Feminocracia

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* A propósito de TAVERA, Susanna (ed.): Fons La Revista Blanca: Federica Montseny i ladona nova (1923-1931), Barcelona, Editorial Afers, 2007, 176 páginas, 19 euros.

Pedro G. G.

Desde que el profesor Jaume Vicens i Viveslo fundara en el año 1949, el Centred’Estudis Histórics Internacionals de laUniversidad de Barcelona se ha venidohaciendo cargo de una importante y hete-

rogénea labor intelectual. Los principales temas a losque el Centre se dedica son: Exilio, catalanismo yvalencianismo, Europa como modelo y como problema,biografías y memorias históricas, movimientos socia-les conectados con cuestiones de género, con el anar-quismo, con el comunismo, con el republicanismo ycon muchas otras ideologías y, por supuesto, con pro-blemas históricos e historiográficos. Uno de los miem-bros del Centre es la profesora Susanna Tavera quetiene numerosos estudios sobre Federica Montseny, laprimera mujer ministro de sanidad y asistencia públi-ca de toda Europa. El último estudio de Tavera es elque compila ocho años de artículos publicados porMontseny en La Revista Blanca dedicados al llamado“problema de la mujer” y que comentamos a conti-nuación.

Esta breve y concisa selección de textos pretendehacernos comprender la peculiar concepción queFederica Montseny tenía de las teorías feministas desu época. Para ello, en primer lugar, encontramos enla cuidada edición de la misma la completa introduc-ción (en catalán) que hace Tavera junto a las notasque acompañan a los escritos de Montseny (en caste-llano) y que no sólo sirven para contextualizar losproblemas sino que además sirven para imprimirlesun sugerente carácter global. Pese a la imagen deEspaña como una rareza histórica, lo cierto es que laEspaña de los años 20 era, intelectualmente hablan-do, pionera en cuestiones como el feminismo, lasexualidad, el amor libre, el laicismo, etcétera. En con-secuencia, en la España de la anarquista –según lasaclaraciones de Tavera-, no se practicó el localismointelectual sino que más bien se estableció un diálo-go permanente con el mundo occidental para asíintentar construir soluciones dirigidas a toda laHumanidad.

En segundo lugar y en lo que se refiere a laestructura y al contenido del libro, hay que decir quela obra se divide en tres grandes puntos en los que secondensan los escritos “feministas” de “juventud” dela ministra anarquista. De hecho, el advenimiento dela inestable República y la posterior guerra, con suscrueldades, con sus miserias y con su estado de excep-

ción provocó en Montseny –como en muchos otros-,un cambio de rumbo personal e intelectual. Toda suimaginación literaria, todo su espíritu narrativo pues-to al servicio de los problemas del feminismo fue rele-gado a un segundo plano, silenciado por la maquinariabélica y prebélica, en aras de un feroz desarrollo desu peculiar lucha propagandística como oradora, comoescritora, como editora y como eslabón dentro de laresistencia. Y es que: «sin duda, Federica Montseny nova a volver a escribir sobre feminismo con la intensi-dad que lo hizo durante la Dictadura de Primo deRivera y, prácticamente abandona el tema cuando llegala República, intensificando su dedicación por lasluchas sindicales e insurreccionales anarquistas»(p.11). Teniendo esto en cuenta, la división realiza-da por Tavera responde a los siguientes criterios temá-ticos:

a) “Sobre feminisme i feministes. La dona nova”.Los escritos de esta sección llevan a cabo un recorri-do por los desaciertos –que según Montseny- hanacompañado al feminismo. Enumerados muy breve-mente, dichos equívocos pueden resumirse en dos. Porun lado, estaría lo que podemos denominar el egoís-mo del feminismo. Para esta ideología, en opinión deMontseny, sólo existe el problema femenino, es decir,sólo las mujeres deberían tener una vida mejor, conmás derechos y libertades, y por esta razón el femi-nismo reivindica sólo para ellas esa nueva vida. Peroesto es un reduccionismo imperdonable ya que el femi-nismo, en su específica lucha, se olvida literalmentedel resto de la humanidad. En otras palabras, el escán-dalo feminista no es otro que: «[...] la falta de huma-nismo, de este amor a la humanidad que forma el máspreciado y generoso fundamento de todos los ideales»(p.53). En este punto es cuando la libertaria grita sufamosa consigna antifeminista: «¿Feminismo? ¡Jamás!¡Humanismo siempre! Propagar un feminismo esfomentar un masculinismo, es crear una lucha inmo-ral y absurda entre los dos sexos, que ninguna leynatural toleraría» (p.53). Por otro lado, el segundodesacierto es el ansia de poder. El feminismo no seríaotra cosa que una ideología que solicita el poder yque quiere gobernar a cualquier precio como cualquierotro partido político: «¡Gobernar! ¡He aquí toda laidealidad, toda la ética, todo el valor humano del femi-nismo, palabra solo aplicable a las mujeres ricas, por-que las pobres nunca han sido ni serán feministas: nilas dejarían serlo!» (pp.45-46). Uno de los antídotoscontra estos dos grandes errores procede de un mundotan aparentemente incivilizado y machista como es el

turco. Y ello porque sus mujeres promovieron asocia-ciones muy diferentes a las europeas: «Estas asocia-ciones [...] no se limitan a conquistar para la mujerturca las exiguas libertades de la mujer europea, ni lastambién escasas a que aspira el feminismo deOccidente. Por el contrario, hay en ellas una tenden-cia demoledora y un amplio espíritu de igualdad social,que empieza a inspirar serios temores a los gober-nantes que las dieron ayuda y hasta a las mujeres declase alta que iniciaron el movimiento» (p.37).

b) “El problema dels sexes. Matrimoni, unió lliurei amor sense convivéncia”. Para Montseny existen dossexos bien diferenciados fisiológicamente pero ello nosignifica nada dentro de las luchas sociales, puestoque esas luchas son universales, comunes a todos loshumanos. No hay emancipación femenina sin que hayaemancipación masculina (y viceversa), o lo que es lomismo, la mujer aparece como problema del hombrey el hombre como problema de la mujer. En conse-cuencia el “problema de los sexos” se diluye en el pro-blema humano que sólo la revolución social eindividual puede resolver. Dentro de esa revoluciónindividual hay en Montseny una exaltación continuaa la maternidad: «Los hijos representan mañana lagarantía sentimental, y en esa sociedad también eco-nómica, de nuestra vida. Mujer sin hijos es árbol sinfruto, rosal sin rosas. La cuestión está en saber sermadre y serlo consciente y voluntariamente» (p.100).A lo que se niega la anarquista es a aceptar la pro-miscuidad o la “camaradería amorosa” propuesta porel francés E. Armand porque ello supone caer en lavulgaridad, en la pérdida del amor real (no exclusiva-mente carnal-animal) y del individualismo. Por el con-trario, el eslogan que ella promovió en este tema fuesiempre: «Libertad sí, pero también responsabilidad».

c) “La polémica sobre La victoria i El hijo de Clara”.En esta sección vienen a novelarse todos los proble-mas de los que se han hablado anteriormente. Tambiénse recogen los conflictos intelectuales que suscitaronen su momento la publicación de sus novelas y hay unintento por eliminar los tópicos que rodearon a lamujer emancipada definida por la sociedad machistacomo mujer masculinizada, neurótica e histérica. ParaMontseny, la nueva mujer era la heredera de Prometeo,una mujer muy especial con una misión muy clara:«[...] una mujer que [...] aspiraba a transmitir a losobreros anarquistas el fuego de la sabiduría» (p.19).Ella misma se dedicó a esta misión absolutamente todasu vida pero, al fin y al cabo, ya se sabe que para bieno para mal, «vivía como creía».

cnt n°361 noviembre 20092266

Cultura

Contra la Feminocracia y el olvidofeminista del problema humano*

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