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ÍNDICE DE MATERIAS

EDITORIALH. André Lanfrey

ARTÍCULOS

Montagne : el mito e la historia

Montagne : Un arquetipo de la pastoral maristaH. Michael Green

Encuentro al pie del Pilat H. André Lanfrey

ESTUDOS

La educación marista en Chile Julio Gajardo Vásquez

Génesis de los lemas maristasH. André Lanfrey

DOCUMENTOS

El sello de CourveilleH. André Lanfrey

El hermano menor de Marcelino H. André Lanfrey

La promesa de los Hermanos de 1826H. André Lanfrey

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Cartas del Hermano Philogone H. Alain Delorme

Cartas de reconocimiento de deudasH. Lucien Brosse - H. André Lanfrey

NOTAS BREVES

El padrino de Marcelino H. Lucien Brosse - H. André Lanfrey

La informatización de nuestros archivos H. Paul Sester

Las ruedas del corazón de Dios H. André Lanfrey

Hermitage Marista - Curso de formaciónH. Ivo Strobino

FMS Cuadermos MaristasNo 35 Año XXVII Mayo de 2017

Responsable de redacción:Comisión de Patrimonio

Director de comunicación:Luiz Da Rosa

Colaboradores de este número:H. Alain Delorme H. André LanfreyH. Ivo StrobinoJulio Gajardo VásquezH. Lucien BrosseH. Michael GreenH. Paul Sester

Traductores : H. Antonio Aragón, H. Francis Filiatrault,Mary, H. Moisés Puente, Roberto Clark,Julio Gajardo Vásquez, H. SalvadorDurante y H. Santiago Fernandes

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Fotos de portada: placas conmemorativas de la fundación y del bicentenario del Instituto en La Valla.

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Este número 35 de CuadernosMaristas destinado a ver la luz du-rante el año de nuestro bicentenariohubiera podido ser conocido comoun número especial desarrollandouna vista sintética de nuestro yalargo recorrido. La Historia del Insti-tuto, publicada en esta ocasión, losdocumentos preparatorios a este bi-centenario y las revistas maristas noshan parecido material suficiente paraeste fin.

Como la vocación de los Cuader-nos Maristas es sobre todo la refle-xión crítica, el eje esencial de estenúmero presenta dos temas princi-pales complementarios: reinterpre-tación y enriquecimiento de ciertosepisodios de nuestros orígenes.

La reinterpretación es el carácterfundamental de dos artículos delasunto Montagne (H. Michaël Greeny H. André Lanfrey) que proponen,cada uno a su modo, una relecturacrítica de un acontecimiento revestidode una gran importancia simbólica enlos últimos decenios del Instituto.

Varios otros artículos serán prefe-rentemente del orden del enriqueci-miento pues buscan hacer luz, o pre-sentar bajo una perspectiva nueva,documentos antiguos ya conocidos,pero poco o nada comentados. Suimportancia es innegable. A mi sentir,el más fundamental es aquel queevoca la promesa primitiva de los Her-manos, mientras que otros, sobre lasdivisas maristas, el sello del presbíteroCourveille, sobre el hermano menorde Marcelino, pueden parecer másanecdóticos. Sin embargo, el conjuntode estos escritos constituyen, me pa-rece, elementos no despreciablespara un conocimiento más fino denuestros orígenes. Dos documentosnuevos completan este cuaderno unpoco ecléctico: unos sobre las deu-das de Bartolomé Champagnat; y elotro, sobre el padrino de MarcelinoChampagnat.

Si es cierto que este número 35da una gran prioridad a nuestros orí-genes, una historia mayor del Insti-tuto encuentra un lugar no menorcon un artículo sobre la educación

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EDITORIAL

H. André Lanfrey

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marista en Chile (Julio Gajardo Vás-quez), una evocación muy detalladade la historia de la provincia de Au-

benas (H. A. Delorme) y una síntesissobre el trabajo de informatizaciónde nuestras fuentes (H. Paul Sester).

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EL MITO MONTAGNE:Un arquetipo de la pastoral marista

H. Michael Green

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En este artículo el Hermano Mi-chael Green examina cómo los pri-meros relatos del encuentro de sanMarcelino con un niño moribundofraguaron la historia actual de Mon-tagne, y cómo y por qué se produjouna cierta mitificación durante el pro-ceso. Si lo que pretende la historia escontinuar ayudando a los maristascontemporáneos a definir su identi-dad y a elegir sus prioridades de mi-sión, entonces el Hermano Michaelsugiere que les resultará útil conse-guir una comprensión crítica del modoen que Marcelino y sus primeros dis-cípulos entendieron la importanciadel acontecimiento y ver cómo esasintuiciones pueden crear un mito convalor permanente para los maristas.

1. BASARSE EN LA “PROFUNDA HISTORIA” MARISTA

El documento de la Asamblea in-ternacional de la Misión Marista1 del2014 alude a un imperativo que se haconvertido en una expresión muy fa-miliar en estas últimas décadas: los de-legados instaron a todos sus compa-ñeros maristas del mundo a identificara los “Montagne de hoy”. Nada menosque cuatro veces se emplea esta fra-se en el texto. En las observaciones ini-ciales leemos que los delegados des-criben su experiencia en Nairobi comoun “nuevo Pentecostés”:

“…el Espíritu ha hecho arder su fuego en nuestroscorazones y nos ha impulsado a soñar nuevos hori-

D O S S I E R

1 La Segunda Asamblea internacional de la Misión Marista (II AIMM) se celebró en Nai-robi, Kenia, en septiembre de 2014. Organizada bajo los auspicios del Instituto de los Her-manos Maristas, fue un encuentro representativo de los Maristas – laicos, religiosos y or-denados – para reflexionar sobre la vida y misión maristas en el mundo de hoy, y para fijarlas prioridades y estrategias para seguir avanzando. El texto completo de su comunicadopuede encontrarse en la página web del Instituto www.champagnat.org.

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zontes para una mayor vitalidad del carisma marista.Nos ha hecho vibrar al ritmo de los tambores y nosha puesto en camino hacia los nuevos Montagne denuestro tiempo”.

Luego proponen que los Maristasde Champagnat no serán reconoci-dos como profetas creíbles al modomarista sino solo cuando “salgancon decisión al encuentro de losnuevos Montagne de nuestro tiem-po”, y cuando sean una presenciasignificativa entre ellos. Entre los prin-cipales desafíos y preguntas queplantean a los maristas se encuentrala siguiente:

“¿Cómo ir al encuentro de los Montagne que hoy nosurgen a salir de prisa a periferias de pobreza y exclu-sión? ¿Cómo ayudar a entender que un derecho delos niños y jóvenes es conocer a Jesucristo y suEvangelio? ¿Cómo convertir nuestras obras educati-vas en espacios donde se garanticen los derechosde los niños, niñas y jóvenes? ¿Qué planes y proyec-tos debemos priorizar para comprometernos en latransformación social? ¿Cómo podemos defender losderechos de los niños en instancias sociales y políti-cas?”

Afirman que una de las oportuni-dades claves que nos permitirán ge-nerar “mayor vitalidad” para la misióny la espiritualidad marista es el papelde “los organismos y redes de soli-daridad y de voluntariado en el Insti-tuto en respuesta a los Montagne dehoy, que son la razón de nuestra mi-sión”.

Esta última afirmación es particu-larmente fuerte, – que los “Montagnede hoy” son la razón de ser de losMaristas, la razón por la que existe el

proyecto marista. De modo que, esbueno que nosotros nos pregunte-mos quiénes pueden ser esos Mon-tagne. ¿Quiénes son estos jóvenes acuyas necesidades y derechos estánllamados a dar respuesta los maris-tas de manera profética?

Encontrar la respuesta es eviden-temente importante en la actualidadpara los maristas de hoy. Muchospueden pensar que intuitivamente yaconocen la respuesta; de hecho, eltexto del comunicado de la Asamblealo sugiere porque realmente no defineen ninguna parte el término “Montag-ne”. Al menos hay varias característi-cas que se encuentran claramente im-plícitas: que los Montagne se en-cuentran en las periferias de la socie-dad; que están en condiciones de po-breza; que se les niegan sus derechoshumanos básicos. ¿Son estas cir-cunstancias las características quedeben definir al llamado Montagne?¿Hay otras? ¿Qué podemos aprenderal considerar la situación de Jean-Bap-tiste Montagne, el joven descrito comoel que fue visitado por Marcelino en1816?

Nos será útil retomar la historia ori-ginal, no simplemente para entrar encontacto con sus hechos históricos ysu contexto – aunque puedan ser es-clarecedores en sí mismos – sino paraentender en qué consistía la historiaque logró un espacio tan prominen-te en el pensamiento de los primerosseguidores de Marcelino. Cierta-mente, desde los tiempos de la ge-neración fundacional de los Maristas,el encuentro de Marcelino con un

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“niño moribundo” ha sido un aconte-cimiento muy relatado, incluso lle-gando a ser considerado como el ele-mento esencial para que Marcelinofundara los Hermanos.

Para aquellos que se inspiran enJung, la historia ha asumido el lugary la función de un “mito” – ya que al-berga algo de las más profundasverdades, anhelos y sueños del gru-po.2 Sin lugar a dudas, se ha con-vertido en un importante hilo con-ductor de lo que algunos autores po-drían describir como la “historia pro-funda” de los Maristas.3

2.EL CONTEXTO ORIGINAL

Los actuales maristas creen, confrecuencia, que conocen bastantebien lo esencial de la historia Mon-tagne. Lo que no pueden entender es

que se trata de un acontecimientoque fue reconstruido mucho tiempodespués de la muerte de ese joven,utilizando una historia seminal narra-da desde los orígenes, que se fusio-nó con otros datos que vieron la luzen el siglo pasado y que terminaronvinculándose al acontecimiento. Pue-de que muchos maristas se sor-prendan al saber que, de hecho, noexiste ningún vínculo demostradoentre la historia original y la muerte deJean-Baptiste Montagne, ni siquieraexiste alguna evidencia de que Mar-celino haya visitado la casa de Mon-tagne la noche en cuestión. El jovenMontagne ciertamente existió – te-nemos los registros de su nacimien-to, muerte y entierro – pero que seaél el ‘niño moribundo’ de la historiaparece ser muy cuestionable. De he-cho, no existe ningún registro que in-tente identificar al niño como J-BMontagne hasta la década de losaños 30,4 y ninguna inclusión de sunombre antes de 1966, cuando el

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2 En un estudio sobre la documentación marista relativa a la historia de Montagne y alsignificado de la historia para los Maristas, Roberto Clark también lo describe como un mitoen este sentido. Véase Clark, R. [no publicado] An Icon of the Marist Mission: The MontagneTeenager (Un icono de la misión marista: el adolescente Montagne). Su artículo, sin em-bargo, acepta la autenticidad histórica de la historia como “indiscutible”, al igual que lo ha-cen otros, como el Hermano Manuel Mesonero, “Un icono de la misión marista: el jovenMontagne”, en Cuadernos Maristas, Nº 33, mayo de 2015.

3 La expresión proviene de Lee, B. (2004) The Beating of Great Wings: A Worldly Spiri-tuality for Active, Apostolic Communities. Mystic, CT: Twenty Third Publications. Para con-siderar cómo lo concreto puede ser aplicable a un contexto marista, véase Hall, D. (2010)Forming Australian Marist School Leaders in Uncertain Times: Friends of a Compelling God(Formación de líderes en la escuela marista australiana en tiempos de incertidumbre: ami-gos de un Dios apremiante). Tesis de doctorado inédita, Unión teológica católica, Chicago.

4 El hermano André Lanfrey ha realizado algunas investigaciones sobre el nombre delniño moribundo. (Le problème Montagne. Documento inédito, agosto de 2015). El hermanoAndré no pudo encontrar ningún documento del siglo XIX o principios del siglo XX que iden-tificasen al niño (incluyendo la Cronología oficial del Instituto publicada en 1917). La primeraanotación que pudo encontrar de ello fue en un boletín parroquial publicado en 1935 en laparroquia de Le Bessat sobre los orígenes de los Hermanos Maristas. El niño está identi-ficado como un muchacho de la aldea de Les Palais, cerca de Le Bessat, que falleció el 28

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Hermano marista, Gabriel Michel, vin-culó los registros de fallecimiento y en-tierro de este muchacho con la antiguahistoria que se nos había transmitidodesde los tiempos de Marcelino.5 Lavinculación es teóricamente posible,pero existen dificultades para defendersu argumentación. Por el momento, sinembargo, mantengamos la historiacomo ha sido contada por los maris-tas hasta el día de hoy:

En la tarde del 28 de octubre de1816, diez semanas después de su lle-gada como vicario de La Valla, el Pa-dre Champagnat respondió, sin de-mora, a la llamada del enfermo de unafamilia que vivía en la aldea Les Palais,cerca de Le Bessat, situado en lafranja superior de la parroquia – en lameseta del Pilat. Un muchacho, JuanBautista Montagne, nacido el 10 demayo de 1800 y, por lo tanto, de dieci-

séis años de edad, estaba a las puer-tas de la muerte. Tuvo que superar unduro ascenso de dos horas a pie, des-de La Valla hasta Le Bessat, y cuandoMarcelino llegó, se encontró con unJean-Baptiste muy débil. No siendo po-sible escuchar la confesión del mu-chacho debido a la aparente ignoran-cia de Jean-Baptiste incluso de los máselementales rudimentos de la fe cris-tiana,6 Marcelino pasó dos horas conél, reconfortándole, haciendo una ca-tequesis básica y propiciando queJean-Baptiste pudiese rezar algunasoraciones simples, hacer un acto decontrición y recibir la unción de los en-fermos. Jean-Baptiste murió pocodespués de que Marcelino hubiese sa-lido para visitar a otra persona enfer-ma del vecindario, algo que apenó pro-fundamente al Fundador cuando, a suregreso a la casa de Montagne mástarde esa noche, se enteró del falleci-

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de octubre de 1816. Es una reclamación un tanto sorprendente porque cuando se introdujola causa de Marcelino, a finales de 1880, no se presentó ninguna documentación que mos-trase interés o apoyo de la parroquia de Le Bessat, lo que nos sugiere que allí no existía tra-dición oral. Posiblemente basado en la reclamación del sacerdote de la parroquia, el enton-ces hermano vicepostulador a cargo de la causa de canonización de Marcelino (que tambiénpertenecía a la Provincia de L’Hermitage), el hermano Joseph-Philippe, reiteró la reclamaciónmediante una corta nota en el Bulletin de l’Institut del año siguiente (Nº103, enero de 1936) yle dio seguimiento, ese mismo año, en un artículo de La Revue Champagnat (Nº 19, p.226).Sin embargo, cometió el error de llamar al muchacho “Francois” en lugar de “Jean-Baptiste”(François era el nombre del padre) y también confundió la fecha de la muerte con la fechadel entierro. Nada de esto hace presuponer la existencia de una fuerte tradición local. Des-pués de la década de los 1930, la tradición creció más en la parroquia que en el Instituto. En1957, la parroquia dedica un altar lateral al acontecimiento (existente en la actualidad en laiglesia de Le Bessat) con la presencia del Superior General, hermano Leonida y del ConsejoGeneral. Sin embargo, el nombre permaneció poco conocido en el mundo marista.

5 Lo más significativo de la creencia del hermano Gabriel es que permaneció comomiembro de la comunidad del Hermitage durante mucho tiempo. Entre 1967 y 1989, másde tres mil hermanos pasaron por el Hermitage (cf. FMS Mensaje, Nº 4, enero de 1989), yla mayoría de ellos habrían sido guiados por el hermano Gabriel. El nombre Montagne tomóraíces en la mitología marista.

6 Las directrices diocesanas sobre la práctica pastoral vigentes en Lyon impedían a lossacerdotes dar la absolución a quienes no cumplían con una serie de requisitos. Uno deellos era la “ignorancia de los principales misterios de la fe”.

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miento. A las seis de la mañana del díasiguiente, el afligido padre de Jean-Baptiste, de cincuenta y siete años deedad, François, y su tío, también lla-mado Jean-Baptiste, presentaron elcuerpo de su hijo y sobrino al alcaldede La Valla, Jean-Baptiste Berne, paraque la muerte quedase debidamenteinscrita en el registro civil y pudiese pro-cederse al entierro. Este entierro se re-alizó dos días después en la cercanaTarentaise y fue oficiado por el reciénnombrado cura de esa parroquia, Sr.Préher.

De regreso, Marcelino no perdiómucho tiempo en acudir a la aldea deLa Rive donde vivía un antiguo sol-dado de 21 años que apenas sabíaleer, Jean-Marie Granjon, que traba-jaba como criado. Era conocido deMarcelino por su interés hacia los másnecesitados de la parroquia y habíaacompañado al recién nombrado sa-cerdote, a principios de ese mes, du-

rante una visita a otra persona en-ferma de la aldea de La Rive.

Marcelino, invitó a Jean-Marie aconsiderar si quería ser uno de los pri-meros miembros del nuevo grupo demaestros-catequistas que tenía laintención de formar sin demora. Du-rante cuatro días, Marcelino habíamantenido conversaciones similarescon Jean-Baptiste Audras, de la aldeade Le Pioré,7 un muchacho dema-siado pequeño para sus quince añospero que Marcelino sin duda conocíabien por ser su confesor y al que lereconocía una madurez espiritual su-perior a la propia de su edad. Duran-te varias semanas había estado ha-ciendo gestiones para alquilar unacasa de un tal Sr. Bonner situada enel límite norte de la ciudad, no lejos delpresbiterio. Además de sus otrasmuchas obligaciones como cura de laparroquia, Marcelino había preparadola casa para dar la bienvenida a Jean-

Registro del entierro de J-B Montagne en Tarentaise, el 30 de octubre de 1816, firmado por su padre y su tío,entre otros.

7 Hoy “Péorey”.

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Marie y a Jean-Baptiste como los pri-meros ocupantes en pleno invierno, eldía 2 de enero de 1817, fecha en laque se celebra tradicionalmente el díade la Fundación del Instituto.

El resumen que precede pudo lo-grarse utilizando referencias cruzadasprocedentes de una variedad defuentes primarias y secundarias. Al-gunos de estos documentos, sin em-bargo, también aportan un ciertogrado de confusión a la historia. Hayproblemas con la ubicación, el año, laedad del niño, el improbable aisla-miento de la familia Montagne de la fey de su parroquia local y también labaja probabilidad de que se haya lla-mado al sacerdote de La Valla paraungir al niño moribundo en vez del sa-cerdote de la cercana Tarentaise.

En primer lugar, todos los prime-ros relatos (entre ellos la Vida escri-ta por el hermano Jean-Baptiste Fu-ret; la Memoria del hermano Sylves-tre; y las notas del Padre Bourdin queregistró las auténticas palabras del P.Champagnat8) narran el encuentrocon un niño en las estribaciones delMonte Pilat mientras que, por su-puesto, Les Palais está situado en lazona alta de la meseta. Ninguno deellos menciona el nombre del niño.

Las notas de Bourdin añaden algo in-teresante por el orden que estableceen la secuencia de los aconteci-mientos. Este apunte en sus notasparece bastante claro:

“Lo que produjo urgencia: un niño enfermo en las estribaciones del Pilat, necesitaba los sacramentos... Va a casa de un vecino durante un momento, vuelve, el niño está muerto, reflexión:“cuántos niños alejados de los medios de salvación...si se les instruyera, sabrían cómo arrepentirse, sabrían...” 9

Pero Bourdin, —citando lo queha oído directamente de labios delPadre Champagnat— sitúa este en-cuentro, en la lista, después del re-clutamiento de Jean-Marie y de otrosdos hermanos, su compra de lacasa, el inicio del trabajo de los her-manos con los jóvenes, y el aban-dono de la ciudad de La Valla por elanterior “maestro borracho”. Todoesto nos lleva hasta 1818, dieciochomeses después de la muerte de J-BMontagne. Tal vez Bourdin no pre-tende establecer una cronología ensus notas, sin embargo, el orden re-sulta curioso, especialmente cuandoson contrastadas con otras incon-sistencias existentes entre los relatos.El Hermano Laurent, el relato másantiguo después del de Bourdin, deja

8 Father Bourdin replaced Father Séon at The Hermitage in the summer vacation of 1828.He was already seeing himself as something of an historian of the Society of Mary, and so tookit upon himself to interview Father Champagnat about the first years, and to make notes of theseconversations. These notes (and copious others) he kept, only for them to discovered on hisdeath many years later, without his long-promised history of the Society ever coming to be writ-ten. His notes were not, therefore, available to Brother Jean-Baptiste when he wrote the Life.

9 Memoria Bourdin, #6.

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claro que el acontecimiento se pro-dujo en 1818.10

Un tercer motivo que permitecuestionar que el joven Montagne seael niño moribundo surge de la edadque proporcionan los diferentes do-cumentos. Mientras que el HermanoFrançois, en sus cuadernos, habla deun joven de 17 años, los demás rela-tos —incluyendo la versión oficial dela Vida escrita por el Hermano Jean-Baptiste— hablan de un niño de onceo doce años. Sabemos que J B Mon-tagne tenía dieciséis años cuandomurió. Aunque la edad cronológicapudo haber sido considerada de me-nor importancia en esa época com-parada con el nivel de madurez, setrata de otra incoherencia.

Tomados conjuntamente, y vi-niendo de escritores franceses co-nocidos frecuentemente por su pe-dante precisión, no es fácil explicar, ymucho menos conciliar, estos relatosaparentemente diferentes. GabrielMichel argumenta que el muchachopodría haber estado desnutrido yaparentar más joven de lo que era.Quizás fue así, pero sólo es una con-jetura, y es amoldar la credibilidad deque un joven de esa edad, en ese lu-gar, en esa época, no hubiera ya he-cho su primera comunión.

Social, cultural y religiosamente,esa era la norma para todos los niñosmenores de doce años, muy espe-cialmente en una región tan social-mente conservadora como la de LeBessat. La evidencia documental su-giere también que la familia Montag-ne comulgaba bien con la iglesia y seoponía al orden secular impuesto porla revolución: el padre y el tío de Jean-Baptiste firmaron con sus nombres enel certificado de enterramiento re-producido anteriormente y emitidopor la iglesia mientras que sólo hicie-ron una marca en el certificado de de-función civil emitido dos días antes.Era la práctica común de las personasque en esa época cumplían de malagana con el nuevo orden.11 Por lo tan-to, es poco probable, que el históricoJean-Baptiste Montagne, a los dieci-séis años, no hubiera recibido su co-munión o no hubiera sido preparadopara recibirla.

La importancia de la edad delniño se debe a que la primera comu-nión, que se hacía generalmente en-tre los diez y los doce años de edad,significaba un importante rito de su-peración de la infancia. Había que ca-tequizar adecuadamente a un niñoantes de este momento, equiparlocon los conocimientos religiosos y sucomprensión para que les sirvieran en

10 Memoria del Hermano Laurent. #1. El Hermano Laurent fue el tercero en unirse a lacomunidad de La Valla, a finales de 1817. Poco después del fallecimiento de Marcelino, ycomo respuesta a la invitación abierta del Hermano François, Laurent escribió, en lenguajetan somero como pobremente expresado – su breve Memoria del Fundador en un escritode unas pocas páginas.

11 Comunicación personal del Hermano André Lanfrey con el autor.

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su vida adulta. Esto ayuda a entenderel modo cómo el hermano Laurentcomienza su libro Memoria:

“En 1818, el Señor Champagnat, sacerdote, que erapor entonces vicario en La Valla, se desesperaba lu-chando contra la ignorancia que reinaba en la parro-quia, especialmente entre los jóvenes. Descubrió quealgunos niños de edades comprendidas entre los 10y los 12 años no sabían por qué estaban sobre latierra, ni incluso que existiera un Dios. Así pues, deci-dió formar una sociedad de jóvenes a los que él mis-mo instruyó y educó en todas las virtudes para queellos mismos pudieran instruir a los más jóvenes, esdecir, a los niños pobres del campo”.12

Otro punto sobre el que Laurentllama nuestra atención es que la si-tuación del “niño moribundo” no erauna realidad aislada, y que en Mar-celino fue creciendo la apreciación dela magnitud de este problema al me-nos durante los dos primeros añosque siguieron a su instalación en LaValla. Los registros civiles indicanque siete relativamente jóvenes, demás de siete años, murieron en el pri-mer año de Marcelino en La Valla,pertenecientes a seis aldeas diferen-

tes.13 Hubo otros en los años si-guientes, incluyendo uno de ellos en1819, que tenía una edad y unas cir-cunstancias similares a las de J-BMontagne.14 Puede, por tanto, haberexistido una especie de refundicióntras una serie de acontecimientos, in-cluso en la mente de Marcelino,como se evidencia en lo que le co-munica a Bourdin en 1828-29. Esto noes sorprendente, quizás, debido a suintensa sensibilidad sobre los acon-tecimientos en ese tiempo. Su bió-grafo, el hermano Jean-Baptiste, eli-ge palabras sólidas para describir larespuesta emocional de Marcelino ala situación de estos jóvenes. Escri-be que se sintió muy afligido y que laidea de establecer una comunidad dehermanos maestros-catequistas eraalgo que le “le perseguía”. Laurent uti-liza la misma palabra que Jean-Bap-tiste, afligido, para describir el estadoemocional del Padre Champagnat.15

Finalmente, existe el problema delpor qué el Padre Champagnat habríasido el sacerdote al que se llamó paraasistir a J-B Montagne, cuando había

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12 Memoria del Hermano Laurent- idem13 Para una discusión más detallada sobre esto, véase Lanfrey, A. “Las revueltas po-

pulares de la Revolución y del Imperio”, Cuadernos Maristas, Vol. 31, mayo de 2013. Curio-samente, uno de estos jóvenes moribundos (Jean-Claude Tardy, de once años) tambiénprovenía de Les Palais, y falleció en enero de 1817, precisamente tres meses después queel joven Montagne.

14 La muerte de este muchacho (también de 16 años) ocurrió un par de años más tarde,el 29 de diciembre de 1819. Aunque, una vez más, no sabemos si Marcelino estuvo pre-sente, sabemos que sí lo estaba Jean-Marie Granjon. De hecho, se trata de un joven primode Jean Marie-Antoine Granjon, hijo de Paul-Gabriel y Jeanne-Marie Granjon, que vivía enla ciudad donde nació Jean-Marie el 22 de diciembre de 1794: Doizieu, en la aldea de LaTerrasse. El Hermano Gabriel Michel ha escrito sobre este acontecimiento, basándose enla información del registro civil de La Valla. Ver Michel, G. op.cit.

15 Sin embargo, si se considera útil centrarse en un niño, entonces el Hermano AndréLanfrey (Le problème Montagne) ha identificado cinco posibles nombres:

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dos sacerdotes en Tarentaise, a vein-te minutos de camino. Para enviar unmensaje a La Valla se hubiera necesi-tado una caminata de dos horas has-ta la ciudad, sin ninguna garantía deque se hubiera encontrado a Cham-pagnat, y otras dos horas de una en-crespada subida en el regreso. El Sr.Péhrer, de Tarentaise, fue el que oficióen el funeral dos días más tarde. Aun-que Les Palais pertenecía técnica-mente a la parroquia de La Valla debi-do a la organización del régimen pre-rrevolucionario, para los habitantes deLes Palais resultaba más convenienteasociarse con Tarentaise – como loatestiguan los registros de bautismosy entierros. También es importantetener en cuenta que el párroco reciénnombrado para Tarentaise, Jean-Bap-tiste Seyve, no era sólo uno de los doceaspirantes maristas que juntamentecon Marcelino habían hecho su pro-mesa en Fourviére solamente tresmeses antes, sino que era originario dela región del fundador (nacido en St Ge-

nest-Malifaux) y de la misma edad.Eran amigos cercanos. No parece ha-ber ninguna razón obvia para que estebuen joven sacerdote que vivía en lascercanías no hubiera sido solicitado porla familia.

Así pues, con este equilibrio de pro-babilidades, parece problemático pre-tender que Jean-Baptiste Montagneera en realidad el muchacho moribun-do. Es mucho más probable que setratase de otro niño de la parroquia. Sinembargo, eso no quiere decir quetengamos que olvidarnos de la histo-ria de Montagne. De hecho, resultamás instructivo considerar, desde elmomento en que el hermano GabrielMichel empezó a recordar el nombrey el lugar a los peregrinos maristas a fi-nales de 1960, por qué esta historia yeste muchacho han captado la imagi-nación marista. Pero abordemos estehecho como si se tratara de una mi-tología matizada antes que de unadudosa historia. Como todos los mi-

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Fecha Nombre Aldea Edad Sacerdotede entierro

1 31/05/1817 François Matricon Laval 6-7 Rebod

2 04/02/1818 Jean-Baptiste Françon Les Fons 10-11 Rebod

3 12/04/1818 Jean-Claude Farat Au bourg 12-13 Rebod

4 08/05/1819 Jean-Marie Ginot Rossillol 9½-10 Champagnat

5 09/ 06/1819 Jean-Claude Farat La Farat o La Fourchina 8 Champagnat

Él prefiere el nº 5, Jean-Claude Farat, de la aldea de La Farat o La Fourchina (hoy “LaFaré”), que otorga consistencia a la ubicación que es coherente con los primeros relatos.Su muerte fue en 1818, lo que hace que el acontecimiento haya ocurrido después del esta-blecimiento de los hermanos y de acuerdo con la memoria de Bourdin. Sin embargo, el niñoes un poco más joven que esos relatos. El hermano André lo cree menos probable, no obs-tante, que el nº 3 (un niño del mismo nombre) porque su caserío está colgado entre el Giery los valles del Ban – pero su edad es más consistente con los primeros relatos, y murió en1818 – fecha más cercana a formación de la comunidad de los primeros hermanos.

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tos sobre fundaciones, este hechonos habla más del por qué, que delqué.

Por lo tanto, volvemos al aconte-cimiento como lo hemos narrado, enla pequeña aldea de Les Palais y a larespuesta que Marcelino le dio, vién-dolos como claves de una historiamás profunda que puede seguir ha-blándonos hoy mientras determina-mos su forma y prioridad para la viday la misión maristas. ¿Quién fue Jean-Baptiste Montagne? ¿Cuáles fueronlas circunstancias de su tiempo, de sulugar de residencia y de su familia? Silo consideramos como emblemáticode los más necesitados, ¿qué pode-mos conseguir con un mayor cono-cimiento de su situación concreta?

Consideremos, en primer lugar, sualdea de Les Palais. No era más queun pequeño grupo de casas, tansólo cuatro familias, distantes un ki-lómetro o así de Le Bessat, en la me-seta de la cadena de montes del Pi-lat. Los veintisiete fallecimientos de LeBessat (cuatro a cinco personas porcasa de promedio) ocurrieron en elsegundo mayor centro de población,en La Valla. Cabe señalar que el no-venta por ciento de los habitantes deLa Valla vivían en sesenta y seis al-deas y solamente un diez por cientolo hacía en la propia ciudad.

Aunque Le Bessat formaba partede la comuna de La Valla y del can-tón de Saint-Chamond (como resul-tado de haber estado bajo control delMarqués de Saint-Chamond antes dela revolución), tendía a orientarse

más hacia Saint-Etienne como suciudad principal. A pesar de su repu-tación como lugar lejano y estar a unaaltitud de 1200 metros, Le Bessat, encierto modo, estaba menos aisladaque La Valla, debido a su proximidada la carretera entre Saint-Etienne y elvalle del Ródano y a su situación enun terreno más plano, y más abierto.En ese sentido al menos, se parecíamás a Marhles, ciudad natal de Mar-celino que a la ciudad de la colina deLa Valla. De un minucioso censo deLa Valla que se completó en 1815 y delregistro de las cantidades que cadafamilia pudo entregar a requerimien-to de las tropas austríacas de ocu-pación, conseguimos una buena in-formación sobre la riqueza de la gen-te de la ciudad y podemos observarque estaban un poco por debajo dela media de la comuna, pero quecomparativamente había bastantehomogeneidad, sin extremismos deriqueza o de pobreza. Un gran nú-mero de hombres eran conocidoscomo journaliers (jornaleros, y muyprobablemente, por consiguiente,con recursos más escasos) en vez deser cultivateurs (granjeros), pero exis-tían cuatro o cinco hombres que go-zaban de mayor riqueza y que eranconocidos como laboureurs (labra-dores – personas con recursos sufi-cientes para mantener sus propiosbueyes, o incluso un caballo y los ar-neses y el arado).

En La Valla se descubre toda unagama de riqueza a través de sus al-deas, desde los más favorecidos enlas proximidades de Saint-Chamond(incluyendo la casa de François, Mai-

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sonnettes), hasta los pobres encajo-nados en lo más recóndito del valle,y a los que poseen medios por enci-ma de la media. Le Bessat pertene-cía a esta última categoría. De hecho,tenía la suficiente seguridad para per-mitirse organizar dos ferias anuales16

algo que no sucedía en La Valla.

Su población se ocupaba de laproducción agrícola y ganadera ydesarrollaba la industria artesanal tí-pica de la región, especialmente du-rante el invierno, aunque una de susprincipales industrias era la madera.Esta industria generaba discusiones.Al ganar fuerza durante los años dela revolución y mantenerse por dé-cadas, el extenso bosque comunaldel Pilat fue anárquicamente defo-restado por la población local.

Ofrece una visión de la aspereza dellugar y de la mentalidad de la gente in-dependiente y voluntariosa de Le Bes-sat. Eran personas duras. Sin embar-go, esa anarquía no se tradujo enabandono de la fe. Aunque no teníansu propia parroquia, habían tenido unacapilla en la ciudad desde el siglo XVI(se vendió durante la revolución, perola recuperó el pueblo en 1807).

Solicitaron convertirse en parro-quia con una iglesia y un sacerdote,y lo lograron en 1827. El éxito del Lo-renzo como catequista de niños yadultos en 1818-1819 indica una aper-tura a la religión, a pesar de que las ne-vadas y los malos caminos dificultaranel acceso de las personas a los sa-cramentos durante una buena partedel año. Sabemos que, durante los

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16 Se celebraban al principio y al final del verano. La primera, el día de la fiesta del santopatrón de la localidad, San Claudio (6 de junio), y la segunda, en la fiesta de la Transfigura-ción, celebrada el 6 de agosto.

Le Bessat en esta época

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años de la Revolución, cuando la Ar-chidiócesis de Lyon efectivamentesuspendió sus estructuras parro-quiales y organizó a sus sacerdotesen equipos misioneros encubiertos –las llamadas misiones Linsolas – no sedescuidó la atención a la región de lameseta del Pilat. Esta era un área“blanca”, zona de la resistencia y lossacerdotes fugitivos habían sido bienrecibidos y protegidos.

François Montagne era carpinte-ro y, por lo tanto, se benefició de latala de los bosques que se estabaproduciendo. Sabía leer y escribir,como podemos constatar por su fir-ma en el registro del entierro17 de suhijo. Políticamente, probablementeera conservador, desconfiado con elnuevo orden – como sugiere el hechode no firmar con su nombre (en su lu-gar, puso una marca) en el certifica-do de defunción de su hijo del regis-tro civil de La Valla, sintiéndose, sinembargo, libre para firmar con sunombre en el registro de la iglesia deTarentaise apenas dos días des-pués. Su casa parece haber tenidouna estructura comparativamentesólida como se puede apreciar en lasfotos que acompañan, lo que indicaque se trata de una familia que dis-pone de medios aparentemente se-guros. Su aspecto no es el de unachoza, y la familia no era indigente.Las fotografías están tomadas en di-ferentes momentos a lo largo del úl-timo siglo antes de la demolición de

la casa ocurrida hace unos treintaaños.

El encuentro con el niño moribun-do, en algunas versiones de la histo-

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Casa Les Palais

17 En esa época, el saber escribir, se veía como una gran habilidad. Muchos podían leer,pero no escribir. Se desconoce si Clemence Porta, la madre de Jean-Baptiste, también sa-bía leer y escribir.

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ria, está vinculado directa y casual-mente con la decisión de Marcelino defundar a los Hermanos. Esto es bas-tante importante. En este sentido,Juan María Granjon resulta ser una fi-gura histórica tan importante como lade Jean-Baptiste Montagne. De Bour-din, aprendemos que Marcelino esta-ba convencido “desde hacía tiempo”de la necesidad de maestros-cate-quistas y de que se sentía llamado acrear ese grupo como lo estaban ha-ciendo otros sacerdotes.

Se lo había confiado a su compa-ñero seminarista Duplay en 1810 cuan-do todavía estudiaban en el seminariomenor en Verrières. Por el hermanoLaurent y otros, sabemos que enMarcelino se agudizó su determinacióntras su llegada a La Valla al encontrarsecon tantos niños en edad de primeracomunión que estaban muy mal pre-parados para hacerla. Fue algo a loque prestó una atención urgente. Lostestimonios de las mujeres que cuan-do eran niñas habían sido preparadasa su primera comunión por el PadreChampagnat en aquel tiempo (reco-gidos con ocasión de su causa de ca-nonización introducida a finales de losaños 1880) encierran algo de la pasióncon la que el sacerdote llevó a caboeste trabajo:

“Aún recuerdo al Padre Champagnat. Me preparópara mi primera comunión en 1817. Era la primeravez que tenía el placer de preparar niños a su prime-ra comunión. Nunca olvidaré la conmovedora exhor-tación que me dirigió antes de darme la absoluciónpor primera vez. Podía escuchar su profunda respi-ración en la seriedad de sus palabras. Era como siderramara su alma en las palabras. Enseñaba el ca-

tecismo vestido con el roquete, de pie entre nosotrasy los chicos. Los ojos de todos nosotros estaban cla-vados en él. Era estricto con los que no sabían sulección, pero también era muy justo”. (Catherine Prat)

“Asistí a las clases de catecismo del Padre Champag-nat, y aunque yo era muy joven, me encantaba escu-charlo y sobre todo ver que la iglesia estaba llena deadultos que seguían sus explicaciones con tantaatención. Hablaba con sencillez, para que los más ig-norantes pudieran comprender, pero decía cosas tanhermosas y conmovedoras que encantaban a todo elmundo. La gente solía decir, “vamos a las leccionesde catecismo; las da el Padre Champagnat”. Y la iglesia se llenaba”. (Françoise Baché)

“En cuanto a sus catecismos, acudíamos con prisa, ya pesar del frío, la nieve, los horribles caminos y ladistancia (necesitábamos más de una hora), siemprefuimos los primeros en llegar. Entonces, él bromeabacon nuestros amigos de la ciudad, diciéndoles, “¡soisperezosos!” Mirad los niños de Saut-du-Gier: tienenque caminar más de una hora, y siempre llegan losprimeros. Vosotros estáis a unos pasos de distanciay siempre sois los últimos”. Hacía que nos sintiéra-mos orgullosos de nosotros mismos”. (Louise y Marie-Anne Duvernay)

Podemos ver que Marcelino aten-día a las personas de todas las eda-des, como también, más tarde, acep-tó que sus hermanos se involucraranen clases nocturnas para adultos, enclases de comercio para jóvenes sinempleo y en la formación de maes-tros, pero su corazón se inclinó pre-ferentemente por los niños, para abrir-les a las alegrías que él conocía por sufe. Era un derecho divino de los niños,y estaba apasionadamente impulsa-do a hacerlo realidad en ellos. De he-cho, sentía la responsabilidad de ha-

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cerlo, puesto que la alternativa —se-gún la teología reinante en esa épo-ca— apuntaba a que los niños corrí-an el riesgo de verse eternamente se-parados de Dios. La historia de Mon-tagne debe ser refractada a través deeste lente.

3.LOS ELEMENTOSESENCIALES DE LAHISTORIA MONTAGNE

Así como la historia de Marcelinoy el niño moribundo sin nombre fueconscientemente germinal para lageneración fundadora de los maris-tas, así puede ocurrir con la historiade Montagne para los maristas del si-glo XXI. De la discusión anterior, so-bresalen cuatro elementos esencia-les de lo que hemos dado en llamarel acontecimiento Montagne.

3.1. La pasión y la compasión deMarcelino

El documento marista Agua de laRoca comienza diciendo que la “pasiónpor Dios y la compasión por los de-más” de Marcelino han sido los as-pectos definitorios del desarrollo de laespiritualidad marista. En ninguna otraparte es esto tan obvio como en la his-toria de Montagne. Anteriormente seha hecho referencia al uso de los es-critores contemporáneos de la palabra“afligido” para describir la respuestaemocional de Marcelino a la ignoran-cia, específicamente a la ignorancia de

un Dios amor y del destino eterno,ejemplificados y encarnados en el jo-ven Montagne. Tal aflicción a la vista dela ignorancia religiosa de un joven te-nía que nacer en gran medida de suprofunda experiencia religiosa. LasConstituciones de los Hermanos Ma-ristas lo reflejan de esta manera al des-cribir lo nuclear del “carisma” de Mar-celino:

“Movido por el Espíritu, Marcelino Champagnat que-dó cautivado por el amor de Jesús y María a él y a losdemás. Esta experiencia, unida a su apertura a losacontecimientos y personas, se convierte en fuentede su espiritualidad y celo apostólico, y lo hace sensi-ble a las necesidades de su tiempo, sobre todo a laignorancia religiosa y a las situaciones de pobrezade la niñez y juventud. La fe y el deseo de cumplir lavoluntad de Dios le revelan su misión: Dar a conocera Jesucristo y hacerlo amar. Decía con frecuencia: ‘Nopuedo ver a un niño sin que me asalte el deseo deenseñarle el catecismo y decirle cuánto lo ama Jesu-cristo’. Con este espíritu, fundó el Instituto para edu-car cristianamente a los niños y jóvenes, en especiala los más desatendidos.18”

Aunque Marcelino sentía pasiónpor evangelizar a los jóvenes y se en-tregaba sin límites a la labor, eso nonacía de una especie de fanatismoreligioso que pudiera agriar el gustopor la religión de muchas personas,de aquel tiempo y de hoy.

Los datos que tenemos del im-pacto causado por Marcelino en laspersonas no revelan en modo algu-no que se impusiera o impusiera susconvicciones a los demás mediante la

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18 Constituciones de los Hermanos Maristas, #2.

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fuerza o faltando al respeto. De hecho,un tema recurrente de sus conferen-cias y de los primeros documentosmaristas muestran que era a travésdel afecto, del encanto y de la inspi-ración que los corazones y las men-tes de los jóvenes podían ser irresis-tiblemente ganados19. Su punto departida, como sabemos, fue su amora los jóvenes. Es importante, en estecontexto, considerar la historia Mon-tagne como un ejemplo de amablecompromiso de Marcelino con unapersona real, abierto a las necesida-des de esa persona; no como uncompromiso aislado o cerebral con laeducación o evangelización de losmás necesitados. La historia recuer-da a los maristas que, sean cualesquiera que sean las palabras y con-ceptos que puedan elegir para definirsu identidad y enfoque, si no contac-tan con la vida y las necesidades delas personas concretas en tiemporeal, entonces no viven el tipo de vidacristiana que Marcelino hubiera dese-ado que ellos vivieran.

3.2. Evangelización mediantela educación

La acción que emprende Marce-lino es esencialmente educativa. Estoes clave para entender a Marcelino ysu proyecto. ¿Qué hace Marcelinocon el joven Jean-Baptiste en la his-toria? ¿Cuál es la intuición de surespuesta? Es sentarse con el niño,cuidarle y consolarle, pero es tambiénmás que eso: trata de hacerle vivir el

evangelio y para ello le instruye, le lle-va hasta el punto en que el propio chi-co puede recitar sus propias oracio-nes. Por lo tanto, no es el tipo deevangelización que se podría dar enuna misión parroquial o en una reu-nión de renovación —que solo podrí-an llegar al corazón—. A Marcelino lepreocupa también la cabeza. Ambosvan juntos para él: educación y evan-gelización.

Esto resulta claramente evidente ensu actuación de los siguientes tresaños: contrata a un exhermano de LaSalle, Claude Maisonneuve, originariode su región natal de Marhles, para en-señar a los niños, primero en la aldeade Les Sagnes y después para ha-cerse cargo de la escuela de La Valla;consigue a Maisonneuve para formara los hermanos en el método simultá-neo de docencia mientras Marcelinoforma a los Hermanos en el métodosulpiciano de catequesis; envía a ha-cer el catecismo, al principio los do-mingos, a los caseríos de la parroquia;y consiguió asumir en dos años el con-trol de la escuela de la ciudad en Marh-les y también en La Valla. Las herma-nas Duverney citadas anteriormente,niñas de Les Sagnes en 1817, recor-daban en 1888:

“Una vez al mes el sacerdote visitaba su escuelita, la examinaba, recompensaba a los niños y niñas que lo merecían y reprendía con suavidad a los que no estaban trabajando suficientemente duro”.

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19 Ver, por ejemplo, los cuatro últimos capítulos de Avisos, Lecciones, Sentencias dondesemejantes sentimientos son numerosos, o el Capítulo 11 de La Guía del Maestro sobre eltema de la Disciplina.

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Intuitivamente, Marcelino era unmaestro. También por naturaleza eramuy solícito, indefectiblemente bon-dadoso y muy práctico cuidando a laspersonas con necesidades materiales.Pero tratándose de los jóvenes, no lebastaba con ofrecerles cuidados ysustento; deseaba educarlos. JuanMaría Granjon, su primer discípulo, sesentía atraído a un apostolado másamplio. De hecho, se ha sugerido quehasta la desaparición de la influencia deJean-Marie a mediados de la décadade 1820, existía un enfoque más am-plio para el trabajo de los hermanos —cuidado de los pobres tanto como dela educación— pero al menos desde1824 y la construcción del Hermitage,la creciente preocupación principal secentraba en la educación20. Era la prio-ridad elegida por Marcelino. Más tar-de, cuando se abrieron orfanatos, seintrodujeron programas para sordos yse aceptaron otros proyectos, el pri-mer lugar de la educación quedósiempre claro, al menos en sus cartas.

Para Marcelino, existía una simbio-sis natural y sana entre educación yevangelización. Que los hermanos fue-sen solo catequistas no era suficiente;también tenían que ser maestros. Cre-ía que las escuelas eran un lugar privi-legiado para comprometerse con jó-venes, y que necesitaban estar dirigi-das por maestros que profesasen la fereligiosa. Los profesores itinerantes

(les instituteurs ambulants), de losque dependían las regiones más ale-jadas de Francia para que las escue-las funcionasen durante los meses deinvierno, gozaban de baja reputaciónen algunos círculos. Eran caricaturi-zados —tal vez injustamente— comograndes bebedores, de moralidadpersonal cuestionable, asociada amenudo con la propagación del laicis-mo y del sentimiento antirreligioso, malformados para el arte de enseñar ymuy propensos, frecuentemente, auna caprichosa crueldad en su tratocon los niños. Como presbítero, Mar-celino ha debido tener experiencia deprimera mano sobre la doblez de es-tos hombres cuando intentaban ob-tener sus Certificados de Buena Con-ducta y Modales que se les llegó a exi-gir para obtener su brevet21 de maes-tro. Hubo, por supuesto, muchas ex-cepciones a esta caricatura tan nega-tiva —el mismo Maisonneuve, fue unade ellas—. Sin embrago, después de larevolución existía una cautela genera-lizada en el clero y en los alcaldes delos pueblos hacia estos profesores “sinhogar ni lugar” como si también fueran“sin fe ni ley”22.

En el transcurso del siglo XIX, alcrecer la ola de laicismo y la opinióncontra la religión en muchas partes,la función que integraba profesor-ca-tequista, desempeñada por personasque vivían lo que enseñaban, llegó a

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20 El historiador marista, hermano André Lanfey, es partidario de este enfoque.21 El Hermano Pierre Zind en su artículo Sur les Traces du P. Champagnat cita un cierto

número de informes de inspectores de escuela que apoyan esta visión sobre los profeso-res itinerantes.

22 El dicho en francés: “sans feu ni lieu / sans foi ni loi”

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ser vista cada más como el núcleodel proyecto de Marcelino. Así ocu-rría ciertamente cuando muchos delos documentos fundacionales ma-ristas estaban siendo escritos y edi-tados, y cuando crecía el Instituto. Laimportancia del encuentro con elniño moribundo, en consecuencia,se vio mejorada. La historia consi-dera este encuentro como un mo-mento de evangelización y lo haceexplícitamente. En el acontecimien-to que se describe, la indiscutible ne-cesidad del joven Jean-Baptiste queel Padre Champagnat aborda es laignorancia del niño sobre un Diosamor y el sentido de la existencia hu-mana23. La atención que el fundadorprestó a esta doble necesidad y suinmediata respuesta reclutando aJean-Marie Granjon, se situaron enel centro de la historia contada porlos maristas24.

3.3. Un estilo diferenciador

En la historia Montagne resultatambién evidente el característico es-tilo marista evidenciando los rasgos dis-tintivos que acompañan al trabajo deevangelización marista en educación.En primer lugar, está la disposición deMarcelino para salir de su propio lugar,hacer el duro recorrido hasta Le Bes-sat, entrar en la casa de Jean-Baptis-te y sentarse junto a su cama. Esta dis-posición presenta tres facetas maria-nas: salir de prisa como María, dirigir-

se hacia las montañas y entrar en lacasa de su prima para saludarla. Estadisposición significa cambiar la propiaperspectiva y conceder espacio en elpropio corazón al otro —al que está ennecesidad— para entrar en su vida y ahíencontrarse con él. Es apostólica y ensu intuición está centrada en el otro: iréhacia ti; no esperaré desde mis propiasseguridades que tú vengas a mí.

Los profesores que trabajan con jó-venes de otra generación e incluso deotras culturas o grupos socio-econó-micos, están llamados a vivir estocontinuamente. Entonces, como Isa-bel, en la que habita una nueva vida alencontrarse con María, lo esencial delapostolado marista se produce a tra-vés de su relación real con los jóvenes.Marcelino permaneció con el jovenJean-Baptiste durante dos horas. Es-taba en su presencia, directa y perso-nalmente. Se relacionó con él de per-sona a persona, sin duda compartien-do algo de sí mismo con el joven, algode su propio corazón. Los maristas ha-blan de “presencia” y “sencillez” paradescribir este acercamiento, dos tér-minos que Marcelino adoptó de los es-critos de San Francisco de Sales y loshizo suyos. Para estar disponibles alos jóvenes, caminar en sus zapatos(ser empáticos más que simpáticos),trabajar con ellos, simplemente, per-sonalmente, en relación y lograr in-troducir un cambio en sus vidas me-

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23 Para el último punto – “el sentido de la existencia humana” – ver el #164 de las Cons-tituciones de los Hermanos Maristas, basado en Gaudium et Spes #12, 22.

24 La doble necesidad – que el niño conociese tanto el amor de Dios como el sentidode la vida – refleja exactamente la primera frase de la Memoria del Hermano Laurent (ci-tada en el artículo) según la cual Laurent describe el origen de la aflicción de Marcelino, ylo que le impulsó a actuar.

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diante el evangelio, son todas ellascualidades que los maristas continú-an haciendo vida entre ellos.

A estas debemos agregar las cua-lidades de pragmatismo creativo,toma de decisiones e incluso audacia,tres rasgos maristas que también po-demos ver en la historia. En el relato,como se ha venido diciendo, el en-cuentro de Marcelino con el niñomoribundo está unido a su fundaciónde los hermanos. Al cabo de una se-mana, Marcelino había recibido doscandidatos. Tras un mes, ya contabacon una casa donde albergarlos. Enel plazo de tres meses había fabri-cado con sus propias manos algunosenseres para amueblar la casa. A losseis meses les había proporcionadoun traje de religioso / maestro, y leshabía encontrado un formador pro-fesional. A los doce meses se en-deudó (con Courveille) para comprarla casa y pronto iba a hacerse cargode dos escuelas de la ciudad. ¿Quiénera él para hacer todo eso: un curadel campo, sin recursos, en un rincónperdido de Francia, rodeado de in-numerables escépticos y cínicos tan-to entre el alto clero como entre lasautoridades civiles, y con seguidoresque por su edad y formación parecí-an estar mal equipados para el pro-yecto? Creativo pragmático, decididoe incluso audaz. Los maristas todavíadesean ser así ellos mismos.

3.4. InclusiónPosiblemente un tema más discu-

tible al abordar la historia, como la he-mos reconstruido, es preguntarse quécategoría otorgar a Jean-Baptiste Mon-

tagne o, más precisamente, en quémedida otorgar una categoría si fueranecesario. Algunos ven a Jean-Baptis-te como pobre, y que su pobreza es laque obviamente le define. En esta líneade pensamiento, se sigue que los“Montagne de hoy” serán sobre todolos jóvenes que son pobres. Otros en-tienden que el significado de Jean-Bap-tiste se encuentra principalmente en elhecho de habitar en los márgenes deLa Valla y en las periferias abandona-das de la sociedad francesa; por lo quelos Maristas encontrarán a los Mon-tagne de hoy entre los jóvenes margi-nados, en situación de riesgo y en lasperiferias. Otros pueden apuntar a suignorancia; a su falta de educación enla fe. Algunos pueden verlo en la pers-pectiva del espíritu de su tiempo —li-bertad, igualdad, fraternidad, que suscircunstancias claramente le nega-ban— indicando que sus derechoscomo joven debían ser atendidos y quela actuación de Marcelino asestó ungolpe en favor de los jóvenes en esassituaciones.

Un análisis objetivo del contextoamplio de su tiempo y su lugar, cierta-mente no apoya ninguna de esas re-clamaciones si pretenden ser exclusi-vistas, ni tampoco una polémica quedesee que la figura de Jean-BaptisteMontagne tenga que ser definida conmayor precisión. Tal vez los principalesmotivos de Marcelino para atender aJean-Baptiste fueron que se trataba deun joven, que estaba allí, pero siendomás críticos, que el joven carecía de susentido de un Dios amoroso. Su igno-rancia religiosa y la respuesta que le daMarcelino se definen sobradamente en

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el texto de la historia, tal vez inclusoexagerando algo para subrayar el as-pecto clave de la necesidad del niño.Pero, consideremos algunas otras ca-racterísticas de Jean-Baptiste en elcontexto de su tiempo y lugar.

En primer lugar, la familia Montag-ne no era rica pero tampoco indigen-te. La familia parece haber gozado deuna seguridad suficiente, tanto eco-nómica como social. Es cierto que seencuentra en una zona parroquial quela sitúa por debajo de la media, perohabía otras aldeas más pobres. En ciu-dades como Lyon y más cercanascomo Saint-Etienne y Saint Chamond,la revolución industrial había creadouna población urbana pobre que vivíaen circunstancias más penosas quemuchas personas de las zonas rura-les. Podemos estar seguros de queMarcelino personalmente habría co-nocido a estas personas, incluso a losjóvenes, de esas dos ciudades. Ade-más, podemos observar que, en lazona de Le Bessat, François Montag-ne estaba relativamente bien situadoya que era comerciante. En segundolugar, Le Bessat (y por lo tanto Les Pa-lais) no estaba extremadamente ale-jado ni separado de la vida y el co-mercio de la región; de hecho, lo es-taba menos que La Valla.

Es cierto que distaba bastante dela propia La Valla, pero eso era un pro-blema añadido a Marcelino para ac-ceder hasta allí, más que un proble-ma para la gente de Le Bessat. De-pendiendo de la época del año, teníarelativamente buen acceso a la ca-rretera principal hacia Saint-Etienne en

un sentido y hacia Annonay y el Ró-dano en el otro.

En tercer lugar, es indudable queJean-Baptiste no tenía buena educa-ción. Pero a este respecto, su situaciónera la misma que la de un gran núme-ro de jóvenes de ese tiempo y ese lu-gar. Puede que hayan existido jóvenesviviendo en mejores situaciones que lasuya, pero también otros que vivían enpeores condiciones que la suya. Por úl-timo, por supuesto que es innegable,en función de su situación general, queno podía disfrutar de la libertad y de laplenitud de la vida humana a la que te-nía derecho, pero era lo normal.

Así pues, ¿cómo y en qué medidadebemos otorgar categoría a la figu-ra del joven Montagne? Para res-ponder a esta pregunta concreta, re-cordemos, una vez más, que la his-toria presenta una cierta elabora-ción sobre él. Jean-Baptiste es em-blemático, nos cuentan los cronistasmaristas, de un problema más amplioque Marcelino se sintió impulsado aabordar: el de los jóvenes —repre-sentados tal vez más dolorosamen-te por los que se acercaban a la edaden que debían estar contentos porhacer su primera comunión, terminarsus estudios de aprendizaje de un ofi-cio o seguir algún otro curso que lespreparase para la vida como buenosciudadanos y buenos cristianos—que deplorablemente, no estabanen situación de poder lograr todo eso.

Más que la respuesta inmediataque Marcelino dio en La Valla al inci-dente con el niño moribundo, hemos

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de considerar la respuesta de Mar-celino durante los 23 años siguientes.De hecho, Marcelino, estableció es-cuelas y proyectos —más de cin-cuenta— en una amplia gama de si-tuaciones: ciudades pequeñas ygrandes ciudades, ricas o pobres. Lacuarta escuela de la que se hizocargo, por ejemplo, fue la de Bourg-Argental, una ciudad comparativa-mente adinerada y con gobierno cen-tralizado en buena situación.

Más tarde, cuando Marcelinoaceptó la dirección de algunos orfa-natos en grandes ciudades comoLyon, fue para atender a los jóvenesque se encontraban en situaciones in-cluso peores que las de algunas zo-nas rurales del país. Otros proyectosque atrajeron la atención de Marceli-no en la década de los años 1830, porejemplo la invitación del obispo Deviepara que asumiera el control de uncentro de formación agrícola en la dió-cesis de Belley para atender al cre-ciente número de jóvenes sin prepa-ración y por consiguiente sin posibili-dad de encontrar empleo, o la últimacarta que escribió, sobre el trabajo delos Hermanos con jóvenes desmoti-vados en un suburbio de la ciudad deParís25, sugieren que deberíamos sercautelosos para no colocar demasia-dos estrechos límites a las opcionesde misión de Marcelino. Un examenatento de esas opciones sugiere queMarcelino era, en realidad, bastante

amplio en el abanico de sus iniciativas,y existe una amplia evidencia queavala su compromiso pastoral con laspersonas en buena situación y sus es-peciales esfuerzos con aquellos en si-tuación de pobreza. El aspecto reve-lador es que Marcelino incluyó proac-tivamente a los jóvenes desfavoreci-dos, introduciéndolos en la mismaaula que los de familias de la burgue-sía, de los funcionarios y de los agri-cultores acomodados. Esta inclusiónes definitoria y de hecho fue algo con-tracultural. Ser un buen cristiano y unhonrado ciudadano era un derecho detodos los jóvenes.

CONCLUSIÓN:

La historia de Montagnecomo arquetipo de pastoral marista

La historia del encuentro de Mar-celino con el niño moribundo es,como todo buen mito fundacional, unrelato que cada generación debetransmitir a la siguiente, para mante-ner la integridad y la identidad y paraconcretar objetivos más profundos.Pero estos mitos corren el riesgo deser leídos de manera simplista. Unade las claves para que los maristasdesbloqueen la historia de Montag-ne es que la vean en su contexto ori-ginal.

24 El mito Montagne

25 See Letters 28 and 339 for revealing Marcellin’s openness to these two projects. Tosupport the idea that his involvement with orphanages was as much about education as itwas about care for abandoned youth, see the agreement he made with the board of theDenuzière orphanage in Lyon, which accompanies Letter 306.

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Primero, se debe reconocer que,aunque el relato tiene, de hecho,cierta base histórica, había pasadomás de un siglo antes de que se cre-yera necesario tener que darle unnombre al niño. Ayudaría más el con-templar la historia como emblemáti-ca de una situación más amplia, la si-tuación del joven que se encuentra alas puertas de la edad adulta. Podríadecirse que los dos hechos más sig-nificativos para que Marcelino pres-tara ayuda al joven J-B Montagne, se-gún la historia, son simplemente quepertenecía a la parroquia de Marce-lino y que era joven.

En segundo lugar, es importante re-saltar que la pasión por la evangeliza-ción de los jóvenes era la principal mo-tivación de Marcelino, pasión que na-cía de su convicción de que a ningúnjoven, independientemente de su si-tuación personal, se le debía negar elconocimiento liberador de Jesús y suevangelio.

La historia se vuelve hacia la evan-gelización, y la necesidad que teníaJean-Baptiste de ser evangelizado. Elenfoque de esta evangelización es in-trínsecamente educativo, dirigido tan-to a la mente como al corazón. Es im-pulsado por la intuición de que apor-tar confort y atención a los jóvenes ennecesidad no es suficiente; tambiénes importante ayudarles a crecer ensu fe y en su capacidad de conver-tirse en miembros comprometidos dela sociedad.

A medida que la historia del en-cuentro con el niño moribundo crecía

en importancia en la generación fun-dadora, era esta cada vez más la fi-nalidad que ellos asumían y, más im-portante aún, percibían que su vo-cación debía ser una personifica-ción de un Evangelio vivo para los jó-venes que les eran confiados. Es eneste contexto donde resulta eviden-te, en la historia, un naciente estilomarista de educación y evangeliza-ción: estilo suscitado por la empatíay la pasión, basado en un enfoqueafectivo y relacional con los jóvenesy marcado por una gran sencillez, porla presencia personal, el pragmatis-mo creativo, un profundo respeto y,cuando era necesaria, una tenazaudacia.

Por todo esto, se trata de unapastoral llevada a cabo por personastan afectadas por su propia expe-riencia del amor de Dios que nopueden sino vivirlo y compartirlo. Portanto, ningún joven, cualquiera sea susituación, debe ser excluido de esteministerio, y ningún esfuerzo debedejar de hacerse especialmente poraquellos que tienen mayores nece-sidades. En este sentido Jean-Bap-tiste Montagne representa a todoslos jóvenes, en cualquier situación enque los podamos encontrar. ComoMaría, sin embargo, los maristas es-tán especialmente preparados parasalir al encuentro de los más necesi-tados y para sentirse como en casaellos.

Mientras contemplamos el mitoMontagne, no es Jean-Baptiste, endefinitiva, en quien ponemos el foco.Tal vez sea esta una de las razones

Michael Green, fms 25

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por las que los primeros cronistasmaristas no pusieron un nombre “alniño moribundo”. Ese niño represen-taba a todos los jóvenes en circuns-tancias que les impedían darse cuen-ta de que eran hijos o hijas de Dios yentender lo que podía significar el

evangelio de Jesucristo en sus vidas.Se centra, más bien, en los que sien-ten esta necesidad y en lo que ne-cesitan para responder al tipo deevangelizador marista que Marcelinosoñaba. Es, en definitiva, una historiasobre el lector.

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El bicentenario de la fundacióndel Instituto ha suscitado la instaura-ción en 2015, del Año Montagne. Esuna conmemoración muy legítima.Pero, siendo un suceso que, en cier-to modo nos sigue los pasos, con-viene acompañar esta conmemora-ción con una renovación de la inves-tigación histórica sobre un encuentrocuya historicidad es a la vez, cierta yproblemática. Como sugería el H.Michäel Green, conviene distinguirbien entre historia y mito; aunque nose trate de declarar a la primera le-gítima y al segundo carente de inte-rés. Más bien al contrario, me pare-ce que estas dos aproximaciones tie-nen su legitimidad, siendo importan-te no amalgamarlos indebidamente.

¿Es cierto o no que el P. Cham-pagnat encontró y confesó a un niñoagonizante al comienzo de su minis-terio? Mi respuesta es afirmativa.Ahora bien, ¿se trataba de Jean-Bap-tiste Montagne, fallecido en los Palaisa finales de 1816? En mi opinión,ciertamente no. Y en este caso, ¿dequién podía tratarse? Yo formularéuna hipótesis sobre este asunto,

pero en una fecha más tardía: 1819. Apartir de ella, intentaré mostrar que lafundación de los Hermanos en La Va-lla se realizó en dos momentos: el pri-mero, iniciado desde 1816 conJ.M.Granjon y J.B. Audras, y el se-gundo en 1819, cuando Champagnat,inspirado por su encuentro con un jo-ven agonizante, persuadió a sus Her-manos en el retiro de septiembre de1819, para pasar de una sencilla aso-ciación parroquial de laicos a un pro-yecto de congregación marista.

Así pues, voy a intentar demostrar,procediendo paso a paso, la serie dehipótesis que acabo de exponer.

1. FUENTES HISTÓRICASSOBRE UN NIÑO ENFERMO A LOS PIES DEL PILAT

El documento más antiguo y elmás seguro procede del P. Jean-An-toine Bourdin, Padre Marista, que sealojó en el Hermitage desde finales de1828 hasta noviembre de 1831 y que

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ENCUENTRO CON UN «NIÑO ENFERMO AL PIE DEL PILAT»Un nuevo examen histórico de la hipótesis Montagne

H. André Lanfrey

D O S S I E R

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nos dejó algunas notas sobre los orí-genes de los Hermanos Maristas(OM2/ doc 754) escritas hacia 1830,en previsión de un relato más com-pleto que no ha sido redactado1.

Una gran parte de estas brevesnotas están basadas en el testimoniodel P. Champagnat. Comienzan conla afirmación de su proyecto desde elseminario, recordando luego su en-cuentro en septiembre-octubre conJean-Marie Granjon (§ 1) y siguiendocon las peripecias de la compra deuna casa, de los altercados con el pá-rroco y el maestro, y la acogida de ni-ños pobres por el H. Jean-Marie (§ 2-5). Finalmente, aparece el pasajeque nos interesa de forma particular:

«Lo que determina la urgencia de la obra: niñoenfermo al pie del Pila (sic), necesidad de medio…Sale un instante a casa del vecino, cuando regresa,ha muerto2, reflexión: cuántos niños fuera delcamino de la salvación… si instruido, sabearrepentirse, sabe…»

Sigue una consideración generalcomo conclusión de esta primeraparte:

«Permaneció 9 ½ años como vicario – ha trabajadosiempre en la obra, Marlhes, St Sauveur. 8 escuelas y9 con Lavalla…»

Nada más claro pues: el mismoChampagnat contó al P. Bourdin suencuentro con un «niño enfermo al piedel Pilat» que murió inmediatamente

después de su visita y suscitó en él laintención de apresurar la realizaciónde su obra. Pero el suceso no está fe-chado con claridad: ¿antes del en-cuentro con Granjon (la urgencia dela obra) o después de que la comu-nidad se constituyera en hogar apos-tólico en 1817-1819? El lugar es máspreciso: al pie del Pilat, es decir, el altovalle del Gier. Pero, en cuanto a laidentidad del niño…

La expresión «necesidad de me-dio», no es difícil de interpretar si se laconsidera como explicación de la ur-gencia de la obra. Para Champagnat,la fundación de los Hermanos era una«necesidad de medio», a fin de evitarque los niños no vivieran y murieran enla ignorancia de la religión.

2.INTERPRETACIÓN DEL H. JEAN-BAPTISTE

En la Vida del P. Champagnat (1ªparte cap. 6 p. 61), el H. Jean-Baptistenos describe este encuentro con nu-merosos detalles, después de latoma de contacto con J.M.Granjon afinales de 1816.

«Un día, lo llamaron para confesar a un niño enfermoen una aldea y, según su costumbre, se pusoinmediatamente en camino. […]. Apenado alencontrar a un niño de doce años con una ignoranciatan grande y, asustado al verlo morir en estasituación, se sentó a su lado para enseñarle los

28 Encuentro con un «niño enfermo al pie del Pilat»

1 Ver en OM2/la larga introducción a estas notas.2 Cuando Champagnat regresó el niño estaba muerto.

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principales misterios y las verdades esenciales de lasalvación […]. Lo dejó para ir a confesar a otro niñoenfermo que se encontraba en la casa vecina. Alsalir, se informó de la situación del niño: «falleciópoco después de dejarlo Vd.», le respondieron suspadres sollozando. Un sentimiento de alegría porhaberse encontrado allí en momento tan oportunose mezcló en su alma con otro de temor, al comprobar el peligro que había corrido el pobre niño, a quien tal vez, acababa de liberar de las puertas del infierno».

Poco después, Champagnat pro-pondría a J.M.Granjon participar en lafundación de una «Sociedad de her-manos».

La convergencia esencial entreBourdin y el H. Jean-Baptiste fue lamuerte súbita del niño, así como lasreflexiones de Champagnat, que lemovieron a fundar su obra. El H.Jean-Baptiste sitúa claramente el su-ceso a finales de 1816, da la edad delniño (12 años) pero no indica el lugarpreciso. Habla largamente de la ig-norancia del niño y de los esfuerzosde Champagnat por instruirlo, mien-tras que el P. Bourdin solo sugiereesta situación.

Cabe pues, una pregunta: ¿Co-noció el H. Jean-Baptiste la memoriaBourdin y la adaptó para elaborar unanarración detallada? A priori, esto espoco probable. La memoria fue re-cogida por el H. Eubert en Chasselayen la habitación del P. Bourdin des-pués de su muerte en 1883. Ahora

bien, el H. Jean-Baptiste publicó laVida en 18563 y no sería extrañoque, con ocasión de su investigación,hubiera interrogado al menos oral-mente al P. Bourdin. También habríapodido recoger algunas confiden-cias del P. Champagnat sobre estesuceso. La intimidad entre ambos erasuficientemente fuerte como paraconsiderar verosímil esta hipótesis.De ello tenemos un indicio en la Vida(1ªparte, cap.19, ed.1989 p.205) querelata los comentarios de Champag-nat, al juzgar la fundación de la so-ciedad de los Padres más importan-te que la de los Hermanos. A lo queun Hermano, que bien podría ser elmismo H. Jean-Baptiste, replica:

« ¿Sabe, Padre, que si los Hermanos conocieranvuestros sentimientos de predilección por los Padresestarían celosos?»

3.DEBILIDAD DE LA TRADICIÓN DE LOS PRIMEROSHERMANOS MARISTAS SOBRE ESTE SUCESO

El encuentro entre el niño del piedel Pilat y Champagnat fue dado a co-nocer tardíamente por el H. Jean-Baptiste. Las Notas del H. Laurent,escritas en 1842, en el momento enque el H. François exhortaba a loshermanos a suministrar escritos so-bre el Fundador y cuando el H. Jean-Baptiste comenzaba su trabajo, evo-

André Lanfrey, fms 29

3 Ver OM4 p. 737-738, Introducción a la memoria Bourdin: Ver también Avit : Anales delInstituto

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can una situación general pero no unsuceso particular4:

« [1] En 1818, el Señor Champagnat, presbítero,siendo vicario en la Valla, se sintió muy apenado alver la ignorancia que reinaba en esta parroquia,sobre todo entre los jóvenes. Encontró a varios5niños en edad de 10 a 12 años que no sabían porqué estaban en el mundo, que no sabían incluso siDios existía, y se decidió a crear una sociedad dejóvenes que él mismo instruía y formaba en todas lasvirtudes, para hacerlos capaces de enseñar a otrosjóvenes, es decir, a los niños pobres del campo. Ycomo ponía toda su confianza en Dios, no quisootros recursos que su providencia, en la cual nuncahabía confiado en vano.

[2] En primer lugar, compró una casita situada porencima de la casa parroquial. Instaló allí al principio aun joven muy virtuoso. Mi hermano fue el segundo yyo el tercero. Couturier o Hermano Antoine el cuarto,el Hermano Barthélemy y el querido hermanoFrançois. Durante algún tiempo fuimos seis»…

El H. Jean-Baptiste utilizó estetexto, como lo indica la mención de laedad del niño y la situación de los ni-ños ignorantes de la existencia deDios, queriendo significar que no es-taban catequizados6. Así pues, estápermitido preguntarse si el H. Jean-Baptiste no transformó el relato ge-neral del H. Laurent en un encuentroparticular con el fin de hacerlo másconcreto. Por otra parte, fechar este

encuentro en 1816 parecía razonable:entre el «necesitamos hermanos»del seminario St. Irénée y el 2 de ene-ro de 1817.

El relato del mismo H. Laurent, quehablaba en primer lugar de encuen-tros con niños ignorantes (no agoni-zantes), después de la decisión deagrupar a algunos discípulos, sugie-re tal cronología, pues el H. Jean-Baptiste no tomó en serio la fecha de1818, ciertamente próxima. No obs-tante, como el H. Laurent hace men-ción de la ignorancia religiosa masi-va de los niños, constatada porChampagnat, sería muy sorprenden-te que en octubre de 1816, solo des-pués de dos meses de apostoladoparroquial, Champagnat hubiese co-nocido a esta persona. Así pues, elrelato del H. Laurent deja planear unaduda sobre el año del encuentro conel niño enfermo; y en todo caso, nohace mención alguna de los Palais,aún cuando había sido maestro deescuela en el Bessat hacia 1819-20 yluego en Tarentaise en 1822-23.

Está claro pues, que en 1842, noexistía tradición entre los Hermanosmás antiguos, con referencia a una in-tervención de Champagnat al lado deun niño enfermo en 1816, ocurrida enlos Palais o en otro lugar.

30 Encuentro con un «niño enfermo al pie del Pilat»

4 Como el texto primitivo presenta una ortografía muy incorrecta o arcaica y una pun-tuación imprecisa, me he permitido correcciones en estos dos ámbitos. (Alusión al texto ori-ginal – N.T.)

5 La frase no está en un francés muy correcto. Convendría escribir: «Encontró a tantosniños… que se decidió…»

6 He encontrado la misma expresión en los Anales de las casas para expresar una ig-norancia religiosa profunda.

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4.LAS DUDAS Y LOSSILENCIOS DEL H. AVIT

El H. Avit, tan dispuesto habitual-mente a recoger la tradición de los an-tiguos Hermanos, a dar detalles in-éditos o a rectificar errores, recuerdaasí el año 1817 (Anales, 1817, § 13): «Élse ocupó (de la fundación de losHermanos) desde su llegada a Lava-lla». Luego relata el encuentro conJ.M. Granjon y Jean-Baptiste Audras,la compra de una casa y su instalaciónel 2 de enero. No alude a ningún en-cuentro con un niño agonizante.

Sin embargo, en su «Aviso a los lec-tores» que sirve de introducción a losAnales del Instituto, comenzados en1884, declara: «El autor se ha servido,para estos anales, de los escritos delR.P. Bourdin, del R.H. François y delC.H. Jean-Baptiste»… Conocía pues,las dos versiones de la historia del niñoagonizante. Pero sobre el P. Bourdin,cuya memoria acababa de ser des-cubierta, muestra su decepción:

«Él (el mismo H. Avit) solo posee una parte delmanuscrito del P.Bourdin, habiendo sido sustraida laotra por los Padres Maristas después de la muertedel autor de este manuscrito. Esta parte contiene unnúmero bastante grande de observaciones aunquecarecen de fechas».

Hace el mismo reproche al C. H.Jean-Baptiste que «parece haber te-nido en cuenta elaborar un tratado de

doctrina al escribir la vida del venera-do P. Champagnat. Ha agrupado loshechos sin preocuparse mucho de lasfechas exactas».

No habiendo encontrado en sus in-vestigaciones la confirmación de la fe-cha del encuentro con el niño agoni-zante y dudando tal vez, de su exis-tencia, el H. Avit guardó silencio, evi-tando oponerse frontalmente a la tra-dición oficial. Lo mismo haría conocasión del proceso de beatificaciónde Champagnat, cuando presentóalgunas rectificaciones históricas so-bre varios capítulos de la biografía ca-nónica de Champagnat y permaneciósilencioso en torno al capítulo IV: «Dela fundación del Instituto»… que inclu-ye el artículo 43 donde se relata el en-cuentro con el niño enfermo7.

En los Anales de las casas, la in-formación sobre Tarentaise, fechadael 14 de mayo de 1885, recuerda al H.Laurent catequista en Le Bessat, lue-go maestro en Tarentaise, así comolas relaciones con el párroco Préher,amigo de Champagnat, párroco to-davía en 1842. No se encuentra ni unasola palabra sobre Champagnat comoconfesor de un niño en los Palais o enotro lugar. En los Anales de La Valla,escritos el 13 de mayo de 1885, el H.Avit no habla de los encuentros conGranjon y Audras ni, por supuesto,hace alusión al niño enfermo al pie delPilat.

André Lanfrey, fms 31

7 H. Agustin Carazo, Encuesta diocesana, Roma, 1991 p. 54.

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5.UN SUCESOSOLIDAMENTEFUNDADO PERO DIFÍCIL DE SITUAR

Es preciso pues rendirse a la evi-dencia: el encuentro con un niñomuerto súbitamente al pie del Pilatestá fuertemente confirmada por dostestimonios, pero ha permanecidoconfidencial por mucho tiempo. Y si elH. Jean-Baptiste la hizo pública en1856, cabe preguntarse si no inventósu fecha con la finalidad de elaborar«un tratado de doctrina» como le re-procha el H. Avit al advertir allí una di-ficultad cronológica que omite.

6.CRONOLOGÍA OFICIALY NACIMIENTO DE LA HIPÓTESISMONTAGNE

La historicidad de un encuentro afinales de 1816 entre el niño enfermoy Champagnat se impuso pues, en1856. Pero el H. Jean-Baptiste no de-finió ni el lugar ni la identidad del niño.Aparte del H. Avit, con perspicacia es-pecialmente aguda, el suceso parecíaser aceptado sin problema, tantomás cuanto que su importancia fueconsiderada bastante anecdótica. Porejemplo, en su circular del 2 de febrerode 1909, el H. Stratonique, que cono-cía muy bien las fuentes maristas, ni si-quiera hizo mención de este hecho:

«El presbítero Champagnat, cuando todavía eraalumno en el gran seminario, tuvo la primera idea deun Instituto de Hermanos enseñantes. Ordenadoprsbítero y destinado como vicario a Lavalla, quedóimpresionado por la ignorancia de los niños. Por ello se convenció de la necesidad de poner enejecución su proyecto lo más pronto posible. En 1817, después de haber elegido a dos piadososjóvenes, los reunió en comunidad en una casa pobre de la parroquia […]. Esto fue como un primer elemento de la constitución8».

La cronología marista de 1917 (Cir-culares, vol. 13 p. 438) no cita ningu-no de los encuentros realizados porChampagnat en 1816, contentándosecomo el H. Avit, en quien se inspira,con señalar el comienzo del aposto-lado de Champagnat en La Valla.

No ocurriría lo mismo con las cro-nologías de 1976 y 2010, frutos de in-vestigaciones históricas ulteriores quesitúan en el 6 y en el 26 de octubre losencuentros con J. M. Granjon y en el2 de noviembre el primer encuentrode Jean-Baptiste Audras con Cham-pagnat. En adelante, se señalará el 28de octubre, «El Presbítero Champag-nat asiste al joven Jean-Baptiste Mon-tagne, de 17 años, en su lecho demuerte, en la aldea del Palais». El en-cuentro entre Champagnat y el niñoenfermo poseía la referencia de un lu-gar, de un nombre y de una fecha.Pero en realidad, se trataba de una hi-pótesis bastante reciente y frágil,como vamos a demostrarlo.

32 Encuentro con un «niño enfermo al pie del Pilat»

8 El H. Stratonique hace una historia de las constituciones del Instituto desde el origen.

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7.EL H. JOSEPH-PHILIPPEY EL DESCUBRIMIENTODEL JOVEN MONTAGNE

Encontramos la primera mencióndel joven Montagne en una breve in-formación del Boletín del Instituto Nº103, enero de 1936:

«Un detalle sobre nuestros orígenes».«El C. H. Josep-Philippe, Vicepostulador de nuestrascausas de beatificación, nos envía el documentosiguiente, que precisa un punto de nuestra historia yque interesará a todo el Instituto.»«El niño enfermo, a cuyo lado pasó un largo rato el Sr.presbítero Champagnat, para enseñarle lo esencial denuestra santa religión y prepararlo a la muerte, sellamaba Jean-Baptiste Montagne. Vivía en la aldea delPalais, que debe pertenecer ahora a la parroquia delBessat o de Tarentaise. Para dirigirse allí desde LaValla, es necesario bajar al valle, volver a subir dellado de Maisonnette y atravesar la planicie de laBarbanche. Ciertamente, son necesarias no menos dedos horas de marcha. Lo que ha determinado, si sepuede decir, la fundación de nuestro Instituto, ocurrióel 26 de octubre de 1816.»

El H. Joseph-Philippe fue el antiguoprovincial del Hermitage, y luego en-cargado como vicepostulador y re-dactor de la Revue Champagnat,9 de-dicada a apoyar las causas de bea-tificación del Fundador y a favorecerel reclutamiento. Dicho hermano en-contró en el registro Civil de La Valla

el nombre de Jean-Baptiste Mon-tagne, el único «niño» muerto en elmunicipio en la época señalada por elH. Jean-Baptiste.

El descubrimiento del H. Joseph-Philippe encontraría en el párroco delBessat, Sr. Dumas, un aliado entu-siasta. La Revue Champagnat de fe-brero de 1936 (n° 19 p. 226) indicabaefectivamente que dicho párroco,«considerando que su parroquia, porhaberse beneficiado del apostoladodel Venerable Champagnat, ya por élmismo, o por sus discípulos, deberíaconservar el recuerdo del Fundadorde los Hermanos Maristas», publicóen su boletín parroquial de diciembrede 1935, dos artículos sobre los orí-genes del Instituto10. En el primero, ti-tulado «El Venerable Marcellin Cham-pagnat 1789-1840» recordaba a susfeligreses:

«Ahora bien, en la época de la fundación en 1817, Le Bessat dependía aún de La Valla y el PadreChampagnat debió venir con frecuencia a nuestropueblecito, que entonces solo era una aldea, paraenseñar el catecismo y sobre todo para administrarlos sacramentos, y nuestros caminos debieron sersantificados muy a menudo por el paso del santopresbítero, fundador de una orden».

Así pues, a finales de 1935, el pá-rroco Dumas no conocía aún el des-

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9 Ella es continuación del «Pequeño boletín del Servidor de María, órgano de las causasde beatificación del Instituto de los Hermanos Maristas». En agosto de 1935, el Boletín, lle-gado a su 14 aniversario, vio su título primitivo reemplazado por el de «Revista Champagnat».

10 Este Boletín mensual (4º año, nº 39) titulado «El guión» comprende una veintena depáginas. Ha sido encontrado gracias al H. Roger Charrier y a la Sra. Tardy. En él invitaba asus feligreses a rezar por la beatificación no solo de Champagnat sino también del H. Fran-çois, incluyendo asimismo el texto de las oraciones previstas con este motivo.

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cubrimiento del H. Joseph-Philippe yno recordaba ninguna tradición preci-sa sobre las actuaciones de Cham-pagnat en Le Bessat. En un segundoartículo del mismo número, evocabade forma breve el relato de la Vida so-bre el H. Laurent como maestro en LeBessat. En todo caso, invitaba a sus fe-ligreses a rezar por la beatificación deChampagnat y del H. François, mos-trando incluso el texto de las plegariasprevistas con este motivo. En el fon-do, era más un promotor de la devo-ción que el intérprete de una tradición.

En cuanto al H. Joseph-Philippe,dicho hermano publicó un artículo ex-tenso en la Revue Champagnat, nº35-37 (junio-agosto de 1937) bajo eltítulo: «El Bessat, un hecho histórico»,afirmando entre otras cosas:

«…El 29 de octubre de 1816, se le llamó para asistiral joven François Montagne, que estaba muy enfermo,habitante de la aldea del Palais, situada en la montaña»[…] «Gracias a las investigaciones efectuadas en losarchivos del ayuntamiento de La Valla y a las informaciones recogidas en el Bessat, hemos podido situar un hecho tan interesante para el Instituto de los Hermanos Maristas e inclusopara los habitantes de la región. (N° 35 p. 486-488).» 

El artículo ofrecía asimismo unafoto de la casa Montagne precisan-do su denominación: «casa del Polo-nés», «convertida, hace poco, enpropiedad de la familia Fayolle, tancristiana, de St. Etienne».

También era impreciso respecto alos «informaciones recogidas en elBessat», al recordar (n° 36, juillet 1937),que el recuerdo de Champagnat

permanecía vivo allí; «su cuadro, ¿noestá en la mayoría de las casas?».Ahora bien, ¿se trataba de una tradi-ción antigua y enraizada? En 1896,cuando Champagnat llegó a ser ve-nerable, hubo un triduo de acción degracias en La Valla, pero ninguna con-memoración en Le Bessat. Y ade-más, la antigua casa Montagne lle-vaba un nombre que no tenía nadaque ver con el pretendido aconteci-miento.

Si es cierto que el H. Joseph-Phi-lippe encontró en el registro Civil deLa Valla la declaración de la muertede J.B. Montagne, es extraño que nolo hubiera transcrito de forma preci-sa ya que la fecha de la muerte seconfunde con la de su declaración, yel nombre (François) otorgado al hijoes de hecho el del padre.

«El veintinueve de octubre del año mil ochocientosdieciséis y a las diez horas, ante de mí, Jean-BaptisteBerne, […] François Montagne, carpintero del lugarde los Palais, municipio de La Valla, con cincuenta ysiete años, y Jean-Baptiste Montagne, trabajador dedicho lugar, con cincuenta y dos años, han declaradoque Jean-Baptiste Montagne, hijo de dicho FrançoisMontagne y de Clémence Porta, había fallecido en sudomicilio, ayer, a las siete de la tarde en dicho lugarde los palais, a la edad de diecisiete años.»…

Pudo sentirse incómodo por dosdificultades: el joven difunto no teníala edad indicada por el H. Jean-Bap-tiste; y no figuraba en el registro pa-rroquial de La Valla, pues había sidoenterrado en Tarentaise por el pá-rroco Préher, quien había declaradosu condición de parroquiano y suedad, 16 años y medio.

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Existía pues une afirmación sin ver-dadera prueba, lo que no impidió queel B. I. n° 116, de 1939, desarrollara unartículo extenso sobre «El instituto du-rante la vida de su fundador (1817-1840)» confirmando la hipótesis Mon-tagne, si bien modificando su nombrey su edad:

…«La lección de catecismo providencial. –Una tarde de invierno, el 29 de octubre de 1816, elvicario fue llamado para atender a un niño enfermo,François Montagne, en una aldea alejada, en el Bessat. Era un pequeño moribundo, de 12años. Había crecido, como una parte de la juventudde entonces sin ninguna instrucción religiosa».

8.INDIFERENCIA DEL INSTITUTO

Esta afirmación en torno a unnombre y a un lugar sin documenta-ción seria no suscitó el entusiasmo,incluso en el ambiente de la beatifi-cación de Champagnat. Así, el B. I. n°160 (octubre de 1955) que relataba laperegrinación de los superiores y deun gran número de provinciales, conla clausura del retiro reglamentario, enjunio de 1955, después de la beatifi-cación del P. Champagnat, no men-cionaba Le Bessat ni los Palais comolugares maristas:

«Salidos de mañanita en autocar, llegaban, por Saint-Etienne, a la escuela de Marlhes dondeeran recibidos amablemente por los Hermanos y sus alumnos. […] Antes de regresar, los peregrinos

se detenían en la iglesia […] Después de habersaludado al Sr. Párroco en la sacristía, la caravana sedetenía en Rosey. […] Luego, por Tarentaise y Le Bessat, llegaban a Lavalla siguiendo una hermosa carretera».

Después de una parada en La Va-lla y en el Hermitage, la peregrinaciónfinalizó en Fourvière.

9.PERSEVERANCIA DELPÁRROCO DEL BESSAT

Si los superiores parecían haberpermanecido indiferentes hasta en-tonces, el párroco Dumas consiguió lla-mar su atención por medio de un triduosolemne (B. I. n° 164 octubre de 1956):

«El presbítero Dumas, párroco del Bessat, próximo aLa Valla, es un admirador entusiasta del PadreChampagnat. […] ¡Cómo apoya el hecho de que, enel territorio de su parroquia se concibiera el Institutode los Hermanitos de María! La casa, siempre en piede la familia Montagne, cuyo hijo fue confesado por elPadre Champagnat poco tiempo después de sullegada a La Valla, en las circunstancias que seconocen, forma parte de la parroquia del Bessat.Convencido de este suceso incontestable, el Sr. Curahabía decidido hacer también él un triduo, pero untriduo a su manera, un poco original; en todo caso, unpoco diferente de los otros. Había obtenido un indultopara celebrarlo en agosto de 1956, después delperiodo reconocido regularmente, con el fin de que losnumerosos forasteros que vienen a pasar el verano enla región participasen en él. Había conseguidoproveerse de una reliquia insigne para un magníficorelicario que él mismo había mandado hacer11.

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11 Este relicario lleva una placa de marfil grabada que representa al niño con Champagnatsentado a su lado.

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Desde hacía tiempo, se habían puesto a la ventainsignias que llevaban la inscripción del Bessat.Quería hacer de esta fiesta un acontecimiento para la parroquia y los alrededores. Y hay que reconocerque tuvo éxito en todo.»

El B. I. nº 166, abril de 1957, relata-ba la consagración del altar de la nue-va Capilla del Beato Marcellin Cham-pagnat en la iglesia del Bessat, el 25de marzo, por Mons. Delay, originariode St. Chamond, antiguo obispo au-xiliar de Lyon, antiguo arzobispo deMarseille, en presencia del Rdo. Her-mano Léonida acompañado del Con-sejo General, de varios Hermanos dela Casa-Madre, de Hermanos Provin-ciales, de delegados de diferentesprovincias, de eclesiásticos de la dió-cesis y de las parroquias vecinas,venidos para honrar al P. Champagnat.

10. COMIENZO DEL INTERÉS EN EL INSTITUTO

La actuación del Sr. Dumas tuvosus frutos ya que el B. I. nº 169, (ene-ro de 1958) ofrecía un artículo sobreel Bessat recordando el historial deldescubrimiento Montagne.

«En este municipio se encuentran la aldea del Palaisy la casa donde murió el joven François Montagnedel que se ha hablado en la vida del Beato

(Vida del Venerable Marcellin Champagnat, por unode sus primeros discípulos, edic.1931, p.86). […] Este episodio hace decir al presbítero Sr. Dumas, párroco actual del Bessat, y no sin razón,que la Congregación de los Hermanitos de Maríanació en su parroquia. Como consecuencia de largasy pacientes investigaciones, sobre todo en losregistros mortuorios de la parroquia, el H. Philippe,antiguo Provincial del Hermitage y vicepostulador dela causa del Beato Fundador, consiguió identificar aljoven que el H. Jean-Baptiste dejaba en el anonimato.Ahora bien, la casa donde murió el joven Montagnese nos ha ofrecido hace poco gratuitamente por la propietaria, la Sra. Fayolle, de Saint-Etienne, quien por este motivo, tiene derecho alagradecimiento de todo el Instituto. El presbítero Sr. Dumas, párroco del Bessat, se ha ofrecido arepararla. Será una nueva etapa en el camino queconduce a las fuentes en donde brotó el Instituto; así el itinerario de lo que se podría llamar «la peregrinación del Beato Champagnat» estará completo.»

El proyecto de donación a la con-gregación cambió de sentido muypronto12, pero el B. I. confirmaba el pa-pel del párroco Dumas y persistiendoen el mismo error respecto al nombredel joven, aunque atribuyendo al H. Jo-seph Philippe el descubrimiento en losregistros parroquiales, sin precisarde qué parroquia se trataba13.

Sin embargo, los Palais no figura-ban aún en los lugares maristas,aunque suscitaban un interés cre-ciente. Así, el B. I. nº 177 de enero de

36 Encuentro con un «niño enfermo al pie del Pilat»

12 ¿Hubo un rechazo de los superiores? El texto sugiere que la casa estaba entoncesen mal estado y los superiores tenían otros proyectos, como la capilla de Rosey.

13 Puede ser que el documento oficial del entierro en Tarentaise hubiera sido descubiertopor el párroco Dumas o por el H. Joseph-Philippe. Convendría proseguir la investigación so-bre este punto en la Revue Champagnat o en el Boletín parroquial.

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1960 transcribía el relato de un Her-mano italiano en los lugares santosmaristas: Fourvière, St.Genis-Laval, elHermitage, La Valla. Y

«se divisa también la casa donde el Beato Fundadorconfesó al niño enfermo, cuya ignorancia religiosa loasustó y le decidió a iniciar su obra sin tardanza.»

En el B. I. nº 193 (1963) se habla-ba de la restauración de la capilla deManziana y

«Allí se nos muestra, por ejemplo, al Beato PadreFundador ofreciendo al Señor el niño moribundo delBessat que acaba de salvar in extremis, y pidiendo alSeñor su ayuda para poner en marcha la inspiraciónrecibida en Fourvière.»  

Del mismo modo, en los años1960, se impuso la idea de que en elBessat tuvo lugar el encuentro fun-damental para los orígenes del Insti-tuto. Y el párroco Dumas se convir-tió en el principal promotor de lo queno aparecía todavía con claridadcomo un acontecimiento histórico.

11. INFLUENCIA DECISIVADEL ARTÍCULO DEL H. GABRIEL MICHEL

El H. Gabriel Michel dio al asuntouna consistencia histórica decisiva en1966 (B.I., nº204, Oct.1966). No hacía

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Reproducción del proceso verbal de la muerte de J-B Montagne, firmado por Berne.

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alusión al descubrimiento de Jean-Baptiste Montagne por el H. Joseph-Philippe y el párroco Dumas; la con-sideraba con un hecho ya admitido.Su planteamiento estaba influido porlos Origines Maristes, cuyos tres pri-meros volúmenes fueron publicadosen 1960, 1961 y 1965 y se preocupó en

disponer, basado en documentos, lacronología de los tres encuentrosdecisivos de 1816: con Granjon, Au-dras y Jean-Baptiste Montagne. Porprimera vez el Instituto podía leer elacta nacimiento, de defunción y el do-cumento oficial del entierro de J.B.Montagne.

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«El veintinueve de octubre del año mil ochocientos dieciséis, a las diez horas, ante mí, Jean-BaptisteBerne, alcalde y oficial del Registro Civil del municipio de La Valla, cantón de Saint-Chamond,departamento de la Loire, han comparecido François Montagne, carpintero del lugar de los Palais,municipio de La Valla, con cincuenta y siete años, y Jean-Baptiste Montagne, trabajador de dicholugar, con cincuenta y dos años, quienes me han declarado que Jean-Baptiste Montagne, hijo dedicho François Montagne y de Clémence Porta, había fallecido en su domicilio, ayer a las siete horasde la tarde en dicho lugar de los Palais, a la edad de diecisiete años. Según esta declaración y lapresentación del cadáver, he redactado esta acta, que los declarantes no han firmado, a pesar de mirequerimiento, pues no saben hacerlo».

Berne M.

Ningún otro de los fallecimientosocurridos entre la llegada del PadreChampagnat a La Valla y el final del año,no pudiendo referirse al «niño de 12

años» del relato del Hermano Jean-Baptiste, correspondía pues, a un ado-lescente de 16 años y medio a 17 añoscomo indica el registro de nacimientos:

Partida de nacimiento de J-B Montagne, firmado por Grivola.

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«Hoy, veinte de floreal, año octavo de la República francesa14, a las 10 horas, ante mí, Jean Grivola,agente municipal del municipio de La Valla, canton de Saint-Chamond, departamento de la Loire, hacomparecido François Montagne, carpintero del lugar de los Palais, del municipio de La Valla,acompañado de Jean-Baptiste Montagne y de Etiennette Porta de dicho lugar. El citado FrançoisMontagne me ha declarado que Clémence Porta, su mujer en legítimo matrimonio, ha dado a luz aun niño varón al que ha dado el nombre de Jean-Baptiste…»

Firmado, Grivolla

«El treinta de octubre del año mil ochocientos dieciséis, el cuerpo de J.-B. Montagne, hijo legítimo deFrançois Montagne y de Clémence Porta, del lugar de los Palais, parroquia de Tarentaise, fallecidoantes de ayer, a la edad aproximada de dieciséis años, ha sido inhumado por mí, el infrascrito, en elcementerio de esta parroquia en presencia de François y de Jean-Baptiste Montagne y de AntoineRavot, los tres del lugar de los Palais, que han firmado después de mi requerimiento a hacerlo».

Montagne MontagneRavot Préher, párroco encargado

Proceso verbal de inhumación de J-B Montagne (Parroquia de Tarentaise).

14 El 10 de mayo de 1800

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La existencia de Jean-BaptisteMontagne, nacido el 10 de mayo de1800 y fallecido el 28 de octubre de1816, a la edad aproximada de 17 años,declarado difunto en el ayuntamientode La Valla el 29 de octubre por el al-calde Berne, y enterrado el 30 de oc-tubre por el párroco Préher en Taren-taise no presentaba pues ningunaduda. El H. G. Michel deducía de ello,con muy buena lógica, que era el niñoconfesado por Champagnat, evocadopor la memoria Bourdin y el H. Jean-Baptiste. A partir de este artículo, la hi-pótesis Montagne se convertiría enverdad histórica considerando exac-ta la cronología del H. Jean-Baptiste.Y sabemos que el Instituto ha presta-do luego, tardíamente pero con in-tensidad, un interés creciente a «la ex-periencia Montagne» convertida casien un mito fundador.

12. FRAGILIDAD DE LA HIPÓTESISMONTAGNE

Pero varios elementos permane-cen problemáticos. Dejemos la con-tradicción curiosa – que no subrayó elH. G. Michel – entre el registro civil yel acta de la sepultura, al informar queel padre y el tío de J.B. Montagne nosabían firmar el 29, aunque lo hicieroncon una escritura firme el 30 de oc-tubre. Este hecho, que no es único,da a conocer una reticencia hacia unanovedad revolucionaria y estatal. Lo

más serio, es la distancia con la me-moria Bourdin cuando alude a un«niño enfermo al pie del Pilat». Aho-ra bien, Montagne no era un niño y losPalais no están al pie del Pilat15.

Para justificar esta divergencia enrelación con la edad, el H. G. Michelrecordaba con fundamento, que enesta época se fiaban más de la apa-riencia que de la edad. Pero cincoaños de diferencia (12-17 años) es lla-mativo. Y sobre todo, celebrándose laprimera comunión en torno a los 13años, una casi total ignorancia religiosaen un joven de 17 años, que no habríapodido hacerla sin ser catequizadopreviamente, parece poco creíble. Alatribuir 12 años al niño (Vida p. 61), elH. Jean-Baptiste había presentadoesta ignorancia más verosímil.

En cuanto al lugar, stricto sensu, elpie del Pilat es el alto valle del Gier,mientras que los Palais están en la pla-nicie entre Le Bessat y Tarentaise.Champagnat conocía demasiado bienun territorio recorrido durante largosaños como para dar un sentido vagoa esta expresión. Otro punto delicado:¿por qué Champagnat habría confe-sado al joven Montagne cuando fue elpárroco Préher quien lo enterró de-clarándole su feligrés? En definitiva,toda la teoría Montagne reposa sobrela cronología del H. Jean-Baptiste.Pero hemos visto que él solo presen-ta esta fecha y que las demás fuentesson más evasivas o sugieren un en-cuentro más tardío. El H. Gabriel Mi-

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15 El H. Avit (Anales del Instituto, 1821, § 28) sitúa le Bessat «casi en la cumbre del Pilat».

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chel ha demostrado bien la existenciadel joven Montagne, pero nada más.

13. LOS REGISTROSPARROQUIALES DETARENTAISE EN 1816-17

En aquella época, la parroquia delBessat no existía aún pero esta granaldea, lejos del burgo de La Valla, estámuy próxima a Tarentaise. En cuan-to a los Palais, aunque divididos en-tre los municipios de Tarentaise y LaValla, constituían, por así decir, lasafueras de Tarentaise. Y la casi tota-lidad de la aldea estaba en el territo-rio de este municipio16.

El registro parroquial de Tarentai-se en 1816 nos enseña que el párro-co Montchovel celebraba allí nume-rosos bautismos y entierros —peromuy pocos matrimonios— hasta el 6de marzo de 1816. Luego, él cayó en-fermo y la gestión parroquial estuvoasegurada por el Sr. Richard, párro-co de Planfoy, quien declaró al pá-rroco «indispuesto». El entierro del Sr.Montchovel, el 2 de abril de 1816, fuela ocasión para una reunión de lospresbíteros de los alrededores:

– Claude Peyrard, párroco de Jonzieux.

– Jean Thomas, párroco de St Romain les Atheux.

– Benoît Richard, párroco de Planfoy.

– Benoît Rivory, párroco de Rochetaillée

– Jean-Baptiste Rouchon,párroco de Valbenoîte.

– Claude Bonnet vicario de Rochetaillée

– Jean-Baptiste Rebod,párroco de La Valla

– Jean-André Ducret, párroco de Graix.

Esta lista pone en evidencia el te-rritorio al que sociológicamente es-taba vinculada la parroquia: por unaparte los pueblos que se escalonabana lo largo de la carretera St.Etienne-valle del Rhône (Valbenoîte, Planfoy,Rochetaillée, Graix) y algunos otrosmás alejados sobre la planicie. Úni-camente la presencia de Rebod re-cuerda las relaciones con el valle delGier: ningún presbítero de St. Cha-mond, Rive-de-Gier, Doizieu. En es-pera de la llegada de un nuevo res-ponsable, un bautismo fue celebradoel 10 de abril, por el Sr. Courbon, pá-rroco de St. Genest-Malifaux. Ni el pá-rroco Rebod ni su vicario Arthaud su-bieron de la Valla para asegurar unasuplencia. Se puede suponer un des-acuerdo entre los párrocos de Ta-rentaise y La Valla; algo no excluido,pues sabemos que Rebod era un sa-cerdote con carácter difícil. Pero lageografía es la explicación más sen-cilla: pasar del pueblo de La Valla al deTarentaise era mucho más difícil que

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16 Un censo de la población de La Valla en 1815 alude a los Palais pero no indica ningúnnúmero de habitantes, como si la pertenencia al municipio fuera más teórica que real.

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llegar por la carretera de St.Etienne ode la planicie.

Desde el 12 de mayo, el Sr. Pré-her, nuevo encargado llegado enabril, aseguró el servicio regular has-

ta el 28 de agosto. Volvería a firmarlas actas solamente el 26 de sep-tiembre. Mientras tanto, el registrosolo presenta una sola acta, el 18 deseptiembre, firmada por MarcellinChampagnat:

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«El 18 de septiembre del año 1816, el cuerpo de Joseph Degraix, marido de Magdelaine Morel,propietaria en el lugar del Bessa, parroquia de Lavalla, fallecido antes de ayer, a la edad aproximadade treinta y cuatro años, ha sido enterrado por mí, el infrascrito, vicario de Lavalla, en el cementeriode Tarentaise, estando autorizado por quien tiene derecho, en presencia de Pierre Petitmathieu y deBarthélemy Prudhomme del lugar del Bessa, analfabetos.

Champagnat vic. »

«El dieciocho de septiembre del año mil ochocientos dieciséis, nosotros, los infrascritos, hemos dadosepultura eclesiástica a Joseph Degrai, fallecido ayer en Bessac, parroquia de La Valla, a la edadaproximada de treinta y siete años17, agricultor de profesión. Presentes: Antoine Massardier, Jean-Antoine Rivat, infrascritos.

Massardier, Rivat, Champagnat vic(ario).»

Por primera vez un sacerdotede La Valla suplía la ausencia del pá-rroco de Tarentaise. Y lo hacía deacuerdo con el Sr. Préher y el pá-rroco de La Valla, el Sr. Rebod,

como lo indica la fórmula «autoriza-do por quien tiene derecho». Porotra parte, Champagnat haría figurarel acta de este entierro en el regis-tro de La Valla:

El Sr. Préher se ausentó pues du-rante el mes de septiembre, sin dudaa causa del retiro eclesiástico o pordiferentes gestiones ligadas a su re-ciente incorporación; Champagnatlo remplazó, como se había previsto

anteriormente. Este tipo de suplenciano tendría lugar más tarde, ya que elSr. Jean-Baptiste Seyve, (él firma«Sayve»), ordenado presbítero al mis-mo tiempo que Champagnat, el 22 dejulio de 1816, fue nombrado vicario de

17 El difunto ha sido envejecido con tres años.

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Tarentaise el 1º de octubre y firmó suprimera acta el 8 del mismo mes. Elresto del año, 16 bautizos y entierrosse escalonaron, firmados, ya por elpárroco o por su vicario; entre los en-tierros, el de Jean-Baptiste Montag-ne, el 30 de octubre, celebrado por elSr. Préher. Una intervención de Cham-pagnat a finales de octubre, justifica-da por una ausencia del párroco y delvicario, es difícil de creer.

14. EL ESTATUTOAMBIGUO DEL BESSAT

El principio de que el territorio deun municipio —unidad administrativa—se correspondía con el de una pa-rroquia —entidad religiosa— apenas sise aplicaba en el territorio que nosocupa. Voy a mostrarlo a propósitodel Bessat, enteramente del munici-pio de La Valla.

El 7 de enero de 1816, el párrocoMontchovet enterró a Louise Driot«mujer de Guillaume Bonnet, coche-ro del lugar del Bessac, parroquia deTarentaize». El 29 de enero bautizó aJean-Marie Dorel, hijo de un jornale-ro «en el lugar del Bessac, parroquiade Lavalla». Resulta inútil multiplicarlos ejemplos: Montchovet y sus su-cesores en 1816-17, cuando bautiza-ban o enterraban a habitantes delBessat, precisaban que unos eran deTarentaise y otros de La Valla. El son-deo que he realizado sobre las actasparroquiales desde el 24 de agostode 1816 a finales de 1817, muestra a

catorce personas que vivían «en el lu-gar del Bessa, parroquia de Taren-taise» y a otras nueve residentes«en el lugar del Bessa, parroquia deLa Valla», todas enterradas en Ta-rentaise. Es verdad que para ellasaparecía, desde la llegada del Sr.Préher, y casi por sistema a partir demarzo de 1817, una mención ya utili-zada por Champagnat el 18 de sep-tiembre de 1816: «autorizado porquien tiene derecho» que significa queel párroco de La Valla autorizaba la in-humación fuera del cementerio pa-rroquial. Por otra parte, muy pocos di-funtos del Bessat figuran en el regis-tro parroquial de La Valla aunqueestén inscritos en Registro civil delmunicipio.

Así pues, una cosa está clara:prácticamente toda la población de lagran aldea del Bessat se considerabacomo dependiendo espiritualmentede Tarentaise, estando el poblado y elcementerio mucho más próximos,sin contar que estos dos pueblos vi-vían en el mismo eje económico y so-ciológico: el de la carretera St. Etien-ne-valle del Rhône y en una depresiónde la planicie, con clima duro, pero conlas comunicaciones más fáciles quecon los valles profundos y las pen-dientes de La Valla.

Esta disociación entre territoriosadministrativo y eclesiástico era cier-tamente antiguo, y la Revolución de-bió reforzarla, si se recuerda que el vi-cario general clandestino de la Iglesiarefractaria, Jacques Linsolas, suprimiólas parroquias a partir de 1794 y creóterritorios de misión, haciendo de-

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pender la planicie hasta 1802 aproxi-madamente, de un misionero itine-rante con base en Tarentaise y La Va-lla, de la misión de St. Chamond.

El regreso a una situación canóni-ca más clara se efectuó con la llega-da de clérigos más jóvenes comoPréher, Seyve y Champagnat perosolo se regularizó una situación dehecho: antes de 1817, se enterraba alos habitantes del Bessat en Taren-taise sin permiso, mientras que lue-go se hizo «con autorización de quientiene derecho». El párroco de La Va-lla sin duda no se sentía inquieto porestar liberado de un territorio tan ex-tenso mientras que la pequeña pa-rroquia de Tarentaise ampliaba elnúmero de sus fieles.

En resumen, El Bessat era unmargen entre La Valla y Tarentaise,donde se desarrolló la actividad del H.Laurent, misionero de este lugar, alprincipio residiendo allí, luego con elpárroco Préher. La creación del mu-nicipio y de la parroquia del Bessathacia 1830, solucionarían un pocomás tarde todos estos problemas ci-viles y religiosos. En relación conChampagnat, amigo de Seyve y dePréher, según mi conocimiento, nin-gún otro documento diferente al quehe citado, indica que hubiera inter-venido en el Bessat: tenía suficienteactividad en las pendientes de La Va-lla. Es verdad que el párroco Dumasevocaba en los años 1930-50, un re-cuerdo de Champagnat en la parro-quia, pero hemos visto que en 1896,Le Bessat no conmemoró la venera-bilidad de Champagnat.

15. LES PALAIS EN EL CORAZÓN DE LA PARROQUIA DE TARENTAISE

Si Le Bessat era un territorio com-partido entre las dos parroquias deTarentaise y La Valla, la aldea de losPalais estaba considerada como par-te integrante de Tarentaise. El 2 de fe-brero de 1816, el párroco Montchovelbautizó al hijo de Antoine Béraud, jor-nalero «del lugar de los Palais, pa-rroquia de Tarentaize». Como él, Pré-her o Sayve en sus actas, harían men-ción de los Palais seguida de la ex-presión «parroquia de Tarentaise» yno emplearían nunca «parroquia deLa Valla». A este respecto, el casoMontagne es significativo.

Entre el 24 de agosto de 1816 y elfinal de 1817, he encontrado veintio-cho veces la mención «el lugar de losPalais, parroquia de Tarentaise» so-bre un total de cincuenta y ocho ac-tas. Y con seguridad, nunca figura laexpresión «autorizado por quien tie-ne derecho». De manera extraña,solo he encontrado una vez (el 9 dejulio de 1817) la mención de un difun-to del «burgo de Tarentaise». Tengopues la impresión de que a los ojosde los párrocos y de los habitantes,la aldea de los Palais era, si no el cen-tro de la parroquia, al menos su pro-longación natural. No era un margenmás o menos disputado como LeBessat, sino un lugar reivindicado confuerza por una sola parroquia. No hayrazón para pensar que J. B. Mon-tagne, cuya familia era analfabeta, tu-viera una instrucción religiosa más

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descuidada que en otro lugar. Es muyimprobable que Champagnat, la tar-de del 28 de octubre de 1816, hubie-ra confesado a un niño completa-mente ignorante de la religión, sobretodo de diecisiete años.

16. LAS ACTASPARROQUIALES EN LA VALLA

Si el niño confesado por Cham-pagnat no era Montagne, como esmuy probable, ¿hubo en el territoriode la parroquia de La Valla otros ni-ños difuntos después de 1816?

He elaborado la lista de los niñosy jóvenes de ambos sexos, declara-dos difuntos en el ayuntamiento de LaValla y anotados en el registro parro-

quial de La Valla o de Tarentaise en1817-1819. Como la mención de eda-des es aproximada, he escogido unahorquilla muy amplia: de 6-7 años(edad de la razón) a 20 años y heconseguido una lista de 26 nombres(10 chicas y 16 chicos)18. El párrocoPréher de Tarentaise celebró siete delos entierros en su parroquia; en LaValla, el párroco Rebod celebró ca-torce y M. Champagnat, cinco.

Luego, he estrechado esta hor-quilla, teniendo en cuenta solamen-te las edades entre 6-7 años y 14-15años, y el resultado solo muestra cin-co niñas y siete niños. Excluyendo lasniñas y los niños enterrados en Ta-rentaise, que ciertamente no fueronasistidos por los pastores de La Va-lla, quedan como niños difuntos en-tre 6-7 y 14-15 años, enterrados en LaValla, la lista siguiente:

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18 He tenido en cuenta a las niñas porque M. Champagnat, sin duda, a lo largo de sustrabajos apostólicos se vio confrontado también a la ignorancia de las jóvenes.

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Fecha Nombre aldea edad Celebrante del entierro

31/05/1817 François Matricon Laval 6 a 7 Rebod

04/02/1818 Jean-Baptiste Françon Les Fons 10-11 Rebod

12/04/1818 Jean-Claude Farat Au bourg 12-13 Rebod

08/05/1819 Jean-Marie Ginot Rossillol 9 ½-10 Champagnat

09/ 06/1819 Jean-Claude Farat. La Farat ou 8 ChampagnatLa Fourchina

Si se rechaza la cronología delH. Jean-Baptiste, probablemente

entre ellos se encontrará un «niñoenfermo al pie del Pilat».

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17. LA HIPÓTESIS JEAN-CLAUDE FARADE LA FOURCHINA O DE LA FARA

Partiendo siempre del principiode que, cuando el P. Champagnat ha-blaba del pie del Pilat, tenía en la ca-beza una geografía precisa de la pa-rroquia, y localizado al niño enfermoen el alto valle del Gier hacia el este,es pues legítimo hacer una selecciónentre los cinco niños difuntos. Así, laaldea de Laval (François Matricon)está en el alto valle del Ban; y Rossi-llol (Jean-Marie Ginot) en la parte másbaja de este valle situada al oeste delmunicipio. El pueblo, colgado entrelos dos valles del Gier y del Ban (J. C.Farat nº 1) no puede servirnos, ni tam-poco Les Fonds (Jean-Baptiste Fran-çon), aldea situada más o menos enel centro del territorio. Así pues, to-mando en serio la localización deChampagnat, un solo lugar nos con-viene: la Fara - hoy «La Fare» - o sualdea vecina La Fourchina, que son

las dos aldeas más altas del valle delGier. No se puede situar más «al piedel Pilat». Era un límite de la parroquia,un lugar de gran pobreza económicay cultural, cuya gente vivía en partedel saqueo del bosque. La existenciade un niño ignorante del catecismo ental lugar no era sorprendente. Tal vez,por eso, un poco más abajo en elmismo valle, probablemente en la al-dea del Sardier, el P. Champagnat co-locó un maestro de escuela laico des-de finales de 1818 (Cronología del Ins-tituto, 2010, p.65).

18. LO QUE EL REGISTRO CIVIL Y EL REGISTROPARROQUIAL NOS ENSEÑAN DE J.C. FARA

El Registro civil de La Valla pre-senta así el nacimiento de Jean-Claude Fara

46 Encuentro con un «niño enfermo al pie del Pilat»

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«Nº 71 jean-Claude fara de la fara» (en el margen)«El doce de noviembre del año mil ochocientos ocho, a las siete de la tarde, ante mí, JosephMatricon, alcalde y oficial del registro civil del municipio de Lavalla, canton de Saint Chamond, distritode St. Etienne, departamento de la Loire, ha comparecido Antoine Fara, de treinta y cinco años deedad, labrador y domiciliado en el lugar de La Fara, municipio de La Valla, quien me ha presentado aun niño varón, nacido hoy a las cinco horas de la mañana en su domicilio del lugar de La Fara, de ély de Claudine Ferriol, su esposa, al que según declara, quiere dar el nombre de Jean-Claude. Dichas presentaciones y declaraciones, hechas en presencia de François Chappard de cuarenta ycinco años de edad y de Jean-Marie Fara de treinta y dos años, ambos jornaleros y domiciliados enel burgo llamado Lavalla. Después de la lectura del acta, los autores de la declaración oral, así comoel padre del niño, han declarado que no sabían firmar, a pesar de mi requerimiento insistente.

Matricon, alcalde»

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El Registro parroquial de La Valla es más sucinto:

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«Nº 90 Defunción de Jn. Cde. Farat» (al margen)

«El nueve de junio del año mil ochocientos diecinueve, ante mí, Jean Baptiste Berne, alcalde y oficialdel registro civil del municipio de Lavalla, cantón de Saint Chamond, distrito de St. Etienne,departamento de la Loire, han comparecido: Antoine Farat, de sesenta años de edad y DamienChard, de cuarenta años, ambos labradores y domiciliados en el lugar de La Farat, municipio deLavalla. Ellos me han declarado que hoy, a la una de la mañana, en el domicilio del citado Farat, dellugar llamado La Farat, Jean-Claude Farat, hijo suyo, y de Claudine Ferriol, su esposa, había fallecido,a la edad de ocho años. Después de la lectura del acta, han declarado que no sabían firmar, a pesarde mi requerimiento insistente.

Berne »

«Ent(ierro).

El nueve de junio del año mil ochocientos diecinueve, nos, infrascrito, hemos dado sepulturaeclesiástica a Jean-Claude Fara de la Fourchina de la Valla, hijo de Antoine Fara y de Claudine Feréol,de aproximadamente ocho años. Testigos: su padre y Jean-Claude Tardy, su vecino.Requeridos para firmar este acta, lo han rechazado, declarándose analfabetos.

Champagnat, vicario»

El registro civil de 1819 declara así la defunción

Acta de sepultura de Jean Claude Fara en La Valla, firmada por Champagnat.

19. CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS DELOS DOCUMENTOS

Jean-Claude Fara, nacido el 12 denoviembre de 1808 habría fallecido

pues, el 9 de junio de 1819, con algomás de 10 años y medio y no a los 8años como lo indican el acta del re-gistro civil y el certificado de sepultu-ra de Champagnat. Uno y otro se ha-bían fiado ciertamente de la aparien-

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cia física del difunto o (y) de la decla-ración de los padres. Esta imprecisiónen la definición de las edades aparecetambién en relación con el padre aquien se atribuyen 35 años en 1808 y 60en 1819. Según el registro civil, la fami-lia vivía en La Fara, pero, según Cham-pagnat, era la aldea vecina: La Four-china. Este matiz es más importante delo que parece pues, al distinguir dos al-deas muy cercanas, Champagnat ma-

nifestaba un conocimiento preciso dellugar de la vivienda de la familia.

La cronología plantea serios pro-blemas. El niño habría muerto el 9 dejunio a la una de la madrugada, efec-tuándose la declaración de falleci-miento y el entierro el mismo día. Engeneral transcurrían uno o dos díasentre la muerte y el entierro, como lovemos con otro niño:

48 Encuentro con un «niño enfermo al pie del Pilat»

19 Lo más probable: el niño habría muerto dos días antes de la declaración y, sea pornegligencia, o por dificultades de comunicación, ésta se realizó el día del entierro.

20 Archivos del municipio de La Valla-en-Gier. 21 Los Fara son numerosos en La Valla y se les distingue por un sobrenombre.

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«El ocho de mayo del año mil ochocientos diecinueve, nos, infrascrito, hemos dado sepulturaeclesiástica a Jean-Marie Ginot de Rossillol, parroquia de La Valla, fallecido allí antes de ayer, a laedad de diez años aproximadamente...

Champagnat»

El día y la hora de la muerte sonfalsos o aproximados por motivos quedesconocemos19. Y, al no precisar eldía del fallecimiento en su acta de fu-nerales, Champagnat evitaba avalarun error manifiesto. El hecho de queél celebrara el entierro confirma tam-bién que conocía la situación de la fa-milia.

Un censo20 de 1815 referido a lamayoría de las aldeas del municipioconfirma el acta de Champagnat, yaque sitúa a Antoine Fara y a su mu-jer en la pequeña aldea de La Four-china (cuatro hogares) y no en LaFara que agrupa veintiocho casas.Antoine Fara está clasificado como

«agricultor», es decir, labrador aco-modado. Tenía dos sirvientes. En1815, tenía cinco niños y tres niñas.

En sus memorias sobre los suce-sos acontecidos en La Valla durantela Revolución, Jean-Claude Bargeseñalaba que en octubre de 1799, LaValla, fue invadida por los dragones acausa de los reclutas contrarios alservicio militar y «Ant(oine) Farat, lla-mado Carriliet21» tuvo que alojar a dosdragones «por (a causa de) su cu-ñado Jacquier-Chardon», sin duda re-cluta desertor. No cita nunca La Four-china que parece confundida con LaFara. Estos abusos no eran extrañosen estos lugares alejados que serví-

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an de refugio a los desertores y fa-vorecían el saqueo sin escrúpulo delos bosques. En 1819, ya no había re-clutas desertores, pero el saqueo delos bosques provocó allí tumultos yviolencias y se desconfíaba mucho delas autoridades civiles.

20.UNA HIPÓTESIS MÁS IMPORTANTEPOR LA FECHA QUE POR EL NOMBRE

Resumamos los elementos esen-ciales de nuestras observaciones.Ante todo, no es posible cuestionar elencuentro de Champagnat con unniño enfermo al pie del Pilat que le ins-piró la fundación de los HermanosMaristas. En cambio, la fecha deeste encuentro no es la que da el H.Jean-Baptiste. Basándome en la me-moria Bourdin, pienso que tuvo lugarmucho más tarde, a lo largo del año1819. Y Jean-Claude Fara me pareceun buen candidato para reemplazar aJean-Baptiste Montagne: se tratabade un niño, y de un contacto ciertoentre la familia Fara y Champagnat. Eldomicilio estaba al pie del Pilat en unterritorio bastante marginal donde laignorancia religiosa no era sorpren-dente. Sin embargo, nada explícitoestá dicho sobre las circunstanciasexactas del fallecimiento y sobre la in-tervención de Champagnat. Por otraparte, el centro de la hipótesis Fara noradica tanto en la identidad del jovendifunto como en la fecha del falleci-miento, pues, si se admite que el en-cuentro susceptible de provocar la

fundación de los Hermanos no tuvolugar en 1816 sino en 1819, debemosreinterpretar el relato de los primerosaños de La Valla.

21. PRIMERAMENTE, UNA SENCILLAASOCIACIÓN PIADOSASIN ETIQUETACONCRETA (1817-1819)

La memoria Bourdin comienza conuna afirmación importante: «En Lava-lla – Rama prevista desde hace tiem-po por M. Champagnat, luego confia-da a él en el gran seminario-comen-zado 1817». El H. Jean-Baptiste dice lomismo a su manera: «Necesitamoshermanos…». Y de ello deducía lógi-camente que en seguida había queri-do fundar los Hermanos Maristas.

Pero la estrategia de Champagnatfue más prudente y más espiritual: enun primer momento, creó una comu-nidad de auxiliares laicos que formabapara el apostolado parroquial. Al final desu memoria (§ 28), el P. Bourdin tieneuna palabra significativa a este res-pecto: «Había pensado desde el tiem-po del Sr. Bochard, crear un pequeñooratorio, dedicarse por entero a suobra». La palabra «oratorio» no debeser interpretada como lugar para orar,sino con el sentido italiano: el «orato-rio», centro de apostolado de los jó-venes cuyo modelo fue inventado porFelipe Neri en Roma, en el siglo XVI.

Ya al inicio de la memoria, al evo-car las relaciones difíciles de Cham-

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pagnat con el párroco, el P. Bourdinhabía anotado: «El P. Champagnat nole comunica todo, quiere probar elasunto, manteniendo su misión». Conocasión de sus problemas con elSr.Bochard, probablemente a lo largode 1819, la memoria pone en boca deChampagnat: (§ 17) «Dios mío, hazque fracase (la obra) si no es vues-tra». El mismo H. Jean-Baptiste (Vida1ª parte, c.6 edic.1989 p.60) le atri-buye palabras parecidas: «Dios mío,alejad de mí este pensamiento (fun-dación de Hermanos) si no procedede vos y si este proyecto no debeservir para vuestra gloria y la salvaciónde las almas». Hay muchos otros in-dicios de una primera fase de la co-munidad, desde enero de 1817 a fi-nales de 1819, que muestran a Cham-pagnat dubitativo sobre la suerte dela obra que había fundado y que sepreguntaba si verdaderamente seconformaba con la voluntad de Dios.

Por otra parte, es probable que,antes de finalizar 1819, los Hermanosno conocieran el Formulario maristade 1816. Por ejemplo, las máximas dela habitación de Champagnat, pinta-das hacia 1818, no tienen tonalidadexplícitamente marista. Además, losHermanos consideraron muy prontoque su fundación había tenido lugaren La Valla en 1817 y no en Fourvièreen 1816. ¿A partir de cuándo los Her-manos Maristas tuvieron conoci-miento del Formulario del 23 de juliode 1816 escrito en latín? Aún en 1856,

el H. Jean-Baptiste hizo un resumende él extremadamente breve y sin fe-cha, cometiendo varios errores:

«En una de estas reuniones fue acordado que haríantodos juntos la peregrinación a Fourvière paradepositar a los pies de María su proyecto. Los jóvenes seminaristas, el Sr. Cholleton a lacabeza22, subieron pues al santuario de María,confiaron a su corazón maternal su piadoso proyectoy le suplicaron que lo bendijese, si debía servir a la gloria de su divino Hijo».

El texto de promesa realizada porlos Hermanos en 1826 (OM1/ 168) re-fleja ciertamente el compromiso pri-mitivo. No obstante, los Hermanos nose comprometieron aún en «la pe-queña asociación de los Hermanitosde María» (Vida 1ª parte, c.15, ed.1989 p. 157) como indica la fórmulatransmitida por el H. Jean-Baptiste,sino en «la piadosa asociación de losque se consagran bajo la protecciónde la Virgen María, a la instruccióncristiana de los niños del campo».

Es preciso pues admitir, como hi-pótesis, que desde 1817 a finales de1819, o sea, durante cerca de tresaños, los Hermanos agrupados porChampagnat no eran explícitamenteHermanos Maristas. Llevaban pro-bablemente un hábito negro, el que elinspector Guillard vería todavía en1822, en Bourg-Argental (OM1/75, §3) y no es seguro que, antes de 1819,se dieran ya el nombre de «Hermanosde María». Permanecieron muy au-

50 Encuentro con un «niño enfermo al pie del Pilat»

22 El H. Jean-Baptiste exagera el papel del Sr. Cholleton y no se trata de seminaristas.

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tónomos de M. Champagnat quesólo era su director espiritual y su for-mador. Y en el Bessat, el H. Laurentfue casi independiente.

22.¿UN MODELOPASTORAL IMITADODE LOS AMIGOS DEL CORDÓN?

Para comprender bien el procesode Champagnat, es preciso recordarque la palabra «hermano» era enton-ces polisémica. Un Hermano podíaser un maestro, casado o no, el em-pleado de un hospital… De hecho,esta palabra designaba a un hombrededicado a una actividad cultual o ca-ritativa. Si está claro que Champag-nat tuvo la intención de fundar losHermanos Maristas desde el semi-nario, primero realizó su obra en elmarco parroquial, buscando formaruna asociación de hermanos cate-quistas con espíritu marista pero sindarles el título de «Maristas».

Las memorias del Sr. Pousset23

pueden ayudarnos a comprendereste proceso. En efecto, éste nosdice que en el seminario de St. Irénéeconoció tres sociedades: los Amigosdel cordón, dirigidos por el Sr. Mio-land, los adeptos de la Cruz de Jesús,discípulos del Sr. Bochard, y los «Ma-ristas». Ciertamente, él no es el úni-co en haber frecuentado varias «pe-queñas sociedades» fervientes cuyos

miembros tenían todos como objeti-vo llegar a ser presbíteros profunda-mente apostólicos. Sin embargo, ensus resoluciones, los Amigos del cor-dón imaginaban que, una vez con-vertidos en vicarios, reunirían a jóve-nes bajo diversos pretextos para for-marlos secretamente «en el ejerciciodel celo». Que Champagnat hayaestado influenciado o no por los Ami-gos del cordón, es evidente queadoptó esta estrategia en una pri-mera fase, sin poner por delante elproyecto marista.

23.EL RETIRO DE 1819:LA REVELACIÓNEXPLÍCITA DELPROYECTO MARISTA

En 1819, Champagnat vio que suobra daba resultados espirituales yapostólicos inesperados pero tam-bién que sus Hermanos tenían nece-sidad de un marco más firme que el deuna asociación muy celosa, aunquefuncionando de manera bastante anár-quica. Y encontró la respuesta en suencuentro con el niño enfermo: era ur-gente que hubiera Hermanos parapreparar bien a los niños a su primeracomunión y eventualmente, a unamuerte prematura: «¡Cuántos niñosfuera del camino de la salvación…! siinstruído, sabe arrepentirse…» (§ 6).Para él, la organización de los Herma-nos en comunidad religiosa marista en-señante se convirtió en «una necesi-

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23 Archivos de las hermanas de la Sagrada Familia.

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Page 54: FMS SPA Cahiers 35 Layout 1 - champagnat.org · 6 El mito Montagne zontes para una mayor vitalidad del carisma marista. Nos ha hecho vibrar al ritmo de los tambores y nos ha puesto

dad de medio» (Memoria Bourdin § 6).Interpretó el acontecimiento como lamanifestación de la voluntad de Diosque le invitaba a dar a sus discípulosuna identidad marista firme. El H. Jean-Baptiste, preocupado por la continui-dad y poco cuidadoso de la cronología,mezcló en un solo capítulo, el 6 de laVida, dos fases de la fundación, con-tentándose con una fórmula anodinapara indicar el paso de una a otra:

«M. Champagnat, viendo aumentar el número de susdiscípulos, pensó en darles una forma de vida másregular y más apropiado a la vida de comunidad ».

La afirmación de un número bas-tante elevado de discípulos parece sor-prendente, pues la historia solo haconservado seis nombres de herma-nos en esta época. Ciertos miembrosde la asociación laica, además con per-files imprecisos, renunciaron entoncesa participar en un marco más exigen-te. La Vida relata que el H. Louis dudóen comprometerse con una promesa.Hay también el caso del maestro Mai-sonneuve, despedido, dice la Vida, acausa de su vida mundana. Efectiva-mente, las exigencias nuevas a esterespecto, no eran insignificantes. LosHH. Jean-Baptiste y Avit hablan más omenos de lo mismo: adopción del há-bito azul, señal explícita de pertenen-cia a María; alojamiento del P. Cham-pagnat con los Hermanos; reglamen-to de casa religiosa; formación en elmétodo de H.E.C (Hermanos de lasEscuelas Cristianas).

En su primer cuaderno de retiro (nº302), el H. François da cuenta conpocas palabras del ambiente del re-

tiro de finales de 1819, que se celebróen lo que era aún oratorio de los her-manos y que se convertiría pronto enhabitación del superior:

«[1] En el nombre del Padre y del Hijo y del EspírituSanto, Amén. ¡Oh santísima Trinidad! (S. FranciscoJavier). Todo a la mayor gloria de Dios y en honor dela augusta María.

1er RETIRO de 1819 (P. Champagnat)

1° Yo me acordaré de la presencia de Dios…alorar, al hacer la clase, al marchar, al tomar misrecreos, mis comidas y obrando en todo conuna santa modestia por la gloria de Dios, elhonor de María y el bien de la Religión.

2° Enseñaré a los niños el respeto, el amor y laobediencia que deben a sus padres y a sussuperiores, y principalmente, el catecismo y laplegaria.

[2] Me propondré en todo, el ejemplo de Jesús, deMaría y de los Santos (1820). Luego, lo cumpliré yenseñaré a ejemplo de Jesús, mi maestro y mimodelo. (act.1)»

En su circular del 2 de julio de 1855,el H. François será más explícito:

«Nuestro piadoso Fundador, después de haberadquirido en la parroquia la modesta casa que haservido de cuna al Instituto, reparó con sus propiasmanos una pequeña habitación de esta casa, parahacer de ella el oratorio de la Comunidad naciente.Allí, reunía a menudo a los primeros Hermanos a lospies de María, para orar con ellos y para formarlosen las prácticas de la vida religiosa.»

Y, aludiendo a una exhortación deeste retiro fundador, el H. Françoisañade:

«Un día, en medio de una instrucción que les dabasobre la finalidad del Instituto y los medios para

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alcanzarla mediante la fiel observancia de las Reglas,dejándose llevar por las inspiraciones del Espíritu de Dios que habitaba en él, dijo: «¿Cuándo tendremos la dicha de tener a Jesucristoen nuestra casa, de llevar el hábito religioso y de tener una capilla para hacer nuestras ceremonias? ¿Cuándo veremos a nuestra Congregación bien constituida, teniendo un noviciado bien organizado y unas Reglas bien determinadas? Ánimo, mis queridos Hermanos, añadió: pues todo esollegará; y no está lejos el día en que tendremos el hábito religioso, una capilla, un noviciado y unas Reglas para dirigirnos en todos los detallesde nuestro comportamiento.»

Si podemos dudar de que en 1817el P. Champagnat hubiera revelado asus discípulos el proyecto marista, sehizo realidad al final de 1819 ya que elH. François comenzaba su cuadernocon la misma divisa del Formulario.En cuanto a la exhortación comuni-cada tardíamente, ya formulaba unproyecto claro que se realizaría en elHermitage. Y fue probablemente elmomento en que el nombre « Her-manos de María » comienzó a em-plearse.

Así pues, en mi opinión, hay unarelación de causa-efecto entre el en-cuentro de Champagnat con un niñomoribundo, probablemente Jean-Claude Fara y la transformación de laobra de Champagnat en proyecto derama de Hermanos en el seno de laSociedad de María.

24.UNE MUTACIÓNDIFÍCIL

Los Hermanos, ¿aceptaron congusto estos cambios decididos porChampagnat? De hecho, estuvieronsorprendidos por «la celeridad de laobra » que iba a exigirles una confian-za en Champagnat muy difícil de asu-mir. J. M. Granjon intentará, en 1822,ingresar en la trapa de Aiguebelle yacabará por alejarse; el mismo H.Laurent tendrá dificultades para adap-tarse a un estilo más restrictivo; el H.Louis pareció dudar. Un número inde-terminado de discípulos no pudo con-tinuar, como el maestro Maisonneuve.Y, más exigente que antes, la obraapenas conseguía reclutar.

CONCLUSIÓN

El desplazamiento del encuentrocon el niño del pie del Pilat de 1816 a1819 nos permite concebir la fundaciónde los Hermanos Maristas en dosmomentos: primeramente, la reuniónde una asociación parroquial de jóve-nes a quienes Champagnat inculcó co-nocimientos catequéticos, espírituapostólico y costumbres ascéticas,según el espíritu del Formulario deFourvière, aunque él no lo explicite. Élmismo duda sobre la orientación quedebía dar a su obra y esperaba que lavoluntad de Dios se manifestara conclaridad. Creyó haber encontrado unaseñal luminosa de esta voluntad en elencuentro con un niño agonizante «al

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pie del Pilat», probablemente en181924. Con la formación de una co-munidad de Hermanos catequistas-maestros, pareciéndole entonces«una necesidad de medio», actuabacomo jefe carismático convidando asus discípulos, con ocasión del primerretiro, a finales de 1819, a participar enuna nueva fase. Entonces les reveló el

proyecto marista, incitándolos a con-siderarse como una orden en gesta-ción. Viniendo a vivir con ellos, se afir-mó como su superior. Un número sig-nificativo de sus discípulos lo siguió ensu proyecto, pero no sin ambigüeda-des y reticencias. La crisis solo seríasuperada en 1822 con la llegada de lospostulantes de Haute-Loire.

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24 Lo que no excluye otras señales, como su conversación con el H. Laurent subiendoal Bessat.

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1. EL ESTADODE LA EDUCACIÓN EN CHILE A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

a. La educación católica en Chile, antes de la llegada de los Hermanos Maristas

Al menos hasta la década de1880, la enseñanza primaria y se-cundaria, a cargo de la Iglesia, se ca-nalizó en unos cuantos colegios deCongregación que, aunque pocos,tenían una gran influencia social. Talera el caso del San Ignacio de los je-suitas o los Sagrados Corazones, enSantiago. Asimismo, la Iglesia conta-ba con conjunto de escuelas prima-rias en la capital, a cargo de la So-ciedad Santo Tomás de Aquino yotras escuelas dispersas por el país,sostenidas por particulares o porotras Congregaciones educacionis-tas. Eran un conjunto de escuelas ycolegios más bien dispersos y autó-nomos. Por eso es imposible, enesta época, hablar de una red de es-cuelas católicas, lo mismo que dis-

tinguir un proyecto educativo inspi-rado en la Iglesia.

Administrativamente, sólo la So-ciedad de Santo Tomas de Aquino, enSantiago, esbozaba ciertos atisbos deorganización en base a una adminis-tración central que procuraba la uni-formidad de sus escuelas en todoslos aspectos del quehacer pedagó-gico. El resto de las Congregacionesreligiosas que regentaban escuelas ycolegios a lo largo del país, actuabande manera más autónoma y deacuerdo a la realidad social de su en-torno. Existía entre ellas y la Jerarquíamenos subordinación en cuanto a te-mas educacionales, y es probableque esto se haya debido a la mayorexperiencia pedagógica de las Con-gregaciones, respecto a la escasaque poseía el clero nacional.

Sin embargo, en las últimas déca-das del siglo, surgió un renovado im-pulso eclesial que debe ser entendi-do dentro de un contexto político ysocioeconómico más amplio. Sobretodo, tras el Concilio Vaticano I (1869-1870) que marcó una pauta temática

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LA EDUCACIÓN CATÓLICA SECUNDARIA EN LA “PROVINCIA” CHILENALa llegada de la Congregación de los Hermanos Maristas a principios del siglo XX

Julio Gajardo Vásquez

E S T U D O S

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a seguir, respecto a la relación de laIglesia con el mundo y la respuesta ala modernidad, así como el escena-rio de abierta crisis social que provo-có el sistema de producción capita-lista. En ese contexto, las líneas tra-zadas por el Concilio fueron base dela reflexión y puesta en marcha delproyecto de renovación social que elPapa León XIII tenía en mente, y queimpulsó con ímpetu en la iglesia lati-noamericana. Sus ejes fueron la cris-tianización de la cultura, la cuestiónsocial y el dialogo con el mundo mo-derno.1 Aunque aún no se ha estu-diado con detalle la naturaleza deesta relación para el caso chileno, lasiniciativas concretas por parte del ar-zobispado y el laicado de entonces,nos permiten asegurar que el llama-do del Pontífice sí encontró eco en lafeligresía nacional. La creación de laUniversidad Católica en 1888 y delCentro Cristiano en 1894 sugiere que,al menos, el rol de la Iglesia en cuan-to a la educación popular primaria fuemucho más activo y con tendencia ainstitucionalizar, por medio de basessólidas, el proyecto de la escuela ca-tólica. A su vez, el Sínodo Diocesanocelebrado en Santiago en 1895, ma-terializó la obligatoriedad, al menosconceptual, de los padres de familiapor matricular a sus hijos en escue-las o colegios “en donde no corren

peligro de perversión en la fe o lascostumbres”, como lo eran las es-cuelas mixtas y las escuelas neutrasde propiedad fiscal o particular.2

Todas estas iniciativas concretas,aunque de mediano alcance, tuvieronun nuevo estímulo, proveniente delmensaje episcopal del Concilio Ple-nario de América Latina, celebrado enRoma en 1899, que expresaba conelocuencia la incapacidad de la fami-lia moderna para asegurar la educa-ción cristiana de sus hijos.3 Ya no bas-taba, como antes, las prácticas de-vocionales dentro del hogar, pues es-tas se extinguían en la medida que nilos padres eran tan devotos ni se ha-cía mucha vida de familia en ellos. Elorigen de esta “desviación” era lanueva dinámica del trabajo basado enun sistema de producción a medianay gran escala, que estructuró el sis-tema laboral moderno regido porhorarios estrictos y que dejaba pocotiempo para que los padres se ocu-paran de la educación de sus hijos.Dentro de estas condiciones, el ho-gar doméstico que, en teoría, procu-raba desde antaño la enseñanzacristiana de sus hijos, debía ser re-emplazado en esa función por la es-cuela. Los obispos y arzobispos ame-ricanos reunidos con el Papa enRoma exigieron de las iglesias loca-

56 La educación católica secundaria en la “Provincia” chilena

1 E. Luque Alcaide, “La restauración de la vida católica en América Latina en la segun-da mitad del siglo XIX”, en Anuario de Historia de la Iglesia, 12, 2003, Instituto de Historiade la Iglesia de la Universidad de Navarra, España, págs. 71-90. P.76

2 Sínodo diocesano de Santiago de Chile, Santiago, Impr. y Encuadernación Roma, 1896,pp. 359-360.

3 Actas y Decretos del Concilio Plenario de América Latina celebrado en Roma el Añodel Señor de MDCCCXCIX, Vaticano, edic. fascimiliar y vaticana, 1999; Título IX, De la edu-cación católica de la juventud.

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les la obligación de la enseñanza ca-tólica en las escuelas fiscales, la cre-ación de escuelas normales para laformación de profesores católicos y,por sobre todo, la institucionalizaciónde la escuela católica.

En Chile, el mensaje se canalizópor medio de la Carta Pastoral deMonseñor Mariano Casanova, firma-da en diciembre de 1900. En ella sedeclaraba la resolución de fundar encada parroquia una escuela “dondelos niños se instruyan cristianamente,se formen en los principios de lamoral católica y reciban una educa-ción esencialmente práctica que loshabilite para ganarse honradamentela vida, según su posición y el mediosocial en que hayan de vivir; en pocaspalabras, que haga de ellos ciuda-danos que tengan conciencia de susderechos y sepan en toda ocasióncumplir sus deberes”.4 A un año de lapublicación de la carta pastoral, yahabían sido fundadas 82 escuelas conuna matrícula de 5.000 alumnos y seproyectaba abrir la primera EscuelaNormal del Arzobispado con el obje-tivo de “formar preceptores capacesde dirigir las escuelas católicas de ins-trucción primaria, elementales y su-periores y cursos comerciales, y ayu-dar a los párrocos en las obras deperseverancia que establezcan paralos alumnos formados en sus escue-las”.5 A cinco años de introducidasestas reformas, funcionaban 372 es-

cuelas particulares, las que en su ma-yoría eran costeadas por el arzobis-pado de Santiago y los obispados deprovincia y mantenidas por conven-tos y Congregaciones, con una ma-trícula de 38.165 alumnos. Si bien, ha-cia 1906, la escuela católica repre-sentaba apenas un 14% aproximadodel total de las escuelas primarias chi-lenas, no es menos cierto que la Igle-sia comenzaba a esbozar un pro-yecto de instrucción que incluirá a laenseñanza secundaria como uno desus ejes. En esta nueva etapa seráfundamental el Centro Cristiano.

b. La importancia del Centro Cristiano

Fundado en 1894, esta nueva so-ciedad católica de laicos, profunda-mente apegada a la jerarquía comosu par la Sociedad de Escuelas San-to Tomás de Aquino, tenía como ob-jetivo procurar la conservación de lafe católica por medio de la instrucciónde la juventud. Pero, a diferencia dela Sociedad de Escuelas, el CentroCristiano fue pensado como un or-ganismo de alcance nacional, que de-bía funcionar mediante una red deconsejos parroquiales que sirvierande intermediario entre la comunidadlocal y el Directorio Superior del Cen-tro, con sede en Santiago.6 Aunqueel radio de acción de la nueva socie-dad no fue específicamente definido,se pretendía que la institución pudie-ra convocar a los laicos católicos de

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4 Circular sobre fundación de escuelas parroquiales, en Boletín Eclesiástico, Tomo XV,1901 – 1903, pp. 5-7.

5 Boletín Eclesiástico, Tomo XV, 1901 – 1903, p. 28.6 Archivo del Arzobispado de Santiago de Chile (ahora en adelante AASCh), Fondo Go-

bierno, leg. 48, vol. 93.

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toda la República, especialmente, aaquellos socialmente más beneficia-dos, para que contribuyeran mate-rialmente con la educación del pueblo.Este aspecto es importante de des-tacar, pues tiene injerencia inmediataen el lugar donde se establecieron lasprimeras comunidades Maristas. Porahora conviene señalar que, si bien te-óricamente, pensaba extenderse a lolargo del país, la acción inmediata delCentro Cristiano no rebasó las fron-teras de la arquidiócesis de Santiago,las cuales, hacia 1894, se extendíandesde Aconcagua hasta Talca.

En este espacio geográfico, la labordel Centro Cristiano entre los años1894-1897, fue bien amplia: fundacióny subvención de escuelas y patrona-tos, ayuda jurídica a los pobres, trabajocon los obreros por medio de losgremios católicos, fundación de coo-perativas y academias literarias.7 Todasellas enmarcadas dentro de la acciónsocial cristiana por fomentar la edu-cación popular y que, como hemosvisto, tomó nuevos bríos durante la úl-tima década del siglo. El público obje-tivo al cual apuntaba eran los pobres,de manera especial la familia obrera,aquella más vulnerable moral y so-cialmente. En 1905 se le encargó la for-mación de preceptores católicos a tra-vés de la Escuela Normal del Arzobis-pado. En ella se puso especial énfasis,pues de la formación de los profeso-res dependía la instrucción verdade-ramente cristiana de los niños.

Esta labor del Centro tuvo comocorrelato lógico el que con el tiempo seconvirtiera en el organismo oficial de laIglesia, por medio del cual se canali-zaba todo lo concerniente a su obraeducacional. Así, en 1906, el CentroCristiano pasó a convertirse en elConsejo Diocesano de Instrucción Pri-maria que tenía por objetivo informaral arzobispo del funcionamiento de lasescuelas de la arquidiócesis.8 Con eltiempo, esta labor se fue ampliando,llegando a abarcar incluso la supervi-sión de la enseñanza secundaria. Esteúltimo aspecto reviste especial interéspara la historia de los Maristas en Chi-le, pues coincide precisamente con lasgestiones definitivas para traer a losprimeros Hermanos al país, como ve-remos más adelante.

Fue alrededor de 1909, tal vez an-tes, cuando el directorio del CentroCristiano comenzó a preocuparse porel desarrollo de la enseñanza secun-daria, sobre todo en provincias. Lo quese pretendía era, en términos preci-sos, fortalecer los colegios católicosante la competencia de los liceos fis-cales. No poseemos fuentes que nospermitan identificar el momento pre-ciso cuando la enseñanza secundariacomenzó a transformarse en un cam-po de batalla entre la Iglesia y los edu-cadores laicos, pero lo cierto es que,desde alrededor de 1880, se inició unaserie de fundaciones de liceos fisca-les que, finalmente, y tal como lo re-conocían los propios directores del

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7 El Centro Cristiano en sus Bodas de Oro 1894-1944, Santiago, s/e, 1947, en BNSCh,Chilena.

8 AASCh, Gobierno, 48, 93.

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Centro Cristiano, marcó una despro-porción desconsoladora respecto a lainstrucción secundaria católica. Los li-ceos fiscales, entre hombres y muje-res, sumaban 17.268 alumnos matri-culados mientras que los colegioscatólicos tenían una matrícula total de9.613 alumnos. Para la enseñanzasecundaria profesional o técnica, ladesproporción era igual o peor.

El motivo principal que urgía al ar-zobispado a fortalecer su presencia enla enseñanza secundaria era tan anti-guo como la existencia del liceo mis-mo: fue en los liceos donde se forma-ba la clase dirigente, los ciudadanosque en el futuro iban a conformar laclase política del país. Con la llegadadel nuevo siglo y la emergencia denuevos actores sociales, no sólo lossectores económicamente más privi-legiados de la sociedad pudieron ac-ceder a la enseñanza secundaria, sinotambién la clase media, sector de lapoblación que si bien no tenía influen-cia política ni económica a principio delsiglo XX, sí poseía los recursos sufi-cientes para demandar, del Estado ylos particulares, una educación parasus hijos que los proveyera, ya no denociones básicas para un oficio, sinode una profesión propiamente tal o almenos del bachillerato. Es probableque la Iglesia haya advertido que la cla-se media estaba llamada a convertir-se en un sector de influencia en la so-ciedad, pero esta afirmación es por

ahora hipotética, aunque las intencio-nes de monseñor González Eyzagui-rre respecto a un colegio en Los An-des “…para la clase media destinadoa hacer competencia al Liceo del Es-tado…”, sugiere esa intención.9

De ser así, el interés por el des-arrollo de la enseñanza secundaria im-plicaba invertir en un nuevo personalapostólico que se hiciera cargo de loscolegios. El Estado proveía a sus liceosde profesores formados en el Institu-to Pedagógico o bien profesionales dela Universidad de Chile. La Iglesia nocontaba con nada similar. Para las es-cuelas, el personal lo proveía la Es-cuela Normal del Arzobispado (1904),la Escuela Normal Santa Teresa (1907)y los curas del Seminario. Los colegioscatólicos tenían un personal docentecompuesto de religiosos, cuando es-taban a cargo de una Congregación yde laicos y religiosos, cuando estabana cargo de algún particular. Perosiempre el personal fue escaso; in-cluso era escaso para las escuelas fis-cales que requerían de sacerdotespara la enseñanza de la religión. La es-casez de personal para administrar lasobras educativas de la Iglesia quedaen evidencia, considerando la ampli-tud de la cobertura de las escuelas ycolegios: en 1910, la enseñanza cató-lica contaba con 305 establecimientosde enseñanza: 52 colegios, 244 es-cuelas, ocho seminarios y una uni-versidad.10

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9 “Carta de J. Maubon a monseñor José Ignacio González Eyzaguirre”, sin fecha. Ar-chivo Provincial Asuncionista, Santiago de Chile, citado en R. León, Historia del Instituto Cha-cabuco de los Hermanos Maristas, Los Andes, s/e, 2011, p. 33.

10 Anuario Estadístico de la República de Chile, Santiago, 1910, p. 345.

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Respecto a la enseñanza secun-daria, de los 52 establecimientos re-gistrados, 1 se localizaba en la pro-vincia de Coquimbo, 2 en Aconcagua,6 en Valparaíso, 22 en Santiago, 2 enColchagua, 2 en Curicó, 2 en Talca, 1en Linares, 1 en Ñuble, 3 en Concep-ción, 1 en Malleco, 2 en Cautín, 2 enValdivia, 2 en Llanquihue y 2 en Ma-gallanes. La concentración observa-da en Santiago explica, en parte, porqué los Hermanos Maristas no fun-daron comunidad ni dirigieron colegioalguno en la capital sino hasta 1929,con el Instituto Alonso de Ercilla.

2.LOS CONTACTOS Y GESTIONES PARA TRAER A LOS MARISTAS A CHILE

a. Primeros esfuerzos paratraer a los HermanosMaristas a Chile

Recién en 1898 se realizó el primerintento por traer y establecer a la co-munidad de Hermanos Maristas ennuestro país. El hecho es anecdótico,aunque es más ilustrativo por lasnecesidades de la Iglesia chilena deese entonces. Todo se inició conuna carta fechada el 22 de abril de1898 y escrita por el H. Pierre d’Al-cantara, profesor del Escolasticadode Beaucamps, norte de Francia, ydirigida al Superior General de la

Congregación de los Hermanos Ma-ristas, el H. Théophane. En ella, el H.Pierre consulta por la posibilidad con-creta de que la Congregación envia-ra religiosos maristas a Chile. La car-ta había sido motivada tras una soli-citud hecha por un anciano párrocode una localidad no precisada de Chi-le, a un hermano carnal del H. Pierreque residía en Chile como misionerode la Congregación del SantísimoRedentor. El cura se mostraba an-sioso de conocer alguna Congrega-ción que pudiera enviar algunos reli-giosos que lo pudieran ayudar con laescuela de su parroquia.11

El asunto de Chile, como lo deno-mina el H. Pierre, fue más bien unasunto informal que no trascendiómás allá de esta carta. Sin embargo,la curiosa inquietud del párroco reflejabien la carencia que tenía la Iglesiachilena de personal apostólico desti-nado a labores pedagógicas. No sa-bemos si hubo respuesta del H. Su-perior General a la carta del H. Pierre.Pero al menos la inquietud ya habíasido planteada y el campo para elapostolado predispuesto.

Cuatro años más tarde, una nuevapetición de Hermanos se canalizó estavez por medio de vías más formales.En 1901, el H. Dositheus, quien ocupa-ba el cargo de director del Juniorado deLacabane, en Francia, escribió al H. Su-perior una carta en la cual expresa lasinquietudes de los religiosos asuncio-

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11 “Carta de F. Pierre d’Alcantara al Hno. Théophane”, Beaucamps, 22 de abril 1898. Trans-crita por L. Rubio, Historia de los Hermanos Maristas de la Enseñanza en Chile (1898- 1911),Memoria para optar al título de profesor de Religión, Universidad Católica de Valparaíso, Val-paraíso, 1988, pp. 85- 87

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nistas por el arribo de Hermanos Ma-ristas a Chile, país “…que, como Bra-sil, tiene necesidad de buenos ejem-plos y buenas lecciones…”12. La misi-va había sido enviada desde el Pen-sionado de Saint Michel en la localidadde Blanquefort donde días antes habíatenido lugar el encuentro entre el H.Dositheus y el padre Thomas Darbois,Provincial de los Agustinos de la Asun-ción de Chile.

El asunto era de gran importanciapara el padre Darbois quien incluso seofreció como mediador entre losHermanos Maristas y los obispos deChile en caso de fructificar la gestión.Los Asuncionistas conocían bien elcampo de apostolado que les espe-raba en Chile y de las necesidades dela Iglesia local; por eso insistían en laurgencia de enviar Hermanos. Ade-más, ante el incremento de la políti-ca francesa de laicización de la edu-cación en Francia, que desde 1880 sevenía levantando como una amena-za para las congregaciones docen-tes, el H. Dositheus veía favorable lasalida de Hermanos desde Francia:“…no puedo dejar de pensar que, siel Gobierno francés no nos quiere, elbuen Dios, para el cual todos los me-dios son buenos, podría servirse deesto para facilitar, en un momentodado, el empleo de Hermanos Ma-ristas en el extranjero”, escribía.

Existe una segunda nota del H.Dositheus, fechada y escrita en elmismo lugar y año que la anterior en

que se menciona que ya hay un plantentativo para traer Hermanos a Chi-le. Posteriormente, el mismo padreThomas Darbois envía una cuartacarta al H. Dositheus, fechada el 16 denoviembre de 1901, en la cual insistesobre la utilidad de contar con reli-giosos maristas en la diócesis de San-tiago. En esta carta, Darbois no sólomanifiesta el interés sino que explicala causa concreta que hacía necesa-rio el arribo de los Hermanos a Chi-le. Específicamente, Darbois da aconocer una serie de conflictos quepor ese entonces mantenían los Her-manos de las Escuelas Cristianascon la Sociedad Santo Tomás deAquino. Como se señaló anterior-mente, esta Sociedad de laicos es-taba a cargo de administrar una se-rie de escuelas primarias en el país.Algunas de ellas habían sido encar-gadas a la tuición pedagógica de loslasallistas y a privados católicos conafán educador como los de la EscuelaNormal Santa Teresa. El conflicto conlos lasallistas tuvo su origen en la au-tonomía que éstos exigían para ges-tionar sus escuelas. La Sociedad fun-cionaba como el sistema estatal: dis-poniendo de un grupo de visitadoresde escuelas que recorrían las mis-mas, supervisando y anotando todolo referente a su funcionamiento. Talcomo dice Darbois en su carta: “Loshermanos de las escuelas cristianasno quieren admitir esto”, pues las vi-sitas no sólo entorpecían la rutina es-colar sino que también contradecíanla autoridad de los religiosos, incluso

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12 Sobre los Asuncionistas en Chile ver F. Aliaga, Religiosos Asuncionistas, 100 años alservicio de la Iglesia en Chile, Santiago, Congregación de Agustinos de la Asunción, 1990.

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delante de los alumnos. Pese a lasquejas continuas de los Hermanos,continuaban dirigiendo dos escuelas,pero quedaban aún cuatro que ne-cesitaban de nuevos regentes. Ahíestaba precisamente el campo apos-tólico de los maristas de acuerdo a laopinión de Darbois.13

El padre Darbois veía premonito-riamente las proyecciones de expan-sión de los maristas en Chile, pero lasituación en Francia, muy poco favo-rable para las diversas Congregacio-nes dedicadas a la enseñanza, eracada día más incierta, acentuada fi-nalmente con la dictación de las Le-yes de Combes en 1903 y 1904.14 Deaquí que, una posible venida a Chileofrecía una tierra cálida, tranquila y fér-til para el establecimiento de los ma-ristas. Por otra parte, en Chile las ten-siones religioso-políticas que habíangenerado las llamadas Leyes Laicasen las últimas décadas del siglo XIX,ya habían menguado su intensidad. Fi-nalmente no se registró un resultadopositivo en las activas gestiones delpadre Darbois para traer a los Her-manos Maristas al país.

En 1908, se realizó una terceragestión para traer a los Maristas a Chi-le, esta vez por parte del padre A. Ro-

yer, Provincial de los Redentoristas enChile. Esta gestión la efectuó ante eldeseo demostrado por el cura párro-co de la Parroquia de Santiago Após-tol, en Santiago, Samuel Sandoval. Enesa época sostenía una escuela-tallerde hombres y deseaba entregarla auna Congregación religiosa. Habien-do comunicado su preocupación al P.Royer, éste recordó la Congregaciónde los Hermanitos de María que tení-an varias casas en Colombia. El P.Sandoval le encargó que escribiera alH. Stratonique, nuevo Superior Ge-neral Marista, o a otro sacerdote deColombia “que pudiera entrar en con-versaciones con estos buenos Her-manos si acaso desean establecerseen Chile”.15 La carta fue dirigida final-mente al P. Visitador de los Redento-ristas, en Colombia.

El intermediario colombiano tuvoéxito en la gestión, ya que en carta defecha 3 de abril de 1909, el mismo H.Stratonique le informa directamente alcura Sandoval que está enterado desus deseos para que algunos Her-manos tomen bajo su dirección la es-cuela-taller que el cura deseaba fun-dar en esa parroquia. Pero la escasadisponibilidad de Hermanos fue elmotivo por el cual el H. Stratoniquejustificó la imposibilidad de concretar

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13 “Carta de P. Thomas Darbois al Hno. Dositheus”, Bordeaux, 16 de noviembre 1901. Trans-crita en L. Rubio, op. cit., pp. 98- 103.

14 Las leyes laicas de Combes, dictadas durante el gobierno del presidente Émile Lou-bet, a instancias del ministro de educación Émile Combes, prohibían a la Iglesia el accesoa la enseñanza, con lo que le arrebataba el papel que desde antiguo había desempeñado.Ellas motivaron finalmente la expulsión y supresión de numerosas Órdenes y Congregacionesreligiosas, incluidos los maristas. Para más detalles ver Gérard Cholvy, Christianisme et so-ciété en France au XIXe siècle, 1790-1914, París, edit. du Seuil, 2001, pp. 172- 189.

15 “Carta del P. Royel al Hno. Stratonique”, Santiago, 25 de agosto de 1908, transcritaen L. Rubio, op. cit., pp. 105- 107.

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la gestión. La persecución en Franciahabía hecho sentir sus estragos enlas casas de formación, las cualeslentamente comenzaban a recupe-rarse. Recuperación que, de acuerdoel parecer del H. Superior, se preve-ía lenta, aunque optimista pensandoque la rehabilitación de las vocacio-nes permitiría en un futuro no muy le-jano la disponibilidad de Hermanospara nuevas fundaciones. De estamanera, se frustraba otro intento re-alizado desde Chile para traer a losmaristas a nuestro país. Sin embargo,fue esta la primera vez que un ges-tor chileno recibía una respuesta di-recta del Superior General.

b. La intervención de Mons. Martín Rücker y la gestión definitiva, en 1910, del P. Joseph Maubon

En 1910, Monseñor Martín Rückerfue nombrado Vicario General delArzobispado de Santiago por el ar-zobispo José Ignacio González Ey-zaguirre. Investido de este cargo re-alizó algunos viajes a Europa dondese entrevistó con el H. Adventinus, enValencia, y con los Superiores, enGrugliasco, Italia. La primera entre-vista de una autoridad eclesiásticachilena, como lo era Rücker en esemomento, si bien no fue resolutiva sir-vió para que el entonces Vicario seenterara en persona de la obra pe-dagógica que los maristas realizabanen España. En Italia conoció al H. Mi-chaelis, Asistente General, quien te-nía a su cargo la zona marista ame-

ricana. Desgraciadamente, no hanquedado minutas o notas de lo tra-tado concretamente ni de lo resuel-to en la reunión sostenida con los su-periores de la Congregación, en Gru-gliasco. El H. Cristóbal, en su Histo-ria Marista, nos señala que “no lle-garon a un acuerdo, pero le dijeronque el Rvdo. H. Michaelis, Asistente,tenía que visitar al año siguiente loscolegios de América y obligado a pa-sar por Chile, podría tratar el asuntosobre el terreno”.16

Al regreso de monseñor Rücker desu viaje a Europa, en los primerosmeses de 1910, se dio inicio a las ges-tiones definitivas para traer una Con-gregación religiosa docente. Estasgestiones fueron emprendidas por elPadre Joseph Maubon, Visitador delos Asuncionistas, por instruccionesdel directorio del Centro Cristiano y,por ende, del Arzobispado de San-tiago. El objetivo explícito que esasgestiones perseguían era “tratar elmedio de hacer venir de Europa al-guna de las Congregaciones de En-señanza, no existentes aún en Chile,para proporcionar más auxiliares a laEnseñanza Católica.” Para ese en-tonces, las gestiones ante los supe-riores de la Congregación Marista, yahabían avanzado hasta la resoluciónde enviar, finalmente, religiosos aChile. Las Actas de Sesiones delConsejo General de la Congrega-ción reunido en Grugliasco, bajo lapresidencia del Superior General H.Stratonique, especifican escueta-mente las disposiciones que se iban

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16 Ibid.

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17 Acta Consejo General, 28 de Junio de 1910. En León, op. cit., p. 34.18 “Carta del Hno. Stratonique al P. J. Maubon”, Grugliasco, 29 junio 1910. En Archivo Pro-

vincial Asuncionista, Santiago de Chile, citada en León, op. cit., p. 34.

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“La remuneración mensual de 100 pesos es suficiente en Chile para el sustento y mantenimiento deun religioso, dado que los precios generales de alojamiento, reparaciones, mobiliario escolar sonsoportados en las Escuelas gratuitas por la administración diocesana.La ropa común, sábanas, servilletas, ropa de cama serían provistas por los Fundadores para lacantidad de Hermanos pedidos. La Curia proporcionó 1000 pesos para el viaje de cada Hermano destinado a una Escuela una obrasimilar solicitada por ella. Ciertas Escuelas gratuitas funcionan ya con profesores seglares. La Curia se encargaría de hacer lostraspasos a los Religiosos, amistosamente, sin ninguna fricción que temer. La fundación de otras Escuelas gratuitas se presentará a medida que la administración diocesanaencuentre los fondos necesarios.Existe la necesidad de Colegios pagados, así como de Internados.

adoptando como resultado de los di-versos intentos que se hacían desdeChile por medio del Padre JosephMaubon, en representación del Ar-zobispo González Eyzaguirre. En con-creto, lo que el arzobispo requería delos Hermanos era una “quincena deellos para crear dos escuelas indus-triales y comerciales en tres o cuatrode las grandes capitales de provinciaen Chile”.17 Los datos de la propues-ta son decidores respecto a las ne-cesidades educacionales de la Igle-sia, específicamente en la enseñan-za técnica, donde contaba con unascuantas escuelas de comercio a car-go de los salesianos, otras escuelas-nocturnas industriales a cargo desociedades piadosas y las escuelas-talleres de los patronatos.

La petición de monseñor Gonzá-lez Eyzaguirre era clara, aunque noespecificaba detalles, omisión que fi-

nalmente demoró aún más las ges-tiones. Pero no se trataba de simplesdetalles sino de aspectos importan-tes sobre los cuales el Superior exi-gía del Arzobispado información bienprecisa: las condiciones generales,programas escolares, estado de lasescuelas, financiamiento de la edu-cación, gastos de instalación, mobi-liario, ropa de los Hermanos, etc.18 ElPadre Maubon, una vez hechas es-tas consultas prácticas al Arzobispa-do de Santiago, le comunicó al Su-perior General Marista, la disposiciónpositiva tanto de la autoridad ecle-siástica del país como de la propia,para la futura instalación de los Her-manos en Chile. Esta vez la carta deMaubon detalla con precisión todoslos aspectos concernientes al esta-blecimiento de los Hermanos en Chi-le. El texto es rico en detalles y bienvale la pena citar algunos extractos:

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19 “Carta de J. Maubon al Hno. Stratonique”, Santiago, 22 agosto 1910. Archivo Provin-cial Asuncionista de Santiago de Chile, en León, op. cit., p. 35.

20 Acta Consejo General, 21 de octubre 1910. En León, op. cit., p. 38.21 E. Corredera, La Semana Trágica, Edit. Luis Vives, Zaragoza, 1980.

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“Satisfecho con las explicaciones que usted tuvo a bien hacernos llegar y lleno de confianza en labenevolencia de su Excelencia Mons. el Arzobispo, como también del caritativo apoyo que usted hatenido a bien ofrecernos, el Consejo del M. Rev. Hermano acepta las propuestas de la Curia ypromete Hermanos para una primera fundación en la diócesis de Santiago a principios del nuevo

La Congregación se dará cuenta a sí misma de esta necesidad, y podrá contar siempre con el apoyomoral de la autoridad diocesana para estas fundaciones y con su colaboración material si estamisma autoridad solicitase fundaciones. Sobre Enseñanza profesional, industrial, agrícola, comercial, la Curia no pretende en este momentomás que la Enseñanza teórica…La lengua española basta en las Escuelas gratuitas; el francés y elinglés serán deseados en los Colegios pagados”.19

Una vez conocidas y aceptadas es-tas condiciones, el Consejo General dela Congregación autorizó, en sesión de21 de octubre de 1910, la formación deuna comunidad de Hermanos dispo-nible para las fundaciones de Chile.20

Es probable que esta decisión hayasido más bien apresurada tomando encuenta la coyuntura del momento: lanecesidad de reubicar a los HermanosMaristas de San Andrés de Palomar yotros de Barcelona y alrededores, es-tablecimientos que debieron ser aban-donados, a consecuencias de la re-volución de la llamada Semana Trági-ca de Barcelona en julio de 1909.21 Es-tos hechos, además de aquellos acae-cidos en Francia con la aplicación delas mencionadas Leyes de Combes,fueron suficientes para convencer a lossuperiores de la Congregación deque la solicitud de Hermanos desde

Chile era una manera digna de salvara sus religiosos, enviándolos a nacio-nes no convulsionadas por este tipo desituaciones y necesitadas del aposto-lado educativo.

Tras este último acuerdo del Con-sejo General, el H. Michaelis, Asisten-te General de la Congregación, envióal P. Maubon la carta que contenía ladecisión definitiva, y de gran significa-ción histórica, de enviar a los primerosreligiosos maristas a Chile. La cartaestá fechada en Grugliasco, con fecha15 de noviembre de 1910. Esta notaconstituye el punto de partida del es-tablecimiento de la Congregación delos Hermanos en nuestro país y, másprecisamente, en Los Andes. Desdeaquí, se irradiará el carisma marista.

En la carta se señala lo siguiente:

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La Congregación se comprometióa enviar cuatro Hermanos para unaprimera fundación en la diócesis deSantiago. Esta primera comunidaddebía estar ya establecida en febre-ro de 1911 para preparar el inicio delaño escolar del colegio que les co-rrespondía supervisar. El lugar elegi-do fue Los Andes.

Una vez enviada la carta al PadreJoseph Maubon, el H. Michaelisabandonó la Casa Madre de Gru-gliasco y emprendió el viaje haciaSudamérica para supervisar en per-sona no sólo los detalles de la fun-dación chilena, sino también para vi-sitar los establecimientos de Argen-tina, Perú, Colombia y México, en ca-lidad de Delegado del R. H. SuperiorGeneral. Aprovechó la ocasión paraestudiar en el lugar los medios prác-ticos para dar curso, en lo posible, avarias solicitudes de fundaciones rei-teradas a menudo y con insistencia,especialmente en Chile y el Perú.

Este viaje del H. Michaelis a Sud-américa no comportó gran novedadrespecto a la situación chilena. Esprobable que se zanjaran algunos de-talles de índole administrativa, pero elgrueso de las negociaciones y elacuerdo final ya había sido tomado enGrugliasco por el Consejo General. Elcontrato, válido por 5 años, fue fir-mado el 2 de febrero de 1911 por el vi-sitador H. Michaelis, representando alos maristas, y Monseñor Rücker re-presentando al arzobispado de San-tiago. Quizás lo más interesante delcontrato es que se consagró la liber-tad de los Hermanos para seguirsus métodos pedagógicos y la posi-bilidad de la Congregación de efec-tuar los cambios de personal que fue-sen necesarios.23 Estos acuerdosno eran menores, porque eran pun-tos que habían llevado, un tiempoatrás, como vimos, a graves des-avenencias entre los Hermanos de lasEscuelas Cristianas y la Sociedad deEscuelas Católicas Santo Tomás deAquino.24

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22 “Carta del Hno. Michaelis al P. J. Maubon”, Grugliasco, 15 de noviembre 1910. Archi-vo Provincial Asuncionista de Santiago de Chile, en Léon, op. cit., p 39.

23 E. Belloso FMS et all, Memorias del Instituto Chacabuco (1911- 2001), Santiago, Pro-vincia Marista de Chile, 2001, p. 27.

24 “Carta del P. Thomas Darbois al Hno. Superior General”, Bordeaux, 16 de noviembrede 1901. En Rubio, op. cit., pp. 98- 103.

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curso escolar. Antes de esa época, es decir a mediados de Enero, yo mismo tendré, si Dios quiere, elplacer de ir a saludarlo y de presentar mis respetos a Monseñor el Arzobispo, al pasar a Chile; lo quenos permitirá arreglar algunos detalles.” 22

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3.LA CREACIÓN DELDISTRITO CHILE- PERÚY EL BALANCE DE UN PERIODO

La centralidad administrativa res-pecto a España se desarrolló en pa-ralelo a la autonomía que iba adqui-riendo el Distrito Chile- Perú, sobretodo tras la Primera Guerra Mundial. Elconflicto bélico obstaculizó el flujo deHermanos de Europa a Chile y, aúnpeor, el flujo de novicios. De estamanera, prevaleció la urgencia porcontar con una casa de formación au-tóctona y, ya en el año 1918, los Her-manos inauguraron el Noviciado deSan José, situado en la calle Las Hor-nillas con Vivaceta, en la comuna deIndependencia, al norte de la ciudad.La casa de formación, primer espaciohabitable que ocuparon los Hermanosen Santiago, pertenecía al Arzobispa-do de Santiago a quien había sido le-gada con el objetivo de utilizarla para

la construcción de un colegio: el Ins-tituto Comercial y Artístico, merced allegado del Presbítero Prudencio He-rrera.26 El colegio, al parecer, nuncapudo construirse, al menos en eltiempo que los Hermanos permane-cieron allí. En 1922, pasó a ser tambiénjuniorado para las vocaciones quevenían de España o que surgían enChile y Perú. Además, desde su aper-tura pasó a ser la sede del HermanoVisitador del Distrito Chile-Perú.

Un hecho importante que permitiófortalecer la autonomía del Distrito fuela personalidad jurídica obtenida porparte del Estado y la autorización ecle-siástica para el establecimiento de laCongregación, ambas conseguidas enlos años 1914 y 1915 respectivamente,facilitando con ello el traspaso de bien-es inmuebles y la ayuda monetariaanual. El texto que solicitó el reconoci-miento de la obra en Chile, describía su-cintamente el estado de la Congrega-ción hacia 1915, en estos términos:

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25 “Carta del Arzobispo de Santiago al Superior y al Señor Ecónomo de los Maristas, 25de julio de 1917”, en AASCh, 68, 86, “Hermanos Maristas de la Enseñanza”.

26 AASCh, 68, 86, “Hermanos Maristas de la Enseñanza”, Visitador de los Hermanos Ma-ristas en Chile, Hno. Andrés, “Hermanos Maristas de la Enseñanza, su establecimiento enla Arquidiócesis, 1915”.

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“Que siendo ya cinco las Casas-Colegios que la Curia Eclesiástica de Santiago se dignó confiar a ladirección de los Hermanos y hallándose establecidos en las ciudades que por orden de antigüedaden su instalación siguen: Los Andes con 180 alumnos, Curicó 150, Quillota 150, Rancagua 70 yRengo 180 en su Escuela Parroquial; siendo el total de 730 alumnos confiados a la dirección ycuidado de 26 hermanos. En vista de lo cual, el infrascrito se permite creer que sería momentooportuno para venir a Solicitar de vuestra Excelencia Ilustrísima un Decreto de aprobaciónautorizando el Instituto de los Hermanos Maristas de la Enseñanza en Chile.” 26

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27 Ver Registros Diversos, Constitución, 1923-1944, año 1929. En AHPMCh.

Tras 18 años de estadía en Chile,el objetivo inicial proyectado por laIglesia para traer a los Hermanos Ma-ristas al país, se había concretado ydado frutos. Pasados catorce añosdel reconocimiento jurídico y ecle-siástico, en 1929, la sección chilenadel Distrito estaba bien cimentada: elnúmero de Hermanos había aumen-tado de veintiséis, en 1915, a sesen-ta y cinco en 1929; y los alumnos de730 a 1.799, distribuidos en cinco co-legios y una casa de formación. LaCongregación estaba ya arraigada enel país, tenía cierta influencia en lascomunidades locales donde se habíaestablecido, con colegios que con-gregaban a un selecto alumnado,muchos de ellos hijos de las autori-dades públicas y ciudadanos promi-nentes de las zonas, y su enseñanzaya era bien considerada y reconoci-da por las comisiones examinadorasdel Estado.27

La oferta educativa de los Her-manos Maristas se complementócon la demanda social por educación¿Quién estudió en los colegios de losHermanos? En términos generales,fue un alumnado más bien hetero-géneo, aunque con ciertos rasgos encomún. Sus familias eran de clasemedia y urbana.

El sector social de las familias es-taba, principalmente, muy ligado a laprofesión del padre (la profesión de lamadre pocas veces fue registrada).Como podemos advertir en el gráfi-co, se trataba de ocupaciones emi-

nentemente urbanas, semi-profesio-nales y de mediana categoría, es de-cir, que muchas de ellas no requerí-an destrezas universitarias, aunque sítécnicas. La profesión de comer-ciantes fue la ocupación más comúnentre los padres de los alumnos ma-ristas. En su mayoría, y de acuerdo ala realidad nacional de la época(1920), se trataba de pequeños y me-dianos comerciantes. Probablemen-te muchos de ellos eran propietariosque daban trabajo a más de un em-pleado y su poder adquisitivo lespermitía ahorrar o invertir en la edu-cación de sus hijos. El porcentaje deagricultores es más bien homogéneoy se explica considerando el carácteragrícola de la sociedad chilena que semantiene incluso más allá de la dé-cada de 1930. Tanto el agricultorcomo el comerciante eran pequeñoso medianos propietarios.

También se observa cierta homo-geneidad en Santiago, excepto en elcaso de las profesiones liberales(que sí requerían estudios universita-rios), cuyo alto porcentaje refleja laespecificidad de la capital respecto alas provincias. Es en Santiago dondese concentran los estudios superio-res y las familias que podían solven-tar una carrera universitaria. Es pro-bable, por lo tanto, que el perfil socialde los alumnos del Alonso de Ercilla,representara la clase media alta y noasí el sector medio emergente deempleados públicos que representanlas provincias.

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De acuerdo al contexto de la edu-cación católica en 1910, la Iglesia, me-diante el Centro Cristiano, había pro-movido la enseñanza secundaria antela presencia abrumadora del liceo fis-cal. Podemos decir que, por ello, elcolegio católico nació como contra-peso a la enseñanza secundaria es-tatal, en el sector de las Humanida-des. Más todavía, en lugares dondela educación católica escaseaba.Ahora bien, en los convenios entre laIglesia y la Congregación, jamás sedefinió la naturaleza del tipo de edu-cación que los Hermanos debían en-tregar, aunque lo intuían a través delas continuas cartas que aportabandatos e informaciones sobre Chile yque se solicitaban desde Grugliasco.

Una vez en Chile, luego de unosaños de prueba en Los Andes y Cu-ricó, y ya conociendo la realidad delpaís, se abocaron de lleno a la ense-ñanza de las Humanidades, creán-dola en lugares donde no existía y po-tenciándola en donde ya se hallaba.La acogida recibida por las comuni-dades de las ciudades a las que lle-garon –en algunos lugares, como enel caso de Curicó, se los fue a bus-car- nos permite inferir que existíatambién una demanda focalizada deinstrucción secundaria de tipo cató-lico, que si bien no fue aguda –la exis-tencia del Liceo no comportaba unaopción categóricamente desecha-ble- sí existió. Con su presencia, sesatisfizo a un sector de la sociedadque con el tiempo ya no toleraba per-der la oportunidad de educar cristia-namente a sus hijos. De ahí, salvo unaexcepción, la de Rengo, donde la la-bor educacional no fue ejercida to-

talmente por los maristas y en don-de, en tan corto tiempo, no alcanzóa consolidar, la comunidad ciudada-na se abocó a cobijar y ayudar consus medios económicos y con suscontactos e influencias a la obraeducacional marista para que se pro-longara en el tiempo.

Esto no es menor, si se conside-ra que la propiedad de los colegios nopertenecía a los Hermanos y estos norecibían ningún tipo de ayuda por par-te del Estado, siendo cada vez másreducidas las que provenían del Cen-tro Cristiano y de la Iglesia. El únicomedio que vislumbraron, desde unprincipio, los Hermanos para su exis-tencia y su prolongación en Chile fuela colegiatura por parte de los padresy apoderados de los alumnos, lasayudas o donaciones de estos mis-mos y, por sobre todo, las influenciassociales y económicas a nivel local,primero de los padres y apoderados,y luego por la ingente masa de exalumnos, quienes, a su vez, deman-darán con el tiempo este tipo de edu-cación para sus hijos.

CONCLUSIÓN

La Congregación de los HermanosMarista fue especialmente buscada,organizada y traída por la Iglesia Ca-tólica chilena (Arzobispado de San-tiago), a través y fuertemente apo-yado por el Centro Cristiano, comouna manera de no perder influenciaen la sociedad, principalmente en laeducación secundaria (donde se for-maba la elite en la época) en un pro-

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yecto para hacer frente a la hegemonía de los Liceos fiscales, principalmenteen las ciudades de provincia, donde la oferta educativa católica era esca-sa, por no decir nula. Este esfuerzo de radicación, llevó a los Maristas a te-ner que adaptarse al objetivo trazado y a las nuevas condiciones geográfi-cas, sin dejar de lado su carisma y valores evangelizadores y pedagógicosheredados de Europa.

Para 1929, año en el cual los Maristas se asientan en la capital, Santiago,estos administran 5 colegios en provincia y una casa de formación de reli-giosos. La fundación del Instituto Alonso de Ercilla representa el punto finaldel periodo fundacional y de asentamiento de los Hermanos Maristas en elpaís. Se diferencia de las fundaciones anteriores por el hecho simbólico deestablecerse en la capital del país y, con ello, ponerse a la altura de la edu-cación católica y fiscal de más prestigio e influencia. El terreno y el local delInstituto Alonso de Ercilla, fueron los primeros bienes raíces de completa pro-piedad de los Hermanos Maristas en Chile después de veinte años de resi-dencia en el país. El resto de los colegios pertenecían al Centro Cristiano oal Arzobispado, de acuerdo a los contratos firmados. En ese sentido, la lle-gada a la capital seguía siendo simbólica para la Congregación.

Independencia que tendría una institucionalidad propia, no alejada del Ar-zobispado de Santiago ni el de Concepción, pero con una trayectoria e ide-ario de la que ya se iba delineando con propiedad la Provincia Marista de Chi-le, refrendados a los pocos años con la autonomía oficial del Distrito Chile-Perú de la Provincia de España en 1934 y la separación oficial de aquellosen dos provincias autónomas en 1946.

N.B.: Historiador. Exalumno marista. Coautor del libro: “100 años de pre-sencia marista en Chile”.11/05/201.

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De la Santa Esclavitud Mariana a“Nuestro Recurso Ordinario”

“Todo a la mayor gloria de Dios y el honor de María”, “todo a Jesús por María, todo a María para Jesús”, “nuestro recurso ordinario”, son, en nuestra opinión, lemas o expresiones legadas por el P. Champagnat. Pero apenas nos hemospreocupado sobre su origen y la historia de sus comienzos. Me voy a ocupar de algunas de ellas, e incluso de una más, muy sorprendente, y tratar de esclarecer cómo se han impuesto entre nosotros como patrimoniales.

1. LAS RESOLUCIONESDE M. CHAMPAGNATEN 1815

M. Champagnat, seminarista enSt. Irénée, nos dejó un cuaderno de“Resoluciones que pongo bajo laprotección de la Santísima Virgen” so-bre los puntos siguientes:

– Guardar silencio en los corredoresy escaleras, “en clase y durante lalectura”.

– Durante el recreo, pasear indife-rentemente con todos y no hablarmucho.

– Evitar la murmuración, las menti-ras y las exageraciones.

– Estar atento en clase y durante lasconferencias.

Dado que, en su “primera resolu-ción”, Champagnat alude al rezo delbreviario, tuvo que ser escrita des-pués de su acceso al subdiaconadoel 6 de junio de 1814. La 5ª está fe-chada el 3 de mayo de 1815, y la 7ª yúltima es de junio1. Estas resoluciones

André Lanfrey, fms 75

INVESTIGACIÓN SOBRE LA GÉNESIS DE LOS GRANDES LEMAS MARISTAS (1815-1852)

H. André Lanfrey

E S T U D O S

1 La expresión “si el rey vuelve” puede ser antes de Waterloo (18 de junio) o poco des-pués. El rey no vuelve a Paris hasta primeros de julio.

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podrían parecer bastante banales sino se tratara de un tiempo de con-vulsiones políticas: caída del Imperio,1ª Restauración y los 100 días, queprovocan efervescencias dentro delseminario. Por el contrario, manifies-tan la voluntad de no ceder ante unambiente de discusiones y divisionespolítico-religiosas en el propio centro.

Pero en el párrafo 4 se separa delas preocupaciones ascéticas y dis-ciplinarias para expresar una sor-prendente espiritualidad mariana:

“Dios mío, tú conoces mi miseria. Ten piedad de mí, te lo suplico. Santísima Virgen,sabes que soy tu esclavo. En realidad, soy indigno de tan gran favor, pero así brillará tu bondad para conmigo. Así sea2”.

En esta invocación a María, la pa-labra “esclavo” parece muy extraña,tanto más cuanto que esa esclavitudes considerada como un favor. De es-tas pocas líneas de estilo un tantoelíptico, podemos retener la inter-pretación provisional siguiente: me hecomprometido a servirte como es-clavo y tú me has aceptado pese a miindignidad. Que tu favor siga actuan-do sobre mí como testimonio glorio-so de la misericordia de Dios y de tubondad.

a. La espiritualidad de la esclavitud mariana

Desde luego, la palabra “esclavo”solo aparece una vez en los escritosde Champagnat, pero está demasia-do profundamente inscrita en la histo-ria de la devoción a María para poderser considerada como un exceso delenguaje accidental. En España, Inésde San Pablo, franciscana concepcio-nista, fundó, entre 1575 y 1595, la pri-mera cofradía conocida con el nombrede La Santa Esclavitud3. Las asocia-ciones se multiplican en el s. XVII, peroeste título suscita muchas críticas, y elhecho de que los cofrades lleven unacadenita le da un carácter de cho-cante4 ostentación. Aunque conde-nada por el papa Benedicto XIV en1758, esta devoción duró hasta el s.XIX. En Ars, el santo párroco aceptacofrades en una asociación de la San-ta Esclavitud de 1845 a 18525.

No se trata solo de una devociónpopular. A principios del s. XVII, el car-denal Bérulle, introductor del Carme-lo en Francia y fundador de la EscuelaFrancesa de espiritualidad, preconi-zó, para los Carmelitas bajo su juris-dicción, un voto de servidumbre ma-riana que le atrajo muchas críticas. YGrignion de Monfort, muerto en 1716,ilustrará casi un siglo después ladoctrina de la esclavitud mariana.

76 Investigación sobre la génesis de los grandes lemas maristas (1815-1852)

2 En una 3ª parte fechada el 3 de mayo de 1815, víspera de la Ascensión (estamos du-rante los 100 días), renueva las resoluciones anteriores y añade otras.

3 Diccionario de espiritualidad, t. 4, col. 1135. 4 Pierre Collet, Vie de Henri Marie Boudon, grand archidiacre de Evreux, Paris, Héris-

sant, 1753, t. 1, p. 5 Mons. Fourrey, op. cit.p. 307-310.

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En realidad, la causante del pro-blema es más la palabra esclavitudque la devoción en sí misma. Pero seha de entender en un sentido cultu-ral y no jurídico6. Es, en efecto, una in-terpretación y prolongación místicasde la literatura del amor cortés me-dieval. Así, el caballero enamorado desu Dama (Domina=dueña, patrona) seconsidera como su vasallo, aceptan-do consagrarse por entero a su ser-vicio. La esclavitud o servidumbre ma-riana, deben, pues, ser percibidas ensentido metafórico: abandono enAquella a quien se ama por encima detodo, esperando su favor como com-pensación.

b. H.M. Boudon (1624-1702),apóstol de la esclavitud mariana

En 1840, la biblioteca de Cham-pagnat contiene la Vida de Henry-Ma-rie Boudon, arcediano de Evron, deJean Collet, publicada por primera vezen 1753. Se trata de un eclesiásticomodelo7, ardiente misionero y místi-co adicto a la esclavitud mariana (t. 1,

Libro 3, XLIX p. 352…). Hizo voto decastidad a María en calidad de vasa-llo en 1641 (t. 1, XLIX p. 379).

Sus numerosos libros espirituales8

tuvieron un éxito extraordinario. Tra-ducidos al latín, italiano, español, ale-mán, polaco y flamenco. Pese a loprolijo de su estilo, que con frecuen-cia se le ha reprochado, se publica-ron hasta el s. XIX9. Boudon fue, poreste medio, uno de los grandes difu-sores de la Escuela Francesa de es-piritualidad y es gracias a él, en par-te, que la espiritualidad del cardenalBérulle pasó a los PP. Colin y Cham-pagnat10.

Su espiritualidad es el solo amorde Dios, ante quien toda criatura esnada. Su cristología está fundada enla contemplación del misterio de unDios que oculta sus grandezas11. Esaespiritualidad mariana, aunque muyafectiva, se fundamenta a la vez en suteocentrismo y cristología: inclusosiendo nada como criatura, María, alquedar asociada al rebajamiento delHijo, fue elevada por Dios al rango de

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6 Pensar en la importancia de las novelas de Caballería en la Europa del s. XVI, y sobretodo en España con Ignacio de Loyola y el Don Quijote de Cervantes enamorado de su Dul-cinea.

7 Arcediano de la diócesis de Evron en 1654, se esforzó por restablecer en ella la dis-ciplina eclesiástica y luchar contra el jansenismo.

8 Diccionario de espiritualidad, t. 1 col. 1890. La obra de Boudon fue incluida en el índicea causa del contexto antimístico del final de s. XVII. En una carta, da la lista de la treintenade obras escritas por él. En ella dice: “Hay también, publicada en Michallet, la Devoción dela esclavitud de la admirable Madre de Dios, (publicada por Lambert en 1688), pero no ha-blo de ella porque Roma ha prohibido esta devoción por los abusos que se producían”.

9 Sus obras completas se publican en Migne en 1856 (Diccionario de espiritualdad, t. 1col. 1887-1893).

10 En sus manuscritos el H. François se refiere con bastante frecuencia a Boudon.11 Yves Krumenacker, La escuela francesa de espiritualidad, Le Cerf, Paris, 1998, p. 500-503.

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soberana. Y es justo que las criaturasreconozcan su nada ante ella.

Encuentro connivencias impor-tantes entre Las Santas Vías de laCruz, breve obra de Boudon publi-cada por primera vez en 1671, y la es-clavitud evocada por Champagnat. Ensus páginas, Boudon exalta el papelde María en la Redención, sobretodo al pie de la cruz, e invita a las al-mas generosas a entrar por esa vía.Es un tratado sobre la vida mística,

muy fuertemente inspirada por San-ta Teresa de Ávila. En la introduccióntitulada “A Nuestra Señora de la pie-dad”, Boudon hace ofrenda de suobra a María “como cosa que os per-tenece por mi calidad de esclavo”.Luego, al saludar a María con los tí-tulos de Dueña soberana, augustaReina y Señora de toda piedad con-templa sus sufrimientos. Y la com-paración entre las frases de Cham-pagnat y de Henri Boudon sugiereuna posible influencia directa.

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Champagnat (Resolu-ciones de 1815)

Boudon (Introducción de las Santas Vías de la Cruz

“Dios mío, tú conocesmi miseria. Te lo supli-co, ten piedad de mí.

(Invocación a Nª Srª de la Piedad)

Virgen Santísima, sabes que soy tu esclavo.

“Santísima Virgen, esta pequeña obra viene a rendirse ante tus sagradas plantas […] como algoque te pertenece por mi calidad de esclavo” […]

En verdad, soy indignode tan gran favor,

“Lo confieso, mi divina princesa, hace mucho tiempo que debería estar muerto de dolor por la consideración de lo extremo de tus penas; pero, por otra parte, reconozco que soy del todo indigno de tan insigne gracia”.

pero así brillará tubondad para conmi-go. Así Sea”.12

“Soporta, mi gloriosa Señora, estos impulsos deamor de mi pobre corazón en tu amable presenciay obtenme […] el amor que has sentido por lassantas vías de la cruz. Así sea”.

12 En una 3ª parte fechada en mayo de 1815, víspera de la Ascensión (estamos durantelos 100 días), renueva las resoluciones anteriores y añade otras.

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Al final del Libro III de la citada obrade Boudon una “oración a Nª Srª delos Mártires” presenta una estructu-ra muy parecida.

“… Con justicia, pues, la Iglesia te honra como a su digna Reina, y es en unión de estos sentimientosque este último y más indigno de sus hijos se prosterna ante el trono de tus grandezas, para presentarte sus homenajes en calidad de tu esclavo, llamándote en su ayuda como Señoray Reina de los mártires. ¡Oh mi buena dueña! hazme digno de mezclar mis lágrimas con las tuyas, y de hacerte compañíapermaneciendo de pie y firme contigo al pie de la Cruz”.

c. ¿Un punto esencial yprecoz de la espiritualidadde Champagnat?

Que el Champagnat de 1815 hayaleído o no a Boudon, no niega unacosa segura: su oración se inscribeen una sensibilidad espiritual de la queel Sr. Boudon es uno de sus grandesrepresentantes13. Y esta doctrina es-piritual es susceptible de iluminar deforma singular su primera resolucióny afinar así su sentido. María esNuestra Señora de la Piedad por serimagen de la piedad divina. No solo

por la piedad que siente hacia el pe-cador, sino también por el favor queconcede a los pecadores que, pesea su propia indignidad, compartencon ella el abandono de la cruz quela convierte en Reina de los Mártires14.

d. El tema de la adhesión a una asociación de esclavitud mariana

Esta espiritualidad de la esclavitud¿es una elección personal de Cham-pagnat, inspirada por la lectura deBoudon, o el signo de pertenencia auna asociación de seminaristas im-buidos de la espiritualidad de la San-ta Esclavitud? Se olvida con dema-siada frecuencia que en todos los se-minarios de entonces funcionabanasociaciones de piedad bajo diversasdenominaciones. En El auténtico pá-rroco de Ars, Mons. Fourrey15 re-cuerda que en Verrières en 1812-13Jean-Marie Vianney (1786-1859) for-ma parte de una asociación de laSanta Esclavitud cuyos miembros lle-van una cadenita como emblema. Ycita un extracto de la Vida de J.M.Vianney del abate Raymond recogidoen los archivos de Belley-Ars:

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13 No tenemos prueba alguna de que Champagnat haya leído La santa Esclavitud de Bou-don. Por el contrario, su biblioteca contiene, en 1840, la Vida de Henry-Marie Boudon, ar-cediano de Evreux, de Jean Collet, publicada por primera vez en 1753 que evoca de conti-nuo a este eclesiástico modelo y ardiente misionero; justifica la esclavitud mariana (t. I, li-bro XLIX p. 352…) y presenta su voto de castidad a María en su calidad de vasallo marianoen 1641 (t. I, libro 3 p. 379). Se trata, pues, de un personaje bien conocido de M. Champa-gnat.

14 En La Valla, Champagnat hará numerosas peregrinaciones al pequeño santuario deNuestra Señora de la Piedad. En 1836 hará pintar en el muro de la nueva capilla algunos tí-tulos de maría, entre los cuales el de “Regina Martyrum”.

15 El auténtico párroco de Ars, La Escala de Jacob, Dijon,1ª edición en 1964; 2ª en 2009,p. 63.

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“Se declaró un abnegado esclavo asociándose a la Santa Esclavitud de María. Era uno de sus más celosos y fieles asociados […].Ya llevaba los símbolos del escapulario y del santo Rosario, pero se mostraba ufano de llevar las cadenas de la santa esclavitud”16.

Sin embargo es muy poco proba-ble que M. Champagnat y J. M. Vian-ney hayan pertenecido a la mismaasociación en Verrières: ningún do-cumento indica una relación personal.Pero numerosas asociaciones, tantoen Verrières como en Saint Irénée,podían alimentar una espiritualidad deesclavitud mariana sin llevar ese nom-bre, como demostraré más adelante.Y no hay que olvidar que los primerosMaristas son, al principio, una aso-ciación de seminaristas entre otrasvarias.

e. Ejemplo de una pequeña sociedad en el seminario de Clermont-Ferrand

A lo largo de mis investigaciones,en los archivos diocesanos de Cler-mont-Ferrand, he encontrado nu-merosos estatutos de asociacionesde seminaristas, en particular de “LaAsociación piadosa establecida entrelos seminaristas de Filosofía de Mont-ferrand para honrar a N.S. JesúsCristo presente en el sacramento dela Eucaristía” iniciada en mayo de187117.” Su fecha de fundación es tar-día, pero sus reglamentos tomaronpor modelo diversas asociacionesmucho más antiguas18. Así, en la“Consagración a María” al final del re-glamento encontramos rasgos deuna asociación de la Santa Esclavitud:

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16 En el proceso de beatificación el abate Reymond tiene frases muy parecidas: “Hizograndes progresos en la piedad, mostró gran devoción a la Santísima Virgen y fue miem-bro de una asociación que se llamaba la esclavitud de María. Conozco esto por uno de suscondiscípulos o por él mismo”.

17 En la ciudad de Clermont-Ferrand, en el centro de Francia.18 En especial una Asociación en honor del Santísimo Sacramento erigida en el seminario

Mayor de Montferrand en 1837.19 La precedente consagración a Jesús en la eucaristía tiene ya un tono muy mariano:

“Virgen santísima, lo sabes, por ti queremos llegar a Jesús tu Hijo; también por ti queremosamarlo. Ofrécele en este momento nuestros corazones para que sean suyos por siempre,

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“¡Oh Virgen inmaculada, Madre de Jesús y Madre nuestra! […] por ti queremos llegar a Jesús que nos llama”. […] “A ti, pues, oh María, iremos para conocer a Jesús; iremos para poseer a Jesús;tú nos lo mostrares en tus virtudes; nos lo darás por la gracia.” […] “Para merecer estos favoresque solicitamos de tu ternura y ser menos indignos de Jesús nos consagramos a tu servicio en calidad de esclavos, muy dichosos de no tener desde ahora voluntad propia, sino obedecer en todo a la madre de quien se hizo obediente hasta la muerte en la cruz y que, cada día, obedece a los miles de presbíteros por amor a los hombres.Todo a Jesús por MaríaTodo a María para Jesús. Así sea.19”

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Es el mismo proceso espiritual deBoudon y Champagnat y con el mis-mo lema de los Hermanos Maristas.La hipótesis de pertenencia de Cham-pagnat, en Saint Irénée en 1814-15, auna asociación de seminaristas mar-cada por la devoción a la Santa Es-clavitud no es, pues, imposible. Trassu compromiso, después de junio de1815, ya no empleará el término “es-clavo”, pero el formulario de 1816 ¿noera el mismo, con lenguaje menos ar-caico, un compromiso de la mismanaturaleza que la esclavitud mariana?De todas maneras, haya pertenecidoo no a una asociación anterior al gru-po marista, Champagnat estuvo encontacto con la espiritualidad de SaintIrénée en 1814-15 de donde pudo sa-car el lema que dará más tarde a losHermanos Maristas.

2.“LA SANTACONSAGRACIÓN”:ORIGEN DEL “TODO AJESÚS POR MARÍA…”

En su obra Espiritualidad de SanMarcelino Champagnat (Madrid-Ma-rista, 2003) el H. Manuel MesoneroSánchez tuvo el gran acierto (p. 97-98) de indicarnos una fuente literariaque empleaba, y tal vez inventaba, el

lema “Todo a Jesús por María; todoa María para Jesús”. Se trata de un li-bro anónimo de 1808, titulado ·”LaSanta Consagración o los Consa-grados a Jesús y María”. En 1840, ha-bía un ejemplar en la biblioteca del P.Champagnat. Su autor es, en reali-dad, (Jean-Baptiste Aubriot de La Pal-me (1752-1826) eminente eclesiásti-co de la diócesis de Chambéry.

Ordenado presbítero en 1776, el Sr.de La Palme dirige el Seminario Ma-yor de Chambéry de 1780 a 1792,donde combate las influencias jan-senistas. El autor de su reseña bio-gráfica añade: Es entonces uno de losanimadores de la Aa de Saboya, muyrelacionada con la Aa de Turín” (Aa =Assemblée des amis. N. T.). Ahorabien, estas sociedades secretas deseminaristas, impregnadas de fervory espíritu apostólico, jugarán un granpapel en la oposición espiritual a laRevolución y al Imperio. Tras la inva-sión francesa de Saboya, el Sr. de LaPalme rehúsa el juramento y se reti-ra a Turín en 1793. En 1795-96, orga-niza la Iglesia refractaria de la dióce-sis y vuelve a Chambéry en 1797. Bajoel Imperio, participa en la resistenciaclandestina al despotismo imperial,sobre todo con su obra La SantaConsagración20. Tras el Imperio, seráun clérigo al mismo tiempo ultra-montano y muy rigorista21.

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pero al mismo tiempo, ¡oh divina Madre!, ofrécele también por nosotros tu amor y tus ple-garias. ¡Oh Jesús!, recibe de manos de María estos corazones que se entregan a ti. Ben-dícelos, abrásalos y has que, según tu deseo, sean uno en ti, por ti y para ti como tú y tuPadre son uno”…

20 De ahí, sin duda, el anonimato de la obra que permite evitar problemas. No hay queolvidar que el poder imperial persigue todas las asociaciones religiosas.

21 Diccionario del mundo religioso de la Francia contemporánea, la Saboya, bajo la di-rección de Christian Sorrel, Beauchesne, 1996, reseña muy documentada p. 57-58.

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Su obra, bastante complicada ymuy prolija (437 p.) se dirige de for-ma prioritaria a los Asociados de unafraternidad llamada “Los Consagra-dos a Jesús y María”. No se trata deuna sencilla cofradía piadosa sinode una sociedad espiritualmente exi-gente y muy inspirada en los regla-mentos de las Aa. En su introducción,el autor pretende hacer una síntesisentre las diversas corrientes de de-voción: las asociaciones de la SantaEsclavitud de María o de Jesús y Ma-ría, las asociaciones de los Corazonesde Jesús y María y las dedicadas alSagrado Corazón. Rechazando eltérmino “esclavitud”, de manejo de-licado, y también el término “devoto”,ya muy peyorativo, prefiere las pala-bras “consagración” y “consagra-do”. Pero es solo un cambio formal:se preserva el espíritu de las antiguascorrientes y se unifica bajo el lema dela Asociación: “Todo a Jesús porMaría, todo a María para Jesús” quecompendia en primer lugar (La San-ta Consagración p. 233) “la profesiónde los Asociados de consagrarse ypertenecer de forma absoluta a Jesúsy a María”, entendiendo que al serviry honrar a María es a Jesús Cristo aquien se sirve. Servir a Jesús por Ma-ría es reconocer su papel de Media-dora; consagrarse a María para Jesúses reconocer en ella a la Madre delSalvador y la intimidad de Madre eHijo. Es, en fin, reconocer la depen-dencia de Jesús respecto a María.

El “Todo a Jesús por María…” ha-bría sido, creado, o al menos hechopúblico, por el Sr. Aubriot de La Pal-me, con el apoyo de la Aa de Cham-béry preocupada por unificar y mo-dernizar las devociones tradicionalescon vistas a una mejor cohesión de laresistencia espiritual. Y su influenciasobre Champagnat es segura seacual fuere la fecha en que este tuvoacceso a la obra22.

3.¿LEMA DE CHAMPAGNAT O INICIATIVA DEL H. JEAN-BAPTISTE?

El hecho de que La santa consa-gración esté en la biblioteca de M.Champagnat y comporte con exacti-tud el lema marista no lleva al H. Ma-nuel Mesonero Sánchez a pensarque haya una influencia evidente.Para él, este lema es un “sucedáneo”de lema, empleado por el H. Jean-Baptiste Furet, pero que no figura enlos escritos del Fundador, mientrasque el lema “Todo a la mayor gloria yhonor de la Augusta María Madre deNSJC” es el único documentado (Me-sonero, p. 99). La tesis del H. Meso-nero Sánchez, cuidadosamente ar-gumentada, plantea la cuestión de laantigüedad de un lema generalmen-te considerado como original.

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22 Este libro no parece haber sido reeditado. Es poco probable que Champagnat lo hayamanejado en Verriéres. Es más probable una adquisición durante su estancia en St. Irénéede 1813-1816.

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a. El antiguo uso del lema“Todo a Jesús por María…”

¿Qué argumentos tenemos paraafirmar que este lema marista vienedel P. Champagnat? El más accesiblees la Vida de M. Champagnat (2ª par-te cap. VII p. 342):

“Cuando se decidió a entrar en el seminario,aumentó sensiblemente su devoción a la Madre de Dios, […]. Desde entonces tomó por divisa:“Todo a Jesús por María, y todo a María para Jesús”.Esta máxima nos manifiesta el espíritu que le guió y que fue la norma de conducta durante toda su vida”.

Al afirmar que esta fórmula es muyprecoz en Champagnat, el H. Jean-Baptiste refuerza nuestra hipótesis dela pertenencia de Champagnat a unaasociación mariana23 eventualmenteinfluenciada por La santa Consagra-ción ya desde el seminario. Por elcontrario, el silencio sobre este lemaen los documentos escritos del Fun-dador plantea un problema.

Pero hay algo más que los escri-tos del P. Champagnat. En 1819, el H.François estrena su primer cuadernode retiro (AFM) 5101.302) con la divi-sa del formulario de 1816: “En elnombre del Padre y del Hijo y del Es-píritu Santo. Así sea. ¡Oh Santísima tri-nidad! (de san Francisco Javier).Todo a mayor gloria de Dios y honorde la augusta María”. Pero en 1827

(p. 127), en la apertura del retiro, hayuna fórmula más completa: “In no-mine Patris et Filli et Spiritus Sancti.Todo a la mayor gloria de Dios y ho-nor de María. Todo a Jesús por Ma-ría, todo a María para Jesús”.

¿Se debería concluir que el “Todoa Jesús por María…” no llegó a serlema de los Hermanos Maristas has-ta 1827? Es, desde luego, una fechasignificativa y me veo tentado de ha-cer nacer su uso colectivo ese año.Y he aquí el porqué: tras la salida deCourveille y Terraillon en 1826, Cham-pagnat, desde entonces único pres-bítero y superior de los Hermanos, noha renunciado a la Sociedad de Ma-ría y por eso conserva la divisa de1816. Pero la completa al hacer oficialun lema específico de la rama de losHermanos24. Y el escrito del H. Fran-çois sería tan solo la expresión de unasituación nueva en la obra de l’Her-mitage.

En el mismo cuaderno (p. 236), almeditar en 1831 sobre la mortificación,la salvación y el amor a las pruebas,el H. François nos repite el lema en uncontexto más personal:

“¡Mortificación del cuerpo y del espíritu en todo!...Oración a Jesús y María en todas mis necesidades.[…] ¿De qué me servirá cuanto no haya hecho por Dios, en el momento de la muerte? Todo a Jesús por María; todo a María para Jesús”.

André Lanfrey, fms 83

23 En este caso la influencia del Sr. Aubriot de La Palme sería indirecta.24 Es también el año de la emergencia del “Nisi Dominus”. En su carta a Mons. De Pins,

en mayo de 1827 donde pide ayuda, afirma “Jesús y María serán siempre el sólido apoyode mi confianza”.

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La divisa del Instituto no es, pues,frecuente en la literatura marista an-terior a 1840, pero el H. François noes una autoridad menor y es muy im-probable que haya inventado la fór-mula él mismo. Sobre el “Todo a Je-sús por María…”, pienso, pues, que lapresencia del libro de Aubriot de LaPalme en la biblioteca de Champag-nat y los dos testimonios del H. Fran-çois, sobre todo el de 1827, aboganen favor de un lema establecido entiempo del P. Champagnat quien,después de 1826, se siente más librepara expresar a los Hermanos su es-piritualidad personal.

4.MARIA RECURSOORDINARIO: ¿CUAL ES SU ORIGEN?

El H. Mesonero impugna tambiénla antigüedad de la expresión “Re-curso ordinario”. Vamos a verificar lostextos que la emplean, tras haber re-cordado que La santa Consagraciónevoca con frecuencia la palabra “re-curso” pero con matices de sentidoy adjetivos diversos: María es: “re-curso poderoso en tiempos de error”p. 20; “recurso feliz” p. 71; “Ella […]nos promete por su parte recursos entodas nuestras necesidades p. 75”;es “el Recurso de los cristianos p.86”. Y tenemos, sobre todo p. 91:“¿Pero a quién podría recurrir, sino a

ti que eres mi recurso ordinario en to-das mis necesidades?”. De todasmaneras, la palabra “recurso” esempleada por muchos autores y la in-fluencia de La Palme no es exclusiva.El H. Mesonero señala que el mes deMaría de Lalomia utiliza también el tér-mino en el mismo sentido perso-nal25.

Por el contrario, los HermanosMaristas utilizarán la fórmula en sen-tido colectivo. El H. Jean-Baptiste si-túa su primer empleo en 1830 cuan-do el P. Champagnat tranquiliza a losHermanos amenazados por la Revo-lución: “Recordemos que ella es“nuestro recurso ordinario”. Y esta-blece la Salve Regina todas las ma-ñanas26.

Yo me inclinaría por la integraciónde esta fórmula en 1830, en un mo-mento que marcó la memoria de losHermanos. Y lo mismo que el cantode la Salve, instituido primero para untiempo de peligro se vuelve luegoalgo cotidiano, la idea de “recurso or-dinario” se puede enraizar en unapráctica precisa. Por otra parte, de-bía tratarse de una tradición fuerte,para que la Regla de 1852, en el ca-pítulo de la Devoción a María, la ex-ponga en el artículo 6: “María debeser en todo su recurso ordinario”.

Sin embargo, incluso si el H. Jean-Baptiste y la Regla son fuentes im-portantes, lo son de forma tardía. Los

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25 Manuel Mesonero Sánchez, op. cit. p. 100.26 Vida 2ª parte, cap. VII p. 352. Retomado en ALS (Sentencias) cap. 1. “Recurso ordi-

nario” figura tres veces en la misma página.

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cuadernos del H. François tampocoson testimonios antiguos. El primero,parcial, es de 1848 (2º cuaderno deretiro AFM 5101.303 p. 738):

“¡Oh Jesús!, centro y apoyo de una Sociedadconsagrada por entero a tu mayor gloria, une cada vez más a cuantos la componen […].María, nuestra Madre y primera Superiora, sé nuestro asilo, nuestra abogada y nuestro recurso en todos los peligros y necesidades de la vida”…

En sus cuadernos de conferen-cias, difíciles de fechar27, pero en sumayor parte redactados antes de1850, el H. François utiliza la expresión“recurso ordinario” en una instruccióntitulada “Comparación de los religio-sos con los santos” (cuaderno 307 p.505). En el cuaderno 308 p. 678, laconferencia “María nuestra Madre”desarrolla un párrafo titulado “Maríaes nuestro recurso ordinario”. Pero lomás importante se halla en la con-clusión:

“El Padre Champagnat tenía tal confianza en María,que nada le parecía imposible con el socorro de esta Virgen poderosa. Con frecuencia se le oyó decir: Aunque toda la tierra estuvieracontra nosotros nada debemos temer si la Madre de Dios está con nosotros. Por eso, en todas sus necesidades, en todas las circunstancias difíciles, acudía a María;después de Dios, a ella quería deberle todo; todo lo esperaba de su protección.

María es nuestro recurso ordinario: tal era su expresión preferida. […] (En Vida, 2ª parte; cap. VII p. 35228).

En el mismo cuaderno (p. 1009),sus “Reflexiones sobre la autorizacióndel Instituto” en 1851 retoman la fór-mula que quedará consagrada por laRegla al año siguiente:

“El Señor nos ha protegido siempre: ha conservado, sostenido y aumentado nuestra Sociedad de forma admirable. En todas nuestras necesidades, en todas nuestras circunstancias difíciles ha acudido en nuestra ayuda […]. Pero no lo olvidemos, es por María que se nos han concedido todos estos favores; esta buena Madre se ha mostrado siempre llena de solicitud por nosotros y nos ha procurado,en el momento oportuno, cuanto nos era necesario:ha sido siempre nuestro recurso ordinario y jamás nos ha faltado su protección. […] ha velado sobre nuestras casas, sobre cada uno de nosotros y sobre cuánto nos atañe, con las atenciones y la bondad de la mejor de las madres29.”

Esta conferencia fue dada a losHermanos durante los retiros de 1851.Pero la circular del 3 de julio de 1851,que anuncia el éxito de las gestionese invita a la acción de gracias, no uti-liza la expresión “recurso ordinario”,como si quedara reservada para ellenguaje oral.

André Lanfrey, fms 85

27 Ciertas instrucciones vienen de notas tomadas por los Hermanos a partir de las confe-rencias de Champagnat. Pero resulta difícil identificarlas con certeza.

28 Ver ed. de 1989 p. 352. Las palabras anteriores no son copia de la obra, sino una in-terpretación personal del H. François.

29 Volverá a utilizar esta fórmula el 28 de junio de 1863 y el 11 de septiembre de 1870 (cua-derno 306 p. 38).

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Finalmente, a la luz de estos do-cumentos, creo que el P. Champag-nat empleó mucho el título de “recur-so ordinario” pero como uno más delos títulos dados a María (Madre, pri-mera superiora…) sin quedar privile-giado. Me parece que fue el H. Fran-çois quien, en sus conferencias, con-cedió más tarde a la expresión “re-curso ordinario” el estatuto excep-cional que le pareció manifestar me-jor el espíritu mariano de Champagnat.El H. Jean-Baptiste actuó probable-mente en el mismo sentido. De ahí elartículo de las Constituciones oficiali-zando este título en 1852. Pero si losHermanos antiguos lo aceptaron, esporque lo juzgaban conforme a la tra-dición. Además, aún sin aceptar porcompleto la tesis del H. MesoneroSánchez, pienso, como él, que entre1840 y 1852 los HH. François y Jean-Baptiste procedieron a un trabajo deinterpretación y de fijación de la tra-dición oral que el Capítulo oficializó.

CONCLUSIÓN

Champagnat tuvo una vida espiri-tual bastante específica antes de suencuentro con el grupo marista, se-gún atestigua la palabra “esclavo”que abandonó muy pronto, si bien porotro proyecto bastante parecido. Encuanto al “Todo a Jesús por María…”,

yo me inclinaría por tomar en serio alH. Jean-Baptiste cuando afirma queeste lema formaba parte de la espi-ritualidad de Champagnat ya desde elseminario. Pero los estratos de la es-piritualidad de Champagnat tuvierondestinos diversos. No parece haberhablado con nadie de esclavitud ma-riana, mientras que el lema marista de1816 aparece muy pronto: en 1819 enel H. François. En cuanto al “Todo aJesús...”, no pudo ser conocido porlos Hermanos antes de 1827. Y la ex-presión “recurso ordinario” debió serpronunciada en 1830 sin revestir, envida de Champagnat, una importan-cia excepcional.

Al menos, estas son mis conclu-siones tras la confrontación entre laVida de Champagnat de 1856 y otrosdocumentos analizados aquí. Pero esmuy cierto, y la tesis del H. MesoneroSánchez es muy útil en este as-pecto, que los sucesores del P.Champagnat no se contentaron conreunir los testimonios sobre el Fun-dador y la fase de fundación de 1817-1840, sino que también la interpreta-ron, organizaron, expurgaron y, en al-guna medida, la mitificaron. En ciertomodo, se substituyó una tradición oralespesa por la claridad y la perennidadde lo escrito. La dificultad radica en nosacralizar ni satanizar la interpretacióntardía de los orígenes, sino tomarlacomo interpretación legítima pero noexclusiva.

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VISIÓN COMPLEMENTARIASOBRE LA SANTA ESCLAVITUD

“Solo Dios. La santa esclavitudhacia la admirable madre de Dios”30

de Boudon está compuesta de dostratados: el primero, con diez capítu-los, desarrolla un elogio de la devociónde la santa esclavitud; el segundo seinteresa por la devoción mariana en

general, fundada en la imitación de lasvirtudes de María y de sus grandesservidores: en especial los ángeles,Juan evangelista y Bérulle. En elfondo, se trata de dos libros distin-tos31. La obra comienza con un ho-menaje “A la Virgen fiel” que no essino un acto de vasallaje absoluto aMaría como madre y Soberana, a imi-tación de los ángeles, del apóstol SanJuan y del propio Jesús Cristo.

André Lanfrey, fms 87

30 Utilizo un ejemplar editado en Marsella en 1836, depositado en la biblioteca de la pro-vincia en St Genis-Laval.

31 Boudon declara inspirarse en un librito de autor desconocido, titulado: “Devoción dela Santa esclavitud hacia la Madre de Dios” (cap. III p. 11 y cap. XXII p. 426).

32 De forma curiosa, Boudon no parece tener presente el himno de filipenses: “… se des-pojó a sí mismo tomando la condición de esclavo”…

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ANEXO I

“Soberana reina de los ángeles y de los hombres, desde el abismo de mi nada y reconociéndome del todo indigno de comparecer en tu santa presencia, me atrevo, sin embargo, apoyado en tu maternal bondad, sujeto ordinario de mis más dulces esperanzas, a consagrarte esta obra que solo respira en tu honor y tu gloria, para la sola gloria y el solo honor de Dios, que es lo único que deseo y quiero buscar en todas las cosas.[…]Mi vida interior y exterior, y todo lo mío en general, pertenece más a ti que a mí mismo, e, incluso, ¡oh mi divina princesa!, sin tener ya nada mío, cuanto tengo te pertenece por mi estado y condiciónde siervo; quiero y deseo hoy, de todo corazón, (en presencia de los ángeles y de San Juan “uno de tus más verdaderos esclavos”) que dispongas de un poder especial sobre mi alma, mi estado, mi vida y mis acciones, como sobre las cosas que te pertenecen de nuevo por un derecho especial, en virtud de la elección que renuevo, de depender por completo de tu maternidad y soberanía, abandonándome a toda tu voluntad, entregándome a todo tu poder y a todos los efectos a tu soberanía”…

En resumen, la esclavitud marianasegún Boudon es un estado privile-giado, un “favor”, una filiación: el pasode la criatura adámica, que quiere de-

venir divinidad, a la de la criatura a lavez anonadada y renovada por Cristoy María en la Encarnación32. Deveniresclavo de María es ceder a la justicia

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y la verdad participando en el miste-rio de la salvación. Estamos en la tra-dición de Bérulle, y el final del último

capítulo de la obra que trata de los“ilustres esclavos de la Augusta Ma-dre de Dios” se cierra con este elogio;

88 Investigación sobre la génesis de los grandes lemas maristas (1815-1852)

33 En el s. XIX se dirá “fundador”.

fms Cuadernos MARISTAS35

“El santo cardenal de Bérulle, maestro3333 de los presbíteros del Oratorio de Francia, y uno de los primeros superiores de las religiosas Carmelitas de este reino según la reforma de Santa Teresa,hizo triunfar su celo a propósito de esta devoción. Nada omitió para conseguir esclavas para la Madre de Dios. Como de ordinario, a su celo no le faltó la contradicción: hubo varias personas que le criticaron; pero tras el examen de los grandes prelados de Francia, se dictaron las grandes aprobaciones que su rara y sólida devoción merecía”.

Sigue un gran elogio “Al gran sanJuan Evangelista”, “¡gran apóstol de ladilección, querido predilecto del ado-rable Jesús, hijo bien amado de la ad-mirable Madre de Dios, querubín de lanueva ley, serafín del cristianismo,maravilla y prodigio del Evangelio!”. Alfinal del libro hay una “oración paraofrecerse a la Santísima Virgen en ca-lidad de esclavo” que es sobre todo unreconocimiento de su propia nadaante la Trinidad y un abandono en Dios.

El examen de los títulos marianosempleados por Boudon evoca sobretodo su soberanía (reina, princesa,dueña, patrona, soberana) y luego sumaternidad (madre de bondad, ma-dre del amor hermoso) y de su virgi-nidad (virgen amable, virgen fiel). Y, enun capítulo especial, Boudon re-cuerda que “solo Dios es el funda-mento de la esclavitud de la SantísimaVirgen”.

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SAN JUAN YLA ESPIRITUALIDAD DE CHAMPAGNAT

Como ya se ha visto antes, Bou-don concede gran importancia a sanJuan Evangelista34. Es, tal vez, bajo suinfluencia por lo que Champagnatconsidera a este apóstol como mo-delo de los siervos de la Madre y delHijo, según atestigua una de las sen-tencias que el H. Jean-Baptiste sitúaen 1822 (Vida p. 107):

“Sólo al discípulo amado confió Jesús a su Madre para que comprendamos que solo a las almas privilegiadas, sobre las que tiene especiales designios de misericordia, concede una devoción especial a la Santísima Virgen”.

En el cuaderno de conferencias307 del H. François se encuentra unresumen de la instrucción sobre sanJuan Evangelista, original casi concerteza de Champagnat35, que lopresenta como el primer marista.

André Lanfrey, fms 89

34 En 1689 publicó un opúsculo sobre la devoción a san Juan Evangelista, reditado en1697,1702, 1716… 1834.

35 El estilo telegráfico muestra que se trata de notas tomadas por un Hermano durantela conferencia. Tal documento debió ser entregado al H. François tras la muerte del P. Cham-pagnat.

36 Referencia probablemente tardía.

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II. Apóstol, amor, oráculo. Evangelista de la divinidad del verbo encarnado.Primer marista, hermano mayor, modelo de los hijos de María.Pureza, generosidad, ternura. Discípulo virgen, Virgen Madre.Vocación: abandona redes, padre, etc. Renuncia: mundo, bienes, placeres.Jesús y María nos han escogido y llamado a su Sociedad.Unión con Jesús, seguir instrucciones, ejemplos: Tabor, cenáculo, huerto.Calvario. Discípulo amado, que ama. Testamento de Jesús en la cruz.Caridad, celo por el prójimo: epístola, evangelio, predicación, conducta.Amor de María, virtud angélica, respeto, abnegación, conducta.Somos los discípulos que Jesús y María han amado. Pesebre, cruz, Sacramentos, Vida religiosa, etc. ¿Qué respuesta?(Croiset, Año cristiano, Diciembre 26 – Agosto 3 – Diciembre 27 – Mayo 6 36).

ANEXO II

Estos textos y algunos otros muestran la importancia de san Juan en la es-piritualidad primitiva del Instituto, que apenas parece haber sido luego retenida.

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En este mismo número de losCuadernos Maristas, he hecho men-ción de las relaciones entre el párrocoMoine y el Sr. Courveille, de 1824 a1829, cuando éste intenta crear supropia Sociedad de María, primero enCharlieu y después en la Abadía deSan Antonio. Una de las pistas másimportantes que revelan su intenciónes el uso de un sello personal, pre-sente en tres documentos que estánen nuestra posesión. El primero sirvecomo un encabezado de la carta queescribe en Aiguebelle el 4 de junio de1826, después de haber dejado elHermitage a finales del mes de mayo(OM1/152). OM lo describe así:

“Sello reproducido por un tampón de tintatoscamente tallado que representa a la Virgen y alniño” con las palabras “Societas Mariae”.

El mismo sello aparece en un fo-lleto de los Hermanitos de Maríaguardado en el archivo diocesano deGrenoble, pero, en esta ocasión,acuñado después del texto. Y, yopersonalmente, he encontrado otrofolleto en los archivos diocesanos deChambéry (abajo) con el sello colo-cado igual que en Grenoble.

André Lanfrey, fms 91

EL SELLO DEL Sr. COURVEILLEUna primera representacióniconográfica de la Sociedad de María

H. André Lanfrey

DOCUMENTOS

Emblema de M. Courveille

Otro emblema de M. Courveille-Cholleton

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Aparentemente, el Sr. Courveilleno lo ha utilizado antes de junio de1826 y no parece que la casa delHermitage poseyera uno por esasfechas. Además, el aspecto rudi-mentario del tampón Courveille hacepensar que fue confeccionado atoda prisa o por una mano muytorpe, quizás durante el traslado delSr. Courveille entre el Hermitage yAiguebelle, o incluso durante su es-tancia en la abadía.

Al colocar este sello al principio desu carta de Aiguebelle y no al final, elSr. Courveille quiere dar a este do-cumento un carácter formal y afir-mar que sigue siendo, aunque estáalejado, el superior de “la auténticaSociedad de María” (§ 13). El tono dela carta, por otra parte, es propio deuna exhortación pastoral al empezarpor las palabras que no son ajenas alas del tampón: “mis queridísimoshermanos en Nuestro Señor Jesu-cristo y en María su santa Madre”. Y,cuando abandona la trapa de Aigue-belle, el 11 de junio de 1826, el abadle entrega una carta de asociaciónespiritual con un sorprendente en-cabezado: “al Sr. Courveille, superiorgeneral de ‘los Venerables Herma-nos Maristas” (OM1/153).

Poco después, el Sr. Courveille va aChambéry, donde el arzobispo, Mons.Bigex, le otorga, el 19 de julio de 1826,una autorización “para su tiempo deresidencia en la diócesis de Cham-béry”. Los archivos diocesanos han

conservado el prospecto del Hermi-tage presentado en aquella ocasión.Dicho documento no carecía de im-portancia porque cita, al final, al Sr.Courveille como «P.S.G.L», unas siglasun tanto misteriosas que podrían sig-nificar “Patrum Superior Generalis Lug-dunensium” (ver nota en OM1 p. 327).El Abad de la trapa habría visto proba-blemente una copia del mismo folleto,lo que explicaría en parte su carta “alsuperior general de los VenerablesHermanos Maristas”. Como en 1822,el H. J.M. Granjon había hecho unaestancia de unas semanas en su aba-día, debía conocer a los Hermanitos deMaría por su nombre popular, presentepor primera vez en nuestras fuentes1.No otorgar al Sr. Courveille el título desuperior de la sociedad de Maríapuede obedecer a dos razones: o vioun prospecto donde no aparecía elsello de Courveille; o evitó pronun-ciarse sobre una sociedad de la que lehabló el Sr. Courveille pero de la queignoraba todo.

En cualquier caso, el prospectopermitía al Sr. Courveille presentarsecomo superior de los Hermanitos deMaría para intentar establecer unasucursal en otras diócesis ademásde la de Lyon. El proyecto fracasó enChambéry, pero tuvo éxito provisio-nalmente en la diócesis de Grenoblepuesto que el Sr. Courveille pudo es-tablecer una sociedad de María conHermanos, Presbíteros y Hermanasen la antigua abadía San Antonio, de1827 a 1829.

92 El sello del Sr. Courveille

1 El folleto se titula « Etablissement des Petits Frères de Marie ».

fms Cuadernos MARISTAS35

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Cuando abandonó el Hermitageen mayo de 1826, el Sr. Courveilleconsidera entonces al Hermitagecomo una Sociedad de María infiel asu misión. Su carta de Aiguebelle esmuy clara en este punto. Y el hechode llevar en su equipaje un determi-nado número de copias del pros-pecto demuestra que pretende utili-zarlos para la creación de unaSociedad de María bajo su dirección.Por lo tanto resulta lícito dudar de susinceridad cuando, en su carta dejunio de 1826, dice que desea entraren la trapa. Más bien insinúa que sino se le reintegra en el Hermitage,se sentiría libre de crear “la verda-dera Sociedad de María” con estiloinspirado en ese convento donde elabad goza de autoridad absoluta. Lacarta ha sido interpretada en este úl-timo sentido (OM3/819, § 24).

Sin embargo el sello de Courveilleencierra un mensaje espiritual de unvalor real. En el centro, nos encontra-mos a la Virgen con el niño, con la Ca-beza rodeada por con una corona dedoce estrellas (once en realidad). De-lante de ella hay una especie de mesaeucarística decorada en los lados conmotivos geométricos apenasvisibles, que ocultan la parteinferior del cuerpo. Laspalabras “Societas Ma-riae” rodean los motivos.

A priori, este sello esmuy diferente del selloprimitivo de la S.M. utili-zado antes de 1840, cuyo

simbolismo era más abstracto peromucho más rico. El mismo P. Colin lodescribió: “el primer sello tenía un AveMaría con una corona de estrellas,dos ramas de flores cruzadas y So-cietas Mariae” 2. De hecho, el sello esun poco más complejo. En el centro,vemos las letras AM entrelazadas; re-matadas por una especie de nube ode diadema que contiene cinco estre-llas y que no resulta fácil interpretarcomo si fuera una corona. A amboslados de MA, se encuentran un rami-llete de lirios (izquierda) y otro de rosas(derecha) evocando a María Inmacu-lada y María rosa mística. En el exte-rior, se asocian a Societas Mariae, enel fondo, la luna, y a su lado, una es-piga de trigo y un racimo de uvas, ob-viamente símbolos eucarísticos.

Existen convergencias sólidas en-tre este sello y el del Sr. Courveille, enprimer lugar por su forma circular y suorganización general: en ambos ca-sos María está en el centro y Socie-dad de María en el exterior. La alusiónal Apocalipsis (y a la Asunción) es evi-dente: por la presencia de la coronade estrellas, explícita en un caso, másbien sugerida en el segundo caso

que, por otra parte, sitúa laluna en la parte inferior del

sello. Por lo tanto se tratade una sociedad sacer-dotal, mariana y esca-tológica.

André Lanfrey, fms 93

Escudo primitivo de la Sociedad de María

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2 OM3/819, § 140. Está representado en OM3, imagen 86 entre las p. 112 y 113.

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La casa de Ntra. Sra. del Hermi-tage probablemente no ha tenido se-llo antes de 1830. Después ya en-contramos su equivalente impresoen la cabecera de las cartas de M.Champagnat, apareciendo por pri-mera vez en la carta que dirigió a unpresbítero el 24 de enero de 18333

En el medio de la parte superiorde la página el tema presenta a Ma-rie coronada de estrellas, sentadaen una nube sosteniendo en subrazo izquierdo al niño Jesús mi-rando hacia afuera y extendiendo unbrazo a modo de bendición, mien-tras que María, con su brazo dere-

cho, hace un gesto parecido. En unarco encima de los personajes: “Ma-ría fue concebida sin pecado”. Y de-bajo aparecen tres nombres: «Jesús,María, José» A continuación, debajoy en negrita: “École normale (escuelapara docentes) de los Hermanos deMaría”; y finalmente: Nuestra Señoradel Hermitage, St Chamond, el...183... El mismo patrón también apa-rece en las cartas de obediencia deChampagnat según se evidencia enuna copia del 25/10/1839, que repro-ducimos a continuación. También seencuentra en la página de portadade la Regla Publicada en 1837.

94 El sello del Sr. Courveille

3 Otras cartas con este encabezado: 20/11/1834; 29/03/1935; 03/05/1936; 01/01/1837 ;12/04/1837 ; 12/07/1835 ; 1/08/1838 ; el 21/08/1838 ; el 28/08/1838.

fms Cuadernos MARISTAS35

Membrete de encabezado de carta

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De febrero de 18394, las cartaspresentan un patrón completamentediferente: María de pie, coronada deestrellas, con las manos extendidashacia la tierra, con la serpiente bajosus pies. Debajo, un arco en formade luna con las palabras “Sociedadde los Hermanos de María”.

Estos encabezados no carecende importancia para la historia de losHermanos Maristas. El de los años1833-38 asocia al mensaje explícita-mente mariano el aspecto profesio-nal de la obra. Pero la ley Guizot (28de junio de 1833) establecerá unadistinción entre escuela normal (pa-trocinada por el Estado) y Noviciado(congregacionista) y por eso el tér-mino “escuela normal” va a desapa-recer de los encabezados en 1839.

Es posible que el cambio del patrónesté inspirado en la medalla mila-grosa5. Pero, sobre todo, existe eldeseo de presentar a Ntra. Sra. delHermitage bajo una nueva luz: unasociedad religiosa bajo la protecciónde María Inmaculada.

André Lanfrey, fms 95

4 Ver las cartas del 07/02/1839; del 23 de febrero; del 23 de marzo, del 20 y 21 de juliode 1839 ; del 25 de octubre y del 6 de noviembre de 1839.

5 Apariciones a Catherine Labouré en 1830.

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Otro membretede encabezadode carta

Símbolo mariano en el altar de la Capilla del Hermitage

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También conviene señalar el es-cudo del nuevo altar de la capilla delHermitage en 1836 que no deja depresentar una analogía con el sello dela SM. Las iniciales AM, muy estiliza-das, anuncian el AM marista de estilobarroco dominado por la corona deestrellas, que se fijará definitivamenteentre 1860 y 1870.

Resumiendo, el Sr. Courveille fue elprimero en dar una expresión icono-gráfica a la Sociedad de María en1826. Pero atribuye ese título al Her-mitage. Solo diez años más tarde losPadres Maristas producen su propio

sello, ciertamente sin inspirarse en elde Courveille, pero presentando con-vergencias significativas con él. Desde1833, l’Hermitage ha manifestado supropia representación, muy diferenteen cuanto a la forma pero suficiente-mente cercana en cuanto al signifi-cado, no afirmándose, sin embargo,como Sociedad de María. Fue en 1839cuando se reivindicó el título de “So-ciedad de los Hermanos de María”. Ypor último el vínculo más claro entretodas estas representaciones, es lacorona de estrellas representando aMaría como la mujer del Apocalipsis yla Soberana de la Sociedad.

96 El sello del Sr. Courveille

fms Cuadernos MARISTAS35

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El conocimiento que se tenía de lafamilia Champagnat en el momento dela publicación de la vida de Marcelinoestaba todavía muy fragmentado en1856 porque el H. Juan-Bautista atri-buye seis hijos al matrimonio J.B.Champagnat-M. Chirat, siendo Mar-celino el último (vida Ch. 1 p. 2). Ha sidoel H. Avit, en los Anales del Instituto ini-ciados en 1884 quien, tras haber con-sultado los registros de la parroquia deMarlhes, nos ofrece copia de las actas

de bautismo de diez hijos Champagnat,siendo Marcelino el penúltimo. El H. An-dré Bardyn, que vivió mucho tiempo enMarlhes, hizo investigaciones sobre lafamilia Champagnat y presentó sus re-sultados en la obra “Marlhes au longdes siècles”1 (p. 191) (Marlhes a lo lar-go de los siglos). La información quenos presenta, completa y corrige lo quenos había dicho el H. Avit. La siguien-te tabla está confeccionada teniendoen cuenta estas dos fuentes.

André Lanfrey, fms 97

1 Publicado por la asociación Amigos de Marlhes ([email protected]) en 2002. 2 El H. Avit sitúa el fallecimiento en 1817 (Anales, § 32 p. 8)

BENOIT-JOSEPH CHAMPAGNAT MUERE A LOS 13 AÑOS EN 1803Un punto de anclaje para una reinterpretación de la niñez de M. Champagnat

H. André Lanfrey

DOCUMENTOS

Nombre Naissance Mariage… Enfants Décès Age1. Marianne 11/12/1775 5/2/1799 8 29/06/1816 2 41

(Benoît Arnaud)2. Jean Barthélemy 12/03/1777 20/10/1811 8 20/01/1838 61

(Marie Clermondon)3. Anne-Marie 20/02/1779 8/02/1804 7 28/03/1835 56

(Jean Lachal ou Lachau)4. Jean-Baptiste (mismo 11/09/1780 20 thermidor 08/08/1803

nombre que su padre) año 11 235. Marguerite-Rose 20/02/1782 a baja edad 06. Marguerite-Rose 01/08/1784 01/03/1813 6 13/04/1829 45

(Guillaume Cheynet)7. Anne-Marie 25/07/1786 a baja edad 08. Jean-Pierre 26/09/1787 17/02/1813 9 16/11/1833 46

(Jeanne-Marie Ravel)9. Marcellin-Joseph- 20/05/1789 Ordenado sacerdote 06/06/1840 51

Benoît el 22 de julo de 181610. Joseph Benoît 27/10/1790 20/12/1803

28 Frimaire año 13 13

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Se trata pues de una familia típicadel antiguo sistema demográfico:dos casos de mortalidad infantil (an-tes de 1 año); una muerte adoles-cente; otro adulto joven y solo uno delos demás hijos llega a sesenta años.Prescindiendo de las dos niñas muer-tas a baja edad, la edad media de fa-llecimiento es de 42 años.

De todos esos datos, tenemosuno que, hasta ahora, no se ha teni-do suficientemente en cuenta: lamuerte del más joven de la familia,Joseph-Benoît, que no falleció a bajaedad como ha creído el Instituto sinoa los trece años. Y la base sobre laque se apoya el H. André Bardyn essólida: el párroco Allirot ha anotado enel registro de entierros del año 1803:“Benoît Joseph Champagnat de 13años falleció en Rosey, el 2 de sep-tiembre de 1803”.

En esa misma página del registro,encontramos también otros dos fa-llecimientos en la familia. El de Jean-Baptiste, hijo, que plantea un proble-ma de fecha porque el H. AndréBardyn, basándose en el registro-ci-vil que por entonces sigue el calen-dario revolucionario, sitúa la muerteen el 20 thermidor, año 11 (8 deagosto de 1803) mientras que el sa-cerdote parece dudar entre dos fe-chas: 21 de septiembre u otro día deseptiembre: tal vez el 3. Esta sor-prendente disparidad de fechas en-tre el registro civil y el registro de laparroquia podría deberse a un retra-

so del párroco en sus registros. Encuanto a Jean-Baptiste, padre, murióel 12 de junio de 1804 “a los 50 añosde edad aproximadamente”; el actasólo presenta un pequeño problema:el registro civil declara que murió el 24prairial año 13, es decir el 13 de juniode 1804, a las 10 de la mañana,mientras que el párroco Allirot habladel 12 de junio, refiriéndose sin dudaa su administración de los últimos sa-cramentos, unas horas antes de lamuerte.

Volvamos sobre el caso de Benoît-Joseph Champagnat tratando de en-tender por qué la existencia de esteniño, que había llegado a la adoles-cencia, permaneció poco menos quedesconocido hasta entonces3. El H. Avit(Anales § 31 p. 8) pudo, involuntaria-mente, inducirnos a error al afirmarque de los 10 niños Champagnat cua-tro habían fallecido antes de 1804, locual es exacto, pero nos llevó a pen-sar que todos habían muerto muy jó-venes. Por otra parte, tampoco sepreocupó de buscar sus fechas de fa-llecimiento sino que se interesó por lossobrevivientes detallando su currículumvitae (Anales § 32-32-34 34 p. 8-9).

La falta de reconocimiento de Be-noît-Joseph Champagnat se debetambién a otras dos causas. La pri-mera es que su muerte no apareceen el registro de Estado-civil de 1803.Si la fecha de su muerte indicada porAllirot es exacta, el Estado-civil tendríaque haberla situado en el 28 Frimario,

98 Benoit-Joseph Champagnat muere a los 13 años en 1803

3 En Los años oscuros de Marcelino Champagnat, el H. Gabriel Michel habla de esamuerte a los 13 años sin insistir en ello.

fms Cuadernos MARISTAS35

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año 13. Personalmente, revisé los re-gistros de Estado-civil a partir de la pri-mera mención de una muerte, desdeel 30 brumaire, año 2 (20 de noviem-bre de 1792) hasta 1812: en ningúnmomento se reseña la muerte deBenoît-Joseph Champagnat.

La segunda razón de este apa-rente olvido, se debe a que la tradi-ción oral y escrita del Instituto nuncaha mencionado que M. Champagnat,durante su infancia y buena parte desu adolescencia, hubiera vivido bajoel mismo techo que un hermanoapenas más joven que él. El P. Cham-pagnat habría revelado a los Herma-nos pocas cosas sobre su familia, suinfancia y su adolescencia. Las fuen-tes maristas solo pudieron reconstruiralgunos rasgos al recoger recuerdospersonales evocados durante susinstrucciones —como la historia delinstitutor brutal que le había sorpren-dido tanto— y al hacer alguna inves-tigación después de su muerte.Champagnat, que recomendaba tan-to la separación de la familia, tambiéndebía dar ejemplo de discreción eneste punto.

Pero estas consideraciones noexplican por qué la muerte de Jo-seph-Benoît Champagnat no apare-ce en el Estado-civil. Ciertamente, eltraspaso de los registros parroquia-les a un Estado-civil laico pudo con-tener olvidos, pero eso ocurre en1792-93. Además, no resulta imposi-ble que esta nueva creación compe-

tidora de la iglesia haya tenido difi-cultad en imponerse, pero Jean-Bap-tiste Champagnat, padre, como mí-nimo, no figuraba como opositor alnuevo régimen. Además, no vemospor qué el párroco Allirot habría indi-cado una muerte ficticia o que se hu-biera producido en una fecha anterior.

Además, el H. Gabriel Michel enLos años oscuros de la vida de Mar-celino Champagnat 1789-18004, nosdice que, habiéndose revelado Lyoncontra la República de mayo a octu-bre de 1793, J.B. Champagnat acom-pañó a las tropas que asediaban laciudad. Y añade, sin citar su fuente,que está incluido en una lista de pa-dres de familia recompensados porese servicio. El documento precisaque al lado de su nombre se incluyenestas palabras: “una mujer, 8 hijos”,lo que significa que en 1793 Benoît-Joseph todavía está vivo.

Es bien cierto que vimos que lamuerte de Jean-Baptiste Champag-nat (hijo) a los 23 años presentaba unproblema de fecha rara. En cuanto aBenoît-Joseph, el párroco Allirot hacevarias curiosas tachaduras en el re-gistro parroquial: primero, después deescribir «Benoît Champagnat» añadióencima “Joseph”. Especialmente,con respecto a la edad, ha dudadoescribiendo primero “10 años”. Perocomo el ‘3’ que superpuso sobre el‘0’ parecía un ‘9’ ha colocado un ‘3’encima. Así pues, esta línea producela impresión de que el párroco no co-

André Lanfrey, fms 99

4 Cuaderno A4 publicado en Roma hacia el 2000; ver p. 67. Precisa que utiliza una fuenteprivada.

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noce a este niño, que, sin embargo,tiene la edad de la primera comunión.

Me inclino, por consiguiente, apresentar la hipótesis de que Benoît-Joseph Champagnat era un niñomentalmente discapacitado que nosalía de la familia y que nunca habíaparticipado en la vida social. Como elEstado-civil aún no existe en el mo-mento de su nacimiento en 1790, nohabía ninguna razón para declarar sumuerte. Por otro lado, este niño ha-bía sido bautizado y fue inscrito en laiglesia. Por eso, tuvo un entierro re-ligioso sin declaración civil.

La narración de la historia de la vo-cación de Champagnat en su Vida, l(cap. 2 p. 10-11) puede respaldar le-vemente la hipótesis de un niño dis-capacitado. Al reclutador del semi-nario que busca jóvenes dispuestosa aprender latín, el Sr. Allirot le infor-ma que “la familia Champagnat tienevarios chicos que llevan vida bastan-te ordenada”. Y el sacerdote, en-trando en la casa de los Champagnat,habla con el padre de sus varios “hi-jos buenos, piadosos y de vida reco-gida”. Se inicia el desfile: el mayor, (enprincipio Jean-Barthélemy) rechazó laoferta de estudiar latín. Siguieron “elmenor (Jean-Pierre) y el pequeñoMarcelino”. Como no se trata deJean-Baptiste, hijo, fallecido el 8 deagosto de 1803, la visita tuvo que ha-ber tenido lugar en fecha posterior asu muerte. Además el sacerdote, sinduda, aprovechó las vacaciones es-

colares previas a la fiesta de Todoslos Santos, lo que significa que en elmomento de su visita Benoît-Josephsigue vivo y tiene la edad de un es-tudiante joven puesto que murió endiciembre. Pero la narración no dicenada, como si para él no se plantea-ra hacer estudios.

Naturalmente, hay que tomar lahistoria con precaución porque elpropósito del H. Juan Bautista es másla edificación que el rigor histórico5 yeste texto no está cotejado con otrasfuentes fiables. No obstante, el H.Juan Bautista menciona tres mucha-chos Champagnat y Marcelino estáconsiderado como el más joven,mientras que aún vive su hermanomenor.

Hay otro elemento sorprendenteen esta narración: el envío por partedel Sr. Allirot, el párroco, de un reclu-tador del seminario a la casa de unentusiasta partidario de la revolu-ción. En sus anales (T. 1, p. 9-13, § 36-4), el H. Avit recoge los recuerdos delos ancianos de Marlhes sobre elprolongado compromiso político queel H. Gabriel Michel, en Los años os-curos de M. Champagnat, confirmaampliamente.

En 1803, este compromiso revo-lucionario había recientemente ter-minado. Champagnat sigue firmandoel registro municipal6 hasta el 16 flo-réal, año 8 (8 de mayo de 1800). Susúltimas firmas en el Estado civil son:

100 Benoit-Joseph Champagnat muere a los 13 años en 1803

5 Existe alguna inverosimilitud en el interrogatorio de Jean-Barthélemy que tiene 26 años. 6 Como presidente del conjunto cantonal Marlhes-Jonzieux.

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– Nacimientos: 9 pluviose, añoVIII (28 de enero de 1800)

– Bodas: 10 floréal, año VIII (22 deabril de 1800)

– Fallecimientos: 5 fructidor, añoVIII (22 de agosto de 1800)

El prefecto nombra alcalde a J.B.Courbon el 4 de septiembre de 1800y J.B. Champagnat forma parte delnuevo consejo cuyas actividadesquedan muy reducidas7 porque elConsulado exige a la sociedad queobedezca y se deje gobernar por unaadministración vigilante. Y, en granparte, la población, cansada del li-bertinaje político de los tiempos re-volucionarios, aceptará este autori-tarismo hasta 1810 aproximadamen-te. En todo caso, Champagnat no fir-ma el registro de las deliberacionesdel municipio del día 19 de mayo de1803, sin que podamos interpretaresta ausencia. Poco después se pro-dujo la visita a la familia Champagnatde un reclutador del seminario de Ve-rrières, en clima de aplicación delConcordato proclamado solemne-mente el 18 de abril de 1802. Se estáprocediendo a la plena reorganizaciónde la iglesia en Francia y se planteandudas en asuntos religiosos sobre lavoluntad de paz del primer cónsul.

En Marlhes, la tranquilidad religio-sa no se ve perturbada por la rivali-dad, frecuente en muchos lugares, de

los antiguos refractarios y constitu-cionalistas. Por el contrario, la auto-ridad de Allirot debió verse reforzadapor la prueba revolucionaria. En el pla-no político, se alejó la posibilidad deuna restauración real y no se apreciaterror blanco, como había sucedidoen 1795-96. ¿Significa esto que haygran tranquilidad? Es más que pro-bable que la revolución haya produ-cido frustraciones y resentimientos yque las relaciones sociales esténbastante complicadas. Por otra par-te, cuando el H. Avit investiga unasdécadas más tarde sobre Jean-Bap-tiste Champagnat, recoge muchosrecuerdos que muestran inequívoca-mente que J.B. Champagnat habíaconservado la reputación de fervien-te jacobino.

La hipótesis de un ostracismo su-frido por la familia Champagnat no ca-rece, por lo tanto, de fundamento.Sus miembros también pudieron sen-tir cierto malestar por un pasado fa-miliar bastante comprometedor. Yademás, el ascenso social del pro-yecto de J.B. Champagnat, padre,que explica en parte su participaciónen la política, ha fracasado. Sin serpobres, la familia vive una situacióneconómica precaria. Cuando Marce-lino se niega a ir a la escuela, ¿es sólodebido a la brutalidad del maestro opara evitar los ultrajes de los otros ni-ños? De hecho, no es que le falte de-seo de aprender puesto que decide

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7 Del 30 de septiembre de 1800 hasta el 18 de septiembre de 1808, solo constatamosdiez reuniones, la mayor parte de ellas de importancia relativa. Y las actas de este periodode 8 años solamente ocupan 9 páginas. El contraste con el periodo anterior es sorprendente:el registro de la municipalidad empezado el 2 de junio de 1791 y cerrado el 16 floréal, año 8(8 de marzo de 1800) comprende 359 páginas para un periodo de menos de 9 años.

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repentinamente retomar sus estudios,sino que existe un ambiente social enel que se siente incómodo. Sin duda,en estos años, la iglesia se convier-te en uno de los principales mediosde progreso debido a la educaciónen los seminarios, pero ¿cómo soñarcon el sacerdocio en una familia mar-cada por el reciente compromisopolítico del padre y los limitados me-dios económicos? Por esta razónMarcelino solo piensa en convertirseen granjero.

Una única autoridad es lo sufi-cientemente fuerte como para resol-ver la situación: la del párroco Allirot.Al enviar un reclutador del seminarioa los Champagnat, le ofrece unaoportunidad de reconciliación socio-religiosa y en todo caso la oportuni-dad de reanudar el deseo de ascen-sión social mediante la educación. Noes solo el joven Marcelino el queaprovecha esta oportunidad, sinotoda la familia. Y eso porque, a pesarde las muchas dificultades persona-les y familiares —como la muerte delpadre— no se volvería a producirsemejante oportunidad. Como mu-chas vocaciones de esa época, la vo-cación de Marcelino, todavía impre-cisa en 1803, no será solamente per-sonal sino parroquial y familiar.

Cuando el Sr. Allirot pidió Herma-nos a Champagnat en 1818, en unmomento en que no son muy nume-rosos, son muy jóvenes y están to-davía poco formados, no pudo pormenos que enviarle dos, como si re-conociese una deuda con el párrocoque le había dado la oportunidad delibrarse, mediante la instrucción, de undestino apretado. Al fundar a losHermanos, su deseo era el de pres-tar a otros ese mismo servicio.

La muerte del último Champagnat,no “a baja edad”, sino en diciembrede 1803, a los trece años, me con-duce a la hipótesis de que el último dela familia Champagnat fue un niño condiscapacidad. Y ese problema me in-dujo a preguntarme sobre la libera-ción que representó la vocación deMarcelino, hijo de un Jacobino, en uncontexto posrevolucionario de am-biente arduo y excluyente. Por último,la gran compasión del P. Champag-nat por los enfermos y su afirmaciónde que son una bendición para lacasa, tal vez encuentren su origen ensu cercanía con su hermano disca-pacitado. Entonces, es necesarioanalizar más detenidamente la do-cumentación de la relación de Cham-pagnat con los enfermos y los inváli-dos.

102 Benoit-Joseph Champagnat muere a los 13 años en 1803

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Línea 3: “Jean Baptiste Champagnat de 23 años fallecido en Rosey el 7º”:añadido encima de la línea: “el 21 de sep (tiembre) de 1803”); debajode la línea: “el 3 (?) de sep (tiembre) de 1803”.

Línea 14: “Benoît (encima “joseph”) Champagnat de 10 años (corregido “13”)años murió en el Rozet el 20 Xbre de 1803”.

Línea 28: “Jean-Baptiste Champagnat de (cerca de) 50 años murió en Ro-zet el 12 de junio de 1804”.

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ANEXO

EXTRACTO DEL REGISTRO PARROQUIAL DE MARLHES

Extracto del registroparroquial de Marlhes

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Se han dicho recientemente mu-chas cosas sobre el Formulario del23 de julio de 1816. Me parece opor-tuno fijar ahora nuestra atención so-bre un documento similar, originariode la rama de los Hermanos: la «Pro-

mesa» de la que nos quedan dos ver-siones. La primera, fechada en 1826(OM1/168) y la segunda, recogida enla Vida, de 1856 (Cap. XV p. 157-158):«de la mano del piadoso Fundador»,nos dice el H. Jean-Baptiste.

André Lanfrey, fms 105

LA “PROMESA” DE LOS HERMANOS DE 1826En realidad, los estatutos primitivos de la rama de los hermanos

H. André Lanfrey

DOCUMENTOS

Promesa de 1826 (OM1/168) Vida cap. 15 p. 157

Nos comprometemos:

Primero, a buscar solo la gloria de Dios,el bien de su Iglesia Católica, Apostólicay Romana, y el honor de la augusta Ma-dre de nuestro Señor J(esús) C(risto).

Segundo, nos comprometemos a en-señar gratuitamente a los pobres quepresente el Sr. párroco del lugar 1º el ca-tecismo, 2º la oración, 3º la lectura, elrespeto a los ministros de Jesucristo, laobediencia a los padres y a los príncipeslegítimos.

2º. Nos comprometemos a dar ense-ñanza gratuita a todos los niños pobresque nos presente el Sr. cura párroco y aenseñarles, así como a todos los demásniños que nos sean confiados, el cate-cismo, la oración, la lectura, la escrituray demás materias de la enseñanza pri-maria, según sus necesidades.

Nos comprometemos pues:

1º. A buscar solo la gloria de Dios, elhonor de la augusta Madre de Nues-tro-Señor Jesús-Cristo y el bien de laIglesia católica, apostólica y romana.

Nosotros, infrascritos, para la mayorgloria de Dios y el honor de la augustaMaría, Madre de nuestro Señor JesusCristo, certificamos y aseguramos quenos consagramos por cinco años, apartir de este día (de) mil ochocientosveintiséis, libre y muy voluntariamente,en la piadosa asociación de los que seconsagran, bajo la protección de labienaventurada Virgen María, a la ins-trucción cristiana de los niños delcampo.

Todo a la mayor gloria de Dios y honorde la augusta María, Madre de Nuestro-Señor Jesús-Cristo.

Nosotros, infrascritos, certificamos yatestiguamos que nos consagramos porcinco años, a partir de este día, libre ymuy voluntariamente a Dios en la pe-queña asociación de los Hermanitos deMaría, con el fin de trabajar sin des-canso, por la práctica de todas las virtu-des, en nuestra santificación y en la edu-cación cristiana de los niños del campo.

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Un comentario crítico a estos do-cumentos ya ha sido realizado por elH. Balko1, quien ha expuesto especí-ficamente que no se trata de una fór-mula de profesión sino de un con-trato colectivo de compromiso enuna asociación de educadores cris-tianos según el espíritu de la Socie-dad de María. La versión de 1826 esciertamente la más antigua, sobretodo porque no da aún a la asocia-ción el nombre «Hermanitos de Ma-ría» (ver 1er. párrafo), mientras queeste título oficial existe desde 18242.La versión del H. Jean-Baptiste nosgarantiza que en 1826, este docu-mento está terminado, ya que la ver-sión de 1856 no modifica nada esen-cial. Solo nos queda plantear trespreguntas en relación con este do-cumento fundamental: su antigüe-dad, las etapas eventuales de su ela-boración, y sobre todo su verdaderoestatuto. ¿No sería tal vez, una pri-mera constitución de la rama de losHermanos?

1. “LA PROMESA”COLECTIVA Y LAS PROMESASINDIVIDUALES

La fuente principal de la historiade esta promesa es el comienzo delcapítulo 15 de la vida del Fundador(p. 157-158), en el que el H. Jean-Baptiste se interesa sobre todo porla instauración de los votos en 1826.Según él, la promesa «conteníaesencialmente, todas las obligacio-nes de la vida religiosa» y no era másque una anticipación de los votos.Pero esto no es tan sencillo: los vo-tos son compromisos individuales yla promesa es colectiva: «Nosotros,los infrascritos…»

No obstante, en otros pasajes, elH. Jean-Baptiste evoca claramentealgunas promesas individuales primi-tivas. Así (Cap. 15 p. 157) «desde loscomienzos, él (Champagnat) habíadispuesto que los Hermanos hicieranpromesas de fidelidad a Dios y a suvocación». Un poco más adelante(p.158) precisa que «cada Hermano

106 La “Promesa” de los hermanos de 1826

1 “Promesa de los primeros Hermanos” en FMS, 1978, n° 31, p. 412 et n° 32 p. 424. 2 El prospecto emplea por primera vez la expresión «Hermanitos de María»

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Tercero, prometemos comprometernosa obedecer sin réplica a nuestro supe-rior y a los que por su mandato nossean propuestos.

. Nos comprometemos a obedecer sinréplica a nuestro superior y a todos losque por su mandato sean propuestospara dirigirnos.

Cuarto, prometemos guardar la casti-dad

4º. Prometemos guardar la castidad.

Quinto, ponemos todo en común. 5º. Ponemos todo en común.

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firmaba esta promesa de rodillas enpresencia de la comunidad reunida».Al parecer, él amalgama dos «pro-mesas» diferentes: una colectiva,que conocemos; otra individual «aDios y a su vocación» que formaríaparte del rito de entrada en la aso-ciación con firma y toma de hábito.Este rito se remontaría a finales demarzo de 1817, fecha de la toma dehábito de J.M. Granjon y de J.B. Au-dras (H. Louis).

2. EL H. LOUIS Y EL ORIGEN DE LA PROMESACOLECTIVA

Sobre los orígenes de la «pro-mesa» colectiva, disponemos, en laVida (p. 158), y en las Biografías dealgunos Hermanos (p. 11), de dos re-latos muy próximos que muestran laoposición del H. Louis a dicha pro-mesa.

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3 Murió en 1847 y el H. Jean-Baptiste aprovecha una biografía primitiva. 4 Pero nuestras fuentes no han guardado ciertamente la memoria de todos los herma-

nos de los inicios.

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Vida cap. 15 p. 158 Biografia del H. Louis

«Cada Hermano firmaba esta promesade rodillas y en presencia de la comuni-dad. Como vemos, esta promesa con-tenía esencialmente, todas las obliga-ciones de la vida religiosa, y el PadreChampagnat, no cesaba de manifestarloa los Hermanos cuando los autorizaba aformularla.

«Después de dos años de noviciado,para contener la inconstancia humana yafirmar la vocación de sus primeros her-manos, él (Champagnat), les propusohacer a Dios una promesa de fidelidad.Por ella, los hermanos se obligaban atrabajar por su santificación, a enseñar alos niños, especialmente a los más po-bres, a obedecer a su superior, a guar-dar la castidad y a poner todo en común.

La biografia del H. Louis, sin duda,anterior a la Vida3, afirma con clari-dad que la «promesa» colectivacompleta fue propuesta a los Her-manos desde finales de 1818, conocasión de un retiro, cuando que su

asociación, nacida el 2 de enero de1817, no tenía aún dos años de exis-tencia y muy pocos miembros4. Ade-más, se trataría ya del texto com-pleto de 1826 y no de una primeraversión breve. Primeramente, yo ha-

La primera vez en que se trató de ad-quirir este compromiso, a finales de1818, el Hermano Louis, que tenía unaconciencia extremadamente timorata yque, con razón, era escrupuloso cum-plidor de todo lo que prometía a Dios,asustado por las obligaciones que iba aasumir, se negó a firmar, pese a los con-sejos del Padre Champagnat y a las in-vitaciones amistosas de los demás Her-manos.»

La primera vez en que se trató de con-traer este compromiso, a finales de 1818,el Hermano Louis, que tenía una con-ciencia extremadamente timorata, yque, con razón, era escrupuloso cumpli-dor de todo lo que prometía a Dios,asustado por las obligaciones que iba aasumir, se negó a firmar, pese a los con-sejos del Padre Champagnat y a las in-vitaciones amistosas de los demás Her-manos.»

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bía pensado que el H. Jean-Baptiste,cuidadoso en mostrar que la prácticade las virtudes religiosas (obedien-cia…) era original y que era necesa-rio pensar en una construcción másprogresiva de esta promesa colec-tiva. Yo concebía su realización defi-nitiva lo más pronto, a finales de 1819,cuando el P. Champagnat estructurósu comunidad, haciendo elegir paraella un director y estableciendo unprincipio de reglamento religioso, an-tes de venir a alojarse con los Her-manos. (Vida Cap. 6 p. 69-70).

Pero dos elementos me han lle-vado a modificar mi interpretación:una datación claramente confir-mada5 y sobre todo la coincidenciaentre la fecha de la resistencia del H.Louis y su destino a Marlhes a finalesde 1818 o a principios de 1819, asícomo el alejamiento de su hermanoal Bessat muy probablemente elmismo año. En resumen, los doshermanos Audras se apartaron delhogar de la asociación.

A pesar de eso, los puentes noestaban rotos, como lo sugiere el H.Jean-Baptiste en la Vida (p. 158) alrelatar una conversación entre el H.J.M. Granjon y el P. Champagnat. Elprimero estaba «escandalizado» poresta oposición, mientras que M.Champagnat optó por la paciencia:«él (H. Louis) firmará más tarde».Además, este diálogo nos informasobre la identidad de los dos pro-motores de esta promesa colectiva:

uno más intransigente, otro máscondescendiente. En 1818-19, la aso-ciación habría existido pues, en con-formidad con dos formas de com-promiso. Y el proceso de adhesión ala promesa colectiva de 1818, se ter-minó con el retiro de finales de 1819,con el nombramiento de J.M. Gran-jon como director, seguido de la in-corporación de Champagnat a losHermanos. Los dos Audras acepta-ron finalmente este cambio perootros pudieron retirarse. Bajo el im-pulso del tándem Champagnat-Granjon, la asociación primitiva seorientó hacia la comunidad religiosadespués de un periodo de crisis,pero también de reflexión, de un año.

3.¿LA CARTA PRIMITIVADESDE 1817?

La retirada sin ruptura del H.Louisy probablemente de su hermano en1818-1819, solo puede comprendersecomo la adhesión a una primeracarta de asociación que el proyectode 1818 no anula. Había pues unacontinuidad manifiesta de la una a laotra, ya que el H. Louis no cuestionósu pertenencia a la asociación porcinco años, sino las nuevas obliga-ciones que ella imponía, a saber: laspromesas de obediencia, castidad ypuesta en común de los bienes. Es loque dice el H. Jean-Baptiste: «el H.Louis […] se asustó por las obliga-

108 La “Promesa” de los hermanos de 1826

5 Que supone que el H. Jean-Baptiste ha obtenido un testimonio preciso, probablementedel mismo H. Louis.

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ciones que debía asumir», pues sedaba cuenta de que éstas cambia-ban la naturaleza de la asociación.

Existió pues una primera etapa deesta promesa colectiva que pode-mos situar en el momento de la pri-mera toma de hábito, a finales demarzo de 1817. Cuando J.M. Granjony Jean-Baptiste Audras se reunieronen comunidad el 2 de enero de 1817,es poco probable que una carta defundación se pusiera por escrito.Pero la toma de hábito, en marzo,suponía un documento colectivocomo fundamento a los compromi-sos individuales. Supongo entoncesun contrato moral elaborado entreenero y marzo de 1817 formulado así:

«Nosotros, los infrascritos, para la mayor gloria de Dios y en honor de la augusta María, Madre de nuestro Señor Jesús Cristo, certificamos y afirmamos que nos consagramos por cinco años a partir de hoy […], libre y muy voluntariamente, en la piadosa asociaciónde los que se consagran, bajo la protección de la bienaventurada Virgen María, a la instrucción de los niños del campo. Pretendemos:Primeramente, buscar solo la gloria de Dios, el bien de su Iglesia Católica, Apostólica y Romana y el honor de la augusta Madre de nuestro SeñorJ(esús) C(risto). En segundo lugar, nos comprometemos a enseñargratuitamente a los pobres que nos presente el Sr.cura del lugar 1º el catecismo, 2º la oración, 3º la lectura, el respeto a los ministros de Jesús Cristo, la obediencia a los padres y a los príncipes legítimos.»

Hay en este texto una gran cohe-rencia: primero, una declaracióngeneral de intenciones seguida dedos artículos precisando una obliga-ción fundamental: la enseñanza des-interesada de la doctrina cristiana. Yes conforme a lo que dice el H. Jean-Baptiste: «fidelidad a Dios y a su vo-cación ».

Es verdad que en aquella fecha, laasociación no tenía aún carácter ca-ritativo y catequético preciso, perosabemos que poco después de queel H. J.M. Granjon comenzara a reu-nir algunos niños para catequizarlos yalimentarlos, se iniciaron las cate-quesis en las aldeas. Por otra parte,el P. Champagnat no había reunidodiscípulos para una vida contempla-tiva, sino para el apostolado. Esta ac-tividad se ejercerá únicamente por lagloria de Dios y sin salario. Será gra-tuita para los niños pobres6, respe-tando la autoridad del párroco. Noera aún un proyecto netamente es-colar: el aprendizaje de la lecturaacompañaba normalmente al del ca-tecismo. Sin embargo, la frontera en-tre escuela y catequesis era extre-madamente sutil. Si la fórmula relativaa la gloria de Dios y el honor de Ma-ría recuerda el Formulario, no es se-guro que los dos primeros Hermanosconocieran con precisión el proyectode la S. M.; de ahí la fórmula bastantedesacertada en la definición de laasociación que no incluye el término«Sociedad de María», ni incluso «Her-manos de María».

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6 Lo que supone que los niños de familias con algunas rentas, pagarán.

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4.UNA CRONOLOGÍAPROBABLE

Todo ello nos daría una cronologíabastante restringida de la carta co-lectiva de los Hermanos:

1. La entrada en comunidad de J.M.Granjon y J.B. Audras el 2 deenero de 1817, sin contrato explí-cito, pero con la idea de formaruna comunidad apostólica parro-quial bajo la dirección del P.Champagnat

2. Redacción de la primera parte delcontrato colectivo hacia marzo de1817, seguida de su aplicación enlos años 1817-1818.

3. A finales de 1818, propuesta del P.Champagnat y J.M. Granjon delas promesas de obediencia, cas-tidad, pobreza.

4. Desde finales de 1818 a finales de1819, división del grupo (La Valla,Marlhes, Le Bessat), represen-tando el H. Louis el papel de opo-sitor principal.

5. Finales de 1819, acuerdo sobre lapropuesta de 1818, que daba a laasociación un carácter más con-ventual y menos limitado a un lu-gar, bajo la dirección del tándemChampagnat-Granjon.

No es menos cierto que carece-mos del texto de estos estatutosfundamentales de los Hermanos Ma-

ristas anterior a 1826, y que nuestracronología reposa esencialmente enel testimonio del H. Jean-Baptiste.Por otra parte, queda la cuestión dela promesa individual de los Herma-nos, sin duda diferente del contratocolectivo.

5. IMPORTANCIA DEL MANUSCRITO 302DEL H. FRANÇOIS

Las notas del H. François permitenresolver parcialmente estos proble-mas. En su primer cuaderno de «Pen-samientos-retiros» (A.F.M.5101.302),iniciado en el retiro de la comunidad,en 18197, él mismo, que iba a tomar elhábito y pronunciar un compromisopersonal, mezcla reflexiones, resolu-ciones personales y alusiones preci-sas a la promesa colectiva y a la queél debe formular:

«[1] En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.¡Oh santísima Trinidad! (S. Francisco Javier)Todo a la mayor gloria de Dios y en honor de la augusta María.1er. RETIRO de 1819 (P. Champagnat)1º Me acordaré de la presencia de Dios… cuandoore, cuando haga la clase, cuando camine, cuandotome mis recreos, mis comidas y obrando en todocon una s(an)ta modestia para gloria de Dios,honor de María y el bien de la Religión.2º Enseñaré a los niños el respeto, el amor y la obediencia que deben

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7 En la sala que se convertirá luego en habitación del P. Champagnat.

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a sus padres y a sus superiores, yprincipalmente el catecismo y la oración.[2] Me propondré en todo el ejemplo de Jesús, deMaría y de los Santos (1820)Actuaré luego, enseñaré a ejemplo de Jesús mi maestro y mi modelo. (act.1)» En 1822 añade: «No cometer jamás el menor pecado que sea con intención deliberada, sino evitarlos todos con cuidado.Vivir como pudiendo morir en cada momento, como estando preparado a morir y como estando ya a punto de morir y como estando ya muerto,imaginándome estas diferentes situaciones ante Dios. Este pensamiento tranquiliza en contra de todas las sorpresas de la muerte,

da confianza y fervor y colma el alma de consuelos y de alegría (Judde, Gde retraite, T.V, p. 179)*Buscar solamente la gloria de Dios, el honor de María, Madre de Nuestro Señor Jesús Cristo y el bien de la santa Iglesia católica, apostólicay romana, según los fines de la orden (Judde, Retiro religioso, 4º día, 1 medit. T. 3)8

Obedecer sin réplica a mi Superior y a los que, por su mandato, me sean propuestos, como si Jesús Cristo en persona me mandara…Preguntarme con frecuencia a mí mismo: Ad quid venisti? Hablar siempre con gravedad,prudencia y dulzura, ya sea a los niños, a losHermanos o a cualquier otro, y cuando haya recibidoalguna contrariedad de alguien, no decir nada, no hacer nada, hasta que nuevamente esté en paz.»

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8 Estas referencias al P. Judde han sido añadidas posteriormente.

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H. François (Recopilación 302,1819, 1822)

Promesa de 1826(OM1/168)

Vida Cap. 11 p. 157

[1] En el nombre del Pa-dre y del Hijo y del Espí-ritu Santo, Amén.

¡Oh santísima Trinidad!(S. Francisco Javier)

Todo a la mayor gloria deDios y en honor de la au-gusta María.

1/ Nosotros, los infrascri-tos, para la mayor gloriade Dios y en honor de laaugusta María, Madre denuestro Señor JesúsCristo, […]

1/ Todo a la mayor gloriade Dios y en honor de laaugusta María, Madre deNuestro-Señor JesúsCristo […]

Convergencias entre el H. François y las «promesas» más tardías

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1er. RETIRO de 1819 (P. Champagnat)

1° Yo me acordaré de la presencia de Dios…cuando ore,cuando haga la clase,cuando camine, cuandotome mis recreos, miscomidas y obrando entodo con unasta.modestia para lagloria de Dios, el honorde María y el bien de laReligión.

2° Enseñaré a los niñosel respeto, el amor y laobediencia que deben asus padres y a sussuperiores yespecialmente elcatecismo y la oración.

1822

Buscar solamente lagloria de Dios, el honorde María, Madre deNuestro Señor JesúsCristo y el bien de lasanta Iglesia católica,apostólica y romana,según los fines de laorden (Judde, Retiroreligioso, 4º día, 1 medit.T.3)

3/Prometemos: primero,buscar solo la gloria deDios, el bien de su IglesiaCatólica, Apostólica yRomana, y el honor de laaugusta Madre denuestro Señor J(esús)C(risto).

Prometemos pues :1. Buscar solo la gloria deDios, el honor de laaugusta Madre deNuestro-Señor Jesús-Cristo y el bien de laIglesia católica,apostólica y romana.

Obedecer sin réplica a mi Superior y a los que,por su mandato, mesean propuestos, comosi Jesús Cristo enpersona me mandara.

4/ Prometemos, tercero,comprometernos aobedecer sin réplica anuestro superior y a losque por su mandato nossean propuestos.

3. Nos comprometemosa obedecer sin réplica anuestro superior y a todos los que por su mandato sean propuestos para guiarnos.

2/ Nos comprometemos,segundo, a enseñargratuitamente a lospobres que presente elSr. cura del lugar 1°el catecismo, 2º la oración, 3º la lectura, el respeto alos ministros de JesúsCristo, la obediencia alos padres y a lospríncipes legítimos.

2. Nos comprometemosa enseñar gratuitamentea todos los niños pobresque nos presente el Sr.cura de la parroquia, y aenseñarles, así como atodos los demás niñosque nos sean confiados,el catecismo, la oración,la lectura, la escritura ylas demás materias de laenseñanza primaria,según sus necesidades.

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9 Champagnat es ciertamente superior de los Hermanos pero los sacerdotes del Her-mitage no tienen superior.

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Gracias al H. François, tenemos lacerteza de que la «promesa» de1826 existía ya en 1819-1822. No esun resultado pequeño. Ciertamente,hay algunas variaciones entre lastres versiones. Es un poco sorpren-dente que en la de 1826 no se hayaintroducido ya el término «Hermani-tos de María», aunque se tratase deun texto patrimonial que se debíamodificar con prudencia. El mismoH. Jean-Baptiste, denominó a la aso-ciación (Hermanitos de María) y su-primió la alusión a los príncipes legí-timos. Y esta supresión sugiere quesu texto era posterior a la revoluciónde 1830. En efecto, los partidariosdel régimen depuesto se considera-ban « legítimos » y veían a la dinastíade Orléans como usurpadora. Espues probable que la versión de 1856habría sido redactada por Cham-pagnat poco después de 1830, paraevitar interpretaciones políticas incó-modas y tal vez, fuentes de conflictoentre los Hermanos. Esta versión tar-día indica también que la instauraciónde los votos no había perjudicado ala constitución fundamental de losHermanos, que permanece válida alprecio de algunas actualizaciones.

Por otra parte, los votos de losprimeros Hermanos a partir de 1826se pronunciaron «a los superiores dela llamada Sociedad de María9 se-gún sus estatutos y sus fines». ¿Cuálera el contenido de estos estatutos yde estos fines? Ciertamente, el pro-

yecto de Fourvière en 1816, perotambién la «promesa» de 1819-26 y,sin ninguna duda, toda una tradiciónoral y algunas prácticas primitivas.Ya en 1822, el H. Francisco había ha-blado «de los fines de la orden», fór-mula que parecía significar más omenos lo mismo. A partir de 1836, losHermanos harían sus votos al P. Co-lin «según las constituciones y los fi-nes de la orden» en las que incluían,sin ninguna duda, los estatutos de surama puestos a punto en 1817-1819.El Testamento espiritual de Cham-pagnat en 1840, sería en definitiva,una actualización de estas constitu-ciones y fines de la orden.

6.LA FÓRMULAPRONUNCIADA PORCADA HERMANO

La insistencia en la carta fundadorade los Hermanos, nos ha hecho encierto modo, perder de vista el pro-blema de las promesas individuales,formuladas en términos de consagra-ción y no de contrato. Aparentemente,ningún documento muestra el texto deesta promesa. Pero, partiendo del prin-cipio de que la fórmula de los votos en1826 se inspiraba en la promesa,pienso que el H. François, que hizo susvotos perpetuos en 1826, (A.F.M.5101.302) da una buena idea, no solode la fórmula de los votos sino tam-bién de la promesa:

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114 La “Promesa” de los hermanos de 1826

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«113] En el once del mes memorable de octubre delaño mil ochocientos veintiséis, al final del retiro, tuvela dicha de recibir a Dios y de hacer los votosperpetuos de pobreza, de castidad y de obediencia,por los que me consagré por entero a Dios, mi Padrey a María, mi Madre, bajo la protección de todos losángeles y de todos los santos, especialmente de miángel custodio, de St. Jean François Régis y de S.Francisco Javier, por cuyos méritos e intercesiónespero obtener de la misericordia de Dios la graciade observarlos fielmente hasta mi último suspiro».

El texto de la fórmula de los votosperpetuos de la Regla de 1837 (2ªparte p.16-17) es parecido:

«Postrado a tus pies, santísima y adorable Trinidad,con el ardiente deseo de manifestar tu gloria, enpresencia de María, mi tierna Madre, de san José yde los demás Patronos de la Sociedad, de mi ángelcustodio y de mis santos Patronos, hago voluntaria ylibremente los tres votos perpetuos de Pobreza, decastidad y de obediencia al superior de la llamadaSociedad de María, según las Constituciones y los fines de la Orden. Dígnate, oh Dios, aceptar mis votos y mi entrega; y tú, María, mi tierna Madre, recíbeme en el número de tus queridos hijos, Amén.»

Podemos suponer que la fórmulade la promesa personal de cadaHermano comportaba una invoca-ción a la Trinidad, a María, a los án-geles custodios y a los santos patro-nos, seguida de un compromiso porcinco años en la asociación: aca-bando todo con una invocación pa-recida al texto del H. François:

«obtener de la misericordia de Dios la gracia de observarlos fielmente hasta mi último suspiro».

Esta lista de intercesores se en-cuentra además, al final del Testa-mento espiritual del P. Champagnat(Vida p. 243-244):

«Que perseveren ustedes en el santo ejercicio de lapresencia de Dios […] Que una devoción tierna yfilial les anime […] para nuestra Buena Madre […] Junten a la devoción de María la devoción al glorioso San José […] uno de nuestros primerospatronos. Hacen ustedes el oficio de ángelescustodios […] dispensen a estos espíritus puros un culto especial.»

Con o sin razón, encuentro tam-bién un vínculo entre estos dos tex-tos y las primeras palabras del cua-derno 302 del H. François, ya citadasantes, que me parecen un compen-dio de su promesa personal de 1819.En dicha promesa encontramos lainvocación a la Trinidad y al santopatrón así como la divisa marista:

«[1] En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.¡Oh santísima Trinidad! (S. Francisco Javier)Todo a la mayor gloria de Dios y en honor de la augusta María.»

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André Lanfrey, fms 115

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7. NO UNA PROMESA SINO UNOS ESTATUTOSFUNDADORES DE LA RAMA DE LOS HERMANOS

La palabra «promesa» empleadapor el H. Jean-Baptiste disimula dosrealidades diferentes y de importan-cia desigual: promesas individuales,cuyo contenido he intentado resti-tuir, y los estatutos fundamentalesde la rama de los Hermanos. Éstosestaban establecidos desde 1818-1819, siendo las versiones de 1826 y1856 adaptaciones tardías. Este ma-nifiesto había encontrado su núcleoprimitivo desde 1817, con el compro-miso de constituir, por cinco años,una asociación bajo la advocaciónde María para la instrucción cristiana

de los niños. Su importancia seguirásiendo considerable ya que los votostemporales o perpetuos serán pro-nunciados según «los estatutos y losfines» luego, «según las constitucio-nes y los fines de la orden». Sobretodo, es necesario ver una relaciónfundamental entre estos estatutos yel Testamento espiritual de 1840.

Esbozando hacia 1830 una histo-ria de los orígenes de los Hermanos,el P. Bourdin (OM2/754 § 5), se sor-prendía de «la urgencia de la obra».Yo confieso haber experimentado lamisma sorpresa al constatar que,contrariamente a las ideas recibidasen relación con el espíritu esencial-mente práctico de Champagnat,éste supo muy pronto dar a su obrauna identidad firme en el seno de laSociedad de María.

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LAS CARTAS DE REIVINDICACIÓN DEL H. PHILOGONE,ASISTENTE DE AUBENAS(1892) Y DEL CONSEJOPROVINCIAL EN 1921

A pesar de una tradición muycentralizadora, las provincias del Ins-tituto, en el siglo XIX, estaban lejosde constituirse según un esquemauniforme. Esto era cierto especial-mente para las Provincias del sur deFrancia: Aubenas y Saint Paul. Si cre-emos en la carta del H. Philogone,por otra parte, hombre prudente yponderado, la política de la adminis-tración general, en relación con es-tas dos provincias vinculadas tardía-mente al Instituto y situadas a unlado y otro del Rhône, no fue llevadaa cabo con la equidad que se podíaesperar. La provincia de Aubenasdebería por fin, salir del geto territo-rial en donde había estado recluída.

Efectivamente, saldría de esta si-tuación, aunque en unas condicionesmuy desfavorables, a partir de 1903,con la fundación del distrito de Pon-tós y la provincia de Brasil norte. Pero

la erección de la provincia de León en1920, comprometió todo renaci-miento duradero, como lo afirmaba elconsejo provincial de entonces.

Tomando como base dos docu-mentos clave, vamos a evocar eldestino de una provincia del Institutocon una fecundidad inigualable envocaciones, pero además, conside-rada muy pronto como una reservade hermanos para el desarrollo glo-bal del Instituto.

1. BREVE CRONOLOGÍADE LA PROVINCIA DE AUBENAS

• El 15 de abril de 1844: unión con losHermanos de Viviers. El 3 de mayosiguiente: llegada, de Ntra.Sra. delHermitage, del P. Besson, cape-llán, y del H. Louis Bernardin, Di-rector provincial.

• Los hermanos de Viviers, desde 1810a 1844, tuvieron un desarrollo difícil.En el momento de la fusión, eran 60,incluidos 7 postulantes. El Sr.Vernet,Vicario general, era su fundador.

Alain Delorme, fms 117

GRANDEZA Y DECLIVE DE LA PROVINCIA DE AUBENAS

H. Alain Delorme

DOCUMENTOS

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• Labégude se convirtió en Casaprovincial y lo sería hasta 1878.Mal situada, al lado de una rutaimportante, muy pronto llegaría aser demasiado reducida y seríareemplazada, en 1878, por unacasa grande construida en Aube-nas, ciudad situada a 4 km.

• El hermano Jean-Baptiste Furet fueAsistente de Saint-Paul y de Aube-nas hasta 1860. La Provincia de Au-benas fue confiada entonces alHermano Pascal, quien solo per-maneció un año, y fue reemplazadopor el Hermano Philogone que la di-rigió durante 34 años. (Cf. Maravi-llosos Compañeros, pp. 132/147)

• El hermano Malachie (Cf. Maravi-llosos Compañeros, pp. 150/161),reemplazó al hermano Bernardinen Labégude en 1848. Dicho her-mano afirmó en numerosas oca-siones que el hermano Jean-Bap-tiste, administrador de las dosProvincias, llevaba todos los añosdesde Labégude a Saint-Paul, uncierto número de hermanos, entrelos más capacitados, para asentarsobre buenas bases esta últimaProvincia. Con fecha de 1861, delos 92 Centros de Saint-Paul, 45estaban dirigidos por Hermanos“descolgados” desde Labégude.Otros hermanos eran destinadostambién a Beaucamps. Más de300 jóvenes fueron alejados asíde su Ardèche natal, algunos paralas misiones lejanas: China…

• 1874 a 1878: construcción de laCasa provincial en Aubenas. Losplanos fueron elaborados por el

hermano Philogone. El HermanoLouis-Marie, a pesar de las difi-cultades económicas que el Insti-tuto conocía entonces, trabajómucho para sacar adelante estaconstrucción considerada priori-taria. En una carta del 8 de di-ciembre de 1873, escribía: « Im-posible retrasar el noviciado deAubenas. Tendremos pronto 300Hermanos para los Retiros de La-bégude y apenas la casa puedealojar convenientemente un cen-tenar. La mitad duermen en elsuelo, en desvanes sin luz y sintecho, sobre jergones de pajaque se tocan y adonde solo pue-den llegar deslizándose »

• En septiembre de 1878, el novi-ciado de Labégude fue transfe-rido a Aubenas.

• En 1890, apertura del juniorado deLabégude. Hasta este periodosolo se admitía a los candidatosde 15 años, quienes en su mayo-ría, procedían directamente de lasescuelas. El 1er. juniorado se habíaabierto en 1868 en Ntra. Sra. delHermitage. La apertura de los ju-niorados correspondía a un cam-bio de mentalidad en la opinión ya la industrialización de Francia,que ofrecía posibilidades de em-pleo a los jóvenes, sobre todo enlos ferrocarriles. Era necesariopues, «cultivar» jóvenes vocacio-nes, de entre doce y quince años.

• En mayo de 1891, fue fundado elDistrito de Argelia que contarácon hasta 18 escuelas. Los Her-manos jóvenes iban allí para cum-

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plir el servicio militar (más cortoen Argelia que en Francia).

Detrás de esta aparente prosperi-dad, el H. Philogone va a reconocer, noobstante, algunos problemas de fondoque ponían en peligro su existencia.

2.CARTA DEL 8 DE ABRILDE 1892, DELHERMANO PHILOGONE,ASISTENTE, ALHERMANO THÉOPHANE,SUPERIOR GENERAL

Alain Delorme, fms 119

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Aubenas (Ardèche), 8 de abril(Totalmente confidencial)

Reverendísimo Hermano,

Ayer terminé la correspondencia de marzo. Aprovecho el primer momento que me permite parapresentarle algunas reflexiones en relación con la respuesta que ha tenido la bondad de dirigirmesobre uno de los tres medios propuestos para el mantenimiento del juniorado de la Provincia. Loharé tanto más libremente cuanto que presiento el final de mi mandato y en consecuencia, estoypersonalmente más desinteresado. Solo el bien general me mueve a ello. Le he expuesto últimamente la situación del juniorado y de la Provincia tal como yo la percibo. Lecorresponde, Reverendísimo Hermano, juzgar si estoy en lo cierto. Nosotros reconocemos que yahace usted mucho por el juniorado y no sabríamos agradecérselo merecidamente. No obstante, sinmás recursos, nos es imposible salir adelante.En relación con la propuesta que le he hecho de completar la Provincia, se le han sugerido otras,acompañadas de objeciones. Primeramente, se nos habla de completarla parcialmente con laagregación de las escuelas del Vigan y de otras casas del Gard, a medida que tengamos Hermanosdisponibles para despedir a los de St. Paul. ¡En verdad, extraña combinación que ya me ha planteadovarias veces el C.H. Bérillus! Pero, ¿acaso mercadeamos entre nosotros? ¿Piensa que vamos adespachar así a los hermanos de año en año, escuela por escuela? ¿Se ha procedido alguna vez deesta manera para la formación de las tres Provincias del Centro?«Se dice luego (el C.H. Bérillus) que no se sabría proceder a un desmembramiento, sin suscitar entre losHermanos una crisis moral, oposiciones y protestas.» ¡Desmembramiento! Pero ¿es undesmembramiento colocar las cosas en una situación normal? Todo lo más, consistirá en devolver aAubenas algunos de los ciento y tantos Hermanos que han hecho aquí su noviciado y su educación. Esta interpretación de desmembramiento es el criterio, dicho sea entre nosotros, del único Asistenteactual de St.Paul. Su predecesor, el C.H. Nestor, juzgaba todo de manera distinta y proponía seriamente,hace doce años, ceder a Aubenas todas las escuelas del Gard y del Hérault. Antes que él, el C.H. Jean-Baptiste había repetido muchas veces, incluso en el Consejo del Régimen estando usted presente,Reverendísimo Hermano: «El Rhône es el límite natural de las dos Provincias, y la Casa Provincial estaríamejor situada en Alais o en Sommières, por ser más céntrica». El R.H. Louis-Marie era totalmente delmismo parecer, y la casa de Aubenas se construyó con la amplitud que tiene, con la finalidad de cumplireste proyecto. Dos años después, él mismo anunció, en pleno retiro, que una vez acabada la casa, laProvincia se completaría con la agregación de las Escuelas de la ribera derecha del Rhône.

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¿Quién podría, razonablemente, ver un desmembramiento con la instauración del equilibrio en dosProvincias, una de las cuales está en exceso, nueve departamentos; otra en defecto, los 2/3 de undepartamento y el ¼ del otro? «Pero, se añade (h.Bérillus), esto crearía una crisis moral,oposiciones y protestas». ¿Por qué?En mi modesta opinión, esto sería juzgar muy desfavorablemente del espíritu de los hermanos. LosHermanos ¿no son todos miembros del mismo Instituto? ¿Acaso por pasar ocho noches de retiro enuna casa Provincial con preferencia a otra, dejarían de tener el mismo Superior general y de cumplirlas mismas Reglas y las mismas costumbres?¿Estarían tan vinculados con un Asistente que no podrían soportar a otro? ¿Tan fuertemente ligadosa una región que ya no se acostumbrarían a otra? Pero, mañana, este Asistente ya no estará en estecargo, o será destinado a Aubenas. ¿Y entonces?... Si están vinculados a su escuela, se sentirán másseguros de quedarse allí si pasan a Aubenas que si se ven reemplazados sucesivamente para novolver más. Por favor, ¡que no se nos distraiga como a niños con los que se juega! De lo que notengo duda es que las oposiciones y las protestas tienen su origen en otro lugar y no en el espíritude los mismos Hermanos. Lo que resulta profundamente deplorable en esta situación, es que el Asistente de St. Paul prevenga alos hermanos contra esta medida; como es deplorable que se divulgue y se acredite, sin ningúnfundamento (no he conseguido leer bien la palabra), que él importune y oriente al Superior. Laautoridad no tiene nada que ganar, ni tampoco la moral de los Hermanos con estos asuntos, quellegarían a ser un germen de perturbación. ¿Qué pueden pensar, por ejemplo, de lasrecomendaciones que se les hacen para que eviten a los Hermanos de Aubenas, y para que se alojenmás bien en casa de extraños antes que en nuestra casa? ¿No es fomentar el desorden entre dosProvincias perfectamente unidas en el pasado? De ahí a la desunión entre los miembros del Régimen,no hay mucho trecho. Un poco de susceptibilidad o de estrechez de espíritu sería suficiente.Dios me guarde de incriminar aquí las intenciones, incluso un exceso de celo. Pero lo que destaca delos hechos, es el todo para sí mismo, que lo acentúa. No se piensa en ello con atención; y paraconformarse, se prescinde del orden y de las buenas relaciones, con tal de que haya juniores,postulantes, escuelas y recursos. Hace ya varios años que tuve que subrayar, y no soy el único, esatendencia al aislamiento de las Provincias. Si esta situación se agudizara, ¿quién centralizaría luegotodo, para devolver al Instituto la fuerza moral, religiosa y administrativa tan bien implantada pornuestros predecesores? Aparte de esta digresión, una de dos: o se quiere conservar la Provincia deAubenas o extinguirla. Para extinguirla es suficiente con dejarla en los límites restringidos donde seencuentra, tanto respecto al territorio como a los recursos y permitir que St. Paul acapare a laspersonas.Para conservarla y fortificarla hacen falta fondos necesarios para el mantenimiento del juniorado, omejor, completar la Provincia agregándola de una vez, todas las escuelas de la ribera derecha delRhône hasta el Mediterráneo. Entonces, se tendrá, no un desmembramiento sino dos Provinciasidénticas, bien constituidas, con posibilidad de mantener juniorado y noviciado, de actuar sinenfrentamiento y de colocar a los Hermanos adecuadamente, sin estar en la incómoda necesidad deexponerlos constantemente a la atención de sus padres y de sus amistades.

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3.COMENTARIO

Esta carta fue escrita tres añosantes del final del largo mandatocomo Asistente del hermano Philo-gone, iniciado en 1861. Poseemos elborrador de esta carta pero no larespuesta del hermano Théophane,aunque el “Resumen histórico de laProvincia de Aubenas, 1844-1920”(Cf. Anexo) haga alusión a ella. Unelemento de respuesta se encuentraen la breve nota de la circular del 2de julio de 1893 bajo el título “SEC-CIONAMIENTO”:

«Los Hermanos de las Escuelas de Saint-Marcel(Ardèche), de Saint-Quentin, de la Roque, deGoudargue, de Notre Dame de la Rouvière, de Saint-Hippolyte-du-Fort (Gard), de Saint Bauzille-de-Putois,de Ganges (Hérault), irán a hacer su retiro aAubenas y estarán en adelante vinculados a estaprovincia.» (Cf. CSG, vol VIII, p.331)

«Seccionamiento», este término,que recuerda la cirugía, ¿sería el eco a

la palabra “desmembramiento” em-pleada por el hermano Bérillus, Asis-tente de la Provincia de Saint-Paul-Trois-Châteaux? Esta palabra fueenérgicamente rechazada: por el her-mano Philogone que recordaba el pro-yecto del hermano Nestor, Asistentede Saint-Paul de “ceder a Aubenas to-das las escuelas del Gard y del Hé-rault”; por las palabras del C. H. Jean-Baptiste sobre el Rhône, “límite naturalde las dos Provincias”, así como porlas promesas del R. H. Louis-Marie.

El hermano Bérillus, Asistente deSaint-Paul-Trois-Châteaux, actuaba enbeneficio de su Provincia pero olvidan-do que Labégude, antes que Aubenas,había enviado más de un centenar deexcelentes hermanos a su vecina de laribera izquierda del Rhône, cuya res-ponsabilidad tenía en aquel momento.Sin duda, el temperamento de este Su-perior se muestra a lo largo de la car-ta del Hermano Philogone, como tam-bién en las notas del hermano Victus(Céas Paulin)1, que escribía:

Alain Delorme, fms 121

1 Junior en Serres, en los Altos Alpes en 1890, y muerto en Saint-Paul el 23 de marzode 1967.

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Esta es la exposición que he creído como deber, comunicarle. Con su prudencia, haga de ella, lo quejuzgue bueno. Deseo que únicamente usted tenga conocimiento de esta carta, aunque puede utilizarsu contenido como lo crea conveniente. Que Dios le ilumine y que María le ayude siempre.Por mi parte, le renuevo el profundo respeto y la completa sumisión con los que he sido y sigosiendo, muy Reverendo Hermano, su muy humilde y obediente servidor.

Hermano Philogone.

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“se decía de él (Bérillus), que habría sido un buen capitán de dragones”. (Cf. Archivos de Saint-Paul-3-Châteaux, B 85, p.8)

Las palabras del H. Philogoneapuntaban directamente al H. Bérillusque hablaba de desmembramientode su provincia, cuando St. Paul ocu-paba nueve departamentos y Aube-nas “los 2/3 de un departamento (Ar-dèche) y el ¼ de otro (Gard)”.Refiriéndose siempre especialmenteal H. Bérillus, no dudó en escribir:

«Lo que destaca en los hechos, es el todo para sí,que lo acentúa. No se (h. Bérillus) piensa en ello conatención; y para conformarse, se prescinde delorden y de las buenas relaciones, con tal de quehaya juniores, postulantes, escuelas y recursos».

Pero el H. Philogone llevaba máslejos su reflexión al denunciar una«tendencia al aislamiento de las Pro-vincias», que debilitaba en el Insti-tuto «la fuerza moral, religiosa y ad-ministrativa, que tan bien ha sidoimplantada por nuestros predeceso-res». Era pues, la crítica implícita a unnúmero significativo de asistentes eincluso al H. Théophane. Para él, eltiempo de los pequeños regateos2

había pasado: Aubenas precisaba deun territorio que bordeara el Rhône«hasta el Mediterráneo».

El hermano Philogone murió en1895, después de treinta y cuatroaños de servicio, sin haber visto re-alizadas las promesas hechas con

relación a la Provincia de la que ha-bía sido el Superior querido y pru-dente, aunque sin medios para unaexpansión internacional. En 1903, laintroducción de las nuevas Constitu-ciones consagraría incluso una des-centralización de las provincias,siempre controladas de cerca porlos asistentes, incluso después delnombramiento de provinciales (Cf.Anexo 2). Sobre todo, la seculariza-ción y el exilio llegaron a ser catas-tróficas para una provincia sin dis-trito extranjero.

Es verdad que, a falta de territoriometropolitano, la provincia había en-contrado un territorio de expansiónen una Argelia, considerada enton-ces como una prolongación de Fran-cia, pues Marseille estaba más cercade Alger que de Lille. Pero las 17 es-cuelas abiertas en 1891-1903 en lostres departamentos y diócesis de Al-ger, Oran y Constantine, sometidas ala secularización, desaparecerían enalgunos meses, a excepción de dosescuelas en Alger.

4.ESBOZO HISTÓRICODE LA PROVINCIADESPUÉS DE 1892

El Resumen histórico de la Pro-vincia de Aubenas, 1844-1920 (verAnexo) ofrece una visión global de lasituación después de 1903 con la di-fícil implantación en Pontós, en la Ca-

122 Grandeza y declive de la Provincia de Aubenas

2 La vinculación de algunas escuelas del Gard (5), de l’Ardèche (1) y del Hérault (2), es-cuelas que son citadas en la Circular del 2 de julio de 1893 bajo el título “Seccionamiento”.

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taluña española, realizado con pri-sas y una gran falta de recursos. LaProvincia tuvo que prescindir deochenta jóvenes, devueltos a su fa-milia por falta de espacio para aco-gerlos. Además:

«Cuarenta y dos hermanos, en general bienformados, de los cuales 33 provistos del BrevetÉlementaire y 5 del Brevet Supérieur, fueronincorporados al Distrito del Cabo (África del Sur) sin otra compensación para la Provincia de Aubenasque el pago del vestuario y del viaje. Un mismo número partió para Brasil Norte. Este grupo formó la Provincia de este nombre».

Esta última fundación, hecha conurgencia, llegó a ser para la Provinciaun motivo de preocupación debido alreclutamiento local que era necesa-rio intensificar para enviar jóvenesdesde Francia. ¿No resulta sintomá-tico que en 1919 el juniorado SaintLouis, de Ferrières-sous-Aubenas,se abriera para suministrar jóvenesdel Ardèche a Brasil, en detrimentode las escuelas de Francia dirigidaspor Hermanos secularizados?

Sin embargo, gracias al trabajoduro de los Hermanos, Pontós, en al-gunos años, llegó a ser un centro deformación donde los jóvenes france-ses fueron pronto sustituidos por jó-venes españoles. La situación eco-nómica de la Provincia permanecía noobstante, precaria, a pesar de las fun-daciones en el oeste de España, enla región de León y en Galicia. EnFrancia, las escuelas vegetaban porfalta de relevo y de recursos, a pesarde la entrega y abnegación de losHermanos. La correspondencia delos Superiores provinciales con el

Superior general y sus asistentesque residían en Grugliasco, cerca deTurín, desde 1903, revela las dificul-tades que tenían que afrontar, espe-cialmente en lo relativo al recluta-miento del personal y los recursoseconómicos. El final del primer con-flicto mundial (1914-1918) no modifi-caría la situación.

En 1920, la Provincia conoció unanueva prueba, surgida del interior ycompletamente imprevista. Se tra-taba de la decisión, tomada por losSuperiores, de crear la Provincia deLeón, en España, desligando el dis-trito de Pontós. Esta forma de go-bernar era “normal” hasta el ConcilioVaticano II que puso en marcha lacorresponsabilidad y la subsidiarie-dad en el gobierno. Aún en 1959, ladecisión de dividir la España maristaen siete Provincias, fue tomada alparecer, sin consulta previa con losresponsables locales, provocandouna tempestad en esta misma Pro-vincia de León.

En el libro de los Anales de la Pro-vincia de Aubenas, en la fecha del 22de junio de 1920, se lee:

«A lo largo de una conversación en la comunidad deRuoms (entonces casa provincial), el C.H. Bassianus,Provincial, da algunos detalles sobre los nuevosSuperiores y los principales trabajos del Capítulogeneral. El Consejo general ha erigido en Provincia el distrito de Pontós. El H. Bertuald es el Provincialde la nueva Provincia. Por razones administrativas,León es elegido como centro de esta Provincia y todo el personal se concentra en el oeste español.Conversaciones privadas entre el C.H. Flamien y Euphrosin, así como el H. Bertuald, han concluidocon la venta de nuestra casa de Pontós,

Alain Delorme, fms 123

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que pasa a Méjico.Esta nueva combinación frustra la Provincia deAubenas que, desde 1903, había invertido allí toda su economía y todo su reclutamiento con la esperanza de encontrar preciosas ayudas paranuestras obras de Francia tan lamentablementecomprometidas, y nos deja sin noviciado y sin recursos para el futuro.»

Una carta del Consejo provincialde Aubenas al hermano Bertuald,designado Provincial de la nuevaProvincia, fechada el 4 de septiem-bre de 1920, aclaraba la situación(ver Anexo). Ella daba cuenta deldesconcierto de los Hermanos alconstatar una decisión con gravesconsecuencias para el futuro de laProvincia, de la que eran responsa-bles y que los colocaba ante el he-cho consumado. En noviembre de1920, el Consejo Provincial interveníaacerca del Consejo general paraconseguir recursos con el fin demantener las obras de Francia.Nueva intervención en noviembre de1921. El nuevo Provincial, hermanoJoseph Ovide, en una carta detalladadescribía la situación de la Provincia.(Anexo). La exposición de la situa-ción se alargaba como un verdaderoSOS “cuya gravedad hará perdonarla extensión”, escribía para finalizar.

El Hermano Diogène, Superiorgeneral, le respondió el 21 de di-ciembre, con algunas líneas de «con-sejos y consuelos de un padre quese encuentra en la imposibilidad dellevar ayuda a uno de sus hijos ne-cesitado» como lo expresaba el 27de diciembre, el H. Joseph Ovide ensu carta de acuse de recibo.

El 22 de marzo de 1922, el R.H.Diogène visitó la casa provincial, enRuoms. El H. Provincial, en un dis-curso de tono patético, declaraba:

«Me ha encargado encargado de una Provincia quetiene derecho a un reconocimiento especial pues esla Provincia de las vocaciones religiosas. Solo paranuestro Instituto, se cuentan 1600 personasofrecidas por el Ardèche. Usted me ha confiado estasgloriosas ruinas. Yo le grito, R.H.: ¡Sálvenos,perecemos!».

Después de la segunda guerramundial (1939-1945), Francia maristavio florecer una primavera de voca-ciones. También sucedió en Aube-nas. Pero la calma no duró. En 1949,una nueva Provincia del Sur-Este na-cía de la fusión de las dos Provinciasdel Sur: Cada una había perdido sunombre original. La nueva Provinciareagrupaba 173 Hermanos (87 deAubenas y 86 de St. Paul).

¿Qué queda hoy de lo que fue laProvincia de Aubenas? La casa y lapropiedad de Labégude, cuna de laProvincia, fueron vendidas. Solo elpanteón de 135 Hermanos muertosen este lugar, desde 1844 a 1878,evoca su recuerdo en el cementeriomunicipal. En cuanto a la amplia casaprovincial de Aubenas, construidasegún los planos del hermano Philo-gone, desde 1874 a 1878, es un cen-tro escolar cuya gestión dependehoy de la enseñanza católica de ladiócesis de Viviers. Lleva el nombrede “Conjunto escolar San Franciscode Asís”. Sin duda es un excelentepatronazgo. Pero, no podrá hacerolvidar el nombre de “Pensionado dela Inmaculada Concepción”, el “PIC”

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o “L’IMMAC” a los numerosos alum-nos que la han frecuentado bajo latutela del Instituto Marista. Dos Her-manos jubilados se encargan aún dela catequesis. Forman parte de la co-munidad marista que reside en Fe-rrières, en los locales del antiguo ju-niorado Saint Louis. Es nuestra últimacomunidad en el Ardèche, junto a lade Cheylard, que consta de tres Her-manos, igualmente jubilados.

Esperemos que estas comuni-dades sigan aún presentes por mu-cho tiempo en esta región del Ar-dèche.

N.B. El Hermano Alain Delorme,fue interno en el Pensionado de la In-maculada Concepción, en Aubenas,desde 1940 a 1945. Artículo escritoen Saint-Paul-3-Châteaux, el 1º deagosto de 2015.

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… «Cuando el querido Hno. Philo-gone, Asistente, fue enviado por el R.Hermano Louis-Marie para dirigir laProvincia de Aubenas en 1861, no en-contró ninguna persona disponiblepara ser enviada a las escuelas, si-tuación que él hizo observar al Re-verendo Hermano. Se le respondióque, cuando tuviera necesidad depersonas, se las enviaría desde St.Paul, petición que fue obligado a ha-cer a lo largo de este mismo año. Elquerido Hno. Ladislas, entonces Di-rector Provincial, habiendo pedido aSt. Genis si era necesario realmentehacer subir a un hermano, solo reci-bió una respuesta evasiva. Se co-noce cuántos llegaron a partir de esemomento.»

[…]

Bajo el R.H. Théophane, y con fe-cha del 8 de abril de 1892, el queridoH. Philogone, Asistente de la Provin-cia de Aubenas, sufriendo al ver suprovincia limitada siempre a los 2/3del departamento del Ardèche y aldistrito de Alais, en el Gard, se la-mentó vivamente de esta situación alR.H. Théophane y le dirigió una cartaconservada en los Archivos y cuyostérminos sorprenden un poco, tanevidente era la justicia de la causaque él defendía.

Como consecuencia a sus legíti-mas revindicaciones, y según unadecisión tomada en el Consejo de

Régimen, ocho escuelas: 6 situadasen el Gard y 2 en el Hérault, pasaroncon su Personal a la Provincia de Au-benas. Distaba mucho de respondera lo que se esperaba. Además, seconservaría por largo tiempo el re-cuerdo de la forma con que se actuóentonces en relación con las perso-nas destinadas en estas escuelas.Todo lo que tenía algún valor fue pre-cipitadamente retirado y reempla-zado por ciertos Hermanos de unamediocridad bien conocida o que es-taban en situación irregular con susuperior respectivo.

Así, según lo que precede, cuatroson las causas principales que expli-can el poco desarrollo de la Provinciade Aubenas durante el periodo quetranscurrió desde 1844 a 1903; esdecir, durante medio siglo:

1° Un considerable número debuenas personas formadas ofreci-das a la Provincia de St. Paul y tam-bién a otras.

2° Demasiado limitada en su cir-cunscripción territorial.

3° Pocas escuelas importantes.De ahí, los recursos muy restringi-dos.

4° Pais pobre donde las colectasson desconocidas por ser imposi-bles.

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ANEXO 1

RESUMEN HISTÓRICO DE LA PROVINCIA DE AUBENAS (1844- 1920)(EXTRACTOS)

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A pesar de estas causas de dis-minución, la Provincia de Aubenasposeía en 1903: 93 casas en Franciay 17 en Argelia, con un personal de575 Hermanos, 50 postulantes y 110juniores.

La dispersión supuso un golpe te-rrible para la Provincia, ya que no te-nía casas en el extranjero dondeacogerse. Por esto, 80 jóvenes, delos que no se sabía qué hacer, se en-viaron a sus familias. Cuarenta y dosHermanos, en general bien forma-dos, de los cuales, 33 provistos delBrevet Elémentaire y 5 del Brevet Su-périeur, fueron incorporados al Dis-trito del Cabo, sin otra compensa-ción para la Provincia de Aubenasque el pago del vestuario y el viaje.Un número igual salió para BrasilNorte. Es el grupo que constituyó laProvincia del mismo nombre.

Argelia, Distrito floreciente, quecontaba con 17 casas y un total de120 Hermanos, se secularizó allímismo. Fue una gran desgracia. Es-taba formada sobre todo por Her-manos jóvenes de 20 a 30 años,quienes, expuestos a esta nueva si-tuación, no tuvieron la fuerza moralpara resistir a las corrientes de se-cularización.

El noviciado de Aubenas y el ju-niorado de Labégude fueron transfe-ridos a Pontós. Pero no se pudo des-arrollar esta casa de formación comose hubiera deseado, siempre por elmismo motivo: la falta de recursos.Actualmente, enero de 1920, el Dis-trito cuenta con 20 casas, 160 Her-manos ocupados en las clases – 40novicios, 40 postulantes y 50 junio-res.»

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J.M.J. Ruoms, 4 de septiembre de 1920Querido hermano Provincial,

La nueva erección en Provincia de León del antiguo Distrito de Pontós ha sido una verdaderasorpresa para los Hermanos de la Provincia de Aubenas. Por este motivo, todos han quedadopenosamente impresionados. […]Con la unanimidad de los miembros del Consejo Provincial de Aubenas, la división de nuestraProvincia en dos nuevas partes autónomas es rechazada como contraria a las tradiciones delpasado y sobre todo a los intereses generales y particulares de las dos nuevas Provincias. Nosparece pues, que sería oportuno hacer gestiones cerca del Consejo General para que reconsidere ladecisión tomada, con el fin de conservar intacta nuestra floreciente Provincia de antaño. Será fácil,en una entrevista particular entre un representante plenipotenciario de Aubenas y usted mismo,Querido Hermano Provincial, de llegar a conciliar los intereses de cada uno, situándonos siempre yson sinceridad en el terreno del bien general.No tenemos necesidad de señalarle la situación del personal de la parte de Francia. Es más quelamentable. Una ayuda urgente es necesaria si no queremos morir en un breve plazo. Pero, delantede tan bellas obras para mantener, firmar nuestra sentencia de muerte sería criminal. ¿No podría,desde el presente, renovar nuestra antigua unión con una ayuda inmediata, aunque sea un pocotarde, habiendo realizado ya los destinos?[…]

Los Miembros del Consejo.

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ANEXO 2

EXTRACTOS DE LOS ARCHIVOS DE LA PROVINCIA DE AUBENAS

El Consejo Provincial de Aubenas al C. H. Bertuald, Provincial de León

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En los Anales de la Provincia de Aubenas (1901-1941)

Noviembre de 1921: Nueva intervención del Consejo provincial ante elConsejo General para obtener ayudas a fin de mantener nuestras obras deFrancia.

Alain Delorme, fms 129

«El Consejo provincial de Aubenas cree deber informar al R.H.S.Gal. y a los miembros de su Consejo,por una deliberación especial, la triste e inquietante situación en la que se encuentra la Provincia conrelación al personal de sus escuelas, al reclutamiento de las vocaciones y para un futuro tal vez,próximo, al mantenimiento y desarrollo de ciertas misiones en provincias lejanas. En consecuencia, éldesea exponer respetuosamente lo que sigue a los miembros del Consejo general. La Provincia de Aubenas contaba en 1903 con más de 600 hermanos, todos ellos originarios delArdèche, salvo algunas raras excepciones. Como consecuencia de la dispersión, un 1er. grupo de 54Hermanos, de los que 40 estaban provistos del Brevet Élémentaire o Superieur, marchó para Áfricadel Sur, cuyo Distrito en esta época, vegetaba por falta de personal. Este apoyo considerable dio unnuevo impulso a sus colegios. Y, si nuestras informaciones son exactas, África del Sur solo tuvo quefelicitarse de la buena gestión financiera de los Hermanos de Aubenas. Un 2º grupo, aún más numeroso y cuya valía intelectual y profesional eran equivalentes, se embarcó paraBrasil. En esta misma época del ‘sálvese-quien-pueda’ general, cierto número de jóvenes – de 70 a 80 –fueron devueltos obligatoriamente a sus familias porque no se sabía adónde enviarlos, ya que la Provinciade Aubenas no tenía ningún alojamiento fuera de Francia. En fin, después de tres sangrías soportadaspor la Provincia, lo que quedaba de su Noviciado bien mutilado fue a refugiarse a Pontós. Algunosescasos profesores y una decena de Hermanos empleados en trabajos manuales hicieron el noviciado.Sin embargo, quedaron en Francia más de 300 personas que continuaron la obra en la etapa de lasecularización. Era una hermosa cifra. Por desgracia, no tardaría en ir disminuyendo cada año, pueslos jóvenes reclutas enviados y formados en España ya no venían a llenar los huecos producidos porla muerte en las filas de los Antiguos. Tal era la situación de rápida progresión descendente para la Provincia Madre en 1920, con unpersonal reducido a 115 hermanos, viejos la mayoría, cuando Pontós fue separado definitivamentede Aubenas, guardando cada uno sus posiciones respectivas. Se produjo entonces el hecho inauditode que la Madre, después de haber dedicado todos sus recursos al mantenimiento de su hijadurante 17 años y de haberle enviado, durante el mismo periodo, todos sus reclutamientos, seencontraba despojada de todo sin que no se le hubiera dicho nunca el porqué. No tenía casa deNoviciado, ni personas para reemplazar a los que caían, ni tampoco los cinco o seiscientos milfrancos tan penosamente colectados que se habían enviado por partidas a Pontos, para laconstrucción o para el mantenimiento de los jóvenes, independientemente de lo que hubiera podidosuministrar la Caja general durante este mismo periodo.Después de más de un año, los infrascritos, representantes de la Provincia, no han podidocomprender tal decisión. Y tienen la viva esperanza de que no habrá prescripción en relación consus legítimas reivindicaciones y que se hará justicia.

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Mientras tanto, ellos sufren las lamentables consecuencias de tal medida por la falta de personal enun departamento que, sin embargo, ha proporcionado al Instituto, en diferentes Provincias, más de1400 personas. Desde entonces, cada año, clausuras de escuelas. Así, se han tenido que cerrar tresen septiembre pasado, de ellas, dos en capitales de cantón y la 3ª en una religiosa parroquia que hadado seis personas a la Congregación con otras tres en perspectiva pero que la clausura forzosa haencaminado a otra parte.Esta vez, la autoridad diocesana está vivamente conmocionada por la situación. Nos ha suplicado ycon argumentos bien convincentes que no abandonemos estas escuelas. Ante nuestra imposibilidadde dirigirlas, por falta de personal, Monseñor ha llamado a otras Congregaciones. Los Hermanos delas Escuelas Cristianas acaban de abrir en St. Marcial con 4 profesores. Los Marianistas, a los queMonseñor se ha dirigido, están también a la espera de tomar algunas decisiones en la diócesis convistas al reclutamiento de vocaciones. Y así otros recogen lo que no podemos mantener ya en esteterritorio que, no obstante, era bien nuestro. Es profundamente deplorable para el presente y más aún para el futuro. Además, el obispo deViviers, que hasta ahora se había mostrado amable y simpático con nosotros, nos muestra ahoramás que frialdad. Últimamente, habiéndole pedido un capellán para Ferrières, hemos tenido estarespuesta: “Me piden un capellán para su juniorado de Ferrières…No tengo otra respuesta que laque ustedes dan a todas mis peticiones de profesores para mis escuelas. En mi caso, es más sinceray está más justificada”. Lo que no se puede comprender aquí, y Monseñor el primero, es que se abandonen las escuelas,sobre todo las que suministran vocaciones, para enviar luego esas mismas vocaciones al extranjero.Desgraciadamente —y el caso podrá reproducirse todavía— varios Hermanos venidos deProvincias lejanas este año y originarios del Ardèche han permanecido algún tiempo en susfamilias, antes o después del Segundo Noviciado. Cuando sus párrocos respectivos les venmarchar para sus misiones, mientras que en la diócesis las escuelas se cierran una tras otra, yano se contienen y utilizan todos los medios para retenerlos. Pero, como nunca lo consiguen,aunque estos Hermanos pertenezcan a otras provincias, es la de Aubenas, naturalmente, la quesufre las consecuencias. “No solo cometen una grosera estupidez, sino que ustedes se hacenculpables de la injusticia más evidente…” nos increpaba recientemente con furor un arciprestelleno de celo, aunque no de caridad. Nuestro reclutador oye a menudo amenidades semejantes aésta: “Monseñor nos ha dicho durante el Retiro que no prestemos ningún candidato a lasCongregaciones que rechazan los maestros para nuestras escuelas. Vd. no tiene nada que haceraquí, váyase”. He aquí la verdadera situación en la que nos encontramos. Usted la ve, Rdo. Hermano, más quepenosa llega a ser inquietante. Pues tenemos aún esta triste perspectiva de estar forzados aabandonar tal vez, dentro de poco, otras escuelas cuyos titulares apenas pueden ir más lejos. Entodo caso, solicitamos especialmente la atención del Consejo general en este aspecto, pues laProvincia de Aubenas no será desgraciadamente la única afectada. ¿Cuántos Hermanos originariosdel Ardèche están empleados en otras Provincias? No durarán siempre. Y ¿cómo seránreemplazados si la fuente que les ha suministrado está agotada o si es aprovechada por otros?

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Es fácil de entrever en breve plazo, un gran perjuicio para nuestro Instituto. ¿Es posible que sepuedan encontrar centros de vocaciones en otro lugar, que compensen tales pérdidas? ¡Dios loquiera! Sin embargo, las de nuestras regiones han dado pruebas de su valía. Sin querer exagerarnada, se puede decir que son concluyentes. En cuanto a nosotros que, en el mismo lugar, vemosdesarrollarse estos hechos, no dudamos en proclamarlo: hay aquí un peligro serio para nuestrasobras regionales en particular y para las del Instituto en general, y hemos creído, en nuestro deber,señalar su inminencia a los que presiden los destinos del Instituto. Tal es nuestro único motivo de la exposición anterior cuya gravedad excusa la extensión. Losmiembros del Consejo de Aubenas se sienten dichosos de aprovechar esta ocasión para ofrecer alRdo.Hermano y a todo el Régimen, el testimonio de su profundo respeto y su entera sumisión.

Firmado: Hermano Joseph Ovide, Provincial y HH. Bassianus, Clarence, Garnier, Bernon.

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El H. Lucien Brosse, de la comu-nidad de Marlhes, consiguió haceruna copia de un documento, escritopor ambas caras, de 14,5 X 9,6 cms.referente a Barthélemy Champagnat,hermano de Marcelino. La señora Mi-chèle Cheynet (de soltera, Margot)residente en Rosey, frente a la capi-lla, le comunicó la existencia de dichodocumento en octubre de 2015. Elsello impreso en el papel no es de-corativo: se trata de un papel tim-brado, que otorga valor legal a las ac-tas que recogen deudas inferiores a500 F. Solamente puede conseguirsemediante el pago de una tasa de 25céntimos. Los acreedores guardabancuidadosamente este tipo de docu-

mentos porque les podrían servir enlos conflictos entre acreedores ydeudores. Esto explica por qué, con-servado en la familia de Margot, hallegado hasta nosotros. Así pues,este documento incluye varios actosfinancieros realizados de 1835 a 1841,referidos a las deudas de Barthélemy,hermano de Marcelino Champagnat.Pero, al morir el 20 de enero de 1838,dejó a sus herederos la solución deuna herencia nada fácil de resolver.

Copiamos el documento sin teneren cuenta la ortografía original algoaproximada y añadiendo la puntua-ción. El documento contiene cinco es-crituras diferentes.

Lucien Brosse y André Lanfrey, fms 133

LAS DEUDAS DE BARTHELEMY CHAMPAGNAT

H. Lucien Brosse y H. André Lanfrey

DOCUMENTOS

“Yo, abajo firmante Barthélemy Jean Champagnat, de Rosey, municipio de Marlhes, declaro que herecibido de Jean Montmartin, de Rosey, municipio de Marlhes, la suma de doscientos francos elnueve de octubre de mil ochocientos treinta y la suma de cuatrocientos francos el primero de mayode mil ochocientos treinta y cinco1. Intereses según la tasa legal 2.”

Champagnat

1. ESCRITURA CUIDADA DE JEAN BARTHÉLEMY CHAMPAGNAT

1 La primera fecha indicaba 1836 y se sobreescribió posteriormente un cinco. 2 Probablemente 5 %.

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2.ESCRITURA CUIDADA, MUY PROBABLEMENTE DE JEAN MONTMARTIN

3.ESCRITURA MUY DESCUIDADA, PROBABLEMENTE DE JEAN MARGOT

4.NUEVA ESCRITURA, DE MEDIANA CALIDAD

134 Las deudas de Barthelemy Champagnat

3 año4 Firma de la Escritura de Jean Montmartin.

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“Yo, Jean Montmartin, lugareño de Rosey, municipio de Marlhes, reconozco haber recibido todos losintereses de M. Barthelemi Champagnat hasta el año mil ochocientos treinta y siete.Yo, Jean Montmartin, lugareño de Rosey, municipio de Marlhes, reconozco haber recibido la suma de treinta francos de Intereses, de Jean Margo, de la misma localidad, el an3 1838, el 4 de noviembre”.

“Yo, Jean Montmartin, reconozco haber recibido de Jean Margo la suma de treinta francos deintereses del presente documento, el seis de octubre de mil ochocientos treinta y nueve”. Yo, Jean Montmartin, reconozco haber recibido de Jean Margot la suma de treinta francos deintereses del presente documento, el tres (o seis) de octubre de mil ochocientos (¿cuarenta?)”.

Jean Montmartin4

“Yo, abajo firmante Jean Montmartin reconozco haber recibido de Jean Margot la suma de 185 F. de intereses de 1841”.

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5.NUEVA ESCRITURA DE HOMBRE HABITUADO A ESCRIBIR, POSIBLEMENTE UN NOTARIO

Lucien Brosse y André Lanfrey, fms 135

De este documento podemos de-ducir que en 1835 Jean-BarthélemyChampagnat pidió prestada una gransuma, 600 F., equivalente a dos añosde trabajo de un peón. Por lo tanto,debe pagar cada año 30 F de interés(5 % del préstamo). Después de sumuerte, en 1838-40 es Jean Margotel que paga esta cantidad. En 1841, nosolo paga los intereses, sino que re-embolsa una parte del préstamo,por lo que se reducen los intereses a12 F lo que implica que la deuda con-templa aún a 240 F.

Ya en los anales del Instituto (T. 1,§ 33, p. 8), el H. Avit había mencio-nado esta insolvencia. El H. GabrielMichel en el artículo “Grandeza ydecadencia de los Champagnat”5

nos esclarece bastante la sucesiónde Barthélemy, cuya hija Anne-Mariecontrajo matrimonio, el 31 de mayo de1837, con Jean Margot, natural de St.Victor-Malescours. El contrato dematrimonio preveía para Anne-Mariela entrega de la cuarta parte de lapropiedad de Rozey, cuyo valor esdesconocido. La madre hizo dona-

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“He recibido de Jean Montmartin la suma de doce francos de intereses de 1841 de Jb Champagnat”.

Fecha Acreedor Deudor Suma

9/10/1835 Jean Montmartin B. Champagnat 200 F (préstamo)

01/05/1835 400 F (préstamo)

1837 Jean Montmartin B. Champagnat Intereses 1836-37 pagados

04/11/1838 Jean Montmartin Jean Margot 30 F de intereses pagados

06/10/1839 Jean Montmartin Jean Margot 30 F de intereses pagados

06/10/1840 Jean Montmartin Jean Margot 30 F de intereses pagados

1841 Jean Montmartin Jean Margot 185 F. de intereses de 1841

1841 Desconocido J. Montmartin/ 12 F. de intereses de 1841

J.B. Champagnat

Resumamos el contenido:

5 Publicado en Cuadernos Maristas, n° 25, abril de 2002, p. 89-107.

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ción de la cuarta parte de sus dere-chos, 4000 F. Pero las deudas pa-ternales ascienden a 7540 F.

En una carta de Marcelino Cham-pagnat, fechada el 16 de marzo de1838, y enviada a su cuñada6 MarieClermondon, Marcelino que estabapor entonces en París, reconocíaque: “no te ha dejado grandes bien-es”. Y agregaba: “dile a Margot queestaré encantado de conocerle, queme alegro mucho de que sea el apo-yo de tu vejez; a los dos sobrinos queles recibiré en El Hermitage cuandoquieran venir”.

La familia hace frente para salvarlo que fuese posible y para ubicar a

los supervivientes: a la madre con suhija y a los niños con el tío. Entende-mos por qué es Jean Margot el quepaga los intereses de las deudas. ElH. Avit (Anales § 33 p. 8) dice queJean-Barthélemy “se vio obligado avender la casa paterna a M. Cour-bon7”. Sin duda esta venta no se pro-dujo en vida de Barthélemy; perocuando vemos la dificultad de la fa-milia para solventar una sola deuda,la situación no podría mejorarse sinsacrificar una parte de la propiedad.Aunque ciertamente parcial, este do-cumento levanta un poco el velo so-bre la ruina económica del hermanode Marcelino de la que solamente co-nocemos los grandes rasgos.

136 Las deudas de Barthelemy Champagnat

6 Cartas de Champagnat, 1, p. 364, doc. 180 7 Pero confunde las deudas del padre y las de los dos hijos: Barthélemy y Jean-Pierre.

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En los Anales del Instituto (T. 1 §28 p. 3), el H. Avit ha transcrito elActa del bautismo de MarcelinoChampagnat:

“El año 1789, el 20 de mayo, nació y fue bautizadoal día siguiente, Marcelino José Benito Champagnat,hijo legítimo de Juan Bautista Champagnat, agricultor en el Rozey, parroquia de Marlhes, y de María Teresa Chirat. Su padrino: Marcelino Chirat, su tío, y su madrina, la honorable1 Margarita Chatelard, prima política”.

Firmas: “Chirat, Chatelard, Allirot,

párroco responsable”.

Este documento nos demuestraque el niño recibió el nombre de supadrino y que éste sabía firmar consu nombre.

El H. Lucien Brosse, de la comu-nidad de Marlhes, encontró el mo-numento funerario de la familiaChirat-Courbon donde figura el nom-bre de Marcellin Chirat. Es unatumba-capilla del cementerio muni-cipal de St Régis-du-Coin2, que pre-viamente pertenecía a la parroquia

de Marlhes. Ciertamente no es la pri-mera tumba de Marcellin Chirat, sinoun monumento, más conmemora-tivo que funerario, comme intentarédemostrar después.

He aquí la copia, hecha por el H.Lucien Brosse, de las inscripcionesgravadas en una placa, en el interiorde ese monumento, donde encon-tramos una cruz en la parte superiorcon la invocación “Jesús, María,José”, seguida de la inscripción fu-neraria clásica: “Pie Jesu dona eisrequiem sempiternam”. Siguen losnombres de las personas sin estarseguros de que sus cuerpos des-cansen en ese lugar3:

« Marcellin Chirat 1747-1799. Esposo de4: Catherine Frappa (1750-1810).Marcellin Courbon (1763-1830). Esposo de: Marie Chirat (1782-1845.Augustin Sauvignet (1801-1870). Esposo de:Marguerite Courbon (1807-1875).Tío, padrino, primos del Venerable MarcelinoChampagnat hijo de Jn. Bte y de Marie-Thérèse Chirat(1789-1840). »« RECUERDO HONOR RECONOCIMIENTO »

NOTAS BREVES 137

1 Título dado a personas honorables, pero no nobles.2 En la esquina, entrando a la derecha. 3 El cementerio se creó tardíamente tras la creación del ayuntamiento en el siglo XIX. 4 Ver la foto para localizar exactamente las inscripciones.

N O T A S B R E V E S

EL PADRINO DE MARCELINO CHAMPAGNAT

H. Lucien Brosse H. André Lanfrey

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¿Qué datos complementariosnos proporciona este documento?En primer lugar, que ha sido reali-zado después de 1896 puesto quefue el año en que Marcelino Cham-pagnat recibió el título de venerable5.Y, dado que las inscripciones solomencionan a difuntos parientes muypróximos del venerable, se trata másde un homenaje de la familia Chirat-Courbon a uno de sus prestigiososmiembros y a los que le conocieron,que una lista de difuntos.

Este monumento permite tam-bién venerar a un santo que aún noha sido canonizado. Si se le rindieraun culto público se dificultaría6 sucausa de beatificación. Un monu-mento funerario y familiar permiteuna discreta veneración.

De Marcellin Chirat, hermano deMarie-Thérèse, sabemos que, como

ella, es oriundo de la aldea de Mal-cognière (Anales t. 1, § 12, p. 13), si-tuada más al este de la parroquiaque Rozey. Cuando se convirtió enpadrino de Marcelino Champagnat,ya era mayor (42 años) y moriría diezaños después. Marcelino pudo co-nocerlo durante su infancia. Su es-posa, Catherine Frappa, fallecida en1810, a los 60 años, conoció al jovenMarcelino.

El estudio de esta tumba-capillanos permite, por tanto, ampliar unpoco nuestra información sobre lafamilia de Marcelino Champagnat dela que tenemos un conocimientomuy fragmentado; y también paradisponer de una demostración mo-numental con amplia memoria de unsanto que no es visto como un fun-dador, sino como un pariente fa-moso.

138 NOTAS BREVES

5 La inscripción que recuerda a Champagnat pudo haber sido gravada bastante des-pués que los nombres, pero el conjunto parece reflejar una gran unidad dejando pocomargen a esta hipótesis.

6 En el procedimiento existe un expediente de “non cultu”.

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La preocupación por nuestros ar-chivos se remonta a los inicios delInstituto, al día en que el P. Cham-pagnat se dirige al H. Jean-Baptistey le dice:

“Usted, mi querido Hermano, que tiene una memoriafiel, debería escribir lo que hacemos y decimos hoy;le encargo que vaya tomando nota de cuanto pueda edificar a los Hermanos más adelante o servirles de pauta y regla.” (Biografías de algunos Hermanos, Prefacio XIX).

Y el Padre Fundador parece per-sistir en su idea, ya que la transmitea los fundadores de escuelas conestas palabras:

“Desearíamos tener una relación histórica de lafundación de la escuela de nuestros Hermanos en sumunicipio… Nos encantaría recibir de su parte estosdiversos informes para conservarlos en los archivosde la casa madre…” (O.F.M., vol. 2, nº 275”.

Pero no es en los años inmediatoscuando podemos constatar los resul-tados de esta petición. Es posible queel H. Jean-Baptiste los haya aprove-chado, si bien conservando dichas in-formaciones sólo para las conferen-cias e instrucciones dirigidas a losHermanos. Sea como fuere, la historiade los años siguientes ha conservadopocos documentos, excepto las car-tas del Fundador y las investigaciones

realizadas por el H. Avit sobre el des-arrollo de las escuelas. De hecho nohay mención alguna de dichos docu-mentos en las instrucciones dirigidas alos Hermanos jóvenes, a lo largo delos años de formación, para asegu-rarles el conocimiento del Fundador.

Fue a partir de 1955 cuando se re-veló la existencia de los archivos paracertificar las afirmaciones en la evoca-ción de la historia: por los Padres Ma-ristas se debió al Padre Jean Coste,con la publicación de Antiquores tex-tus Constitutionum Societatis Mariae(Textos más antiguos de las Constitu-ciones de la Sociedad de María), y porlos Hermanos Maristas, al H. Louis-Laurent con sus artículos en el Boletíndel Instituto Contribution à une reprisedes travaux sur les origines des PetitsFrères de Marie (Contribución a la re-anudación de los trabajos sobre losorígenes de los Hermanitos de Maria).

En 1966, al ser designado para se-guir los nueve meses de reciclaje es-piritual en Roma, fue un verdaderodescubrimiento para mí conocer laexistencia de manuscritos del PadreChampagnat. Y aproveché los mo-mentos libres para ir a consultar lascartas y los otros archivos relativos alos orígenes de nuestra congrega-ción. Inmediatamente me puse a co-

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N O T A S B R E V E S

LA INFORMATIZACIÓN DE NUESTROS ARCHIVOS

H. Paul Sester

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piar las cartas, embargado por lapreocupación de darlas a conocer alos cohermanos de la Provincia.

Nombrado Provincial al terminar elcurso, aproveché mi autoridad parapublicar estas cartas. Mi secretarioprovincial, el H. Léonce Plaisance, setomó como un honor el trabajo de in-formatizarlas en forma de un volu-men, y el H. Crétalaz, director de laimprenta para la revista Voyages etMissions, no dudó en imprimirlas aoffset.

Durante este período, el H. Jo-seph Gantelet se encargó de losanales de las casas de la provinciade Saint-Genis-Laval cuyas copiashabía traído yo de Roma. Con grangenerosidad, y con la ayuda de unlector asignado por la Provincia, me-canografió los textos de todas lasescuelas de la Provincia.

En 1971, llamado a Roma comoAsistente General, pude interesarmemás de cerca por los archivos, loque me valió ser nombrado, al cabode seis meses, Secretario general yrecibir, según prescripciones de laRegla, los archivos bajo mi autori-dad. Una religiosa, hermana delAbad de la comunidad de la basílicade San Pablo Extramuros, fue con-tratada durante un año, para ayudaren el secretariado, que le confió latarea de empezar a informatizar losanales del H. Avit en corresponden-cia con las cartas del Padre Cham-pagnat. Por otra parte y en estamisma época, con la ayuda del H.Joseph Belagny, designado paraesta función, puse orden en la masa

de documentos, lo que nos hizo des-cubrir todos los que se remontan di-rectamente al Fundador, así comolos del H. François, H. Jean-Baptiste,H. Avit y otros, con el fin de ordenar-los con sumo cuidado y poderlos in-formatizar más adelante.

En el Secretariado general, un se-cretario adjunto, en este caso el H.Robert Tremblay, se encargaba es-pecialmente de los escritos del Con-sejo General. Pero durante sus ratoslibres, aceptaba informatizar los tex-tos del Fundador que yo le presen-taba.

Por otra parte, se encontraba porentonces en Bourg-de-Péage el H.Jean Escalier, muy dispuesto a apro-vechar su jubilación para trabajos demecanografía en los que era granexperto. Aceptaba muy a gusto co-piar los Anales del H. Avit, los que fal-taban de la Provincias de Saint-Ge-nis, y luego de l’Hermitage, y todoslos de las restantes provincias: Va-rennes, Aubenas, Lacabane y Saint-Paul-Trois-Châteaux. En su comuni-dad, el H. Jean-Marie Girard,interesado por la historia del Insti-tuto, quería leer todos estos relatoshistóricos y, de pronto, se convirtióen corrector del trabajo mecanogra-fiado. De esta forma yo podía movi-lizar Hermanos voluntarios y capacespara efectuar las copias, como el H.Jean-Pierre Cotnoir, muy hábil me-canógrafo, a quien pedí que durantelos momentos libres de los seis me-ses de reciclaje copiase, según yo ledictaba, el Resumen de los Analesdel H. Avit.

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Con ocasión de una conferencia alos Hermanos del Segundo Novi-ciado sobre las actividades del Se-cretariado general, terminé con unafraternal invitación a los Hermanos adedicar algunos momentos de suvida de jubilados para copiar docu-mentos de los archivos. En esegrupo, y ya próximo a la jubilación, seencontraba el H. Louis Richard, deMarseille, que aceptó gozoso la invi-tación. A partir de entonces, provistode los aparatos necesarios para in-formatizar, copiar, corregir y esca-near, se comprometió en un trabajo,que continúa hasta hoy, para infor-matizar archivos y darlos a conocer alos Hermanos del Instituto. Le debe-mos, en primer lugar, las Cartas delPadre Champagnat en francés mo-derno, las Circulares del H. François,los 23 Cuadernos del mismo, los tresgruesos volúmenes de los OrígenesMaristas, de los PP. J. Coste y G.Lessard, las 17 colecciones de cartasadministrativas de los SuperioresMayores desde el H. François hastael H. Léonida, y otros documentosmenos voluminosos.

Por otra parte, conocí en Lagny alH. Jean Rousson, profesor jubiladoque ocupaba su tiempo en trabajosde estadística referentes al colegio.Aceptó de buen grado continuar, in-cluso después de su traslado a lacasa de retiro de Saint-Paul-Trois-Châteaux, esta actividad de secreta-ría asegurando diversas informatiza-ciones más precisas: las Sentencias,la Vida del P. Claude Duplay, la co-rrespondencia de los Hermanos deChina “y otras muchas ediciones detextos”.

En el Secretariado General y du-rante todos estos años, una vezpuestos en orden los archivos, lamayor preocupación fue imprimir de-finitivamente las Cartas del PadreChampagnat; pero para un trabajohistóricamente válido era necesarioacompañar cada carta de las expli-caciones necesarias para podercomprender su sentido, el contenidoy situarlas en su contexto. Para ello,hubo que realizar encuestas sobrelos destinatarios y los lugares aludi-dos. Fue el H. Raymond Borne, nom-brado archivero, quien se encargóde realizar las encuestas, reco-rriendo, durante las vacaciones es-colares de tres años, ciudades ypueblos donde se encontraban es-tas escuelas y visitando autoridadesy alcaldías que le podían informar.

Esto nos permitió imprimir lasCartas en dos volúmenes: primerolos textos en 1985, y luego las notasbiográficas de personas y de lugaresen 1987. Pero el plan era más ambi-cioso: la impresión en su integrali-dad de todos los textos del Funda-dor. Lo que fue realizado en tresvolúmenes en el año 2011, gracias ala ayuda, en diferentes formas, delos HH. André Lanfrey, Henri Réo-creux, Jean Rousson y otros. Deesta forma, se ha constituido, entorno al H. Paul Sester, un equipobastante restringido, pero muy ac-tivo, que permite hoy al Instituto dis-poner de fuentes muy abundantes,no solo sobre los orígenes sino tam-bién hasta nuestros días.

En el Instituto, otros grupos hanaportado contribuciones también

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muy importantes: en especial el CE-PAM del H. Aureliano Brambila. EnBrasil, el H. Ivo Strobino ha publicadoCartas recibidas. Los grupos de pre-sentación y traducción de las fuentestampoco han permanecido inactivosen el mundo anglófono y otros paí-ses, pero es difícil estar al día de lasmúltiples realizaciones.

En realidad, una vez resuelto elproblema de la disponibilidad de lasfuentes, se plantean, en mi opinión,tres cuestiones:

1. La mayoría de estas fuentes es-tán en soportes frágiles (DVD,cuadernos A4…) y por consi-guiente amenazadas de rápidadegradación.

2. Con frecuencia, este trabajode transcripción no ha sido ve-rificado y son bastante raroslos documentos que se hanbeneficiado de un aparato crí-tico y de un índice que ase-gure una gran fiabilidad.

3. Estas fuentes están insuficiente-mente explotadas; son dema-siado pocos los investigadorescompetentes. Pero además, alhaber perdido el francés su es-tatuto de lengua internacionalprioritaria, el acceso a muchosdocumentos maristas resultaproblemático en esta situación.No se puede traducir todo y lastraducciones plantean siempreproblemas delicados.

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Bajo este título, un tanto extraño, elH. Michel Rampelberg, actualmenteretirado en la residencia de Hermanosmayores de Beaucamps, cuenta la his-toria de los 415 convoyes de ayuda hu-manitaria a Polonia, Bielorrusia, Ucra-nia, Moldavia y Bosnia, organizadospor la Asociación de la que fue piezaclave en los años de 1985 a 2006.

Siendo profesoren la escuela deBeaucamps, cer-ca de Lille, en elnorte de Francia, elH. Michel fundó,en 1977, una aso-ciación recreativapara organizar loscampamentos ju-veniles del verano.

A estas primeras actividades educa-tivas, se añade en 1985 la ayuda hu-manitaria. De ahí procede el nombrede la Asociación: ADAJ, es decir“Ayuda a los países en Dificultad yAnimación de la Juventud”.

El H. Michel divide la historia de laayuda humanitaria en dos periodos:en primer lugar, “la época del auto-car”. Este vehículo, adquirido en 1983para el transporte de los jóvenesdurante las vacaciones, transportaba

hasta Polonia, a partir del año 1985,a una treintena de jóvenes que par-ticipaban en la peregrinación deCzestochowa, una de las principalesformas de protesta contra la dicta-dura comunista en esos tiempos.Una parte del vehículo se utilizabapara transportar ayuda humanitaria.La Asociación participó en 10 pere-grinaciones, 5 de las cuales, de 1985a 1989, hechas bajo el régimen co-munista. Ocasionalmente, el autobúsofreció a estudiantes de secundariade Wroclaw (Polonia), Lviv (Ucra-nia)... y a personas adultas, la opor-tunidad de poder visitar la zona Oes-te de Europa.

Poco a poco, la ayuda humanita-ria se hizo más sistemática y variada.De 1985 a 1999, se organizaron 176convoyes, 173 en coche y 3 en ca-mión. 79 se destinaron a Polonia, 8 aBielorrusia, 4 a Bosnia y 85 a Ucrania.A partir de 1999, las dificultades en lasaduanas de los países de tránsitoobligaron a utilizar camiones de dieztoneladas, limitando drásticamente elnúmero de pasajeros. Hasta 2006 serealizaron 239 convoyes.

Después de 1995 los convoyes ha-cia Polonia fueron escasos, y Ucrania,que atravesaba una situación eco-

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N O T A S B R È V E S

“LAS RUEDAS DEL CORAZÓN DE DIOS”

H. André Lanfrey

H. Michel Rampelberg

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nómica dramática, se convirtió en elprincipal destino. En 2006 la Asocia-ción contaba con 500 afiliados. Lasdonaciones en metálico y en equiposllegaban del norte de Francia, deNormandía, de Bélgica… Los volun-tarios recogían ropa, zapatos, jugue-tes, vajilla, productos de menaje,medicamentos, material hospitala-rio, materiales escolares…, lo revisa-ban, lo seleccionaban, lo empaque-taban y lo cargaban. Y salieron de 30a 35 convoyes (2 a 3 por mes) ca-mino de Ucrania y Moldavia. El cos-te medio de un viaje suponía aproxi-madamente unos 2500 € para unadistancia media de 4235 km. Des-pués de una visita previa de evalua-ción de necesidades, los destinatariosfueron hospitales, escuelas, orfana-tos, casas de ancianos, Cáritas, CruzRoja, asociaciones de discapacitados.

Este libro de 460 páginas, impre-so en 2007 en Mukachevo, Ucrania,por un editor llamado Karpatska Veja,se basa en el Boletín de la Asociaciónpara transcribir las crónicas de múl-tiples viajes a Europa del Este entre1993 y 2006, hechos por el H. Michel,que tenía que dividir su tiempo entresu trabajo profesional como maestro,hasta 1998, y la actividad humanitaria.El H. Michel y los otros conductoresde la Asociación demostraron resis-tencia y paciencia fuera de lo comúnpara afrontar las carreteras en mal

estado, las esperas en las fronteras,la corrupción, el acoso administrativo,los riesgos de avería…

Pero el H. Michel también sabecómo tomar altura, ya que esta seriede narraciones de viajes repletas dedetalles concretos en las carreteras,ciudades, hospitales y escuelas, po-blaciones encontradas… son un tes-timonio de un valor excepcional sobreel despertar, difícil pero real, de unaEuropa aplastada durante muchotiempo por el yugo comunista.

El H. Michel quiso marcar el rela-to con dos poemas, de tono muy per-sonal, escritos en el año 2000, re-cordando cómo su actividad estababasada en el evangelio:

“Me viene a la mente el episodio en que JesúsEnvió a sus amigos, rotos de cansancio,A que descansaran un poco. Pero dijo emocionado:No puedo abandonar a todas estas personas frente a mí.Superando el sentido común de tener que descansar,Se preocupó por todos los que acudieron a escucharle”.

En la actualidad, la Asociacióncontinúa su trabajo y el H. Michel co-labora en la medida de sus fuerzas.

N.B.: El Hermano Michel Rampel-berg falleció el día 23 de febrero de2017 en Beaucamps-Ligny.

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El Curso HERMITAGE MARISTA,de la Provincia Brasil Centro-Sul(PMBCS), está siendo una experienciaacertada de formación para laicos ycolaboradores, en el área de nuestropatrimonio espiritual. Se trata de unCurso académico, de presencia obli-gada, de extensión universitaria, y re-conocido por la Universidad PontificiaCatólica de Paraná (PUCPR). Estásubordinado a la coordinación delSector de Vida Consagrada y Laicadode la misma PMBCS. Este año 2017 elCurso cumple 10 años de funciona-miento.

Cada año son admitidos 35 alum-nos de promedio, laicos y laicas ma-ristas, colaboradores nuestros quetrabajan en las unidades de Pastoral,Educación y Administración de la Pro-vincia; también hay miembros de lasfraternidades del Movimiento Cham-pagnat de la Familia Marista. El Cursofunciona en tres módulos a lo largo delaño, cada módulo con una duración decuatro días útiles completos. En los in-tervalos entre los módulos, cada alum-no es invitado a leer temas relaciona-dos con lo estudiado y, para tener de-recho al certificado, debe completar elhorario global mediante la produc-ción de un trabajo de conclusión del

Curso (TCC), bajo la orientación de al-gún profesor.

La petición para participar en el Cur-so ha sido constate por parte de losalumnos. Varias veces ha sido nece-sario seleccionar a los inscritos, de-jando a los restantes en la lista de es-pera, o bien inscritos para el año si-guiente. Durante las clases se nota cla-ramente el interés y el entusiasmo demuchos de ellos por la figura, el caris-ma y la historia de Champagnat. Al-gunos, quizás por el hecho de tener laprimera ocasión de abordar más es-pecíficamente el tema, dejan entreverun “brillo en los ojos”, señal de comu-nión y vibración con el espíritu maris-ta. Es como si se diera, en la propiacasa, el descubrimiento de algo pre-cioso pero desapercibido hasta en-tonces. Los alumnos de HERMITAGEMARISTA son los laicos que más en-tusiasmo muestran por participar enlas Peregrinaciones a los lugares fun-dacionales maristas de Francia, cuan-do dichas Peregrinaciones son orga-nizadas por la Provincia.

El Curso HERMITAGE MARISTA seinició en 2007 cuando, sintiéndome im-pulsado a difundir la riqueza de nues-tro patrimonio espiritual, lo estructu-

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N O T A S B R È V E S

HERMITAGE MARISTA

Curso de formación para el laicado marista

H. Ivo Antônio Strobino

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ré en un formato incipiente pero sen-cillo, y tuvo lugar por primera vez.Posteriormente, el Sector de VidaConsagrada y Laicado se hizo cargodel Curso, reformulándolo en un es-quema más completo y académico,con la garantía de nuestra Universidad(PUCPR), y así, bien estructurado,cumple ahora diez años de funcio-namiento.

Entre las disciplinas fundamenta-les del Curso están las siguientes:Marcelino Champagnat/vida; Marce-lino Champagnat/cartas; Sociedadde María; Primeros Hermanos; Con-texto político y social de la época;Contexto religioso y educativo de laépoca; Estructura, legislación y des-arrollo del Instituto; Pedagogía Ma-rista; Espiritualidad y Carisma. Entrelos profesores, hay algunos que yatrabajan o trabajaron en HERMITAGEMARISTA: H. Afonso Murad, H. RafaelFerreira Júnior, H. Afonso Levis, H.Pedro J. Wolter, yo mismo, H. Ivo, yH. Antonio Martínez Estaún, actual-mente en la comunidad de la CasaGeneral, en Roma. También, desde elinicio, como docente, nos ayudó enla creación y desarrollo del Curso laprofesora Heloisa Afonso de AlmeidaSousa, actualmente en la comunidadde l’Hermitage, y la profesora Adal-gisa Oliveira, directora, en la actuali-

dad, del Curso Carisma y PrincipiosEducativos Maristas. Por dos veces elH. André Lanfrey, de paso por Brasil,dio clases especiales a los alumnos.

El Curso HERMITAGE MARISTAha traspasado las fronteras de nues-tra Provincia y, bajo el nombre de Cur-so PEM (Espiritualidad y PatrimonioMarista), está siendo realizado en laProvincia Brasil Sul-Amazônia desdehace cinco años. La ciudad de Bra-silia, capital federal de la nación, es elterritorio de actuación conjunta de lastres Provincias Maristas brasileñas. Allítenemos obras importantes con unnúmero significativo de colaborado-res laicos. El Curso se está impar-tiendo, localmente, en un formato re-ducido, con el título de Mini-Hermita-ge Marista.

El trabajo de difundir nuestra es-piritualidad, nuestra historia y nues-tro carisma, afán que existe cierta-mente en otras Provincias o regionesdel Instituto, es una iniciativa que elEspíritu suscita con fuerza en lostiempos actuales. Tenemos un teso-ro dentro de casa. Debemos ofre-cerlo también a los laicos que nosayudan en la misión y que deseansentarse a la misma mesa, en la grantienda de la familia marista de Cham-pagnat.

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finito di stampare nel mese di maggio 2017presso la CSC Grafica (Roma)

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