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1 Fede (Giorgio Marchetti) Castel Gandolfo, 1 de junio de 2016 También Fede ha partido hacia la Mariápolis Celestial para recomponer allá arriba ese “grupo” que con Chiara, Foco, Chiaretto y todos los primeros focolarinos y las primeras focolarinas ha testimoniado y siempre testimoniará la unidad y la variedad de la familia que María ha querido crearse aquí en la Tierra con su Obra. En el último periodo su salud era muy precaria. Se había fracturado la rótula, fue operado, pero parecía que se estaba recuperando. A quien le preguntaba cómo estaba respondía siempre: “¡físicamente mal pero espiritualmente muy bien!”. Después ha ido perdiendo poco a poco las fuerzas y en los últimos días permaneció inmóvil en la cama sin lograr ya hablar, pero comunicando con la vivacidad de sus ojos y una sonrisa atrayente su plena adhesión a la proximidad del momento de la muerte. Un momento éste según escribía Fede en un comentario a la Palabra de Vida de diciembre de 1960 que debe estar “presente en cada instante de nuestra vida” porque “importa poco si sucede hoy o dentro de cincuenta años”: importa vivirlo con una “fe viva”, con “este sello de preparación, de espera, de vigilancia”. Hoy querríamos recorrer al menos las etapas principales de su historia y lo haremos dejándonos guiar por lo que él había escrito hace algunos años por sugerencia de Chiara, y luego reelaborado para publicarlo en el libro titulado “¿Tú crees esto?”. Fede recuerda que Chiara le había dicho que su vida “se prestaba a escribir una historia interesante, …. Y tuvo la sensación que en la rápida síntesis que Chiara hacía de él en aquella ocasión, se realizase un poco lo que ella muchas veces nos había enseñado: que la trama de nuestra vida, podía considerarse como un bordado que, visto por encima parecía como un dibujo de Dios, mientras que desaparecían, borrados por la misericordia de Dios y en este caso, por la suya, los nudos que quedaban por la parte de abajo, constituidos por nuestras infidelidades y por nuestros pecados”. Pero volvamos al comienzo de esta historia, al año 1929. Fede cuenta: “Nací en una familia católica, tradicional, en la ciudad de Padua. Mi padre era empleado de un banco, mi madre maestra de escuela primaria, pero prácticamente ama de casa. Yo era el segundo de cuatro hijos, con tres hermanas. De joven participaba en el oratorio parroquial, practicando varios deportes”. LLegaron después los años de la guerra y la experiencia de la resistencia partisana que lo atrajo con sus ideales “ideales de libertad y de justicia social” seguidos por un intenso periodo de

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Fede (Giorgio Marchetti)

Castel Gandolfo, 1 de junio de 2016

También Fede ha partido hacia la Mariápolis Celestial para recomponer allá arriba ese “grupo” que con Chiara, Foco, Chiaretto y todos los primeros focolarinos y las primeras focolarinas ha testimoniado y siempre testimoniará la unidad y la variedad de la familia que María ha querido crearse aquí en la Tierra con su Obra.

En el último periodo su salud era

muy precaria. Se había fracturado la rótula, fue operado, pero parecía que se estaba recuperando. A quien le preguntaba cómo estaba respondía siempre: “¡físicamente mal pero espiritualmente muy bien!”.

Después ha ido perdiendo poco a poco las fuerzas y en los últimos días permaneció inmóvil en la cama sin lograr ya hablar, pero comunicando con la vivacidad de sus ojos y una sonrisa atrayente su plena adhesión a la proximidad del momento de la muerte. Un momento éste – según escribía Fede en un comentario a la Palabra de Vida de diciembre de 1960 – que debe estar “presente en cada instante de nuestra vida” porque “importa poco si sucede hoy o dentro de cincuenta años”: importa vivirlo con una “fe viva”, con “este sello de preparación, de espera, de vigilancia”.

Hoy querríamos recorrer al menos las etapas principales de su historia y lo haremos

dejándonos guiar por lo que él había escrito hace algunos años por sugerencia de Chiara, y luego reelaborado para publicarlo en el libro titulado “¿Tú crees esto?”.

Fede recuerda que Chiara le había dicho que su vida “se prestaba a escribir una historia interesante, …. Y tuvo la sensación que en la rápida síntesis que Chiara hacía de él en aquella ocasión, se realizase un poco lo que ella muchas veces nos había enseñado: que la trama de nuestra vida, podía considerarse como un bordado que, visto por encima parecía como un dibujo de Dios, mientras que desaparecían, borrados por la misericordia de Dios y en este caso, por la suya, los nudos que quedaban por la parte de abajo, constituidos por nuestras infidelidades y por nuestros pecados”.

Pero volvamos al comienzo de esta historia, al año 1929. Fede cuenta: “Nací en una familia católica, tradicional, en la ciudad de Padua. Mi padre era empleado de un banco, mi madre maestra de escuela primaria, pero prácticamente ama de casa. Yo era el segundo de cuatro hijos, con tres hermanas. De joven participaba en el oratorio parroquial, practicando varios deportes”.

LLegaron después los años de la guerra y la experiencia de la resistencia partisana que lo atrajo con sus ideales “ideales de libertad y de justicia social” seguidos por un intenso periodo de

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profundas desilusiones delante de las dudas para las que no encontraba respuestas y de la incoherencia de muchos, tanto en el mundo laico como en el religioso.

“Así me encontré de nuevo –

continúa Fede - con mis desilusiones y mis dudas. Desde entonces empecé una actividad de búsqueda que me llevó a pasar a través de varias organizaciones y asociaciones… Contemporáneamente se añadió una búsqueda mucho más difícil en el plano de las ideas, de la doctrina, con lecturas, coloquios con jesuitas cultos o con profesores de la universidad; pero las dudas se hacían cada vez más fuertes …”.

En noviembre de 1950 conoce a Bruna Tommasi: “ella me hablaba de Dios sencillamente… y después yo comprendía que ella, no sólo me hablaba de Él, sino que lo vivía”. En un diálogo con ella y Giosi, expresa todas sus dudas, y a las respuestas evangélicas que le dan, dice a Giosi: “Pero señorita, en el fondo, estas cosas que usted dice, a decir la verdad yo ya las sé”. Y Giosi: “ Está bien, pero ¿las pone en práctica?”.

Su búsqueda pasa así “de los libros a la vida” y, tras una jornada vivida pensando siempre “en los demás y nunca en mí”, experimenta “una gran alegría”.

Más tarde conoce en Trento también a los primeros focolarinos y en Padua se encuentra con otros, con Gino Bonadimani que estudiaba con él Medicina en la Universidad.

En marzo de 1952 le confía a Fons que - al igual que él, Marco y otros – se sentía llamado a la virginidad pero que no sabe si es posible seguir este camino por tener “muchas dudas sobre la existencia de Dios”. A la mañana siguiente, fortificado por la presencia de Jesús en medio con Lía, en la catedral de Trento dice su sí.

Sin embargo, las dudas

volvieron muy pronto, a tal punto que, pasando con las primeras y los primeros focolarinos un periodo en

las Dolomitas en el verano de ese año, todos lo veían tan complicado que – subraya Fede - “Marco Tecilla dijo que si yo llegaba a ser un focolarino, todos podrían llegar a serlo y Giosi, refiriéndose a mi, repetía en dialecto trentino: «Parèlo via!», ¡díganle que se vaya!”.

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El día antes de regresar Chiara quiso verlo… Pero escuchemos directamente a través de su voz el recuerdo de aquel momento:

Del video a los gen del 25 de mayo de 1995 – 27’40”/29’08”: “… Chiara me dijo: «Sí, he entendido que tienes todas estas complicaciones, pero en el fondo

tú, en el fondo tú crees en Dios». Le digo: «Sí, Chiara, en el fondo yo creo en Dios, pero no logro dar el paso». Y entonces ella me dijo: «Entonces tú ahora quédate aquí… - y me regaló una buena fruta, un melocotón, una fruta que en italiano se llama pesca, bueno, grande, amarillo - … que yo voy a buscarte una Palabra de Vida». Entonces entró a la casa, fue a abrir el Evangelio, salió y me dijo: «Bien, he encontrado la Palabra de Vida adecuada para ti». Y era ésta: una palabra que Jesús dice a Marta cuando habla de la resurrección de Lázaro y Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí aunque haya muerto vivirá. ¿Tú crees esto? Credis hoc? – en Latín – ¿tú crees esto? Y Marta respondió: ¡sí, lo creo!». «Bien – me dijo – entonces tú toma esta Palabra de Vida – ¿Tú crees esto? – y vete con ésta y si te volvieran las dudas de fe, tú repite: ¿Tú crees esto? Sí, Señor, lo creo. ¡Verás que te va bien! Entonces ¡Tú crees esto! » «¡Sí, Chiara, yo lo creo!» «Entonces adiós». Y me fui.¡Y tenía la fe! ¡Fue una gracia extraordinaria! ¡Todo estaba claro, todo era sencillo!”

Al año siguiente, acompañando a Chiara en un viaje en tren a Asís recibió de ella el nombre nuevo: “Fede”.

Su entrada concreta en el

focolar debe pasar varias pruebas por la adversidad del Obispo y por la condición que le puso su padre de que primero terminase la carrera, pero de todos modos, pronunció sus votos el 7 de diciembre de 1953 solo, en una capilla en Padua.

Palmira Frizzera que conoció a Fede en aquel periodo, nos ha escrito desde Suiza: “Me

encontré con él por primera vez en Padua en su casa, poco después de que él conociera el Ideal. Debía discutir la tesis de la Licenciatura en Medicina y había ido a Trento para un encuentro de puesta al día del Movimiento. Apenas tuvo el tiempo para cambiarse y junto a su madre, fuimos, casi corriendo, a la defensa de la tesis por la que fue premiado con un 30 con lode. Me impresionó desde entonces su paz: había ido a Trento para hacer la Voluntad de Dios y ahora hacía otra : la defensa de la tesis, con la misma actitud. Aquella noche dormí en su casa, pero no quiso que lo hiciera con sus hermanas Fernanda y Francesca; me dio su habitación y él durmió en un sofá en la sala.

Para mí, lo que ha caracterizado a Fede, también de un modo heroico especialmente en ciertos periodos, ha sido su fidelidad a Chiara , al Ideal y a la Obra. Un amor con un equilibrio para mí, extraordinario, siempre presente en todas las etapas incluso difíciles de su vida por la Obra, hasta la última que lo ha llevado al Paraíso. ”

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Apenas terminó la carrera, Fede entró a formar parte del focolar de Trento, trabajando como dentista.

También en Roma, adonde se trasladó a finales del 1955 para ayudar a Chiara en la dirección

del Movimiento que estaba creciendo, trabajó como médico en un ambulatorio con el hermano de Chiara y con Enzo Fondi. Fede mismo cuenta: “Muchos se sintieron atraídos por nuestro estilo de vida. Una vez, por ejemplo, vino una señora joven… que impresionada por el Evangelio vivido quiso ir al focolar, seguía viniendo al ambulatorio también después de haber terminado su tratamiento, e hizo un camino de retorno a la fe: «A mí, el Señor Dios, me tomó por los dientes», contaba a los que le preguntaba acerca de su experiencia”.

La llamada al servicio militar lo lleva a seguir su aventura de focolarino en el cuartel en

Florencia. Apenas llegó, pidió el permiso de saltar el desayuno para poder ir a la Misa. El teniente le respondió que no estaban en el seminario. Y él dijo: ¡Pero tampoco en la Unión Soviética! Entonces el superior no supo decir nada más que un “Ya veremos”. “Para mí – pensó Fede - no era un rechazo y por lo tanto, a la mañana siguiente dije al sargento de guardia que estaba saliendo con el permiso del teniente”. Después de algunos meses varios colegas participaban en la Misa cada mañana, uno de los cuales llegó a ser después un focolarino.

Aunque estaba en el cuartel, seguía a la comunidad que se estaba formando en la Toscana. Lo mismo cuando lo trasladaron al cuartel de Trapani, en Sicilia. Además de ser militar y el responsable del Movimiento, empezó también a estudiar Filosofía.

No podemos detenernos sobre todos los lugares a los que Fede ha llevado el Ideal a lo largo de

los años, pero recordemos particularmente dos de ellos: Brasil y Loppiano. En Brasil el Movimiento había empezado a desarrollarse en 1958 con un viaje de Marco Tecilla,

Lia Brunet, Fiore Ungaro y con la apertura de los primeros focolares en Recife, en el Nordeste, en 1959.

En 1961 llega también Fede: “Cuando llegamos a Recife, - cuenta él – después de un primer saludo a la comunidad que se reunía semanalmente en el Colegio Santa Catalina, lo primero que nos dijeron que hiciéramos era encontrar una habitación que pudiera servir como… centro del Movimiento... Habiéndola encontrado, nos trasladamos entonces a una pequeña casa de dos pisos … Al otro lado de la calle había un canal grande, tras el cual se veía una favela, una extensión de mocambos, barracas muy pobres, construidas con madera, hojalata, cartón. Desde los primeros días habría querido ir al otro lado del canal, a vivir con aquella gente y a

hacer algo por ellos, quizás como médico, o de otro modo; pero era necesario comprender cuál era el proyecto de Dios sobre nosotros”. Proyecto que después se ha ido cumpliendo en las

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décadas siguientes con el desarrollo de muchas obras sociales y con el proyecto de Economía de Comunión.

Escribe a Chiara desde Recife en 1962: “Quizás, por ese poco de distancia que hay, comprendo más qué inmensidad de luz y de gracia me has donado, una vez más, en esta vida divina que te debo”.

De aquellos primeros años brasileños Fede recuerda una verdadera lluvia de frutos y un crecimiento continuo de la comunidad alrededor, “una comunidad formada por personas vivas, comprometidas a amar”. Y así no solamente en Recife, sino en muchas otras ciudades hasta Sao Paulo donde empezó la Città Nuova brasileña.

En abril de 1964, en Recife, Fede fue ordenado sacerdote. Estaba presente también Chiara: “Fueron días en los que me pareció que vivía en el Paraíso … Al finalizar la ordenación, Chiara me llamó y me dijo: «Mira, Fede, durante la ordenación he hecho una experiencia espiritual bellísima, pero verdaderamente es inefable. Te la contaré en el Paraíso». Pero, en esa atmósfera, decir “en el Paraíso” o decir “al día siguiente” era lo mismo. Y no le pregunté nada. Pero fue ella misma, quien me habló de ello mucho tiempo después”.

En Navidad de 1964 Chiara manda a Fede a Loppiano, la naciente Mariápolis permanente

cerca de Florencia y P. Foresi lo acompaña en el auto por la autopista no inaugurada aún oficialmente”.

“Vivíamos juntos entonces la aventura maravillosa de la ‘construcción de una ciudad a campo abierto. Al principio éramos unos veinte, los que estábamos participando en la Escuela de los focolarinos, en Grottaferrata, pero en poco tiempo el número se dobló…”.

Había que inventar de todo, construir, y fueron meses llenos “de imprevistos, de progresos, de contratiempos, pero también de risas, de gran alegría; y además de sabiduría, de oración, de contemplación. Aquí, más que nunca, me sentí un espectador encantado de lo que Jesús estaba obrando en el alma de muchos jóvenes que iban de descubrimiento en descubrimiento”.

Particular el servicio prestado por Fede como responsable de los focolarinos, tarea que Chiara

le confió ya en el año 1957 y luego más tarde, hasta el 2000. “¿Qué decir de esta maravillosa

experiencia? – subraya Fede – Antes que nada la admiración y la sorpresa viendo cómo Chiara sabía inventar siempre modos nuevos para conocer y seguir a estos hijos suyos predilectos no obstante el continuo crecimiento del número. Con su vida y la sabiduría encantaba a todos y los arrastraba a Dios, haciendo que se enamoraran, en el verdadero sentido de la palabra, de Jesús Abandonado y resucitado, y vivo en medio de nosotros, de María, del Padre, del Espíritu Santo… Después, la gratitud a Dios por haber podido conocer a cada focolarino personalmente, haber podido compartir con cada uno una experiencia espiritual profunda de unidad, viéndoles crecer realizados como cristianos y como hombres, y gozando por esta nueva vocación en la Iglesia que atraía poco a poco a jóvenes de todas las razas, pueblos, culturas, clases sociales”.

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Hans Jurt, focolarino suizo, lo ayudó y después lo sustituyó en este encargo. Hans: Conocí a Fede durante la Escuela de Loppiano. Ya siendo un joven focolarino, me había fascinado cómo personificaba el ser focolarino: transmitía fuerza, seguridad, convicción y esa luz "encarnada" que me parecía fruto de su seguir a Chiara sin pretextos. Su discurso "La conquista de la libertad" era fundamental para mí.

Los cuatro años con Fede en el Centro de los Focolarinos han sido una escuela de vida. De Fede he aprendido una lección fundamental: qué significa “amar”, qué significa dar la vida

por un hermano. Un focolarino para él valía todo. No existían límites en el acompañar a un focolarino en un momento de prueba o de enfermedad, y nunca dejaba de esperar. Estaba dispuesto a ceder y a invertir para ayudar a un hermano que estuviera sufriendo, con viajes, con tiempo, con sacrificios de cualquier tipo.

Nos orientaba con insistencia a dar prioridad a Jesús en medio para vivir, como él decía "una vida vivible y santificante".

Por estos valores, Fede no se ahorraba nada, por el contrario, luchaba, arriesgándose a veces a las incomprensiones. Cuando yo llegué a Casa Vita me sugirió el proverbio trentino: "Chi fa falla, chi non fa falla siempre" (Quien hace se equivoca, pero quien no hace está equivocado siempre), y esto ha sido fundamentale para mí.

Hemos compartido en el Centro de los focolarinos aventuras simpáticas con Fede. Él entonces

sufría mucho por el frío aunque afuera hiciese mucho calor. Recuerdo momentos “históricos” de encuentro con él en su buhardilla de Casa Vita, nosotros en camisa o camiseta y él envuelto con mantas, trabajando en la programación … y ¡experimentar momentos de alegría y de luz!

La relación con él nunca fue “fácil” o cómoda para mí. Era intenso, comprometido, exigente. Exigía "perder la propia vida". La diversidad entre nosotros dos era de verdad grande, tanto por edad y generación, como por cultura y educación, a veces también en la comprensión de puntos fundamentales de nuestra vida.

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Recuerdo profundamente momentos en los que esta diversidad me bloqueaba en la relación con él, por ej. cuando hablaba o exponía un concepto con convicción que yo no lograba compartir. Yo me cerraba. Poco ha poco he hecho la experiencia de una inmensa libertad interior y de un amor por Fede que cada vez era más puro y profundo.

Fede se daba cuenta y ya esta diversidad no pesaba, se convertía en riqueza compartiendo incluso puntos de vista diferentes. Se convertía en el fundamento para una confianza inquebrantable.

Cuando luego, en 1999 Fede se enfermó gravemente y hubo necesidad de una sustitución temporal, esto pudo darse sobre este fundamento.

Elide y Gianni Cito son una pareja de focolarinos casados. Gianni lee sus testimonio.

Elide e Gianni Antes de ser uno de los primeros focolarinos ha sido, sobre todo, para nosotros una “persona

verdadera” que tenía para con nosotros pensamientos y atenciones de un hombre auténtico. Se ha preocupado de un modo serio por nuestra economía, siempre a la focolarina, con la atención y el equilibrio con respecto a nuestra pobreza, también atento a la posibilidad de una real vida familiar.

Pero lo que más recordamos, y que nos ha construido como focolarinos, era su búsqueda apasionada por traducir en la realidad cotidiana y actual la luz del Carisma. En particular, comprender qué y cómo debía ser la figura de los focolarinos casados dentro del focolar y para todo el Movimiento. Para él no había nada ya confeccionado, por decir así, que se tuviera que aplicar simplemente, como un esquema. No, para él existía la responsabilidad de comprender cómo “hacer sonar en la Tierra” la partitura que ya estaba escrita pero en el Cielo… Era el desafío de la encarnación lo que le interrogaba y no le dejaba tranquilo. Quizás por eso era creativo y estimulante estar con él, en su focolar, porque se participaba, se debía participar en la búsqueda de la inculturación en el mundo actual.

Particularmente en el campo de la moral. Recuerdo que hizo de todo para que nos inscribiéramos en la Facultad de Teología en el Laterano porque, decía, así pueden hablar no sólo sencillamente en base a la experiencia de ustedes – la nuestra y la de otras pocas parejas quizás - sino porque así pueden integrarla y ampliarla y dar un fundamento sólido. Después, siempre quería saber qué pensábamos sobre un aspecto u otro y cuál era la novedad que el Carisma vivido podía aportar.

La segunda parte de los años ’60 y las décadas siguientes ven a Fede junto a Chiara en muchos

viajes y participando en la construcción de una obra de Dios que se difundía de un modo planetario y que involucraba a las nuevas generaciones.

Muchos tenemos vivas sus respuestas y sus intervenciones a los jóvenes y los chicos en una relación viva y luminosa, como podemos ver ahora en un momento de diálogo con una adolescente de España que le preguntaba cómo hacer siendo chicos para poner las bases para un futuro de felicidad.

Respuestas a las gen 3 de una Escuela en 2013 (25 de mayo): …Pero, lo que es importante es que Jesús nos ha prometido la felicidad no sólo para la otra

vida, sino también para ésta, si amamos como Él ha amado y si amamos a Jesús Abandonado. Por tanto, nosotros experimentamos una felicidad que es la antesala de la otra, de la vida eterna, de la felicidad eterna.

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Yo por ejemplo, a mi edad estoy en la antesala. Foco decía que la vejez es el noviciado del Paraíso. Es prepararse para ir al Más Allá. Y esto hay que recordárselo porque muchos sienten miedo a la muerte, en cambio, es la puerta para llegar Allá. Entonces ustedes preguntan, ¿cuántos años tengo yo ahora? Prueben a adivinar. ¿Has dicho 84? Mira, te has acercado. ¡Estamos allí, muy bien! (Aplauso)

Entonces, pueden preguntar: “Y tú que tienes 84 años y has tratado de construir la felicidad, ¿eres feliz? Mi respuesta es: ¡Sí! Tengo 84 años, y yo soy feliz!

Desde 1995 Fede forma parte también de la “Escuela Abbà”, el Centro de estudio interdisciplinar del Movimiento, dando sobre todo su aportación para la Psicología, las Ciencias y la Ética. Una experiencia que hace que se sienta ‘lleno y saciado’ de sabiduría y de luz, casi como para estallar…, en Dios, invadido totalmente por su luz y por su amor, transportado a su Reino, que es cada vez más variado, más estupendo y más verdadero”.

En 2003 escribe a Chiara:

“Siento que quiero agradecerte por tu tema sobre la unión con Dios. Desde las primeras palabras he sentido una especie de llamada a una conversión, a un nuevo inicio de mi vida; y luego poco a poco iba aumentando, como una sucesión de luces y de propósitos concretos. Me he encontrado con el alma llena de Dios”.

Después de la partida para el Cielo de Chiara y con el crecer de las dificultades de la salud,

empieza lo que le gusta definir “uno de los periodos más bellos de mi vida, tanto que a menudo me encuentro repitiéndole a Jesús: "¡No sabía que la vejez pudiese ser una aventura tan bonita!”, caracterizado por una “relación con Jesús… cada vez más íntima y profunda” y por un nuevo modo de “hacer algo por el Movimiento y en particular por los focolarinos… estar enfermo: sufrir, ofrecer, rezar”, preparándose como decíamos al principio, “para el próximo encuentro con Él”.

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Gracias Fede porque con tu vida has transmitido a muchos y muchos aquella fe inquebrantable

en Dios en el carisma de la unidad, una fe que ha caracterizado cada uno de tus actos, cada una de tus relaciones, y que, ciertamente, también desde Allá arriba, seguirás sosteniéndonos.

Un gracias expresado también por muchísimo que han enviado sus testimonios sobre la relación contigo, que ahora no mencionamos por el tiempo pero que conservamos como preciosas aportaciones. Un gracias que te dice junto con nosotros también tu familia, dando la palabra a… Un recuerdo del tío expresado por las sobrinas:

El círculo de parientes del tío Giorgio es muy numeroso. Somos nueve sobrinos, 14 sobrinos nietos, y después están los primos de segundo grado aunque para él no existía nunca el segundo grado.

Tú eras tú para todas las edades e ideas, tú eras tú, especial en ese momento, y así se creaba aquella escucha particular que nos fascinaba a todos, ese amor que nos acogía.

Sus ojos te miraban fijamente, llenos de luz y de dulzura, te dejaba decir todo hasta el fondo. Consolaba tu llanto con palabras de comprensión, gozaba con tus conquistas, incluso con las más pequeñas.

Escuchaba las dudas, las desilusiones, los proyectos, consolando y animando. Nunca se negó ante debates filosóficos y políticos que ponían a prueba nuestra capacidad

para argumentar. Y así nosotros nos hicimos grandes, nos casó, bautizó a nuestros hijos y fue amigo de ellos,

desde el más grande hasta el más pequeño. Un hilo directo con cada uno de nosotros. Cada encuentro era especial, sabía hablarnos del Amor de Dios de manera sencilla,

haciéndonos descubrir que en nuestro vivir cotidiano Dios estaba presente. Sabía hacer accesibles, para cada uno de nosotros, las grandes verdades espirituales,

haciéndolas penetrar en la vida diaria, de tal manera que ese Jesús que parecía tan lejano, que era su compañero de vida, podía ser también ¡el compañero de tu vida!

Estaba siempre dispuesto, con discreción y delicadeza, para proponerte a ese Jesús que él amaba tanto, a quien ha amado hasta el final con todo el corazón.

La historia de su vida siempre nos fascinó, la historia de su nombre, Fede, siempre nos impresionó, y más allá de la fe, siempre hemos estado convencidos de que es un grande, un gran hombre, que ha hecho lo que ha deseado y elegido, con libertad, aunque sabemos que su libertad se basaba en la elección de Dios.

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Éste es un testimonio que me han enviado, en cambio, los parientes de Lozzo Atestino, el

famoso círculo de parientes ampliado. Permanece como inolvidable para nosotros el encuentro con Giorgio con motivo de su 50º

aniversario de sacerdocio. Durante la Misa celebrada con una emotiva participación de nuestra Iglesia de Lozzo Atestino, recordó los años de su infancia y de su juventud transcurridos con nuestras familias Marchetti Bressan.

Conservamos en el corazón su extraordinaria capacidad para mantener intactos el candor y el entusiasmo de la juventud, la búsqueda afanosa de la verdad que encontró en la fe, aceptada con alegría, sencillez y humildad, con las que sabía hablar al corazón de las personas, la inteligencia y el entusiasmo con los cuales continuamente sostuvo a su familia y a la gran familia de los Focolares.