba encabezado junto con elespaol Martn de Sess fundador de la ctedra de bo-tnica en la misma universidad, una serie de expedi-ciones cientficas desde Nicaragua hasta el Canad. stasfueron financiadas por la Corona espaola y representa-ron un esfuerzo algo tardo despus de tres siglos desaqueo por entender y describir la inmensa riqueza na-tural de la Nueva Espaa. Sin embargo, la decadencia delimperio espaol a principios del siglo XIX y la indepen-

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  • la describi como el celo por las ciencias naturales enque con tanto honor se distingue Mxico. La sntesis deconocimientos tericos que forman el cuerpo del Ensayopoltico y del Viaje a las regiones equinocciales se debe, engran medida, a las discusiones con colegas mexicanos ya la lectura de trabajos que hizo Humboldt en la NuevaEspaa. La investigacin biolgica de campo, y la des-cripcin sistemtica de la naturaleza son parte de esa ad-mirable tradicin intelectual, de ese celo mexicano, quetanto admiraba Alexander von Humboldt y que tanto con-tribuy a su obra.

    El rompecabezas planetario

    Su mrito fundamental no radic solamente en su capa-cidad para leer, entender y admirar el trabajo de sus co-legas. Como muy pocos naturalistas de su poca, lleg acomprender y deducir complejos fenmenos de la natura-leza, basado simplemente en sus observaciones. Es asom-brosa la capacidad que tuvo para inferir, sin experimentar,el funcionamiento de complejos mecanismos naturalesa partir de observaciones meramente descriptivas y basa-do tan slo en sus experiencias como viajero y explorador.Humboldt pudo adelantarse a la aventura del descubri-miento cientfico, solamente con un libro de notas y sen-cillos instrumentos de navegacin. As recorri la Amricatropical, armando con paciencia las piezas del rompeca-bezas planetario, e intuyendo fenmenos que hemos al-canzado a entender bien dos siglos ms tarde.

    Una de las preguntas cientficas ms relevantes que sehizo, fue acerca de las causas de la riqueza y la variacinbiolgica sobre la Tierra. Esta pregunta fundamental co-rresponde al campo general de lo que en la actualidad lla-mamos diversidad biolgica. En la poca en que escribiel Viaje a las regiones equinocciales, que contiene el visio-nario Ensayo sobre la geografa de las plantas, no se conocaan la teora de la evolucin ni la historia geolgica y cli-mtica del planeta.

    Medio siglo antes de Darwin, Humboldt esboz algu-nas ideas que se vinculan con los conocimientos ms mo-dernos sobre la evolucin biolgica y geolgica del plane-ta. En todos los casos sus esbozos fueron planteados comoreflexiones sin mayor trascendencia. Sin embargo, mu-chas de estas ideas estaban anticipando grandes revolucio-nes cientficas, que ocurriran uno o dos siglos ms tarde.Curiosamente, Humboldt tuvo la capacidad de anticiparlas ideas de varios notables precursores de la ciencia, in-vestigadores desconocidos en su momento que no fueronreconocidos, sino hasta despus de su propia muerte.

    dencia de Mxico pulverizaron cualquier expectativa deutilizar esos recursos botnicos y el conocimiento desa-rrollado en estas expediciones en beneficio de la metr-poli europea.

    Pero Sess y Mocio no haban sido los primeros; unosdoscientos cincuenta aos antes, a principios de la Colo-nia, la Corona haba financiado trabajos similares antesde que la codicia por el oro y la plata, as como la Inqui-sicin, hiciera desaparecer las prioridades ms acadmi-cas. En 1552 dos indgenas, el mdico Martn de la Cruzy el traductor Juan Badiano, haban publicado una lumi-nosa obra describiendo las plantas medicinales autcto-nas de Mxico. El Cdice de la Cruz-Badiano se escribien nhuatl y latn, ya que eran fieles seguidores de la tra-dicin de los cdices prehispnicos, es decir, de su propiay rica tradicin indgena. Pronto les siguieron muchosotros brillantes trabajos; en 1559 el fraile franciscano Ber-nardino Sahagn produjo una de las ms grandes obrasetnogrficas del inicio de la Colonia, en la que describicon detalle importantes aspectos de la historia naturalde Mxico. En 1571, por rdenes del rey Felipe II, se ini-ci la expedicin de Francisco Hernndez, con el objetivode describir la historia natural de la Nueva Espaa, y es-tudiar la medicina herbolaria indgena. La obra de Her-nndez aunque fue destruida en gran parte en el incendiode la biblioteca del Escorial en 1671, es un texto funda-mental sobre la riqueza natural de Mxico.

    La fascinacin por la naturaleza que mostraron Ba-diano, de la Cruz, Hernndez, Mocio y Alzate formaparte de una tradicin antigua en Mxico, la cual fue re-conocida con admiracin y respeto por Humboldt, quien

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  • Agassiz, el enamorado del hielo

    En 1807, el mismo ao en que Humboldt publicaba suEnsayo sobre la geografa de las plantas, naca en SuizaLouis Agassiz, quien sera educado primero en Alema-nia y despus en Pars, bajo la direccin de Cuvier (unode los naturalistas ms famosos de Europa) y quien seconvertira unos aos ms tarde en un joven y brillantemdico y bilogo. En 1834 mientras que Humboldt em-pezaba a escribir su obra cumbre Cosmos, Agassiz regre-saba a Suiza como profesor del Liceo y empezaba a estu-diar los glaciares de los valles alpinos. En 1847, despusde trece aos de andar en los hielos, los valles y las mo-rrenas cuando se imprima el segundo volumen de Cos-mos, Agassiz publicaba un libro, con poco impacto alprincipio, en el que arriesgaba la audaz hiptesis de queEuropa haba estado ocupada miles de aos antes por in-mensos glaciares que cubran la mayor parte del conti-nente. La Tierra, segn Agassiz, haba sufrido periodos deenfriamiento, a los que llam glaciaciones, seguidos porperiodos de calentamiento o interglaciares en los quela vegetacin tropical haba llegado hasta las latitudesboreales.

    En un principio la idea fue tratada con desdn por lacomunidad cientfica europea, cegada por la aparenteevidencia de que los ciclos climticos de invierno y vera-no se repetan con la precisin de un reloj. Fueron nece-sarios muchos aos de evidencias fosilizadas, de descu-brimientos geolgicos, as como la teora de le evolucinde Darwin para que el pblico empezara a tomar en se-rio la teora de Agassiz sobre las Edades Glaciales (quien,paradjicamente, se dedic a combatir con celo religiosolas ideas evolucionistas que sus propios descubrimientoshaban ayudado a desarrollar).

    Para Humboldt, sin embargo, era obvio que el ambien-te global haba pasado por sucesivos periodos de calenta-miento y enfriamiento durante los ltimos siglos, y plan-te el problema con toda claridad en el Ensayo sobre lageografa de las plantas, casi cincuenta aos antes queAgassiz: Para decidir el problema de la migracin de losvegetales, la geografa de las plantas desciende al interiordel globo terrqueo y consulta ah los antiguos monu-mentos que la naturaleza ha dejado en las petrificacio-nes, los bosques fsiles y las capas de hulla que constitu-yen la primera vegetacin de nuestro planeta. Descubrelos frutos petrificados de las Indias, las palmeras, los he-

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  • lechos arbreos, las escitamneas y el bamb de los tr-picos, sepultados en las heladas tierras del norte; consi-dera si estas producciones equinocciales, lo mismo quelos huesos de los elefantes, tapires, cocodrilos y didelfos,recientemente encontrados en Europa, han sido trans-portados a las regiones templadas por la fuerza de las co-rrientes en un mundo sumergido bajo el agua, o si estasmismas regiones alimentaron en la antigedad las pal-meras y el tapir, el cocodrilo y el bamb. Uno se inclinahacia esta opinin, cuando se consideran las circunstan-cias locales que acompaan estas petrificaciones de lasIndias.

    Sin conocer los valle glaciares que llevaron a Agassiza elaborar su teora, simplemente viajando por Venezue-la, Ecuador y Mxico, Humboldt haba llegado ya me-dio siglo antes a la conclusin de que el clima en laTierra no era constante.

    Wegener, el gran menospreciado

    En 1880, pocos aos despus de la muerte de Agassizen los Estados Unidos, otro gran precursor naca enAlemania; su nombre era Alfred Lothar Wegener. Des-pus de obtener un doctorado en la Universidad de Ber-ln en 1905, Wegener tuvo oportunidad de integrarse auna expedicin danesa a Groenlandia de 1906 a 1908.All empez a interesarse en el movimiento de los conti-nentes a escala global, y elabor una teora que en sutiempo casi nadie quiso aceptar.

    Como otros cientficos que lo precedieron, Wegenerhaba notado la similitud del perfil de las costas de fricay Amrica, y especul que estas tierras haban estado al-guna vez unidas posiblemente en el Paleozoico tardo,unos doscientos cincuenta millones de aos atrs for-mando un supercontinente ancestral al cual llam Pan-gea. Basado en evidencias biolgicas y geolgicas, Wege-ner pudo demostrar que rocas y fsiles similares seencontraban en las costas de continentes separados, co-mo Amrica y frica, y que grupos biolgicos emparen-tados poblaban reas ahora distantes. En apoyo a su teo-ra, adems, esgrimi el argumento de la presencia deorganismos fsiles tropicales en ambientes actualmenterticos.

    Basado en estas evidencias, Wegener postul la teorade la deriva continental, en la que aseguraba que los conti-nentes se desplazaban lentamente sobre la corteza terres-tre. Sin embargo, la falta de un mecanismo que explicarala causa de esto, y el rechazo enrgico y fundamentalistadel establishment geolgico, llevaron a los investigadores

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  • de su poca a desechar las hiptesis del movimiento con-tinental, a pesar de los incuestionables argumentos deWegener. Amargado por la falta de reconocimiento, We-gener muri heroicamente en 1930, en el rescate de ungrupo de colegas que se haba extraviado en el hielo, du-rante su tercera expedicin a Groenlandia. Nunca lleg aenterarse de que, en los sesentas, su teora sera retoma-da con el nombre de tectnica de placas, y que sus ideasdieron a la geologa una teora unificadora, que lo expli-ca todo; desde los volcanes y los terremotos, hasta la for-macin de cordones de montaas y cuencas ocenicas.

    Humboldt haba concluido, sorprendentemente, quelos continentes se movan de alguna manera, y haba lle-gado a esta deduccin unos ciento veinte aos antes queWegener. Nuevamente, sus razonamientos se basaban en lasimple observacin de campo sobre la distribucin geo-grfica de las plantas: Para decidir acerca del antiguoenlace de continentes ve-cinos, la geologa se fundasobre la anloga estruc-tura de las costas, los ba-jos del ocano y la iden-tidad de los animales quelos habitan. La geografade las plantas proporcio-na materiales preciosospara este gnero de inves-tigaciones: desde ciertopunto de vista, puede ha-cernos reconocer las islasque, antiguamente unidas, se han separado; muestra quela separacin de frica y Amrica meridional se hizo an-tes del desarrollo de los seres organizados. Todava ms,esta ciencia nos muestra cules plantas son comunes alAsia oriental y a las costas de Mxico y California [...]Con la ayuda de la geografa de las plantas puede uno re-montar con cierta certeza hasta el primer estado fsicodel globo.

    Milankovich, o las desventajas de publicar en serbio

    Nacido en 1878 unos pocos meses antes que Wege-ner, el tercer gran precursor de esta historia es un ma-temtico serbio, profesor de mecnica en la Universidadde Belgrado, de nombre Milutin Milankovich; quien de-mostr que la cantidad promedio de radiacin prove-niente del Sol que llega a la Tierra no es constante, comose crea, sino que vara de acuerdo a tres factores que in-ducen cambios en la trayectoria del planeta. En primer

    lugar, la excentricidad de la rbita terrestre experimentavariaciones peridicas, que tienen como consecuencia lamodificacin de la distancia media entre la Tierra y elSol; cuando sta aumenta en la elipse orbital, disminuyeel flujo anual de energa solar incidente. En segundo lu-gar, la inclinacin del eje de la Tierra el ngulo entreel eje de rotacin y el plano de la rbita, que en la actua-lidad es de 23 27, sufre fluctuaciones a lo largo deltiempo causadas por la influencia gravitatoria de los de-ms planetas. Finalmente, el eje de rotacin terrestrecambia la direccin hacia la cual se inclina, igual que untrompo al girar, y describe un cono perpendicular al pla-no que contiene la rbita terrestre, lo cual, a su vez, oca-siona que el equinoccio se ubique en distintas partes dela rbita terrestre segn la orientacin del eje. A este fe-nmeno se le denomina precesin de los equinoccios.Milankovich pudo calcular que los periodos caracters-

    ticos de los efectos pro-ducidos por cada uno delos tres factores anterioresexcentricidad de la r-bita, inclinacin del eje, yprecesin de los equinoc-cios son de cien mil, cua-renta y un mil, y veintidsmil aos, respectivamen-te. Sus estudios demostra-ron que el efecto combi-nado de los tres ciclos essuficiente como para que

    la Tierra pueda calentarse y enfriarse significativamen-te, produciendo las glaciaciones de los ltimos dos millo-nes de aos.

    Durante casi cincuenta aos, desde su publicacin envarias revistas serbias en la dcada de los veintes, su teorafue ignorada por la comunidad cientfica. Sorpresivamen-te, en 1976, un trabajo escrito por J. D. Hays, J. Imbrie yN. J. Shackleton, aparecido en la prestigiosa revista Scien-ce, demostr que las temperaturas globales inferidas a par-tir de ncleos del sedimento marino correspondan conlos cambios en la rbita y la inclinacin de la Tierra pre-dichos por Milankovich. En efecto, los datos mostrabanque los cambios en la excentricidad, inclinacin y prece-sin de la Tierra eran los motores del cambio climticoglobal.

    Desafortunadamente, Milankovich no pudo verse rei-vindicado, ya que haba fallecido dieciocho aos antes.

    Sin desarrollar la elegante y compleja teora del ma-temtico serbio, Humboldt haba intuido la razn pro-

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  • funda de los cambios que haban operado para l demanera obvia y transparente sobre el clima de la Tie-rra en el pasado: Pero pueden admitirse estos enormescambios en la temperatura de la atmsfera, sin recurrir aun desplazamiento de los astros o a un cambio en el ejede la Tierra? [] Un aumento en la intensidad de los ra-yos solares, habra expandido, en ciertas pocas, el calorde los trpicos sobre las zonas vecinas del polo? Estas va-riaciones, que habran hecho a Laponia habitable paralas plantas equinocciales, los elefantes y los tapires, sonperidicas? O son el efecto de algunas causas pasajerasy perturbadoras de nuestro sistema planetario?

    Del conocimiento a la accin

    De manera prodigiosa, Humboldt pudo anticipar a par-tir de sus exploraciones en Mxico y Sudamrica lasgrandes teoras biolgicas que surgiran y se consolida-ran en los siguientes doscientos aos. Si bien, quizs,esa no es su grandeza fundamental, su capacidad de in-ferir el funcionamiento de sistemas tan complejos no de-ja de ser un motivo de asombro, que para Mxico leguna de las ms lcidas descripciones de nuestra natura-leza y cultura durante el siglo XVIII. En referencia a la Ciu-dad de Mxico Humboldt escribi en el Ensayo polticosobre el Reino de la Nueva Espaa, publicado en 1822: Laconstruccin de la nueva ciudad, comenzada en 1524, con-sumi una inmensa cantidad de maderas de armazn ypilotaje. Entonces se destruyeron, y hoy se contina des-truyendo diariamente, sin plantar nada de nuevo, si seexceptan los paseos y alamedas que los ltimos virre-yes han hecho alrededor de la ciudad y que llevan susnombres. La falta de vegetacin deja el suelo descubiertoa la fuerza directa de los rayos del sol, y la humedad queno se haba ya perdido en las filtraciones de la roca amig-daloide basltica y esponjosa, se evapora rpidamente yse disuelve en el aire, cuando ni las hojas de los rbolesni lo frondoso de la yerba defienden el suelo de la influen-cia del sol y vientos secos del medioda [...] Como en todoel valle existe la misma causa, han disminuido visible-mente en l la abundancia y circulacin de las aguas. Ellago de Texcoco, que es el ms hermoso de los cinco, y queCorts en sus cartas llama mar interior, recibe actual-mente mucha menos agua por infiltracin que en el sigloXVI, porque en todas partes tienen unas mismas conse-cuencias los descuajos y la destruccin de los bosques.

    Dos siglos antes de que la Ciudad de Mxico enfrentarala crisis ambiental que hoy vive, Alexander von Humboldtpudo prever las dificultades hidrolgicas que sobrevendran

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  • problemas centrales de la ciencia y de las sociedades mo-dernas que debemos enfrentar y resolver todos los sereshumanos de manera colectiva. Es una cuestin esencialpara la sobrevivencia del planeta, y para nuestra propiasobrevivencia. Pero tambin es parte de nuestra heren-cia cultural, de ese celo por las ciencias naturales enque con tanto honor se distingue Mxico, como tan bienlo describi Alexander von Humboldt. Muchas veces he-mos repetido que debemos conservar la naturaleza pornuestros hijos y por los hijos de nuestros hijos. Es cierto,pero quizs tambin debemos cuidar la naturaleza por lanaturaleza misma, sin ms recompensa que sentirnosparte de la continuidad de la evolucin biolgica sobre laTierra. Si Humboldt estuviera hoy vivo, creo que estarade acuerdo.

    REFERENCIAS BIBLIOGRFICASHumboldt, Alejandro de. 1811. Ensayo poltico sobreel Reino de la Nueva Espaa. Porra, Mxico, 1978.

    Humboldt, Alexander von. 1805. Ensayo sobre lageografa de las plantas. Siglo XXI/UNAM, Mxico, 1997.

    Alejandro de Humboldt. 1834. Viaje a las RegionesEquinocciales del Nuevo Continente. Monte vila, Ca-racas, 1991.

    IMGENESP. 4: Humboldt y Bonpland, Vista de las cordilleras, ca.1799. P. 5: M. Alcide DOrbigny, Un viaje pintoresco enlas dos Amricas, ca. 1799. P. 6: Humboldt, Boceto deun aucar de cara negra del ro Negro, ca. 1800. P. 7:Roth, Homboldt y Bonpland en el Orinoco rodeados por

    sus ejemplares, ca. 1800. P. 8: Keller- Leuzinger, Hum-boldt y Bonpland en una regin desconocida del AltoOrinoco, ca. 1800; Keller, Humboldt y Bonpland en uncampamento en el Orinoco, ca. 1800. P. 9: Humboldt,Foca de la costa pacfica del Per, ca. 1802. P. 10: W.Von Kaulbach, Humboldt vea su trabajo en Cosmos co-mo una carrera contra la muerte . P. 11: Humboldt, Per-fil del Chimborazo mostrando la localizacin de plantasa distintas altitudes, ca. 1787; Humboldt, Hoco o pavosilvestre, ca. 1800.

    Exequiel Ezcurra

    Instituto Nacional de Ecologa.

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    11y pudo atribuirlas, correctamente, a las consecuenciasde los descuajos y la destruccin de los bosques. La de-vastacin forestal, profetiz, traera graves consecuen-cias para el ciclo del agua.

    Hoy, gracias a las teoras modernas de la diversidadbiolgica sabemos que los bosques, y en particular los bos-ques tropicales, son tambin inmensos reservorios deriqueza biolgica, en donde sobrevive una gran parte de lasespecies del planeta. Un concepto que, por supuesto, tam-poco fue ajeno a Humboldt, quien realiz en el Ensayosobre la geografa de las plantas el primer anlisis serio dela importancia de la diversidad biolgica en los bosquestropicales de montaa: De tal estado de cosas resulta quecada altura bajo los trpicos, al presentar condicionesparticulares, ofrece tambin productos variados segn lanaturaleza de las circunstancias, y que en los Andes deQuito, en una zona de mil toesas (dos mil metros) de an-chura horizontal, se descubrir una mayor variedad deformas que en una zona de la misma extensin en la pen-diente de los Pirineos.

    Del conocimiento de un fenmeno surge la apreciacindel mismo, y de sta la necesidad de protegerlo. As, enlas notas precursoras tomadas por dos botnicos Hum-boldt y Bonpland, sin ms elementos que un teodolito,una brjula, una prensa de herbario y una desbordadapasin por la observacin minuciosa del mundo natural,est tambin contenido el embrin de la biologa de laconservacin, la semilla de la proteccin de la diversidadnatural.

    La conservacin de la riqueza biolgica es un impera-tivo de la coyuntura global del siglo XXI, y es uno de los