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FACULTAD DE PSICOLOGÍA GRADO EN PSICOLOGÍA TRABAJO FIN DE GRADO EL PESIMISMO DEFENSIVO: UN RECORRIDO TEÓRICO Y PRÁCTICO A TRAVÉS DEL CONCEPTOAutor: André Ducrós Varela Tutor: María Paz Quevedo Aguado SALAMANCA, 2016. Universidad Pontificia de Salamanca

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FACULTAD DE PSICOLOGÍA

GRADO EN PSICOLOGÍA

TRABAJO FIN DE GRADO

“EL PESIMISMO DEFENSIVO:

UN RECORRIDO TEÓRICO Y PRÁCTICO

A TRAVÉS DEL CONCEPTO”

Autor: André Ducrós Varela

Tutor: María Paz Quevedo Aguado

SALAMANCA, 2016.

Universidad Pontificia de Salamanca

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El Pesimismo Defensivo André Ducrós Varela

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Resumen:

En el presente trabajo conocemos un poco más en profundidad el concepto de

pesimismo defensivo. Realizamos un recorrido teórico del tema principalmente a través

de la obra de Julie K. Norem, la autora que más ha estudiado el concepto. Exploramos

las principales características e implicaciones del pesimismo defensivo además de poner

de manifiesto tanto los beneficios que aporta este estilo de pensamiento como los

riesgos que conlleva su uso inadecuado. Finalmente, también se realiza un Análisis

Bibliométrico sobre toda la documentación acerca del pesimismo defensivo, con el fin

de comprender la reciente aparición del término en la literatura científica y justificar la

escasa bibliografía del tema disponible en idioma castellano.

Palabras clave: Pesimismo defensivo, pesimismo, optimismo, análisis

bibliométrico.

Abstract:

In the present study we review the knowledge about the concept of defensive

pessimism. We go over a theoretical trip through the concept, mainly by the work of

Julie K. Norem, recognized as the most relevant expert. We review the main

characteristic and implications of defensive pessimism, highlighting the benefits of the

theoretical notion as well as the risks of its misuse. Finally, we include in the study a

bibliometric analysis of the literature, justifying the reasons of the recent appearing of

this term in the scientific literature, and the scarcity of available bibliography in

Spanish.

Key Words: Defensive pessimism, pessimism, optimism, bibliometric analysis.

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INTRODUCCIÓN: ........................................................................................................... 5

1.- DIFERENCIACIÓN CONCEPTUAL: ................................................................... 7

Pesimismo defensivo: ................................................................................................ 7

Pesimismo: ................................................................................................................ 7

Optimismo: ................................................................................................................ 8

Optimismo no realista o ilusorio: .............................................................................. 8

1.1.- ¿Qué diferencias existen entre un pesimista defensivo y un optimista? ........... 9

1.2.- ¿Qué diferencias existen entre un pesimista defensivo y un pesimista? ......... 11

2.- ORÍGENES: .......................................................................................................... 14

3.- CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES DEL PESIMISMO DEFENSIVO: 16

3.1.- ¿Elegimos que estrategia utilizar o nos viene dada? ....................................... 16

3.2.- El pesimismo defensivo es el compañero perfecto para la ansiedad. ............. 17

3.3.- ¿Pueden los pesimistas defensivos relajarse o prever altos resultados? ......... 21

3.4.- El pesimista defensivo tolera muy bien las emociones negativas................... 22

3.5.- Estilo atribucional: .......................................................................................... 24

3.6.- El pesimismo defensivo en relación con la felicidad. ¿Son más infelices?

¿Procesan peor las malas noticias? .......................................................................... 25

4.- QUÉ NO ES EL PESIMISMO DEFENSIVO Y QUÉ RIESGOS PUEDE

CONLLEVAR NO APLICARLO DE MANERA ADECUADA: ............................. 29

5.- ANÁLISIS BIBLIOMÉTRICO: ........................................................................... 31

5.1.- Justificación del análisis bibliométrico y breve definición del concepto: ...... 31

5.2.- Variables: ........................................................................................................ 32

5.3.- Bases de datos: ................................................................................................ 32

5.4.- Resultados: ...................................................................................................... 33

5.5.- Análisis de contenido: ..................................................................................... 36

CONCLUSIONES: ......................................................................................................... 40

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: .......................................................................... 42

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INTRODUCCIÓN:

Dentro del ámbito de la psicología de la personalidad podemos encontrar una

amplia variedad de contenido acerca del optimismo y sus beneficios para la salud

mental, a veces, incluso, también para la salud física. Solo en el año 2015, la Asociación

Americana de Psicología registró en su base de datos un total de 545 documentos que

contenían en su título, abstract o palabras clave el término optimismo. Por otra parte,

con los mismos criterios de búsqueda, la misma base de datos únicamente registró 95

documentos relacionados con el pesimismo.

Este dato puede quedarse en una simple anécdota, pero también puede ser

ilustrativo de la marcada tendencia general de la sociedad y las personas hacia el

optimismo, alejándose por completo de contemplar la opción negativa, es decir, la

pesimista. Aun con todo esto, este trabajo no pretende demostrar que éste camino sea el

equivocado, ni mucho menos.

En este escenario, pretendemos poner un pequeño foco sobre el pesimismo

defensivo, el cual es un término que ha nacido en el mejor momento posible. Este

trabajo abordará gran parte de lo relacionado con el concepto y descubriremos, a medida

que lo conozcamos, la gran cantidad de beneficios que puede traernos contemplar

también los aspectos negativos de la vida. Además, consideramos que actualmente, un

trabajo acerca del pesimismo defensivo es una de las mejores maneras de realizar un

arañazo realista a la burbuja optimista en la que parece que actualmente vivimos y poner

de manifiesto la importancia de no olvidarnos de los aspectos negativos de la vida,

componentes inevitables de la misma.

Por otro lado, viendo la juventud y poca relevancia de este término en la literatura

sobre psicología de la personalidad actual, hemos considerado adecuado y necesario

realizar un análisis bibliométrico del concepto con el fin de conocer un poco más su

periodo de desarrollo y estado actual.

Marcados estos objetivos, hemos dividido el trabajo en tres partes. En primer

lugar, presentaremos el concepto de pesimismo defensivo y realizaremos un pequeño

viaje por la gran mayoría de características e implicaciones que lo definen. En segundo

lugar, encontraremos todo lo referido al trabajo de análisis bibliométrico sobre el

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concepto. Por último, se han recopilado una serie de conclusiones acerca de todo el

trabajo realizado, tanto de la parte teórica como de los resultados de la parte práctica

llevada a cabo.

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1.- DIFERENCIACIÓN CONCEPTUAL:

Presentamos a continuación una serie de definiciones técnicas acerca del

pesimismo defensivo, el pesimismo, el optimismo y el optimismo ilusorio, con el fin de

aclarar sobre qué hablamos cuando nos referimos a cada concepto.

Pesimismo defensivo:

El pesimismo defensivo es una estrategia cognitiva variante del pesimismo que

consiste en poseer bajas expectativas de resultado ante un acontecimiento o situación

cercana, independientemente de que se posea a un historial de éxitos en similares

circunstancias (Norem y Cantor, 1986) (Pérez García y Sanjuán Suarez, 2003). Un

ejemplo de este tipo de pensamiento podría ser el de un joven que teme que le pidan el

documento de identidad y el de la propia universidad o que su bolígrafo se quede sin

tinta en medio del examen al que está a punto de presentarse.

Pesimismo:

Para acercar una idea de lo que es el pesimismo acudimos a la definición que

aporta el diccionario de la Real Academia Española (2016), que lo precisa como “la

propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más desfavorable”. Es decir,

hablamos de una tendencia a poner especial atención en los aspectos negativos de las

cosas, además de buscarlos. Un ejemplo de este estilo de pensamiento pudiera ser el de

una persona que cuando va al trabajo, día tras día, solo piensa en las críticas que le hará

su jefe por el último informe presentado, en la aburrida conversación que tiene su

compañero en la sala del café o en la cantidad de papeleo atrasado que le espera en su

despacho.

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Optimismo:

Cuando hablamos de optimismo, podemos hablar de dos tipos: disposicional y

situacional. Es el primero, el optimismo disposicional, el que más se ha estudiado por

parte de los investigadores y se define como una expectativa generalizada, constante en

el tiempo, con la cual se anticipan siempre resultados positivos ante los distintos

eventos de la vida (Carver y Scheier, 2001; Bermúdez et al., 2011). El optimismo

situacional, por otro lado, hace referencia a poseer estas mismas expectativas de

resultado pero enfocadas en un momento y evento concreto. (Pérez García y Sanjuán

Suarez, 2003).

Es fácil imaginarse unos ejemplos de estas definiciones de optimistas. Un

optimista disposicional es la persona que considera que todo a lo que se enfrente le

saldrá como el desea y, por otro lado, un optimista situacional podría hacer referencia a

un jugador de billar que considera que va a tener éxito en cualquier partida que juegue.

Optimismo no realista o ilusorio:

Voltaire afirmó en 1759 que el optimismo era la tendencia a considerar que las

cosas van bien aun cuando realmente no es así. Es curioso destacar que, a día de hoy,

esta definición se acerca mucho más al concepto de optimismo no realista o ilusorio.

Pérez García y Sanjuán Suarez (2003) nos ofrecen una descripción más técnica de éste

término y nos explican que hace referencia a las personas que viven convencidas de

tener menos probabilidades que otras personas de sufrir eventos negativos como

accidentes, enfermedades graves, robos, etc. Este estilo de pensamiento tiene un cierto

grado de consecuencias negativas para la persona, ya que debido a esa especie de

invulnerabilidad con la que se siente, el sujeto tiende a llevar a cabo un mayor número

de conductas de riesgo y a no involucrarse en conductas favorecedoras de salud.

Un ejemplo de este tipo de personas podría ser la de un joven que apueste

absolutamente todo su dinero a una determinada jugada porque está convencido de que

resultará ganador o, por otro lado, aquella persona que no hace uso del casco de

seguridad cuando utiliza una motocicleta porque considera que no va a ocurrirle nada

malo.

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Una vez introducidos los términos y variables sobre las que va a versar este

trabajo, nos parece fundamental establecer cuáles son las principales diferencias que hay

entre ellos, con el fin de delimitar sus ámbitos de investigación, por eso expondremos a

continuación qué hace distinto al pesimismo defensivo del pesimismo y del optimismo, y

por qué motivo merece ser definido aparte y especial atención a sus características e

implicaciones.

1.1.- ¿Qué diferencias existen entre un pesimista defensivo y un optimista?

Todos los trabajos llevados a cabo acerca de las diferencias entre pesimistas y

optimistas respecto al rendimiento en la tarea invitan a pensar que el pesimismo

defensivo será un obstáculo más a la hora de conseguir nuestros objetivos. Sin embargo,

recientes investigaciones parecen demostrar que tal hipótesis no es para nada cierta y

que ésta estrategia cognitiva no afecta al rendimiento en la tarea (Norem, 2001). Oliver

Bukerman expone esta idea en su libro “El antídoto” en el que afirma que,

recientemente, algunos psicólogos han llegado a la conclusión de que “el pesimismo

puede ser a menudo tan saludable y productivo como el optimismo” (Bukerman, 2013,

p.20). Las recientes investigaciones, por último, han demostrado que los pesimistas

defensivos rinden igual de bien que los optimistas (Norem, 2001)

Es importante recalcar que en ningún momento se pretende demostrar que el

pesimismo defensivo representa una técnica de afrontamiento de realidades más eficaz o

mejor que el optimismo. Únicamente pretendemos poner de manifiesto que el

pesimismo defensivo es otra estrategia a contemplar diferente al optimismo y que

garantiza, al menos, un nivel de éxito similar (Norem, 2001).

Según Pérez García y Sanjuán Suarez, ambos estilos de pensamiento llegan a los

mismos resultados por caminos distintos. Mientras que los optimistas obtienen sus

resultados focalizándose en pensamientos no relacionados con la tarea, los pesimistas

defensivos utilizan estrategias cognitivas orientadas a la solución de problemas. Prevén

posibles errores y se esfuerzan por combatirlos además de identificar sus debilidades y

buscar alternativas (Pérez García y Sanjuán Suarez, 2003).

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Tanto el optimismo como el pesimismo son dos distintos tipos de estrategias y

están muy relacionadas con la personalidad de cada uno. Es un error pretender imponer

nuestra estrategia a la otra persona. Precisamente, en línea con lo comentado y con la

gran cantidad de estudios de los últimos años en los que se presenta al optimismo como

el único camino directo hacia el éxito, la investigadora Julie K. Norem nos presenta un

experimento curioso. Cuando impedimos, tanto a optimistas como a pesimistas

defensivos, llevar a cabo sus estrategias contra la ansiedad que puede generar una tarea,

ambos se ven perjudicados en su rendimiento. Los optimistas para combatir la ansiedad

llevan a cabo cualquier conducta que les permita no pensar en ella, es decir, se distraen

y la evitan. Cuando les impedimos hacer esto y se les obliga a repasar todo lo que puede

ir mal en la próxima tarea que van a realizar, rinden tan mal como cuando obligamos a

los pesimistas defensivos a distraerse y no pensar en la tarea. Norem lleva a cabo una

gran cantidad de estudios de este tipo en los que comprueba este hecho. Si impedimos

tanto a optimistas como a pesimistas defensivos realizar sus estrategias, el rendimiento

de ambos tipos se verá afectado (Norem, 2001).

Norem argumenta que las personas que no sufren ansiedad ante los distintos

acontecimientos de la vida, la estrategia del pesimismo defensivo la verán totalmente

inútil. En cambio, las personas que, por cuestiones de temperamento o contexto, sufren

mayor ansiedad ante un diverso tipo de situaciones, encuentran en esta estrategia una

forma de contrarrestar su ansiedad y de alcanzar, mediante otros métodos, el éxito, al

igual que los optimistas (Norem, 2001). Esto es una interesante cuestión que

desarrollaremos más adelante.

Aun con todo esto, ambos estilos de pensamiento pueden tener dificultades en la

vida diaria. Sería lógico admitir que cada uno encontrará determinados ambientes en los

que se verá favorecido y determinados ambientes en los que se verá perjudicado. Un

pesimista defensivo pueda encontrarse ante una tarea la cual, por motivos externos, no

le permita a la persona poder representar mentalmente todos los posibles errores o

problemas con los que se puede encontrar. Al igual, por otro lado, un optimista, puede

tener que enfrentarse a una en la que se vea obligado a reflexionar sobre todos los

puntos débiles.

Del mismo modo, también habrá una serie de ambientes en los que uno de los dos

estilos de pensamiento sea más adecuado y genere mejores resultados que otro (Norem,

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2001). Mientras que un pesimista defensivo podría rendir muy bien preparando un

informe sobre los principales riesgos para la empresa de una determinada operación

económica; un optimista puede obtener un gran éxito a la hora de manejarse como

vendedor de inmuebles. Lógicamente, cada ambiente reclamará una respuesta concreta

y a veces algunos ambientes favorecerán a unos y perjudicarán a otros.

Para concluir es importante señalar que todos tenemos personalidades variadas y

debemos utilizar la estrategia con la que más nos sintamos a gusto y más resultados nos

proporcionen. Algunos optarán por el optimismo y otros optarán por el pesimismo

defensivo, pero ambas estrategias pueden ser igual de eficaces. Las personas somos

distintas y lo que le puede funcionar a uno puede ser completamente ineficaz para otra

persona (Norem, 2001).

Además, también es importante señalar que el optimismo y el pesimismo

defensivo no son caras completamente opuestas. Podemos encontrarnos con muchas

personas que pueden tener un pensamiento pesimista defensivo ante diversas

situaciones y en cambio ante otras no tenerlo e incluso caracterizarse por tener un

pensamiento optimista ante esos aspectos concretos. De la misma manera, podemos

hablar de optimistas que en algún momento determinado utilizan técnicas del

pesimismo defensivo (Norem, 2001).

1.2.- ¿Qué diferencias existen entre un pesimista defensivo y un pesimista?

La principal diferencia entre los pesimistas defensivos y los pesimistas está en la

conducta. Al igual que un pesimista, los pesimistas defensivos prevén toda una serie de

sucesos negativos, pero, ante ellos, no juegan un papel pasivo como lo harían los

pesimistas. Un pesimista defensivo es activo, tiende a la acción. Se imaginan las peores

circunstancias y trabajan para evitar que se den. Esto se traduce de una manera muy

concreta: los pesimistas defensivos tienen esperanza, confían en que pueden luchar y

evitar sus peores presagios. Estas personas juegan un papel activo y toman

responsabilidad con la tarea que tienen ante ellos (Norem, 2001).

A esto también se refiere el periodista Oliver Bukerman cuando pretende hacer

distinción entre los conceptos aceptación y resignación. Afirma que tomar en cuenta la

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realidad de la situación, que está ocurriendo tal situación y no otra, no significa que no

tengamos que tratar de cambiarla. El autor ejemplifica esta diferencia con el caso de una

mujer maltratada, que acepta que está siendo víctima de la violencia de su pareja pero

toma las medidas necesarias para salir de esa situación (Bukerman, 2013).

De igual manera actúan los pesimistas defensivos. Cuando un joven que haga uso

de esta estrategia se desanime pensando en que en el próximo examen que tendrá le

harán las preguntas más difíciles y concretas del temario, pondrá todo sus recursos y

atención en evitar esta circunstancia, estudiando y repasando los aspectos más concretos

del temario. Por el contrario, un pesimista abandonará el estudio totalmente

desesperanzado convencido de que le será totalmente imposible aprobar el examen.

También encontramos diferencias entre pesimistas y pesimistas defensivos

respecto a los efectos que tiene la ansiedad en cada uno de ellos. Los pesimistas

sucumben ante el miedo que les provoca los fracasos que prevén y esto afecta, por

ejemplo, a sus relaciones sociales. Aquella persona pesimista no acudirá a la cena de

empresa porque temerá no tener tema de conversación con sus compañeros, mancharse

la ropa con salsa de tomate y que su jefe le haga una broma de la que todos se rían

(Norem, 2001).

Por otro lado, los pesimistas defensivos se sirven de su estrategia para reducir ésta

ansiedad y obtener sus logros. La autora Julie K. Norem llevo a cabo una investigación

de casos con estudiantes universitarios. Proporcionó de forma periódica una serie de

cuestionarios a los jóvenes a lo largo de su carrera universitaria y los primeros años en

el mundo laboral. Las conclusiones de investigación fue que únicamente los estudiantes

que sufrían de ansiedad y se servían del pesimismo defensivo a la hora de llevar a cabo

sus relaciones sociales, fueron capaces de construir una red de amistades. No lo

lograron, por otro lado, los estudiantes que sufrían de ansiedad pero no recurrían al

pesimismo defensivo (Norem, 2001).

Entonces, ¿por qué tienen éxito los pesimistas defensivos a diferencia de los

pesimistas? La misma autora nos proporciona la respuesta. Norem afirma que los

pesimistas defensivos, gracias a su estrategia, llevan a cabo procesos muy parecidos a

los que los expertos en motivación señalan como claves a la hora de llevar a cabo

nuestros objetivos. Cuando un pesimista defensivo repasa mentalmente todo lo que

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puede ir mal, está creando focos de intervención, es decir, pequeñas dificultades que

superar para alcanzar el éxito. Dicho de otro modo, la persona reflexiona sobre todos y

cada uno de los posibles obstáculos que se pueda encontrar, convirtiéndolos en

pequeños pasos a dar. Esto hace que el paso a la acción sea mucho más sencillo, porque

los objetivos son pequeños y concretos (Norem, 2001).

Haciendo hincapié en ésta idea, el pesimista defensivo no afirma generalmente

“quisiera tener pareja”; se imagina todo lo peor que podría pasar a la hora de intentar

relacionarse con una mujer: ella puede reírse de su forma de vestir, él puede quedarse en

blanco a la hora de hablar o, incluso, disgustar a la otra persona por oler mal... lo que

genera que la persona se fije pequeños objetivos y pase a la acción fácilmente. Es muy

probable que nuestro pesimista defensivo opte por ojear un par de revistas de moda

masculina, preparare un par de temas de conversación y busque en el mercado alguna

fragancia agradable, porque el paso a la acción es sencillo cuando nos preocupan

elementos concretos.

Ésta característica de los pesimistas defensivos podemos observarla en otros

aspectos. A la hora de describirse negativamente, los pesimistas defensivos, lo hacen de

una manera más específica y concreta que los pesimistas, quienes optan por

descripciones más generales (Norem, 2001). Volvemos a encontrarnos con lo expuesto

anteriormente: el hecho de que la persona se centre en aspectos negativos concretos,

hace que se conviertan en pequeños objetivos más fáciles de corregir o mejorar, es

decir, tienen un marco de acción más concreto que los pesimistas. Mientras que un

pesimista considera, por ejemplo, que “no gusta a nadie”, el pesimista defensivo percibe

que no es capaz de relacionarse con sus compañeros de trabajo tan bien como a él le

gustaría.

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2.- ORÍGENES:

En su significado más amplio, el pesimismo defensivo no es algo nuevo.

Reflexionar sobre la peor situación que puede darse y trabajar con el fin de evitarlo es

una capacidad humana de la que disponemos desde el comienzo de los tiempos. Las

vacunas o la construcción de edificios con capacidad para resistir temblores de tierra es

un ejemplo del resultado de la puesta en marcha de un pensamiento pesimista defensivo:

actuamos para prevenir la peor situación. Esto puede trasladarse a la vida personal de

cada uno y existen gran cantidad de personas que utilizan esta técnica a la hora de

enfrentarse a diferentes situaciones.

Como veremos más profundamente a lo largo de este trabajo, el estoicismo es un

movimiento filosófico datado del siglo 3 a.C. que recoge ciertas similitudes con el

pesimismo defensivo. Es interesante comprobar que tales ideas como enfrentarse a la

posibilidad de que las cosas vayan mal o no forzarse a evitar pensamientos sobre las

peores situaciones y pensar activamente en ellas, no son algo nuevo, ni mucho menos

algo perjudicial para la persona.

El concepto surge en una época donde la palabra negativo o pesimista casi no se

contemplaban. Los estudios acerca del optimismo rebosaban. Muchos trabajos

afirmaban que éste tipo de pensamiento traía consigo resultados positivos, por como

favorecía en la consecución de nuestros objetivos, además de contribuir a nuestra

felicidad y satisfacción (Dember y Brooks, 1989; Myers y Diener, 1995). A su vez, el

pesimismo se contemplaba y exponía como todo lo contrario. Se relacionó con la

depresión (Alloy y Ahrens, 1987; Beck, 1967, 1976; Žužul, 2008) y con el suicidio

(Cropley y Wecknowicz, 1966; Žužul, 2008); además, si nos marcamos expectativas

bajas, nuestro rendimiento en cualquier tarea se verá afectado (Sherman, Skov, Hervitz,

& Stock, 1981).

Como concepto, el pesimismo defensivo nace en 1986 la mano de los estudios de

las norteamericanas Nancy Cantor y Julie K Norem. Sus primeras investigaciones se

centraron en personas de éxito quienes ellos mismos se consideraban pesimistas. De esa

manera, el primer enfoque consistió en investigar por qué su pesimismo no les afectaba

en la consecución de sus metas. Rápidamente se descubrió que éxito se debía

precisamente a que eran personas pesimistas (Norem, 2001). El término aparece por

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primera vez definido en un artículo que ambas autoras publicaron conjuntamente,

“Anticipatory and post hoc cushioning strategies: Optimism and defensive pessimism in

'risky' situations” (1986). En él se recogió la información y los datos sobre un estudio

llevado a cabo por Norem y Cantor en el que compararon las estrategias cognitivas que

tanto optimistas como pesimistas defensivos llevaban a cabo a la hora de prepararse

para una tarea. (Cantor y Norem, 1986).

A finales de 1986, Norem y Cantor, vuelven a publicar otro artículo acerca del

pesimismo defensivo, “Defensive pessimism: Harnessing anxiety as motivation”

(1986). En este trabajo empírico, recogen los beneficios que aporta el pesimismo

defensivo a la hora de combatir la ansiedad que genera una tarea en las personas.

Además, también se comprueba lo importante que es para cada persona llevar a cabo su

determinada estrategia cognitiva ante la situación, ya que cuando se interfiere en ésta

estrategia y no se les permite a los sujetos llevarlas a cabo, su rendimiento en la tarea se

ve afectado (Cantor y Norem, 1986).

Nuevamente a finales de 1987, las dos autoras vuelven a publicar otro artículo,

“Life tasks, self-concept ideals, and cognitive estrategias in a life transition” (1987) en

el que se presenta un estudio longitudinal en estudiantes que han salido de casa para

estudiar en la universidad. El trabajo investiga acerca de cómo influye en los estudiantes

la estrategia del pesimismo defensivo en este periodo de transición de su vida, así como

su autoconcepto y sus dominios de logro e interpersonales.

De esta manera y durante los años 90, el concepto continúa desarrollándose

fundamentalmente en Norteamérica, mayormente de la mano de Julie K. Norem, a

través de diversos artículos y, ocasionalmente, a través de tesis doctorales. A partir del

año 2000 empiezan a surgir los primeros libros dedicados al tema, además de que

comienzan a aparecer con más continuidad trabajos fuera de los Estados Unidos, en

países como Reino Unido, Alemania, Países Bajos, España o Japón.

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3.- CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES DEL PESIMISMO

DEFENSIVO:

En este capítulo hablaremos de las distintas características e implicaciones

asociadas al concepto de pesimismo defensivo. Nos parece fundamental hablar sobre los

beneficios que conlleva este estilo de pensamiento, además de recoger información

acerca de cómo funcionan las personas que utilizan esta técnica cuando llevan a cabo

otras distintas. Por otro lado, también analizaros de manera breve si una tendencia al

pensamiento negativo o al positivo tiene una influencia genética o es una característica

que aprendemos a medida que nos desarrollamos. Por último exponemos el estilo

atribucional de los pesimistas defensivos y recogemos las implicaciones que tiene en el

ámbito más emocional este tipo de estrategia cognitiva.

3.1.- ¿Elegimos que estrategia utilizar o nos viene dada?

Cuando hacemos referencia a personas optimistas, pesimistas o pesimistas

defensivos, podemos hablar de una propensión hacia el optimismo o el pesimismo. Esto

puede interpretarse como una tendencia a pensar de una determinada manera en las

distintas situaciones a las que se enfrenta el sujeto y a lo largo de su vida. Una

propensión hacia el optimismo no quiere decir que un sujeto optimista no pueda tener

un pensamiento pesimista ante un acontecimiento concreto en algún momento de su

vida, más bien hace referencia a una característica que va a influir en el comportamiento

en diferentes situaciones y que permanecerá relativamente estable a lo largo de su ciclo

vital (Norem, 2001).

Si nos preguntamos qué hace a una persona tener una propensión al pensamiento

optimista o al pensamiento pesimista, parecería que tenemos que acudir a los factores

biológicos. Nuestra predisposición a experimentar un ánimo positivo o un ánimo

negativo empieza a ser visible ya en la infancia. Un niño optimista es muy probable que

termine convirtiéndose en un adulto optimista. Según J K. Norem, son estos, los

factores biológicos, los responsables de que nos mantengamos relativamente estables en

un estilo de pensamiento a lo largo de nuestra vida. La autora hace referencias a algunas

pruebas científicas que ponen de manifiesto éste hecho, además añade que el papel que

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juegan los genes queda pulido por las influencias e interferencias del ambiente en el que

se desarrolle la persona. (Norem, 2001).

Sin embargo, pese a que esta afirmación podría resultar polémica, Norem también

especifica que no se ha descubierto todavía un gen en concreto al que podamos atribuir

la responsabilidad de una propensión al optimismo o al pesimismo y pone de manifiesto

que el papel del ambiente puede ser mucho más determinante de lo que nos

imaginamos. En su libro, “El poder positivo del pensamiento negativo” (2001)

argumenta la importante influencia que puede ejercer un determinado contexto a la hora

de que una persona, más en concreto un niño, desarrolle una tendencia de pensamiento

en ese ambiente. Es decir, cuando, por ejemplo, en el ambiente familiar a uno de los

hermanos se le atribuye el papel de optimista y a otro el de pesimista, tenderán a

aceptarlos porque será lo que se espere de ellos. Cualquier persona en ese contexto

concreto esperará que cada uno de los hermanos se comporte como se le ha etiquetado.

Así la autora afirma que “nuestra estrategia puede estar directamente condicionada por

dinámicas de este tipo” (Norem, 2001, p.200). Cuando el niño, etiquetado de pesimista,

salga de ese contexto puede que se lleve consigo esa tendencia de pensamiento o que se

comporte como un modo completamente distinto (Norem, 2001).

La autora concluye exponiendo como incluso la ansiedad patológica puede variar

en función de los cambios que tienen las personas en su vida, es decir, por la

adquisición de un determinado rol en un determinado contexto. Los papeles que las

personas adoptan en su vida conllevan una serie de nuevas responsabilidades, nuevos

recursos y nuevas experiencias y por eso es de esperar que los niveles de ansiedad

varíen también (Norem, 2001).

3.2.- El pesimismo defensivo es el compañero perfecto para la ansiedad.

Uno de los principales beneficios que aporta el pesimismo defensivo es la utilidad

que proporciona a las personas que lo aplican en su lucha contra la ansiedad. Es más,

son estas mismas personas, quienes padecen de ansiedad en sus niveles más altos y

manifestación más continua, las que más provecho sacan del pesimismo defensivo.

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La ansiedad está muy relacionada con la forma de trabajar de los pesimistas

defensivos. Según el DSM IV, la ansiedad

“es la anticipación aprensiva de un daño o desgracia futuros,

acompañada de un sentimiento de disforia o de síntomas somáticos de

tensión. El foco del peligro anticipado puede ser interno o externo.” (DSM

IV, 2001, p.915)

Como es sabido, la ansiedad puede manifestarse de distintas maneras, por

ejemplo, a nivel fisiológico, a través de la sudoración o la aceleración del pulso cardiaco

o a nivel comportamental, sufriendo de impulsividad o nerviosismo.

Por otro lado, la ansiedad no es algo negativo, es un mecanismo adaptativo que

contribuye a que la persona se prepare ante una exigencia ambiental, y predispone a la

persona para la huida o la lucha. Además, la ley de Yerkes y Dodson añade que existe

un nivel óptimo de activación ante cada tarea. Si la activación es muy débil el sujeto se

encontrará adormilado y no podrá emitir una conducta exitosa, al igual que si la

activación es muy alta, el sujeto terminará por subirse por las paredes y será incapaz de

llevar a cabo la tarea (Yerkes y Dodson, 1908).

Cuando aludimos a personas que sufren de ansiedad, nos referimos a aquellas

cuya activación supera el umbral óptimo de activación. La autora Julie Norem nos

expone que la ansiedad, en sus niveles más altos, afecta a nuestra capacidad para

concentrarnos, ya que “la ansiedad (…) nos empuja a hacia una especie de visión

limitada” (Norem, 2001, p.49). Norem explica que al preocuparnos tan obsesivamente

en un problema concreto, no somos capaces de evaluar todas las alternativas posibles de

respuesta. Es decir, cuando aprendemos a dar un determinado tipo de respuesta en una

situación concreta debemos estar atentos a aprender que en otra situación distinta,

quizás tengamos que dar una respuesta totalmente diferente. La autora refiere este

fenómeno como restricción cognitiva prematura, la cual reduce la capacidad creativa de

la persona, el ritmo y la comprensión de la situación. La ansiedad, por lo tanto, es un

gran obstáculo que sufren las personas en la carrera por alcanzar las metas que se

proponen.

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19

Es realmente curioso como el pesimismo defensivo trabaja y contribuye a que

estas personas puedan reducir los niveles de ansiedad y rendir a un buen nivel en sus

tareas. Para Norem, las personas con ansiedad que utilizan el pesimismo defensivo se

convencen de que todo irá mal, de que todo será un auténtico desastre. Ante un

acontecimiento que pretenden afrontar y superar con éxito, se marcan expectativas muy

bajas y se preparan para el fracaso. Como la ansiedad es un sentimiento de anticipación

ante lo desconocido que nos depara el futuro, cuando estas personas están convencidas

de que todo irá mal, de que no darán la talla, esta incertidumbre se reduce

considerablemente: ya saben lo que les espera, por tanto no hay motivo para estar

ansiosos lo cual además, contribuye a que tengan una mayor sensación de control.

Parecería entonces que las bajas expectativas pretenden proteger a la persona del

impacto emocional de un verdadero mal resultado, pero es que además, los pesimistas

defensivos se orientan hacia la acción para tratar de evitar este mal resultado. A pesar de

que puedan imaginarse las peores condiciones, esto no les afecta en absoluto a la hora

de trabajar en la búsqueda de los objetivos que se han planteado. Por ese mismo motivo,

el pesimismo defensivo no solo es una cuestión de pesimismo, sino que es una

estrategia que tiene un segundo componente muy importante, la reflexión mental de

todos los posibles desenlaces negativos.

El ensayo mental de todos los elementos negativos y dificultades que la persona

se pueda encontrar reduce la ansiedad y además juega como componente motivador de

su conducta. El pesimista defensivo, ante sus peores presagios, no toma una actitud

pasiva, sino que tiende a la acción, tratando, precisamente, de prevenir, corregir y evitar

todas las situaciones que se ha imaginado (Norem, 2001).

Norem nos cuenta la historia de una madre que sufría de ansiedad ante un vuelo

de varias horas con sus hijos pequeños. La mujer previó toda clase de dificultades y

situaciones embarazosas que podrían suceder con sus pequeños a bordo, pero no se dejó

intimidar por su pensamientos negativos. En vez de ello, planifico en evitar lo mejor

que pudo todas esas circunstancias que tanto la preocupaban. Procuró meter comida y

bebida en su equipaje de mano, a la vez que unos cuantos juguetes con los que se

entretuvieran durante el viaje. No olvidó tampoco unos cuantos paquetes de pañuelos

por si los pequeños ensuciaban algo. La persona pesimista defensiva, mientras repasa

todas y cada una de las dificultades que puede encontrarse a la hora de realizar la tarea,

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20

también busca las posibles soluciones que puede dar a cada incidencia. De esta manera

la responsabilidad con la tarea continua intacta y la persona pone todo su esfuerzo en

ella. Esto ocurre en diferencia a otras estrategias como la evitación o el propio

pesimismo (Norem, 2001).

Poseer unas expectativas bajas contribuye a rebajar la ansiedad y alcanzar un

estado en el que para la persona ya sea posible la planificación minuciosa de su

conducta. Si la ansiedad no desapareciese, ésta realmente fracasaría en el intento de

llevar a cabo una conducta con éxito ya que, como hemos visto, la ansiedad interfiere de

forma negativa en la consecución de los objetivos y la persona podría sufrir un temblor

en la manos, olvidarse de las citas que tenía preparadas para su discurso, ser incapaz de

encontrar la solución a un problema muy sencillo o, en el caso más extremo, ni siquiera

llevar a cabo la conducta.

Por tanto, desde un punto de vista preventivo, podríamos afirmar que el

pesimismo defensivo funciona como un mecanismo de adaptación cuando la ansiedad

nos amenaza. Desencadena todo un proceso que llega transformar la ansiedad en

energía para corregir o tratar de evitar todos los posibles escenarios negativos que

predecimos al plantearnos unas expectativas bajas.

El enfrentamiento con la ansiedad es un tema que el periodista Oliver Bukerman

también trabaja en su libro “El antídoto” (2013) afirmando que cuando nos

enfrentamos a las situaciones que nos producen ansiedad, cuando las experimentamos,

descubrimos que no son tan terribles como nosotros nos imaginábamos y, por lo tanto,

pierden gran parte de su capacidad para generar angustia. Bukerman, recordando a

Séneca, nos propone experimentar las peores situaciones que nos imaginamos para

comprender que no eran tan malas como irracionalmente creíamos y Norem nos

recuerda no olvidarnos de seguir trabajando con el fin de contrarrestrar las dificultades y

en pro del éxito. Toda su explicación teórica también explora esta idea:

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“el primer reto que nos plantea la ansiedad es mantenernos en el

terreno de juego; hemos de ser capaces de tolerar la tensión lo

suficientemente bien para permanecer en cualquier terreno.” (Norem, 2001,

p.48)

La autora llega a hacer referencia al cineasta Woody Allen y su frase “El 80% del

éxito consiste en enfrentarse”. Los pesimistas defensivos, después de todo, consiguen

enfrentarse a las situaciones que les han provocado temor e inseguridad y superarlas con

éxito.

3.3.- ¿Pueden los pesimistas defensivos relajarse o prever altos resultados?

La característica diferencial de los pesimistas defensivos es precisamente la de

esperar el peor resultado posible, tener bajas expectativas ante un acontecimiento.

Algunas investigaciones se plantean si este tipo de personas podrían funcionar de igual

manera con técnicas de relajación o pensando en que todo va a ir de la mejor manera

posible, en vez de recurrir al pensamiento negativo (Norem y Illingworth, 1993).

Se desarrolló un pequeño experimento en el que se tomó como muestra a sujetos

pesimistas defensivos y se les dividió en tres. Al primer grupo se les hizo escuchar una

cinta de audio en el que se señalaban las posibles dificultades que podría encontrar en la

tarea que iban a hacer a continuación. Este método pretendía semejarse al mecanismo de

pensamiento que usan los pesimistas defensivos. Al segundo grupo se les puso una cinta

en la que escucharon detalladamente como se realizaría la ejecución perfecta de la tarea.

Por último, al tercer grupo, se les hizo escuchar una cinta con el fin de que se relajaran

por completo. Cuando se midió su actuación en la prueba, los que mejores resultados

obtuvieron fueron los del grupo que escuchó todas las posibles dificultades que podría

encontrarse. Los grupos de pesimistas que antecedieron la tarea con técnicas que le eran

ajenas, no obtuvieron ningún éxito en la tarea (Norem y Illingworth, 1993).

Como conclusión, la autora vuelve a recalcar la importancia del pesimismo

defensivo para contrarrestar la ansiedad y alcanzar el éxito, además de poner de

manifiesto que cualquier estilo de pensamiento es válido cuando se obtienen los

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resultados deseados. Cada persona tiene un método distinto de enfrentarse a las

demandas del ambiente (Norem, 2001).

3.4.- El pesimista defensivo tolera muy bien las emociones negativas.

Las emociones negativas, para un pesimista defensivo, no son algo de lo que haya

que deshacerse, es más, estas personas aprenden a convivir con ellas. Podemos afirmar

que los pesimistas defensivos alcanzan un punto en el que toleran perfectamente las

sensaciones incomodas. Con tolerar no nos referimos a que se lamenten de su situación

o que tengan como prioridad única sentirse especialmente bien en todo momento. Su

técnica no consiste en eliminar las emociones negativas, ni de sucumbir ante ellas ni

tratar de convertirlas en algo positivo (Norem, 2001).

El periodista Oliver Burkeman va más allá de este planteamiento y afirma que son

precisamente estos intentos por eliminar emociones negativas como la inseguridad, la

incertidumbre o la posibilidad al fracaso, los que causan que nos sintamos inseguros e

infelices (Bukerman, 2013). Por el contrario, la doctrina budista afirma que la verdadera

seguridad se alcanza a través de la aceptación de la inseguridad (Dalai Lama, 1998).

Parece por lo tanto que el pesimismo defensivo no se aleja mucho de éstas líneas de

pensamiento.

Parecería que la capacidad para tolerar las emociones negativas es un talento que

no valoramos hoy en día debido al rechazo que genera la palabra negatividad o

pesimismo. Nadie quiere oír hablar de algo triste o desagradable y, como dice Oliver

Burkeman, “esta idea tiene menos prensa que el consejo de mantener el optimismo a

todas horas” (Bukerman, 2013, p.19), más aún, en la actualidad, podríamos afirmar que

pocas personas son capaces de enfrentarse con los aspectos negativos relacionados con

su persona. Sin embargo, la propuesta de Bukerman va más allá y en su libro “El

antídoto” (2013), en el cual reflexiona sobre los distintos métodos que empleamos con

el fin de alcanzar la felicidad, afirmando que para ello, necesitamos estar dispuestos a

experimentar las emociones negativas.

Desde la misma óptica, la autora Julie K. Norem nos expone cómo la cualidad del

pesimismo defensivo de valorar las emociones negativas puede favorecer una serie de

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23

consecuencias positivas. La experiencia que tienen los pesimistas defensivos en

manejarse con los aspectos negativos de la vida, dice Norem,

“puede ser crucial en un buen número de situaciones a lo largo de

nuestra vida, como cuando debemos aplazar la materialización de nuestros

deseos, aprender de malas experiencias y escuchar seriamente a los demás

o valorar nuestra propia circunstancia, riesgos y posibilidades. Si a alguien

le interesa saber por qué no le ofrecieron un puesto de trabajo a fin de

hacerlo mejor cuando le llegue otra oportunidad, ha de estar dispuesto a

apechugar con el mal trago que puede suponer escuchar a la persona que

nos ha entrevistado criticar nuestros modo de vestir (…) o contestar a las

preguntas.” (Norem, 2001, p.100)

Este tipo de situaciones, totalmente desagradables, requieren de un gran

autocontrol para sobrellevarlas y, como se ha indicado arriba, una capacidad para tolerar

lo negativo, con el fin de evitar desmoronarse en el afrontamiento y aprender de la

situación para así mejorar en el futuro.

Por otro lado, la cualidad de tolerar y considerar los problemas, errores y

debilidades, por otro lado, convierte a los pesimistas defensivos en personas con

capacidad de examinar y aceptar sus propias debilidades. Si en el párrafo anterior

hacíamos referencia a cómo afrontan a los aspectos negativos que venían del exterior,

en éste sobresaltamos su capacidad para la autoevaluación y la autorregulación, es decir

por intentar corregirse y mejorar en su ámbito más personal. ¿Si no estamos pendientes

de los aspectos negativos como pretendemos corregirlos? ¿Si no tenemos una cierta

visión pesimista como vamos intentar mejorar?

Este aspecto está muy relacionado con la autoestima (Norem, 2001). Cualquiera

pudiera pensar que una persona que solo es capaz de centrar su atención en lo negativo

no posea una imagen sana y positiva de sí mismo. Según J. K. Norem esta hipótesis está

completamente equivocada. La autora afirma que para desarrollar una imagen

consistente de uno mismo, las personas tienen que estar dispuestas a explorar y

potenciar su talento y sus capacidades. Esto es, intentarlo, fallar y volver a intentarlo, a

la vez que aprender constantemente de nuestros errores e interpretar con cierta precisión

la información que el mundo nos proporciona de cada uno de nuestros actos. Norem

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continua afirmando que este proceso, lógicamente, no es nada fácil y tiene sus riesgos y

amenazas para la persona, y argumenta que, precisamente para este cometido, uno tiene

que tener una gran capacidad para afrontar las emociones negativas (Norem, 2001). Es

aquí donde volvemos a encontrar a los pesimistas defensivos, ya que son personas que

puede llevar a cabo perfectamente este proceso y que además toleran muy bien los

sentimientos resultantes del mismo.

3.5.- Estilo atribucional:

De igual manera que distinguimos a los pesimistas de los optimistas, en referencia

a los estilos de atribución podemos basarnos en una clasificación ya clásica (Weiner,

1985, 1986).

Hablamos de dos tipos de Estilos Atribucionales:

a) Estilo de Atribución Positivo, en el que los problemas que la persona

encuentra los atribuye a causas externas y los éxitos que obtiene a causas internas;

y

b) Estilo de Atribución Negativo, en el que los problemas se atribuyen a

causas internas y los éxitos a causas externas.

Podemos asegurar que los pesimistas defensivos no tienen un estilo de atribución

positivo, pero, según afirma la autora J. K. Norem, estas personas, al contrario de lo que

se pueda pensar, tampoco tienen un estilo de atribución negativo (Norem, 2001). La

autora expone que los pesimistas defensivos realizan atribuciones más complejas, sin

tener ningún patrón fijo, tanto para explicar acontecimientos negativos como positivos.

Esto es, como los pesimista defensivos repasan mentalmente una y otra vez todo

lo que puede salir mal en una situación concreta, les sirve para hacerse a la idea de

cómo y porqué ha transcurrido la situación, por tanto darán una explicación y

justificación más razonada de la misma. Por ejemplo, el hombre que, ante la

presentación de un proyecto, trabaja incesantemente en su vocalización, en su lenguaje

corporal, en la calidad y claridad del proyecto mismo, pero que por un corte de luz en el

edificio no puede llevar a cabo su presentación con el soporte audiovisual que tiene

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planeado, sabe que esto es un problema que se debe a causas externas que él no puede

controlar.

Julie K. Norem afirma que los pesimistas defensivos atribuyen a causas internas

tanto lo bueno como lo malo, en función de su esfuerzo y sus habilidades, pero también

son capaces de reconocer que a veces hay tareas excesivamente difíciles y que el mundo

puede llegar a ser impredecible. De esta manera cuando un pesimista defensivo obtiene

éxito en una tarea, lo atribuye a causas internas (su habilidad y su esfuerzo), sin dejar de

considerar que la suerte o algún factor externo también ha podido influir; por el

contrario, cuando estas personas fracasan, las atribuciones son un poco más negativas,

ya que son internas.

Los pesimistas defensivos se siente responsables del fracaso, por no haber podido

prevenir la mala situación o no haberse esforzado lo suficiente, aun así, también ante el

fracaso son capaces de considerar la influencia de factores externos. Esta tendencia no

es del todo negativa, ya que esta atribución interna del fracaso perdura en la memoria

de los pesimistas defensivas y contribuye a la hora de prepararse de nuevo ante futuros

acontecimientos (Norem, 2001).

3.6.- El pesimismo defensivo en relación con la felicidad. ¿Son más infelices?

¿Procesan peor las malas noticias?

Anteriormente hemos visto el estilo atribucional (Weiner, 1985, 1986) con el que

se caracterizan los pesimistas defensivos; tanto eventos negativos como positivos los

atribuyen a causas internas. Además de esto, gran cantidad de estudios y libros que se

publican en la actualidad sugieren que es el optimismo la forma de pensamiento que

está más relacionada con un buen estado de ánimo y de salud (Dember & Brooks, 1989;

Myers & Diener, 1995). Todo esto puede llevarnos a pensar que aquellas personas que

utilicen el pesimismo defensivo son más propensas a un estado de ánimo bajo o,

incluso, a la depresión (Alloy y Ahrens, 1987; Beck, 1967, 1976; Žužul, 2008).

Julie Norem nos desmiente ésta hipótesis: “Los pesimistas defensivos son

diferentes de otros tipos de pesimistas y no tiene más riesgos de padecer una

depresión” (Norem, 2001, p.110)

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La autora refiere nuevamente al estilo atribucional de los pesimistas defensivos y

nos recuerda que estas personas no tienen un estilo de atribución ni positivo ni negativo.

Norem nos explica que cuando estas personas tienen un éxito saben achacárselo

perfectamente a sus esfuerzos y méritos personales. Por el contrario, cuando fracasan,

puede que se planteen si se han esforzado lo suficiente o se les ha escapado algún

detalle, pero no olvidan que a veces el mundo es exigente y que otros factores fuera de

su control pueden haber influido en el resultado. Norem afirma que los pesimistas

defensivos, simplemente toman el control de su vida y disfrutan la satisfacción de

hacerlo (Norem, 2001).

Oliver Bukerman también ha investigado mucho acerca de la felicidad y ha

enfrentado los distintos estilos de pensamiento, tanto el optimismo como el pesimismo.

El autor establece una interesante relación entre las características del concepto de

pesimismo y distintos aspectos del Budismo o el Estoicismo que nos harán entender por

qué los pesimistas defensivos no son personas infelices (Bukerman, 2013).

Uno de los principios fundamentales de la doctrina budista, como se ha expuesto

anteriormente, es la aceptación incondicional de la inseguridad como variable constante

a lo largo de nuestra vida (Dalai Lama, 1998).

Bukerman expone, en una crítica al pensamiento optimista, que son los intentos

por erradicar el fracaso, la incertidumbre y la propia inseguridad lo que, precisamente,

nos causa sentirnos inseguros, angustiados e infelices. Bukerman nos propone, en línea

del pensamiento budista, aceptar y aprender a disfrutar de la incertidumbre y de la

inseguridad. “La felicidad verdadera podría depender de estar dispuesto a encarar –y a

tolerar- la inseguridad y la vulnerabilidad” (Bukerman, 2013. p.134).

Esto no suena muy distinto a lo que Norem nos explicaba acerca de cómo los

pesimistas defensivos son personas que están muy preparadas para enfrentarse a los

aspectos negativos de la vida. Los pesimistas defensivos son capaces de hacer frente a

problemas, defectos y críticas con el fin de salir adelante por encima de todos ellos

(Norem, 2001).

Volviendo nuevamente al enfrentamiento y aceptación de las emociones

negativas, Bukerman hace referencia al estoicismo, a la escuela filosófica nacida en

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Grecia, para exponernos cómo el camino pesimista también puede proporcionarnos un

estado de tranquilidad y felicidad (Bukerman, 2013). Para los estoicos, examinar

detenidamente las emociones y experiencias negativas es el camino para alcanzar un

estado de tranquilidad y de ausencia de esas mismas emociones. Esto sería vivir

virtuosamente según la razón y conciben que es la mejor manera de enfrentarse a la

posibilidad de que las cosas vaya mal: en vez de evitar todo pensamiento negativo

acerca de un acontecimiento cercano, aconsejan focalizar la atención de una manera

activa en las situaciones y en todo lo que podría salir mal. William Irvine denomina a

esto la visualización negativa (Irvine, 2008; Bukerman, 2013) Volvemos a caer en la

cuenta de que esto es algo muy parecido al proceso cognitivo que llevan a cabo los

pesimistas defensivos cuando se enfrentan a una situación que les provoca ansiedad

(Norem, 2001).

Por otro lado, es interesante analizar cómo Bukerman enlaza el modelo de

funcionamiento de los pesimistas con los conceptos del Budismo y de la tradición

medieval Memento Mori. El autor expone que incluso aprender a valorar algo tan

negativo como la muerte, entendiéndola como algo presente e ineludible, puede generar

unos enormes beneficios para la persona, centrada en no apegarse a aspectos fugaces y

vanos del mundo y en disfrutar por completo de la satisfacción cuando ésta está presente

(Bukerman, 2013).

Los pesimistas defensivos llevan a cabo su estrategia de plantearse expectativas

muy bajas ante un futuro acontecimiento o resultado por diferentes razones, una de ellas

es reducir el impacto de un verdadero mal resultado (Norem, 2001). Las bajas

expectativas contribuyen a que la persona conciba que no obtendrá lo que quiere, de

manera que no se produce un apego hacia el objeto u objetivo de deseo. Oliver

Bukerman, nos explica que cuando no existe ese apego hacia algo concreto, en el

momento en el que ese objeto u objetivo de deseo realmente no se consiga, no

provocará ningún dolor en nosotros (Bukerman, 2013).

Esto no es más que un parte de la perspectiva budista y estoica, vuelve a afirmar

Bukerman. Como hemos mencionado antes, el autor indaga en estas ideas señalando

que esta perspectiva negativa del futuro puede, de una manera distinta, generar un

mayor beneficio al entrelazarla nuevamente con la consigna del Memento Mori.

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“Pensar en la posibilidad de perder algo que valoras lo hace pasar del telón de fondo

de tu vida al centro del escenario de nuevo” (2013, p.42) nos aclara Bukerman.

Todas éstas ideas las recogió de manera brillante, hace casi dos milenios, Epicteto

y, aunque de una manera mucho más extrema, resumen en gran medida lo beneficioso

que puede llegar a ser a veces un pensamiento pesimista y como contribuye éste a la

hora de amortiguar los golpes de las pérdidas que sufrimos en ésta vida.

“Siempre que te encariñes con algo, no actúes como si fuera una de

esas cosas que no se pueden sustraer, sino como si fuera una jarra o una

copa de cristal (…); si besas a tu hijo, a tu hermano, a tu amigo (…)

recuerda que quieres a un mortal, algo que no es tuyo; te ha sido entregado

para el presente, no de manera inseparable ni para siempre, sino como un

higo o un racimo de uvas en una estación establecida del año”. (Stephens,

1996 en http://puffin.creighton.edu)

En conclusión, distintas investigaciones de Julie Norem ponen de manifiesto que

los pesimistas defensivos no son personas infelices, al menos no más infelices que los

optimistas (Norem, 2001), pero es que además, es realmente interesante analizar todos

los matices que subyacen del pensamiento negativo y comprobar que diferentes

aspectos del mismo, tales como la aceptación de la incertidumbre o incluso la

contemplación de la muerte, reducen el impacto de las pérdidas y los malos resultados y

pueden incluso contribuir a un estado de felicidad más plena.

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4.- QUÉ NO ES EL PESIMISMO DEFENSIVO Y QUÉ RIESGOS

PUEDE CONLLEVAR NO APLICARLO DE MANERA

ADECUADA:

En el siguiente capítulo, nos parece de gran importancia exponer en qué no

consiste el pesimismo defensivo y cuáles son los riesgos que puede implicar un uso

inadecuado o inadaptado de la estrategia.

En primer lugar, como gran parte de cosas en la vida, la aplicación en extremo de

la estrategia no resultará para nada adaptativo. Aquella persona que teme

acontecimientos totalmente desastrosos y altamente improbables, alejados por completo

de la realidad, se verá totalmente incapacitada y difícilmente actuará contra ellos,

porque simplemente no puede. Por ejemplo, una persona que teme que el día de la

presentación del trabajo caerá un meteorito sobre la ciudad, verá totalmente inútil acudir

al evento, además que se verá sumido en una profunda sensación de frustración, apatía y

pánico. Esto es lo que comúnmente se conoce como pensamiento catastrofista y para

nada tiene que ver con una persona pesimista defensiva.

Una de las características esenciales del pesimismo defensivo y la principal

diferencia con el pesimismo es la actitud activa de la persona, o lo que es lo mismo, la

tendencia a la acción. El pesimista defensivo debe ser capaz de realizar su previsión

sobre las cosas que pueden salir mal y, a continuación, buscar la forma de corregirlas o

evitarlas. Julie Norem nos señala que uno de los principales riesgos de esta estrategia

cognitiva es quedarse al nivel de los pesimistas, en el que nos concentramos en todo lo

que puede ir mal, pero no llevamos a cabo la conducta para tratar de evitar que las cosas

vayan mal (Norem, 2001). El paso a la acción es difícil y no tan cómodo como la actitud

pasiva, pero, como es lógico, aumenta la probabilidad de tener más éxito que los

pesimistas.

Por otro lado, un fenómeno curioso que nos relata la autora Julie Norem es el

efecto que puede tener en las demás personas la negatividad de los pesimistas

defensivos. La tendencia a poner especial atención en los aspectos negativos puede

generar un rechazo en los demás cuando se hace de manera pública. Nuestra pareja

puede acabar un poco harta de nosotros si solo nos ceñimos a señalar lo malo o a

realizar constantes críticas. Norem expone que esto es una consecuencia totalmente

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evitable y apela a utilizar el pesimismo defensivo de una manera privada e íntima ya

que, al fin y al cabo, la estrategia nos sirve para controlar nuestros pensamientos y

emociones y, por lo tanto, no hay motivo para no poder aplicarlo únicamente en nuestro

interior. (Norem, 2001).

Por último, debemos aclarar que el pesimismo defensivo es una estrategia

totalmente adaptativa cuando se aplica antes del suceso que el sujeto espera y no

después. Seguir pensando en los problemas o en toda situación negativa una vez que ha

pasado ésta es algo completamente inútil, nos dice Julie Norem. Precisamente, seguir

repasando todas y cada una de esas situaciones que no salieron como esperábamos no

hará más que provocar en nosotros ciertas sensaciones de impotencia y frustración, y

contribuirán a un mayor nivel de infelicidad (Norem, 2001).

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5.- ANÁLISIS BIBLIOMÉTRICO:

5.1.- Justificación del análisis bibliométrico y breve definición del concepto:

Se pretende llevar a cabo un análisis bibliométrico debido a que, a la hora de

realizar la fundamentación teórica sobre el concepto de pesimismo defensivo, nos hemos

encontrado con una escasa producción científica sobre el tema. Mayormente el término

ha sido estudiado por unos autores y en un país concreto y, a pesar de que muchos otros

han hablado acerca del pesimismo, no lo han hecho explícitamente del pesimismo

defensivo.

De esta manera, la mayoría de bibliografía acerca del tema procede de Estados

Unidos y nos encontramos que muy poca ha sido escrita en España. De la literatura

escrita en lengua inglesa, una mínima parte ha sido traducida al castellano.

Así mismo, el concepto de pesimismo defensivo parece, a priori, un término

completamente nuevo en cuanto a su estudio y consideración se refiere. Es por ésto que

nos parece interesante establecer su periodo de evolución a través de los años, además

de saber en qué formato de publicación podemos encontrarlo con más asiduidad.

Por estos motivos se procede a realizar un análisis bibliométrico del concepto de

pesimismo defensivo y de toda la documentación que se ha escrito acerca del tema,

desde la fecha en la que ha aparecido la primera publicación, hasta el año 2015, último

año del que disponemos datos.

Por último nos acercamos muy brevemente a la definición de lo que es un análisis

bibliométrico. Distintos autores a lo largo de los años como Raisig (1960), Pritchard

(1969) o López Piñeiro (1972) han precisado distintas definiciones para el concepto de

bibliometría. En especial, nos interesa la definición que Potter realiza en 1981 sobre el

término, afirmando que la bibliometría es la medida y el estudio del patrón o espectro

de publicaciones de todas las formas de comunicación escrita y sus autores.

En el presente trabajo, presentamos los resultados de un análisis bibliométrico

realizado en función de una serie de variables determinadas, las cuales exponemos a

continuación.

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5.2.- Variables:

Para la realización de este trabajo se ha decidido tener en cuenta las siguientes

variables:

En primer lugar, y el objetivo fundamental del trabajo, se ha centrado la

búsqueda en función del concepto pesimismo defensivo y se ha tenido en

cuenta todo documento recogido en las distintas bases de datos que

contuviera en el título, en el abstract o en su cuerpo escrito el término.

En segundo lugar, en referencia al tipo de documento que se ha tenido en

cuenta, hemos decidido trabajar con:

a). Libros y capítulos de libro

b). Artículos de revista

c). Tesis doctorales o trabajos académicos

En tercer lugar y por último, se ha centrado la búsqueda entre los años

1986 y 2015. En el año 1986 aparece el primer documento que recoge el

término y el año 2015 es el último año que tenemos constancia de las

publicaciones acerca del tema.

5.3.- Bases de datos:

Las bases de datos a través de las cuales se ha realizado la búsqueda de los

distintos tipos de documentos son las siguientes:

a). TESEO

b). PsicoDoc

c). PsycINFO. Base de datos de la American Psychological Association (APA)

d). SAGE Journals

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5.4.- Resultados:

En total se han tenido en cuenta 124 documentos, que se distribuyen de la

siguiente manera:

a). Libros y capítulos de libros: 12

b) Artículos de revista: 93

c). Tesis o trabajos académicos: 19

En el gráfico numero 1 podemos observar el número de publicaciones de libros o

capítulos de libro realizadas entre 1986 y 2015.

Gráfico 1. Publicaciones de libros o capítulos de libro realizadas entre 1986 y 2015.

Como puede observarse en el gráfico 1, la cantidad de libros y capítulos de libro

que tratan acerca del pesimismo defensivo es la menor en comparación con las tesis y

trabajos académicos y los artículos de revista. Se comprueba además, cómo en ningún

año se han publicado más de 2 libros y solo en el 2001, en el 2003 y en el 2008 se

alcanzó esta cifra.

En cuanto a su evolución, es a partir del año 2000 cuando empezamos a encontrar

más reiteradamente publicaciones de libros dedicados al pesimismo defensivo o que

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Libros o capítulos de libros

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contienen algún capítulo dedicado al mismo tema. Hasta entonces, solo en 1990

encontramos la publicación de un libro en el cual uno de sus capítulos está dedicado al

pesimismo defensivo. Julie K. Norem y Nancy Cantor, quienes investigaron y trabajaron

por primera vez este concepto, son las autoras de dicho capítulo, “Capturing the

"flavor" of behavior: cognition, affect and interpretation. En B. Moore, & A. Isen,

Affect and social behavior (págs. 39-63). Cambridge University Press”.

La distribución a través de los años de los artículos de revista en los que aparece

el concepto de pesimismo defensivo la encontramos en el gráfico 2. En total el recuento

de artículos de revista es de 93 documentos, de los cuales, nuevamente, a partir del año

2000, se produce la mayor producción de este tipo de literatura. Entre este año y el 2015

se produce la publicación de unos 70 documentos y destaca especialmente el año 2008,

en el que la cantidad de artículos que vieron la luz ese año es la mayor registrada, con

un total de 12 en todo el año.

Gráfico 2. Distribución a través de los años de los artículos de revista.

Por otro lado, también es importante destacar que desde el año 1998, el concepto

de pesimismo defensivo ha estado presente en todos los años en las distintas

publicaciones de artículos de revista.

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Artículos de revista

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En el gráfico 3, observamos la evolución de las publicaciones de tesis y trabajos

académicos a lo largo de los años. Nuevamente, volvemos a encontrarnos con que la

producción de este tipo de documentos es baja. Con un total de 19 documentos

recogidos, sólo en los años 1999 y 2007 la cantidad de tesis o trabajos académicos

dedicados al pesimismo defensivo asciende a 3 publicaciones en ese año.

Respecto a su evolución, a partir de 1996 la producción se vuelve un poco más

continua, aunque sigue habiendo años (2000, 2001, 2003, 2004, 2005, 2009, 2011 y

2013) en los que no consta publicación alguna sobre el tema.

Gráfico 3. Evolución de las publicaciones de tesis y trabajos académicos a lo largo de los años.

Por último, se ha añadido un cuarto gráfico en el que se puede observar la

distribución de las publicaciones de los distintos documentos.

Observando el gráfico 4, nos damos cuenta de que la primera vez que

encontramos el término pesimismo defensivo lo hacemos en un artículo de revista en

1986. Dicho artículo, “Anticipatory and post hoc cushioning strategies: Optimism

and defensive pessimism in 'risky' situations”, está escrito por Julie K. Norem y Nancy

Cantor. Como podemos ver en el gráfico 4, en este año únicamente se publican dos

documentos y ambos son artículos.

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Tesis o trabajos académicos

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Gráfico 4. Distribución de las publicaciones de los distintos documentos a lo largo de los años.

Es bastante notable la diferencia entre la cantidad de publicaciones de artículos de

revista y los demás tipos de documentos: libros o capítulos y tesis o trabajos

académicos. Ocurre de la misma manera en los 3 distintos tipos de documentos que a

partir del año 2000 su producción aumenta, aunque mínimamente, y se vuelve más

continua. En el caso de los artículos de revista, la producción a partir de este año no solo

se vuelve más continua, sino que aumenta considerablemente la cantidad de

publicaciones que se realizan.

5.5.- Análisis de contenido:

En el gráfico 5 se puede observar la distribución año por año de los 124

documentos recopilados. Como se ha descrito anteriormente, destaca el aumento de la

cantidad de publicaciones realizadas a partir del año 2000. También queremos hacer

hincapié en el descenso considerable de producción que viene sucediéndose desde el

año 2010, si bien parece que se ha visto interrumpido en los años 2014 y 2015.

Al realizar este tipo de recuento, únicamente pretendemos clarificar el periodo de

desarrollo de la literatura científica en relación al pesimismo defensivo. Maltrás Barba

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Libros o capítulos de libros Artículos de revista Tesis o trabajos académicos

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(2003) señala que el hecho de llevar a cabo un recuento de una producción científica

concreta implica por sí mismo tratar a todos los documentos por iguales, ignorando los

méritos y calidad que presenta cada uno. En este sentido, el análisis bibliométrico no

permite saber cuáles son los artículos, libros o trabajos que más conocimiento aportan

acerca del pesimismo defensivo. A su vez, en el recuento se incluyen todo tipo de

producciones en las cuales el enfoque dado al tema en cuestión, puede ser muy distinto

de uno a otro, es decir, mientras un artículo de revista puede hablar acerca de una

investigación empírica entre pesimistas defensivos, optimistas y pesimistas, otro

artículo puede tomar un enfoque puramente descriptivo del concepto de interés. Esto

genera una interesante cuestión respecto a la cantidad de información que existe y el

conocimiento que supone para el progreso científico. Para Maltrás Barba (2003) todo

tipo de publicación contribuye a este propósito, aunque, lógicamente, no todas lo hacen

de igual medida.

Gráfico 5. Distribución del total de las publicaciones año por año.

Hemos querido realizar además, una clasificación de los documentos por zonas

geográficas, más concretamente por países. Para esta clasificación se ha tomado en

cuenta el lugar donde se ha publicado cada tesis o trabajo académico, cada libro y, en

cuanto a los artículos de revista, la nacionalidad de la revista en la que se ha publicado.

Respecto a este último recuento, de ciertos artículos ha sido imposible saber con

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Todos los tipos de documentos

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exactitud donde se ha publicado, ya que algunas revistas tienen publicaciones en un

gran número de países. En vista a estas circunstancias, del total de 124 documentos,

hemos clasificado geográficamente con exactitud 96 documentos, es decir, un 77% del

material recopilado total. En la tabla 1 se recogen los resultados la clasificación. Con

esta información que aportamos, únicamente pretendemos que podamos hacernos una

idea de en qué lugares se ha trabajado más el concepto de pesimismo defensivo.

Libros o

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Tabla 1. Clasificación de los documentos según el país de origen de la publicación.

En Estados Unidos es donde se produce la mayor cantidad de documentación, 64,

de los cuales 37 son artículos, 11 son libros o capítulos de libros y 16 son tesis o

trabajos académicos. Algunos de los cuales, cabe destacar, que se realizan en

colaboración con autores de otras universidades de fuera del país, como es el caso, por

ejemplo, del artículo “How emotion shapes behavior: Feedback, anticipation and

reflection, rather than direct causation” (2007), cuyos autores, Baumeister y DeWall

son de la Universidad de Florida; Vohs de la Universidad de Minnesota, ambas en

Estados Unidos y Zhang de la Universidad de Pekin, en China.

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Centrándonos de manera especial en España, podemos encontrar diversos

artículos de Evaristo Jiménez Fernández y José Bermúdez Moreno publicados entre

1999 y 2001, como por ejemplo “Pesimismo defensivo, optimismo y dificultad de la

tarea: Un análisis del papel de las expectativas” (2001). También destacamos otros dos

artículos publicados en este país: “Diferencias en el uso de self-handicappning y

pesimismo defensivo y sus relaciones con las metas de logro, la autoestima y las

estrategias de autorregulación” (Rodríguez, Susana; Cabanach, Ramón G.; Valle,

Antonio y Nuñez José Carlos, 2004) y “Escalas de evaluación de las estrategias

motivacionales de los estudiantes” (Suarez Riveiro, José Manuel y Fernandez Suarez,

Ana Patricia, 2005). El primero se realizó en la Universidad de A Coruña en conjunto

con la Universidad de Oviedo y el segundo pertenece a la Universidad de Murcia.

En total, en España se han publicado un total de 12 documentos relacionados con

el pesimismo defensivo, de los cuales, 9 son artículos, 2 son tesis doctorales y solo 1 es

un manual de psicología de la personalidad, en el cual uno de sus capítulos trata acerca

del tema en cuestión.

El pesimismo defensivo también ha sido estudiado por distintos investigadores en

diferentes países de Asia e incluso en Oceanía, más concretamente en Australia.

Respecto a estas regiones, el primer trabajo en aparecer es “Self-handicapping and

defensive pessimism: Exploring a model of predictors and outcomes from a self-

protection perspective” de A. Martin y H. Marsh y D. L. Hatcher-Kay, publicado en

Australia en el año 2001. Japón y China son dos países donde a partir del año 2005 se

ha trabajado de manera considerable el término. En total, en Japón encontramos 6

documentos, de los cuales todos son artículos de revista. Por otro lado, en China y

Taiwan, la cantidad de producción desarrollada es de 5 documentos y, nuevamente,

todos son artículos de revista.

Por último, nos parece interesante destacar otras tres publicaciones que también

trabajan el término. La primera, “Propostas estratégicas da psicología positiva para a

prevenção e regulação do stress”, es un artículo de revista que encontramos en

Portugal, de la mano de Luis Miguel Neto y Helena Águeda Marujo en 2007. Por otro

lado, resaltamos dos trabajos que Tiana Zuzul ha realizado sobre el pesimismo defensivo

en Croacia en el año 2008. Ambos documentos son artículos y fueron publicados en la

revista croata Suvremena Psihologija.

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CONCLUSIONES:

En primer lugar debemos destacar las principales diferencias del pesimismo

defensivo respecto al optimismo y al pesimismo. El pesimismo defensivo se caracteriza

por una visión negativa de los acontecimientos, a diferencia del optimismo y en

semejanza con el pesimismo. Sin embargo, son muchos los aspectos que difieren entre

el concepto de pesimista y el de pesimista defensivo. A lo largo del trabajo hemos visto

gran cantidad de detalles que los distinguen, como el estilo atribucional o la intensidad

de los pensamientos negativos, pero sobre todo, parece fundamental destacar una de las

diferencias principales, el paso a la acción. Mientras que el pesimista toma un papel

completamente pasivo respecto a sus contemplaciones negativas del entorno, el

pesimista defensivo, pese a realizar el mismo proceso cognitivo, si lleva a cabo una

conducta con el fin de modificar esas predicciones negativas.

Como hemos repetido en varias ocasiones, este trabajo no pretende exponer que el

pesimismo defensivo es mejor o peor que cualquier otra estrategia cognitiva. Hemos

visto que cada herramienta se ha de ajustar a la personalidad y necesidades de cada uno.

Si nuestro objetivo es reducir los altos niveles de ansiedad que padecemos y poder

disfrutar de llevar a cabo nuestras metas, el pesimismo defensivo puede ser la estrategia

indicada. Si, por otro lado, somos personas que no padecemos en absoluto de ansiedad y

ante una tarea exigente, lo único que nos beneficia es no pensar en ella, una estrategia

optimista será, muy probablemente, la que mejor se adapte a nuestras condiciones.

La visión negativa no tiene por qué ser perjudicial e incluso puede ser

completamente adaptativa. Este trabajo nos ha planteado que si vemos todo en positivo,

algunas personas podrían sufrir un déficit motivacional al cuestionarse sobre qué

aspectos mejorar en su vida. En ese sentido, ser conscientes de las carencias, nos

proporciona un objetivo. En concreto, parece que a los pesimistas defensivos, ésto les

motiva para el trabajo y para tratar de mejorar o evitar la situación. Viendo esta idea

desde una perspectiva diferente, es cómo un proceso de autoevaluación y

autorregulación, que consistiría en buscar cada cierto tiempo nuestro óptimo nivel de

salud y rendimiento. La distinción entre que éste estilo de procesamiento sea un

mecanismo adaptativo o desadaptativo es en cuántas veces el sujeto realiza esta

previsión de acontecimientos y análisis de elementos negativos en su entorno y persona.

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La frecuencia temporal y la intensidad de este tipo de pensamientos determinarán lo

adaptativo del estilo.

Nuestra tendencia de pensamiento no viene completamente determinada por

nuestra herencia genética, sino que existe un componente ambiental que tambien influye

a la hora de que las personas adquieran un estilo de pensamiento más negativo o más

positivo.

Por otro lado, también hemos comprobado como los pesimistas defensivos son

personas que toleran y manejan muy bien las emociones negativas. Ante estos episodios

de la vida, las personas con este estilo de pensamiento parecen estar bien preparadas.

A modo de línea de investigación futura, serían muy interesantes más estudios

sobre el rendimiento entre pesimistas defensivos y optimistas. Hemos comprobado que

los pesimistas repasan todas las dificultades con las que se pueden encontrar y errores

que pueden cometer y se imaginan en el peor escenario posible. Además de hacer esto,

identifican las debilidades de las que son conscientes, buscando diferentes alternativas

ante los problemas que puedan encontrar. Los optimistas sin embargo prefieren

simplemente evitar pensar en el acontecimiento o evento amenazante. Esto nos hace

plantearnos, ¿no sería lógico pensar que los pesimistas defensivos tuvieran un índice de

rendimiento y éxito mayor que los optimistas? Según la descripción de los procesos que

cada tipo hace, los pesimistas defensivos parecen presentarse más preparados ante

determinados acontecimientos que los optimistas.

Por último, respecto a la parte práctica de este trabajo, el análisis bibliométrico

concluye que la gran mayoría de documentos en los que aparece el “pesimismo

defensivo” son artículos de revista, un 75% de la cantidad total de documentos

recopilados para dicho análisis. Del mismo modo, la gran mayoría de publicaciones

acerca de este concepto han sido publicadas a partir del año 2000, encontrando su

máximo en el año 2008, con un total de 16 documentos publicados en dicho año.

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