FOSDEH, 2015€¦ · UNAH en investigación tienen que ver con los objetivos de desarrollo...
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FOSDEH, 2015 Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras
FOSDEH Col. Alameda Ave. Tiburcio Carías Andino Casa No. 1011, Tegucigalpa, Honduras Correo electrónico: [email protected] Página web: www.fosdeh.net www.facebook.com/fosdeh Twitter: @fosdeh
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Desde la academia -específicamente
desde la UNAH- se tiene contemplada
una perspectiva de trabajo en
investigación para los próximos 5 años,
concibiendo la investigación desde el
punto de vista sistémico, tratando de
articular la academia con los demás
sectores de sociales: gobierno, sector
productivo y sector social. Esta visión
apunta a la transformación de la
sociedad, intentando que la investigación
tenga efecto o impacto en la generación
de cambios, soluciones o alternativas a
los problemas sociales.
En ese contexto, la UNAH ha establecido
prioridades o líneas institucionales de
investigación, que se constituyen como
política institucional de investigación, con
una estructura institucional que cuenta
con diferentes ámbitos o niveles, a saber:
Coordinación.
Gestión.
Ejecución.
Dentro de esa estructura ya existen
algunas instancias que están realizando
investigación. También los programas de
postgrado, cuyas normas académicas se
han aprobado para 2016, ya establecen
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qué es una maestría académica y qué es
una maestría profesionalizante. Ambas
desarrollan investigación, con la
diferencia de que la primera realiza
investigaciones básicas y la segunda
investigación más aplicada. Tratamos de
que todo se articule al postgrado, de tal
forma que se obtengan resultados
institucionales de investigación que
respondan a la problemática social.
Las prioridades institucionales de la
UNAH en investigación tienen que ver
con los objetivos de desarrollo
sostenibles, con el plan de nación y con
las necesidades locales de la misma
universidad.
Dentro de su oferta académica la UNAH
tiene más de 122 carreras a nivel de
posgrado y a nivel de grado, resultando
en una amplia diversidad de áreas
disciplinarias o áreas de conocimiento.
Sin embargo, son 13 temas prioritarios,
entre los que están: pobreza y equidad,
territorio y ordenamiento territorial,
salud, Estado y sociedad, ciencia, cultura,
educación, energía.
Cada área de investigación tiene que
contar con un equipo de investigadores
para desarrollar esas temáticas, en
concordancia con las iniciativas
nacionales y regionales, por ejemplo: el
tema de la globalización en la
productividad y competitividad se está
desarrollando desde el gobierno como
parte de los objetivos de desarrollo
sostenible impulsados desde la ONU.
Para ello, la UNAH está conformando
grupos de investigación, creando
institutos de investigación. Lo mismo
pasa con temas como población y
transición demográfica, articulados a las
nuevas propuestas de posgrado que se
están ofertando. Los programas de
posgrado estarán íntimamente ligados a
estas temáticas también mediante las
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tesis, pero no sólo como mero criterio de
graduación, sino como exigencias de la
investigación a nivel nacional y regional.
En cuanto a los institutos de
investigación, se cuenta, por ejemplo,
con un Instituto de Investigaciones
Económicas y Sociales, que está
trabajando mucho en temas asociados a
la administración y otros temas que
tienen que ver con emprendedurismo,
cadenas de valor, etc.
Además de lo anterior, se tienen
conformados grupos de investigación,
con estudiantes y profesores, de modo
que los profesores con experiencia van
contribuir a formar nuevas generaciones
de investigadores, a manera de relevo
generacional. En la actualidad hay
registrados oficialmente cerca de 32
grupos de investigación en diferentes
temas.
Por último, ligados también a la
investigación, están los observatorios
universitarios, que generan insumos para
establecer bases de datos útiles para la
formulación de nuevos proyectos de
investigación. El observatorio más
significativo hasta ahora, por la
incidencia del tema, es el Observatorio
de la Violencia; pero también se están
creando otros observatorios relacionados
con temas económicos y sociales, entre
ellos: el Observatorio Demográfico y el
Observatorio de Seguridad Alimentaria y
Nutricional, que son dos temas también
relevantes para el país.
Por otro lado, se debe mencionar el
aspecto de los recursos que sustentan
estas iniciativas de investigación. En ese
sentido, la UNAH está financiando becas
de investigación para ser desarrolladas
dentro de la academia, pero ello con
limitaciones presupuestarias porque el
porcentaje asignado para la investigación
dentro del presupuesto de la UNAH
apenas llega al 1%. Comparativamente, la
Universidad de Costa Rica (UCR) asigna
4% de su presupuesto para investigación.
La capacitación es otro campo de acción
de la UNAH en el cual se están
desarrollando cursos y diplomados para
actualizar y potenciar las capacidades de
los profesores y los estudiantes.
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En cuanto a las publicaciones, se
pretende que los resultados de las
investigaciones ya no queden
engavetados, como en el pasado, sino
que ahora se publiquen y visibilicen para
que tengan un impacto y trasciendan
más allá del entorno académico
universitario, de ser posible a nivel
mundial. Para alcanzar este estadio
dentro de la investigación, se trabaja en
lo relacionado con derechos de autor,
patentes, derechos de marca, desarrollo
tecnológico e información.
Por último, la gestión para la
investigación está procurando relacionar
las iniciativas nacionales con las
iniciativas regionales para desarrollar
proyectos de investigación conjuntos.
En la UNAH, la maestría en metodología
de investigación económica y social nace
para dar respuesta de la necesidad de
formar recurso humano calificado en el
campo de la investigación científica. En
esta maestría se forman profesionales en
la metodología de la investigación
científica que contribuyan de manera
directa como investigadores, tratando de
mejorar la capacidad investigativa del
país.
Esta maestría se funda en el año 2010,
habiendo trabajado, hasta el momento,
con 5 promociones, realizado 53
investigaciones y contando con 47
investigaciones en proceso; y es en este
punto que nos preguntamos si realmente
estamos contribuyendo al progreso del
país o solamente estamos haciendo
investigaciones para cumplir con los
requisitos de graduación y que los
resultados queden en los anaqueles.
Al respecto, la dirección de investigación
científica ha retomado esas preguntas y
las ha fijado como norte de un
experimento de investigación dentro de
la universidad: se realizó un proyecto con
19 estudiantes, para investigar cómo se
enseña a investigar dentro de la
universidad, cuyo resultado fue la
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generación de 19 documentos, mediante
los cuales se estableció un diagnóstico de
cómo se enseña a investigar en toda la
universidad. Este proyecto tuvo el doble
propósito de que los estudiantes
pudieran cumplir con su requisito de
graduación, a la vez que la sección de
investigación científica contara con un
documento que le permitiera reorientar
las líneas de investigación dentro de la
UNAH.
Pensando en el futuro, también se está
trabajando en el tema de la economía
social, convencidos de que esta puede
aportar mucho al desarrollo del país: que
las cooperativas, las cajas de ahorro y
crédito, las organizaciones de mujeres,
por ejemplo, tienen mucho que aportar
al desarrollo del país.
Sabemos que el desarrollo tiene que ser
humano y tiene que ser sostenible; y lo
planteamos así porque tiene que
enfocarse en la persona humana como
centro y motor del desarrollo. Entonces,
deberíamos canalizar nuestros esfuerzos
de investigación a enfoque.
Un pequeño ejercicio matemático nos
indica que, partiendo de un estimado de
8.3 millones de habitantes actuales en
Honduras, y aplicando la tasa de
crecimiento, este año nacerán 183,000
hondureños; o sea, 50,000 mensuales,
que es lo mismo que 501 hondureños
todos los días o 21 nacimientos por hora.
Luego, las cifras nos dicen que el 65% de
la población es pobre; entonces, este año
van a nacer 120,000 hondureños pobres.
Otras cifras dicen que el 42% vive bajo la
línea de pobreza, es decir que 50,000 van
a ser muy pobres. Esto es un reto para el
desarrollo, porque indica que cada 5
años vamos a tener un millón más de
hondureños y que estas personas van a
necesitar camas en los hospitales,
médicos, enfermeras, pupitres, maestros,
más aulas. Más de alguno dirá “eso es
problema del gobierno, si para eso
elegimos un gobierno”, suponiendo que
es el gobierno quien tiene que fomentar,
orientar y dirigir los procesos de
desarrollo. Pero cuando vemos como se
gobierna en Honduras, vemos que se
dirige por un plan de gobierno que está
alimentado por la campaña política, la
cual está diseñada para ganar votos,
nada más, mediante la promesa de
600,000 empleos, 400,000 viviendas,
2,000 kms. de carretera pavimentada y
otra serie de sueños; pero cuando el
candidato deja de serlo y se convierte en
presidente, retoma sus promesas de
campaña y a ellas debe sumar las
demandas de los grupos de poder,
además de la Carta de Intenciones
firmada con el FMI. Esa es la manera de
gobernar en Honduras. Lo que hace cada
gobierno es promover su imagen, y por
eso estamos saltando de un bono a otro,
siempre improvisando.
Sirva el ejercicio matemático para señalar
que para revertir eso tenemos que
retomar el camino de la ciencia como
herramienta para el desarrollo. Como
ejemplo, las cifras dicen que, en lo que va
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de este siglo, se han invertido en nombre
de la estrategia de la reducción de la
pobreza más de 80 mil millones de
lempiras, pero esas cifras se contradicen
con la lógica económica, porque la
pobreza aumenta. Desde el conocimiento
cotidiano no tenemos respuestas para
ese tipo de cosas, pero sí desde la
ciencia. Sólo la ciencia nos lleva de la
apariencia a la esencia; pero, para ello,
tenemos que formar investigadores
comprometidos en el desarrollo del país.
Por supuesto que investigar no es barato,
y deberíamos incluir en nuestros planes
el financiamiento para la investigación,
ya que sin fondos no vamos a hacer
ciencia. De otro modo, seguiremos
haciendo los mismos estudios de siempre
y contribuiremos a multiplicar la pobreza.
Cuando nos preguntamos cuál es la
situación actual de la investigación
científica en Honduras, ya sabemos la
respuesta; sin embargo, apuntaremos
algunos dato a tomar en cuenta.
La investigación en el mundo está
concentrada, básicamente, en 3
zonas geográficas: Estados Unidos
de Norteamérica, la Unión Europea
y Japón; en el caso de América
Latina es el 2% de asignación que
en términos de gasto (la palabra debiera
ser de “inversión”) está siendo utilizada
para el tema investigativo. Es también
interesante cuando uno habla del
tamaño de las economías y se observa
que Estados Unidos le dedica el 2 y el
0.6% de su producto interior bruto;
Europa el 2% y lo mismo países como
Corea del Sur, Taiwán, Malasia, etc., que
le dedican el 1.6 %. En el caso del resto
de América latina el promedio es 0,3%.
En otras palabras, hay una cantidad muy
pequeña dedicada como inversión para
el desarrollo. Esto nos dice, claramente,
que los investigadores latinoamericanos
somos pocos: se estima que somos unos
100,000, pero esa sólo es una cifra que
pareciera indicar que somos bastantes;
pero cuando vamos al detalle, vamos a
encontrar otros significados importantes.
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En los países industrializados o
avanzados la mayor parte de esta
investigación para el desarrollo es
realizada por empresas privadas. En
América Latina la contribución del sector
privado es, en conjunto, muy reducida;
puesto que básicamente son los
gobiernos quienes financian las
investigaciones y, principalmente, las
universidades, con la reconocida realidad
nuestra de que las universidades
normalmente no tienen suficientes
recursos para eso.
Lo otro a destacar es que las estructuras
científico tecnológicas son frágiles. Una
gran cantidad de experiencias en el país
se han destruido. En concreto, es
importante decir que la ciencia y la
tecnología entre los latinoamericanos
son desiguales, con muchos discursos
pero sin continuidad, básicamente
fundadas en lo que, de repente, un
presidente o un cooperante pudiera
estar interesado en movilizar.
Así, se deduce que la investigación no
forma parte de una política de Estado o
que, como no tiene estímulos, estas
políticas tienen vinculaciones muy
limitadas con sectores tan importantes
como el sector económico o social. Hay
que subrayar que toda política
económica constituye, implícita o
explícitamente, una política de ciencia y
tecnología; pudiendo sostenerse que las
políticas prevalecientes de la región
desestimulan la generación endógena de
conocimientos, lo cual viene a ser lo
mismo que afirmar que, prácticamente,
toda la política pública viene de afuera. Si
somos sinceros, sabemos de
dónde viene.
Lo anterior significa que la
creación de ciencia y de
política pública de otros
sectores es verdaderamente
muy limitada. Los gobiernos
no siempre articulan, no hay
sistemas nacionales de
innovación que funcionen y,
de hecho, se ve una distancia
muy grande entre ciencia y
producción, aunque para producir se
necesita ciencia.
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Citando el caso mexicano, el 26% del
presupuesto universitario se destina a la
investigación (unos 615,000,000 de
dólares); sin embargo, se quejan de
muchas cosas y dicen que hay 22
institutos y 8 centros de investigación,
que para el tamaño de todo México no es
tanto.
En el 2014 la comunidad científica de la
Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM) publicó 3,250 artículos
especializados en revistas internacionales
(lo cual viene a ser algo como un sueño
para nuestro país), que representó el
30% del total de artículos científicos
producidos a nivel nacional. Estamos
hablando de una cantidad grande pero,
al mismo tiempo, insuficiente para el
tamaño y la capacidad que tiene México,
considerada la decimoquinta economía
del mundo “y aún no hemos logrado
tener la influencia global a nivel científico
y en innovación que uno esperaría ¿Qué
nos falta para lograr que la ciencia
mexicana alcance una posición de
liderazgo internacional y cómo puede
impulsarse este liderazgo desde la propia
universidad?” son cuestionamientos
válidos.
Por otro lado “México hoy” señala que la
formación de recurso humano, “contar
con talento humano capacitado, es un
pilar esencial de la economía y la
sociedad del conocimiento. La única
alternativa para enfrentar este reto,
tanto para la universidad como para el
país, es formar nuevos maestros y
doctores”. Es fundamental, entonces, q
en el tema de la educación que el avance
sea orientado, inducido, para determinar
qué tipo de profesional es el que
realmente ocupamos.
También enfrentamos como país, dicen
los mexicanos, el reto contar con más
investigadores de tiempo completo.
“México hoy” dice que en ese país hay un
investigador por cada 1,000 habitantes,
en contraste con los países desarrollados
hay casi 8 por cada mil. Eso mide una
distancia muy grande, una ruta, un
camino extremadamente importante que
debemos ver. También afirma que “el
sistema nacional de investigadores
cuenta con 23,000 miembros. En los
últimos años se ha incrementado el
número de investigadores y centros de
investigación en el país”. Sin embargo,
también señala que el sector productivo
no está contratando investigadores y no
está desarrollando alta tecnología, en lo
cual tenemos coincidencia total.
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Es muy importante patentar, pero no
tenemos esa cultura. Se nos dificulta
hasta tener el ISBN de los libros; sin
embargo, la Oficina de Patentes y Marcas
de Estados Unidos registra 180,000
patentes al año, otorgadas a titulares de
todos los países, sin que sepamos
cuántos hondureños con patentes
otorgadas habrá en ese registro, pero se
presume que no son muchos. Del 2000 al
2007 los 4 países latinoamericanos con
mayor presencia suman 1,591 pero la
mayor parte -poco más del 40%-
corresponde a Brasil. Por su parte, la
Oficina Europea registra 55,000 patentes
al año y sólo cuenta con 222 de origen
latinoamericano, de las cuales 138
corresponden también a Brasil; en otras
palabras, la producción de conocimiento,
poca o mucha, prácticamente la lidera
Brasil.
La iniciativa Think Tank que
financian algunas organizaciones
estadounidenses y canadienses
otorgó a 7 países de América Latina
-Bolivia, Paraguay, Perú, Ecuador,
Guatemala, El Salvador y Honduras-
recursos destinados para la
investigación. Un investigador
contratado por la red que se
constituyó (Red de Iniciativa
Latinoamericana de Investigación de
Políticas Públicas) puso en contraste la
situación de esos 7 países, cuya
población equivale al 15% de la
población de América Latina; el PIB
equivale al 6.5% de toda América Latina y
el volumen de documentos de
investigación publicados por esos 7
países equivalen al 2.5%. Por otro lado,
en el 2014 el esfuerzo de contrastar lo
que estaban haciendo estos países hizo
ver que, comparativamente, del año
1996 hasta el 2013 esos 7 países no
superan a Colombia, la cual se ha venido
aumentando la brecha de producción en
documentos científicos. Eso ya es un
desafío. Cuando vemos los datos más
fríos, observamos que la posición en el
ranking de las universidades de América
Latina y del Caribe con respecto a la
producción científica del país coloca al
Perú en una buena posición, mientras
que los países con peor posición son El
Salvador y Honduras. Dentro de las 250
universidades de América Latina con
mayor producción científica no aparecen
El Salvador, Guatemala ni Honduras.
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En cuanto a los centros de
investigación, la situación
de Honduras no es tan
mala, ya que dentro del
ranking de centros de
pensamiento (tanques de
pensamiento) Honduras
ocupa la posición 29,
siendo superados sólo por
El Salvador. Esto es
interesante; y se le agrega
que, dentro de los 45 centros
más influyentes de la región, El Salvador
tiene 2; Guatemala tiene 100 y Honduras
tiene 1. Esto denota que el subdesarrollo
y desarrollo es complejo y que contiene
algunas paradojas.
El reporte del 2015 que hace la
Universidad de Pensilvania de todos los
tanques de pensamientos del mundo
este es del 2015, aparece en primer lugar
la Fundación Getulio Vargas de Brasil y
en segundo lugar la CEPAL. El FOSDEH
aparece en el lugar 32, pero deberíamos
tener más centros de pensamiento. Sólo
está arriba de nosotros FUSADES de El
Salvador. No hay nadie más de
Centroamérica en ese listado de la
Universidad de Pensilvania. Cuando
comparamos la productividad científica
por cada mil millones de PBI, Chile se lo
lleva todo, con un PIB más grande y,
además, una producción científica mucho
más grande que la de América Latina y el
Caribe. Después aparece Bolivia y
Honduras en el antepenúltimo lugar con
4.8; Guatemala con 4.1 y El Salvador con
3.4.
Sin embargo, Honduras aparece en
último lugar al relacionar la cantidad de
documentos científicos en revistas
indexadas, por cada 100,000 habitantes.
En ese aspecto, Chile sigue ganando,
mientras que Honduras sólo muestra 1
documento científico en revistas
especializadas por cada 100,000
habitantes.
La cruda realidad de Honduras de 1996 al
2014, en cuanto a la producción
científica, muestra 39 documentos
científicos en el 1996; 43 en 1997 y 110
en el 2014. Es interesante que las áreas
de investigación relacionadas con la
agricultura y salud (incluyendo
inmunología, neurología y neurociencia)
abarquen casi el 70% de toda la
producción científica. Sin embargo,
economía, econometría y finanzas,
apenas aparecen con 1 documento
científico en el año 1996, 2 en 1997, 4 en
1998. Obviamente no quiere decir que
no hay producción científica, pero esta es
una buena aproximación.
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No se entiende por qué Estados Unidos
considera la ciencia económica fuera de
las ciencias sociales, lo cual es una
aberración, pero tampoco las ciencias
sociales (entre las cuales están la
sociología, la antropología, las ciencias
políticas) se destacan mucho, pero
supera a la economía. No tenemos
artículos científicos en las
ciencias computacionales
(apenas 1 en el 2003 y otro en el
2004) porque la economía
internacional no le ha dado un
rol a Honduras para producir
ciencia en el campo
computacional. Esto es un gran
desafío para la UNAH y para las
universidades privadas (20 por
todas) de llenar estos huecos en
los próximos veinte años.
En relación con los documentos citables
producidos por Honduras, se ha
mejorado a partir del 2008. Quizás
muchos de estos documentos fueron
producidos durante el golpe de Estado. Si
comparamos la producción científica de
Honduras con la de Costa Rica en el 2014,
evidentemente Honduras está muy por
debajo.
Para levantarnos la autoestima, hay que
señalar que en España todos los años se
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hace un examen para poder entrar a una
especialidad: los médicos de todos los
países de habla hispana y no hispana van
a ese examen. Los resultados de esos
exámenes colocan a la Universidad de
Rumanía en el último lugar; a la
universidad de Cuba en el penúltimo; y,
según las calificaciones promedio,
Honduras sólo es superada por Chile, que
está en segundo lugar (superamos a
Ecuador, Alicante, Murcia, Granada,
Santander, Córdova, Paraguay, Perú,
Málaga, Venezuela, Sevilla, Italia, etc.)
¿por qué será eso?, ¿qué debemos
aprender de la facultad de medicina? La
respuesta es: 6 años de teoría y 2 de
práctica. Los hondureños que llegan a
ese examen han sacado 40 partos cada
uno, han operado tantas veces, y esto
demuestra que el desarrollo o el
subdesarrollo son complejos. Que
Honduras aparezca en el segundo lugar
es algo para ser estudiado. España
gradúa médicos con 6 años, pero
Honduras los gradúa con 8 años.
Entonces, la respuesta es estudiar más.
Para poner un ejemplo, los muchachos
que llegan a FOSFDEH supuestamente a
agarrar experiencia, no saben qué hacer
con una regresión aplicada a un caso
concreto de Honduras, no saben si el
coeficiente de Gini se puede utilizar para
medir algo más que el ingreso. Necesitan
ser sumergidos en la parte práctica
laboratorial. Los profesores universitarios
también debemos cambiar: debemos
estimular una cultura de la discusión
científica.
Potencialmente somos desarrollados,
pero necesitamos poner esa potencia
virtual en tiempo real, con capacidades
reales, para poder rediseñar esas
instituciones nuestras en las que no
creemos. Ese sistema de justicia -que es
muy injusto- no va cambiar si no lo
presionamos desde de la ciencia. El
conocimiento es fundamental para ello.
Hay que ponerle nombre a los
fenómenos en Honduras y no esperar a
que vengan de afuera a ponerle nombres
a la problemática de Honduras.