FALACIAS

12

Click here to load reader

description

falacias

Transcript of FALACIAS

Page 1: FALACIAS

FALACIASFALACIASLa importancia de su conocimiento para la argumentación científica y jurídica correctas

1. Noción de falacia

'Falacia' deriva de la palabra 'falaz', que quiere decir 'engañoso'. En efecto, las falacias nos engañan, haciéndonos admitir como válidos razonamientos que no lo son. El peligro de la falacia reside en que el error que quita valor al ra-zonamiento permanece encubierto o disimulado. Como se comprende, un error visible sería detectado de inmediato. En las falacias los errores se hallan reves-tidos de una apariencia de corrección.

Se usa a veces el término 'falacia' como sinónimo latino de 'sofisma' o de 'paralogismo' , es decir, en el sentido de "razonamiento aparente" o razonamiento que no es, en realidad, un razonamiento, esto es, un buen razonamiento, que es lo que se supone que deben ser todos los razonamientos, ya que de lo contrario, no son propiamente razonamientos, sino justamente falacias, paralogismos o sofismas. Una falacia, lo mismo que un paralogismo o un sofisma, es una forma de razonamiento no válida, engañosa y psicológicamente persuasiva.

En ocasiones se distingue entre 'falacia', 'paralogismo' y 'sofisma'. Se llama 'paralogismo' al razonamiento no válido que se comete de buena fe, es decir, por un error o descuido en el razonamiento; mientras que se denomina 'sofisma' al razonamiento no válido que se comete con la intención de engañar a los demás. Lo usual, sin embargo, es usar los términos 'falacia', 'paralogismo' y 'sofisma' en el mismo sentido. En español se va imponiendo la tendencia a usar 'falacia' en vez de 'paralogismo' o de 'sofisma'.

Las 'paradojas', 'antinomias' o 'aporías' son conceptos más técnicos y complicados que las 'falacias', 'paralogismos' o 'sofismas'. Las paradojas son contradicciones derivables en teoría de conjuntos y en semántica; incluyen la paradoja del Mentiroso ("Esta oración es falsa") y la paradoja de Russell ("El conjunto de todos los conjuntos que no son miembros de sí mismos es un miem-bro de sí mismo, si y sólo si no es miembro de sí mismo"). 'Antinomia' y 'paradoja' son términos sinónimos. 'Aporía' significa literalmente 'camino sin salida', 'proposición sin solución lógica', 'proposición contradictoria'; por ejemplo, la aporía de Zenón de Elea.

En el lenguaje coloquial el término 'falacia' se emplea a menudo con poco rigor para designar cualquier idea equivocada o creencia falsa, como la "falacia" de creer que "todos los judíos son avaros" o que "todos los arequipeños son rebeldes"; "son siete las falacias de la globalización" o "hay cinco falacias del marxismo". A veces se llama, asimismo, "falacia" a una proposición falsa, pero esto es también un uso impropio; para que haya falacia es menester que haya al -gún razonamiento, aunque sea en el sentido de "aparente".

Los lógicos usan el término falacia en un sentido más estricto o mas técnico

Page 2: FALACIAS

de error en el razonamiento: una falacia es un tipo de razonamiento incorrecto. Pero no todo razonamiento incorrecto es una falacia. En efecto, algunos razona-mientos son tan obviamente incorrectos que no engañan a nadie. "Si algunos abo-gados son penalistas, entonces todos los abogados son penalistas", es un razona-miento incorrecto, pero no es una falacia. En lógica se acostumbra reservar el nombre de 'falacia' a aquellos razonamientos que, aunque incorrectos, son psico-lógicamente persuasivos: una falacia es una forma de razonamiento que parece correcto, pero resulta no serlo cuando se lo analiza cuidadosamente.

2. Importancia de su estudioLas falacias son trampas en las que cualquiera de nosotros puede caer en

nuestro razonamiento. Así como se colocan o levantan señales para prevenir a los viajeros y apartarlos de los lugares peligrosos, así también los rótulos para las falacias, pueden considerarse como otras tantas señales de peligro colocadas para impedir que caigamos en trampas del razonamiento incorrecto. La familia-ridad con estos errores y la habilidad para identificarlos y analizarlos pueden impedir que seamos engañados por ellos. Su estudio y conocimiento permitirá ponerlos en descubierto y saberlos evitar.

Su estudio estuvo en boga durante le Edad Media e incluso en los primeros tiempos de la Edad Moderna, pero cayó en desuso con el advenimiento de la lógica formal contemporánea. Empero hoy día los lógicos están tomando nuevamente interés en ellas, pues los refinados métodos de análisis de que dis-ponen permiten estudiar las falacias no formales, materiales o retóricas de manera mucho más profunda y mostrar que en ellas hay mucho de interesante y valioso. En efecto, el lógico belga Perelman ha iniciado una interesante vía de exploración en este campo. Las falacias están siendo objeto de un nuevo estudio y revaloración.

3. Clases de falacias

Aristóteles fue el primero en presentar una lista de falacias en su escrito Sobre las refutaciones sofísticas, el cual es considerado como un apéndice de los Tópicos. El Estagirita indica que hay dos clases de razonamientos: unos válidos y otros que no lo son aunque parecen. Estos últimos son los sofismas. Las falacias se dividen en dos grandes grupos: las formales y las no formales.

Falacias formales

Las falacias formales -denominadas también lógicas o deductivas- son tipos de razonamiento incorrectos que se derivan del empleo inadecuado de las reglas lógicas. Podemos divididas a su vez en falacias de la lógica de proposiciones y falacias de la lógica de predicados. Los primeros se cometen por el mal uso de las reglas de inferencias, tales como el ModusPonens (M.P.), Silogismo Hipotético (S.H.), entre otras; mientras que los segundos se derivan del mal empleo de las

Page 3: FALACIAS

reglas silogísticas formuladas por Aristóteles.

Falacias no formales

Las falacias no formales -denominadas también materiales o retóricas- son tipos de razonamiento incorrectos que se derivan de la inadvertencia o falta de atención al tema, o bien de alguna ambigüedad del lenguaje usado para formu-larIos. Son tipos de razonamiento incorrectos por su contenido; no tienen forma lógica conocida o común a todos ellos.

Estas falacias no son propiamente tema de la lógica, pero como atentan de manera indirecta contra la corrección del razonamiento, es conveniente conocerlas para combatidas.

Podemos divididas a su vez en falacias de atingencia o pertinencia y falacias de ambigüedad. Las falacias de atingencia se caracterizan en que sus premisas carecen de atingencia o pertinencia lógica con respecto a sus conclusiones, por tanto son incapaces de establecer su verdad. Las falacias de ambigüedad aparecen en razonamientos que contienen palabras o frases ambiguas, cuyos significados oscilan y cambian de manera más o menos sutil en el curso del razonamiento y, consecuentemente, lo hacen falaz.

Falacias de atingenciaa) Falacia de la conclusión inatingente, denominada por los latinos como la

falacia de la ignoratio elenchi o ignorancia del asunto, se comete cuando un razonamiento que se supone dirigido a establecer una conclusión particular es usado para probar una conclusión diferente. Consiste en comprobar lo que no está en discusión. Con ello se busca desviar la atención del oponente y producir el efecto de que se ha probado el tema discutido.

Se incurre en esta falacia cuando, por ejemplo, se halla bajo consideración una propuesta particular de dictar una legislación sobre la vivienda, y se levanta un congresista para hablar a favor de la ley y argumentar que todo el mundo debe tener viviendas decentes. Estas observaciones carecen de atingencia lógica con respecto al punto de discusión, pues éste se refiere a las medidas particulares que se proponen. En efecto, al sostener que todo el mundo debe tener viviendas decentes, el orador congresista logra despertar una actitud de aprobación para sí mismo y para lo que dice, y esta actitud tenderá a ser transferida a su conclusión final más por asociación psicológica que por implicación lógica. El congresista puede conseguir despertar un sentimiento tan favorable al mejoramiento de la vivienda que sus colegas oyentes votarán más entusiastamente la ley que él propugna que si hubiera demostrado realmente el interés público existente en su aprobación.

En un juicio, al tratar de probar que el acusado es culpable de asesinato, el fiscal acusador puede argumentar extensamente para demostrar que el asesinato es un horrible delito y lograr, efectivamente, probar esta conclusión. Pero, si de

Page 4: FALACIAS

sus observaciones acerca de lo horrible que es el asesinato, pretende inferir que el acusado es culpable, comete la falacia de la conclusión inatingente, ignoratio elenchi o ignorancia del asunto. En efecto, si el fiscal acusador ha pintado un cuadro suficientemente conmovedor de lo horrible que es el asesinato, el jurado puede sentirse tan tocado, puede haberse despertado en sus miembros tanto horror y desaprobación, que dictarán más fácilmente un veredicto de culpabilidad que si el fiscal hubiera probado "simplemente" que el acusado cometió el crimen.

1Welton en su Lógica señala una falacia de este tipo en que incurre Spencer. Este último, en su Tratado sobre Educación, escribe: "a través de toda su vida futura, sólo una persona de cada diez utiliza en algún propósito práctico su conocimiento del griego y del latín", llegando así a la conclusión de que estos idiomas deben proscribirse de los colegios. Welton observa que Spencer "ignora el hecho de que los defensores de la educación clásica en ningún momento han sostenido que el latín y el griegos sean de algún uso directo en la vida práctica: lo que ellos sostienen es que el estudio de dichas lenguas constituye un entrenamiento de la mente que no tiene rival, y ésta es la tesis que debe ser refutada y no otra".

b) Falacia de apelación a la fuerza o argumentum ad baculum, es la falacia que se comete cuando se apela a la fuerza, o a la amenaza de fuerza, para provocar la aceptación de una conclusión. Usualmente sólo se recurre a ella cuando fracasan las pruebas o argumentos racionales. Esta falacia se resume en el dicho: "La fuerza hace el derecho". El uso de la amenaza de los métodos de "mano fuerte" para doblegar a los opositores políticos suministra ejemplos con-temporáneos de esta falacia. La apelación a métodos no racionales de intimida-ción puede ser, naturalmente, más sutil que el uso abierto o la amenaza de cam-pos de concentración o grupos de choque.

Por ejemplo, el alcalde de una provincia usa esta falacia cuando recuerda a un congresista que él (el alcalde) cuenta con tantos miles de votantes en el distrito electoral del congresista, o tantos contribuyentes potenciales para la campaña de fondos. Lógicamente, estas consideraciones no tiene nada que ver con los méritos de la legislación cuya aprobación trata de lograr, pero, desafortunadamente, pueden ser muy persuasivas.

En escala internacional, esta falacia significa la guerra o la amenaza de guerra. Un ejemplo de argumentum ad baculum es el que menciona Harry Hopkins en su relato sobre la reunión de los "Tres grandes" en Yalta, al fin de la Segunda Guerra Mundial. Se dice que Churchill informó a los demás que el Papa sugería seguir tal o cual curso de acción. Se afirma que Stalin manifestó su desacuerdo preguntando: "¿Y cuántas divisiones dice usted que tiene el Papa para el combate"?

c) Falacia dirigida contra el hombre o argumentum ad hominen, es la falacia que se comete cuando, en vez de tratar de refutar la verdad de lo que se afirma, se ataca al hombre que hace la afirmación. Por ejemplo, se podría argumentar que la filosofía de Bacon es indigna de confianza porque éste fue despojado de su

Page 5: FALACIAS

cargo de canciller por deshonestidad. Este argumento es falaz, porque el carácter personal de un hombre carece de importancia lógica para determinar la verdad o falsedad de lo que se dice o la corrección o incorrección de su razonamiento. Sostener que una afirmación es falsa porque ha sido propuesta o afirmada por los comunistas o por los drogadictos es razonar falazmente.

El ejemplo clásico de esta falacia se relaciona con el procedimiento judicial británico. En Gran Bretaña la práctica de la profesión se divide entre los procuradores, que preparan los casos para el juicio, y los abogados, que arguyen y hacen los alegatos ante la corte. Usualmente su cooperación es admirable, pero a veces deja mucho que desear. En una ocasión, el abogado ignoraba el caso completamente hasta el día en que debería ser presentado a la Corte, y dependía del procurador para la investigación del caso del demandado y la preparación del alegato. Llegó a la Corte justo un momento antes de que comenzara el juicio y el procurador le alcanzó su resumen. Sorprendido por su delgadez, ojeó en su interior para encontrar lo siguiente: "No hay defensa; ataque al abogado del demandante".

A veces se sostiene que el argumentum ad hominem no es falaz cuando se lo usa en un tribunal de justicia con el propósito de arrojar dudas sobre la declaración de un testigo. Es indudablemente cierto que puede dudarse de la declaración de un testigo si se demuestra que éste es un mentiroso y un perjuro crónico. En los casos que esto puede demostrarse, reduce ciertamente la confianza que pueda asignarse el testimonio ofrecido.

d) Falacia por la ignorancia o argumentum ad ignoratiam, es la falacia que se comete cuando se sostiene que una proposición es verdadera simplemente sobre la base de que no se ha demostrado su falsedad, o que es falsa porque no se ha demostrado su verdad. Nuestra ignorancia para demostrar o refutar una proposición no basta para establecer su verdad o su falsedad.

Esta falacia suele cometerse con mucha frecuencia en temas relativos a los fenómenos extrasensoriales o parapsicológicos, como la telepatía, donde no hay pruebas en pro o en contra. Podemos ejemplificar esta falacia con el razonamiento de que debe de haber fantasmas porque nadie ha podido demostrar nunca que no los hay. O que la Atlántida existió, pues nadie ha demostrado que no existió.

En la mayoría de los casos este modo de razonamiento es falaz, pero existe un contexto especial en el cual no lo es, a saber, el tribunal de justicia. En efecto, en un tribunal de justicia el principio rector es suponer la inoncencia de una persona hasta tanto no se ha demostrado su culpabilidad. La defensa puede sostener legítimamente que si el acusado no ha demostrado la culpabilidad, debe dictarse un veredicto de inocencia.

e) Falacia de apelación a la piedad o argumentum ad misericordiam, es la falacia que se comete cuando se apela a la piedad para conseguir que se acepte una determinada conclusión. Se encuentra con frecuencia este tipo de argu-mentación en los tribunales de justicia, cuando un abogado defensor deja de lado

Page 6: FALACIAS

los hechos que atañen el caso y trata de lograr la absolución de su cliente despertando piedad en los miembros del jurado.

Clarence Darrow, el famoso abogado criminalista, era un maestro en el uso de esta falacia. Cuando defendió a Thomas Kidd, funcionario de la Unión de Trabajadores de la Madera, llevado a juicio bajo acusación de conspiración criminal, Darrow dirigió estas palabras al jurado:

"Apelo a vosotros no en defensa de Thomas Kidd, sino en defensa de la larga sucesión de los hombres despojados y oprimidos de la tierra. Apelo a vosotros por los hombres que se levantan antes de que amanezca y vuelven a su hogar a la noche, cuando ya la luz ha desaparecido del cielo, y dan sus vidas, sus fuerzas y sus trabajos para que otros se enriquezcan. Apelo a vosotros en nombre de esas mujeres que ofrendan sus vidas al dios moderno del dinero y apelo a vosotros en nombre se sus hijos, los que viven y los que aún no han nacido".

¿Es Thomas Kidd culpable de lo que se le acusa? El alegato de Darrow era lo suficientemente conmovedor como para lograr todo lo concerniente a pruebas o a la legalidad. Pero por persuasivo que sea tal alegato, desde el punto de vista de la lógica es falaz todo razonamiento que pretenda derivar de "premisas" como éstas la conclusión de que el acusado es inocente.

Esta falacia es a veces usada de manera ridícula, como el caso del joven que fue juzgado por un crimen particularmente brutal, el asesinato de su padre y de su madre con un hacha. Puesto frente a pruebas abrumadoras, solicitó piedad sobre la base de que era huérfano.

f) Falacia del llamado emocional al pueblo o argumentum ad populum, es la falacia que se comete cuando se intenta ganar el asentimiento popular para lograr una conclusión que no está sustentada en pruebas, despertando las pasiones y el entusiasmo de la multitud. Es un recurso favorito del propagandista, del demagogo y del que pasa avisos.

Es el vendedor ambulante, el artista de variedades y el anunciador con-temporáneo que han elevado el argumentum ad populum a la categoría de un arte refinado. Comer una cierta marca de cereales elaborados o beber Inca Kola es proclamado un deber patriótico. Bañarse con jabón Lux es descrito como una experiencia estremecedora. La mención del dentífrico Kolinos en un programa radial o televisivo patrocinado por un fabricante es precedida y seguida por se-cuencias de música clásica. En los carteles propagandísticos, las personas retra-tadas usando los productos anunciados se presentan siempre llevando el tipo de vestimenta y vivienda en el tipo de casas que, se supone, despertarán la aproba-ción y la admiración del consumidor medio. Los hombres jóvenes que aparecen en ellos usando los productos de referencia son de ojos claros y hombros anchos, y los ancianos son invariablemente de aspecto "distinguido". Las mujeres son todas esbeltas, de cabello castaño y hermosas, y se las presenta o muy bien vestidas o apenas vestidas. Todo fabricante de automóviles le asegurará que su producto es el "mejor", y "demostrará" su afirmación exhibiendo un modelo de automóvil

Page 7: FALACIAS

rodeado de hermosas jóvenes en traje de baño. El político que hace su campaña electoral "argumenta" que él debe recibir nuestros votos porque "todo el mundo" vota por él. Se nos dice que talo cual marca de cigarrillos es la "mejor" porque es la que más se vende en el país. Pero la aceptación popular de una actitud no demuestra que sea razonable; el uso difundido de un producto no demuestra que éste sea satisfactorio; el asentimiento general a una opinión no demuestra que sea verdadera.

g) Falacia de apelación a la autoridad o argumentum ad verecundiam, es la falacia que se comete cuando se apela al respeto a la autoridad de una persona o institución para persuadir a alguien o ganar asentimiento a una conclusión. Este argumento no siempre es estrictamente falaz, pues la referencia a una reconocida autoridad en el campo especial de su competencia puede dar mayor peso a una opinión. Si varios legos discuten acerca de algún problema de la ciencia y uno de ellos apela al testimonio de Einstein sobre la cuestión, este testimonio es sumamente importante. Aunque no demuestra lo que se sostiene, tiende indudablemente a confirmado. Pero, si en vez de legos son expertos los que discuten acerca de un problema que está dentro del campo de su especialidad, sólo deben apelar a los hechos y a la razón, y toda apelación a la autoridad de otro experto carecería completamente de valor como prueba.

Se comete esta falacia cuando se apela a una autoridad en cuestiones que están fuera del ámbito de su especialidad. Si en una discusión sobre temas de reli-gión uno de ellos apela a la opinión de Darwin, una autoridad en biología, esa ape-lación es falaz. Igualmente, apelar a las opiniones de un gran físico como Einsten para dirimir una discusión sobre política o economía sería también falaz.

Los testimonios de los anunciadores son ejemplos frecuentes de esta falacia. Se nos insta a fumar cigarrillos Marlboro porque un campeón de natación o un as del fútbol afirma su superioridad. Y se nos asegura que talo cual cosmético es mejor porque es el preferido de tal cantante de ópera o tal estrella de cine.

i) Falacia de la causa falsa. Esta falacia ha recibido distintos nombres latinos, tales como non causa pro causa y post hoc ergo propter hoc. El primero de estos indica el error de tomar como una causa de un efecto algo que no es su causa real. El segundo designa la inferencia de que un acontecimiento es la causa de otro simplemente sobre la base de que el primero es anterior al segundo. En general se comete esta falacia cuando tratamos de establecer una conexión causal erróneamente.

Esta es una falacia vinculada con muchas supersticiones y creencias sin base racional. Por ejemplo, la que aconseja no pasar por debajo de una escalera, seguramente porque este hecho estuvo vinculado fortuitamente alguna vez con una desgracia ocurrida a alguien; o la que recomienda tocar tres veces en madera, pensando que esta acción tiene como efecto prevenir las enfermedades.

Page 8: FALACIAS

l) Falacia de petición de principio (Petitio principii). Esta falacia se comete cuando se presupone la verdad de lo que se quiere demostrar; es decir, cuando se toma como premisa de un razonamiento la misma conclusión que se pretende probar: "lo que se quiere probar es la conclusión del razonamiento, pero se la usa como premisa para llegar a dicha conclusión". Un ejemplo clásico de falacia por petición de principio es la que cometió Aristóteles cuando quiso probar que el centro de la Tierra es el centro del mundo. Su argumentación fue la siguiente: "La naturaleza de las cosas pesadas es dirigirse al centro del mundo y las de las cosas ligeras alejarse de él. La experiencia muestra que las cosas pesadas se dirigen al centro de la Tierra y que las cosas ligeras se alejan de él. Luego, el centro de la Tierra y el centro del mundo coinciden". Fácil es ver que, para obtener la conclusión, Aristóteles ha supuesto que el centro de la Tierra y , el centro del mundo son lo mismo; pero justamente era lo que había que probar.

Otro ejemplo de esta falacia es el razonamiento de Schopenhauer para negar la existencia de la libertad. El quiere probar esto, y toma como punto de partida justamente la falta de libertad. En efecto dice que la libertad no existe porque en el universo no hay cosas libres. Igualmente el razonamiento de Stuart MilI para demostrar la uniformidad de la naturaleza. Dice que la uniformidad es un principio válido en toda la naturaleza y que, por tanto, debe mostrársenos en cada momento y en cada lugar. Es así que efectivamente vamos encontrando uniformidad en cada momento y en cada lugar que podemos someter a nuestra observación. Por tanto, queda confirmado que la uniformidad existe en toda la naturaleza, inclusive en la parte que no hemos llegado a observar. No hay duda que para aceptar que la uniformidad existe en la parte de la naturaleza no obser-vada nos tenemos que apoyar en la idea de que "la naturaleza es uniforme".

En su forma totalmente explícita la falacia de la pregunta compleja aparece en el diálogo: un orador plantea una pregunta compleja, el segundo orador responde inadecuadamente con un "sí" o un "no", y el primer orador luego extrae una inferencia falaz que puede aparecer apropiada. Por ejemplo: Investigador: -¿Aumentaron sus ventas como resultado de su engañosa propaganda? Testigo: -No. Investigador: -¡Ajá! De modo que usted admite que su propaganda era engañosa. ¿Sabe usted que su conducta no ética puede crearle dificultades?