Ferrater Mora - La Verdad

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7/21/2019 Ferrater Mora - La Verdad http://slidepdf.com/reader/full/ferrater-mora-la-verdad 1/12 VER conviene destacar las diferencias: el Verbo como Hijo de Dios en San Juan no es estrictamente equiparable, según lo hemos puesto de relieve en el artículo acerca del logos, al 435 63, griego, pero tampoco al ! hebreo. El Verbum como  pr o pr iu m no me n  Fi l i i, según dice Santo Tomás en S. theol, I, q. XXXVII, 1 c, es una noción cristiana cuya originalidad no  parece fácilmente red uci ble a sus antecedentes, no obstante reconocerse la importancia de éstos. VERDAD. El vocablo 'verdad' se usa primariamente en dos sentidos:  para referirse a una proposición y pa- ra referirse a una realidad. En el pri- mer caso se dice de una proposición que es verdadera a diferencia de "fal- sa". En el segundo caso se dice de una realidad que es verdadera a di- ferencia de "aparente", "ilusoria", "irreal", "inexistente", etc.  No es siempre fácil distinguir en- tre estos dos sentidos de 'verdad' por- que una proposición verdadera se re- fiere a una realidad y de una realidad se dice que es verdadera. Pero puede destacarse un aspecto de la verdad sobre el otro. Tal ocurrió en la idea de verdad que predominó en los co- mienzos de la filosofía. Los filósofos griegos comenzaron por buscar la ver- dad, o lo verdadero, frente a la fal- sedad, la ilusión, la apariencia, etc. La verdad era en este caso idéntica a la realidad, y esta última era conside- rada como idéntica a la permanencia, a lo que es, en el sentido de "ser siempre" — fuese una substancia ma- terial, números, cualidades primarias, átomos, ideas, etc. Lo permanente era, pues, concebido como lo verda- dero frente a lo cambiante — que no era considerado necesariamente como falso, sino sólo como aparentemente verdadero sin serlo "en verdad". Co- mo la verdad de la realidad —que era a la vez realidad verdadera— era concebida a menudo como algo ac- cesible únicamente al pensamiento y no a los sentidos, se tendió a hacer de la llamada "visión inteligible" un elemento necesario de la verdad. Este sentido griego de la verdad no es históricamente el único posible. Se- gún ha indicado von Soden, y han  precisado, entre otros, Zubirí y Orte- ga y Gasset, hay una diferencia fun- damental entre lo que el griego en- tendía por verdad y lo que entendía  por ella el hebreo. Para este último, VER en su época "clásica" cuando menos, la verdad ('emunah) es primariamente la seguridad, o, mejor dicho, la confianza. La verdad de las cosas no es entonces su realidad frente a su apariencia, sino su fidelidad frente a su infidelidad. Verdadero es, pues, pa- ra el hebreo lo que es fiel, lo que cumple o cumplirá su promesa, y por eso Dios es lo único verdadero, porque es lo único realmente fiel. Esto quiere decir que la verdad no es estática, que no se halla tanto en el presente como en el futuro, y por eso, señala Zubiri, mientras para manifestar la verdad el griego dice de algo que es, que posee un ser que es, el hebreo dice "así sea", es decir, amen. En otros términos, mientras para el he-  br eo la ve rda d es la vo lu nt ad fi el a la promesa, para el griego la verdad es el descubrimiento de lo que la cosa es o, mejor aun, de aquello que "es antes de haber sido", de su esen- cia. El griego concibe, así, la verdad como &04#5:+& o descubrimiento del ser, es decir, como la visión de la forma o perfil de lo que es verdade- ramente, pero que se halla oculto por el velo de la apariencia. Lo contrario de la verdad es para el hebreo la decepción; lo contrario de ella es para el griego la desilusión. Pero lo ver- dadero como "lo que habrá de cum-  plirse" es esencialmente distinto de lo verdadero "como lo que es" y como lo que está  si e mp re  pr es en t e  —a un bajo la for ma de la lat en cia — en un ser. El sentido  pri mar io de la verdad como &04#5:+&, dice Zubiri, no es, sin embargo, meramente descubri- miento o patencia, sino, ante todo, la patencia del recuerdo. Pero "la idea misma de verdad tiene su ex-  presión  pri mar ia en otras voces" den- tro de algunos lenguajes indoeuro-  peos: es el caso del verus como expresión de una confianza. Por lo tanto, hay cuando menos una posibi- lidad de conexión semántica entre los dos mentados conceptos de verdad, aparentemente tan distanciados. Ju- lián Marías precisa que, en todo caso, una distinción es metódicamente ne- cesaria entre la verdad como &04#5:+&, como 'emunah y como veritas. La  pri mera es pat enc ia; la segu nda , con- fianza; la tercera, veracidad. Los griegos no se ocuparon sola- mente de la verdad como realidad. Se ocuparon asimismo de la verdad como propiedad de ciertos enuncia- 884 VER dos, de los cuales se dice que son verdaderos. Aunque antes de Aristó- teles se había ya concebido la verdad como propiedad de ciertos enuncia- dos, la más celebrada fórmula al res-  pecto es la que se encu entra en Aris- tóteles: "Decir de lo que es que no es, o de lo que no es que es, es lo fal- so; decir de lo que es que es, y de lo que no es que no es, es lo ver- dadero" (Met.,  ;, 7, 1011 b 26-8). Con ello Aristóteles precisaba lo que había afirmado ya Platón (Crat., 385 B; Soph., 240 D - 241 A, 263 B). Pero mientras en este último filósofo la verdad de la proposición dependía de la verdad de la realidad en el sen- tido de que 'verdad" se aplicaba pri- mariamente a la cosa y secundaria- mente al enunciado, Aristóteles ex-  presó por vez primera límpidamente lo que luego se llamará "concepción lógica" —y que sería más adecuado llamar "concepción semántica" (Cfr. infra)  — de la verdad. En efecto, pa- ra Aristóteles, cuando menos en el  párrafo citado, lo verdadero es decir lo que es cuando es y lo que no es cuando no es; por tanto, no hay ver- dad sin enunciado. Ello no significa, ciertamente, que el enunciado como tal sea suficiente. En rigor, no hay "enunciado como tal", pues un enun- ciado lo es siempre de algo. Para que un enunciado sea verdadero es me- nester que haya algo de lo cual se afirme que es verdad (o que no ha- ya algo de lo cual se afirme que no es verdad ) : sin la "cosa", pues, no hay verdad, pero tampoco la hay sólo con la "cosa". Esta relación del enun- ciado con la cosa enunciada ha sido llamada luego "correspondencia", "adecuación", "conveniencia"; la ver- dad es verdad del enunciado en cuanto corresponde con algo que se adecúa al enunciado y conviene con él. Lo anterior no indica todavía cuál es el "órgano" apropiado para apre- hender la verdad o, si se quiere, para  poder formular proposiciones verda- deras. Puede ser, como algunos afir- maban, la inteligencia; o puede ser la "intuición" ("aprehensión directa y evidente"), o puede ser la sensación. Pero en todos estos casos se entiende la verdad como propiedad del enun- ciado. Los autores para quienes la propo- sición es fundamentalmente una serie de signos, han sostenido que la ver- dad es la conjunción o separación de

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VER conviene destacar las diferencias: elVerbo como Hijo de Dios en SanJuan no es estrictamente equiparable,según lo hemos puesto de relieve enel artículo acerca del logos, al 43563,griego, pero tampoco al !  hebreo.

El Verbum como  pr opr iu m no me n Fi l i i, según dice Santo Tomás enS. theol, I, q. XXXVII, 1 c, es unanoción cristiana cuya originalidad no

 parece fácilmente red ucible a susantecedentes, no obstante reconocersela importancia de éstos.

VERDAD. El vocablo 'verdad' seusa primariamente en dos sentidos:

 para refer irs e a una proposición y pa-ra referirse a una realidad. En el pri-mer caso se dice de una proposiciónque es verdadera a diferencia de "fal-sa". En el segundo caso se dice deuna realidad que es verdadera a di-

ferencia de "aparente", "ilusoria","irreal", "inexistente", etc. No es siem pr e fácil di st inguir en-

tre estos dos sentidos de 'verdad' por-que una proposición verdadera se re-fiere a una realidad y de una realidadse dice que es verdadera. Pero puededestacarse un aspecto de la verdadsobre el otro. Tal ocurrió en la ideade verdad que predominó en los co-mienzos de la filosofía. Los filósofosgriegos comenzaron por buscar la ver-dad, o lo verdadero, frente a la fal-sedad, la ilusión, la apariencia, etc. Laverdad era en este caso idéntica a larealidad, y esta última era conside-

rada como idéntica a la permanencia,a lo que es, en el sentido de "ser siempre" — fuese una substancia ma-terial, números, cualidades primarias,átomos, ideas, etc. Lo permanenteera, pues, concebido como lo verda-dero frente a lo cambiante — que noera considerado necesariamente comofalso, sino sólo como aparentementeverdadero sin serlo "en verdad". Co-mo la verdad de la realidad —queera a la vez realidad verdadera— eraconcebida a menudo como algo ac-cesible únicamente al pensamiento yno a los sentidos, se tendió a hacer 

de la llamada "visión inteligible" unelemento necesario de la verdad.Este sentido griego de la verdad no

es históricamente el único posible. Se-gún ha indicado von Soden, y han

 precisad o, entre otr os, Zubir í y Or te-ga y Gasset, hay una diferencia fun-damental entre lo que el griego en-tendía por verdad y lo que entendía

 por el la el hebreo . Pa ra es te últ im o,

VER en su época "clásica" cuando menos,la verdad ('emunah) es primariamentela seguridad, o, mejor dicho, laconfianza. La verdad de las cosas noes entonces su realidad frente a suapariencia, sino su fidelidad frente a

su infidelidad. Verdadero es, pues, pa-ra el hebreo lo que es fiel, lo quecumple o cumplirá su promesa, y por eso Dios es lo único verdadero, porquees lo único realmente fiel. Esto quieredecir que la verdad no es estática,que no se halla tanto en el presentecomo en el futuro, y por eso, señalaZubiri, mientras para manifestar laverdad el griego dice de algo que es,que posee un ser que es, el hebreodice "así sea", es decir, amen. Enotros términos, mientras para el he-

 br eo la verda d es la vo lu nt ad fi el ala promesa, para el griego la verdades el descubrimiento de lo que lacosa es o, mejor aun, de aquello que"es antes de haber sido", de su esen-cia. El griego concibe, así, la verdadcomo &04#5:+&  o descubrimiento delser, es decir, como la visión de laforma o perfil de lo que es verdade-ramente, pero que se halla oculto por el velo de la apariencia. Lo contrariode la verdad es para el hebreo ladecepción; lo contrario de ella es parael griego la desilusión. Pero lo ver-dadero como "lo que habrá de cum-

 pl irse" es es en cia lm ent e distint o delo verdadero "como lo que es" ycomo lo que está  si emp re  pr es en te

 —aun bajo la for ma de la latencia — en un ser. El sentido  pri mario de laverdad como &04#5:+&, dice Zubiri, noes, sin embargo, meramente descubri-miento o patencia, sino, ante todo,la patencia del recuerdo. Pero "laidea misma de verdad tiene su ex-

 presión  primaria en otras voces" den-tro de algunos lenguajes indoeuro-

 peos: es el ca so del verus comoexpresión de una confianza. Por lotanto, hay cuando menos una posibi-lidad de conexión semántica entre losdos mentados conceptos de verdad,aparentemente tan distanciados. Ju-

lián Marías precisa que, en todo caso,una distinción es metódicamente ne-cesaria entre la verdad como &04#5:+&,como 'emunah y como veritas. La

 primera es patencia; la segu nda , con-fianza; la tercera, veracidad.

Los griegos no se ocuparon sola-mente de la verdad como realidad.Se ocuparon asimismo de la verdadcomo propiedad de ciertos enuncia-

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VER dos, de los cuales se dice que sonverdaderos. Aunque antes de Aristó-teles se había ya concebido la verdadcomo propiedad de ciertos enuncia-dos, la más celebrada fórmula al res-

 pecto es la que se encu entra en Aris-

tóteles: "Decir de lo que es que noes, o de lo que no es que es, es lo fal-so; decir de lo que es que es, y delo que no es que no es, es lo ver-dadero" (Met.,  ;, 7, 1011 b 26-8).Con ello Aristóteles precisaba lo quehabía afirmado ya Platón (Crat., 385B; Soph., 240 D - 241 A, 263 B). Peromientras en este último filósofo laverdad de la proposición dependía dela verdad de la realidad en el sen-tido de que 'verdad" se aplicaba pri-mariamente a la cosa y secundaria-mente al enunciado, Aristóteles ex-

 presó por vez pr imera límpidament elo que luego se llamará "concepciónlógica" —y que sería más adecuadollamar "concepción semántica" (Cfr.infra) — de la verd ad . En efecto, pa -ra Aristóteles, cuando menos en el

 pá rrafo ci tado , lo ver dadero es deci r lo que es cuando es y lo que no escuando no es; por tanto, no hay ver-dad sin enunciado. Ello no significa,ciertamente, que el enunciado comotal sea suficiente. En rigor, no hay"enunciado como tal", pues un enun-ciado lo es siempre de algo. Para queun enunciado sea verdadero es me-nester que haya algo de lo cual seafirme que es verdad (o que no ha-

ya algo de lo cual se afirme que noes verdad ) : sin la "cosa", pues, nohay verdad, pero tampoco la hay sólocon la "cosa". Esta relación del enun-ciado con la cosa enunciada ha sidollamada luego "correspondencia","adecuación", "conveniencia"; la ver-dad es verdad del enunciado en cuantocorresponde con algo que se adecúaal enunciado y conviene con él.

Lo anterior no indica todavía cuáles el "órgano" apropiado para apre-hender la verdad o, si se quiere, para

 poder formular proposiciones verda-deras. Puede ser, como algunos afir-

maban, la inteligencia; o puede ser la"intuición" ("aprehensión directa yevidente"), o puede ser la sensación.Pero en todos estos casos se entiendela verdad como propiedad del enun-ciado.

Los autores para quienes la propo-sición es fundamentalmente una seriede signos, han sostenido que la ver-dad es la conjunción o separación de

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VER signos — por ejemplo, la conjuncióndel signo 'oro" con el signo 'amarillo'o la separación del signo 'oro' del signo'verde', lo que da las proposicionesestimadas verdaderas: "el oro es ama-rillo", "el oro no es verde". Esta

concepción de la verdad puede estar fundada en supuestos nominalistas(véase  NOMINALISMO) y hasta "ins-cripcionistas" (véase INSCRIPCIÓN). Eneste caso se mantiene una concep-ción de la verdad que puede llamar-se, según los casos, "nominal" o "li-teral"; si la verdad reside pura y sim- plemente en el modo como se hallanunidos o separados ciertos signos, elque una serie de signos sea declaradaverdadera y otra falsa dependerá úni-camente de los signos mismos. Ahora bien, el signo puede ser consideradocomo expresión física de un concepto

mental, el cual puede ser consideradocomo manifestación de un conceptoformal, el cual puede ser consideradocomo apuntando a una cosa, a unasituación, a un hecho, etc. Si así es,la concepción "nominal" de la verdadno es incompatible con la concepción"semántica" y ésta no es incompatiblecon lo que puede llamarse "concep-ción real". En efecto, el signo 'oro'se une al signo 'amarillo' en el enun-ciado 'el oro es amarillo' (o, mejor aun, el signo 'oro' se une al signo 'esamarillo') porque se piensa que el oroes amarillo en la unión del concepto"oro" con el concepto "ser amarillo",

y dicha conjunción de signos es ver-dadera si y sólo si, en efecto, el oroes amarillo. Puede, pues, concebirse laverdad como una serie de correspon-dencias y una serie de adecuaciones y"conveniencias"; el signo 'oro' con-viene al signo 'amarillo' porque se piensa que el concepto "ser amarillo"conviene al concepto "oro" a conse-cuencia de la conveniencia en la reali-dad del oro con el color amarillo. Laserie de "conveniencias" de "oro" con"amarillo" en los signos, en la mentey en el concepto está a su vez ade-cuado con la conveniencia real del oro

con el color amarillo. En suma, la ver-dad aparece entonces como conve-niencia de signos con signos, de pen-samiento con pensamientos, de con-ceptos con conceptos y de realidadescon realidades, y a su vez como ade-cuación de una serie dada de signos, pensamientos y conceptos con un he-cho real. Los escolásticos trataron por lo co-

VER mún de conjugar estos diversos mo-dos de entender la verdad. La verdado, mejor dicho, lo verdadero, verum,es, por lo pronto, una "propiedad tras-cendental" (véase TRASCENDENTAL,TRASCENDENTALES) del ente y es con-

vertible con el ente. La verdad comoverdad trascendental, llamada tambiéna veces "verdad metafísica" y luego"verdad ontológica", es definida co-mo la conformidad o conveniencia delente con la mente, pues el verum co-mo uno de los trascendentales es larelación del ente con el intelecto. Ello presupone que el ente es inte ligible,ya que de lo contrario no podría ha- ber la conformidad mentada. Pero laverdad puede entenderse asimismo co-mo la conformidad o conveniencia dela mente con la cosa, o adecuaciónde la mente con la cosa, aedequatio

rei et intellectus. Este tipo de verdadha solido llamarse "verdad lógica", pe-ro ello no debe entenderse como sifuera la verdad de una fórmula den-tro de un sistema deductivo; se tratade la verdad como propiedad del lo- gos, en cuanto consiste en asentir a loque es. Puesto que la llamada "ver-dad lógica" puede entenderse o comoconocimiento o como unión del juiciocon lo juzgado, se ha distinguido en-tre una "verdad gnoseológica" y una"verdad propiamente lógica". La ver-dad trascendental es el verum comorealidad; la verdad gnoseológica es laverdad en cuanto se halla en el inte-

lecto; la verdad lógica es la verdaden cuanto adecuación del enunciadocon la cosa; la verdad que puede lla-marse "nominal" y que se ha llamadoasimismo "oracional" (veritas sermoni)es la conformidad de un signo conotro.

Se pueden admitir todos estos con-ceptos de verdad y tratar de esta- blecer un paralelo con todos ellos enel cual cada concepción de la verdadocupe un lugar bien determinado den-tro de lo que puede llamarse "la ar-ticulación de las verdades". Pero se puede también destacar uno de estos

conceptos de verdad en detrimento delos otros. En este último caso tene-mos una concepción de la verdad quedepende fundamentalmente de la co-rrespondiente teoría de los universa-les (VÉASE). Los nominalistas tiendena considerar la verdad como veritas sermonis. Los realistas —cuando me-nos los realistas extremos— tiendena considerar la verdad como verdad

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VER ontológica. Los conceptualistas y losrealistas moderados tienden a cen-trar el concepto de verdad en la lla-mada "verdad lógica" — siempre quese destaque al mismo tiempo que una proposición es "lógicamente" verdade-

ra cuando dice lo que es "en reali-dad". Por otro lado, el adherirse auna determinada teoría de los univer-sales no significa que se elimine el"fundamento último" de la verdad.Casi todos los escolásticos, indepen-dientemente de su idea de lo que esun universal, de lo que es un juicio,etc., etc., han mantenido, siguiendoa San Agustín, que sólo hay verda-des porque hay una fuente de la ver-dad, que es Dios — a menudo llama-do "la Verdad". A este respecto de-cía San Anselmo que todo juicio deexistencia requiere para poder ser for-

mulado la existencia del ser supremodel cual participa todo ser inferior.Las anteriores distinciones no ago-

tan todas las que han introducido losescolásticos en lo que se refiere al con-cepto de verdad. Por ejemplo, la mis-ma verdad trascendental ha sido con-cebida a veces como estrictamentetrascendental —que es el ente encuanto es— o como latamente tras-cendental —que es el ente en cuantoente creado o increado. La verdadlatamente trascendental ha sido enten-dida como verdad medida por el inte-lecto o como verdad identificada conel intelecto. La verdad "lógica" o ver-

dad del intelecto ha sido entendidaasimismo como verdad medida y cau-sada por el objeto o como verdad iden-tificada con el objeto, etc., etc. Suelehablarse de la concepción escolásticade la verdad como la representada por la fórmula adaequatio rei et intellectus, pero aunque esta fórmula ocupa unlugar muy central en muchas de lasconcepciones escolásticas de la verdadno debe olvidarse que hay otras ideasde la verdad con las cuales debearticularse la fórmula adaequatio reiet intellectus y que en muchos casos justifican semejante adaequatio.

En la época moderna han persisti-do las anteriores concepciones de laverdad, incluyendo la concepción tras-cendental del Omne ens est verum,que Wolff formula de este mismo mo-do en Ontología, § 497. Pero lo inte-resante, y nuevo, en las concepcionesmodernas de la verdad ha sido eldesarrollo de lo que puede llamarse"concepción idealista". Se ha dicho a

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VER veces que esta concepción se carac-teriza por entender la verdad como"verdad lógica", y se ha aducido atal efecto que al reducirse todo ser acontenido de pensamiento, la verdadtendrá que fundarse en el pensamiento

mismo y, por tanto, en sus leyesformales. Pero ello no corresponde ne-cesariamente a las concepciones idea-listas, sino más bien a las llamadas"racionalistas" — sean o no, propia-mente, idealistas, o semi-idealistas.Además, debe tenerse en cuenta quesemejante concepción de la verdad es"lógica" sólo porque es "ontológica"y viceversa; si el pensamiento es pen-samiento de la realidad, la verdaddel pensamiento será la misma que laverdad de la realidad, pero tambiénla verdad de la realidad será la mismaque la del pensamiento — el orden y

conexión de las ideas serán, como de-cía Spinoza, los mismos que el ordeny conexión de las cosas. Ahora bien,cuando no se mantiene con completoradicalismo esta concepción a la vez"lógica" y "ontológica", el problema para los autores racionalistas es cómoconjugar las "verdades racionales" conlas "verdades empíricas" (V. VERDA-DESDE RAZÓN, VERDADES DE HECHO).

Lo que hemos llamado "concepcio-nes idealistas" modernas difieren de lasestrictamente racionalistas, y tambiénde las predominantemente empiristas, para las cuales las verdades son fun-damentalmente "verdades de hecho".

Para entender la concepción idealistade la verdad podemos referirnos antetodo a Kant, cuando habla de la ver-dad como "verdad trascendental" — en el sentido kantiano de 'trascen-dental'. Si el objeto del conocimien-to es la materia de la experienciaordenada por las categorías, la ade-cuación entre el entendimiento y lacosa se hallará en la conformidad entreel entendimiento y las categorías delentendimiento. La verdad es entonces primordialmente verdad delconocimiento, coincidente con la ver-dad del ser conocido. Pues si hay

efectivamente cosas en sí, éstas soninaccesibles y, por lo tanto, no puedehablarse de otro conocimiento verda-dero que del conocimiento de dichaconformidad trascendental. La de- pendencia en que se halla la verdadcon respecto a la síntesis categoriales lo que permite pasar de la lógicageneral a la lógica trascendental ológica de la verdad.

VER Hegel intenta, en cambio, desde

el idealismo, llegar hasta la verdadabsoluta, llamada por él la verdadfilosófica. La verdad es matemáticao formal cuando se reduce al prin-cipio de contradicción; es histórica

o concreta cuando concierne a laexistencia singular, es decir "a lasdeterminaciones no necesarias delcontenido de esta existencia". Pero esverdad filosófica o absoluta cuandose opera una síntesis de lo formalcon lo concreto, de lo matemáticocon lo histórico. Así, lo falso y nega-tivo existen, no como un momento dela verdad, sino como una existenciaseparada que, con todo, queda anu-lada y absorbida cuando, con el de-venir de lo verdadero, se alcanza laidea absoluta de la verdad en y parasí misma. La fenomenología del espí-ritu es de este modo la preparación para la lógica como ciencia de loverdadero en la forma de lo verda-dero. La verdad absoluta es la filosofíamisma, el sistema de la filosofía.Hegel efectúa así una primera apro-ximación a una noción de verdad quetrasciende de todo formalismo y detodo intelectualismo. Su oposición aconsiderar como verdad una parte deella, el resultado de lo verdadero, lehace buscar éste en una totalidadque comprende no sólo lo principiadomas asimismo su principio. La verdades de este modo la unidad absoluta yradical del principio con lo que él

engendra. De ahí el carácter plena-mente sistemático de la verdad filo-sófica, que exige, sin duda, los ca-racteres formales de lo matemático ylos concretos de lo histórico, pero quesólo por la unión de lo universal conlo concreto que realiza la filosofía puede convertirse en absoluta. O loque es lo mismo: "La verdadera fi-gura en la cual existe la verdad no puede ser más que el sistema cien-tífico de esta verdad" (Phän. desGeistes, I, § 1). Concepción que será,desde luego, recogida por las direc-ciones neohegelianas contemporáneas,

 pero, como veremos luego en el casode Bradley, con un abandono del panlogismo y un acercamiento al or-ganologismo que se manifiesta tam- bién en las tendencias del actualismoitaliano. En todo caso, empero, per-manece como algo propio del con-cepto de verdad sustentado por He-gel el hecho de que la verdad nosea jamás la expresión de un "hecho

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VER atómico", el hecho de que la verdadsea, en cuanto ontológica, una totali-dad indivisible sobre la cual se des-taca cualquier enunciado parcial delo verdadero o de su negación: elhecho, en suma, de que "lo verda-

dero sea el todo". En su libro The Na ture of Tru th (1906), HaroldHenry Joachim (nac. 1868) precisay desarrolla esta tesis. Joachim señala,en efecto, que la verdad no es meracorrespondencia del pensamiento conla realidad, ni tampoco mera pro- piedad del objeto independientemen-te de la conciencia, ni, finalmente,aprehensión intuitiva de objetos, sino proposición racionalmente ordenadadentro de un sistema, es decir, juicioque extrae su  significación de la sig-nificación del todo. Claro está queentonces la verdad, aun descansandoen la realidad ontológica última, re- presenta la expresión discursiva y, por lo tanto, finita de esta real idad, por lo cual el concepto de verdad parece necesitar siempre una distan-cia respecto a la realidad de la cualse enuncia un juicio. En otros térmi-nos, el concepto idealista de verdad,llevado a sus últimas consecuencias,implicaría la supresión misma del jui-cio verdadero. Y por eso también,como han opinado algunos autores, par ece que solamente pueda dar seun concepto de verdad en un conoci-miento de naturaleza descriptiva, enel cual no se pretenda tanto saber 

de la cosa como tener un conocimien-to acerca de ella.En algunos filósofos de la época

actual se vuelve en parte a la teoríaescolástica y se tiende a buscar nue-vamente la verdad en la coincidenciadel intelecto con la cosa. Mas estaadecuación no ha de ser entendidaya en el sentido del realismo ingenuo,sino como el resultado de una inves-tigación que tiene en cuenta las difi-cultades que había destacado el idea-lismo (cuando menos el idealismognoseológico ). La indagación de laverdad, realizada por Husserl al hi-

lo del estudio de las relaciones entrela verdad y la evidencia, conduce,ciertamente, al concepto de verdadcomo una situación objetiva —encuanto correlato de un acto identi-ficador— y a una identidad o ple-na concordancia entre lo mentadoy lo dado como tal —en cuanto co-rrelato de una identificación de coin-cidencia—, pero este concepto se

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VER refiere a lo objetivo, en tanto que enlas rekciones ideales entre las esen-cias significativas de los actos coin-cidentes hay que entender la verdadcomo "la idea correspondiente a laforma del acto, es decir, la idea de

la adecuación absoluta como tal"(Inv. log., trad. Morente-Gaos, t. IV,1929, págs. 131-6). En un tercer sentido, la verdad puede designarsecomo "el vivir en la evidencia elobjeto dado, en el modo del objetomentado", y, finalmente, desde el

 punto de vista de la intención, laverdad es, como justeza de la inten-ción y en especial como justeza del juicio, el resultado de la aprehensiónde la relación de evidencia. La ver-dad se distingue de este modo del ser,en que mientras la primera se refierea "parte de los actos y de sus mo-

mentos susceptibles de aprehensiónideal", el ser verdadero se refiere alos correspondientes correlatos obje-tivos. En los casos segundo y último,la verdad es definida "como la ideade la adecuación o como la justeza dela posición y significación objetivan-tes". Y en los casos primero y ter-cero, el ser en el sentido de la ver-dad se define "como la identidad delobjeto a la vez mentado y dado en laadecuación". Esta dilucidación de laverdad en su sentido amplio queda, noobstante, especificada cuando se de-fine el concepto estricto de la verdaden cuanto "adecuación ideal de un

acto relacionado con la respectiva per-cepción adecuada de la situación obje-tiva", y el concepto estricto del ser como algo que afecta "al ser de losobjetos absolutos" a diferencia de laexistencia de las situaciones objetivas.

Heidegger niega que la verdad sea primariamente la adecuación del in-telecto con la cosa y sostiene, deacuerdo con el primitivo significadogriego, que la verdad es el descubri-miento. La verdad queda convertidaen un elemento de la existencia, lacual encubre el ser en su estado dedegradación (Verfallen) y lo descu-

 bre en su estado de autenticidad. Laverdad como descubrimiento puededarse sólo, por consiguiente, en elfenómeno de "estar en el mundo"

 propio de la Existencia y en él radicael fundamento del "fenómeno origi-nario de la verdad". El descubrimien-to de lo velado es así una de las for-mas de ser del estar en el mundo.Pero el descubrimiento es no sólo el

VER descubrir sino lo descubierto. Laverdad es, en un sentido originario,la revelación de la Existencia a lacual pertenece primitivamente tantola verdad como la falsedad. Por esola verdad se descubre únicamente

cuando la Existencia se revela a símisma en cuanto manera de ser pro- pia. Y toda verdad no es verdaderaen tanto que no haya sido descubierta.El ser de la verdad se halla, segúnello, en una relación directa e inme-diata con la existencia. "Y sólo por-que se ha constituido la Existenciamediante la comprensión de sí mis-ma, es posible la comprensión delser." Por eso hay verdad sólo en tantoque hay Existencia, y ser únicamenteen tanto que hay verdad. Ahora bien,esta doctrina de la verdad, contenidaen Ser y Tiempo (§ 44), ha sido por un lado precisada y por el otrorefundamentada en la conferencia  Dela esencia de la verdad (Vom Wesender Wahrheit, 1943). Aquí se presenta la esencia de la verdad desdeluego como algo muy distinto de lasdiversas maneras posibles deadecuación (VÉASE) o convenien-tia;la verdad se hace patente sólo en lamedida en que el juicio mediante elcual se enuncia la verdad de unacosa se refiera a ella, en tanto que lahaga presente y permita expresarla talcomo es. La cosa debe, pues, estar "abierta" o, mejor dicho, la cosa debeaparecer dentro de un ámbito de

"apertura" que incluye la "direcciónhacia la cosa". Al referirse a la cosa,el enunciado que la deja ver se"comporta" (verhält sich) de uncierto modo, posibilitado por laapertura. Lo que haya de adecuación,conveniencia o conformidad del juiciocon lo real no estará, pues, fundadosolamente en el hecho de que sóloen el juicio reside la posibilidad deverdad, sino en la situación más radi-cal de una conformidad con el modode estar abierto su "comportamien-to". Esto equivale a una cierta "libe-ración", hecha posible por la entrega

 previa a la esencia de la verdad,"liberación" sólo factible en el casode que se sea libre de antemano res- pecto a lo que se manifiesta en la"apertura". Por eso "la esencia de laverdad es la libertad", pero una li- bertad que no es expresión de deci-siones arbitrarias o cómodas — nouna libertad que el hombre posee, si-no una libertad que posee al hombre

887

VER y que hace posible la verdad comodescubrimiento del ente por mediodel cual tiene lugar una "apertura".Cierta porción de la filosofía con-temporánea va aproximándose, por consiguiente, a una noción de verdad

que, sin caer en un completo irracio-nalismo, procura solucionar o evitar los conflictos que el intelectualismotradicional había suscitado. Las men-cionadas teorías últimas de la verdadcomprueban, en efecto, el citadoaserto. Pero no son las únicas que en-contramos. En rigor, ya Nietzscheestableció con toda conciencia unanoción "vitalista" de la verdad, peroesta noción estaba todavía excesiva-mente arraigada en el biologismo quela influencia de la teoría evolucionista provocaba inclusive en quien, como elmencionado filósofo, representa por 

tantos lados una negación delcientificismo al uso. Desde entoncesirrumpieron en el área de la filosofíatoda suerte de comentes y tendenciasque, no obstante sus considerablesdiscrepancias mutuas, coincidían ensustraer la verdad de la esfera me-ramente intelectual en que hastaentonces había alentado. A ellas per-tenecen, entre otras doctrinas, el fic-cionalismo de Vaihinger y el prag-matismo (VÉASE) en sus numerosasvariantes. Cuando William Jamessostiene resueltamente que la ver-dad considerada abstractamente esalgo inexistente, que sólo es verdad

lo verdadero o, en otros términos, quesólo hay cosas verdaderas que son ala vez principios prácticos y que seconfirman como verdades por suconsecuencia, expresa con todo rigor esta primaria radical vitaliza-ción dela verdad y la tendencia a lo concretotípicos de una parte del pensamientocontemporáneo. Pero en modoalguno es lícito reducir talesconcepciones a una fácilmente refu-table doctrina utilitaria o arbitraria.En primer lugar, lo útil para la vida puede entenderse de muy distintasmaneras, y el hecho de que, aun en

una concepción en este sentido tanradical como la de William James, sehaya entendido como lo que para lavida es éticamente bueno, alude yaa una decidida superación de todotosco utilitarismo. La verdad resultaser así, no una adecuación de la vidaa su satisfacción, sino de toda nocióny de todo acto al bien. La verdad es, por consiguiente, una forma o especie

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VER del bien; el juicio de existencia esal mismo tiempo un juicio de valor.Por eso las "consecuencias prácticas"de que habla William James no sonsolamente utilitarias, sino tambiénmentales o teóricas. El concepto de

verdad según James niega, en suma,tan sólo la posibilidad de decidir sino hay motivos de decisión — inclu-yendo, lo que es fundamental, enestos motivos los de índole mental oteórica. De ahí que la diferenciaúnica entre un pragmatista y un an-tipragmatista en el problema de laverdad radique sólo, dice James, enel hecho de que "cuando los pragma-tistas hablan de verdad se refierenexclusivamente a algo acerca de lasideas, es decir, a su practicabilidad o posibilidad de funcionamiento (wor-kableness), en tanto que cuando losantipragmatistas hablan de la verdadquieren decir frecuentemente algoacerca de los objetos" (The Meaning of Truth, 1909. Prefacio). No está, pues, demasiado lejos de esta concep-ción la que se presentaba contempo-ráneamente como radicalmente opues-ta a ella: la concepción de Bradleyo, aunque en menor proporción, la deRoyce. A diferencia del pragmatismode James, del humanismo de la ver-dad de F. C. S. Schiller o del instru-mentalismo o pragmatismo radical yno sólo metódico de Dewey, Bradleysostiene una concepción llamada ab-solutista de la verdad. Mas este abso-

lutismo no es ya, como antes apunta-mos, un panlogismo, sino más bienun organicismo. Por eso Bradley se-ñala explícitamente que "la verdades el objeto del pensamiento, y queel propósito de la verdad es cualifi-car idealmente la existencia", peroque, a la vez, "la verdad es la pre-dicación de un contenido tal que,cuando sea predicado, resulte armó-nico y suprima la inconsistencia y conella la inquietud" (Appearance and  Reality, 1893, pág. 165). En todos loscasos tenemos aquí, pues, una "ten-dencia a lo concreto". Lo mismo ocu-

rre, bien que con aspectos distintos,en la noción bergsoniana de la ver-dad. Para Bergson, lo absoluto de laverdad no significa que la proposi-ción que la expresa haya existido vir-tualmente siempre; significa que el juicio de verdad es verdadero sinrestricciones. Lo absoluto se oponeaquí meramente a lo relativo, y enmanera alguna quiere decir lo eterno,

VER lo que ha sido desde siempre o seráasí siempre. En otros términos: laverdad depende forzosamente de lacosa y queda determinada por ella.Claro está que semejante dependen-cia era sostenida asimismo en la no-

ción tradicional de la verdad. Masésta solía reducirse a la posibilidadde lo verdadero y no a lo verdaderomismo. De este modo, el pensamientoactual busca por diversos caminosuna noción de verdad que, superandoel relativismo y el utilitarismo mani-festados en las primeras reaccionescontra la abstracción, valga a su vezcomo absoluta. Así tiene lugar sobretodo en quien, como Ortega y Gasset,llega a hacer de la verdad una "coin-cidencia del hombre consigo mismo".Ortega examina por qué se da por supuesto que hay un ser o verdad

de las cosas que el hombre parecetener que averiguar, hasta el puntode que el hombre ha sido definidocomo el ser que se ocupa de conocer el ser de las cosas o, en otros térmi-nos, como el animal racional, enteque hace funcionar su razón por elmero hecho de poseerla. Tal defini-ción y sus implicaciones necesitanuna justificación a fondo. El hombrenecesita justificar por qué en algunasocasiones se dedica a averiguar el ser de las cosas. Tal averiguación no pue-de proceder simplemente de una cu-riosidad; por el contrario, mientras lafilosofía tradicional afirmaba que el

hombre es curioso y rebajaba así laciencia al nivel de una afición, el pensamiento actual, que niega la su- puesta intelectualidad esencial delhombre, sostiene que éste se ve obli-gado a conocer porque el conoci-miento es el acto que le salva delnaufragio de la existencia. El saber se convierte de este modo en saber aqué atenerse. De ahí que sea erróneo,según dicho pensador, suponer sinmás que las cosas poseen un ser yque el hombre tiene que descubrirlo;lo cierto es que las cosas no tienen por sí mismas un ser y por eso, para

no verse perdido, el hombre tieneque inventárselo. Ser es, por consi-guiente, lo que hay que hacer. Peroentonces la verdad no será simple-mente la tradicional adecuación entreun ser que hay y un pensar que elhombre tiene porque sí de este ser;será la idea que le sostendrá en elnaufragio de su vida. En suma, ver-dad será aquello sobre lo cual el

888

VER hombre sabrá a qué atenerse, el po-nerse en claro consigo mismo res- pecto a lo que cree de las cosas.

La mayor parte de las teorías deverdad expuestas anteriormente, en part icular las de los últimos párra-

fos, pueden ser consideradas comodoctrinas metafísicas. En la épocacontemporánea los lógicos han pre-sentado un concepto de verdad lla-mado concepto semántico. Según esteconcepto —del cual se hallan prece-dentes en el pasado filosófico: algu-nos sofistas; muchos nominalistas me-dievales y, en la época moderna, Hob- bes—, la expresión 'es verdadero'(así como la expresión 'es falso') esun predicado metalógico. Esto signi-fica que una definición adecuada dela verdad tiene que ser dada en unmetalenguaje (VÉASE). Este metalen-

guaje debe contener las expresionesdel lenguaje acerca del cual se habla.Como en la sintaxis no hay tales ex- presiones, pero si las hay en semán-tica, el concepto de verdad en cues-tión es semántico. Tarski, que fue el primero en elaborar esta teor ía de-claró que lo que se trataba de hacer era "construir una definición objetiva-mente justificada, concluyente y for-malmente correcta del término 'pro- posición verdadera', y esto requiere,además de una demostración de lasambigüedades adscritas al lenguajeconversacional, un análisis del con-cepto de verdad o, mejor dicho, de

la definición 'proposición verdadera'".Este análisis fue efectuado por Tarskien los lenguajes formalizados: pri-mero, en el lenguaje del cálculo declases; luego, en los lenguajes de or-den finito; finalmente, en los lengua- jes de orden infinito. He aquí algu-nas otras indicaciones del citado autor al respecto: "A. Para cada lenguajeformalizado puede construirse en elmetalenguaje una definición formal-mente correcta y objetivamente jus-tificada de la proposición verdaderacon el único auxilio de expresionesde carácter lógico general, de expre-

siones correspondientes al lenguajemismo y de términos procedentes dela morfología del lenguaje — auncuando siempre bajo la condición deque el metalenguaje sea de ordensuperior al del lenguaje que consti-tuye el objeto de la investigación.""B. Cuando el orden del metalen-guaje es, a lo sumo, igual al ordendel lenguaje, no puede construirse

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VER tal definición." (Cfr. el escrito en ale-mán de Tarski mencionado en la bi- bliografía, págs. 399-400). Usando elartificio descrito en el artículo Men-ción (VÉASE), si queremos decir que un enunciado determinado —por 

ejemplo, 'Dante es un poeta italia-no'— es un enunciado verdadero,escribiremos:

'Dante es un poeta italiano' esverdadero

con lo cual 'es verdadero', aparecerácomo un predicado metalógico (se-mántico). Y si queremos decir que elenunciado ( 1 ) es un enunciado ver-dadero, escribiremos:

' 'Dante es un poeta italiano' esverdadero' es verdadero'.

En general, será conveniente in-dicar en qué lenguaje se dice de unenunciado que es verdadero, con la

condición, antes apuntada, de quetal lenguaje (o, mejor, metalengua- je) no sea del mismo orden que ellenguaje del cual se dice que es ver-dadero, sino de orden inmediatamen-te superior. El concepto semántico deverdad está, así, basado, en el bicon-dicional:

'p' es verdadero =  p,

que se lee:'p' es verdadero si y sólo si  p, uno

de cuyos ejemplos puede ser elmismo indicado por Tarski:

'La nieve es blanca' si y sólo sila nieve es blanca.

Los predicados metalógicos 'es ver-dadero' y 'es falso' son los usados enla lógica bivalente. En una lógica pol ivalente (V. POLIVALENTE) elnúmero de predicados metalógicosaumenta; hay tantos como valores deverdad. Así, a los predicados 'es ver-dadero' y 'es falso' se agrega en lalógica trivalente el predicado 'no esverdadero ni falso'. Otros predicados posibles en lógicas polivalentes son:'es más verdadero que falso', 'es másfalso que verdadero'. Pero como enlas lógicas polivalentes se usan núme-ros para expresar los valores de ver-

dad, los predicados mencionados sonconsiderados como interpretaciones(semánticas) dadas a tales valores.Puede precisarse la concepción antes introducida de Tarski, como sigue:Para ser materialmente adecuada, unadefinición del concepto de verdad tiene que producir como consecuenciauna equivalencia de la forma:------------- es verdadero . . . . ,

VER 

donde ' . . . . ' es sustituido por unasentencia, y ' ------- ' por el nombrede tal sentencia.

Con esta definición se puede pro- bar de cualquier sentencia dada quees equivalente a un enunciado de mo-do que la sentencia original sea ver-dadera. Advertimos que la equivalen-cia indicada es la que hay entre unasentencia y un enunciado, no la quehay entre un enunciado y el nom- bre de este enunciado. El bicondicio-nal 'no une una sentencia con elnombre de esta sentencia, sino unenunciado con el nombre de la sen-tencia original  y el predicado 'es ver-dadero'.

Tarski ha definido también la ver-dad en términos de 'satisfacción' ('Xsatisface'). Dentro de un lenguaje da-do se asignan entidades a las varia-

 bles individuales libres de una sen-tencia dada ( así, 'x es amarillo' es sa-tisfecho por la asignación de la en-tidad oro a 'x' si y sólo si 'el oro esamarillo' es verdadero). A la vez seasignan, o pueden asignarse, designa-ta a las constantes individuales quehaya, y extensiones a las constantes predicados (por ejemplo, indicandoque cada una de las constantes indi-viduales designa algún miembro deluniverso del discurso del lenguaje ele-gido, y que cada una de las cons-tantes predicados tiene como exten-sión algún subconjunto del propio uni-verso del discurso). Una vez ejecu-tadas estas operaciones, o la parte eje-cutable de ellas, puede probarse quetoda definición de la verdad —siem- pre que cumpla con los requ is it osde adecuación— es extensionalmen-te equivalente a la definición deTarski.

La concepción semántica de la ver-dad, especialmente en el modo comofue formulada por Tarski antes delas precisiones introducidas en los tresúltimos párrafos, ha sido objeto de va-riadas críticas. Pueden ser clasificadasen dos grupos: filosóficas y analíticas.Las primeras arguyen que la concep-

ción semántica de la verdad no resuel-ve el problema filosófico de verdad enel sentido en que ha sido tradicional-mente entendido, o no tiene en cuentalos supuestos que subyacen en todaconcepción semántica. A ello puederesponderse que la concepciónsemántica no intenta dar tal soluciónni averiguar tales supuestos; se tratasólo de lograr una definición del ya

889

VER citado predicado metalógico. Las se-gundas proclaman que el concepto se-mántico de verdad, aunque muy útil parala construcción de lenguajes artificiales,ofrece graves dificultades al aplicarlo alos lenguajes naturales. Entre los que han

 presentado objeciones desde el punto devista analítico figuran Max Black y F.P. Strawson. Las de este último autor 

 pueden considerarse representativas delas tendencias propugnadas por elllamado grupo de Oxford. Reseñaremos

 brevement e los dos tip os deobjeciones.

Black ha señalado que el examende los pasos necesarios para adaptar el procedimiento de Tarski a un len-guaje ordinario (en su ejemplo, alinglés ordinario) crearon condicionesreálmente paradójicas. Pues la defi-nición, arguye Black, resultaría anti-

cuada en todos aquellos lugares enque se introdujeran nuevos nombresen el lenguaje. Se trata, por lo tanto,de una dificultad que surge cuandose intenta aplicar la definición se-mántica al marco de un lenguaje na-tural. La exposición de Tarski es, se-gún Black, la consecuencia de una"teoría de la no verdad" (o neutra-lismo completo), pero ni esto ni nin-guna definición formal de la verdad puede alcanzar el corazón del pro- blema filosófico.

P. F. Strawson indica que ha ha- bido en las discusiones recientes so- bre el problema de la verdad dos

diferentes tesis: una (sostenida por F. P. Ramsey) según la cual cual-quier enunciado que comienza con'Es verdad que..' no cambia su sen-tido asertivo cuando la expresión 'esverdad que' es omitida; la otra se-gún la cual decir que una sentenciaes verdadera equivale a formular unenunciado sobre un enunciado deun lenguaje en el cual se ha expresadola primera sentencia. La primera tesises cierta, pero inadecuada; la segundaes falsa, pero es importante. La primera es cierta en lo que afirma yequivocada en lo que sugiere. La se-

gunda es falsa en lo que afirma ycierta en lo que implica. Con el finde aclarar este problema Strawson propone examinar los usos de Ver-dad', 'es verdadero', etc. en frases enlas cuales aparecen dichas expresio-nes. El resultado de tal examen esel descubrimiento de un gran númerode usos que los lógicos descuidan.Por ejemplo, el uso confirma-

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VER tivo en la respuesta 'Es verdad' auna frase corno 'Juan es inteligen-te"; el uso admisivo, parecido al an-terior, en cuanto 'Es verdad' puedetraducirse por 'Lo admito'; el usoconcesivo, etc. Ellos —y otros que

 podrían agregarse— muestran que esinadmisible transformar todo enun-ciado donde interviene la noción deverdad en un enunciado metalingüís-tico sobre un enunciado anterior. Los partidarios de la teor ía semántica dela verdad llegan a sus conclusiones por haber descuidado los citados múl-tiples usos y por haber hecho sinó-nimos dentro de una lógica extensio-nal 'condición de verdad" y 'signifi-cación'. 'Es verdad" es ampliado por dichos partidarios a 'es verdad si ysólo si', y 'es verdad si y sólo si" esinterpretado como 'significa que". Así,

la frase ' 'El monarca ha fallecido'significa (en español) que el rey hamuerto' es transformado en "El mo-narca ha fallecido' es verdadero (enespañol) si y sólo si el monarca hafallecido". La objeción que puedeocurrírsele al defensor de la teoríasemántica —que tal teoría es necesaria para evitar las paradojas semánticas(V. PARADOJA)— es obviada por Strawson al indicar que tanto la pa-radoja como su solución son innece-sarias si prestamos atención al hechode que la "lógica" de 'es verdad' enla paradoja es parecida a la "lógica"de 'lo mismo digo' cuando no se ha

formulado antes ningún enunciado.Así, como lo mismo digo' en seme- jante caso es un a fr as e que ni vani viene, la expresión 'lo que digo esfalso" es una frase que ni va ni vienesi no se ha dicho nada anteriormente.Se trata, según Strawson, de unamanifestación lingüística espuria.

Frente a tales críticas los lógicosarguyen que el concepto semánticode verdad se construye para los len-guajes formalizados y que, por con-siguiente, las objeciones en nombrede los usos del lenguaje ordinario nohacen mella en tal concepto. Desviarse

de los usos ordinarios de 'es verda-dero" y 'es falso" no es, pues, un in-conveniente, sino el resultado de un propósito. Por consiguiente, no im- porta nada, según tales lógicos, que,como indica Ayer, la concepción se-mántica de la verdad no proporcioneninguna definición general de la ver-dad, y sí únicamente un criterio devalidez. Por lo demás, los lógicos no

VER consideran que la teoría semántica dela verdad sea un requisito indispen-sable para referirse a la verdad ofalsedad de todos los sistemas logísti-cos. Pueden construirse, en efecto,ciertos sistemas logísticos capaces de

definir su propia verdad. Ejemplosde ellos se encuentran en AlonzoChurch, The Calculi of Lambda-Con-version (1941) y en John Myhill, "ASystem which can define Its OwnTruth",  Fundamenta mathematica,XXXVII (1950), 190-2.

Parece imposible reducir a un co-mún denominador todos los conceptosde verdad hasta aquí presentados.En vista de ello algunos autores handeclarado que no hay, en rigor, unconcepto de verdad. Así opinan Og-den y Richards cuando dicen que laexpresión Verdad de una proposición'

es sólo "un examen exhaustivo de lasituación de los signos por medio decada una de las ciencias especiales".El problema de la verdad sería, se-gún esto, un "falso problema" debidoal hecho de "poder usarse una sola palabra como signo taquigráfico quese refiere a todos los signos". Se tra-ta, ciertamente, de una opinión ex-trema, cuya íntegra aceptación equi-valdría a la disolución completa delconcepto de verdad. Para evitarlo pueden proponerse varias sal idas.Mencionaremos dos de ellas.

La primera consiste en reconocer que los distintos conceptos de la ver-

dad pueden ser agrupados en variostipos fundamentales. Esto se hace yacorrientemente cuando se habla, se-gún los casos, de "verdad lógica","verdad semántica", "verdad existen-cial", etc. Conviene, sin embargo,que tales agrupaciones sean hechasde un modo sistemático. Una de las presentadas a tal efecto es la ya clá-sica de la verdad lógica (no contra-dicción), verdad epistemológica (ade-cuación del entendimiento y de larealidad) y verdad ontológica (rea-lidad como algo distinto de la apa-riencia). Otra es la que distingue

entre verdad semántica y verdad fi-losófica. Otra es la propuesta por Russell cuando distingue entre cuatroconceptos de verdad: teoría que sus-tituye 'verdad' por 'aserto garantiza-do" (Dewey); teoría que sustituye'verdad' por 'probabilidad' (Reichen- bach); teoría que entiende 'verdad 'como 'coherencia' (idealistas y, condistintos supuestos, algunos lógicos);

890

VER teoría que entiende 'verdad' como'adecuación' (con la realidad). Otra,es la indicada por Felix Kaufmanncuando distingue entre tres concep-tos de verdad: verdad como propie-dad temporal de las proposiciones

(verdad lógica aplicable a proposicio-nes analíticas); verdad garantizada por la asertibilidad (proceso de "va-lidación") de proposiciones sintéti-cas; verdad como ideal de última ycompleta coherencia en una expe-riencia total (verdad como principioregulativo). Otra, finalmente, es laque se limita a distinguir entre dostipos de verdad: la verdad fácticay la verdad lógica.

La segunda consiste en buscar sihay, de todos modos, un conceptocomún de verdad en el que puedanestar de acuerdo la mayor parte de

los lógicos y epistemólogos (y hastametafísicos ). Varias propuestas se hanhecho al respecto. Bolzano indica, por ejemplo, que toda proposi ción,en tanto que "proposición en sí", es"siempre verdadera o falsa, y esto para siempre y en todos los casos "(Cfr. Wissenschaftskhre, § 125). Eu-ryalo Cannabrava mantiene que tantola verdad empírica como la verdadformal (o aplicabilidad) se definensiempre como adecuación de una proposición con una "correlación si-tuacional". En general, puede decirseque los problemas acerca del conceptofilosófico de verdad surgen cuando

no se tiene suficientemente encuenta la distinción entre "lo que esverdad" y "lo que es la verdad". Loúltimo es un tema metafísico; lo primero, un tema epistemológico. Laverdad metafísica requiere, para ser entendida, una previa teoría del ser.La verdad epistemológica requiereuna teoría de la conformidad. El pro- blema de la verdad como verdadepistemológica consiste, pues, en losdistintos sentidos en que puede ser entendida tal conformidad. Y aun-que estos sentidos sean muy diver-sos, hay siempre algo de común en

ellos: la existencia de una relaciónsujeta a leyes entre la expresión ver-dadera (cualquiera que ella sea) yla situación a la cual se refiere(cualquiera que ella sea). Dentro deeste marco común pueden colocarsetanto las doctrinas antiguas comomuchas de las teorías modernas acercade la noción de verdad.

Concepto y problema de la verdad,

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VERDADES DE RAZÓN, VER-DADES DE HECHO. En diversas partes de sus obras Leibniz ha esta- blecido una diferencia entre estos dostipos de verdades. El texto más cono-cido se halla en la  Monadología, § 33:"También hay dos clases de verda-des: las de razón y las de hecho. Lasverdades de razón son necesarias ysu opuesto es imposible; las de he-

cho son contingentes y su opuesto es posible." Esta doctrina es desarrolla-da con detalle en la Teodicea (§§ 170,174, 189, 280-282, 376, citados por el propio Leibniz). Dos cuestionesse plantean al respecto. Una es his-tórica y consiste esencialmente ensaber cuáles son los precedentes dela distinción lebniziana y cuáles sonlas formas que ha adoptado después

VER de Leibniz. La otra es sistemática yconsiste en dilucidar la naturalezade la distinción y las diversas solu-ciones dadas a la relación entre losdos tipos de verdades. Las dos cues-tiones se entrelazan, por lo demás,

con frecuencia, puesto que, segúnveremos, en el análisis sistemático delas soluciones posibles encajan, comoejemplos, diversas posiciones adopta-das en el curso de la historia.

El primero, acaso el más funda-mental, de los precedentes de la dis-tinción leibniziana es el platónico.Las verdades de razón pueden ser equiparadas, en efecto, a las conse-guidas por medio del saber riguroso:su método es la dialéctica y su mo-delo la matemática. Las verdades dehecho son las verdades conseguidas por medio de la opinión, que no serefiere a lo que es (a lo que essiempre), sino a lo que cambia, estoes, a lo que oscila entre el ser y elno ser. Como consecuencia de ello puede afir marse que la s ver dadesde razón son necesarias; las de hecho,contingentes. La diferencia entre lonecesario y lo contingente establecida por Aristó teles, y especialmente ladefinición del primero de estosconceptos por la exclusión del segun-do, y viceversa, permite perfilar ladistinción platónica. Varios filósofosdurante la Edad Media abundaronen distinciones parecidas; entre ellosdestaca Duns Escoto, especialmente

a través de la doctrina de la contin-gencia del mundo creado. Por sulado, Suárez desarrolló la doctrinade la identidad del sujeto y del pre-dicado en juicios que expresan ver-dades eternas y, por lo tanto, la ana-liticidad de tales juicios — una con-cepción que se halla en la base dela teoría leibniziana. Entre los filó-sofos modernos pueden citarse como precedentes de Leibniz, según haapuntado F. Heinemann, Descartesy Hobbes. El primero, por su formu-lación de la diferencia entre juiciossobre cosas y sus afecciones, y juiciosque expresan verdades eternas; sinconsiderar aún los segundos comoanalíticos —como hizo explícitamenteLeibniz—, tendió a equiparar las ver-dades de razón a verdades conseguidasmediante un proceso calculatorio. Elsegundo, por su diferencia entre elconocimiento de hechos y el co-nocimiento de la consecuencia de unaafirmación con respecto a otra. No

892

VER todos estos filósofos situaron, por lodemás, sus distinciones en el mismomarco ontológico. Descartes, por ejemplo, fiel al racionalismo y alrealismo, consideró los dos tipos de juicios como reducibles, en su más

alto estado de perfección, a proposi-ciones evidentes. Hobbes, en cambio,fiel al empirismo y al nominalismo,consideró toda proposición última-mente como una proposición de ex- periencia, pues las que se refieren ala consecuencia de una afirmacióncon respecto a otra son, en rigor, proposiciones relativas al uso de nom- bres en e l lenguaje.

En lo que toca a la evolución pos-terior de la distinción leibniziana, en-contramos, por lo pronto, reflejos deella en Hume y Kant. El primero, por su distinción entre hechos y re-laciones de ideas. El segundo, por su distinción entre juicios a priori y juicios a posteriori. Las diferenciasentre las ontologías respectivas de losdos filósofos permiten explicar enqué sentidos distintos toma cada unola distinción leibniziana. Después dedichos filósofos vemos que la distin-ción, con mayores o menores varian-tes, es adoptada por muchos pensado-res, tanto racionalistas como empiris-tas. J. Stuart Mill se sirvió de ella,si bien para declarar inmediatamenteque toda verdad de razón podía re-ducirse a verdad de hecho. Los posi-tivistas lógicos contemporáneos y pen-

sadores de tendencia afín la hanusado para mostrar en la gran mayo-ría de los casos que es posible unir el empirismo con el formalismo, siem- pre que las verdades de razón elabo-radas por medio del análisis formalsean consideradas como puramenteanalíticas y, por consiguiente, comomeras reglas (con gran frecuencialingüísticas) de la investigación.

Vemos, pues, que podemos rela-cionar la distinción leibniziana conlas doctrinas de muchos autores. Ellono quiere decir que éstas sean en-teramente reducibles a aquélla. Lateoría de Leibniz está embebida enuna metafísica propia, que no es fácilsea aceptada por los demás filósofos.En particular es típico de Leibnizconsiderar que la distinción, válida para una mente fini ta, se desvaneceen una mente infinita, la cual puedereducir la serie infinita de verdadesde hecho a verdades de razón y, por consiguiente, puede hacer de las ver-

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VER dades empíricas verdades analíticas.En cuanto al aspecto sistemático dela cuestión, nos limitaremos a señalar varias posiciones posibles, una vezaceptada la distinción, cuando menos por razones metodológicas. Estas

 posiciones pueden ser, por lo pr onto,dos: (I) las verdades de razón y lasverdades de hecho están separadascompletamente y no hay ni posibilidad de reducir unas a lasotras ni posibilidad de encontrar untertium que las una; (II) las ver-dades de razón y las verdades dehecho están relacionadas entre sí dealgún modo. Las relaciones principa-les que pueden establecerse entreellas son: (a) Las verdades de razónson reducibles a las de hecho; (b) Lasverdades de hecho son reducibles alas de razón; (c) Hay entre las ver-

dades de razón y las verdades dehecho un tipo de verdad que per-mite unirlas y que no se reduce aninguna de ambas; es común consi-derar que este tipo de verdad es dado por una in tu ición que puede se r ala vez empírica y racional; (d) Hayentre las verdades de razón y las ver-dades de hecho una gradación conti-nua, que hace de cualesquiera detales tipos de verdad conceptos lími-tes metodológicamente útiles, pero jamás hallados en la realidad. Toda proposición sería, según ello, a la vezverdad de razón y verdad de hecho, pero cada proposición tendería a ser 

o más verdad de razón que verdadde hecho o más verdad de hechoque verdad de razón. Por la descrip-ción histórica anterior es fácil encon-trar ejemplos especialmente de lasconcepciones (a)-(c). La concep-ción (d) es la mantenida por el autor de la presente obra.

VERDAD DOBLE. Dados dos cuer- pos de doctrina que se refieran, por lo menos en parte, al mismo objeto, oa los mismos objetos, si algunas delas afirmaciones de uno de tales doscuerpos de doctrina se halla en con-

VER flicto con algunas de las afirmacio-nes del otro cuerpo de doctrina, y,a pesar de ello, se mantiene que to-das estas afirmaciones son verdaderas,se obtiene una doctrina que se hallamado "doctrina de la doble ver-

dad". En general, esta doctrina puedeaplicarse a dos cualesquiera cuerposde doctrina que cumplan con las con-diciones reseñadas, pero es comúnaplicarla a dos cuerpos de doctrina,uno de los cuales contiene dogmasreligiosos, formulados teológicamente,y otro de los cuales contiene enuncia-dos filosóficos, demostrados racional-mente. Más específicamente se ha usa-do la expresión 'doctrina de la dobleverdad" para describir una serie de posiciones adoptadas, o supuestamenteadoptadas, por algunos teólogos yfilósofos medievales y renacentistas.

Como estas posiciones derivaban casisiempre del averroísmo, se ha dichoque el averroísmo se caracteriza, entreotros rasgos, por mantener la doctrinade la doble verdad.

En el articulo AVERROÍSMO nos he-mos referido a las discusiones en tor-no a la doctrina de la doble verdad.Agregaremos, o recordaremos, aquíque esta doctrina, en la forma lla-mada "averroísmo latino", fue conde-nada como contraria a las enseñanzasde la Iglesia. Es corriente considerar que autores como Sigerio de Braban-te, Juan de Jandún y Pietro Pompo-nazzi abrazaron la doctrina de la do-

 ble verdad, pero cuando se examinanlos textos de estos autores se ve queo no abrazaron tal doctrina en la for-ma que se les atribuyó, o si la abra-zaron en su fuero interno trataron dedemostrar que no mantenían que hu- biese en rigor una "verdad doble" — la "verdad teológica" o "verdad re-velada". El propio Averroes, al dis-tinguir entre los "pocos" capaces decomprender los argumentos raciona-les en favor de las verdades religio-sas, y los "muchos" que se satisfa-cen con la pura y simple aceptaciónde tales verdades, no abogaba pro-

 piamente por una doctrina de la dobleverdad; las "dos verdades" eran dosdistintos aspectos de una misma Ver-dad. En cuanto a los averroístas lati-nos, Pomponazzi y algunos de los fi-lósofos de la llamada "Escuela de Pa-dua", y en particular en cuanto a Si-gerio de Brabante y Juan de Jan-dún, más bien que defender la doc-trina de la doble verdad, pusieron de

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VER manifiesto que en algunos casos laverdad racional o verdad filosófica —lo que podríamos también llamar "verdad aristotélica"— estaba en con-flicto con la verdad teológica — o más bien "la verdad re vela da ". Cerrar 

los ojos a esta evidencia, y empeñarseen hacer concordar siempre a Aristóte-les con la fe, indicaron, es falsear elaristotelismo. Pero ello no quería de-cir que Sigerio de Brabante o Juande Jandún defendieran la doctrina dela doble verdad. Lo cierto es que, encaso de conflicto, propugnaban seguir la verdad revelada. Así, su "dualismode la verdad" era más bien un fideís-mo — la afirmación del "primado dela fe", es decir, de la verdad de lafe. La actitud de los supuestos de-fensores de la doctrina de la dobleverdad se aproximaba más bien a la

actitud de los que, como Occam, man-tenían que la teología no era propia-mente  scientia. Pero aunque no ha- bía en dichos autores una doctrinaexplícita de la doble verdad, habíaun dualismo de la teología y la filo-sofía que se oponía a los esfuerzosde varios teólogos, por ejemplo los to-mistas, para edificar lo que se ha lla-mado "sistema de la concordancia".Por otro lado, es posible que algunosfilósofos, como Pietro Pomponazzi (yhasta Juan de Jandún) "ocultaran" su"verdadera creencia", que podía sef la "doctrina de la doble verdad", me-diante el mencionado fideísmo. Que

es difícil saber cuál era su "verdaderaopinión" lo muestra el que los histo-riadores de la filosofía del período re-ferido discuten todavía sobre "el ver-dadero significado" de tales o cualestextos (véase SIGERIO DE BRABANTE).

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VERDADES ETERNAS. La nociónde "verdades eternas", tal como hasido admitida y usada por varios pen-sadores, puede hacerse remontar aPlatón, pero es más propio empezar al respecto con Filón y, todavía más

 propiamente, con San Agustín. Enefecto, puede distinguirse entre la no-ción de "verdades eternas" y otrasnociones afines como las de "nocio-nes comunes" (v. ) "ideas innatas"(véase INNATISMO), "axiomas" (véaseAXIOMA), "hechos primitivos", "princi- pios evidentes", etc., etc. — todas lascuales, además, se distinguen entre sí,como hemos visto en parte en el ar-tículo  NOCIONES COMUNES al distin-guir entre éstas y las ideas innatas.Todas estas nociones, incluyendo por  por tanto la de "verdades eternas",tienen en común el presuponer que

hay una serie de proposiciones, prin-cipios, "verdades", etc., que son in-conmovibles, absolutamente ciertos,"universales", etc. Pero la noción de"verdades eternas", por lo menos talcomo se ha usado y formulado en laexpresión latina veritates aetenae,tiene, además, una connotación queno se halla, o no se halla siempre,en las otras: la de referirse a propo-siciones o principios que son inmuta- bles, necesar ios, y sie mpre (o me- jor, eternamente) ciertos no sólo por-que son evidentes por sí mismos, si-no también, y sobre todo, porque suverdad se halla garantizada por la

Verdad, o la fuente de toda verdad,es decir, Dios. La noción de "ver-dades eternas" se parece, pues, más bien a la de "razones seminales"(VÉASE), aun cuando no siempre coin-cida exactamente con esta última.

Este sentido de ´verdades eternas'es el que tienen tales verdades enFilón cuando hace del Logos lo que podría llamarse "el lugar" o "la sede"

VER de las Ideas. Pero es sobre todo elque tienen tales verdades en SanAgustín. Para este autor (Cfr., por ejemplo,  De lib. arb., II; De trin., XII,xiv, 22; XII, xv, 24;  De vera religio-ne, XXXIX, 72) toda verdad, en

cuanto verdad, es eterna; no hay ver-dades "temporales" y mudables. Perola fuente de toda verdad es Dios, sinel cual no habría verdades de ningunaespecie. Por tanto, las verdadeseternas por sí solas no serían ni eter-nas ni tampoco verdades; es menes-ter que procedan de un foco que lasengendra y las mantiene. Las verda-des eternas no pueden aprehendersemediante los sentidos, pero tampocomediante la sola razón; son aprehendi-das por el alma cuando ésta se orientahacia Dios y ve las verdades encuanto son iluminadas por Dios. La

noción de verdades eternas en estesentido está estrechamente relacionadacon la noción de iluminación divina"y suscita los mismos problemas queesta última. En efecto, si suponemosque las verdades eternas están en Dioso "residen" en Dios, parece que habráque concluir que forman parte deDios, de modo que si el alma, al"trascenderse a sí misma", aprehendelas verdades eternas, no habrá ningúnmotivo para negar que aprehende almismo tiempo la esencia de Dios.Ahora bien, como lo último es negado por todas las posiciones que no sean unontologismo (VÉASE) extremo, se suele

indicar —y así aparece en muchosautores que se hallan en la tradiciónagustiniana, por ejemplo, SanBuenaventura— que lo que el almave son las verdades eternas encuanto iluminadas por Dios y, por tanto, de algún modo ya "reflejo".La historia de la noción de verdadeseternas en el sentido indicado es, así, paralela a la historia de la noción deiluminación divina, y en gran parte parale la a la historia de la tradiciónagustiniana en las múltiples formas queesta última ha adoptado. Podría, pues,mencionarse al efecto, como uno de

sus principales representantes, a SanBuenaventura. Entre otros textos deeste autor, nos referimos al Itinerarium mentis ad Deum (III, 2),donde escribe que la memoria retienelos principios y axiomas de lasciencias,  scientiarum principia et dignitates, como principios sempiter-nos,  sempiternalia, y sempiternamente, sempiternaliter.

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VER Como tanto San Agustín como San

Buenaventura y otros autores de ten-dencia similar se refieren a veces alas "proposiciones necesarias" (comolas proposiciones lógicas y matemáti-cas), en cuanto proposiciones que no

 pueden no ser verdaderas, al hablar de las "verdades eternas", se ha po-dido argüir que las verdades eternasen general son verdaderas sólo porqueson lógicamente necesarias. Sin em- bargo, los textos de los citados autoresindican claramente que 'verdad eter-na' no se reduce a 'proposición lógi-camente necesaria' (o a 'proposiciónmolecular lógicamente necesaria'), yaque si tal ocurriera no tendría ningúnsentido la doctrina de la iluminacióndivina y la idea de Dios como fuentede la verdad.

 No debe suponerse que la doctrina

de las verdades eternas en el sentidoindicado sea propia únicamente de au-tores que se hallan dentro de la tra-dición agustiniana. En último término,también Santo Tomás admite las "ver-dades eternas" —lo que no debe sor- prender, porque hay coincidencias bastante considerables entre San Bue-naventura y Santo Tomás, y desdeluego, entre Santo Tomás y San Agus-tín— en cuanto que indica que "laverdad tiene eternidad en el intelectodivino porque sólo el intelecto divinoes eterno" (S. theol., I, q. XVI, a 8).Sin embargo, el modo como seaprehenden las verdades eternas segúnSanto Tomás es distinto del agustinia-no y bonaventuriano, lo que hace a ladoctrina tomista de las verdades eter-nas distinta de las anteriores en algu-nos respectos importantes.

La doctrina de las verdades eternascomo verdades que "están" en Diosse halla estrechamente relacionada conlas teorías sobre los modos como es-tán las esencias, y en particular lasllamadas "esencias posibles" en la di-vinidad. Nos hemos referido a este punto en los artículos ESENCIA y PO-SIBILIDAD; destacaremos sólo a esterespecto las doctrinas llamadas,  grosso

modo, "intelectualismo" y "volunta-rismo", cuyos nombres indican ya enqué dirección se mueve la doctrinacorrespondiente; en efecto, puedenadmitirse las verdades eternas "en elseno de Dios" y aun así subrayar unamás bien que otra de las potencias di-vinas, sin por ello necesariamente afir-mar que ninguna potencia divina estáseparada de Dios. Las posiciones vo-

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VER luntarista e intelectualista ya adoptadas por los escolásticos medievales sereiteraron en la época moderna res- pectivamente en Descartes y Leibniz.Estos dos autores hablan asimismo deverdades eternas: Descartes, por ejem-

 plo, en  Princ. phil., I, 49; Leibniz, engran número de sus escritos — tantosque estamos ante l'embarras du choix, pero si se quiere uno muy definidocitaremos el opúsculo  De originationererum radicale (De la originación [noorigen] radical de las cosas). Pero nosiempre estos autores dan a la nociónde verdades eternas el mismo sentidoque tuvo en los autores medievales.Por lo pronto, aunque la noción encuestión sigue siendo, en los autoresmencionados, metafísica, se halla pre-sentada con frecuencia dentro de unmarco gnoseológico y se halla más próxima a las nociones que hemosmencionado al principio. Así, en eltexto de Descartes antes referido, esteautor escribe que "cuando pensamosque no se puede sacar algo de nada,no creemos que esta proposición seauna cosa que existe o la propiedad decualquier cosa, sino que la tomamoscomo una cierta verdad eterna (vé-rité éternelle) que tiene su sede ennuestro pensamiento, y que se llamauna noción común o una máxima"(véase MÁXIMA). Ello no quiere de-cir que las verdades eternas no se ha-llen "en Dios" últimamente, pero apa-recen, por lo pronto, como estando

"en nuestro pensamiento". Más "me-tafísica" es la idea de Leibniz de lasverdades eternas; éstas son las "verda-des de razón", y su fundamento se ha-lla en un ser metafísicamente necesa-rio, es decir, Dios. Para Spinoza, laeternidad es "la existencia misma encuanto se concibe siguiéndose nece-sariamente de la sola definición deuna cosa eterna" (Eth., I, def. viii);tal existencia es concebida como ver-dad eterna, ut  aeterna veritas (ibid.Explicatio). En rigor, no hay para Spi-noza verdades eternas, sino sólo Ver-dad — como Verdad eterna. Los

motivos agustinianos en la doctrinade las verdades eternas surgen sobretodo en Malebranche; el ver "todaslas cosas en Dios" es ver en Dios lasverdades y las leyes eternas (Recher-che. Xe Éclaircissement), lo que nosignifica aquí tampoco que la visiónde las verdaderas eternas en Dios seauna visión "directa de Dios", bien que puede interpretarse, y se ha interpre-

tado a veces, esta tesis de Malebran-che en un sentido ontologista.

Véase la bibliografía de ILUMINA-CIÓN. Además: É. Boutroux,  De veri-tatibus aeternis apud Cartesium, 1874(trad. francesa:  Des vérités éternelles

chez Descanes, 1927 ).VERIFICACIÓN. Como acción deverificar, la verificación consiste en elexamen de que algo es verdadero ocierto. Como lo que resulta verdaderoo cierto es un enunciado, la verifica-ción es el examen de que un enun-ciado es verdadero. La verificación,sin embargo, no es solamente el exa-men, sino también el resultado delmismo. Por este motivo la verifica-ción es una comprobación. En tantoque se supone que el enunciado quese trata de verificar es verdadero, laverificación es también una confirma-ción. Por ello, 'verificación', 'compro-

 bación' y 'confirmación' se han usadoa veces para designar la misma ope-ración, o ser ie de operaciones.

En toda teoría del conocimiento, el problema de la verificación de enun-ciados ocupa un lugar prominente. Al-gunos autores han tratado el proble-ma de la verificación dentro de lo quese ha llamado "criteriología", por con-siderar que verificar requiere tener ciertos criterios de verdad. La cues-tión de la naturaleza y modos de lle-var a cabo la verificación de enun-ciados ha ocupado, pues, a todos losfilósofos interesados en problemas delconocimiento. Sin embargo, en un

sentido propio, o más directo, ha ocu- pado sobre todo a dos grupos de fi-lósofos: los pragmatistas y los pensa-dores del Círculo de Viena — los po-sitivistas lógicos y, en general, los neo- positivistas.

Hay, con todo, una diferencia fun-damental en el modo como dichosdos grupos de filósofos han entendi-do la verificación.

Para los pragmatistas se ha tratadosobre todo de "hacer verdaderas" las proposiciones en el sentido de queninguna proposición debe ser admiti-da como verdadera si no puede, cuan-do menos en principio, verificarse. Si

todo enunciado tiene una "pretensión"de verdad, esta "pretensión" no que-dará cumplida sino cuando haya sidoverificada. Así, William James escri- bía (Pragmatism, Cap. I) que "lasverdaderas ideas son las que podemosasimilar, validar, corroborar y verifi-car", explicando —contra posibles ob- jeciones cercanas a las luego dirigidas

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contra algunos positivistas lógicos— que la verificabilidad es tan buenacomo la verificación, ya que "por cada proceso-verdad completo hay en nues-tras vidas millones de estos procesosque funcionan en 'estado de nacimien-

to"'. F. C. S. Schiller escribía ("WhyHumanism?", en Contemporary Bri-tish Philosophy, tomo I, pág. 400) que"el valor de las verdades es  probado por su  funcionamiento, y que parasobrevivir tendrán que ser verifica-das". Algo similar podría decirse dela doctrina de John Dewey sobrelos modos de "garantizar" la verdad — la "garantía" es aquí la "verifica-ción".

Los que llamaremos "neopositivis-tas" (véase  NEOPOSITIVISMO) no seinteresaron tanto por verificar la ver-dad (o falsedad) de las proposicio-nes, como por verificar la significa-ción (o falta de significación) de las proposiciones. El criterio de verifica-ción de la significación es el llamado"principio de verificación" y el modo,o modos, como se procede, o puede procederse, a verificar las proposicio-nes se llama "método de verificación".El principio de verificación sostieneque la significación de una proposi-ción equivale a su verificación. Las proposiciones no verificables no son, propiamente hablando, proposiciones, porque carecen de significación. Por eso solamente pueden verificarse las proposiciones llamadas "empíricas", ya

que solamente hay verificación empí-rica. Lo que no es verificación empí-rica no es verificación. Muchos enun-ciados resultan, según ello, inverifica- bles: enunciados teológicos, enuncia-dos metafísicos, enunciados axiológi-cos, etc. Las expresiones de la lógica yde la matemática no son tampoco em- píricamente verificables, pero no esnecesario excluirlas, porque se trata detautologías (véase TAUTOLOGÍA). Losneopositivistas seguían con ello la ideade Hume (VÉASE) de clasificar todoslos enunciados en "proposiciones so- bre hechos" y "proposiciones sobre re-laciones [de ideas]". El principio deverificación se refiere a las "proposi-ciones sobre hechos" — o, si se quiere,se refiere a cualesquiera proposicionescon el fin de comprobar cuáles sonaceptables como verificables y cuálesno.

El principio de verificación, tal co-mo fue propuesto por Schlick, fue pronto denunciado, por algunos de los