Fray Mocho Galería de Ladrones García Ferrari Et Al

download Fray Mocho Galería de Ladrones García Ferrari Et Al

of 83

description

La galería de ladrones de la capital de José S. Álvarez, 1880-1887. Geraldine Rogers editor

Transcript of Fray Mocho Galería de Ladrones García Ferrari Et Al

  • Geraldine RogersEDITOR

    LA GALERA DE LADRONES DE LA CAPITAL DE JOS S. LVAREZ, 1880-1887

    BIBLIOTECAORBISTERTIUS

  • Geraldine Rogers (editora)

    Mercedes Garca Ferrari

    Sandra Szir

    La Galera de ladrones de la Capital de Jos S. lvarez, 1880-1887

    BIBLIOTECA ORBIS TERTIUS /2

  • Geraldine Rogers La galera de ladrones de la Capital de Jos S. lvarez, 1880-1887.- 1 ed. - La Plata: Universidad Nacional de La Plata, 2009. Internet ISBN 978-950-34-0623-6 1. Historiografa. I. Ttulo CDD 907.2 Fecha de catalogacin: 15/12/2009

    Todos los derechos reservados. Hecho el depsito que establece la ley 11.723 Directora de coleccin: Geraldine Rogers Comit Editorial: Miguel Dalmaroni, Enrique Foffani, Sergio Pastormerlo, Carolina Sancholuz Secretario: Federico Bibb Revisin de textos: Virginia Fuente Biblioteca Orbis Tertius Coleccin digital del Centro de Estudios de Teora y Crtica Literaria http://bibliotecaorbistertius.fahce.unlp.edu.ar Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-CONICET) Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin Universidad Nacional de La Plata

  • ndice

    Presentacin 4 Las vidas de Jos S. lvarez . 6 Saber policial. Galeras de ladrones en Buenos Aires, 1880-1887, Mercedes Garca Ferrari . 7 Modalidades grficas de regulacin social. Los aspectos visuales de la Galera de ladrones de la Capital, Sandra M. Szir .... . 18 Ficciones de identidad estatal: de la Galera de Ladrones a las Memorias de un vigilante (1887-1897), Geraldine Rogers ... 29 Galera de ladrones de la Capital (seleccin) 38 Nota sobre las colaboradoras ... 82

  • 4

    Presentacin

    En una etapa fundadora del Estado argentino y a siete aos de que Buenos Aires

    fuera declarada capital del pas, el comisario de pesquisas Jos S. lvarez prepar un libro de dos tomos, la Galera de ladrones de la Capital,1 que en 1887 fue publicado por la Imprenta del Departamento de Polica de la ciudad. Su prlogo manifestaba el objetivo institucional de fijar, por medio de la fotografa y la palabra, la identidad de doscientos delincuentes con el fin de que pudieran ser reconocidos en la calle por los agentes policiales. Griegos, espaoles, italianos, franceses, austracos, argentinos, brasileros, orientales y alemanes prusianos; impresores, zapateros, escultores, cigarreros, estibadores, tipgrafos, marineros, mozos de caf y ex-vigilantes aparecieron mediante una foto y un texto que les asignaba un nmero, varios nombres y alias, una descripcin fsica que inclua marcas y tatuajes, grado de alfabetizacin, nacionalidad, una o ms ocupaciones, entradas en la comisara, costumbres y grado de peligrosidad.

    Hace poco, una nota periodstica sobre la muestra anual 2008 de la Asociacin de Reporteros Grficos de la Argentina, incluy este relato a propsito del material que ah se exhiba, encontrado en un viejo depsito:

    Entonces abrimos ese archivo [...], son fotografas tomadas por la polica. Desde lo fotogrfico, justamente, es impactante: los detenidos acaban de caer, los llevan a una comisara, los ponen contra un fondo blanco y les da de lleno un flash... un flash que, por otro lado, deja ver todo: cortes, golpes, lastimaduras. En algunos prontuarios, por ejemplo, algunos aparecen tapados del cuello hacia abajo por una frazada [...]. Y no deja de ser curioso, a modo de reflexin sobre la fotografa, que el mismo medio que ellos utilizaban para registrar su accionar hoy sea para nosotros una prueba en su contra.2

    Esas imgenes haban sido repartidas a los diarios en 1975 como informacin publicable, y muchas fueron obtenidas en centros de detencin antes del golpe militar de marzo de 1976. Otras exhibiciones y notas periodsticas, tambin recientes, mostraron retratos de personas capturadas por el terrorismo de Estado o aludieron a la experiencia subjetiva de quienes se encontraron frente a ellas.3

    No sera atinado ignorar la distancia entre las imgenes del horror concentracionario y las de la Galera de ladrones, donde los retratados parecen no haber perdido del todo la posibilidad de ofrecer de s una imagen sentida como propia. Sin embargo las convocamos para crear un contexto inicial, mnimo pero situado, de aquello que ofrecemos a la mirada. Siguiendo a John Berger, proponemos montar estas antiguas fotografas que ya tienen ms de un siglo no nicamente en el contexto de su tiempo, lo que en rigor es imposible, sino en un tiempo histrico que d lugar, a partir de lo que 1 Galera de Ladrones de la Capital 1880 a 1887. Publicacin hecha durante la Jefatura del seor Coronel Aureliano Cuenca, por el Comisario de Pesquisas Don Jos S. lvarez. Buenos Aires, Imprenta del Departamento de Polica de la Capital, 1887. 2 El 75. Radar, suplemento de Pgina 12, 30 de marzo de 2008, nota de tapa. 3 Imgenes robadas, imgenes recuperadas, exhibicin fotogrfica proveniente del archivo de la ex Direccin de Inteligencia de la Polica de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA), con produccin y curadura de Helen Zout, 2004-2005; Esas fotos. Pgina 12, 3 de septiembre de 2005; Rostros, Fotos sacadas de la ESMA, muestra que incluy retratos de detenidos desaparecidos tomadas en la ESMA y sustradas de ese centro clandestino por Vctor Basterra, 2007 (ambas en Museo de Arte y Memoria, La Plata).

  • 5

    fue, a una imaginacin crtica de aquello que es.4 Recuperarlas para la memoria social no implicar entonces reintegrar lo perdido a su lugar, sino disponerlo al contacto posible con los diversos pasados, presentes y futuros en que se actualicen. Hacerlas parte de un archivo inconcluso, compuesto por palabras, imgenes y experiencias donde los recortes de ayer pregunten por aquello de lo que no se tiene todava memoria.

    No hay una sola manera de acercarnos a la Galera. Numerosos puntos de vista confluirn en ella, sin que sea posible un cierre interpretativo. En ese marco de indefectible apertura, proponemos un inicio con miradas que no naturalizan ni la violencia con que estas imgenes fueron extirpadas ni la obscenidad del mero espectculo.

    G. R.

    Diciembre, 2009

    4 John Berger. Usos de la fotografa. Mirar. Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 2005.

  • 6

    Las vidas de Jos S. lvarez El ms vvido escritor costumbrista de la Argentina, autor de deliciosas vietas

    populares que evocan todo el color y la msica de las voces de Buenos Aires del 900 segn Csar Aira, la voz escrita de la cotidianid conversada del arrabal, segn Borges, naci en 1858 en Entre Ros y muri en Buenos Aires en 1903.5

    A los 22 aos se instal en la capital portea, donde empez su carrera periodstica. Desde 1886 fue comisario de pesquisas y en esa funcin prepar la Galera de ladrones de la Capital. Diez aos despus, en Memorias de un Vigilante, narr la transformacin de un provinciano en sargento y en polica, abordando el mundo delictivo con descripciones y ancdotas pcaras. Viaje al pas de los matreros (1897) se origin en una misin que le encomend el Ministerio de Marina: contratar marineros entre la poblacin de la zona fluvial entrerriana.

    Trabaj como redactor en El Nacional, La Pampa, La Patria Argentina (donde, entre otras cosas, public una novela por entregas), Don Quijote de Eduardo Sojo, La Maana de La Plata y La Nacin de los Mitre. Junto a Eustaquio Pellicer y Manuel Mayol dirigi el semanario Caras y Caretas desde 1898 hasta su muerte.

    Firm sus textos con nombre o con seudnimo: fue Jos S. lvarez, Fray Mocho, Fabio Carrizo, Nemesio Machuca. En la dcada de 1890 particip en la asociacin gremial de cronistas y se ocup de mejorar la situacin profesional.6 En 1894 describi su oficio como similar al de un fotgrafo de instantneas. Un amigo y colega suyo desminti esa imagen en una biografa donde destacaba su tendencia a inventar.7 Segn esa versin, prescinda de los datos confiables para sus crnicas o noticias, y fue expulsado de varios diarios por su incontenible desborde imaginativo. Esa misma fuente dice que en una oportunidad anunci un naufragio inexistente; y que, enviado al interior por La Nacin para cubrir un acto poltico, hall sus apuntes borrosos a la hora de telegrafiar y resolvi completar a su gusto lo que faltaba, originando un escndalo. De lo que no hay duda es de que saba lograr muy bien los efectos realistas. Tanto en su primer libro de cuentos (Esmeraldas, 1882) como en los publicados en Caras y Caretas se nota esa particular habilidad. En el mar austral (1898) llam la atencin de sus contemporneos por la verosimilitud de sus relatos de viajes y aventuras imaginarias entre los loberos patagnicos.8

    G. R.

    5 Csar Aira. Diccionario de autores latinoamericanos. Buenos Aires, Emec, 2001, p. 28; Jorge L. Borges. El tamao de mi esperanza. Buenos Aires, Seix Barral, 1993, p. 24. 6 Jos S. lvarez. Ramn Romero. Salero criollo. Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1920, p. 56. 7 Jos Varas. En el periodismo porteo. Caras y Caretas, 27 de agosto de 1904. 8 Martiniano Leguizamn. lvarez ntimo. Caras y Caretas, 29 de agosto de 1903; Roberto Payr. Fray Mocho. Evocaciones de un porteo viejo. Buenos Aires, Quetzal, 1952, p. 54.

  • 7

    Saber policial. Galeras de ladrones en Buenos Aires, 1880-1887

    Mercedes Garca Ferrari

    Formacin de las primeras Galeras de ladrones conocidos

    La fotografa tuvo un desarrollo paralelo al de las instituciones policiales y fue utilizada para retratar delincuentes prcticamente desde su invencin. En Inglaterra, la polica empleaba fotgrafos civiles desde 1840 y en Francia se tomaban en 1841 daguerrotipos de criminales. Sin embargo, fue recin en 1854 en Lausanne, Suiza, cuando por primera vez estas fotografas comenzaron a circular en las comisaras, inicindose as su empleo como herramienta de identificacin. Al mismo tiempo que se organizaban y ampliaban las capacidades de la polica, sucesivas transformaciones tcnicas abarataron la produccin de imgenes. Este desarrollo simultneo posibilit una amplia aplicacin de la fotografa como forma de identificar delincuentes.

    La primera galera de ladrones se implement en 1858 en el Departamento de Polica de Nueva York y en la dcada del setenta su uso se haba extendido en Estados Unidos y Europa. Estas galeras estaban formadas por colecciones de retratos de delincuentes cuya funcin era doble: por un lado, permitan verificar si un detenido era reincidente; por otro, creaban una compilacin visual de los individuos considerados peligrosos que, memorizada por los policas, facilitaba el control en las calles. Sus imgenes no presentaban mayores diferencias con el resto de los retratos: utilizaban los mismos decorados, fondos y vestimenta y eran, en general, tomadas en estudios privados o por fotgrafos externos a la polica. Asimismo, no implementaban ningn sistema de clasificacin y archivo que permitiera recuperar informacin sino que nicamente contaban, en algunos casos, con un ndice onomstico. Sin embargo, como entonces no haba manera de certificar la veracidad del nombre aducido, la verdadera capacidad identificatoria de estas galeras se reduca, en la prctica, a la amplitud de memoria de los agentes.9

    En Argentina, la fotografa se incorpor a las prcticas policiales de forma sistemtica en 1880. Luego de la federalizacin de Buenos Aires, cuando se estaba por crear la Polica de la Capital dependiente del gobierno nacional y escindida de la Polica de la Provincia de Buenos Aires, un taller fotogrfico comenz a funcionar en la Alcalda.10 La implementacin de imgenes estuvo estrechamente vinculada a la redefinicin de la categora delictiva de ladrn conocido, a la que ya se haca mencin

    * Una versin de este captulo fue presentada en las Jornadas La Polica en perspectiva histrica: Argentina y Brasil (del siglo XIX a la actualidad), 28 y 29 de agosto de 2008. Centro de Estudios Latinoamericanos UNSAM, Instituto de Desarrollo Humano UNGS, Posgrado en Historia UdeSA. 9 Ver John Tagg, Chapter 2: Evidence, Truth and Order: Photographic Records and the Growth of State. The Burden of Representation. Essays on Photographies and Histories. Minneapolis, University of Minneapolis Press, 1988 [El peso de la representacin. Ensayos sobre fotografas e historia. Barcelona, Gustavo Gili, 2005]; Simon Cole. Suspected Identities. A History of Fingerprinting and Criminal Identification. Londres-Cambridge, Harvard University Press, 2002, pp. 18-29. 10 La Nacin, 22 de octubre de 1880, p. 1. Ver tambin, La Nacin, 5 de octubre de 1880, p. 1.

  • 8

    en la Memoria anual de 1868. Ante una serie de rateras y robos, el jefe de Polica Enrique OGorman se refera a los antiguos ladrones conocidos como reincidentes que pasaban constantemente por las crceles de Buenos Aires y Montevideo, se relacionaban con otros para eludir la accin de la autoridad [] o borrar las huellas,11 conocan los procedimientos judiciales, y adems eran en general extranjeros, sin domicilio fijo ni otra ocupacin ms que el juego. En ese momento se inclua en esta categora a individuos, reincidentes o no, eventualmente fotografiados y con reputacin de ladrones. Pero en 1881 se reglament el uso de la categora incluyendo slo a quienes haban sido condenados judicialmente a partir del 9 de diciembre de 1880 (fecha de creacin de la Polica de la Capital) por haber cometido dos o ms delitos contra la propiedad. Se estableci tambin que deban ser fotografiados en la Alcalda previa autorizacin del Jefe de Polica y sus retratos repartidos por la Comisara de rdenes a todas las seccionales y colocados en cuadros a fin de que pudieran ser reconocidos fcilmente por todos los agentes de la Seccin. Nacieron as las primeras galeras de ladrones en la Polica de la Capital.12

    Con anterioridad a 1880 no se retrataba sistemticamente a detenidos con fines de identificacin, pero s era habitual el retrato de criminales clebres. Esos sujetos, cuyos crmenes generalmente haban alcanzado resonancia en la prensa, eran muy distintos de aqullos cuyas imgenes poblaran las galeras a partir de 1881. Los ladrones conocidos no haban cometido ningn crimen espectacular sino que pertenecan a las crecientes clases bajas urbanas sobre las que la polica concentr su vigilancia a partir de la dcada del setenta.13

    Los retratos de ladrones conocidos comenzaron a producirse en formato de carte-de-visite y se repartan en las Comisaras de seccin. Se trataba de tarjetas de cartn de 9 x 6 cm. aproximadamente, con el retrato fotogrfico en una de sus caras y los datos de filiacin en la otra. Cada tarjeta estaba numerada, e inclua la siguiente informacin: nombre; alias; nacionalidad; edad; estado civil; color de piel, ojos y pelo; tipo de barba, boca y nariz; estatura; alfabetizacin; aos de residencia en el pas; seas particulares y fecha de realizacin del retrato. Esta filiacin era de uso habitual dentro de la polica pero inclua, como novedad, el registro de los aos de residencia declarados por el ladrn conocido, reflejo de la creciente preocupacin por los vnculos entre inmigracin y criminalidad. Estas tarjetas fueron incorporadas con igual numeracin en la primera galera de ladrones publicada en 1887 en forma de libro. En estas fotografas, el retrato no tiene un formato uniforme pero s se han eliminado todas las referencias al contexto: los sujetos se ubican sobre un fondo liso o texturado en el que no encontramos los decorados caractersticos de los retratos corrientes. Se trata de imgenes en las que es todava muy importante la vestimenta: puede apreciarse en detalle el tipo de corte y pao de los sacos, los botones, los pauelos que los

    11 Ladrones conocidos, en Memoria del Departamento de Polica, 1868, s/d, pp. 516-517. 12 La implementacin de la fotografa en la Polica de la Capital fue complementaria al reconocimiento visual directo de los agentes. Hasta 1894 un integrante de cada Comisara era enviado diariamente al Depsito de Contraventores para reconocer a los ladrones conocidos (en adelante L. C.). A partir de ese ao, el reconocimiento se haca mediante la rotacin de los detenidos por todas las Comisaras de la ciudad, pasando 24 horas en cada una de ellas hasta completar el tiempo de arresto correspondiente. Adolfo Enrique Rodrguez. Historia de la Polica Federal Argentina. Tomo IV 1880-1916. Buenos Aires, Editorial Policial, Polica Federal Argentina, 1975, pp. 36; 177-178. Ver tambin, Orden del da del 27 de diciembre de 1881, Centro de Estudios Histricos Policiales Comisario Inspector Francisco L. Romay. 13 Sobre el surgimiento de estos nuevos delincuentes, muchos de ellos quincenarios en la jerga policial, es decir, sujetos que pasaban peridicas temporadas en las comisaras hasta que eran puestos en libertad por falta de pruebas, ver Lila Caimari, Cap. II. La fbrica y el laboratorio, en Apenas un delincuente. Crimen, castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955. Buenos Aires, Siglo XXI, 2004, pp.76-107.

  • 9

    delincuentes llevan en el cuello, las distintas formas de anudarlos. Habra que esperar al final de la dcada para que la identificacin se concentrara definitivamente en el cuerpo, aunque la importancia de la ropa nunca se abandon en la fotografa de identificacin de fines de siglo XIX y principios del XX.

    Frente y dorso de tarjeta fotogrfica correspondiente a Juan Mendez. Centro de Estudios Histricos Policiales Comisario Inspector Francisco L. Romay

  • 10

    La Galera de ladrones de la Capital, 1880-1887

    En 1887, las fotografas de 200 de estos ladrones conocidos fueron publicadas en forma de libro. La edicin estuvo dirigida por Jos S. lvarez (1858-1903), ms conocido como Fray Mocho, quien ingres en la polica directamente como Comisario de Pesquisas. Si bien la existencia de agentes dedicados a la investigacin no era nueva en la Capital, en 1885 se cre una comisara especialmente destinada a esta tarea. Luego de un breve lapso en que esta dependencia estuvo bajo la conduccin de Manuel Costa, Jos S. lvarez fue convocado para ocupar el cargo. Este joven escritor y periodista se encargara durante menos de un ao (octubre de 1886-agosto de 1887) de organizar la Comisara de Pesquisas. En este perodo implement un importante instrumento de modernizacin policial: la Galera de ladrones de la Capital. Su mtodo estaba activo desde principios de la dcada del ochenta y el conocimiento sobre los ladrones conocidos se vena acumulando en la institucin desde haca aos. Sin embargo, ese saber no haba sido formalizado sino que se transmita en forma oral entre los agentes. Probablemente lvarez fue convocado por la Jefatura especficamente para realizar esta tarea: reunir el conocimiento que circulaba dentro de la institucin y plasmarlo en una obra escrita.

    La Galera reuna, en dos tomos con 100 fichas cada uno, imgenes y antecedentes de 200 ladrones conocidos retratados por la polica a partir de 1880.14 A cada uno se dedicaba un retrato fotogrfico y una o ms pginas subsiguientes con datos de filiacin, cantidad y tipo de contravenciones y, en caso de intervencin judicial, fecha y seccin de arresto, acusacin, resultado del juicio, lugar y duracin de la detencin. Finalmente, se agregaba una ligera resea de sus hbitos.

    Si bien en una primera aproximacin podemos considerar que tuvo la funcin exclusiva de servir como herramienta de identificacin, en sus pginas encontramos datos que relativizan esta idea. El ladrn conocido nmero 17, Gregorio Las Heras, alias El Petizo, haba fallecido en 1883, cuatro aos antes de que se publicara la Galera. Se trataba, en palabras de lvarez, del tipo caracterizado del vago. Gregorio haba sido espaol y haba llegado al pas en 1869, a la edad de 12 aos. Su primer arresto, de cuatro das, se debi a cambiar una seal de la va en la Estacin 11 de Septiembre a los 18 aos. A partir de ese momento, en los breves ocho aos de vida que le quedaban, haba entrado 31 veces en distintas comisaras seccionales, de las cuales 14 haban sido por contravenciones y 20 por robo, rateras, tentativas o sospechas de estos delitos y, en un nico caso, por lesiones corporales. Aunque no se especifica en la Galera, aparentemente Gregorio muri en la Penitenciara a los 26 aos, mientras purgaba una condena de 2 aos por un robo en la Seccin 4. Este no es el nico caso de inclusin de un muerto. Juan Surez, o Jurez o Pedro Fernndez o Torres haba muerto en 1886, tambin a la edad de 26 aos. Se trataba de un pobre ratero que cuando ms serva de instrumento a ladrones hbiles. Haba sido detenido por primera vez a los 15 aos y en la ltima de sus 10 entradas a distintas seccionales fue enviado herido al hospital, donde muri. De estos dos ladrones se tena la certeza de la defuncin porque se haba producido justamente mientras estaban detenidos, pero es posible que tambin algunos otros hayan estado muertos cuando se public la Galera.

    La inclusin de ladrones de quienes se tena la seguridad del deceso nos fuerza a repensar los objetivos de la obra. En primer lugar, las fichas incluidas ya formaban parte

    14 lvarez elev el original de la obra a la Jefatura en junio de 1887. En agosto del mismo ao se registr la fotografa de Bernardo Brugoni o Braudispeyer con el nmero 210, lo que lleva a pensar que muy probablemente la Galera de ladrones incluyera la totalidad de L. C. registrados entre 1880 y los primeros meses de 1887.

  • 11

    de las galeras de las Comisaras seccionales en forma de tarjeta, en un formato ms econmico, sencillo de actualizar, que permita el transporte y uso en las pesquisas y que, por otro lado, nunca fue reemplazado por la Galera en forma de libro. Si comparamos esta publicacin con galeras posteriores, notamos que se trata de una edicin sumamente cuidada, en la que no se escatim papel o encuadernacin. Sin embargo, la calidad de las tarjetas fotogrficas es muy superior a la de las reproducciones litogrficas que se incluyen en los dos volmenes. En este ltimo caso, se trata de imgenes que han perdido toda la sutileza de los detalles, a pesar de que su funcin principal era permitir la identificacin por medio de los retratos.

    La Galera se abre con la nota de elevacin del trabajo original al Jefe de Polica. Si bien la publicacin de las comunicaciones institucionales que acompaaban la produccin de un libro era una prctica habitual, en este caso slo incluye, a modo de prlogo, la carta firmada por lvarez, lo que da un carcter de galera de autor a esta obra pionera. All, plantea el estado actual de las capacidades policiales de control del delito, aboga por la implementacin de mejoras en el servicio de vigilancia e investigacin y sugiere dar una serie de consejos a los vecinos para protegerse de los ladrones.

    La Galera es desde ya un emprendimiento institucional importante y puede ser entendida como la coronacin del accionar que se vena desarrollando desde fines de la dcada del setenta. En ese perodo la polica concentr su vigilancia en las calles apelando principalmente a la detencin por contravenciones, y se sinti constantemente desbordada e incapaz, en muchos casos, de hacer valer su autoridad. Tambin es caracterstica de este primer perodo la importancia del conocimiento personal entre agentes y delincuentes, algo que entrar en tensin en la dcada del noventa con gabinetes especializados que recurrirn a la ciencia y la tecnologa como herramientas de lucha contra el delito.

    lvarez describe la Galera como el nico hilo que sta tiene [la Polica] para guiarse en el laberinto de nuestro bajo fondo social. Un bajo fondo que en este perodo se percibe totalmente fuera de control y del cual la Polica piensa que slo conoce las capas ms superficiales. Pero, aunque se trate de ese mundo de cmplices de segundo orden que acompaa siempre a los ladrones hbiles, los ladrones conocidos son el nico camino por el que se puede ingresar al mundo invisible de los delincuentes verdaderamente peligrosos, elite del delito que no se deja atrapar in fraganti y que goza de recursos para salir en libertad mediante el pago de fianzas o argucias judiciales. Los delincuentes ms peligrosos de la ciudad son caracterizados como hombres sin vicios, inteligentes, hbiles, solventes econmicamente, con capacidad de organizacin y liderazgo, empresarios del delito que utilizaban a un ejrcito de infelices a quienes sus propios vicios los han inutilizado hasta para hacer la ms pequea ratera. Si bien en la introduccin se plantea que la Polica slo alcanza a conocer a estos infelices, y que la Galera alcanza nicamente a registrar a los rateros, a los estafadores de menor importancia, a los espas y corredores torpes, las descripciones con que acompaa cada una de las fichas arman un mapa mucho ms amplio del bajo mundo porteo.

    Los comentarios de lvarez apuntan a demostrar un conocimiento personal y directo de cada uno de los ladrones conocidos que circulan o circularon, durante la dcada del ochenta, por las calles de la ciudad. Cada ligera resea de sus hbitos incluye generalmente apreciaciones sobre su peligrosidad, su carcter e inteligencia, su especialidad delictiva, su relacin con otros delincuentes, sus vicios y, adems, algunos consejos para la vigilancia policial. Audaz y atrevido; hipcrita; mal sujeto; inculto y grosero, de maneras ordinarias o culto y de buenas maneras;

  • 12

    inofensivo o peligroso y capaz de todo. Caractersticas que en muchos casos rozan la admiracin y en otros el desprecio.

    Estos comentarios generan una serie de clasificaciones muy diferentes de las que la criminologa empezara a colar en el mundo policial en la dcada siguiente. Aqu se trata de clasificar a los individuos segn grados de habilidad y autonoma y, relacionada con estas cualidades, de acuerdo a su insercin dentro del mundo del delito, se postula una gradacin que va desde el hbil estafador que acta solo, sin ejercer nunca la violencia, hombre culto que puede confundirse con cualquier ciudadano decente y acostumbra alojarse en los mejores hoteles, hasta el individuo incapaz de intentar ningn golpe que requiera observacin y estudio. En la Galera estn aquellos capaces de organizar los golpes; los que se suman a planes organizados por otros; los espas que consiguen informacin sobre las vctimas; los corredores que hacen circular la mercadera robada; los que reciben a los ladrones extranjeros y los vinculan con los locales. Estas categoras estn relacionadas con distintos tipos de delitos: los simples rateros en la base y despus aquellos capaces de explorar un bolsillo, los salteadores, quienes roban en domicilios y los estafadores. Cada una de estas modalidades delictivas describe distintos grados de habilidad por distintos medios. Aparecen aquellos expertos en el uso de ganzas, los cerrajeros que reproducen llaves, los expertos en romper puertas, los cuentistas del to, los que estafan con billetes de lotera, los que falsifican moneda. Y tambin los viciosos y los virtuosos. Bebedores, frecuentadores de casas de tolerancia o de cafetines, jugadores y vagos en oposicin a aquellos que llevan una vida arreglada.

    Para lvarez, el saber etnogrfico reunido en contacto directo con la calle, no es un simple saber anecdtico. Se trata de algunas observaciones respecto a los ladrones que deben contribuir a la implementacin de medidas tiles para la reparticin. Su intencin es construir mapas, encontrar hilos, que ayuden a la polica a guiarse en la nueva y desbordante situacin. Y encontrar soluciones al problema del aumento del delito no es algo que pueda lograrse mediante la aplicacin de teora alguna, sino que la clave est en la observacin directa, en el ojo del agente, en su capacidad para distinguir las capacidades y potencialidades de los distintos ladrones y aplicar a cada uno el tipo de vigilancia adecuada.

    A travs de sus observaciones, lvarez traza varios mapas: en primer lugar, determina la peligrosidad de los distintos sujetos y la prioridad en el seguimiento policial. Hay ladrones a los que controlar con tal constancia que les resulte imposible vivir en la ciudad y que, como consigna en algunas fichas, deban dejar de delinquir y slo les reste dedicarse a la mendicidad o marcharse a la campaa o a otras ciudades, otros a los que hay que vigilar para detectar sus contactos, y otros que no presentan mayor peligro. Este es un saber slo accesible a travs de la perspicacia del agente, ya que los antecedentes no guardan relacin con la peligrosidad. Los ladrones conocidos con muchas condenas son generalmente los ms torpes, soldados rasos del mundo del delito, aquellos que, si intentan alguna empresa, tienen altas probabilidades de ser detectados sin mayor esfuerzo policial. Por el contrario, los antecedentes reducidos indican generalmente, para lvarez, destreza y falta de vicios, atributos que invisibilizan a estos sujetos ante los ojos del agente poco entrenado. Ese saber no se puede obtener por vas administrativas, judiciales o cientficas, sino nicamente a travs del olfato y el conocimiento personal del polica sobre el delincuente. Y es sobre la base de esta categorizacin que debe asignarse el tipo de vigilancia.

    En segundo lugar, los comentarios trazan un mapa de relaciones del bajo fondo. Si bien es importante la caracterizacin de distintas tipologas, el nfasis de los comentarios est puesto en las posiciones que estos distintos tipos ocupan en el mapa

  • 13

    ms amplio del mundo del delito. La atencin de la polica debe estar puesta en estos cruces, en estos intercambios. Un simple ratero que se ocupa de cochero no resulta peligroso, pero s preocupa su condicin de espa que aporta informacin a ladrones y estafadores sobre posibles vctimas. Prcticamente todos los comentarios incluyen esta dimensin, que clasifica a los ladrones conocidos de acuerdo a sus relaciones es necesario cuidarlo por las relaciones que mantiene con gente peligrosa; es amigo de los ladrones ms conocidos y temibles y del lugar jerrquico que ocupan dentro del mundo del delito simple ejecutor de planes ajenos; en estafas es una especialidad, lo cual no obsta para que tome parte en pequeos robos, asociado a otros ladrones; jams entra de segundo en ninguna empresa. No se trata de conocer en profundidad al individuo, de remontarse a las causas de su accionar delictivo, sino de lograr visibilizar, a travs de aquellos sujetos que la polica conoce, las redes ocultas del bajo fondo porteo.

    Estas breves reseas de hbitos estn escritas por lvarez a ttulo personal. Sin embargo, en buena parte de los casos es imposible que haya conocido a los sujetos que describe. Algunos haban muerto cuando se hizo cargo de la Comisara de Pesquisas, otros haban dejado la ciudad y muchos haban sido detenidos aos antes de la edicin de la Galera. Seguramente elabor estas descripciones sobre la base de conversaciones con agentes de calle, de la Alcalda, la Comisara de rdenes o con pesquisas. No podemos saber cunto hubo de creatividad personal y cunto de saber institucional en esta primera Galera. De todos modos, la persistencia del tipo de conocimiento que se despliega en este momento fundacional y su influencia en la creacin de instrumentos de identificacin posteriores, permiten ubicar tanto la designacin de lvarez como la edicin de la Galera dentro de un proceso de modernizacin policial que llevar tambin a la temprana incorporacin de otras tecnologas.

    Adems de la importancia de los comentarios de lvarez para construir un mapa del delito, la Galera rene por primera vez los antecedentes penales de los ladrones conocidos con su filiacin y fotografa. La construccin de un archivo de antecedentes judiciales que pudiera ser asociado a una filiacin no fue tarea fcil. En la dcada del noventa la creacin de un Archivo Criminal fue motivo de reclamos en la Revista de Polica. Se esperaba que este archivo unificara los datos conservados en la Alcalda de 1 Divisin y en la Oficina Antropomtrica, que frecuentemente no coincidan. En este sentido, la Galera de 1887 representa un intento temprano de unificar informacin relativa a delincuentes en un nico instrumento.

    La Galera de ladrones de la Capital se puede entender como la coronacin de la forma de accionar policial durante la dcada del ochenta en varios sentidos. Por un lado, se dedica a los ladrones conocidos, categora vertebradora de este perodo, que perder centralidad en la dcada siguiente. Por otro lado, rene todo el conocimiento producido en torno a estas figuras: sus fotografas, sus filiaciones y sus antecedentes. Y por ltimo, expresa una forma de entender el accionar policial, en estrecha vinculacin con el conocimiento directo entre agentes y delincuentes que entrar en tensin a partir de la dcada del noventa con otro tipo de aproximaciones ligadas a espacios especializados alejados de la calle.

    Ladrones conocidos de los aos ochenta

    La Galera de ladrones de la Capital nos brinda valiosa informacin acerca de la poblacin sobre la que la Polica ejerci el control ms estrecho entre 1880 y 1887. De todos modos, precisamente por la imposibilidad de determinar los datos de identidad

  • 14

    con certeza en la poca, las filiaciones deben ser tomadas con las reservas necesarias. Nombres, edades, nacionalidades, estado civil, aos de residencia, profesin, eran generalmente imposibles de confirmar. En el caso de los nombres se registraban todos aquellos que un mismo individuo haba declarado en sucesivas detenciones. Por otro lado, los criterios con que se asignaban categoras de color, alfabetizacin, y algunos datos antropomtricos, como altura, caractersticas de nariz, ojos, boca, barba, pelo y seas particulares eran altamente subjetivos.

    Podemos analizar, como ejemplo, el caso de Jos Vinclaret o Vincalarret, conocido como uno de los dos primeros atorrantes de la ciudad.15 En la Galera de ladrones de 1880-1887 aparece fichado como Jos Vinclaret o Vincalarret mientras que en una galera publicada con posterioridad, en 1902, figura como Jos Vinclarer (a) Carpincho.16 Nacionalidad, edad, profesin y alfabetizacin coinciden en ambas galeras, no as algunos datos como la altura (1.48 m. y aos ms tarde 1.49 m.), el color de ojos (que pasa de ser celeste a pardo), la boca (de grande a regular). En este caso, al tratarse de un individuo de nacionalidad alemana, la atribucin de color no presentaba dudas, pero entre pardos, morenos y negros, o blancos y trigueos, las fronteras eran muy borrosas. Lo mismo sucede con las profesiones, declaradas o atribuidas en el momento del registro. Haciendo estas salvedades, a travs de esta obra podemos aproximarnos a la composicin del grupo que constituy el centro de las preocupaciones policiales en la dcada del ochenta.

    Como primera cuestin general surge la pregunta por la nacionalidad de los integrantes de la Galera. El discurso de la jefatura en este perodo estableca un vnculo directo entre inmigracin y criminalidad. Sin embargo, un anlisis de las nacionalidades registradas revela una imagen diferente de quienes fueron objeto de la mayor atencin policial en la dcada del ochenta.

    Sobre un total de 200 fichas, 83 pertenecen a argentinos. Es tambin importante el peso de ladrones conocidos de pases limtrofes: 2 brasileros, 3 chilenos, 10 orientales, 1 oriental o argentino y 1 argentino u oriental, completan la presencia criolla en la Galera. Por lo tanto, la mitad de los ladrones conocidos de la Capital no perteneca, en 1887, a los recin llegados desde Europa, sino que formaba parte de las clases populares criollas, integradas por viejos habitantes de la ciudad pero tambin por migrantes internos y de pases limtrofes. El censo municipal de la ciudad de Buenos Aires de 1887 nos permite realizar una comparacin entre la poblacin de la ciudad y la de la Galera. Mientras que en la primera el 21,95 % de los hombres mayores de 15 aos era argentino, en la segunda ese grupo llegaba al 41,50 %.17 Contrariamente a lo que sugeran los discursos policiales de la poca, los nativos tuvieron una importante participacin en la conformacin de la primera galera de ladrones durante la dcada del ochenta.

    Entre los extranjeros que conformaron la Galera (tanto ultramarinos como de pases limtrofes en conjunto) no fueron pocos los que tuvieron su primera causa recin

    15 Adolfo Batiz, quien fue subcomisario de la Polica de la Capital, menciona a Vinclaret como uno de los ms afamados atorrantes porteos de la dcada del ochenta, junto a Grajera, el padre de los perros. Ver Adolfo Batiz, Buenos Aires, la ribera y los prostbulos en 1880. Contribucin a los estudios sociales (Libro Rojo). Buenos Aires, Ediciones AGA-TAURA, s/f, p. 31. 16 La produccin de Galeras impresas constituy una prctica policial sostenida en la Argentina de fin del siglo XIX. Jos Vinclaret fue fotografiado y mensurado en la Oficina Antropomtrica e incluido en las Galeras de ladrones publicadas en 1892 y 1902. 17 En 1887 haba en la Capital 174.089 hombres mayores de 15 aos, de los cuales 38.207 eran argentinos y 135.882 extranjeros (incluyendo pases limtrofes). Censo General de Poblacin, Edificacin, Comercio Industrias de la Ciudad de Buenos Aires, 1887. Buenos Aires, Compaa Sud-Americana de Billetes de Banco, 1889.

  • 15

    llegados al puerto, aunque tambin hubo muchos que despus de una larga residencia en el pas comenzaron a ser objeto del control policial.

    Aunque la mayor parte de los ladrones conocidos tena entre 21 y 35 aos (134; 68 %), se registraron algunos en la franja de 15 a 20 aos (8; 4%) y seguan presentes algunos viejos conocidos de la Polica. Carlos Regne, el mayor de los integrantes de la Galera, francs de 69 aos quien, segn afirma lvarez se ha envejecido robando por el medio que ha podido. Tambin encontramos algunos que recin iniciaban sus relaciones con los agentes, como Demetrio Maldonado o Juan Bollini o Ramn Domnguez, carrero argentino de 17 aos quien, en enero de 1886, a los 16, haba sido detenido en la Seccin 17 por vago y malentretenido y entregado por el Defensor de menores a su madre. Durante el ao siguiente haba cumplido tres condenas por robos y hurtos en la zona cntrica de la ciudad, y sobre l lvarez profetizaba que concluir por hacerse ladrn temible.

    Los ladrones conocidos formaban parte de las clases bajas. Las profesiones consignadas en sus fichas abarcan un abanico de ocupaciones entre las que se destaca la de jornalero, pero tienen tambin fuerte presencia otros oficios y servicios relativos a la vida urbana:18 la construccin, el puerto, el transporte, la venta de alimentos y vestuario, las tareas vinculadas a la impresin. Se trata de ocupaciones vulnerables a los vaivenes del mercado de trabajo, caracterizado en ese perodo por una alta rotacin laboral y una baja especializacin.19 En esta primera Galera slo se registra un comerciante, Bartolom Proassi o Jos Queirolo (a) Pichin da Rossa italiano de 47 aos, casado, alfabetizado, llegado al pas en 1866 a los 26 aos. La descripcin de lvarez lo separa del comn de los ladrones conocidos: llevaba ahora una vida ordenada, no se reuna con delincuentes y se encontraba en una posicin desahogada.

    Por ltimo, la Galera aporta informacin sobre causas y contravenciones: registra un promedio de 16 entradas por sujeto, lo que implicaba un contacto muy frecuente con la polica y la justicia. Las causas acumuladas suman un total de 1.507 de las cuales el 81 % incluyen condena, el 17 % fueron sobresedas y el 2 % representa los casos de personas que fueron puestas en libertad por orden del Jefe de Polica.

    Eplogo

    La Galera de ladrones de la Capital puede ser analizada como parte de un proceso de modernizacin policial fuertemente asociado con la implementacin de tecnologas. Si bien es indudable que durante la dcada del ochenta la percepcin fue de constante desborde y fueron innumerables los problemas para constituir un servicio de calle profesional y estable, tambin en este perodo se incorporaron los adelantos tcnicos disponibles a nivel mundial. En 1887, al tiempo que se publicaba la Galera, un miembro del servicio mdico fue enviado a Europa para traer a Buenos Aires lo ltimo en materia policial. Agustn Drago visit el gabinete de Alphonse Bertillon en

    18 Sbato y Romero han sealado que la categora jornalero reuna a los trabajadores de ms baja calificacin, e inclua bajo un mismo trmino a una cantidad de ocupaciones diversas en el mbito rural, el transporte, la obra pblica, saladeros y corrales, entre otras. Caracterstica de este tipo de trabajo era la inestabilidad y la movilidad de empleo y tambin de ocupacin, adems de la fluidez entre la ciudad y el campo. Hilda Sbato y Luis Alberto Romero. Captulo IV. El trabajo ocasional. Los trabajadores de Buenos Aires. La experiencia del mercado: 1850-1880. Buenos Aires, Sudamericana, 1992, pp. 111-146. 19 Acerca de la conformacin de un mercado de trabajo en Buenos Aires y sus caractersticas ver Hilda Sbato y Luis Alberto Romero, ibidem, y Roberto Corts Conde, El progreso argentino, 1880-1914. Buenos Aires, Sudamericana, 1979.

  • 16

    Francia y a su vuelta comenz a organizar la apertura de una Oficina de Identificacin Antropomtrica en la Capital. En 1889, la primera dependencia de este tipo en Amrica Latina y una de las cuatro primeras en el mundo, fue inaugurada en el flamante y todava hoy imponente Palacio de Polica de la calle Moreno. Al poco tiempo, en 1891, Juan Vucetich desarroll en la Provincia de Buenos Aires un sistema pionero de identificacin por medio de huellas digitales.

    Adems de inscribirse dentro de un proceso de acelerada adaptacin y creacin de sistemas de identificacin en Argentina, esta primera Galera de ladrones expresa un tipo de conocimiento y de relacin con la tecnologa que tendr gran influencia en la construccin de archivos en la Polica de la Capital. Vemos en ella delinearse una modalidad que reaparecer con fuerza en el nuevo escenario de principios del siglo XX, una forma de conocimiento que deba guiar la accin policial, en la que desempeaba un rol central el contacto directo y cotidiano entre agentes y delincuentes: el olfato policial era central para establecer la peligrosidad de los sujetos por sobre los antecedentes penales o las clasificaciones cientficas. Tambin resultaba central el conocimiento de las relaciones que establecan los sujetos con el objetivo de trazar un mapa del delito. Estas cuestiones, que en la dcada del ochenta se leen entre lneas en los comentarios de lvarez, sern ms adelante formalizadas en la escritura policial y en la organizacin de archivos. A principios del siglo XX, la Comisara de Investigaciones clasificar los prontuarios por modus operandi, incluir en ellos campos estandarizados para relaciones y parientes y apuntar a registrar una amplia gama de informaciones sobre los sujetos con el objeto de establecer su peligrosidad a los fines policiales.

    La Galera de ladrones fue el instrumento central para la identificacin en la dcada del ochenta. Aunque el uso de lbumes fotogrficos nunca fue abandonado en la polica, perdieron protagonismo a partir de la incorporacin de otros mtodos derivados de nuevas tecnologas. Los retratos fueron pensados en esa primera etapa como el nico hilo que permita orientarse en el mundo oculto del bajo fondo porteo, construir el mapa del delito urbano y determinar las acciones pertinentes en cada caso. Al iniciarse el siglo XX, esta matriz ser retomada con fuerza por la Comisara de Investigaciones de la Polica de la Capital, que buscar en la dactiloscopia hilos ciertos para construir el mapa imaginado de la sociedad en su conjunto.

    Bibliografa

    Batiz, Adolfo, Buenos Aires, la ribera y los prostbulos en 1880. Contribucin a los estudios sociales (Libro Rojo), Ediciones AGA-TAURA, Buenos Aires, s/f.

    Caimari, Lila, Apenas un delincuente. Crimen, castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955, Buenos Aires, Siglo XXI, 2004.

    Censo General de Poblacin, Edificacin, Comercio Industrias de la Ciudad de Buenos Aires, 1887, Buenos Aires, Compaa Sud-Americana de Billetes de Banco, 1889.

    Cole, Simon, Suspected Identities. A History of Fingerprinting and Criminal Identification, Londres-Cambridge, Harvard University Press, 2002.

    Corts Conde, Roberto, El progreso argentino, 1880-1914, Buenos Aires, Sudamericana, 1979.

    Rodrguez, Adolfo Enrique, Historia de la Polica Federal Argentina. Tomo IV 1880-1916, Buenos Aires, Editorial Policial, Polica Federal Argentina, 1975.

  • 17

    Sbato, Hilda y Romero, Luis Alberto, Los trabajadores de Buenos Aires. La experiencia del mercado: 1850-1880, Buenos Aires, Sudamericana, 1992.

    Tagg, John, The Burden of Representation. Essays on Photographies and Histories, Minneapolis, University of Minneapolis Press, 1988 [El peso de la representacin. Ensayos sobre fotografas e historia, Barcelona, Gustavo Gili, 2005].

  • 18

    Modalidades grficas de regulacin social. Los aspectos visuales de la Galera de ladrones de la Capital

    Sandra M. Szir

    En el ltimo tercio del siglo XIX cierto desarrollo de la historia del arte comparti con la criminologa un modelo o paradigma epistemolgico. Entre 1874 y 1876, el italiano Giovanni Morelli public una serie de artculos sobre pintura en los cuales propona un mtodo para la atribucin de obras pictricas basndose en los rasgos ms sutiles y menos trascendentes del estilo de un pintor como los lbulos de las orejas o las uas y no en las caractersticas ms evidentes, por lo tanto susceptibles de ser imitadas. Si bien su mtodo fue criticado y considerado burdamente positivista por parte de algunos historiadores del arte, tambin fue relacionado con el modelo epistemolgico o mtodo interpretativo usado por la medicina y el psicoanlisis, que estudian en indicios secundarios, datos marginales o sntomas, una realidad que, aunque de carcter individual y con acceso limitado a las generalizaciones que persigue la ciencia, revelara el conocimiento de un fenmeno determinado.20

    Surgi tambin, en el siglo XIX, por parte del poder estatal, una tendencia hacia un control cualitativo y capilar sobre la sociedad basado en caractersticas diferenciales de los individuos. Con la creciente urbanizacin y complejizacin de los espacios de convivencia se crearon diferentes sistemas de identificacin y archivo en los cuales las imgenes, ilustradas primero y fotogrficas luego, cumplieron un rol vital: eran susceptibles de expresar y reproducir la informacin visual de aquellos rasgos cualitativos individuales, sensibles a la mirada, y devinieron objetos privilegiados para ciertos campos sociales y disciplinares.

    La imagen adquiri un valor creciente y significativo. A travs de su afirmacin en la cultura impresa asisti a todos los campos de la vida social, poltica, cultural o comercial gracias a las transformaciones tecnolgicas que permitieron un modo ms veloz y econmico de reproduccin. Su emplazamiento en todo tipo de objetos impresos, producto de sus nuevas posibilidades de multiplicacin, devino favorable a las nuevas necesidades pedaggicas, ideolgicas o de control social. Sus formas de representacin y visualidad, involucraron en el siglo XIX, entre otras cosas, cuestiones relativas al cuerpo y a las operaciones institucionales del poder social.21 El siglo XIX asisti al surgimiento de imgenes multiplicadas que tomaron su lugar en el libro, el manual, la gua, el lbum, el peridico. Su expansin se vio sostenida por desarrollos intelectuales tales como el de la filosofa empirista ya que la imagen result til a la adquisicin y reproduccin del saber experimental que permite el dominio de la naturaleza, y desarrollos histricos como el de la produccin capitalista, que la utiliz como instrumento para el sistema de produccin industrial ayudando a la fabricacin de objetos. Pero adems, complementando la informacin que los textos provean, la imagen brind representaciones simblicas a las naciones en construccin, glorificando y explicando el mundo de progresos tcnicos erigidos por la

    20 Vase Carlo Ginzburg, Indicios. Races de un paradigma de inferencias indiciales. Mitos, emblemas, indicios. Barcelona, Gedisa, 1998, pp. 138-175. 21 Vase Jonathan Crary, Techniques of the Observer. On Vision and Modernity in the Nineteenth Century. Cambridge-London, MIT Press, 1992, p. 3.

  • 19

    burguesa, u operando como instrumento de luchas facciosas22 o legitimaciones ideolgicas, territoriales y polticas de las elites dirigentes. As, los lbumes ilustrados de vistas topogrficas o trajes y costumbres23 cumplieron con el propsito interno adems de satisfacer la curiosidad europea por el exotismo de reforzar un sentido de pertenencia e identidad. Proliferaron entonces las imgenes en los objetos impresos junto con la diversificacin de las formas editoriales dirigidas a diversas capas de lectores. En nuestro pas, los peridicos ilustrados, que llegaban a regiones geogrficamente distantes y a grupos de instruccin heterognea, saciaron el apetito de imgenes de cierto pblico. A su vez, el formato del peridico gravit sobre el libro y se popularizaron las formas de publicacin por entregas, difundindose gneros literarios propicios a la serializacin, como la novela o el relato de viajes. Por otra parte, el libro ilustrado se enriqueci con nuevos productos: la gua turstica, el libro escolar de ciencias, historia, geografa, o las lecciones de cosas24, el almanaque, los lbumes.25

    La Galera de Ladrones de la Capital publicada en 1887 presenta, como todo objeto impreso ilustrado, una particular relacin entre modalidad discursiva y visual. All se articulan, adems, cuestiones histricas, culturales y tcnicas, as como dimensiones contextuales que guan posibles interpretaciones. No debe resultar extrao que otra publicacin impresa en Buenos Aires fuera la Galera de Celebridades Argentinas,26 dedicada a biografas de personalidades pblicas y editada por entregas entre 1857 y 1858, con retratos ilustrados litogrficamente por Narciso Desmadryl,

    22 Como es el caso de los peridicos satricos porteos como El Mosquito (1863-1893) o Don Quijote (1884-1905). 23 Vase como ejemplos Picturesque Illustrations of Buenos-Ayres and Monte Video, ilustrado por Emeric Essex Vidal y publicado por Rudolph Ackermann en Londres en 1820; Trages y Costumbres de la Provincia de Buenos-Aires, publicado en Buenos Aires por Csar Hiplito Bacle en 1833-1834; Recuerdos del Ro de la Plata, editado por el ingeniero francs Carlos Pellegrini en 1841; lbum de la Plata, ilustrado por el teniente de navo francs Adolfo dHastrel; Trages y Costumbres de la Provincia de Buenos-Aires, producido por Gregorio Ibarra en 1839 que era casi una copia del producido por Bacle; Coleccin de Escenas y Vistas del Pas, 1841, tambin de Ibarra; Usos y Costumbres de Buenos-Aires, producido en 1844 por la Litografa de las Artes de Luis Aldao; Usos y Costumbres del Ro de la Plata por C. M. (Carlos Morel), impreso tambin por Aldao en 1844-1845; lbum Argentino por A.I. (Albrico Isola), Aldao, 1845; Galera de Celebridades Argentinas, dibujadas y litografiadas por Narciso Desmadryl e impresas por Jules Pelvilain en 1857; lbum Pallire. Escenas Americanas, publicado entre 1864 y 1865 tambin por Pelvilain; Tipos y Costumbres de la Repblica Argentina, con litografas de Jos Aguyari, 1871. 24 Las lecciones de cosas formaban parte de una metodologa de aprendizaje practicada en el siglo XIX, y existan libros de textos con ese nombre y una asignatura para los primeros grados escolares. La metodologa derivaba del concepto pedaggico de intuicin propuesto por Pestalozzi, que criticaba los modos de enseanza memorsticos y planteaba la educacin basada en la experiencia y en la aprehensin sensible y directa de los objetos para captar su forma, sus partes o sus cualidades. Las imgenes servan como sustitutos de los objetos si stos no podan estar presentes en el aula. 25 Michel Melot. Le texte et limage, en Roger Chartier y Henri-Jean Martin (directores). Histoire de ldition franaise. Le temps des diteurs. Du romantisme la Belle poque. Pars, Fayard/Promodis, 1990, pp. 331-334. 26 Galera de Celebridades Argentinas. Biografas de los Personages ms notables del Ro de la Plata. Por los seores Bartolom Mitre, Domingo F. Sarmiento, Juan M. Gutirrez, Flix Fras, Luis Domnguez, General Ignacio lvarez y Thomas, y otros ms. Con retratos litografiados de Narciso Desmadryl. Buenos Aires, Ledoux y Vignal Editores, Librera de la Victoria, Imprenta Americana, 1857.

  • 20

    quien haba dirigido una edicin similar en Chile.27 Las celebridades y los delincuentes parecan ser, en el siglo XIX, los principales objetos del retrato pblico,28 ilustrado o fotografiado, y particularmente este ltimo contribuy a establecer jerarquas morales y sociales con fines honorficos o represivos.29 La Galera de Celebridades Argentinas fue una obra colectiva cuyos propsitos eran celebrar la memoria de la elite posrevolucionaria para el entonces Estado de Buenos Aires,30 instaurar un imaginario colectivo y proponer a ciertas figuras y hechos republicanos como ejemplos morales y estmulos al sentimiento de pertenencia a una identidad poltica.31 El Prospecto para la suscripcin anunciaba una obra ambiciosa dividida en dos series para la cual seran convocados varios escritores. El resultado, prologado por Bartolom Mitre fue ms acotado: conform una serie de nueve biografas cada una de las cuales iba acompaada por su correspondiente retrato.32 La produccin de las imgenes, litografiadas por Desmadryl e impresas en el taller litogrfico de Jules Pelvilain en Buenos Aires, precedi a la de los textos, de carcter dispar en cuanto a extensin y calidad. El valor otorgado a las imgenes era muy significativo, los comentarios de los diarios de la poca que se ocuparon de esta obra subrayan la interrelacin entre las formas visuales y las discursivas, aludiendo a la biografa como un bello retrato escrito que explica o completa la imagen ejecutada en la piedra por el ilustrador, es el retrato histrico que sirve de texto al retrato litografiado.33

    El objetivo de una obra como la Galera de Ladrones de la Capital dista mucho de aquel que pretenda salvar del olvido, para inmortalizarlas, las nobles fisonomas34 de los hroes nacionales. Las imgenes de delincuentes constituyen la faz invertida de la celebridad positiva de los hroes de la patria. Resultan, en cambio, la celebridad negativa, y sealan lo que Peter Burke analiza como la construccin del estereotipo en la representacin del otro, basada en la presuncin de humanidad y civilizacin de un nosotros frente a un ellos, que abarcaba distinciones culturales o de clase, en imgenes de obreros, enfermos mentales o criminales.35

    27 Galera nacional o Coleccin de biografas i retratos de hombres clebres de Chile. Escrita por los principales Literatos del Pas; dirijida y publicada por Narciso Desmadryl, autor de los grabados i retratos, Santiago de Chile, 1854. La obra contena 48 biografas con su correspondiente retrato al comienzo de cada una, litografiado a pgina completa, y haba sido comandada por el propio presidente de Chile, Manuel Montt. De acuerdo con Michel Melot, el gnero de las biografas ilustradas haba sido inaugurado en Francia en 1856 por el Diogne de Amde Rolland y tienne Carjat. Michel Melot, op. cit., p. 332. Debe notarse, sin embargo, que la Galera chilena fue publicada en 1854. 28 La otra categora, la del retrato privado, estaba tambin extensamente difundida. 29 Vase al respecto Allan Sekula, El cuerpo y el archivo, en Gloria Picazo y Jorge Ribalta (editores). Indiferencia y singularidad. La fotografa en el pensamiento artstico contemporneo. Barcelona, Museu dArt Contemporani, 1997, p. 140. 30 Vase Fabio Wasserman, Entre Clio y la Polis. Conocimiento histrico y representaciones del pasado en el Ro de la Plata (1830-1860). Buenos Aires, Teseo, 2008, pp. 69-73. 31 Roberto Amigo. Imgenes de la historia y discurso poltico en el Estado de Buenos Aires (1852-1862), en AA.VV. Arte Argentino de los siglos XVIII y/o XIX. Menciones Especiales. Premio Telefnica a la Investigacin en Historia de las Artes Plsticas. Ao 1998. Buenos Aires, FIAAR, 1999, pp. 13-23. 32 El volumen contiene las biografas de San Martn escrita por D. F. Sarmiento, Bernardino Rivadavia por Jos Ma. Gutirrez, Manuel Belgrano por Bartolom Mitre, el den Gregorio Funes por M. Lozano, Guillermo Brown por J. T. Guido, Manuel J. Garca por M. R. Garca, Mariano Moreno por Manuel Moreno, Florencio Varela por Luis Domnguez y Juan Lavalle por P. Lacasa. 33 Citado en Roberto Amigo, op. cit., p. 19. 34 Bartolom Mitre. Introduccin. Galera de Celebridades Argentinas, op. cit. 35 Peter Burke. Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histrico. Barcelona, Crtica, 2005, pp.155-175.

  • 21

    Pero adems, los retratos de identidad policial, forman parte de los procesos de aplicacin de dispositivos tcnicos y cientficos con los cuales el Estado argentino, a travs de la intermediacin de la institucin policial, desarroll sus capacidades represivas y de control social.36 En las ltimas dcadas del siglo XIX asumi funciones judiciales y de identificacin de personas, y desarroll sus capacidades punitivas a travs de la creacin de instrumentos legales e institucionales, como el establecimiento en 1880 de la Polica de la Capital luego de la federalizacin de Buenos Aires, o el Cdigo Penal de 1887. El avance de la criminologa positivista, los temores al desorden y al descontrol derivados del proceso de inmigracin masiva, as como los cambios urbanos y sociales suscitados por las transformaciones de fines del siglo XIX constituyen otros factores y contextos de anlisis.

    Antes de la aparicin de la Galera de Ladrones de la Capital, representaciones grficas de delincuentes haban tenido una cierta circulacin social a travs de publicaciones peridicas como la Revista de Polica, que apareci entre septiembre de 1871 y junio de 1872 y difundi diversas fotografas de autores de delitos; o la Revista Criminal fundada y dirigida por Pedro Bourel37 en 1873, que public nueve litografas probablemente producidas por Henri Stein,38 y que, segn afirma Mximo Sozzo, eran particularmente esperadas por el pblico.39

    La relacin entre crimen e imagen presentaba ya un desarrollo en los peridicos europeos y norteamericanos, cuyos editores y en particular los de los semanarios populares ilustrados haban detectado que el registro sensacionalista de los desastres humanos poda implicar buenos negocios.40 El Weekly Chronicle comenz a publicar despus de 1830 ilustraciones de asesinatos notorios y su tirada ascendi a 130.000 ejemplares. Luego de las dcadas de 1850 y 1860 este tipo de representaciones devinieron usuales en medios como The Daily Telegraph o The Illustrated Police News, que introducan ilustraciones reproducidas en grabados en madera, estimando que satisfacan la curiosidad visual de sus lectores por la imaginera sangrienta.

    La Revista Criminal publicaba relatos de causas clebres o crnicas criminales contemporneas, muchas veces redactados por el propio Bourel. En algunos casos el acento estaba puesto en la descripcin del sujeto, en su aspecto y su biografa; en otros se enfocaba el crimen en s, pero siempre el centro de atencin era el delito de sangre, sin duda por la curiosidad del pblico en torno a este tipo de hechos. Los textos eran claramente ficcionales y presentaban elementos discursivos y una estructura narrativa de cierta afinidad con los folletines de Eduardo Gutirrez, publicados en La Patria Argentina en la dcada de 1870, algunos de cuyos personajes se inspiraron en delincuentes retratados en la Revista Criminal. sta destacaba la fidelidad de las reproducciones con respecto a los originales, fidelidad que segn se supona expresaba la crueldad o monstruosidad de los individuos. En efecto, los retratos litografiados 36 Lila Caimari. Presentacin, en Lila Caimari (compiladora). La ley de los profanos. Delito, justicia y cultura en Buenos Aires (1870-1940). Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica-Universidad de San Andrs, 2007, p. 14. Vase asimismo de la misma autora, Apenas un delincuente. Crimen, castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955. Buenos Aires, Siglo XXI, 2004. 37 Pedro Bourel, periodista y oficial escribiente de la polica hasta 1874, ao en que fue destituido por haber intervenido en los actos polticos de Mitre, colabor en diversos diarios y empresas editoriales. En 1881 fund La Ilustracin Argentina, y la dirigi hasta 1883, ao en el que lo sustituy su hermano Francisco, quien fund adems en 1886 La Ilustracin Infantil y en 1898, Diario de los Nios. 38 Ilustrador y luego director y propietario del peridico satrico El Mosquito (1863-1893). 39 Mximo Sozzo. Retratando al Homo criminalis: esencialismo y diferencia en las representaciones profanas del delincuente en la Revista Criminal (Buenos Aires, 1873), en Lila Caimari (compiladora), op. cit., p. 40. 40 Vase Paul Jobling y David Crowley, Graphic Design. Reproduction and Representation since 1800. Manchester-New York, Manchester University Press, 1996, p. 30.

  • 22

    presentan rostros de rasgos endurecidos, sin idealizacin, y cuya carencia de atributos o elementos circundantes deja ver slo las caractersticas de la ropa o del peinado. Esas imgenes, sin embargo, no estaban orientadas a favorecer el desarrollo de la tarea de identificacin,41 como los dibujos y fotografas de criminales realizados por la instituciones policiales desde mediados del siglo XIX.

    En la Galera de Ladrones de la Capital se publicaron 200 imgenes tomadas por

    la polica a delincuentes de segundo orden, ya que los verdaderamente peligrosos rara vez eran detenidos, lo cual impeda obtener su retrato. Por esa razn se consideraba a los fotografiados como el nico hilo para guiarse en el laberinto de nuestro bajo fondo social.42 En 1880 se haba implementado en el Departamento General de Polica un taller fotogrfico,43 y haban comenzado a circular entre las reparticiones los archivos de imgenes que conformaran el libro.

    La finalidad perseguida en las primeras utilizaciones del retrato aplicadas a delincuentes no era solamente la identificacin, sino el registro de rasgos que revelaran la naturaleza criminal en la fisonoma de los sujetos retratados. Teoras como la craneologa, la frenologa o la fisiognoma, desde el siglo XVIII buscaban interpretar la morfologa de los rasgos faciales o del crneo en funcin de supuestas conductas, cualidades o caractersticas psquicas o morales.44 El desarrollo de nuevas teoras criminolgicas condujo a la implementacin del sistema creado en 1882 por el funcionario de la Polica de Pars Alphonse Bertillon. Se basaba en once medidas corporales, la descripcin fsica del sujeto y la fotografa estandarizada de frente y perfil. El sistema antropomtrico de identificacin o bertillonage se extendi luego a otros pases y se aplic en la Argentina en 1889 cuando comenz a funcionar la oficina Antropomtrica dentro de la Polica de la Capital, hasta que fue complementado y luego reemplazado por la dactiloscopia. De modo que la Galera de Ladrones de la Capital es anterior a la implementacin en nuestro pas del sistema antropomtrico y de la normativizacin de la produccin de retratos policiales basada en las ideas de La Photographie Judiciaire.45

    Las fotografas emplazadas en la Galera se presentan dentro de un marco oval, recurso muy utilizado en el retrato impreso; los rostros estn recortados sobre fondo blanco, despojados de cualquier entorno fsico identificable. Si bien no responden a la tipologa de frente y perfil implementada posteriormente, se distinguen claramente, al igual que sta, del retrato burgus.46 Adems de sus diferencias en objetivos y funciones, el retrato de identificacin carece de los atributos, entornos, fondos, mobiliario o vestuario que el estudio de fotografa comercial brindaba o que el mismo individuo aportaba para ofrecer detalles simblicos de un nivel social o de sus aspiraciones, elementos con los cuales el retratado, con la ayuda del fotgrafo, construa su imagen.47 El delincuente, en cambio, dada su condicin de detenido deba someterse

    41 Mximo Sozzo. Op. cit., p. 56. 42 Ibidem. 43 Vase Mercedes Garca Ferrari, Una marca peor que el fuego. Los cocheros de la ciudad de Buenos Aires y la resistencia al retrato de identificacin, en Lila Caimari (compiladora), op. cit., p. 104. 44 Esto se verifica en parte en la utilizacin que de los retratos hace la Revista Criminal. 45Alphonse Bertillon. La Photographie Judiciaire. Pars, Gauthier-Villars et Fils, Imprimeurs-Libraires, diteurs de la Bibliotque Photographique, 1890. 46 Vase Gisle Freund, La fotografa como documento social [Photographie et Societ, 1974]. Barcelona, Gustavo Gili, 2004. 47 De este modo tambin diversos grupos profesionales crearon convenciones tipolgicas relacionadas con el retrato burgus como los escritores o artistas, etctera. Vase con respecto a stos ltimos Mara

  • 23

    a las pautas del fotgrafo policial que intentaba dar unidad y sencillez a los retratos para favorecer la identificacin y documentar los rasgos del sujeto. Las tomas, sin embargo, no son del todo homogneas: algunos sujetos dirigen sus ojos a la cmara, otros hacia un punto fijo indicado por el fotgrafo, y los retratos adquieren rasgos individuales en las diferentes expresiones de las miradas, las facciones y los fragmentos visibles del traje.

    Estos primeros retratos todava mantenan una cierta carga subjetiva. En 1888 la Revista de la Polica de la Capital le envi a Bertillon cuatro fotografas de los sospechosos de un asesinato para verificar si aquellos individuos estaban registrados en la Oficina Policial de Pars. El resultado fue negativo, pero adems Bertillon expres crticas a los fotgrafos de la polica de Buenos Aires, afirmando que los retoques que stos hacan estetizaban las imgenes, invalidndolas como fotografas de identificacin.48

    En el siglo XIX la fotografa representaba para muchos la ms obvia manifestacin de verosimilitud49, numerosas fuentes testifican la creencia acerca de que la verdad emanada de ella no poda ser adulterada fcilmente. Roland Barthes afirma que esa constatacin de realidad proviene en parte del propio proceso de produccin tcnico, que produce un registro lumnico de un fragmento seleccionado de la realidad.50 Pero, como sostiene Vernica Tell, esa huella da origen a imgenes que constituyen otra realidad, poseen materialidad, forman parte de un proceso histrico complejo y retornan simblicamente sobre lo real que se supone describen.51 Uno de los efectos de este hecho fue la utilizacin de la fotografa como instrumento de control ideolgico por parte del poder institucional, dispositivo que sirvi a la consolidacin de los proyectos nacionales de los estados modernos.52 Tell, quien estudi extensamente este proceso en nuestro pas, sostiene que las fotografas producidas localmente a fines del siglo XIX asumieron un rol significativo en el ordenamiento y jerarquizacin de los procesos de modernizacin pero que, sin embargo, no deben considerarse en ese nico sentido inscriptas en su empleo institucional, sino ligadas a la especificidad de las representaciones visuales que les otorgan posibles interpretaciones ms plurales.

    Los procesos que incluan las tareas polticas de documentacin y control por medio de la fotografa no fueron exclusivamente aplicados a identificar y sealar delincuentes, sino que estuvieron asimismo ligados al desarrollo de la antropologa que la utiliz para retratar a diversos grupos sociales. Muchas imgenes tomadas en aquella etapa aportan una informacin cultural acerca del modo en que la sociedad blanca construy su relacin con los pueblos a los cuales haba sometido y despojado, convirtindolos en individuos dominados y a la vez, en objetos de estudio.53

    Isabel Baldasarre, La imagen del artista. La construccin del artista profesional a travs de la prensa ilustrada, en Laura Malosetti Costa y Marcela Gen (compiladoras). Impresiones porteas. Imagen y palabra en la historia cultural de Buenos Aires. Buenos Aires, Edhasa, 2009, pp. 47-80. 48 Mercedes Garca Ferrari. Identificacin. Implementacin de tecnologas y construccin de archivos en la Polica de la Capital. Buenos Aires, 1880-1905. Tesis de Maestra en Investigacin Histrica, Buenos Aires, Universidad de San Andrs, 2007, mimeo, pp. 89-90. 49 Michael Twyman. The emergence of the graphic book in the 19th Century, en Robin Myers y Michael Harris (editores). A Millennium of the Book. Production, Design & Illustration in Manuscript & Print 900-1900. Winchester, New Castle-Oak Knoll Press, 1994, p. 156. 50 Roland Barthes. La cmara lcida. Nota sobre la fotografa [1980]. Barcelona, Paids, 1994. 51 Vernica Tell. La fotografa en la construccin de relatos de la modernizacin argentina (1871-1898). Tesis de Doctorado, Buenos Aires, Facultad de Filosofa y Letras, UBA, 2009, mimeo, p. 14. 52 John Tagg. El peso de la representacin. Ensayos sobre fotografa e historia [1988]. Barcelona, Gustavo Gili, 2005. 53 Vase Marta Noem Penhos, Frente y perfil. Una indagacin acerca de la fotografa en las prcticas antropolgicas y criminolgicas en Argentina a fines del siglo XIX y principios del XX, en AA.VV. Arte

  • 24

    El contexto material en el cual los retratos de la Galera de Ladrones de la

    Capital fueron dados a publicidad era la pgina impresa del libro, y como tal presentaba sus caractersticas particulares. Si entre el modelo retratado y la imagen fotogrfica mediaba el dispositivo tcnico de la cmara, entre la fotografa y la imagen impresa reproducida en el papel se interponan las tecnologas de reproduccin industrializadas que imponen sus cdigos y convenciones representativas. En el ao 1887 existan varias tecnologas disponibles para la impresin industrial de una fotografa, las ms utilizadas eran la fotolitografa y el heliograbado o photo-gravure. Como esta ltima, consistente en grabado en hueco sensibilizando una plancha de cobre, tena por resultado imgenes de alta calidad pero de elevado costo, lo ms factible es que la tcnica con la cual hayan sido reproducidas las fotos de la Galera sea la fotolitografa.

    sta derivada de la litografa54 y descubierta por Alphonse Poitevin en 1855 a partir de la sensibilidad a la luz de la gelatina bicromatada lograba mecnicamente una imagen en la superficie de la piedra litogrfica. Los mtodos ms tempranos podan reproducir dibujos lineales o texturas granuladas y fueron utilizados para copiar mapas y manuscritos, pero al reproducir una fotografa el resultado era la desaparicin de los detalles tonales y daba la apariencia de un dibujo lineal. Multiplicar los tonos continuos de las fotografas en un proceso de impresin durante el siglo XIX present grandes dificultades y llev muchos aos hasta que pudieron ser reproducidas comercialmente en un amplio rango de productos.55 En nuestro pas la fotolitografa fue adoptada a partir de la dcada de 1870.56

    Pero las limitaciones no eran solo visuales. Al igual que la tcnica litogrfica, este proceso no comparta con la tipografa el sistema tcnico, ya que sus planchas planas no podan imprimirse conjuntamente con las formas tipogrficas cuyas matrices (tipos) son en relieve. A pesar de los constantes ensayos producidos en Europa, las artes grficas no haban encontrado an un procedimiento de carcter verdaderamente industrial para y antropologa en la Argentina. VIII Premio Fundacin Telefnica a la Investigacin en Historia de las Artes Plsticas 2004. Buenos Aires, Fundacin Espigas, 2005, pp. 17-64; Eugenia Scarzanella. Ni gringos ni indios. Inmigracin, criminalidad y racismo en la Argentina. 1890-1940. Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2003. 54 La litografa haba sido descubierta en Munich a fines de la dcada de 1790 y se expandi en los impresos en Inglaterra y Francia hacia 1820. Esta tcnica grfica de reproduccin era diferente de las que se conocan hasta el momento la xilografa, que utilizaba planchas de madera talladas en relieve, y el grabado en cobre o huecograbado, que utilizaba planchas metlicas trabajadas en hueco. Consista en una piedra caliza en la cual se dibujaba o escriba con un lpiz litogrfico, la piedra se humedeca y luego se entintaba, las marcas grasosas del lpiz litogrfico retenan la tinta que la piedra hmeda rechazaba. Seguidamente se colocaba el papel sobre la piedra y se imprima ejerciendo presin con la prensa sobre el papel y la piedra. Michael Twyman. Breaking the Mould: The First Hundred Years of Lithography. London, The British Library, 2001, p. 2. Para una aproximacin a la litografa en Argentina vase Bonifacio del Carril, El grabado y la litografa. Historia General del Arte en la Argentina. Tomo III. Buenos Aires, Academia Nacional de Bellas Artes, 1984; Alejo B. Gonzlez Garao, La litografa argentina de Gregorio Ibarra (1837-1852). Contribuciones para el estudio de la historia de Amrica: Homenaje al Doctor Emilio Ravignani. Buenos Aires, Peuser, 1941; Exposicin de las obras de Bacle existentes en la coleccin de Alejo B. Gonzlez Garao. Buenos Aires, Ediciones de Amigos del Arte, 1933. 55 Michael Twyman. The British Library Guide to Printing. History and Techniques. Toronto, University of Toronto Press, 1999, pp. 57-58; Anthony Griffiths. Prints and Printmaking. An Introduction to the History and Techniques. Berkeley-Los Angeles, University of California Press, 1996, p. 125; Bamber Gascoigne. How to Identify Prints. A Complete Guide to Manual and Mechanical Processes from Woodcut to Ink-jet. New York, Thames and Hudson, 1986, pp. 41, a, b, c, d. 56 Flix de Ugarteche. La imprenta argentina. Sus orgenes y desarrollo. Buenos Aires, Talleres Grficos R. Canals, 1929, p. 366.

  • 25

    reproducir fotografas que pudiesen compartir la pgina con el texto. Hasta la implementacin del fotograbado de medio tono (half-tone) o autotipia, tcnica utilizada en Europa a partir de la dcada del noventa, y en nuestro pas en 1894, el emplazamiento de las imgenes fuera del texto continuaba siendo una dificultad que aumentaba los costos de produccin.

    Pero las diferencias entre distintas tcnicas de reproduccin de imgenes no se limitan a sus posibilidades de emplazamiento junto al texto o separado de l. La fotografa y las tcnicas fotomecnicas aplicadas a los medios grficos transformaron las capacidades de los mismos en cuanto a su expresin artstica y sus posibilidades de transmisin de informacin.57 Las imgenes reproducidas en la Galera de Ladrones de la Capital, probablemente reproducidas a travs de la fotolitografa, responden de cierta manera a los modos de visualidad propuestos por la tcnica que interviene en su reproduccin. En relacin a la fotografa, los retratos reproducidos en la pgina impresa devienen ms esquemticos, la informacin transmitida est privada de detalles por los lmites del proceso para expresar el claroscuro, los grises tonales. A diferencia de los procedimientos en hueco, como el heliograbado, que ofrecan una mayor riqueza de detalles, las lneas negras y los blancos de estas imgenes predominan otorgndoles un carcter bidimensional y una modalidad de comunicacin con menor informacin visual. Estos rasgos resultan evidentes si se compara la Galera de ladrones de la Capital con otras publicaciones similares difundidas en aos posteriores.

    La Galera de Sospechosos58 de 1894-1895 o la Galera de ladrones conocidos59 de 1902-1904 incluan las fotografas de delincuentes de frente y perfil y tambin disponan del fotograbado de medio tono para reproducirlas. El taller de fototipia comenz a funcionar en la polica en 1892, junto con la seccin de fotografa. sta tomaba los retratos y brindaba las copias originales y en el taller de fototipia se realizaban las reproducciones, tanto de las Galeras en forma de libro, llamadas Galeras pblicas, como de afiches con las imgenes de cadveres no identificados y personas buscadas. Juan Vucetich consideraba a la fototipia, es decir, el retrato reproducido e impreso a travs de la tcnica del medio-tono, un eficaz instrumento para la captura de delincuentes, por la rapidez de su ejecucin ya que se podan realizar en un breve tiempo cientos de retratos para su circulacin y por la claridad y precisin de las figuras que se obtenan.60

    Pero hay otro rasgo esencial que caracteriza a la imagen impresa en relacin con cualquier otro tipo de imagen. En el contexto amplio del objeto en que aparece o an en la misma pgina se presenta siempre ligada a un texto, con el que interacta e intercambia sentidos, completndolos o contradicindolos. La introduccin a la Galera anuncia: Cada retrato va acompaado de una descripcin del individuo; de la enumeracin de sus delitos; de las condenas que ha sufrido y de una ligera resea de sus hbitos.61 A pesar de que la fotolitografa no permita el emplazamiento de las imgenes en la misma pgina de texto, stas fueron colocadas en cada pgina par, enfrentadas a su descripcin verbal, estableciendo una contigidad visual. Las

    57 Estelle Jussim. Visual Communication and the Graphic Arts. Photographic Technologies in the Nineteenth Century [1974]. New York, R. R. Bowker, 1983, pp. 1-17. 58 Galera de Sospechosos. Tomo I. Buenos Aires, Imprenta y Encuadernacin de la Galera de la Capital, 1894; y Tomo II. Buenos Aires, Imprenta y Encuadernacin de la Galera de la Capital, 1895. 59 Galera de ladrones conocidos, s/d. Las fechas estn indicadas en el lomo de cada volumen: 1902 y 1904. 60 Juan Vucetich. Instrucciones generales para el Sistema de Filiacin Provincia de Buenos Aires. La Plata, Talleres Sol, Ser y Comp., 1896, pp. 168-170. Citado en Mercedes Garca Ferrari, op. cit., 2007, p. 94. 61 Jos S. lvarez. Op. cit.

  • 26

    descripciones de los sujetos realizadas por lvarez presentan un cierto carcter narrativo: Era un pobre ratero que cuando ms serva de instrumento a ladrones hbiles. Sus hazaas no pasaron de rateras de ms o menos valor. Llevaba una vida desarreglada y ociosa62 o Es un ratero muy audaz y poco amigo de tener cmplices63. Estas descripciones actan frente a la imagen sin reglas fijas que intercambien semiticamente los cdigos textual y visual. Las fotografas de los individuos de vida desordenada como bebedores, jugadores, frecuentadores de casas de prostitucin no muestran necesariamente una apariencia particularmente menos presentable que quienes llevaban vida ordenada y eran grandes jugadores de billar. Es decir, las relaciones que el texto y la imagen establecen son abiertas y variadas. Pero la imagen, presentando un sentido tipolgico y a la vez resaltando las individualidades propias de cualquier rostro, acta asimismo en su relacin con el discurso aadiendo informacin al mensaje y pluralizando los sentidos.

    Como cualquier elemento grfico, las imgenes son elementos de comunicacin no verbal que apelan esencialmente a ser vistos, y de ese modo agregan algo a nuestra comprensin del contenido. Sugieren la introduccin de una dimensin extra de significado en el mensaje textual o una ruta alternativa para su comprensin a travs de la mirada.64 La Galera de ladrones de la Capital presenta el surgimiento de la instrumentacin de herramientas de control y regulacin social basada, entre otras cosas, en la confianza que una poca le otorg al paradigma de lo visible, a la experiencia visual y a una mirada que siempre se construye social y culturalmente informada.

    Bibliografa

    Amigo, Roberto, Imgenes de la historia y discurso poltico en el Estado de Buenos Aires (1852-1862), en AA.VV., Arte Argentino de los siglos XVIII y/o XIX. Menciones Especiales. Premio Telefnica a la Investigacin en Historia de las Artes Plsticas. Ao 1998, Buenos Aires, FIAAR, 1999.

    Baldasarre, Mara Isabel, La imagen del artista. La construccin del artista profesional a travs de la prensa ilustrada, en Malosetti Costa, Laura y Gen, Marcela (compiladoras), Impresiones porteas. Imagen y palabra en la historia cultural de Buenos Aires, Buenos Aires, Edhasa, 2009.

    Barthes, Roland, La cmara lcida. Nota sobre la fotografa [1980], Barcelona, Paids, 1994. Bertillon, Alphonse, La Photographie Judiciaire, Pars, Gauthier-Villars et Fils, Imprimeurs-

    Libraires, diteurs de la Bibliotque Photographique, 1890. Burke, Peter, Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histrico, Barcelona, Crtica,

    2005. Caimari, Lila, Apenas un delincuente. Crimen, castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955,

    Buenos Aires, Siglo XXI, 2004. Caimari, Lila (compiladora), La ley de los profanos. Delito, justicia y cultura en Buenos Aires

    (1870-1940), Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica-Universidad de San Andrs, 2007. Crary, Jonathan, Techniques of the Observer. On Vision and Modernity in the Nineteenth Century,

    Cambridge-London, MIT Press, 1992. Del Carril, Bonifacio, El grabado y la litografa, en Historia General del Arte en la Argentina,

    Buenos Aires, Academia Nacional de Bellas Artes, Tomo III, 1984. 62 Ibidem. Juan Surez, o Juarez o Pedro Fernandez o Torres, n 160. 63 Ibidem. Adolfo Gramajo, o Palacios o Pelser o Pelayo (a) el Minero, n 178. 64 Michael Twyman. Op. cit., 1994, p. 135.

  • 27

    De Ugarteche, Flix, La imprenta argentina. Sus orgenes y desarrollo, Buenos Aires, Talleres Grficos R. Canals, 1929.

    Freund, Gisle, La fotografa como documento social [Photographie et Societ, 1974], Barcelona, Gustavo Gili, 2004.

    Galera de Celebridades Argentinas. Biografas de los Personages ms notables del Ro de la Plata. Por los seores Bartolom Mitre, Domingo F. Sarmiento, Juan M. Gutirrez, Flix Fras, Luis Domnguez, General Ignacio lvarez y Thomas, y otros ms. Con retratos litografiados de Narciso Desmadryl, Buenos Aires, Ledoux y Vignal Editores, Librera de la Victoria, Imprenta Americana, 1857.

    Galera nacional o Coleccin de biografas i retratos de hombres clebres de Chile. Escrita por los principales Literatos del Pas; dirijida y publicada por Narciso Desmadryl, autor de los grabados i retratos, Santiago de Chile, 1854.

    Garca Ferrari, Mercedes, Una marca peor que el fuego. Los cocheros de la ciudad de Buenos Aires y la resistencia al retrato de identificacin, en Caimari, Lila (compiladora), La ley de los profanos. Delito, justicia y cultura en Buenos Aires (1870-1940), Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica-Universidad de San Andrs, 2007.

    Garca Ferrari, Mercedes, Identificacin. Implementacin de tecnologas y construccin de archivos en la Polica de la Capital. Buenos Aires, 1880-1905, Tesis de Maestra en Investigacin Histrica, Buenos Aires, Universidad de San Andrs, 2007, mimeo.

    Gascoigne, Bamber, How to Identify Prints. A Complete Guide to Manual and Mechanical Processes from Woodcut to Ink-jet, New York, Thames and Hudson, 1986.

    Ginzburg, Carlo, Mitos, emblemas, indicios, Barcelona, Gedisa, 1998. Gonzlez Garao, Alejo B., La litografa argentina de Gregorio Ibarra (1837-1852), en

    Contribuciones para el estudio de la historia de Amrica: Homenaje al Doctor Emilio Ravignani, Buenos Aires, Peuser, 1941.

    Exposicin de las obras de Bacle existentes en la coleccin de Alejo B. Gonzlez Garao, Buenos Aires, Ediciones de Amigos del Arte, 1933.

    Griffiths, Anthony, Prints and Printmaking. An Introduction to the History and Techniques, Berkeley-Los Angeles, University of California Press, 1996.

    Jobling, Paul y Crowley, David, Graphic Design. Reproduction and Representation since 1800, Manchester-New York, Manchester University Press, 1996.

    Jussim, Estelle, Visual Communication and the Graphic Arts. Photographic Technologies in the Nineteenth Century [1974], New York, R.R. Bowker, 1983.

    Melot, Michel, Le texte et limage, en Chartier, Roger y Martin, Henri-Jean (directores), Histoire de ldition franaise. Le temps des diteurs. Du romantisme la Belle poque, Paris, Fayard/Promodis, 1990.

    Penhos, Marta Noem, Frente y perfil. Una indagacin acerca de la fotografa en las prcticas antropolgicas y criminolgicas en Argentina a fines del siglo XIX y principios del XX, en AA.VV., Arte y antropologa en la Argentina, VIII Premio Fundacin Telefnica a la Investigacin en Historia de las Artes Plsticas 2004, Buenos Aires, Fundacin Espigas, 2005.

    Scarzanella, Eugenia, Ni gringos ni indios. Inmigracin, criminalidad y racismo en la Argentina. 1890-1940, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2003.

    Sekula, Allan, El cuerpo y el archivo, en Picazo, Gloria y Ribalta, Jorge (editores), Indiferencia y singularidad. La fotografa en el pensamiento artstico contemporneo, Barcelona, Museu dArt Contemporani, 1997.

    Sozzo, Mximo, Retratando al Homo criminalis: esencialismo y diferencia en las representaciones profanas del delincuente en la Revista Criminal (Buenos Aires, 1873), en Caimari, Lila (compiladora), 2007.

    Tagg, John, El peso de la representacin. Ensayos sobre fotografa e historia [1988], Barcelona, Gustavo Gili, 2005.

    Tell, Vernica, La fotografa en la construccin de relatos de la modernizacin argentina (1871-1898), Tesis de Doctorado, Buenos Aires, Facultad de Filosofa y Letras, UBA, 2009, mimeo.

    Twyman, Michael, The emergence of the graphic book in the 19th Century, en Myers, Robin y Harris, Michael (editores), A Millennium of the Book. Production, Design & Illustration in Manuscript & Print 900-1900, Winchester, New Castle-Oak Knoll Press, 1994.

  • 28

    Twyman, Michael, Breaking the Mould: The First Hundred Years of Lithography, London, The British Library, 2001.

    Twyman, Michael, The British Library Guide to Printing. History and Techniques, Toronto, University of Toronto Press, 1999.

    Vucetich, Juan, Instrucciones generales para el Sistema de Filiacin Provincia de Buenos Aires, La Plata, Talleres Sol, Ser y Comp., 1896.

    Wasserman, Fabio, Entre Clio y la Polis. Conocimiento histrico y representaciones del pasado en el Ro de la Plata (1830-1860), Buenos Aires, Teseo, 2008.

  • 29

    Ficciones de identidad estatal: de la Galera de Ladrones a las Memorias de un vigilante (1887-1897)

    Geraldine Rogers

    En un perodo de consolidacin institucional, dos libros ideados por Jos S.

    lvarez se ocuparon de los delincuentes. Galera de ladrones de la Capital (1887) y Memorias de un vigilante (1897) manifestaron la voluntad estatal de fijar identidades por medio de distintas prcticas entre las que se contaba la produccin de textos e imgenes. Ambos dan cuenta de la identificacin de personas por parte de un Estado que tena el firme aunque no siempre eficaz propsito de separar lo controlable de lo peligroso y de unir a todos los habitantes bajo la ley. En los pliegues de ese empeo institucional, la literatura sugiere el carcter borroso y paradojal de las grillas de identidad.

    Memorias de un Vigilante apareci por primera vez firmado con el seudnimo Fabio Carrizo y en ediciones posteriores con el de Fray Mocho. Relataba en primera persona la historia de su protagonista, desde el nacimiento en el campo hasta su asuncin como sargento de polica en la capital. Los primeros captulos presentaban la vida de Fabio en trminos evolucionistas: de vago se transformaba en pen y ms tarde en soldado de lnea del ejrcito, institucin en la que adquira una identidad, aprenda a leer y a amar a la gloriosa bandera. La segunda parte contaba su entrada a la ciudad de Buenos Aires en el ao 1880 y su ingreso como agente policial. El relato se detena en las percepciones de la heterogeneidad cosmopolita de una ciudad en transformacin. En particular, enfocaba su mirada policial en un mbito caracterizado por la transgresin a la ley, el mundo lunfardo. En torno a l desplegaba un anlisis minucioso de los delitos contra la propiedad, pero tambin sabrosas ancdotas pcaras. Distingua con precisin los distintos trabajos, la diferencia entre criollos y extranjeros, el papel de las mujeres, los delatores, las relaciones con la polica, las guaridas, la jerga, las jerarquas. Aunque las Memorias producen la emergencia de una voz, la del sujeto de escritura, totalmente identificada con el Estado, por momentos el texto desdibuja las categoras identitarias que el encuadre legal buscaba a ultranza establecer.

    Identidades estatales desde 1880 Ernest Gellner afirma, en lnea con Max Weber, que el Estado es el conjunto de

    instituciones relacionadas con la conservacin del orden, y que se constituye como nico detentador de la violencia legtima dentro de la sociedad. En l, la unidad poltica