Fernandez-Balboa - Reflexiones de un Pedagogo Caminante

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Reexiones de un pedagogo caminanteReections of a Walking PedagogueJuan-Miguel Fernndez-Balboa BalaguerUniversidad Autnoma de Madridc a l l e l i b r eRecepcin. enero 2010 AcepIacin. enero 2010CORRESPONDENCIA:Juan-Miguel Fernndez-Balboa BalaguerDpto. de Educacin Fsica, Deporte y Motricidad HumanaFacultad de Formacin de Profesorado y EducacinUniversidad Autnoma de MadridCiudad Universitaria de Cantoblanco28049 [email protected] AO6I VOLUMEN5I MURCIA2010I PG.51A54I ISSN:1696-5043C C D51Este escrito explica, de forma auto-biogrfica, el proce-soseguidoporunprofesoruniversitarioenlaformacin de profesorado de Educacin Fsica, desde su poca de es-tudiantehastaelpresente,paraencontrarsupropioca-minopedaggicoypersonal.Enelrelato,elautorhace alusin a dos protagonistas esenciales en dicho proceso: su antiguo maestro de judo y un ex alumno.SiendoalumnoenelInstitutoNacionaldeEduca-cin Fsica de Barcelona, a finales de los aos 70, cur-s la maestra de judo un arte marcial japons. La palabra judo, como es bien sabido, significa camino de la gentileza, de la no resistencia. Recuerdo con cunto ahncoytesn,durantevariosaos,estudiypracti-qu, fsica y mentalmente, de modo incesante, sus tc-nicas y principios, tanto dentro como fuera del tatami1,para conseguir el cinturn negro, smbolo de tal maes-tra.Ademsdeentrenarrealizandomilesymilesde repeticiones de uchi komi2 e incontables horas de ran-dori3 con el fin de automatizar mis movimientos para quemicuerporespondieseinstintivayeficazmente en competicin, mi vida entera revolva alrededor del judo. Mi ropa ms habitual era el kimono4 (cuando no el chndal), lea libros de judo, hablaba principalmen-tedejudo,ibaavercompeticionesyexhibicionesde judo, asista a cursos y seminarios de judo. Incluso mis comidasyhorasdesueoestabandiseadasparasa-carle el mximo partido en este deporte. En definitiva, ms que aprender judo, viva el judo (o as lo crea).1Zona de suelo acolchado donde se practica el judo.2Ejercicio consistente en la constante y atenta repeticin de las tcnicas del judo.3Ejercicio que simula el combate con el n de practicar las tcnicas de judo de un modo realista y dinmico.4Vestimenta de algodn grueso apropiada para la prctica del judo.Por fin, el gran da lleg, y todo mi esfuerzo se vio re-compensado:ganmipreciado(yprecioso)cinturn. Dadas las circunstancias, cabra esperar que me inva-diera el xtasis, y, efectivamente, as fue; pero apenas duranteunashoras.Pasadalaeuforiainicial,sinem-bargo, me vi inmerso en un repentino y profundo va-co algo esencial me faltaba. Es eso todo?, pens. Ya he logrado mi meta. Por qu me siento as? Esa noche apenas dorm.Al da siguiente, desorientado, volv al dojo5. Ansioso de probar(me) mi nuevo estatus y ver si podra hacer cosas de las que no haba sido capaz con anterioridad, inicielentrenamiento.Enrealidad,algohabacam-biado,peronoparamejor.Lejosdefluir,talvezpor lapresinquemeestabaauto-imponiendo,mesent incmodo y torpe. De hecho, mi tcnica, normalmen-te pulida y efectiva, pareca empeorar por momentos. Cuantomsintentabahacerlascosasbien,peorme salan.Lainseguridadhizopresaenmy,frustrado, para ahuyentarla, no se me ocurri ms que aumentar laintensidaddemiprcticayvapulearamiscompa-eros menos expertos. En un momento dado, perd el control y proyect a mi uke6 con tal violencia que ste permaneci varios segundos tumbado en el suelo, sin poder respirar. Mientras tanto, yo, perplejo y algo cul-pable, le miraba sin saber qu hacer ni qu decir.Mi sensei7, Csar Pez, ex campen de Espaa de todas las categoras, me haba estado observando desde la dis-tancia. Al ver lo ocurrido, se acerc, asisti al alumno all tendido y, una vez recuperado ste, le acompa hasta un borde del tatami para que descansase unos minutos. Seguidamente, volvi hacia m y, con un solemne salu-5Espacio o local donde se practica el judo.6Compaero/a de prctica.7Maestro/a.CCD13I AO6I VOLUMEN5I MURCIA2010I PG.51A54I ISSN:1696-5043REFLEXIONES DE UN PEDAGOGO CAMINANTEJ.M. FERNNDEZ-BALBOA52C C Dc a l l e l i b r edo, me invit (ret), por primera vez en todos esos aos, a realizar un randori con l. Extraado, le devolv el sa-ludoymedispuseaempezar.Elejerciciodurapenas tresocuatrominutos,yreconozcoquenolodisfrut. A pesar de mi gran deseo de ganarle, no pude ms que intentar, en vano, mantener el equilibrio. Sus magistra-lesembateserandetalvelocidadyhabilidadquetan pronto estaba yo de pie como me encontraba de nuevo volteando en el aire y cayendo pesadamente en el tata-mi. Cuando lo consider oportuno, mi maestro solt mi kimono, dio un paso atrs y, mirndome fijamente a los ojos con una expresin seria (pero respetuosa), volvi a saludarme y declar: Miguel, ese (se refera a lo que yo haba hecho a mis compaeros de prctica aquel da) no es el camino. Luego, sin ms, lentamente, se alej para instruir a otro de sus alumnos.Sussomeraspalabrascontenanunasabialeccin, sindudalamsvaliosaquenuncameense;pero, comosueleocurrirenmuchoscasos,yotodavano estabacapacitadoparaaprenderla.Miegoarrogante noslomehabaalejadodelcaminodeljudo,desu esencia,delagentileza,sinoquetambinoscureca laluzdeaquelexpertomensaje.Empecinado,cegado por la ambicin de acumular ms danes8, prosegu con mi dura preparacin; con los intensos, y en ocasiones violentos,entrenamientos;yconlasfatigosasyfre-nticas competiciones. Todo ello, empero, lejos de lle-varme al xito que yo tanto ansiaba, me condujo a un vaco an mayor. Sin comprender lo que pasaba, segu intentando compensar esa oquedad con ms esfuerzo e,incluso,conmscrueldad.Perotodoellollevalo inevitable. Tres aos ms tarde, habiendo creado ms enemigos que amigos, tras suspender el examen para tercer dan y fracasar en todas las competiciones a las quemehabapresentado,abandoneljudo,llenode lesiones, completamente exhausto y con un lacerante sentimiento de malogro. Nunca ms volv a practicar-lo, y mucho menos a ensearlo.Tuvieron que transcurrir casi diez aos para que yo pudiese entender lo que mi maestro me quiso indicar. Durante ese periodo, mi bsqueda de algo que me lle-naseprosiguicondesaforo.Eventualmente,mefij otraambiciosaempresaladeserprofesoruniversi-tarioenlosEstadosUnidos.Nocasualmente,sta tena ciertos paralelismos con la anterior, a diferencia de que, lejos del simbolismo filosfico de la primera, la segunda posee, en trminos generales, un cariz mucho ms tcnico. Con un renovado mpetu, y no totalmen-teconscientedelosobstculosquedeberasuperar, me puse manos a la obra, dispuesto a ir alcanzando las 8Dan: grado de cinturn negro. En judo, el mximo es el dcimo dan, otorgado en exclusiva al fundador de este arte marcial, Jigoro Kano.metas habituales a tal efecto (un doctorado, una plaza enunauniversidad,lassubsiguientespromocionesa categoras acadmicas superiores, etc.).Tras doctorarme, la primera gran meta (una especie decinturnnegroenelescalafninstitucionaluni-versitario),sentlamismavacuidadyvulnerabilidad quehabavivenciadoenlaprcticadeportiva.Y,por segunda vez, volv a cometer el mismo error al preten-der superar aquella situacin mediante el ejercicio del control y la intimidacin. De esta forma, ya como pro-fesor en una universidad norteamericana, opt por eri-girme en la autoridad absoluta en el aula, achantando, desafiando y apretando las clavijas a mis estudiantes con el fin de evitar, en lo posible, que pudieran ver en miinterior.Peroelusodelafuerzatampocofuncio-n. Cuanto ms intentaba dominar, ms se resista el alumnado. Inevitablemente, la tensin fue aumentan-doamedidaqueeltiempopasaba.Aslascosas,tal lleg a ser mi estado de frustracin (y dolor) que consi-derseriamenteabandonarladocenciauniversitaria. Si no lo hice fue, debo admitirlo, por miedo a no saber qu hacer con mi vida sin ese asidero profesional. Por suerte,enelmomentoenelquemslonecesitaba, apareciotromaestrodispuestoaguiarme.Enesta ocasin fue uno de mis ms brillantes y capaces alum-nos,conquien,pesealacoyunturageneral,haba entablado cierta amistad. Un da, tras una breve con-versacin, le ped ayuda. Despus de unos momentos de silencio, como para sopesar el riesgo de formular su opinin, sugiri que mi forma de ensear no era ade-cuada.Creastensin,dijo,ylagenteserebota. Evidentemente,aquellonoeraloqueyoqueraor; pero la sinceridad de sus palabras pudo ms que mi so-berbia. Superando el impulso de rebatir su afirmacin, comprendquesta,ensustancia,contenaelmismo fondo del mensaje que mi sensei haba expresado aos atrs. Ciertamente, ese no era el camino!Asfuecomovicunequivocadohabaestadodu-rantetodoaqueltiempo.Elcaminonoconsistaen la coaccin ni en la dureza; sino en la humildad, en la no resistencia, en el respeto por uno mismo y por los dems. Ese fue mi punto de inflexin.Apartirdeaquelinstante,iniciunintensoproce-so de cambio como pedagogo y como persona (siendo queambosaspectosvanntimamenteligados,yun cambio en uno siempre se refleja en el otro). A falta de otros recursos, empec a leer a intelectuales como Carl Rogers,PauloFreire,ArthurCombs,MaxineGreene, BellHooks,HenryGiroux,MichelFoucault,Miles Horton, Allice Miller, Pierre Bourdieu, entre otros/as, yaimbuirmedesusteorasyenseanzas.Amedida que avanzaba en mis lecturas y reflexionaba sobre las mismas,fuicomprendiendoquelaverdaderaeduca-CCD13I AO6I VOLUMEN5I MURCIA2010I PG.51A54I ISSN:1696-5043REFLEXIONES DE UN PEDAGOGO CAMINANTEJ.M. FERNNDEZ-BALBOAC C D53c a l l e l i b r ecin debe apuntar al crecimiento en libertad. Tambin apreciqueesteprocesoestantomejorcuantasms personasparticipanenl;osea,quenoesslocom-petencia del/a profesor/a, sino tambin del alumnado. Enconsecuencia,ynosinreservas,fuimodificando mi forma de ensear; pas de imponer mi ley, como vanica,aproponercompromisosdemocrticosya fomentaralternativasparticipativasycooperativas. Adems, empec a hacer incisos en las lecciones para explicarlasrazonesqueimpulsabanmimetodologa dedilogo,deproyectosconjuntos,decontratosde enseanza-aprendizajemutuamenteacordadosyde auto-evaluacin. Por otro lado, alent a quienes com-partan el aula conmigo a que pidieran justificaciones sobre mis acciones y a que se sintieran libres y capaces deexpresarsuspropiasideasyopiniones,inclusosi stas eran contrarias a las mas. En definitiva, la lgi-ca de los castigos y amenazas dio paso a la lucidez.Elresultadodeesoscambiosfue(ysiguesiendo) extraordinario. En pocas semanas me empec a notar ms alegre y pleno, mientras que not que emerga un renovadointers,provenientedelalumnado,por aprender,compartiryproponer.Conelentusiasmo quenosibacontagiandoadquiramosconfianzapara contemplarnuevasopcionesyposibilidadesypara romperconciertospatronesdelaenseanzatradi-cional que interfieren con el flujo del aprendizaje. Por ejemplo,acordamosquenotodos/astenamosque hacer(leer,estudiar,escribir)lomismooalmismo tiempo, siquiera en el mismo sitio; sino que cada cual poda marcarse sus propias metas y sus propios ritmos y elegir, en tanto en cuanto fuese posible, contenidos especficos y lugares particulares en los que enfocar la atencin y profundizar en el conocimiento. Todo ello, esos,manteniendolacoherenciaconelprograma decadaasignatura.Incluso,talycomosehaceenel judo,empecasaludaratodos/asmisco-aprendices antesydespusdecadasesindeclase,comogesto de bienvenida, respeto y admiracin; incluso comenc adaralgnabrazoqueotro,cuandoconsiderabaque laocasinlorequera.Estassimplesaccionesnoson una nimiedad; al contrario, son fundamentales en este tipodepedagoga.Sirvaparailustrarloelsiguiente extracto de un e-mail, enviado por un ex alumno de cuarto de licenciatura, de la Universidad Autnoma de Madrid, una vez concluida la asignatura de Educacin Fsica e Investigacin:Hola Juan Miguel: El otro da, en la ltima clase, no pude decirle nada porque ni siquiera saba lo que decirle despus de estos meses en los que mi vida ha cambiado. En estos meses () me he dado cuenta de muchas cosas ycreoqueesaluzdelaquehablahallegadohastami velaylahaencendido.Podradecirlemuchascosasal respectodelatransformacinquehesufrido()pero creoquetodoseresumeendosmomentos.Elprimero deelloseselapretndemanosquenosdbamoscada daalcomenzaryalterminarlaclase.Eseapretnde manoslodicetododem,muchomsquetodoloque pueda escribir en este e-mail. El segundo momento () CCD13I AO6I VOLUMEN5I MURCIA2010I PG.51A54I ISSN:1696-5043REFLEXIONES DE UN PEDAGOGO CAMINANTEJ.M. FERNNDEZ-BALBOA54C C Dc a l l e l i b r ees el abrazo del ltimo da de clase. Puedo decirle que, en 21 aos, nunca ningn profesor me ha dado un abrazo y me ha felicitado por mi trabajo. Esos dos momentos, en definitiva, resumen todo lo que pueda decirle por escri-to. () Un saludo y muchas gracias por poner una piedra ms en mi montaa de piedras que hace que todas las de debajo cobren sentido.Ese sentido, en definitiva, es elemental para encon-trarloscaminosidneos(vasequenotodosloson) ypara,deentreellos,descubrirelpropio.Porelque yo he optado, curiosamente, al justificarse en el judo, vieneacerraruncrculoenmi(an)danzaparticular. Enlosveinteaosquellevoenl,hepodidoconsta-tar, una y otra vez, que la gentileza puede ms que la fuerza bruta; que no hace falta obligar para avanzar; y que el co-aprendizaje, con humildad y cario, conlleva profundosysignificativoscambiosanivelexistencial para todos los implicados. Adems, debo decir que, ac-tuando de este modo, he recibido tanto o ms de lo que haya podido dar. No es de extraar, pues, que cada da me sienta ms seguro y sereno, ms lleno y satisfecho, con ms ganas de seguir adelante.Dichoesto,slomerestaaclararquemuchotengo an que aprender y que, lejos de sentirme el protago-nista de ese caminar, soy un simple instrumento ins-pirado y orientado por energas sinrgicas e intuitivas que todava no llego a comprender (tal vez nunca pue-da),peroque,noobstante,estnpresentesentodos nosotros.Enmicaso,esasenergassevenalimenta-dasyaumentadasporelmagnficoespritudemis dignos,generososyexcepcionalesco-aprendices,con quienes tengo el honor de compartir y construir el ca-mino, y a quienes dirijo todo mi agradecimiento y ad-miracin. Doy gracias, tambin, a Csar Pez y a otros maestros y maestras que he ido encontrando a lo largo de la senda. De todos ellos y ellas es el verdadero m-ritodeestaapasionanteyvaliosaaventuraque,para m, es educar.BibliografaFernndez-Balboa,J.M.(2006).LaEducacinFsicaenunmarcoti-co: navegando hacia la Ciudad Feliz. Actas del I Congreso Internacional UEM: Actividad fsica y deporte en la sociedad del siglo XXI. Madrid: Uni-versidad Europea de Madrid.Fernndez-Balboa, J. M., y Muros Ruiz, B. (2005). Reflexiones sobre pe-dagogayprincipios:undilogoentredoseducadoresdemaestros. En A. Sicilia y J. M. Fernndez-Balboa (Coords.), La otra cara de la en-seanza: La educacin fsica desde una perspectiva crtica (pp. 115-126). Barcelona: INDE.Fernndez-Balboa, J. M. (2005). La auto-evaluacin como prctica pro-motora de la democracia y la dignidad. En A. Sicilia y J. M. Fernndez-Balboa (Coords.), La otra cara de la enseanza: La educacin fsica desde una perspectiva crtica (pp. 127-158). Barcelona: INDE.Fernndez-Balboa, J. M. (2004). La Educacin Fsica desde una perspec-tiva crtica: De la pedagoga venenosa y el currculum oculto hacia la dignidad. En V. M. Lpez Pastor; R. Monjas y A. Fraile (Coords.), Los ltimosdiezaosdelaeducacinfsicaescolar(pp.215-225).Centro Buenda: Universidad de Valladolid.Fernndez-Balboa,J.M.(2004).Recuperandoelvalortico-polticode la pedagoga: Las diferencias entre la pedagoga y la didctica. En A. Fraile (Coord.) y otros, Didctica de la Educacin Fsica: una perspectiva crtica y transversal (pp. 315-330). Madrid: Biblioteca Nueva.Fernndez-Balboa,J.M.(2003).Laauto-evaluacin(ylaauto-califica-cin) como formas de promocin democrtica. Materiales de formacin del profesorado universitario-Gua III (pp. 93-119). Crdoba: Unidad de Calidad de las Universidades Andaluzas.